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PRESIDENCIA DEL CONSEJO INTERNACIONAL DE LA OFS PROYECTO DE FORMACION PERMANENTE FICHA MENSUAL SEPTIEMBRE 2011 – AÑO 2 – No. 21 SECCION I: TEMA MENSUAL Tópico 9: Proclamación de la Buena Nueva – un Programa de Acción (EN n. 49-54) Comentarios, extractos y preguntas por Ewald Kreuzer, OFS Hoy, alrededor del mundo, nos enfrentamos al fenómeno del secularismo y del ateísmo. Este hecho ya fue en su tiempo advertido por el Papa Pablo VI en su Exhortación Apostólica “Evangelii nuntiandi” (1975). Pero, ¿cómo debemos reaccionar a estos desafíos? La respuesta del Santo Padre es muy clara: “la Iglesia mantiene vivo su empuje misionero e incluso desea intensificarlo en un momento histórico como el nuestro” (EN 53). ¿Por qué es tan importante este “espíritu misionero”? Y nosotros, Franciscanos seglares, ¿sentimos nuestra responsabilidad y nos damos cuenta de nuestra misión particular? Estas preguntas serán discutidas en el Capítulo General en Sao Paolo (Brasil) el próximo mes. 49. Un programa de acción. Las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de Marcos confieren a la evangelización, que el Señor confía a los Apóstoles, una universalidad sin fronteras: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (73). Los Doce y la primera generación de cristianos han comprendido bien la lección de este texto y de otros parecidos; han hecho de ellos su programa de acción. La misma persecución, al dispersar a los Apóstoles, contribuyó a diseminar la Palabra y a implantar la Iglesia hasta en las regiones más remotas. La admisión de Pablo entre los Apóstoles y su carisma de predicador de la venida de Jesucristo a los paganos —no judíos— subrayó todavía más esta universalidad. 50. A todo el mundo. A lo largo de veinte siglos de historia, las generaciones cristianas han afrontado periódicamente diversos obstáculos a esta misión de universalidad. […] Además, debemos constatar con tristeza que la obra evangelizadora de la Iglesia es gravemente dificultada, si no impedida, por los poderes públicos. Sucede, incluso en nuestros días, que a los anunciadores de la palabra de Dios se les priva de sus derechos, son perseguidos, amenazados, eliminados sólo por el hecho de predicar a Jesucristo y su Evangelio. Pero abrigamos la confianza de que finalmente, a pesar de estas pruebas dolorosas, la obra de estos apóstoles no faltará en ninguna región del mundo. No obstante estas adversidades, la Iglesia reaviva siempre su inspiración más profunda, la que le viene directamente del Maestro: ¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra! 51. Programa fundamental para la Iglesia. Revelar a Jesucristo y su Evangelio a los que no los conocen: he ahí el programa fundamental que la Iglesia, desde la mañana de Pentecostés, ha asumido, como recibido de su Fundador. Todo el Nuevo Testamento, y de manera especial los Hechos de los Apóstoles, testimonian el momento privilegiado, y en cierta manera ejemplar, de este esfuerzo misionero que jalonará después toda la historia de la Iglesia. La Iglesia lleva a efecto este primer anuncio de Jesucristo mediante una actividad compleja y diversificada, que a veces se designa con el nombre de "pre-evangelización", pero que muy bien podría llamarse evangelización, aunque en un estadio de inicio y ciertamente incompleto. Cuenta con una gama casi infinita de medios: la predicación explícita, por supuesto, pero también el arte, los intentos científicos, la investigación filosófica, el recurso legítimo a los sentimientos del corazón del hombre podrían colocarse en el ámbito de esta finalidad. 52. Especialmente dedicada. Aunque este primer anuncio va dirigido de modo específico a quienes nunca han escuchado la Buena Nueva de Jesús o a los niños, se está volviendo cada vez más necesario, a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días, para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe, pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron en su infancia, y para otros muchos. 53. Espíritu Misionero. Asimismo se dirige a inmensos sectores de la humanidad que practican religiones no cristianas. La Iglesia respeta y estima estas religiones no cristianas, por ser la expresión viviente del alma 1 de vastos grupos humanos. [...] Poseen un impresionante patrimonio de textos profundamente religiosos. Han enseñado a generaciones de personas a orar. Todas están llenas de innumerables "semillas del Verbo" (74) y constituyen una auténtica "preparación evangélica" (75), por citar una feliz expresión del Concilio Vaticano II tomada de Eusebio de Cesarea. Ciertamente, tal situación suscita cuestiones complejas y delicadas, que conviene estudiar a la luz de la Tradición cristiana y del Magisterio de la Iglesia, con el fin de ofrecer a los misioneros de hoy y de mañana nuevos horizontes en sus contactos con las religiones no cristianas. Ante todo, queremos poner ahora de relieve que ni el respeto ni la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de Cristo (76), dentro del cual creemos que toda la humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a tientas acerca de Dios, del hombre y de su destino, de la vida y de la muerte, de la verdad. De ahí que, aun frente a las expresiones religiosas naturales más dignas de estima, la Iglesia se funde en el hecho de que la religión de Jesús, la misma que Ella anuncia por medio de la evangelización, sitúa objetivamente al hombre en relación con el plan de Dios, con su presencia viva, con su acción; hace hallar de nuevo el misterio de la Paternidad divina que sale al encuentro de la humanidad. En otras palabras, nuestra religión instaura efectivamente una relación auténtica y viviente con Dios, cosa que las otras religiones no lograron establecer, por más que tienen, por decirlo así, extendidos sus brazos hacia el cielo. Por eso la Iglesia mantiene vivo su empuje misionero e incluso desea intensificarlo en un momento histórico como el nuestro. La Iglesia se siente responsable ante todos los pueblos. No descansará hasta que no haya puesto de su parte todo lo necesario para proclamar la Buena Nueva de Jesús Salvador. Prepara siempre nuevas generaciones de apóstoles. Lo constatamos con gozo en unos momentos en que no faltan quienes piensan, e incluso dicen, que el ardor y el empuje misionero son cosa del pasado. El Sínodo acaba de responder que el anuncio misionero no se agota y que la Iglesia se esforzará siempre en conseguir su perfeccionamiento. 54. Secularismo y Ateísmo. […] Esta fe está casi siempre enfrentada al secularismo, es decir, a un ateísmo militante; es una fe expuesta a pruebas y amenazas, más aún, una fe asediada y combatida. Corre el riesgo de morir por asfixia o por inanición, si no se la alimenta y sostiene cada día. Por tanto evangelizar debe ser, con frecuencia, comunicar la fe de los fieles —particularmente mediante una catequesis llena de savia evangélica y con un lenguaje adaptado a los tiempos y a las personas— este alimento y este apoyo necesarios. La Iglesia católica abriga un vivo anhelo de los cristianos que no están en plena comunión con Ella: mientras prepara con ellos la unidad querida por Cristo, y precisamente para preparar la unidad en la verdad, tiene conciencia de que faltaría gravemente a su deber si no diese testimonio, ante ellos, de la plenitud de la revelación de que es depositaria. Preguntas y reflexión para la discusión en fraternidad. 1. ¿Sobre cuáles palabras de Nuestro Señor Jesucristo está basada la misión de la Iglesia para proclamar el Evangelio a todo el mundo? 2. ¿En qué forma siguió y proclamó San Francisco la palabra de Dios? 3. Como Franciscanos Seglares, llamados a vivir el “evangelio de acuerdo a la espiritualidad franciscana en su propia condición seglar” (Const. Art.81.1), ¿qué responsabilidades específicas asumimos cuando participamos en este programa misionero? 2 SECTION II: SPIRITUALITY AND SOCIAL DOCTRINE OF THE CHURCH Tópico 6 de 9: Triunfo de la Cruz Fr. Amando Trujillo Cano, TOR Hace sólo unos pocos días llegó a feliz término la Jornada Mundial de la Juventud 2011 en Madrid, España. Después de que el Papa Benedicto XVI anunciara oficialmente que Rio de Janeiro sería la ciudad anfitriona de la JMJ en el año 2013, y justo antes de la bendición final, durante la Misa de clausura, una delegación de jóvenes de España entregó la Cruz de la JMJ a la delegación de Brasil delante de una multitud de cerca de 2 millones de personas. Cuando la delegación brasileña levantó la cruz y la presentó a la asamblea y a aquellos que estaban viendo el evento por la TV, hubo un momento de gran entusiasmo, de agradecimiento y de aclamación pues se iniciaba el camino hacia la próxima JMJ. Debemos hacer notar que el gran éxito de la JMJ del 2011 se debió obviamente a la gracia de Dios que actuó de muchas formas y a través del esfuerzo de un incontable número de personas: organizadores, voluntarios, jóvenes llegados de todo el mundo, el Papa y la Iglesia local, familias anfitrionas de peregrinos, autoridades, etc. Muchos quedaron impresionados por el nivel de madurez en la participación de los jóvenes cuando mantenían silencio en los momentos especiales de oración, cuando se alegraban e interactuaban con gente venida de todos los puntos de la tierra, etc. Dos eventos que resultaron ser muy significativos fueron la vigilia de oración y la celebración conclusiva con el Papa en el aeródromo de Cuatro Vientos. Para poder llegar al lugar del encuentro, los jóvenes y otros participantes, incluyendo miles de sacerdotes, religiosos y religiosas, tuvieron que usar diferentes medios de transporte, y caminar distancias considerables, como peregrinos y como suele suceder en este tipo de encuentros. Una vez llegados al aeródromo, había ríos de gente caminando en diferentes direcciones, y el espacio era escaso para prácticamente todas las actividades. Luego de experimentar temperaturas muy altas y una polvareda volando por todo el lugar, la juventud le dio la bienvenida al Papa con gran júbilo. La vigilia fue interrumpida temporalmente por una tormenta de lluvia con viento, pero poco después continúo con sorprendente entusiasmo y con ánimo de soportar hasta el final, al punto que el Papa reconoció la valentía de los jóvenes esa misma noche y al día siguiente. El final gozoso de la vigilia y la celebración del día domingo fueron posibles sólo mediante la aceptación de múltiples dificultades y molestias. ¡Celebrar nuestra fe en Cristo Resucitado implicó una vez más, compartir su sufrimiento y su cruz! La fiesta de la Exaltación de la Cruz o el Triunfo de la Cruz se celebra el 14 de septiembre en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica romana. La historia de esta celebración litúrgica es muy interesante y diversificada de acuerdo a los ritos particulares y regiones, en los que la fiesta se celebra incluso en otras fechas. De acuerdo a algunas leyendas, el origen de esta conmemoración data del año 326 cuando Sta. Helena, madre del emperador romano Constantino, fue en peregrinación a Tierra Santa y la cruz de Cristo fue descubierta en las excavaciones realizadas para construir una iglesia ordenada por el emperador en el sitio del Santo Sepulcro. Algunos atribuyen la fecha de la fiesta a la fecha de la dedicación de la iglesia en el año 335. Otras tradiciones explican que los persas tomaron partes de la cruz en el 614 durante una invasión a Jerusalén y que las reliquias fueron recuperadas en el 628 por el emperador bizantino Heraclio quien las llevó primero a Constantinopla y luego de vuelta a Jerusalén en el 629. Luego de estos eventos, se ha afirmado que la fiesta adquirió más relevancia en la iglesia occidental. En la tradición galicana, la fiesta de la cruz de Cristo se celebraba el 3 de mayo desde el siglo VII y, cuando esta práctica fue combinada con la tradición romana, ambas fechas se mantuvieron hasta que en 1960 el Papa Juan XXIII eliminó la duplicidad de fechas en el calendario romano. Sin embargo, la fiesta aun se celebra el 3 de mayo en algunos países por razones históricas y como resultado de decisiones especiales de las conferencias episcopales. Celebrar la Exaltación de la Cruz de Cristo nos recuerda que hemos sido redimidos y perdonados por la pasión de Cristo, por su muerte en cruz y su resurrección. La cruz, como instrumento de castigo y tortura, se ha transformado para nosotros los cristianos en el símbolo más distintivo del amor de Dios por toda la 3 humanidad y la expresión más grande de la compasión de Jesús hacia nosotros y de su fidelidad al Padre. Es un signo de esperanza infinita que desafía a los poderes del mundo y conforta a los afligidos, que da a conocer la fragilidad del orgullo humano y el inefable poder del amor de Dios para cada uno de nosotros. En el presente contexto de secularismo y de relativismo espiritual, la cruz de Cristo es una fuerte declaración que muchos no podemos comprender o aceptar. Ya, en su tiempo, el apóstol San Pablo escribió: La predicación de la cruz es una locura para los que se pierden; mas para los que se salvan –para nosotros-es fuerza de Dios. (1 Cor 1, 18). La exaltación de la Cruz implica expresar nuestra gratitud y veneración en nuestra oración personal, en las celebraciones litúrgicas, en las devociones, pero aun más, en nuestras vidas diarias. Estamos llamados a abrazar a Jesús crucificado como nuestro único Salvador y llevar adelante nuestra cruz de cada día para seguirlo y participar en el poder de su resurrección actuando ya en este mundo. Algunas leyes pueda que prohíban la exhibición pública de la Cruz pero nadie puede prohibir a los cristiano mostrar su amor por Dios o por su prójimo. La Cruz de Cristo ilumina los corazones y las mentes de aquellos que buscan el verdadero sentido de la vida y de la muerte, el amor y el sufrimiento. ¡Exaltemos entonces la cruz de Cristo! Evangelicemos el mundo en las cuatro direcciones trazadas por la cruz, como lo hizo San Francisco cuando envió a sus hermanos a proclamar la buena nueva de Cristo a toda la tierra. El servicio a la cultura (II) (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 558-562) Este mes veremos la segunda parte del tema El servicio a la cultura, en la cual el Compendio nos señala el desafío del contenido de la cultura; es decir, la verdad, y particularmente la verdad acerca de la correcta comprensión de toda la persona humana. Esta correcta perspectiva sobre el hombre y la vida, debe incluir la dimensión religiosa porque el misterio de Dios está en el centro de toda cultura. Es por esto que los cristianos no pueden aceptar visiones que reducen el valor y la dignidad de la persona humana basándose en ideologías que ignoran nuestro destino común y final en Dios. Esta sección también trata sobre la importancia cada vez mayor de los medios de comunicación social, especialmente para educar a la gente en la tradición eclesial de sabiduría en vista de las decisiones morales con que se enfrentan al usar estas fuentes de información. El Compendio también señala que los fieles laicos deben favorecer un uso de los medios de comunicación social que promocione la solidaridad en lugar de perpetuar las injusticias y desequilibrios sociales. Esta sección, finalmente, insiste sobre la responsabilidad que tienen los usuarios de estos medios agregando algunas palabras sobre el profundo significado humano y teológico de la comunicación humana. 558. El segundo desafío para el compromiso del cristiano laico se refiere al contenido de la cultura, es decir, a la verdad. La cuestión de la verdad es esencial para la cultura, porque todos los hombres tienen « el deber de conservar la estructura de toda la persona humana, en la que destacan los valores de la inteligencia, voluntad, conciencia y fraternidad ».1169 Una correcta antropología es el criterio que ilumina y verifica las diversas formas culturales históricas. El compromiso del cristiano en ámbito cultural se opone a todas las visiones reductivas e ideológicas del hombre y de la vida. El dinamismo de apertura a la verdad está garantizado ante todo por el hecho que « las culturas de las diversas Naciones son, en el fondo, otras tantas maneras diversas de plantear la pregunta acerca del sentido de la existencia personal ». 559. Los cristianos deben trabajar generosamente para dar su pleno valor a la dimensión religiosa de la cultura: esta tarea, es sumamente importante y urgente para lograr la calidad de la vida humana, en el plano social e individual. La pregunta que proviene del misterio de la vida y remite al misterio más grande, el de Dios, está, en efecto, en el centro de toda cultura; cancelar este ámbito comporta la corrupción de la cultura y de la vida moral de las Naciones.1171 La auténtica dimensión religiosa es constitutiva del hombre y le permite captar en sus diversas actividades el horizonte en el que ellas encuentran significado y dirección. La religiosidad o espiritualidad del hombre se manifiesta en las formas de la cultura, a las que da vitalidad e inspiración. De ello dan testimonio innumerables obras de arte de todos los tiempos. Cuando se niega la dimensión religiosa de una persona o de un pueblo, la misma cultura se deteriora; llegando, en ocasiones, hasta el punto de hacerla desaparecer. 560. En la promoción de una auténtica cultura, los fieles laicos darán gran relieve a los medios de comunicación social, considerando sobre todo los contenidos de las innumerables decisiones realizadas por las personas: todas estas decisiones, si bien varían de un grupo a otro y de persona a persona, tienen un peso 4 moral, y deben ser evaluadas bajo este perfil. Para elegir correctamente, es necesario conocer las normas de orden moral y aplicarlas fielmente. La Iglesia ofrece una extensa tradición de sabiduría, radicada en la Revelación divina y en la reflexión humana, cuya orientación teológica es un correctivo importante « tanto para la “solución “atea”, que priva al hombre de una parte esencial, la espiritual, como para las soluciones permisivas o consumistas las cuales con diversos pretextos tratan de convencerlo de su independencia de toda ley y de Dios mismo ».1174 Más que juzgar los medios de comunicación social, esta tradición se pone a su servicio: « La cultura de la sabiduría, propia de la Iglesia puede evitar que la cultura de la información, propia de los medios de comunicación, se convierta en una acumulación de hechos sin sentido »”. 561. Los fieles laicos considerarán los medios de comunicación como posibles y potentes instrumentos de solidaridad: « La solidaridad aparece como una consecuencia de una información verdadera y justa, y de la libre circulación de las ideas, que favorecen el conocimiento y el respeto del prójimo ».1176 Esto no sucede si los medios de comunicación social se usan para edificar y sostener sistemas económicos al servicio de la avidez y de la ambición. La decisión de ignorar completamente algunos aspectos del sufrimiento humano ocasionado por graves injusticias supone una elección indefendible.1177 Las estructuras y las políticas de comunicación y distribución de la tecnología son factores que contribuyen a que algunas personas sean « ricas » de información y otras « pobres » de información, en una época en que la prosperidad y hasta la supervivencia dependen de la información. De este modo los medios de comunicación social contribuyen a las injusticias y desequilibrios que causan ese mismo dolor que después reportan como información. Las tecnologías de la comunicación y de la información, junto a la formación en su uso, deben apuntar a eliminar estas injusticias y desequilibrios. 562. Los profesionales de estos medios no son los únicos que tienen deberes éticos. También los usuarios tienen obligaciones. Los operadores que intentan asumir sus responsabilidades merecen un público consciente de las propias. El primer deber de los usuarios de las comunicaciones sociales consiste en el discernimiento y la selección. Los padres, las familias y la Iglesia tienen responsabilidades precisas e irrenunciables. Cuantos se relacionan en formas diversas con el campo de las comunicaciones sociales, deben tener en cuenta la amonestación fuerte y clara de San Pablo: « Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros... No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen » (Ef 4,25.29). Las exigencias éticas esenciales de los medios de comunicación social son el servicio a la persona mediante la edificación de una comunidad humana basada en la solidaridad, en la justicia y en el amor y la difusión de la verdad sobre la vida humana y su realización final en Dios. A la luz de la fe, la comunicación humana se debe considerar un recorrido de Babel a Pentecostés, es decir, el compromiso, personal y social, de superar el colapso de la comunicación (cf. Gn 11,4-8) abriéndose al don de lenguas (cf. Hch 2,5-11), a la comunicación restablecida con la fuerza del Espíritu, enviado por el Hijo. Preguntas para la reflexión y discusión en fraternidad. 1. ¿Cómo puedes celebrar la fiesta de la Exaltación de la Cruz de Cristo con tu familia y con la fraternidad de manera tal que tenga un verdadero sentido? 2. ¿Cómo se presenta la dimensión religiosa de los seres humanos o el misterio de Dios en tu propia cultura o en las culturas alrededor tuyo? 3. ¿Cómo pueden los miembros de tu familia y de tu fraternidad ayudarse unos a otros a tomar las decisiones correctas respecto al uso de los medios de comunicación social y para hacer de ellos un instrumento de solidaridad y de verdadera comunicación humana? 5