Download Acompañar en el sentido moral
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l El siguiente decálogo puede darnos algunas pautas al momento de pensar acciones que ayuden a educar en el sentido moral. AMBIENTE EDUCATIVO ACOMPAÑAMIENTO 1) Ayudar a interiorizar y personalizar las exigencias morales. 2) Motivar los valores y normas positivamente; no con el miedo o los castigos. 3) Formar el discernimiento moral para ver y valorar las situaciones y acontecimientos que el muchacho vive. Acompañar en la formación del sentido moral (material basado en los libros “Catequesis y moral” y Propuestas para la Educación Ética”) n La persona humana es estructuralmente un ser moral. El hombre, ser racional y libre, se hace a sí mismo a lo largo de su existencia. La persona desarrolla la actividad moral cuando sus actos provienen de sus facultades específicas: la inteligencia y la voluntad. En cada momento, sus acciones manifiestan las preferencias que deciden en orden a la construcción de su persona. n El sentido moral de la existencia humana radica precisamente en esta capacidad de la persona para conducir y construir su vida; capacidad de sentido, dirección y liberación progresiva. n Los creyentes reconocemos este sentido y orientación ética de la persona. Reconocemos que la responsabilidad moral, en cuanto tal, pertenece a todos los hombres y a todos los grupos humanos. No es un privilegio cristiano, ni una exigencia exclusiva. Tenemos que obrar moralmente no porque seamos cristianos, sino por ser hombres solidarios con todos los hombres. n Al mismo tiempo que reconocemos el carácter ético de la persona, sentimos también que la fe cristiana impregna toda nuestra vida. La vida cristiana tiene como eje y centro la fe en Jesús de Nazaret. Implica la proclamación de la fe en Cristo Jesús, hecho hombre, muerto y resucitado por la salvación de todos los hombres. n Por eso la fe en Cristo y su adhesión a Él en el amor hacen, de verdad, cristiano el compromiso moral del creyente. Su comportamiento tiene que regirse y ordenarse de acuerdo con esta norma fundamental; de acuerdo con el mensaje, vida y valores de Jesús; de acuerdo con la intención de vivir la fe y la caridad. Jesús es el modelo de todo cristiano, con quien se confronta y aprende las propias actitudes morales. Esto no quiere decir que por ser “más bueno” voy a ser mejor cristiano; pero, a la inversa, un verdadero camino de fe y amistad con Jesús debería llevarme a ser una persona honesta, justa y solidaria. 1 4) Dialogar con los muchachos sobre acontecimientos sociales y sobre su vida misma, valorándolos y ayudándolos a valorar. 5) Hacer referencia constante al evangelio y a la persona de Jesús. 6) Tener en cuenta que la conciencia se está formando constantemente en todos los momentos: en la familia, en el barrio, en la escuela, con los amigos. Hay que cuidar, en cuanto podamos, que estos ambientes sean realmente formativos. 7) Testimonio y coherencia de vida de los animadores y educadores; coherencia entre lo que hacemos y lo que decimos. 8) Ayudar a comprometerse en la acción; ayudar a obrar de acuerdo con las propias ideas y valores. 9) Ayudar a la revisión personal de las conductas y actitudes. 10) B u s c a r e i n c u l c a r v a l o r e s especialmente importantes: verdad, honestidad, justicia, reconocimiento de los propios fallos. 4 ¿ ? n El Evangelio no es un tratado de moral. Pero la vida que anuncia nos indica los rasgos más significativos de la existencia y el comportamiento del creyente. Son los rasgos originales de la moral cristiana: l w La moral cristiana está íntimamente unida a la fe. No podemos separar en la vida cristiana, fe y moral. w La moral cristiana tiene un carácter religioso y de diálogo. Introduce al hombre en un diálogo amoroso y exigente con Dios. w La moral cristiana es positiva y propositiva. No niega ni reprime, sino que propone un ideal de vida para construir un mundo mejor. w La moral cristiana es moral del amor. El amor de Dios debe manifestarse en el amor al prójimo, y el amor al prójimo nace y se fundamenta en el amor a Dios. n El animador, catequista o educador cristiano tiene como tarea fundamental ayudar a juzgar, valorar y vivir en cristiano a los jóvenes con quien está. Educar el sentido moral es una tarea muy exigente y muy necesaria. Señalaremos algunas pistas para profundizar y aplicar en la tarea educativa cotidiana. l No presentar un rostro negativo y represivo de la moral cristiana. No es la moral del “no hagas”, “no digas”, “no pienses”, “no mires”. El esfuerzo debe estar en presentar en forma positiva los valores que enriquecen a la persona. l Ofrecer modelos y testimonios de vida que sean creíbles y entusiasmantes. La moral cristiana es mucho más que normas; son personas vivas que hacen suyos los valores revelados por Jesús para una vida plena y feliz (que no quiere decir placentera y sin problemas). l Hay que enseñar a reconocerse pecador, como aquella condición en que rechazamos a Dios, cuando dañamos nuestra existencia o no nos preocupamos por la felicidad de los demás. Reconocerse pecador no es decir “soy malo”, sino aceptar la limitación y la fragilidad; esto ayuda también a vivir la responsabilidad por las propias acciones. Es igual de importante enseñar a pedir perdón y a agradecer el perdón como gesto inmenso de amor. 2 Es relativamente más fácil educar “bajo el peso de la ley” y el temor, que según un modo en que la persona responda personal y responsablemente a las situaciones de la vida. Don Bosco expresa estas situaciones en su Sistema Preventivo cuando dice que “hay que poner al joven en incapacidad de pecar”, y luego al decir que “hay que amar lo que los jóvenes aman para que ellos amen lo que nosotros amamos”. En definitiva, el camino pedagógico pasa decidida y progresivamente por enseñar a obrar movido por motivaciones externas a actuar según la propia libertad, según la propia voz interior. l La tarea más delicada e importante es ayudar a formar la conciencia moral. No significa enseñar valores, sino educar a la persona en cuanto persona, hacerla disponible a asumir y vivir ciertos valores, e iniciarla en el discernimiento para valorar las situaciones en las que vive, confrontarlas con el evangelio y orientar su vida según ello. l La educación moral acontece porque en la persona – el niño, el adolescente, el joven – existe una serie de procesos psicológicos y espirituales, mediante los cuales interioriza los valores que predominan en su entorno y que se muestran imprescindibles para su educación moral. Siguiendo algunas corrientes podríamos destacar cuatro procesos involucrados en este desarrollo: – La imitación, mediante la cual el joven absorbe las acciones de los demás tanto para bien como para mal. – La sugestión, mediante la cual absorbe acríticamente las emociones y actitudes de los demás, pudiendo contribuir a la formación de un código moral irracional. – La identificación, mediante la cual absorbe la personalidad total de los adultos más próximos a él. – La formación del yo ideal, mediante la cual absorbe el carácter de los adultos a quien ama y admira. Estos procesos intervienen en la interiorización del mensaje moral. Conocerlos y servirse de ellos facilita la formación gradual y coherente del sentido moral en los niños, adolescentes (principalmente) y jóvenes. 3