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Adviento es…
tiempo de espera y de preparación
I Domingo Adviento
Parroquia
Santa María Magdalena
Yacuanquer
La Palabra debe ser esperada y
escuchada
Con buena disposición interior
Oración al Espíritu Santo
Con Corazón limpio y humildad
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
(San Agustín)
Espíritu Santo, inspíranos, para
que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos,
para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos,
para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos
las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos
nunca las cosas santas.
Leer bien y sin prisa
Hay que leer dos o tres veces
Aprende a conocer el Corazón de
Dios en sus Palabras
Leer bien, es escuchar bien
Palabras de Koinonía
Santo Evangelio según San Marcos 13,33-37
«Estad atentos y vigilad, porque ignoráis
cuándo será el momento. Al igual que un
hombre que se ausenta: deja su casa, da
atribuciones a sus siervos, a cada uno su
trabajo, y ordena al portero que vele;
velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo
viene el dueño de la casa, si al atardecer, o
a media noche, o al cantar del gallo, o de
madrugada. No sea que llegue de
improviso y os encuentre dormidos. Lo
que a vosotros digo, a todos lo digo:
¡Velad!»
Palabra del Señor
Iniciamos el nuevo año litúrgico 2012 y con él
llega el tiempo del Adviento. Antes de
adentrarnos en la experiencia del santo
Evangelio de Marcos, es bueno recordar que
nuestra experiencia de fe no se rige por el año
civil que está marcado por días y meses.
Nuestra experiencia de fe se vive por los
llamados “tiempos”, espacios vitales que
marcan un sentido y un modo de obrar y creer
de cada comunidad que vive su oración, por
eso, el nuevo año lo comenzamos con el
tiempo del Adviento y a él le seguirá el de
Navidad y sucesivamente los demás del
tiempo litúrgico. En cada uno de ellos Jesús
estará como Maestro y hermano ayudándonos
a crecer por medio de su Palabra.
En este primer domingo hemos encendido
una de las cuatro velas de la corona de
Adviento y en ella le hemos pedido al
Señor luz del mundo, que nos ayude a
estar vigilantes a su próxima llegada.
El Evangelio del domingo se sitúa en los
llamados discursos escatológicos que el
Maestro pronuncia antes de iniciar los
momentos difíciles de su pasión y muerte,
por eso, debe ser leído desde ese
ambiente de expectación por lo que se le
avecinaba al Maestro.
El temor a la muerte y al futuro, son dos de
los miedos que todos los seres humanos
experimentamos en el transcurrir de
nuestras
vidas
y
para
podernos
tranquilizar
ante
ellos
colocamos
supuestas barreras de protección que
amortiguan de alguna manera ese miedo
que sigue latente y que vuelve a surgir en
tiempos de enfermedad, de crisis
económica, etc.
Nuestras abuelas cuando escuchaban
noticias de guerra o de pandemias
inmediatamente acudían a la siguiente
frase para tranquilizar sus temores “Si
viene la muerte que nos coja confesados”.
En un mundo con tantas dificultades nos
asalta también las ganas de volver a
repetir la frase de los abuelos para calmar
el miedo; pero el verdadero cristiano no
debe colocar ante sus problemas y
adversidades pañitos de agua tibia, él
debe estar siempre alerta, no debe dejar
para el último momento la oportunidad de
estar con esperanza.
Jesús se dirige a sus discípulos para
enseñarles que la esperanza en tiempos de
dificultad no es una utopía, es una verdadera
realidad que se debe construir y para ello,
Jesús instruye a sus discípulos en las
cualidades que son necesarias para esperar
un mejor mañana.
Primero: Debemos estar atentos y vigilantes
pues no sabemos el momento en que vendrá.
Esto significa que el verdadero discípulo de
Jesús no se deja absorber por los afanes del
mundo trabaja, estudia, construye, pero al
mismo tiempo todo lo hace con la vigilancia
del que cree, por eso, no es una alienado de
las cosas pasajeras.
Segundo: Acepta que es un ciudadano del
mundo pero con visión de un futuro por
construir desde el presente. Nuestro reino no
es de este mundo! por eso, trabaja, estudia,
descansa, pero siempre pensando con
esperanza porque las tristezas del presente no
podrán con el proyecto de felicidad que
tenemos en nuestras mentes.
En el evangelio se colocan las cuatro horas
más importantes del día (atardecer, media
noche, cantar del gallo, madrugada), para
reconocer que nuestra esperanza nos debe
mantener despiertos pues no somos
creyentes de la “hora de la Misa”, somos por
siempre creyentes de la esperanza.
Finalmente, aparece el tercer elemento que
hace posible que nuestro Adviento tenga
sentido actual. El Maestro les hace la
siguiente advertencia a sus oyentes: Lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!
Para el creyente de todos los tiempos, el
Adviento se convierte en una necesidad
constante, no es un tiempo solo de
preparación al nacimiento de Jesús, es un
estar preparados con esperanza para su
regreso, para el día en que nuestros esfuerzos
por implantar el Reino de los Cielos en el
mundo logren su sentido y plenitud.
DESCUBRIR LOS “AFECTOS” QUE
LA PALABRA VA GENERANDO EN
MI CORAZÓN:
Alegría, compromiso,
interrogantes, nuevas posibilidades
Lo dicho, lo narrado por la Palabra tiene,
ahora, que ser leído con el corazón
«Con este primer Domingo de Adviento se abre el
nuevo año litúrgico y, más específicamente, se
inicia el período de preparación para la Navidad.
Toda la Iglesia, peregrina en el mundo, se pone
en camino hacia el Mesías esperado. Dios es
«Aquel que viene»: vino a nosotros en la persona
de Jesucristo; sigue viniendo en los sacramentos
de la Iglesia y en todo ser humano que implora
nuestra ayuda; y vendrá en la gloria al final de los
siglos. Por eso, el Adviento se caracteriza por la
espera vigilante y activa, alimentada por el amor
y la esperanza, que se expresa en la alabanza y la
súplica y se traduce en obras concretas de
caridad fraterna.
El Adviento es tiempo mariano por excelencia, porque
María esperó y acogió de manera ejemplar al Hijo de
Dios hecho hombre. Que la Virgen santísima nos
ayude a abrir las puertas de nuestro corazón a Cristo,
Redentor del hombre y de la historia; nos enseñe a ser
humildes, porque en el humilde pone Dios su mirada;
nos haga comprender cada vez más el valor de la
oración, del silencio interior y de la escucha de la
palabra de Dios; nos impulse a una íntima y sincera
búsqueda de la voluntad de Dios, incluso cuando
altera nuestros proyectos; y nos anime a esperar al
Señor, compartiendo nuestro tiempo y nuestras
energías con los necesitados. Madre de Dios, Virgen
de la espera, haz que el Dios que viene nos encuentre
dispuestos a acoger la abundancia de su
misericordia».
Juan Pablo II. Ángelus, 28 de noviembre de 1999
Da gracias, intercede por los hermanos,
por las situaciones que el texto te haya
traído a la memoria.
Da curso libre a tus capacidades
creativas de sensibilidad en la oración.
Lo dicho, lo narrado por la Palabra tiene,
ahora, que ser hablado con el corazón
Dios,
Padre
nuestro,
al
comenzar un nuevo Adviento te
pedimos que avives nuestra fe,
fortalezcas nuestra esperanza y
consolides nuestro amor, de
modo que podamos celebrar
con
verdadero
gozo
el
nacimiento de tu Hijo Jesucristo.
Que vive y reina por los siglos
de los siglos. Amén
Ponte en medio de la comunidad y deja
que rebose de tu interior la paz y la
bendición que has recibido.
Actúa con ellos para volver a
reencarnar en la historia a
Jesucristo, la Palabra hecha carne.
Lo dicho, lo narrado por la Palabra tiene,
ahora, que ser practicado en la vida
1. Vivamos junto con la Iglesia la espera del
nacimiento del Niño Jesús. Preparemos y
encendamos la primera vela de la corona de
Adviento en familia. (Mirar sentido de la Corona
y oración en www.koinoniadeamor.org )
2. Nuestra esperanza no se da en abstracto.
¿Cómo voy a vivir de manera concreta esa
espera? ¿Qué significa la siguiente frase de la
primera lectura: “Te haces encontradizo de
quienes se alegran y practican justicia y
recuerdan tus caminos” cómo la hago vida en lo
que diariamente realizo?
http://www.koinoniadeamor.org/
http://koinoniadeamor.blogspot.com/