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DOMINGO VI. TIEMPO ORDINARIO Excmo. Cabildo Catedral y Diácono, queridos hermanos y hermanas. Las lecturas de hoy son complejas, pero son esenciales para la vida cristiana. Nos hablan de tres elementos que están encadenados entre sí. Nos habla de la libertad, la primera lectura, nos habla de una sabiduría para dirigir la libertad, la segunda lectura, y nos habla de una plenitud que va mucho más allá de la ley mosaica, cuando el Señor emplea toda su autoridad. Hoy hemos leído tres antítesis que se llaman, leeremos dos más el próximo domingo, que están en el contexto del sermón de la montaña, donde el Señor se sienta como los maestros, se sentó, dice San Mateo, les relato las bienaventuranzas y hoy hemos escuchado que nos decía Jesús, “Se os dijo” que tal, pero yo os digo, yo os digo. El Señor usa en primera persona su autoridad, porque son elementos esenciales los que están en juego. La primera lectura del Libro Eclesiástico escrito dos siglos a. C., un libro sapiencial, nos ha dicho algo muy importante, si quieres guarda los mandamientos y si no quieres no los guardes, si quieres guardaras los mandamientos, pongo ante ti fuego y agua, pongo ante ti muerte y vida, cada uno que escoja. Me parecen palabras muy fuertes, El Señor no nos obliga, nos deja libres, respeta absolutamente nuestra libertad, somos imagen y semejanza suya, pongo ante ti la vida y la muerte, elige. Démonos cuenta en último término, que estamos en manos de Dios, pero podemos no ponernos en manos de Dios, en último término la vida está en nuestras manos, la vida es fruto de nuestras elecciones, somos según lo que hemos elegido, y estamos eligiendo desde que suena el despertador por la mañana, suena el despertador, me levanto o no, me encuentro con la gente de casa, estoy de buen humor o estoy taciturno, me voy a trabajar, hago las cosas con responsabilidad, hago las cosas ofreciéndolas a Dios, con perfección, bien hechas, o que pase el tiempo, ya tocará el timbre para salir, me encuentro con gente necesitada, con pobres, con enfermos, que les atienda caritas ya doy yo una limosna de vez en cuando. Nuestra vida está tejida de nuestras elecciones, nuestra vida depende de lo que hemos elegido ser, por eso El Señor dice, te pongo delante la vida o la muerte, elige, dice, pero a cada uno le darán lo que escoja, cada uno será lo que ha escogido. Ante esto aparece un sentimiento de pequeñez, Señor enséñame a elegir bien, educa mi libertad, una palabra que hoy es anticultural educar la libertad, sí señor, edúcame la libertad, que aprenda a elegir bien. Y aquí viene la segunda lectura, el don de sabiduría, nos ha dicho San Pablo “Hermanos nosotros hablamos de una sabiduría que no es de los príncipes de este mundo”. ¿Cuál es la sabiduría de los príncipes de este mundo?, pues es la del poder, es la del tener, es la del aparentar, y, ¿que produce esa sabiduría?, produce las injusticias, produce las hambrunas, produce las muertes, produce lo que dice el Papa está descarte, esta cultura del descarte, tanto vales, cuánto tienes, cuanto aparentas, tanto poder tienes. Nosotros no predicamos esta sabiduría, dice, predicamos una sabiduría que es divina, que es misteriosa, que es escondida, que revela lo que en el ojo vio, ni el oído oyó, y el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman, es decir la sabiduría es el don del Espíritu Santo que tiene que ver con el amor, la sabiduría nos enseña a amar, por tanto nos enseña a elegir bien, ya lo ponían de relieve los padres de la iglesia, Santo Tomás mismo decía que, “El don del Espíritu Santo de la sabiduría es el don que conviene a la caridad”, la sabiduría nos ilumina para amar bien, por tanto, para elegir bien, muchas veces hablamos de una sociedad, de una cultura, de la información, del conocimiento, de la ciencia, Dios mío, qué bien nos vendría una cultura de la sabiduría, de la sabiduría de verdad, para elegir lo que es el bien, para edificar una ciudad grande donde todos quepan, y para que podamos cumplir aquello que El Señor nos ha dicho, El Señor nos trae una plenitud, “Yo no he vendido a abolir la ley” dice Jesús, he venido a llevarla a una plenitud mucho más allá de lo que pensáis. Cuando elegimos bien, según el don de sabiduría, seremos capaces de hacer lo que nos pide El Señor. Nos ha dicho hoy esas tres antítesis, sabéis que se os dijo no matarás, pero yo te digo ni siquiera insultes a tu hermano, voy mucho más allá no sólo matar físicamente, no lo mates en tu mente, no lo mates con tu lengua, ama a tu hermano. Se os ha dicho no cometerás adulterio, yo os digo el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha cometido adulterio en el corazón, no sólo es lo externo, limpia tu interior, vive con la luz De Dios. Se os ha dicho no juraras en falso, yo os digo a vosotros os basta decir sí o no, nada más, ciertamente cuando escuchamos esto nos damos cuenta que es algo que conviene al corazón, nuestro corazón se ilumina Señor, es verdad cuánto me gustaría ser así, cuánto me gustaría no juzgar al otro, cuánto me gustaría no desear aquello que sé que hace daño y me hace daño, cuánto me gustaría ser veraz, tener un corazón transparente, tener un corazón sencillo, que pueda elegir bien Señor. Eso es lo que pedimos hoy, el don de sabiduría para poder vivir lo que El Señor nos pide, bienaventurados los pobres, los sencillos, los pacíficos, los que trabajan por la paz, los limpios de corazón, Señor dame la sabiduría para que elija esto, para que mi corazón se ilusione con esto, y podemos construir un mundo según tu sabiduría, un mundo fraterno, el mundo del amor. Hoy estamos celebrando la jornada de manos unidas, como sabéis hace sesenta años las mujeres de acción católica, gritaron “vamos a plantar cara al hambre”, “declaramos la guerra al hambre” dijeron aquellas santas mujeres, hace 60 años y entonces se fundó lo que es manos unidas, esta organización de la iglesia, que se dedica precisamente a aliviar las hambrunas, las enfermedades, las carencias de tantos hermanos. Pues hoy unamos nuestras manos en esta comunión de Dios, que nos hace fuertes para luchar contra aquello que violenta la dignidad humana, como es el hambre, como es la injusticia, como es el descarte. Hoy seamos generosos en esta ayuda a tantos proyectos, para aliviar un poco los sufrimientos de tantos hermanos nuestros. También hoy está con nosotros el grupo de Comunión y Liberación de la diócesis, celebran el aniversario de la fundación de este movimiento, y también del fallecimiento del fundador D. Luigi Giussani, él abrió un camino en la Iglesia, un camino precisamente que es un método para el encuentro con El Señor, para verle presente en nuestra vida, para hacer inteligible el mensaje que Él nos ha traído que se encarna, en la realidad humana. Pidamos también porque los carismas y ministerios de la iglesia sean luz para nuestro caminar, lo pedimos esta tarde por intercesión de la virgen María. Que así sea. + Mario Iceta Gabicagogeascoa Obispo de Bilbao