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Determinación del nivel de aplicación de los Sistemas de Seguridad Alimentaria en fábricas de chacinados del sector PyMEs Martí L.E., Sequeira G.J., Rosmini, M.R., Dalla Santina R., Bonazza J.C. (1) (1)Docentes del Departamento de Salud Pública Veterinaria – Facultad de Ciencias Veterinarias – Universidad Nacional del Litoral. emarti@fcv.unl.edu.ar 1. Resumen La Seguridad Alimentaria es el conjunto de acciones, realizadas a lo largo de la cadena alimentaria, y destinadas a garantizar a la población alimentos sanos, nutritivos e inocuos. Desde esa visión la problemática analizada en el presente estudio se relaciona con la inocuidad de los alimentos, en particular de los chacinados. La inocuidad es una característica que depende en gran medida de las condiciones de elaboración de los productos, especialmente del nivel de aplicación de sistemas de seguridad alimentaria. El área de estudio del presente trabajo correspondió a tres departamentos del centro de la provincia de Santa Fe, República Argentina. Se evaluaron las condiciones de elaboración de los chacinados del total de las fábricas del sector PyME existentes en el área, determinándose el nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria, tales como las BPF (Buenas Prácticas de Fabricación), los POES (Procedimientos Operativos Estandarizados de Sanitización), y el sistema HACCP (Análisis de Peligros y Control de Puntos Críticos). Del total de establecimientos relevados, ninguno tenia aplicados correctamente los sistemas de seguridad alimentaria estudiados. 2. Introducción La Seguridad Alimentaria es el conjunto de acciones destinadas a garantizar a la población alimentos sanos, nutritivos e inocuos. Desde esa visión la problemática analizada en el presente estudio se relaciona con la inocuidad de los alimentos. Esta característica, a su vez se relaciona, entre otros aspectos, con las condiciones de elaboración de los mismos, en particular con el nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria conocidos con las siglas BPF (Buenas Prácticas de Fabricación), POEs (Procedimientos Operativos Estandarizados de Sanitización) y HACCP (Análisis de Peligros y Control de Puntos Críticos). Es decir, la inocuidad de los alimentos es la resultante de un conjunto de factores que se relacionan, entre otros, con: la calidad de las materias primas, las características edilicias de las industrias elaboradoras, los equipos y utensilios utilizados en la elaboración, la operatividad aplicada, las características y condiciones del personal. Cuando algunos de estos aspectos fallan, pueden contaminarse originándose alteraciones en las características organolépticas de los alimentos (alteración del color, sabor, consistencia, olor, aspecto, etc.) o lo que es más grave aún, producir casos de Enfermedades Transmitidas por los Alimentos (ETAs) en quienes los consumen. Estas fallas pueden originarse por causas (peligros) físicas, químicas o biológicas, que pueden llegar al alimento en cualquiera de las etapas de la elaboración, desde la producción primaria de las materias primas hasta el consumo del producto final en el hogar. (Sequeira y col, 2000). Las enfermedades causadas por alimentos contaminados constituyen uno de los problemas de salud más comunes y son a su vez una importante causa en la reducción de la productividad económica. (Motarjemi y col, 1995). El problema no sólo se limita a los países en vías de desarrollo, pues es también considerable en los países industrializados. Estudios efectuados en algunos de ellos han estimado que cada año entre un 5 y 10 % de la población sufre de enfermedades alimentarias. A modo de ejemplo, la incidencia anual de enfermedades alimentarias en los Estados Unidos de Norteamérica, se estima en el orden de 6 a 80 millones de casos, siendo esta ultima cifra equivalente a un tercio de la población del país. (Motarjemi y col, 1995). En el caso de Argentina, anualmente se diagnostica un importante número de brotes de ETAs (año 1999: 27 brotes), siendo, en la mayoría de los casos, los agentes responsables: Salmonella spp, Triquinella spiralis, Eschierichia coli. Todos los años son notificados en Argentina, alrededor de 700.000 casos de diarreas. Esta situación agrava aún más el análisis de los brotes de ETAs, si se tiene en cuenta el dato de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que considera que entre un 30 y 70 % de los casos notificados como diarreas tienen al alimento contaminado como causa. En la provincia de Santa Fe también se diagnostica anualmente un importante número de brotes de ETAs (período 1996-1999: 76 brotes), siendo, en la mayoría de los casos, los agentes etiológicos responsables: Triquinella spiralis, Salmonella spp, Staphilococcus aureus. Los alimentos que con mayor frecuencia aparecen involucrado son chacinados, mayonesas, huevos, etc. Para prevenir la aparición de estas enfermedades, se han desarrollado, en los últimos años, sistemas de seguridad alimentaria tales como las BPF, los POEs y el HACCP, los que aplicados correctamente a lo largo de los diferentes eslabones de la cadena alimentaria, dan garantías de inocuidad en los alimentos. Estos sistemas exigen, antes de su aplicación, de la toma de conciencia y de un importante grado de capacitación por parte de todos los niveles de las empresas, desde los mas altos cargos gerenciales hasta los menos jerarquizados de sus operarios. Al igual que en los países desarrollados, la legislación alimentaria vigente en nuestro país ha incorporado algunos de estos sistemas a fin de prevenir las fallas y así dar garantías de inocuidad a los alimentos que se producen con destino a consumo humano. La Ley Nº 22375/81, conocida como Ley Federal Sanitaria de Carnes, a través de su normativa reglamentaria (Reglamento de Inspección de Productos, Subproductos y Derivados de origen Animal), establece la obligatoriedad de la aplicación, como Sistemas de Seguridad Alimentaria de las BPF y los POEs, en los establecimientos elaboradores de productos, subproductos y derivados de origen animal. A pesar de la vigencia de esta exigencia desde comienzos de la década del 90, no se ha logrado aún la aplicación de los mismos en todas las industrias alimentarias en Argentina, particularmente en el sector PyMEs. Sólamente algunos sectores dentro de los exportadores han logrado su aplicación, lo cual ha respondido más a las exigencias de los países importadores que a un real convencimiento de los industriales. Es posible determinar, a través de la observación directa, que todavía es una asignatura pendiente en la gran mayoría de los establecimientos elaboradores que abastecen el mercado interno argentino. Existen diversos factores de tipo socio-educativos y económicos que inciden directa o indirectamente en la aplicación de estos sistemas, en particular en el sector de las PyMEs agroalimentarias. Entre las dificultades que experimenta este sector en nuestro país, se pueden mencionar: escasas posibilidades de capacitación del personal, poca o ninguna participación de profesionales en los procesos productivos, limitaciones económicas para contratar dicho personal, inversiones en tecnologías dudosamente adaptadas a sus necesidades y, por lo general, sin estudios previos que justifiquen su incorporación, ausencias de programas de gestión de calidad, servicio de control de calidad inadecuado o inexistente y escasa relación con los centros oficiales de ciencia y tecnología. De esta situación no escapan los establecimientos elaboradores de chacinados correspondientes al sector PyMEs. Estos poseen características intrínsecas muy particulares, que surgen como resultado de su origen y evolución a lo largo de los años, lo que motivó en gran medida la realización del presente estudio en el sector de PyMEs, y en particular en el rubro fábricas de chacinados. Se desconoce el grado de incidencia que algunos factores socio-educativos del empresario de este sector y rubro, tienen en el nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria alcanzado en sus empresas. De todas formas se presume que el grado de escolaridad y de capacitación del empresario PyME, como así también los niveles de producción, el número de personal y el grado de organización de esas empresas, inciden en el nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria. 3. Materiales y métodos Las actividades se desarrollaron tomando como modalidad de trabajo el Diseño Exploratorio de Investigación, realizándose básicamente un Diagnostico de Situación del grupo de PyMEs alimentarlas seleccionadas. La información necesaria para el diagnostico, se obtuvo a través del Método de Observación Directa, lo que permitió evaluar, a través de los datos observados, el grado de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria. 3.1. Área y población de estudio Para la selección del área de estudio se tuvo en cuenta, fundamentalmente, la importancia económica de la industria elaboradora de chacinados. Para ello se evaluaron aspectos tales como: la provisión de cerdos terminados con destino a faena, la existencia de establecimientos faenadores de porcinos, la existencia de fábricas de chacinados y el volumen de producción de estos productos. El área de estudio seleccionada correspondió a los departamento La Capital, Las Colonias y Castellanos de la provincia de Santa Fe, República Argentina, y posee una superficie de 16.094 Km2 (aproximadamente el 13 % del total provincial). La población teórica la constituyeron las PyMEs alimentarias enmarcadas dentro rubro fábrica de chacinados, de la Provincia de Santa Fe, Republica Argentina. del La población objetivo correspondió a las PyMEs del rubro fábrica de chacinados, de los tres departamentos seleccionados (La Capital, Las Colonias y Castellanos) de la provincia de Santa Fe. Para categorizar las empresas dentro del sector PyMEs, se utilizó el número de personal ocupado, considerando para el sector industrial un tope máximo de 200 empleados, el cual corresponde al límite superior fijado por las Resoluciones Nº 408/89, 208/93 y 52/94 del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos (MEyOySP, 1989; y MEyOySP, 1993). Para la determinación del conjunto de empresas a estudiar se utilizó, del último Censo Nacional Económico (CEN, 1994), el padrón de locales industriales de la rama “Elaboración de productos alimenticios y bebidas“ (Rama Nº 15), correspondientes a la provincia de Santa Fe. De este padrón se abordó el sector secundario, específicamente el correspondiente a las Industrias Manufactureras, del cual se seleccionó el código CIIU Nº 15.113 (Clasificación Industrial Internacional Uniforme – ONU, Rev. 3, 1988) que corresponde al rubro Elaboración de Fiambres y Embutidos (fábrica de chacinados) (IPEC, 1996). De ese rubro se seleccionaron las empresas con menos de 200 empleados, que son las que se ubican en las categorías 1 a 6 de la escala definida en el padrón del censo de referencia. Posteriormente se seleccionaron los establecimientos ubicados dentro del ámbito geográfico de análisis, de los cuales se mantiene la identidad preservada, totalizando 21 empresas. Este conjunto de PyMEs del rubro Fábrica de Chacinados, ubicadas dentro del ámbito geográfico de análisis, conformó la Unidad de Análisis, la cual correspondió a la totalidad del Universo Poblacional, por lo que el trabajo constituyó un censo de población. 3.2. Métodos de medición Se trabajó con la observación directa para la evaluación del nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria alcanzado en las empresas. Se utilizó una Planilla de Evaluación ad-hoc, para el volcado de la información obtenida. Las actividades de observación en los establecimientos se efectuaron acompañados por el personal de las empresas encargado del área de producción. Las actividades fueron realizadas entre los meses de noviembre de 2000 y agosto de 2001. 3.3. Variable estudiada El Nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria se refiere al nivel aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria tales como BPF, POEs y/o HACCP, alcanzado en los establecimientos elaboradores de chacinados. Para evaluar esto se tomaron en cuenta dos componentes: a) la situación de los establecimientos, referida a: instalaciones, equipos y utensilios, y personal.; y b) la existencia de manuales, registros, documentaciones y archivos de BPF, POEs y/o HACCP, asignándose puntos a cada ítem analizado, lográndose un puntaje final que determinó el nivel de aplicación logrado. Para esto se consideró: A. Situación de los establecimientos: • Instalaciones: se evaluaron en este ítem los materiales de construcción utilizados, el tipo de terminación de las superficies (paredes, pisos, cielorraso y aberturas), el grado de mantenimiento y la sectorización de las instalaciones. Se le asignaron puntos a cada uno de esos aspectos, según el grado de cumplimiento de las exigencias de la legislación alimentaria vigente, utilizándose para ello la siguiente escala: NA (no aceptable): 0 punto; M (marginal): 1 punto y A (aceptable): 2 puntos. Se obtuvo por sumatoria de los cuatro aspectos, el sub-total correspondiente, con valores que van de 0 a 8 puntos. • Equipos y utensilios: se evaluaron en este ítem los materiales de construcción, la antigüedad y el mantenimiento de equipos y utensilios. Se le asignó puntos a cada uno de esos aspectos, según el grado de cumplimiento de las exigencias de la legislación alimentaria vigente, utilizándose la misma escala vista en el punto anterior. Para el caso de la antigüedad de los equipos y utensilios se utilizó la siguiente escala: NA (no aceptable) (con mas de 20 años): 0 punto; M (marginal) (entre 11 y 20 años): 1 punto; y A (aceptable) (entre 1 y 10 años): 2 puntos. Se obtuvo por sumatoria de los tres aspectos, el sub-total correspondiente, con valores que iban de 0 a 6 puntos. • Personal: se evaluó en este ítem la existencia de la indumentaria o ropa de trabajo reglamentaria, la higiene personal y las conductas personales. Se le asignó puntos a cada uno de esos aspectos, según el grado de cumplimiento de lo exigido en la legislación alimentaria vigente. Se utilizó para ello la escala ya descripta. Se obtuvo por sumatoria de los tres aspectos, el sub-total correspondiente, con valores que iban de 0 a 6 puntos. La sumatoria de los sub-totales de cada uno de los tres ítem analizados para el componente: A. Situación de los Establecimientos, dio valores que oscilaron entre 0 y 20 puntos, los que fueron utilizados en la determinación del nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria de cada una de las empresas. B. Existencia de Manuales y documentación: • BPF: se evaluó la existencia del manual de BPF, de los registros, documentación y archivos generados por su aplicación, obteniéndose como resultado la siguiente escala de valores: NP ( no posee): 0 puntos y P (posee): 5 puntos. • POEs: se evaluó la existencia del manual de POEs, de los registros, documentación y archivos generados por su aplicación, obteniéndose como resultado la misma escala de valores del punto anterior. • HACCP: se evaluó la existencia del manual de HACCP, de los registros, documentación y archivos generados por su aplicación, obteniéndose como resultado la misma escala de valores de los puntos anteriores. Las sumatoria de los subtotales dio los siguientes valores: 5, 10 y 15 puntos, correspondiendo a la existencia de los manuales y documentación de 1, 2 y 3 sistemas de seguridad alimentaria aplicados, respectivamente. En base a los dos componentes evaluados (Situación de los Establecimientos y Existencia de Manuales y documentación de los sistemas de seguridad alimentaria), se construyó una tabla que expresa los diferentes niveles de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria alcanzados por las empresas, que resultaron de la sumatoria de los puntajes obtenidos en el relevamiento. Esta tabla permitió la obtención de cinco niveles de aplicación de sistemas de seguridad alimentaria alcanzados en los establecimientos, correspondiendo el nivel mínimo de aplicación al A, y el máximo al E. Los intervalos de los diferentes niveles surgieron, por un lado de los puntajes obtenidos a partir de la sumatoria de los sub-totales del componente A. Situación de los Establecimientos, con un máximo de 20 puntos; y por otro lado se sumaron los puntos que correspondían al componente B. Existencia de Manuales y documentación, de los sistemas de seguridad alimentaria, surgiendo así finalmente la tabla Nº 1: Tabla Nº 1: Determinación de los Niveles de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria alcanzados por las empresas Nivel A. Situación del B. Existencia establecimiento lograd de Puntaje Manuales Puntaje logrado BPF POEs HACCP Final A 0 – 10 0 0 0 0 – 15 B 11 – 20 0 0 0 16 – 20 C 20 5 0 0 21 – 25 D 20 5 5 0 26 – 30 E 20 5 5 5 31 – 35 o 4. Resultados Del total de establecimientos relevados ninguno tenía aplicados correctamente los sistemas de seguridad alimentaria estudiados (BPF, POEs o HACCP), ubicándose, de acuerdo al puntaje obtenido, dentro de los niveles A y B. La Tabla Nº 2 muestra la distribución de los establecimientos, según los niveles de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria alcanzados: Tabla Nº 2: Distribución de los establecimientos según el nivel alcanzado Nivel Establecimientos logrado Número Porcentaje A 9 52,94 % B 8 47,06 % C 0 0,00 % D 0 0,00 % E 0 0,00 % 17 100,00 % Total En relación al puntaje obtenido para la determinación del nivel de aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria en los establecimientos, los valores extremos fueron 7 y 19, la media fue 11,58, la mediana y la moda fueron de 10. Se describen seguidamente y con mayor detalle, las deficiencias detectadas, las que evidencian con más precisión la situación en los establecimientos relevados. A. De las Instalaciones: a) Materiales de construcción: en un 88,24 % de los casos los materiales de construcción utilizados eran los adecuados, y en el 23,53 % restante los mismos no se ajustaban a lo dispuesto por las normativas sanitarias, predominando, entre otros casos, la madera y las chapas metálicas. b) Terminación de superficies: solo en un 23,53 % de los casos las terminaciones eran adecuadas, mientras que en el 76,47 % restante no lo eran, detectándose además el uso de materiales no sanitarios en las terminaciones de paredes, pisos, cielorraso y aberturas, con predominio de: revoques inapropiados, uso de madera, pintura a la cal, contrapiso sin piso sanitario, entre otros. c) Mantenimiento: las deficiencias detectadas en el mantenimiento fueron muy altas, registrándose esto en un 94,11 % de los casos, mientras que solo el 5,89 % de los establecimientos se observo un adecuado mantenimiento de las instalaciones. En las deficiencias predominaron: rajaduras, roturas, manchas, falta de pintura, presencia de óxido, etc, en paredes, piso, cielorraso y aberturas. d) Sectorización: solo en un 11,76 % de los casos la sectorización era correcta, y en el 88,24 % restante no lo era, detectándose la falta de algunos sectores y/o una inadecuada distribución de los mismos, originándose muchos cruces incompatibles. B. De los Equipos y Utensilios: a) Materiales de construcción: en el 47,06 % de los casos los materiales de construcción eran los adecuados, mientras que en el 52,94 % restante no lo eran, predominando: hierro dulce, madera, aluminio, y otros materiales no aprobados por la normativa sanitaria vigente. b) Antigüedad: en el 47,06 % de los casos se trataba de equipos y utensilios relativamente nuevos (menos de 10 años), no habiéndose detectado deficiencias a causa de ello. En el 52,94 % restante de los casos la antigüedad de los mismos deterioró el estado de los mismos, lo cual responde en gran medida, al tipo de materiales usado en su construcción. c) Mantenimiento: solo en el 5,88 % de los casos el mantenimiento era adecuado, mientras que en el 94,11 % restante no lo era, observándose: rajaduras, roturas, desprendimientos parciales de materiales, óxido, falta de pintura, etc. C. Del Personal: a) Indumentaria: en el 41,17 % de los casos el personal portaba la indumentaria exigida por la normativa sanitaria, mientras que en el 58,83 % restante era incompleta o no la portaba, predominando: falta de caso o cofia, falta de pantalón sanitario, calzado inapropiado, casaca o camisa no sanitaria, etc. b) Higiene Personal: solo el 11,76 % de los operarios observados evidenciaba una adecuada higiene personal, mientras que en el 88,24 % restante de los casos la misma era insuficiente. c) Conductas Personales: en el 100 % de los casos se detectaron conductas personales inapropiadas, predominando: rascado de cabeza, rascado de nariz, consumo de alimentos, de bebidas y de cigarrillos durante el trabajo, etc. 5. Discusión y conclusiones Los bajos niveles alcanzados por los establecimientos relevados, (puntajes inferiores a 20), ponen en evidencia las deficiencias detectadas en las condiciones de los mismos, en especial en lo que respecta a instalaciones, equipos, utensilios y personal. En la mayoría de los casos predominó una inadecuada terminación en instalaciones y equipos, y serias deficiencias en el mantenimiento de los mismos. Estas deficiencias dificultan seriamente tanto la limpieza como la desinfección de los mismos, pudiendo dar origen a la contaminación de los productos por causas físicas o biológicas. Las deficiencias percibidas a nivel de la sectorización de las instalaciones son serias, observándose en muchos casos la realización en forma simultanea de actividades incompatibles entre si dentro de un mismo ambiente o sector. También se pudo observar la circulación inapropiada de materias primas y/o productos, y/o equipos, etc; determinados tanto por falta de sectores como por una distribución inadecuada de los mismos. Estas situaciones descriptas ponen en riesgo la inocuidad de los alimentos. Las mismas probablemente tengan orígenes diversos, mencionándose seguidamente algunos de los que se consideran pueden ser los mas importantes y frecuentes: • Falta total de controles por parte de los organismos oficiales encargados de esa función, con lo cual los empresarios no se preocupan de temas como la seguridad alimentaria. • Deficiencia en los controles de los organismos oficiales responsables de esa tarea. • Deficiencias de los organismos oficiales en la etapa de aprobación de establecimientos. • Falta de capacitación y/o desactualización de los inspectores de organismos oficiales de control. • Incumplimiento por parte de los empresarios de los cronogramas de obras que se pautan con los organismos oficiales de control. • Falta de planificación y/o asesoramiento en las empresas al momento de definir ampliaciones en sus establecimientos • Realización de ampliaciones que no son declaradas ante los organismos oficiales • Desconocimiento por parte de los empresarios de los aspectos higiénicosanitarios básicos, que deben ser tenidos en cuenta cuando van a realizar ampliaciones de las instalaciones, modificar procesos y/o circuitos de producción o procesos, etc. • Falta de políticas de calidad y de aplicación de sistemas de autocontrol y aditorías. • Falta de financiamiento accesible para las inversiones necesarias en instalaciones, equipos, utensilios, mantenimiento, capacitación, etc. En estas causas se ven involucrados tanto el sector privado (productores, empresarios y comerciantes) como el sector oficial (funcionarios, inspectores, administrativos, etc.). Las mismas probablemente respondan tanto a errores por desconocimiento u omisión, como por falta de actualización o desidia, pudiendo haber incluso hasta situaciones irregulares, e incluso sospechas de ilegales. Los bajos niveles de aplicación de los sistemas seguridad alimentaria alcanzados en los establecimientos entrevistados, muestran una situación de riesgo importante para la salud de la población. Se puede presuponer que estos son temas que, por diversos motivos, algunos de los cuales ya se han resaltado, no forman parte de las prioridades actuales de los empresarios del sector. Seguramente que el bajo grado de conocimientos que sobre los temas de seguridad alimentaria demostraron los empresarios entrevistados, así como la escasa capacitación que los mismos lograron sobre estos aspectos, han contribuido a consolidar esa situación en los establecimientos. Por otra parte las condiciones observadas en el personal de las empresas, pone también en evidencia problemas básicos en la conducción de las empresas. Esto se ve agravado fundamentalmente por el rol que cumple la mayoría de los empleados como manipuladores de alimentos. Las deficiencias detectadas en ellos, tanto a nivel de la indumentaria como de la higiene y conductas personales, seguramente responden en gran medida a la subestimación que los empresarios tienen del rol que estos operarios cumplen en las empresas, tras lo cual aparecen la falta de capacitación, la ausencia de una política de estimulo, etc. como resultado de ello. Muy pocos establecimientos ubicados en el Nivel B, lograron puntajes mas cercanos a 20. Esto indicaría que estarían en mejores condiciones para iniciar paulatinamente, con pocas modificaciones y menores inversiones, la correcta aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria, que por otra parte la legislación nacional exige. Lo descrito demuestra la necesidad de comenzar, en la mayor cantidad posible de establecimientos, una etapa de importantes modificaciones e inversiones, para que estos puedan iniciar rápidamente la aplicación de los sistemas de seguridad alimentaria. Bibliografía: 1. ALVAREZ PADILLA, A y ALVAREZ TELEÑA, S. (2000). Análisis económico de la seguridad alimentaria. Informe general. Universidad de Oviedo. España. 2. ANTLE, J (1998). “ Economic análisis of Food Safety “. Research Discussion Paper. 20. Trade Research Center. Montana Stade University. 3. BARREIRA DELFINO, E. (2001) “ Que es una PyME “. Leopyme. ABAPPRA. Buenos Aires. Argentina. 15 (2) p. 3-4. 4. BRYAN, F. Evaluación por análisis de peligros en puntos críticos de control. Ginebra: OMS. 1992:8. 5. CABALLERO TORRES, A y LEGOMIN FERNÁNDEZ, M (1998). Causas mas frecuentes de problemas sanitarios en alimentos. Cubana de Alimentación y Nutrición. La Habana, Cuba. 12 (1) p. 20-30. 6. CASTRO, J. (1998). 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