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Visiones ideológicas de los partidos políticos y de los gobiernos Los desfasajes entre los fenómenos y la forma en que se los interpreta, y la importancia de atender esa brecha con relación al conflicto surgido entre el campo y el Gobierno este año, fue uno de los ejes que transitó el periodista e historiador Carlos Pagni en un seminario organizado por el CEIDA, de la SRA. Una exposición que también abordó la vinculación histórica del agro con la apertura del país al mundo, la necesidad de comprender que las sociedades no tienen destinos sino voluntades y los peligros de no contar con un sistema bipartidista de gobierno “Las sociedades, los sujetos colectivos sociales, no tienen esencia; tienen historia”, postuló Carlos Pagni en un seminario del CEIDA en agosto pasado, como punto de partida para intentar entender el conflicto agropecuario de 2008. “El pensamiento autoritario cristaliza y evita el cambio; la forma en que uno interpreta algo tiene historia: no es lo mismo la palabra ‘revolución’ antes y después de 1917. El fenómeno impacta sobre el concepto”, explicó. “No me extrañaría que a partir de ahora aparezcan libros que vean que la imagen del campo en décadas pasadas no estuvo del todo bien revisada”, razonó el historiador y periodista, citando como antecedente el Pacto Roca-Runciman, estigmatizado por una corriente historiográfica como “entregador” de la Argentina, y revisado en los últimos diez años por otra corriente, que lo interpreta como un intento de salvar al aparato productivo de los efectos domésticos de la crisis del imperio británico. Al respecto, Pagni notó el “enorme desfasaje” que representó en los últimos años la presencia de los Granaderos en la exposición anual de la Sociedad Rural: sucesivamente, los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner decidieron no asistir a La Ganadera, aunque tácitamente la siguieran reconociendo con la presencia ritual de ese cuerpo emblemático, vestigio de una época en la que se identificó la Patria con el campo. El mito de la condena al éxito Si la historia nacional se contara desde 1810 y se cortara a mediados del siglo XIX, se vería que para entonces la Argentina iba camino de convertirse en una especie de América Central: “Un área que sobrevive al imperio español, convertida en una especie de archipiélago de pequeñas unidades nacionales de escasa viabilidad cada una”, comparó el disertante. Luego sucedió la “primera globalización” argentina. “Un grupo, entre los que estaban Mitre, Alberdi, Sarmiento, Echeverría y Juan María Gutiérrez, entre otros exiliados del gobierno de Rosas, muchas veces enfrentados entre ellos, coinciden en algo: primero, que se está produciendo un fenómeno en el mundo y que es importante: la revolución industrial”, señaló Pagni. A partir de ese diagnóstico, el país decidió “expandir la frontera de las tierras del capitalismo para incorporarlas a la economía internacional globalizada, que implicó políticas para aprovechar la economía atlántica”. Ese fenómeno produjo una orientación histórica: el tendido de los ferrocarriles sobre la Pampa Húmeda, el diseño de una política inmigratoria, la fundación de determinadas instituciones económicas y de carácter privado, desde la Estancia, hasta la Facultad de Ingeniería y el Servicio “Los países, no tienen Meteorológico. En suma, “un esencia, sino historia. juego colectivo Si la Argentina no fue coordinado que la América Central supone una política y una que estaba en camino de convertirse a mitad decisión” y que bien “podría no del siglo XIX, es haber sucedido, porque un grupo de aunque hoy la exiliados del gobierno tengamos sensación de de Rosas entendió que fue en el mundo se estaba que natural”, señaló produciendo la el disertante. Revolución Industrial y orientó al país en ese sentido” Creer que “la foto que llevamos en el carnet” es igual a nuestra “identidad”, prosiguió, “es un inmenso error, porque nos releva de la política, de tener que construir todos los días y entender por qué nos ven mal los que nos ven mal”. Campo y globalización El hecho es que aquella primera integración internacional se dio en el marco de la globalización del imperio británico y tuvo al campo como cordón umbilical. Por eso, reflexionó Pagni, “es muy difícil desvincular campo de aspiración internacional de la Argentina a la universalidad, y de las políticas económicas de aspiración al librecambio y mayor flexibilidad al mundo global. Todo lo que vaya en contra de eso es probable que sea conflictivo con este sector, por razones que van más allá de lo coyuntural”. Aquel, afirmó el analista, “fue el único proyecto nacional que tuvo la Argentina, con un consenso muy extendido”, al punto que no fue impugnado cuando los radicales llegaron al poder, en 1916, pese a que “las previsiones de una crisis llegaban desde el mismo conservadurismo”. El mundo al que estaba integrada la Argentina entró en crisis en la década del ’30, que trajo aparejada también acusaciones contra el liberalismo, de distintas modulaciones y gravedad: el New Deal en Estados Unidos, el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania, todas respuestas al colapso de la primera globalización. Ya antes, la guerra del 14 había hecho colapsar la idea del progreso indefinido, y en la Argentina habían aparecido diversas “graduaciones” de nacionalismo. Nacionalismo y peronismo La crisis del ’30, recapituló Pagni, “obligó a pensar todo de nuevo y puso en tela de juicio el ‘orden liberal’. Esa revisión está en los orígenes del peronismo. “Se empezó a pensar que lo que nos pasó, nos pasó por la integración al mundo, y el nacionalismo pasa a traducirse en términos políticos. Se reescribe el pasado y se revisa la historia de Rosas, presentado como el hombre que resistió la presión del imperialismo británico, cuando hasta entonces era prácticamente un enfermo psiquiátrico”, señaló. La “revisión” de los principios liberales se produce incluso en el seno del sector agropecuario. Se crean, para sostener la economía, el Banco Central, las Juntas reguladoras (Granos, Carnes) y se favorece una extraordinaria intervención del Estado. “Es incomprensible el peronismo sin todo esto”, contextualizó el disertante. Se instaura entonces la premisa de que “el mundo global “El conflicto debe ser sustituido por el agropecuario vino Estado, que debe a mostrar que las establecer las ideas en las que la condiciones de la Argentina vivió economía que instalada hasta permitan la sustitución de ahora quedaron importaciones; el desactualizadas. El país debe mundo que se cerrarse y extraer inició en la década sus riquezas para del ’30, que es el de subsidiar un proceso industrial la guerra fría, que sin el Estado terminó hace tres es imposible décadas” llevar adelante”. Las similitudes con el presente son obvias. “Cuando los Kirchner le hablan al campo, lo hacen desde el seno de este pensamiento, que asocia lo moderno a lo industrial, y lo arcaico, al campo y lo liberal”, dijo Pagni. Esas ideas eran fundamentales en el discurso de Perón y están en la base del clisé sobre la “oligarquía vacuna” No se trata, sin embargo, sólo de ideas, sino también de consenso a partir de resultados. “Según Tulio Halperín Donghi, hubo una revolución social objetiva, dado que el peronismo llevó al 48% la participación del salario en el producto, en parte gracias a un contexto externo muy favorable, cuyas deficiencias Perón fue el primero en advertir. Si sus opositores se hubieran dado cuenta de los límites del modelo, no lo hubieran volteado, lo habrían dejado caer”, enfatizó Pagni. Pero no fue un problema sólo de Perón. “Todos los gobiernos civiles y militares, hasta Alfonsín, intentaron reproducir esa experiencia; la consecuencia fue la hiperinflación de 1989, que termina con esa Argentina”, basada en un consenso en el que convivían el programa de la Unión Democrática e ideas del peronismo. “Esto muestra las dificultades ideológicas del radicalismo: Alfonsín tuvo una gran dificultad para representar en la economía lo que representaba en la política, es decir, el liberalismo económico”, notó Pagni. De vuelta, el hecho es que no se pudo construir un consenso posterior al estallido hiperinflacionario. Fotos viejas Así las cosas, la Argentina asistió a partir de los ‘90 a la “nueva globalización”, la del capital financiero y las comunicaciones y la incorporación de enormes masas de población asiáticas al capitalismo, con una transformación de la producción agropecuaria orientada al mercado global que ya no distingue entre naturaleza y cultura (“hoy, una semilla es cultura, lleva ciencia, por lo tanto es industrial”, refirió) y una organización productiva ya no ligada necesariamente a la propiedad de la tierra, sino a redes de contratos. Pero la “visión” del mundo y del campo no cambió en igual medida. El conflicto agropecuario vino a mostrar, dijo Pagni, que aquellas ideas en las que la Argentina vivió instalada hasta ahora, como parte de un consenso muy afianzado en los sectores medios, quedaron muy desactualizadas. “El mundo que se inició en la década del ’30, que es el de la guerra fría, terminó hace tres décadas”, señaló, para ilustrar el desfasaje. La construcción de un “nuevo consenso” que suceda al que dominó desde mediados del siglo pasado es posible, pero para eso son claves “el conocimiento, la voluntad de hacerlo y, si se quiere, la capacidad asociación”, dijo Pagni. de Las encuestas parecen mostrar un consenso amplio respecto de que ha llegado a un cierta “Con las retenciones, límite forma de el Gobierno llevó a administración cabo un proceso muy del país, particularmente auto-agresivo: tras en cuanto a haber sacado al “estilo político”. peronismo de la También, notó, reclusión a pan y comienzan a agua en la que lo evidenciarse límites había colocado, le económicos y prendió fuego a la fiscales. Pero base electoral de esa todo dependerá gente. De hecho, de la capacidad Cristina Kirchner de la política había ganado con los para “hacerse cargo” de ese De Ángeli” consenso social. En ese punto, el analista señaló que la Argentina no dispone, más allá del peronismo, “de un partido que tenga apenas la capacidad de ofrecer candidatos para todos los cargos simultáneos para Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, la Capital, la Nación y veinte diputados. Hay un enorme problema para articular consensos sociales”. Esa falta de competencia, señaló, es muy dañina. “Mientras desde el punto de vista político no podamos tener dos fuerzas competitivas, gobierno y alternativa, no salimos del problema: el capital busca eso y rechaza lo que no se le parece. Los inversores van a lugares más comprensibles”. La crisis del campo Para Pagni, el Gobierno actual cometió un error político muy importante respecto de sus propios intereses. “Kirchner había determinado, con inteligencia, a partir del 28 de octubre de 2007, que su nueva base electoral se la daba el peronismo”, pues había ganado muy bien donde este gobierna, el segundo cordón del Conurbano y las provincias del Norte. En contraposición, la clase media urbana, representada por Macri, Juez y Carrió, le había sido extraordinariamente adversa. A partir de ese diagnóstico, “decide mandar al desván a los señores de la transversalidad y la concertación, y del desván trae a los peronistas, que había tenido a pan y agua, traicionándolos con sus alianzas con los radicales”. Pero, a los 15 días de haber armado una mesa con Scioli, De la Sota, Reutemann y Moyano, “le prendió fuego a la base electoral de esa gente con las retenciones móviles”, dijo Pagni. Se trata de un fenómeno muy autoagresivo, puesto que si Cristina Kirchner ganó en Santa Fe con apenas 1.500 votos habiendo perdido en la capital provincial y en Rosario, es evidente que ganó con los productores agropecuarios, “con los De Ángeli”. De allí la crisis política profunda que se genera en su propio instrumento de poder: “Por eso se le quiebran los bloques, y por eso abre paso a que gente que venía con el cuchillo debajo del poncho, como Duhalde, decidiera que llegó la hora de salir a la luz”. Modelo K: crisis y agotamiento “El problema es que este Gobierno está electoralmente agotado, es decir, no se puede reelegir”. Según Pagni, por ahora, la manifestación de ese hecho no es violenta sino técnica: “Se le fue el Vicepresidente, con más popularidad que la Presidenta; lo tiene a Duhalde dando clases por las provincias como si fuera Churchill, y el jefe de Gabinete se retiró en situación de arrepentido”. Además, se produjo una crisis interna de dimensiones, con Kirchner resistiendo ya no a Duhalde, sino a sus amigos: Maza, Gioja, Capitanich. Partido del Campo: no “Mi impresión es que van a perder las elecciones del año que viene, pero no tengo en claro quién las va a ganar”, apuntó Pagni, que no comulga con la creación de un Partido del Campo, puesto que la política es una actividad profesional, aunque no lo parezca. “No se le puede pedir a un sector que se haga cargo del interés general; ahora, es parte de la tarea ilustrar, persuadir, ayudar a “Una virtud comprender a intrínseca del quienes cuidan sistema bipartidista el interés es que, al haber un general, para competidor, el que tengan una visión exacta de margen de error es cuál es el papel menor. Un sistema del sector en la de un solo actor está construcción de diseñado para ese interés”. producir crisis económicas, que es el modo en que regula sus disidencias, el bipartidismo está diseñado para evitarlas” En tal sentido, recordó que “uno de los méritos políticos del liberalismo es la idea de ciudadanía, en la que uno tiene peso según lo que es, no lo que hace, como en el corporativismo”. Así, planteó que formar partidos por actividad no aporta a la liberalización de la sociedad, “y muy probablemente aísle las ideas del sector agropecuario en ese partido, como cuando se piensa que los derechos humanos son problema y propiedad de las organizaciones de derechos humanos”. Bipartidismo o caos Pagni culminó su disertación en el CEIDA haciendo hincapié en lo saludable que resulta el bipartidismo en un sistema democrático. En esa línea, calificó de “edad de oro” a los’80 y ’90, cuando el país contaba con dos fuerzas organizadas y competitivas, que permitieron que, dos veces - con Alfonsín y con De la Rúa-, sin proscripción y sin fraude, ganara un partido que no era el peronista, “lo que en la larga duración de los últimos cien años es un milagro”. Para el historiador, una de las virtudes intrínsecas del sistema bipartidista es que, al haber otro partido competitivo, el margen de error es mucho menor: “Si los Kirchner hubieran tenido a Carrió no a 20, sino a 5 puntos de distancia, habrían consultado a un ingeniero agrónomo antes de firmar la 125”, ironizó. De lo contrario, como ocurre hoy, lo que se da es “un bloque que domina la escena casi absolutamente, y que después se quiebra y pasa a convertirse también en oposición”, es decir, un sistema diseñado para producir crisis. “Si un día Carrió dice que Kirchner es un inútil, está en el juego de las cosas, porque eso es la oposición; pero si un día Scioli dice que Kirchner es un inútil, hay que ir a ver los mercados, porque para que alguien tenga el estímulo de abandonar el poder y pasarse a la oposición, medió una crisis económica”. Así como un sistema de un solo actor regula sus disidencias por crisis económicas, el bipartidismo está diseñado para evitarlas, “porque buscando el mismo elector, que es el indeciso, ambos partidos tienden a producir el mismo producto, y eso es como una generación de consenso por la propia física de la competencia”, explicó Pagni. “Mientras no tengamos Gobierno y alternativa, hemos inventado la usina de la crisis, una cada diez años, que para mucha gente es un gran negocio, además”, completó. Agosto 2008