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ENMANUEL MILINGO El obispo Milingo es oriundo de Mnukwa, un pueblo del Oriente de Zambia, fue analfabeto hasta los 12 años, y ahora protagoniza un nuevo escándalo que le ha costado la excomunión por haber ordenado a cuatro obispos. También parece abrir el temido escenario de un cisma. En 1995 Milingo se hizo famoso en Italia. Tanto la prensa como la televisión le dedicaron mucho espacio: con camisas de flores y una gorra de béisbol, acompañado por instrumentos musicales tradicionales de su país, presentó su disco Gubudu Gubudu (“El borrachín”), con canciones compuestas por él en lenguas cicewa y cinsenga e inspiradas en la cultura zulú. Ante el éxito, tres años después sacó un segundo disco, Milingo, simplemente, continuando sus batallas contra el “Maligno”. El Vaticano, tomado por sorpresa y angustiado como siempre por el escándalo, recluyó en un lugar secreto a Milingo, quien también era famoso en Roma por sus sincréticos exorcismos y exóticos actos de brujería, no bien vistos por el Papa Juan Pablo II. Acusado de haber perdido su equilibrio psíquico, monseñor Milingo fue llamado a Roma y sometido a un verdadero proceso en 2001. En su autobiografía, El curandero de almas, acusó a las autoridades religiosas romanas de haberlo literalmente “secuestrado” y obligado a vivir numerosas semanas como “en la cárcel”, en un monasterio. El primer escándalo de proporciones mediáticas del arzobispo africano llegó el 27 de mayo de 2001, cuando se casó, a los 71 años, con María Sung, una acupunturista coreana de 43 años, en una ceremonia colectiva presidida por el controvertido reverendo Moon, en un hotel de Nueva York. Milingo, que a los 39 años ya era arzobispo de Lusaka, Zambia, desplegó entonces toda su rebeldía: en una conferencia de prensa aseguró que no tenía miedo de ser excomulgado y descargó su malestar con la Iglesia. "Me humilló durante veinte años", dijo. El Vaticano amenazó con una excomunión si no dejaba a su mujer, no rompía con la secta Moon y no declaraba su fidelidad al celibato y su obediencia al Papa, y la rebeldía duró poco. Gracias a los buenos oficios del actual secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone -entonces secretario del cardenal Joseph Ratinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe-, y después de un período de penitencia, Milingo dejó a su esposa -que llegó a hacer una huelga de hambre para volver a ver a su esposo- y volvió al redil. Arrepentido y perdonado por Juan Pablo II, el arzobispo hizo un largo retiro espiritual en la Argentina, en una casa que el movimiento de los Focolares tiene en O Higgins, a 230 kilómetros de Buenos Aires. Más tarde, en una suerte de exilio y bajo el estricto control del Vaticano, se estableció en Zagarolo, en las afueras de Roma, donde volvió a oficiar multitudinarias misas. Hasta que, con el pasar del tiempo, y de algunos viajes a su Zambia natal, evidentemente volvió a replantearse su vida, y a cambiar de idea. En julio último, cuando ya en Washington fundó una asociación contraria al celibato sacerdotal, se autoproclamó "apóstol de los curas casados" y volvió a los brazos de su esposa coreana, muchos en el Vaticano dijeron "basta". Ayer, luego de que ordenara obispos a cuatro sacerdotes que se separaron de la Iglesia para fundar una rama autónoma, llegó finalmente la anunciada excomunión, considerada la pena más grave de la Iglesia. En otro libro escrito por el mismo arzobispo, titulado “El pez rescatado del pantano”, Milingo dijo también haber sido víctima de un complot de la secta Moon que tenía por objetivo abrir, gracias a él, un cisma en la Iglesia Católica en Africa. Cisma del que ahora vuelve a murmurarse en los pasillos de los Palacios Apostólicos cinco años después, precisamente. Ahora, el Vaticano y el nuevo Papa han perdido por completo la paciencia con las excentricidades de Milingo y lo han acusado de encontrarse en una condición de irregularidad y de progresiva y abierta ruptura con la comunión de la Iglesia. Por ello, el Vaticano anunció que ha dado curso a un proceso de excomunión (scomunica lataei sententiae) como prevé el Código de Derecho Canónico en su canon 1382. SOBRE LA ORDENACIÓN DE CUATRO SACERDOTES El Vaticano, además de temer como siempre al escándalo, le preocupa sobre todo la posibilidad de que Milingo decida ahora fundar otra Iglesia, lo que podría tener consecuencias imprevisibles. La ordenación de 4 obispos fue llevada a cabo por Milingo con conocimiento de causa. Es decir, consciente de que sería castigado con la excomunión por el Papa Ratzinger. De allí que se considere que Milingo está actuando con plena conciencia y con el objetivo de romper con Roma y de proceder en la dirección de la formación de un nuevo clero. En abierto desafío, Milingo ordenó a los siguientes sacerdotes: George Augustus Stallings de Washington; Peter Paul Brennan de Nueva York; Patrick Trujillo de Newark y Joseph Gouthro, de Las Vegas. ¿Este nuevo capítulo de la azarosa y polémica carrera eclesial de monseñor Milingo se puede considerar un incidente menor en la vida de la poderosa e influyente Iglesia Católica? Muy probablemente no. Milingo tiene un amplio consenso y numerosos seguidores en Africa, donde la violación a la regla del celibato es mayoritaria como se sabe en el mismo Vaticano. Además, la Iglesia africana ha desarrollado una especie de espiritualidad sincrética que no bien vista por el ortodoxo Papa alemán. Esta tendencia a romper con los esquemas y cánones de Roma no significa que no exista una jerarquía eclesiástica africana que ve con severo disgusto a Milingo. Por lo que es fácil prever un choque frontal entre ambas tendencias. Hay que subrayar que la decisión de Milingo de iniciar su movimiento eclesial desde Estados Unidos tiene motivaciones estratégicas de peso. Por un lado, la Iglesia estadounidense se ha visto afectada de forma muy severa por el escándalo de los sacerdotes pedófilos. Problema que ha sido explicado por una parte de la opinión pública por la prohibición impuesta por el Vaticano a los sacerdotes de llevar una vida sexual normal. Y de poder casarse. Por otro lado, en los Estados Unidos existen los recursos económicos de dónde echar mano para fundar una nueva Iglesia con otras estructuras cristianas o inclusive con el apoyo de Moon u otros. Considerando estos aspectos el desafío de Milingo podría resultar en un grave rompecabezas para el Vaticano, con gran potencial desestabilizador. Sobre todo porque ha golpeado a la estructura de la Iglesia Católica en un punto donde ésta, respecto a la cultura contemporánea es particularmente débil: es decir, en el respeto del celibato. Hay que recordar que hace justo un año durante el sínodo mundial celebrado en el Vaticano bajo la guía del Papa, se tocó con frecuencia el tema del celibato. Si bien, al final, se concluyó por insistir en mantener la tradición, es decir, cerrar la puerta a los matrimonios y persistir en la línea del celibato. A pesar de ello, fueron numerosas las voces que cuestionaron esa decisión y que pidieron profundizar en el problema que tantos dolores de cabeza está dando en los últimos años al Vaticano. SOBRE EL CELIBATO El celibato es una situación personal dentro de la sociedad. Viene del latín caelebs, caelibis, y su traducción correcta es no casado o no emparejado (esta última definición es más bien para los animales). Otra situación de la que se sospecha que viene la conocida palabra es del traje que usaban las célibes, el kolobh (kólobe) una especie de túnica corta y sin mangas. Y otra más viene de una mezcla de las palabras koith y leipw cuyo significado es kóite y léipo, en castellano "abandono del coito". También la que se piensa más correcta es la de opuesto al matrimonio. Lo más común es el término con el que se conoce por defecto, soltería. Pero eso no es indicativo de que exista abstención de relaciones sexuales, lo que si es cierto es a lo que se refiere: la ausencia de matrimonio solamente, expresamente la unión con toda la parafernalia para terminar teniendo todos los derechos de la procreación. El término no es exclusivo de una sociedad que esté a favor de una soltería como puede ser la religiosa. La tradición del celibato descriptivo de abstención de relaciones coitales viene de San Pablo. SOBRE LA EXCOMUNIÓN La excomunión es la expulsión, permanente o temporal, de una persona de una congregación religiosa; durante el período de la excomunión, el afectado no forma parte de la comunidad, de ahí el nombre de la sentencia, del latín ex communicatio[ne]. En los casos más severos, pierde la facultad de concurrir al culto normalmente, y de tomar parte en las ceremonias religiosas. Virtualmente todas las religiones tienen formas de excomunión para castigar a los infractores más graves del derecho canónico. En el catolicismo La excomunión es la pena impuesta por ley canónica por la que un católico es parcialmente excluido de la vida de la Iglesia. Por el bautismo, el cristiano es unido a Cristo y a su Iglesia, en la que, según el dogma, El vive y se comunica con sus creyentes. Para un cristiano en general, un católico en particular, no puede haber cosa peor que perder esa unidad. Catecismo de la Iglesia Católica (CIC #1463) Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos, y cuya absolución, por consiguiente, sólo puede ser concedida, según el derecho de la Iglesia, por el Papa, por el Obispo del lugar, o por sacerdotes autorizados por ellos. En caso de peligro de muerte, todo sacerdote, incluso privado de la facultad de oír confesiones, puede absolver de cualquier pecado y de toda excomunión. Más allá de la pérdida de la gracia, la excomunión implica una ruptura con los vínculos que unen al creyente a Cristo por medio de la Iglesia. La excomunión no pone a la persona fuera de la Iglesia, pero sí la separa de la participación de su comunión. Es posible también la autoexcomunión, cuando la persona rompe los vínculos de comunión con la Iglesia. Tipos de excomunión La excomunión automática (latae sententiae) "de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito". Se trata de delitos sumamente graves: apostasía, herejía o cisma. (Canon 1364); la violación directa del sacramento de la confesión por un sacerdote (Canon 1388); el procurar o participar en un aborto o la cooperación necesaria para que un aborto se lleve a cabo (CIC 2272; Ley Canónica 1398). En otros casos la excomunión ocurre por un proceso formal (ferendae sententiae) "La pena es generalmente ferendae sententiae, de manera que sólo obliga al reo desde que le ha sido impuesta" (Canon 1314), "Cuide el Ordinario (Obispo) de promover el procedimiento judicial o administrativo para imponer o declarar penas, sólo cuando haya visto que la corrección fraterna, la reprensión u otros medios de la solicitud pastoral no bastan para reparar el escándalo, restablecer la justicia y conseguir la enmienda del reo" (Canon 1341). La ley canónica advierte algunos factores que quitan imputabilidad - ignorancia de la ley, falta de libertad, etc. (Canon 1323). Otros factores pueden disminuir la culpa, como el uso imperfecto de la razón e ignorancia de la pena que implica la violación. (1324.3). Efectos de la excomunión El efecto mas notable de la excomunión es la exclusión de la recepción o administración de los sacramentos, incluso de la confesión, ya que no puede haber reconciliación de algunos pecados mientras no hay arrepentimiento de uno que sea mortal. (cf. Canon 1331.1.2) Sin embargo, con frecuencia personas que han incurrido excomunión automática continúan recibiendo los sacramentos sin arrepentirse. Éstos cometen un sacrilegio y quien les aconseja a continuar en el error los está encerrando en el pecado. Se les prohíbe además ejercer oficios o funciones eclesiásticas. Si la excomunión ha sido impuesta públicamente, todo atento de ejercer un oficio eclesiástico es inválido. En el Cristianismo La excomunión en las iglesias cristianas concierne sobre todo a la exclusión de la Eucaristía; la práctica se remonta al Concilio de Elvira, en el año 306, que recuperó la práctica apostólica de pronunciar anatemas contra aquellos que sostenían doctrinas contrarias a la ortodoxia.