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E.I. CAMPANILLA C/. Miguel de Cervantes, 106 28939 Arroyomolinos (Madrid) Tlfno.: 91 609 61 67 – eicampanilla@hotmail.es www.eicampanilla.es Aprendiendo a comer ¿Cómo enseñar buenos hábitos alimenticios a los niños? Las dificultades que tienen algunos padres a la hora de alimentar a los niños, es uno de los puntos que genera más ansiedad y más interrogantes. Estos problemas se pueden presentar incluso en la edad más temprana mientras el niño es aún lactante. Frecuentemente los padres nos preguntan al respecto y en ocasiones se asombran al darse cuenta de que en la mayoría de los casos los malos hábitos a la hora de comer, que se dan a diario en casa, aquí en el Centro no se presentan o se corrigen en poco tiempo. Es por esta razón que hemos decido publicar estas pautas de cómo enseñarles a comer, para ayudar a los padres a solucionar o llevar mejor estas situaciones. En primer lugar debemos resaltar que aquí, en la Escuela, los niños comen en grupo, y el estar rodeado de sus compañeros, siguiendo unas normas y una rutina establecida, ejerce una influencia positiva en los niños que facilita su aprendizaje. Sin embargo es de gran importancia que en casa se refuerce lo que practicamos en el centro, ya que la alimentación, como cualquier otro buen hábito, será aprendido con mayor éxito si trabajamos en equipo familia y educadores. La actitud de los padres es fundamental en la solución del rechazo de los alimentos. El momento de la papilla o del biberón ha de ser relajado y el bebé no ha de notar la tensión o las expectativas de que se lo acabe o no. Hay bebés más inapetentes que otros, que a menudo se duermen mientras chupan y otros que nunca se acaban las dosis marcadas por el pediatra. Hay que evitar obsesionarse con el peso. Lo más importante es que el niño vaya creciendo y se mantenga en su percentil de desarrollo. La mejor manera de enseñar a los niños a comer bien, es dar buen ejemplo, si los niños ven a los adultos comer frutas y verduras, les estamos enviando un mensaje correcto. No es necesario enfocarnos en que coma mucho, ya que el apetito de los niños no suele ser tan pronunciado todavía, es más importante hacer énfasis en lo sabroso y saludable que resultan los alimentos, y la gran variedad con la que contamos. Uno de los errores más frecuentes, es que a la hora en la que come el grupo familiar normalmente el niño no se encuentra, le suelen dar de comer antes, apartado de los adultos. Esto propicia que se sientan desplazados, fuera de la dinámica familiar, y que piensen que pueden elegir lo que quieren comer. Está comprobado que los niños que participan en la comida familiar, comen más alimentos saludables y tienen mejores hábitos alimenticios. Debemos enseñar a nuestros niños la forma de comer. La comida consta de un primer plato, un segundo y postre, asegurándonos siempre que todo el conjunto sea equilibrado. Alternando un plato fuerte con otro suave. Es muy importante el consumo habitual de frutas, y que los bocadillos sean preparados en casa prescindiendo de la bollería. El niño debe realizar un mínimo de cuatro comidas diarias, y es importante que se respeten en lo posible los horarios establecidos A continuación vamos a enumerar una serie de recomendaciones, tanto del tipo de alimentación como de la formación de un buen hábito, que ponemos en práctica en nuestro centro, y que sin duda serán de ayuda en casa. Realizando un trabajo en equipo, familia-centro educativo, obtendremos un mejor resultado en el cual los mayores beneficiados serán sin duda alguna los propios niños. 1. Durante los primeros meses de vida (0 a 6 meses o más…), la leche materna es el alimento ideal para el niño, ya que le aporta en cantidades suficientes todos los nutrientes necesarios, además de suponer una protección especial al pasarle las defensas de la madre que el niño aún no ha desarrollado por si mismo. 2. Los niños deben aprender buenos hábitos alimenticios desde el momento en que comienzan a incorporar a su dieta nuevos alimentos. 3. Durante la etapa escolar: Adapta su horario al de la comida familiar. Evita darle o negarle determinados alimentos como premio o castigo Acostúmbrale al agua como bebida, en lugar de zumos artificiales y refrescos Comer con moderación y variedad, un poco de cada cosa y no mucho de una sola Evita los “picoteos” entre horas, sobretodo si se trata de alimentos de gran cantidad de azucares y grasas Respetar las normas básicas y las rutinas establecidas, como lavarse las manos antes de comer, no hablar con la boca llena, no tirar la comida fuera del plato, utilizar los cubiertos, no jugar con la comida etc. Será necesario recordarle estas normas a los niños con frecuencia, pero no debemos enfadarnos o frustrarnos si los resultados no son los esperados, lo mejor para formar un buen hábito es el “refuerzo positivo” con lo cual si lo hace mal, se le corrige explicándole brevemente como se debe hacer, pero si lo hace bien debemos con mucho entusiasmo y alegría felicitarle por haberlo logrado con éxito, siempre es mejor demostrarle que se le presta más y mejor atención cuando lo hace bien que cuando lo hace mal. No debemos olvidar que la mejor enseñanza es el ejemplo, los hijos deben ver a sus padres comiendo juntos en la mesa, hablando tranquilamente y terminándose la comida del plato. Es recomendable que a partir de los 18 meses los niños coman alimentos sólidos en trocitos pequeños. Será inevitable que al principio use los dedos pero poco a poco aprenderá a usar los cubiertos, de igual forma al principio se le caerá la comida y se manchará pero eso no importa ya que es la única forma de que aprenda, si se lo damos nosotros no se mancharán pero tampoco podrán aprender. Recordemos que a partir del año los niños aprenden las cosas con una rapidez asombrosa, y es en esta fase que comienza la etapa del “yo solito”, con lo cual debemos fomentar su autonomía y aprovechar su iniciativa para lograr los objetivos. Casos especiales: Hay niños que comen mejor y otros que son muy quisquillosos con la comida. El verdadero problema sale a la luz cuando el niño se niega por completo a comer, independientemente de si le gusta o no lo que le hemos preparado o del tiempo que hace que lleva sin ingerir alimento. Algunas veces, los niños no comen tan bien como otras. Las madres se preocupan por la falta de apetito, pero si aprendemos a reconocer algunas de sus razones estaremos más capacitados para hacer frente a tales situaciones Cuando el niño está incubando algún resfriado o cualquier enfermedad, por lo general tiene poco apetito; en realidad, las escasas ganas de comer en un niño que habitualmente come bien es uno de los primeros síntomas de enfermedad. Si el pequeño está bien y aún así se rehúsa a comer sin ninguna razón evidente, el panorama cambia. Las causas de la falta de apetito suelen ser muy variadas; la falta de ejercicio físico, de juego activo, la falta de sueño y descanso, el hecho de que coma irregularmente entre horas, alguna emoción como un susto o una alarma o algún incidente, el simple deseo de llamar la atención. No pierdas la calma. Tienes que tener claro que cuando el niño tenga hambre, comerá. Sé paciente y piensa que no sirve de nada enfadarse, pues si pierdes los estribos la comida acabará sentándole mal y no habrás conseguido nada. No lo amenaces ni lo sobornes. Y lo más importante no le obligues a comer a la fuerza. Aspectos a tener en cuenta: No obligar a comer a un niño. Un adulto puede que se niegue a probar bocado por los dictados de la moda pero a un crío aún no le pesan las normas sociales. Por tanto no insistir en que el niño trague a toda costa ¿Cuánta cantidad de comida es necesaria? Cada uno necesita un aporte calórico distinto, razón por la que la alimentación no puede tomarse como una ciencia exacta. No debemos comparar ni medir a los niños como si sus requerimientos fueran estándar. ¿Seguro que no come nada? Para la mayoría de los padres no comer nada significa que su hijo no come todo lo que ellos creen que necesita. Los que de verdad no comen. Las enfermedades y los celos provocan un rechazo a la comida que suele ser transitorio y una vez solucionado el problema regresa el apetito. El regreso laboral de mamá origina en ciertos bebés una negativa a alimentarse si no lo hace su madre. Pueden no consumir nada en ocho horas y luego ponerse las botas cuando ella regresa. Un asunto de honor. Los padres, sobre todo las madres, suelen vivir la inapetencia como un agravio personal. Otras consideran un deber atiborrar a su hijo Culpabilidad. Frustración y un terrible sentimiento de no saber cumplir como lo hicieron con ella, fustiga a muchas madres para quienes la hora de la comida es un calvario. Coma en proporción a lo que da su hijo. Si el niño pesa 10kilos y le dan un plato repleto, pruebe usted a comer cinco o seis raciones. Lo más probable es que tampoco le apetezca. Horror a las verduras. En los casos de los niños que odian las verduras debemos enseñarles pero sin obligarles ya que el resultado sería peor. El pequeño estómago de los niños admite pequeñas cantidades. Las verduras contienen mucha fibra y escasas calorías, por lo que lo más importante es que las consuman pero no es necesario que sea en grandísimas cantidades. La papilla de frutas. Con las frutas viene a suceder lo mismo que con las verduras. Si el crío las rechaza pruebe a darle una manzana a mordiscos o una pera en trocitos. Respetar el sueño. Algunos padres enchufan a sus hijos el biberón mientras éstos duermen y después se quejan de que no comen cuando están despiertos. ¡Pero si ya se han alimentado! Chuches restringidas. Al margen de que el niño coma o no coma, los dulces y las famosas chuches deben comerse en contadas situaciones. Una ocasión especial, vale, pero no un hábito (no es un postre) La crisis del año. Justo a los 12 meses se frena la velocidad de crecimiento y por tanto no precisan la misma cantidad de alimento. A partir de los cinco años aumentarán el gasto energético y las necesidades por lo que probablemente aumente su apetito Ponerle en el plato sólo lo que suela tomar aunque sean tres cucharadas, si tiene hambre pedirá más. Acostumbrarse a comer de todo. Obligarle a comer un determinado alimento es la mejor forma de lograr que lo odie. Debemos ofrecerle e intentar hacerlo atractivo para ellos pero siempre tendiendo en cuenta que si no se le fuerza acabará probándolo Comer solo. Un niño se puede negar a comer porque quiere meterse él mismo el alimento en la boca y no se lo permiten. Aunque se estire la hora del almuerzo y ponga todo perdido es preferible concederles cierta independencia. Esperamos que estos “tips” puedan ser de ayuda para vosotros, recuerden que si trabajamos en equipo familia y centro educativo obtendremos mejores resultados. Para ampliar cualquier información o realizar cualquier consulta al respecto, no duden en preguntar a nuestras educadoras que como profesionales de educación infantil están en capacidad y en disposición de orientarles al respecto.