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Virtud: Maquiavelo, Spinoza y Hegel Humberto A. Romero Amenta Nicolás Maquiavelo (en italiano Niccolò di Bernardo dei Machiavelli) nace en Florencia, el 3 de mayo de 1469 y muere en la misma ciudad el 21 de junio de 1527. Fue un diplomático, funcionario público, filósofo y escritor italiano. En 1513, confinado en San Casciano por la acusación de haber conspirado en contra de los Médici, publicó su tratado de doctrina política titulado El Príncipe, el cual fue dedicado a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación, a modo de regalo1. Esta es su obra más renombrada y por la cual ha nacido el sustantivo de "maquiavelismo". En esta obra, Maquiavelo introduce un concepto de suma importancia para su concepción filosófica y política: el concepto de Virtud. La palabra Virtud aparece en latín como virtus, -utis, que se entendía como “el conjunto de cualidades propias del hombre, valor, valentía, esfuerzo, talento”2. Ésta deriva, a su vez, de otra voz latina: vir- viri que se traduce como “hombre”3. A razón de esto, se podría considerar que el concepto de Virtud, in nuce, se concebía como todas aquellas cualidades del hombre que lo hacen ser varón. En el Renacimiento, esta noción evoluciona y se entiende como “el ímpetu con que el varón impone su presencia en el mundo”4 o como la fuerza expansiva de la individualidad del hombre”5. Autores del Renacimiento tales como Picolo de la Miràndola, Leonardo Da Vinci y, obviamente, Maquiavelo fueron influenciados por esta noción. Pico de la Miràndola nunca habla explícitamente sobre la Virtud. Sin embargo, en su De hominis dignitate trata, justamente, sobre la dignidad del hombre. Esta obra está cargada del significado de dicho concepto, puesto que el punto de partida es la superioridad y la singularidad del hombre sobre las demás criaturas. Para Pico, la indeterminación de la naturaleza humana permite al hombre escoger libremente su ser y lo coloca frente a la 1 Nicolás Maquiavelo El Príncipe, trads. José Rafael Herrera y Alejandro Bárcenas (Caracas: El Nacional, 2006) 17. 2 Real Academia Española, Diccionario ilustrado Latino‐Español Español‐Latino (Barcelona: Spes Biblograf S.A., 1973) 549. 3 Spes, Diccionario ilustrado Latino‐Español Español‐Latino 548. 4 Mariano Picón Salas, “Dos notas sobre Leonardo” en Viejos y nuevos mundos 408. 5 Picón Salas, “Dos notas sobre Leonardo” en Viejos y nuevos mundos (Biblioteca Ayacucho), 408. alternativa de degradarse entre los brutos o de regenerarse en Dios, lo que se conoce como el libre albedrío del hombre. El hombre, para Pico es, pues, el “puente”, la “cópula del mundo”6 entre Dios y la tierra. En los escritos de Leonardo Da Vinci, tampoco aparece una definición concreta del concepto de Virtud. No obstante, il virtuoso, en Leonardo, puede ser entendido como el que no tiene miedo al límite tradicional de las cosas, y se destaca en la proeza de dominarlas y conquistarlas7. Su misma personalidad y su carácter de investigador e intelectual, lo hacen ser, a él mismo, il virtuoso renacentista. Leonardo siempre andaba en búsqueda de nuevas cosas, nuevas técnicas, experimentar hasta poder dominarlas y así lograr la perfección de ellas y de sí mismo. En Maquiavelo, el concepto de Virtud se muestra más explícito. A primera vista, se debería entender como la fuerza o capacidad que debe tener el príncipe de utilizar las circunstancias para su propio beneficio. Ella, la virtud, es la forma y el contenido de la “fuerza de ánimo”8, que le permite saber actuar en presencia de las adversidades. Sin embargo, para poder entender este concepto es menester conocer lo que entiende Maquiavelo por Fortuna, como base en el hecho de que ambos conceptos son, para la cultura filosófica del Renacimiento, indispensables, en Virtud de su correlatividad. La Fortuna, según Maquiavelo, es la fuerza que interviene en las acciones de los hombres, que cuando se enfurece cada quien cede a su furia sin poder alguno de obstruirla9. En otras palabras, la Fortuna es el encadenamiento de los sucesos, las circunstancias y las adversidades que rigen la vida de los hombres. El príncipe virtuoso es, para Maquiavelo, quien sabe enfrentarse a las calamidades, evitar los daños y aprovecharse de ellas para aumentar sus glorias. Él sabe cuándo es propicio atacar o esperar. Sabe cuándo debe ser Zorro o León. Es imprescindible para un príncipe tener Virtud, debido a que el juego político se basa en este concepto. En El Príncipe, estos conceptos están en un juego constante. Son fuerzas que se oponen. La Virtud es la fuerza que utiliza el hombre para enfrentarse a su realidad y la Fortuna representa las fuerzas naturales de las circunstancias. No hay Virtud si no hay Fortuna, pues la Virtud pierde el sentido cuando todo es favorable. Debido a que estos 6 Pedro Rodríguez, “Pico della Mirandola (1463‐1494) ” Humanismo y Renacimiento (Madrid: Alianza Editorial, S.A., 2007), 128‐129. 7 Picón Salas, “Dos notas sobre Leonardo” en Viejos y nuevos mundos, 408. 8 Maquiavelo, Nicolás El Príncipe, trads. José Rafael Herrera y Alejandro Bárcenas NT. 16, 36. 9 Maquiavelo, Nicolás El Príncipe Cap. XXV. conceptos son correlativos, necesitan intrínsecamente del otro (su opuesto) para que cada uno se pueda dar. Si no hay circunstancias que obliguen al hombre a ser virtuoso éste no lo será. De este modo lo ilustra Maquiavelo: “para que Moisés haya podido ser Moisés, tuvo que encontrar en Egipto al pueblo de Israel, esclavizado y oprimido. De igual modo, para que Rómulo pudiera ser rey fundador de Roma, convenía que fuera abandonado al nacer y que no reinara en Alba. Que Ciro encontrase a las personas descontentas en el imperio de los medos, y a los medos blandos y afeminados por la larga paz. Y que Teseo encontrara dispersos a los atenienses, para que ello hubiese podido demostrar su Virtud”10. En vista de que estos dos conceptos tienen una relación correlativa, ellos con-crecen. Cada vez que el hombre es virtuoso, esta acción se volverá la Fortuna de otras acciones venideras, la cuales implicarán la realización de otras Virtudes que, luego, se volverán Fortunas, así constantemente en un ciclo interminable de correlación entre ellas. Esta noción de Virtud tuvo sus repercusiones en las filosofías de Spinoza y Hegel, de suma importancia para la fundamentación de la filosofía de la Praxis. En su Ética demostrada según el orden geométrico, Spinoza se ve influenciado por este concepto de Virtù, el cual entendía como Conatus, término utilizado en las primeras filosofías para referirse a una tendencia inherente de la materia o la mente por perpetuar su existir y mejorarse infinitamente. Conatus sese conservandi (el esfuerzo por la autoconservación). Él escribe: "La Virtud es la potencia humana misma, que se define por la sola esencia del hombre, esto es, que se define por el solo esfuerzo que el hombre realiza por perseverar en su ser (…), cuanto más se esfuerza cada cual por conservar su ser, y cuanto más lo consigue, tanto más dotado de Virtud está". De este modo, Spinoza entiende la Virtud como el poder del hombre para auto definirse y continuamente ir creándose infinitamente a sí mismo como una potencia infinita. Así, pues, Spinoza define la Virtud como autopotenciamiento del ser humano. Para Hegel, esta potencia infinita -o Virtud- sería lo que denomina como razón o sustancia, la cual es tanto materia infinita donde se da la realidad y donde se auto realiza11. Es el pensamiento en actividad permanente que hace y se hace en el mundo. Hegel explica que “La razón busca su otro, por cuanto sabe que no poseerá en él otra cosa que a sí misma; busca solamente su propia infinitud”12. 10 Nicolás Maquiavelo El Príncipe, 36. Hegel, G.W.F , Vorlesungen über die Philosophie der Gesichte ( Berlin, Verlag von Dunder und Humblot ) 13. 12 Hegel, G.W.F , Fenomenología del espíritu ( México, Fondo de Cultura Económica) 91. 11 Como se sabe, la filosofía de Hegel se sustenta sobre el pensamiento dialéctico. Según él, para poder determinar cualquier cosa se necesita intrínsecamente de su opuesto y este opuesto se encuentra inmediatamente dentro de sí mismo. Él dice en sus Lecciones de Filosofía de Historia Universal: “Lo que sólo es en sí, constituye una posibilidad, una potencia (…). Es necesario un segundo momento para su realidad (lo opuesto); y este momento es la actuación, la realización, cuyo principio es la voluntad, la actividad de los hombres en el mundo”13. Este movimiento lo ilustra Hegel con la relación semilla-árbol. La semilla, en sí misma, encierra ya la naturaleza toda del árbol, la forma de su frutos y su sabor,14 siendo y no siendo árbol a la vez. Del mismo modo, la Fortuna encierra en sí misma la Virtud y la Virtud la Fortuna. Esta relación dialéctica Sujeto-Objeto ya la entendía el florentino en su tiempo. En lo negativo se consigue lo positivo y viceversa. Esta correlación, Virtud y Fortuna, que se muestra en Maquiavelo, junto con la teoría del ser y el devenir de Heráclito, y el acto y potencia de Aristóteles, se pueden considerar como los antecedentes de la dialéctica que introduce Hegel, tanto en la Fenomenología del Espíritu como en la Ciencia de la Lógica. En conclusión, Maquiavelo fue un personaje fundamental para el desarrollo de la filosofía de la praxis, tanto en su época como en las épocas sucesivas. De hecho, su concepto de Virtud y su relación dialéctica con la Fortuna, dieron bases para el desarrollo ulterior de la filosofía de la Praxis, tanto en Spinoza como en Hegel y Marx, quienes revivieron a Maquiavelo en diferentes épocas porque vieron en él una manera para poder resolver los problemas que padecían sus tiempos. Que Maquiavelo no quede muerto entre sus hojas, sino que surja una vez más, para demostrar su vigencia histórica y su utilidad para el presente. 13 14 Hegel, G.W.F Filosofía de la Historias Universal Introducción general Capítulo II P. 81. Hegel, G.W.F. Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie (Deutschland, Rolf Nölle) P 14.