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Lenguaje PREMED Ciclo 2012-1 Semana 2C Logro: El alumno redacta párrafos de introducción y cierre para textos académicos explicativos. Estructura de un texto completo La introducción y el cierre La anorexia nerviosa: un problema de la adolescencia femenina La anorexia nerviosa es una enfermedad mental que consiste en la pérdida voluntaria de peso debido a un deseo enfermizo por adelgazar y un intenso temor a la obesidad. Dicha pérdida es inducida por la persona enferma mediante procedimientos naturales, tales como la reducción de alimentos con excesiva calorías, ejercicio físico intenso y, a veces, mediante vómitos provocados. Otros pacientes, en cambio, recurren a la utilización de medicamentos reductores del apetito: ciertas anfetaminas, laxantes y diuréticos, que se venden sin ningún tipo de regulación en cualquier farmacia. Esta enfermedad se presenta en un gran porcentaje en mujeres adolescentes que están en plena formación de su personalidad, la cual se constituye, por su magnitud, en un problema social. Por ello, con el fin de conocer mejor este padecimiento, se explicará por qué sucede, qué efectos podría tener y, finalmente, qué deberían hacer padres o amigos para evitar un desenlace fatal. Pensar que la anorexia nerviosa se debe a única causa es simplificar este problema social; por lo contrario, en ella, se conjugan una serie de factores psicológicos y sociales que predisponen a padecerla. Dentro de los psicológicos, configurarían un grupo de riesgo las adolescentes que cuenten con antecedentes familiares de anorexia, bulimia, trastornos depresivos, obsesivos o alcoholismo; inclusive, sería riesgoso si poseen determinados rasgos de carácter, como ser perfeccionista, excesivamente responsable para la edad o situación, sufrir de inseguridad, timidez, o padecer de una baja autoestima. La presencia de uno o de varios de estos factores en la psicología de una adolescente la llevaría a la anorexia nerviosa, porque impiden el desarrollo de una personalidad equilibrada y fuerte que sea la primera defensa ante esta enfermedad. En cuanto a los factores sociales, están la presión social y mediática que existe en torno al adelgazamiento y que desempeña un papel decisivo en la aparición y desarrollo de la enfermedad. Por ejemplo, en los colegios, se descalifica cruelmente la obesidad o, simplemente, que no se sea delgado o atlético. Siguiendo esta lógica discriminadora, la moda y la publicidad incitan, frecuentemente, a adelgazar antes que a mantener una buena salud, no con la exposición de modelos de proporciones dudosas, sino también con el tipo de ropa de un solo patrón que las principales tiendas por departamentos venden, lo cual obliga a las adolescentes a someterse a regímenes dietéticos frustrantes y nocivos. De no tratarse la enfermedad oportunamente, el principal efecto es la presentación de cuadros de desnutrición que llevarán a la adolescente, de 1 manera inminente, a la muerte por inanición. Generalmente, este cuadro de desnutrición severa se encuentra acompañada por alteraciones psíquicas, que son las que generalmente conducen al paciente al suicidio, y que han sido reseñadas líneas antes. Además, en el aspecto físico, se producirán, de forma progresiva, trastornos de todo el organismo entre los que se puede destacar los digestivos (lesiones estomacales e incapacidad para ingerir alimentos de forma habitual), hematológicos (circulación deficiente, presentación amenorrea), cardiacos (debilitamiento del corazón y predisposición a infartos), hepáticosrenales (daño al hígado debido a la sobrecarga de trabajo) y cerebrales (producto de una circulación deficiente, se alteran los sentidos, por ejemplo la vista), que suelen presentarse en grupos de dos o más. Estos últimos, aunque no siempre matan a la persona anoréxica, suelen ser muy graves e irreversibles. Sin embargo, es importante resaltar que una enfermedad no solo es nociva para quien la sufre, sino también afecta a las personas que rodean al enfermo, es decir, la familia y amigos. Si bien no es una enfermedad que sea contagiosa, los familiares pueden presentar también fuertes cuadros depresivos debido a la impotencia que genera el no poder resolver un problema que pudo evitarse con acciones sencillas, pero oportunas. Si bien las enfermedades pueden combatirse con tratamientos específicos, lo ideal será prevenir su desarrollo en una adolescente. Para ello, los especialistas recomiendan hacer acciones sencillas. En primer lugar, es importante enseñar y educar desde la infancia, en la familia y en los centros escolares, a llevar una vida saludable mediante la consolidación de hábitos de alimentación sana y de actividad física adecuada a las propias posibilidades del cuerpo. En segundo lugar, los padres deben ayudar a las hijas con comprensión y confianza a conocer su propia realidad biológica y psíquica, sus capacidades y limitaciones infundiéndoles seguridad en sus propios valores, de forma que puedan sentirse a gusto consigo misma y se acepten como realmente son. En tercer lugar, se debe fomentar la autonomía y criterios capaces de evitar que los excesivos mensajes de los medios de comunicación y la publicidad sobre una imagen corporal falsamente perfecta, se convierta en una meta a conseguir y en un modelo que se olvida de los valores. Esta actividad deberá ser realizada no solo por los padres, sino también deberá ser tema de discusión constante en las escuelas por parte de los profesores como por el departamento psicológico de la institución educativa. Finalmente, si ya se ha detectado este trastorno, se debe mantener la calma para la búsqueda de soluciones; por ello, no se debe culpabilizar ni recriminar estas conductas. En estos casos, es importante buscar ayuda de especialistas, psicólogos y médicos según la etapa de la enfermedad, quienes evaluarán el problema para un tratamiento eficaz. En síntesis, la anorexia, término griego que significaba inapetencia, en su variante nerviosa no debe considerarse un capricho o una moda de adolescentes confundidas que están en pleno crecimiento. Es considerada, actualmente, como una enfermedad mental que se origina por una serie de factores interrelacionados y cuya consecuencia más grave, en el peor de los escenarios, es la muerte. Ante ello, no solo los padres y amigos, también la sociedad en su conjunto, colegio, Estado, empresas, deben preguntarse qué están haciendo para evitar o solucionar este problema, hasta qué punto son responsables con sus acciones o inacciones a que miles de adolescentes sufran en silencio encerradas en sus miedos. La complejidad del problema ha sido reseñada para que se comprenda y conozca y, sobre todo, para que se realicen acciones responsables e informadas. 2