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METODOLOGÍAS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL Por: John Jairo García Peña. 2009. INTRODUCCIÓN La intervención psicosocial ha adquirido fuerza y sensibilidad en Colombia a raíz de los múltiples problemas sociales que reclaman la participación de profesionales de diversas áreas, como de esfuerzos de intervención más integrales y articulados a manera de procesos; que aporten a la comprensión y transformación de situaciones problemáticas cada vez más urgentes de comprender e intervenir como son el conflicto armado, los procesos de paz, la reinserción, el desplazamiento, las diversas violencias, entre otros. Nuestra realidad local y nacional, con problemáticas psicosociales tan arraigadas desde el contexto histórico, que afectan los procesos de interacción social y la salud mental de buena parte de la población; evidencian la necesidad de personal humano idóneo, que cuente con competencias necesarias para hacer un acercamiento proactivo de las situaciones y problemáticas psicosociales, capaces de adelantar intervenciones integrales, sistémicas y de amplio impacto, con una visión inter y transdisciplinaria (Max Neef, Manfred. 2003), con miras a poder reconocer las distintas implicaciones que tienen dichas problemáticas en los individuos, así como en los colectivos y la sociedad en general; de modo que se genere a manera de proceso una dinámica más beneficiosa entre las comunidades, en pro del colectivo y de las personas como seres individuales. Las metodologías de la intervención psicosocial remiten al trabajo comunitario o grupal que reconoce a esa comunidad o a ese grupo como sujetos de derecho, que tienen para aportar y que hacen parte activa de dicha intervención, es decir que son reconocidos como actores sociales que participan y construyen entre todos y todas Metodologías de intervención psicosocial es un eje temático fundamental dentro de esta especialización, pues hace referencia al nódulo mismo de esta propuesta académica, que es lo psicosocial como intervención a las comunidades, lo cual pone al estudiante en un ámbito operativo, es decir en el ámbito de la práctica. Esto las hace unas metodologías diversas. Esta asignatura tiene como objetivo conocerlas y brindar pautas para abordar de forma minuciosa las más reconocidas en nuestro entorno laboral. De forma global son una propuesta de intervención, que si bien se fundamentan desde unos referentes conceptuales y técnicos; los superan en la medida que se aplican desde el contexto particular y la situación específica de la comunidad o grupo intervenidos. Las metodologías psicosociales cuentan desde su mismo principio de la participación, con la lectura o reconocimiento del contexto que intervienen y el saber de cada participante, exigen de una postura conceptual holística y sistémica, que reconozca la intersectorialidad y la transdisciplinariedad. O sea, se trata de que esta metodología de trabajo, se incorpore en el especialista, como una forma de hacer que no esté encasillada como técnica, en una escuela teórica o una disciplina específica que automatice la intervención psicosocial o la convierta en una práctica restrictiva. Por esta razón, es importante tener en cuenta que en materia de intervención psicosocial, se trabaja el caso a caso, es decir, cada situación específica; de la cual, cada vez se aprende y se aporta desde su propia construcción en terreno. Por tanto se hablaría de “intervenciones” y no de intervención psicosocial Son estrategias de intervención que requieren del desarrollo de competencias aptitudinales y actitudinales, las cuales se pretende, sean adquiridas con esta asignatura, haciendo caso a una de las prioridades de esta especialización; que tiene por objetivo básico, responder de manera activa a la necesidad de este momento histórico y entorno sociopolítico, de formar profesionales y éstos a su vez, sean actores sociales capaces de dinamizar y empoderar a las comunidades en la búsqueda de soluciones, opciones y formas de tramitar o afrontar las problemáticas del país. Entonces, en intervención psicosocial no existe una sola manera de intervenir, sino una multiplicidad de propuestas que surgen de la experiencia de las comunidades y de esos profesionales comprometidos y que por vocación se atreven a abordarlas, para ser partícipes activos en los procesos de cambio y modificación de las condiciones o problemáticas psicosociales. Con esto queda explicita la importancia de lo psicosocial como un trabajo que pone en el centro de su quehacer al ser humano; cobrando desde este enfoque toda la importancia las técnicas de intervención participativas, como una vía para operativizar o poner en práctica, la intervención psicosocial. Es decir, la intervención psicosocial busca rescatar lo humano, desde lo subjetivo hasta lo intersubjetivo o relacional, que es la bidireccionalidad inmersa en lo social (Bronfenbrenner 1994); y desde allí ayudar a fortalecer los factores protectores de cada persona y de una comunidad en beneficio de mejorar o reconocer los estilos de vida cotidianos de una forma más beneficiosa para toda la comunidad, pero también para cada persona que la compone. Esta propuesta de trabajo puede ser novedosa y cuestionada, en un medio acostumbrado al direccionamiento disciplinar y al profesionalismo. Donde desde la universidad se ha enseñado por tradición, a portar el saber y llevarles a las comunidades o poblaciones las soluciones o fórmulas para “mejorar” sus problemáticas. De lo que se trata es de construir en conjunto desde la conformación de una relación horizontal, desde el respeto y la dignidad; entre el profesional gestor, dinamizador, facilitador, posibilitador o puente con la comunidad o un grupo poblacional específico. Es relevante que ahora la academia o la universidad tome en cuenta la intervención psicosocial; reconociéndola como una práctica que permite al posgraduado, desenvolverse en las realidades complejas que el entorno laboral conlleva. Los currículos universitarios tradicionalmente, no suelen preparar de forma práctica para la realidad psicosocial que un profesional ha de enfrentar en su diario hacer. Esta asignatura brinda elementos que ubican operativamente al especialista para que intervenga las realidades sociales desde los recursos de las mismas comunidades (nuevos enfoques de formación y cambios en el Sistema Educativo (modelo de Competencias basado en el Proyecto Tuning Europa Ministerio de Educación Nacional. Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior. Educación Superior por Ciclos y Competencias. Documento preparado para el Ministerio de Educación Nacional por el Convenio de Asociación E-Learning-Colombia. Bogotá, 21 de agosto de 2007). También para que se vaya construyendo una forma de trabajo contextualizado a nuestras necesidades culturales y sociales, que no se tenga que recurrir a metodologías foráneas, que en su adaptabilidad muchas veces violentan nuestras tradiciones culturales y estilos de vida. La intervención psicosocial, como vienen mostrado otras asignaturas de esta especialización, es una forma de trabajo profesional reciente; que surge desde las necesidades de nuestras poblaciones y las consecuencias de todos los desmanes sociales que dejan flagelos como los diversos tipos de violencias y la guerra como tal, que han afectado a este país. De ahí que no se pueda definir un abordaje psicosocial, sino como una METODOLOGÍA, una forma de hacer, de intervenir a una comunidad específica desde las maneras en que les afecta y como afrontan, una u otra problemática social que deja secuelas en sus miembros. Esta asignatura complementa y permite avanzar otras, dentro de la especialización como: contextos y escenarios de la intervención psicosocial, experiencias de intervención psicosocial, formulación y evaluación de proyectos de intervención psicosocial, metodologías, desarrollos psicosociales en Latinoamérica, seminario de formación investigativa. Lo psicosocial ha permitido analizar y cuestionar las consecuencias generadas por las guerras y las iniquidades sociales, poniendo al ser humano en su entorno social, en el centro de su debate o discusión. Lo psicosocial desde esta mirada se relaciona a su vez de forma íntima con las perspectivas teórico – practicas de Desarrollo Humano y de Derecho. Estas tres perspectivas tratan de un ser humano contemporáneo, partícipe de un contexto histórico, político y socio cultural, construido desde los valores del respeto, la justicia y la Dignidad, por el mismo hecho de ser humano. Lo psicosocial entonces es en la actualidad, el referente más relacionado al momento de intervenir los efectos en lo humano que dejan los conflictos sociales, políticos o militares. No se inicia un trabajo de intervención psicosocial en condiciones de estabilidad, normalidad o felicidad social. Lo psicosocial siempre lleva consigo implícita una concepción de solidaridad. De ahí que no pueda entenderse sólo como un trabajo técnico, sino como una propuesta de construcción con la comunidad misma que se interviene; intervención que se recrea cada vez según el grupo, población o problemática social tratada. Se trata de construir en cada intervención una propuesta particular de trabajo, de ahí el saber reconocer la importancia de hacer lecturas de contexto y fortalecer los factores protectores que sostienen de una u otra forma a cada grupo o comunidad. La cual, tiene que hacerse desde las particularidades de cada contexto a intervenir, con la necesidad de construir una propuesta de intervención propia de nuestro hacer particular, según el terreno de intervención. Se ve por lo tanto, la necesariedad de la participación social (definida desde lo político como un ejercicio de los Derechos a la civilidad). Dando lugar y pertinencia a las metodologías o técnicas participativas de intervención psicosocial. Participar es estar en algo, ser parte de, decidir, es tomar decisiones y no simplemente ser ejecutor de algo, es ser sujeto en todo un proceso, por lo tanto la participación es la estrategia, esencia en toda promoción comunitaria (kisnerman N. y otros,1990. Citado por D´Angelo Hernández, Ovidio. 2004). En cualquier caso, implica que se pertenezca a un todo como espacio en el cual se comprende y se tiene presente a cada participante. Esto promueve el compromiso y la responsabilidad individual en un ambiente de inclusión, en donde cada quien desempeña una función de igualdad, de importancia. La meta de toda intervención psicosocial, más allá del modelo teórico en que se apoye, es generar procesos de cambio social en los grupos o comunidades intervenidos, incidiendo sobre los factores que afectan negativamente su calidad de vida. (López-Cabañas y Chacón, 1997). Para cumplir este objetivo, es necesario que los interventores psicosociales recurran a la aplicación de metodologías que faciliten el desarrollo de las diferentes etapas del proceso de intervención. Ahora se puede contar con la disponibilidad de paradigmas integradores en el campo de las ciencias sociales, que hacen posible contar con marcos teóricos que presentan posibilidades de articulación, enriquecimiento y metodologías de acción para la interpretación y transformación de los procesos de autogestión social. CONCEPCIÓN DE EDUCACIÓN “La búsqueda de una vida más humana, comenzará por la Educación” (Ernesto Sábato, La Resistencia. 2000) La educación es un proceso de construcción, al cual se es inherente en toda intervención psicosocial de índole participativo. Es el proceso que permite poner en práctica las conceptualizaciones de las técnicas y propuestas psicosociales. De ahí la importancia de reconocer este proceso de sociabilidad al momento de intervenir una comunidad o un grupo, como efecto explícito o aún implícito de dicha intervención. Entendiendo la educación como un camino por recorrer, que trasciende el modelo educativo al interior de la escuela y que reconoce en éste, a la familia y a la comunidad, como escenarios de educación válidos para potenciar el desarrollo humano de los niños y las personas adultas; es decir, desde estos escenarios se promueve la educación, entendida como oportunidad, proyecto de vida, que conllevan a la generación de respuestas creativas que propendan por la promoción de las capacidades y potencialidades de las personas. La educación pues, es un camino o proceso, acompañado todo el tiempo por el acto educativo, el cual ha de ser asumido por quienes educan, en los diferentes escenarios de la vida: la familia, la escuela, la comunidad y los medios de comunicación. El proceso educativo propuesto por la intervención psicosocial pretende, en tanto construcción participativa con la comunidad involucrada, generar capacidad de respuesta orientada a la resolución de los conflictos emergentes en las relaciones entre las personas, en la familia y la comunidad en general. De acuerdo con esto, lo educativo en esta propuesta, se entiende como un proceso reflexivo y formativo acerca de las interacciones sociales y, de los elementos de orden moral, afectivo, cognitivo y comunicativo que están en la base de toda relación. La Educación desde lo participativo se entiende como dialéctica, es decir que permite la retroalimentación constante, la bidireccionalidad, desde lo lúdico-reflexivo, reconociendo la importancia del trato digno en el proceso mismo. Las nuevas tendencias en las acciones educativas en salud mental e intervención social, buscan trascender los modelos causalistas y lineales que operan sobre la causa de la causa. Acogiendo estas tendencias y para ser congruentes con los objetivos propuestos, sobre las acciones participativas que hacen el énfasis en la construcción del saber con base en los aportes de todos los actores involucrados en el acto educativo, así lo educativo desde este planteamiento incluye y promueve el concepto de dignidad como el camino protector y preventivo de la interacción psicosocial. Es decir, si se educa en Dignidad se está haciendo ejercicio de esta concepción de lo educativo en las intervenciones psicosociales. La propuesta educativa participativa ha de fundamentarse pues en este orden, desde unos principios pedagógicos y unas características metodológicas, que habrán de concretarse en el diseño y ejecución de cada una de las acciones metodológicas. Permiten crear condiciones para que los actores sociales, según sus intereses, sus proyecciones de vida y su contexto, puedan potenciar su desarrollo humano en las esferas afectiva, cognitiva, ético – moral, comunicativa. Los principios pedagógicos y las características metodológicas son el eje conductor de una propuesta metodológica participativa (EERN 2006). Los principios pedagógicos orientan la interacción de las personas que hacen parte de los procesos de formación o intervención psicosocial. Son el fundamento ideológico (epistemológico, antropológico, sociológico, pedagógico y psicológico) de la propuesta. Las características metodológicas indican la manera de operativizar los principios pedagógicos a través de las técnicas participativas que se utilicen y en esa medida hacen posible en la acción, la propuesta psicosocial. Son lineamientos que en terreno, orientan la selección de las técnicas para el diseño de las actividades y su realización con los grupos comunitarios, buscan favorecer, en las personas vinculadas al proceso de formación, la construcción y apropiación de saberes que les ayuden a sí mismos y a las comunidades a construirse en su propio contexto. El eje que conecta los principios pedagógicos y las características metodológicas es la participación de las comunidades en la reflexión sobre sus problemáticas, las formas como asumen sus consecuencias y la construcción de sus propias opciones, lo que supone que el profesional que dinamiza el proceso educativo, abandone los discursos que culpabilizan, que trasciendan el consejo o simplemente informan y que lo ubican en un lugar de poder o de saber que como profesional, lo alejan de las comunidades, sus saberes y sus vivencias particulares, elementos que son una herramienta fundamental en la conducción de procesos de formación. Se trata de que asuma su quehacer como un acompañamiento donde se reconozca el saber de todos los que participan, en el que se respeten sus procesos históricoculturales y político-sociales. Lo metodológico en la intervención psicosocial de corte participativo, hace referencia pues, a todos estos aspectos, que tocan directamente con la puesta en práctica de la propuesta como intervención que genera unos efectos en las formas de vida de los y las participantes, eso es concebido como proceso educativo y en este sentido se ubican los principios y las características metodológicas, que siempre en lo metodológico han de tenerse presente como fin último, tanto en el desempeño profesional como, en lo que se deja como producto a las comunidades: Principios Pedagógicos 1. Construcción Participativa: Es el eje de toda intervención psicosocial participativa. Posibilita a las personas partícipes, aportar desde su saber, asumir una posición que les permita incorporar y transmitir los saberes construidos. Parte del principio que, todos y todas tienen para aportar y de todos y todas se puede aprender. 2. Contextualización: es el segundo principio por excelencia. Hace referencia a la apertura a situaciones socio culturales particulares, Hacer lectura de procesos, a partir de diagnósticos participativos e intervenciones sociales que rescaten la particularidad de una localidad. Es reconocer las condiciones subjetivas, históricas, sociales y culturales de cada grupo poblacional participante. 3. Respeto por el otro: Se refiere a saber escuchar independiente de la condición del otro/a, reconocer que cada persona tiene algo por decir. Este principio se basa en reconocer a cada persona como sujeto diferente, con capacidad de desarrollo y transformación, esto hace de la heterogeneidad una fortaleza y no una amenaza. Es el principio de la equidad. 4. Flexibilidad y Apertura: Implica admitir la existencia de otras lógicas, otras dinámicas, otros modos de actuar frente al mundo. Cuando emergen hay que permitirlo, para poder leerlas, comprender y posibilitar su reflexión. Se tiene flexibilidad y apertura cuando: Se puede entender la vida como proceso y cada comunidad o grupo humano que se conforme, como realidad en construcción. Pide estar atento a las continuas transformaciones que se dan en el desarrollo de un proceso y tener la capacidad para reconocer y asumir los cambios que surgen en el mismo, los cuales pueden convertirse en el motor de transformaciones favorables. Permite la capacidad para adaptarse a los cambios que se presentan en cuanto a una estructura grupal, la utilización de técnicas de acción, manejo de tiempos y disponibilidad de espacios. 5. Aprendizajes significativos: Las personas construyen nuevos saberes en la medida en que su interés, su deseo se corresponde con aquello que se les ofrece. Es importante que los contenidos que se trabajen en una actividad educativa sean contextualizados a las realidades de las personas con quienes se va a desarrollar el tema; es decir, que se recurra a su lenguaje y a sus representaciones y responda a sus intereses. Es necesario contar en un proceso formativo, con los ritmos particulares. El aprendizaje va más allá de la información y el conocimiento, a un deseo de saber y querer o no, modificar actitudes y estilos de vida. 6. Reciprocidad: Se basa en una retroalimentación continua en el proceso, propia de la construcción participativa. En cada aspecto del proceso que emerge, dinamizador y comunidad se retroalimentan mutuamente, lo que brinda la posibilidad de asimilar una propuesta psicosocial en su conjunto. 7. Multidireccionalidad: Hace referencia a que el saber puede recibirse desde múltiples direcciones y puede proyectarse en diversos espacios. 8. Lo que abre la posibilidad de transmitir de manera transversal, los saberes formalizados en una intervención psicosocial. 9. Creatividad: Proceso que permite recrear una realidad, apunta a la creación de espacios intersubjetivos que posibiliten la expresión creativa, libre y fluida en el grupo, donde cada quien encuentra un lugar para su forma particular de expresar y construir, lo cual exige metodologías lúdicas y artísticas que les permitan a los y las participantes explorar sin miedo, sin coacción e inclusive poder equivocarse. 10. Reflexión: Se relaciona con la posibilidad subjetiva de analizar lo vivido y las formas de asumir las vivencias, de volver sobre el propio decir y actuar, o el de los otros y otras, para comprender, adquirir claridades y poner límites sobre los actos cotidianos. En la medida en que los decires puestos en el grupo, se asuman como material de trabajo, sus integrantes siempre podrán retomarlo para volver sobre el propio decir y explorar el tejido discursivo y comportamental que conforma el grupo, en el que cada uno pone algo de sí: ideas, sentimientos, expresiones valorativas, angustias, preocupaciones y, hallar elementos para resignificar su realidad. 11. Equidad (de género, de etnia, de elección sexual, de creencias): Apunta al posicionamiento del trato equitativo e incluyente en la interacción. Al logro de relaciones justas entre hombres y mujeres. Igualdad en el respeto a la diferencia, donde esta última no implica inferioridad o superioridad. Va en vía de garantizar derechos humanos en función de la dignidad. Características Metodológicas 1. Participación: Busca promover en las personas participantes una posición activa y desde sus particularidades, que aporten a la construcción y recreación de la propuesta educativa. Posibilitar la construcción grupal de alternativas, más que llevar información. Esto implica tener presente la heterogeneidad, que puede volverse una fortaleza si se permite expresar con libertad. La actitud participativa del o la profesional se materializa cuando brinda al grupo un espacio para ejercer el derecho a disentir de los argumentos del otro u otra, cuando facilita al grupo hacerse responsable del logro de los objetivos y de su mantenimiento a través de limitar su intervención, al nivel de acompañante. 2. Negociación de los saberes: Implica que quien coordina un grupo se asuma como Posibilitador, dinamizador o gestor e intercambie con las comunidades, a partir del saber que portan sus integrantes; así se inicia la reflexión: de manera lúdica, que ponga en juego símbolos que evoquen o traigan a escena la situación tratada o, a manera de conversatorio, donde a partir de las construcciones iniciales se de vía a la palabra, para que se analicen, discutan, confronten, refuercen y/o cuestionen aspectos de forma vivencial. 3. Escucha: Es la intervención psicosocial por excelencia. Se relaciona con el deseo de saber de quien escucha sea en el lugar de líder o gestor social o, de cada participante de una comunidad. Ubica al que escucha, en el lugar de quien espera un desenlace, atento/a a lo que va sucediendo en un grupo o persona, trasciende su escucha dejando a un lado los prejuicios e ideas preconcebidas, se predispone para escuchar a las personas, en sus 4. múltiples maneras de expresión y hacer lecturas de los fenómenos individuales y colectivos desde los fenómenos mismos. La esencia de una intervención psicosocial que recurre a la escucha, está en la capacidad de captar aspectos de los grupos y sujetos, que muchas veces se escapan a la comprensión inmediata de éstos. Ya sea identificar demandas, necesidades; o poder estar en un lugar que permita a las comunidades y sujetos identificar sus problemas y hacerse cargo de los mismos. De otro lado, cada gestor social debe favorecer que el grupo desarrolle una escucha activa como elemento esencial para comunicarse y posibilitar la interacción. Se trata de promover desde nuestras intervenciones e interacciones, herramientas para que sea el grupo quien pueda leerse a sí mismo en su universo de relaciones, es decir, que pueda leer su contexto y lo que éste aporta como determinaciones sociales, lo que posibilita y lo que imposibilita. 5. Observación: Implica la capacidad para ir de lo general a lo particular y viceversa. Permite estar atento a la dinámica grupal, le permite centrarse sobre gestos, miradas, murmullos que las y los integrantes del grupo estructuran como formas particulares de relación y que en muchos casos no comprenden su significado, concierne a otras manifestaciones simbólicas, de sentido y de lenguaje no verbal. La observación debe ser una acción objetiva puntual desde la descripción hasta el análisis aunque, siempre interfiera lo personal, subjetivo, mas aún cuando se trata de observar fenómenos y situaciones humanas. Lo que involucra prestar atención para que eso personal no interfiera de modo que, distorsione la información que se genere y los objetivos que el ejercicio como tal ofrezca y produzca. No obstante, todo observador/a, es a su vez un prisma particular, en tanto nunca se piensa como desligado de las emociones, sentido común y marcos de referencia (culturales, ideológicos, etc.). Igualmente es factible que la observación, en sí misma, sea reflexiva. Toda observación está matizada, pasada por lo subjetivo y por tanto es imposible desligar absolutamente la observación de la interpretación, pero reconocer esto es ponerle un límite a que lo personal no interfiera demasiado en el quehacer psicosocial. 6. Preguntas significativas: Cuando la escucha es óptima, la pregunta se instaura como una de las formas más claras de facilitar la producción grupal, por tal razón quien posibilita o dinamiza, ha de hacer uso de esta herramienta en la vía de rastrear en el discurso puntos centrales y llevar al grupo al reconocimiento y abordaje de estos. 7. Concertación de normas: Brindar la posibilidad a las comunidades o a un grupo particular, de que tome conciencia de la importancia de las normas dentro del proceso grupal. Para esto se centra la atención no en el cumplimiento de la norma, sino, en la interiorización de los principios que la subyacen. La responsabilidad de quien coordina un grupo, radica en posibilitar que el grupo construya control social y por ende relacione la autoridad y el respeto con todo lo que aporte al desarrollo del grupo y no con el gestor social como un sujeto ajeno al grupo, que impone sus normas. Para el cumplimiento de esta función el profesional cuenta con el dispositivo de encuadre, qué se define como el acumulado de normas y acuerdos que facilitarán el desarrollo óptimo del proceso grupal. Allí se contempla toda la información que tiene que ver con el manejo del número de sesiones, el tiempo de cada una de ellas, el espacio donde se van a realizar, las 8. asistencias e inasistencias de los y las integrantes, los recursos a utilizar y todo lo referente a lo logístico. En el encuadre también se aclara la función del profesional o gestor lo que facilita que el grupo elabore la dependencia a ese personaje con la que muchas veces, se inician los procesos grupales. 9. Secuencialidad de la intervención: Hacer el trabajo con cada grupo a la manera de procesos particulares y secuenciales. La continuidad en la intervención psicosocial, es fundamental para llevar y observar procesos y medir impacto. 10. Relación teórico práctica: La teoría y la experiencia no tienen valor si no se reflexionan y problematizan. El dinamizador de las comunidades o interventor psicosocial, debe estar en un continuo proceso de formación disciplinar y reflexión de su praxis, que le permita poner sus experiencias y conocimientos al servicio de los procesos formativos, de tal manera que transmita esto, como un aprendizaje y forma de vivir a las comunidades. LUGAR DEL PROFESIONAL: GESTOR, DINAMIZADOR, POSIBILITADOR O INTERVENTOR PSICOSOCIAL Cuando en intervención psicosocial se utiliza la denominación gestor social, dinamizador, posibilitador, facilitador de procesos, interventor psicosocial; se hace alusión directa a la formación profesional, a su posición y/o perfil y a su ética, como factores que condicionan su quehacer, es decir, hace referencia a los lugares desde donde un profesional se ubica para acercarse, observar, comprender, interpretar e intervenir una comunidad y/o una situación problema, según los lineamientos propuestos por el trabajo psicosocial. De la apropiación o no de su quehacer, depende que sea posibilitador de procesos o incluso obstaculizador. De su formación se pueden inferir en gran medida, la selección de la población, la utilización de técnicas, la dirección hacia la que oriente los procesos grupales y la calidad de la información y la difusión que genere para evaluar y sistematizar la intervención psicosocial: Como profesional de las ciencias sociales y humanas, puede hacer lectura de los elementos culturales, discursivos y subjetivos que emergen en los grupos frente a las temáticas y problemáticas tratadas. Nuestros contextos requieren de un profesional analítico, que pueda orientar las metodologías y las técnicas como instrumentos o estrategias para lograr que los y las participantes puedan usar el espacio para construir respuestas, antes que para darles fórmulas. También se espera que pueda hacer lectura de contexto y logre integrar en el proceso de formación elementos que ayuden a la comunidad a fortalecer sus procesos de participación en relación con sus derechos, esto es, que gestione, vincule y articule recursos diversos comunitarios o institucionales, según el caso, a favor del desarrollo humano de la comunidad. Que pueda crear una atmósfera agradable de trabajo con su actitud de respeto y apertura en la que se transmita el espíritu de los principios pedagógicos y las características metodológicas de la intervención psicosocial. Puede acompañar y orientar la construcción desde las necesidades, intereses y posibilidades, antes que desde sus propios ideales teóricos, personales o ideológicos. Fortaleciendo o permitiendo que emerjan los factores protectores de la comunidad, más que enfatizar en los factores de riesgo (énfasis en la promoción aún más que en la prevención). No desconocer la continua necesidad de fundamentarse en un análisis desde la epistemología crítica, de las situaciones y actuaciones de las personas dentro de su comunidad, así como el interés en la generación de conocimientos a partir de su quehacer profesional. Hoy se necesitan organizaciones y profesionales comprometidos con serios procesos de aprendizaje a partir de la acción misma. No es suficiente decir que se hizo, a partir de un recuento espontáneo o anecdótico del trabajo, se requieren diálogos más fructíferos de reconocimiento del porqué y el cómo de las experiencias, para tener una mejor comprensión de los fenómenos, los procesos y los resultados (EERN 2006). Estas pautas permiten reconocer el lugar de posibilitador, dinamizador o gestor como profesional que asume las acciones educativas en el área social y de la salud mental y apropiarse de su función de coordinar y posibilitar el trabajo de promoción de la convivencia, la cotidianidad, el decir y el hacer en las relaciones, para encontrar allí los aciertos, ganancias y los desaciertos, los obstáculos, los errores que generan malestar en las comunidades. METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL: Trabaja desde lo operativo, técnicas en intervención psicosocial, utilizadas en nuestro contexto, ante problemáticas psicosociales. A partir de tales técnicas, se podrá formalizar herramientas y estrategias, con el fin de consolidar la intervención, que permita diseñar, ejecutar, evaluar y monitorear la experiencia. Ninguna técnica será considerada como superior a otra; Serán los objetivos propuestos, el grado de complejidad del problema, los recursos con que se cuente y las demandas del contexto, quienes orienten su elección y determinen su importancia en el momento Habrá, entonces, situaciones en las que es necesario observar, reorganizar, evaluar; casos, en los que se debe estar preparado para escoger la o las metodologías que mejor se adapten a la solución eficaz de la intervención. De este modo, no se hace intervención psicosocial porque se realicen talleres de formación con la comunidad, se habla de lo psicosocial, cuando puede articularse en las acciones, diversas dimensiones y áreas que impliquen efectos, TRANSFORMACIÓN en lo individual y lo colectivo hacia el mejoramiento de la calidad de vida, aunque sea en un pequeño radio de acción. LA COTIDIANIDAD Así mismo, los fenómenos que acontecen en la vida diaria no pueden descomponerse por “un nivel práctico” en partes. Las personas se comunican, interactúan desde su identidad, desde la forma como han construido el mundo y han desarrollado hábitos y formas de ser y estar. Es sólo, al momento de teorizar, que se formaliza y, lo que es un todo integral y complejo, se asume desde lo que se cree son sus componentes. Por ello, si bien las metodologías o técnicas participativas desarrollan unas temáticas específicas, todas ellas convergen en la dinámica propia de la vida, ellas se entretejen, permiten visibilizar elementos de un asunto desde distintas ópticas. En esta medida, es importante tener muy presente la complejidad de la vida y los fenómenos humanos a la hora de comprenderlos y de identificar en la intervención psicosocial, algunos de sus elementos para desarrollarlos. Cada técnica aporta elementos, enfatiza un asunto, que a su vez se relaciona con núcleos teorizados por otras. Se trata de un solo pero complejo asunto: Lo humano. Las técnicas pues, en sí mismas, son una herramienta metodológica. Las técnicas como herramientas, son pretextos para el trabajo, para la proyección de las problemáticas sociales, de esta manera, posibilitan el análisis de situaciones cotidianas, le dan paso a los elementos propios del mundo de quienes están allí para verlos, para pensarlos. En esa misma línea es importante traer a colación, que la intervención psicosocial participativa como metodología dialéctica contempla el juego y el jugar como parte de la cotidianidad humana y la asume como una de las herramientas por excelencia, desde la vinculación comunitaria hasta la comprensión y toma de decisiones ante problemáticas sociales. El juego en la actualidad es tomado en serio y es reconocido como la base de la pedagogía actual. Es el recurso que se prioriza sobre todo en la enseñanza a niños y niñas, y trátese de la asignatura que se trate, siempre ésta será factible de ir acompañada de la consigna de vehiculizar su aprendizaje de manera lúdica, entretenida, dinámica, creativa, en contraposición a esquemas de enseñanza antiguos basados en la memorización, repetición, disciplina (en su acepción punitiva) y una limitación de recursos hacia lo verbal y lo escrito. En el proceso psicosocial, independiente del grupo poblacional, la lúdica ocupa un lugar importante sobre todo en la medida en que lo que se pretende enseñar o formar, son asuntos del orden de lo vivencial, actitudinal que de lo conceptual. Se trata ante todo de incidir en lo relacional, en el modo de vivir de las personas y en las concepciones que tienen del mundo. Lo lúdico es un puente de comunicación privilegiado en el acercamiento relacional entre las personas. La expresión artística es una herramienta milenaria de los seres humanos para madurar su comprensión del mundo, expresar su interioridad y relacionarse. Así lo lúdico es concebido como un ritual, un simbólico que permite al ser humano dar relevancia a sus vivencias, hacerlas momentos excepcionales, cargados de sentido, al tiempo que le permite tramitar lo abismal que es la existencia misma y su permanente reinventar el mundo (EERN 2006). PROYECCIONES METODOLÓGICAS Para esto no es suficiente contar con metodologías innovadoras y flexibles, hoy se requiere integrar a la acción, para que no sea simple activismo, procesos planificados, de reflexión y crítica de las experiencias, que permitan llegar a su sistematización; lo cual implica, que en su ejecución institucional o no, cumplan los siguientes parámetros: • Que se realicen dentro del contexto de la situación problemática a intervenir • Que se realicen a manera de proceso, que posibilite ver los pasos de cambio y el esfuerzo en la formación de las comunidades o grupos intervenidos. Tener presente este principio, evitará que se ejecuten acciones aisladas y puntuales que sólo desgastan a la población, • duplicando muchas veces esfuerzos y malgastando recursos sin que se logre un impacto social con dichas acciones. • Hacer una intervención psicosocial a partir de una planeación sistemática • Formar las comunidades en la formulación de proyectos sociales y la autogestión comunitaria, movilización de las comunidades para la gestión de proyectos. Proyectos integrales que posibiliten mínimos ciudadanos de Desarrollo Humano, a partir de la garantía de los Derechos Humanos y su restablecimiento real, cuando fueran vulnerados. Lo cual conlleva la concepción de que nuestras comunidades, necesitan formas de tramitar o resolver sus problemas desde sus propias fortalezas y potencialidades, que se requiere capacitar, formar o simplemente, reconocer y hacer conscientes para empoderar, con este tipo de proyectos. • Integrar propuestas de intervención psicosocial que tengan objetivos, grupos poblacionales y metas similares. • Permitir con la intervención, la implementación a su vez de un sistema de evaluación y seguimiento, que permita trascender la mentalidad de que la evaluación de resultados se reduce a coberturas cuantitativas y al gasto ejecutado de un proyecto de intervención. Lo cual dice del poco rigor con el que se implementan, muchas veces, las acciones sociales. El seguimiento y la evaluación de las acciones son los dos componentes básicos, que cierran el ciclo de todo proceso de planeación y garantizan que las estrategias metodológicas, alcancen los objetivos propuestos; a la vez que permiten reorientar cuando las circunstancias así lo requieren; el seguimiento y la evaluación permiten contrastar lo hecho con lo que se planeó y programó hacer originalmente, lo que obliga a que ejecución y evaluación sean dos procesos que se llevan a cabo de manera paralela y se complementan uno al otro. • Sistematización de la experiencia que permita recoger la información generada por la intervención de forma organizada y coherente en bien de las comunidades y la comprensión de sus problemas. Hay que tener rigor, desde la especificidad que da la sistematización de la ejecución de experiencias sociales. Se trata de avanzar hacia una cultura de la evaluación y la planeación que propenda por transformaciones sociales. La Sistematización es fundamentalmente un proceso de conocimiento, por lo tanto sin ser investigación en estricto sentido, es una modalidad de esta, que procura hacer una conceptualización a partir de las prácticas, conocer para actuar. Por más creativo y flexible que pueda ser un proceso de sistematización exige procedimientos formalizados y controlados de recuperación, organización, categorización, procesamiento, análisis, síntesis y comunicación de la información. • Posibilitar con este tipo de intervención que se desarrollen servicios sociales capaces de contribuir a la formación de personas, grupos poblacionales y comunidades en general, que se reconozcan como sujetos de Derecho, con fortalezas propias para aportar a la construcción de lo público como misión de todos y todas. • El fortalecimiento institucional y la optimización de recursos locales a partir del trabajo en red a manera intersectorial y una capacitación, cualificación profesional a los funcionarios que atienden problemáticas • psicosociales. Fortalecimiento de las comunidades y de las instituciones que aporten al progresivo fortalecimiento del Estado. Sólo de esta forma, lo psicosocial logrará promocionar en una comunidad intervenida desde las metodologías participativas, el reconocimiento de las oportunidades que les ofrece el entorno donde viven, para el mejoramiento de su calidad de vida como comunidad y de cada quien en particular. Porque sería una intervención enfocada hacia el reconocimiento de los derechos y deberes que en un momento dado garantiza un contexto determinado, a través de los servicios, proyectos y programas de salud, de protección, de justicia, de recreación, de educación y de bienestar social. Donde el gestor social o líder comunitario, conozca e informe acerca de todo lo que posibilite mejorar los niveles de vida y desarrollo, como por ejemplo, programas de vivienda que haya en una localidad y los requisitos para poder ser beneficiario, o los programas de alimentación y sus requisitos, los programas que ofrece una casa de la cultura para los niños, niñas, jóvenes y población adulta de una comunidad, los programas y campañas en salud, los derechos que se tienen en salud, en educación, entre otros, por el hecho de ser ciudadano; los mecanismos de participación que hay en la localidad (Construcción de Ciudadanía), etc. De otro lado, se hace fundamental que las comunidades y cada una de las personas que las constituyen, vayan reconociendo las fortalezas y potencialidades que pueden tener o construir, al interior de cada comunidad, en la vía de la autogestión y del aprovechamiento de todos los recursos que se poseen y de los que es posible que no tengan consciencia para la solución total o parcial de una problemática o, del mismo crecimiento comunitario. Así puede afirmarse que realmente se está haciendo intervención psicosocial. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bronfenbrenner, Urie. La ecología del desarrollo humano, Barcelona: Paidós, 1987 Caride Gómez, José Antonio. Acción e intervención comunitarias. Barcelona. Pedagogía social. 1997. D´Angelo Hernández, Ovidio. Participación y empoderamiento en el Proyecto social emancipatorio. En Participación social. CIPS, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, La Habana, Cuba. 2003. http://168.96.200.17/ar/libros/cuba/angelo15.rtf Diseño Metodológico EERN (Estrategia Educativa el Rincón de los niños y las niñas) - 2006. Equipo técnico departamental DSSA (Dirección Seccional de Salud de Antioquia), Gobernación de Antioquia. Coordinación técnica John Jairo García Peña. 2004- 2006. Max – Neef, Manfred. Fundamentos de la Transdisciplinaridad. Ed. maestros gestores de nuevos caminos, chile 2003. Max Neef, Manfred y otros. Desarrollo a escala Humana: una opción para el futuro. 1985. http://www.neticoop.org.uy/IMG/pdf/DesEscalaHumana.pdf