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FRASES DE M. CARMEN PARA OBSEQUIO AL PROFESORADO (extraídas de “Ecos del pensamiento de Carmen Sallés”) EDUCAR es, sobre todo, contagiar. ¡Qué importante es vivir la condescendencia, la amabilidad, la dulzura,…! Es la mejor forma de ayudar en el camino de la superación personal. En la tarea de la EDUCACIÓN, “acompañar” es fundamental. Caminando junto a ellos podemos ayudarles a descubrir la verdad y la Verdad. Los niños son “cera blanda”. Es tarea del EDUCADOR imprimir en ella un sello de perfección. ¡Cuidado con estropear esa cera! En la TAREA EDUCATIVA, la constancia es necesaria. Los buenos actos repetidos dan lugar a una costumbre que adquiere la fuerza de una segunda naturaleza. Nuestra MISIÓN entrecruza y une dos fines fundamentales: educación y amor a María Inmaculada. Queremos actuar con nuestros educandos como el Señor con María: preservándola para acercarla más a Él. Es mejor prevenir que corregir. Evitemos las faltas tratando con amor y dulzura, antes que corregir con rigor. Impedir la caída es un beneficio mucho mayor que levantar al que ha caído. Para obtener buenos fines, son necesarios buenos principios. Hay que adelantarse al mal con el bien. Cuando educamos, formamos a cada persona concreta, por eso la EDUCACIÓN exige conocimiento de la persona a la que se educa, porque necesitamos saber qué materiales debemos usar en el trabajo que realizamos. Recordemos siempre que se consigue más con el buen ejemplo que con las palabras. Si es necesario imponer una práctica, el ejemplo es la mejor lección. El trabajo bien hecho exige puntualidad, y si es el educativo, hasta tenemos que adelantarnos. La preparación de la tarea educativa es de justicia. No hay rendimiento adecuado en un trabajo no preparado. ¿Cómo no amar a los niños? Ellos son lo que Dios más ama en el mundo, los que hacen feliz la misión del EDUCADOR , un pedacito de cielo en la tierra. Con sus travesuras nos labran una corona de gloria… ¡Qué feliz nuestra misión! Velemos día y noche por los niños que el Señor nos ha confiado. Sean ellos el objeto de nuestros desvelos y de nuestros más delicados trabajos. ¿Tratas de EDUCAR?... Pórtate como sabio médico y como cariñosa madre. Trato maternal y rigor, armonizando ambos. Este debe ser nuestro principio de autoridad. Si al corregir tienes que emplear la severidad y la entereza, a continuación actúa con la amabilidad y el cariño de una madre, así llegarás a su corazón. La corrección debe darse de tal modo que provoque agradecimiento, no agresividad. Cuando sea preciso reprender, tratemos lo más rápidamente posible de disminuir o anular el sentimiento doloroso. Corregir e infundir ánimo han de darse unidos. No olvidéis la lección de las cuerdas del violín: si están siempre tensas, se rompen. Amad a los niños y sabréis educarlos. La más NOBLE TAREA es inculcar en el alma de los niños el amor a María Inmaculada. Y el mejor de los instrumentos es mostrar ese amor vivido por nosotros. Elevemos con frecuencia el pensamiento a María. Ella nos dará luz para ir plasmando su imagen a través de la EDUCACIÓN. Debemos procurar con gran interés que los alumnos de nuestros colegios se distingan por la devoción y el cariño hacia Ella. El EDUCADOR tiene momentos oscuros, parece que poco o nada consigue a pesar de sus esfuerzos. Dirija entonces su mirada a María Inmaculada, Ella le brindará su gracia y fuerza para seguir adelante Tratemos de FORMAR EL CORAZÓN de los niños según el modelo santo de la criatura más perfecta salida de las manos del Creador: María Inmaculada. Es situar sobre bases sólidas la verdadera felicidad del hombre, de las familias y de los pueblos. Y también de llenar el cielo de felices moradores. La EDUCACIÓN CONCEPCIONISTA busca modelar el corazón de nuestros educandos ahondando en el amor a la Virgen. Encontrarás a Cristo en el corazón de los niños. La EDUCACIÓN es el mejor modo de poner al hombre en condición de apertura y colaboración con el plan salvífico de Dios. FE Y CIENCIA, corazón e inteligencia. Hay que afianzar estos dos pilares para lograr la unidad de vida. La instrucción sola no basta: hay que ENTRAR EN EL CORAZÓN de los niños para saber educarles. ¡Cuánto se fía Dios de los educadores, que deja a los niños en sus manos! ¡Qué feliz nuestra MISIÓN! Somos depositarios y encargados de lo que Dios más ama en este mundo, que es la niñez y juventud.