Download El TRABAJO SOCIAL EN LA CONTEMPORANEIDAD: LA
Document related concepts
Transcript
El TRABAJO SOCIAL EN LA CONTEMPORANEIDAD: LA CUESTIÓN SOCIAL [DESIGUALDAD] Y LAS PERSPECTIVAS ÉTICO-POLÍTICAS. Profesora Doctora Ana Elizabete Mota Fernández 1 Mi pretensión en este texto no es agotar todas las dimensiones contenidas en el tema de “trabajo social, cuestión social y perspectivas ético-políticas de la profesión”, menos aún, hablar genéricamente de las transformaciones que afectan el conjunto de las sociedades contemporáneas y que determinan nuevas/antiguas manifestaciones de la llamada “cuestión social”. Mi propósito es cualificar histórica y teóricamente los términos de este debate; quiero decir, tratar lo que nos es ampliamente conocido y referenciado como algo problemático y a veces polémico. Por esto iniciaré por lo que podríamos considerar como evidente: el concepto de “cuestión social”. En términos históricos/conceptuales la cuestión social puede ser considerada como la expresión politizada de la desigualdad social, inherente a la constitución de la sociedad burguesa. Su emergencia y visibilidad están orgánicamente vinculadas a la constitución de la clase trabajadora en la medida en que, como sujeto socio-político colectivo, ella torna pública la pobreza, exponiendo la contradicción central de la relación capital/trabajo, presente en el antagonismo de las condiciones en que ambas clases se insieren en el proceso de producción y en el usufructo de la riqueza socialmente producida. Y más, expone las exigencias históricas que determinan la reproducción/continuidad de la desigualdad de estas condiciones de clase en el proceso de producción y reproducción material y social. En estos términos, para cualificar la “cuestión social” es necesario situarla históricamente, colocando fecha a la relación entre las condiciones de vida de los trabajadores (el modo como producen y reproducen sus medios de subsistencia y las relaciones sociales que establecen) y el tratamiento dispensado por la burguesía para administrar las secuelas sociales y políticas de aquellas condiciones en la manutención o amenaza de reversión del orden que las determina. Con esto queremos resaltar que en el capitalismo, aunque la “cuestión social” esté presente siempre, ella adquiere expresiones posibles de actualizaciones históricas, mediadas por el desarrollo de las fuerzas productivas y por la utilización de estrategias que son consonantes con el estadio civilizatorio alcanzado por una dada formación social. Desde ya, por lo tanto, es necesario hacer un primer destaque que nos será de gran valor a lo largo de esta exposición. Desde mi punto de vista, utilizar la expresión cuestión social es hacer uso de una “definición estratégica” que, en el conjunto de nuestro universo temático profesional, designa un conjunto de cuestiones reveladoras de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales en que viven las clases trabajadoras. Como dice José de Souza Martins2 es una forma de no tratar más la pobreza como quien tiene 1 Trabajadora Social, Profesora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Federal de Pernambuco, Recife/Brasil. Actualmente Coordinadora del Curso de Post-graduación en Trabajo Social en esta Universidad. 2 Martins, José de Souza. Exclusão Social e a nova desigualdade. São Paulo, Ed Paulus, 1997. PP. 24-32 2 hambre y sí, de las condiciones bajo las cuales una parte de la población está incluida en esta sociedad. Esto revela el actual y complejo proceso social de redefinición de las posiciones y localizaciones de las personas en el mundo del trabajo y en la vida social en general. En estos términos, es preciso recordar que la ausencia de un tratamiento riguroso a los conceptos de cuestión social y exclusión social puede tornarlos una especie de conceptos que no conceptúan, puesto que son expresiones que describen situaciones sociales concretas, sin elevar el análisis a nivel de categorías teóricas e históricas que nos permitan tematizar y reflexionar sobre la realidad. En mi concepción, estas expresiones, son tan solamente el punto de partido, en la medida en que apuntan fenómenos sociales reales pero están lejos de permitir la aprehensión de sus múltiples determinaciones y mediaciones presentes en la realidad. Por esto, pienso que estamos realmente hablando es de la pauperización relativa, de la lucha política de los trabajadores y de las estrategias de dominio de la burguesía como procesos presentes en la dinámica de las relaciones sociales de producción en el capitalismo. En otros términos, me refiero a la “cuestión social” como expresión politizada e historicizada del proceso de pauperización relativa, determinado por las necesidades de acumulación capitalista y mediado por la lucha de clase. Así, en primer lugar, es necesario tener la mayor claridad de que la referencia que hoy atraviesa nuestro cotidiano, principalmente en función del nuevo currículo, remonta al siglo XIX, ocasión en que el movimiento operario revolucionario, a través de su protagonismo, implementó acciones en el sentido de enfrentar la pauperización en la perspectiva de la superación del orden burgués. En estos términos, la sociedad capitalista es nada más, nada menos que el terreno de la reproducción continua y ampliada de las condiciones generadoras de la “cuestión social”, en la medida en que esta inexiste sin desigualdad social. Su materialización en cuanto ambiente político da la intervención de las clases y del Estado es originaria del capitalismo monopolista, de la constitución de la sociedad urbano-industrial y de la consolidación de la intervención del Estado en la administración de las desigualdades sociales. Esto significa afirmar que no estamos delante de una nueva cuestión social como muchos quieren, ni tampoco una nueva desigualdad generada por lo que llaman de “exclusión social” o también de “nuevos pobres”. De hecho, las manifestaciones de la “cuestión social” son determinadas por el estadio de desarrollo de las fuerzas productivas, por la composición y dinámica de las clases sociales y por la manera como se han vuelto complejas las relaciones entre Estado y sociedad. Razón mayor de tener sus expresiones en permanente proceso de actualización. Aquí los ejemplos son innúmeros y el escenario donde se expresa ya es conocido por nosotros. Así, hacemos aquí más una puntuación: lo que viene siendo nombrado de “nueva cuestión social” no configura la superación de lo viejo y sí “nuevas formas” para viejos 3 contenidos. Delante de esta alerta y frente a cualquier tentación positivista de conceptuar las situaciones históricas como hechos sociales, necesitamos reafirmar que son los cambios en las estrategias de acumulación y reproducción del orden capitalista, mediadas por la acción de las clases y del Estado que están imprimiendo configuraciones que hora reproducen, hora actualizan las manifestaciones de la vieja e inmanente desigualdad social. Lo contrario nos arrastraría hacia una concepción conservadora, empirista y positivista, sea por pensar lo estructural como episódico, sea por tomar lo que es estructural en coyuntural o, hasta mismo, natural. Esta referencia nos obliga a hablar de la idea de enfrentamiento de la cuestión social – a veces utilizada como expresión genérica y destituida de significados. A rigor, desde el punto de vista histórico, político y teórico, son restrictas las alternativas para pensar la naturaleza del enfrentamiento de la “cuestión social”. En mi entendimiento, el orden burgués – demarcado por la implementación de las reformas sociales y morales o, la de su superación como una práctica que transforma – no la cuestión social en sí – pero sí el orden social que la determina. Claro que estas opciones implican escojas ético-políticas y una dirección ideológica referenciada por un determinado proyecto social que, como tal, para su realización, requiere no apenas el conocimiento y el análisis de la realidad objetiva, más también el delineamiento de las estrategias políticas de lucha, balizadas en las posibilidades contenidas en las condiciones objetivas. Delante de estas afirmaciones, otra observación que quiero hacer es sobre la naturaleza de la relación entre trabajo social y cuestión social. Pienso que la misma no se da de forma directa e inmediata en los términos que la conceptuamos anteriormente. La relación más directa es la de determinación de la profesión, frente a la acción del Estado sobre la cuestión social. Contradictoriamente, su vinculación [TS y CS] se da a través de las formas de enfrentamiento que, como nos referimos anteriormente, puede ser mediada por estrategias de administración de la desigualdad – sea por el vector del Estado, sea por la llamada sociedad civil – y/o por medios que apunten para la superación en el orden burgués. Y aquí no veo por qué temer el surgimiento de nuevos fantasmas como por ejemplo el voluntarismo político (la derecha hace esto con distinción) o la dificultad de ser propositito porque es revolucionario. Esto es otra historia. El peligro es estar pegado a la realidad, pensando que hablar de cuestión social es apenas hablar de su administración vía políticas sociales y consolidación del ejercicio de la ciudadanía. En la primera hipótesis, tenemos en el horizonte la acción del Estado, particularmente a través de las políticas sociales, razón mayor de las contradicciones que también le son propias. En la segunda, tenemos el movimiento político, público y reivindicativo de las clases subalternas para superar su condición de clase excluida y explorada. Siempre digo que las clases subalternas luchan para atender sus necesidades de clase, que siendo sociales e históricas, se transforman en objeto de lucha política; por el mismo camino, el capital da respuestas que son consonantes con su proyecto. Dependiendo de las 4 condiciones objetivas existentes, estos vectores de luchan pueden ser cualificados o indiferenciados. Aquí el ejemplo paradigmático puede ser dado por la cuestión de la propiedad de la tierra y por el actual movimiento MST [Movimiento Sin Tierra]. Alguien cree que el MST lucha por la reforma agraria? O lucha por la propiedad de la tierra? Qué hace el Estado: media el acceso a la propiedad – cualificando este proceso como una política de reforma agraria y salvaguardando algunos intereses porque no es cualquier tierra que será objeto de la propiedad de los trabajadores. La cuestión social allí, no es la reforma agraria y sí el conflicto entre propietarios y no propietarios (de clase), mediado por la acción del Estado que también es perneado por relaciones de clase. Lo mismo podríamos decir sobre las demás políticas sociales, a ejemplo de la reforma social que se quiere hacer en el campo. Caso contrario, podemos llegar al extremo de imaginar que es bastante tener políticas sociales para acabar con la “cuestión social” o como otros quieren, es suficiente que el Estado reconozca el derecho de las clases subalternas a atender sus necesidades sociales, transformándolos en ciudadanos, para que también la cuestión social sea barrida. Delante de estas ponderaciones, retomemos nuestro tema. No quiero impactarlos(as), diciendo que nada de nuevo ocurre en el horizonte; claro que cambios existen y muchas (globalización, financiarización, neoliberalismo, reforma del Estado, mundo del trabajo, etc.); pero tengo mi hipótesis: dada la inmanencia de la cuestión social las nuevas formas de acumulación, las principales inflexiones de las transformaciones societarias parecen afectar más directamente los medios de enfrentamiento de la cuestión social de lo que propiamente el conjunto de situaciones que históricamente la moldearan. Lo que está puesto en el horizonte es una nueva reforma social y moral por parte de la burguesía. Ella hizo esto cuando constituyó los derechos sociales y el Estado de Bienestar social en el inicio del siglo. Ahora se pretende tornar hegemónica y construye otra reforma social y moral. Provocativamente, voy a desarrollar mi idea. Examinemos las argumentaciones constantes en las propuestas de tratamiento (teórico/propositito) de la cuestión social y que, mismo sin la marca del Trabajo Social, vienen siendo o pueden ser por él incorporadas: 1. La conceptualización de la cuestión social como exclusión – con derecho al mapa geográfico o como cuantificación de la pobreza; descalificándolas en cuanto cuestión social y aproximándola de la despolitizada idea de excluidos, movilizando acciones compensatorias u otras modalidades de “inclusión”. Aquí están situadas las políticas de combate a la pobreza. 2. La cualificación de la cuestión social como objeto de la política social pública. En esta trilla la discusión gira en torno a la crisis del Estado y de la necesidad de movilización de la sociedad civil. Defensa de la responsabilidad “parcial”del Estado y de la responsabilidad “indiferenciada” de la sociedad civil “desorganizada” y organizada, de las agencias no gubernamentales, o mismo la responsabilidad individual. Aquí está situada la cuestión de la crisis fiscal del Estado, de la falta de recursos y la consecuente necesidad de las alianzas [“parcerias”]. 5 3. La cualificación de la cuestión social vía identificación de la ausencia de ciudadanía y derechos sociales como único mecanismo político posible de regulación y de inserción social. Sin embargo, la subsunción [subordinación] de las clases al genérico “sociedad ciudadana”, teniendo la ciudadanía como ideario social. En este argumento está inscrito el proceso de “reconceptualización” de la ciudadanía que sale de la esfera “ética” (mismo en los límites del orden burgués) y se vincula con la esfera del consumo. Emerge allí la figura del ciudadano consumidor. 4. La cuestión social como desempleo y objeto de la defensa de políticas sociales dirigidas para la obtención de la renta de la sobre vivencia como alternativa al usufructo de la riqueza socialmente producida: el derecho a la renta mínima en oposición al derecho al trabajo protegido y al usufructo de los bienes socialmente producidos. Tendencia presente en el afán de las “políticas de empleo y renta” eventuales, circunstanciales y demagógicas y de la monetarización de los mínimos sociales de sobre vivencia. Todas estas formas de te matizar y sus consecuentes proposiciones barren del universo la cuestión social como expresión de las contradicciones fundantes [ontológicamente] de las relaciones sociales en el capitalismo. Así, vale revelar cuan distante están de nuestra definición. Entiendo que la cuestión social no se reduce a las manifestaciones de las diversas “cuestiones sociales”, cuya resolución esté depositada en la efectividad de las políticas sociales. Al contrario, ella es expresión objetiva de la naturaleza de la sociedad capitalista y objeto de la definición de un proyecto político, que la supere desde una perspectiva emancipatoria, o que la perpetúe en cuanto proceso de administración de la desigualdad social. Así, todas aquellas tendencias anunciadas están subyacentes a las respuestas presentes en el conjunto de los programas sociales e iniciativas vigentes en la actual coyuntura brasilera y componen la agenda de lo que llamé de “la nueva reforma social y o moral de la burguesía mundial: solamente para recordar, me refiero al neo-solidarismo, la refilantropización, la política de los mínimos sociales, a los proyectos de empleo y renta, la emulación de empreendedorismo, al binomio privatización / asistencialismo de la seguridad social, para hablar de lo que está en nuestro cotidiano. En mi entendimiento, este conjunto de abordajes pragmáticos y, a veces, programáticos de la cuestión social es responsable por un dado modo de su enfrentamiento; modo este que constituye la hegemonía del capital, formador de cultura y que se expande – inclusive en el Trabajo Social – como posibilidad de tratamiento teórico y, a veces, de propuestas de enfrentamiento de la cuestión social dentro del orden. Como escribió Lampedusa en el Leopardo, “todo cambia para que todo permanezca como está”, dando cuerpo y substancia material a la reforma social y moral llevada a efecto por la burguesía. Es en esta “encrucijada” en la que se inscribe la relación entre cuestión social – Trabajo Social – proyecto ético – político. Tema que abordaré a seguir para destacar las dificultades y tensiones que prepasan una intervención socio-política por las manos de una actividad 6 profesional puesto que la división social del trabajo media la relación del Trabajo Social con los medios y formas de enfrentamiento y superación de la cuestión social. Aunque no podemos restringir la cuestión ético-política al Código de Ética profesional, entendemos que ella tiene la representación, en la categoría profesional, de un poderoso instrumento de hacer política en las manos de la actividad profesional. Con todo, estamos hablando de proyecto ético-político como un ideario que trasciende el Código, dada su naturaleza colectiva. No obstante, el Código de Ética demarca “la dimensión”, o mejor, traduce en el campo ético-normativo, los principios y valores éticopolíticos colectivos que fueron asumidos/incorporados por la profesión. Como afirma Lucia Barroco (1999), o Código de Ética apunta una conexión entre el proyecto ético-político profesional y proyectos societarios cuya teleología comporta una ética de la emancipación de una sociedad que “propicie a los trabajadores un pleno desarrollo para la invención y vivencia de nuevos valores, lo que, evidentemente, supone la erradicación de todos los procesos de explotación, opresión y alienación”. El Código, según José Paulo Netto (1999) es una síntesis del colectivo profesional y de las ideologías de sus intelectuales, razón por la cual contiene tensiones internas. Aún citando Barroco (1999), diría que el Código señala los principios (libertad y justicia social) y el campo de mediaciones posibles a un proyecto profesional: la realización de los derechos sociales de forma democrática, responsable y competente. Es claro que tales mediaciones pensionan la teleología inscrita en el proyecto ético-político profesional, configurándose, entonces, como estrategias que visan la ampliación de los límites de la ciudadanía burguesa, lo que, bajo el punto de vista de una profesión, depende de un proceso de conquistas sociales de responsabilidad de las fuerzas sociales de oposición al proyecto burgués, aliadas a las clases trabajadoras. Esta tensión entre intervenciones políticas mediatas y el horizonte ético-político se reflejan en la cultura profesional y apuntan para la necesidad de fortalecer el núcleo teórico, estratégico y político de nuestra profesión. En este caso la relación entre la cuestión social y el proyecto ético-político sería un buen comienzo. Diría aún que, en función de la naturaleza de la acción profesional, el Trabajo Social debe ser instado a hacer recurrencias y propuestas que tensionen los mecanismos de reproducción de las desigualdades sociales, materializadas (estas últimas) en las manifestaciones contemporáneas de la cuestión social y en el “desmonte” a que la sociedad brasilera viene siendo sometida en materia del cambio de patrón de las políticas públicas defendiendo en la constitución de 1988, por ejemplo. Identifico dos tendencias básicas en el ejercicio profesional: a de la pasivización del orden vigente, vía incorporación del discurso y de las prácticas que “mistifican públicamente” el combate al proceso de pauperización; la otra que consiste en el trato crítico y cualificado de las “exigencias de la modernidad”, pautado por un conjunto de principios éticos y políticos presentes en el ideario de la construcción de una nueva 7 sociedad. Estas segunda posición, lejos de cualquier idealismo romántico, viene imponiendo a los profesionales la necesidad de profundizar el conocimiento sobre la realidad y crear nuevos modos y medios de intervención que estén orgánicamente articulados al actual movimiento de la sociedad. Movimiento este que se encuentra lleno de contradicciones, desafíos y dificultades derivados de lo que anteriormente llamé de mistificación pública del tratamiento dispensado a las desigualdades sociales en el Brasil y base de la construcción de una reforma social y moral que pretende realizar la burguesía, en este final de siglo. Esta reforma expresa las nuevas formas de dominio del capital sobre el trabajo, visando la construcción de una nueva racionalidad política y ética compatible con la sociabilidad requerida por el actual proyecto del capital donde se incluye la administración de la desigualdad social por él producida.