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Cartas
que tú no leerás
Rogelio Cenalmor Ramos
Dibujos:
Ana SCHECK YUSTI
MATILDE CENALMOR
Prólogo
Por José Filgueira Valverde
• En mis sesenta y cinco años de publicaciones
literarias, he escrito muchos prólogos; algunos
para presentar creaciones poéticas, los más
como introducción a obras eruditas, de
discípulos, de compañeros e incluso de
insignes maestros. Pero… este encargo rompe
los moldes. Por primera vez no es mi ufanía, ni
el prestigio del autor, ni los valores lo que
priman, sino una hondísima emoción que llega
Sino una hondísima emoción que llega
a trabar las palabras. Cenalmor Ramos
• Nos entrega un libro escrito con el corazón y de corazón habría que
escribir el liminar.
– Al recibir el encargo me puse a inquirir el por qué de haber sido yo
elegido para unir mi nombre de viejo aprendiz de historiador a una
obra de tan a una obra de tan sutiles matices. Es como escoger un
rudo cacharro y no un vidrio veneciano para soporte de una rara flor.
Quizás, pensé, por la vieja amisad, por vínculos de parentelas, por mi
heredada presencia, en las obras protectoras de la infancia, en los
“Congresos de Familia”, en las jornadas iniciales de ASPANAES… No. Si
hay algo que pueda justificar mi presencia es el haber publicado, en
los umbrales de la vida universitaria “Os Nenos”, acercándome a ellos
con ese amor que es línea conductora en las páginas que vais a leer.
Con la diferencia radical de que yo fingía recuerdos biográficos de
otros y Cenalmor nos da confesiones personales dictadas por las
vivencias de es única hija “que nunca podrá leerlas”, pero que ha
Que ha recibido desde el primer momento, el
“abrazo”-recordad a Zaslov y Nelche•
de unos padres que han sabido también convertir ese cariño
conductor, liberador, hacia el ser que más lo necesita, es un
factor de la propia perfección, trasmutando, positivamente lo
que, con otra actitud, hubiera sido un desesperado dolor
irremediable.
La alquimia en que se basa esa sublimación tiene una base
religiosa, que ha venido aquí a vivificar y a dar versión
esperanzadora a los procesos codificados por los psicólogos
y a los tratamientos puestos por los terapéutas, en la
“Ciencia Novísima” del conocimiento del hombre.
El libro tiene, por tanto, un valor ejemplar, e iluminará el rumbo
de quienes no han podido sublimar esas dolorosas
situaciones familiares. Estáis, pues, en presencia de un
activo compromiso y no de una reacción negativa, ni de un
pasivo conformismo. Recibido como un mensaje.
Desde el primer momento de la desilusión inicial -¡mongólica!Rogelio y María Victoria van registrando, con profunda
ternura, los hitos de una vida que la fe ha hecho felices.
Añadamos que Cenalmor, en medio de sus tareas de letrado y de
los ajetreos de regidor de su ciudad, no olvidó que su experiencia
sería estéril sino alcanzase su proyección social, comunitaria.
• Este sentido de cristiana solidaridad le hizo ver
que los principios de la Declaración de Beirut
de 1963 (capital del Líbano) no podían
quedarse en letra muerta y que el niño no sólo
tiene un “derecho incondicional a la vida”
cualquiera que sea su deficiencia, “sino que es
necesario también preparar y ayudar a sus
familiares para acogerlo, evitar las fórmulas
peyorativas que puedan herirle, prestarle una
solicitud, superior y prioritaria a la del normal,
Prestarle una solicitud, superior y prioritaria a la del normal,
añadiendo las posibilidades de educabilidad y de perfectibilidad,
en la existencia de instituciones especializadas
•
•
.
Por ello, hombre de acción, propició la “Asociación de Padres de Subnormales” y su “Colegio de
Nuestra Señora de Chamorro”, así como el de “Educación Especial Carmen Polo”.
Por último, sin querer empañar estas líneas cordiales con reflexiones de crítica literaria, debo
subrayar las calidades artísticas de la prosa de Cenalmor Ramos y su hábil capacidad para
adentrarse por la paradoja que subyace en las situaciones afrontadas. Y, aunque nos interese la
experiencia humanitaria que la familia sabe afrontar no podemos dejar de subrayar la atracción
estética que el modo de relatarla, servido con acierto por las ilustraciones de Ana Scheck y de Matilde
Cenalmor, hermana del autor. Destaquemos páginas ciertamente antológicas como “Anécdota dulce”
o la caracola rota”. La primera merece ser confrontada con las reflexiones de Castelao ante el “Cristo
de la Borriquita” de una iglesia alemana, reproducido graciosamente en su “diario”. La segunda me
ha sugerido la interpretación de una página del “Calixtino” cuya simbología no ha sido desvelada por
los comentaristas. Dice: “se cuenta que siempre que la melodía de la caracola de Santiago que suelen
llevar los peregrinos resuena en los oídos de las gentes, se acrece en ellos la devoción de la fé, se
rechazan las insidias del enemigo…”Cada uno puede interpretar a su manera el son de la caracola.
La clave está en saber percibir el sentido, escuchando la voz interior. La verdadera sabiduría está en
intuir destinos que parecen inexcrutables. Puede quebrarse la caracola, pero nos queda, como un
penetrante aroma, el recuerdo de ese rumor “hondo y lejano”, que puede hacernos creer que estamos
al lado del vivificante mar, aunque llevemos al oido nuestra caracola, muy tierna adentro, en soledad
esteparia.
– En vuestras manos tenéis el testimonio de que en una vida rota puede resonar y ser escuchada la
voz del Espíritu.
INTROITO
• Cuando “Cartas que tu no leerás” están introducidas en un sobre,
franqueadas y en espera de ser echadas al buzón, me asalta la inquietud
de que tal vez no haya tenido el acierto de haber contado como es
realmente mi hija Susana y la hondura de su cariño, y que gracias a ella en
mi casa se vive en clima de comprensión y amor.
• Pero ya surgió la olvidada palabra que a vía de introducción precisaba esta
obrita. GRACIAS muy sinceras al Profesor y amigo Filgueira Valverde, por el
hermoso prólogo con que se arropan mis cartas, y por su prueba de
humildad al no rechazar poner su nombre prestigioso al lado de un neófito
que publica –aún cuando en el viejo baúl conserva otros varios sus
primeros escritos.
• Y mil GRACIAS también a Ana Scheck por sus bellos e ingénuos dibujos el
que sirve de pórtico al libro –el que sirve de pórtico al libro- y los siete que
preceden a las primeras cartas- que tiene el candor de los niños-ángeles.
Y a mi hermana Tilde que dibujó con acierto y precisión las últimas
ilustraciones que van desde el atril de la iglesia, tan querida hasta la hora
postrera, en que el reloj marca las doce y el cirio se consume y apaga.
– Y GRACIAS a ti lector amigo, si pones benevolencia en su lectura.
Cartas que tu no leerás
• Ser creador al par de Dios. ¡Cuánta grandeza y
que poco agradecimiento. Debíamos levantar los
ojos al Cielo y decirle humildemente: Gracias
porque en mí también se cumplió tu palabra”.
• Mirando al cielo y en silencio –que es otra forma
de rezar- le dí en mi corazón las gracias al Señor:
había nacido mi primer hijo, tú, Susanita, la niña
que iba a sellar para siempre mi vida con una cruz
de comprensión, de ternura y tolerancia.
Nacimiento de Susi
Mirando al cielo y en silencio –que es
otra forma de rezar- le dí las gracias al
Señor: había nacido mi primer hijo, tú,
Susanita, la niña que iba a sellar para
siempre mi vida con una cruz de
compresión, de ternura y tolerancia.
En el interior de mi ser hubo música
de campanillas, de risas y de llágrimas.
Nuestra sangre y nuestras caricias eras
tú, un cuerpecito blando, unos ojos
claros y archinados y una lengua que
se asomaba curiosa a la vida. Detalles
que yo estimaba muy graciosos pero
que tienen valoración médica
alarmante.
Mamá te tenía a su lado,
pegadita a tu corazón, trasfundíéndote
calor y amor.. Si, yo creo que fue un
milagros fenómeno de ósmosis:
• Así como dos líquidos separados
por un cuerpo se trasmiten sus
cualidades, mamá ya desde
entonces te llenó de dulzura y de
amor haciendo que en ti vivan
en manantial inagotable.
• Médico, comadrona y familia:
ojos sin imágenes, miradas
huidizas, prisas , miradas
huidizas, prisas y correr, como
sin con movimientos …y silencio,
se pudiera auyentar la congoja.
Y a nosotros en el alma, nos
cantaban las campanillas de la
dicha…
Era una noticia dramática. La gente lo sabía por ese periódico
sin páginas… por ese periódico que se dice pero que no se
escribe nunca
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Nosotros lo supimos al cabo de unos días, con palabras que huelen a formol y a hospital,
con términos doctorales que dejan seca el alma. Cromosoma 21, síndrome de Down,
mongolismo… ¡Que nombres tan feos e inapropiados para ti, nuestra niñita del alma!.
Eran palabras que teníamos que tragar y aprender, para acallar aquellas que se prestaban a
tomar vida en nuestros labios: primor, lucero, cielo, corazón y alma.
Yo hice entonces una silenciosa promesa que he de cumplir mientras viva la de poder
mirarme en tus ojos sin vergüenza. ¿Saben el alcance y compromiso que supone esto de
poder verme así en tus ojos? Es ser siempre fiel y leal sin fisuras ni concesiones y pedir al
Señor tu ayuda para que sepa respetar a los pobres, a los débiles, a los que no tienen ni
ansían nada, a los que portan una mochila vacía de sueños y de obras.
Tagore el poeta, escribió un día con toda su delicada ternura:
“Madre, tu niña es una tonta. ¡Que simple es la pobre! ¡No sabe distinguir las luces de la
calle de las estrellas!”.
Si jugamos a comer chinitas, se cree que son comida de verdad y quiere tragárselas. Si le
pongo mi libro delante y le digo que tiene que aprender el “a b c”
Raja las hojas y luego berrea de alegría como si hubiera hecho una gran cosa. Le regaño
entonces sacudiendo la cabeza y le digo que es muy mala… Y vuelve a reir, y se cree que
estamos jugando a un juego muy divertido!.
Mi padre se confiesa en público, pero sin culpa alguna ¿Es que
hay que pedir perdón por nacer? NO.
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Si, tú eras eso, mi niña querida, pero también unos ojos claros, unas gotas de rocío en mi
sediento corazón, unas manos pequeñas y suaves capaces de lavar mi alma de pecados.Para los
demás tal vez no seas nada: una vida sin planes ni futuro, unas gotas de rocío en mi sediento
corazón, unas manos pequeñas y suaves capaces de lavar mi alma de pecados.
Para los demás tal vez no seas nada: una vida sin planes ni futuro una obra baldía, un dolor y
una penitencia permanente. Pero para nosotros, tus padres, eras fuente y sendero. Fuente de
amor. Sendero de proyectos. Y ahora, al cabo de los años, aquietada la tormenta del
sufrimiento y de las lágrimas, cuando ya los vientos y las aguas siguen serenamente sus
caminos, eres también alegría y luz. Y hemos de demostrar a todos que no hay nada pequeño ni
insignificante que en el trance grande y misterioso, cuando se hace inventario de la vida,
cuando se rompen todos los relojes, cuando ya no son ni los días ni las noches, al acudir a la
presencia del Señor…tus manos no llegarán vacías.
Las palabras y la inteligencia que tú no tienes, las pondremos nosotros, porque son piezas
necesarias para armar la arquitectura de los sueños. Pero tus ojos de ángel sin pecado, tus
movimientos sin gracia y sin sentido, tus manitas que acarician suavemente con amor, todo eso
lo pusiste tú y fue motor de nuestra obra.
Teresita de Lisieux, impresionada por la doctrina del cuerpo místico de Cristo, abrumada, en su
santa humildad, por su falta de fortaleza y cualidades, exclamó con alegría al descubrir al fin su
destino: ¡Ea, pues seré la que ama!. Yo seré el corazón!.
Pues esto es lo que eres tú , Susanita, en mi vida: el corazón la cuna de mis sueños, y de mis
buenos propósitos y obras.
Te quiere y besa una y mil veces:
• PAPÁ.
Tus manos
no llegarán vacias
– A mis 41 años recién estrenados fuí nombrado alcalde de mi
pueblo y por razón del cargo llegaron a mi muchas peticiones y
lágrimas de padres que se hallaban angustiados pensando en el
hoy y en el mañana de sus hijos subnormales. Eran tantas las
personas que demandaban soluciones y consuelo, que me
parecía un verdadero pecado permanecer de mero espectador
de la tragedia. Pensaba, con nuestros clásico. “que los cetros
piden más sudor que los arados, y sudor teñido de las venas.
– Pero además estabas tu, mi hija querida, para acuciarme a
intervenir activamente en el drama palpitante, ya que el drama
del destino, me había reservado papel de protagonista.
– Algunos casos eran realmente impresionantes. Los más de los
padres sabían estar a la altura de las circunstancias. ¡Pero
otros…!¿Para que contar tantas degradaciones y miserias
cuando la mayoría eran producto de la ignorancia?.