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EL PODER DE ELEGIR (Mt 5, 17-37)
Lo más difícil de administrar en nuestra propia vida, es la LIBERTAD.
En el fondo, las cuestiones más difíciles que hoy por hoy enfrentamos en
todos los niveles, nos está indicando que estamos haciendo un mal uso de
nuestra libertad. Confundimos libertad con libertinaje. Pensamos que
somos más libres en la medida en que quitamos todo aquello que supone
límites, o códigos para observar. El hombre, que anhela su propia libertad
(sin más límites que la propia conciencia) está inclinado a rechazar todas
aquellas normas, o mínimas pautas, que vayan en contra de esa idea: yo
soy dueño de mi vida, de mi historia y de todo lo que pienso y realizo. ¿O
no es así? ¿No hay una práctica rebeldía del hombre contemporáneo a
todo lo que se le impone como ley?
El autor del Ben Sirach (Eclesiástico), nos recuerda el poder que hemos recibido del Creador. Él
nos ha dado un poder fascinante: el poder de elegir.
“Si quieres puedes guardar los
mandamientos; actuar con fidelidad es cuestión de tu propia elección”.
No podemos culpar a Dios de nuestras malas decisiones, de los pecados que cometemos. “Ante ti
pongo la vida y la muerte, lo que elijas te será dado”. Todo efecto tiene una causa; No existe
efecto sin causa.
“Elije la vida” no significa elige 80, 90 o 100 años; no significa elije el lujo, la pereza, el no hacer
nada, el dinero, la irresponsabilidad…”Elige la vida” significa: amar a Dios, caminar con Dios,
elegir a Dios, hacer el bien a los hermanos, tener entrañas de misericordia, ser agradecido hasta de
los más pequeños detalles que el Creador nos regala a cada instante.
Elegir la muerte no significa un ataque de corazón, un accidente o una bala perdida. Elegir la
muerte significa elegir la idolatría en sus mil formas, adorar las criaturas.
Jesús, en el Evangelio (Mt 5, 15), pone sangre y carne al hueso de la realidad. En las diez palabras,
los diez mandamientos, se dice: no matarás, no cometerás adulterio, no dirás falso testimonio… Es
lo mismo que si nos dijera: sí a la vida, sí a la fidelidad, sí a la autenticidad, a la coherencia.
“Han oído que se dijo a los antiguos: no matarás…pero yo os digo…” Jesús habla a la profundidad
de nuestra vida, a lo que nadie ve, a nuestro interior. La superficie la vemos todos. La suciedad de
nuestras calles la vemos todos… Lo que no vemos es el corazón de las personas, las razones por las
que muchos hermanos eligen la muerte, eligen su destrucción y se despreocupan de todo.
Jesús habla de lo que no vemos, habla del interior. No habla del asesinato que todos vemos, habla
de esa emoción anterior al asesinato, habla de la ira, quiere entrar en nosotros y cortar de raíz la
actividad inmoral, liberarnos del pecado interior para eliminar el pecado exterior.
Si eliges la vida, eliges a Cristo. La Vida con mayúscula. ¿Disfrútala!
Pbro. César Buitrago