Download 8 - UCA
Document related concepts
Transcript
FACULTAD DE TEOLOGÍA Epistemología Selección de textos Unidad 1 1. Nada iguala la ignorancia de los filósofos modernos en cuestiones de ciencia, excepto la ignorancia de los científicos modernos en cuestiones de filosofía. E.GILSON Science, Philosophy and Religious Wisdom (cit.en S.Jaki Ciencia, fe, cultura p.103 nota 19) 2. Que a cada ciencia como tal, es decir, como la ciencia que ella es, le resultan inaccesibles sus conceptos fundamentales y lo que éstos abarcan, está en relación con la circunstancia de que ninguna ciencia puede jamás enunciar nada acerca de sí con sus propios recursos científicos... Qué sea la matemática, no se puede jamás establecer matemáticamente; qué sea la filología, no se puede jamás resolver filológicamente; qué sea la biología, no se puede decir jamás biológicamente... lo que una ciencia sea, ya como pregunta deja de ser pregunta científica. M.HEIDEGGER Nietzsche (cit. por A.Carpio en Principios de filosofía) 3. Sin la creencia de que es posible captar la realidad mediante las teorías que construimos, y sin la creencia en la armonía interna de nuestro mundo, no sería posible la ciencia. Esta creencia es, y siempre lo será, la causa fundamental de toda creación científica A.EINSTEIN (cit.en S.Jaki Ciencia, fe, cultura p.122) 4. Cuando hacemos un razonamiento partimos de las premisas para llegar a las conclusiones; no podemos empezar sin premisas; [...] debemos creer que tenemos un sentido interior de los valores que nos indica aquello a lo que debemos dar importancia; de otro modo, no podemos empezar ni siquiera nuestro estudio del mundo físico... Muy al principio hay algo que se podría describir como un acto de fe, un convencimiento de que lo que nuestros ojos nos van a mostrar es importante. A.EDDINGTON (cit.en S.Jaki Ciencia, fe, cultura p.123) 5. Los científicos creen liberarse de la filosofía ignorándola o insultándola. Mas dado que sin pensamiento no avanzan y para pensar tienen necesidad de determinaciones de pensamiento -y así aceptan inconscientemente estas categorías del sentido común de las personas cultas, dominadas por los residuos de una filosofía hace mucho tiempo desaparecida, o de aquel poco de filosofía que han escuchado obligatoriamente en la universidad (que además de fragmentaria, es una mezcolanza de las concepciones de personas pertenecientes a las escuelas más diversas, y a menudo peores) o de la lectura acrítica y asistemática de escritos filosóficos de toda especie- no son en efecto menos esclavos de la filosofía, mas lo son la mayor parte de las veces, por desgracia, de la peor: y aquellos que más insultan a la filosofía son precisamente esclavos de los peores residuos vulgarizados de la peor filosofía. F.ENGELS (cit. por L.Geymonat Límites actuales de la filosofía de la ciencia Barcelona, Gedisa, 1987 p.59) Unidad 2 Una seudociencia es un montón de macanas que se vende como ciencia. Ejemplos: alquimia, astrología, caracterología, comunismo científico, creacionismo científico, grafología, ovnilogía, parapsicología y psicoanálisis. Una seudociencia se reconoce por poseer al menos un par de las características siguientes: -Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, superego, creación divina, destino, memoria colectiva y necesidad histórica. -Es crédula: no somete sus especulaciones a prueba alguna. Por ejemplo, no hay laboratorios homeopáticos ni psicoanalíticos. […] -Es dogmática: no cambia sus principios cuando fallan ni como resultado de nuevos hallazgos. No busca novedades, sino que queda atada a un cuerpo de creencias. […] -Rechaza la crítica, matayuyos normal en la actividad científica, alegando que está motivada por dogmatismo o por resistencia psicológica. Recurre pues al argumento ad hominem en lugar del argumento honesto. -No encuentra ni utiliza leyes generales. […] -Sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Por ejemplo, la telequinesis contradice el principio de conservación de la energía. […] -No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha. En particular, ni psicoanalistas ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la astrología es la excepción, ya que emplea datos astronómicos para confeccionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias propiamente dichas forman un sistema de componentes interdependientes. -Es fácil: no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Por ejemplo, quien pretenda investigar los mecanismos neurales del olvido o del placer tendrá que empezar por estudiar neurobiología y psicología, dedicando varios años a trabajos de laboratorio. En cambio, cualquiera puede recitar el dogma de que el olvido es efecto de la represión, o de que la búsqueda del placer obedece al «principio del placer». Buscar conocimiento nuevo no es lo mismo que repetir o siquiera inventar fórmulas huecas. -Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico: no busca la verdad desinteresada. Ni admite ignorar algo: tiene explicaciones para todo. Pero sus procedimientos y recetas son ineficaces por no fundarse sobre conocimientos auténticos. Al igual que la magia, tiene aspiraciones técnicas infundadas. -Se mantiene al margen de la comunidad científica. Es decir, sus cultores no publican en revistas científicas ni participan de seminarios ni de congresos abiertos a la comunidad científica. Los científicos, en cambio, someten sus ideas a la crítica de sus pares: someten sus artículos a publicaciones científicas y presentan sus resultados en seminarios, conferencias y congresos. […] Las seudociencias son como las pesadillas: se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia. Pero mientras tanto infectan la cultura y algunas de ellas son de gran provecho pecuniario para sus cultores. Por ejemplo, un psicoanalista latinoamericano puede ganar en un día lo que su compatriota científico gana en un mes. Lo que refuta el refrán «no es oro todo lo que reluce». M.BUNGE La Nación 19 de febrero de 2001 Unidad 3 1. Creemos saber algo de una manera absoluta, y no según el modo sofístico de una manera accidental, cuando creemos conocer la causa por la que la cosa es, que esta causa es la de la cosa y que no es posible que la cosa sea de otro modo que como es. ARISTÓTELES Segundos Analíticos I, 2 2. Estas largas cadenas de razones completamente simples y fáciles, que los geómetras suelen emplear para llegar a sus conclusiones mas difíciles, me habían dado ocasión de imaginar que todas las cosas que pueden caer bajo el cumplimiento de los hombres se siguen unas de otras de igual manera y que, solo con tal de abstenerse de recibir como verdadera alguna que no lo sea y que se conserve siempre el orden necesario para deducirlas unas de otras, no puede haber ninguna tan alejada a la que por fin no lleguemos, ni tan oculta que no la descubramos. R.DESCARTES Discurso del método 2º parte 3. Hay hombres que no admiten más demostraciones que las de las matemáticas; otros no quieren más que ejemplos; otros no encuentran mal que se invoque el testimonio de los poetas. Los hay, por último, que exigen que todo sea rigurosamente demostrado; mientras que otros encuentran este rigor insoportable, ya porque no pueden seguir la serie encadenada de las demostraciones, ya porque piensan que es perderse en futilidades. Hay, en efecto, algo de esto en la afectación de rigorismo en la ciencia. Así es que algunos consideran indigno que el hombre libre lo emplee, no sólo en la conversación, sino también en la discusión filosófica. Es preciso, por lo tanto, que sepamos ante todo qué suerte de demostración conviene a cada objeto particular; porque sería un absurdo confundir y mezclar la indagación de la ciencia y la del método, dos cosas cuya adquisición presenta grandes dificultades. No debe exigirse rigor matemático en todo, sino tan sólo cuando se trata de objetos inmateriales. Y así, el método matemático no es el de los físicos, porque la materia es probablemente el fondo de toda la naturaleza. Ellos tienen, por lo mismo, que examinar ante todo lo que es la naturaleza. De esta manera verán claramente cuál es el objeto de la física, y si el estudio de las causas y de los principios de la naturaleza es patrimonio de una ciencia única o de muchas ciencias. ARISTÓTELES Metafísica II, 3 Unidad 4 1. Lo que dio lugar a que los que afirman las ideas como esencias universales las reunieran así en un solo género, fue que no atribuyeron la misma sustancia a los objetos sensibles. Creían que los objetos sensibles están en un movimiento perpetuo, sin que ninguno de ellos persista; pero que fuera de estos seres particulares, existe lo universal, y que lo universal tiene una existencia propia. Sócrates... se ocupó de lo universal en sus definiciones; pero no lo separó de los seres particulares, y tuvo razón en no separarlo. Una cosa resulta probada por los hechos, y es que sin lo universal no es posible llegar hasta la ciencia; pero la separación de lo general de lo particular es la causa de todas las dificultades que lleva consigo el sistema de las ideas. ARISTÓTELES Metafísica XIII, 9 2. Lo propio de[l intelecto humano] es conocer la forma que existe individualmente en una cierta materia corporal, pero no en cuanto se da en tal materia. Ahora bien, conocer lo que se da en la materia individual, no en cuanto se da en tal materia, es abstraer la forma de la materia individual representada por las imágenes. Y por eso es preciso decir que nuestro intelecto entiende las cosas materiales abstrayendo de las imágenes. Y por medio de las cosas materiales así consideradas llegamos a una cierta captación de lo inmaterial. Suma Teológica I, 85, 1 3. La naturaleza de la piedra o de cualquier cosa material no se puede conocer completa y verdaderamente sino en cuanto se conoce como existente en el particular. Aprehendemos lo particular por los sentidos y la imaginación; por lo tanto, para que el intelecto entienda en acto su objeto propio, es necesario que se vuelva a la imagen, para contemplar la naturaleza universal existente en el particular. Comentario al Libro sobre el alma III, l.7 4. Es evidente que lo general y lo universal no pertenece ala existencia real de las cosas sino que son invenciones y criaturas del entendimiento, hechas por El para su propio uso y con referencia solo a signos, sean palabras o ideas. Las palabras son generales, aplicándose así, indiferentemente, a muchas cosas particulares; y las ideas son generales cuando se establecen como representantes de muchas cosas particulares; pero la universalidad no pertenece a las cosas mismas, pues son todas particulares en su existencia, incluso aquellas palabras e ideas que en su significación son generales. Cuando, por lo tanto, abandonamos las cosas particulares, las generales que quedan son tan solo criaturas que nosotros hacemos; su naturaleza general no es sino la capacidad que se les adjudica, por el entendimiento de significar o de representar varias cosas particulares. Su significación es una relación que les añade la mente humana. J.LOCKE Ensayo sobre el entendimiento humano libro III, capítulo 2, párrafo 11. 5. Lo contingente puede tomarse, en primer lugar, en cuanto contingente. En segundo lugar, en cuanto hay allí alguna necesidad, pues nada es hasta tal punto contingente que no tenga en sí algo necesario. Como que Sócrates corra es en sí mismo contingente, pero la relación del correr al movimiento es necesaria, y así es necesario que Sócrates se mueva si corre. Mas cualquier cosa es contingente en razón de la materia, ya que contingente es lo que puede ser y no ser, pero la potencia corresponde a la materia. La necesidad, en cambio, se sigue de la forma, pues lo que deriva de la forma se da con necesidad. Pero la materia es principio de individuación, mientras lo universal se toma por abstracción de la forma a partir de la materia particular. Ahora bien, el objeto propio y directo del entendimiento es lo universal. El sentido en cambio se refiere a lo singular, que el intelecto capta en cierto modo e indirectamente. Y así pues lo contingente, en cuanto tal, se conoce directamente por medio de los sentidos, e indirectamente por el intelecto. Mas las razones universales y necesarias de lo contingente se conocen por el intelecto. Por lo tanto, si se atiende a las razones universales, todas las ciencias versan sobre lo necesario. Si en cambio se atiende a las cosas mismas, entonces algunas ciencias se ocupan de lo necesario y otras de lo contingente. Suma Teológica I, 86, 3 6. La investigación no siempre se da con certeza. De donde acerca de aquello que se investiga se requiere una fundamentación estricta para obtener certeza. Así como en las cosas naturales, en aquello que obra del mismo modo en la mayoría de los casos, se alcanza un cierto grado (porque cuanto más firme es la virtud de la naturaleza tanto más raro es que no alcance su efecto), así también en el proceso de la razón que no se da con absoluta certeza se alcanza un cierto grado, según que se acerque más o menos a la certeza plena. Comentario a los Segundos Analíticos II, l.1 n.6 7. Debemos ver el estado presente del universo como el efecto de su estado anterior y como la causa del que va a seguir. Una inteligencia que en un momento dado conociera todas las fuerzas de las que la naturaleza está animada, y la situación respectiva de los seres que la componen, si además fuera tan vasta como para someter a estos datos al análisis, abrazaría en la misma fórmula, los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del más ligero átomo: nada sería incierto para ella, y el porvenir tanto como el pasado estarían presentes a sus ojos. P.LAPLACE Tratado analítico de las probabilidades Introducción 8. Hay que admitir como un axioma experimental que en los seres vivientes, lo mismo que en los cuerpos inertes, las condiciones de existencia de todo fenómeno están determinadas de una manera absoluta. Lo que quiere decir, en otros términos, que una vez conocida y cumplida la condición de un fenómeno, el fenómeno debe reproducirse siempre y necesariamente a voluntad del experimentador. La negación de esta proposición sería nada menos que la negación de la ciencia misma. En efecto, como la ciencia no es más que lo determinado y lo determinable, se debe forzosamente admitir como axioma que en condiciones idénticas todo fenómeno es idéntico, y que tan pronto como las condiciones no son ya las mismas, el fenómeno cesa de ser idéntico... El sentimiento del determinismo absoluto de los fenómenos de la vida lleva... a la ciencia real, y nos da una modestia que resulta de la conciencia de nuestros escasos conocimientos y de las dificultades de la ciencia. A su vez, este sentimiento es el que nos incita a trabajar para instruirnos, y en definitiva, es a él solamente al que la ciencia debe todos sus progresos. C.BERNARD (extraído de J.Pi Sunyer El pensamiento vivo de Claude Bernard p.13) Unidad 5 Alguna ciencia es sólo especulativa, y alguna es sólo práctica; y alguna es en parte especulativa y en parte práctica. Para probarlo, hay que saber que alguna ciencia puede ser llamada especulativa de tres maneras. 1) Primero, por parte de lo conocido, en cuanto que no puede ser cambiado por el que lo conoce: es lo que sucede con la ciencia que el hombre tiene de lo natural o de lo divino. 2) Segundo, por el modo de conocer. Ejemplo: cuando un arquitecto analiza una casa definiendo, dividiendo y considerando los principios universales que le son aplicables. Esto es factible considerándolo especulativamente, no porque sea factible; pues factible es aquello a cuya materia se le aplica la forma; y no la reducción de los componentes a principios formales universales. 3) Tercero, por el fin. Pues, tal como se dice en el III De Anima: El entendimiento práctico se distingue del especulativo en el fin. Pues el entendimiento práctico está ordenado al fin de la acción; mientras que el entendimiento especulativo tiene por fin el encuentro de la verdad. Por eso, cuando un arquitecto piensa cómo puede ser construida una casa, no para construirla, sino para saberlo, con respecto al fin estará ante una consideración especulativa aun cuando sea factible. Así, pues, la ciencia que analiza especulativamente lo conocido, es sólo especulativa. La que lo analiza según el modo o según el fin, en parte será especulativa y en parte práctica. Y cuando está ordenada al fin de la acción, será exclusivamente práctica. Suma Teológica I, 14, 16. Unidad 6 1. Dos son las maneras como interviene la razón para explicar una cosa: de un modo, para probar suficientemente alguna tesis, así como en las ciencias naturales se dan razones suficientes para probar que el cielo se mueve con velocidad uniforme. De otro modo, se alegan razones, no como suficientes para probar una tesis, sino tales que, supuesta esa tesis, muestra su congruencia con los efectos subsiguientes, y de este modo se habla en astronomía de excéntricas y de epiciclos, porque hecha esa suposición se pueden explicar las apariencias sensibles de los movimientos del cielo; y sin embargo esta razón no es demostrativa, porque tal vez pudieran explicarse también a partir de otra hipótesis. Suma Teológica I, 32, 1 ad 2m 2. Tal parece ser la manera como se produce la generación en las abejas, si consideramos no sólo la teoría, sino también los fenómenos que parecen darse en ellas. Sin embargo, estos fenómenos no han sido observados suficientemente; si un día lo son, entonces será necesario dar crédito a la evidencia proporcionada por los sentidos, más bien que a las teorías, y a las teorías solamente en la medida en que concuerdan con los hechos observados. ARISTÓTELES La generación de los animales III, 10 3. La razón que impide abarcar correctamente el conjunto de las concordancias es la insuficiencia de la experiencia. Es por eso que quienes viven en mayor intimidad con los fenómenos de la naturaleza son igualmente más capaces de plantear principios fundamentales que permitan una amplia concatenación. En cambio, los que abusan de los razonamientos dialécticos apartados de la observación de los hechos, sin disponer más que de un pequeño número de constataciones, se pronuncian con demasiada facilidad. ARISTÓTELES Sobre el cielo III c.2 4. Cuando Galileo hizo rodar sobre un plano inclinado las bolas cuyo peso había señalado, o cuando Torricelli hizo que el aire soportara un peso que él sabía igual a una columna de agua que le era conocida, o cuando más tarde Stahl transformó metales en cales y éstas en metal, quitándole o volviéndole a poner algo, puede decirse que para los físicos apareció un nuevo día. Se comprendió que la razón sólo descubre lo que ella ha producido según sus propios planes; que debe marchar por delante con los principios de sus juicios determinados según leyes constantes, y obligar a la naturaleza a que responda a lo que le propone, en vez de ser esta última quien la dirija y maneje. De otro modo no sería posible coordinar en una ley necesaria observaciones accidentales que se han hecho al azar, sin plan ni dirección, cuando precisamente es lo que la razón busca y necesita. La razón se presenta ante la naturaleza, por decirlo así, llevando en una mano sus principios (que son los únicos que pueden convertir en leyes a los fenómenos que concuerdan entre sí), y en la otra las experiencias que por esos principios ha establecido; haciendo esto, podrá saber algo de ella, y ciertamente que no a la manera de un escolar que deja al maestro decir cuanto le place, antes bien, como verdadero juez que obliga a los testigos a responder a las preguntas que les dirige. Por lo que se advierte que la física debe toda la provechosa revolución de sus pensamientos a la ocurrencia de que sólo debe buscar en la naturaleza (no inventar) aquello que la razón misma puso en conformidad con lo que se desea saber, y que por sí sola no sería factible alcanzar. A esta revolución debe principalmente la física el haber entrado en el seguro camino de la ciencia, después de haber sido por largos siglos un simple ensayo y tanteo. E.KANT Crítica de la razón pura - Prólogo a la segunda edición 5. La diferencia más importante entre las ciencias modernas de la naturaleza y la filosofía antigua de la naturaleza estriba en los métodos empleados. Mientras en la filosofía antigua se consideraba suficiente el conocimiento empírico de los fenómenos naturales para deducir conclusiones sobre los principios fundamentales subyacentes, es rasgo característico de la ciencia moderna el planteamiento experimental, es decir, el dirigir preguntas específicas a la naturaleza, cuya respuesta debe constituir el punto de partida para las legalidades naturales. Este método, tan diferente del antiguo, tiene como consecuencia el que impone puntos de vista muy diferentes para la consideración de los fenómenos. La atención del científico se orienta no tanto a las leyes fundamentales cuanto a las regularidades que se observan en los hechos particulares. La ciencia natural, por así decirlo, se ha desarrollado desde el extremo contrario, no a partir de leyes generales, sino de grupos particulares de fenómenos, en los cuales la naturaleza ha respondido ya a las cuestiones planteadas experimentalmente. Desde la época en que, según la leyenda, Galileo dejó caer una piedra desde la torre inclinada de Pisa para estudiar las leyes de la caída, la ciencia ha dedicado especialmente su atención a las singularidades que se dan en los distintos fenómenos; por ejemplo, en la piedra que cae, en el movimiento de la Luna alrededor de la Tierra, en las ondas producidas en la superficie del agua, en los rayos de luz que a través de un prisma se difractan, etc.... Lo exacto, es decir, la concordancia del resultado con la experiencia hecha a partir de conclusiones derivadas de las singularidades, servía como criterio decisivo para la exactitud de la teoría. Este cambio radical en el enfoque de la consideración científica tuvo, además, otras consecuencias importantes. El conocimiento exacto de las particularidades puede ser útil en la práctica. Capacita al hombre para canalizar los fenómenos a voluntad, dentro de ciertos límites. Las aplicaciones técnicas de la ciencia natural moderna arrancan por ello del conocimiento de tales particularidades. Y así, poco a poco, va cambiando el concepto de "ley natural"; el acento principal no recae ya sobre lo general sino sobre las consecuencias derivadas de lo particular... El rasgo más importante de la ley natural es ahora el hecho de que permite predecir el resultado que tendrá un experimento determinado. W.HEISENBERG Ley natural y estructura de la materia n.2 Unidad 7 1. La razón de ser de todas nuestras facultades es la operación propia que cada una realiza. Pero en el caso de la inteligencia el acto propio es el entender, que no consiste en producir algo sino en recibir su objeto. De ahí que la actividad intelectual sea más perfecta cuanto más lo sea el objeto al que se aplica. Y así, el conocimiento intelectual de Dios, que es lo más perfecto, será el acto más perfecto de la inteligencia y, en definitiva, el fin último al que puede aspirar. Por otra parte, en todos los hombres está el deseo de conocer las causas de todo cuanto ven. Por eso, al principio los hombres se admiraron de lo que veían y al no poder entender sus causas empezaron a filosofar, hasta que las encontraban. Pero la búsqueda no termina hasta que se llega a la causa primera, ya que según dice Aristóteles sólo cuando conocemos la causa primera podemos decir que sabemos de verdad. Ese conocimiento es justamente el fin último de nuestra inteligencia. Y dado que la causa primera es Dios, se sigue que el conocimiento de Dios es el fin último de la inteligencia. Suma contra los Gentiles III, 25 2. [...]la fe requiere que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón; la razón, en el culmen de su búsqueda, admite como necesario lo que la fe le presenta. [...] el filósofo debe proceder según sus propias reglas y ha de basarse en sus propios principios; la verdad, sin embargo, no es más que una sola. La Revelación, con sus contenidos, nunca puede menospreciar a la razón en sus descubrimientos y en su legítima autonomía; por su parte, sin embargo, la razón no debe jamás perder su capacidad de interrogarse y de interrogar, siendo consciente de que no puede erigirse en valor absoluto y exclusivo. La verdad revelada, al ofrecer plena luz sobre el ser a partir del esplendor que proviene del mismo Ser subsistente, iluminará el camino de la reflexión filosófica. En definitiva, la Revelación cristiana llega a ser el verdadero punto de referencia y de confrontación entre el pensamiento filosófico y el teológico en su recíproca relación. Es deseable pues que los teólogos y los filósofos se dejen guiar por la única autoridad de la verdad, de modo que se elabore una filosofía en consonancia con la Palabra de Dios. Esta filosofía ha de ser el punto de encuentro entre las culturas y la fe cristiana, el lugar de entendimiento entre creyentes y no creyentes. Ha de servir de ayuda para que los creyentes se convenzan firmemente de que la profundidad y autenticidad de la fe se favorece cuando está unida al pensamiento y no renuncia a él. Una vez más, la enseñanza de los Padres de la Iglesia nos afianza en esta convicción: El mismo acto de fe no es otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad [...] Todo el que cree, piensa; piensa creyendo y cree pensando [...] Porque la fe, si lo que se cree no se piensa, es nula (San Agustín).JUAN PABLO II Fides et Ratio n. 79 3. Todas las ciencias especulativas suponen (la sabiduría), y por eso sus demostraciones se remontan a ella y en ella se fundan. Así, pues, la luz de los objetos inteligibles de esta ciencia recoge en todos los seres particulares lo que se proporciona más naturalmente a nuestro entendimiento, que está adherido al espacio y al tiempo. Va recibiendo, pues, poco a poco, cada vez más luz de la resolución de los inteligibles físicos y matemáticos en los principios divinos; y por ello, en nosotros arranca también esta ciencia de los objetos físicos y matemáticos, y termina en la especulación de los (objetos) divinos. Por lo cual también se la enseña en último lugar, y los filósofos, conducidos por las otras ciencias, culminaban su vida de estudios en ésta. S.ALBERTO MAGNO Metafisica L.I, t.II, cap.10 4. La primacía de una ciencia sobre otra depende tanto de la certeza del conocimiento como de la dignidad del objeto; y bajo este doble punto de vista, la teología es la ciencia superior. Lo es desde luego por la certidumbre, porque las otras ciencias no la deben sino a la luz natural de la razón humana, que puede equivocarse, en tanto que la ciencia sagrada saca su certidumbre de la luz de la ciencia divina, que es infalible. Igualmente tiene ventaja por la dignidad de su objeto, porque se ocupa principalmente de cosas tan sublimes que están fuera del alcance de la razón humana, mientras que las otras no consideran sino lo que es de su dominio. Pero ocurre que lo que es más cierto por naturaleza es menos cierto para nosotros a causa de la debilidad de nuestra inteligencia, que es, con respecto a lo que hay de más notorio en la naturaleza, lo que el ojo del búho respecto a la luz del Sol, como dice Aristóteles. He aquí por qué si algunos dudan de los artículos de la fe no es que éstos sean dudosos en sí mismos, sino por consecuencia de la debilidad del entendimiento humano. A pesar de todo, el más pequeño conocimiento que puede adquirirse de las cosas más elevadas es preferible al conocimiento más cierto que se tenga de las cosas de un orden inferior. Santo Tomás Suma Teológica I, 1, 5 5. Si por autonomía de las cosas terrenas se entiende que las realidades creadas y las sociedades tienen sus propias leyes y valores, que el hombre debe descubrir gradualmente, utilizar y ordenar, es absolutamente lícito exigirla; esto no sólo es una exigencia de los hombres de nuestro tiempo, sino que también corresponde a la voluntad del Creador. En virtud de la misma creación, todas las cosas están dotadas de una consistencia, verdad y bondad propias, tienen sus leyes y su orden, que deben ser respetados por el hombre, reconociendo los métodos propios de cada una de las ciencias y de las artes. Por esto, la investigación metódica dentro de cualquier disciplina, si procede de manera realmente científica y conforme a las normas morales, nunca se opondrá de veras a la fe, porque las realidades profanas y las realidades de la fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, el que con humildad y constancia intenta escrutar los secretos de las cosas, es guiado sin saberlo por la mano de Dios, quien, al conservar todas las cosas, hace que sean lo que son. A este respecto, cabe deplorar ciertas actitudes que alguna vez, porque no se tenía una percepción clara de la legítima autonomía de la ciencia, existieron también entre los cristianos y que, por las disputas y controversias suscitadas, convencieron a muchos de la oposición entre la fe y la ciencia. Si, en cambio, por la expresión autonomía de lo temporal se entiende que las cosas creadas no dependen de Dios y que el hombre puede usar de ellas sin referirlas al Creador, nadie que reconozca a Dios dejará de sentir la falsedad de tal afirmación. La criatura sin el Creador desaparece. Por lo demás, todos los creyentes, de cualquier religión, han oído siempre en el lenguaje de las criaturas la voz y la manifestación de Dios; cuando se la olvida, la criatura queda en tinieblas. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II Gaudium et Spes n. 36 6. ... la filosofía, incluso cuando se relaciona con la teología, debe proceder según sus métodos y sus reglas; de otro modo, no habría garantías de que permanezca orientada hacia la verdad, tendiendo a ella con un procedimiento racionalmente controlable. De poca ayuda sería una filosofía que no procediese a la luz de la razón según sus propios principios y metodologías específicas. En el fondo, la raíz de la autonomía de la que goza la filosofía radica en el hecho de que la razón está por naturaleza orientada a la verdad y cuenta en sí misma con los medios necesarios para alcanzarla. Una filosofía consciente de este « estatuto constitutivo » suyo respeta necesariamente también las exigencias y las evidencias propias de la verdad revelada. JUAN PABLO II Fides et Ratio nº 49 7. ... una ciencia se subalterna a otra de dos modos: uno cuando su sujeto es una especie del de la ciencia superior, así como animal es una especie de cuerpo natural y por eso la ciencia de los animales se subalterna a la ciencia natural. Otro, cuando el sujeto de la ciencia inferior no es una especie del sujeto de la ciencia superior, sino que se compara con éste como lo material con lo formal. Y de este modo se toma aquí la subalternación de una ciencia a otra, como la perspectiva se relaciona con la geometría. Pues el geómetra se ocupa de la línea y otras magnitudes. La perspectiva, en cambio, acerca de la línea determinada por una materia, esto es la línea visual. Empero la línea visual no es especie de la línea sin más, como tampoco el triángulo de madera es especie del triángulo, ya que el ser de madera no es diferencia del triángulo. Comentario a los Segundos Analíticos I, l. 25 8. El Magisterio eclesiástico puede y debe, por tanto, ejercer con autoridad, a la luz de la fe, su propio discernimiento crítico en relación con las filosofías y las afirmaciones que se contraponen a la doctrina cristiana. Corresponde al Magisterio indicar, ante todo, los presupuestos y conclusiones filosóficas que fueran incompatibles con la verdad revelada, formulando así las exigencias que desde el punto de vista de la fe se imponen a la filosofía. Además, en el desarrollo del saber filosófico han surgido diversas escuelas de pensamiento. Este pluralismo sitúa también al Magisterio ante la responsabilidad de expresar su juicio sobre la compatibilidad o no de las concepciones de fondo sobre las que estas escuelas se basan con las exigencias propias de la palabra de Dios y de la reflexión teológica. La Iglesia tiene el deber de indicar lo que en un sistema filosófico puede ser incompatible con su fe. En efecto, muchos contenidos filosóficos, como los temas de Dios, del hombre, de su libertad y su obrar ético, la emplazan directamente porque afectan a la verdad revelada que ella custodia. Cuando nosotros los Obispos ejercemos este discernimiento tenemos la misión de ser « testigos de la verdad » en el cumplimiento de una diaconía humilde pero tenaz, que todos los filósofos deberían apreciar, en favor de la recta ratio, o sea, de la razón que reflexiona correctamente sobre la verdad. JUAN PABLO II Fides et Ratio nnº. 49-50 9. Los éxitos innegables de la investigación científica y de la tecnología contemporánea han contribuido a difundir la mentalidad cientificista, que parece no encontrar límites, teniendo en cuenta como ha penetrado en las diversas culturas y como ha aportado en ellas cambios radicales. Se debe constatar lamentablemente que lo relativo a la cuestión sobre el sentido de la vida es considerado por el cientificismo como algo que pertenece al campo de lo irracional o de lo imaginario. No menos desalentador es el modo en que esta corriente de pensamiento trata otros grandes problemas de la filosofía que, o son ignorados o se afrontan con análisis basados en analogías superficiales, sin fundamento racional. Esto lleva al empobrecimiento de la reflexión humana, que se ve privada de los problemas de fondo que el animal racional se ha planteado constantemente, desde el inicio de su existencia terrena. En esta perspectiva, al marginar la crítica proveniente de la valoración ética, la mentalidad cientificista ha conseguido que muchos acepten la idea según la cual lo que es técnicamente realizable llega a ser por ello moralmente admisible. No menores peligros conlleva el pragmatismo, actitud mental propia de quien, al hacer sus opciones, excluye el recurso a reflexiones teoréticas o a valoraciones basadas en principios éticos. JUAN PABLO II Fides et Ratio nn. 88-89 10. …se nota una difundida desconfianza hacia las afirmaciones globales y absolutas, sobre todo por parte de quienes consideran que la verdad es el resultado del consenso y no de la adecuación del intelecto a la realidad objetiva. Ciertamente es comprensible que, en un mundo dividido en muchos campos de especialización, resulte difícil reconocer el sentido total y último de la vida que la filosofía ha buscado tradicionalmente. No obstante, a la luz de la fe que reconoce en Jesucristo este sentido último, debo animar a los filósofos, cristianos o no, a confiar en la capacidad de la razón humana y a no fijarse metas demasiado modestas en su filosofar. La lección de la historia del milenio que estamos concluyendo testimonia que éste es el camino a seguir: es preciso no perder la pasión por la verdad última y el anhelo por su búsqueda, junto con la audacia de descubrir nuevos rumbos. La fe mueve a la razón a salir de todo aislamiento y a apostar de buen grado por lo que es bello, bueno y verdadero. Así, la fe se hace abogada convencida y convincente de la razón. JUAN PABLO II Fides et Ratio n.56 11. … la relación que ha de instaurarse oportunamente entre la teología y la filosofía debe estar marcada por la circularidad. Para la teología, el punto de partida y la fuente original debe ser siempre la palabra de Dios revelada en la historia, mientras que el objetivo final no puede ser otro que la inteligencia de ésta, profundizada progresivamente a través de las generaciones. Por otra parte, ya que la palabra de Dios es Verdad, favorecerá su mejor comprensión la búsqueda humana de la verdad, o sea el filosofar, desarrollado en el respeto de sus propias leyes. […] es decisivo que la razón del creyente emplee sus capacidades de reflexión en la búsqueda de la verdad dentro de un proceso en el que, partiendo de la palabra de Dios, se esfuerza por alcanzar su mejor comprensión. Es claro además que, moviéndose entre estos dos polos la razón está como alertada, y en cierto modo guiada, para evitar caminos que la podrían conducir fuera de la Verdad revelada y, en definitiva, fuera de la verdad pura y simple; más aún, es animada a explorar vías que por sí sola no habría siquiera sospechado poder recorrer. De esta relación de circularidad con la palabra de Dios la filosofía sale enriquecida, porque la razón descubre nuevos e inesperados horizontes. JUAN PABLO II Fides et Ratio n.73 12. Dos son, por tanto, los aspectos de la filosofía cristiana: uno subjetivo, que consiste en la purificación de la razón por parte de la fe. Como virtud teologal, la fe libera la razón de la presunción, tentación típica a la que los filósofos están fácilmente sometidos. Ya san Pablo y los Padres de la Iglesia y, más cercanos a nuestros días, filósofos como Pascal y Kierkegaard la han estigmatizado. Con la humildad, el filósofo adquiere también el valor de afrontar algunas cuestiones que difícilmente podría resolver sin considerar los datos recibidos de la Revelación. Piénsese, por ejemplo, en los problemas del mal y del sufrimiento, en la identidad personal de Dios y en la pregunta sobre el sentido de la vida o, más directamente, en la pregunta metafísica radical: « ¿Por qué existe algo? » Además está el aspecto objetivo, que afecta a los contenidos. La Revelación propone claramente algunas verdades que, aun no siendo por naturaleza inaccesibles a la razón, tal vez no hubieran sido nunca descubiertas por ella, si se la hubiera dejado sola. En este horizonte se sitúan cuestiones como el concepto de un Dios personal, libre y creador, que tanta importancia ha tenido para el desarrollo del pensamiento filosófico y, en particular, para la filosofía del ser. A este ámbito pertenece también la realidad del pecado, tal y como aparece a la luz de la fe, la cual ayuda a plantear filosóficamente de modo adecuado el problema del mal. Incluso la concepción de la persona como ser espiritual es una originalidad peculiar de la fe. El anuncio cristiano de la dignidad, de la igualdad y de la libertad de los hombres ha influido ciertamente en la reflexión filosófica que los modernos han llevado a cabo. Se puede mencionar, como más cercano a nosotros, el descubrimiento de la importancia que tiene también para la filosofía el hecho histórico, centro de la Revelación cristiana. No es casualidad que el hecho histórico haya llegado a ser eje de una filosofía de la historia, que se presenta como un nuevo capítulo de la búsqueda humana de la verdad. JUAN PABLO II Fides et Ratio n.76 13. La Iglesia no propone que la ciencia se convierta en religión, o la religión en ciencia. Por el contrario, la unidad siempre presupone la diversidad y la integridad de sus elementos. En un intercambio dinámico cada uno de estos miembros debería llegar a ser más él mismo, pues una unidad en la que un miembro es absorbido por otro, es una unidad destructiva, falsa en sus promesas de armonía y funesta para la integridad de sus componentes. Se nos pide que seamos uno, no que nos transformemos unos en otros... Para ser más precisos, la religión y la ciencia deben conservar sus diferentes características y su propia autonomía. Ni la religión está fundamentada en la ciencia, ni tampoco la ciencia es una extensión de la religión. Cada cual posee sus propios principios, sus modos de acción, sus diferencias de interpretación y sus propias conclusiones. El cristianismo tiene en sí mismo la fuente de su justificación, y en absoluto espera que la ciencia se convierta en su apologética fundamental. La ciencia debe dar testimonio a sí misma. Aun cuando pueden y deben ayudarse en cuanto dimensiones distintas de una cultura humana común, sin embargo ninguna debe suponerse como presupuesto necesario para la otra... Una contribución clave a este proceso de mutuo aprendizaje pueden darlo aquellos miembros de la Iglesia que son científicos activos, o en casos particulares, científicos y teólogos simultáneamente. Además, pueden ofrecer una gran ayuda a todos los que luchan por integrar ciencia y religión en su propia vida intelectual y espiritual, así como a todos los que deben afrontar graves decisiones morales en materias referentes a la investigación y aplicación tecnológicas... Los científicos no pueden, por tanto, desentenderse totalmente de ciertos temas tratados por filósofos y teólogos. Dedicando a éstos solamente un mínimo de las energías y atenciones que aplican a sus investigaciones científicas, pueden ofrecer una gran ayuda para que otros descubran más plenamente las potencialidades humanas de sus descubrimientos. De este modo, pueden llegar también a darse cuenta de que los hallazgos científicos no pueden constituirse en el legítimo sustituto del conocimiento de los verdaderos fundamentos. La ciencia puede purificar la religión de errores y supersticiones; la religión puede purificar la ciencia de la idolatría y los falsos absolutos. JUAN PABLO II Mensaje al Director del Observatorio Astronómico Vaticano con ocasión del III centenario de la publicación de los Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de Newton 14. Yo no intentaría conciliar ciencia y religión. Uno de los grandes servicios que la ciencia brindó a la humanidad fue contribuir a liberarla de las creencias religiosas: no quiero renunciar a eso. Sobre la idea de Dios, creo que se trata de un sueño (a veces hermoso, a menudo una pesadilla) del que hay que despertar. S.WEINBERG 15. ... en mi opinión la ciencia ofrece un camino más seguro hacia Dios que la religión. Bueno o malo, el hecho de que la ciencia haya avanzado actualmente hasta el punto en que lo que eran cuestiones propiamente religiosas puedan ser seriamente apresadas, señala él mismo las consecuencias de largo alcance de la nueva física. P.DAVIES 16. Te doy gracias a ti, Dios señor y creador nuestro, porque me dejas ver la belleza de tu creación, y me regocijo con las obras de tus manos. Mira, ya he concluido la obra a la que me sentí llamado; he cultivado el talento que Tú me diste; he proclamado la magnificencia de tus obras a los hombres que lean estas demostraciones, en la medida en que pudo abarcarla la limitación de mi espíritu. J.KEPLER 17. ... los movimientos que los planetas no han podido derivar de ninguna causa exclusivamente natural fueron impresos por un Agente inteligente... No existe una causa natural que pudiera obligar a todos los planetas, sean primarios o secundarios, a moverse a lo largo de la misma dirección y en el mismo plano, sin una variación considerable; esto ha de ser la consecuencia de un proyecto... Esta maravillosa uniformidad del sistema planetario hay que asignarla al resultado de una elección. I.NEWTON 18. Cualquiera que esté seriamente metido en la ciencia se convence de que un espíritu se manifiesta en las leyes del Universo: un espíritu tremendamente superior al del hombre. Un espíritu ante el cual nosotros, con nuestros modestos poderes, sólo podemos sentirnos humildes. A.EINSTEIN Unidad 8 1. La concepción científica del mundo […] se propone la ciencia unificada. […] En la ciencia no hay “profundidades”, hay superficie en todas partes: todo lo experimentable forma una red complicada no siempre aprehensible en su totalidad, sino que a menudo sólo comprensible por partes. Todo es accesible al hombre y el hombre es la medida de todas las cosas. Aquí se muestra afinidad con los Sofistas, no con los Platónicos, con los Epicúreos, no con los Pitagóricos, con todos aquellos que aceptan el ser terrenal y el aquí y el ahora. Para la concepción científica del mundo no hay enigmas insolubles. La clarificación de los problemas filosóficos tradicionales nos conduce, en parte, a desenmascararlos como pseudos-problemas y, en parte, a transformarlos en problemas empíricos y de allí a someterlos al juicio de la ciencia de la experiencia. […] Este método del análisis lógico es lo que distingue a los nuevos empirismos y positivismos de los anteriores, que estaban más orientados biológicopsicológicamente. Si alguien afirma “no hay un Dios”, “el fundamento primario del mundo es lo inconsciente”, “hay una entelequia como principio rector en el organismo vivo”, no le decimos “lo que Ud. dice es falso”, sino que le preguntamos: “¿qué quieres decir con tus enunciados?”. Y entonces se muestra que hay una demarcación precisa entre dos tipos de enunciados. A uno de estos tipos pertenecen los enunciados que son hechos por las ciencias empíricas, su sentido se determina mediante el análisis lógico, más precisamente: mediante una reducción a los enunciados más simples sobre lo dado empíricamente. Los otros enunciados, a los cuales pertenecen aquellos mencionados anteriormente, se revelan a sí mismos como completamente vacíos de significado si uno los toma de la manera como los piensa el metafísico. […] El metafísico y el teólogo creen, incomprendiéndose a sí mismos, afirmar algo con sus oraciones, representar un estado de cosas. Sin embargo, el análisis muestra que estas oraciones no dicen nada, sino que sólo son expresión de cierto sentimiento sobre la vida. La expresión de tal sentimiento seguramente puede ser una tarea importante en la vida. Pero el medio adecuado de expresión para ello es el arte, por ejemplo, la lírica o la música. Si en lugar de ello se escoge la apariencia ligüística de una teoría, se corre un peligro: se simula un contenido teórico donde no radica ninguno. […] De parte de la concepción científica del mundo se rechaza la filosofía metafísica. […] A través del análisis lógico se supera no sólo a la metafísica en el sentido propio, clásico del término, en especial a la metafísica escolástica y a la de los sistemas del idealismo alemán, sino también a la metafísica escondida del apriorismo kantiano y moderno. […] La concepción científica del mundo sólo reconoce oraciones de la experiencia sobre objetos de todo tipo, y oraciones analíticas de la lógica y de la matemática. […] Todos los enunciados del realismo (crítico) y del idealismo sobre la realidad o irrealidad del mundo exterior y de las mentes ajenas son de carácter metafísico, pues ellos están sujetos a las mismas objeciones que los enunciados de la antigua metafísica: no tienen sentido porque no son verificables, no se atienen a las cosas. […] Hemos caracterizado la concepción científica del mundo en lo fundamental mediante dos rasgos. Primero es empirista y positivista: hay sólo conocimiento de la experiencia que se basa en lo dado inmediatamente. Con esto se establece la demarcación del contenido científico legítimo. Segundo, la concepción científica del mundo se distingue por la aplicación de un método determinado, a saber, el del análisis lógico. La aspiración del trabajo científico radica en alcanzar el objetivo de la ciencia unificada por medio de la aplicación de ese análisis lógico al material empírico. Debido a que el significado de todo enunciado científico debe ser establecido por la reducción a un enunciado sobre lo dado, de igual modo, el significado de todo concepto, sin importar a qué rama de la ciencia pertenezca, debe ser determinado por una reducción paso a paso a otros conceptos, hasta llegar a los conceptos de nivel más bajo que se refieren a lo dado. […] la lógica aristotélico-escolástica es completamente insuficiente para esa meta. Recién en la moderna lógica simbólica se logran obtener la precisión requerida de las definiciones de conceptos y enunciados, y formalizar el proceso de inferencia intuitivo del pensamiento ordinario, esto es, ponerlo en una forma rigurosa, controlada automáticamente mediante el mecanismo de signos. […] En la descripción científica sólo pueden ingresa la estructura [forma de orden] de los objetos, no su “esencia”. Lo que une a los hombres en el lenguaje son fórmulas de estructura; en ellas se representa, por sí mismo, el contenido del conocimiento que es común a los hombres. Las cualidades experimentadas subjetivamente –lo rojo, el placer- son, como tales, sólo vivencias, no conocimiento; en la óptica física sólo ingresa lo que es básicamente comprensible también para el ciego. H.HAHN, O.NEURATH Y R.CARNAP La concepción científica del mundo 2. Enfrentado con cierto problema, el científico ofrece, tentativamente, algún género de solución: una teoría. La ciencia sólo provisionalmente acepta esta teoría si la acepta y es muy característico del método científico el hecho de que los científicos no ahorren esfuerzos por criticar y someter a prueba la teoría en cuestión. Criticar y someter a prueba van a la par. La teoría es criticada desde muy diversos ángulos para poner de manifiesto los puntos vulnerables que pueda tener (...) Se elaboran teorías tentativamente y se las ensaya. Si el resultado de un test muestra que la teoría es errónea, se la elimina; el método de ensayo y error es, esencialmente, un método de eliminación (...) De esta manera, si tenemos suerte, podemos asegurar la supervivencia de la teoría más apta por la eliminación de las que son menos aptas... La ciencia nunca persigue la ilusoria meta de que sus respuestas sean definitivas, ni siquiera probables; antes bien, su avance se encamina hacia una finalidad infinita -y sin embargo, alcanzable-: la de descubrir incesantemente problemas nuevos, más profundos y más generales, y de sujetar nuestras respuestas, siempre provisionales, a contrastaciones constantemente renovadas y cada vez más rigurosas. ... El antiguo ideal científico de la episteme -de un conocimiento absolutamente seguro y demostrable- ha mostrado ser un ídolo. La petición de objetividad científica hace inevitable que todo enunciado científico sea provisional para siempre: sin duda, cabe corroborarlo. Pero toda corroboración es relativa a otros enunciados que son, a su vez, provisionales... Sólo hay un elemento de racionalidad en nuestros intentos por conocer el mundo: es el examen crítico de nuestras teorías. Estas teorías son conjeturas. No sabemos, sólo suponemos. (...) Tal es, según creo, la verdadera teoría del conocimiento (...), la teoría de que el conocimiento avanza mediante conjeturas y refutaciones. K.POPPER Fragmentos