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Cristo llama a tu puerta
¡ábrele!
Un encuentro vivo con Cristo
para tener vida nueva.
Tú puedes tenerlo ahora
en tu propia Iglesia Católica
PARROQUIA SANTA MARÍA MAGDALENA
Agustinos Recoletos
“La alegría de ser y hacer discípulos misioneros”
DIOS ES UN PADRE QUE ME AMA
COMO SOY
Dios es un padre que nos ama a todos y lo demuestra a cada
momento. Su amor es efectivo (no solo afectivo). Un amor
que actúa, que crea, que da vida, que sostiene, que se
traduce en hechos concretos. El nos ha regalado el don de la
vida y nos lo sigue regalando día a día, dándonos salud, una
familia, un trabajo, un mundo donde vivir. Nada de lo que
hemos recibido lo hemos merecido antes, son que lo hemos
recibido gratuitamente por su amor. No nos ama porque
nosotros seamos buenos, sino porque El es bueno. Su amor es
gratuito: nosotros no hemos hecho nada para merecerlo. Nos
ama sin esperar nada a cambio, simplemente es preciso
darnos cuenta de ese amor y dejarnos amar. Por último, este
amor es personal. Nos ama a cada uno de nosotros
individualmente, nos conoce hasta lo más profundo y nos dice
que somos valiosos para Él.
DIOS TE AMA COMO PADRE AMOROSO
“No temas, te he llamado por tu nombre, tú eres mi hijo, eres precioso a mis ojos, eres estimado y
yo te amo; no temas que yo estoy contigo” Isaías 43, 1-5). “Yo he venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia” (Juan 10, 10).
¿La quieres? ¿Qué te impide experimentar el amor de Dios?
HE RECHAZADO EL AMOR DE DIOS
El pecado, que consiste en no confiar ni depender de Dios, impide al
hombre experimentar su amor. Al comienzo de la historia, el hombre
se rebeló contra Dios y lo desobedeció, rompiendo la relación de
amistad que tenía con Él. El pecado es como un muro que se ha
levantado entre el hombre y Dios, impidiéndole al hombre vivir en
unión con su creador y dejarse amar por Él. El hombre no puede, por
sus propia fuerza recuperar la amistad con Dios. Es preciso que el
hombre se reconozca pecador y necesitado de la salvación y el perdón
de Dios.
EL PECADO NOS HA SEPARADO DE DIOS
“Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3, 23).
Tú mismo constatas las consecuencias:
La persona humana enferma, tanto en su cuerpo como en su alma.
Incapacidad de relaciones adecuadas para amar y servir.
Sociedad corrompida, injusta y violenta.
El hombre busca salidas aparentes, parciales, superficiales y
provisorias o totalmente falsas: ocultismo, orientalismos, sexo, drogas,
alcohol…
¡Sólo Dios tiene la solución!
LA SOLUCIÓN DE DIOS:
LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS
Ante la realidad del pecado, el hombre no debe
desesperarse. Hay una buena noticia: Jesucristo ya nos
salvó y perdonó pagando con su muerte en la cruz, con el
precio de su sangre, la deuda que había generado el
pecado. Con su resurrección abrió a la humanidad
nuevamente las puertas del Cielo y la posibilidad de
recuperar la amistad perdida con Dios. Ya estamos
reconciliados con Dios y es posible ser felices de nuevo.
¡Jesucristo nos ha salvado!
¡LA BUENA NUEVA! LA SALVACIÓN YA ESTÁ DADA EN
JESÚS
“Tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo, para
que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida
eterna” (Juan 3, 16).
Salvación de todo lo que oprime al hombre. Salvación y
liberación integral de todo el hombre y de todas las
situaciones del hombre.
ACEPTO A JESUCRISTO COMO MI
SALVADOR
Por su obra redentora, Jesucristo ofrece a todo hombre la salvación y
el perdón de los pecados. Pero es necesario que cada hombre haga
propia esta salvación. Y esto se logra mediante la fe y la conversión.
La fe consiste en creer en Dios y en creerle a Dios, confiar en sus
promesas y obedecer sus mandatos. Es preciso primero aceptar a
Jesucristo como Salvador personal y renunciar a cualquier otra cosa
que pudiese apartarnos de El.
La conversión implica cambiar nuestra vida, dejando todo aquello que
se opone a la voluntad divina y viviendo según el estilo de vida que nos
propone Dios por medio de Jesucristo.
HAZ TUYA LA SALVACIÓN , CONVIÉRTETE Y VUELVE A DIOS.
“Él vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, pero a los que lo
recibieron les dio el poder ser hijos de Dios” (Juan 1, 11-12).
“Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre,
entraré y comeremos juntos” (Apocalipsis 3, 20).
“Si me buscan de todo corazón, me dejaré encontrar” (Jeremías 29,
19).
“Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos
los pecados y purificarnos de toda iniquidad” (1 Juan 1, 8-9).
EL PADRE DIOS ME DA SU ESPÍRITU
Jesús se hace presente hoy en el mundo por medio
de su Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la tercera
persona divina que continúa hoy obrando en medio
de los hombres, animándolos a vivir según el
Evangelio, fortaleciéndolos para vencer al pecado
que está siempre al acecho, produciendo en ellos
frutos de bien. Es preciso que cada hombre pida a
Dios que lo unja con el Espíritu Santo, que lo reciba
en su vida y que lo deje obrar, siendo dócil a su voz.
NECESITAS NACER DEL ESPÍRITU
No basta el estar bautizado, se necesita aceptar a
Jesús como único Señor con sincera conversión del
corazón por una adhesión personal a Cristo. El
Espíritu Santo es el Dador de vida: invócalo, ábrete a
su acción vivificadora. Haz ahora una decisión
personal por Cristo. ¡Ábrele tu corazón y tu vida!
DIOS PADRE, POR SU HIJO, EN EL
ESPÍRITU SANTO
NOS UNE EN COMUNIDAD
No basta nacer, hay que crecer en esta vida nueva de hijos
de Dios. Para ello es preciso mantenerse unido a otros
hermanos que también han descubierto la salvación de
Jesucristo y que también han decidido caminar por el único
camino que es Jesús. Esta comunidad de todos los que
viven en unión con Cristo, es la comunidad cristiana, la
Iglesia.
¿QUÉ TIENES QUE HACER AHORA? PERMANECER Y
PERSEVERAR PARA CRECER, Y SI ES EN COMUNIDAD
MEJOR.
1.- Permanece en Jesús. “Permanezcan en mí, como yo en
ustedes” (Juan 15, 5).
2.- Reaviva el don del Espíritu Santo. “Serán bautizados en
el Espíritu Santo y serán mis testigos” (Hechos 1, 5-8).
3.- Permanece y persevera en la Iglesia, en comunidad.
TODOS SOMOS INVITADOS A COLABORAR
EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO DE DIOS
Permanecer y perseverar:
• En Iglesia: Redescúbrela, conócela bien, mantente fiel en la
Iglesia que fuiste bautizado. Intégrate en la Parroquia.
• En comunidad: Comparte tu vida con tus hermanos en la
fe, crece con ellos y sé solidario en todo.
• En la Palabra de Dios: Léela, estúdiala, medítala
diariamente.
• En los sacramentos: Redescúbrelos, revitalízalos, acude a la
reconciliación, vive bien la Eucaristía.
• En la oración: Apártate para orar un poco todos los días.
Reúnete para alabar y dar gracias a Dios en comunidad.
• En el testimonio: Ve y anuncia lo que el Señor ha hecho
contigo. Evangeliza a otros. Da testimonio de tu vida
cristiana y del Señor Jesús.
Adhesión explícita y personal a Jesús
“Ven Señor Jesús, te necesito. Te abro la
puerta de mi corazón y de mi vida. Te acepto
personalmente como mi Salvador. Concédeme
experimentar tu amor, tu salvación, tu
liberación: dame tu vida en abundancia.
Límpiame, purifícame, libérame, renuévame,
transfórmame. Entra en mi corazón y en mi
vida, y llénala de ti. Haz de mí lo que quieras
que sea. Espíritu Santo, cámbiame el corazón
y produce en mí una vida nueva”.