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Algunas incidencias en un siglo de presencia ignaciana en Venezuela (1916-2016) Resumen del texto de Luis Ugalde sj Hace 100 años… Los jesuitas regresaron a Venezuela luego de casi siglo y medio de su expulsión por decreto real (1767) y 68 años de la prohibición por José Tadeo Monagas (1848). Vinieron dos, en 1916, invitados para dirigir el Seminario de Caracas, como formadores de sacerdotes de una iglesia debilitada a causa de la expulsión de los obispos, cierre de seminarios, eliminación de su autonomía económica y prohibición de todas las congregaciones religiosas, medio siglo antes, por Guzman Blanco. Segundo paso… la educación Vencidas las resistencias, abrieron el Colegio S. Ignacio de Caracas (1923), que será la fuente de la siguiente gran expansión educativa con colegios en Mérida, Maracaibo, Barquisimeto, Catia y Puerto Ordaz y su diversificación con la creación de la Universidad Católica (1953) y Fe y Alegría (1955). Espiritualidad y trabajo por la justicia social Desde el Seminario, los jesuitas comenzaron a impulsar la vivencia de la fe en el Templo San Francisco, abriéndose al campo de la evangelización. Empiezan su labor en casas de retiro para los “Ejercicios Espirituales” de S. Ignacio y a desarrollar el trabajo auxiliar en las comunidades cristianas y parroquias. El reto era entrar en el debate sobre la cuestión social y formar juventudes cristianas para un mundo moderno. Y con ello el trabajo por la justicia y el aporte a la construcción de una sociedad más justa, de acuerdo a la doctrina social de la Iglesia, en el contexto venezolano. La Iglesia en el mundo moderno: Las cosas nuevas Con la revolución industrial, desde mediados del S. XIX, crecía el capitalismo liberal con la explotación y miseria del proletariado. Se hacían inevitables las búsquedas de soluciones capaces de asumir la sociedad industrial y al mismo tiempo humanizarla. En 1891, la Iglesia católica aborda la “cuestión social” y trata “de las cosas nuevas” del mundo moderno (León XIII, Rerum Novarum), que exigen reflexión y respuestas en defensa de la dignidad humana y del bien común. Nace la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y su acción social, que busca respuestas prácticas para hacer un mundo más justo. En la redacción de la primera encíclica social hubo una presencia jesuita importante y en las décadas siguientes la Compañía de Jesús dedicará grandes esfuerzos a la reflexión y a la acción social, así como a profundizar la educación, de acuerdo a su condición de una orden religiosa llamada a estar presente en las encrucijadas de la historia y por ello cuestionada y perseguida. La Compañía de Jesús y los Ejercicios Espirituales La Compañía de Jesús fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1540 y tiene como piedra angular el legado de sus Ejercicios Espirituales, orientados a transformar la vida de quien los hace en silencio y soledad con Dios y sale decidido al seguimiento de Jesús según los tiempos, lugares y circunstancias donde vivimos. Ignacio enseña también a discernir, tanto los movimientos espirituales internos como las realidades externas, para orientar con los valores del Reino de Dios nuestra acción al mayor servicio y amor. Por eso, a los pocos años de la llegada de los jesuitas a Venezuela, ya aparecen claras las líneas maestras de su labor, animada y vivida desde la fe y seguimiento de Jesús y encarnada en las circunstancias muy concretas del devenir venezolano. La Compañía de Jesús, desde su llegada a Venezuela, ha apostado a tres grandes áreas de trabajo 1. La educación escolar 2. Una sociedad más justa 3. Sentir con la Iglesia Podemos preguntar, de manera crítica y reflexiva, ¿qué manifestaciones y logros eclesiales y nacionales se pueden apreciar de este aporte? Naturalmente en todos estos campos trabajando con los obispos y sacerdotes, con otras órdenes y congregaciones religiosas y con miles de laicos, aportando cada uno lo que es propio de su carisma. 1.1. Aportes a la educación: Colegios católicos Primero se fundaron colegios propios en una Venezuela donde la educación escolar era escasa y sólo para minorías que la pudieran pagar: San Ignacio de Caracas (1923), el internado San José de Mérida (1927), San Luis Gonzaga de Maracaibo (1945), Javier de Barquisimeto (1953), Jesús Obrero de Catia, Caracas (1948), Loyola-Gumilla de Puerto Ordaz (1965). Un hito fundamental fue la creación (1945) de la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC). El P. Carlos Guillermo Plaza SJ fue el hombre clave en su fundación y su primer Presidente. 1.2. Aportes a la educación: Colegios católicos La educación escolar venezolana era pobre y la gran mayoría de la población carecía de ella. Se veía la necesidad de sembrar todo el país de escuelas y maestros. Fueron tiempos de fuertes enfrentamientos entre la educación católica y la impulsada por una visión política laica, que consideraba necesario que solo el Estado asumiera la educación de todos los venezolanos. El decreto 321 de 1946, que discriminaba la educación privada católica, llevó a la AVEC y a los colegios a protestar en la calle. Luego se ha ido encontrando la parte de verdad que tenía cada quien y la importancia, para una sociedad democrática y plural, de complementar el papel y la acción educativa del Estado con el papel de la familia y la libre creatividad de una pluralidad educativa en la sociedad. Los jesuitas en Venezuela desde 1940 hasta nuestros días han tomado parte en estos grandes debates ideológico-educativos. Se ha aportado, y se sigue haciendo, a la reflexión y acción educativa, junto con otros en la vertiente católica y también con quienes han defendido otras posiciones. 1.3. Aportes a la educación: Jesuitas y universidad Otro aporte significativo a la educación venezolana es la fundación de la Universidad Católica de Caracas en 1953 y todo lo que de ahí se ha derivado como contribución al país. Fue un verdadero acto de audacia, inspirado por el P. Carlos Guillermo Plaza. Audacia porque años antes se discutía en el Congreso y en el mundo político si los jesuitas debieran ser expulsados del país. Y también porque se consideraba que los jesuitas en Venezuela eran pocos y no tenían músculo suficiente para desarrollar una universidad. La UCAB nació en mucho gracias a excelentes refuerzos jesuitas enviados de la provincia vasca y de laicos de renombre y convencidos católicos que ocuparon posiciones académicas; con sede prestada en la esquina Mijares, en lo que era el colegio San Ignacio, que se trasladaba a Chacao. 1.4. Aportes a la educación: Jesuitas y universidad Hoy, 60 años después, hay en Venezuela una docena de universidades católicas de las que siete son de creación jesuita. Desde la UCAB se fundó la UCAT en San Cristóbal (1962) como extensión dependiente, que se transformó luego (1982) en universidad independiente. Hacia 1998 nació, como extensión con su propio campus, la UCAB-Guayana. Desde la UCAB se sembró también Fe y Alegría (1954-55) y ésta en su desarrollo fundó el IUJO: Instituto Universitario Jesús Obrero en Catia, que creció y se multiplicó y ha llegado en la actualidad a 5 institutos (Catia, Petare, Barquisimeto, Guanarito y Maracaibo) con perfiles universitarios propios de Fe y Alegría. 1.5. Aportes a la educación: Jesuitas y universidad Todas estas instituciones se entienden a sí mismas como universidades públicas de inspiración cristiana e iniciativa privada o social, formando parte del conjunto de la educación superior. Contribuyen a la orientación del país como foro de los problemas nacionales con sus centros de investigación y con la formación de decenas de miles de profesionales, aportando al desarrollo y a la transformación de Venezuela. Tienen además el reto de sacar lo mejor de su inspiración cristiana con valores, orientación y compromiso social durante la formación, para que el mayor número de sus egresados profesionales se entiendan a sí mismos y a su profesión como aliados de los excluidos de hoy, en un proyecto nacional justo e incluyente, donde ellos sean sujetos activos y protagonistas. 1.6. Aportes a la educación: Fe y Alegría Nació en 1955, con la inspiración del P. José María Vélaz, el compromiso de jóvenes de la UCAB y la alianza estratégica con familias de Catia que se sintieron llamados a aportar en la educación de sus hijos. Hoy 60 años después es una inmensa realidad internacional de educación y movimiento social en 21 naciones, con más de millón y medio de alumnos. No nació con su identidad ya terminada, sino que ha ido definiéndose a medida que se nutre de la experiencia educativa y el carisma de más de un centenar de congregaciones religiosas femeninas. En Venezuela Fe y Alegría ha contribuido significativamente para que la educación católica del conjunto de la AVEC tome más y más en serio el reto de la educación pública de calidad para los más necesitados. Así ha ido cristalizando en los últimos 30 años una educación católica de financiamiento mixto (Estado, institución promotora y familia) Podemos decir que ha sido y es significativo el aporte de miembros de la Compañía de Jesús a esta realidad prometedora e inconclusa. 1.7. Aportes a la educación: Desde otras obras En 1946, el P. Julián Barrena Funda el Hogar Virgen de los Dolores, hoy con 5 casas, para proporcionar ayuda integral, material y educacional, en un ambiente familiar y promotor de valores humanos, a niños y adolescentes en condiciones económicas y familiares de alto riesgo. En 1959, del Colegio San Ignacio surge la Organización Católica San Ignacio (OSCASI) con centros dedicados a la educación alternativa en comunidades populares. En 1962 se constituye la editorial Distribuidora Estudios al servicio de la educación, inspirada en la tradición pedagógica de la Compañía. En 1973, se fundó el Centro de Reflexión y Planificación Educativa (CERPE) para fomentar el estudio y la reflexión sobre la educación. Además de sus funciones de apoyo a las obras educativas de la Provincia, promueve la investigación, publicaciones y foros sobre la educación necesaria para transformar el país y para hacer realidad el derecho de todos los venezolanos a una educación de calidad. 1.8. Aportes a la Educación: Calidad como meta La Compañía de Jesús se propone que su educación contribuya a formar personas, hombres y mujeres que en la vida sean conscientes, competentes, compasivos y comprometidos. No es fácil de conseguir, pero es imprescindible remar en esa dirección. Por eso la meta de “educación de calidad” no se reduce a sólo competencias profesionales de racionalidad instrumental, sino que incluye las otras tres Cs, va más allá de las evaluaciones cuantitativas e incluye los valores humanos más trascendentales e indispensables para la persona y la sociedad. 2.1. Aportes para una sociedad más justa A la muerte de Gómez, en 1936, se abrió en Venezuela la puerta del siglo XX con sus retos modernizadores y los debates políticos que sacudían al mundo. En 1938 el fascismo estaba en el poder en Italia, el nazismo de Hitler en Alemania y el marxismo leninismo con Stalin en la Unión Soviética. El capitalismo dejaba al descubierto la debilidad y funestas consecuencias de una economía de mercado sin regulación ni contrapeso social, para buscar el bien común y fortalecer el desarrollo de los más débiles (educación, salud, política laboral y salarial, organizaciones sindicales, democracia social…). Los jesuitas en Venezuela eran muy pocos, pero conscientes de que el país estaba en una encrucijada decisiva. El reto era entrar en el debate y formar juventudes cristianas para un mundo urbano moderno. La Doctrina Social Católica era la herramienta para entender e incidir en la sociedad y para alimentar la formación de líderes cristianos. 2.2. Aportes para una sociedad más justa El aporte de los jesuitas a la siembra original del socialcristianismo en Venezuela es muy significativo. En 1938 nace la Revista SIC como “palestra de discusión de temas actuales… hoja viva, palpitante de realismo y actualidad, como reclama la trascendencia de la hora crucial que vivimos, de la que ha de surgir ineludiblemente –buena o mala- una Nueva Venezuela”. Este propósito suponía hacer realidad en nuestro país la inédita doctrina social de la Iglesia. Se trabajó fuertemente en la formación de un laicado profesional que viviera su fe con el compromiso socio-político de crear una nueva Venezuela. Con el Concilio Vaticano II en 1965, pronto se hará sentir el reencuentro con la evangélica “opción preferencial por los pobres”. La Asamblea de obispos latinoamericanos en Medellín, 1968, es punto de cambio y, por lo mismo, de conflicto intraeclesial y social lleno de transformaciones. En 1968, el CIAS (Centro de Investigación y Acción Social) de los jesuitas con el P. Manuel Aguirre a la cabeza se transforma en el Centro Gumilla. 2.3. Aportes para una sociedad más justa En las décadas de 1940 a 1970 el sello fundamental del aporte social de los jesuitas era la doctrina social de la Iglesia (DSI) con un fuerte anticomunismo y antiliberalismo económico, que en la práctica desembocaba en fórmulas socio-políticas de corte socialcristiano Esta corriente se esforzaba en abrir la mente de los cristianos hacia cambios sociales significativos, pero contra el comunismo. La reacción al sectarismo adeco con la sospecha de sectores conservadores sobre su inclinación comunista contribuyó al golpe militar de 1948. En 1958 se instauró de nuevo la democracia con un gobierno de AD más abierto al pluralismo, en coalición con la social-democracia, de la democracia cristiana y de la Iglesia católica. En los años 60, el aporte social de los jesuitas fue básicamente con formación en DSI en cursillos sociales y fortalecimiento de la presencia en la lucha política por ganar elecciones en las universidades públicas. Destaca la labor del P. Manuel Aguirre con el esfuerzo de mucha gente en colegios, universidades y multiplicidad de movimientos. También se realizó una labor de formación de sindicatos autónomos (CODESA). 2.4. Aportes para una sociedad más justa Los Cambios Postconciliares en la Labor Social de la Compañía Después del Concilio Vaticano II (1965), con la influencia de la Conferencia de los obispos en Medellín (1968), el liderazgo del P. Arrupe y el surgimiento de la Teología de la Liberación, la Compañía de Jesús vivió con fuerza el debate de su renovación con una nueva perspectiva desde los pobres y el Espíritu del Dios liberador que vive Jesús, para leer desde ahí, dejándose interpelar y buscar cambios para producir una sociedad más justa. Influye además la llamada revolución del “mayo francés”. El Centro Gumilla nace como nueva etapa del CIAS, con jesuitas de otra generación y mentalidad. Se forma una comunidad de sacerdotes-obreros que trabajan en fábricas de La Yaguara. Otros jesuitas se dedicaron a formar cooperativas de ahorro y préstamos en sectores populares y cooperativas de producción campesina, dando pie al movimiento cooperativo más grande de Venezuela. Se funda una comunidad con indígenas Yekuana dirigida por el Hno. Korta. Y grupos de jóvenes de colegios católicos optan por vivir en los barrios y dirigir protestas contra aspectos de la Iglesia que consideran poco evangélicos. 2.5. Aportes para una sociedad más justa Las Tensiones y Debates de las Década de los 70 y 80 La crisis de la UCAB en 1972, que arrancó con la expulsión de varios estudiantes, profesores y jesuitas bajo la acusación de “comunistas”, concluyó con un nuevo estatuto orgánico menos autoritario y la gradual apertura a la participación crítica y el pluralismo. Esta crisis supuso intensos debates en la Iglesia y en la sociedad. Era necesario un nuevo discernimiento con un punto de mira ubicado en el futuro digno de los pobres. El Centro Gumilla fue evolucionando hacia posturas críticas en relación a una democracia que lucía estancada. Comienza en Venezuela la búsqueda de formas socialistas distintas a la soviética, que permitan más libertad y justicia. Nace el MAS que atrae a muchos jóvenes cristianos, desilusionados con el gobierno de la democracia cristiana. Todos estos fueron factores de nuevos acentos del aporte social de los jesuitas en Venezuela, por lo mismo criticados por quienes temían cambios más de fondo. 2.6. Aportes para una sociedad más justa Quizá uno de los aportes más significativos de los jesuitas en Venezuela en lo político-social es el abordar los temas con espíritu crítico, asumiendo y estudiando alternativas que tradicionalmente se consideraban prohibidas. Pero al mismo tiempo esto exige no sacralizar ninguna opción política alternativa, ni confundirla con el Reino de Dios, sino examinar con rigor sus resultados prácticos valorando los logros y los fracasos. Los cristianos en lo socio-político tenemos que hacer nuestra la causa liberadora de los pobres, pero ningún modelo político debe ser confundido con una teología que quiere ser liberadora. “Servir a las personas y no poner éstas al servicio de ideologías”, como dice el papa Francisco. Crear poder donde hay debilidad y opresión; no sacralizar ningún poder, sino criticarlo y considerarlo como medio que será valioso en la medida en que ayude a la humanización de la sociedad y la liberación de las personas. Tal vez ésta sea la razón por la que en Venezuela el centro social de los jesuitas ha mantenido una distancia crítica de las promesas mesiánicas chavistas. 3.1. Sentir con la Iglesia: Servicio desde dentro La Compañía de Jesús no tiene sentido fuera de la Iglesia y San Ignacio quería que los jesuitas sintiéramos con la Iglesia. Se trata de una vivencia y un servicio desde dentro, con espíritu crítico. A Venezuela los jesuitas llegaron en 1916, para servir en una Iglesia que lentamente caminaba hacia su recuperación institucional. En perspectiva, se resaltan sus aportes en la formación del clero nativo, la fundación y atención de parroquias, la reinserción de la Vida Religiosa (suprimida por Guzmán Blanco en 1874) con su apoyo a la formación de religiosos y religiosas en el país, y su apuesta, desde los comienzos, por la formación del laicado católico como sujeto eclesial de primer orden, con la mentalidad propia de su tiempo en los inicios, pero que ha ido cambiando y evolucionando en la medida que las inspiraciones del Concilio Vaticano II se van haciendo realidad. 3.2. Sentir con la Iglesia: En y desde el Seminario La Compañía de Jesús fue responsable del Seminario Interdiocesano de Caracas desde 1916 a 1953. La teología que se enseñaba era la común a toda la Iglesia. La novedad pudo estar en una característica de la formación jesuita: los fines de semana y fiestas religiosas salían a comunidades pobres e irradiaban su acción formativa (catequesis, Legión de María…) En Lídice y Catia fundaron 3 parroquias. Se recuerda el apostolado del P. Martín Odriozola. En la construcción de la moderna Iglesia venezolana destaca el P. Víctor Iriarte por su aporte a las reuniones de los obispos y sus retiros, el fortalecimiento de la Acción Católica juvenil y la creciente apertura a la opción política de inspiración cristiana en un movimiento universitario que terminaría en la fundación de COPEI (1946), los retiros para caballeros y la promoción de las Conferencias de San Vicente de Paul, movimiento laical que cristalizó en creaciones y mantenimiento de casas para ancianos, en una sociedad carente de servicios públicos de este tipo. 3.3. Sentir con la Iglesia: Las Parroquias Los jesuitas crearon residencias que asumían templos, como San Francisco (1922), y la dirección de parroquias que dejan cuando se ha logrado la misión. Así llegaron a Paraguaná (1937) para rescatar iglesias coloniales con una extraordinaria labor de siembra catequética. En 1997 las parroquias se entregaron a la nueva diócesis para seguir a otros lugares. Luego del Concilio, los jesuitas se abrieron al Oriente del país y asumieron hasta 22 parroquias. Se iba descubriendo que en las regiones más necesitadas, la parroquia es un modo privilegiado de servir y de acercarse a la gente, y de colaborar en los nacientes seminarios diocesanos. A medida que se formaban sacerdotes, se entregaban parroquias a las diócesis, con sus redes apostólicas de laicos catequistas y animadores. Luego se abrió el frente parroquial en Apure, en regiones de frontera con problemas agravados por la guerrilla. Aún queda mucho por hacer en las parroquias que hoy se tienen en el oriente del país, la frontera con Colombia y las barriadas de la Vega y La Carucieña: en liderazgo laical, organización pastoral, pastoral con jóvenes y espiritualidad. 3.4. Sentir con la Iglesia: Jesuitas y la Vida Religiosa Centenares de religiosas y religiosos vinieron a Venezuela para colaborar en la reinserción de la Vida Religiosa, deseosos de transmitir su carisma y dar apoyo a la formación en nuestro país. Novedad el Concilio fue el fortalecimiento de los estudios de las religiosas, por lo que había que hacer un esfuerzo creativo en las oportunidades de formación espiritual y teológica. Muchos jesuitas que han contribuido a ello. Mencionamos al P. Jacinto Ayerra en el CER. También el P. Félix Moracho con sus publicaciones de formación cristiana básica. En 1979 se funda el ITER (Instituto de Teología para Religiosos), que pronto se convirtió en una Facultad de Teología con reconocimiento eclesiástico y civil por la UCAB, abierta a religiosos, religiosas, laicos y seminaristas diocesanos. El ITER es intercongregacional con un fuerte empeño en que la vida religiosa acontezca bien inserta y nutrida de la propia Iglesia venezolana, interpelada por la realidad del país. La Compañía de Jesús apostó fuerte por esta opción, junto con otras congregaciones. 3.5. Sentir con la Iglesia: La formación es prioridad Los aportes de la Compañía de Jesús a la Vida Religiosa y a la formación sacerdotal y laical en Venezuela no se reducen al ITER, sino que comprende la labor de los jesuitas como profesores y directores en los Seminarios y en retiros y Ejercicios Espirituales a miles y miles de sacerdotes, religiosas/sos, y laicos/as a lo largo de estos 100 años en casas de Ejercicios Espirituales propias y en muchas otras casas de las diócesis y de otras congregaciones religiosas. 3.6. Sentir con la Iglesia: Formación de jóvenes La formación de los jóvenes ha estado asociada a la misión de la Compañía desde sus comienzos en Venezuela. En 1951 esta formación se daba en “Cursillos Sociales”, luego de “Cursillos de Capacitación Social” que tocan lo social, político, cultural y lo espiritual. Tras diversas experiencias con los jóvenes, la Provincia se planteó, en 1989, la creación de una organización para promover su liderazgo, la cual debía abarcar las diversas edades y adaptarse a las circunstancias diversas de las obras y regiones. Así nace el Movimiento Juvenil Cristiano Huellas. Su crecimiento numérico, su formación sistemática, la articulación dentro de otras obras y sus diversos programas son muestra de lo que se puede lograr con el esfuerzo combinado entre colegios, universidades y parroquias. Otra experiencia es el Programa de Liderazgo Universitario desarrollado en nuestras universidades. Por la impronta evangelizadora y por su capacidad de motivación, estos programas se está convirtiendo en espacios que ameritan un especial impulso. Orientaciones para trabajar el texto Preguntarse individualmente o en grupos, de manera crítica y reflexiva, a partir del texto de esta presentación y de lo que conocen desde su experiencia: 1. ¿Qué manifestaciones y logros eclesiales y nacionales se aprecian en los 100 años de Vida y Misión de la Compañía de Jesús en Venezuela? 2. ¿Cuáles son los hechos o rasgos/características del apostolado educativo que más valoran? Compartir luego en plenaria.