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Entre luces y sombras:
solidaridad con México
GENTE NUEVA
Danos un corazón grande para amar;
danos un corazón fuerte para luchar.
Gente nueva, creadora de la historia
constructora de nueva humanidad.
Gente nueva, que viven la existencia
como riesgo de un largo caminar.
Gente nueva, luchando en esperanzas
caminantes, sedientas de verdad.
Gente nueva, sin frenos ni cadenas,
Gente nueva, que exige libertad.
Gente nueva, amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Gente nueva, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.
ARMAS SIN “R”
Ant. 1: Dichosos los que trabajan por la paz porque serán
llamados hijos de Dios. (Lc 5,9)
Este es mi deseo:
que a todas las armas se les caiga la "R",
letra de retraso y de rencor.
No es cuestión de armarse,
sino de amarse.
Entonces…
cuando las armas pierdan su aguijón de muerte,
cuando los fusiles disparen flores y caramelos,
cuando los tanques se conviertan en tractores,
y cuando no haya más bombas que las del corazón…
Entonces…
cuando las guerras no sean contra el hombre
sino contra el hambre,
cuando no se mate a los enemigos, sino a la enemistad,
cuando no se fabrique más la muerte, sino la vida,
cuando la única violencia sea del amor….
Entonces…
las puertas del paraíso volverán a abrirse,
el Reino de Dios será realidad entre nosotros,
las Bienaventuranzas empezarán a tener sentido
y alguna petición del Padrenuestro ya no será necesaria.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…
Ant. 1: Dichosos los que trabajan por la paz porque serán
llamados hijos de Dios. (Lc 5,9)
CRISTO FORASTERO
Ant. 2: Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habitará la
justicia. (2Pe 2,13)
Solista: Te conocí desecho:
despojado de tu parcela heredada,
sin trabajo, sin futuro, sin sonrisa.
Impedido de llevar pan a tus hijos
o una esperanza, al menos, a tu compañera.
Todos: Eras Tú, Señor, el Cristo forastero.
Solista: Fui tu testigo el día aquel,
cuando decidiste partir a la aventura, a lo desconocido.
Y te desgarró la separación de tu familia,
de tus amigos; de tus aspiraciones.
Y abandonaste aquellos montes,
cuyo nombre conocías, y la tierra que te vio nacer,
en la que ya habías sido, incluso en ella, un forastero.
Todos: Eras Tú, Señor, el Cristo forastero.
Solista: No te fue fácil conectarte con las mafias transportadoras:
latinoamericano, viajaste hacinado en un camión de fruta,
y faltó poco para que murieras asfixiado
y cruzaste el desierto, a punto de morir de sed.
Todos: Eras Tú, Señor, el Cristo forastero.
Solista: Soportaste insultos dirigidos a tu raza o religión.
“Clandestino”, te escondías de la Migra,
durmiendo en la estación, comiendo desperdicios.
La escuela cerró sus puertas a tus hijos
y no hubo hospital para ti.
Tuviste que aceptar la miseria salarial
a fin de evitar la repatriación,
y con nadie podías hablar tu lengua.
Todos: Eras Tú, Señor, el Cristo forastero.
Solista: Ahora eres Tú quién interpela:
“Era forastero y me recibieron”.
Te haré un espacio, haciendo del mundo
una Casa grande, donde quepan todos,
y nadie sea más llamado “estorbo”.
Entonces nos daremos cuenta
de quien llamaba a la puerta:
Todos: Eras Tú, Señor, el Cristo forastero.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…
Ant. 2: Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que
habitará la justicia. (2Pe 2,13)
PAZ CON “N”
Ant. 3: Venga a nosotros tu Reino, Señor, Reino de paz y de
vida.
Solista: Lo malo no será perder el tren de la
Historia, sino perder al Dios vivo que viaja
en ese tren. El amor no es bueno por ser
mandamiento, mas por ser amor.
Todos: No basta con dar pan, hay que dar
hambre. No basta con que des el Evangelio:
has de abrir, con tu vida, la pasión de
comerlo.
Todos: PAZ, PAN, PAZ: con una «n» no más,
ya le has puesto sangre nueva al corazón de la Paz.
La paz, como la rosa, en cualquier clima,
sólo crece cuidada y con espinas.
Solista: Si no tienes demasiado, podrás tener el Espíritu
y ser hermano, hijo en el Hijo. Entre tú y yo, la distancia, yo.
Pero el puente, hermano, nosotros dos.
No sé los nombres de todos, pero me aprendo sus ojos,
y por sus ojos los llamo.
Todos: Esta es nuestra alternativa: vivos o resucitados.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…
Ant. 3: Venga a nosotros tu Reino, Señor, Reino de paz y de vida.
Oremos al Señor para tenga piedad de los que son
víctimas de la guerra, de la pobreza o de la exclusión
y por aquellos que la provocan la muerte y el dolor.
A cada invocación respondemos: Señor, hazme
mensajero de tu Paz.
*Por los que tienen la vida destrozada a causa de la guerra y la violencia,
por los que no ven ninguna esperanza en su futuro. Oremos.
*Por los que sufren a causa de la opresión, las discriminaciones y la injusta
distribución de la riqueza. Oremos
*Por los gobernantes y los políticos; por todos los que tienen la
responsabilidad de transformar la sociedad en un recinto de justicia y paz.
Oremos
*Por todos los aquí presentes, para que seamos promotores y
constructores de paz en nuestros apostolados. Oremos
ORACIÓN
Danos tu Paz, Señor, aquella paz que brota en plena
lucha, como una flor de fuego; que rompe en plena
noche, como un canto escondido. Danos la paz de
los que andan siempre: desnudos de ventajas,
vestidos por viento de esperanza. Aquella paz del
pobre que ya ha vencido al miedo. Aquella paz del
libre que no se aferra a la vida. Paz que se comparte
en igualdad y sin violencia. Señor, haz que los
misioneros claretianos seamos mensajeros de la
paz, reconciliación y perdón y que abracemos a la
humanidad que está herida por el dolor y el pecado.
Amén.
SANTA MARÍA DE LA ESPERANZA
Santa María de la Esperanza,
mantén el ritmo de nuestra espera,
mantén el ritmo de nuestra espera.
Nos diste al esperado de los tiempos,
mil veces prometido en los profetas.
Y nosotros de nuevo deseamos
que vuelva a repetirnos sus promesas.
Brillaste como aurora del gran día,
plantaba Dios su tienda en nuestro suelo.
Y nosotros soñamos con su vuelta
queremos la llegada de su Reino.
Viviste con la cruz de la esperanza,
pensando en el amor la larga espera.
Y nosotros buscamos con los hombres
el nuevo amanecer de nuestra tierra.
Santa María… mantén el
ritmo de nuestra espera.