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Los nuevos «universos-isla» de Tokio SUZUKI Hiroyuki1 Tokio se encuentra inmerso en plena efervescencia urbanística, y por toda la ciudad se están remodelando edificios de oficinas altísimos. Sólo durante el año pasado, el edificio Marunouchi frente a la estación de Tokio se remodeló completamente como rascacielos; un grupo de edificios altos conocidos como Shiodome Shiosite ha transformado el distrito de Shiodome; el área cercana a la salida sur de la estación de Shinagawa ha sido rediseñada; y en la zona de Roppongi se ha completado el jardín Izumi junto al complejo Ark Hills, y el nuevo complejo de las colinas Roppongi forma parte ya de los lugares emblemáticos de Tokio. Estos son solamente los ejemplos más conocidos. Se están remodelando muchos otros rincones de Tokio, como parte del distrito Harumi Itchome; el edificio Mitsui Honkan y la antigua sede de los almacenes Tokyü en Nihonbanshi; Meiji Seimei Kan (sede central de Meiji Life Insurance Co.), el edificio del Nihon Kogyo Club, sede dellndustry Club of Japan, y la antigua sede central de los Ferrocarriles Nacionales de Japón en Marunouchi; y las zonas alrededor de las estaciones de Akihabara e lidabashi. Poco antes se habían remodelado las colinas verdes de Atamo entre las estaciones de Kamiyacho y Onarimon y construido de la torre del parque Sanno y la torre Prudential cerca de la estación de Tameike. Tantos rascacielos en un período tan corto ha hecho de Tokio una ciudad repleta de espacio de alta calidad para oficinas. Las oficinas de empresas y otras organizaciones se trasladan mucho, y los inquilinos de edificios de oficinas no dudan en ir a otro lugar un poco más barato O con mejores equipamientos. Así que la proliferación de espacio para oficinas está provocando no solamente la caída de los alquileres sino también una reacción en cadena de traslados: los inquilinos de edificios ya construídos se trasladan a edificios de nueva construcción abandonados a su vez por otros inquilinos que se han ido a edificios todavía más nuevos. En el caso de la región del gran Tokio, la disponibilidad masiva de nuevo espacio de oficinas en ubicaciones centrales también está haciendo pedazos los centros urbanos secundarios en un radio de unos 30 kilómetros del centro de Tokio. En lugares como Makuhari hacia el este, Omiya, Kawagoe y Hachioji, al norte y al oeste, y Yokohama al sur, el desarrollo tenía como objetivo hacer de la región del gran Tokio una megalópolis en forma de anillo. Pero el centro de la capital sigue siendo un eje de remodelación sostenida a gran escala, y los nuevos complejos resultantes están absorbiendo no solamente a los inquilinos del centro de Tokio sino también a los que normalmente ocuparían oficinas en estos centros secundarios. Este año la cantidad de espacio para oficinas es especialmente grande, y los efectos de este auge de la oferta constituyen el llamado "problema de 2003». A menudo oigo referencias a este fenómeno en conversaciones con personas implicadas en el sector SUZUKI Hiroyuki es doctor en Arquitectura por la Universidad de Tokio. En la actualidad es profesor en su alma mater. Ha obtenido varios reconocimientos en forma de galardón, como el Premio a la Tesis de Investigación del Instituto de Arquitectura de Japón. Es autor, entre otras obras, de Kenchiku no seikimatsu (Fin de siglo de la arquitectura), y Kenchiku no nanatsu no chikara (Los siete poderes de la arquitectura). 1 inmobiliario y de la construcción. Dicen que los inquilinos ahora pueden encontrar oficinas mejores y más baratas cada vez que se trasladan, que el precio de los alquileres de los edificios, especialmente de los más antiguos ha caído en picado, que hay muchos despachos vacíos, y que cada vez hay más bloques de nuevas oficinas con dificultades para encontrar inquilinos. Las estadísticas reflejan la misma historia. Según un informe del Ministerio del Suelo, Infraestructuras y Transportes, la tasa de desocupación de grandes edificios en cinco distritos centrales de Tokio, en los que se incluye Chiyoda, Chüo y Minato fue del 6,9 % en el año fiscal 2002 (de abril de 2002 a marzo de 2003), comparado con el insignificante 0,8 % del año fiscal 2000, y la proporción de oficinas desocupadas en los 23 distritos subió hasta un 6,1 %. El informe expresa la inquietud de que algunos de los edificios más antiguos con oficinas vacías no pueda llegar a ocuparse. Incluso rascacielos de primera línea se están viendo obligados a luchar con uñas y dientes para conseguir inquilinos. Con tanta oferta hasta ha surgido la leyenda urbana de que uno de los nuevos y altos edificios está encantado. Una acción sin precedentes La política de renovación urbana que se está aplicando actualmente es uno de los principales ejes del programa de la administración, y surgió como una medida de estímulo económico de emergencia. En la era Edo (1603-1868), había una política tradicional de antirecesión conocida como otasuke fushin (obra de construcción de ayuda) por la cual los jefes de los poblados y otros notables ayudaban a combatir el desempleo en épocas de dificultades económicas encargando obras de construcción, como la remodelación de sus casas. Yo pensaba que la política de renovación urbana del gobierno era una mera forma moderna de otasuke fushin, pero parece ser algo más. La etiqueta de «renovación urbana» le da un objetivo que va más allá del estímulo económico. En el caso de la reciente acometida de remodelaciones, ese objetivo es hacer que las ciudades japonesas sean más competitivas a nivel internacional. El gobierno también confía que esta renovación mejore el entorno urbano, tanto en las ciudades como en las áreas colindantes, y permita explotar más eficazmente los recursos culturales y turísticos de las ciudades. No existe una manera clara de medir la capacidad competitiva internacional de una ciudad, pero si por ejemplo observamos una clasificación global por sedes de conferencias internacionales, vemos que Tokio ocupa el puesto veintitrés, muy por debajo de Seúl y una posición por debajo de Pekín. Tokio es notablemente cara, y carece de atracciones para que la gente disfrute fuera del trabajo. Por este motivo, las personas que vienen a Tokio desde el extranjero, bien sea para asistir a una conferencia, o en viaje de negocios o por estudios, acortan su estancia lo más posible. Hay que considerar muchos factores si queremos que la ciudad sea más competitiva a nivel internacional y más atractiva para los visitantes. Este es el objetivo de las obras para mejorar el entorno urbano en Tokio y alrededores y explotar los recursos culturales y turísticos de la ciudad más eficazmente. Si esta importante remodelación produce resultados duraderos en términos de mejora del número de activos urbanos, será la primera vez para Japón. Las mejoras urbanísticas anteriores se habían llevado a cabo tras la destrucción causada por la guerra o por desastres naturales. El Ginza «Bricktown», conocido como el primer proyecto de desarrollo urbano de la era Meiji (1868-1912), se creó tras un importante incendio en el distrito de Ginza, y las dos mayores transformaciones urbanas desde entonces en Tokio tuvieron lugar después del devastador terremoto de 1923 y la destrucción de la I1 Guerra Mundial. Aparte de las obras de reconstrucción, la renovación urbana de Tokio se ha limitado a poco más que consumir el legado de épocas anteriores destinando propiedades antiguas a nuevos usos. Tras la Restauración Meiji de 1868, con la abolición del shogunado y el sistema de señoríos dirigido por los daimio y cuando Edo pasó a llamarse Tokio, muchas residencias de los señores establecidos en la capital del shogun las confiscó el Gobierno de Meiji, y destinó los terrenos para nuevos usos. Las propiedades de los daimi o de Owari y de Mito, que eran especialmente grandes, se convirtieron en instalaciones militares, y las del daimi o de Kaga, en campus universitarios. Y el castillo de Edo, antigua sede del shogun, se convirtió en el Palacio Imperial. Cuando Tokio se preparaba para albergar los Juegos Olímpicos de 1964, las autoridades volvieron a optar por utilizar algunas de las herencias Edo de la ciudad, como sus numerosos cursos de agua naturales o artificiales, que se utilizaron como rutas para una nueva red de vías rápidas. Así es como el histórico puente de Nihonbashi, que marca a la altura de Tokaido el inicio de la autopista a niveles que enlazaba Edo con la antigua capital imperial de Kioto, acabóbajo la sombra de una autopista elevada. Otro ejemplo de transformación del uso de terrenos del mismo período es la construcción del polideportivo cubierto en Yoyogi que albergaba la piscina olímpica en terrenos que antes de la II Guerra Mundial había utilizado el ejército imperial y después de la guerra habían servido como distrito Washington Heights para residencia de los militares estadounidenses. Llevar la antorcha de la historia Casi sesenta años después de la destrucción provocada por la 11 Guerra Mundial y casi cuarenta años después de los Juegos Olímpicos, ¿queda algún trozo de terreno en Tokio que resulte adecuado para su conversión? Las obras de remodelación que han transformado Tokio una y otra vez en el pasado siempre han contado con amplias ofertas de suelo disponible para nuevos usos. Por ejemplo, después de la 11 Guerra Mundial, no solamente distritos devastados por los bombardeos sino también muchas antiguas bases militares quedaron disponibles para construcción civil. Proyectos de viviendas públicas como los de Toyama Heights y Akabane son ejemplos de antiguas instalaciones militares que se convirtieron en distritos residenciales. Los últimos proyectos de remodelación centrados en rascacielos pueden enmarcarse en tres categorías generales. La primera es la conversión de grandes espacios de terreno, en su mayoría antiguas propiedades de los Ferrocarriles Nacionales de Japón. Los proyectos en Shiodome, Shinagawa y Akihabara encajan en esta categoría. La segunda es la remodelación de antiguos distritos comerciales, como Marunouchi y Nihonbashi. La tercera la acumulación de diferentes parcelas para constituir una amplia zona urbanizable. Las colinas verdes de Atago, el jardín Izumi y las colinas de Roppongi son ejemplos de este tipo de proyecto. Los proyectos del primer tipo son en gran parte resultado de las políticas aplicadas por la administración del primer ministro NAKASONE Yasuhiro (19821987), especialmente la privatización de los Ferrocarriles Nacionales y el fomento del dinamismo del sector privado. Esencialmente, lo que ha hecho posible estos proyectos ha sido la venta de activos urbanos del sector público a empresarios del sector privado. Sin embargo, y por desgracia, estos proyectos del primer tipo generalmente no han favorecido mucho el entorno urbano. Suelen faltarles zonas verdes y espacios de carácter cultural. La única contribución cultural positiva hasta ahora es la restauración de la vieja estación de Shinbashi en el distrito Shiodome, pero incluso aquí es difícil evitar la sensación de que el edificio restaurado se ha colocado casi con calzador entre las nuevas y altas construcciones. Ninguna de las otras remodelaciones del primer tipo ofrecen nada atractivo para visitantes en general. Es difícil evitar la conclusión de que con estos proyectos se consigue que Tokio esté más superpoblada y sea más «funcional». Por el contrario, el segundo y tercer tipo de proyecto de remodelación sí que parecen conseguir crear nuevos equipamientos públicos tanto culturales como de otra índole. La remodelación del área alrededor de la estación de Tokio ofrece algunos buenos ejemplos de ello. Este proyecto implica a los distritos comerciales centrales de Otemachi, Marunouchi, y Yürakucho, O-Maru-Yü en breve, una zona que alberga a un número de importantes equipamientos culturales, como la propia estación de Tokio, Meiji Seimei Kan, y el edificio del Nihon Kagya Club building. Con los planes de remodelación que se están poniendo en práctica actualmente, el Meiji Seimei Kan, sede central de la Meiji Life Insurance Co., se preservará en su totalidad; la parte de la estación de Tokio que fue destruída por el fuego en la 11 Guerra Mundial será restaurada, remodelada y se le dará un nuevo uso; y el edificio Nihon Kagyo Club, sede del Club Industrial de Japón, se ha preservado en parte y otra parte ha sido restaurada. El proyecto es, por lo tanto, crear un nuevo eje comercial renovado para Tokio conservando la herencia histórica de la zona. Otro ejemplo es la remodelación del edifico Mitsui Honkan en Nihonbashi, donde han empezado trabajos de construcción de un rascacielos como parte de un proyecto en que la estructura original será preservada en su totalidad. Por todo ello, puede afirmarse que los proyectos de remodelación del segundo tipo enriquecen sus zonas ya que preservan los edificios históricos. El jardín japonés del complejo de las colinas Roppongi restaura la imagen del jardín que guardaba la familia Mari (señores del señorío Chashü) en la era Edo, mientras que el complejo del jardín Izumi incorpora el jardín de la antigua mansión tokiota de la familia Sumitomo, una gran casa de comercio donde se dice que trabajó el célebre diseñador de jardines OGAWA Jihei (1860-1933). Estos ejemplos reflejan un deseo por parte de los promotores de enriquecer culturalmente las zonas en las que están trabajando mediante la conservación de jardines históricos como espacios verdes abiertos al público. Como en los ejemplos anteriores, algunos de los proyectos de remodelación del segundo y tercer tipo destacan por su contribución a la renovación urbana mientras llevan la antorcha de la herencia de Tokio. Sin embargo, no resulta sencillo juzgar si estos proyectos merecen nuestra aprobación sin reservas y si sus consecuencias serán verdaderamente favorables. Sólo empiezan a revelar cómo la ola de construcción de edificios altos puede llegar a modificar el entorno urbano de Tokio, para bien y para mal, en los próximos años. No tengo intención de mostrarme abiertamente crítico hacia las tendencias que están cambiando la faz de Tokio como ciudad moderna. En la medida de lo posible, me gustaría centrarme en discernir las posibilidades que estas tendencias ofrecen. No obstante, en la transformación que está experimentando Tokio actualmente detecto un tipo de urbanismo tal vez demasiado japonés. Oasis muy elevados Me he fijado que muchos de los actuales proyectos de desarrollo que implican la construcción de grupos de edificios de oficinas incluyen trabajos para conservar la herencia de los espacios sobre los que están construidos. Por mi implicación en varios de estos proyectos he podido comprobar de primera mano algunos de los problemas reales con que se enfrentan las ciudades. Estas experiencias me han enseñado que para diseñar un entorno urbano agradable hace falta algo más que remodelar un edificio o una parcela concreta. Hace falta que todo el entorno de un proyecto en particular también esté remodelado. En el caso del Edificio Marunouchi, cerca de la estación de Tokio, habría sido difícil formular un proyecto de preservación y desarrollo que englobara la zona colindante, porque el edificio ocupa todo un bloque por sí solo. Los encargados del proyecto acabaron inclinándose por reconstruir la estructura en su totalidad. Pero al final pudieron preservar parcialmente el edificio original del Nihon Kogyo Club colocándole un nuevo edificio de 30 pisos justo detrás en el mismo bloque. Enfoques similares, que combinan altos edificios con edificios antiguos históricos en proyectos de remodelación de bloques enteros, han permitido preservar los edificios Mitsui Honkan y Meiji Seimei en su totalidad. Adoptando otro método, los arquitectos del jardín Izumi y las colinas Roppongi pudieron incorporar espacios abiertos entre los enormes complejos creándolos expresamente. Sin embargo, en Shinagawa y Shiodome, aunque los arquitectos tenían la ventaja de disponer de grandes extensiones de terreno previamente utilizadas por los Ferrocarriles Nacionales, los proyectos de remodelación resultantes muestran un total falta de sensibilidad cultural. Como ambos proyectos se desarrollaron tras la venta de terrenos para ayudar a cubrir el enorme pasivo que había dejado la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de Japón, puede ser que los arquitectos se mostrasen reticentes a incluir en sus planes elementos que no generasen beneficios. Pero es profundamente lamentable que estos espacios con tanta tradición de servicio público hayan sido rediseñados con poco respecto al enriquecimiento cultural. Aunque algunos de los recientes proyectos de remodelación tienen un tinte más cultural que otros, cada una de las zonas resultantes constituye, y esa es mi opinión, un «universo-isla» en el corazón de Tokio, un oasis de altos edificios flotando en el caos de la ciudad. La gente acude en masa a estos oasis en busca de descanso y relajación. La idea de encontrar nuevos oasis en el desierto urbano ha llevado a muchos visitantes hasta proyectos de reciente construcción como el Edificio Marunouchi, Shiodome Shioshite y las colinas Roppongi. Algunos de estos oasis también implican ampliaciones laterales y enlaces entre proyectos. El proyecto de remodelación del distrito O-Maru- Yü, por ejemplo, abarca Marunouchi, incluyendo ambos lados de la estación de Tokio, y los vecinos distritos de Otemachi y Yürakucho. Por su parte, los complejos dominados por rascacielos de las colinas Ark, el jardín Izummi, las colinas Shiroyama y las colinas Roppongi, forman una zona semicontigua. El proyecto de remodelación de la sección de Nihonbashi alrededor del edificio Mitsui Honkan es, según tengo entendido, parte de un concepto más amplio de remodelación que se extiende al vecino distrito de Yaesu. Y las obras al sur de la estación de Shinagawa están muy cerca de las colinas de Goten'yama y el distrito de la isla de Tennazu. ¿Pero estos universos-isla se van a extender y enlazar para acabar transformando Tokio en una ciudad de altos edificios al estilo occidental? Creo que es improbable. La capital de Japón seguramente continuará siendo una ciudad de islas, un modelo en ella misma. Tokio es ciertamente distinta a Nueva York. He oído que los directores de cine a menudo filman en Taranta escenas de películas que transcurren en Nueva York. Existen muchos impedimentos para filmar en las calles de Nueva York, y Taranta se considera una buena alternativa para las escenas de acción y similares. Visto desde el suelo, el ordenado entramado de calles y filas de rascacielos de Toronto dan a la ciudad un aspecto muy de Nueva York. Este diseño rectangular forma un paisaje urbano muy distinto al conglomerado de universos isla entre un mar de edificios relativamente bajos que uno puede ver en Tokio. Y Tokio también se diferencia decisivamente de ciudades como París donde existen avenidas rectas que salen de puntos centrales. Es probable que la transformación de la capital de Japón en una ciudad de rascacielos continuará de forma gradual. Este modelo de desarrollo urbano es una característica intrínseca de la identidad de Tokio. ¿Qué le da su identidad a una ciudad? El papel destacado de las principales empresas inmobiliarias y otros actores del sector privado ha sido uno de los principales factores en el desarrollo de Tokio como ciudad de universos-isla. En su actual política urbanística, el Gobierno apuesta por un desarrollo del sector privado de alta calidad; simplificando y acelerando la planificación y otros procedimientos para minimizar los retrasos en la implementación de proyectos de desarrollo. Los actores del sector privado evidentemente centran sus esfuerzos en lo que consideran zonas de valor estratégico. Y esto da como resultado la formación de bolsas de desarrollo. Las acciones del gobierno para fomentar las denominas "iniciativas financieras privadas (IFP) son otro elemento de su política de promoción urbanística controlada por el sector privado. Anteriormente, la manera de conseguir fondos del sector privado para proyectos públicos era crear empresas público-privadas de riesgo compartido, las denominadas del «tercer sector» en Japón. A menudo los cargos más altos de estas empresas los ocupaban funcionarios. En cambio, en los proyecto de desarrollo de IFP, el liderazgo del sector privado está más claramente definido. Este es el método que actualmente se utiliza, por ejemplo, en el proyecto para remodelar el distrito de Toranomon, centrándose en planes para edificios que albergan dos órganos del Gobierno central, y también en el proyecto de remodelación de alojamientos para los miembros de la Dieta. Avanzar en la renovación urbana con IFP es ir creando nuevas bolsas de desarrollo, con el resultado de que Tokio acabará transformándose en una ciudad de islas dominada por los rascacielos. Esto suscita dos preguntas. La primera es ¿cuál debería ser el papel del sector público cuando los proyectos de remodelación urbana están cada vez más controlados por el sector privado?, y la segunda es con el modelo de <<isla-universo», ¿cómo conseguiría su identidad cada “isla” remodelada? El papel fundamental del sector público es ofrecer infraestructuras. Más específicamente, debería situar y mejorar instalaciones como carreteras, canalizaciones de agua y sistemas de alcantarillado, infraestructuras energéticas y de información, y espacios abiertos. Una ciudad no puede funcionar sin estos elementos básicos. Cada bolsa de remad elación ofrece recursos de tipo oasis para descanso y relajación, y las obras públicas deben favorecer a estos oasis. No es exagerado afirmar que el futuro de Tokio depende de si el sector público llega a desempeñar este papel de forma satisfactoria. Sobre la pregunta de cómo pueden establecer su identidad los «universos-isla», ya he dicho que las identidades de los distritos transformados en la reciente oleada de remodelaciones pueden dividirse en dos categorías. La primera, las que contienen la herencia de ese distrito, principalmente con la preservación de edificios históricos. La antigua estación de Shinbashi, la estación de Tokio, el edificio del Nihon Kagya Club, Mitsui Honkan, y Meiji Seimei Kan, por ejemplo, son básicos para las identidades de sus distritos respectivos. El segundo tipo de identidad proviene de las zonas verdes, como los jardines históricos. Ejemplos de ello podemos encontrarlos en el jardín Mari de las colinas Roppongi y el jardín Sumitomo del proyecto del jardín Izumi. Estas bolsas de remodelación con herencia se pueden considerar distritos con una identidad diferenciada. La herencia es cultura. Y si los proyectos de remodelación no incluyen la cultura, se limitarán a crear más aglomeraciones aumentando el número de edificios altos. Comparadas con la herencia de cada isla, las formas de los rascacielos, por muy distintivas que sean, no transmiten un sentimiento de identidad particularmente fuerte. Aunque el nuevo Edificio Marunouchi ha captado gran atención, poca gente puede acordarse instantáneamente de su forma. Lo mismo puede decirse de la nueva sede central de Dentsu en Shiodome, a pesar de sus contornos inusuales. Y aunque ISHIY AMA Osamu, arquitecto y profesor de la Universidad de Waseda, ha comparado los edificios altos del centro de las colinas Roppongi a una botella de plástico gigante, me cuesta mucho imaginarme el contorno de este edificio. La identidad y el atractivo de las zonas de remodelación es su contenido cultural, que proviene de su historia y se manifiesta gracias a la remodelación. En esencia, lo que ocurre es que con estas islas de remodelación Tokio está pasando de ciudad no funcional pero avanzada a metrópolis cultural multifuncional. El centro de Tokio -en muchos aspectos la cara de Japón- hasta ahora lo ocupaban las sedes de grandes corporaciones y era donde vivía una gran cantidad de empleados de élite, sin embargo, ofrecía pocas alternativas a las personas que se quedaban trabajando hasta tarde en los bloques de oficinas de la ciudad y querían comer algo antes de marcharse a su casa. Sobre la idea de que la actividad económica sucede durante el día, la ciudad económica ofrecía muy poco a la hora del descanso nocturno. Sin embargo, con la globalización, las empresas ahora funcionan las 24 horas, y ni siquiera las ciudades económicas pueden permitirse un descanso. Esto puede explicar porqué las nuevas islas de desarrollo de Tokio tienen tantos restaurantes y tantas tiendas. Si el cambio sólo fuera esto, significaría poco más que una ciudad económica avanzada se había vuelto más avanzada todavía. Sin embargo, creo que incorporando la cultura histórica las nuevas actuaciones urbanísticas encuentran su identidad. Me gustaría pensar que esto es lo que se esconde tras la popularidad de los «universos-isla» recientemente remodelados. Hacia una nueva metrópolis cultural Estoy convencido de que la actual transformación de Tokio constituye una aproximación hacia la fase final del desarrollo moderno de la ciudad. Es probable que el perfil definitivo de Tokio en la era moderna sea el de una ciudad de «universos-isla» de rascacielos. Es muy difícil remodelar rascacielos. Por lo que yo sé, el único rascacielos derribado expresamente y sustituido es la torre Singer (la destrucción del World Trade Center no encaja en esta categoría). Es otro motivo para pensar que la actual transformación de Tokio constituye la penúltima fase del desarrollo de la ciudad. Seguramente habrá más proyectos de nuevo desarrollo que crearán nuevos «universosisla». Teniendo en cuenta que estos complejos van a ser la última fase de transformación de Tokio, debemos garantizar que contengan fuertes señas de identidad. Esta identidad no tiene porqué consistir en edificios históricos o jardines, aunque me pregunto si los arquitectos pueden encontrar algo más en que basar la identidad. Puede que sea necesaria una nueva división de las funciones entre los sectores público y privado. El papel del capital privado -fuerza motriz de la remodelación- debería ser crear proyectos de remodelación que incorporen el valor histórico de los antiguos edificios, santuarios, templos y jardines. Y el papel del sector público debería ser ofrecer infraestructuras urbanas y crear una red histórica que sirva de enlace entre los distintos «universos-isla». El origen de la identidad histórica de un lugar no ha de ser necesariamente un santuario o un templo. Puede ser una calle comercial, un local tradicional o un tranquilo camino entre una arboleda. Mi esperanza es que la formación de un nexo entre estos lugares de interés histórico encabezará el renacimiento de Tokio como metrópolis cultural integrada. Se me ocurre que estas islas recién remodeladas son similares en su área a las fincas que los daimi o de todo Japón construyeron en la capital durante la era Edo. El proyecto de remodelación de la zona 0Maru-YO alrededor de la estación de Tokio, que alberga las sedes centrales de muchas coporaciones importantes, podría considerarse como una reencarnación moderna del Daimyo Kóji (literalmente, «Callejón Daimi o»), la concentración de villas de nobles que antiguamente ocupaban esta zona adyacente al Castillo Edo, mientras que el jardín Izumi y las colinas Roppongi son de unas proporciones similares a las propiedades Edo de los daimi o más importantes. En este sentido, una Tokio formada por una serie de complejos remodelados y con nexos comunes podría considerarse como una recreación de Edo con edificios altos. Si las islas remodeladas de la ciudad incorporan su propia herencia y se unen entre sí con el nexo común de la historia establecido por el sector público, entonces se verá la restauración de Tokio como la de una ciudad que ha madurado más allá del escenario de su primera modernización, que se había limitado a consumir el legado urbano de la era Edo. (Con la amable autorización de Crua Karon Shinsha) Traducido de «Chokoso to iu 'shima uchü'". Agosto de 2003. págs. 157-165. Cedido al Observatorio Virtual Asia Pacífico por Cuadernos de Japón.