Download califa territorio
Document related concepts
Transcript
Tercer Curso de Historia del Arte Historia y gestión del patrimonio artístico Alexandre Jorques Pardo 0 Índice 1- Contexto histórico…………………………. 2 2- Historia del edificio……………………….... 5 3- Estado actual y conservación…………….. .12 4- Restauraciones del edificio……………….. 14 5- Conclusión………………………………… 17 6- Anexo fotográfico…………………………. 18 7- Bibliografía………………………………… 26 1 1. Contexto histórico La mezquita de Córdoba y sus particularidades están ligadas a los conflictos provocados por la rápida expansión de la religión islámica. Esta expansión se inició en el año 632 y, tras derrotar al Imperio persa, los musulmanes se extendieron por el norte de África hasta llegar a la península Ibérica en el 711. En pocos años los musulmanes se hicieron con el dominio de la mayor parte del territorio peninsular, acabando con el débil estado visigótico. Esta conquista destaca no solo por su rapidez sino también por su audacia y facilidad. Como coronación de su marcha hacia el Oeste del Mediterráneo, los invasores musulmanes consiguieron una de las tierras más ricas que podían codiciar. Su inesperada irrupción en la Península hasta los Pirineos, llenó de estupor y espanto al mundo cristiano de Occidente.1 Pronto empezaron los conflictos internos entre las dinastías islámicas que socavaron la unidad del Califato islámico. Primero sucedió la escisión chiíta tras el asesinato del nieto de Mahoma. Después de esto, ocurrieron una serie de conflictos que acabaron cuando la familia Omeya se hizo con el poder que, en el año 750, le arrebató la tribu de los Abásidas. Sólo un Omeya sobrevivió a la matanza de los Abásidas, el joven Abd alRahman, que llegó en el año 755 a la Península y allí convirtió a al-Ándalus en un emirato, del cual Córdoba sería su capital.2 Dicha ciudad admirablemente emplazada en el centro de una región rica en cereales, inmediata a otra de abundantes pastos, al borde de un gran río y en el camino más importante de la Península; tránsito obligado para la comunicación del fértil valle del Guadalquivir y Berbería con el Norte y los restantes países de Occidente de Europa, fue en adelante, hasta la división del Califato, su ciudad principal, sin rival en Occidente en esta época. En el siglo VIII hubo un crecimiento económico durante el gobierno de Abd alRahman I, y buena prueba de ello es la construcción de una gran mezquita para Córdoba. La situación económica y social siguió por el mismo camino durante el 1 GRUPO ÁGORA. Trabajos prácticos de Arte. Una visión integradora. Tomo I, De Grecia al Gótico. Madrid: Akal, 1990, p. 105. 2 AROCA, R. La historia secreta de los edificios. Barcelona: Espasa, 2011, pp. 46-49. 2 gobierno de Abd al-Rahman II, en un tiempo en el que el nombre de Córdoba empezaba a destacar entre las demás ciudades. Tanto es así que acudieron desde Bizancio y Bagdad ingenieros y arquitectos altamente cualificados. Pero la ciudad alcanzó su máximo esplendor a partir de la instauración del califato con Abd al-Rahman III (912961), el cual ha pasado a la historia como un gran político y organizador que consiguió instaurar en su gobierno una era de estabilidad y prosperidad. Su hijo y sucesor alHakam II (961-976) dio continuidad al ambiente de paz y bienestar que había heredado del gobierno de su padre, y que se reflejó en el crecimiento de la mezquita mayor. Durante el califato, Córdoba fue la ciudad más culta, extensa y rica de Occidente, llegando a rivalizar incluso con Bagdad. Llegó a tener 100.000 habitantes en el siglo X, según fuentes de la época. La agricultura, la industria y el comercio alcanzaron su máximo crecimiento, que ya había venido desarrollándose durante la época del emirato. En la capital, centro de una espléndida cultura, convivía gente de distintas razas y religiones. Había un nivel bastante aceptable de alfabetización en la sociedad urbana, propiciado por la existencia de escuelas. La más importante de todas estas escuelas fue sin duda la gran mezquita de Córdoba que, por otro lado, estaba especializada en el ámbito de las ciencias teológicas y jurídicas. En el siglo X cuenta la monja Roswitha que gobernantes y autócratas rivalizaban como mecenas, gracias al cual vivían y trabajaban médicos, filósofos, historiadores, geógrafos, astrónomos y matemáticos. La magnífica biblioteca califal era famosa en la Europa de este siglo y el mercado de libros de la ciudad ofrecía a los estudiosos y a los magnates todo el inmenso caudal de la ciencia árabe en preciosos volúmenes que alcanzaban altos precios. La fama del Califato traspasó sus fronteras y a Córdoba acudían no solo embajadores de los Reinos cristianos sino también de la Alemania de los Otones y del Imperio Bizantino para tratar cuestiones de orden político y establecer contactos en el ámbito cultural.3 A al-Hakam II le sucedió Hisam II (976-1009), aunque fue Almanzor quién desempeñó el gobierno efectivo. De este gobernante se han destacado sus cualidades militares, ya que le permitieron mantener unido el conjunto de regiones que integraban la España islámica. Tras la muerte de Almanzor en el año 1002, el califato sucumbió 3 GRUPO ÁGORA. Trabajos prácticos de Arte. Una visión integradora. Tomo I, De Grecia al Gótico. Madrid: Akal, 1990, p. 108. 3 ante una serie de luchas que debilitaron el territorio y lo desunificaron, dando lugar a la creación de los reinos Taifas. En la primera mitad del siglo XII, Córdoba estaba inmersa en una profunda decadencia que acabaría significando el fin del dominio musulmán en este territorio en el año 1236, con la llegada de Fernando III.4 Sevilla y Cádiz aguantaron unos pocos años más bajo el dominio musulmán hasta que únicamente quedó el reino de Granada que perduraría hasta el 1492. A partir de la entrada de los cristianos, el territorio cambió su sistema político, administrativo y económico. Socialmente, el territorio quedó reducido a diferentes grupos sociales: la nobleza, el clero, los campesinos y la burguesía por un lado y, por otro, quedó la minoría marginada formada por judíos y mudéjares. Estos últimos mantuvieron sus costumbres en sus barrios conocidos como morerías.5 En este contexto se llevó a cabo una expansión repobladora, que consistió en ocupar el territorio con pobladores cristianos procedentes de los reinos hispánicos y de otros lugares de Europa. Se vivieron tiempos de incertidumbre, pues había un constante peligro de guerras o incursiones, lo cual fue compensado otorgando beneficios económicos y patrimoniales a los valientes repobladores que se atrevieron a ocupar estas tierras. Además hubo un movimiento importante en la Península de órdenes militares que se asentaron entre los siglos XIII y XIV en nuestro país. Desde este momento y en los siglos posteriores, la ganadería sería el principal motor económico de la zona, apoyado también por la agricultura. En el siglo XIV hubo una crisis demográfica provocada por el hambre y la peste, a lo cual se le sumaron los enfrentamientos entre los diferentes grupos sociales. Estos conflictos incluyeron por supuesto disputas entre las tres religiones que todavía convivían en este siglo en la Península.6 Esta situación perduró hasta el año 1492, fecha en la que los Reyes Católicos expulsaron a los judíos y musulmanes, instaurando así la obligación de profesar culto únicamente a la fe cristiana. 4 TORRES BALBÁS, L. La mezquita de Córdoba y Madinat Al-zahra. Madrid: Plus ultra, 1965, pp. 5-13. 5 BALANZÁ, M.; et alii. Geografía e historia de España y de los Países Hispánicos. Barcelona: Vicens-vives, 1987, pp. 84-89. 6 PLAZA GARCÍA, C. Geografía e historia. Zaragoza: Edelvives, 2008, pp. 146-152. 4 2. Historia del edificio7 La construcción de la mezquita de Córdoba que ha llegado hasta nuestros días comenzó en tiempos de Abd al-Rahman I. Según relató al-Maqqari sobre su fundación al ser proclamado emir y fijada su residencia en Córdoba, sede del gobierno, adquirió esta ciudad más importancia y la Mezquita Mayor resultó inadecuada para el cumplimiento de su misión. Por ello proyectó levantar un nuevo y monumental edificio. Él mandó que se edificara sobre el suelo que ocupaba una antigua iglesia visigótica dedicada a San Vicente que, a su vez, estaba sobre el emplazamiento de un antiguo templo romano. Negoció con la comunidad mozárabe la venta de la parte que utilizaban de la iglesia visigoda inmediata a la mezquita, les pagó una importante suma de dinero a los cristianos y les concedió autorización para que reedificasen los templos destruidos extramuros de la medina. En el año 785 fue derribado el antiguo templo visigodo en su totalidad y comenzó la edificación de la mezquita. Se inició así la construcción de un templo que fue recibiendo ampliaciones a lo largo de tres siglos, a medida que iba creciendo el número de pobladores islámicos de la ciudad. La planta del primer edificio la describe así M. Gómez Moreno: «El área total del edificio comprendidos los muros, cubre un cuadrado casi exacto de 76,70 por 75,73 metros que se reparten en dos sectores de norte a sur, casi iguales entre sí; el del norte, descubierto, como patio; el otro, techado, con su cabecera al sur, y accesible desde el patio mediante once arcos, que corresponden a otras tantas naves enfiladas hacia la cabecera. De las naves, la central tiene un ancho, de eje a eje, de 7,85 metros; cuatro laterales a un lado y otro de la central de una anchura de 6,86 metros; y dos extremas de 5,35 metros». La mezquita inicial (Fig.1) ocupaba el ángulo noroeste del edificio actual; tenía once naves perpendiculares al muro de la quibla, siguiendo el modelo de la mezquita Al- 7 AROCA, R. La historia secreta de los edificios. Barcelona: Espasa, 2011, pp. 51-59. GRUPO ÁGORA. Trabajos prácticos de Arte. Una visión integradora. Tomo I. De Grecia al Gótico. Madrid: Akal, 1990, pp. 108-116. SUREDA, J. Historia universal del Arte. Vol. 3. La Edad Media. Barcelona: Planeta, 1987, pp. 189-195. TORRES BALBÁS, L. La mezquita de Córdoba y Madinat Al-zahra. Madrid: Plus ultra, 1965, pp. 13-130. 5 Aqsa de Jerusalén, y dos pisos de arcos en las arquerías que separan las naves, como la mezquita de Damasco. Dichas arquerías dobles están formadas en el primer piso por arcos de herradura y en el segundo por arcos de medio punto (Fig. 2). Todas las naves tenían las mismas dimensiones excepto la nave central que era más ancha. Los arquitectos de Abd al-Rahman I se encontraron con dos problemas en la construcción del templo; en primer lugar tenían que conseguir un apoyo suficiente para los amplios canales de desagüe que eran necesarios dado el gran tamaño del edificio y, en segundo lugar, necesitaban hacer que el techo tuviera suficiente altura (pese al insuficiente tamaño de las columnas disponibles) para mantener un ambiente respirable en el caluroso verano cordobés. Se encontró entonces una solución que resolvía los dos problemas. Esta consistió en construir un techo que se elevaba a nueve metros de altura, gracias a la ya mencionada doble arquería de columnas que procedían de antiguos edificios residenciales romanos. Además, los arcos de herradura situados sobre cimacios ayudan a conseguir aún más altura. Esta ingeniosa solución del arco de herradura, permite aumentar la altura con sólo dos elementos; arco y columna. De esta forma, el edificio presenta un fuerte protagonismo del arco, lo que permitió a este elemento convertirse en icono y pasar de ser una solución ingeniosa a un motivo decorativo que se puede encontrar en puertas y ventanas. El resultado de la primera construcción es estable en el sentido de las arquerías, pero no tanto en sentido transversal a estas, ya que solo las armaduras de madera de la cubierta impiden el movimiento lateral del enorme peso que se apoya sobre unas delgadas columnas de mármol. Hay que recalcar que las columnas de esta primitiva mezquita tienen basas desiguales, aprovechadas de edificios anteriores, lo cual demuestra una cierta impotencia artística por parte de la cultura islámica en estos tiempos. En los arcos de la mezquita, el ladrillo adquiere apariencia de dovelas de piedra de gran tamaño mediante la bicromía de rojo y blanco que, según se cree, es una idea tomada del acueducto romano de los Milagros de Mérida. Se ignora cómo era el techo de esta primitiva mezquita (seguramente horizontal), y si éste tenía o no terraza, lo que se sabe con certeza es la función de acueducto de desagüe que desempeñaban los raíles que formaban las filas de columnas y arcos. En esta mezquita el muro de la quibla se orientó hacia el Sur, lo cual es una equivocación, ya que la quibla se orienta siempre hacia la Meca y en Córdoba ésta se encuentra en dirección Este. Se cree que el motivo de ello fue que para ir a la Meca desde la Península en esta época era dirigiéndose por el Sur, es decir por el norte de África. Las formas del primer 6 edificio derivan de la arquitectura imperial romana, que había sido difundida por la zona del Mediterráneo en los primeros siglos de nuestra era. Sin embargo, la planta y disposición general del edificio, sí que son importadas de Oriente. Hace aproximadamente cincuenta años, se encontraron fragmentos de crónicas musulmanas que afirmaban que la primera mezquita de Abd al-Rahman I tenía nueve naves y no once, y que su sucesor fue quién añadió las dos naves que faltan al cálculo actual. Sin embargo, el examen del edificio contradice estos datos documentales. Lo que se ha deducido es que estas naves podrían haber estado destinadas para que las mujeres rezaran, ya que Abd al-Rahman II dispuso en otro lugar los departamentos destinados para ellas. Los sucesores de Abd al-Rahman I ampliaron la mezquita sin necesidad de destruir lo que ya había construido su predecesor. Según Ibn Hayyan en su obra Muqtabis recoge información del cronista Ibn Nazzam sobre el reinado de Abd al-Rahman II (822-852), el cual llevó a la ciudad hacia un renacimiento cultural, político y literario, además de económico al acentuar las relaciones con Bagdad, cuyas modas y gustos fueron acogidos por la capital andaluza. La importancia de la ciudad hizo que cada vez acudiese a ella más gente desde diversos lugares y, en poco tiempo se acrecentó la población. Al quedarse pequeña la mezquita, Abd al-Rahman II mandó reunir materiales de gran riqueza y empleó gran número de hábiles artífices. Ordenó que se derribara el muro de la quibla y añadió ocho tramos más en cada una de las arquerías, desplazando dicho muro y el mihrab hacia el Sur (Fig. 3). Esta intervención comenzó en el año 833 y en el 848 se realizó la primera celebración religiosa, no obstante, las obras continuaron hasta la muerte del emir y fueron finalizadas en el reinado de su hijo Muhammad I (852-856). A diferencia de la primera obra, para esta se utilizaron capiteles inspirados en modelos clásicos, lo cual demuestra un avance respecto al desarrollo de un lenguaje artístico propio. Abd al-Rahman III, el primero en proclamarse califa independiente, únicamente incorporó un minarete adosado al muro septentrional del patio en el año 950, para lo cual derribó previamente el que había construido Hisam I. La otra aportación de este gobernante fue ampliar el patio y colocar un toldo para proteger a los fieles que no cabían en el interior del sol (Fig. 4). 7 Al Hakam II inició su ampliación en el año 964 derribando la quibla que se había construido durante el reinado de Abd al-Rahman II y añadiendo doce arcos más hacia el Sur, con lo cual la mezquita alcanzó su actual longitud de 180 metros (Fig. 5). En esta ampliación se situó el mihrab que se puede ver todavía hoy en la mezquita (Fig. 6) y en el que se acumularon los materiales más ricos y las más sofisticadas decoraciones. Al mihrab se accede por medio de un arco de herradura enmarcado por un triple alfiz de mármol que lo encuadra, todo esto, decorado con atauriques e inscripciones. En los cimacios aparecen también inscripciones cúficas que indican el año de finalización de la obra. Además de esto dotó al edificio de cuatro lucernarios, uno de ellos sobre el nuevo mihrab, con una cúpula dentro del doble muro de la nueva quibla (esto es una novedad respecto a los modelos anteriores de mezquita). En este caso las columnas se labraron expresamente para este edificio, en las cuales se alternaron fustes oscuros con otros jaspeados; los primeros sostienen capiteles de orden corintio, mientras que los segundos tienen capiteles de orden compuesto. Como las columnas se habían realizado expresamente para la obra, los cimacios que se utilizaron para peraltar las pilastras también se labraron expresamente con formas cruciformes. Se puede observar en esta ampliación, por medio de detalles geométricos y de la incorporación de mosaicos, cómo la influencia de los bizantinos está presente en la obra. Sin embargo, lo más destacable de esta ampliación fue la construcción de los cuatro cimborrios o lucernarios, que se han mencionado anteriormente. Mediante los lucernarios se señalaban las principales partes del templo. Entre estos cuatro cimborrios, encontramos tres tipos diferentes de bóveda, todas realizadas en piedra y decoradas con una serie de arcos cruzados que separan los plementos, dejando espacio para añadir más decoraciones (Fig. 7). Las tres bóvedas situadas junto al muro de la quibla tienen plantas octogonales. Su construcción planteaba complicados problemas, ya que no podían colocar pilares muy gruesos como elemento sustentante porque dificultarían la visibilidad de los fieles y desentonarían con el resto de la obra. El problema se resolvió situando en los ángulos de los tramos cubiertos con cimborrios dos o cuatro columnas, dependiendo del caso, y sobre éstas arcos de cinco lóbulos. Encima de estos arcos se elevan otros de las mismas características, formando arcos entrecruzados, y sobre éstos últimos un gran arco polilobulado (Fig. 8). Los arcos polilobulados, de origen mesopotámico, que se ven en esta ampliación ratifican el eclecticismo que hay dentro y fuera de esta obra, antes incluso de la llegada de Fernando III. En la mezquita de al-Hakam II se revela un arte 8 que ha llegado a su apogeo, expresando con su riqueza y ostentosidad el elevado nivel que tenía la ciudad de Córdoba en este momento. El techo de gran parte de la mezquita se cree que era adintelado y que estaba formado por tableros de madera sobre vigas transversales respecto a las naves. Toda la madera procedía de los pinos de Tortosa. Esta techumbre estaba recubierta con decoraciones hexagonales o circulares. Solamente en la ampliación de al-Hakam II se introducen las cubiertas abovedadas. Hay que mencionar que cada ampliación del templo resultaba muy costosa, pues obligaba a modificar las cubiertas, ya que el techo era una auténtica red de acueductos de desagüe, y estos necesitan de una mínima pendiente para cumplir su función. Ya a finales del siglo X, hacia el año 987, Almanzor llevó a cabo la última y más importante ampliación. El motivo fue la llegada de los bereberes a la ciudad, aumentando ésta considerablemente su población. Almanzor buscó solidez y esmero en la ejecución, no riqueza decorativa, pero su calidad no fue inferior. Se añadieron ocho naves hacia el Este que dejaron descentrado el mihrab. El motivo de que la mezquita se ampliara en esta dirección es la situación del río Guadalquivir que impedía que la construcción siguiera por el mismo lado que las anteriores. La planta se amplió en ocho naves a todo lo largo del edificio y así, quedó configurada con las dimensiones que tiene hoy en día: 180 metros de largo por 130 de ancho (Fig. 9). Además, se mejoraron los accesos al templo incluyendo siete puertas más, las cuales presentan importantes variaciones respecto a las anteriores. Dichas variaciones consisten en la colocación de dos arcos ciegos gemelos, separados por una columnilla en cada lado. Todavía se conservan algunas de las labradas decoraciones geométricas, de atauriques y las celosías (Fig. 10). Esta ampliación también se realizó con columnas hechas en exclusiva para la mezquita y con arcos de piedra y no de ladrillo como el resto del edificio. Con ésta última expansión del recinto, la mezquita adquirió la superficie de 23.400 metros cuadrados, en los que podían caber hasta 20.000 fieles. Esta construcción sigue en muchos aspectos el modelo de la ampliación de Al-Hakam II. Este edificio influyó en numerosos lugares de al-Andalus, destacando la mezquita de Cristo de la Luz en Toledo. 9 En el siglo XII el geógrafo al-Idrisi describe la mezquita como una obra de diecinueve naves cubiertas, más de mil columnas y ciento trece candelabros para su iluminación. Sus pinturas la ornamentaban armoniosamente con colores muy brillantes (rojo cinabrio, blanco de plomo, azul lapislázuli, óxido rojo de plomo, verde apagado y negro antinomio). Al-Idrisi opinaba que el conjunto constituía una fiesta para los ojos, atraía al espíritu por la pureza, variedad y acertada combinación buscando la perfección. Después de que Córdoba fuera conquistada ya en el siglo XIII por los cristianos, Fernando III el Santo hizo consagrar la mezquita como iglesia cristiana, demostrando un sorprendente respeto al edificio. La única modificación que hizo este rey fue la fundación de la capilla de San Clemente, situada junto al muro de la quibla desde la parte ampliada por Almanzor. Más tarde, Alfonso X el Sabio mandó construir la Capilla Real, en la cual destaca su cúpula con mocárabes (Fig. 11), se cree que con la idea de situar allí una especie de panteón real. Esta capilla construida entre 1258 y 1260 tiene las paredes repletas de yeserías, realizadas en tiempos de al-Hakam II, que crean un horror vacui para aquél que las contemple. Al lado de esta capilla se encontraba otra llamada de Villaviciosa, realizada pocos años antes, la cual está situada al lado de la entrada al mihrab. La mezquita se adaptaba mal al culto cristiano y hubo una presión continua del cabildo catedralicio para modificar la estructura del edificio. Finalmente, en 1489, los obispos Iñigo Manrique y Juan Rodríguez Fonseca mandaron derribar las columnas correspondientes a cinco naves de la primera ampliación. Allí edificaron una pequeña catedral gótica (fig. 12) (a pesar del no consentimiento de la Reina Católica) con techo de madera y orientada hacia el este. En abril de 1523, después de varias polémicas, comenzaron los derribos de la ampliación de Abd al-Rahman II y parte de la de Almanzor, y se consiguió el permiso del emperador Carlos V para construir una catedral renacentista monumental. El 7 de septiembre de ese mismo año comenzaron las obras dirigidas por Hernán Ruiz el Joven, que trabajó en esta obra hasta su muerte en 1547, siendo sucedido por su hijo del mismo nombre. En 1599 se colocó la última piedra cuando Juan Oliva era el arquitecto de la obra, sin embargo, los acabados del crucero y del coro no finalizaron hasta el año 1607. La planta del edificio es de cruz latina, iniciada en estilo gótico tardío y finalizada ya en 10 prebarroco, se encuentra repleta de bóvedas de crucería estrelladas y arcos agudos. Presenta abundantes y exuberantes decoraciones como motivos platerescos, medallones, grutescos y estatuas. Además de esto, a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, se fueron añadiendo mobiliario y retablos de gran calidad y suntuosidad. La magnitud de la mezquita es tal que la catedral ocupa solo una pequeña parte del enorme recinto (Fig. 13). Esta nave está cerrada por un muro ciego en la fachada norte, dónde se sitúa el acceso al gran Patio de los Naranjos y la torre del alminar o minarete, hoy campanario de la catedral. El Patio de los Naranjos, que se tiene por una muestra de jardinerías árabe, no corresponde a la época del califato, ya que los patios de abluciones estaban desprovistos de árboles. En éste patio concretamente puede que hubiera algún árbol, pero fue un obispo del siglo XVII quién encargó el actual ajardinamiento de la zona. En las puertas exteriores que no han sufrido modificaciones durante la etapa cristiana del edificio, se puede apreciar la alternancia de los colores de las dovelas de piedra. En la portada de San Esteban (Fig. 14), la cual se encuentra encajada en un muro más viejo que los contrafuertes que la enmarcan, tiene un dintel adovelado bajo un arco ciego de herradura, en el que se puede ver esta alternación de dovelas que se acaba de mencionar. En este caso, el arco de herradura está situado dentro de un alfiz, como es costumbre en el arte islámico. El dintel y el tímpano están separados por una franja horizontal en la que se esculpió, en caracteres cúficos, una inscripción que sigue en el intradós del arco (Fig. 15). Las dovelas de piedra, la arquivolta y el alfiz ostentan decoraciones de temas vegetales tallados en arista viva. En los paños laterales hay otras decoraciones labradas en distintas clases de piedra. En todo el exterior del edificio se pueden observar decoraciones de diferentes estilos; hay algunas en ataurique, arcos ciegos, almenas escalonadas, arcos de herradura, etc… Juntos forman un sinfín de elementos que encuentran su máxima expresión en el interior del edificio, donde se juntan para mezclarse y formar una variedad de formas que seguro resulta muy armónica para los que visiten este recinto. 11 3. Estado actual y conservación Actualmente la mezquita se presenta en el exterior como un vasto edificio sobrio donde solo los contrafuertes rectangulares rompen la monotonía del aparejo. Tiene una grandísima extensión en superficie pero en altura, a excepción de la catedral. Todo el edificio está realizado en sillares de piedra caliza y coronado por almenas decorativas escalonadas, dando al conjunto un aire de fortaleza. Entre los contrafuertes de los frentes oriental y occidental se abren grandes portadas, la mayoría modernizadas en tiempos del cristianismo. Actualmente el ingreso al edificio suele hacerse por la puerta del Perdón, obra mudéjar inspirada en las otras puertas del período islámico del mismo edificio, realizada durante el reinado de Enrique II en el año 1377. Llegó a haber veinticinco puertas perimetrales en el recinto de las que quedan diecisiete, aunque solo cinco están actualmente en uso. Según M. Gómez Moreno, los muros de la edificación de Abd al-Rahman I tienen una anchura de 1,14 metros; sólo se conservan partes de ellos en la fachada oeste, ya que los del mediodía y oriente fueron destruidos con las ampliaciones. La cimentación es de sillería trabada con mortero de cal y de arena. Dichos sillares están dispuestos a soga y tizón.8 Hay que mencionar que las bóvedas que cubren actualmente el edificio se construyeron entre 1713 y 1723 debido al mal estado de la techumbre horizontal de madera que había desde tiempos de al-Hakam II. Esta obra obligó una vez más a elevar los canales de recogida de aguas de lluvia y modificó el aspecto del edificio. El arquitecto Ricardo Velázquez hizo una reconstrucción a finales del siglo XIX de la antigua techumbre, pero fue Félix Hernández Jiménez quién realizó la que actualmente se puede ver en la nave central del edificio. La piedra caliza del exterior está bastante corroída por la humedad, lo cual ha desmejorado mucho el aspecto de las portadas 8 GRUPO ÁGORA. Trabajos prácticos de Arte. Una visión integradora. Tomo I, De Grecia al Gótico. Madrid: Akal, 1990, p. 113. 12 exteriores. Por este motivo han sido muy restauradas, a excepción de las dos últimas hacia el Sur.9 Pese a lo radical de las intervenciones cristianas, hay que mencionar que éstas se realizaron con sensibilidad, dentro de lo que cabe, adecuándose la modulación del templo cristiano a la de las arquerías de la mezquita, con la que convive en una armonía respetuosa. Incluso se ha llegado a afirmar que la robusta construcción de la catedral ha mejorado la precaria estabilidad del monumento. La mezquita, cuya delicada estructura se ha mantenido en uso durante más de doce siglos es, después del acueducto de Segovia y de algunos puentes romanos, la construcción de más larga utilización de la península Ibérica, ya que la catedral continúa abierta al culto. No obstante, la principal función del edificio desde hace algunas décadas es la de monumento turístico,10 con más de un millón de visitas anuales. Este interés del monumento se generalizó después de que fuera declarado Patrimonio Universal por la UNESCO el año1984.11 Es difícil imaginar pues, el costoso trabajo que es conservar un edificio de estas dimensiones y características en tan buen estado como se encuentra en la actualidad. Se ha hablado mucho de este edificio, del que don Manuel Gómez-Moreno dijo lo siguiente: «…España no puede ostentar otro edificio equiparable en originalidad y tan fecundo como dechado de cuanto no llegó a nosotros desde Europa y de lo que cupo a la expresión cultural española a través del Mediterráneo». 12 Este historiador no dudó en mostrar su admiración por el templo, pero no siempre ha sido así. «Yo no sabía que era esto, pues no hubiera permitido que se llegase a lo antiguo, porque hacéis lo que se puede hacer, y habéis deshecho lo que era singular en el mundo». 13 Estas son las 9 TORRES BALBÁS, L. La mezquita de Córdoba y Madinat Al-zahra. Madrid: Plus ultra, 1965, pp. 38, 90. 10 AROCA, R. La historia secreta de los edificios. Barcelona: Espasa, 2011, pp. 57-59. 11 http://www.infocordoba.com/ 12 GÓMEZ-MORENO, M. El arte árabe español hasta los almohades. Barcelona: Plus ultra, 1951, p.17. 13 TORRES BALBÁS, L. La mezquita de Córdoba y Madinat Al-zahra. Madrid: Plus ultra, 1965, p. 106. 13 palabras que dijo el emperador Carlos V cuando vio iniciada las obras de la catedral renacentista y que mucha gente a lo largo de la historia del arte ha apoyado. Personalmente comparto la idea que en su día fue un error modificar la mezquita y que se perdió parte de la esencia original del edificio pero, por otro lado, pienso que si se observan los añadidos posteriores desde otro punto de vista, los espectadores se darán cuenta que las incorporaciones de la época cristiana crean un extraño pero hermoso eclecticismo que hace que el edificio sea más singular de lo que hubiera sido sin ellas. 4. Restauraciones y valoración del edificio14 En este apartado se van a tratar los veintisiete años en los que Ricardo Velázquez Bosco, quién fue director de la Escuela Superior de Madrid entre 1910 y 1918, estuvo al frete de las obras de la mezquita-catedral de Córdoba (1891-1917). En 1891 redactó un proyecto general sobre las obras que consideraba que eran necesarias para la restauración del monumento. Este proyecto puede resumirse en los siguientes puntos: - Quitar las construcciones incorporadas del interior del edificio que no tuvieran valor artístico ni arqueológico. No obstante, advierte que es una tarea que no podría llevarse a cabo en su totalidad porque muchas de las capillas eran privadas y estaban protegidas por derechos de patronatos. - Cambiar los urinarios públicos y del Cabildo a lugares más adecuados, ya que éstos estaban situados en los pilares del Patio de los Naranjos. - Reponer los pavimentos, cambiando en primer lugar los existentes de ladrillo ordinario por mármol de Macael, en la ampliación de al-Hakam II. (Esta obra se llevó a cabo en el año 1899 y tuvo un coste de 84.917’84 pesetas). 14 ORDIERES DÍEZ, I. Historia de la restauración monumental en España (1835-1936). Tomo I. Madrid: Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1993, pp. 447-464. 14 - Una de las preocupaciones más importantes estuvo en la reparación de las cubiertas del edificio, ya que según él y su discípulo Torres Bálbas, la última reparación de las cubiertas se remontaba al año 1723 (en 1903 empezó a llevarse a cabo el proyecto para la reparación de las cubiertas de madera, el cual costó 37.916’30 pesetas). Sobre este último punto me gustaría añadir que Torres Balbás dijo en su artículo Reparación de la techumbre de la mezquita de Córdoba en el siglo XIII, que Alfonso X promovió en el silo XIII los primeros trabajos de reparación de la techumbre. En 1893 se realizó una de las primeras intervenciones que consistió en instalar un pararrayos en la parte superior de la Catedral. Es curioso que Velázquez Bosco se preocupara en incorporar un elemento técnico de estas características. La conclusión a la que llega Isabel Ordieres es que pretendía con este gesto reafirmar su posición frente a los ingenieros. Este pararrayos se amplió en el año 1917 con un coste de 11.030’80 pesetas. Uno de los trabajos más complejos fue la restauración de la Capilla de Villaviciosa en el año 1907. Esta sala había sufrido numerosas modificaciones desde su construcción. En 1644, mientras reinaba Felipe IV, se destruyeron las decoraciones originales para convertirse en motivos barrocos. Más tarde, en 1884, el Obispo Camerino González mandó demoler estas decoraciones, de forma que quedaron los muros al descubierto. La función que debía desempeñar Velázquez era revestir estos muros con unas decoraciones que, según él, habían dejado suficientes vestigios como para poder ser recuperadas. La restauración se realizó con yeso tallado in situ, tratando ese material como si fuera piedra. El presupuesto de esta obra fue de 9.249’58 pesetas. El siguiente proyecto ya de 1908, fue la reconstrucción de algunas de las portadas de la fachada de tiempos de Almanzor, las cuales se perdieron en el siglo XVIII. Para ello tuvo que basarse en los restos que se encontraron al quitar el mortero que cubría los muros exteriores y en una portada de tiempos al-Hakam II conocida como Puerta del Chocolate. Esta restauración contó con un presupuesto de 196.237’25 pesetas, el pago del cual se realizó en seis plazos de una media de 30.000 pesetas cada uno. 15 Al mismo tiempo que estaban finalizando las restauraciones en las portadas, se comenzó a llevar a cabo el proyecto de la restauración del frente de la capilla lateral izquierda del vestíbulo del mihrab que tuvo un coste de 21.115’58 pesetas. Esta Capilla había sido fundada en el año 1580 por los hermanos Saavedra y ya había tenido una previa restauración en la parte de la bóveda hacia el año 1772 por un ingeniero militar francés llamado Baltasar Devreton. En 1915 se redactó el proyecto para la reconstrucción de la lonja adosada a la fachada de Oriente que fue construida en el siglo X por Almanzor. Este proyecto fue aprobado con un presupuesto de 24.954 pesetas. De esta lonja quedaba muy poco ya de la primitiva por haber sido muy reconstruida en las distintas épocas anteriores. El proyecto para las reparaciones del Patio de los Naranjos es de 1916 y contó con un presupuesto de 24.980’96 pesetas. Los últimos trabajos que realizó Velásquez Bosco en este edificio datan del 1918, debido a su jubilación. Después de él intervinieron varios arquitectos más. El primero de ellos fue Antonio Flores en 1924, quién redactó el Plan general de obras de la mezquita de Córdoba donde contemplaba las obras más urgentes a realizar (reparación de las cubiertas y la resolución de la iluminación interior durante el día). Pese a declararse a favor de la conservación, terminó algunos de los proyectos iniciados por su predecesor en la obra. Considero necesario comentar el hecho de que los parámetros por los que se regía la Academia de San Fernando (encargada de dar el visto bueno a los proyectos) se decantaron más por el prestigio del arquitecto que por los criterios teóricos con los que se acometía la obra. Como dice Isabel Ordieres «esto fue la manera de trabajar durante todo el siglo XIX y buena parte del XX, al menos en España: el adueñamiento del edificio por parte del director de las obras». Para concluir el apartado me gustaría mencionar que la ideología de restauración de Velázquez Bosco sigue en muchos aspectos la forma de trabajar de Viollet-le-Duc. Dichos aspectos se refieren básicamente a la prioridad de la restauración frente a la conservación y a la no diferenciación de los materiales añadidos. 16 5. Conclusión El papel que juega la religión en la sociedad islámica y la obligación que tiene toda la comunidad de participar unida en la oración de los viernes determina la necesidad de crear un edificio concreto: la mezquita mayor, mezquita del viernes o mezquita aljama. Esta obra corresponde al tipo más antiguo de planta rectangular del período omeya. Al ordenar en el año 756 el emir Abd al-Rahman I la construcción de la Mezquita Mayor de Córdoba nace la arquitectura hispano-musulmana. Por la importancia de la ciudad y de la propia construcción se convierte en la obra más representativa de la arquitectura religiosa de al-Andalus. Este espacio cerrado, limitado por muros, arquerías y bóvedas, es la concepción más importante de la arquitectura islámica. Por otra parte, al ser una obra que se prolonga a lo largo de tres siglos, nos puede servir como modelo para analizar la arquitectura religiosa de al-Andalus. Según ha comentado Dickie «la mezquita es un edificio construido sobre un eje invisible, que sin embargo es el determinante principal de su trazado. El mundo musulmán se ha extendido al igual que una rueda gigante con La Meca como cubo, y líneas provenientes de todas las mezquitas del mundo forman los radios. Estas líneas convergen en el centro de la Ka´ba, que está orientada diagonalmente, con sus esquinas mirando a los puntos cardinales». La arquitectura árabe nos da una lección inolvidable; se aprecia mientras se anda, y así el observador ve desarrollarse las disposiciones arquitectónicas. En la Mezquita de Córdoba se llega a la máxima compartimentación espacial en un recinto de oración. Con una mayor identificación de sus límites y acentuando el aislamiento, se consigue sin embargo la anulación del muro y de la masa que carga mediante su complejo de arcos. Se llega en las cúpulas a la creación de la mayor cuantificación, desmaterialización y espiritualización arquitectónicas posibles por medio de la luz, del mosaico y de las formas libres. 17 6. Anexo fotográfico Fig. 1. Planta de la primitiva mezquita de Abd al-Rahman I. Fig. 2. Arquerías dobles del interior de la mezquita. 18 Fig. 3. Planta de la mezquita después de la ampliación de Abd al-Rahman II. Fig. 4. Planta después de la intervención de Abd al-Rahman III. 19 Fig. 5. Planta después de la ampliación de Al-Hakam II. Fig. 6. Mihrab construido en tiempos de Al-Hakam II 20 . Fig. 7. Bóveda de la actual capilla de Villaviciosa. Fig. 8. Solución de los ángulos de los tramos cubiertos con cimborrios. 21 Fig. 9. Plano después de la última ampliación de la etapa musulmana del edificio. Fig. 10. Puerta realizada en tiempos de Almanzor. 22 Fig. 11. Cúpula con mocárabes de yeso en la actual Capilla Real. Fig. 12. Catedral del siglo XV (Marcada en azul). 23 Fig. 13. Planta de la catedral del siglo XVI inscrita dentro de la mezquita. Fig. 14. Frente de la portada de San Esteban. 24 Fig. 15. Detalle de la portada de San Esteban 25 7. Bibliografía - AROCA, R. La historia secreta de los edificios. Barcelona: Espasa, 2011. - BALANZÁ, M.; et alii. Geografía e historia de España y de los Países Hispánicos. Barcelona: Vicens-vives, 1987. - GÓMEZ-MORENO, M. El arte árabe español hasta los almohades. Barcelona: Ars Hispaniae, 1951. - GRUPO ÁGORA. Trabajos prácticos de Arte. Una visión integradora. Tomo I, De Grecia al Gótico. Madrid: Akal, 1990. - ORDIERES DÍEZ, I. Historia de la restauración monumental en España (1835-1936). Tomo I. Madrid: Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1993. - PLAZA GARCÍA, C. Geografía e historia. Zaragoza: Edelvives, 2008. - SUREDA, J. Historia universal del Arte. Vol. 3. La Edad Media. Barcelona: Planeta, 1987. - TORRES BÁLBAS, L. La mezquita de Córdoba y Madinat Al-zahra. Madrid: Plus ultra, 1965. - http://www.infocordoba.com/ Bibliografía del anexo fotográfico - Fig.1, 3, 4, 5, 7, 9, 10, 11, 14 y 15. http://www.artencordoba.com/galeria/ - Fig.2. http://www.iescavaleri.com/libro/index.php?section=13&page=47 26 - Fig. 6. http://fotosjuyma.blogspot.com.es/2012/08/el-mihrab-de-lamezquita-de-cordoba.html - Fig. 8. http://viajesylugares.es/espana/cordoba/mezquita-01.html - Fig. 12. http://www.jdiezarnal.com/lamezquitadecordoba.html - Fig. 13 http://www.unaventanadesdemadrid.com/otrascomunidades/catedral-mezquita-cordoba-vi.html 27