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EL DÍA A DÍA Mocos y logopedia Mònica Ballester Lucas pronto cumplirá 3 años. Hoy le ha costado mucho almorzar. «Otra vez se está resfriando», observa su madre. «¡Ya veremos cómo pasa la noche!». Cada otoño, comienzan unos períodos de mocos, décimas, ronquidos y desvelos por las noches, y llantos por dolor de oído, que se van repitiendo con cierta frecuencia hasta que vuelve la primavera. Son bien conocidos por muchos padres y madres los cuadros de resfriado de las criaturas por las molestias que les ocasionan para comer, para dormir; por la inquietud que les generan… Lo que para los médicos y el público en general se considera una afección leve y transitoria, y la mayoría de las veces sin apenas consecuencias, para la logopedia son una señal de aler ta que hace que pongamos especial cuidado en limpiar la nariz a los niños y niñas con la mayor frecuencia posible. La obstrucción nasal, ya sea por mocos, por inflamación de la mucosa (rinitis) o por cualquier otra causa, nos obliga a respirar por la boca. Si esto sucede a los niños y niñas cuando son pequeños, con mucha facilidad se convierten en respiradores bucales habituales. Este mal hábito, mantenido en el tiempo, tendrá repercusiones negativas en su lenguaje y en otros aspectos de su desarrollo. Aula de Infantil | núm. 74 | pp. 42-43 | marzo 2014 | 42 Los mocos y la audición De 0 a 5 años y medio es cuando los niños y niñas adquieren el sistema fonológico de la lengua; cuando aprenden todos los sonidos del habla y los guardan bien almacenados en su memoria auditiva, para poder reconocerlos sin problemas y, así, comprender bien el lenguaje y utilizarlos sin dificultades en todas las posiciones (en palabras cortas y fáciles, o largas y difíciles). Cuando las criaturas están resfriadas y nadie les limpia la nariz con la suficiente frecuencia, o no se les hace sonarse bien, las mucosidades acumuladas en la nariz obstruyen la entrada de la trompa de Eustaquio, que comunica la nariz con el oído medio, e impiden que se ventile bien, lo que provoca, unas veces, la acumulación de líquido en el oído, y otras, la entrada de moco de la nariz (otitis), perturbando la transmisión del sonido por parte de los huesecillos (martillo, yunque y estribo). El resultado es que no oyen lo bastante bien, y este tipo de otitis (serosa o seromucosa) no siempre produce dolor, motivo por el cual puede pasar desapercibida. En este período de edad, es importantísimo que la audición de los niños y niñas esté en perfectas condiciones. Si no es así, los sonidos se aprenden de manera confusa y poco diferenciados entre sí, y la falta de discriminación auditiva de los sonidos puede originar problemas de comprensión del lenguaje y problemas de habla (cambian unos sonidos por otros: togogán por tobogán; telófeno por teléfono) que, si no se solucionan reeducando la función auditiva, pueden reaparecer más tarde como dificultades en la lectoescritura. El respirador bucal Existe un cuadro clínico que los médicos otorrinolaringólogos denominan el síndrome del respirador bucal. Se En este período de edad, es importantísimo que la audición de los niños y niñas esté en perfectas condiciones EL DÍA A DÍA Aula Infantil Mònica Ballester Educación para la salud | 0 a 6 trata de unas características faciales y bucales que desarrollan, en pocos años, los niños y niñas que habitualmente respiran por la boca: la cara tiene una forma más alargada; el paladar es demasiado alto y estrecho y, a veces, los dientes no pueden encajar bien; los pómulos están poco desarrollados; el labio superior queda corto y con un tono muscular demasiado bajo, así como la lengua y el resto de la musculatura facial. Con estas condiciones de estructura bucal y muscular de lengua, labios y mejillas, podemos entender que el habla de estos niños y niñas será poco clara y con problemas de pronunciación que requerirán ejercitación muscular específica. Todo esto se puede evitar Las criaturas no son conscientes de cuándo tienen mocos; tampoco perciben si tienen o no los oídos tapados, ni se dan cuenta de si respiran por la boca en lugar de hacerlo por la nariz, y fácilmente se habitúan a hacerlo. El problema se origina cuando los adultos que estamos con ellos tampoco nos damos cuenta de la situación. La solución pasa por que padres y madres, abuelos y maestros sepamos ver las señales que nos dicen que el niño tiene la nariz tapada, y limpiarle con tanta frecuencia como podamos, preparándolo así para que aprenda a limpiarse la nariz ya desde que nace, para que así sea capaz de sonarse él solo cuando fisiológicamente esté preparado para hacerlo. ¿Cómo? Dándole a la higiene nasal la importancia que tiene. Normalmente, limpiarse la nariz suele ser una molestia que hay que solucionar rápidamente y sin que nadie nos vea; los mocos se consideran suciedad y la función de la nariz, como órgano de percepción de los olores, ha perdido prioridad delante de otros sentidos considerados más necesarios. ¿Habéis pensado cuántas veces ven vuestros hijos o hijas cómo os sonáis? ¿Tenéis la costumbre de haceros una higiene nasal diaria con agua marina o suero fisiológico? ¿Puede aprender del modelo que ve en casa? ¿Y en la escuela? Hasta los 6 o 7 años, ¿aprender a sonarse es un ob- jetivo dentro de los planes de aprendizaje? ¿O más bien le «roba» tiempo a otros aprendizajes o actividades? Que los niños y niñas aprendan a sonarse no es sencillo, ni para ellos ni para nosotros. Tenemos que saber «venderles el producto» como algo que para nosotros es natural y necesario, y que incluso puede llegar a ser divertido. Podemos inventarnos juegos para soplar por la nariz, igual que por la boca; hacernos masajes nasales; abrir las fosas nasales y hacer ver que somos delfines, y que nos limpiamos la nariz con los espráis de agua de mar. Pero, como todo, requiere tiempo y perseverancia, y yo diría que también buen humor, más que las expresiones de asco que mostramos a veces cuando sacan un buen «mocarrón». Vale más que se lo tomen con ganas, es un hábito muy saludable que les durará toda la vida. AUTORA Mònica Ballester Torras Terapeuta de la comunicación y el lenguaje mballester@logopedia-holistica.com Aula de Infantil | núm. 74 | marzo 2014 | 43