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PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» [intervención en panel de experiencias colectivas] Fòrum 'Xtme i món d'avui' ------------ (marzo de 2000) dimensión política del voluntariado –quique falcón– M e encantaría comenzar esta intervención sobre voluntariado (y sobre dimensiones políticas del voluntariado) con la lectura de un poema de Bertolt Brecht. Creo que es bueno empezar a hablar del voluntariado social precisamente sospechando de él y una buena dosis de sospecha –y también de profunda interpelación– es la que Brecht nos lanza desde este poema. Lo tituló la «Canción del parche y el abrigo» y dice: Cada vez que nuestro abrigo está raído vienen ustedes corriendo y nos dicen: "¡No es posible que sigan así! ¡Hay que ayudarles, y por todos los medios!" Y llenos de ira se dirigen a los dueños mientras nosotros, congelándonos, esperamos. Y ustedes regresan triunfantes; nos muestran lo que acaban de conquistar para nosotros: un pequeño parche. Bien, ése es el parche. ¿Pero dónde está el abrigo? Cada vez que gritamos por hambre vienen ustedes corriendo y nos dicen: "¡No es posible que sigan así! ¡Hay que ayudarles, y por todos los medios!" Y llenos de ira se dirigen a los dueños mientras nosotros, congelándonos, esperamos. Y ustedes regresan triunfantes; nos muestran lo que acaban de conquistar para nosotros: alguna migaja. Bien, ésa es la migaja. ¿Pero dónde está el pan? Necesitamos no sólo el parche sino también el abrigo. Necesitamos no sólo la migaja sino también todo el pan. Necesitamos no sólo el puesto de trabajo, sino toda la fábrica y el carbón y el mineral y el poder del Estado. Bien, eso es lo que necesitamos. ¿Pero qué nos ofrecen ustedes? Dimensión política del voluntariado pág. 1 PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» Durísimo. Ustedes –nosotros– solemos a veces ofrecer voluntariado. Hace apenas 3 años, Francis Fukuyama publicó un libro titulado Confianza: las virtudes sociales y la creación de prosperidad. Creo que siempre es bueno conocer al enemigo. A Fukuyama ya lo conocéis: antiguo analista asesor para el Departamento de Estado del Gobierno de EEUU y uno de los más importantes intelectuales orgánicos del llamado Pensamiento Postmoderno, es uno de los autores de la tesis de que –en el Nuevo Orden Mundial– las ideologías ya no cuentan, han muerto las utopías prometidas y la Historia ya ha acabado. Pues bien, en el libro que os comento, Fukuyama da un paso más: según él, la sociedad civil –cuando actúa– crea un «capital social» en forma de recursos humanos, de ahorro para las administraciones, de servicios de ayuda voluntaria, de redes de organización y relación más o menos espontáneas, de asociacionismo y de iniciativas basadas en la cooperación y en la confianza. Este capital social, nos dice Fukuyama, es “útil” para la consolidación económica del capitalismo, ya que incrementa la productividad y suaviza las fricciones que genera la gran máquina del Capital. Para desarrollar este capital social, la sociedad civil (es decir, iniciativas libres que ni son estatales ni son mercantiles) articula organizaciones y estructuras intermedias e intermediarias donde parecen caber muchas cosas: grupos vecinales, organizaciones de consumidores, clubes deportivos, asociaciones de rotarios, delegaciones de la Cruz Roja, amigos de las más increibles aficiones, etc. Y –además– todo lo que podríamos entender como “voluntariado social de marginación”. Aquí es donde Fukuyama y su tesis nos tocan de lleno. ————————————— La acusación es fuerte, y a nosotros –situados desde el otro lado– no deja de interpelarnos duramente: el voluntariado cumple (según esto) una función sistémica en las sociedades capitalistas avanzadas: suaviza las fricciones que el sistema genera injustamente y ayuda eficazmente a la consolidación económica del mismo. Cuando preparé para la colección de 'Cristianisme i Justícia' aquel cuaderno sobre Dimensiones políticas del voluntariado (que –en el fondo– es por lo que me han traído aquí), no tenía más intención que mostrar la posibilidad de un debate sobre cuál está siendo realmente el papel que jugamos los voluntariados sociales en este mundo del que formamos parte y del que somos profundamente responsables, es decir, si nuestra presencia en los ámbitos de la exclusión social no viene más que a acallar conciencias, lamer heridas, tapar agujeros, hacer la cama al sistema y (si puede ser de paso) ser considerados –nosotros, los voluntarios– buenos chicos que puedan presumir de solidaridad. La otra obsesión que me llevó a escribir aquello también la sigo manteniendo hoy: la necesidad de articular, desde el voluntariado y otros movimientos sociales, una manera conflictiva y crítica de actuación, políticamente cargada, en la que pudiéramos confluir creyentes y no-creyentes. El librito, escrito (lo confieso) durante unos Ejercicios Espirituales Ignacianos que pasé con gente de mi Comunidad, excluye de hecho cualquier referencia al Resucitado (aunque a mí me laten al leer aquellas límeas) y a la opción por los pobres a la que se llama a nuestra Iglesia. El librito, de hecho, fue publicado tanto en una colección cristiana como 'Cristianisme i Justícia', al mismo tiempo que lo hacía en algunas revistas de colectivos de izquierda. Lo poco que por entonces quería comunicar es básicamente lo siguiente: en medio de un impresionante despertar del voluntariado y de las organizaciones sociales voluntarias (ya sabéis: el famoso «boom»), resulta hoy imposible hablar del voluntariado como una única realidad homogénea y sin fisuras. Casi me inclino a pensar en la necesidad de que hablemos de "los voluntariados", así, en plural, porque en la arena pública y en el quehacer cotidiano de las entidades sociales, se están encarnando –en la práctica– diferentes modelos de voluntariado social, los cuales –a menudo– parecen hasta contradictorios y excluyentes entre sí. Dimensión política del voluntariado pág. 2 PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» El voluntariado puede –de hecho– estar siendo parcelación de la vida, justificación de lo injustificable, paracaidismo social, puede hacer daño a quienes ya reconocen pisoteada su dignidad, excusa y lavaconciencias de niños ricos, tapaagujeros del sistema, mera ambulancia de la historia, acción irresponsable, asistencialismo paternalista y bobo, y compensación y huída de frustraciones personales... Al mismo tiempo, hasta el Estado –por un lado– y el Mercado –por otro– parecen tener una idea más o menos clara de qué hacer con el voluntariado, instrumentalizándolo, neutralizando sus potenciales cargas de denuncia, mercantilizándolo, normalizándolo y hasta legislándolo, por no hablar de la tendencia a incorporar la solidaridad misma como valor rentable e intercambiable a añadir a la plusvalía de los productos de consumo puestos en circulación a lo largo y ancho del mercado. Y por otra parte, paradójicamente, resulta que hay otro voluntariado que parece querer transformar, denunciar, resistir, desobedecer, presionar, emancipar y reivindicar. ...Haciéndolo –además– en un tiempo igualmente paradójico en el que la transformación de estructuras, la denuncia social, la resistencia activa, la desobediencia civil, los proyectos de emancipación y las reivindicaciones comprometidas parecen estar fuera de tiempo. Basta con echar una ojeada a algunas entidades implicadas en el mundo de la exclusión social para darnos cuenta de la insistencia (no tan última) de que el voluntariado está llamado a ir "transformando las estructuras y las causas que producen la marginación social", más allá de las meras tareas de asistencia, cuidado y promoción directa de los excluidos. Basta igualmente prestar un poco de atención a algunos de los debates actuales entre organizaciones de voluntariado para darnos también cuenta de las veces en que se va planteando sobre la mesa la cuestión de "profundizar en la dimensión política del voluntariado social" y en la necesidad de ensayar posibilidades, compartir estrategias y buscar conjuntamente medios encaminados en dicha dirección. Creo que en este camino estos voluntariados no están solos. Ni deberían estarlo. Detrás de ellos, y junto con ellos, existe una larga tradición de lucha, resistencia y denuncia llevada a cabo por otros movimientos sociales, eclesiales, políticos y sindicales. En el cuadernillo insistí mucho en esta idea: la necesidad de que este tipo de voluntariado actuara desde las redes tejidas por los Nuevos Movimientos Sociales, actuando con ellos y contando –también y al mismo tiempo– con la situación de crisis de algunos de ellos. ————————————— Supongo que mañana Imanol Zubero (que, por cierto, ha escrito mucho, y bueno, sobre estos temas de voluntariado) hará mención a una de las tesis más cruciales de su manera de pensar, y que desde aquí comparto. Imanol suele repetir mucho que "en la actualidad no existe posibilidad alguna de poner en marcha una práctica emancipatoria significativa si no es sobre la base de una previa tarea de transformación cultural". (Merece la pena repetirlo: "en la actualidad no existe posibilidad alguna de poner en marcha una práctica emancipatoria significativa si no es sobre la base de una previa tarea de transformación cultural"). Pues bien, estoy de verdad convencido que, para esta tarea de combate cultural, las aportaciones que puede hacer determinado tipo de voluntariado social son determinantes. Me gustaría detenerme en estas aportaciones de sentido. Las otras que desarrollé en el cuaderno, de carácter más estrictamente político, las podéis encontrar en él. Ahora sólo las enumero como de pasada: hacían referencia a la articulación del voluntariado de marginación entre el paradigma político de los Nuevos Movimientos Sociales; a la narración pública de lo invisible y de lo residualmente inútil; a la recreación de frentes comunes entre las organizaciones de voluntariado; a la restitución del protagonismo de la voz del otro, del excluido (y sin caer en la presunción de aquello de "ser voz de los sin voz"); al desarrollo de la interlocución institucional de las entidades Dimensión política del voluntariado pág. 3 PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» sociales de voluntariado; a las estrategias de intervención política de las mismas; a la necesidad de mantener un cierto grado de rigor teórico en nuestro discurso; a la incisión sobre el desarrollo del tejido comunitario del entorno local; a las posibles posturas públicas de estas entidades ante las realidades de legislación impuestas por el Estado (y cuidado con esto, que se nos viene ahora una probable ley sobre Servicio Civil Voluntario, en línea con toda la legislación restante que convierte el proyecto del "Estado del Bienestar" en realidad de "Estado Mínimo"). En fin: muchas cosas para comentarlas ahora. Por tanto: si, en nuestras sociedades de control y exclusión, es cierta –como señala Zubero– la necesidad de una tarea previa (pre-política) de transformación cultural, en este camino (en el que –inisisto– no estamos solos) el voluntariado que trabaja significativamente con los rostros de la exclusión tiene algo que aportar. En concreto, me gustaría comentaros 2 posibles aportaciones: (1ª) el voluntariado abre e interpela procesos personales (rompiendo complicidades); y (2ª) el voluntariado hace visible una cultura de la subversión. ————————————— Pero antes de todo, me gustaría poner sobre la mesa una advertencia, que me gustaría fuera el marco del que no se pudieran olvidar luego las 2 reflexiones que después compartiré con vosotros. Es éste: El sentido que hace legítimo repensar y ensayar cualquier dimensión del voluntariado que quiera formularse en términos políticos, el sentido de esto –primero y último–, el lugar que pisan los pobres, es terreno sagrado en el que el voluntariado social ha de llamar primero y entrar con los pies descalzos después. Me explico: los territorios y los rostros de la exclusión son prioritarios en la cultura de la acción social voluntaria. Por ello, el voluntariado social ha de reconocerse al servicio del otro y no de sí mismo, ni siquiera cuando de modo exigente quiera plantearse sus propios retos y posibilidades. Seguramente deberíamos poner más cuidado en el momento de reclamar para el voluntariado el intento de trazar sus repercusiones políticas, pues muy a menudo podemos estar tomando la palabra de los pobres en vano y olvidar que ellos –y no otros– son el centro (ni siquiera el objeto "destinatario", como desgraciadamente a menudo se les nombra) de voluntarios, voluntarias, entidades de voluntariado y acciones sociales voluntarias. Por la experiencia misma que a lo largo de años compañeros y compañeras de Claver y de otros colectivos han ido compartiendo, y ante la realidad de una dignidad de hombre que sistemáticamente va siendo pisoteada, algo de silencio y de ojos bajos ha de pedirse también a los agentes de la solidaridad (y también a reflexiones como ésta), porque en ese preciso momento sólo se pronuncian –significativamente– el silencio que acompaña o la rabia que protesta. (1ª aportación pre-política) abrir e interpelar procesos personales (rompiendo complicidades) El voluntariado social de marginación no suele contentarse con ser un viaje de ida desde las motivaciones y disponibilidades de la persona hacia la realidad del otro y de la exclusión social. El viaje suele serlo también de vuelta. Un compañero de viaje en el Voluntariado de Marginación Claver, Darío Mollà, ha sabido describir este proceso –"peligroso", vital– que casi llega a golpear en las opciones personales de quien lo inicia: con lo que al principio podrían ser unos tiempos de dedicación voluntaria en los espacios sociales y entre los rostros con historia de la marginación, queremos abrir las ventanas de nuestras habitaciones individuales –de Dimensión política del voluntariado pág. 4 PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» nuestro mundo, en definitiva– a la realidad de afuera, la verdadera, la mayoritaria, la de la exclusión y la de lo precario. Creíamos que –una vez abiertas las ventanas– entraría sólo aire fresco a nuestras habitaciones, a nuestras convicciones sociales, a nuestras seguiridades religiosas y a la comodidad de nuestros estilos y modos de vida concretos. Pero lo que llega a entrarnos va a ser, más bien, un vendaval: como sugiere Darío, un demoledor vendaval que descoloca las cosas de su sitio. La experiencia de la gratuidad (la experiencia subversiva de la gratuidad) y de la mirada presente en las barriadas y en las narraciones concretas de la marginación social –el encuentro con los derrotados pero todavía no vencidos– nos devuelve (y por esto el viaje de todo voluntario se hace viaje de vuelta) un vendaval que altera nuestras controladas seguridades personales. Y las descompone de tal modo que ya no todo vuelve a ser igual: la presencia interpeladora de la pobreza puede plantear al voluntario social cómo reorganizar sus opciones personales, si (y continúo la parábola de la habitación y la ventana abierta) reordenar de modo distinto nuestras casas, si reconstruirlas en otro sitio (posiblemente, no tan 'céntrico') o –incluso– si ya no construir casa alguna y vivir, como tantos, a la intemperie de la realidad. La peligrosa opción de trabajar puntualmente para los doblados de la historia, a su servicio puede plantear al voluntario social si tener que vivir teniéndoles muy en cuenta, si vivir con ellos y desde sus causas, o si vivir incluso como ellos. Son tres caminos posibles abiertos, insobornablemente, desde la esperanza. La necesidad de acompañar, de contrastar, de compartir estos procesos personales de toma de opciones se hace entonces imprescindible en nuestras entidades. El voluntariado habrá de saber crear para ello espacios adecuados al contraste y al acompañamiento de estos procesos. Es entonces también cuando el voluntariado –iniciándose a menudo como actividad puntual y controlada de un servicio– va volviéndose militancia y desborda la vida entera. Es entonces también cuando las opciones que se experimentaban inicialmente en parcelas acotadas de tiempo y espacio ("voluntariado de horas sueltas") van a ir globalizándose, dejando afectar a la vida entera del voluntario y transformando de verdad sus propias complicidades y opciones de vida. La disponibilidad (rasgo importantísimo para el voluntariado social) ya no va a ser tanto de tiempos y energías (que también) como de interpelación y crecimiento: las motivaciones del yo dan paso a las del nosotros. La protesta que hace nacer es también protesta ante la complicidad con la injusticia que encontramos –nosotros, los voluntarios/as– en nuestro propio estilo y en nuestras opciones reales de vida. (2ª aportación pre-política) hacer visible una cultura de la subversión De hecho, el voluntariado de marginación, en tanto agente social movilizador, ha hecho hablar –desde la particularidad de sus experiencias– de una "cultura del voluntariado". A dicha cultura, muy a menudo nombrada, se la ha querido describir con diversas adscripciones: cultura de la gratuidad, de la relación solidaria a escala humana, de la ciudadanía y de la participación pública, cultura de la dinamización comunitaria, de la atención al otro y de la inmediatez, de la búsqueda y el encuentro con lo periférico y lo institucionalmente inservible, microcultura de la justicia y del cuidado, de la disponibilidad y de la entrega, etc. Por supuesto, no es éste el lugar de definirla (como Dimensión política del voluntariado pág. 5 PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» tantas veces se ha hecho), sino de resituar el carácter subversivo de muchos de estos elementos. Vaya, por supuesto, por delante que en la configuración de los mismos (valores que encarnan, opciones reales, presupuestos de partida, horizontes de utopía, realizaciones prácticas...) no sólo no ha intervenido exclusivamente el voluntariado en sí, sino que en el desarrollo de dicha cultura la aportación de otros movimientos sociales de emancipación va siendo más que apreciable a simple vista. Lo importante en todo caso no es más que traer a cuenta que en un sistema de sociedades como las nuestras –de control, de exclusión y mercantilización de la existencia, y de extrema injusticia social– discursos y, sobre todo, experiencias concretas de gratuidad (por poner un solo ejemplo) se hacen significativamente subversivas. Sólo los dinamismos controladores de la pacificación social las pueden interpretar y presentar luego como experiencias tranquilizadoras de 'solidaridad ciudadana'. Las palabras suelen tener dueño y de sobra conocemos los usos de ésta ('solidaridad') en concreto: cuántas experiencias "solidarias" se nos presentan aplaudidas y valoradas socialmente, ...hasta quedar neutralizadas casi por completo en su dimensión conflictiva. El voluntariado tiene su máxima riqueza en los elementos de gratuidad, justicia y cuidado, de visión desde los de abajo (su mirada es, por ello, 'sub-versiva') que configuran su cultura. Pero le sigue siendo reto inaplazable el mantener dicha cultura en lo que es y puede ser: una cultura intranquilizante. En poco tiene que ver ésta con la cultura de la dominación, de los intercambios sociales basados en la mercantilización y del consumo de bienes (no sólo materiales) y siempre a expensas de la suerte de los otros. No se trata más que de hacer socialmente –políticamente– visibles apuestas por (1º) lo "no-funcional" (muy a pesar de los usuales reconocimientos de la utilidad del voluntariado por parte de las instituciones del Estado); (2º) de lo gratuito y lo "norentable" (muy a pesar de los fomentos del voluntariado por parte de algunas instancias mercantiles o bancarias); y (3º) de la "pre-ocupación", del "hacerse cargo" y del "cargar" con la suerte de las personas y colectivos que para poco cuentan (y muy a pesar de los discursos culturales oficiales en los que se muestra una 'solidaridad gratificante y tranquilizadora', ajena al sacrificio). No se trata más –en definitiva– que de hacer presente que sí existe, y latiendo, una otra cultura de elementos en realidad alternativos. ————————————— H e querido abrir esta intervención con un poema durísimo de Bertolt Brecht. Quisiera ahora –si me lo permitís– cerrarla con otro poema, no mío, sino de Mario Benedetti. Suelo leérselo a voluntarios y voluntarias sociales en foros de formación sobre las actitudes y trampas que rodean nuestro trabajo de encuentro con los doblados del sistema. En el fondo, creo que esto es lo Dimensión política del voluntariado pág. 6 PANEL DE EXPERIENCIAS COLECTIVAS Intervención de Quique Falcón XI FÒRUM 'CRISTIANISME I M ÓN D'AVUI ' 2000 «No podeu servir alhora Déu i els diners» único que honradamente podemos comunicar: la necesidad de seguir tendiendo puentes y, políticamente, denunciar contra todo descanso a los que persisten en izar puentes levadizos. «Contra los puentes levadizos» es, de hecho, el título del libro donde Benedetti quiso publicar este poema, con cuya lectura ahora mismo termino: Puedo permanecer en mi baluarte en esta o en aquella soledad sin derecho disfrutando mis últimos racimos de silencio puedo asomarme al tiempo a las nubes al río perderme en el follaje que está lejos pero me consta y sé nunca lo olvido que mi destino fértil voluntario es convertirme en ojos boca manos para otras manos bocas y miradas que baje el puente y que se quede abajo que entren amor y odio y voz y gritos que venga la tristeza con sus brazos abiertos y la ilusión con sus zapatos nuevos que venga el frío germinal y honesto y el verano de angustias calcinadas que vengan los rencores con su niebla y los adioses con su pan de lágrimas que venga el muerto y sobre todo el vivo y el viejo olor de la melancolía que baje el puente y que se quede abajo que entren la rabia y su ademán oscuro que entren el mal y el bien y lo que media entre uno y otro o sea la verdad ese péndulo que entre el incendio con o sin la lluvia y las mujeres con o sin historia que entre el trabajo y sobre todo el ocio ese derecho al sueño ese arco iris que baje el puente y que se quede abajo que entren los perros los hijos de perra las comadronas los sepultureros los ángeles si los hubiera y si no hay que entre la luna con su niño frío que baje el puente y que se quede abajo que entre el que sabe lo que no sabemos y amasa pan o hace revoluciones y el que no puede hacerlas y el que cierra los ojos en fin para que nadie se llame a confusiones que entre mi prójimo ese insoportable tan fuerte y frágil ese necesario ese con dudas sombra rostro sangre y vida a término ese bienvenido que sólo quede afuera el encargado de levantar el puente a esta altura no ha de ser un secreto para nadie que yo estoy contra los puentes levadizos —quique falcón Dimensión política del voluntariado pág. 7