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El Evangelio según San Juan Lic. Claudia Mendoza /// 2016 -1El Evangelio de Juan y los Evangelios Sinópticos - 1.1. Lo común de la forma “juánica” y de la forma “sinóptica” de acceder al misterio de Jesús Una rápida comparación entre el Evangelio de san Juan y los Evangelios Sinópticos permite constatar que tienen mucho en común Los cuatro emplearon el mismo género literario: “evangelio” Hay algunas escenas –no muchas– que son transmitidas tanto por Juan como por los Sinópticos Pero estas semejanzas no logran ocultar las diferencias significativas que existen entre el relato del Evangelio de Juan y el de los Evangelios Sinópticos Tan significativas son que resultan un verdadero problema con “nombre propio” - 1.2. El así llamado “problema juánico” Hay muchas escenas que aparecen en el Evangelio de san Juan que no son mencionadas en los otros Evangelios Los espacios por dónde se mueve Jesús son bastante distintos a los que nos indican los otros Evangelios Lo mismo cabe decir de las etapas de la vida del Señor que elige contarnos (salvo la etapa final) Algunos datos específicos, –de tipo “biográfico”– de esos que sirven para ubicar en el tiempo, en el espacio, en las escenas, no son siempre coincidentes Muchas veces, los Sinópticos dicen una cosa y Juan otra Por ejemplo ¿Dónde llevan a Jesús después de capturarlo en “el huerto”? Jesús y Juan Bautista ¿actuaron durante algún tiempo uno junto a otro? ¿Jesús muere antes o durante la Pascua judía? Jueves Viernes SINÓPTICOS Cena pascual PASCUA Coinciden en que… Última Cena Crucifixión JUAN Cena pascual Sábado Domingo Resurrección PASCUA La manera como se expresa Jesús (y Juan Bautista) es algo “rara” en este “Cuarto Evangelio” Y además, el “Jesús juánico” no habla de los mismos temas que el “Jesús de los Sinópticos” Por ejemplo, prácticamente no habla de Reino No cuenta parábolas Tampoco se lo va a ver habitualmente enseñando a muchedumbres sino más bien dialogando o confrontando con personas o grupitos puntuales, específicos También se observan importantes diferencias entre la teología “juánica” y la “sinóptica” En suma, da toda la impresión que este Evangelio presenta a un Jesús diferente Un Jesús que se expresa de manera muy distinta, que habla de temas extraños que nadie entiende, que enseña otras cosas… …que se mueve por lugares diferentes que se encuentra con otras personas que protagoniza episodios diversos Como si fuera un personaje distinto del que describen los sinópticos con el mismo nombre ¿De dónde ha salido esta forma de presentar a Jesús esta tradición peculiar? ¿Se basa o no en una autoridad apostólica reconocida? -2Las categorías centrales de la Teología Juánica La “tradición juánica” ha desarrollado un lenguaje propio –sencillo, pero propio– que hay que “aprender a conocer” Si bien el vocabulario del Cuarto Evangelio es bastante reducido eso no significa que se trate de una obra de un escritor mediocre, pobre, de pocos recursos Más bien, el “autor” parece estar eligiendo las palabras con pericia de maestro Al decir de un gran especialista del siglo pasado “…confía en que su mensaje se puede sintetizar en unas cuantas proposiciones fundamentales que él logra expresar con estudiada economía de términos”. Charles Barret ¿Cómo lo logra? Básicamente, cargando sus vocablos preferidos −por señalar sólo algunos: “vida”, “hijo”, “creer”, “hora”, “permanecer”, “mundo/judíos”, “pecado”, “verdad/verdadero”− de un significado teológico extremadamente específico Más bien habría que decir que estos términos adquieren en “el mundo juánico” un sentido “técnico” Una importante concentración de tales términos se encuentra en Juan 20, 31 Juan 20,31 VIDA Palabra común si las hay… Ahora bien, ¿de qué clase de “vida” se está hablando aquí? ¿Se está pensando en un crecimiento cualitativo de “la vida” –humana– que ya poseíamos desde nuestro nacimiento? ¿O lo que se pretende enseñar es que, “creyendo” recibimos otra clase de “vida”? Una “Vida” que, en realidad, no tenemos Ni podríamos tener, si el único que en verdad la posee no hubiera dispuesto generosamente otorgar De esto se trata en el Evangelio de Juan: del don de la “Vida” que sólo Dios tiene y que sólo Dios puede dar Su Vida misma Una Vida eterna, divina, perfecta, plena, que Él decidió darnos a través de su “Lógos” (su Palabra) Su “Lógos” –“hecho carne” (1,14)– ha venido “para que tengamos Vida” ¡y la tengamos en abundancia! (10,10) En este Evangelio la diferencia absoluta abismal, infinita que existe entre «la vida humana», la que recibimos de nuestros padres al nacer y «la Vida divina», la que sólo Dios posee y la que sólo Dios puede dar …queda perfecta y cuidadosamente caracterizada a “nivel lingüístico” ya que en este Evangelio se emplean dos palabras completamente distintas cuando se quiere hacer referencia a una u otra clase de “vida / Vida” Cuando se quiere hablar de la Vida divina, eterna, plena, perfecta, propia de Dios, que sólo Él posee y sólo Él puede dar… …la “teología juánica” utiliza el sustantivo “zoé” (zwh,) y/o el verbo “záo” (za,w) Así, por ejemplo, para decir… “Yo soy el pan vivo” (6,51) o: “el que me coma vivirá por mí” (6,57) o: “Yo soy … la Vida” (11,25) …utiliza el verbo “záo” o el sustantivo “zoé” En cambio, cuando quiere hablar de “la vida” humana, temporal, limitada, imperfecta, propia de nuestra condición natural de creaturas –que inexorablemente termina en la muerte– La “vida” que recibimos de nuestros padres y podemos comunicar a nuestros hijos La única que podemos “dar a” los demás –o “dar por” los demás– entonces emplea el sustantivo “psyjé” (yuch,) Por ejemplo, utilizá “psyjé” (yuch,) para decir: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida” (10,17) “Pedro le dice: «…Yo daré mi vida por ti» (13,37) “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (15,13) Juan 12,25 ὁ φιλῶν τὴν ψυχὴν αὐτοῦ El que ama su propia vida ἀπολλύει αὐτήν, la destruye καὶ ὁ μισῶν τὴν ψυχὴν αὐτοῦ y el que odia ἐν τῷ κόσμῳ τούτῳ εἰς ζωὴν αἰώνιον φυλάξει αὐτήν. su propia vida en este mundo hacia la Vida eterna la guardará CREER Está claro que la teología juánica enseña con firmeza y absoluta seguridad… …que para poder pasar de la condición humana “mortal” a la “Vida Eterna” de los “hijos de Dios”… …es necesario “creer” en Jesucristo y mantenerse unidos a Él Pero ¿cómo se entiende el acto de “creer” en el “mundo juánico”? ¿Qué significa “creer” en el Evangelio según San Juan? Indicaremos cuatro matices claves que la noción de “fe” tiene en la teología juánica En el Evangelio de Juan para referirse a esta respuesta a la Palabra de Dios nunca se encuentra el sustantivo –“fe” (“pístis”)– sino siempre se utiliza el verbo –“creer” (“pistéuo”)– Si sólo se expresa esta compleja realidad que es la “fe” con verbos (nunca con sustantivos) significa que se está pensando siempre primariamente en una acción Es decir, en “la acción de creer” –expresada mediante un verbo– y no en el resultado de esa acción –en la posesión de “algo” ≈la “fe”≈ que se expresa mediante un sustantivo– En otras palabras: “la fe”, en el “mundo juánico” es más “algo que se hace” que “algo que se tiene” Si bien en los “escritos juánicos” en general, se utiliza el verbo “creer” en forma “gramaticalmente correcta”… –por ejemplo, cuando se dice que alguien “cree que” Jesús es el Santo de Dios (6,63) o “que” Jesús está en el Padre y el Padre está en Jesús (14,10-11) o bien, cuando se habla de “creer a” Moisés (5,46) o de “creer a” las Escrituras (5,47)– …sin embargo, en no pocas ocasiones −¡37 de las 110 veces que se usa el verbo!− el texto juánico sorprende utilizando el verbo “creer” en una construcción que se aparta de la forma normal de la gramática griega Como si en castellano dijéramos “creo hacia” Jesús Pero, ¿por qué se atreve a “forzar” de este modo las reglas gramaticales? (al punto de poder parecer “ignorante”) Parece que está tratando de acentuar con todos los recursos posibles –incluso, casi haciendo “trampa gramatical”– los aspectos no sólo “dinámicos” sino también “personales” del “acto” de creer Es que, para Juan, el creer es, en primer lugar, “un movimiento hacia alguien”, es “dirigirse hacia alguien” para apoyarse, para afirmarse, para volcarse en él Ese “alguien” tan sólido, tan confiable, sólo puede ser Dios o su “enviado”, Jesucristo, su “Único Hijo”, la “luz del mundo” Sólo en Ellos –o en sus “nombres”– podemos apoyarnos firmemente, afianzarnos, volcar toda nuestra vida, sin temor alguno a ser defraudados El evangelista intenta remarcar el “dinamismo” de la actividad del “creyente” que, al creer, no es que “aprende cosas” sino que se “vuelca en”, se “mueve hacia” otra persona, hacia el Padre, hacia Jesús: 6,35 Yo soy el pan de vida. El que «venga a» mí no tendrá hambre y el que «crea hacia» mí no tendrá nunca sed Si bien el “creer” es una decisión frente a Jesús que abre el acceso al don de la «zoé» (de la vida eterna) también es cierto que nadie puede “creer” sin que preceda una acción del Padre “Nadie puede venir a mi, si el Padre que me ha enviado no lo atrae … …Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí… (6,44.45; cf. 6,65 y 6,37) 6,29 La obra de Dios es que creáis «hacia» el que Él ha enviado Por eso, “no creer” –es decir, rechazar la Palabra, la enseñanza autorizada de Jesús– es lo único que efectivamente nos aleja de Dios y es considerado en el “mundo juánico” como “el” (único) pecado Lo único que nos puede apartar del Padre de la “zoé aiónos” (de la “Vida Eterna”) es “no creer” Esto significa que en este Evangelio no se está pensando en distintos actos “pecaminosos” individuales que puedan apartarnos de Dios sino en un único acto: “el pecado” Lo único que de veras cuenta desde esta perspectiva fundamental es aquello que nos puede impedir alcanzar la “zoé” Y sólo “no creer”, rechazar la “revelación” de Jesús, es lo que se opone al don de la «zoé» “No creer”, entonces, es rechazar la “Vida” es preferir la muerte Ese es “el pecado” del “mundo” Y Jesucristo vino para “quitar el pecado del mundo” (1,29; 1 Juan 3,8)