Download Abril – Junio 2011 - Facultad de Medicina
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Vol. 13 • Núm. 51 • Abril-Junio 2011 Vol. 13 • Núm. 51 • Abril-Junio 2011 • ISSN 1665-5796 REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. ERRAR ES HUMANO PREVALENCIA DE SOBREPESO y obesidad en 407 niños en el Noroeste Mexicano GENÉTICA Y LA ENFERMEDAD de Parkinson: Revisión de actualidades MEDICINA UNIVERSITARIA CAN ANTI-RETROVIRAL therapy help patients with primary biliary cirrhosis? www.elsevier.es medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. COMITÉ EDITORIAL Director General Santos Guzmán López Ariel Ernesto Arias Ramírez Director Editorial Félix R. Cedillo Salazar Alejandro Arroliga Temple, EEUU Norbert W. Brattig Hamburgo, Alemania Editor David Gómez Almaguer Editor Francisco Javier Bosques Padilla María de los Ángeles Castro Corona Ottawa, Canadá Monterrey, México Editor Técnico Carlos A. Acosta Olivo Ricardo Cerda Flores Monterrey, NL Editor Técnico Beatriz E. De la Fuente Cortez Salvador Cruz Flores St. Louis, EEUU Editor Asistente Carlos E. Medina De la Garza José A. González González Monterrey, México Oscar González Llano Monterrey, México Patricia de Gortari CONSEJO EDITORIAL Hugo Alberto Barrera Saldaña Monterrey, México Francisco Forriol Campos Alejandra García Quintanilla Elvira Garza González René Raúl Drucker Colín DF, México Rubén Lisker Y. DF, México Pali Hungin DF, México José Luis Iglesias Benavides Ruy Pérez Tamayo Guillermo J. Ruiz Argüelles Ralph Weissleder Oliverio Welsh Lozano Puebla, México Boston, EEUU Monterrey, México José Carlos Jaime Pérez Patricia Ileana Joseph Bravo Antonio Costilla Esquivel Monterrey, México Emma Bertha García Quintanilla. Monterrey, México Cuernavaca, México DF, México Francisco López Jiménez Rochester, EEUU Xavier López Karpovitch DF, México Monterrey, México DF, México Claudia Elizalde Molina Monterrey, México Guillermo I. Pérez Pérez Nueva York, EEUU Mario Henry Rodríguez Cuernavaca, México Monterrey, México Alejandro Ruiz Argüelles Puebla, México Guillermo J. Ruiz Delgado Puebla, México José Javier Sánchez Madrid, España Josep María Segur Vilalta Gregorio A. Sicard Rolando Tijerina Menchaca Revisor del idioma inglés: Monterrey, México DF, México Isaías Rodríguez Balderrama Monterrey, México Stockton-on-Tees, Reino Unido Susana Kofman Alfaro Nahum Méndez Sánchez Eloy Cárdenas Estrada Mérida, México Monterrey, México David Kershenobich Stalnikowitz Laura E. Martínez de Villarreal Consultor de Bioestadística: DF, México Madrid, España Lyuba Varticovski Joseph Varon Barcelona, España St. Louis, EEUU Monterrey, México Maryland, EEUU Houston, EEUU Medicina Universitaria, Volumen 13, número 51, abril-junio de 2011, es una publicación trimestral de la Revista de Investigación y Ciencia de la Facultad de Medicina y Hospital Universitario Dr. José E. González de la U.A.N.L. ISSN 1665-5796. Editada por: Masson Doyma México, S.A. Av. Insurgentes Sur 1388, Piso 8, Col. Actipan Del. Benito Juárez, CP 03230, México, D.F. Tels.: 5524-1069, 5524-4920, Fax: 5524-0468. Reservados todos los derechos. El contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por ningún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Impresa por Editorial de Impresos y Revistas S. A. de C. V. Emilio Carranza No. 100 Col. Zacahuizco C.P. 03550. Delegación Benito Juárez, México D.F. Este número se terminó de imprimir el 30 de junio de 2011 con un tiraje de 1,200 ejemplares. Índices en los que aparece esta revista: ARTEMISA (Artículos Editados en México sobre información en Salud). En Internet, compilada en el Índice Mexicano de Revistas Biomédicas (IMBIOMED) y LATINDEX. medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. Sumario EDITORIAL Volumen 13 Número 51 Abril-Junio 2011 69 Errar es humano Jesús Zacarías Villarreal-Pérez, David Gómez-Almaguer, Francisco J. Bosques-Padilla 72 Acerca de la cirrosis biliar primaria José de Jesús Román-Sandoval, Misael Uribe, Nahum Méndez-Sánchez ARTÍCULOS ORIGINALES 73 Percepción médica sobre la influencia del acompañante en la consulta de primer nivel de atención Azucena Maribel Rodríguez-González, José Manuel Ramírez-Aranda, Miguel Ángel Santacruz-Belmonte, Mónica Hernández-Nieto, Eduardo Méndez-Espinoza, María Guadalupe Tamez-Tijerina 79 Prevalencia de sobrepeso y obesidad en 407 niños en el Noreste Mexicano Ricardo Jorge Hernández-Herrera, María Guadalupe Salas-Rubio, Juanita Mayela Castillo-Abdo, José Ignacio Saaib-Castillo, Víctor Armando Tamez-Rodríguez, Roberto Dávila-Canales, Hernán Ramírez-Vela 84 Acontecimientos adversos por medicamentos en pacientes médicos hospitalizados DO Treviño-Montes, MA Villarreal-Alarcón, EB Martínez-Canseco, R Rodríguez-Gutiérrez, IL Baena-Trejo, DA Galarza-Delgado 91 Extracción satisfactoria de cuerpos extraños radio-opacos basados en un radiografía convencional Gabriel A. Mecott, Hernán Chacón-Moreno, Yanko Castro-Govea, Mauricio García-Perales, Sergio Pérez-Porras, Hernán Chacón-Martínez ARTÍCULOS DE REVISIÓN 96 Genética y la enfermedad de Parkinson: revisión de actualidades Gabriela Elizondo-Cárdenas, Miguel Ángel Déctor-Carrillo, Héctor Ramón Martínez-Rodríguez, Laura Martínez-de Villarreal, María del Carmen EsmerSánchez 101¿Pueden los anti-retrovirales ayudar a los pacientes con cirrosis biliar primaria? Aldo J. Montano-Loza, Andrew L. Mason medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. CASOS CLÍNICOS 108Estenosis en apertura piriforme José Luis Treviño-González, Ramiro Santos-Lartigue, Vicente José Villagómez-Ortíz, Baltasar González-Andrade, Mario Villegas-González POR LOS ESTANTES 112Inmunología Odontológica María de los Ángeles Castro-Corona 114La oncología en la medicina mexicana Carlos E. Medina-de la Garza CARTA AL EDITOR 116Hallazgo radiológico de “cuernos ilíacos” Jesús Dante Guerra-Leal medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. Contents EDITORIAL Volume 13 Number 51 April-June 2011 69 To err is human Jesús Zacarías Villarreal-Pérez, David Gómez-Almaguer, Francisco J. Bosques-Padilla 72 About Primary Biliary Cirrhosis José de Jesús Román-Sandoval, Misael Uribe, Nahum Méndez-Sánchez ORIGINAL ARTICLES 73 Medical perception of the influence of a companion in the primary care outpatien Azucena Maribel Rodríguez-González, José Manuel Ramírez-Aranda, Miguel Ángel Santacruz-Belmonte, Mónica Hernández-Nieto, Eduardo Méndez-Espinoza, María Guadalupe Tamez-Tijerina 79 Prevalence of overweight and obesity in 407 children in northeastern Mexico Ricardo Jorge Hernández-Herrera, María Guadalupe Salas-Rubio, Juanita Mayela Castillo-Abdo, José Ignacio Saaib-Castillo, Víctor Armando Tamez-Rodríguez, Roberto Dávila-Canales, Hernán Ramírez-Vela 84 Adverse drug events in hospitalizad patients DO Treviño-Montes, MA Villarreal-Alarcón, EB Martínez-Canseco, R Rodríguez-Gutiérrez, IL Baena-Trejo, DA Galarza-Delgado 91 Successful extraction of radiopaque foreign bodies based on conventional radiographs Gabriel A. Mecott, Hernán Chacón-Moreno, Yanko Castro-Govea, Mauricio García-Perales, Sergio Pérez-Porras, Hernán Chacón-Martínez REVIEW ARTICLES 96 Genetics and Parkinson’s disease. A review Gabriela Elizondo-Cárdenas, Miguel Ángel Déctor-Carrillo, Héctor Ramón Martínez-Rodríguez, Laura Martínez-de Villarreal, María del Carmen EsmerSánchez 101Can anti-retroviral therapy help patients with primary biliary cirrhosis? Aldo J. Montano-Loza, Andrew L. Mason medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. CLINICAL CASES 108Stenosis of the piriform aperture José Luis Treviño-González, Ramiro Santos-Lartigue, Vicente José Villagómez-Ortíz, Baltasar González-Andrade, Mario Villegas-González ON THE BOOKSHELVES 112Dentistry immunology María de los Ángeles Castro-Corona 114Oncology in Mexican medicine Carlos E. Medina-de la Garza LETTER TO THE EDITOR 116Radiographic findings of “iliac horns” Jesús Dante Guerra-Leal Medicina Universitaria 2011;13(51):69-71 medicina universitaria www.elsevier.es EDITORIAL Errar es humano To err is human El riesgo en el que incurre la asistencia médica en instituciones hospitalarias en general, especialmente aquel que es consecuencia de los errores durante la medicación, es un problema que está siendo abordado de forma prioritaria en los últimos años por las autoridades sanitarias en varios países, sobre todo en los Estados Unidos de América (EUA) y en Australia; más recientemente en la Gran Bretaña y Canadá. Las muertes inesperadas de pacientes ocurridas en hospitales de los EUA a mediados de la década de los noventa, llevaron a que el gobierno ordenara la creación de un comité para investigar la calidad del cuidado médico.1 A principios del año 2000, este grupo publicó el resultado de una investigación realizada sobre los errores médicos en pacientes atendidos en forma hospitalaria. El informe titulado Errar es humano concluyó que entre 44 000 a 98 000 personas mueren al año en los hospitales de ese país, como resultado de errores que se suceden en el proceso de atención. De estas muertes, 7000 suceden específicamente como resultado de los errores en el proceso de administración de medicamentos.2 Estas cifras situaron a la mortalidad por errores médicos en los EUA en los primeros sitios, incluso por encima de la mortalidad producida por accidentes de tránsito, por cáncer de mama o por SIDA. Además, no debemos olvidar que, si bien, los errores asistenciales tienen un costo personal muy importante, ellos erosionan la confianza de los pacientes en el sistema y dañan a las instituciones y a los médicos que son, sin duda, su segunda víctima. El aumento progresivo en la incidencia de los errores de medicación en los hospitales, observada en los países desarrollados, se puede atribuir a varios factores, entre los que primordialmente debemos destacar la falta de sistematización, apoyada en la informática, de los procesos de atención médica, derivado en buena medida por la escasa inversión en tecnología de la información en el sector, y a la creciente complejidad de los procedimientos terapéuticos, pues no cabe duda que la complejidad es un enemigo de la seguridad. También hay que citar la mayor especialización y segmentación del proceso de asistencia médica, de disponer de medicamentos que son de prescripción y administración difícil, lo que incrementa las interacciones potenciales. Es decir, se ha producido un enorme incremento en la complejidad y especialización de la asistencia, a la que se han incorporado tecnologías y tratamientos muy avanzados, mientras que ésta no ha sido capaz de incorporar de manera paralela las nuevas tecnologías a los procedimientos de trabajo, los cuales se encuentran completamente desfasados. A todo esto hay que añadir la existencia de una cultura profesional que tiende ha ocultar en lugar de favorecer la comunicación abierta de los errores asistenciales y de sus causas. La condición humana está ligada al error en cualquier actividad y el ejercicio práctico de la medicina no es la excepción. De igual manera, la respuesta primaria del ser humano cuando sucede un error, es a buscar al culpable y castigarlo. Con cada caso de daño o muerte de un paciente debido a un error, y que trasciende a la opinión pública, los medios de comunicación, los entes de regulación gubernamental, las familias de los pacientes afectados, el público en general y la institución misma, buscan culpar a un individuo para aplicarle un castigo ejemplar. Sin embargo, tal acción no asegura que el mismo error no se vaya a repetir, incluso en un futuro cercano en la misma institución. Encontrar culpables, lejos de beneficiar a una organización, le perjudica. La culpa supone un castigo y el mismo genera miedo en las personas. Este sentimiento produce la necesidad de ocultar sus errores para no verse perjudicados en lo personal y en lo laboral. Con este comportamiento, se pierde la posibilidad de encontrar el error, analizarlo y aprender de él para evitar su repetición. Esta es la razón por la que el Instituto de Medicina en los EUA, estableció un sistema de reporte obligatorio que permite establecer la cultura de aprender del error.3 Ademas, por la propia condición humana en la atención en salud, es razonable esperar que ocurran errores. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. 70 Cada ser humano está rodeado de su propio entorno biopsicosocial, lo que afecta la interacción personal en su comportamiento, su habilidad, su concentración, su forma de pensamiento y su respuesta a los procesos patológicos. En el ámbito de la atención en salud quien interactúa, no sólo debe estar atento a su labor y a la relación personal con un solo individuo o con varios a la vez, sino también al funcionamiento adecuado de los demás elementos involucrados como son la tecnología y los equipos, lo cual resulta usualmente difícil de mantener en condición óptima por largo tiempo, favoreciendo la aparición del error. Además, hay procesos de atención en los que la condición clínica del paciente o la interacción simultánea de muchas personas con el individuo, aumenta la posibilidad de error; tal es el caso de los pacientes ancianos o inmunosuprimidos, o los internados en las unidades de cuidado intensivo, escenario habitual en el Departamento de Medicina Interna.4 El estudio científico de los errores es relativamente reciente y se ha abordado desde disciplinas muy diferentes, como la psicología cognitiva, la sociología de equipos y organizaciones, la ingeniería de factores humanos y el análisis de sistemas;5 sin embargo, en sectores diferentes al de salud, como el de la aviación y las centrales nucleares, la aplicación de los principios y técnicas de estas ciencias de la seguridad y el análisis pormenorizado de los accidentes e incidentes ocurridos ha permitido mejorar extraordinariamente su nivel de seguridad. En el ámbito médico, estas técnicas comenzaron a introducirse en los servicios de anestesia con muy buenos resultados en la década de los ochenta y en los últimos años, están constituyendo la base de todos los programas e iniciativas de prevención de riesgos. El problema abordado por el Dr. Treviño Montes y colaboradores en su trabajo titulado Acontecimientos adversos por medicamentos en pacientes médicos hospitalizados y que aparece en el presente número de Medicina Universitaria es de suma importancia, ya que nos muestra que los errores de medicación son más frecuentes de lo que se pudiera suponer, ya que éstos se presentaron en 70% de los pacientes de una cohorte de 266 adultos hospitalizados en el Departamento de Medicina Interna de nuestra institución, señalando los autores que 9% requirieron de una intervención correctiva y prolongaron la hospitalización en 8% de ellos y aún más trascendente fue la observación que estos se asociaron con la defunción en 3% de los casos, señalando los autores además que en 99% de los errores, estos pudieron ser evitables. Podemos decir que estas fallas en la atención, tienen diferentes aristas y que están latentes en las instituciones que no consideran a la seguridad clínica en el contenido de sus programas académicos. Esto es importante en las instituciones que atienden pacientes y que no consideran la posibilidad de error en los procesos, en la inadecuada competencia técnica y no técnica del personal de salud, en la industria farmacéutica que no ha considerado la posibilidad de error al utilizar sus productos, en el uso inadecuado de la tecnología médica, en el factor humano relacionado con el estrés, la fatiga y la falta de sueño de Villarreal Pérez JZ, el at. las personas, etc. En resumen, se puede afirmar que la complejidad sistémica de la atención en salud es tal, que resulta casi imposible prevenir el error para la totalidad de las atenciones que se suceden en un centro asistencial. No obstante, un trabajo desciptivo como el presentado por los autores, nos permite hacer conciencia de la magnitud del problema y señala la necesidad de atenderlo, a través de implementar políticas y procesos de atención como ha sido propuesto en los EUA y otros países. Es conveniente una advertencia al lector, con un llamado a ser prudentes y atemperar nuestro entusiasmo, pues si bien se podría pensar que implementar estas prácticas institucionales resulta fácil, la realidad suele ser desalentadora. Lograr que ellas se vuelvan rutinarias entre el personal que tiene contacto directo con los enfermos, no sucede de la noche a la mañana. Significa cambiar hábitos arraigados por mucho tiempo, los cuales, a juicio de quien los practica, no han mostrado ser perjudiciales para los pacientes, de ahí la importancia del trabajo del grupo del Dr. Treviño Montes que nos proporciona una muestra de nuestra realidad. Por otro lado, está demostrado que las personas no cambian sus conductas sólo con actividades educativas. Si bien éstas son necesarias, se requiere también de actividades en el terreno que les muestren a los clínicos y en especial a los médicos, las bondades del cambio sugerido. De hecho, en algunos paises se ha propuesto que la prescripción electrónica podría ayudar a minimizar los errores que se producen en el proceso de distribución, administración y prescripción de los medicamentos, y se piensa que el desarrollo e implantacion de medidas como la incorporación de sistemas automáticos de dispensación de medicamentos, de códigos de barras para la identificación de fármacos y la automatización de la prescripción electronica podrian reducir los errores de prescripción.6 Por último, es importante considerar nuestra realidad y práctica hospitalaria, la cual es diferente a la de los países desarrollados. En nuestro medio, es la enfermera quien además de atender al paciente, se encarga de la preparación y administración de los medicamentos, mientras que en los EUA, son los profesionales de la farmacia quienes tienen tal responsabilidad. Si a ello aunamos el hecho de que en la mayoría de los hospitales mexicanos tenemos un déficit de enfermeras, podemos ver claramente que el reto para mejorar la atención de los enfermos y la correcta administración de medicamentos es muy grande. Esperamos ver en el futuro los resultados que se puedan obtener en nuestra institución después de implementar una política de atención orientada a disminuir los errores de la medicación. Referencias 1. The Task Force: Quality interagency coordination (QuIC) Task Force. US Government; 1999. 2. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS, Eds. To err is human: Building a safer health system. Committee on Health Care in America. Institute of Medicine. Washington D: National Academy Press; 1999. Errar es humano 3. Shojania KG, Duncan BW, McDonald KM, et al., eds. Making Health Care Safer: A Critical Analysis of Patient Safety Practices. Evidence Report/Technology Assessment No. 43 (Prepared by the University of California at San Francisco– Stanford Evidence-based Practice Center under Contract No. 290-97-0013), AHRQ Publication No. 01- E058, Rockville, MD: Agency for Healthcare Research and Quality. July 2001. 4. Lessons in Patient Safety: A Primer. L. Zipperer and S. Cushman (editors) National Patient Safety Foundation, Chicago, IL, 2001. 5. Zimmerman B, Lindberg C, Plsek P. Edge Ware: Insights from complexity science. VHA Inc; 2001. 6. Donyai P, O’Grady K, Jacklin A, et al.The effects of electronic prescribing on the quality of prescribing. Br J Clin Pharmacol 2008;65:230-7. 71 Jesús Zacarías Villarreal-Pérez, David GómezAlmaguer, Francisco J. Bosques-Padilla Servicio de Endocrinología, Servicio de Hematología, Servicio de Gastroenterología del Hospital Universitario “Dr. José E. González” de la U.A.N.L. México Correspondencia: Jesús Zacarías Villarreal Pérez Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario “Dr. José E. González” Madero y Gonzalitos s/n Col. Mitras Centro Monterrey, N.L. C.P. 64460 Tel. (81) 8348 5764 Correo electrónico: zacvilla@yahoo.com.mx Medicina Universitaria 2011;13(51):72 medicina universitaria www.elsevier.es EDITORIAL About Primary Biliary Cirrhosis Acerca de la cirrosis biliar primaria In the present review Montano-Loza and Mason published in this issue, analyzed the main clinical, histological, biochemical characteristics of primary biliary cirrhosis (PBC). In addition, those researchers point out the genetic and environmental factors associated with the development of PBC in order to explain if there is or not any association of microbial etiology in PBC. In fact, some studies have suggested a microbial etiology for PBC, based on the premise of molecular similarity between the human 2-OADC-E2 and the corresponding bacterial proteins.1 In addition, a viral association in PBC has also been suggested based on viral particles identified in the bile duct epithelial cells (BECs) from patients with PBC by electron microscopy, a retroviral sequence cloned from BECs and a proviral genome of a beta retrovirus cloned from the lymph node from patients with PBC.2,3 However, since PBC is considered an autoimmune disease, it is important to mention that a hypothesis on the role of microbial etiology (parasite, bacteria, yeast or virus) suggest that an infectious agent displays epitopes immunologically resembling host determinants. Also, due to the minor antigenic differences between the two, the pathogen’s epitope is able to induce an immune response that breaks tolerance to the host epitope. The crossreactive T or B cell is then able to induce a pathogenic autoimmune response that leads to disease.4 On the other hand, innate immunity is suspected to play a key role in various forms of autoimmunity, but the precise mechanisms involved in activating and propagating autoreactive T and B cells have remained obscure. One frequent cause of innate immune activation is represented by overt or unrecognized bacterial or viral infections, but revealing microbial involvement and understanding the cellular and molecular mechanisms leading to autoimmunity generally remain a challenge.5 In summary, Montano-Loza and Mason have nicely reviewed the main factors involved in the etiopathogenesis of PBC and we concluded that although the etiology of PBC remains unknown, the infectious agents need to be carefully reevaluated in order to prove their role in the etiopathogenesis of PBC. References 1. Leung PSC, Coppel RL, Gershwin ME. Etiology of primary biliary cirrhosis: The search for the culprit. Semin Liver Dis 2005;25:327-336. 2. Mason A, Nair S. Primary biliary cirrhosis: new thoughts on pathophysiology and treatment. Curr Gastroenterol Rep 2002;4:45–51. 3. Xu L, Shen Z, Guo L, et al. Does a betaretrovirus infectiontrigger primary biliary cirrhosis? Proc Natl Acad Sci USA 2003;100:8454–8459. 4. Davies JM. Molecular mimicry: can epitope mimicry induce autoimmune disease? Immunol Cell Biol 1997;75:113-26. 5. Mattner J, Savage PB, Leung P, et al. Liver autoimmunity triggered by microbial activation of natural killer T cells. Cell Host Microbe 2008;15;3:304-15. José de Jesús Román-Sandoval, Dr. Misael Uribe, Nahum Méndez-Sánchez Liver Research Unit. Medica Sur Clinic and Foundation. Mexico City. Mexico Correspondence: Nahum Méndez-Sánchez, MD, PhD. Puente de Piedra 150, Col. Toriello Guerra, Tlalpan 14050, Mexico City, Mexico. Phone: (+525) 55424 7200 Ext. 4215; Fax: (+525) 55 666- 4031. E-mail: nmendez@medicasur.org.mx 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Medicina Universitaria 2011;13(51):73-78 medicina universitaria www.elsevier.es ARTÍCULO ORIGINAL Percepción médica sobre la influencia del acompañante en la consulta del primer nivel de atención Azucena Maribel Rodríguez-González,1 José Manuel Ramírez-Aranda,2,3 Miguel Ángel Santacruz-Belmonte,4 Mónica Hernández-Nieto,5 Eduardo MéndezEspinoza,2,3 María Guadalupe Tamez-Tijerina3 Departamento de Enseñanza. Instituto Mexicano del Seguro Social. Departamento de Medicina Familiar, Hospital Universitario José Eleuterio González. 3 Departamento de Medicina Familiar, Secretaria de Salud de Nuevo León. 4 Departamento de Medicina Familiar, Instituto Mexicano del Seguro Social. 5 Departamento de Medicina Familiar, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. 1 2 Recibido: Enero 2011. Aceptado: Mayo 2011 PALABRAS CLAVE Paciente secundario, acompañante, paciente acompañado, México. Resumen Objetivo: Conocer la percepción médica sobre la influencia del acompañante en la consulta del primer nivel de atención. Métodos: Estudio descriptivo realizado en Instituciones de salud del gobierno mexicano en pacientes que acudieron a consulta en el primer nivel de atención de septiembre a noviembre de 2009. Se excluyeron familiares que acudan a la consulta en lugar del paciente, menores de edad, pacientes con urgencia médica y que no desearon colaborar. Se capacitó a cinco colaboradores para aplicar encuesta y se realizó prueba piloto. Los pacientes fueron elegidos por un muestreo aleatorio simple para obtener la variable principal, la percepción medica sobre la influencia del acompañante. Se realizaron estadísticas descriptivas, frecuencias y porcentajes, para el cruce de variables se utilizó Ji cuadrada, con valor p <0.05 como significancia estadística. Resultados: Se entrevistaron 81 pacientes: 48 (59.3%) mujeres y 33(40.7%) hombres, con rango de edad 18 a 88 años, mediana de 37.5 años y sin discapacidad 68 (84.0%). La frecuencia del acompañante fue en 62 (76.5%), de ellos 32 (50.6%) mujeres y 30 (49.4%) hombres, con un rango de edad 18 a 76 años y mediana de 35 años, de parentesco esposo(a) en 37 (59.8%). La percepción médica sobre la influencia de los acompañantes que entraron al consultorio en la consulta fue como pasivo en 33 (53.2%) casos y la interferencia en la relación médico-paciente fue positiva y neutral con 29 (46.8%), respectivamente. La principal razón por la que acudió el acompañantes desde la perspectiva del paciente fue como apoyo emocional 25 (40.3%) casos. Conclusión: La percepción médica sobre la influencia del acompañante en el primer nivel de atención más frecuente fue pasiva, con poca interferencia durante la consulta. Correspondencia: Azucena Maribel Rodríguez-González Esmeralda Pte. N° 303 Fraccionamiento La Joya Santa Catarina Nuevo León, México. Código Postal 66144. Teléfono. 8801 2617. Correo electrónico: azucena1078@hotmail.com. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. 74 KEYWORDS Patient secondary, companion, accompanied patient, Mexico. Rodríguez-González AM. et al Medical perception of the influence of a companion in the primary care outpatien Abstract Objective: Knowing the medical perception on the influence of a companion in the primary care outpatient. Methods: Descriptive study done in public health Institutions of the Mexican government in patients attending a primary care consultation from September to November 2009. Excluded from the study were relatives who came to the consultation instead of the patient; toddlers were excluded -due to their predictable role, patients with some medical emergency and those who chose not to collaborate. Five collaborators were trained to apply the survey and pilot test it. Patients were selected by simple random sampling to obtain the main variable, which is medical perception of the influence of the companion. Descriptive statistics, frequencies and percentages were performed. Chi squared with value of p <0.05 for statistical significance. Results: We included 81 patients, 59.3% (48) female and 40.7% (33) male, with ages ranging between 18 - 88, with a median of 37.5 years and without disabilities in 84.0% (68). The frequency of a companion was 76.5% (62), of which 50.6% (32) were female, with ages ranging between 18 - 76 years and a median of 35 years, 59.8% (37) were the spouse. The physician’s perception about their influence was “passive” in 53.2% (33) and the interference between the physician-patient relationships was positive and neutral in 46.8% (29) respectively. The main reason for which the companion came was, from the perspective of the patient, for “emotional support” in 40.3% (25). Conclusion: The most frequent influence of the companion, according to the perception of the physician, reported in this study was that they were “passive”, with little interference during the primary care consultation. Introducción La entrevista clínica se constituye como el pilar de la comunicación entre el médico y el paciente en la atención sanitaria. Los resultados dependen de la manera como el profesional y el consultante se comunican. Uno de los puntos clave para una adecuada valoración de los problemas del paciente es delimitar correctamente el motivo de consulta y una de las dificultades que podemos encontrar a la hora de dicha delimitación es la interferencia del familiar o amigo que acompaña al paciente.1,2 Éste puede tener importantes implicaciones en la relación médico-paciente, de manera que pueden tener un rol que la facilite o la dificulte y en ocasiones, es muy útil tenerlo en cuenta para plantear estrategias que permitan ordenar y reconducir la entrevista, así como para intuir posibles conflictos familiares. Sin embargo, se debe tener en cuenta a la familia o soporte social del paciente, así como los recursos con los que cuenta con el fin de llegar a una solución del problema.3-5 Aguirre (2008)4 y Castillo (2003),2 clasifican a los acompañantes como colaborador, el que ayuda al médico espontáneamente y con respeto, con información de interés acerca del paciente y adoptando una posición de corresponsabilidad en el proceso terapéutico. El pasivo, es frecuente en hombres; generalmente permanece en la sala de espera de forma voluntaria o involuntaria, no interviene o lo hace escasamente en el desarrollo de la entrevista clínica. El intrusivo participa activamente en la entrevista, de manera que contesta por el paciente, da instrucciones al médico o induce respuestas en el paciente. Por último, el enfermo es el que proyecta sus síntomas sobre nuestro paciente donde el acompañante es en realidad el verdadero enfermo, y refleja sus ansiedades y demandas en el paciente, esta situación es extremadamente frecuente en las consultas de pediatría.2,4 Elligston (2002) menciona que los roles de los acompañantes varían entre ayudante físico, apoyo emocional, transcriptor, ayuda en la toma de decisiones, compañerismo e intérprete.6 En España (2008) se realizó un estudio que señaló que 23.8% de los pacientes acudieron a la consulta con acompañante. De éstos, el tipo más frecuente fue como colaborador (67.3%) y el parentesco más común fue la madre.2 Sin embargo, Aguirre y colaboradores (2008) mencionan que están presentes en más de 40% de las entrevistas clínicas, este porcentaje casi se duplica en el caso de las consultas urgentes.4 En Londres, Brown y colaboradores (1998), realizaron un estudio con el que informan que los pacientes acuden a la consulta con acompañantes en 30.4%; además Percepción médica sobre la influencia del acompañante en la consulta del primer nivel de atención analizaron como interfiere en la relación médico paciente según la percepción médica que fue positiva en 95.1%. También se clasificó el rol del acompañante como colaborador, defensor, interpretador e intrusivo y se señaló que los pacientes acompañados con un hermano y los niños con sus padres, el rol fue como defensor (89% y 88% respectivamente), mientras que el rol del niño que acompaña al padre es como observador en 68.6%.3 En Japón, Ishikawa (2006) menciona en su estudio, llevado a cabo con adultos mayores que es común que acudan a la consulta acompañados y generalmente es por un miembro de la familia. Además, evaluó la interacción que ocurre durante la consulta, lo que los pacientes esperan de su acompañante y su intención, encontrándose que aquellos pacientes que esperan que sus acompañantes sean activos en la consulta, dicha situación se presenta en mayor porcentaje.7 En un estudio de los Estados Unidos (2008), se encontró que los mayores de 65 años, acuden con acompañante a las consultas médicas en 38.6%. Los motivos más frecuentes fueron para prestar ayuda relacionada con el traslado (52,3%), para tomar nota de las instrucciones (44.1%), interrogar al médico (41%), explicar las instrucciones médicas (29%), brindar compañía y apoyo moral (28.4%).8 En Nueva York (2005), se llevó a cabo un estudio que señala que entre 20% a 37% de los adultos mayores, acuden acompañados a las consultas médicas y se evidenció que no hubo interferencia en la relación médico paciente.9 Algunos estudios citados en Cleveland (2005) señalan que los pacientes reciben menos atención médica cuando van acompañados, ya que estos últimos interrumpen la relación médico paciente, además reportaron que muchos médicos se enfocan de manera individual al paciente y no saben cómo interactuar con el acompañante.9 Un estudio realizado en Chicago (2006) evidenció que los adultos mayores acompañados son más frecuentemente mujeres, con ingresos bajos y con peor estado de salud, mientras que el rol es el de cuidador.10 Otra investigación dice que los acompañantes pueden desempeñar un papel importante en las consultas de los pacientes geriátricos, ya que facilitan la comunicación y la actividad del paciente en la toma de decisiones.11 La relación médico-paciente en Pediatría suele ser más compleja que en otras ramas de la medicina, debido a que intervienen varias personas, incluyendo al niño. En la actualidad, los cambios en la dinámica socio-familiar, principalmente la mayor participación de la mujer en empleos puede haber modificado el clásico esquema de la madre acompañando a su hijo a la consulta. En Argentina (2006) se llevó a cabo un estudio que señala que en 54% de las consultas acude solo la madre, 36% ambos padres, 8% el padre y 2% otro familiar.12 Los informes que hay sobre este tema, son más bien escasos en nuestro medio y considerando que el acompañante puede ser utilizado como un recurso familiar para mejorar la calidad de la atención de nuestros pacientes. 75 Objetivo Conocer la percepción médica sobre la influencia del acompañante en la consulta médica del primer nivel de atención. Métodos Se trató de un estudio descriptivo, observacional y transversal realizado en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del estado (ISSSTE) y Secretaria Salud (SS) en pacientes que acudieron a consultar en el primer nivel de atención de septiembre a noviembre 2009, se excluyeron familiares que acuden a la consulta en lugar del paciente, menores de 18 años de edad, pacientes con urgencia médica y que no deseen colaborar, mientras que los criterios de eliminación fueron encuestas incompletas así como los acompañantes que no ingresaron al consultorio. Se diseñó un instrumento de recolección de datos tipo encuesta, que consta de tres secciones que valoran: 1. Datos socio-demográficos del paciente, 2. Datos socio demográficos del acompañante, 3. Percepción del médico sobre el papel del acompañante, en donde se utilizó la clasificación de Aguirre y Castillo:4 colaborador, pasivo, enfermo e intrusivo. Para la aplicación de este instrumento, se capacitó a cinco colaboradores con especialidad en Medicina Familiar; se sometió a una prueba piloto y se realizaron los cambios necesarios. Los pacientes fueron elegidos por un muestreo aleatorio simple de la consulta del primer nivel de atención en las instituciones participantes, donde se encuentran adscritos los cinco colaboradores capacitados, quienes aplicaron esta encuesta, de los cuales dos pertenecen al IMSS, uno al ISSSTE y dos a la SS el tiempo de duración de la consulta en las primeras dos instituciones es de 15 minutos y en la SS es de 20 minutos. Se solicitó previamente por escrito el consentimiento de los participantes, sin comprometer la atención del servicio en caso de que no acepten participar, ya que esta fue voluntaria. En los que aceptaron participar se conservó el anonimato para estimular la participación. Posteriormente, las encuestas fueron archivadas bajo resguardo en el Departamento de Medicina Familiar del Hospital Universitario José Eleuterio González de Monterrey, México, para que se garantizara la confidencialidad de la información. Esta información se procesó con el programa estadístico SPSS versión 16.0 para Windows para su análisis. Se realizaron estadísticas descriptivas, frecuencias y porcentajes, para el cruce de variables se utilizó Ji cuadrada, con valor p <0.05 como nivel de significancia. Resultados Se aplicaron 111 encuestas, de las cuales se eliminaron 19 por cumplir con los criterios de eliminación y 11 por los criterios de exclusión, obteniendo 81 encuestas con la siguiente distribución: 37 IMSS, 23 ISSSTE y 21 SS de las 76 cuales 48 (59.3%) fueron mujeres y 33 (40.7%) hombres, con una amplitud de edad entre 18 a 88 años, con una mediana de 37.5 años. Las características de los pacientes estudiados, se muestran en la Tabla 1. La frecuencia de pacientes que acudieron a la consulta con acompañante al momento del estudio fue de 62 (76.5%); 32 (51.6%) mujeres y 30 (48.4%) hombres; el parentesco fue: esposo (a) 37 (59.8%), hijo(a) 11 (17.7%), madre siete (11.3%), otro tres (4.8%), hermano (a) dos (3.2%), padre y amigo uno (1.6%). Correspondieron al acompañante habitual 56 (90.3%) y seis (9.7%) no lo fue; el número de acompañantes con el que acudió el paciente a la consulta y la edad de los mismos se muestra en la Tabla 2, y el principal diagnóstico de los pacientes que acudieron acompañados, fueron las enfermedades crónicas en 36 (58.1%), mientras que 26 (41.9%) fueron enfermedades agudas. La influencia de acuerdo a la percepción del médico fue se observa en la Tabla 3 y la interferencia en la relación médico-paciente del acompañante en el consultorio desde la perspectiva del médico se muestra en la Tabla 4. De acuerdo con la percepción del paciente, la razón por la que acudió el acompañante se describe en la Tabla 5. En relación a la influencia que tuvo el acompañante en el paciente para que haya acudido a esta consulta fue de mucha en 33 (53.2%), regular 13 (21.0%), poco 10 (16.1%) y nada seis (9.7%), mientras que la influencia del mismo para que el paciente se tome el medicamento indicado por el médico predominó mucha con 25 (40.3%), regular 13 (21.0%), poco 16 (25.8%) y “nada” ocho (12.9%) y para que consuma algún remedio o medicamento no recetado por un médico fue mucha 10 (16.1%), regular 12 (19.4%), poco 12 (19.4%) y nada en 28 (45.1%). En relación con el cruce de variables entre la edad y los pacientes que acudieron acompañados a la consulta, se evidenció que en todo los rangos de edad la mayoría acudió acompañado, principalmente en la amplitud de 18 a 37 años con 31 (50.0%) y las mujeres fueron las que acudieron más frecuentemente acompañadas a la consulta: 38 (61.2%). Estos cruces no fueron significativos; sin embargo, en aquellos pacientes que acudieron de primera vez a la consulta con los que acudieron acompañados en la última consulta, si lo fue. Además, cuando la percepción médica del acompañante fue pasivo y colaborador predominó la interferencia en la consulta como poca, a diferencia del papel intrusivo y enfermo, por lo cual, fue significativo (Tabla 6). Rodríguez-González AM. et al Tabla 1. Características de los pacientes. Características del paciente *Discapacidad Sí No Frecuencia 13 68 % 16.0 84.0 Tipo de consulta 1era, vez Subsecuente 32 49 39.5 60.5 En la última consulta, acudió acompañado Sí No No recuerda 58 22 1 71.6 27.2 1.2 *Persona con deficiencia en sus funciones, con limitación en la capacidad para llevar a cabo actividades de la vida diaria y con restricción en la participación social (n = 81) Realizado en IMSS, ISSSTE y SS 2009 Tabla 2. Edad y número de acompañantes. Número de acompañantes 1 2 o mas Total Edad del acompañante Frecuencia % 49 13 62 Mediana 35 79.1 20.9 100.0 Rango 18-76 (n = 62) Realizado en IMSS, ISSSTE y SS 2009 Tabla 3. Percepción médica de la influencia del acompañante que entró al consultorio. Percepción del médico Colaborador Pasivo Intrusivo Enfermo Frecuencia 23 33 4 2 % 37.1% 53.2% 6.5% 3.2% (n = 62) Realizado en IMSS, ISSSTE y SS 2009 Discusión En este estudio la frecuencia de pacientes que acudieron acompañados fue de 62 (76.5%). Esta es mayor a la reportada por Castillo y colaboradores (23.8%)2 ya que en este estudio se consideró acompañante aquel que acudía con el paciente al menos en tres consultas durante un mes. De los pacientes que acudieron acompañados, estas fueron principalmente mujeres: 32 (51.6%), como también señala Glasser10 y Brown,3 en 63.6%. Esta situación podría estar relacionada a que este sexo es quien solicita más frecuentemente la consulta médica. El parentesco del acompañante predominó esposo (a) en 37 (59.8%) e hijo (a) en 11 (17.7%), que coincide con la bibliografía,2,3,9 donde los familiares más cercanos son los que juegan este rol. La influencia del acompañante según la percepción del médico, las más frecuentes reportadas en 77 Percepción médica sobre la influencia del acompañante en la consulta del primer nivel de atención Tabla 4. Percepción médica de la interferencia en la relación médico-paciente del acompañante que entró al consultorio. *Interferencia del acompañante en la relación médicopaciente Positivo Neutral Negativo Frecuencia % 29 29 4 46.8% 46.8% 6.4% Tabla 5. Razón por la que acudió el acompañante. Razón Ayudante físico Apoyo emocional Toma de decisiones en el diagnóstico y/o tratamiento Entender y/o que no se olviden indicaciones médicas Otro (n = 62) Realizado en IMSS, ISSSTE y SS 2009 Frecuencia 8 25 % 12.9% 40.3% 7 11.3% 12 19.4% 10 16.1% (n = 62) Realizado en IMSS, ISSSTE y SS 2009 Tabla 6. Cruce de la variable percepción médica sobre el papel del acompañante e interferencia del acompañante en la consulta, de los pacientes que entraron a la consulta. *Percepción médica sobe el papel del acompañante Colaborador Pasivo Intrusivo Enfermo Total Interferencia en la consulta Nada 2 18 0 0 20 Poco 14 18 0 0 32 Regular 4 0 3 1 8 Total Mucho 0 0 1 1 2 20 36 4 2 62 (n = 62), p =<0.001 Realizado en IMSS, ISSSTE y SS 2009 este estudio fue pasivo en 33 (53.2%), que coinciden con Aguirre y colaboradores, donde predominó este mismo tipo de acompañante en 50%.4 Castillo señaló un mayor porcentaje (67.3%); esto puede ser debido a que este estudio se realizó en un centros médicos en el área urbana y rural, donde mencionan que es más frecuente en este último.2 En este estudio la interferencia del acompañante en la relación médico-paciente de acuerdo a la percepción del médico, fue neutral y positiva en 29 (46.8%) respectivamente. Sin embargo, Brown y colaboradores informaron 95.1% como positiva,3 tomando en cuenta que en este estudio incluyeron pacientes de todas las edades y la muestra mayor, pacientes de 0 a 12 años. La razón de acudir acompañado a la consulta en este estudio predominó como “apoyo emocional” en 25 (40.3%) y entender o que no se olviden las instrucciones médicas en 12 (19.4%), mientras que Wolff y colaboradores señalaron como principal razón, el apoyo físico en 52.3% y entender instrucciones médicas en 44%. Sin embargo, la población de estudio en esta última investigación fue en adultos mayores.9 Conclusiones La utilidad de este estudio, es que nos da la pauta para conocer que la mayoría de los pacientes acuden acompañados, quienes tienen un rol pasivo en la consulta médica del primer nivel de atención, con poca interferencia en la consulta, la cual suele ser positiva y neutral de acuerdo a la percepción médica, por lo que el médico del primer contacto puede movilizar este recurso familiar para favorecer la relación médico–paciente y así favorecer la atención médica. Se concluye que la frecuencia de pacientes acompañados fue de 62 (76.5%) con predominio de parentesco esposo(a), su influencia según la percepción del médico más frecuente fue pasivo, con poca interferencia durante la consulta en el primer nivel de atención. Las limitaciones de éste estudio fueron que debido a que es un estudio descriptivo, la interferencia del acompañante durante la consulta fue de acuerdo a la percepción médica. Las encuestas aplicadas en las diferentes instituciones no fueron en cantidades similares, 78 por lo que se sugiere realizar un estudio donde se pueda realizar una comparación entre las mismas. También sería interesante conocer el papel que desempeña el acompañante en la consulta privada. Referencias 1. Pascual P. Indurain S. Como Mejorar Nuestras Entrevistas Terapéuticas ANALES 2001;24(Suppl2):15-22. 2. Castillo BJ, Schwartz CP, Pardo AJ, et al. El acompañante en la entrevista clínica: frecuencia y técnicas utilizadas. Medicina de Familia 2003;4:136-138. 3. Brown JB, Brett P, Stewart M, Marshall JN. Roles and influence of people who accompany patients on visits to the doctor. Can Fam Physician 1998;44:1644-1650. 4. Aguirre RJ. La Entrevista Clínica a propósito de un caso. Infarto Agudo al Miocardio en Paciente pasivo con acompañante invasivo. Revista electrónica: El Médico interactivo 2008;4:50-53. Disponible en: http://www.elmedicointeractivo.com/entrevista/index.htm. 5. Martínez RA, Fernández CR, Medina F, et al. Habilidades comunicacionales en la entrevista Clínica. Fisioterapia 2002;24:90-96. Rodríguez-González AM. et al 6. Ellingson LL. The roles of companions in geriatric patient–interdisciplinary oncology team interactions. Journal of Aging Studies 2002;16,361-382. 7. Cleveland GS, Epstein R, Fiscella K. et al. Influence of Accompanied Encounters on Patient-Centeredness with Older Patients. The Journal of the American Board of Family Practice 2005;18:344-354. 8. Ishikawa H, Roter DL, Yamazaki Y, et al. Patients’ perceptions of visit companions’ helpfulness during Japanese geriatric medical visits. Patient Education and Counseling 2006;61:80-86. 9. Wolff JL, Roter DL. Medical Visit Companions as a Resource for Vulnerable Older Adults. Archives of Internal Medicine 2008;168:1409-1415. 10. Glasser M, Prohaska T, Gravdal J. Elderly Patients and their Accompanying Caregivers on Medical Visits. Research on Aging 2001;23:326-348. 11. Clayman ML, Roter D, Wissow LS, Bandeen RK. Autonomyrelated behaviors of patient companions and their effect on decision-making activity in geriatric primary care visits. Social Science and Medicine 2005;60:1583-91. 12.Caroli PL, Navia MJ. Presencia del padre en la consulta pediátrica. Archivos Argentinos de Pediatría 2006;104:325327. Medicina Universitaria 2011;13(51):79-83 medicina universitaria www.elsevier.es ARTÍCULO ORIGINAL Prevalencia de sobrepeso y obesidad en 407 niños en el Noreste Mexicano Ricardo Jorge Hernández-Herrera,1 María Guadalupe Salas-Rubio,1 Juanita Mayela Castillo-Abdo,1 José Ignacio Saaib-Castillo,1 Víctor Armando TamezRodríguez,2 Roberto Dávila Canales,2 Hernán Ramírez Vela2 Servicio Médico y Salud del Municipio de San Pedro, Garza García. Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Monterrey, Nuevo León. México. 1 2 Recibido: Enero 2011. Aceptado: Abril 2011 PALABRAS CLAVE Sobrepeso y obesidad infantil, prevalencia, México. Resumen Antecedentes: La obesidad infantil es un problema de salud mundial, que afecta a 20% o 30% de los niños. Con el objeto de conocer la prevalencia del sobrepeso y la obesidad infantil en nuestro medio se realizó el siguiente estudio prospectivo. Métodos: Se pesaron y midieron niños de dos a 12 años edad que acudieron a consulta externa de pediatría en forma consecutiva en el periodo del uno de abril de 2009 al 31 de marzo de 2010. La presencia de sobrepeso se estableció con un índice de masa corporal (IMC) entre 85 y 94 percentil (P) para la edad y sexo; y el de obesidad con un IMC ≥ 95 P. Las P correspondieron a las del Center for Disease Control (CDC-Atlanta). Resultados: De un total de 407 niños de dos a 12 años que acudieron a consulta externa de Pediatría, 49.6% (202/407) tuvieron sobrepeso u obesidad, 61 (14.9%) tuvo sobrepeso y 141 (34.6%) con obesidad; 86/202 de las niñas (42.5%) y 116/205 de los niños (57.4%) tuvieron sobrepeso y obesidad. Un total de 25/61 niñas (40.9%) y 36/61 (59.1%) masculinos tenían sobrepeso con una relación 1/1.4, y 61/141 niñas (30.1%) y 80/141 (56.7%) niños con obesidad, con una relación 1/1.3. Todos acudían a la escuela y provenían de un medio socio-económico medio y medio bajo. Un total de 168 eran preescolares y 239 escolares, identificando 61 (36%) y 141 (58.9%) fueron escolares con tuvieron sobrepeso u obesidad, respectivamente. Conclusiones: Se encontró una prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil de 49.6%, 57% en hombres vs. 42% en mujeres, con una diferencia significativa entre el grupo de preescolares y escolares (36% vs. 58%). Correspondencia: Ricardo Jorge Hernández Herrera. Lázaro Garza Ayala s/n cruz con Privada Los Acuerdos, Colonia Lázaro Garza Ayala, San Pedro Garza García, N.L. México. Teléfono: (+52 81) 1052 4297. Correo electrónico: rjorgeh642@gmail.com. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. 80 KEYWORDS Overweight and obese children, prevalence, Mexico. Hernández-Herrera RJ. et al Prevalence of overweight and obesity in 407 children in northeastern Mexico Abstract Introduction: Childhood obesity is a major public health problem affecting globally from 20% to 30% of children and adolescents. This prospective trial’s main objective was to know the prevalence of overweight and obese children in our community. Methods: All children between 2 and 12 years old who came for a consultation to the Pediatric Outpatient Clinic were included in the period between April 1, 2009 to March 31, 2010. Overweight was defined as body mass index (BMI) between 85 - 94 percentile (P) and obesity ≥ 95 P for age and gender. The P were those used by the Centre for Disease Control (CDC-Atlanta). Results: A total of 202/407 (49.6%) 2 - 12 year old children were either overweight or obese. Sixty one (14.9%) were overweight, and 141 (34.6%) were obese; 86/202 (42.5%) girls and 116/205 (57.4%) boys, with a 25/61 (40.9%) of the girls and 36/61 (59%) of the boys with overweight (1/1.4) and 61/141 (30.1%) girls and 80/141 (56.7%) of the boys had obesity (1/1.3). All were in school, and were from a middle and lower middle socioeconomic status. A total of 168 were between 2 and 6 years (pre-school age) and 239 between 7 and 12 years old (scholars), with ����������������������������������� 61 (36%) and 141 (58.9%) were overweight or obese. Conclusion: We found that the prevalence of overweight and obese children was 49.6%, 57% in boys and 42% in girls, with a significant difference between pre-school and school age (36% vs. 58%). Introducción La obesidad infantil es un problema de salud pública mundial, se ha incrementado en las últimas tres décadas: 5% en 1963, 17% en 2004 y en el último año, hasta de 30%.1,2 Se define obesidad infantil cuando el índice de masa corporal (IMC) excede de los valores de 95% para la edad y sexo, por otra parte, el sobrepeso corresponde a niños que tienen un IMC entre el percentil 85% y 94%.3 La obesidad tiene origen multifactorial y se han mencionado factores de riesgo que influyen: genéticos, hormonas como la leptina, grelina, adiponectina que influyen en el apetitito, saciedad y distribución de la grasa, además de otros como el estatus económico y el ambiente.4,5 Debe de existir un enfoque individual para la obesidad infantil tanto en la prevención como la terapéutica del niño obeso,6 a pesar de los esfuerzos para controlarla, se considera que esta enfermedad ha adquirido proporciones pandémicas.7 Aún no se han encontrado las estrategias adecuadas para detener este problema, por lo que se requiere incrementar el interés de las instancias de salud implementando estrategias desde el primer nivel de atención,8 implicando cambios en el microambiente o macroambiente, así como aumentar la prevención, detección y tratamiento.9 Aunque existe controversia para el uso de los criterios diagnósticos y definir los límites de obesidad infantil,9 uno de los más usados corresponden a los del CDC.10 Con el objeto de conocer la prevalencia de la obesidad en una cohorte de 407 niños mexicanos, usando los criterios recomendados por el CDC de Atlanta, se realizó la siguiente investigación. Métodos Con el objetivo de establecer la prevalencia de obesidad en niños en edad preescolar y escolar, se incluyeron a niños entre los dos a 12 años, en forma consecutiva y que tuvieran un índice de masa corporal (IMC) entre el percentil (P) 85 y 94 para la edad y sexo10 calificados como sobrepeso y los que tenían un IMC mayor de 95 P como obesidad, y los mayores de la 99 P de IMC con obesidad mórbida. Se pesó y midió a todos los niños que acudían en forma consecutiva a la Consulta Externa de Pediatría del Servicio Médico y Salud Municipal de San Pedro Garza García, N.L., en el periodo del uno de abril de 2009 hasta el 31 de marzo de 2010. El índice de masa corporal se evaluó de la siguiente manera: peso/talla² (kg/m²). Los valores se estratificaron para edad y sexo de acuerdo a las publicadas por el CDC de Atlanta en 2002.10 Todos los niños que tenían reportado el IMC entre las P con sobrepeso u obesidad para edad y sexo eran incluidos en la prevalencia de la población, 81 Prevalencia de sobrepeso y obesidad en 407 niños en el Noreste Mexicano y eran descartados los que tenían un IMC menor de 85 P. Se utilizó estadística descriptiva y Ji cuadrada para establecer las diferencias entre los grupos de preescolares y escolares, estableciendo el grupo de niños en el que se presentaba más frecuente el sobrepeso y la obesidad. La inclusión de los niños en este estudio fue de forma consecutiva, su motivo de consulta fueron problemas respiratorios en su mayoría. Ningún paciente había acudido previamente a control de peso. Previo retiro de zapatos o ropa pesada como chamarra o suéter, se procedió a la medición. Se usó un infantómetro calibrado a 50 -100 cm y un metro para los menores de dos años, y un estadímetro con escuadra perpendicular a línea base (pared). La báscula usada fue para menores de dos años: básculas con portabebé, marca Nuevo León y mayores de dos años: báscula marca Nuevo León modelo 160, con escala para medir estatura hasta 1.95 m. Las mediciones fueron realizadas por enfermera: previa capacitación y médico pediatra investigador. Este estudio no fue intervencionista, no tuvo financiamiento externo y fue elaborado de acuerdo a los principios éticos del tratado de Helsinki, respetando la privacidad de la información obtenida, previo consentimiento informado y aceptación de uno o ambos padres. Resultados Se pesaron y midieron un total de 407 niños de dos a 12 años de edad que acudieron espontáneamente a la consulta externa de pediatría en forma consecutiva en el periodo del uno abril al 31 de marzo de 2010. Fueron incluidos en el estudio 28% del total de la población registrada para los grupos de edad en estudio. De los pacientes 49.6% (202/407) tuvieron sobrepeso u obesidad (Figura 1), 61/407 (14.9%) tuvo sobrepeso y 141/407 (34.6%) tuvo obesidad; 86/202 niñas (42.5%) y 116/205 niños (57.4%) tuvieron sobrepeso y obesidad (Figura 2), siendo 61/141 niñas (30.1%) y 80/141 (56.7%) niños con obesidad con una relación 1/1.3 respectivamente, y 25/61 niñas (40.9%) y 36/61 (59.1%) niños con sobrepeso con una relación 1/1.4, respectivamente. Todos acudían a la escuela y provenían de un medio socio-económico medio y medio bajo. Un total de 63/168 (37.5%) de los preescolares y 139/239 (58.1%) de los escolares con sobrepeso u obesidad (Figura 2). En la Figura 3 se observa la proporción entre los niños sanos, con sobrepeso y obesidad según el género. Un total de 81 niños tenían una unidad por arriba del índice de masa corporal que corresponde a la P 97 para la edad y sexo, corresponden a 40% del total de los niños con obesidad, con una relación hombre/mujer 1.7/1. Discusión La obesidad infantil es uno de los problemas de salud emergentes en la última década más importantes para la salud pública. Se ha mencionado que la obesidad se ha incrementado más de 300%,2 llegando hasta 26% en el 2006.11 En Baja California se estima el sobrepeso y Figura 1. Proporción entre niños con sobrepeso u obesidad según el sexo. 100 80 60 40 20 0 Femeninos Sobrepeso Masculinos Obesidad obesidad infantiles en 45%,12 es la tasa más alta a nivel nacional y 18.6% informadas por el estudio nutricional de nutrición en México en 1999 y hasta 26% en 2006.13 Sin embargo, en este estudio se encontró una de las tasas más altas (49.6%) en obesidad y sobrepeso del norte de México, lo cual es de considerar para poder establecer programas para su prevención, detección y tratamientos oportunos. Además de establecer la prevalencia, se debe enfocar la atención a este gran problema de salud en el micro y macroambiente infantil. La población mexicana tiene rasgos étnicos similares, en este estudio se han incluido niños de estrato socioeconómico medio y medio bajo, a pesar de esto, la prevalencia de obesidad infantil en este estudio ha resultado más alta que lo reportado por otros autores en nuestro país.11,12 Una de las formas más usadas para evaluar la obesidad infantil es la relación que establece entre el peso y la talla, con el IMC, índice con el que se relaciona no sólo con la grasa corporal, sino con el riesgo de enfermedad, especialmente con afección cardiovascular, obesidad en el adulto, mayor morbilidad y muerte.14,15 La sensibilidad del IMC >85 percentil ayuda a identificar a los niños con mayor obesidad.16 Los puntos de corte pueden falsear la información obtenida hacia la salud o enfermedad, de tal manera que un punto de corte del IMC bajo, puede excluir a los atléticos de un parámetro de salud, y un punto de corte elevado, puede excluir a un grupo con alto riesgo de desarrollar obesidad o de obsesos con factores de riesgo, minimizando con ello el bajo o sobre diagnóstico.17 Es importante definir cuales niños requieren una intervención temprana con una correcta evaluación del IMC, y debe definirse el tratamiento a seguir en cada grupo de pacientes con sobrepeso, obesidad y obesidad extrema, 82 Hernández-Herrera RJ. et al Figura 2. Proporción entre preescolares y escolares con sobrepeso u obesidad. Figura 3. Proporción entre niños con sanos, con sobrepeso y obesidad según el sexo. 120 150 100 80 100 60 40 50 20 0 0 Preescolares Sobrepeso Escolares Obesidad considerando que las dos últimas tienen mayor riesgo para la salud que la primera,17 de tal manera, como los niños considerados con IMC >95 P, incluyen a los niños >99 P, estos niños se relacionan con mayor riesgo que el grupo anterior (95-99 P), y debido a que ese grupo de niños con obesidad mórbida, están incluidos en el total de niños >95 P, es conveniente evaluarlos por separado debido al mayor índice de complicaciones y co-morbilidades que los pacientes entre 95% a 99%, y estos a su vez que los que tienen sobrepeso (85-94P).3 Se encontró 26% de sobrepeso y obesidad reportado por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición-2006.11 Aunque estos resultados no son comparables con los encontrados en este estudio ya que lo puntos de corte para sobrepeso usados en la Encuesta Nacional Ensanut 2006: fueron de IMC igual o mayor al percentila 75% para sobrepeso y >85% para obesidad, en cambio los criterios del CDC de Atlanta marcan los puntos de corte de 85 y 95 percentilas, respectivamente.10 En este estudio se usaron los correspondientes a los recomendados por el CDC de Atlanta para sobrepeso y obesidad. Consideramos que los puntos de corte del CDC, deberían de tener mayor correlación con obesidad en niños mexicanos por las siguientes razones: a) los estadounidenses tienen el primer lugar en obesidad juvenil y México está en segundo lugar mundial. b) En EUA una parte considerable de su población es de origen latino. c) Además aportan curvas de peso, talla e IMC para efectuar la evaluación por edad y sexo, donde se incluyen niños mayores de dos años (como en este estudio), y se cuenta con un sistema de cómputo estandarizando la medición, lectura y diagnóstico de los niños con sobrepeso y obesidad. La OMS realizó un esfuerzo a partir del 200618 para evaluar el crecimiento en niños alimentados al seno Sanos (50.3%) (n=205) Sobrepeso (14.9%) (n=61) Femeninos Obesidad (34.6%) (n=141) Masculinos materno en los cuatro continentes, por lo que usar los puntos de corte de la OMS 2006 se aplica a una cohorte más grande que la usada en este trabajo. Aunque 407 no representan a los niños regiomontanos, llama la atención el porcentaje de sobrepeso y obesidad. Al mismo tiempo esto sugiere extender estudios a mayor número de niños, para definir correctamente la prevalencia de la obesidad infantil en Nuevo León, pero evaluarlos con criterios actualizados, ya sea los usados por el CDC2000 o la OMS 2006.10,18 Aunque hay otros métodos para evaluar el sobrepeso y obesidad: como peso/talla, peso/edad, o algunos más directos como impedanciometría19 o resonancia magnética para evaluación de composición de grasa corporal,20 estos no fueron realizados, siendo que actualmente desde el punto de vista clínico y epidemiológico está justificado usar el método indirecto con el IMC para edad y sexo.10 En Ensenada, Baja California12 se encontró un rango de sobrepeso y obesidad de 45%, el más alto a nivel nacional, aunque estos datos no son comparables a la comunidad infantil regiomontana o mexicana, son de consideración, por lo que se sugiere extender la muestra en estudios poblacionales, y además comparar los diferentes criterios internacionales establecidos para determinar la prevalencia real de sobrepeso y obesidad y confirmar puntos de corte de nuestra población. En general se acepta que los puntos de corte para determinar sobrepeso son 85 - 94 percentila para la edad y sexo; y > 95 percentila para obesidad. Entre las herramientas que consideran los puntos de corte mencionados y donde se pueden establecer los criterios diagnósticos de sobrepeso y obesidad infantil son: los del CDC10 y la OMS.18 Vale la pena mencionar que los datos de la Norma Oficial Mexicana van de acuerdo a la OMS-1999, Prevalencia de sobrepeso y obesidad en 407 niños en el Noreste Mexicano la cual se actualizará con los valores de la OMS-2006, con puntos de corte comparables a cualquier población mundial.18 Mismo que vale la pena sean aplicados a población mexicana así como a cualquier población infantil con crecimiento ideal.18 Es importante remarcar la oportunidad diagnóstica de la obesidad infantil, sino también la oportunidad de intervención social como problema de salud pública. Mucho falta por inducir una alimentación sana a la población infantil, no sólo con cambios en las políticas de atención de las escuelas, sino también en educación, dirigida a los padres encargados de la alimentación domiciliaria. Referencias 1. Ogden CL, Carroll MD, Curtin LR, et al. Prevalence ������������������� of overweight and obesity in the United States, 1999-2004. JAMA 2006;295:1549-1555. 2. Sue YS, Obarzanek K, Obarzanec E. Chilhood obesity: a new pandemic of the new millennium. Pediatrics 2002;110:10031007. 3. Expert committee for recommendations regarding the prevention, assessment and treatment of child and adolescent overweight and obesity: summary report. Pediatrics 2007. www.pediatrics.org/cgi/content/full/120/Supplement_4/ S164. 4. Gordon-Larsen P, Adair LS, Popkin BM. The relationship of ethnicity, socioeconomic factors, and overweight in US adolescents. Obes Res 2003;11:121-129. 5. Gale SM, Castracane VD, Mantzoros CS. Energy homeostasis, obesity and eating disorders: recent advances in endocrinology. J Nutr 2004;134:295-298. 6. Daniels SR, Arnett DK, Eckel RH, et al. Overweight in children and adolescents. Circulation 2005;111:1999-2012. 7. Elliot MA, Copperman NM, Jacobson MS. Pediatric obesity prevention and management. Minerva Ped 2004;56:265-76. 8. Baker JL, Farpour-Lambert NJ, Nowicka P, et al. Evaluation of the overweight/obese child. Practical tips for the primary health care provider: recommendations from the childhood 83 obesity task force of the European association for the study of obesity. Obes Facts 2010;3:131-137. 9. Batch J, Baur LA. Management and prevention of obesity and its complications in children and adolescents. MJA 2005;182:130-137. 10. Kuczmarski RJ, Ogden CL, Guo SS, et al. 2000 CDC Growth charts for United States: methods and development. Department of Health and Human Services. Vital and Health Stat 2002;11:246:1-190. 11. Instituto Nacional de Salud Pública, Boletín de Práctica Médica Efectiva 2006. Recuperado el 22 de septiembre de 2010 en http://www.insp.mx/Portal/Centros/ciss/nls/boletines/PME_14.pdf 12. Bacardi-Gascón M, Jiménez-Cruz A, Jones E, Guzmán-González V. Alta prevalencia de obesidad y obesidad abdominal en niños escolares entre 6 y 12 años de edad. Bol Med Hosp Infant Mex 2007;64:362-369. 13. Olaiz-Fernández G, Rivera-Dommarco J, Shama-Levy T, et al. Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006. Instituto Nacional de Salud Pública 2006. 14. Freedman DS, Khan LK, Dietz WH, et al. Relationship of childhood obesity to coronary heart disease risk factors in adulthood: the Bogalusa heart study. Pediatrics 2001;108:712-718. 15. Must A, Strauss RS. Risk and consequences of childhood and adolescent obesity. Int J Obes Relat Metab Disord 1999;23(suppl2):S2-S11. 16. Field AE, Cook NR, Gillman MW. Weight status in childhood as a predictor of becoming overweight or hypertensive in early adulthood. Obes Res 2005;13:163-169. 17. Calonge N, U.S. Preventive Services Task Force, USPSTF, Screening and Interventions for Overweight in Children and Adolescents: Recommendation Statement. U.S. Preventive Services Task Force. uspstf@ahrq.gov. 18. The WHO Child Growth Standards. Obtained Sept. 2010 from: http://www.ho.int/childgroth/standars/en. 19. Jaffrin MY. Body composition determination by bioimpedance: an update. Curr Opin Clin Nutr Metab Care 2009;12:482–486. 20. Machann J, Thamer C, Stefan N, et al. Follow-up WholeBody Assessment of Adipose Tissue Compartments during a Lifestyle Intervention in a Large Cohort at Increased Risk for Type 2 Diabetes. Radiology 2010;257:353-363. Medicina Universitaria 2011;13(51):84-90 medicina universitaria www.elsevier.com.mx ARTÍCULO ORIGINAL Acontecimientos adversos por medicamentos en pacientes médicos hospitalizados DO Treviño-Montes,1 MA Villarreal-Alarcón,1 EB Martínez-Canseco,2 R RodríguezGutiérrez,1 IL Baena-Trejo,1 DA Galarza-Delgado1 Departamento de Medicina Interna. Hospital Universitario. José Eleuterio González. Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Nuevo León 1 2 Recibido: Enero 2011. Aceptado: Abril 2011 PALABRAS CLAVE Acontecimientos adversos, errores de medicación, evitabilidad, incidencia, México. Resumen Antecedentes: Los acontecimientos adversos por medicamentos (AAM) se definen como errores de medicación (EM) con daño. En el presente estudio se documenta la incidencia y características de AAM en pacientes hospitalizados en Medicina Interna. Métodos: Estudio observacional en el que se detectaron AAM mediante notificación voluntaria y la revisión de expedientes clínicos. Se describieron variables clínicas y administrativas expresadas como frecuencias y proporciones. Se identificaron los factores determinantes para la aparición de AAM. Resultados: De 266 pacientes, 187 (70%) sufrieron EM y se identificaron 64 (24%) con AAM. Según la gravedad del daño producido por los 599 EM detectados, hubo 53 (9%) que requirieron intervención (Categoría E), 47 (8%) que prolongaron la hospitalización (Categoría F), y 19 (3%) que contribuyeron o causaron la muerte (Categoría I). De los EM evidenciados, 99% se consideraron evitables. Los factores de riesgo con valor significativo que se identificaron para la aparición de AAM incluyeron hospitalización mayor a siete días (p ≤0.003), la co-utilización de más de cuatro medicamentos (p ≤0.001) y edad menor de 65 años (p ≤0.002). Conclusiones: Los EM inciden importantemente en la morbi-mortalidad de los pacientes hospitalizados. Por ello, diagnosticar y prevenir la ocurrencia de AAM es esencial para mejorar la seguridad en la atención de los mismos. Correspondencia: DO Treviño Montes. Ahuehuete 3613 Jardines de San Rafael, Guadalupe, Nuevo León, México, C.P. 67110 Teléfono (81) 8364 9181. Correo electrónico: dotmd@hotmail.es 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Acontecimientos adversos por medicamentos en pacientes médicos hospitalizados KEYWORDS Adverse events, evitability, incidence, medication errors, Mexico. 85 Adverse drug events in hospitalized medical patients Abstract Background: Adverse drug events (ADE) are defined as medication errors (ME) with harm. The present study documents the incidence and characteristics of ADE in Internal Medicine hospitalized patients. Methods: Observational study that detected ADE by voluntary notification and by reviewing clinical records. Clinical and administrative variables where described, expressed as frequencies and proportions. Predisposing factors to ADE where identified. Results: Of 266 patients 187 (70%) suffered ME and 64 (24%) patients with ADE where identified. As for the severity of the 599 ME detected there were 53 (9%) which required intervention (Category E), 47 (8%) that prolonged hospitalization (Category F), and 19 (3%) that contributed to death (Category I), among others. Ninety nine percent of the ME detected where considered evitable. The significant risk factors for AAM development included: more than 7 days of hospitalization (p ≤0.03) use of more than 4 drugs (p ≤0.01); and, less than 65 years of age (p ≤0.02). Conclusions: ME importantly affect the morbidity and mortality of hospitalized patients; and because of that, it is mandatory to diagnose and prevent them to improve patient safety. Introducción El problema de la seguridad en la asistencia sanitaria en general o de los errores de medicación (EM) en lo particular es uno de los problemas prioritarios de algunos países desarrollados.1 Los efectos perjudiciales producidos por los medicamentos han constituido un motivo de preocupación desde los albores de la humanidad y el origen de la terapéutica. Ya en el siglo V a.C, los griegos utilizaban el vocablo pharmakon para denominar sustancias que eran administradas a manera de remedio y como veneno mortal.2 Desde 1994, en el transcurso de la conferencia multidisciplinaria Understanding and Preventing Drug Misadventures3 se estableció la necesidad de realizar estudios sobre acontecimientos adversos por medicamentos (AAM) que se orienten hacia el análisis de los EM en aras de identificar las causas y los tipos de errores que se producen en la cadena terapéutica y dan lugar a los AAM. Su objetivo radica no sólo en detectar el tipo de efectos nocivos provocados por los medicamentos, sino de identificar aquellos producidos por errores y llegar a conocer los fallos en el sistema que han permitido que sucedieran, con el fin de desarrollar estrategias dirigidas a prevenirlos. Estos estudios habrán de introducir también un nuevo enfoque en el análisis de los EM que suponga asumir el concepto de que éstos se producen por fallos propios del sistema y no deben considerarse fallos humanos, pensando en que la solución se limita a encontrar al individuo culpable del error; es decir, no se trata de buscar quien causó el error, sino de analizar dónde y cómo se produjo, con la finalidad de disminuir su incidencia mediante programas de calidad y seguridad en la atención.2 En 1995, el ADE Prevention Study asentó el marco conceptual y metodológico para la evaluación de acontecimientos adversos por medicamentos desde la perspectiva del sistema. Este estudio prospectivo mostró que 6.5% de los pacientes hospitalizados habían sufrido un AAM durante su estancia y que aproximadamente un tercio de ellos (28%) eran consecuencia de EM.3,4 Un estudio posterior estimó las repercusiones económicas de la problemática al informar que el costo medio de la estancia hospitalaria se incrementaba 4700 dólares, lo que suponía un gasto anual de 2.8 millones de dólares para un hospital de 700 camas.5 Luego de la publicación (en 1999) del informe To Err is Human, Building a Safer Health System, realizado por el Committee on Quality of Health Care in America, Institute of Medicine (IOM), que señaló que en los EE.UU. los errores asistenciales ocasionan entre 44 000 y 88 000 muertes al año (mortalidad superior a la causada por accidentes de tráfico, cáncer de mama o el SIDA), que los EM son responsables de una en cada 854 muertes en pacientes hospitalizados y generan alrededor de 7000 muertes cada año.6 Una variedad de factores en la asistencia sanitaria han contribuido al aumento progresivo en la incidencia de EM, a saber: escaso nivel de informatización, aumento en la complejidad de la terapéutica, aumento del acervo de medicamentos disponibles, desconocimiento de la farmacología, (especialmente de las interacciones medicamentosas) y la segmentación de la asistencia sanitaria.2 Ante la problemática a la que nos enfrentamos, que constituye un costo inadmisible en cuanto a economía y vidas humanas, la Organización Mundial de la Salud ha fomentado el estudio de los AAM, sobre todo de aquellos prevenibles.7 En México, éste problema, cuya magnitud no es del todo conocida, es necesario implantar medidas específicas en todos los niveles de asistencia sanitaria, 86 tanto para detectar los AAM prevenibles como para establecer medidas específicas para disminuir su incidencia. En nuestro hospital, la información sobre los AAM es nula; por ello, los objetivos del presente estudio fueron: estimar la incidencia de los diferentes tipos de EM y su proporción de AAM en pacientes hospitalizados en la Sala de Medicina Interna; establecer medidas para evitarlos, determinar los factores de riesgo para su aparición, enunciar las características de los mismos en cuanto a gravedad, sistemas afectados y etapa del proceso en que predominantemente ocurren. Métodos Estudio observacional, prospectivo, descriptivo y de proporciones que incluyó el análisis de 266 pacientes seleccionados de manera aleatoria, hospitalizados en la Sala de Medicina Interna del Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González (de 426 camas) en un periodo de seis meses: de julio a diciembre de 2009. Los pacientes fueron diagnosticados con problemas concernientes a las subespecialidades de neumología, gastroenterología, infectología, cardiología, endocrinología, oncología, hematología, neurología, toxicología, psiquiatría, nefrología y algunos pacientes quirúrgicos con problemas médicos coexistentes. Para el cálculo del tamaño de la muestra se utilizó una fórmula para estudios de proporciones8 con una seguridad de 95%, una precisión de 3% y una proporción esperada de 6.5%, de acuerdo con el ADE Prevention Study.3 El enfoque primario del estudio fue la detección y análisis de los AAM que ocurrieron en nuestros pacientes mientras estuvieron hospitalizados, incluyendo aquellos identificados hasta tres meses después en las consultas subsecuentes de la monitorización prescrita a su egreso (siempre que éstos se derivasen de la terapéutica implementada en su hospitalización). No fueron incluidos en el estudio casos en los que los AAM prehospitalarios fueron contribuyentes al motivo de su ingreso. Se definió como AAM cualquier EM con daño, derivado del uso o falta de uso clínico de un medicamento.9 Los AAM se diferenciaron en dos grupos: prevenibles y no prevenibles; los primeros son aquellos causados por errores en la medicación (daño y error) y los segundos los que ocurren a pesar de la correcta utilización de los medicamentos (daño sin error o reacciones adversas a medicamentos (RAM).3,10-12 Los AAM fueron detectados: 1) Mediante notificación voluntaria fomentada a través de una Hoja de Notificación de Incidentes en la Medicación (Figura 1), la cual se diseñó e implementó mediante entrevistas directas al personal médico, de enfermería, familiares y pacientes hospitalizados que se incluyeron en el estudio. Al sospecharse la ocurrencia de un AAM, se revisó cuidadosamente el expediente clínico del paciente en conjunto con los médicos tratantes y se efectuó un seguimiento estrecho del paciente con el fin de conocer la evolución clínica y el desenlace del AAM. 2) Mediante la revisión meticulosa de los expedientes clínicos en busca de diagnósticos de acuerdo a la Clasificación Treviño-Montes DO. et al Internacional de Enfermedades (CIE-10-MC)13 y señales de alerta de AAM en las notas médicas de evolución, registros de enfermería, notas médicas de egreso, reportes de enfermería, hojas de indicaciones médicas, bitácoras de administración de medicamentos, historias clínicas y notas de consultas subsecuentes (hasta tres meses después de su egreso). En caso de comprobarse la existencia de un AAM en la revisión de los expedientes clínicos se cotejó la información con la obtenida por notificación voluntaria para detectar la duplicidad de los datos y en este caso se contactó a los médicos tratantes como complemento del estudio de los AAM detectados. Al identificarse cada AAM, se recopiló la información en base al llenado de la Hoja de Notificación de Incidentes en la Medicación para su posterior análisis. Los AAM detectados fueron evaluados por dos investigadores (ambos médicos) con la finalidad de: 1) Determinar la relación causal entre el medicamento y el episodio identificado; 2) Categorizar la gravedad del EM y establecer medidas para evitarlos; 3) Identificar la etapa del proceso en la medicación en que ocurrió el AAM; 4) Establecer qué tipo de EM que se identificó; y 5) Acotar el sistema orgánico afectado. Se solicitó la opinión de un tercer y cuarto investigadores (médico y jefa de personal de enfermería, respectivamente), en caso de existir alguna discrepancia de opiniones entre los investigadores principales. Para determinar la causalidad entre la administración (u omisión de la administración) de un medicamento sospechoso y el AAM, se utilizó el algoritmo de Karch-Lasagna modificado.14 Sólo se incluyeron en el estudio aquellos casos en que la relación causal fue definitiva. De acuerdo a la adaptación del cuestionario de Schumock y Thorton fue que se evaluó la posibilidad de evitar los EM detectados.15 Por ello, los EM se clasificaron en dos tipos: prevenibles y no prevenibles. Con base en la taxonomía del National Coordinating Council for Medication Error Reporting and Prevention (NCCMERP),16 se establecieron los procesos en la cadena terapéutica en que ocurrieron los AAM y se categorizó la gravedad de los mismos (Figura 2). En los casos en que un AAM fue causado por más de un EM, éstos fueron considerados y analizados por separado. Para el análisis estadístico se realizó un estudio descriptivo de la muestra en el que las diferentes variables clínicas y administrativas fueron expresadas como frecuencias y proporciones. Para el estudio de los factores de riesgo determinantes para la aparición de AAM se usó la prueba de Ji cuadrada con corrección de Yates y un nivel de significancia de 0.05%. El procesamiento de datos se efectuó con el programa Epi InfoTM versión 3.5.2.17 Resultados Se estudiaron 266 pacientes, 52% (137) fueron del sexo masculino; mientras que 48% (129) fueron del sexo femenino. El rango de edad fue de 18 a 89 años (mediana 37 años). De ellos, 70% (187) presentó algún EM durante su estancia y se detectaron en total 599 errores (siendo 87 Acontecimientos adversos por medicamentos en pacientes médicos hospitalizados Figura 1. Hoja de notificación de incidentes en la medicación del HUJEG, UANL. Número de Episodio:______ ¿Cuándo se produjo el incidente? ¿En qué etapa del proceso ocurrió el incidente? Hora:________ Fecha:__________ Medicamento / Solución / Sustancia Tipo de Incidente Prescripción Medicamento incorrecto Velocidad de administración incorrecta Transcripción Omisión de dosis Registro incorrecto Dispensación Administración Dosis incorrecta Paciente incorrecto Duración de tratamiento incorrecto Monitorización insuficiente Monitorización Frecuencia de administración incorrecta Presentación farmacéutica incorrecta I Nivel de Gravedad del II Incidente en la Medicación III (marque con una cruz) Error de preparación / manipulación Técnica de administración incorrecta Vía de administración incorrecta Categoría del Incidente (anote) Otros (anote): Medicmento deteriorado ¿Se administró al Paciente? Falta de Cumplimiento Si Medicamento Caducado No ¿Tuvo alguna consecuencia para el paciente? Breve descripción del incidente y efectos clínicos observados: Si No No causó daño pero precisó monitorización Causó daño y precisó intervención ¿Suigiere alguna estrategia para prevenir éste incidente en el futuro? Nombre del Paciente:_____________________ Edad:____ Registro:_________ * Información Confidencial *Enviar en un sobre cerrado a Jefatura del Departamento. *Consultar glosario al reverso. Nombre y puesto de quien reporta: Dr. Daniel Osvaldo Treviño Montes / R4 / Medicina Interna uno el menor número de EM por caso y 14 el mayor). De acuerdo a la adaptación del cuestionario de Schumock y Thornton15 utilizada para establecer mecanismos para evitar los EM detectados (599), pudimos determinar que 597 (99%) de ellos pudo haberse prevenido, mientras que 2 (1%) fue inevitable (RAM). De los 187 pacientes que presentaron EM en 123 (66%) no hubo repercusión clínica, mientras que 64 (34%) de ellos presentaron AAM (error con daño); por lo que la incidencia de AAM fue de 24% (n = 266). De la totalidad de EM (599) que se identificaron en el estudio, 480 (80%) resultaron ser EM sin daño, mientras que 119 (20%) constituyeron AAM (EM con daño). Dentro del análisis de los 119 AAM detectados, inicialmente establecimos las distintas etapas del proceso de la medicación en que ocurrieron dichos eventos (Figura 3); a saber: 77 (65%) ocurrieron en la dispensación de los medicamentos (dependiente del Servicio de Farmacia), 25 (21%) en la prescripción (dependiente del personal médico responsable de la atención), ocho (7%) en la administración (a cargo del personal de enfermería), cinco (4%) en la transcripción (llevada a cabo por el personal de enfermería) y cuatro (3%) en la monitorización. En lo que respecta al análisis del tipo de error en los AAM detectados: 119; se evidenciaron los siguientes resultados (Figura 4): 81 (68%) fueron errores de omisión de dosis, 15 (13%) fueron errores de dosificación incorrecta, seis (5%) por una falla en la monitorización, ocho (6%) de los errores fueron secundarias administración de un medicamento incorrecto y por errores en el registro, seis (5%) de los errores fueron por una frecuencia incorrecta en la administración y por una duración incorrecta del tratamiento; por último, tres (3%) de los errores fueron secundarios a una técnica, vía y velocidad de administración incorrectas. Dentro del análisis de los EM (599) y de la proporción de errores con daño, en lo que a la categorización de la gravedad se refiere, encontramos los siguientes resultados (Figura 5): 347 (58%) de los EM fueron categoría D (errores clase II, sin daño, que requirieron de monitorización); 109 (18%) categoría C (errores clase II, sin daño, que no requirieron intervención alguna); 53 (9%) categoría E (errores clase III, con daño (AAM), con una intervención necesitada para mantener la salud); 47 (8%) categoría F (errores clase III, con daño, que prolongaron la hospitalización); 19 (3%) categoría I (errores clase IV, con daño, errores mortales); otro 16 (3%) fueron categoría B (errores clase II, sin daño, casi error); y por último, ocho (1%) fueron categoría A (errores clase I, sin daño, potencialmente error). 88 Treviño-Montes DO. et al Figura 2. Categorización de la gravedad de los errores en la medicación. Categorización de la Gravedad de los Errores en la Medicación Clase I. No Error Clase II. Error SIN Daño Clase III. Error CON Daño Clase IV. Error Mortal Categoría A Capacidad de causar error Categoría B Casi error Categoría C Error sin daño Categoría D Precisa monitorización Categoría E Requiere intervención Categoría F Prolonga la hospitalización Categoría G Daño permanente Categoría H Requiere intervención para mantener la vida Categoría I Contribuye o resulta en la muerte Figura 4. Tipo de error en los AAM detectados. AAM: 119 en 64 pxs (24%) 68% (81) Omisión de Dosis 13% (15) Dosis Incorrecta 5% (6) Monitoorización 3% (4) Medicamento Incorrecto 1% (1) Técnica Incorrecta 3% (4) Registro Incorrecto 2.5% (3) Frecuencia Incorrecta Figura 3. AAM (EM con daño), 119 casos y sus causas. AAM: 119 en 64 pxs (24%) 65% (77) Dispensación 1% (1) Vía Incorrecta 2.5% (3) Duración Incorrecta 1% (1) Velocidad Incorrecta Figura 5. Categorización de la gravedad de los EEM. 58% (347) D (EM, Monit.) 599 EM 18% (109) C (EM no Int.) 21% (25) Prescripción 9% (53) E (AAM con int.) 1% (8) A (EM Capacidad) 7% (8) Administración 8% (47) F (AAM Prol. Hosp.) 3% (19) I (AAM Mortal) 4% (5) Transcripción 3% (16) B (EM Casi Error) 3% (4) Monitorización En el análisis de los sistemas afectados por los 119 AAM detectados, encontramos las siguientes proporciones (Figura 6): El sistema inmunológico se afectó en 25 (21%); el neurológico en 22 (18%); el cardiovascular en 16 (14%); el gastrointestinal en 15 (13%); el metabólico en 12 (10%); la homeostasis de los líquidos y electrolitos en 11 (9%); el sistema respiratorio en ocho (7%); el hematológico en seis (5%); y el psiquiátrico se vio afectado en cuatro (3%) de los AAM restantes. En cuanto a las características de la población en relación a la edad, género, días de estancia hospitalaria y número de medicamentos administrados se identificaron los siguientes tres factores de riesgo con valor estadísticamente significativo para la aparición de AAM (Tabla 1): 1) edad menor de 65 años (p ≤0.02, RM 2.73 (IC 1.14 a 6.61); 2) hospitalización mayor a siete días (p ≤0.03, RM 2.34 (IC 1.05 a 5.21) y 3) la coutilización de más de cuatro medicamentos (p <0.001, RM 94.5 (IC 13 a 1924). Discusión Los resultados del presente estudio muestran que al menos 24% de los pacientes hospitalizados en las Salas de Medicina Interna, durante su estancia presentan algún AAM, mientras que 70% de estos presentan EM. Es difícil hacer comparaciones, ya que las frecuencias referidas en estudios previos en pacientes adultos hospitalizados oscilan ampliamente (0.86% a 27.7%), debido a que están muy condicionadas por varios factores, principalmente el método de detección empleado, el tipo de incidente adverso recogido y las características de la población estudiada. No obstante, la incidencia registrada en nuestro estudio es superior a 6.5% obtenido por Bates et al.5 en el ADE Prevention Study, en el que a lo largo de un periodo de seis meses se registró un total de 247 AAM en 4.031 pacientes ingresados. En nuestro estudio la mayoría de los datos (99%) se obtuvo mediante la búsqueda activa de errores en los expedientes clínicos antes que por 89 Acontecimientos adversos por medicamentos en pacientes médicos hospitalizados Figura 6. Los sistemas afectados en los 119 AAM detectados. 21% (25) Inmunológico AAM 119 18% (22) Neurológico 14% (16) Cardiovascular 13% (15) Gastrointestinal Tabla 1. Características de la población, AAM y EM. Edad <65 >65 Medicamentos >4 <4 10% (12) Metabólico 9% (11) Liq/ Elec Nefro 7% (8) Respiratorio 5% (6) Hematológico Días de estancia >7 <7 EM (123) AAM (64) 87 (70%) 43 (67%) 36 (30%) 21 (33%) EM (123) AAM (64) 89 (72%) 63 (98%) 34 (28%) 1 (2%) EM (123) AAM (64) 104 (85%) 39 (61%) 18 (15%) 25 (39%) p: 0.02 / OR 2.73 (IC 1.14 a 6.61) p < 0.001 / OR 94.5 (IC 13 a 1924) p: 0.03 / OR 2.34 (IC 1.05 a 5.21) 3% (4) Psiquiátrico notificación voluntaria fomentada. En nuestra experiencia, el rendimiento del método basado en la revisión de los expedientes clínicos es superior cuando se utiliza para detectar los AAM intrahospitalarios. En el ADE Prevention Study,5 28% del total de los AAM registrados fueron prevenibles y la incidencia global de AAM prevenibles en pacientes hospitalizados fue de 1.7%. En otros estudios realizados en adultos se ha estimado una proporción de AAM prevenibles, respecto al total de AAM, que oscila entre 15% y 25%. En nuestro estudio 99% (n = 119) de los AAM resultaron ser prevenibles. Ello indica que en nuestro medio es necesario tomar medidas cuanto antes para evitar la incidencia de AAM. La información obtenida en el estudio señala que es necesario actuar en forma multidisciplinaria para mejorar la seguridad en la utilización de los medicamentos en el ámbito hospitalario mexicano.18 Esto mediante la instauración de prácticas orientadas a la creación de una cultura de seguridad en las organizaciones, la incorporación de las tecnologías de la información,19 la mejora de la organización y de los procesos. Para ello es necesario considerar los factores humanos, la simplificación, la normatividad de los procedimientos y en aquellos involucrados en la formación de los profesionales. Tomando en cuenta los tipos de errores detectados en este estudio, en términos de mejora de la dispensación, es necesario establecer métodos para asegurar el abastecimiento del Servicio de Farmacia y promover mediante estrategias racionales una comunicación constante entre la prescripción médica, el personal de enfermería y el de farmacia. En lo que a la prescripción se refiere es necesario implementar un programa electrónico con sistemas expertos de ayuda a la prescripción. Estos programas han demostrado reducir hasta en 81% los errores de medicación17 y son efectivos fundamentalmente para disminuir los relacionados con la prescripción de dosis o intervalos posológicos incorrectos, interacciones medicamentosas y alergias, así como para ajustar la dosificación y reducir los AAM en pacientes con insuficiencia renal. Algunas aplicaciones también ofrecen la posibilidad de facilitar el seguimiento de los tratamientos a través de avisos que recuerden al prescriptor cuándo debe realizar las pruebas analíticas,19 por ejemplo, medicamentos de rango terapéutico estrecho o prescritos en pacientes de alto riesgo para el desarrollo de AAM.20 Referencias 1. Otero López MJ, Codina Jane C, Tamés Alonso MJ, Pérez Encinas M. Errores de medicación: estandarización de la terminología y clasificación. Farm Hosp 2003;27:137-149. 2. Otero MJ, Domínguez-Gil A. Acontecimientos adversos por medicamentos: una patología emergente. Farm Hosp 2000;24:258-266. 3. Bates DW, Cullen DJ, Laird N, et al. Incidence of adverse drug events and potential adverse drug events. Implications for prevention. JAMA 1995;274:29-34. 4. Leape LL, Bates DW, Cullen DJ, et al. Systems analysis of adverse drug events. JAMA 1995;274:35-43. 5. Bates DW, Spell N, Cullen DJ, et al. The costs of adverse drug events in hospitalized patients. JAMA 1997;277:307-11. 6. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS. To err is human: Building a safer health system. Committee on Health Care in America. Institute of Medicine. Washington D: National Academy Press; 1999. 7. World Health Organization. World Alliance for Patient Safety. Forward Programme 2005. Disponible en: www.who.int/ patientsafety 8. Pita Fernández R. Formación en Metodología de la Investigación. Actualizado en 2010. Disponible en: http://www. fisterra.com/mbe/investiga/index.asp 9. Committee on Data Standards for Patient Safety. Institute of Medicine. Patient Safety. Achieving a new standard for care. Washington (DC): National Academy Press; 2004. 10. Leape LL, Kabcenell A, Berwick DM, Roessner J. Breakthrough Series Guide: Reducing adverse drug events. Boston: Institute for Healthcare Improvement; 1998. 11. Gurtwiz JH, Field TS, Harrold LR, et al. Incidence and preventability of adverse drug events among older persons in the ambulatory setting. JAMA 2003;289:1107-16. 12. Senst BL, Achusim LE, Genest RP, et al. Practical approach to determine costs and frequency of adverse drug events in a 90 health care network. Am J Health-Syst Pharm 2001;58:112632. 13. WHO. Classifications. International Classification of Diseases (ICD). Disponible en: http://www.who.int/classifications/ icd/en/index.html# 14. Valoración de la Relación Causal (Algoritmo de Karch y Lasagna). Disponible en: http://www.elmedicointeractivo. com/img/TABLAS%20AULA%20923.pdf 15. Schumock GT, Thorton JP. Focusing on preventability of adverse drug reactions. Hosp Pharm 1992;27:538. 16. National Coordinating Council for Medication Error Reporting and Prevention. NCCMERP Taxonomy of medication errors. Disponible en: http://www.nccmerp.org/aboutmederrors. html (1998 - 2011). Treviño-Montes DO. et al 17. Centers for Disease Control and Prevention – Epi Info TM versión 3.5.2. Liberado en Diciembre 17, 2010. Disponible en: http://wwwn.cdc.gov/epiinfo/ 18. Otero López M. J. Nuevas iniciativas para mejorar la seguridad de la utilización de los medicamentos en los hospitales. Rev Esp Salud Pública 2004;78:323-39. 19. Bates DW, Teich JM, Lee J, et al. The impact of computerized physician order entry on medication error prevention. J Am Med Inform Assoc 1999;6:313-21. 20.Galarza Delgado DA, Villarreal Alarcón MA, Garza Ocañas L, et al. Manual de Farmacoterapia del Departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario de la U.A.N.L; 2010. Medicina Universitaria 2011;13(51):91-95 medicina universitaria www.elsevier.es ORIGINAL ARTICLE Successful extraction of radiopaque foreign bodies based on conventional radiographs Gabriel A. Mecott, Hernán Chacón-Moreno, Yanko Castro-Govea, Mauricio García-Pérez, Sergio Pérez-Porras, Hernán Chacón-Martínez Department of Plastic Surgery, University Hospital Dr. José Eleuterio González. Universidad Autónoma de Nuevo León. Recibido: Febrero 2011. Aceptado: Abril 2011 KEYWORDS Foreign bodies, radiograph, soft tissue, upper extremity, Mexico. Abstract Background: The presence of foreign bodies (FBs) in soft tissues of the upper extremity is a challenging situation. Ultrasound (US) has become the preferred diagnostic modality, although in some situations radiographs are the only option to detect and localize FBs. We present a simple and reliable technique to localize and remove radiopaque FBs based on conventional radiographs. Methods: Two radiographs of the affected area were obtained. The distance from an adjacent and palpable osseous reference to the foreign body was measured in both radiographs and used to determine the site of the incision on the patient. Surgical time and size of the FB were recorded. Results: All foreign bodies were located and removed through a 2 cm incision. The mean size of the fragments was 4.5 mm ± 1 mm. There were no complications related to the procedure. Conclusions: We propose this technique for those situations where radiographs are the only available tool to locate them. Corresponding author: Gabriel Ángel Mecott. Madero y Gonzalitos S/N Col. Mitras Centro, Monterrey, N.L. México. CP.64460. Telephone: (+52) 8183476117, Fax: (+52) 8183476117. E-mail: gmecott@hospitaluniversitario.org. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. 92 PALABRAS CLAVE Cuerpos extraños, radiografías, tejidos blandos, extremidad superior, México. Mecott GA. et al Extracción satisfactoria de cuerpos extraños radio-opacos basados en un radiografía convencional Resumen Antecedentes: La presencia de cuerpos extraños (CE) en tejidos blandos de la extremidad superior es un reto. El ultrasonido (US) se ha convertido en la modalidad diagnostica preferida, aunque en algunas situaciones las radiografías son la única opción para detectar y localizar los CE. Nosotros presentamos una técnica sencilla y confiable para localizar y remover CE radio-opacos basados en radiografías convencionales. Métodos: Se obtuvieron dos radiografías del área afectada. Se midió la distancia desde una referencia ósea palpable al CE en ambas radiografías y esas medidas se utilizaron para determinar el sitio de la incisión en el paciente. Se midieron los CE y el tiempo empleado en su extracción. Resultados: Todos los cuerpos extraños se localizaron y se extirparon a través de una incisión de 2 cm. El tamaño promedio de los CE fue de 4.5 mm ± 1 mm. No hubo complicaciones relacionadas al procedimiento. Conclusiones: Nosotros proponemos esta técnica para aquellas situaciones donde las radiografías simples son la única opción disponible para localizarlas. Introduction The presence of foreign bodies (FBs) in soft tissues of the upper extremity is a common and challenging situation in clinical practice. Sometimes the foreign body is partially visible or palpated, being relatively easy to locate and extract them. However, is not infrequent that the FBs are located deep into the subcutaneous tissue or too small to be palpated requiring surgical procedures to locate and extract them. In this situation, physicians are often in a dilemma as to whether to attempt to extract the FB or to observe and perform the surgery only if a complication or symptoms are observed. Foreign bodies can mimic tumors,1,2 migrate and cause significant morbidity3,4 cause acute and chronic pain5, infections and limitation of daily activities. In fact, there have been reports of pseudoaneurysms6 and life-threatening infections secondary to FBs,4 making reasonably to try to extract them when possible. In recent years, different imaging modalities have been used to localize FBs in soft tissues including computed tomography (CT),7 microwave-induced thermoacustic tomography8 and different modalities of ultrasound (US).9-11 The US has become the preferred diagnostic modality for these situations10 due to its reliability and sensibility to detect and facilitate the extraction of both radiolucent and radiopaque materials.9,10 However, US is not always available and in some situations radiographs are the only option to detect and localize FBs (e.g. rural areas or developing countries). Radiographs are useful to locate radiopaque FBs and have been used to guide surgeons to locate and remove them.12,13 Different and ingenious techniques have been used by physicians who only have plain radiographs for these situations obtaining variable rates of success (personal communications). Objective To present a simple and reliable technique to effectively localize and remove radiopaque FBs in soft tissues using X-rays. Methods Patients: All patients with radiopaque FBs in soft tissues of the upper extremities received in our service in the period of April 2005 to September 2008 were included in the study. All patients agreed to participate in the study and signed informed consent. Radiographs: Plain radiographs of the affected area in antero-posterior (AP) and lateral views were obtained for every patient. The distance from the foreign body to an adjacent palpable osseous reference (e.g. joint, bony prominence) was obtained in the radiographs. Additionally, the distance from the interface between soft tissues and air (i.e. skin) to the FB was also obtained (Figure 1). Patient Marking: The selected osseous reference was located by palpation and the obtained distance from this reference to the FB (obtained in the radiographs) was Successful extraction of radiopaque foreign bodies based on conventional radiographs Figure 1. Radiographs marking. The distance from a palpable osseous reference to the object is measured in antero-posterior and lateral views. A and B show the measurements in the antero-posterior view. C and D show the measurement in the lateral view. The white line demarks the skin. The palpable osseous reference is outlined in black. The foreign body is encircled. marked in the patient in AP and lateral aspects of the affected area (Figure 2). This point determined the site of the incision. Location and extraction: The skin was prepared with standard surgical-protocols of asepsis. Local anesthesia with 2% Lidocaine and 1:200 000 epinephrine was infiltrated in the marked site. A 2 cm incision in the determined site was performed according to the lines of minimal tension and the depth of the incision was made according to the observed depth in the radiographs. The foreign body was located and extracted using blunt dissection. After hemostasis the wounds were closed with Vicryl® 4-0 for deep tissues and 5-0 nylon for skin. The wound was covered with Neosporin® and the patient was seen at 7 - 10 days for stitch removal. The time of the entire surgical procedure (from incision to closure) was recorded. Results Fourteen consecutive patients with radiopaque FBs were included in the protocol. All patients agreed to participate in the study and there were no exclusions. All foreign bodies were localized and extracted. The mean age of the patients was 28 ± 8 years. Male patients were more frequent in a proportion of 6:1 compared to females. Most of the FBs were metal fragments released while hammering metal (85%) and the rest were needle fragments (15%). All FBs were extracted through the 2 cm incision. Average surgical time was 26 ± 9 minutes. The mean size 93 Figure 2. Patient marking. The patient is marked following the markings in the radiographs. A: marking in the lateral view. B: Distances obtained in the radiographs. C and D show the marking on the skin based on the radiograph in the Anteroposterior view. of the fragments was 4.5 mm ± 1 mm, being the smallest fragment only 2 mm of diameter (Figure 3). Table 1 shows the data of the patients. One patient had a lesion of the sensitive branch of the radial nerve that was repaired after the extraction of the FB. There were no complications related to the procedure. All patients returned to normal activities within a week. Discussion For many years, plain radiographs were the only option to detect FBs. However, it is not possible to detect radiolucent materials with radiographs making clear that a more sensitive diagnostic method was required. In recent years, ultrasound has been shown to be better to detect retained FBs in soft tissues14-17 and is becoming the preferred diagnostic modality for these situations. However,US is not available in all facilities, and it is often required to refer the patient to another center. 94 Mecott GA. et al Figure 3. Foreign body in a finger. A 2 mm foreign body was successfully located and extracted using the described technique. A: Antero-posterior view. B: Lateral View. C: Foreign body. In remote areas of developing countries the radiographs are perhaps the only available diagnostic tool for physicians. Patients from these areas have to be referred to nearest cities and even there plain radiographs might be the only diagnostic option. We have received patients in our facility that had to travel for at least 6 h to our hospital, referred from small clinics after failed removal of FBs. In a recently published article, Tuncer et al emphasize the utility and feasibility of plain radiographs for soft tissues in the hand.12 In their article they included patients with glass fragments in the hand of 26 patients. In our series of 14 consecutive patients we did not have patients with retained glass fragments and most of them were located in the forearm (Table 1). This might have been secondary to the fact that most patients received in our service are stable patients seeking for attention after a work-related injury. Accidents related with broken glass are usually seen in emergency room and X-rays of the hand are always obtained, helping the location and removal of them through the wound. We believe that planning the correct site of the incision is important for successful extractions of FBs. Inexperienced physicians usually make the incisions in the site where the FB penetrated the skin, but sometimes the foreign body is centimeters away from this site making very difficult to extract them (Figure 4). This might be due to migration or deep penetration of the object that behaves as a projectile when is released. One of the patients in the study had a needle in the tenar eminence with the puncture (entry site) located almost in the wrist. The local physician tried to remove the needle extending the incision up to 3 cm without success. We found the needle 4 cm distal to the entry point and removed it by incising the palm in the correct point after the described protocol. This migration might have been caused by inadvertent push of the needle when trying to locate it, which is a frequent complication when trying to locate them through the entry site. We feel that is easier to locate the middle point of the needle and incise right over this area, having more surface of the needle in the plane of the dissection than trying to locate them from behind. Table 1. Demographics and affected site of the patients. The size of the foreign bodies and surgical time is described for all the patients. Patient Age (yrs) Gender Material 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 26 41 35 37 18 22 21 23 30 23 45 24 21 25 Male Male Male Male Male Male Male Male Male Male Female Male Male Male Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Needle Metal Fragment Metal Fragment Metal Fragment Yrs: years; Mm: millimeters; min: minutes Maximum dimension of Foreign Body (mm) 2 5 5 4 4 4 6 5 4 5 6 5 5 4 Anatomic Site Finger Forearm Finger Forearm Forearm Forearm Forearm Forearm Finger Forearm Tenar eminence Forearm Forearm Forearm Duration of the procedure (min) 22 20 19 47 33 23 15 23 20 42 16 31 35 28 Successful extraction Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Yes Successful extraction of radiopaque foreign bodies based on conventional radiographs Figure 4. The actual location of the foreign body (FB) can be distant from the entry mark in the skin. The white circle shows the entry site of the foreign body. The white cross indicates the location of the FB as determined by using the described technique. The incision was planned in this site and not in the entry point 95 The described technique is a simple and effective method to locate and extract radiopaque foreign bodies located in soft tissues of the upper extremities. We propose this technique for those situations where radiographs are the only available tool to locate them. References Standard radiographs provide images with practically actual measurements (scale 1:1), making possible to measure the distance from the FB to a palpable reference and then measure it on the surface. Theoretically, there might be some discrepancy from the actual measurements to the obtained ones in radiographs, but they would be a few millimeters and still be located within the surgical field. It is important to measure the depth of the FB in radiographs to have a good idea of the actual depth of the FB in the patient. It is not uncommon that the surgeon makes an incision in the site of the puncture and blindly dissects the tissues with scissors from superficial to deep, trying to find the foreign body. This creates more damage to the tissues and edema in sites potentially distant from the site where the FBs actually is. By using this technique, we can limit blind dissection from superficial to deep tissues and we would have fewer chances to push the FB away from the surgical field. There are different options besides the radiographs to detect radiopaque FBs with proved efficacy. Young and cols. demonstrated the effectiveness of US and fluoroscopy to localize FBs allowing successful removal of 68 FBs. The size of the FBs ranged from 2.5mm - 160.0 mm and of the incisions from 4 mm to 6 mm.18 We were able to remove FBs measuring 2 to 6 mm through a 2 cm incision, demonstrating that plain radiographs are as effective as US and fluoroscopy for these purposes. We cannot overemphasize that we our aim is not to prove that X rays are superior to US for detection of radiopaque FBs. Instead, we want to prove that plain radiographs are useful and reliable for detection and removal of very small FBs in soft tissues. 1. Ando A, Hatori M, Hagiwara Y, et al. Imaging features of foreign body granuloma in the lower extremities mimicking a soft tissue neoplasm. Ups J Med Sci 2009;114:46-51. 2. Nakamura T, Kusuzaki K, Matsubara T, et al. Foreign-body granulomas in the trunk and extremities may simulate malignant soft-tissue tumors: report of three cases. Acta Radiol 2008;49:80-3. 3. Ozsarac M, Demircan A, Sener S. Glass foreign body in soft tissue: possibility of high morbidity due to delayed migration. J Emerg Med 2008. 4. Yanay O, Vaughan DJ, Diab M, et al. Retained wooden foreign body in a child’s thigh complicated by severe necrotizing fasciitis: a case report and discussion of imaging modalities for early diagnosis. Pediatr Emerg Care 2001;17:354-5. 5. Tu HH, Ho MP, Cheung WK, Shih KS. Retained foreign body mimicking sciatica. Ann Acad Med Singapore 2009;38:651-2. 6. Meurer WJ. Radial artery pseudoaneurysm caused by occult retained glass from a hand laceration. Pediatr Emerg Care 2009;25:255-7. 7. Amoretti N, Hauger O, Marcy PY, et al. Foreign body extraction from soft tissue by using CT and fluoroscopic guidance: a new technique. Eur Radiol 2010;20:190-2. 8. Nie L, Xing D, Yang S. In vivo detection and imaging of lowdensity foreign body with microwave-induced thermoacoustic tomography. Med Phys 2009;36:3429-37. 9. Nienaber A, Harvey M, Cave G. Accuracy of bedside ultrasound for the detection of soft tissue foreign bodies by emergency doctors. Emerg Med Australas 2010;22:30-4. 10. Saboo SS, Saboo SH, Soni SS, Adhane V. High-resolution sonography is effective in detection of soft tissue foreign bodies: experience from a rural Indian center. J Ultrasound Med 2009;28:1245-9. 11. Davae KC, Sofka CM, DiCarlo E, Adler RS. Value of power Doppler imaging and the hypoechoic halo in the sonographic detection of foreign bodies: correlation with histopathologic findings. J Ultrasound Med 2003;22:1309-13; quiz 14-6. 12. Tuncer S, Ozcelik IB, Mersa B, et al. Evaluation of Patients Undergoing Removal of Glass Fragments From Hand Injuries: A Retrospective Study. Ann Plast Surg 2011. 13. Stockmann P, Vairaktaris E, Fenner M, et al. Conventional radiographs: are they still the standard in localization of projectiles? Oral Surg Oral Med Oral Pathol Oral Radiol Endod 2007;104:e71-5. 14. Turkcuer I, Atilla R, Topacoglu H, et al. Do we really need plain and soft-tissue radiographies to detect radiolucent foreign bodies in the ED? Am J Emerg Med 2006;24:763-8. 15. Venter NG, Jamel N, Marques RG, et al. Evaluation of radiological methods for detection of wood foreign body in animal model. Acta Cir Bras 2005;20(Suppl1):34-41. 16. Aras MH, Miloglu O, Barutcugil C, et al. Comparison of the sensitivity for detecting foreign bodies among conventional plain radiography, computed tomography and ultrasonography. Dentomaxillofac Radiol 2010;39:72-8. 17. Shrestha D, Sharma UK, Mohammad R, Dhoju D. The role of ultrasonography in detection and localization of radiolucent foreign body in soft tissues of extremities. JNMA J Nepal Med Assoc 2009;48:5-9. 18. Young AS, Shiels WE, Murakami JW, et al. Self-embedding behavior: radiologic management of self-inserted soft-tissue foreign bodies. Radiology 2010;257:233-9. Medicina Universitaria 2011;13(51):96-100 medicina universitaria www.elsevier.com.mx ARTÍCULO DE REVISIÓN Genética y la enfermedad de Parkinson: Revisión de actualidades Gabriela Elizondo-Cárdenas,1 Miguel Ángel Déctor-Carrillo,1 Héctor Ramón Martínez-Rodríguez,2 Laura Martínez-de Villarreal,1 María del Carmen EsmerSánchez1 1 2 Departmento de Genética, Universidad Autónoma de Nuevo León, Nuevo León, México. Departamento de Neurología, Universidad Autónoma de Nuevo León, Nuevo León, México. Recibido: Enero 2011. Aceptado: Abril 2011 PALABRAS CLAVE Enfermedad de Parkinson, herencia compleja, genética, México. Resumen La Enfermedad de Parkinson (EP) se define como un desorden neurodegenerativo que surge como resultado de la pérdida de células dopaminérgicas en la sustancia pars nigra compacta. Clínicamente, la EP se caracteriza por temblor en reposo, rigidez, bradicinesia e inestabilidad postural. La EP es la forma más frecuente de parkinsonismo y el segundo desorden neurodegenerativo más frecuente, después de la enfermedad de Alzheimer. Se estima que la EP afecta de 1% a 3% de la población mayor de 60 años. La incidencia en general es de 13.4 por 100 000 personas. La EP es una enfermedad con etiología compleja en la que se requiere del efecto aditivo de factores genéticos y ambientales. A pesar de que existen formas monogénicas, se cree que la gran mayoría de los casos se deben a causas multifactoriales. Más de 10 loci han sido relacionados con la EP y se han logrado definir patrones de herencia dominantes y recesivos según el gen implicado así como el cuadro clínico asociado. Este conocimiento ha permitido mayor comprensión acerca de la fisiopatología del padecimiento explicando la existencia de daño neuronal, muerte de neuronas dopaminérgicas, daño por estrés oxidativo, daño por acumulación de sustancias tóxicas, entre otras. Aun así, los conocimientos genéticos actuales permiten explicar poco menos de 10% de todos los casos de EP y es por eso de gran importancia brindar asesoramiento genético individualizado tanto al paciente como a sus familiares. La genética médica proporciona un campo amplio de investigación al respecto de esta enfermedad neurodegenerativa, no sólo para una mejor comprensión de su patogenia sino para elucidar vías terapéuticas más eficientes y de mejor beneficio para los pacientes con EP. Correspondencia: Gabriela Elizondo Cárdenas. Ave. Francisco I. Madero y Dr. Eduardo Aguirre Pequeño, SN Col. Mitras Centro, Monterrey, Nuevo León, México CP: 64460. Teléfono/Fax: (81) 8329 4217 y (81) 8348 3509. Correo electrónico: gabrielaec@gmail.com 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. 97 Genética y la enfermedad de Parkinson: Revisión de actualidades KEYWORDS Parkinson´s disease, complex disease, genetics, México. Genetics of Parkinson’s disease: A review of recent findings Abstract Parkinson’s disease (PD) is a progressive neurological disease caused by the loss of dopaminergic neurons in the substantia nigra. PD is characterized by tremor, muscle rigidity and bradykinesia. Parkinson´s disease is the most common form of parkinsonism and it is the second most common neurodegenerative disorder, after Alzheimer disease. PD affects 1% - 3% individuals over the age of 60 years. The overall incidence rate is 13.4 per 100,000. PD is known to be a complex disease. This means that both genetic and environmental factors are implicated in this disease. Most cases of PD are thought to result from the effects of multiple genes. More than 10 loci have been implicated, some as disease causing genes others as susceptibility genes. In selected cases, PD can be inherited in an autosomal dominant or autosomal recessive manner. This is why, genetic counseling of affected individuals and their family members must be done on a case-by-case basis. The genetic knowledge of PD has brought a better understanding of the mechanisms of the disease: neuronal damage, dopaminergic neuron death, oxidative damage, toxin accumulation, and so forth. A genetic cause is found in only about 10% of the cases of PD. Much is still unknown about this complex disease. There is a vast area of research relating PD to provide not only a better understanding of its pathogenesis, but to find better and more efficient treatment and management of this disease. Introducción La enfermedad de Parkinson (EP) fue descrita por primera vez en 1817 por James Parkinson, como una condición que consiste en: movimientos temblorosos involuntarios, con disminución de la potencia muscular en la movilidad pasiva y activa, con propensión a encorvar el tronco hacia adelante y de pasar de caminar a correr; los sentidos y el intelecto no sufren mayor daño.1 Actualmente, se define como un desorden neurológico progresivo que surge como resultado de la pérdida de células dopaminérgicas en la parte compacta de la sustancia negra. Además de la sintomatología previamente descrita, la EP también se acompaña de temblor en reposo, rigidez, bradicinesia e inestabilidad postural.2 También puede ser acompañada por manifestaciones psiquiátricas como depresión y alucinaciones visuales. Los síntomas no motores, como pérdida del olfato, síntomas autonómicos y demencia, afectan la calidad de vida y esperanza de vida de estos pacientes. Los síntomas no motores y psiquiátricos no están presentes de forma uniforme en todos los pacientes. La demencia afecta 20% a 40% de los casos. La variabilidad clínica se debe a la influencia de múltiples factores ambientales y genes de susceptibilidad. La EP es la forma más frecuente de parkinsonismo y el segundo desorden neurodegenerativo más frecuente, después de la enfermedad de Alzheimer.3 Se estima una prevalencia de 0.3% en la población general. Cabe recalcar que de 1% a 3% de todas las personas mayores de 60 años padece EP. Como la esperanza de vida ha ido en aumento, se considera una patología importante y frecuente en la población adulta mayor. La incidencia general es de 13.4 por 100 000 personas. Desde el punto de vista genético, es una enfermedad compleja y multifactorial ya que contribuyen factores genéticos y ambientales. Hasta ahora, las causas genéticas han podido explicar hasta 10% de todos los casos de EP. El análisis de los antecedentes familiares permite dividir a la EP en esporádica y familiar.3 De los casos, 10% a 25% presentan un patrón de herencia familiar determinado, ya sea dominante o recesivo. El resto de los casos, en donde no se puede identificar una mutación o que no presenta un patrón de herencia específico, se consideran esporádicos. Como la EP es una enfermedad genéticamente heterogénea y de herencia compleja el riesgo empírico para cualquier persona a desarrollar EP es de 1% a 2%. Cuando hay antecedentes familiares positivos para esta enfermedad el riesgo acumulado para desarrollar EP es de 3% a 7% haciendo notar la importancia de los factores genéticos asociados. Se han identificado mutaciones y polimorfismos en más de 10 genes relacionados con la EP ya sea como causales o genes de susceptibilidad para la enfermedad.4 Como por ejemplo, la presencia del alelo ε4 de ApoE, al igual que en la enfermedad de Alzheimer, ha sido asociado como factor de susceptibilidad para desarrollar EP.5 Seis de estos genes (PARK1, PARK2, PARK5, PARK6, PARK7 y PARK8) han sido fuertemente implicados como causales 98 o como factores de susceptibilidad para EP.3-5 PARK3 sólo se ha identificado en familias alemanas y aunque el locus ha sido mapeado a la región 2p13, no se ha podido identificar el gen responsable. El gen SPR que codifica para la sepiapterina reductasa es considerado como gen candidato para PARK3 ya que se ha demostrado asociación con EP esporádico y familiar. 6 PARK4 ya no se considera como un locus independiente ya que se demostró ser una expansión del gen de PARK1 (α-sinucleína). Existen otros locus recientemente relacionados con EP pero aún no se ha podido establecer su significancia clínica, por lo cual continúan en investigación.7 Es importante recalcar que las mutaciones reportadas en PARK1, PARK2, PARK5, PARK6 y PARK7 explican hasta 5% de todos los casos de EP. PARK8 o LRRK2 explica 2% a 7% de todos los casos de EP a nivel mundial. Este último, también ha demostrado ser responsable de 20% a 40% de los casos de EP en judíos Askenazi y árabes del norte de África.8 Es por eso que el análisis de polimorfismos y mutaciones del gen LRRK2 se considera un factor genético importante ya sea como factor de riesgo a desarrollar la enfermedad o hasta como un gen de causalidad con herencia autosómica dominante. Por lo tanto, la búsqueda de otros factores de riesgo genéticos de susceptibilidad continúa en vigor. La enfermedad de Parkinson (EP) presenta un cuadro clínico característico conformado por temblor en reposo, rigidez, bradicinesia e inestabilidad postural. Cabe recalcar que se acompaña de muchos otros síntomas no motores que coexisten con los motores. Hasta 60% de los pacientes presentan síntomas adicionales que consisten en alteraciones autonómicas, sensoriales y dificultades cognitivas y del comportamiento. Por ejemplo, la depresión y la demencia contribuyen a un descenso en la calidad de vida independientemente de las dificultades motoras. El manejo y tratamiento de estos síntomas asociados son de igual importancia que los síntomas motores ya que permiten un mejor manejo y control del paciente y su calidad de vida. Aunado a esto se asocia la percepción de la EP en los familiares del paciente y los riesgos que pudieran existir de que ellos manifiesten el padecimiento. Es por eso que se requiere un equipo multidisciplinario para el apoyo y manejo integral del paciente y la familia con EP. El asesoramiento genético es de igual importancia que el manejo sintomático del paciente con EP ya que se puede establecer un patrón de herencia y determinar factores genéticos que pudieran agregar susceptibilidad a presentar la enfermedad. La investigación genética molecular ha dedicado tiempo en detectar genes responsables de la EP y lograr establecer una correlación genotipo-fenotipo.9 La EP se considera esporádica en la gran mayoría de los casos (casi 90%) pero estudios de ligamiento han permitido identificar genes responsables de formas familiares de EP con patrón de herencia autosómico dominante y recesivo. Aproximadamente, sólo 5% a 10% de todos los pacientes con EP son portadores de una Elizondo-Cárdenas G. et al mutación conocida responsable de causas monogénicas de este desorden.10 En la Tabla 1 se puede observar los genes y loci relacionados hasta el momento con la EP. A continuación se describen las formas monogénicas de la EP con alta relevancia a nivel mundial en un orden cronológico y posteriormente, se describen otros genes y loci implicados con la EP pero con una colaboración incierta o controversial. Formas monogénicas de la Enfermedad de Parkinson El gen PARK1/PARK4 o SNCA codifica para la α-sinucleína, que ha sido fuertemente asociada a EP familiar formando cúmulos de proteína anormal conocidos como cuerpos de Lewy.4 Han sido identificados previamente en casos familiares de EP con herencia autosómica dominante tres mutaciones de sentido equivocado (A53T, A30P y E64K) así como duplicaciones y triplicaciones de este locus que contiene al gen SNCA. El fenotipo de estos pacientes se caracteriza por ser EP de inicio temprano, progresión rápida y alta prevalencia de demencia y otras alteraciones psiquiátricas y autonómicas. Se cree que los cambios en la expresión o la presencia de mutaciones en la α-sinucleína tienen efectos neurotóxicos en las neuronas dopaminérgicas. Los monómeros de α-sinucleína forman fibrillas y protofibrillas que son tóxicas en las neuronas productoras de dopamina en la sustancia negra. El gen PARK2 o PRKN codifica para la proteína parkina, con mutaciones asociadas a formas autosómicas recesivas de inicio temprano o juvenil de EP con progresión lenta.10 Se han descrito múltiples mutaciones en este gen responsables de la forma autosómica recesiva. También se han reportado polimorfismos como S167N, R366W y V380L asociados a un riesgo elevado de presentar EP esporádico.11 La parkina se localiza de forma preferencial en las sinapsis y su principal función es de ubiquitin ligasa, importante en la vía de degradación proteín-ubiquitina. Se caracteriza por presentar degeneración en la parte compacta de la sustancia negra con ausencia de cuerpos de Lewy. PARK6 o PINK1 codifica para la proteína cinasa PTEN 1 (PTEN induced putative kinase 1) y el gen PARK7 o DJ-1 codifica para la proteína DJ-1, ambas implicadas en procesos de neuroprotección. Es decir, la alteración en estas proteínas está implicada en disfunción mitocondrial y estrés oxidativo. También, ambos genes han sido mapeados en 1p36. Aunque aún no se comprende la patología, se han encontrado mutaciones en ambos genes en pacientes con EP de inicio temprano pero con progresión característicamente lenta y alta incidencia de manifestaciones psiquiátricas.12 La incidencia de estas alteraciones es desconocida pero se considera rara, responsable de 1% de los casos de EP autosómico recesivo de inicio temprano.9 De manera particular, el gen PARK8 o LRRK2 codifica para la proteína dardarina o LRRK2 (leucine-rich repeat kinase 2) la cual posee una actividad de cinasa que permite interactuar con la proteína parkina. Su disfunción se asocia a una incapacidad de mantener la estabilidad de 99 Genética y la enfermedad de Parkinson: Revisión de actualidades Tabla 1. Loci y genes asociados con la EP. Locus Gen Herencia y comentarios* PARK1, 4q21 SNCA PARK2, 6q25 PRKN PARK3, 2p13 SPR? PARK4, 4q21 SNCA PARK5, 4p14 PARK6, 1p36 PARK7, 1p36 UCHL1 PINK1 DJ-1 PARK8, 12q12 LRRK2 PARK9, 1p36 ATP13A2 PARK10, 1p32 PARK11, 2q37 PARK12, Xq21 PARK13, 2p12 ¿? GIGYF2? ¿? HTRA2 PARK14, 22q13 PLA2G6 PARK15, 22q12 FBXO7 AD, primer gen identificado AR, causa más frecuente de EP juvenil AD, controversial AD, duplicación o triplicación del gen AD AR, segunda causa de EP juvenil AR AD, causa más frecuente de EP dominante AR, EP con demencia y espasticidad ¿? AD ¿? ¿? AR, EP con distonía de inicio tardío AR, EP con demencia y espasticidad No. OMIM 168601 602544 602404 168601 191342 605909 606324 607060 606693 606852 607688 300557 610297 612953 260300 * AD = autosómico dominante; AR = autosómico recesivo; OMIM = Online Mendelian Inheritance in Man; ¿? = controversial o no identificado. Modificada de Xiromerisiou G. et al. Genetic basis of Parkinson disease. Neurosurg Focus 2010;28:1-7 las neuronas dopaminérgicas.7,13-15 También se ha asociado a una disfunción en los mecanismos de transporte vesicular intracelular, es decir en la regulación de la endocitosis de vesículas sinápticas.16 Se han descrito más de 40 mutaciones en donde la gran mayoría son mutaciones de sentido equivocado. La mutación G2019S del gen LRRK2 es la responsable de 1% a 2% de los casos esporádicos de EP y de 5% a 6% de los casos familiares de EP en árabes de África del Norte y con una alta prevalencia en judíos askenazi (20% a 40%).8,17 Esta mutación ha mostrado ser de penetrancia incompleta (sólo 32%). Esta mutación no se ha reportado en la población asiática, y es considerada como la más frecuente en LRRK2.18,19 La segunda mutación más importante reportada en el gen LRRK2 es la R1441G/C, que aunque se desconoce su prevalencia a nivel mundial, parece estar restringida a pacientes con ascendencia española o hispana, sobre todo de la etnia vasca.12 Como se sabe, la población mexicana está compuesta por un alto mestizaje con ascendencia indígena, asiática y española, incluida la etnia vasca. La tendencia actual es que LRRK2 se comienza a considerar como el principal gen relacionado no sólo con la EP con herencia autosómica dominante, sino también con la EP de tipo esporádico. Otros genes y loci asociados con la Enfermedad de Parkinson El gen PARK5 o UCHL1 codifica para una proteína de la familia de ubiquitinas conocida como esterasa ubiquitina carboxi-terminal L1 asociada a EP. La mutación I93M del gen UCHL1 sólo se ha encontrado en una familia de origen alemán. En múltiples estudios posteriores, no se ha podido identificar otros portadores de esta mutación u otras mutaciones, por lo tanto, este reporte pudo ser el resultado de un polimorfismo coincidental, más que ser considerado como factor de riesgo para EP.3,6,12 El gen ATP13A2 mapeado en el locus de PARK9 es responsable de una forma atípica de parkinsonismo conocida como enfermedad de Kufor-Rakeb.8 Se caracteriza por presentar un patrón de herencia autosómico recesivo, ser inicio juvenil con degeneración piramidal y disfunción cognitiva. El gen ATP13A2 codifica para una proteína lisosomal tipo-P involucrada en las vías de degradación celular. Se cree importante para la degradación de agregados de α-sinucleína y que su disfunción podría explicar los síntomas de parkinsonismo. 20 Se debate si esta patología debe ser considerada como un fenotipo diferente y aparte de la EP clásica. El gen GBA codifica para la glucocerebrocidasa y cuya versión mutante es la causa de enfermedad de Gaucher, una enfermedad lisosomal autosómica recesiva. Mutaciones en el gen GBA también han sido fuertemente asociadas con la EP. Se han reportado más de 200 mutaciones y se estima que 2% a 4% de los pacientes con EP caucásicos presentan mutaciones en GBA.21 Se cree que estas mutaciones actúan como factor de riesgo para presentar la EP. Otros loci han sido asociados como candidatos pero los genes responsables aún no han sido identificados, como es en el caso del locus PARK12 mapeado en Xq21. En otros casos, la significancia clínica de ciertos loci no han sido demostrada (PARK3, PARK10, PARK11 y PARK13). En el caso del gen PLA2G6 o PARK14 y del gen FBXO7 o PARK15, que participan en vías de degradación ubiquitinproteosoma, han sido asociados únicamente a formas atípicas de EP. Conclusión Siendo la EP la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente que afecta a la población mundial, es comprensible que la investigación médica clínica invierta recursos para elucidar los misterios que rodean a esta enfermedad progresiva. Poco a poco, el manejo y tratamiento de la EP se va convirtiendo en un trabajo multidisciplinario. Como parte de ese equipo se encuentra la genética médica, en donde trata de explicar factores genéticos hereditarios y cómo estos factores influyen en la manifestación clínica de la EP. Como se explicó con anterioridad, la EP es una enfermedad compleja multifactorial en donde no sólo los factores ambientales son importantes. Tampoco se trata de una enfermedad monogénica en donde un solo gen es 100 responsable de la enfermedad. Hasta ahora, existen más de 10 loci asociados a la EP sin contar muchos otros factores genéticos que han sido implicados como factores de susceptibilidad que elevan el riesgo a presentar dicha enfermedad. Esto es de gran importancia ya que permite al equipo multidisciplinario comprender mejor la enfermedad y basar el manejo y tratamiento específico para cada paciente y su familia. El conocer el gen responsable de la EP en una familia permite una atención personalizada, brindar el asesoramiento genético correcto con riesgos de recurrencia específicos para esa familia. Cabe recalcar que aunque existe la posibilidad de realizar el diagnóstico molecular, sigue siendo un tema de gran controversia el realizar este estudio a familiares no afectados debido a las implicaciones éticas y personales que esta información pueda condicionar. También es importante señalar que la penetrancia no es completa, esto quiere decir que aunque una persona sea portadora de una mutación, no garantiza que manifestará la enfermedad y por lo tanto, el efectuar éstas pruebas en personas asintomáticas debe realizarse con cautela. El identificar una causa genética de la EP permitirá ofrecer a estos pacientes y sus familias una herramienta potencialmente útil: terapia génica. Actualmente, existen cuatro terapias génicas en estudio clínico en fase I/ II para tratar los síntomas motores de la EP.22 La terapia génica consiste en la inyección directa de vectores virales no tóxicos con altos niveles de transducción génica. Una de las terapias en estudio está dirigida a favorecer la expresión de genes neuroprotectores para evitar la muerte neuronal. Otras terapias se han enfocado en aumentar la producción endógena de dopamina, mientras otras terapias consisten en controlar vías alternas a la dopamina para eliminar los síntomas motores asociados a la pérdida de las neuronas de la sustancia negra. Aún con todos los avances, la genética sólo explica 10% de todos los casos de Parkinson. Es decir, más de 90% de los casos de Parkinson no pueden ser explicados por los conocimientos actuales de la medicina asociada a EP. La terapia génica se propone como una herramienta potencial para tratar los síntomas motores para ese bajo porcentaje de pacientes en donde una causa genética ha sido identificada.21 Existe aún mucho campo de investigación en genética y en otras ramas de la medicina relacionado a esta enfermedad neurodegenerativa, con la esperanza de que en poco tiempo se comprenda aún más la patogenia de la EP y poder abocar la fuerza médica a contrarrestar los síntomas neurodegenerativos y mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Elizondo-Cárdenas G. et al Referencias 1. Parkinson J. An Essay on the Shaking Palsy. (2002) J Neuropsychiatry Clin Neurosci. 14: 223-236 2. Pults MS. Genetics of Movement Disorders. Academic Press. Estados Unidos; 2003. Cap 26-29;pp:273-322. 3. Pankratz N, Foroud T. Genetics of Parkinson disease. Genet Med. 2007;9:801-811. 4. Vidrio Morgado H, Alonso Vilatela ME, López López M. Factores genéticos involucrados en la susceptibiidad para desarrollar enfermedad de Parkinson. Salud Mental 2007;30:16-24. 5. López M, Guerrero J, Yescas P, et al. Apolipoprotein E epsilon4 allele is associated with Parkinson disease risk in a Mexican Mestizo population. Mov Disord 2007;22:417-420. 6. Sharma M, Mueller JC, Zimprich A, et al. European Consortium on Genetic Susceptibility in Parkinson’s Disease (GSPD). The sepiapterin reductase gene region reveals association in the PARK3 locus: analysis of familial and sporadic Parkinson’s disease in European populations. J Med Genet 2006;43:557-562. 7. Lladó A, Gaig C, Molinuevo JL. Genética de las enfermedades neurodegenerativas más prevalentes. Med Clin (Barc) 2006;126:662-670. 8. Funayama M, Hasegawa K, Kowa H, et al. A new locus for Parkinson’s disease (PARK8) maps to chromosome 12p11.2q13.1. Ann Neurol 2002;51:296-301. 9. Pandya M, Kubu CS, Giroux ML. Parkinson disease: not just a movement disorder. Cleve Clin J Med 2008;7:856-864. 10. Xiromerisiou G, Dardiotis E, Tsimourtou V, et al. Genetic basis of Parkinson disease. Neurosurg Focus 2010;28:1-7. 11. Biswas A, Maulik M, Das SK, et al. Parkin polymorphisms: risk for Parkinson’s disease in Indian population. Clin Genet 2007;72:484-486. 12. Gassier T. Update on the genetics of Parkinson’s disease. Mov Disord 2007;22:343-350. 13. Zabetian CP, Hutter CM, Yearout D, et al. LRRK2 G2019S in families with Parkinson disease who originated from Europe and the middle east: evidence of two distinct founding events beginning two millennia ago. Am J Hum Genet 2006;79:752-758. 14. Funayama M, Hasegawa K, Ohta E, et al. An LRRK2 mutation as a cause for the parkinsonism in the original PARK8 family. Ann Neurol 2005;57:918-921. 15. Mata IF, Kachergus JM, Taylor JP, et al. LRRK2 pathogenic substitutions in Parkinson’s disease. Neurogenetics 2005;6:171-177. 16. Shin N, Jeong H, Kwon J, et al. LRRK2 regulates synaptic vesicle endocytosis. Exp Cell Res 2008;314:2055-2065. 17. Tan EK. The role of common genetic risk variants in Parkinson disease. Clin Genet 2007;72:387-393. 18. Farrer MJ. Genetics of Parkinson disease: paradigm shifts and future prospects. Nat Genet 2006;7:306-318. 19. Simon-Sanchez J, Scholz S, Matarin Mdel M, et al. Genomewide SNP assay reveals mutations underlying Parkinson disease. Hum Mutat 2008;29:315-322. 20. Di Fonzo A, Tassorelli C, De Mari M, et al. Comprehensive analysis of the LRRK2 gene in sixty families with Parkinson’s disease. Eur J Hum Genet 2006;14:322-331. 21. Sidransky E, Nalls MA, Aasly JO, Aharon-Peretz J, et al. () Multicenter Analysis of Glucocerebrosidase Mutations in Parkinson’s Disease. N Engl J Med 2009;361:1651-1661. 22. Berry AL, Foltynie T. Gene therapy: a viable therapeutic strategy for Parkinson’s disease? J Neurol 2011;258:179-188. Medicina Universitaria 2011;13(51):101-107 medicina universitaria www.elsevier.es REVISION ARTICLE Can anti-retroviral therapy help patients with primary biliary cirrhosis? Aldo J. Montano-Loza, Andrew L. Mason Division of Gastroenterology & Liver Unit, Zeidler Ledcor Centre, University of Alberta Hospital, Edmonton, Alberta, Canada. Recibido: Abril 2011. Aceptado: Abril 2011 KEYWORDS Primary biliary cirrhosis, pathogenesis, betaretrovirus, mouse mammary tumor virus, antiviral therapy, Canada. Abstract Primary biliary cirrhosis (PBC) is characterized by non-suppurative cholangitis, ductopenia and accumulation of bile within the liver, which may lead to fibrosis, cirrhosis and liver failure. Currently, ursodeoxycholic acid is the only approved treatment for PBC but approximately one-third of patients may still progress to end stage liver disease and need for liver transplantation. The use of immunosuppression therapy has not been widely adopted to treat patients with PBC because of lack of benefit. Also, novel approaches to treat PBC have been slow to emerge due to our lack of understanding of what causes the disease. At present, it is thought that a combination of autoimmune, genetic and environmental factors trigger PBC. The fact that disease reoccurs in a subset of patients following liver transplantation supports the idea that an infection may be associated with PBC. Several agents have been suggested as triggers for PBC, including a betaretrovirus related to mouse mammary tumor virus. The agent has been directly linked with a disease specific phenotype of PBC, namely the overexpression of the mitochondrial autoantigens in cells infected with betaretrovirus. This phenomenon has been demonstrated in co-culture models, in mouse models of PBC, and in patient samples. Finally, antiviral studies have been conducted in cell cultures, mouse models of PBC and pilot clinical trials to investigate the therapeutic effects of antagonizing betaretrovirus infection. As a result, antiviral treatment has shown promise in limiting cholangitis. Even though the etiology and pathogenesis of PBC are poorly understood, there are preliminary data to support a link between betaretrovirus and PBC that warrants additional clinical studies to confirm the efficacy of antiviral therapy in PBC. Correspondence author: Aldo J. Montano-Loza, M.D. Zeidler Ledcor Centre, 130 University Campus, Edmonton, Alberta, Canada T6G 2X8. Telephone: (780) 248 1892 fax (780) 248-1895. E-mail: aldomontano-loza@med.ualberta.ca. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. 102 PALABRAS CLAVE Cirrosis biliar primaria, patogénesis, betaretrovirus, virus de tumor mamario del ratón, terapia antiviral, Canadá. Montano-Loza AJ. et al ¿Pueden los anti-retrovirales ayudar a los pacientes con cirrosis biliar primaria? Resumen La cirrosis biliar primaria (CBP) se caracteriza por colangitis no supurativa, ductopenia y la acumulación de sales biliares en el hígado, que pueden causar fibrosis, cirrosis y falla hepática. Actualmente, el ácido ursodeoxicólico es el único tratamiento aprobado para la CBP; sin embargo, aproximadamente un tercio de los pacientes que reciben este tratamiento progresan hacia la enfermedad hepática terminal y la necesidad de trasplante hepático. El tratamiento inmunosupresor no está indicado en pacientes con CBP debido a la falta de evidencia que sugiera algún beneficio. Además, las nuevas estrategias de manejo para pacientes con CBP se desarrollan lentamente, debido a la falta de conocimiento acerca de la etiología de esta enfermedad. En la actualidad, se cree que la CBP se debe a la combinación de factores autoinmunes, genéticos y ambientales. El hecho de que la enfermedad recurra en un subgrupo de pacientes después del trasplante hepático sugiere que un proceso infeccioso pueda estar asociado con la CBP. Muchos agentes infecciosos han sido relacionados con la CBP, incluyendo los betaretrovirus relacionados con el virus del tumor mamario del ratón. Este agente ha sido relacionado directamente con un fenotipo específico de la CBP, caracterizado por una sobreexpresión de auto-antígenos mitocondriales en las células infectadas por betaretrovirus. Este fenómeno ha sido demostrado en modelos de co-cultivos, modelos de ratones con CBP y muestras de pacientes. Finalmente, se han realizado estudio antivirales en cultivos celulares, modelos de ratón de CBP y ensayos clínicos piloto para investigar el efecto terapéutico de la supresión de la infección por betaretrovirus. Por lo tanto, el tratamiento antiviral ha mostrado prometedores resultados mejorando la colangitis. A pesar de que la etiología y patogénesis de la CBP no está completamente esclarecida, existe información preliminar que apoya la relación entre CBP y la infección por betaretrovirus, lo que plantea la necesidad de estudios clínicos adicionales para confirmar la eficacia de la terapia antiviral en los pacientes con CBP. Background Primary biliary cirrhosis (PBC) is characterized by nonsuppurative cholangitis with granulomatous destruction of the interlobular bile ducts, which may lead to advanced fibrosis, cirrhosis and the complications of portal hypertension.1 The worldwide prevalence of PBC varies is from 1 in 2500 to 1 in 100 000 and a female predominance exists with an estimated ratio of 9 to 1 women to men.2,3 In Canada, up to 10% of the patients who are listed for liver transplantation have a diagnosis of PBC.4 PBC is considered an autoimmune disease because 95% of patients develop anti-mitochondrial antibodies (AMA), which are highly specific for this disease. Moreover, up to 60% of patients make anti-nuclear antibodies (ANA) that have reactivity with several proteins found in the nucleus that include rim proteins, such as gp210 and centromere proteins. AMA binds the lipoylated domains of the oxo-acid dehydrogenase proteins, and these antibodies are mainly directed towards the pyruvate dehydrogenase-E2 (PDCE2) and PDC-E3 binding protein complex.3 It is thought that patients make AMA because a protein resembling PDC-E2 is found aberrantly expressed and in large amounts on the cell surface of biliary epithelium and in lymphoid tissue.5-7 However, the role that AMA play in the development of bile duct damage is poorly understood. For example, we know that PBC patients who make AMA have a similar clinical course than AMA-negative patients.5 In addition, immunosuppression treatment has showed limited efficacy, and drug related side effects has limited the use of these agents in PBC patients.8 Management of Primary Biliary Cirrhosis At present, there are limited options for the management of PBC. The progressive loss of bile ducts leads to accumulation of bile within the liver resulting in fibrosis. The only licensed therapy is ursodeoxycholic acid (UDCA), a water-soluble bile salt that acts as a choleretic to help excrete bile from the liver.2,3 With UDCA treatment, one third of patients normalize their liver function tests and a similar proportion develops sufficient benefit to avoid progression to liver failure. It is estimated that the survival rates for PBC with UDCA treatment have risen to more than 80% at 10 years,3 Can anti-retroviral therapy help patients with primary biliary cirrhosis? whereas those that develop end stage liver disease clearly benefit from liver transplantation. Of interest, after liver transplantation PBC may reoccur in the allograft of up to a third of patients, suggestive of an infectious disease process. For example, 70% of recipients have AMA in serum as well as the disease specific “mitochondrial” phenotype in biliary epithelium and histological evidence for recurrent PBC could be observed in up to 40% of patients with granulomatous destruction of bile ducts after transplantation.2,4,9-11 It has also been reported from many transplant programs that more potent immunosuppressive regimens using the calcineurin inhibitor tacrolimus, accelerates the onset and severity of recurrent disease; whereas the use of weaker calcineurin inhibitor, such as cyclosporine A, reduces the incidence of recurrent disease.4,9,10 In an study performed in our center, 58% of patients on tacrolimus had recurrent PBC at 10 years, compared to 13% of patients on cyclosporine A.4 It is also notable that cyclosporine inhibits replication of many viral agents by binding cyclophilins and also has demonstrable antiviral activity against betaretroviruses (vide infra).12 Genetic factors associated with Primary Biliary Cirrhosis An increased frequency of PBC has been reported among family members of patients with PBC (1% to 7%), and this disease has higher prevalence in monozygotic, compared to dizygotic twins.13 Moreover, some allelic variations have been found to be associated with higher risk for PBC, including the human leucocyte antigen (HLA) genes class II region [DR, DQ]13-16 in the adaptive immune system [IL-12/interferon g cytokine axis]15,17 and the cytotoxic T-lymphocyte associated antigen 4.18,19 These findings suggest that PBC patients may be genetically predisposed to a general disturbance in host response to environmental agents. Environmental factors Associated with Primary Biliary Cirrhosis There are other data on and above observations from recurrent disease in liver transplant patients that suggest an infectious etiology of PBC.20,21 For example, unrelated family members and care providers are at higher risk for developing PBC, suggesting the role of environmental factors in the pathogenesis of this disease.22,23 Also, PBC clusters in geographical regions23,24 and migration studies report that children develop a similar incidence of PBC observed in their adopted host country rather than their land of birth.25 Also, an increased risk and clustering of PBC cases has been found near toxic waste disposal sites, adding strength to the notion that environmental factors may play a key role in the development of the disease.26,27 Several environmental factors, such as Chlamydia pneumonia,28,29 other bacteria30 and xenobiotics have been implicated in the etiology of PBC, but there is no direct evidence that links these agents with PBC.28,31-33 103 Betaretrovirus related to mouse mammary tumor virus in Primary Biliary Cirrhosis Preliminary studies reported viral antibody reactivity, viral sequences in liver tissue, and virus-like particles in biliary epithelium from patients with PBC.5,20,21,34 Then, in 2003, a human betaretrovirus (HBRV) was characterized in patients with PBC.7 The HBRV was found to have 97% homology with the “human mammary tumor virus” sequences found in human breast cancer sample35 and phylogenetic studies have showed that is genetically indistinguishable from the “mouse mammary tumor virus” (MMTV).36 Serological studies in patients with PBC have demonstrated that 70% have serum reactivity to betaretrovirus infection.37 This virus has been found predominantly in lymphoid tissue, rather than the liver, which is consistent with findings of MMTV infection in mice.38 Using reverse transcriptase (RT)-PCR and immunochemistry in frozen tissue samples, 75% of lymph node samples of patients with PBC were positive for viral protein and nucleic acid determination; 7 whereas, liver samples showed no evidence of viral proteins and only 29% of PBC patients were positive for HBRV RNA. However, other groups have not been able to confirm an association of betaretrovirus infection with PBC. For example, one laboratory could not detect viral DNA in liver’s samples using a single round of PCR,39 and a different group found the virus in only 5% of patients with PBC using nested PCR of hepatic DNA.40 These results suggest that the HBRV DNA is rarely detected in the liver (~5%) using a nested-PCR technique; however, the detection rate in PBC patients is as high as 70% when viral RNA is assessed in lymphoid tissue7 (Figure 1). Accordingly, more studies are required to confirm the true prevalence of viral infection in patients with PBC. Betaretrovirus and the mitochondrial phenotype of PBC of aberrant PDC-E2 expression Both, HBRV and MMTV are associated with the PBC mitochondrial phenotype in mouse models,41 and in humans.6,37 Using antibodies reactive with the MMTV capsid (p27CA) protein, HBRV has been detected in cells with aberrant PDC-E2 expression in lymph nodes of PBC patients and not in controls. To date, lymph nodes are the major reservoir of HBRV identified in humans and co-cultures of PBC lymph nodes have been used to isolate HBRV.42 Similarly, homogenates of lymph nodes in co-culture with normal biliary epithelial cells (BEC) have been used to establish the PBC in vitro model.6 In these studies, normal BEC developed cell surface PDC-E2 expression in co-culture with PBC lymph node homogenate; whereas, control lymph nodes had no such effect. The development of the PDC-E2 expression in BEC was accompanied by evidence of HBRV infection with anti-p27CA reactivity as well as RT-PCR evidence of infection with passage of HBRV or MMTV in the supernatants.7 These findings provide a possible conceptual model for viral induction of autoimmunity in PBC.7,30 104 Montano-Loza AJ. et al Figure 1. Prevalence studies conducted in patients with PBC showing that the use of more sensitive techniques for identifying HBRV nucleic acid leads to a higher detection rate in separate tissue compartments. tolerance to mitochondrial proteins.48 Indeed, the NOD. c3c4 mouse has evidence of MMTV in inflamed bile ducts, suggesting the possibility that MMTV triggers cholangitis in this model.20,21 Antiviral studies in NOD.c3c4 mouse model of PBC. 80 70 60 50 % 40 30 20 10 0 Lymph node RNA 1 Liver RNA 1 RT-PCR Liver DNA 1 Liver DNA 2 Nested PCR PBC Liver DNA 3 Single PCR Liver disease Viral infection triggers the cell surface expression of PDC-E2, and then incorporates host proteins in either the budding particle or as part of exosomal multi-vesicular bodies, as hypothesized in other viral infections.7,30 Mouse models of Primary Biliary Cirrhosis Traditionally, mouse models of PBC that make AMA have been difficult to create and previous studies have demonstrated that is difficult to produce AMA or any liver disease process by immunizing different strains of mice with PDC-E2.43-45 It is notable, therefore, that spontaneous AMA production has been found in many mouse models with immune deficiency46 as AMA are highly specific for patients with PBC, although these antibodies may occasionally be found in other autoimmune diseases, such as systemic lupus erythematosus or autoimmune hepatitis.2,3,47 In contrast, many immune deficient mouse models spontaneously produce AMA. These models include the NOD.c3c4, that develops granulomatous cholangitis, as well as the T cell TGF-b receptor II dominant-negative (dnTGFBRII), IL-2Ra-/-, and the scurfy mouse lacking T regulatory cells.48 While the NOD.c3c4 mouse has the essential features of PBC with progressive biliary disease and dies from liver failure, the other models develop diffuse extra-hepatic inflammatory disease and usually die from multi-organ failure.48 Of interest, most of these mouse models have evidence of MMTV infection in the same cells that have the mitochondrial phenotype of PBC with aberrant PDC-E2 expression, suggesting that MMTV is linked with the autoantigen expression and loss of The NOD.c3c4 mice have subsequently been used to test whether MMTV may play a central role in the autoimmune biliary disease process by inhibiting viral infection with anti-retroviral therapy or neutralizing antibodies against MMTV (anti-MMTV).20,21 Following therapy, NOD.c3c4 mice were assessed for reduction of viral replication in the liver as well as improvements in hepatic biochemistry and histology.49 In these studies, mice were treated with combination reverse transcriptase inhibitors, such as CombivirTM, a formulation including Lamivudine (3TC) and Zidovudine (AZT) or TruvadaTM, a combination of Tenofovir (TFV) and Emtricitabine (FTC), as well as highly active anti-retroviral therapy (HAART) a regimen containing both reverse transcriptase inhibitors and protease inhibitors such as KaletraTM that includes Lopinavir and Ritonavir (LPVr). These combinations have been shown to inhibit the MMTV in vitro.12,50 We found that all antiviral combinations and antiMMTV significantly improved histological disease in the NOD.c3c4 model.51 Also, mice treated with HAART or TFV/FTC (TruvadaTM) alone, developed significant reduction in hepatic biochemistry. However, mice treated with AZT/3TC (CombivirTM) alone did not experience significant biochemical benefit at the end of study despite improvements during therapy. Furthermore, these mice did not derive adequate suppression of MMTV levels within the liver49 and subsequent studies showed that these mice developed mutations in the MMTV pol gene suggestive of viral resistance to treatment on Combivir alone. These data support the hypothesis that biliary disease in the NOD.c3c4 mouse is triggered by MMTV infection. Furthermore, we believe that this mouse may provide a good in vivo model to test antiviral therapy for patients with PBC, as MMTV and HBRV are closely related viruses. Anti-retroviral Treatment in Patients with Primary Biliary Cirrhosis Translational studies have been conducted using combination anti-retroviral therapy to determine whether there is any clinical benefit from intervention.52 Preliminary studies using AZT/3TC (CombivirTM) therapy to treat PBC patients have showed significant histological benefit in bile duct injury, ductopenia and necroinflammatory score.52 One of the notable results from these studies was the return of bile ducts (Figure 2) as no other therapy has reversed ductopenia in patients with PBC.53 In a randomized controlled trial with AZT/3TC, the stated endpoints were not achieved,54 primarily because the endpoints, such as normalization of alkaline phosphatase, were too strict. A recent review summarizes more appropriate endpoints for randomized controlled trials 105 Can anti-retroviral therapy help patients with primary biliary cirrhosis? Figure 2. Serial liver biopsies assessed before and after (a) single and (b) combination antiviral treatment showing a significant reduction in necroinflammatory activity, bile duct injury and improvement in ductopenia for subjects receiving Combivir therapy. a 5 100 4 4 80 6 3 3 60 4 2 2 40 2 1 1 0 0 12 months Individual 7 0 0 12 months Individual 4 0 0 Individual 12 months 4 Portal Tracts with Bile Ducts (%) 5 8 Fibrosis Score 10 Bile Duct Injurey Inflamatory Activity Lamivudine Therapy 20 0 0 3 5 2 2 60 4 1 1 40 3 0 0 Mean (SEM) 12 months 0 0 Mean (SEM) b 12 months 12 months 100 3 6 Individual 80 0 0 Mean (SEM) 12 months 0 Mean (SEM) 12 months 5 100 4 4 80 6 3 3 60 4 2 2 40 2 1 1 0 0 12 months Individual 7 6 *p<0.03 0 0 12 months Individual 0 0 4 4 3 3 *p<0.02 Individual 12 months Portal Tracts with Bile Ducts (%) 5 8 Fibrosis Score 10 Bile Duct Injurey Inflamatory Activity Combivir Therapy 20 0 0 100 2 2 60 4 1 1 40 0 0 0 0 Mean (SEM) 12 months 0 Mean (SEM) 12 months for patients with PBC.55 It is important to note that some patients with PBC developed evidence of resistance to therapy with biochemical rebound,56 similar to the observations from NOD.c3c4 mice treated with AZT/3TC. However, it is also important to mention that AZT/3TC treatment was associated with significant improvement in clinical symptoms and liver biochemistry (Figure 3).54 Taken together with the data from the HAART studies in mice; it appears that patients with betaretrovirus infection may be better served with more antiviral potent regimens. Indeed, a recent report demonstrated 12 months *p<0.05 80 5 3 Individual 0 0 Mean (SEM) 12 months 0 Mean (SEM) 12 months that HAART completely normalized liver tests in a PBC patient with HIV and HBRV co-infection. This finding is encouraging, as most of the improvement occurred prior to initiation of standard therapy with ursodeoxycholic acid (UDCA).57 In summary, the pathogenesis of PBC probably involves a combination of environmental and genetics factors. UDCA is the only approved treatment for PBC but many patients do not achieve a significant response. There is need for better treatments and there is a possibility that the studies of animal model as well as 106 Montano-Loza AJ. et al Figure 3. PBC patients treated with Combivir experienced a mean progressive drop in alkaline phosphatase (Pearson r = -0.9551, p < 0.05) with a rebound following discontinuation of therapy as well as a greater than 10% reduction compared to placebo. 400 Alkaline Phosphatase U/L 350 300 250 200 150 100 Placebo Baseline 1 month Combivir 3 months 6 months 1 month post Rx Two way ANOVA, p <0.04). [Adapted from reference 20 and reprinted with permission, copyright 2008, Wiley-Blackwell, Oxford, UK. genetic and environmental factors that impact on PBC will provide novel insights for translational studies. Even though the pathogenesis of PBC remains poorly understood, preliminary data exist to support a link between the betaretrovirus and PBC. Accordingly, additional clinical trials using more potent antiviral therapies are warranted to authenticate the role of betaretrovirus infection in patients with PBC and to treat progressive disease in those unresponsive to UDCA.20,21 References 1. Rubin E, Schaffner F, Popper H. Primary biliary cirrhosis: Chronic non-suppurative destructive cholangitis. Am J Pathol 1965;46:387-407. 2. Talwalkar JA, Lindor KD. Primary biliary cirrhosis. Lancet 2003;362:53-61. 3. Kaplan MM, Gershwin ME. Primary biliary cirrhosis. N Engl J Med 2005;353:1261-73. 4. Montano-Loza AJ, Wasilenko S, Bintner J, Mason AL. Cyclosporine A protects against primary biliary cirrhosis recurrence after liver transplantation. Am J Transplant 2010;10:852-8. 5. Mason A, Nair S. Primary biliary cirrhosis: new thoughts on pathophysiology and treatment. Curr Gastroenterol Rep 2002;4:45-51 6. Sadamoto T, Joplin R, Keogh A, et al. Expression of pyruvatedehydrogenase complex PDC-E2 on biliary epithelial cells induced by lymph nodes from primary biliary cirrhosis. Lancet 1998;352:1595-6. 7. Xu L, Shen Z, Guo L, et al. Does a betaretrovirus infection trigger primary biliary cirrhosis? Proc Natl Acad Sci U S A 2003;100:8454-9. 8. Kaplan MM. The use of methotrexate, colchicine, and other immunomodulatory drugs in the treatment of primary biliary cirrhosis. Semin Liver Dis 1997;17:129-36. 9. Charatcharoenwitthaya P, Pimentel S, Talwalkar JA, et al. Long-term survival and impact of ursodeoxycholic acid treatment for recurrent primary biliary cirrhosis after liver transplantation. Liver Transpl 2007;13:1236-45. 10. Liermann Garcia RF, Evangelista Garcia C, McMaster P, Neuberger J. Transplantation for primary biliary cirrhosis: retrospective analysis of 400 patients in a single center. Hepatology 2001;33:22-7. 11. Van de Water J, Gerson LB, Ferrell LD, et al. Immunohistochemical evidence of disease recurrence after liver transplantation for primary biliary cirrhosis. Hepatology 1996;24:1079-84. 12. Montano-Loza AJ, Wasilenko S, Bintner J, Mason AL. Cyclosporine A inhibits in vitro replication of betaretrovirus associated with primary biliary cirrhosis. Liver Int 2010;30:871-7. 13. Selmi C, Invernizzi P, Zuin M, et al. Gershwin ME. Genetics and geoepidemiology of primary biliary cirrhosis: following the footprints to disease etiology. Semin Liver Dis 2005;25:265-80. 14. Manns MP, Bremm A, Schneider PM, et al. HLA DRw8 and complement C4 deficiency as risk factors in primary biliary cirrhosis. Gastroenterology 1991;101:1367-73. 15. Hirschfield GM, Liu X, Xu C, et al. Primary biliary cirrhosis associated with HLA, IL12A, and IL12RB2 variants. N Engl J Med 2009;360:2544-55. 16. Donaldson P, Agarwal K, Craggs A, et al. HLA and interleukin 1 gene polymorphisms in primary biliary cirrhosis: associations with disease progression and disease susceptibility. Gut 2001;48:397-402. 17. Hirschfield GM, Liu X, Han Y, et al. Variants at IRF5-TNPO3, 17q12-21 and MMEL1 are associated with primary biliary cirrhosis. Nat Genet 2010;42:655-7. 18. Agarwal K, Jones DE, Daly AK, et al. CTLA-4 gene polymorphism confers susceptibility to primary biliary cirrhosis. J Hepatol 2000;32:538-41. 19. Fan LY, Tu XQ, Cheng QB, et al. Cytotoxic T lymphocyte associated antigen-4 gene polymorphisms confer susceptibility to primary biliary cirrhosis and autoimmune hepatitis in Chinese population. World J Gastroenterol 2004;10:3056-9. 20. Mason AL, Zhang G. Linking human beta retrovirus infection with primary biliary cirrhosis. Gastroenterol Clin Biol 2010;34:359-66. 21. Mason AL. The evidence supports a viral aetiology for primary biliary cirrhosis. J Hepatology 2011;54:1312-4. 22. Sherlock S. Primary biliary cirrhosis: definition and epidemiological features. Doredrecht/Boston/London: Kluwer Academic Publishers, 1993. 23. Triger DR. Primary biliary cirrhosis: an epidemiological study. Br Med J 1980;281:772-5. 24. Prince MI, James OF. The epidemiology of primary biliary cirrhosis. Clin Liver Dis 2003;7:795-819. 25. Metcalf J, James O. The geoepidemiology of primary biliary cirrhosis. Semin Liver Dis 1997;17:13-22. 26. Ala A, Stanca CM, Bu-Ghanim M, Ahmado I, et al. Increased prevalence of primary biliary cirrhosis near Superfund toxic waste sites. Hepatology 2006;43:525-31. 27. Smyk D, Mytilinaiou MG, Rigopoulou EI, Bogdanos DP. PBC triggers in water reservoirs, coal mining areas and waste disposal sites: from Newcastle to New York. Dis Markers 2010;29:337-44. Can anti-retroviral therapy help patients with primary biliary cirrhosis? 28. Abdulkarim AS, Petrovic LM, Kim WR, Angulo P, Lloyd RV, Lindor KD. Primary biliary cirrhosis: an infectious disease caused by Chlamydia pneumoniae? J Hepatol 2004;40:380-4. 29. Montaño-Loza A, Vázquez-Ballesteros E, Meza-Junco J, et al. Seropositivity for Chlamydia pneumoniae in patients with primary biliary cirrhosis. Gastroenterol Hepatol 2006;29:113-7. 30. Wasilenko ST, Mason GE, Mason AL. Primary biliary cirrhosis, bacteria and molecular mimicry: what’s the molecule and where’s the mimic? Liver Int 2009;29:779-82. 31. Long SA, Quan C, Van de Water J, et al. Immunoreactivity of organic mimeotopes of the E2 component of pyruvate dehydrogenase: connecting xenobiotics with primary biliary cirrhosis. J Immunol 2001;167:2956-63. 32. Tanaka A, Prindiville TP, Gish R, et al. Are infectious agents involved in primary biliary cirrhosis? A PCR approach. J Hepatol 1999;31:664-71. 33. Selmi C, Balkwill DL, Invernizzi P, et al. Patients with primary biliary cirrhosis react against a ubiquitous xenobiotic-metabolizing bacterium. Hepatology 2003;38:1250-7. 34. Mason AL, Xu L, Guo L, et al. Detection of retroviral antibodies in primary biliary cirrhosis and other idiopathic biliary disorders. Lancet 1998;351:1620-4. 35. Holland JF, Pogo BG. Mouse mammary tumor virus-like viral infection and human breast cancer. Clin Cancer Res 2004;10:5647-9. 36. Xu L, Sakalian M, Shen Z, et al. Cloning the human betaretrovirus proviral genome from patients with primary biliary cirrhosis. Hepatology 2004;39:151-6. 37. Mason A, Xu L, Shen Z, et al. Patients with primary biliary cirrhosis make anti-viral and anti-mitochondrial antibodies to mouse mammary tumor virus. Gastroenterology 2004;127:1863-4. 38. Acha-Orbea H, Palmer E. Mls--a retrovirus exploits the immune system. Immunol Today 1991;12:356-61. 39. Selmi C, Ross SR, Ansari AA, et al. Lack of immunological or molecular evidence for a role of mouse mammary tumor retrovirus in primary biliary cirrhosis. Gastroenterology 2004;127:493-501. 40. Johal H, Scott GM, Jones R, et al. Mouse mammary tumour virus-like virus (MMTV-LV) is present within the liver in a wide range of hepatic disorders and unrelated to nuclear p53 expression or hepatocarcinogenesis. J Hepatol 2009;50:548-54. 41. Zhang G, Chen M, Graham D, et al. Mouse Mammary Tumor Virus in Anti-Mitochondrial Antibody Producing Mouse Models. J Hepatol 2011.doi:10.1016/j.jhep.2011.01.037 42. Indik S MA, Wong I, Zhang G, et al. Isolation of a human betaretrovirus resembling mouse mammary tumor virus from patients with primary biliary cirrhosis [Abstract]. Retrovirology 2009;6:55. 107 43. Jones DE, Palmer JM, Kirby JA, et al. Experimental autoimmune cholangitis: a mouse model of immune-mediated cholangiopathy. Liver 2000;20:351-6. 44. Krams SM, Surh CD, Coppel RL, et al. Immunization of experimental animals with dihydrolipoamide acetyltransferase, as a purified recombinant polypeptide, generates mitochondrial antibodies but not primary biliary cirrhosis. Hepatology 1989;9:411-6. 45. Sasaki M, Allina J, Odin JA, et al. Autoimmune cholangitis in the SJL/J mouse is antigen non-specific. Dev Immunol 2002;9:103-11. 46. Mason AL. An autoimmune biliary disease mouse model for primary biliary cirrhosis: something for everyone. Hepatology 2006;44:1047-1050. 47. Montano-Loza AJ, Carpenter HA, Czaja AJ. Frequency, behavior, and prognostic implications of antimitochondrial antibodies in type 1 autoimmune hepatitis. J Clin Gastroenterol 2008;42:1047-1053. 48. Mason AL. An autoimmune biliary disease mouse model for primary biliary cirrhosis: something for everyone. Hepatology 2006;44:1047-1050. 49.Subsin B, Chen C, Girgis S, Mason A. Mouse mammary tumor virus triggers viral cholangitis in the NOD.c3c4 mouse model of primary biliary cirrhosis. Hepatology 2009;50:998A. 50. Cihlar T, Douglas JL, Gibbs CS, Inventors; Gilead Sciences Inc., assignee. Methods of inhibition of MMTV-like viruses. USA 2005. 51. Poupon R, Poupon RE. Retrovirus infection as a trigger for primary biliary cirrhosis? Lancet 2004;363:260-1. 52. Mason AL, Farr GH, Xu L, et al. Pilot studies of single and combination antiretroviral therapy in patients with primary biliary cirrhosis. Am J Gastroenterol 2004;99:2348-55. 53. Degott C, Zafrani ES, Callard P, et al. Histopathological study of primary biliary cirrhosis and the effect of ursodeoxycholic acid treatment on histology progression. Hepatology 1999;29:1007-12. 54. Mason AL, Lindor KD, Bacon BR, et al. Clinical Trial: Randomized controlled trial of zidovudine and lamivudine for patients with primary biliary cirrhosis stabilized on ursodiol. Aliment Pharmacol Ther 2008. DOI: 10.1111/j.13652036.2008.03799.x 55. Silveira MG, Brunt EM, Heathcote J, et al. American Association for the Study of Liver Diseases endpoints conference: design and endpoints for clinical trials in primary biliary cirrhosis. Hepatology 2010;52:349-59. 56. Mason AL, Wasilenko ST. Other potential medical therapies: the use of antiviral agents to investigate and treat primary biliary cirrhosis. Clin Liver Dis 2008;12:445-60. 57. Schembri G, Schober P. Killing two birds with one stone. Lancet 2011;377:96. Medicina Universitaria 2011;13(51):108-111 medicina universitaria www.elsevier.com.mx CASO CLÍNICO Estenosis de la apertura piriforme: a propósito de un paciente tratado exitosamente JL Treviño-González, R Santos-Lartigue, VJ Villagómez-Ortiz, B GonzálezAndrade, M Villegas-González Servicio de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González, Universidad Autónoma de Nuevo León. Recibido: Noviembre 2010. Aceptado: Abril 2011 PALABRAS CLAVE Estenosis Congénita de la apertura piriforme, recién nacido, cianosis cíclica, México. KEYWORDS Congenital piriform aperture stenosis, newborn, cyclic cyanosis, Mexico. Resumen La estenosis congénita de la apertura piriforme es una patología sumamente rara la cual consiste en un crecimiento excesivo del proceso nasal del maxilar durante el desarrollo embrionario el cual causa una obstrucción de la apertura piriforme, se presenta un caso de un recién nacido a término el cual presenta al nacimiento cianosis cíclica y uso de músculos accesorios de la respiración. Se abordan los hallazgos clínicos y radiológicos para su tratamiento. Pyriform aperture stenosis: report of a patient successfully treated Abstract The congenital piriform aperture stenosis is a rare pathology, which consists in an excessive growth of the nasal maxillary process during embrionary development causing nasal obstruction of the piriform aperture, we report a case of a term neonate which present at moment of birth cyclic cyanosis and use of accessory muscles in breathing. We approached clinical and radiological findings for his treatment. Correspondencia: José Luis Treviño González. Avenida Francisco I. Madero y Gonzalitos s/n, colonia mitras Centro CP64460, Monterrey, Nuevo León, México. Correo electrónico: josel-2011@live.com.mx 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Estenosis de la apertura piriforme: a propósito de un paciente tratado exitosamente Introducción La estenosis congénita de la apertura piriforme fue descrita en por primera vez en 1988 por Ey.1 En la bibliografía se han descrito aproximadamente 70 casos.2 Es una anomalía del desarrollo embrionario poco común, que se origina por un crecimiento excesivo del proceso nasal del maxilar, ocasionando una disminución del área de la apertura piriforme lo que ocasiona signos y síntomas de obstrucción nasal. Se puede asociar a un diente incisivo central superior,3 de igual manera se han descrito asociaciones a alteraciones endocrinas del eje hipotálamo hipófisis y se ha asociado a una forma leve de holoprosencefalia.4-6 El cuadro clínico depende del grado de estenosis, desde signos leves de insuficiencia respiratoria nasal, cianosis cíclica que mejora con el llanto, hasta casos graves que constituyen una urgencia real y que pueden requerir intubación orotraqueal.7 El tratamiento es variable dependiendo de la severidad de la insuficiencia respiratoria y de la cianosis, que puede ser desde expectante con medidas conservadores como chupones orales hasta cirugía.8 109 Figura 1. Corte axial de TC donde se observa estrechamiento de la apertura piriforme por el proceso ascendente del maxilar (Entre flechas). Informe del caso Recién nacido masculino a término, hijo de madre diabética con malformaciones: hipertrofia ventrículo izquierdo, agenesia de riñón izquierdo, implantación baja de orejas, retrognatia y poliotia. Es revisado por disfagia caracterizada por uso de músculos accesorios de la respiración, además, presentaba episodios de cianosis cíclica que se resolvían con el llanto con respiración oral. A la exploración física se encontró paladar íntegro, fosas nasales muy pequeñas por las que no pudo pasar endoscopio flexible de 4 mm, se le tomó tomografía de senos paranasales encontrando rectificación y desplazamiento hacia la línea media de los procesos ascendentes de ambos huesos maxilares, al igual que las cabezas de los cornetes inferiores, septum central y coanas permeables. Estos datos radiográficos son compatibles con estenosis de la apertura piriforme, también presentaba incisivo superior central característico de esta enfermedad (Figuras 1, 2 y 3). Se descartaron otras malformaciones de holoprosencefalia y deficiencias de hormonas del eje hipotálamo hipófisis. Se trató inicialmente con medidas conservadoras como oxígeno suplementario; sin embargo, la sintomatología continuó, lo cual se reflejó con poca ganancia en el peso del paciente, además de los síntomas ya mencionados. Se decidió efectuar una cirugía para liberarlo de la estenosis piriforme. La intervención quirúrgica se llevó a cabo a los 18 días de nacido con peso corporal de 3390 g. La cirugía se realizó bajo visión microscópica haciendo una incisión sublabial ampliada, identificándose los procesos ascendentes maxilares. Se utilizó fresa diamantada para su ampliación hasta localizar la cabeza del cornete inferior, siendo los límites en la ampliación quirúrgica (Figura 4). Se colocaron férulas con tubos endotraqueales recortados de un diámetro de 3.5 (5.0 mm en su diámetro externo) por 15 días. En el postoperatorio el paciente presentó Figura 2. TC corte coronal con estrechez de la apertura piriforme. mejoría de los síntomas obstructivos y cianosis. De manera gradual recurrieron a las tres semanas de operado los episodios de taquipnea, taquicardia, uso de músculos accesorios y cianosis al alimentarse, por lo que se utilizó una sonda orogástrica para su alimentación. Se realizó 110 Treviño-González JL. et al Figura 3. TC corte Axial donde se observa incisivo superior central único. Figura 4. Foto quirúrgica del abordaje sublabial y exposición y fresado de la apertura pirirforme. endoscopía nasal encontrando sinequias en ambas fosas nasales entre el septum y los cornetes inferiores, liberándose con el uso de radiofrecuencia colocando férula en nariz con espaciadores cilíndricos de silastic retirando los espaciadores a los siete días. Durante su internamiento fue tratado con dexametasona IV 1 mg cada ocho horas y omeprazol 4 mg IV cada 24 horas. Posterior a esta segunda intervención quirúrgica el paciente dejo de presentar síntomas obstructivos dándose de alta a los 57 días de vida. se decidió un manejo menos invasivo por lo que se colocó sonda orogástrica. La apertura piriforme es la entrada ósea de la nariz y representa la parte más estrecha de la vía aérea nasal. Incluso un pequeño cambio en su área puede resultar en un incremento significativo de la resistencia del paso de aire a este nivel, este incremento puede aumentar el esfuerzo necesario para respirar a tal grado que conlleve al agotamiento. Aunque se desconoce la causa de la estenosis de la apertura piriforme se cree que es secundario a un aumento en el crecimiento óseo del proceso nasal del maxilar, la cual puede ocurrir como anomalía única o en asociación con otras malformaciones como la ausencia del lóbulo anterior de la hipófisis, paladar hendido submucoso, senos maxilares hipoplásicos, incisivo central prominente, o también como una manifestación de holoprosencefalia, la cual se puede transmitir de manera autosómica recesiva y autosómica dominante. Así también, se ha asociado con trisomía 13, trisomía 18, síndrome de alcohol fetal y con diabetes materna tipo 1, deleción de 18p, 13q y 5q.9 En este caso no hubo asociación con holoproscencefalia, si bien, presentó un incisivo central prominente, implantación baja de pabellones auriculares, montículos auriculares y madre diabética, así como hipertrofia de ventrículo izquierdo y agenesia del riñón izquierdo. La sospecha de estenosis de la apertura piriforme se presenta cuando no es posible introducir una sonda de succión cinco o seis French por la nariz y se diagnostica por medio de nasoendoscopia seguida de tomografía Discusión La obstrucción nasal en el recién nacido puede ser una condición que pone en peligro la vida ya que el paciente es respirador nasal obligado en las primeras seis a ocho semanas de vida, por lo tanto la obstrucción de la vía aérea a nivel de la nariz en estos pacientes puede presentarse con una variedad de síntomas que incluyen problemas en la alimentación, respiración forzada, apnea y episodios recurrentes de cianosis los cuales empeoran con la alimentación y mejoran con el llanto. Algunas de las causas de obstrucción nasal en esta edad incluyen fracturas desplazadas de los huesos nasales, desviación del septum, estenosis de la apertura piriforme y atresia de coanas.2 En el presente caso el paciente presentó datos clínicos típicos de esta patología, así como dificultad para ganar peso secundario a problemas de alimentación por la obstrucción nasal. Aunque en los casos publicados se ha descrito la gastrostomía temprana, en nuestro caso Estenosis de la apertura piriforme: a propósito de un paciente tratado exitosamente computada. En la tomografía se realiza con cortes finos cada 1 mm a 3 mm desde el paladar hasta el techo de la órbita, y se considera diagnóstico de estenosis de la apertura piriforme cuando esta mide menos de 11 mm en el corte axial a nivel del meato inferior.10 En cuanto al tratamiento el objetivo principal es establecer una vía aérea segura, y ésto se puede llevar acabo de manera conservadora así como quirúrgica; la manera conservadora incluye descongestivos nasales, esteroides tópicos y aire húmedo. Aunque los esteroides nasales no están aprobados por la FDA en niños menores de dos años de edad, su uso está descrito en el tratamiento de recién nacidos postoperados de reparación de atresia de coanas. Además se puede utilizar la cánula de McGovern y es necesaria la monitorización con pulsoximetría. Los pacientes que no mejoren con tratamiento conservador o que presenten episodios de cianosis y apneas son candidatos quirúrgicos, debiendo cumplir la regla de los 10:10 gramos de hemoglobina, 10 libras de peso y 10 semanas de edad; como se marcan en otros procedimientos del recién nacido.8 Nuestro paciente se trato de manera quirúrgica con buen resultado. Se necesita un alto índice de sospecha y un diagnóstico oportuno para el manejo de esta patología. Se han descrito perforaciones septales, desarrollo de sinequias, re-estenosis, formación de tejido de granulación en el manejo de estos pacientes. Es muy importante el manejo postoperatorio de los mismos evitando manipular la cavidad nasal para asegurar una mejor evolución. Conclusiones La estenosis de la apertura piriforme es una forma inusual de obstrucción nasal en el recién nacido. La evaluación 111 inicial debe estar enfocada en distinguir entre estenosis de apertura piriforme y atresia de coanas, y ésto se logra por medio de tomografía y estudio endoscópico. Se debe investigar anomalías asociadas, aunque se puede presentar de manera aislada. El diagnóstico oportuno y el manejo de la vía aérea es esencial para evitar complicaciones, ya sea de manera conservadora o quirúrgica, ambas con buenos resultados. Referencias 1. Ey EH, Han BK, Towbin RB, Jaun W. Bony inlet stenosis as a cause of nasal airwayobstruction. Radiology 1988;168:477–9. 2. Tate JR, Sykes J. Congenital nasal aperture stenosis. Otolaryngol Clin N Am 2009;42:521-25. 3. Castillo M. Congenital abnormalities of the nose: CT and MR findings. AJR 1994;162:211–7. 4. Tavin E, Stecker E, Marion R. Nasal pyriform aperture stenosis and the holoprosencephaly spectrum. Int J Pediatr Otorhino-laryngol 1994;28:199-204. 5. Beregszaszi M, Lerger J, Garel C, et al. Nasal pyriform aperture stenosis and absence of the anterior pituitary gland:report of two cases. J Pediatr 1996;128:858–61. 6. Godil MA, Galvin-Parton P, Monte D, et al. Congenital nasal pyriform aperture stenosis associated with central diabetes insipidus. J Pediatr 2000;137:260–2. 7. Brown OE, Myer CM, Manning SC. Congenital nasal pyriform aperture stenosis. Laryngoscope 1989;99:86–91. 8. Baker KA, Pereira KD. Congenital nasal pyriform aperture stenosis. Operative Tech in Otolaryngol Head Neck Surg 2009;20:178-82. 9. Lo FS, Lee YJ, Lins P, et al. Solitary maxillary central incisor and congenital nasal pyriform aperture stenosis. Eurr J Pediatr 1998;157:39–44. 10. Belden CJ, Mancuso AA, Schmalfuss IM. CT features of congenital nasal pyriform aperture stenosis: Initial experience. Radiology 1999;213:495–501. Medicina Universitaria 2011;13(51):112-113 medicina universitaria www.elsevier.com.mx POR LOS ESTANTES Inmunología odontológica Immunology in dentistry María de los Ángeles Castro-Corona Servicio de Inmunología, Facultad de Medicina y Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González. Arce Mendoza Alma Yolanda. Inmunología e inmunopatología oral. México, D. F. Manual Moderno. Primera edición 2009. ISBN: 978-607-448-029-0 Las ciencias de la vida y en particular las ciencias de la salud requieren en la actualidad un profundo conocimiento básico que permita la comprensión de la fisiopatología y los fenómenos primordiales de la homeostasis. La inmunología, al ocuparse del estudio del reconocimiento corporal de lo propio y lo no propio, es una disciplina compleja cuya comprensión en cuanto a conceptos, ideas y técnicas es cada vez más necesaria para el profesional practicante de la medicina, la odontología, la enfermería, la psicología por nombrar algunas áreas. Es por ello que siempre serán bienvenidos los textos de Inmunología con un enfoque orientado hacia las ciencias de la salud en general. Es el caso del libro Inmunología e inmunopatología oral editado por Alma Yolanda Arce Mendoza, del Departamento de Inmunología de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En su primer capítulo expone una Introducción y breve historia del desarrollo de la Inmunología, y en los once capítulos siguientes se describe, en una forma sencilla y fundamental, los componentes del sistema inmune así como los procesos que se presentan en la respuesta inmune y sus mecanismos de regulación. Esta sección está conformada por: Estructura y desarrollo del sistema inmune, Inmunidad innata, Inflamación, El sistema del complemento, La respuesta inmunitaria adquirida, Antígenos y haptenos, Anticuerpos, HLA y presentación de antígenos, Regulación de la respuesta inmunitaria y Citocinas. Además, la obra tiene cinco capítulos en donde se expone la participación del sistema y la respuesta inmune en los procesos de salud y enfermedad y se ocupa de la Respuesta a la infección, las Reacciones de hipersensibilidad, la Autoinmunidad, la Respuesta a los tumores y las Inmunodeficiencias. Asimismo, incluye un capítulo sobre Métodos de inmunización y uno de Transfusión sanguínea e Inmunohematología. La segunda parte del título del libro se ocupa de la inmunopatología oral propiamente dicha, por lo que una parte relevante de esta obra son los siete capítulos dedicados a la respuesta inmune en la boca. Se incluye el estudio de la cavidad oral de los animales, lo cual agrega interés a esta obra. Los capítulos comprenden desde la Respuesta Inmunitaria en la cavidad oral, la Respuesta inmunitaria en periodonto, Respuesta inmunitaria en endodonto, Citocinas en el periodonto y endodonto, Resumen de inmunología oral así como el mencionado Inmunología de la cavidad oral de los animales. Tiene dos capítulos con un enfoque novel de la enfermedad bucal: Estrés y enfermedades orales y periodontales e Correspondencia: María de los Ángeles Castro Corona. Servicio de Inmunología, Facultad de Medicina y Hospital Universitario “Dr. José E. González” Universidad Autónoma de Nuevo León Gonzalitos # 235 Nte. Colonia Mitras Centro, Monterrey, Nuevo León, México C.P. 64460 Teléfono (81) 83-29-42-11. Correo electronico: castroangeles@yahoo.com.mx 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Inmunología odontológica Inmunogenética y enfermedades odontológicas. Además el capítulo de: Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida, que sólo hace referencia al síndrome relacionado a la infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), sirve de preámbulo al capítulo siguiente, que trata de la Atención del paciente VIH positivo en la consulta odontológica. Finalmente capítulos que versan sobre: Aplicaciones de la biología molecular en odontología, Técnicas de ELISA, Producción de anticuerpos, y Herramientas para el estudio del sistema inmunitario en odontología, que describen las características de diferentes metodologías de laboratorio así como su aplicación 113 para resolver problemas clínicos o en investigación. Otra característica interesante de esta obra es el hecho que en ella colaboran investigadores jóvenes, que inician su actividad profesional en el área de la inmunología. Para los profesores que hemos participado en cursos de Inmunología para Odontólogos, sabemos que son escasos los textos que incluyan el estudio de la respuesta inmune a nivel oral y la inmunopatología oral. Por esta razón el presente libro es una obra útil para introducir al campo de la inmunología, de una forma elemental y práctica, a los profesionales del área de la salud y en especial a los odontólogos. Medicina Universitaria 2011;13(51):114-115 medicina universitaria www.elsevier.com.mx POR LOS ESTANTES La Oncología en la medicina mexicana Oncology in Mexican medicine Carlos E. Medina-De la Garza Servicio de Inmunología, Facultad de Medicina y Hospital Universitario. Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias de la Salud, Universidad Autónoma de Nuevo León. Paula Juárez Sánchez, Jaime G. De la Garza-Salazar. Un Relato Histórico de la Oncología Médica en México. Editores de Textos Mexicanos S.A. de C.V., Primera Edición 2011, ISBN-978-607-7817-12-3. México, D. F. Al igual que la medicina moderna, la oncología médica tiene su verdadero origen en el Siglo XIX, al surgir la descripción microscópica del tejido tumoral y los intentos sistematizados de su terapéutica quirúrgica. A través de ella, y después del desarrollo de la radioterapia, de la quimioterapia, las terapéuticas hormonales y la inmunoterapia, la oncología ha pasado de ser una rama terapéutica de la medicina interna y la cirugía, para establecerse como una ciencia médica completa que proporciona una vida más larga y productiva a los pacientes con neoplasias. Es en ese contexto de la oncología que el Dr. Jaime De la Garza Salazar, eminente oncólogo mexicano, hace un recuento histórico de esta ciencia en nuestro país. Con su libro Un relato histórico de la oncología médica en México el cual ha escrito en colaboración con la compiladora Paula Juárez Sánchez, el Dr. De la Garza recorre en un viaje íntimo, personal y colectivo la historia de la cancerología mexicana de la segunda mitad del siglo XX y el inicio del siglo XXI. Este libro es un recuento vivencial del autor, desde su infancia en Monterrey, sus estudios universitarios, sus estudios de posgrado en el extranjero, en San Antonio y Rochester, en los Estados Unidos de América y su regreso a nuestro país en 1967. A partir de ese momento, hace una reseña de la evolución de la oncología en nuestro país, de manera anecdótica y narrativa libre, donde reconocemos en los alumnos, compañeros y profesores del autor a una gran cantidad de figuras de la oncología moderna mexicana e internacional, de la cual el mismo es figura trascendental. El autor reseña el paso a través del Instituto Nacional de Cancerología, del cual fue Director de 1993 a 2003 y el proyecto del resurgimiento de la Revista del Instituto (INCan) de la cual fue editor (1985 - 1993), los que se consideran algunos de sus principales logros. A través de estas páginas el lector podrá darse una idea de las contribuciones de estos múltiples personajes de la cancerología mexicana y podrá saber de qué manera evolucionaron las ideas, las instituciones y los individuos que estuvieron ligados a las mismas. Ninguna institución por sí misma, ningún edificio, ninguna pared curan a ningún paciente, ni escriben artículos científicos, ni interaccionan con la sociedad. Son los hombres y mujeres, los seres humanos, los que ejercen las acciones que conforman los avances, y quienes despliegan sus virtudes y evidentemente también sus fallas humanas, y cuyo legado a las generaciones venideras se encuentra en el tamaño de sus aciertos Correspondencia: Carlos E. Medina-De la Garza. Av. Carlos Canseco s/n y Av. Gonzalitos Col. Mitras Centro Monterrey, Nuevo León, México C.P. 64460 Tel (81) 13-40-43-70. Correo electrónico: carlos.medina@uanl.mx 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. La Oncología en la medicina mexicana y errores. Es por ello que un recuento personal, la visión de un médico-científico clínico se plasma en las páginas de esta historia de la oncología nacional y nos permite seguir la evolución de esta especialidad. Es importante que el científico muestre sus logros académicos, clínicos y que también tenga la capacidad de mostrarnos los tiempos de los cuales fue testigo y autor por igual, como es el caso. 115 Recomiendo este libro a aquellos cuyas actividades se relacionen con la oncología médica, la medicina interna y la cirugía, sin dejar de lado la hematología y pediatría oncológica y a los estudiosos de la historia de la medicina. Para finalizar, debo confesar mi admiración por la sencilla pero profunda dedicatoria de este libro, llena de afecto hacia la institución que le vio nacer académicamente y a la que él ha honrado a través de su cotidiano trabajo: la Universidad Autónoma de Nuevo León. Medicina Universitaria 2011;13(51):116-117 medicina universitaria www.elsevier.com.mx A LOS EDITORES Hallazgo radiológico de “cuernos ilíacos” Radiological finding of “iliac horns” A los Editores: Recientemente tuvimos la oportunidad de encontrarnos con un hallazgo radiológico conocido como “cuernos ilíacos”. Consideramos importante resaltar la relevancia clínica de estos hallazgos. Los “cuernos ilíacos” fueron descritos por primera vez por Fong (1946)1 durante una urografía rutinaria como una exostosis que se originaban de las caras dorso laterales de ambos huesos ilíacos. Posteriormente, Mino y Livinsgtone2 describieron el síndrome completo que denominaron osteoonicodisplasia que se caracteriza por: displasia de uñas, codos, rodillas y la presencia de “cuernos ilíacos”. A ese síndrome también se le conoce como onicoosteodisplasia hereditaria o síndrome de Turner-Fong, de Hood, de Turner-Keiser, de Uña-Rotula o de Osterreicher-Turner. El modo de transmisión es autosómico dominante, encontrando mutaciones en el gen LMX1B cromosoma 9q34.1.3 Con una incidencia de un caso por cada 50 000 neonatos y una prevalencia de un caso por 1000 000 de personas.4,5 La displasia ungueal es la característica más constante de la onicoosteodisplasia hereditaria, encontrándose presente en 97% de los casos de la serie de Touraine.6 Las uñas son cortas con estrías longitudinales y escamosas. En los casos más marcados, la uña del pulgar puede estar ausente, ser bífida, mostrar hemiatrofia o ausencia de la mitad cubital, ocasionalmente la uña del índice está ausente.7 La displasia es menos marcada en los dedos más mediales. La displasia de la rodilla tiene una frecuencia de aparición de 79%. La hipoplasia o ausencia de la rótula es el cambio más común. Frecuentemente esta desplazada lateralmente y puede estar permanentemente luxada, secundario a un cóndilo femoral lateral habitualmente hipoplásico lo que resulta en geno valgo que causa una marcada incapacidad funcional de la rodilla, que es el principal motivo de consulta de estos pacientes.8 La displasia del codo se presenta en 43%, caracterizada por la hipoplasia del lado externo de la articulación. Esta hipoplasia afecta al capitelum, al epicóndilo y a la cabeza radial, pudiendo existir subluxación generalmente posterior.9 La displasia pélvica presenta una frecuencia de 81% en la serie de Carbonara.10 Estos cuernos se proyectan hacia atrás del ilíaco en la unión del tercio medio y posterior de la línea que conecta las espinas ilíacas superiores, anterior y posterior, generalmente son bilaterales y pueden ser palpables ya que pueden tener una altura de hasta 4 cm.11 Kieser12 encontró proteinuria en asociación con el síndrome, y posteriormente Hawkins y Smith 13 sugirieron que la displasia renal podría ser parte de la onicoosteodisplasia. Las manifestaciones renales de la onicoosteodisplasia son las que tienen influencia en la mortalidad por este síndrome. La alteración principal es un defecto en la membrana basal del glomérulo. El primer dato de lesión renal es usualmente proteinuria con o sin hematuria y puede progresar a síndrome nefrótico o nefritis y ocasionalmente a insuficiencia renal.14 Recientemente se han encontrado otras anomalías asociadas, como glaucoma de ángulo abierto. Hipertensión ocular y el signo de Lester que consiste en una zona de opacidad mayor alrededor de una parte central del iris, que es bilateral y más pronunciado en ojos azules.15 Otras anomalías asociadas son la hipoplasia de la escápula, el engrosamiento del anillo glenoideo y un acromio prominente, la contractura congénita del meñique, el síndrome de Plummer Vinson (disfagia, glositis, anemia sideropénica), la clinodactilia y camptodactilia, la osteoartrosis, y los pies en equinovalgo. Apariencia general: Los pacientes con onicoosteodisplasia presentan un cuerpo delgado y con dificultad para ganar peso, a pesar de una dieta adecuada y ejercicio. Existe una disminución de la masa muscular en la parte alta de los miembros superiores e inferiores. Es frecuente la presencia de aumento de lordosis lumbar (47%) que da una apariencia de glúteos prominentes, además de lumbalgia en 55% y pectus excavatum en 36%. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Hallazgo radiológico de “cuernos ilíacos” Referencias 1. Fong E E. Iliac horns (Symetrical bilateral central posterior iliac processes). Radiology 1946;47:517. 2. Mino RA, Livingstone RG. Osseus dysplasia and dystrophy of the nails. Review of the literature and report of a case. AM J Roentg 1948;60:63. 3. Bongers EMHF, de Wijs IJ, Marcelis C, et al. Identification of entire LMX1B gene deletions in nail patella syndrome: evidence for haploinsufficiency as the main pathogenic mechanism underlying dominant inheritance in man. Europ J Hum Genet 2008;16:1240-1244. 4. Tachdjian Mo. Ortopedia pediátrica. Tomo 2. 2ª edición. Nueva York: Interamericana; 1994;pp:911-4. 5. Hybbinette Ch. The nail-patella-elbow syndrome: a case report. Acta orthop scand 1975;46:593-9. 6. Touraine A. L’Onycharthrose Héhéditaire. Progres Medical 1943;71:7. 7. Mangini U. Una rara sindrome ereditaria e familiare: “Corni illiaci” Associati a Displasie articolari e ungeali e ad altre varie deformita. Chir Organi Mov 1955;6:325. 8. Aggarwal ND, Mittal RL. Nail-patella Syndorme. Study of an affected familiy. J Bone JT Surg 1970;52B:29. 9. Guidera KJ, et al. Nail-Patella Syndrome: a review of 44 orthopaetic patients. J Pediatr Orthop 1991;11:737. 10. Carbonara P. Hereditary osteoonychodysplasia. Hood Amer J Med Sci 1964;248:139-151. 117 11. Turner JW. An Hereditary arthrodysplasia associated with hereditary dystrophy of the nails. J Am Med Assn 1933;100:882. 12. Kieser W. Citado por Beals RK. J Bone JT Surg 1969;51A:505. 13. Hawkins CF, Smith OE. Renal Dysplasia; a family with multiple hereditary abnormalities including iliac horns. Lancet 1950;1:803. 14. Darlington D, Hawkins CF. Nail-patella Syndrom with iliac horns and hereditary nephropathy. J Bone Joint Surg 1967;49-B:164-174. 15. Lichter Pr, Richards Je, Downs Ca, et al. Cosegregation of open-angle glaucoma and the nail-patella syndrome. AM J Ophthalmol 1997;124:506-15. Jesús Dante Guerra-Leal, Alberto Montemayor-Martínez, Claudia Yasbek Rodríguez-Garza, Lydia Catalina Flores-Salinas Centro Universitario de Imagen Diagnóstico, Departamento de Radiología e Imagen, Hospital Universitario Dr. José E. González, de la U.A.N.L. Monterrey, N.L., México Correspondencia: Jesús Dante Guerra Leal Av. Madero y Gonzalitos s/n Colonia Mitras Centro Monterrey, N.L., México C.P. 64460 Teléfono (81) 8346 0127 Ext. 200 Correo electrónico: jesusdante929@hotmail.com medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. Normas para autores Los manuscritos deben elaborarse siguiendo las recomendaciones del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (N Engl J Med 1997; 336:309-15) y se ajustarán a las siguientes normas: 1. 2. 3. El texto deberá entregarse impreso, en hojas tamaño carta (21 x 27cm), con tipo de letra “Times New Roman” (el tamaño del encabezado en 14 puntos y el resto del escrito en 12 puntos), a doble espacio, acompañado del CD (Compact Disc) con la captura correspondiente e indicando en la etiqueta el título del artículo, el nombre del autor principal y el programa de cómputo con el número de versión. (Ejemplo: Estrógenos en el climaterio. Guillermo Martínez. Word 6.0) Las secciones se ordenan de la siguiente manera: página del título, resumen, abstract, introducción, material y métodos, resultados, discusión, referen. La extensión máxima de los originales será de 30 cuartillas, de los casos clínicos, de 16 cuartillas, con cuarevisión no excederán de 30 cuartillas y las cartas al editor, de dos. 8. Las imágenes, dibujos y otras ilustraciones deben dibujarse profesionalmente o elaborarse con un programa de cómputo con formato TIFF (300 dpi) y adjuntarlas al mismo CD del texto señalando en la etiqueta el programa utilizado. Los cuadros (y no tablas) deberán numerarse con caracteres arábigos. Cada uno deberá tener un título breve, autoexplicativo y mencionaría lugar y año en que se hizo el estudio, si es el caso; al pie del mismo se incluirán las notas explicativas que aclaren las abreviaturas poco conocidas. No se usarán líneas horizontales o verticales internas. Todos los cuadros deberán citarse en el texto. La cantidad de cuadros no deberá exceder la mitad menos uno del número de cuartillas a doble espacio, sin tomar en cuenta la carátula de presentación y las referencias. Por ejemplo: 10 cuartillas Los cuadros no pueden enviarse en fotografía. Tipo de artículos: la revista publica artículos originales en el área de investigación clínica o de laboratorio, editoriales, artículos de revisión, biotecnología, comunicación de casos y cartas al editor. Se reciben artículos en los idiomas español e inglés. 10. Resumen. La segunda hoja incluirá el resumen, de no más de 250 palabras y deberá estar estructurado: Objetivo, material y métodos, resultados y conclusiones. Con esta estructura se deberán enunciar claramente los propósitos, procedimientos básicos, metodología, principales hallazgos (datos concretos y su relevancia estadística), así como las más relevan- 9. 4. 5. 7. trabajo, sin superar los 85 caracteres, los nombres de los autores, servicios o departamentos e institución (es) a que pertenece (n) y la dirección del primer autor. Si todos los autores pertenecen a servicios diferentes pero a una misma institución el nombre cación de los autores deberá hacerse con números en superíndice. to deberá llevar, en el ángulo superior izquierdo, la inicial del nombre y el apellido paterno del primer autor y en el ángulo derecho el número progresivo de hojas. 6. impresas, en color o blanco y negro, nítidas y bien el número de la ilustración, apellido del primer autor viamente publicado, deberá acompañarse de la autorización escrita del titular de los derechos de autor. sustituto de diapositivas. de 3 a 10 palabras clave con términos del Medical Subject Headings del Index Medicus más reciente o con base en los Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS), vocabulario estructurado por BIREME. 11. Abstract. Es una traducción correcta del resumen al inglés. 12. Texto. Deberá contener introducción, material y métodos, resultados y discusión, si se tratara de un artículo experimental o de observación. Otro tipo de artículos, como comunicación de casos, artículos de revisión y editoriales contendrán introducción, desarrollo y conclusiones. 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Normas para autores Introducción. Exprese brevemente el propósito del artículo. Resuma el fundamento lógico del estudio u observación. Mencione las referencias estrictamente pertinentes, sin hacer una revisión extensa del tema. No incluya datos ni conclusiones del trabajo que está dando a conocer. Material y métodos. Describa claramente la forma de selección de los sujetos observados o que participaron en los estudio o experimentos (pacientes o animales métodos, aparatos (nombre y dirección del fabricante entre paréntesis) y procedimientos con detalles reproducir los resultados. Explique brevemente los métodos ya publicados pero que no son bien conocidos; describa los métodos nuevos o sustancialmente tamente todos los medicamentos y productos químicos utilizados, con nombres genéricos, dosis y vías de administración. Mencione los aspectos éticos de su estudio (protocolo aprobado por comités o comisiones de ética y de investigación, consentimiento informado). Describa el tratamiento estadístico de los datos y mencione el paquete estadístico utilizado. Resultados. Preséntelos siguiendo una secuencia lógica. No repita en el texto los datos de los cuadros importantes. Discusión. Compare los resultados de su estudio con los de otros ya publicados, sus consistencias y sus diferencias. Insista en los aspectos nuevos e importantes del estudio. No repita pormenores de los datos u otra información ya presentados en las secciones limitaciones, incluidas sus consecuencias para la investigación futura. Establezca el nexo de las conclusiones con los objetivos del estudio y absténgase de que carezcan de respaldo. Proponga nueva hipótesis Referencias. Numere las referencias consecutivamente que las citaciones en el texto colocando los número en superíndices y sin paréntesis). Cuando la redacción del texto requiera puntuación, la citación con el número de la referencia será anotada después de los signos pertinentes. Para referir el nombre de la revista utilizará las abreviaturas que aparecen enlistadas en el número de enero de cada año del Index Medicus. No debe utilizarse el término “comunicación personal”. Sí se permite, en cambio, la expresión “en prensa” cuando se trata de un texto ya aceptado por alguna revista, pero cuando la información provenga de textos enviados a una revista que no los haya aceptado aún, debe citarse como “observaciones no publicadas”. Se mencionarán todos los autores cuando éstos sean seis o menos, pero cuando se trate de siete o más se referirán únicamente los tres primeros y se añadirán las palabras et al. Si el artículo referido se encuentra en un suplemento, agregará Suppl X entre el volumen y la página inicial. caso de revista: Torres BG, García RE, Robles DG et al. Complicaciones tardías de la diabetes mellitus de origen pancreático. Rev Gastroenterol Mex 1992;57:226-9. Si se trata de libros o monografías se referirá de la siguiente forma: Hernández RF. Manual de anatomía. 2ª Edición. México: Méndez Cervantes; 1991: 120-9. Si se tratara del capítulo de un libro se indicarán el o los autores del capítulo, nombre del artículo, país de la casa editorial, casa editora, año y páginas. 13. Transmisión de los derechos de autor. Se incluirá autores, conteniendo el siguiente párrafo: “El/los autor a la revista Medicina Universitaria, que será propietaria de todo el material remitido para publicación”. Esta cesión tendrá sólo validez en el caso de que el trabajo sea publicado por la revista. No se podrá reproducir ningún material publicado en la revista sin autorización. La revista Medicina Universitaria se reserva el derecho nuscrito en aras de una mejor comprensión del mismo, sin que ello derive en un cambio de su contenido. Toda correspondencia relacionada con esta publicación, incluyendo los trabajos que deseen ser publicados, deberá dirigirse a la Subdirección de Educación Continua, Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Av. Dr. Eduardo Aguirre Pequeño y Madero s/n, Col. Mitras Centro, C. P. 64460, Monterrey, Nuevo León, México. Teléfonos: (0181) 8346-1370, 8347-5867, 8329-4193, fax: (0181) 83336687; e-mail: medicinauniversitaria_articulos@msn.com. medicina universitaria REVISTA DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ DE LA U.A.N.L. Standards for authors Manuscripts should be written in line with the recommendations of the International Committee of Medical Magazines Publishers (N Engl J Med 1997;336:309-15) and articles should adhere to the following rules: text. The maximal acceptable quantity of tables equals the number of the double-spaced pages divided by two, minus one, excluding front page and references or bibliography. Example: 10 pages text = 4 graphs or tables (as a whole); 16 pages text = 7 graphs or tables. Don’t deliver photos of tables. 9. Kinds of articles: this magazine publishes: original articles on clinical or laboratory research, editorials, biotechnology articles reviews, cases communications, and letters to the editor. The Editor accepts items written in English or Spanish. 10. Summary (in Spanish). The second page should include a summary in no more than 250 words. This summary must be structured as follows: objective, material and methods, results and conclusions. Summary should present clearly 1. The text should be delivered in printed letter size sheets (21 × 27 cm [8.5 × 11 inches]). Use “Times New Roman” type (title in 14 points size, and text in 12 points size), and use double spacing. Printed sheets must be accompanied by a CD (Compact Disc) with the corresponding text captured, and having a label indicating the following: the title of the article, main author’s name, and computer program used (including the number version). Example: Estrogen in menopause. Guillermo Martinez. Word (6.0) 2. Text sections should be sequenced as follows: Title page, Summary (in Spanish), Abstract (in English), Introduction, Materials and methods, Results, Discussion, References, Tables, Illustrations feet. 3. Original articles should be no longer than 30 pages. Presentations of clinical cases should be written in 16 or less pages. Review articles won’t be longer than 30 pages. Finally, the maximal length of the letters to the Editor will be 30 pages. 4. Front page should include full title of the work (in no more than 85 characters), author(s)’ names and their professional credits (including work function in services or departments and institution[s] where they work), and mail address of the main author. If authors serve in various services in the same institution, institution’s name is to be written once below 11. 5. 12. surname in the left side of the heading of every page, and progressive page number in the right extreme of the heading. 6. All artwork (one color or full color) must be presented in 13. tion number, main author’s surname and an arrow signaling published, you must add the written consent from the copyright holder. Instead of slides, you may deliver printed 7. Images, drawings and other graphic material must be professionally drawn or elaborated through a computer program in TIFF (300 dpi) format, and attach at the end of the cocomputer program used. 8. Tables shall be numbered in Arabic characters. Each one must hold a brief, self-documenting title, as well as information of the place and year of the study, when applicable; at the foot of this title, notes should be included to explain uncommon abbreviations. Don’t use horizontal nor vertical lines inside the tables. All tables must be quoted in the body 14. most important conclusions. Below the summary, include 3 to 10 keywords using terms included in the Medical Subject Headings of the latest Index Medicus or based in the terminology vocabulary structured by BIREME in the Descriptors in Health Sciences (DeCS). Abstract (in English). It is a correct English translation of the summary. Body text. Experimental or observational items must include introduction, materials and methods, results and discussion. Other kinds of articles, as cases reports, review articles and editorials, will include introduction, development and conclusions. Introduction. This is a brief presentation of the purpose of the article. It contains an outline of the rationale used for the study or observation. Mention strictly relevant references, without a comprehensive review of the topic. Do not include here data or conclusions of the work you are presenting. Material and methods. Make a clear description of the method for selecting subjects to be observed or their role in the study or experiments (patients or lab animals, including controls). Identify the methods, equipment (writing the manufacturer name and address in parentheses) and procedures with enough details to allow other researchers to replicate but not well known yet. Describe new or substantially and evaluate their limitations. Identify exactly all drugs and chemicals by generic names, dose and routes of administration. Include the ethical aspects of your study (protocol 1665-5796 © 2011 Revista Medicina Universitaria. Facultad de Medicina UANL. Publicado por Elsevier México. Todos los derechos reservados. Standards for authors approved by ethics or research commissions or committees, informed consent). Describe the statistical management of data and indicate the statistical package you used. 15. Results. Present them in a logical sequence. Don’t repeat marize important observations. 16. Discussion. Compare the results of your study with others already published, expressing consistencies and differences among trials. Emphasize new and important aspects in your research. Don’t repeat detailed data or other information already presented in previous sections. Explain the meaning of the results and their limitations, including implications for future research. Set the link between the conclusions and the goals of the study, and do not make general statements or conclusions without a foundation. Set for new hypothesis 17. References. Number references consecutively, following the order in which they appear in the article (identify quotations in the text through superscript numbers; don’t use parentheses). In texts followed by a punctuation mark (period, comma, colon, semicolon), the quotation numbers will be written after the punctuation mark. For references to the name of the magazine, use abbreviations listed in the Index Medicus, on the January issue published each year. Don’t use the term “personal communication”. On the contrary, the expression “in press” is allowed when it refers to a text already accepted by some magazine. When information comes from a text sent to a magazine, but not accepted yet, it should be quoted as “unpublished observations”. All authors of quoted articles shall be mentioned if they are six or less; however, if the item was written by by the words et al. If the referred article was published in a supplement, add the text Suppl X between the volume 18. References to magazines shall be ordered as follows: 19. Torres BG, García RE, Robles DG et al. Complicaciones tardías de la diabetes mellitus de origen pancreático. Rev Gastroenterol Mex 1992;57:226-9. 20. References to books or monographs should appear as follows: 21. Hernández RF. Manual de anatomía. 2ª Edición. México: Méndez Cervantes; 1991: 120-9. 22. References to one chapter of a book should include: chapter authors’ name, article name, country of the publishing company, publishing company, year of publication, and relevant pages. 23. Copyright transmission. Every article must have attached a letter signed by all authors, containing the following text: “I/we s transfer all commercial rights to the University Medicine Magazine, that becomes the owner of all materials submitted to them for publication”. This transference will be effective only for works published by the magazine. Material published in the Magazine can’t be reproduced without permission. 24. The University Medicine Magazine has the right to make changes or amendments to the manuscript, for the sake of a better understanding of the article, without changing the contents of the item. 25. All correspondence related to this publication, including works proposed to be published, should be directed to Subdirección de Educación Continua, Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Av. Dr. Eduardo Aguirre Pequeño y Madero s/n, Col. Mitras Centro, C. P. 64460, Monterrey, Nuevo León, México. Phone numbers: (0181) 8346-1370, 8347-5867 8329-4193; fax: (0181) 8333-6687; email: medicinauniversitaria_articulos@msn.com.