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Progreso económico con Insatisfacción Social Hugo Lavados Montes Francisco Aravena Guzmán Prólogo de Andrés Velasco PROGRESO ECONÓMICO CON INSATISFACCIÓN SOCIAL Copyright Hugo Lavados Montes Francisco Aravena Guzmán Publicación académica de: Facultad de Economía y Negocios, Universidad San Sebastián. Bellavista 7, Recoleta, Santiago Primera edición: Enero 2014 1.000 ejemplares ISBN Nr° 978-956-7439-29-4 Ninguna parte de este libro puede ser reproducida sin permiso previo del autor y del editor. Diseño: Diseño de Portada y Matriz del libro: Vicerrectoria de Comunicaciones U n i ve r s i d a d S a n S e b a s t i á n , colaboración María Paula Díez Libro impreso en Chile por: Imprenta Nueva Imagen 2 A mi mujer, Mary Rose. En memoria de mi padre, Tomás. 3 4 “Yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara”. Jorge Luis Borges. “No soy tan joven como para saberlo todo”. Albert Einstein. “La estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”. George Bernard Shaw. “La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices”. Albert Einstein. “Si no hubiera quienes triunfan contra toda probabilidad, creo que todo el mundo renunciaría”. Stephen King. “Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres”. Jacinto Benavente. “Es bonito tener dinero y cosas que puede comprar el dinero, pero también es bonito tener las cosas que el dinero no puede comprar”. George Horace Lorimer. “Con más o menos experiencia y viajes a sus espaldas, el ensayista español es una criatura prodigiosamente apta para prescindir de la realidad”. Antonio Valdecantos. “Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas suelen referirse a doctrinas contrarias a las suyas”. Jorge Luis Borges. “Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos”. Oscar Wilde. “Nada destruye más el respeto por el Gobierno y por la ley de un país que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución”. George Bernard Shaw. 5 Progreso económico con insatisfacción social 6 Universidad San Sebastián Índice PRÓLOGO9 PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS 13 INTRODUCCIÓN17 CAPÍTULO 1. CONTEXTO SOCIOECONÓMICO: UNA PRIMERA MIRADA AL PROGRESO ECONÓMICO 25 Crecimiento Económico 28 Empleo30 Evolución de la pobreza 33 Acceso a agua potable y alcantarillado 34 Esperanza de vida 35 CAPÍTULO 2. DISTRIBUCIÓN Y DIFERENCIAS DEL INGRESO Distribución del ingreso por grupo de ingreso familiar Evolución comparativa del ingreso real Diferencias absolutas en el ingreso Estructura del ingreso: Importancia de los ingresos del trabajo 37 44 47 49 50 CAPÍTULO 3. EMPLEO E INGRESO EN LOS JÓVENES Empleo juvenil Empleo juvenil por decil Jóvenes que no estudian y no trabajan Deserción en la educación media y superior 55 57 57 59 62 CAPÍTULO 4. EMPLEO E INGRESOS EN LAS MUJERES. DESIGUALDAD DE GÉNERO Diferencias en el nivel de ingreso: Hombres v/s mujeres La desigualdad de género y la educación. Empleo femenino por decil Diferencias por sexo en el nivel de empleo Mujer jefa de hogar Efectos en la empleabilidad femenina Natalidad por composición etaria de la madre 65 67 71 72 74 75 78 79 7 Progreso económico con insatisfacción social CAPÍTULO 5. EDUCACIÓN Y MOVILIDAD SOCIAL 83 CAPÍTULO 6. DEMOGRAFÍA Y TERCERA EDAD Proporción de adultos mayores por quintil Situación laboral de la tercera edad por quintil Evolución del ingreso de la tercera edad 91 94 97 100 CAPÍTULO 7. ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA INTERRELACIÓN ENTRE PROSPERIDAD, DESIGUALDAD E INSATISFACCIÓN? Desigualdad y estabilidad socio política El bienestar y la percepción de la desigualdad 103 105 109 CAPÍTULO 8. CRECIMIENTO Y MAYORES INGRESOS = MALESTAR ¿Por quién doblan las campanas? Insatisfacción y alza de expectativas La estela de la desigualdad Realidad y sensación de bienestar Las redes sociales: un megáfono moderno 117 119 125 128 130 136 CAPÍTULO 9. POLÍTICAS SOCIALES: EL PAPEL DEL ESTADO FRENTE A LA DESIGUALDAD Políticas públicas en favor de la equidad Políticas sociales en favor del empleo Políticas sociales en favor del adulto mayor Programas públicos que perjudican disminuir la desigualdad 139 143 144 145 146 CAPÍTULO 10. IDEOLOGÍA Y CAMBIO DEL MODELO 149 CAPÍTULO 11. ¿QUÉ HACER CON LA DESIGUALDAD? 159 BIBLIOGRAFÍA167 8 Universidad San Sebastián Prólogo Si Chile y su economía han progresado tanto, ¿por qué hay tantas chilenas y chilenos descontentos? Esa ha sido la pregunta que ronda las élites del país desde el inicio de las movilizaciones el año 2011. Para responderla se han derramado ríos de tinta. Pero muchas de las respuestas han sido tan superficiales, tan frívolas o tan ideologizadas, que esos ríos de tinta amenazan con ahogarnos en vez de arrastrarnos hacia un futuro esplendor. Este libro de Hugo Lavados y Francisco Aravena es distinto. Los autores inician el análisis con algo que muchos comparten: La insatisfacción de los ciudadanos tiene que ver con la persistente desigualdad de Chile. Pero no se detienen ahí. Hurgan, investigan y documentan para darle contenido a esa tesis, para precisar sus definiciones y alcances, y para extraer lecciones útiles y sensatas de política pública. Ya en el primer capítulo Lavados y Aravena derriban mitos. Suele afirmarse que en Chile “los ricos son cada día más ricos y los pobres cada día más pobres”. Eso es patentemente falso, dicen los autores: “Excepto casos muy puntuales, todos los hogares han aumentado sus ingresos; además, la distancia relativa entre grupos se ha mantenido, e incluso ha disminuido...”. Sostienen que Chile ha sido exitoso en la lucha contra la pobreza, y eso se refleja en los ingresos de los más pobres. Pero la tajada del ingreso nacional que se llevan esas familias pobres ha variado poco o nada. Lo que sí ha ocurrido —y este es un punto importante y novedoso— es que, a pesar que los ingresos han subido, las participaciones en el ingreso nacional se han mantenido estables, por lo que las brechas absolutas entre los grupos han aumentado. Si una familia rica gana 4 millones, y una pobre 200 mil pesos, la brecha entre ambas es de 3 millones 800 mil pesos. Supongamos ahora que ambas duplican su ingreso, con lo cual mantienen su tajada relativa del total. La distribución del ingreso, como suele medírsele, no ha cambiado. Sin embargo, la familia rica ahora gana 7 millones 600 mil pesos más que la familia pobre. Esa brecha al alza se siente, y causa indignación. Allí entonces una primera clave para desentrañar el malestar de Chile. 9 Progreso económico con insatisfacción social Los autores, además, resaltan –este es un punto que yo también he intentado subrayar en mi trabajo académico y político— que las diferencias de ingresos no sólo se derivan de la brecha salarial, sino que también, y crucialmente, de las diferencias en el acceso al trabajo estable. No está de moda hablar de empleo, porque hoy las tasas nacionales de cesantía son relativamente bajas. Pero Chile sigue teniendo un problema gigantesco de empleo, que afecta más que nada a mujeres y jóvenes. Y esas personas, a su vez, integran los hogares que se encuentran en la parte más baja de la distribución de ingresos, explicando así otro componente clave –y persistente—de nuestra desigualdad. Valga otro ejemplo para ilustrar el punto. En las comunas más ricas de Chile, el hogar promedio tiene casi 2 empleos estables. En las comunas más pobres de Chile, por contraste, el hogar promedio goza de apenas medio empleo, es decir, hay que juntar dos familias para tener una fuente completa de ingresos. Visto de otro modo, los ricos tienen cuatro veces más acceso al empleo que los pobres, y eso los pone en una situación inmensamente ventajosa en la distribución de oportunidades. Una familia que tiene dos o tres ingresos estables no será nunca pobre, por bajas que puedan resultar las remuneraciones de cada uno. Por contraste, una familia donde hay solamente medio ingreso requiere que ese sueldo sea alto para alimentar, vestir, cobijar y educar a todos los integrantes del grupo familiar, y salir así de la pobreza. Mientras no corrijamos el problema del dispar acceso al empleo –y así lo entienden muy bien Lavados y Aravena— nuestros avances contra la desigualdad seguirán siendo magros. Los autores de este libro también subrayan, y con razón, que no solo importa el ingreso de una familia. Importa tanto o más la incertidumbre que rodea a ese ingreso. Lo que está peor distribuido en Chile, apuntan, es la seguridad. O, dicho de otro modo, nuestro peor flagelo es la inseguridad y, de su mano, el temor. El temor a ser asaltados, a perder el trabajo, a enfermarnos y no gozar del cuidado necesario, a entrar a estudiar y no tener plata para completar la carrera, a llegar a viejos y que la pensión no alcance para vivir con dignidad. José Joaquín Brunner enfatizaba este punto hace ya 15 años, y sigue siendo tan clave hoy como entonces. La implicancia para las políticas públicas de este punto es clave: Para los sectores medios, esta inseguridad es tanto o más difícil y dolorosa que el nivel mismo de sus ingresos. Por lo tanto, lo que esos sectores medios más necesitan no son subsidios o bonos, sí políticas que les den seguridad. Por ejemplo, seguros para no perder la casa o la carrera si el jefe de hogar pierde el trabajo, mejores seguros de salud sin letra chica ni listas de espera, un seguro de desempleo más generoso. 10 Universidad San Sebastián En general, el enfoque de este libro hacia las recetas de política anti-desigualdad es encomiable. Los autores citan una frase certera de George Bernard Shaw: “Nada destruye más el respeto por el gobierno y la ley de un país que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución”. En Chile, poco sacamos con enumerar una larga lista de derechos sociales si no contamos con los recursos, las instituciones y las capacidades para asegurar que esos derechos se cumplan. Desarrollar esas instituciones y capacidades es un proceso gradual. Los cambios, si queremos que duren, hay que construirlos sobre cimientos resistentes. Debemos poner piedra sobre piedra, con paciencia y perseverancia, y sin escatimar ni esfuerzo ni sudor de nuestras frentes. Sólo así podremos dejar atrás el malestar actual y alcanzar una sociedad en que las personas vivan como quieren vivir, no como les tocó vivir. A esa labor nada de fácil, pero bella y noble al mismo tiempo, nos invitan Hugo Lavados y Francisco Aravena. Andrés Velasco. 11 Progreso económico con insatisfacción social 12 Universidad San Sebastián Presentación y agradecimientos Este trabajo es un intento por explicar por qué un país que ha experimentado durante 25 años un proceso sostenido de crecimiento económico, que corresponde a lo que definimos como prosperidad económica, presenta un cuadro de insatisfacción o descontento social bastante generalizado, el cual ha influido en los planteamientos económicos de todos los sectores políticos, especialmente en los últimos tres años. Sin embargo, es importante dejar en claro que no profundizamos el análisis en torno a los elementos culturales de esa insatisfacción, ya que el propósito de este trabajo es estudiar la relación entre el crecimiento económico y la desigualdad con la insatisfacción social existente. Nuestra hipótesis es que la desigualdad es causa del descontento y puede también producir inestabilidad económica y política. Por supuesto, queda mucho por investigar en ese sentido, especialmente sobre la interrelación entre la desigualdad con la inestabilidad. Tenemos la convicción de que existe tal malestar en la sociedad chilena, sabiendo que nunca encontraremos una satisfacción plena en sociedad alguna. Es obvio que se puede cuestionar este enfoque, pero sostenemos que es válido partir de esa premisa, aunque no sea más que por el simple hecho que todo el espectro político la acepta y es una base fundamental de los programas de gobierno. Además, por cierto, no es solo cuestión de la coyuntura política, ya que desarrollamos argumentos que sustentan ese malestar. A lo largo del libro planteamos las cifras y razones que nos permiten afirmar que hemos tenido un importante progreso económico, que se ha ido construyendo en los últimos 25 años, así como las evidencias que muestran la situación, muy mala por cierto, de la distribución de los ingresos. Analizamos por qué esta deficiente distribución de los ingresos está en la base del descontento social. Por ser un problema de enorme complejidad (multifactorial y multidisciplinario), decidimos que lo más pertinente es asumir que la mala distribución de los ingresos está directamente correlacionada, con coeficientes muy significativos, con casi todas las manifestaciones de la desigualdad, sin establecer relaciones duras de causalidad, por la misma complejidad del tema. Esto debería ser tema de investigaciones mucho más profundas. En el desarrollo del trabajo usamos el concepto “correlación” en su sentido estadístico, e indicamos cuando hacemos una interpretación de causa-efecto. 13 Progreso económico con insatisfacción social Posiblemente, las causas de este descontento social se retroalimentan y generan una espiral negativa, lo que hace aún más difícil actuar con propuestas de política pública que dejen contentos a todos y que, además, sean factibles y eficaces. Observamos que se requieren programas de corto plazo, como transferencias y flexibilizaciones laborales, junto a otros que aseguren la sustentabilidad del impacto en el largo plazo. Más que un asunto de buenas intenciones y ganas de resolver el problema, el verdadero desafío es el de hacer coincidir necesidades (lograr una clara mejora en la distribución del ingreso y en otras manifestaciones de la desigualdad), con recursos (programas eficaces y fondos disponibles para llevar a cabo estos programas). Frente a la amplitud del objeto de análisis, es necesario elegir algunos factores, que se ha demostrado son importantes. Una primera cuestión que veremos, es aclarar o demostrar la afirmación que en 25 años en Chile ha coexistido el crecimiento económico con mayores ingresos para todas las familias, lo que llamamos progreso económico, con una pésima distribución. Estas secciones del libro están ex profeso dirigidas a quienes no son profesionales de la Economía, ya que para estos seguramente serán antecedentes conocidos. Es importante estudiar las interacciones entre el crecimiento, la desigualdad con la estabilidad social y política, lo que hacemos mediante el análisis de investigaciones que han marcado esta área, que está en la intersección de la psicología, sociología y la economía. En el resto del trabajo, se abordan los que consideramos los temas de mayor relevancia económica, que interactúan en las distintas facetas de la desigualdad, desde una perspectiva del ciclo de vida de las personas, junto con comentarios sobre las políticas que han tenido mayor impacto. Analizamos diferentes aspectos de la falta de equidad en los jóvenes, las mujeres y las personas de mayor edad, con un foco más intenso puesto en las disparidades de ingreso, y su correlación con el empleo y la educación. Tocamos indirectamente la desigualdad en los niños, que produce efectos enormes en las capacidades para aprovechar las mejorías en las oportunidades; ellos son actores y afectados principales del fenómeno de jefas de hogar, en especial si son mujeres jóvenes con bajo nivel de ingresos. Este trabajo repite un fenómeno ya muy conocido en investigaciones de esta naturaleza en ciencias sociales; habla mucho más de la problemática que de la “solucionática”, en el sentido que las propuestas de políticas son de tipo general, sin abordar todas las dimensiones del problema. Lo que podemos señalar es que, reconociendo ese hecho, ayudar a develar un tema tan importante para el futuro de nuestro país, es parte de la solución. 14 Universidad San Sebastián Pero así como hay elecciones inevitables, como las diversas restricciones que hicieron que ciertos temas no alcanzaran a ser discutidos en este libro, también hay otras razones por las que se escogió el tema, el enfoque y las evidencias que aquí se presentan. La primera es que es un análisis hecho por economistas, por tanto abordamos los temas desde esa perspectiva, incursionando también en temas de política, que son indispensables para pasar de la investigación académica a la praxis. La segunda razón, se relaciona con un fenómeno conocido en ciencias sociales, cual es que la elección de un tema de investigación no está exenta de las preferencias de quien investiga ese problema, así como tampoco lo está la selección de la evidencia que se presenta ni las investigaciones anteriores que se citan como respaldo a su hipótesis. Es un antiguo sesgo, muy estudiado en epistemología y psicología, la cual ha descrito este fenómeno como el “sesgo de la confirmación”, del cual no estamos exentos. El estudio de la desigualdad tiene para nosotros dos vertientes: Una es la mirada ética sobre un hecho que consideramos muy negativo en nuestra sociedad, la otra es la curiosidad intelectual por adentrarse en conocer las posibles causas y efectos de ese fenómeno. Esperamos lograr que los lectores compartan con nosotros esas dos miradas. Agradecemos la colaboración de Claudia Díaz, estudiante de magíster en Políticas Públicas, en el desarrollo del trabajo estadístico inicial, así como la revisión y comentarios hechos a un borrador preliminar por Evelyn Córdova, profesora de Ingeniería Comercial de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián. El periodista Patricio Ojeda revisó y corrigió los capítulos finales. Las docentes de Ingeniería Comercial, Paola Padilla y María Paz Sato, colaboraron con paciencia en la elaboración de tablas y gráficos. El profesor de esta misma Universidad, Ramón Berríos, aportó valiosas observaciones. Por supuesto, los errores y omisiones son de nuestra absoluta responsabilidad. Los autores. Santiago de Chile, noviembre de 2013. 15 Progreso económico con insatisfacción social 16 Universidad San Sebastián Introducción La marcha de Ricarte Soto por los medicamentos “Tengo 71 años. Soy un jubilado por invalidez y vivo con un escaso sueldo, dinero al que le sumo la pensión que mi “viejita” de 74 años, como profesora básica jubilada. No obstante, las enfermedades que ambos padecemos nos llevan cerca de 100 mil pesos de nuestros ingresos. (...) Según dijo el propio señor Lavín, el 2025 van a haber más adultos mayores que menores de 15 años, y si sigue así la cosa, nuestra calidad de vida se va a ir a las pailas (disculpando la expresión). Dedicamos toda una vida a trabajar y aportar a nuestro país con esfuerzo y pagando impuestos diariamente, por lo tanto lo mínimo que merecemos es que se nos trate con dignidad. Los políticos se llenan de promesas para las clases más vulnerables, pero olvidan que la ficha de protección social es inaplicable para gente como nosotros de la clase media, que pese a recibir un dinero “decente”, no incluye en su medición gastos propios que los adultos mayores tenemos que incurrir, especialmente en medicamentos. Porque de pasada, para nadie es un misterio que las farmacias tienen un verdadero monopolio de los remedios en este país. Y si no fuera por los bioequivalentes (algo bueno, entre tanta sinvergüenzura), sería más terrible la situación. Y no creo ser el único que piensa así, si no, revise cuánta gente apoyó a Ricarte Soto con su marcha por los medicamentos, fueron miles a lo largo del país. Molesta que las decisiones se tomen en base a números. Yo no soy una estadística, soy una persona con derechos y deberes, estos últimos los cumplo, pero ¿cumple el gobierno con mis derechos?1 La deuda de Jenny: Jenny tenía un buen comportamiento de pago y canceló sus cuotas de crédito por más de cuatro años, pero la situación cambió una vez que quedó cesante. Cuando intentó hacer efectivo el seguro de cesantía que la misma empresa la obligó a tomar para darle el crédito, los representantes de la firma incurrieron en una serie de estrategias para no darle el pago, pidiéndole diversos documentos para dilatar la cancelación del beneficio. Como no estaba recibiendo ingresos y se encontraba a la espera del pago del seguro por parte de la misma compañía, dejó de cancelar sus (1) Biobiochile.cl, jueves 4 de julio de 2013. Señor Piñera: ¿Qué pasaría si a usted, o al señor Lavín le recortáramos un 20% de su sueldo? http://www.biobiochile.cl/2013/07/04/senor-pinera-que-pasaria-si-a-usted-o-al-senor-lavin-le-recortaramos-un-20-desu-sueldo.shtml 17 Progreso económico con insatisfacción social cuotas. Allí repactaron la deuda: ‘Creció y creció no más. Nunca me preguntaron, nunca pude hacer efectivo mi seguro de cesantía, me sentí estafada porque nunca pude hacer válido’. Señala que la tienda actuó ‘desde mi ignorancia, porque yo no sabía que la deuda seguía creciendo’”2. Cada vez es más frecuente encontrar en los medios de comunicación este tipo de denuncias ciudadanas. El hilo conductor suele ser similar: Notas en televisión, radio o artículos de prensa cuyo argumento se acompaña de adjetivos como desigualdad, descontento, abuso, estafa o reclamo. Normalmente, quienes son sindicados como responsables de estos hechos se percibe que pasan a llevar derechos fundamentales, como acceso a la salud o a la educación. Se acusa que las autoridades no cumplen, los políticos son calificados de ineptos o corruptos, mientras se dice que jueces y policías amparan a los delincuentes; también las empresas son acusadas de realizar cobros abusivos, de modificar contratos manera unilateralmente o de no brindar las prestaciones a las que se habían comprometido. Pero, últimamente también se han hecho escuchar quienes en la calle pregonan conceptos en pos de la obligatoriedad de derechos sociales, gratuidad y calidad en educación, cambios al modelo económico y en instituciones, apoyo a la clase media, la necesidad de mayores facilidades para la movilidad social, acceso a la salud y jubilaciones dignas, entre otras muchas demandas. Transformaciones, derechos, demandas de los movimientos sociales, denuncias, son palabras repetidas hasta la saciedad. ¿Por qué se construyó este panorama de insatisfacción social, de descontento generalizado? Reiteramos que uno de los fenómenos más evidentes en Chile, desde hace por los menos 25 años, es la coexistencia de una creciente prosperidad económica, que ha creado mayor bienestar material prácticamente para todos sus habitantes, acompañada por claras manifestaciones de insatisfacción, en parte importante de la población. Pese a ello, la afirmación, tantas veces reiterada, que “los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres” es absolutamente incorrecta. Los datos y estudios disponibles muestran que, excepto casos muy puntuales, todos los hogares3 han aumentado sus ingresos; además, la distancia relativa entre grupos se ha mantenido, e incluso ha disminuido, si tomamos el Ingreso Monetario4. de los hogares. (2) Radio Cooperativa, sábado 11 de julio de 2011. Víctima de repactaciones unilaterales de La Polar: Me siento estafada. http:// www.cooperativa.cl/victima-de-repactaciones-unilaterales-dela-polar-me-siento-estafada/prontus_nots/2011-06-11/134635. html 18 (3) Definición de Hogar según la encuesta de Caracterización Socio Económica de Hogares, CASEN. (4) Ingreso Monetario: Ingreso transferencias. Ver CASEN. autónomo más Universidad San Sebastián Con tasas de inflación y desempleo de un dígito y cada vez más estables, más un Producto Interno Bruto (PIB) con crecimiento sostenido y niveles de ingreso que han aumentado para todos los segmentos socioeconómicos, se debería haber producido una mejora en el nivel de vida y la satisfacción ciudadana; sobre todo si se supone que un aumento en la riqueza material de los chilenos (medida por el PIB per cápita), genera mayor bienestar. A ello se suma un discurso político que en los últimos años ha puesto de relieve el alto estatus en que se sitúa el país, con mensajes sobre lo cerca que estaría la meta del desarrollo, el respeto que se tiene por Chile a nivel internacional y los múltiples acuerdos comerciales que respaldan ese proceso. Se observan alabanzas que provienen de otros países, donde notables hombres y mujeres de la academia, de los negocios y de la política destacan y aplauden el progreso económico y la estabilidad del país, resaltando la gran plataforma en que se habría convertido. La educación escolar es prácticamente universal, con un 85% que termina Educación Media, junto a una cobertura que ha llegado a ser muy alta - 45%- en la educación superior. La evidencia apunta hacia una calidad todavía deficiente pero con dirección hacia mejorar, aunque con mucha lentitud. Se observa que los indicadores sanitarios y vitales alcanzan valores vigentes solo en países desarrollados. Aspectos como la mortalidad infantil, la esperanza de vida, la cobertura de servicios de agua potable y alcantarillado, la universalización de la educación media y el fuerte crecimiento en la educación superior, entonces, han sido parte integral del proceso de creciente prosperidad económica. A pesar que, además de lo señalado, los indicadores macroeconómicos (tanto de producción como de ingreso promedio) hablan de Chile como un país en constante avance, se ha generado una grande y creciente brecha absoluta5 de los ingresos entre grupos de hogares. Las proporciones del ingreso total que n los diferentes segmentos de la población se han mantenido bastante estables; si ese ingreso crece significativamente, medida en valor monetario, la distancia aumenta. Una hipótesis central en esta investigación es que las personas viven, simultáneamente, en un mundo de comparaciones relativas y también de comparaciones absolutas. Los economistas tenemos un fuerte sesgo a la visión que lo relativo importa más, especialmente al analizar la asignación de recursos. La percepción sobre la posición comparativa con el grupo de referencia se hace en cuanto a la relación (estamos o no al mismo nivel), como sobre el monto de las diferencias. Como (5) Usamos “absoluto” en el sentido de un monto, de un valor, como diferente a lo “relativo”, que es una proporción entre dos valores, como un porcentaje. 19 Progreso económico con insatisfacción social veremos, la visión sobre lo que es “justo” y “equitativo” condiciona el juicio sobre una situación. La sensación predominante es que tenemos una sociedad y una economía con una desigualdad creciente, en montos comparativos de ingresos que son “injustos” e “inequitativos”. En ese contexto, se constata en la ciudadanía ese fuerte descontento del que ya se ha hablado. ¿Por qué? Una explicación es que se percibe que los beneficios del alumno aventajado en el camino al desarrollo llegan, en mayor medida, solo a un grupo pequeño de personas, que componen el grupo de más altos ingresos en el país; mientras una gran cantidad de habitantes, que se identifica con la clase media o directamente con los estratos más bajos, no se siente identificado por este momento “excepcional” que se estaría viviendo. Es así como para muchos chilenos, que los economistas sostengan que estamos a las puertas del desarrollo, o que el Banco Mundial diga que el país tiene un PIB per cápita que nos hace estar entre los más ricos del mundo, no tiene importancia alguna. No sienten los efectos, ni en su vida ni en su entorno, de lo que debiera significar ser parte de un país de rentas altas. Por el contrario, ven en muchos casos una bajísima probabilidad de entregar educación de calidad a sus hijos; conviven con extenuantes jornadas de trabajo, en las que, además de las horas que le dedican a su actividad, deben lidiar con extensos recorridos en un transporte público que carece de calidad. En muchas ocasiones deben dejar a sus hijos solos en sus casas o al cuidado de algún familiar o vecino, con temor a un entorno que es percibido como uno marcado por la droga o la delincuencia, lo que es reforzado por los medios de comunicación. Pese a que la evidencia disponible muestra que esos problemas existen, pero que son sustancialmente diferentes a los de hace dos o tres décadas, el malestar es mayor, al ir aumentando la brecha entre la situación actual y las expectativas. Es lo que denominamos la importancia de la desigualdad absoluta, en valor monetario. A ese entorno debemos agregar el panorama en materia de empleo y remuneraciones, que es mixto. Un alto número de trabajadores el salario mínimo; si este es el único ingreso de una familia, ella queda bajo la línea de pobreza. Por otra parte, los indicadores de desocupación pueden tener al país al borde del pleno empleo, especialmente hombres con educación media completa, con más de 25 años; pero al profundizar en esos números se ve que hay mucho por hacer en materia de generar mejores condiciones y mayores oportunidades para el empleo juvenil y para el acceso de las mujeres al mercado laboral. 20 Universidad San Sebastián Otro gran tema aparece si observamos las importantes modificaciones en la estructura demográfica del país. Tenemos una población que ha ido envejeciendo y requiere de soluciones en cuanto a sus jubilaciones y la forma en la que pueden encarar la última etapa de sus vidas. Entre otras cosas, deberían darse oportunidades de empleo para adultos mayores, dado el cambio demográfico con mayor expectativa de vida, acompañado de mejor atención sanitaria. Existe una razón profunda para que la insatisfacción persista e incluso se agudice. En nuestro país mantenemos una enorme desigualdad, que se manifiesta en múltiples dimensiones de la vida de las personas. Además, las expectativas de acceso a bienes y servicios han crecido, producto de diferentes factores culturales, económicos, sociales y políticos que se han dado entre nosotros. Para los grupos de mayores ingresos y de mejor posición social, la movilidad social descendente es baja, y las barreras para ascender a ese grupo son altas. Un tema central sobre la desigualdad es que la distribución y la composición del ingreso en el país muestran grandes inequidades. Hay diferencias enormes entre los ingresos familiares que recibe el 10% de menores recursos, que es el decil I6, respecto al decil X, con la mayor concentración en la parte alta del grupo con ingresos más altos. A ello hay que sumar el escaso foco de las políticas públicas para favorecer una mejor distribución del ingreso, pese a que la equidad ha sido bandera de lucha de la mayoría de los candidatos presidenciales de las últimas dos décadas. Las políticas se han concentrado, con mucho éxito, en disminuir la pobreza; ahora el reclamo es por disminuir la desigualdad. A veces se considera que este tipo de problemas no son centrales a la Economía, como disciplina. El texto de Economía más usado en el mundo argumenta en dirección contraria7: “Cabría muy bien preguntarse, ¿cuál es el objetivo de este ejército de economistas que miden, analizan y hacen cálculos? El objetivo final de la ciencia económica es mejorar las condiciones de vida de las personas en su cotidianidad. Aumentar el producto interno bruto no consiste solamente en jugar con las cifras. Mayores ingresos significan buena comida, hogares cálidos y agua caliente. Implican (6) En líneas generales, un decil es la décima parte del total, resultante de dividir en 10 partes iguales una distribución o conjunto de datos. En este caso en particular, un decil según ingresos se obtiene dividiendo el total de hogares en 10 grupos de igual tamaño, cubriendo cada uno un 10% del total, de modo que el primer grupo (primer decil) comprende a los hogares de menores ingresos y el último grupo (décimo decil) representa a los hogares con mayor ingreso per cápita. De la misma forma, los quintiles son participaciones de 20% de un total; la población que se encuentra en el primer quintil de ingreso es la de menores ingresos, o más pobre, mientras que la que está en quinto quintil es el 20% de ingresos más altos. (7) Samuelson y Nordhaus. Economía. 19° Edición. McGrawHill, 2010. 21 Progreso económico con insatisfacción social contar con agua potable y con vacunas contra las perennes plagas de la humanidad. ¿Para quiénes se producen los bienes? ¿Quién los frutos de la actividad económica? ¿La distribución del ingreso y de la riqueza es justa y equitativa? ¿Cómo se divide el producto nacional entre los distintos hogares? ¿Existen muchas personas pobres y unas pocas ricas? ¿Los ingresos elevados se destinan a los profesores o a los atletas o a los trabajadores den las fábricas de automóviles o a los capitalistas de riesgo? ¿La sociedad proporcionará el consumo mínimo a los pobres o éstos deben trabajar si han de alimentarse?”. Es conveniente hacer notar que las legítimas manifestaciones de distintos grupos sociales, que expresan sus intereses y descontentos, se pueden tornar riesgosas para el proceso de progreso económico de Chile y podrían dificultar el camino hacia un mayor bienestar social. Eso ocurre si no existe voluntad de diálogo por parte de quienes ejercen el poder o de los dirigentes sociales, como cuando se afirma que la única respuesta política válida es una de aceptación total de “nuestras demandas”, que es el caso de los estudiantes, o de las “demandas sociales”, que es lo que ha ocurrido con muchos en el mundo político. También, cuando se aceptan métodos ilegítimos y no se rechaza con claridad, sin doble discurso, la violencia. O si la política se transforma en un club cerrado, con un gran hándicap para los nuevos candidatos; o cuando se percibe que el principal objetivo político es el cambio cosmético sin modificaciones reales. Desafortunadamente, no existe una vía expresa hacia la mayor equidad, aunque sí es posible acercarse a la meta a una mayor velocidad. Sin crecimiento económico no tendremos cómo mejorar las remuneraciones; y tampoco que los mínimos aceptables en salud, vivienda, cultura y, especialmente, educación, estén al alcance de todos. Eso es parte esencial de la “justicia social”, y se consigue con responsabilidad y políticas macroeconómicas claras. En nuestra actual situación, con el nivel de ingresos que tenemos y la gran desigualdad existente, plantear a corto plazo una sociedad de derechos, sin límites claros ni un correlato de responsabilidades, es casi una utopía. A menos que para alcanzar un grado mayor de igualdad se piense en el modelo de Cuba o el de los países de la URSS antes de su derrumbe. Sin embargo, y como ya bien lo dijo Jorge Ahumada en La Crisis Integral de Chile (1966): “No se trata de postular una distribución igualitaria. La igualdad es imposible, incluso en una sociedad socialista.” (p. 17). En este estudio demostramos que un crecimiento sostenido del PIB ha significado mejores tasas de empleo, mayor inversión que eleva la productividad de los factores de producción, la posibilidad de establecer políticas más efectivas que ayuden a mantener a la inflación en niveles sanos para la economía; y, sobre todo, un mayor ingreso real para la población, usando como proxy el PIB per cápita. También, 22 Universidad San Sebastián como es esperable, han crecido el ingreso disponible y el consumo, que permiten sostener lo anterior. Resulta clara, entonces, la importancia para los chilenos de tener un aparato económico que sea capaz de mantener estas tasas de crecimiento del PIB; el cual se sabe que fluctuará, por efectos del ciclo económico, pero cuya variación puede ser atenuada, hasta cierto punto, de mantenerse políticas económicas consistentes. Por cierto, el desafío es sostener una actividad económica con dinamismo, con una importante mejoría en la distribución del ingreso, mayores oportunidades y movilidad social, elementos claves para ir disminuyendo la desigualdad, que es el gran problema de nuestro futuro. Como podemos ver, el presente está cargado de desafíos en materia de políticas públicas, al tiempo que son muchas las voces de sectores que se sienten desprotegidos y que están expresando su descontento cada vez con mayor fuerza. La insatisfacción siempre va a existir, lo importante es la significación que adquiere para las políticas y estabilidad del país. 23 Progreso económico con insatisfacción social 24 Universidad San Sebastián Capítulo 1 Contexto socioeconómico: Una primera mirada al progreso económico. 25 Progreso económico con insatisfacción social 26 Universidad San Sebastián C omo hemos repetido, durante los últimos 25 años Chile se ha mostrado como un país próspero, consolidado en términos políticos, y con una promisoria situación económica, caracterizada básicamente por su estabilidad con crecimiento. Este último aspecto se valida esencialmente por los altos índices de crecimiento obtenidos entre 1990-2012, lo cual permitió que adquiriera el estatus de miembro pleno de la OECD (Organization for Economic Co-operation and Development) y a partir del 1 de julio de 2013 ingresara al grupo de países de ingresos altos, según el Banco Mundial. Ahora bien, estos cambios en la situación financiera del país no sólo impactan en términos agregados a la economía, pues las personas también se ven favorecidas por el nuevo escenario imperante; lo cual puede verse a continuación, donde se muestra cómo ha evolucionado la tasa de crecimiento del ingreso monetario real, por decil de ingreso del hogar. Es conveniente en este momento definir algunos términos, que se usan en todos los capítulos de este libro. El ingreso autónomo está conformado por los sueldos y salarios, ganancias provenientes del trabajo independiente, auto-provisión de bienes producidos por el hogar, bonificaciones, gratificaciones, rentas, intereses, así como jubilaciones, pensiones, montepíos y transferencias entre privados. Su ordenamiento de menor a mayor permite formar grupos de igual tamaño; si son 10 grupos se habla de deciles de ingreso autónomo. A los hogares de esos grupos se les analiza sobre ingresos monetarios, empleo y educación, entre otras informaciones que contiene la base de datos de la encuesta sobre la que trabajamos. El ingreso monetario es la suma del ingreso autónomo y los subsidios monetarios (aportes en efectivo que distribuye el Estado a las personas y los hogares a través de sus programas sociales). 27 Progreso económico con insatisfacción social Tabla 1-1: Tasa de crecimiento del ingreso monetario real por decil de ingreso autónomo del hogar, 1990 – 2011. DECILES I II III IV V VI VII VIII IX X 58% 68% 67% 57% 62% 47% 60% 56% 48% 33% Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN. Como puede observarse en la Tabla 1-1, desde 1990 y hasta 2011 los distintos grupos, ordenados por ingreso monetario, registran un incremento bastante evidente, hasta el punto que todas las personas del país tienen cerca de un 50% de mayores ingresos que hace 20 años, excepto el 10% más alto. Esto quiere decir que prácticamente todas las familias de Chile ampliaron su poder adquisitivo, situación que se tradujo en un mayor acceso a bienes y servicios, tal como se observa en el crecimiento del consumo privado y, por tanto, han ido obteniendo una mejor calidad material de vida. Ahora bien, quienes más han crecido, en términos de ingreso real promedio, son las familias pertenecientes a los deciles II y III, cuya alza asciende al 68% y 67%; esto implica entonces que uno de los segmentos más desprotegidos y vulnerables de la población pudo aumentar su capacidad de consumo de bienes y servicios de manera notable, lo que se traduciría no sólo en una mejora en cuanto a la condición de vida sino también en seguridad e integración social8. Crecimiento económico Ha sido muy estudiado que el crecimiento en Chile se aceleró desde fines de los 80, por un conjunto de elementos que modificaron la trayectoria económica del país9. Tenemos una mayor eficiencia en la asignación de recursos, como sucede al eliminarse la represión financiera10 ; por un mejor uso de los recursos (a causa de inversiones que incorporan innovaciones tecnológicas, por ejemplo); la creación de nuevas instituciones y el funcionamiento más adecuado de las ya existentes; y la apertura al comercio internacional. Se puede decir que hemos construido un país estable y próspero en términos económicos, lo que se traduce en el crecimiento económico medido en términos (8) Estos grupos se caracterizan por el alto valor que otorgan al consumo de bienes y servicios, puesto que, para quienes tienen menores ingresos, el acceso a bienes y servicios adicionales tiene mayor impacto en su calidad material de vida. (9) A este respecto se recomienda revisar el trabajo de Lanzarotti, Mario (2003), “¿Chile: del Crecimiento Tranquilo a la Tranquilidad sin Crecimiento?”, Textes de Recherche de l’IEDES, Nº 48; y el de Schmidt-Hebbel, Klaus (2006), “Chile’s Economic Growth”, 28 Cuadernos de Economía, mayo. También se considera relevante una breve pero muy completa revisión que hace Carlos Massad de estudios sobre el crecimiento económico chileno, publicada en 2002 en la revista Economía Chilena, Volumen 5, Nº 1. (10) Ver el estudio de Hernández, Leonardo y Parro, Fernando (2004), “Sistema Financiero y Crecimiento Económico en Chile”, Documento de trabajo Nº 291, Banco Central de Chile. Universidad San Sebastián de la variación real del PIB. De esta forma, es posible observar que durante estos últimos 25 años el efecto de una serie de políticas estructurales orientadas al mercado, con un importante rol del estado como regulador y generador de políticas de protección social, produjo en Chile altos índices de crecimiento, que se vio afectado básicamente por eventos internacionales negativos, que alteraron el financiamiento y la producción. La evolución de un índice de crecimiento, con base 100 en 1988, puede apreciarse en el gráfico 1.1. Se presenta la evolución del Producto Interno Bruto -PIB- en todo el período, construyendo un índice con base 100 el 2008, al que se le aplica cada año la tasa de crecimiento económico real, obtenida del Banco Central de Chile, en la base de datos del Banco Mundial. Al ver el gráfico, se observan solo dos disminuciones, la primera está dada por la situación entre los años 1997 y 1999, época en la que el país sufrió los efectos de la denominada Crisis Asiática. En aquella ocasión, el desplome que se observó fue imprevisto, por lo que el impacto de la recesión fue de alta percepción ciudadana. La fase contractiva del ciclo económico fue superada lentamente, alcanzando en 2003 un cierto nivel de estabilidad. En los años 2008-2009 una nueva crisis internacional afecta a la economía nacional. 340 380 Base Año 1987=100 y datos del PIB per cápita a PPP US$ 18.500 (2012) 260 300 PIB p/c PPP US$9.036 (1998) US$4.025 (1988) PIB p/c PPP 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 100 140 180 220 PIB p/c PPP Año 29 Progreso económico con insatisfacción social Su impacto en términos de crecimiento fue mayor que en la crisis previa, pero la percepción de las personas al respecto no fue la misma. Esta vez la caida fue enfrentada rápidamente con políticas contracíclicas, lo que permitió a las autoridades ejercer un mejor control sobre la contingencia. Desde mediados del 2008 al tercer trimestre del 2009 se produce un período de disminución de la actividad económica, cuyos efectos fueron atenuados por el correcto uso de las políticas contracíclicas, lo que permitió que la producción no cayera en grandes magnitudes (como ocurrió en otros países) y, por ende, que los indicadores macroeconómicos comenzaran a recuperarse el cuarto trimestre del 200911. En todo el período que analizamos, desde 1998 adelante, podemos observar que la evolución del producto llega a más que triplicar el nivel del PIB inicial. En el año 2013, el PIB superará los USD $250.000 millones; con un panorama de tasas de inflación reducidas y estables (el promedio de los últimos nueve años ha sido un 3,16%), y hace que los efectos del crecimiento económico sean aún más beneficiosos para todos los actores que intervienen en la economía. Empleo Hemos insistido en la creciente prosperidad económica durante los últimos 20 años. Junto a ese incremento se ha producido una clara mejora en materia de empleo. Básicamente, el crecimiento económico sostenido y la aplicación de algunas políticas en esta área, han permitido que en Chile el desempleo disminuya progresivamente, hasta alcanzarse, en la fase más alta del ciclo económico, tasas de empleo cercanas al llamado pleno empleo12. Las situaciones más críticas en cuanto a desempleo, observadas durante los últimos 20 años, están determinadas, en gran medida, por fenómenos internacionales. Entre 1998 y el año 2000, la denominada crisis asiática impactó súbitamente en la economía nacional; lo que se tradujo en elevadas tasas de desempleo para todo el período, como por ejemplo en el año 2000, donde los índices de desocupación alcanzaron el máximo observado –para el rango de tiempo definido- al llegar a un 10,4%. Lentamente la economía nacional se comenzó a reponer del impacto, para luego enfrentarse en el 2009 a una nueva crisis internacional (la crisis sub prime), (11) Ver el “Estudio Económico de Chile, 2010”, realizado por la OECD. (12) En el año 2006, Jorge Restrepo publicó un documento de trabajo del Banco Central de Chile (“Estimaciones de NAIRU para Chile”, Documento de trabajo Nº 361), donde expone cómo calculó la NAIRU para Chile; que se ubicó en un intervalo de confianza entre 6,4% y 9,3%, con estimaciones puntuales entre 7,6% y 8,1%. De ahí que muchos economistas y otros estudios realizados posteriormente al de Restrepo (p. ej., ver el reporte 30 publicado por el Banco Santander en junio de 2013, “Mercado laboral en Chile: más allá del pleno empleo”), afirmen que durante los últimos tres años Chile ha estado cerca del pleno empleo, aunque debe advertirse que esta afirmación no ha tenido pocos detractores, sobre todo por las tasas de desocupación más altas en mujeres, jóvenes y personas con menor calificación. En hombres sobre 25 años, con educación media completa o más, ha existido en esencia solo desempleo friccional. Universidad San Sebastián lo que alteró el panorama, incrementando nuevamente el nivel de desempleo. La crisis de 1999 hizo crecer la desocupación del 6% al 13% en 2 años, y se demoró varios años en bajar significativamente. La crisis del 2009 llevó a que en 12 meses la desocupación subiera del 8% al 11%, disminuyendo al año siguiente al nivel anterior, pese a que la crisis externa fue más violenta y todavía se manifiesta en los países desarrollados. La desocupación ha continuado cayendo13, con incremento en las remuneraciones reales. Para apreciar mejor la evolución del desempleo durante los últimos 20 años, se presenta el gráfico 1.2. 5.5 6 6.5 tasa de desempleo (%) 7 7.5 8 8.5 9 9.5 10 10.5 Gráfico 1.2: Evolución tasa de desempleo, 1990-2013. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 Año Fuente: Elaboración propia en base a datos del INE para el trimestre Marzo-abril-mayo de cada año. Es así como puede verse que en Chile se ha estructurado una economía cuyo nivel de empleo refleja capacidad de absorción del incremento en la fuerza de trabajo, sobre todo de la participación femenina, aunque ese incremento no ha sido muy alto, pero que evidencia una notable variabilidad, especialmente por su sensibilidad a fenómenos foráneos. Considerando este antecedente, se ha intentado suavizar el (13) Las cifras hasta el 2009 no son completamente comparables con las posteriores, por cambios metodológicos en la Encuesta Nacional de Empleo del INE. Aquí se usan para indicar tendencias. 31 Progreso económico con insatisfacción social impacto que las crisis de otros países nos generan, mediante la aplicación de una serie de políticas contracíclicas, que apuntan directamente a la protección del nivel de empleo e ingresos en los sectores más vulnerables. Ahora bien, los programas de empleo directo poseen un gran problema de diseño, y es la falta de exigencias de contraprestaciones efectivas de servicio laboral, por lo que acceden a ellos muchas personas que estaban fuera de la fuerza de trabajo, y se transforman en programas difíciles de desarmar una vez transcurridas las crisis. Por otra parte, también es importante considerar lo que se refiere a la volatilidad del desempleo, la productividad por trabajador, y cómo se distribuye el empleo por género y por grupo etario. Según un reporte14 sobre el mercado laboral chileno, es importante mirar más profundamente al fenómeno expansivo que ha registrado el empleo en Chile en los últimos cuatro años, desde fines del 2009, ya que el tener un ciclo de “súper-empleo” que se ha generado muy rápido, hace que tal vez pueda terminar con la misma facilidad. Esto revelaría un mercado laboral frágil, esta vez no por factores exógenos, sino por asimetrías y fallas internas que tienen que ver con la productividad y la tasa de participación en el empleo. La productividad promedio del trabajador chileno15 es de 20,95%, menos de la mitad del promedio de la OCDE (44,1%); y los niveles de participación siguen siendo muy bajos, en especial para jóvenes (20-24 años) y mujeres (55,5% y 47,6%, respectivamente), a pesar de haber aumentado en el caso de las mujeres (desde 44.3% en marzo 2010)16 Además de todo esto, también podemos ver que una característica del desempleo es que en los últimos 15 años ha variado con frecuencia, teniendo una alta volatilidad respecto a los 10 años anteriores, lo cual reforzaría la idea de un mercado laboral frágil. Esto introduce incertidumbre y sensación de mayor precariedad en el trabajo, afectando especialmente a los grupos bajos y medios que han incrementado sus ingresos, por la percepción de vulnerabilidad que tiene ese mayor poder adquisitivo, unido al fuerte aumento de sus expectativas, o “derechos”. Es así como puede verse que los desafíos en cuanto a políticas públicas estarían encaminados hacia el aumento en la productividad laboral y la tasa de participación; así como proteger, de cierta manera, al mercado laboral chileno de los choques externos que pudiesen generarse. (14) Banco Santander, Mercado laboral en Chile: más allá del pleno empleo, Santiago 2013. (15) Medido como producto por hora trabajada, en dólares 32 corrientes. Esta medida corresponde a la calculada por la OECD para el año 2011. (16) Banco Santander. Op. Cit. Universidad San Sebastián Un análisis más detallado sobre la participación femenina en la tasa de empleo, al igual que la de los jóvenes, se hará más adelante. Por ahora es de interés seguir presentando otros aspectos relacionados con el crecimiento económico y los cambios en la pobreza y en indicadores sociales muy importantes, que reafirman el progreso registrado en Chile durante las dos últimas décadas. Evolución de la pobreza La pobreza ha sido planteada como el principal problema a solucionar durante los últimos años. Para ello se han tomado una serie de medidas bastante exitosas, entre las que destaca la implementación de políticas gubernamentales, junto a programas públicos encargados de la erradicación de dicha condición, lo que ha complementado el dinamismo económico que el país ha tenido por más de dos décadas. Se ha demostrado que el crecimiento y la creación de empleos para los sectores más desposeídos, son factor clave en la superación de la pobreza. Acorde a los últimos datos aportados por la encuesta CASEN, la pobreza ha pasado de 39% en 1990 a 14% en el 2011, cifras que acreditan una innegable disminución. Junto a la reducción de la pobreza, disminuyó con mayor fuerza la pobreza extrema, pasando de 13% a 3% entre 1990 y 2011, respectivamente. 30 25 25.6 20 23.83 15 20.07 17.46 10 16.05 14.64 13.99 5 13.01 9.03 7.57 5.75 5.62 5.58 4.67 10.5 11.39 3.21 3.74 0 Porcentaje sobre la población 35 40 1990 - 2011. 11.66 2.79 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Año Pobres no indigentes Indigente 33 Progreso económico con insatisfacción social El contexto que ha vivido el país durante los últimos 25 años ha permitido, entonces, mejorar los indicadores de pobreza. Sin embargo, a pesar de lo favorable que resulta este panorama, es necesario tener en cuenta que aún existen en el país muchas familias, cerca del 40% del total, cuyos ingresos no superan los $450.000, lo que son señales claras de vulnerabilidad, por la probabilidad que tienen aquellas personas con ingresos por debajo de esa cifra de caer o retornar a una situación de pobreza. Debe recordarse que la línea de pobreza para un hogar de cuatro personas se estableció en alrededor de $300.000 al mes. Chile es reconocido como un país que cuenta con las capacidades necesarias para superar esta situación y que, a su vez, tiene los recursos necesarios para transitar por la senda de la disminución constante de la pobreza, con crecimiento económico. El progreso de la sociedad para mejorar la calidad de vida de los sectores de ingresos más bajos, requiere otorgar mejores oportunidades de acceso a educación de calidad e implementar políticas y programas que contribuyan a la superación de la vulnerabilidad asociada a la pobreza y mejoren la capacidad de generar ingresos autónomos. Acceso a agua potable y alcantarillado 30 25 25.6 20 23.83 15 20.07 17.46 10 16.05 14.64 13.99 5 13.01 9.03 7.57 5.75 5.62 5.58 4.67 10.5 11.39 3.21 3.74 0 Porcentaje sobre la población 35 40 El acceso a sistemas de alcantarillado y agua potable se ha establecido como un aspecto clave en materias de calidad de vida, pues permite a los sujetos mejorar su 11.66 2.79 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Año Pobres no indigentes 34 Indigente Universidad San Sebastián situación sanitaria y, a su vez, incrementar los estándares de vida asociados a los problemas que genera su carencia. Está demostrado que, gracias al progreso de este tipo de indicadores, se reduce la posibilidad de desarrollar enfermedades que puedan afectar a la población. Al evitar aquella situación, las personas viven mejor y pueden desempeñarse con menos dificultades en sus funciones productivas y, por tanto, subir sus ingresos al contribuir al dinamismo económico. Desde la década de los ‘90, la cobertura de estos servicios se ha ampliado considerablemente, alcanzando al 2011 un 92,85% de cobertura en lo que respecta al agua potable, y un 84,3% a redes de alcantarillado. Las condiciones sanitarias que hoy existen, sitúan al país dentro de estándares propios de países con mayores índices de desarrollo, lo que es una manifestación de progreso y avance en la sociedad. Esperanza de vida La esperanza de vida en Chile ha evolucionado de una manera muy notoria, con un aumento constante. Al 2010 la esperanza de vida llegó a los 79 años, cifra que está sobre el promedio de 74 años de los países latinoamericanos, y por encima del promedio mundial, de 69 años. Esta situación se debe esencialmente a las políticas de salud pública implementadas desde hace décadas, junto al claro mejoramiento de las condiciones sanitarias (como se pudo ver en el apartado anterior) y al incremento de los niveles de ingresos y educación. 35 Progreso económico con insatisfacción social En cuanto a la tasa de mortalidad infantil, que indica en un año determinado el número de niños menores de un año de edad fallecidos, por 1.000 nacidos vivos, Chile ostenta uno de los niveles más bajos semejante a Argentina y Uruguay. En nuestro país, la cifra es menor a 8, mientras Latinoamérica y el Caribe más que duplica la cifra nacional, con 22 muertes por cada 1000 nacidos vivos. Este indicador también es positivo al realizar la comparación con los países más desarrollados, ya que en ellos la tasa es cercana a 6 por cada 1.000 nacidos. Gráfico 1.6: Evolución tasa de mortalidad infantil: Chile, Latinoamérica y El Caribe, países miembros de la OECD, 1980-2010. Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial. Las causas de este progreso son básicamente las mismas que en el aumento de la esperanza de vida, es decir, políticas públicas de salud, mejoras sanitarias, mayor cobertura en educación y aumentos en el nivel de ingreso. Es claro que Chile es un país estable y avanzado en materias de indicadores sociales, y este hecho grafica que la población accede a mejores condiciones de vida que en el pasado. 36 Universidad San Sebastián Capítulo 2 Distribución y diferencias del ingreso. 37 Progreso económico con insatisfacción social 38 Universidad San Sebastián L a distribución del ingreso en Chile se ha constituido una temática clave en las discusiones sociales, políticas y económicas, especialmente desde el momento en el que el país comenzó a crecer aceleradamente, pues junto a los altos niveles de crecimiento comenzaron a ser evidentes situaciones de concentración de ingreso y riqueza y, por ende, de desigualdad económica. Durante los últimos 25 años, Chile ha registrado un significativo crecimiento económico, lo que ha permitido alcanzar buenos estándares en diversos indicadores de desarrollo. Incluso, en parte como resultado de esto, se ha convertido en el primer país de América del Sur en formar parte de la Organization for Economic Co-operation and Development (OECD) que agrupa a los países desarrollados, más otras naciones, como Israel, México y Turquía. A pesar del buen desempeño, existe una evidente condición de desigualdad en el nivel de ingresos que, a lo largo de este período, parece no ceder. Esta situación posee tal impacto que su disminución ha pasado a ser uno de los principales objetivos de la sociedad chilena, pues la inequidad se produce por y profundiza una serie de problemáticas sociales, entre ellas, la escasez de oportunidades, discriminación en el acceso a puestos de estudio y trabajo, exclusión social, entre otras. Existe una brecha muy grande entre quienes están en las posiciones más altas con respecto a aquellos que disponen de menos recursos. La existencia de la desigualdad adquiere especial relevancia básicamente por dos fenómenos. En primer término, se generan diferencias sustanciales en la calidad de vida de las personas, las que además, cuando no se basan en el mérito, están fuera del ámbito de control de los individuos, lo que generaría una segunda característica. Una sociedad que es considerada injusta, puede llegar a ser inestable, porque no se han encarnado reglas de cooperación social que sean consideradas justas por 39 Progreso económico con insatisfacción social gran parte de sus integrantes. En nuestro caso, la permanencia de la desigualdad en los niveles de ingreso, contrasta con los avances que se registran en cuanto al crecimiento económico y disminución de la pobreza. Históricamente, Chile es un país cuyos indicadores de distribución y concentración del ingreso han sido muy deficientes, incluso en una perspectiva mundial; es decir, por muchos años hemos ocupado una alta posición en un ranking internacional en el cual preferiríamos no estar. 50 100 150 200 250 300 350 400 0 Ingreso autónomo real (UF) Pues bien, al observar el gráfico 2.1 es posible comprobar las ideas descritas. La curva se construye con el ingreso autónomo (eje vertical) de cada 1% de los hogares (percentil en eje horizontal). Para casi el 50% de la población el nivel de ingreso es bastante similar, es decir, que al abandonar la situación de pobreza no se observan grandes incrementos en el nivel de ingreso, por lo que la curva expuesta es relativamente más plana en esos grupos. No obstante lo anterior, la situación 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100 Percentil de ingreso autónomo Ing1990 Ing2011 40 Ing2000 Universidad San Sebastián se vuelve radicalmente distinta cuando se analizan los percentiles más altos, puesto que es ahí donde se producen brechas notables17. En el 2011 la diferencia de ingresos de aquellos que pertenecían al percentil 70 con respecto al 80 fue de 32,8%. Al mismo año, la diferencia del percentil 80 con respecto al 90 fue de 56,7%, mientras que entre el percentil 90 y 100 (corresponde a los límites del 10% de mayores ingresos) la diferencia que se produce sobrepasa el 340%. 50 100 150 200 250 300 350 400 0 Ingreso autónomo real (UF) Es claro que existen profundas brechas en los niveles de ingreso de distintos grupos del país, sin embargo, existen también notorias diferencias al interior de los grupos más favorecidos. Por ejemplo, quienes componen el percentil 99, tienen un nivel de ingreso autónomo 15% superior a aquellos del percentil 98. 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100 Percentil de ingreso autónomo Ing1990 Ing2011 Ing2000 (17) López, R., Figueroa, E., & Gutiérrez, P. (2013). La “Parte del León”: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile. Santiago: Departamento de Economía, Universidad de Chile 41 Progreso económico con insatisfacción social Sin embargo, el percentil 100 posee un ingreso 79% superior al del percentil 99, lo que implica que la diferencia más grande –entre grupos de 1% adyacentes- se da en el segmento más alto de la población. Si realizáramos una especie de zoom en el último gráfico expuesto, con la idea de observar qué sucede en los tramos de mayor riqueza, obtendríamos un gráfico como el 2.2, en el que se puede observar como la curva se vuelve más pronunciada en la medida que se acerca al 1% más rico de la población, fenómeno opuesto –como ya se dijo con antelación- al que ocurre con el 99% restante. En los últimos percentiles observados, los niveles de ingreso son cada vez más altos respecto a quienes están inmediatamente atrás, lo que se traduce en una difícil penetración en las denominadas clases sociales muy altas. No cabe duda que Chile ha mejorado en términos de crecimiento, pues basta observar en el gráfico que al año 1990 y 2000 los niveles de renta estaban por debajo de lo observado en el 2011, sin embargo, junto al crecimiento, aumentaron también las diferencias monetarias entre grupos socio-económicos, por lo tanto, el aumento en el ingreso no ha sido percibido como sinónimo de desarrollo. Utilizando otra fuente de información obtenemos resultados semejantes. En la Encuesta de Presupuesto Familiar (EPF) VII del INE, con datos tomados desde noviembre de 2011 hasta octubre de 2012, las condiciones de desigualdad que vemos son semejantes a las ya analizadas. Al mirar el grafico 2.3, que muestra el ingreso disponible del hogar medido en términos reales (UF18), se constata que los hogares del decil 10 tienen ingresos casi 16 veces mayores que los del primer decil. Esto es, 166 UF de ingreso promedio recibe el decil más alto y 10,5 UF el decil con menor ingreso, concentrándose una parte importante en el segmento alto de la población. Si se eliminan las transferencia monetarias, esto sube a 21 veces. Los datos básicos de los bajos niveles de ingreso y de la enorme desigualdad en la capacidad de compra que se vive en Chile, se observan en el siguiente cuadro, que muestra los niveles de ingresos monetarios mensuales, en pesos de 2013, en que se encuentran distintos grupos de hogares. (18) La UF es una unidad de valor monetario que varía en forma idéntica al IPC, con un ajuste para obtener un valor diario. Por lo tanto, comparar cifras en dinero transformándolas a UF, elimina la caída del poder de compra que produce la inflación. Al sacar el efecto del cambio de precios, se dice que son valores en términos “reales”, que no significa que las otras sean “ficticias”. Al 31 de Diciembre de 2013 una UF tenía un valor equivalente a $23.500, aproximadamente USD$ 450. 42 Universidad San Sebastián 100 120 140 160 180 80 60 40 20 0 Ingreso disponible del hogar en UF (sin arriendo imputado) Gráfico 2.3: Ingreso disponible del hogar (UF) por decil de ingreso disponible. 1 2 3 4 5 6 7 8 Decil de ingreso disponible del hogar 9 10 Fuente: Elaboración propia en base a datos de la VII Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2012. INE. De acuerdo a estos números, siete de cada diez familias perciben menos de un millón de pesos mensuales (US$ 1.950) y el 50% de las familias tiene ingresos mensuales inferiores a $ 640.000 (US$ 1.200). 43 Progreso económico con insatisfacción social Lo que resalta más es que sólo el 10% de hogares supera M$ 2.620 al mes (US$ 5.000), mientras que, en el otro extremo, el 40% de más bajos ingresos percibe menos de $ 440.000 (US$ 850) al mes. En la mayor parte de los países en América Latina, que un hogar tenga ingresos de 1.000 o de 850 dólares al mes se consideraría muy bueno; para el Chile de hoy, la capacidad de compra de esa cifra es baja y, respecto a las expectativas, muy baja. Las cifras del impuesto a la Renta, año 2012, declaradas en abril 2013, muestran una situación semejante. Si bien no son comparables con las anteriores, apuntan en la misma dirección, en términos de la fuerte diferencia en los ingresos percibidos por diferentes grupos. Tabla 2-2: Tramos de ingreso según cifras Operación Renta 2013. Esos antecedentes indican claramente el muy reducido número de personas que declaran ingresos en el tramo más alto, ya que solo 110.000 personas, que son el 1,4% del total de contribuyentes, tendrían ingresos mensuales sobre $4.150.000, cantidad de personas muy inferior a lo que todos observamos en Chile. Para nuestros propósitos cabe destacar que el 78,7 % declara ingresos mensuales por debajo de $542.781. Distribución del ingreso por grupo de ingreso familiar Para abordar los efectos de la distribución, se analizarán los datos de los distintos años en que se ha aplicado la Encuesta de Caracterización Socioeconómica 44 Universidad San Sebastián Nacional, CASEN, junto a diversos indicadores que pueden desprenderse de ella. Particularmente en este apartado, nos abocaremos a analizar los cambios y, por supuesto, la evolución que han registrado entre 1990 y 2011 los ingresos autónomos y monetarios. El objetivo de utilizar estas tipificaciones de ingreso está asociado directamente al análisis que realizaremos en torno a las brechas que se generan entre los distintos grupos de ingreso de la población. Focalizaremos la mirada en la existencia de un cambio en la brecha cuando se analizan los ingresos provenientes del trabajo y luego cuando se incorporan las transferencias fiscales. La tabla 2-3 resume el promedio del ingreso autónomo19, que es aquel que percibe un hogar sin considerar las transferencias, para los distintos grupos de ingreso. Ahí podrá observarse que la inequidad ha sido un elemento persistente a través de los años. . En 1990 el 30% inferior no alcanzaba a superar las 10 UF, y no es hasta el 70% que se logra obtener 20 UF. En esa misma época, muy diferente es la situación que ostentan los hogares del decil X, quienes registran ingresos promedios de 105.08 UF, cifra que excede considerablemente los valores registrados en los primeros grupos mencionados. Entre 1990 y 2011 todos los segmentos crecieron en ingreso autónomo. La variación es fuerte si miramos entre 1990 y 2000. Sin embargo, las crisis de 1999, que afectó por varios años el empleo, y la de 2009, impactaron a algunos grupos, por lo que al 2011 los cambios son más bajos. Resulta claro observar que con el paso del tiempo, los ingresos autónomos de los hogares se han incrementado, con variaciones que han sido afectadas por la (19) El Ingreso autónomo está conformado por los sueldos y salarios, ganancias provenientes del trabajo independiente, auto- provisión de bienes producidos por el hogar, bonificaciones, gratificaciones, rentas, intereses, así como jubilaciones, pensiones, montepíos y transferencias entre privados. Su ordenamiento de menor a mayor permite formar grupos de igual tamaño; si son 10 grupos se habla de deciles. 45 Progreso económico con insatisfacción social volatilidad del empleo ante bajas en la actividad económica, esencialmente de origen externo. No obstante que el dinamismo económico ha favorecido a toda la población del país durante los últimos veinte años, . el cambio no ha sido igual para todos. Es importante notar que, entre grupos, la variación ha sido distinta en los ingresos absolutos y que el impacto de las transferencias monetarias hacia los sectores de menos recursos les ha significado una parte muy relevante de su incremento. En esos sectores, la capacidad de generar ingresos ha crecido poco y sigue siendo muy baja, que es un tema que debemos atacar. En el gráfico 2.4 se observa la evolución de las tasas de crecimiento de todos los deciles desde 1990. La variación, como se ha especificado, es positiva para todos los grupos, particularmente para el tercer y quinto decil, los que han aumentado su ingreso en un 60% en los últimos 20 años. El primer decil en tanto, sólo registró un incremento del 13% en su ingreso autónomo, mientras el décimo un 33%, cifras inferiores respecto a los grupos restantes, atribuidas – como ya se dijo - a los efectos de las crisis del período. .4 .2 0 Tasa de crecimiento .6 .8 Gráfico 2 4: Tasa de crecimiento del ingreso real monetario y autónomo, por decil de ingreso autónomo del hogar, 1990-2011. 1 2 3 4 5 6 7 8 Decíl de ingreso autónomo del hogar mon Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN. 46 aut 9 10 Universidad San Sebastián En cuanto al ingreso monetario, es posible apreciar que el patrón de comportamiento también es positivo, pero con tasas de crecimiento diferentes a las del ingreso autónomo, lo que indica el impacto de las transferencias del estado. Tabla 2-4: Promedio del ingreso Monetario real en UF por decil de ingreso autónomo del hogar, 1990-2011. Ingreso en UF por decil de ingreso autónomo. Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN. Entre 1990 y 2011 todos los segmentos aumentaron su ingreso monetario, lo que nos señala que las transferencias estatales evidentemente han beneficiado al segmento más pobre del país. Las cifras indican que el primer decil obtuvo en 1990 un ingreso monetario de 3,91 UF, al año 2000 éste era de 4,56 UF y el 2011 alcanzó 6,18 UF. Evolución comparativa del ingreso real Para profundizar el estudio de la evolución de los ingresos por grupos de hogares, es necesario analizar ahora la relación entre el ingreso recibido por el 10% de los hogares de ingresos más altos, y el 10% de los hogares más pobres. Esta es llamada la relación 10/10, que mide el máximo del diferencial existente. Con este indicador es posible presentar de modo simple y directo el grado de desigualdad que existe en el país entre los extremos de la distribución usando deciles. Ahora bien, lo que se pretende con estos datos es que, al no considerar los ingresos de los hogares que no componen los extremos, obtenemos un indicador para realizar análisis sobre diferencias de ingreso. Más adelante comparamos con la relación 20/20, que lógicamente muestra diferencias menores. Como es de esperar, las diferencias entre el primer y décimo decil son más profundas cuando se analiza el ingreso autónomo. En 1990 el decil más alto tuvo un ingreso 30,3 veces superior a quienes pertenecen al primer grupo. Al año 2000, la diferencia alcanzada fue de 34,22 veces. En el 2011, en tanto, es de 35,5 veces. 47 Progreso económico con insatisfacción social 40 35 30 25 20 Razón 10/10 autónomo y monetario 45 Gráfico 2.5: Evolución razón 10/10 para ingreso real monetario y autónomo, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Autónomo Monetario Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN. Los ingresos provenientes del trabajo, que son sueldos y salarios y otros derivados del trabajo, se han ido separando con el tiempo, lo que indica una baja capacidad de generar ingresos de los miembros de las familias de menores recursos, por escasas habilidades y competencias laborales y falta de oportunidades. Desde un punto de vista de políticas públicas, vimos que las transferencias en dinero juegan un rol importante en incrementar los ingresos de los deciles más bajos. Al observar la evolución de la razón 10/10 cuando al ingreso autónomo se le incorporan las transferencias fiscales, que es lo que definimos como ingreso monetario, los efectos son claros. En 1990 la diferencia entre ingresos con transferencias respecto a los autónomos disminuye a 26,93 veces, que es todavía una cifra alta, pero muestra aumentos de ingresos y menor desigualdad. El 2000 es de 30.9 veces, y al 2011 de 22.6; es decir, las transferencias reducen la brecha existente al analizar los ingresos autónomos, pero no logran alterar la distribución del ingreso en estos 20 años. 48 Universidad San Sebastián Diferencias absolutas en el ingreso Otra forma de determinar y medir la desigualdad predominante en Chile, es analizar las diferencias absolutas de los ingresos entre los distintos deciles. La brecha entre el 10% más bajo respecto al 10% superior ascendía a 101,28 UF en 1990. El año 2000 el décimo decil obtenía 136,5 UF más que el decil más pobre. Al 2011 esa brecha era 133,53 UF. 120 110 100 Dif (I-X) 130 140 Gráfico 2.6: Diferencias absolutas entre el decil de ingreso autónomo del hogar I y X para el ingreso monetario real, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Es interesante analizar las diferencias entre grupos contiguos, en este caso el I y II, junto al IX y X. Resaltan las diferencias entre el último par mencionado, pues al comienzo de este estudio se planteó que una de las desigualdades más grande que hay en Chile se da entre los grupos más pudientes del país. 49 Progreso económico con insatisfacción social Tabla 2-5: Evolución de las diferencias absolutas del ingreso monetario entre deciles de ingreso autónomo del hogar I-II y IX-X, 1990-2011. Años encuestas CASEN La diferencia porcentual entre segmentos de ingresos bajos aumenta 79.4%, que es una brecha que sube 2.5 UF. En estos bajísimos niveles de ingreso, el impacto que tiene una U.F. adicional es importante. En los grupos más altos, se produce una ampliación de la brecha de 23,5 UF al comparar el 2011 respecto del año 1990, que es un cambio del 21.4%. Como se ha reiterado, en los últimos 25 años veinte años se ha producido en nuestro país un proceso de crecimiento económico muy relevante, el que junto con políticas sociales y de obras públicas han transformado la situación socio económica de prácticamente todos los hogares chilenos, con incrementos de ingreso y de indicadores sociales que hacen posible afirmar que estamos en un contexto de prosperidad económica. El hecho de la concentración de ingresos y riqueza que subsiste en el país, es un fenómeno presente por muchas décadas, que no hemos podido cambiar; como es esperable, su principal manifestación externa es el gran contraste en cuanto a calidad material de vida, especialmente lo que dice relación con el consumo de bienes y servicios, la capacidad de ahorro y el acceso a servicios de educación y salud. La brecha más importante, como analizaremos más adelante, se produce entre la capacidad de compra y el acceso a servicios públicos con respecto a las expectativas, que han crecido muy por encima de la expansión del ingreso y calidad de esos servicios. Estructura del ingreso: Importancia de los ingresos del trabajo Veamos cómo se compone la estructura del ingreso de cada uno de los grupos, para determinar si existen o no desigualdades en los distintos componentes del ingreso de los hogares. Para analizar la estructura del ingreso, recurrimos a la información de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI), un producto estadístico complementario a la Encuesta Nacional de Empleo, que permite obtener información de ingresos de hogares y personas. Esta encuesta, sirve para evaluar la distribución del ingreso de los hogares, y permite distinguir y medir la importancia relativa de cada una de las fuentes 50 Universidad San Sebastián de ingreso, tales como las provenientes del trabajo o las que tienen como origen la renta de una propiedad, entre otras. La ESI define dos grandes categorías para los ingresos: una es la ocupación y otra es el generado por otras fuentes. La primera se subdivide en sueldos y salarios, empleadores y cuenta propia, mientras que la segunda está categorizada en rentas de la propiedad, arriendo estimado y transferencias. Para los fines de este estudio, sólo se revisarán las cifras referentes a los sueldos y salarios. Esto, porque de acuerdo a la información obtenida por la ESI, la mayor parte del ingreso total de los hogares tiene como fuente el trabajo y, dentro de esta categoría, la mayor parte de los ingresos proviene del ítem sueldos y salarios. Esto permite analizar el impacto del empleo en los ingresos, según nivel socio económico de las personas. La tabla 2.4 da cuenta de la participación de los sueldos y salarios en el total de ingresos percibidos por cada decil, es decir, cuánto de los ingresos totales captados por cada grupo corresponden a compensaciones económicas producto del trabajo que los sujetos realizan. En el 2001, del total de ingresos obtenidos por el primer decil, un 42,8% correspondió a sueldos y salarios. Al mismo período, para el décimo decil representaba un 28,7%. Estas diferencias se atribuyen básicamente a otras fuentes de ingreso, proveniente del capital, que el grupo más alto en términos del ingresos que posee. El comportamiento de esta variable en el período cambia en forma que puede resultar una sorpresa. El 10% más bajo sube sus ingresos totales pero baja la importancia de los sueldos y salarios en el total; el gasto social del estado en transferencias estuvo fuertemente orientado a los segmentos pobres y eso se refleja en la creciente participación de esas transferencias, que se transformaron en una de las principales fuentes, lo que ocurre en el 30% de recursos más bajos. Desde el 50% de hogares hacia arriba, las remuneraciones aumentan su importancia como fuente de ingresos. 7 51 Progreso económico con insatisfacción social Para visualizar cuánto aporta cada decil al total de sueldos y salarios del país tenemos la tabla 2-9. En ella puede observarse que en el año 2001, 2,04% del total de sueldos y salarios del país fueron captados por personas del primer decil, contra el 29.3% de aporte del grupo de ingresos altos. En el 2011, el aporte de primer decil al total de los sueldos y salarios nacionales disminuyó a 1,5%, mientras el décimo decil, al mismo tiempo, se elevó al 31,8%. El grupo más alto obtiene por sí solo más que los seis primeros deciles juntos. En el gráfico 2.9 es posible evidenciar cómo al año 2011 los primeros 8 deciles han visto mermada su participación en el ítem en cuestión, a diferencia del último 20%, quienes han incrementado la misma. Tabla 2-9: 8 Participación porcentual de cada decil de ingreso autónomo del hogar en el total general de sueldos y salarios, 2001-2011. Decil de Ingreso Autónomo %. 2001 2,04 4,15 5,77 6,8 7,92 8,97 9,43 11,62 13,94 29,37 2005 1,53 3,72 5,15 6,24 7,42 8,06 9,53 11,72 16,19 30,46 2010 1,73 3,62 4,81 5,78 6,66 8,33 9,3 11,44 16,11 32,22 2011 1,58 3,84 4,94 5,84 7,23 7,91 9,19 11,46 16,17 31,85 Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos. La misma conclusión acerca de la gran concentración y significativas diferencias se obtiene usando otra metodología para analizar la evolución de los ingresos del trabajo (pay income) entre grupos ordenados según ingresos20. Al analizar el desempleo por decil de ingreso autónomo, se confirman las ideas previamente descritas. En 1990 la tasa de desempleo para el segmento más pobre de la población fue de un 31%, al 2011 las cifras disminuyeron a 29%, sin embargo siguen siendo valores muy altos, especialmente si se comparan con el 2.2% del decil más alto, en el mismo año. (20) Spagnolo, Laura; Alvaro Quezada and Viviana Salinas (2008) Growth with Equity? Pay Inequality in Chile during the Democratic Era (1990-2006). University of Texas Inequality Project, Working Paper No. 46 (February 11, 2008), En general, los textos citados cuyo original está en inglés han sido traducidos por los autores. 52 0 10 20 30 Participación por decil en el total de sueldos y salarios Universidad San Sebastián 1 2 3 4 5 Decil Año 2001 6 7 8 9 10 Año 2011 Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos. Básicamente quienes integran el décimo decil tienen mayores oportunidades de integrar y mantenerse en el mercado laboral y, a su vez, el mercado laboral requiere del tipo de trabajo que realizan estos grupos, lo que explica el bajo nivel de desempleo observado. .25 .2 .15 .1 .05 0 Tasa de desempleo .3 .35 .4 Gráfico 2.10: Tasa de desempleo en deciles I y X de ingreso autónomo del hogar 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Decíl I Decíl X Fuente: Elaboración propia en base a datos de la CASEN. 53 Progreso económico con insatisfacción social Además de este contexto general, existen dos ámbitos del mercado laboral donde estas diferencias – y manifestaciones de desigualdad en el acceso y en las remuneraciones- se agudizan aún más: El mercado laboral juvenil y el femenino. 54 Universidad San Sebastián Capítulo 3 Empleo e ingreso en los jóvenes 55 Progreso económico con insatisfacción social 56 Universidad San Sebastián Empleo juvenil E l empleo juvenil en Chile se caracteriza básicamente por tres elementos. El primero hace alusión a las altas cifras del desempleo para el tramo de edad que comprende los 15 y 24 años. En segundo lugar, los deciles más pobres son los que presentan un mayor nivel de desocupación, lo que afecta la capacidad de generar ingresos y, por ende, la satisfacción de necesidades básicas, produciendo así un círculo de pobreza. Finalmente todo lo anterior se sustenta en la tendencia de los empleadores por contratar trabajadores con mayores niveles de escolaridad, calificación y experiencia. Considerando entonces los argumentos del economista estadounidense Paul Romer, quien indica que la tasa de empleo (el porcentaje de la población en edad de trabajar que en efecto trabaja) es el mejor indicador de inclusión social en un país (Romer, 2011) Chile es un país con una baja inclusión social. Empleo juvenil por decil La tasa de participación en la fuerza de trabajo junto con el desempleo en los distintos deciles de ingreso, permite analizar el impacto que tiene en la población las diferenciales en las oportunidades laborales. La tasa de participación en la fuerza de trabajo de los jóvenes ha sido consistentemente baja, con diferenciales entre grupos que se han acentuado desde el 2005. La incorporación a la educación superior siempre ha estado presente en el decil X, y siempre ha sido muy baja en los más pobres. La inserción laboral parece presentar escasos incentivos para los jóvenes de sectores con bajos ingresos, ya que ha venido cayendo desde 1999 adelante. Esto se relaciona con el punto siguiente. 57 Progreso económico con insatisfacción social .32 .3 .28 .26 .24 .22 Tasa de participación .34 .36 Gráfico 3.1: Participación laboral juvenil por deciles de ingreso autónomo del hogar. I y X, 1990-2011. 1990 1995 2000 año Decil I 2005 2010 Decil X Fuente: Elaboración propia en base a datos de la CASEN. En cuanto a la tasa de desempleo, las cifras no son para nada alentadoras. Durante el período estudiado, esa desocupación ha oscilado entre el 40 al 60%, considerando además que tienen una baja participación; es decir, pocos jóvenes buscan trabajo, menos aún tienen trabajo remunerado, sobre todo aquellos de hogares con ingresos más reducidos. En 1990 el desempleo juvenil para el primer decil bordeaba el 50%; el año 2000 la situación prácticamente no cambió y tampoco lo hizo al 2011. En cuanto al 10% más alto del país, también se producen cambios, ya que al 2011 la desocupación se incrementó a un 14,1%. El estudio del empleo en la población juvenil lleva a conclusiones bastante negativas, especialmente si vemos la baja demanda de trabajo de este grupo y el fenómeno de los jóvenes que no estudian ni trabajan. 58 Universidad San Sebastián .4 .3 .2 .1 0 Tasa de desempleo .5 .6 Gráfico 3.2: Tasa de desempleo juvenil para deciles I y X de ingreso autónomo del hogar 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Decil I Decil X Fuente: Elaboración propia en base a datos de la CASEN. Jóvenes que no estudian y no trabajan Ya se ha observado que el mercado laboral juvenil se caracteriza principalmente por su bajo nivel de participación, junto a las importantes cifras en materias de desempleo, las que además afectan en particular a la población que pertenece a los hogares con menores ingresos. Teniendo en consideración los antecedentes previos, es posible detallar el estudio de un segmento de la población juvenil, los denominados “NEET”. Esta tipificación busca categorizar y caracterizar al grupo de jóvenes que no estudian, y además de eso se encuentran inactivos. El término NEET proviene de la abreviación en inglés “Not in Employment, Education or Training”, lo que en español significa “sin estudios, sin empleo, sin formación”; en algunos países se denominan NINI, aludiendo a que ni buscan trabajo ni estudian. Se trata de identificar la importancia relativa de los 59 Progreso económico con insatisfacción social jóvenes que no están estudiando, no se dedican a tareas del hogar, no participan en algún programa de capacitación y, además, no buscan trabajo. Según datos de la OECD, cerca de un 56% de los jóvenes del país continuó en el sistema educativo (educación superior), y alrededor de un 19% se encuentra trabajando (y por ende no estudiando), con lo que tendríamos alrededor de un 20% de NEET. A partir de esto Chile ocupa el cuarto lugar en este ranking tan negativo, siendo superado por Turquía, Israel y México (OECD, 2013). Analizamos la evolución de esta categoría con la misma encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional ya utilizada; con esa base de datos se logra determinar la evolución que ha tenido la proporción de jóvenes entre 15 y 24 años que están sin estudios, sin empleo y sin formación. Específicamente, se ha recopilado información para rangos de edad en quinquenios, por decil de ingresos autónomos, cruzando las variables de condición de asistencia a establecimientos educacionales y de actividad laboral (ocupado, desocupado o inactivo). Resulta significativa la diferencia de este tipo de jóvenes, entre los dos grupos extremos según ingresos. Es muy grande la diferencia del decil I respecto al 10% de hogares de ingresos más altos. 60 Universidad San Sebastián En 1990, un 34% de la población juvenil del primer decil eran jóvenes denominados NEET, cifra bastante alta si se relaciona con que al mismo período, en el décimo decil sólo había un 9% de jóvenes sin actividad laboral ni educacional. Diez años más tarde el panorama pareciera mejorar, en la medida que la proporción de NEET disminuye para la mayoría de los deciles de ingreso. Al año 2000 el primer decil registró un 27% de población juvenil sin estudios ni trabajo, mientras que el decil más alto registró sólo un 6%. Durante los últimos 20 años se han creado una serie de condiciones que les han permitido a los jóvenes ingresar con mayor facilidad al sistema educacional, principalmente sistemas de financiamiento y una creciente oferta educativa. Esta situación es considerada como una de las principales causas que ha logrado mitigar el porcentaje de NEET en la población juvenil, para todos los deciles. De esta forma, al 2011 esta categoría de jóvenes disminuyó al 24% en el primer decil, y a 4% en el decil más alto. .3 .25 .2 .15 .1 .05 Proporción de jóvenes NEET .35 Gráfico 3 3: Proporción de NEETs respecto al total de la población juvenil para deciles I y X, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Decil I Decil X 61 Progreso económico con insatisfacción social Ahora bien, aun cuando los datos tienden a mejorar con el pasar de los años, se evidencia una profunda diferencia entre los grupos socio-económicos, pues la situación es claramente más perjudicial para los más pobres del país, quienes tienen menos posibilidad de empleo y de educación. La cantidad de NEETs es mucho menor en el décimo decil, en la medida que son jóvenes con los recursos necesarios para poder ingresar a buenos establecimientos de educación secundaria, lo que habitualmente garantiza el paso a la educación superior. En este caso, se observan jóvenes que en su mayoría están estudiando. Los que no acceden a la educación superior o desertan tempranamente de ella, enfrentan una situación compleja que se concentran en los sectores de más bajos ingresos. Un trabajo reciente apunta que “Las trayectorias de los jóvenes excluidos estarían marcadas por el sector social de origen y el entorno familiar de los jóvenes, el cual se asocia principalmente a padres con bajos niveles de escolaridad que promueven escasamente las potencialidades de aprendizaje de sus hijos. Asimismo, esta condición se refuerza en entornos escolares precarios y de baja calidad, los cuales no permiten que dichos jóvenes desarrollen las habilidades necesarias para acceder a estudios superiores. Dado que las familias tampoco poseen los recursos económicos para costear una institución de mejor calidad, la condición de origen de los jóvenes no solo afecta sus oportunidades presentes, sino que también permite abrir o cerrar las posibilidades de acceso a una mejor educación en el nivel superior. Las diferentes trayectorias de los jóvenes demuestran que el nivel de éxito del proceso educativo post-secundario se vincula al sector social. Específicamente, ocurre que las trayectorias que podrían catalogarse como exitosas dentro del sistema de educación superior -jóvenes que ingresan y que terminan-, presentan una mayor proporción de individuos de sectores altos”21. Deserción en la educación media y superior Un tema que ha merecido muchos estudios es el análisis de cuáles son los principales efectos negativos que tiene la necesidad de trabajar de los jóvenes, es decir, qué consecuencias tiene que los jóvenes deban trabajar con el fin de contribuir con el ingreso de sus hogares o de auto sostenerse desde una edad temprana. La respuesta resulta ser casi inmediata: Deserción escolar. La deserción escolar es el abandono temporal o indefinido del sistema escolar y que no se debe a causas de enfermedad o muerte (Aros & Quezada, 2003, pág. 2); (21) Mauna Madrid, Patricia; Trayectorias de inclusión y exclusión de la educación superior: en Aspectos estructurales y subjetivos. En Acceso y permanencia en la educación superior: Sin apoyo no hay oportunidad AEQUALIS, Foro de Educación Superior. Octubre 2013 62 Universidad San Sebastián esta situación se genera principalmente por factores socio-económicos, tales como la pobreza y la vulnerabilidad del grupo familiar, es decir, entornos de vida donde los esfuerzos del grupo se concentran sustancialmente en la supervivencia diaria. Prácticamente todos los niños chilenos asisten a la escuela hasta la edad de trece años22, el abandono del sistema escolar posterior a esa edad se produce, como resulta casi obvio pensar, en los primeros deciles de ingreso, es decir, en aquel segmento de la población que posee más vulnerabilidad, que necesita más ingresos o que no puede financiar a los jóvenes que estudian. Como no todos se incorporan a la fuerza de trabajo, se produce el fenómeno de los NEETs; en este punto donde se genera una especie de círculo vicioso, pues si se considera que la educación es un mecanismo para abandonar la pobreza, en la medida que no se continúe estudiando se seguirá siendo pobre, pero las necesidades que se producen propician el abandono escolar y, junto a ello, lapidan de algún modo el futuro del adolescente. La deserción escolar podría evitarse o al menos reducirse, si en Chile hubiesen sistemas de trabajo de tiempo parcial con más oportunidades laborales abiertas. La demanda de trabajo más flexible ha crecido, lo que también ha sido factor de la mayor cobertura de la educación superior, pero no es suficiente para una gran cantidad de jóvenes. Junto a ello está la rigidez del propio sistema educacional, pues éste tampoco contribuye a la inserción de los jóvenes en el mercado del trabajo, producto de su poca compatibilidad horaria con el desempeño de otras funciones y la escasa preparación para el trabajo que les aporta. Tenemos unos 300 mil jóvenes en esta condición de NEETs, concentrados en los hogares de ingresos más bajos, lo que es para nada de trivial si observamos manifestaciones de distinto tipo. No es posible generalizar, pero la insatisfacción muy grande, transformada en rabia y “me da lo mismo” en un pequeño porcentaje de ellos puede explicar la intensificación de fenómenos como encapuchados, delincuencia y drogadicción. No es trivial ni irrelevante abordar en serio este problema. (22) (Torche & Sapelli, 2004, pág. 173) 63 Progreso económico con insatisfacción social 64 Universidad San Sebastián Capítulo 4 Empleo e ingresos en las mujeres. Desigualdad de género. 65 Progreso económico con insatisfacción social 66 Universidad San Sebastián H istóricamente, la inclusión de la mujer ha sido una temática revestida de controversia e inequidad, particularmente en materias de empleo. Es de conocimiento popular que en esta área las mujeres siempre se han visto más desfavorecidas respecto del género masculino, ya sea por las diferencias en sueldos, jornadas laborales, formas de contratación, acceso a puestos de empleo de calidad, etc. En Chile existe un fenómeno estrechamente vinculado a la segregación ocupacional y la menor valoración de las tareas a cargo de mujeres (Cerda Becker, 2012, pág. 4), situación que favorece una sensación de frustración e inconformidad dentro de la población femenina del país, pues se cree que esto no cambiará, a pesar de ser cada día más las mujeres que buscan integrar al mercado laboral. Si una mujer que posee las herramientas técnicas necesarias para competir con otros en el mercado laboral, siente marginación, ¿qué sucede con aquellas que no poseen años de capacitación? Hablamos básicamente de las mujeres que conforman los grupos más pobres del país, ¿qué posibilidades de empleo poseen estos grupos? ¿Cuánto intervienen en el mercado laboral?, son algunas de las preguntas que a través de este capítulo se busca responder. Las mujeres, enfrentan complejas barreras y peores resultados tanto en materia de participación económica y previsional como política23. “Se encuentran rezagadas frente a sus pares de la OECD y también de la región; están sub-representadas en los altos cargos de toma de decisión: 22% en los sindicatos, 6% en otros gremios, 3% en las grandes empresas, 13,9% en el Congreso. Además, ellas viven más y presentan lagunas previsionales más largas”. Diferencias en el nivel de ingreso: Hombres v/s mujeres Históricamente se ha observado en Chile una baja participación laboral de las mujeres, comparada con otros países de nuestra región y más baja aún con la de (23) Sepúlveda, Alejandra; directora ejecutiva de ComunidadMujer. Ver, ComunidadMujer – Estudios 67 Progreso económico con insatisfacción social países desarrollados. Por otra parte, existe la discriminación laboral que afecta principalmente las contraprestaciones recibidas por el trabajo, es decir, además de la dificultad para competir en el mercado laboral, existe una menor valoración por las tareas que están a cargo de las mujeres. Es importante destacar que el notable aumento de jefas de hogar, hace que lo descrito tenga más efectos negativos. Para este apartado utilizaremos como variable a medir el ingreso autónomo, pues como hemos señalado éste entrega información de los ingresos provenientes del trabajo, eliminando aquellos que tengan una fuente diferente. Se pretende determinar la importancia del ingreso derivado del esfuerzo individual de las personas, sin aportes del Estado ni ingresos del capital, pues así se podrá definir la brecha por género que proviene del mercado laboral. El gráfico siguiente da cuenta de las diferencias absolutas en el nivel de ingreso (autónomo) de hombres y mujeres. En 1990 los hombres pertenecientes al primer decil recibían en promedio 1,3 UF más que las mujeres del mismo segmento socioeconómico. Diez años más tarde, en el 2000, la diferencia entre géneros para el mismo decil se incrementó a 1,4 UF, hasta llegar en el 2011 a 1,7 UF, que es un 35% de diferencia en el ingreso autónomo de ese grupo. 70 60 50 40 30 20 10 0 Diferencia |Hombres-Mujeres| ingreso autónomo (UF) 1990 - 2011 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Decil I 68 Decil X Universidad San Sebastián Las diferencias que se generan entre los deciles de ingreso restante se mantienen dentro de un rango que podría ser considerado pequeño, por ejemplo: el quinto decil al 2011 mantiene una diferencia de 4,1 UF; y al mismo período, el séptimo decil registró una diferencia de 5.0 UF. Pues bien, aunque todos son valores nada positivos, en el décimo decil la brecha se escapa considerablemente de la media. En el año 1990 la diferencia entre el ingreso autónomo de hombres con respecto a las mujeres fue de 43,9 UF. Al año 2000 la situación estuvo lejos de mejorar pues los hombres registraron un ingreso de 63 UF superior al que tuvieron las mujeres. Este incremento de la brecha en el nivel de renta estuvo vinculado directamente con la crisis asiática, donde el nivel de empleo disminuyó considerablemente, afectando por sobre todo al género femenino. Durante los últimos 10 años del análisis, la diferencia disminuyó en este grupo, resultado de los mayores niveles educacionales de las mujeres, la mayor presión de las profesionales para bajar esas diferencias, la creciente socialización del concepto de equidad de género, políticas sobre el tema, etc. Al 2011 la diferencia entre ingresos autónomos –por género- había disminuido hasta ser de 33,2 UF, que representa un 38% de brecha, como se indica en el Cuadro 4.1. Es necesario recordar que el 2011 es un año de relativa “normalidad” en términos económicos, que no estuvo afectado por fenómenos distorsionadores, por tanto los datos tienden a mejorar cuando se comparan con los años de crisis, el 2000 y 2009. Pues bien, de acuerdo a las cifras ya expuestas, es posible determinar que las brechas del ingreso real entre hombres y mujeres no han cambiado considerablemente en los últimos 20 años. Esto, porque tal como lo muestra la siguiente tabla, las mujeres han mantenido patrones de ingreso inferiores a los hombres durante todo el período citado. En promedio, las mujeres reciben entre un 60 a 70% del ingreso de los hombres, brecha que existe en todos los deciles de ingreso, y no sólo en los extremos. . 69 Progreso económico con insatisfacción social Esos antecedentes son muestras claras de un nivel de diferenciación que trasciende tanto al ingreso como al empleo, con factores culturales muy importantes y que, además, es de lento cambio. La legislación sobre equiparidad de remuneraciones no lleva el tiempo suficiente para sacar conclusiones claras; aparentemente no ha logrado sus propósitos y es extremadamente compleja de fiscalizar. Otros beneficios para las mujeres pueden afectarlas en forma negativa, sobre todo en contratación, si no van acompañadas de políticas que las complementen, como el caso de mayor plazo de permiso post natal; en mujeres profesionales en edad fértil ya existen indicios de barreras para ser contratadas. Si consideramos la situación actual con los datos del ingreso disponible de la EPF VII, es posible confirmar que las diferencias proporcionales son importantes en todos los deciles de ingreso, lo que apunta a que la diferencia de género sigue siendo un factor relevante en la percepción de desigualdad y en la insatisfacción social. En el primer decil la diferencia hombres-mujeres es de casi 3,5 UF y para el último decil la diferencia es de 65 UF. Como es lógico, la diferencia absoluta se incrementa en los deciles más altos, pero la proporción de esta diferencia sobre el ingreso de las mujeres es muy similar. 4.2 Gráfico 4.2: Ingreso disponible real de hombres versus mujeres, 2013 70 Universidad San Sebastián La desigualdad de género y la educación. Este fenómeno puede también ser analizado desde la perspectiva de la educación. Sabemos que, en promedio, la educación contribuye a mejorar los niveles de ingresos, en cuanto los años de escolaridad se correlacionan con las remuneraciones y otras fuentes de ingreso. Si se realiza el mismo análisis de modo comparado, es posible notar que para las mujeres la educación no parece ser un mecanismo reductor de brecha de género, por el contrario, en la medida que más educación posee una mujer, más diferencia se genera con respecto a los hombres con el mismo nivel, tal como se observa en la tabla 4-2, que indica los cambios en los ingresos reales del trabajo[1], tanto para hombres como para mujeres. En 1990 los hombres con un nivel de educación superior – entendido como universitario o técnico completoobtenían 35,69 UF, mientras que las mujeres al mismo tiempo, y con el mismo nivel de preparación académica, sólo alcanzaron las 11,62 UF, que es un , es decir que hace 20 años atrás las diferencias absolutas entre géneros para ese nivel de educación era de 24,07 UF. Cuando el mismo análisis se hace para el segmento de población que posee un nivel de educación menor o igual a 12 años de escolaridad, la brecha entre hombres y mujeres es de 6,39 UF. Tabla 4-2: Ingresos reales del trabajo en UF para hombres y mujeres por nivel educacional, 1990-2011. Veinte años más tarde, la situación refleja mayor crecimiento , pues los hombres con educación superior registran –en promedio - un ingreso real del trabajo de 52,57 UF, mientras que las mujeres de la misma categoría educacional 31,27 UF, lo que se traduce en una diferencia de 21,3 U.F. Esto puede hacer pensar que las diferencias se redujeron, y eso es verdad, pues entre 1990 y 2011 los desiguales niveles de renta entre hombres y mujeres con el mismo nivel educacional se redujeron, mas sólo fue en 2,77 UF. 71 Progreso económico con insatisfacción social A lo anterior debe sumarse que al 2011 las mujeres con educación superior no logran registrar el mismo nivel de renta real que poseían los hombres en 1990, lo que se debe a una fuerte proporción de mujeres en carreras de menor nivel de ingreso relativo, como en áreas de la salud y educación. En tanto, si bien el grupo de sujetos con un nivel de educación secundaria o menor, registra brechas entre hombres y mujeres, éstas no son tan alarmantes como en el caso recién descrito. El mercado laboral tiende a generar menos diferencias de género cuando se trata de mano de obra con menor calificación. Empleo femenino por decil de ingreso Entre 1990 y 2011 la tasa de participación femenina ha aumentado para todos los deciles de ingreso, sin embargo, como ha resultado ser la tónica de los antecedentes expuestos, el crecimiento de la participación laboral femenina tiene una pronunciada brecha entre grupos socioeconómicos. De esta forma, en el primer decil la tasa de participación laboral pasó de 17,6% en 1990 a 25,6% en el 2000. El último decil en tanto, incrementó su participación de un 54,3% a un 58,7% para el mismo período. En 10 años, las cifras indicaron un incremento para todas las mujeres en el nivel de empleo, sin embargo, esta mejora favoreció en particular a los grupos más ricos del país. .15 .2 .25 .3 .35 .4 .45 .5 .55 .6 .65 Tasa de participación Gráfico 4.3 4.1: Tasa de participación laboral femenina para decil de ingreso I y X, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Decil I 72 Decil X Universidad San Sebastián Con estos antecedentes, es posible determinar que el mercado laboral requiere la contratación de mujeres con mayores niveles de competencias técnicas, fenómeno que tiende a marginar a los grupos que componen los primeros deciles. Al año 2011 la situación no es diferente, pues si bien la participación laboral ha crecido para gran parte de los deciles de ingreso, no lo ha hecho para el segmento de ingresos más bajos del país. En el primer decil la intervención de las mujeres en el mundo del trabajo disminuyó a un 24,1%, mientras que en el decil diez la participación en el mercado laboral se incrementó a 63,1%. Así, las mujeres pertenecientes a los grupos con mayor nivel de renta, integran sectores de empleo con mayores posibilidades de crecimiento y estabilidad, lo que no se da para los grupos del primer decil. A ello debe sumarse la naturaleza de los trabajos que se generan en los primeros deciles, es decir, trabajos que usualmente tienen un requerimiento del tipo físico, y donde las mujeres suelen ser marginadas con mayor facilidad. Por otro lado, los salarios asociados a los trabajos tienden a ser tan bajos –para el primer decil- que generan una especie de desincentivo ante la opción de trabajar. Los salarios mínimos requeridos para trabajar se han incrementado con el paso del tiempo, lo que favorece la preferencia de buscar ocupación. Por tanto, las mujeres participan menos en el mercado laboral, y las que deciden participar, también lo hacen menor proporción con respecto al género masculino. En cuanto al desempleo, el contexto no es muy diferente, pues además de observarse grandes diferencias entre el I y X decil, la situación resulta bastante más perjudicial para las mujeres pertenecientes al 10% más pobre. Hace veinte años el nivel de desempleo del primer decil era de un 39%, cifra absolutamente contrapuesta al 2% del décimo decil. Diez años más tarde (2000) las cifras no favorecen al grupo de los más pobres, quienes incrementaron el desempleo a un 41%. Esta alza del desempleo femenino está estrechamente vinculada con la crisis que el país vivió entre 1997 y 1998 (crisis asiática), donde el desempleo total del país se incrementó; demostrando mayor vulnerabilidad el género femenino, y mayor complicación para reinsertarse en el mercado laboral. Es claro que la situación laboral –en términos generales- ha mejorado para la totalidad de mujeres del país, sin embargo, junto al progreso laboral se mantiene una brecha profunda que separa al grupo de mujeres más pobres de las más ricas y durante veinte años estas diferencias no han podido mitigarse. 73 Progreso económico con insatisfacción social .35 .3 .25 .2 .15 .1 .05 0 Tasa de desempleo .4 .45 Gráfico 4.2: Tasa de desempleo femenino para decil de ingreso I y X, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 año Decil I Decil X Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN. Diferencias por sexo en el nivel de empleo Es importante ahora analizar la situación laboral desde la perspectiva del género, y cómo las brechas socio-económicas se agudizan al segmentar de esta manera. La tasa de desempleo para los hombres es menor para todos los deciles de ingreso. Es así como en 1990 el desempleo de los hombres del grupo más pobre alcanzó un 28,32% contra un 39% de las mujeres del mismo grupo. En el 2000 la situación no es diferente, pues sigue dándose una pronunciada brecha entre hombres y mujeres, la que no logra aminorarse. En el año 2011 las mujeres del 10% más pobre del país registraban un desempleo del 31%, mientras que los hombres a la misma fecha tenían un 26,4%. En la contraparte, el décimo decil experimenta diferencias en cuanto al género, sin embargo, estas diferencias no son igual de pronunciadas que en el decil uno, pues 74 Universidad San Sebastián en 1990 las mujeres del décimo decil alcanzaron un nivel de desempleo que alcanzó 1,97%, mientras que los hombres tenían una tasa de 1,61%. Al 2011, si bien la diferencia aumentó, no lo hizo de modo desproporcionado, pues la tasa de desempleo es de 1,37% para los hombres y 2,57% para las mujeres. Es posible inferir que las mujeres del décimo decil tienen más aptitudes para competir en el mercado laboral con los hombres. Básicamente el empleo del décimo decil son trabajos que requieren mayores competencias intelectuales, por tanto las mujeres tienen mayor capacidad de competencia. A diferencia del primer decil, donde los trabajos son más bien físicos, y las mujeres tienden a ser marginadas de modo casi natural. Gráfico 4.3: 5 Evolución de la tasa de desempleo masculina y femenina para el decil de ingreso I y X, 1990-2011. Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN. Mujer jefa de hogar A lo largo del tiempo una gran cantidad de mujeres han ingresado al mundo laboral, lo que se refleja en las cifras previamente expuestas. Sin embargo, el ingreso de las mujeres exige romper una serie de paradigmas, discriminaciones y barreras que se 75 Progreso económico con insatisfacción social generan ante esta situación, pues existen muchas de éstas que buscan incorporarse al mercado laboral por motivos que trascienden la realización personal, más bien, porque necesitan mantener la familia que tienen a su cargo, es decir, porque son jefas de hogar. El número de mujeres jefas de hogar en Chile- técnicamente son las que están socioenómicamente activas y constituyen un papel fundamental y principal en el sustento económico del hogar, sin importar su estado civil o cargas familiares. Esto ha aumentado en el período 1990–2011, producto de la necesidad de cubrir las insuficiencias que pueda poseer el grupo familiar, especialmente ante la amenaza de la pobreza. En el año 1990 la cantidad de jefas de hogares que compuso el primer decil fue del 16,6%, mientras que en el décimo decil sólo un 8% conformaba la misma categoría. En el año 2000 la proporción de jefas de hogar aumentó levemente para todos los deciles, siendo un 17,2% para el primero y 15,5% para el último. Ahora bien, el año 2011 el número de jefas de hogar no aumenta significativamente en términos generales, sin embargo, lo hace más para el 10% de menores ingresos, pues un 36,5% de aquel decil está compuesto por mujeres jefas de hogar, el 10% más rico en tanto, tiene un 23%. .35 .3 .25 .2 .15 .1 Proporción de jefas de hogar .4 Gráfico 4.4: 6 Proporción de jefas de hogares respecto del total de mujeres mayores de 18 años para el decil de ingreso I y X, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Decil I 76 Decil X Universidad San Sebastián Todo esto, indica que la imposibilidad de acceder a una mayor cantidad de bienes y servicios, ajunto a la contante vulnerabilidad a la pobreza, hacen que más mujeres se hagan cargo de sus familias, especialmente en los grupos más desposeídos. Por ello es tan importante disminuir la desigualdad a nivel de género, pues las brechas entre las rentas de hombres y mujeres (para los mismos deciles) son preocupantes. Con los datos de la EPF VII podemos constatar que las diferencias se mantienen aún en este grupo especialmente vulnerable en los deciles con menos ingresos. Las mujeres jefas de hogar del primer decil de ingreso reciben en promedio 7.5 UF de ingreso disponible a una gran distancia de las jefas de hogar del decil más alto de la población con casi 106 UF promedio. 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110 0 Ingreso disponible del hogar en UF MUJERES JEFAS DE HOGAR Gráfico 4.7 5: Ingreso disponible real por decil de mujeres jefas de hogar, 2013. 1 2 3 4 5 6 7 8 Decil de ingreso disponible del hogar 9 10 77 Progreso económico con insatisfacción social Efectos en la empleabilidad femenina La creciente inserción de la mujer en el mercado laboral inherentemente trae consigo efectos, los que principalmente repercuten en materias asociadas al ser femenino, es decir, la maternidad y natalidad. La natalidad se constituye como uno de indicadores sociales más relevantes para el país, en la medida que da muestra de la frecuencia con que ocurren los nacimientos en una población determinada (INE, 2002). Este indicador da señas de las preferencias de los habitantes del país, en lo que respecta a la decisión de tener hijos. Entre 1990 y 2011, la tasa de natalidad pasó de 23 a 14 nacimientos por cada 1000 habitantes, es decir, que en poco más de veinte años, la natalidad en Chile cayó un 38%. .2 .19 .18 .17 .16 .15 .14 Tasa de natalidad .21 .22 .23 8 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año 78 Universidad San Sebastián Es probable que los requerimientos de la sociedad actual, adjunto el amplio acceso a métodos anticonceptivos, hayan contribuido a la caída del indicador. Sin embargo, uno de los principales determinantes de esta situación, es la necesidad de las mujeres por insertarse en el mercado laboral y desde luego, el deseo de alcanzar un nivel de madurez no sólo emocional sino también económica. Este último fenómeno se constituye como una de los principales factores de postergación de la maternidad. De esta forma la natalidad en Chile, como en muchos otros países desarrollados y subdesarrollados, es pro-cíclica en el corto plazo, no obstante que presenta una tendencia hacia el descenso en el largo plazo (Castañeda, 1996). Natalidad por composición etaria de la madre En el apartado anterior, pudo observarse claramente que la natalidad en Chile va a la baja, es decir, que la decisión de ser padres se ha ido postergando cada vez más durante los años. Ahora bien, al analizar el tema desde la arista de la edad de la madre, los resultados vuelven a sorprender. Entre 1990 y 2010 las mujeres cuya edad fluctúa entre los 20 y 34 años pasaron del 76,2% al 68% (respectivamente) del total de madres del país, es decir que la maternidad durante esos años, pasó a un segundo plano. Puede inferirse entonces que durante dicho período, o más bien, durante aquella edad, las mujeres se encuentren desarrollando algún otro proyecto, que les permite alcanzar otro tipo de madurez, quizá académica y laboral, donde la opción de tener hijos queda relegada. Al mismo tiempo, las mujeres de 35 años y más, aumentaron la tasa de natalidad (respecto del total nacional) de un 10% a un 16,5% entre el mismo período de tiempo mencionado. Esto implica, siguiendo la lógica previa, que las mujeres esperan alcanzar un nivel de estabilidad emocional y económica al momento de conformar un hogar. Distinta es la situación al observar el patrón de comportamiento del segmento adolescente, es decir, aquellas mujeres cuya edad es inferior a los 19 años, donde la proporción de nacimiento pasó de un 13,8% en 1990 a 15,6% en el 2010. El patrón de conducta de las mujeres adolescentes –como ya se mencionó- escapa un tanto de las lógicas que explican los comportamientos en cuanto a la natalidad, sin embargo, es claro que este fenómeno (maternidad en mujeres precoces), genera un impacto colateral en la economía. Relacionando entonces los datos de maternidad adolescente con los años de educación cursados, es posible encontrar el primer vínculo entre las tasas de 79 Progreso económico con insatisfacción social nacimiento y la economía nacional, esto último sobre la base de la educación como método de capacitación y perfeccionamiento en favor de un mejor desempeño en el mercado laboral. .6 .4 .2 0 Proporción de madres sobre el total .8 9 1990 2000 Año entre 20-34 menos de 19 2010 mas de 35 Es claro al observar el gráfico siguiente, que gran parte de las madres adolescentes (entre 15 y 19 años) sólo logra terminar la educación media. Ahora bien, las cifras difieren en la medida que exista un hijo adicional, es decir, un 69,5% de las madres adolescentes con un hijo logra terminar los 12 años de escolaridad obligatoria, sin embargo, el valor desciende a un 49,8% cuando se es madre de dos hijos. Básicamente un segmento importante de la población en cuestión, no logra finalizar el ciclo de escolaridad, fenómeno que tiende a anular las opciones de empleo, producto de la precaria oferta laboral para mano de obra de escasa calificación, lo que finalmente se traduce en insuficientes opciones de ampliar el nivel de ingresos. 80 Universidad San Sebastián En razón de los datos expuestos, y considerando lo relevante del papel de la educación, es posible determinar que las mujeres jóvenes, que abandonan los estudios, merman sus posibilidades de mejorar la calidad de vida en razón del precario desarrollo académico profesional. Las mujeres con más de trece años de instrucción y un hijo ascienden al 4% del total de las madres adolescentes, y aquellas con dos hijos constituyen sólo un 2%. Estas cifras, que están bastante alejadas del segmento anterior, dan cuenta finalmente, de lo complejo que resulta continuar la vida académica una vez que se es madre. Los datos son claros y precisos: Sólo una pequeña minoría logra cursas educación superior cuando tiene hijos, suceso que finalmente limita las expectativas de estas mujeres, generando en ellas insatisfacción en razón de sus posibilidades futuras. .8 .6 .4 .2 0 Proporción de mujeres madres (15-19) por años de estudio Gráfico 4.10: Mujeres madres años, con uno y dos hijos, clasificados por Gráfico 4 8: Mujeres madresentre entre1515y y1919 años, con uno y dos hijos, clasificados añosaños de educación, 2010.2010. por de educación, 1 2 Hijos entre 10-12 mas de 13 entre 7-9 Fuente: Elaboración propia en base a datos de las Estadísticas vitales del INE (2010). 81 Progreso económico con insatisfacción social Finalmente, cabe señalar que la maternidad en condiciones de soltería para mujeres adolescentes, altera la conducta de toda una familia, pues ésta debe ajustar su patrón de ingresos y gastos al nuevo escenario imperante. Sin embargo un hecho se puede desprender claramente: Mientras más bajo sea el decil al que pertenece la madre adolescente (soltera), mayor impacto tendrá el nacimiento de un niño, pues el nivel de ingreso es muy bajo, y las necesidades mínimas aumentan en demasía. Y en la contraparte, las madres adolescentes que pertenecen a los deciles más elevados del país, probablemente no ven alterada su vida en la misma magnitud, pues tienen los recursos para cubrir las necesidades del infante, sin que ello cause cambios en su situación económica final. 82 Universidad San Sebastián Capítulo 5 Educación y movilidad social 83 Progreso económico con insatisfacción social 84 Universidad San Sebastián C on el incremento de los niveles de ingreso real, comenzó a generarse otro fenómeno que no era habitual: La población tendió a moverse entre un decil de ingreso y otro, logrando en muchos casos dejar la situación de pobreza en el pasado. Sin embargo, como se ha observado, la movilidad social es un proceso más lento que una simple alza de ingresos monetarios. Así como existe movilidad hacia arriba, también existe hacia abajo, lo que genera malestar entre quienes se ven sobrepasados por quienes considera sus pares, pese a que también aumentó su ingreso. La vulnerabilidad e incertidumbre profundizan este efecto. Por otra parte se ha estudiado que existen importantes barreras a la movilidad ascendente, no solo de tipo económico, sino social y cultural, lo que hace relativamente impermeable a los sectores altos y medios altos. El aumento de cobertura en la educación media, primero, y más recientemente en educación superior, sin duda contribuirá a bajar barreras, pero con lentitud, Parte de esta movilidad social ascendente se explica debido a que una proporción creciente de la población en Chile ha ido accediendo a espacios que anteriormente parecían vetados para ellos, como lo es su ingreso a la educación superior, cuya matrícula se ha duplicado en la última década24. En 2013, la matrícula de todo el sistema de educación superior alcanzó a 1.112.426 estudiantes25, lo cual representa casi el 50% del tramo etario, lo que se conoce como tasa bruta de cobertura. Así, para la población del primer quintil de ingresos la cobertura aumentó de un 7,6% el año 1996 a un 17,3% el año 200626, mientras que para la población en el quinto quintil de ingresos la cobertura se elevó desde un 63,2% el año 1996 a un 80% el año 2006. De todas maneras, esas cifras reflejan un diferencial importante entre ambos grupos27. (24) Rolando, R., Salamanca, J., Aliaga, M. (2010). Evolución Matrícula Educación Superior de Chile. Período 1990 – 2009. Editado por el SIES y el MINEDUC, Santiago de Chile. (25) SIES (2013). Matrícula 2013 de Educación Superior. Pregrado. Editado por el SIES y el MINEDUC, Santiago de Chile. (26) Meneses, F., Rolando, R., Valenzuela, M., Vega, M. (2010). Ingreso a la Educación Superior: La Experiencia de la Cohorte de Egreso 2005. Editado por el SIES y el MINEDUC, Santiago de Chile. (27) International Journal of Educational Development. Volume 32, Issue 1, January 2012, Pages 132–144 85 Progreso económico con insatisfacción social Una razón de lo anterior, vinculada a la deserción en educación superior, se encuentra en los resultados de la Prueba PISA de 2012. La educación en Chile muestra avances importantes, pero que todavía son lentos e insuficientes para acortar brechas, a nivel internacional y dentro del país. Esto queda en evidencia al observar los puntajes por tipo de establecimiento escolar. El instrumento mide conocimientos de alumnos de 15 años en tres áreas: En Matemáticas, los colegios municipales promediaron 391 puntos, por debajo del promedio latinoamericano de 397; los particulares subvencionados 430, semejante al promedio nacional de 423, y los particulares pagados 518 puntos, por encima del promedio OCDE de 494. En Lectura, los estudiantes de establecimientos municipales lograron 412 puntos, muy parecido al promedio de los países latinoamericanos; los subvencionados 449, por sobre el promedio nacional de 445; y los privados, 522 puntos, de nuevo superando el promedio OCDE de 496. El fenómeno se repite en el caso de la prueba de Ciencias. Los municipales lograron 414 puntos, los subvencionados alcanzaron 453, con un promedio chileno de 445; y los pagados alcanzaron 529 puntos, superando también el promedio OCDE. Esto significa que el acceso a la educación superior por parte de los grupos de mayores ingresos tiene brechas importantes a favor, respecto a los otros sectores28, pero los grupos de recursos más bajos tienen una mayor probabilidad de “moverse” hacia arriba que hace 2 o 3 décadas, por el mayor capital cultural y capital laboral que adquieren con la educación superior. Pese a las dificultades de inserción en el trabajo de egresados de la educación universitaria de algunas carreras y de instituciones específicas, tenemos que para la gran mayoría los ingresos son mayores que su grupo de referencia, y los retornos privados se estiman cercanos al 20%29 , lo cual es bastante superior a las retribuciones obtenidas por profesionales equivalentes en los países que integran la OECD, que alcanzan retornos promedio de 12%30 Por lo tanto, el ingresar a la educación superior representa una posibilidad para mejorar el bienestar social de los estudiantes y sus familias, puesto que los estudiantes que terminan la universidad obtienen de tres a cinco veces más que aquellos que sólo terminan la educación media; los titulados en una carrera técnica de nivel superior reciben en promedio un 50% más que quienes no estudian más allá de educación (28) Mizala, Alejandra y Florencia Torche ; Bringing the schools back in: the stratification of educational achievement in the Chilean voucher system. International Journal of Educational Development Volume 32, Issue 1, January 2012. 86 (29) Berríos, R., Duarte, J., Córdova, E. (2013). Retención y deserción en la Educación Superior Chilena. ¿Por qué estudiarlas? Revista Iberoamericana de Educación, Nº 61/3 - 15/03/2013. (30) OECD. Education at a glance. Paris, 2013. Universidad San Sebastián media, y los que terminan una carrera en un instituto profesional, casi dos veces más que aquellos que solo terminan el colegio. Obviamente, con una tasa promedio de deserción cercana al 50%, y mucho más alta en carreras técnicas, sobre todo vespertinas, esas cifras cambian para los que desertan del sistema; pero la deserción es un fenómeno que merece más estudio y programas para disminuirla31. Existe un debate sobre este punto, fundado en las diferencias de retornos entre carreras, algunas de las cuales tienen una rentabilidad privada muy baja, si el gasto de aranceles es sin subsidios. En la práctica, casi todos los estudiantes de los 4 primeros deciles financian los aranceles créditos subsidiados o becas, por lo que la tasa interna de retorno (TIR) para ellos es mayor a la estimada. Sin embargo, y a pesar de estos buenos resultados, el acceso aún no es equitativo, pues sólo dos de cada diez alumnos del 10% de menores ingresos accede a la educación superior, mientras nueve de cada diez jóvenes del 10% del grupo de más ingresos acceden al sistema32. Considerando la deserción, esta desigualdad se incrementa, porque en la educación superior existe menor retención de los alumnos de ingresos más bajos, por dificultades económicas o por su menor base de competencias, conocimientos y habilidades para proseguir estudios terciarios. Un estudio reciente de comparaciones internacionales, es un informe que utiliza la base de datos de la OECD33, analizando la rentabilidad de las inversiones en educación superior. Con datos de 2007 se llega a la conclusión que un hombre, que ha realizado estudios universitarios, en promedio recibe un valor actual de 175.000 dólares mayor al que sólo tiene estudios de bachillerato, que es el término de la educación media. En el caso de la mujer, la rentabilidad de los estudios universitarios es más baja: 110.000 dólares. El beneficio para la sociedad (evaluación social de proyectos) de los estudios universitarios sería inferior al beneficio privado (para quien ha estudiado), pero tiene, de todas maneras un valor positivo, de 91.000 dólares. Estos datos no significan que la educación sea principalmente un bien privado; por el contrario, muestra la alta rentabilidad social de la inversión en estudios universitarios. Resulta lógico que en una estructura rígida de ingreso a carreras muy definidas, los cambios en la demanda por carreras sea más lento que en una estructura más flexible, tipo “College”; en todo caso, los cambios en la demanda de (31) Elevar la baja tasa de egreso de estudiantes en Colleges y Community Colleges es uno de los principales objetivos del sistema en Estados Unidos, cuya cifra es similar a la chilena. Se ha demostrado que los cursos “remediales”, fuera del curriculum de un área, no tienen un efecto significativo. (32) De acuerdo a www.mifuturo.cl, 2013. (33) OECD. What Are the Returns on Higher Education for Individuals and Countries? Paris, Junio 2013. Basado en Education at a Glance 2011 indicators. 87 Progreso económico con insatisfacción social quienes postulan a las disciplinas o carreras menos rentables nunca es rápido, y las modificaciones por obsolecencia o menores posibilidades ocupacionales tienden a producirse en la oferta de educación superior. A partir de ahí el informe concluye que, pese a las limitaciones de este tipo de estudios, se puede afirmar que el costo de la educación superior para un individuo (matrículas financiadas por los estudiantes), que puede ser muy elevado, más el esfuerzo, costo de oportunidad al no dedicar varios años al trabajo remunerado, etc. es una inversión muy rentable a nivel personal, en especial en países como Italia, Portugal, EE.UU. y Corea. Desde el punto de vista de la sociedad, los costos que ésta asume (subvenciones a universidades, becas, etc.) representan un tercio de los beneficios alcanzados en el promedio de países de la OECD y, por tanto, esos costos son ampliamente cubiertos por los ulteriores beneficios sociales derivados de los titulados del nivel superior (mayor productividad, más capital cultural, los graduados universitarios pagan más impuestos, entre otros). También existe el fenómeno de reducción en esa tasa de rentabilidad en el tiempo, que se relaciona con el crecimiento de egresados mayor al crecimiento de la demanda, que se conoce como “devaluación educativa”. La OECD concluye afirmando que los beneficios económicos de la educación superior son importantes, tanto para las “personas como para la sociedad”, pero advierte que la ampliación creciente del número de graduados universitarios en todo el mundo y las mayores tasas de desempleo entre éstos pueden, en algún caso, llegar a poner en tela de juicio estas ventajas, ventajas que, como se ha analizado en diversos estudios, son menos importantes en algunas carreras y universidades34. La movilidad social de la educación, además está limitada por un conjunto de factores, sobre todo en los grupos de ingresos más altos, como se muestra en países de América Latina.35 “La alta reproducción intergeneracional de la riqueza y baja probabilidad de las personas con orígenes en el quintil más rico de experimentar movilidad descendente larga aparece como un patrón particularmente Latinoamericano. Por ejemplo, en Suecia y Estados Unidos alrededor de un 37% de personas cuyos padres pertenecían al quintil más rico permanece en dicho quintil. En Chile este porcentaje alcanza 46% y en México llega a un muy alto 59%.” Urzúa indica un valor de 51% para el quintil más alto y 56% para el decil superior. (34) Urzua, Sergio. (2013) Desigualdad en Chile Seminario Desigualdad y Desarrollo: Perspectivas va para Chile. Centro de Estudios Públicos, Marzo 2013. 88 (35) Torche, Florencia (2009). “Sociological and Economic Approaches to the Intergenerational Transmission of Inequality in Latin America” Working Paper HD-09-2009-UNDP, New York. Universidad San Sebastián Un aspecto que se resalta es la alta frecuencia de matrimonios y parejas entre personas de los grupos más altos, y del mismo nivel educacional, lo que ha sido ampliamente estudiado en Antropología Social. En el caso de Chile, se han encontrado fuertes barreras en este sentido en la parte más alta de la distribución educacional, combinada con mucha mayor fluidez en los niveles inferiores. Un estudio de los flujos específicos de movilidad en nuestro país, encontró significativas barreras a la movilidad descendente de largo plazo en la elite chilena, y pocas barreras en los sectores de menores recursos. Eso llevó a Florencia Torche36 a concluir que “La alta movilidad chilena, sin embargo, no tiene mayores consecuencias, porque tiene lugar entre clases que comparten posiciones similares en la jerarquía social de recursos y recompensas” Como la correlación entre el nivel de ingresos y la pertenencia a la elite es fuerte, significa que es difícil la movilidad ascendente hacia la elite, que pueden ser aminoradas con mayor calidad y equidad en la educación. La evidencia de mejor distribución de ingresos entre los jóvenes, atribuida a la mayor cobertura en educación superior, es un elemento de optimismo en este panorama. (36) Torche, Florencia ( 2010). “Educational Assortative Mating and Economic Inequality: A Comparative Analysis of Three Latin American Countries” Demography 47(2): 89 Progreso económico con insatisfacción social 90 Universidad San Sebastián Capítulo 6 Demografía y tercera edad 91 Progreso económico con insatisfacción social 92 Universidad San Sebastián D urante los últimos 20 años se han evidenciado una serie de cambios en cuanto a la calidad de vida de la ciudadanía, cambios que han determinado en gran parte la prolongación de los años de existencia de las personas. Estos elementos están asociados básicamente al incremento del nivel de renta y las mejoras sanitarias. El primero ha concedido a miles de personas la oportunidad de acceder a una mayor cantidad de bienes y servicios –los que permiten cubrir las distintas necesidades que surgen acorde grupo etario-, y el segundo contribuye principalmente al progreso en materias salud. Gráfico 6.1: Estructura demográfica de Chile, 1990-2011. Fuente: Elaboración propia según datos de INE. 93 Progreso económico con insatisfacción social Al analizar los cambios de la población entre 1990 y 2011 destacan de modo particular dos fenómenos; los que conciernen a la población infantil y los relacionados a los adultos mayores. El segmento de población que comprende a los sujetos con edades de 0 a 10 años ha disminuido su crecimiento en un 9%, esto implica que durante los últimos 20 años el número de nacimientos se ha reducido, y que, progresivamente, hemos ido teniendo menos niños. En la contraparte, la población cuya edad sobrepasa los 60 años se ha incrementado de modo tal que evidencia una variación de 114% para el mismo periodo de tiempo, cifra que excede el crecimiento de todos los rangos etarios. Esta situación da cuenta de un cambio en la estructura demográfica del país, pues si en 1990 la base de la población estaba compuesta por el grupo de menor edad, hoy observamos una importancia creciente del grupo de población que sobrepasa los 60 años. Por lo tanto, desde el punto de vista poblacional, el país está próximo a tener una cantidad de adultos mayores que superará a la población infantil, a menos que tengamos una inmigración que modifique estas tendencias, lo que no parece muy probable. Producto del estilo de vida actual los adultos mayores de hoy presentan un nivel de vida muy diferente al existente hace 20 años. Hay una inquietud notoria de este grupo por insertarse en la sociedad, participar en diversas actividades, de modo tal que sea posible satisfacer las distintas necesidades que poseen. La problemática que se plantea a partir de la situación descrita es determinar si la sociedad en su conjunto, el estilo de vida predominante, el sistema económico y las políticas públicas, tal como se conocen, están preparados para el cambio demográfico descrito. Desde la perspectiva de las políticas, no se conocen o no existen planes dentro de una estrategia para abordar este fenómeno, que impacta los servicios de salud, pensiones, infraestructura y otros bienes y servicios, que son crecientemente demandados. Proporción de adultos mayores por quintil Es evidente que el país ha progresado mucho, sobre todo en materias sanitarias y de calidad de vida. Gracias a aquello es que la esperanza de vida de los chilenos ha aumentado durante los últimos veinte años. Básicamente las personas viven más y mejor, que hace 25 o 30 años atrás. Resulta interesante analizar la evolución de la proporción de adultos mayores desde 1990 adelante, según niveles de ingreso de los hogares, que es nuestro análisis por percentiles. La proporción de adultos mayores se ha incrementado para todos los grupos socioeconómicos, sin embargo, las cifras más relevantes se dan entre los extremos. 94 Universidad San Sebastián En 1990, cerca del 5% de la población que componía el primer quintil, el de menores ingresos, era adulto mayor. Cifra bastante baja si se considera que en ese mismo período, en el quintil más alto los adultos mayores conformaban el 13,7% de la población correspondiente a ese grupo. Básicamente, la calidad de vida que en 1990 tenía el segmento más pobre de la población era muy desmedrada con los parámetros actuales (elevados índices de pobreza y condiciones sanitarias deplorables, entre otros). Teníamos una baja tasa de población de más edad en los primeros quintiles; muy por el contrario, el 20% de los hogares con mayores ingresos tenían condiciones de vida que les permitían prolongar su vida en varios años sobre la sobrevida de los más pobres. Las cifras descritas se tuvieron variaciones durante los años siguientes. Así, al año 2000, la proporción de adultos mayores que conformaban el quinto quintil era de 13,5%, mientras que en el primer quintil, la cifra se incrementó a 7,2%. Como se ha mencionado en reiteradas ocasiones, la calidad de vida de todos los chilenos mejoró, lo que resultó principalmente beneficioso para los adultos mayores del primer quintil. Esto implica que los adultos mayores de menores recursos también viven más tiempo, aunque la sobrevida es mayor en los deciles de altos ingresos. Naturalmente, eso hizo crecer el número de adultos mayores y su proporción en el total de la población. . 95 Progreso económico con insatisfacción social La proporción de personas mayores de 60 años que pertenecían el quintil superior en el año 2011 se incrementó a 16%, es decir, en 20 años la proporción de la población de adultos mayores con mayor capacidad de compra del país creció un 3%. En la contraparte, al mismo año, la proporción de adultos mayores que integraban el primer quintil era de un 14,8%. Esto indica que en 20 años hubo un incremento de 9,6 puntos porcentuales para este grupo. El aumento observado en el nivel de ingreso de los hogares constituyó un aporte fundamental para los adultos mayores del primer quintil, pues les permitió acceder a diversos bienes y servicios, que antes resultaban ser inalcanzables. Esta capacidad (que los de más edad de los quintiles más altos ya poseían) permitió a los adultos mayores vivir más y en mejores condiciones. Ahora bien, aun cuando esta situación es positiva -en la medida que la gente vive “más y mejor”- se debe tener en cuenta que la existencia de un número más alto de adultos mayores genera un cambio en cuanto a la estructura de las necesidades sociales, además de una inserción más profunda del adulto mayor en todo plano de la vida social, especialmente el laboral. No obstante lo anterior, todavía tenemos una brecha alta entre grupos de ingresos distintos. Los promedios de expectativas de vida esconden diferencias según ingresos o nivel socioeconómico. Este hecho es bastante universal, pero en Chile la desigualdad es muy grande, mayor a lo que la sociedad y las políticas públicas parecen considerar. De acuerdo a cifras entregadas por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, que hizo un estudio de seguimiento a personas de 60 años, la desigualdad es clara, tanto en probabilidad de sobrevida como en el período en que enfrentarían problemas de salud. El caso de las mujeres es impresionante: Expectativa de vida mujeres a los 60 años, según nivel socioeconómico: Clase Baja: 17 años, de ellos 12 con problemas de salud. Clase Media: 20 años, 9 con problemas de salud. Clase Alta: 28 años, 8 con problemas de salud. Según especialistas en salud pública, el proceso biológico del envejecimiento interactúa con otros factores, lo que entrega las mayores o menores probabilidades de años de vida y, dentro de ellos, el período con problemas de salud. El contexto social, el acceso oportuno a atención de salud, la comprensión de la situación o educación sanitaria, las posibilidades de mantener los tratamientos médicos en especial los medicamentos, son los factores que más inciden. Como es evidente, los ingresos pasados y presentes tienen alta correlación con todos ellos, por eso, en la llamada clase media existen grupos de adultos mayores con alta vulnerabilidad. 96 Universidad San Sebastián Situación laboral de la tercera edad por quintil Es factible pensar que si ahora las personas viven más tiempo de lo que se estimaba en otra época, también se prolongan sus capacidades laborales, es decir, que los adultos mayores tienen la posibilidad de ser por más tiempo parte de la fuerza de trabajo, que es población laboral activa del país. En los últimos 20 años la participación laboral de los adultos mayores se ha incrementado en términos generales. Sin embargo, hay fuertes diferencias al respecto, puesto que dicho incremento se da con mayor intensidad en el segmento de población que pertenece al quintil de ingresos más altos. En 1990 el nivel de participación laboral de los adultos mayores pertenecientes al primer quintil era el 17,4%, esta cifra se mantuvo dentro de patrones similares durante 10 años, alcanzando en el año 2000 el mayor valor observado (22,8%). Entre el 2003 y 2011 la tasa de participación del grupo de personas en cuestión comenzó a disminuir progresivamente, registrándose al 2011 sólo un 11,2% de participación en el mercado laboral. Todo lo contrario sucede en el quinto quintil, pues en 1990 el nivel de participación de este grupo era de un 31,9%. La variable en cuestión se mantuvo al alza hasta el año 2000, donde se genera una leve reducción del nivel de participación. El 2003 se produce un alza notoria, de 36,3% a 43, la que se mantiene dentro de este parámetro hasta el 2011, año en que la participación laboral de este grupo llega al 45%. La existencia de una brecha entre los sectores de menores y mayores ingresos de la población de adultos mayores es clara e innegable, y no se ha logrado mejorar con el paso del tiempo. Básicamente, los adultos mayores que pertenecen a los grupos socioeconómicos superiores tienen más posibilidades de encontrar empleo, en la medida que logran insertarse con bastante más facilidad en el mercado laboral. No así los adultos mayores del primer quintil, que en la medida que su edad es más avanzada, ven también mermadas sus posibilidades de encontrar empleo. Esta situación resulta un tanto paradójica, si se considera que los ancianos pertenecientes a los primeros quintiles son quienes más necesidades tienen, y sus fuentes de ingreso son las más precarias. El grupo de ingresos más bajos tiene problemas de salud importantes, por encima de los sectores más altos, pero, además, el mercado laboral no parece tener capacidad de absorción de la población sobre 60 años, lo que implica una barrera al segmento más vulnerable en términos sociales y económicos y mayores posibilidades a quienes ya poseen una mejor calidad de vida. 97 Progreso económico con insatisfacción social Gráfico 6 . 3: Participación Laboral de personas mayores de 60 años para I y V quintil de ingreso, 1990-2011. En cuanto la tasa de desempleo, se registran fluctuaciones que pueden ser catalogadas como positivas, si se considera que durante los últimos 20 años ésta ha disminuido en términos porcentuales, mas resulta serio, y desde luego negativo, que las brechas existentes entre grupos socioeconómicos sean muy significativas. En 1990 el desempleo de los adultos mayores del primer quintil fue de 21,2%, mientras que el quintil alto sólo registraba un 0,6%. La situación continuó igual al año 2000, donde el primer quintil tuvo un 22,9% de desempleo, contra un 1,2% del grupo más pudiente. En el año 2011 se produce una baja considerable en el nivel de desempleo, pues en dicho año el primer quintil mostró un 10,9% de desempleo, de todas maneras con gran diferencia respecto al 0,9% del segmento con mayor nivel de renta. Así, el desempleo ha mejorado sus índices para los adultos mayores del país, no obstante, quienes resultan menos activos son los grupos de menores ingresos, los que 98 Universidad San Sebastián . paradójicamente son quienes requieren más ayuda, mientras que el adulto mayor del grupo más alto logra mantenerse inserto en el mercado laboral de modo bastante activo para quienes desean trabajar. Las brechas entonces son profundas y están lejos de ser erradicadas, por el contrario, con el paso del tiempo las capacidades y habilidades diferenciales entre grupos los separan con gran fuerza. Es necesario tener en consideración la naturaleza de los trabajos de quienes componen los quintiles primero y quinto. Los trabajos asociados a quienes están insertos en el segmento de ingresos más reducidos del país tienen que ver principalmente con un trabajo que involucra el esfuerzo físico, por tanto, al alcanzar cierta edad el nivel de rendimiento ya no es el mismo y el mercado laboral comienza a dejarlos al margen. Existen servicios que se expanden para quienes tienen pocas habilidades asociadas a las nuevas tecnologías, como aseo o atención en el comercio formal o informal, que tienen bajas remuneraciones por su escasa productividad, pero también requieren esfuerzos físicos e intelectuales fuera de las posibilidades de un grupo que, en su mayoría, es analfabeto funcional. 99 Progreso económico con insatisfacción social Muy diferente es la situación en otros sectores, en la medida que los trabajos están asociados al esfuerzo intelectual y no dependen casi exclusivamente del esfuerzo corporal. Ello implica que el mercado laboral permite mantenerse activos a esos adultos mayores quienes, por tanto, pueden mantenerse vigentes por más años. Esto explicaría en gran parte la existencia de brechas de empleo y salarios entre grupos según situación económica, apuntando a que los requerimientos del mercado laboral para los adultos mayores mantienen o profundizan las desigualdades de educación y capacidades. Evolución del ingreso de la tercera edad Si observamos el mercado laboral, es evidente la situación de desigualdad en que viven los adultos mayores entre los distintos grupos socioeconómicos, por ende, es válido pensar que las diferencias trascenderán también a la capacidad de generación de ingresos y, además, se harán más profundas cuando no se considera la intervención del estado. En primer lugar consideremos el ingreso autónomo; en esta categoría, los adultos mayores del quinto quintil poseían en 1990 una renta 14 veces superior a la del primero. Dicha brecha disminuye a 12 cuando se considera el ingreso monetario, con transferencias del Estado en dinero. En el año 2000 se observa una situación similar, en cuanto el ingreso autónomo del quinto quintil es 15 veces mayor al del primero, con una diferencia que disminuye al considerar la renta monetaria, pues resulta ser 13 veces superior. Al año 2011, las diferencias se reducen nuevamente al considerar el ingreso monetario, pues pasan de 15 a 10 veces, por los subsidios monetarios que reciben las familias de ingresos más bajos. Esta es una doble mejora, pues el ingreso de los grupos altos ha subido. Las transferencias del Estado pasan a ser un determinante fundamental para disminuir las diferencias que se generan entre los grupos estudiados. Es indudable la existencia de un cambio demográfico en el país, como también lo es la falta de preparación que la sociedad tiene al respecto. En la actualidad ya es posible observar efectos sobre las personas responsables de la mantención de los adultos mayores, las que ven afectada su vida familiar, sus posibilidades de trabajo e, incluso, el tiempo libre, producto de la atención que los más ancianos requieren. Resulta necesario articular y adaptar la sociedad actual a los requerimientos de los adultos mayores, pues los costos financieros son muy altos, y los costos sociales inconmensurables. Es un tema extremadamente complejo, porque involucra factores culturales y sociales difíciles de modificar, lo que hace que algunos programas, con una visión voluntarista que confunde el ser con el deber ser, hayan fracasado. 100 Universidad San Sebastián 15 14 13 12 11 10 9 Razón 20/20 autónomo y monetario 16 Gráfico 6.5: Evolución razón 20/20 para el ingreso real autónomo y monetario de los mayores de 60 años, 1990-2011. 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 Año Autónomo Monetario Hemos visto que las desigualdades se mantienen, lo que no es sorprendente, en las etapas finales de la vida. En el fondo, se observa que las diferencias se extienden, finalmente, durante toda la vida. Podemos tomar como ejemplo, las desigualdades causadas por diferencias educacionales; ellas permanecen durante la mayor parte de la vida de los sujetos, es decir, la condición de vida de los adultos mayores está dada, en gran parte, por la inequidad de la situación global en que han vivido. Por tanto, al llegar a la tercera edad, sólo habrá una extensión de la condición previa, y prácticamente muy bajas posibilidades de superación autónoma. Eso hace indispensable tener políticas de distinto tipo, desde incentivos al trabajo hasta subsidios para cuidados de aquellos que no son completamente autovalentes. Las realidades entre un grupo de adultos mayores y otro son, como pudo observarse, es completamente distintas. Tiende a darse que los adultos mayores que poseen más necesidades son aquellos que presentan menores posibilidades de estar activos, por problemas de salud, y si buscan trabajo les resulta muy difícil obtenerlo, y 101 Progreso económico con insatisfacción social lógicamente generan menos ingresos. Por ello, las políticas públicas de ingresos, salud, atención de salud y cuidado en las familias y en centros especializados son un desafío enorme para el país, que ya han enfrentado los países más desarrollados, que requiere una enorme cantidad de esfuerzos y recursos. Este es un tema que creemos va a estar en primera línea de las manifestaciones de insatisfacción social, como ya lo vemos en materias de atención de salud, especialmente en invierno por el aumento de enfermedades respiratorias. 102 Universidad San Sebastián Capítulo 7 ¿Por qué es importante la interrelación entre prosperidad, desigualdad e insatisfacción? 103 Progreso económico con insatisfacción social 104 Universidad San Sebastián Desigualdad y estabilidad socio política A lgunos todavía citan el trabajo de Kuznets, publicado en American Economic Review en 1955, que apuntaba a que si en un país se daba un proceso de crecimiento sostenido, la distribución del ingreso empeoraba durante un lapso no muy bien definido, para posteriormente generar menos desigualdad (relación graficada con forma de U); el núcleo del argumento tenía que ver con la industrialización y la acumulación del capital humano. Esta hipótesis no se ha sostenido con las investigaciones posteriores37 , porque esa relación es diferente entre países, sin regularidades como la explicada por la curva como una U. Se ha enfatizado el impacto de la desigualdad en el crecimiento económico y también su relación con la estabilidad social y política. La literatura económica sobre la interrelación entre la desigualdad y la estabilidad institucional ha crecido exponencialmente desde los años 90, como se demuestra en la bibliografía de los trabajos citados. En el año 2009, Richard Wilkinson publicó junto a Kate Pickett un libro38 donde reunieron ensayos producto de sus estudios, donde se mostraba la existencia de una correlación entre los problemas sociales y las inequidades en la distribución del ingreso. Básicamente, planteaban que la desigualdad en el nivel de renta es un factor determinante en lo que compete a la calidad de vida de un país. De este modo, los países que poseen mayores desigualdades en el nivel de ingreso estarán considerablemente expuestos a que se generen una serie de problemas sociales, entre los que destacan: Una menor esperanza de vida, bajo rendimiento de los niños en el área de lingüística y matemáticas, elevadas tasas de mortalidad infantil, (37) Milanovic, Branko. (2011) The have and have not’s. A brief and idiosyncratic history of global inequality. Basic Books, (38) Wilkinson, R y Pickett, K. (2009), “Desigualdad. Un análisis de la (in)felicidad colectiva”. Turner, Madrid. 105 Progreso económico con insatisfacción social aumento en la tasa de homicidios, mayores proporciones de la población en prisión, una mayor tasa de embarazos adolescentes, mayor cantidad de personas con obesidad y enfermedades mentales y poca movilidad social, entre otros. Es decir, Wilkinson y Pickett plantean que es de esperarse que en países con altos niveles de desigualdad se registren indicadores sociales más bien deficientes. En nuestro país tenemos un panorama mixto al respecto: Hay una gran mejoría en indicadores duros, como mortalidad infantil y esperanza de vida, un poco mejor en movilidad social, bajo rendimiento escolar de gran parte de niños y jóvenes, muchísimos en prisión, tasa creciente de embarazos adolescentes, y altas tasas de obesidad y enfermedades mentales. Lo que es notorio, a nuestro juicio, es la fuerte insatisfacción que es causada en parte importante por la desigualdad. En la contraparte, los países más pobres pero con una mejor distribución del ingreso, no desarrollarían las mismas problemáticas (o al menos no a niveles elevados), pues es la desigualdad en sí la que se convierte en un agente distorsionador, y no el ingreso nacional o el crecimiento económico. Dicho de otro modo, un país rico pero con una evidente brecha entre clases sociales es bastante más disfuncional, posee mayores niveles de violencia y mayores tasas de enfermedades asociadas al nivel o estatus socioeconómico; mientras que un país pobre, pero con una distribución más justa, poseería una población más sana y feliz, en términos relativos. Otra de las problemáticas que se derivan a partir de la disparidad en materias de distribución, es la generación de una serie de efectos de tipo psicosocial, básicamente fenómenos asociados a emociones de superioridad e inferioridad; es decir, personas que buscan valorarse y degradarse entre sí. Wilkinson determinó que esta situación se da a partir de una competencia de estatus, la que está definida esencialmente por un fuerte contexto de consumo. Esta lógica indica que las personas que pertenecen a sociedades con altos niveles de desigualdad están constantemente sometidas a juicios sociales, los que finalmente modulan el actuar de los sujetos, haciendo que las brechas ya existentes se acentúen y generen aún más malestar. Por consiguiente, no importaría tanto la magnitud de la renta, si no cuán bien o mal distribuida se encuentra ésta, pues la calidad de vida de las personas dependería de ello. Como señalamos, este tema ha sido importante en los últimos 20 años. Un artículo de 1993 escrito por Alberto Alesina de la Universidad de Harvard y Roberto Perotti de la Universidad Bocconi39 estudió a 71 países entre 1960 y 1985, y encontró que los niveles más altos de desigualdad en el ingreso se asociaron con un aumento (39) Alesina, Alberto y Perotti, Roberto; Income Distribution, Political Instability, and Investment. NBER Working Paper No. w4486 Working Paper Series. 106 Universidad San Sebastián de la inestabilidad social. Su explicación fue que los disturbios a menudo estallan cuando se debilita una clase media acomodada. Es importante citar in extenso un informe reciente del FMI40 , porque presenta un estudio empírico acerca de la relación entre esas variables, “La relación entre la desigualdad de ingresos y el crecimiento económico es compleja. Una cierta desigualdad es esencial para el funcionamiento eficaz de una economía de mercado y tener los incentivos necesarios para la inversión y el crecimiento. Pero la desigualdad también puede ser destructiva para el crecimiento, por ejemplo, amplificando el riesgo de crisis o haciendo difícil para los pobres a invertir en la educación. También la evidencia es mixta: Alguno han encontrado que el crecimiento promedio durante largos períodos de tiempo es mayor con más igualdad inicial; otros, que el aumento de la igualdad hoy tiende a reducir el crecimiento en el corto plazo”. “En la literatura empírica sobre el crecimiento y la desigualdad, sin embargo, ha faltado una característica clave del proceso de crecimiento en los países en desarrollo: Su falta de persistencia. El ingreso per cápita típicamente no crece en forma sostenida durante décadas. Por el contrario, períodos de crecimiento rápido son a veces interrumpidos por colapsos, o se observa el estancamiento, las colinas, valles y mesetas del crecimiento... La cuestión más relevante para muchos países es: ¿Cómo se relaciona la distribución de ingresos con estos fuertes saltos del crecimiento?” “Esta nota se centra en la duración de los períodos de crecimiento -definida como el intervalo a partir de un crecimiento positivo y terminando con una disminución— y sobre los vínculos entre diversas políticas en la duración y características del país, incluyendo la distribución de ingresos. Resulta que incluso los países más pobres han logrado iniciar el crecimiento a tasas elevadas durante unos años. Lo que es más raro -y lo que separa a los milagros de crecimiento de los rezagados- es la capacidad para sostener el crecimiento. La pregunta que surge es: ¿Qué determina la longitud del período de crecimiento, y cuál es el papel de la desigualdad de ingresos en su duración?” “Nos encontramos con que crecimientos prolongados están sólidamente asociados con más equidad en la distribución del ingreso. Por ejemplo, cerrar, a la mitad la brecha de desigualdad entre América Latina y los países emergentes de Asia generaría, según nuestras estimaciones centrales, más del doble de la duración prevista de un período de crecimiento. La desigualdad típicamente cambia con lentitud, pero un (40) Berg, Andrew and Ostry, Jonathan, Inequality and Unsustainable Growth: Two Sides of the Same Coin? International Monetary Fund Research Department. April 8, 2011. 107 Progreso económico con insatisfacción social número de países de nuestra muestra ha experimentado mejoras en la distribución de los ingresos de cierta magnitud en el curso de un período de crecimiento. La desigualdad sigue siendo importante, por otra parte, aun cuando otros factores determinantes de la duración del crecimiento — los shocks externos, ingreso inicial, calidad institucional, apertura al comercio y la estabilidad macroeconómica — sean tenidos en cuenta.” “Una implicación clave de estos resultados es que es difícil separar el análisis de la distribución de ingresos y crecimiento. La función inmediata de la política, sin embargo, es menos clara. Un aumento de la desigualdad puede acortar la duración del crecimiento, pero esfuerzos mal diseñados para reducir la desigualdad podrían distorsionar groseramente los incentivos y, de tal modo, socavar el crecimiento, dañando incluso el empleo.” “Si existen o no tensiones a corto plazo entre las políticas de crecimiento y de distribución del ingreso, las pruebas presentadas en esta nota no son decisivas. Pero el análisis siguiente tal vez inclina la balanza hacia la noción que atender a la desigualdad puede traer importantes beneficios de largo plazo para el crecimiento. Sobre horizontes más largos, reducir la desigualdad y el crecimiento sostenido pueden ser así dos caras de una misma moneda.” En octubre de 2012, The Economist41, que siempre ha sido un tenaz promotor de una economía de mercado y abierta al exterior, retrató de la siguiente forma el cambio en la posición generalizada entre los economistas anglosajones: “El consenso dominante desde hace mucho tiempo es que una economía creciente levanta todos los barcos, con muchos mejores efectos que la redistribución de incentivos. El Premio Nobel, Robert Lucas, resume la ortodoxia cuando escribió en 2003 que ‘de las tendencias que son perjudiciales para una economía sana, la más seductora y... venenosa es centrarse en las aspectos de la distribución’. Pero, ahora, el establishment económico ha comenzado a preocuparse acerca de quién qué. Las investigaciones realizadas por economistas del FMI sugieren que la desigualdad de ingresos ralentiza el crecimiento, provoca crisis financieras y debilita la demanda. Las crecientes brechas en muchos países están comenzando a preocupar incluso a los plutócratas. Una encuesta de la reunión del Foro Económico Mundial de Davos señaló a la desigualdad como el problema más acuciante de la próxima década (junto con los desequilibrios fiscales). En todos los sectores de la sociedad, cada vez hay más acuerdo en que el mundo es cada vez más desigual, y que las desigualdades de hoy y su probable trayectoria son peligrosos”. (41) The Economist, “For richer, for poorer”. Publicado el 13 de octubre de 2012. Traducción hecha por los autores. 108 Universidad San Sebastián El bienestar y la percepción de la desigualdad Con el objeto de analizar la satisfacción de las personas respecto a su situación económica, el sicólogo social Daniel Kahneman realizó una serie de estudios que buscaron establecer una relación entre ambas variables42. Al respecto, Kahneman señala en una parte de sus conclusiones que las personas, producto de su naturaleza, buscan mantener sus condiciones de vida del modo más estable posible, mientras éstas sean favorables. Vale decir entonces, que las personas tienden a ser reticentes a los cambios en lo que respecta al nivel de vida, pues consideran que la desventaja de abandonar una condición es mayor que la ventaja de cambiar. Las personas tienen una clara aversión a las pérdidas y, por tanto, todas las decisiones que toman están destinadas a minimizar el riesgo de hacer que una situación futura sea peor que la actual; dicho de otro modo, que las medidas a tomar impliquen la menor pérdida posible. Desde una arista cuantitativa, Kahneman intenta medir la felicidad, especificando que las personas que poseen un nivel de ingreso inferior a 60.000 dólares anuales son infelices, y lo son aún más, cuanto más pobre se vuelven. El dinero, acorde al autor, no logra comprar felicidad. No obstante, la falta del mismo produce con seguridad desdicha, la que efectivamente puede ser medida según este investigador. Por lo tanto, esto permitiría decir que mientras más dinero se gane, más satisfecho se estará. Diferentes estudios indican que el bienestar aumenta con mayores ingresos, excepto a niveles muy altos, que no son los de la inmensa mayoría de los chilenos, y se ha demostrado que dentro de cada país existe una altísima correlación entre los niveles de ingreso con casi todos los condicionantes del nivel de bienestar43. En un análisis sobre las investigaciones sobre “felicidad”, se señala: “Las condiciones para la felicidad no son las mismas en cualquier momento ni en cualquier lugar. Tampoco lo son sus consecuencias. Aunque existen requisitos universales para una vida feliz, algunos parecen contingentes a las características de la persona y de la situación. Por ejemplo, felicidad se correlaciona fuertemente al ingreso en países pobres y socialmente desiguales, y más aún entre personas materialistas”. Sobre esa base, es posible afirmar que, en general, el dinero incrementa la felicidad. Las investigaciones muestran que habría un punto de saciedad en cuanto al nivel (42) Entre estos estudios destacan: Schkade, D. A.; Kahneman, D. (1998). “Does living in California make people happy? A focusing illusion in judgments of life satisfaction”. Psychological Science 9 (5): 340–346; y: Kahneman, D.; Krueger, A.; Schkade, D.; Schwarz, N.; Stone, A. (2006). “Would you be happier if you were richer? A focusing illusion”. Science, 312 (5782): 1908–10. Vale la pena mencionar que por las investigaciones en esta área le fue otorgado el premio Nobel en Economía en el año 2002. (43) Veenhoven, Ruut. Example of a focused ‘Findings Archive’ WORLD DATABASE OF HAPPINESS ,Erasmus University Rotterdam; published as working paper No. 169, German Data Forum RatSWD, Februari 2011. 109 Progreso económico con insatisfacción social de ingresos que se , pero es muy alto. Por eso, se puede afirmar que una renta más alta hace que prácticamente todo el mundo sea más feliz, aunque cada peso adicional entrega menos felicidad que el anterior, que es la muy conocida utilidad marginal decreciente al ingreso. Eso sí, tendemos a sobrestimar el potencial del dinero en nuestra felicidad. Daniel Kahneman44 , escribe: “El ingreso es un factor importante en la satisfacción de las personas con sus vidas, pero es bastante menos importante que lo que la mayoría de la gente cree. Es aún menos importante como un determinante de la felicidad emocional”. “En promedio, las personas con altos ingresos tienen un mejor estado de ánimo que las personas con ingresos más bajos, pero la diferencia es aproximadamente un tercio del tamaño de lo que la mayoría de la gente espera. Cuando usted piensa en los ricos y los pobres, sus pensamientos se centran inevitablemente en circunstancias en que el ingreso es importante. Pero la felicidad depende de otros factores más de lo que depende de los ingresos”. En ciertos casos la correlación entre ingresos y satisfacción personal puede ser baja45, como se ha indicado en un reciente informe46, que analiza la situación de China, luego de la transformación radical de su antiguo sistema económico socialista: “No hay evidencia de que el pueblo chino es, en promedio, más feliz, según los análisis realizados. Están menos satisfechos que en 1990, y la carga de la satisfacción se ha reducido más duro en el último tercio de la población. La satisfacción entre los chinos, incluso en el tercio superior ha aumentado sólo moderadamente”. Un documento del BID analiza la relación entre la satisfacción con el ingreso47; hace uso de la Encuesta Mundial de Gallup de 2006, que contiene opiniones sobre satisfacción en diversos aspectos de la vida en 130 países. Se señala que la relación entre satisfacción e ingreso que se encuentra es muy sólida (tanto entre países como entre individuos en los países), arrojando dudas sobre la conocida paradoja de Easterlin. Pero, surge una nueva paradoja: La del “crecimiento infeliz”, según la cual hay menos satisfacción en los países que crecen más rápido. Las pérdidas de satisfacción asociadas al crecimiento son más pronunciadas en los dominios materiales de la vida de las personas, y tienden a ser más fuertes en sociedades más ricas y más urbanas. A nivel individual, aunque ingresos más altos (44) Kahneman, Daniel. The Focusing Illusion, en This Will Make You Smarter: New Scientific Concepts to Improve Your Thinking, John Brockman (Author) HarperCollins, NY, 2010. (45) Es una razón para que en este libro hablemos de “Calidad material de vida” y no de satisfacción o felicidad. 110 (46) Easterlin, Richard A.; When Growth Outpaces Happiness. The New York Times, Opinion, septiembre 27, 2012. (47) Lora, Eduardo y Chaparro, Juan Camilo; La conflictiva relación entre la satisfacción y el ingreso. Banco Interamericano de Desarrollo Departamento de Investigación Documento de trabajo #642, noviembre 2008. Universidad San Sebastián tienden a reflejarse en mayor satisfacción, el aumento del ingreso del grupo social al que pertenece el individuo puede generar el efecto contrario en las dimensiones materiales del bienestar. Tanto Wilkinson y Pickett como Kahneman, hacen clara alusión a los problemas -particularmente sociales- que se producen en razón de la concentración de la riqueza y los ingresos. La mala distribución genera malestar en las personas, el que además es fuertemente percibido y manifestado por las mismas. Como resulta dable pensar, este es un panorama ya familiar de lo que sucede en Chile, pues la situación de inequidad en cuanto a los niveles de renta ha generado una sensación de frustración e insatisfacción respecto a la posición relativa de los niveles socio-económicos. Como es obvio, las personas que pertenecen a los deciles de ingreso más bajos del país poseen un acceso bastante más limitado al consumo de bienes y servicios que aquellos con niveles más elevados. Adicionalmente, hay toda una temática asociada a la calidad de vida que es bastante más precaria, junto a un sistema educacional y atención de salud de peor calidad, Es así como las diferencias que se generan entre grupos socio-económicos afectan principalmente las posibilidades de progreso y desarrollo, lo que genera la idea en las familias de más bajos recursos que no hay forma de salir de la pobreza. Cuando se tiene esta percepción, las personas pierden el incentivo por mejorar su situación, pues de algún modo se convencen que no podrán alcanzar los elevados niveles de consumo a los que aspiran, lo hoy que inhibe las iniciativas que las personas puedan tomar. Algunos autores llaman a este fenómeno “la desesperanza aprendida”. A eso debe agregarse que los patrones de consumo actuales distan mucho de los de hace 20 años atrás, en gran parte por los avances tecnológicos que han logrado que el ser poseedor de determinados artefactos (como por ejemplo, teléfonos inteligentes o smartphones, tablets, televisores LCD, entre otros) no sólo representen la posibilidad de vivir más cómodamente, sino también de adquirir estatus socioeconómico frente a los demás. En este sentido, y considerando los antecedentes, es necesario tener en cuenta cuál es la opinión que tienen las personas respecto de la economía nacional, y cuál es su percepción sobre la distribución. Para ello, la encuesta Bicentenario48(2012se constituye como una buena aproximación inicial de la percepción que existe sobre esas materias. (48) La encuesta Bicentenario es un estudio cuantitativo realizado por GfkAdimark, empresa de renombre en cuanto a la investigación de mercado y opinión pública. Mediante este estudio se busca estimar las preferencias y opiniones de los habitantes del país en diferentes áreas. 111 Progreso económico con insatisfacción social El estudio mencionado determinó que el 51% de los encuestados cree que Chile en diez años será un país desarrollado; sin embargo, sólo 24% piensa que en ese mismo período las desigualdades en el nivel de ingreso serán menores a las actuales. En cuanto a las posibilidades de mejorar el poder adquisitivo, un 29% considera que una persona de clase media podría llegar a tener una muy buena situación económica (en contraste, 49% lo creía en el 2009), y un 17% cree que un pobre puede dejar atrás esta condición. Unos años antes (2009) el Programa Internacional de Encuestas Sociales49 (ISSP) realizó una importante investigación respecto de la desigualdad social en diversos países, entre ellos, Chile. Dicho trabajó buscó determinar la percepción y opinión de diversos ciudadanos chilenos en materias de discriminación, origen social, educación (calidad y acceso), desigualdad de oportunidades, niveles de ingreso y las diferencias asociadas a éste, entre otros temas. Este estudio cobra especial importancia en la medida que proyecta la opinión que tienen los chilenos respecto de la sociedad actual, y enseña además la posición que éstos creen tener dentro de la misma. Con los datos provistos por la encuesta del ISSP, fue posible agrupar a los sujetos en tres grupos: Uno que comprende a las personas que en promedio ganan menos de $180.000 mensuales; otro para aquellos que ganan en promedio más de $180.000 al mes, pero menos de un millón; y el grupo de quienes ganan más de un millón de pesos50 mensuales. Con el objeto de hacer un análisis acorde a los lineamientos del estudio que aquí presentamos, centraremos la atención en los grupos extremos, es decir, quienes ganan menos de $180.000, y sobre $1.000.000 mensuales, pues así será posible analizar la opinión de quienes n los mayores ingresos con respecto a los más pobres. En primer lugar, se analiza la percepción que tienen las personas sobre el ingreso que posee un obrero con respecto a un gerente. Por ejemplo, se tiene que quienes en promedio ganan menos de $180.000 creen que un gerente posee un sueldo (reiteramos que en promedio) 32 veces mayor al de un obrero, lo cual es aproximadamente unos $11.000.000 de diferencia en términos absolutos. Por otra parte, quienes en promedio ganan más de un millón de pesos al mes, creen obtener un sueldo 46 veces superior al del obrero; es decir, una diferencia absoluta cercana a los $16.000.000 en promedio. Básicamente, estas percepciones demuestran que los grupos más pobres del país aprecian las diferencias de un modo superior, respecto de los con ingresos altos. El nivel de renta de los grupos más pobres es tan (49) El Programa Internacional de Encuestas Sociales es una iniciativa de cooperación transnacional, que reúne proyectos de ciencias sociales con el objeto de realizar investigaciones. 112 (50) Estas agrupaciones están hechas usando valores promedios de cada grupo. Universidad San Sebastián bajo, que consideran cifras cercanas al millón como altísimas51 , cuando en realidad corresponden a ingresos que tiene más del 20% de la población total. La alta correlación existente entre el ingreso familiar de los grupos más altos con el nivel y calidad de la educación, junto con el mayor acceso a información, permite a los sectores de altos niveles de ingreso conocer y comprender mejor el contexto, y es uno de los factores que determinan que la brecha realidad expectativas sea menor. Otro aspecto importante a analizar es la percepción que tienen los chilenos en cuanto al tipo de sociedad en la que habitan. Quienes en promedio tienen un sueldo inferior a $180.000 mensuales creen, en primera instancia que la sociedad es como una pirámide, donde existe un pequeño grupo más rico en la cima, más gente en el centro, pero principalmente muchos sujetos en la base. Gráficamente la llamaremos sociedad del “tipo A” y podríamos ilustrarla de la siguiente forma. Ilustración 7-1: Sociedad del tipo “A”, sociedad de estructura piramidal. Fuente: “Social Inequality IV”, International Social Survey Programme 2009. La misma percepción tienen aquellos que en promedio poseen un sueldo superior a $1.000.0000 mensuales; lo que llevaría a decir que, independiente del nivel socioeconómico, existe una visión compartida respecto del tipo de sociedad imperante. Ahora bien, al ser consultados por su segunda opción, las opiniones difieren notoriamente, pues para los que en promedio son más pobres, la sociedad estaría compuesta por una muy pequeña elite en el nivel más alto, muy poca gente en el centro y la gran mayoría en el segmento más bajo (sociedad del “tipo B”). Por otro lado, quienes poseen mayores recursos creen, en segunda opción, que la sociedad más bien está conformada como una especie de rombo, es decir, la mayor parte de la ciudadanía se concentra en el medio, y muy pocos en los extremos, en otras palabras, pocos ricos y pocos pobres (la llamada sociedad “tipo C”). (51) Al respecto, ver, Castillo, Juan Carlos (2012); “Contrastes entre la desigualdad económica objetiva y subjetiva en Chile”, publicado por el Centro de Políticas Públicas UC. 113 Progreso económico con insatisfacción social Gráficamente ambos tipos se representan de la siguiente manera: Ilustración 7-2: Sociedad del tipo “B”, población concentrada en el segmento más pobre. Ilustración 7-3: Sociedad del tipo "C", con la mayor parte de la población concentrada en el centro. En materia de educación, 41% de aquellos que en promedio ganan menos de $180.000 dice estar de acuerdo con que sólo aquellos que van a los mejores colegios pueden llegar a la universidad, mientras que un 44% determinó estar en desacuerdo con la misma aseveración. En la contraparte, sólo un 34,3% de quienes en promedio ganan más de un millón de pesos, dice estar de acuerdo con la premisa expuesta, mientras que un 45,6% dice no estarlo. Es posible concluir entonces que en materia de educación las posturas que se tienen en los grupos ya definidos difieren bastante, lo que entrega entonces toda una percepción y opinión diferente respecto de la sociedad en que se habita. La idea de exponer estos datos tiene que ver con que los niveles de ingresos condicionan la opinión y percepción que se tiene al respecto de diferentes temas, por tanto, las diferencias en el nivel de renta generan mayores sesgos perceptuales, es decir, se ve la sociedad desde donde se está situado, minimizando de algún modo 114 Universidad San Sebastián las diferencias que realmente existen52 . Como se ve al analizar la distribución de ingresos en nuestro país, las diferencias absolutas son muy grandes y crecientes. Hoy existe una percepción más marcada de un contexto de profunda desigualdad en el país (la cual objetivamente existe), y esta situación genera en las personas una sensación constante de frustración. Diariamente se observa que hay personas que logran acceder a mejores condiciones de vida, ampliando su acceso a bienes y servicios; sin embargo, para parte importante del país acceder a éstos no es factible, al menos en el corto plazo. Dicho de otro modo, las expectativas en cuanto al acceso a bienes servicios crecen a mayor velocidad que el incremento del ingreso. Por lo tanto, las personas se hacen altas expectativas respecto al nivel de calidad material de vida el que, en realidad, está fuera de su alcance. Este fenómeno es el que define en cierto modo un sesgo perceptual, en cuanto se cree estar inmersos en una situación económica deplorable, peor que la de hace unos años atrás, cuando en la realidad (medido cuantitativa y cualitativamente) todas las personas hoy tienen ingresos mayores a los de hace veinte años, sólo que en términos relativos no es así. Las diferencias exacerbadas en el nivel de ingreso, han generado entonces distancias tan grandes entre grupos de la sociedad, que al compararse tienen la percepción de estar en una posición peor que un pasado no muy lejano. Teniendo estos antecedentes presentes, se considera necesario entonces, ampliar la mirada que hasta ahora se ha empleado al momento de analizar la evolución de los niveles de ingreso y su distribución, estudiando para ello cómo han sido éstos durante los últimos 20 años en Chile. La intención de este trabajo es mostrar y analizar qué ha sucedido realmente en términos de cuánto más están percibiendo como ingreso los chilenos, y cuánto ha cambiado (o no) la distribución de estos ingresos. Con esto no se pretende ofrecer fórmulas mágicas sobre cómo mejorar lo que muchos creen que debe mejorarse, sino contribuir con la interpretación de este fenómeno, que cada vez cobra más relevancia en las vidas de los chilenos, sin importar su nivel de ingreso. (52) Juan Carlos Castillo (2012) op. cit. señala los sesgos perceptuales y su tesis del espejo lo explicaría, ya que existe una gran variación en la población con respecto a la percepción de variables relacionadas con la distribución del ingresos, entre esas los salarios. 115 Progreso económico con insatisfacción social 116 Universidad San Sebastián Capítulo 8 Crecimiento y mayores ingresos = malestar 117 Progreso económico con insatisfacción social 118 Universidad San Sebastián ¿Por quién doblan las campanas?53 “E n nuestro país la velocidad del crecimiento es baja: 3,6% al año. Esto implica que nuestro bajo nivel de vida promedio por habitante, se duplicaría cada 65 años. A esa velocidad se hace casi imposible cerrar el vacío que se ha estado creando entre el incremento de las aspiraciones y las posibilidades materiales de satisfacerlas, y nos iremos quedando atrás en el concierto de las naciones.”54 El libro del recordado economista fue escrito hace 50 años, pero parece muy reciente. No nos hemos quedado atrás entre las naciones, porque los promedios hoy están mucho mejor que medio siglo atrás. Tal como ya se indicó, el progreso económico y la calidad material de vida han aumentado para prácticamente todos los habitantes del país; toda la evidencia disponible apunta en ese sentido. En los últimos 25 años, el incremento del producto se ha traducido en aumentos de los ingresos reales, es decir, mayor capacidad de compra para todas las familias chilenas. Pese a que siempre es posible encontrar situaciones que refuten esta afirmación, los estudios sobre este tema demuestran que esos casos constituyen una proporción pequeñísima de la población. Conjuntamente con lo anterior, los datos proporcionados en este libro muestran que han existido mejorías notables en indicadores sociales, sanitarios y demográficos. Aspectos como la mortalidad infantil, la esperanza de vida, la cobertura de servicios sanitarios, la universalización de la educación media y el fuerte crecimiento en la cobertura de la educación superior han sido parte integral del proceso de creciente prosperidad económica. Es así como no nos cabe duda que la calidad material de vida ha mejorado significativamente. Así lo señala el “Better life Index” desarrollado por la OECD55 , un indicador que permite ver cómo los países se desarrollan de acuerdo a la importancia que se le (53) Esta frase es el título del conocido libro de E. Hemingway; aquí está en el sentido que se usa en el texto Economía de Paul A. Samuelson, definiendo los objetivos que tiene el análisis económico, sobre todo una de las conocidas tres preguntas ¿para quién se produce? (54) Ahumada, Jorge (1966); ‘La Crisis Integral de Chile’: Santiago: Editorial Universitaria. (55) “Your better life index”, OECD, 2013. 119 Progreso económico con insatisfacción social asigna a once temas (comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, vivienda, ingresos, empleo, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo) que contribuyen a su bienestar. Si se analizan los datos que ese informe contiene, podemos observar que el nivel de ingresos está muy correlacionado con los factores reales que se señalan como los de mayor incidencia en el bienestar social y personal. Se comprueba que, aunque el dinero no puede comprar la felicidad, es un medio importante para lograr estándares de vida más elevados. Este no es un sesgo del análisis económico, ya que si se construye un indicador de calidad material de vida con múltiples variables, la correlación del ingreso con las otras dimensiones es muy alta, excepto en los casos con estructuras políticas, sociales y económicas muy especiales, diferentes a las de la inmensa mayoría de países emergentes y desarrollados, como las naciones del Golfo Pérsico y Cuba. Usamos el término correlación y no relación de causalidad, porque en un sentido dinámico esos elementos se entrelazan y condicionan unos a otros, teniendo siempre los factores que condicionan el ingreso, que son esencialmente la propiedad de capital humano (educacional, laboral, cultural, relacional) y de capital físico (riqueza), un rol protagónico. En su versión 2013 plantea que “Chile ha progresado en gran medida en la última década en lo que respecta a la calidad de vida de sus ciudadanos. Desde la década de 1990, el país ha tenido un historial de crecimiento sólido y reducción de la pobreza. No obstante, Chile tiene una baja clasificación en muchos temas en comparación con la mayoría de los países en el índice”. En nuestro país, de acuerdo a ese informe, el promedio del ingreso familiar disponible neto ajustado es la mitad que el promedio de la OECD, y la cuarta parte del de los países más avanzados, lo que representa un gran avance, ya que es una relación que ha crecido. Sin embargo, la misma organización enfatiza que la brecha entre los grupos con mayores ingresos y los más pobres es considerable: La población situada en el 20% superior de la escala de ingresos obtiene doce veces lo que recibe la población que ocupa el 20% inferior. Salvo algunos años en los que se sufrieron las consecuencias de crisis mundiales (como la crisis asiática a fines de los 90 y la crisis subprime de 2008), el PIB real chileno ha aumentado sostenidamente durante el período 1988-2013. Desde 1988, son ya 25 años de crecimiento económico, con un factor multiplicativo de 3,5 veces, como se indicó en el Capítulo I, Contexto socioeconómico. A esto deben agregarse tasas de inflación que han ido disminuyendo, junto a una relativamente baja tasa de desempleo, lo que ha hecho que los ingresos reales hayan mejorado para todos los segmentos. 120 Universidad San Sebastián La distribución del ingreso ha variado poco en este período, como lo vemos en el gráfico siguiente. Si analizamos la evolución de los ingresos reales desde 1987, es decir, en unidades monetarias de igual valor adquisitivo, como es la UF, se observan cambios importantes para las familias de los distintos segmentos en que se descompone el total. En todos los grupos ha habido aumentos notorios de sus ingresos, aunque también resalta que el incremento ha sido dispar en algunos deciles. Para analizar este punto, es conveniente observar los cambios relativos, es decir variaciones en la participación en el ingreso total, y también los cambios absolutos, expresados en unidades monetarias de capacidad de compra constante. Como se explicó, el ingreso autónomo es aquél que se por concepto de sueldos y salarios, ganancias provenientes del trabajo independiente, auto provisión de bienes producidos por el hogar, bonificaciones, gratificaciones, rentas, intereses, así como jubilaciones, pensiones, montepíos y transferencias entre privados. Refleja la capacidad de generar ingresos de un hogar. El ingreso monetario incluye los subsidios, bonos y otras transferencias en dinero que hace el Estado a las personas; representa la capacidad de compra de los hogares. Tabla 8.1: Crecimiento real del Ingreso Monetario por decil de hogares, 1991 a 2011. En Chile, entre 1991 y 2011 el decil X (corresponde al 10% de población con ingresos más altos) ha tenido un alza en sus ingresos monetarios, medidos en UF, de 33%, versus un 58% del decil I y un 68% del decil II. La distribución, medida por el Índice de Gini, ha mejorado levemente, de acuerdo a lo indicado, con diferencias absolutas entre grupos que han crecido. En una columna reciente56 , este punto ha sido destacado, apuntando a la metodología para estimar la desigualdad. El Índice de Gini, que es el más utilizado para medir la desigualdad de ingresos, cuantifica los porcentajes que cada grupo del ingreso (56) Sanhueza, C. (2013). La engañosa manera de medir la desigualdad de ingresos. La Tercera 29 de Julio. 121 Progreso económico con insatisfacción social total, con un valor entre 0 y 1; un valor más alto indica peor distribución. Un Índice de Gini absoluto o corregido incorpora la distancia en ingresos entre grupos, por lo que ambos deberían ser utilizados. La autora afirma que “la desigualdad relativa ha descendido levemente entre 1990 y 2011, el Gini relativo cae de 0,56 a 0,52. Por otro lado, el Gini absoluto, en la misma ventana de tiempo, pasó de ser 66.225 a 113.947”. Tabla 8-2 Índice Gini El cuadro siguiente muestra la distancia entre los grupos de menores ingresos (deciles I y II) con respecto a los dos más altos. Observamos que las diferencias en UF se han incrementado en forma significativa, tanto entre los segmentos de los extremos (de UF 101 a UF 134) como entre el decil II respecto al IX. Tabla 8-3: Diferencias en UF del ingreso monetario entre grupos. Este hecho es una consecuencia aritmética de las pequeñas variaciones en la desigualdad; sus efectos han sido analizados en investigaciones sobre cambios en ingresos y su distribución en muchos países. Un artículo nos indica 57 “Si la proporción del ingreso total que reciben los más pobres no cambia en promedio con el crecimiento, no significa que el crecimiento eleve los ingresos de los pobres tanto como los de los ricos. Dada la desigualdad existente, por supuesto que las ganancias de los ricos serán mayores que las de los pobres si el crecimiento es neutral con la distribución. Por ejemplo, en India el decil más rico subirá su ingreso 4 veces más que el quintil más bajo; en Brasil, 19 veces más”. (57) Ravallion, Martin; Growth, Inequality and Poverty. Looking beyond averages. The World Bank Development Research Group Poverty and Human Resources February 2001. Ravallion, Martin. 2003. “The Debate on Globalization, Poverty and Inequality: Why Measurement Matters.” International Affairs 79, No. 4, pp. 739-754. 122 Universidad San Sebastián En ese escenario, se ha encontrado que para un porcentaje de la población el acceso al trabajo es fundamental para sus ingresos; esto es especialmente válido en los sectores de menores recursos58. Desafortunadamente, si una persona el salario mínimo, y es el único perceptor de ingresos en su hogar, pertenece al grupo de pobres del país, porque su nivel de ingreso es menor al mínimo necesario para superarla. Es decir, hay una fracción de la población para la que tener un trabajo remunerado, no supone salir de la pobreza. Al comparar el salario mínimo con la línea de pobreza, si una persona es la única que trabaja en un hogar de cuatro miembros y percibe el salario mínimo, queda por debajo de la línea de pobreza, que en teoría sería el nivel más bajo para acceder a una calidad de vida mínima aceptable. Esto puede darse con mayor frecuencia en hogares con mujeres jóvenes como jefas de hogar. De todas maneras, las posibilidades de tener trabajo pagado son vitales para superar la pobreza.59 La brecha entre ingresos y expectativas es un elemento que influye en el hecho que muy pocos se sienten parte de la clase alta, y muchos se ubiquen en la clase media, a lo más en la clase media alta. También constatamos que la percepción acerca de la ubicación de cada uno en la estructura de ingresos está distorsionada, sesgada hacia abajo. La gran mayoría cree que por encima de su nivel de ingresos está ubicado un porcentaje de población más alto que lo real. Una manera de graficar lo anterior es analizar los niveles de ingreso mensual que tienen distintos segmentos de las familias en Chile. Si lo vemos desde el punto de vista de los estadígrafos más usados, tenemos que el bajo nivel de ingresos y la concentración del mismo se grafican en el hecho que la media de los ingresos (o promedio de ingreso) de los hogares chilenos está muy por encima de la mediana, que es donde se ubica el 50% de esos hogares. Esa mediana es de $650.000 mensuales, moneda de 2013, que es un nivel mucho más alto que hace 25 años, pero todavía muy bajo. Daremos los ejemplos de dos grupos de familias: Un grupo, que es el 10% del total, percibe entre $1.5 millones a $2.5 millones al mes. Se autodefine de clase media y tiene problemas serios para lograr lo deseado. No recibe subsidios monetarios; puede tener educación gratis, pero en colegios que no quiere para sus hijos; salud en consultorios y hospitales, que están muy lejos (58) Velasco, Andrés y Huneeus, Cristóbal; Contra la Desigualdad el Empleo es la Clave, Ed. Debate, Santiago, Chile, 2012. (59) Velasco, Andrés y Huneeus, Cristóbal; Contra la Desigualdad el Empleo es la Clave, Ed. Debate, Santiago, Chile, 2012 123 Progreso económico con insatisfacción social de satisfacerlo; gastos en dinero y tiempo en transporte, que considera excesivos. Un imprevisto como una enfermedad compleja y larga lo dejaría endeudado o sin vivienda. No se considera rico ni de clase alta, a lo más de clase media alta. Muchos viven mejor que sus padres, pero en el límite de sus posibilidades. Otros, si son hijos de profesionales, se sienten frustrados porque les costará mucho más tener vivienda, educar a sus hijos y pensionarse que a sus padres. Cuando se habla del 20% más rico de este país, frase habitual en política, no se sienten aludidos, aunque estén en el borde del 10% más alto. En una encuesta reciente60 , menos del 1% de la muestra se autocalificó como del GSE Alto, que refleja lo antes señalado. Lo mismo ocurre con la clasificación de GSE que realizan diversas empresas de encuestas o marketing61 , que si bien agrupan considerando otras variables, el ingreso sigue siendo un pivote. Para analizar fenómenos distributivos esta clasificación no es muy útil. El otro caso es de un grupo que representa al 20% de los hogares chilenos, cada familia percibe entre $450.000 a $650.000 al mes, siendo este último nivel la mediana del ingreso familiar al mes en Chile. Las personas en este segmento, se autodefinen de clase media o media baja. Lo más probable es que haya tenido un incremento en sus ingresos en estos años, pero es muy vulnerable a cualquier situación mayor, como cesantía, enfermedad costosa o un accidente. Tiene gran incertidumbre por su trabajo, que es inestable, con bienes adquiridos a crédito que dependen de mantener su ingreso. Está en el borde de volver a ser pobre o caer en pobreza. Es el chileno que dice que “se saca la mugre” para pagar sus cuotas. El bajo nivel de ingresos en Chile se grafica en que en este segundo caso se encuentra una de cada cinco familias chilenas. Por supuesto, quienes tienen ingresos inferiores a $ 450.000 se sienten pobres, y ese grupo es el 30% del total de la población. Sin duda la pobreza ha disminuido y es muy distinta a lo que era hace 25 años. Pero ese no es el punto que queremos tratar aquí. Lo que decimos es que, pese a la mejoría, la distancia entre lo que se tiene y las expectativas (ahora derechos) se han disparado. Nadie podría argumentar en contra de eso, pero sí sobre la imposibilidad real de satisfacerlas aquí y ahora. Desafortunadamente, la escasez de recursos públicos existe. En el último tiempo, la vía pública se ha transformado en el escenario en que los ciudadanos disconformes -de un país donde algunos insisten que está al borde del desarrollo- expresan su malestar. (60) Encuesta de Conocimientos Financieros, Universidad San Sebastián, Escuela de Ingeniería Comercial, junio 2013. 124 (61) Adimark. Clasificación de Grupos Socioeconómicos. Universidad San Sebastián Pasamos de pedir cobertura a exigir calidad en la educación. De tener más hospitales y consultorios, a requerir más especialistas y servicios de salud con mucho mejor estándar. De sitios urbanizados, a exigir viviendas más amplias, con barrios equipados. De pedir créditos para estudiar, a exigir gratuidad. Además, las expectativas se consolidan si desde el sistema político se plantean como derechos sociales. Insatisfacción y alza de expectativas Los primeros episodios de descontento comenzaron a tener visibilidad en manifestaciones aisladas a inicios de la década del 2000, y se tornaron más masivas desde 2006. ¿El foco? La mala calidad de la educación escolar municipal y subvencionada, con un correlato evidente en las diferencias de rendimiento de la educación privada pagada. A partir de ese hecho, también comenzaron a adquirir mayor visibilidad algunas denuncias relacionadas a abusos empresariales, debido a la existencia de comportamientos evidentemente incorrectos, que han dañado mucho la percepción sobre las empresas, empresarios y el mercado. Esto ha ido acompañado, en muchos casos, por una visión que sostiene que los servicios públicos deben ser financiados y producidos por el estado, sin mucho análisis de cómo se haría ni de las experiencias en Chile y otros países. Además, el exitismo exagerado sobre la economía chilena ha llevado a obvias interrogantes: “Si somos casi desarrollados, ¿por qué me toca tan poco?”. También produce ese efecto el excesivo énfasis en derechos, con poco realismo económico y escaso correlato de responsabilidades. Muchos derechos exigidos, pero poca toma de consciencia sobre los deberes que conlleva poder exigirlos. Como se dijo, tenemos un escenario de aumento de las diferencias absolutas de ingresos (ya sea en pesos o en UF). Pese a que todos mejoran, eso puede ser una causa de malestar social, ya que se incrementan constantemente los bienes y servicios deseados -muy relevantes o aspiracionales- que pasan a ser “necesidades” o “derechos”, pero solo se pueden adquirir a partir de un umbral mínimo de ingreso. Los que están con una capacidad de compra por debajo de ese nivel, sienten “malestar” y no el “bienestar” que se esperaría; insatisfacción si las expectativas han ido creciendo a mayor velocidad que los ingresos. Este planteamiento está de acuerdo con estudios y hallazgos recientes, respecto a cómo las personas definen la percepción de su ubicación en el contexto social, considerando no sólo la tradicional hipótesis, cercana a un dogma, que más es mejor a menos. Las investigaciones de psicólogos, neurólogos y economistas, sobre 125 Progreso económico con insatisfacción social todo luego de los trabajos pioneros de Kahneman y Tversky62 , y los de Layard63, junto a los hallazgos de las neurociencias, indican que, en este tema al menos, las interacciones y valoraciones entre los seres humanos son más complejas que el análisis económico tradicional, ya que también importa el cómo se sitúa uno respecto a sus grupos de referencia. No se trata de egoísmo social, sino que es parte de la compleja red de interacciones sociales de un individuo y cómo se ve respecto a sus pares. Así, podemos decir que el efecto del crecimiento para todos, si bien es condición necesaria, no es suficiente para identificar una situación como de mayor bienestar social. Un ejemplo simple demuestra esa afirmación. Para un grupo de trabajadores puede ser causal de mayor insatisfacción un aumento de salario en menor proporción que sus compañeros. ¿Cómo se explica? Si $450.000 es el sueldo del grupo A y se incrementa en un 10%, su nueva remuneración es de $ 495.000. El grupo B percibe lo mismo al comienzo, pero un alza de 20% del salario. Los del grupo A n $ 495.000, mientras que los del grupo B $ 540.000; es decir, la diferencia de 0 pasa a ser $45.000. No es raro que los trabajadores del A sientan que su esfuerzo es menos recompensado que los otros, sin valorar el mayor acceso a bienes que les generó su aumento de sueldo, dado que quienes pertenecen al grupo B ahora tienen mayor poder de compra. En este caso, la definición clásica del óptimo de Pareto no es aplicable, porque todos mejoraron, pero la percepción del bienestar social podría, incluso, disminuir. Como se ha analizado desde hace mucho en Economía del Bienestar, eso requeriría agregar alguna forma de compensación. Es precisamente esta brecha más amplia entre expectativas y posibilidades reales la que hace más notorias las diferencias entre los grupos socioeconómicos. Junto a ello, pese a las evidentes mejorías en diversos ámbitos, se advierte una persistente precariedad o vulnerabilidad. Para ilustrar esto, tómese en cuenta lo siguiente: Muchos chilenos teniendo un empleo aún se encuentran en el borde de la pobreza; hay una permanencia mucho más corta en los puestos de trabajo, por ende, mayor percepción de inestabilidad; una sensación de protección insuficiente, marcada, entre otras cosas, por un seguro de cesantía poco fortalecido; fuerte incertidumbre, marcada frente a la aparición de gastos inesperados, basada en una casi nula capacidad de ahorro. (62) Ver una selección de artículos en Kahneman, Daniel y Tversky, Amos; Choices, Values, and Frames Cambridge University Press, NY 2000. 126 (63) A este respecto, es interesante revisar el trabajo de Layard, Richard, “La Felicidad. Lecciones de una nueva ciencia”, Taurus, 2005. Universidad San Sebastián Todo ello genera una sensación de insatisfacción por eventuales “derechos” que no se estarían cumpliendo; que se traducen, a su vez, en una reacción ante esa “injusticia” que es canalizada, entre otras formas, a través del descrédito y la desconfianza hacia las instituciones, principalmente de la esfera política. Por eso, el Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano en Chile64 , publicado en el año 2012, señala que es conveniente mirar con atención los últimos fenómenos sociales que se han presentado en Chile: “En relación con ello, tres situaciones pueden resultar particularmente problemáticas: 1) Pensar que todo está mal, que las personas se movilizan solo desde la insatisfacción con sus vidas personales y no atender al hecho de que hoy el malestar social coexiste con valoraciones positivas sobre la propia vida; 2) Pensar que todo está bien, desestimar o minimizar el malestar pensando que en realidad las personas están cada vez más satisfechas con sus vidas, pues se olvida que ello puede ser perfectamente coherente con una visión crítica de la sociedad, y 3) Desperdiciar el potencial transformador del malestar: En la capacidad de expresarlo y de reaccionar activa y organizadamente...” En Chile, como hemos dicho, la llamada prosperidad económica ha estado acompañada de una desigualdad que no ha cedido. Esto se ha dado en un período más bien breve, en el que hemos observado un proceso de cambios sociales, culturales, demográficos y económicos muy significativos. Como es obvio, todos los cambios están correlacionados, y depende de la perspectiva del análisis la importancia que se dé a cada uno. Lo que es claro es que esos cambios y la verdadera explosión de expectativas han superado la velocidad de respuesta de las políticas públicas. Ejemplos de esa asincronía se observan en el tema del financiamiento de los estudios universitarios y en las políticas y recursos disponibles para la atención de los adultos mayores, sobre todo aquellos con necesidad de cuidados permanentes. Lo que las personas creen posible alcanzar siempre tiene gran importancia, pero lo antes señalado, en presencia de alta desigualdad, hace que la mayor parte de la población esté lejos de lograr ese horizonte, tanto porque muchos de esos anhelos han estado permanentemente desplazándose hacia arriba, como por los todavía bajos niveles de ingresos que todavía recibe la mayor parte de la población. Eso es una importantísima fuente de insatisfacción. (64) El informe completo puede encontrarse en http://www.desarrollohumano.cl. 127 Progreso económico con insatisfacción social La estela de la desigualdad La desigualdad en Chile es un tema de larga data: Por más de 80 años ha sido una constante en los planteamientos de candidatos presidenciales y de mandatarios en ejercicio. Los conceptos de desigualdad e inequidad de la sociedad chilena se han expresado con fuerza en la historia reciente del país. Este fenómeno ha sido descrito de diversas formas y asumido por insignes personajes como bandera de lucha. Ya en 1934, el líder del Partido Radical y entonces futuro presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerda, escribía en una carta al periódico “La Nación” que “los más variados sectores miran con dolor la miseria deprimente del obrero y del empleado, en constante pérdida de energía física y moral, debida a una habitación insalubre, a la sub alimentación en que viven y a sus escasos medios de abrigo. Se comprometerá el porvenir de nuestra raza si no acudimos con urgencia a remediar esta situación, que tan amplias y hondas consecuencias tiene en el desenvolvimiento nacional”. El recordado economista Jorge Ahumada65 señalaba que “Un país está experimentando una crisis económica si la distribución del ingreso es demasiado desigual. En Chile es demasiado desigual en conformidad con muchos criterios, pero especialmente, en el sentido que algunos n una remuneración que es mucho mayor de lo que sería necesario para que produjeran el esfuerzo que están realizando, mientras otros reciben una remuneración que es mucho menor de lo que es indispensable para que den de sí todo lo que potencialmente pueden dar. No se trata de postular una distribución igualitaria. La igualdad es imposible, incluso en una sociedad socialista”...” El candidato favorito para los comicios presidenciales de 1964, Eduardo Frei Montalva, tenía un pensamiento económico-social muy influido por la doctrina social de la iglesia católica, expresado por Jorge Ahumada. Ya en tierra derecha hacia la elección, en su recordado discurso final de la Marcha de la Patria Joven -que congregó a miles de personas en el Parque Cousiño (hoy Parque O’Higgins)- afirmaba que: “Vamos a hacer un gobierno que no sólo va a garantizar el progreso económico, la justicia y la incorporación del pueblo en forma responsable a la tarea y al beneficio, sino que vamos a hacer esta tarea en libertad y en respeto a los derechos de la persona humana”. Pese a los avances del gobierno demócrata cristiano del Presidente Eduardo Frei Montalva, su sucesor Salvador Allende el 5 de noviembre de 1970, un día después (65) Ahumada, Jorge. “En vez de la miseria”. Santiago, Editorial Universitaria, 1958. 128 Universidad San Sebastián de asumir la Presidencia y utilizando las categorías del análisis materialista histórico del marxismo, aseveró que “heredamos una sociedad lacerada por las desigualdades sociales. Una sociedad dividida en clases antagónicas de explotadores y explotados. Una sociedad en que la violencia está incorporada a las instituciones mismas, y que condena hombres a la codicia insaciable, a las más inhumanas formas de crueldad e indiferencia frente al sufrimiento ajeno”. El fenómeno descrito por Allende más que aliviarse se profundizó en los 20 años posteriores, con una sociedad dividida a causa de la dictadura militar, con un ingrediente adicional: la implementación de un nuevo sistema económico. En el inicio del regreso a la democracia esto fue descrito por el ex Presidente Patricio Aylwin así: “Países como el nuestro, donde subsisten profundas desigualdades y que poseen aún grandes segmentos de población sumidos en extrema pobreza, deben optar por un camino que concilie la búsqueda de un crecimiento constante y sustentable con la necesidad de justicia en las relaciones sociales, sin lo cual no puede haber estabilidad ni paz social”. Este mandatario también reconocía la importancia del crecimiento económico, como en la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado desarrollada en Madrid, España, en julio de 1992, cuando señaló que: “La transformación de nuestras economías, abre nuevas oportunidades, no sólo para nuestros países, sino para una interrelación más fecunda con el resto del mundo. De ahí, la singular trascendencia que tiene para la región, la consolidación del proceso de apertura al comercio internacional de los principales centros de la economía mundial”. Pero este proceso de progreso muy dinámico, con una visión de integración hacia el mundo, también fue haciendo que algunos sectores de la sociedad se sintieran postergados. La Presidenta Michelle Bachelet lo menciona en el prólogo del libro “Contra la desigualdad el empleo es la clave”, del ex ministro de Hacienda Andrés Velasco, y del economista Cristóbal Huneeus, publicado en diciembre de 2011, cuando señala que siempre hubo “un contexto valórico que compartíamos en el gobierno: Las vergonzosas discriminaciones que se dan en nuestro país, la ausencia de meritocracia y cómo Chile desperdicia tantos talentos por el solo hecho de no brindar mínimas oportunidades. En suma, la desigualdad como tema de desarrollo pero también como un asunto ético”. El Presidente Sebastián Piñera no ha dudado en calificar la desigualdad en el país como “escandalosa e inaceptable”, lo mismo que todos los candidatos a las elecciones presidenciales de noviembre 2013. 129 Progreso económico con insatisfacción social Realidad y sensación de bienestar Este diagnóstico de los últimos 80 años, sobre las causas y efectos de la desigualdad, está más presente que nunca por estos días; se convierte en un tema preocupante que, de no ser bien conducido por las autoridades, amenaza con generar una inestabilidad sociopolítica que incluso puede llevar a detener el tren del progreso económico. Una muestra de ello se encuentra en el Barómetro de la Política, correspondiente a junio de 201366 , que elabora el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC). Se consultó a los encuestados su percepción respecto a quiénes se beneficiarían con el proceso de desarrollo económico chileno: Un 82% dijo que beneficia sólo a los más ricos. El mismo sondeo pregunta sobre las desigualdades existentes en el país; un 66% opina que las diferencias entre ricos y pobres son mayores que hace 20 años. En la misma línea, un 86% de las personas están de acuerdo con la afirmación “si la gente fuera tratada con mayor igualdad, habría bastante menos problemas”. Así también lo detectó el análisis del PNUD, que en su Informe sobre Desarrollo Humano del año 2012, destacó la amplia gama de aspiraciones que están llevando a que los chilenos se movilicen: “…comenzó a dar cuenta de evaluaciones ambivalentes sobre la sociedad chilena y su desarrollo: El país presenta muy buenas cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 6%, muy superior al promedio mundial. La tasa de desempleo cae bajo el 7%, y se observan aumentos considerables en el nivel de inversión y emprendimiento. Estas cifras son consistentes con una evolución positiva del Índice de Desarrollo Humano (que refleja los avances del país en los ámbitos de salud, educación e ingresos) y que ha pasado de 0,630 en 1980 a 0,805 en 2011, lo que sitúa al país en el primer lugar de América Latina. Sin embargo, estas cifras se acompañan de un malestar social que sorprende por la diversidad de sus aspiraciones y por su ubicuidad. En cada hecho social de protesta –desde los referidos a aspectos micro a los temas macrosociales– se advierte la estructura de una insatisfacción o un malestar con la sociedad. En la mayoría de ellos aparece como telón de fondo el fenómeno de la desigualdad”. Y no es necesario bucear tanto en las cifras para mostrar que esta situación es predominante en el país. En múltiples estudios se demuestra que por nuestra estructura distributiva estamos en el grupo de países con mayor concentración. (66) Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea. Barómetro CERC, junio 2013. 130 Universidad San Sebastián Así aparece en escena un fenómeno que se explica precisamente por las diferencias de ingresos: La prosperidad coexistiendo con la insatisfacción. Este hecho puede ser atribuible a diferentes elementos. Entre ellos, está, sin duda, el hecho que los ingresos de una alta proporción de las personas, aunque crecientes en los últimos años, son muy bajos respecto a las expectativas de poder de compra, junto a la percepción (basada en la realidad) de la mayoría de la población de una fuerte desigualdad. Existen analistas que no están de acuerdo con el contenido de ese planteamiento, pero a lo largo de esta investigación encontramos amplia evidencia que esa percepción, que por definición es subjetiva, tiene pleno asidero en los datos67 . Parte de esta impresión se pudo plasmar en la encuesta realizada por el Consejo Asesor Presidencial de “Trabajo y Equidad”, que en agosto de 2008 emitió un informe cuyas principales conclusiones sobre la percepción de la equidad fueron: “Un 60% estimó que las probabilidades de los pobres de salir de su condición es baja o muy baja. Por otro lado, sólo un 18% consideró que dichas probabilidades son altas o muy altas. En cuanto a las posibilidades de independencia, un 45% piensa que éstas son bajas o muy bajas; mientas que sólo un 23% cree en la posibilidad de independizarse. Entre los jóvenes (definidos como los menores de 30 años), un 27% se inclinó por la opción de una posible independencia, contra un 40% que apuntó a que tenía una baja probabilidad”. En promedio, el 41% de la población encuestada consideró que la probabilidad de que un joven inteligente pero sin recursos pueda ingresar a la universidad es baja o muy baja; en tanto el 30% creyó que esta posibilidad era alta. Los jóvenes son más optimistas ya que más del 40% cree que la probabilidad que un joven inteligente pero sin recursos pueda ingresar a la universidad es alta o muy alta, y un 33% estima lo contrario. En ese sentido, el buen desempeño a nivel macroeconómico de Chile, con niveles de desocupación bajos, miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), dentro del grupo de países con altos ingresos, alzas de salarios reales, inflación controlada y cifras fiscales relativamente saneadas, no ha logrado mejorar la sensación de injusticia, y el clima en varios frentes es nuboso. Pero el alto nivel de insatisfacción que se aprecia en un país estable y próspero como el nuestro no es exclusivo de Chile. También se observa en países con altos ingresos, (67) Varias encuestas y estudios apuntan en la misma dirección. Ver por ej. “Resultados Encuesta Nacional Bicentenario UC- Adimark 2012”. Centro de Políticas Públicas PUC, Encuesta Bicentenario 20 de noviembre de 2012. 131 Progreso económico con insatisfacción social fuerte desigualdad y bajo crecimiento, como Estados Unidos, o de ingresos medios bajos, desigualdad creciente y alto crecimiento, como China. Es decir, la mayoría de la población del orbe no está conforme ni satisfecha con la desigualdad existente68. Como se dijo, en Chile uno de nuestros mayores problemas es que quienes están bajo el nivel de ingreso absoluto que consideran “justo”, y no tienen acceso a ciertos bienes y servicios que serían parte de sus “derechos”, sienten “malestar” y no el “bienestar” que se podría esperar por el notorio aumento de ingresos en los últimos años. El factor expectativas vuelve a marcar la diferencia y, sumado a la situación de inequidad en los niveles de renta, ha generado una sensación de frustración e insatisfacción respecto a la posición relativa de los niveles socio-económicos. Adicionalmente, hay toda una temática asociada a la vida urbana, que es bastante incierta y precaria, junto a un sistema educacional que se percibe como de peor calidad, un acceso a la salud cuestionado por la atención que puede brindar y una vida familiar cada vez más afectada por factores como el entorno, los tiempos de viaje en un mal sistema de transporte, la contaminación, la inseguridad, la sensación de “trabajar para sobrevivir”, entre otras. De acuerdo a la medición, coexiste la percepción de progreso y mejoría, junto con insatisfacción y malestar por el contexto social, es decir, esto complementa lo que estudia el informe del PNUD ya mencionado. El resultado sobre el bienestar de esas fuerzas contrapuestas no es claro, ni ha sido suficientemente estudiado, excepto en análisis que buscan confirmar la conclusión ya definida. Es el sesgo de confirmación, muy estudiado en psicología. Así, el gran aumento en las expectativas y los crecientes sentimientos de derechos sociales se enfrentan con ingresos familiares bajos y se convierten en insatisfacción, a raíz de que una gran parte de la ciudadanía se siente más lejos del horizonte material que se fue construyendo en los últimos años. A ello se suman temas en que, indudablemente, se ha avanzado en las últimas décadas, pero que están lejos de resolverse, como la alta tasa de desocupación entre los jóvenes y la baja participación de las mujeres en la fuerza laboral; por otra parte, una población con mayor esperanza de vida y, menor natalidad, va teniendo una población más envejecida, lo que además genera desafíos nuevos para asegurar el bienestar. (68) Con respecto a esto, se recomiendan los reportajes de The Economist: Cry Freedom y The march of protest, publicados el 29 de marzo de 2013, sobre las marchas y protestas registradas recientemente a nivel mundial. 132 Universidad San Sebastián Esta arista fue abordada en un estudio69 que analizó los contrastes entre la desigualdad económica subjetiva en Chile, planteando hipótesis y conclusiones respecto a los motivos por los cuales en el país quienes están protestando en las calles son los estudiantes universitarios, y no aquellos que no tienen acceso a una mejor educación, y que tienen menos probabilidades de mayor movilidad social. En el estudio, se preguntó en qué medida se percibe la desigualdad económica en Chile, si existe consenso o disenso en la población respecto de los niveles de desigualdad y si se percibe en Chile más o menos desigualdad que en otros países. Las conclusiones indican una gran variación en lo que perciben distintos grupos de la población en la desigualdad que se percibe en las remuneraciones . El autor afirma que “la desigualdad en Chile en promedio es subestimada en términos perceptuales. A pesar de ello, en un contexto internacional Chile es uno de los países donde se percibe mayor desigualdad entre salarios entre ocupaciones de alto y bajo estatus”. La investigación añade que junto con una subestimación de la desigualdad salarial, el análisis refleja que existen variaciones en la percepción de salarios que se relacionan con variables de nivel socioeconómico, ya que aquellos con mayor ingreso y educación son capaces de notar la mayor desigualdad entre salarios. En línea con esta hipótesis, es posible sugerir –dice el análisis- que no es casual que quienes, finalmente, protagonizan las manifestaciones políticas en Chile en 2011 no son precisamente aquellos de menor estatus socioeconómico, sino principalmente estudiantes universitarios. ¿Por qué entonces si las relaciones entre educación y percepción de desigualdad son similares tanto en 1999 y 2009, es en este último periodo donde surgen mayores presiones hacia la redistribución? Una posible respuesta es que se debería al aumento de personas en la educación superior, cuya matrícula se ha duplicado en la última década70 Lo que indica ese estudio, puede ser una de las causas que explican las manifestaciones sociales, pero varias de las consignas también han ido acompañadas por otros planteamientos o “demandas”, como renacionalización del cobre, transformación del modelo de desarrollo económico y modificaciones sustanciales al sistema previsional. En síntesis, una lista extensa de demandas, con grandes dosis de voluntarismo, que abre disyuntivas sobre las decisiones y el discurso que deben adoptar las autoridades ante grupos que se sienten cada vez más empoderados. (69) Castillo, Juan Carlos; Contrastes entre la desigualdad económica y subjetiva en Chile, MIDE-UC Escuela de Psicología de la Pontificia U. Católica de Chile. Centro de Políticas Públicas UC. N°57, diciembre 2012. (70) Rolando, Rodrigo; Salamanca V., Juan; Aliaga Q, Marcelo; Evolución matrícula educación superior 1990 – 2009. SIES 2010. 133 Progreso económico con insatisfacción social Hoy existe un contexto de profunda desigualdad en el país, y esta situación genera en las personas una sensación de frustración. Diariamente se observa a sujetos que logran acceder a mejores condiciones de vida, ampliando su acceso a bienes y servicios. Sin embargo, para parte importante del país, dichos accesos no son alcanzables (al menos en el corto plazo). Los niveles de ingresos y la comparación intra e inter grupos de referencia también determinan la opinión y percepción que se tiene respecto de diferentes temas. Por tanto, las diferencias en el nivel de ingreso generan una espiral, ya que se observa a la sociedad desde donde se está situado, con los sectores medios y medios altos que sienten que las diferencias son mayores a las que realmente existen. Por lo tanto, las personas se hacen altas expectativas frente a un prospecto de vida que en realidad está fuera de su alcance. Este fenómeno es el que define en cierto modo un sesgo, en cuanto cada uno se convence de la idea de estar inmerso en una situación económica deplorable, peor que antes. En la realidad, prácticamente todas las personas tienen ingresos más altos que hace veinte años, sólo que en términos de las distancias absolutas entre grupos, no es así. Las diferencias en los ingresos, que se sienten como muy grandes, han producido distancias importantes entre distintos segmentos de la sociedad, con la relevante observación que esto le ocurre al 90% de la población. Las distancias generan que al compararse con quienes tienen ingresos muy altos, se tiene la percepción de estar en una posición peor a la efectiva, incluso peor que la que se ocupaba en un pasado no muy lejano. La desigualdad puede tener efectos importantes en la movilidad social, ya que son factores que se retroalimentan. No obstante, el mayor acceso y cobertura a la educación superior mejora la movilidad intergeneracional, como ha argumentado Sapelli71, pero ese efecto demora mucho tiempo en transformar la estructura distributiva global. Además, sobre su impacto distributivo se ha argumentado que “La educación es un importante determinante del ingreso- uno de los más importante-, pero es menos importante que lo que la mayoría piensa. Si todos tuviesen la misma educación, la desigualdad de ingresos se reduciría en menos de un 10%. Cuando uno se focaliza en la educación se deja de lado la miríada de otros factores que determinan el ingreso. Las diferencias de ingreso entre personas con la misma educación son enormes72”. (71) Sapelli, Claudio (2011). Chile, ¿más equitativo?, Ediciones UC. (72) Kahneman, Daniel. The Focusing Illusion, en This Will 134 Make You Smarter: New Scientific Concepts to Improve Your Thinking, John Brockman (Author) HarperCollins, NY, 2010. Universidad San Sebastián En ese contexto, la influencia de la educación está condicionada por factores de tipo sociocultural, que se tienden a enmarcar en los conceptos de “discriminación” y “clasismo”, que han sido muy estudiados. De todos modos, cada vez es más demostrado que una de las causas que ayuda a profundizar la desigualdad está dada por el acceso a educación que tienen los niños en su primera infancia. Lo explica Urzúa73 al señalar que, pese a las últimas reformas educacionales, las brechas entre alumnos provenientes de hogares acomodados versus hogares pobres sigue siendo amplia y que si bien se ha mejorado la cobertura, el impacto sobre el desempeño académico es casi nulo. Este autor cita “la necesidad de realizar intervenciones tempranas que, según evidencia a nivel internacional, cuando han sido correctamente diseñadas han logrado éxito para aliviar algunas desigualdades iniciales en niños que nacieron en situaciones adversas”.74 Estas experiencias a nivel internacional apuntan a entender el entorno del niño, considerando factores ambientales, genéticos, familiares, acceso a sistemas de salud, entre otras muchas variables, a fin de apuntar correctamente al programa al que se debe incorporar el infante. Por ello, argumenta Urzúa, “es necesario replantear el concepto de educación inicial, que los jardines infantiles y salas cuna sean promovidos como centros de educación integral y no como guarderías, que se fomenten las iniciativas público-privadas y aumentar la cobertura con una oferta de calidad, lo que tiene directo efecto sobre la formación”. Se plantea, en el fondo, que sin desarrollar estas políticas la posibilidad de igualar oportunidades y elevar la movilidad social es muy baja. Eso ayuda a explicar, casi de manera lógica, por qué en la mayoría de los países la correlación entre la desigualdad de ingresos y la movilidad social es negativa, como lo muestra el siguiente gráfico, que muestra la relación entre la desigualdad de ingresos (Índice Gini) y un índice de movilidad social75 . Este último se a partir de la “elasticidad intergeneracional de ingresos”, que es la diferencia porcentual de los ingresos en la generación de los niños, asociados con la diferencia porcentual en la generación de los padres76. (73) Urzúa, Sergio. La importancia de la primera infancia, CEP 13 de diciembre de 2010. (74) Heckman, James (2008). Schools, Skills and Synapses, Economic Inquiry, Western Economic Association International, vol. 46(3), pp. 289-324. Citado por Urzúa (2011). (75) El índice de movilidad es la elasticidad intergeneracional de ingresos y sólo toma valores entre 0<Elasticidad intergeneracional de ingresos<1 (76) Por ejemplo, si la elasticidad intergeneracional es 0.6, esto quiere decir que si uno de los padres recibe un ingreso 100% superior a otro de menores ingresos, entonces el hijo del padre de altos ingresos ganará un 60% más que el hijo de padres con menores ingresos 135 .35 .4 .45 .5 .55 .6 .65 .7 .75 .8 .85 Índice de movilidad social Progreso económico con insatisfacción social DNK NOR FIN CAN AUS SWE JPN NZL ALE ESP FRA PAK SGP SUI EEUU UK ARG CHL BRA CHN PER 25 30 35 Países 40 Gini 45 50 55 Línea de tendencia Los países de América Latina, de acuerdo con ese gráfico, están en el peor de los escenarios, con baja movilidad y alta desigualdad de ingresos. Ese fenómeno de escasa movilidad social y desigualdad de los ingresos ha sido detonante de una serie de expresiones de descontento. Sin ir más lejos, se observa que países como Argentina, Brasil y Chile se ubican en un lugar muy similar y, por distintas causas, esas tres naciones se han visto envueltas en el último tiempo en una irrupción de la sociedad exigiendo derechos. Las redes sociales: Un megáfono moderno “Twitter es un buen sitio para decirle al mundo lo que estás pensando antes de que hayas tenido la oportunidad de pensarlo”, Chris Pirillo. Los fenómenos de descontento no son temas que en el último tiempo solo preocupen en Chile. Tienden a ocurrir en muchos países, y se manifiestan, por ejemplo, en una de las principales consignas de las protestas más recientes en EE.UU. (el recordado y fallido Occupy Wall Street), dirigidas especialmente contra el sistema financiero 136 Universidad San Sebastián de ese país, y que se autodenomina “el otro 99%”, haciendo referencia a que el 1% restante es el que concentra la mayor parte de la propiedad y percibe mayores ingresos”. Manifestaciones como la antes descrita adquirieron relevancia gracias a un factor que ha venido a revolucionar las formas de protesta en los últimos años: La preponderancia que han adquirido las redes sociales. Es difícil saber si la insatisfacción de hoy es mayor a la de antes. Lo que sí es innegable es que se advierte más; la difusión del malestar es mucho más amplia, pese a que quienes participan activamente en esas redes no representan ni de cerca a la mayoría del país. Es lo que se llama en estos tiempos activistas digitales o ciberactivistas. Puede darse en Chile, en EE.UU., en Egipto, en Corea del Sur o en Brasil; las redes sociales en la actualidad condicionan la agenda de los medios de comunicación. Entre los usuarios más activos de esta nueva forma de comunicar aparecen los periodistas, quienes desde sus tribunas publican o comentan los temas más viralizados y convierten los trending topics77 en temas país. Esto, a su vez, tiene un impacto mayor a nivel social, dado que la mayoría de las veces, desde las redes sociales surge un cierto sesgo respecto de las dificultades de acceso a servicios públicos, abusos hacia los consumidores o manifestaciones públicas que se comentan, las que a menudo son una protesta por algo que no se ha hecho o que no se quiere hacer. Lo cierto es que el fenómeno impacta de manera relevante al sistema político. Esa masificación de los temas influye fuertemente entre la clase dirigente no porque las temáticas tratadas representen a la mayoría, sino porque los actores políticos no tienen, en muchos casos, otros elementos como para percibir estas problemáticas. Eso se suma a una falta de liderazgo entre quienes ocupan roles importantes en la política actual, cuyos discursos se han planteado desde la vereda de recoger lo que desea la ciudadanía, en vez de ofrecer un camino a seguir, lo que aparece claramente como la antítesis del liderazgo. (77) Los trending topics, o tópicos de tendencia, son los temas de mayor relevancia que están siendo tratados en tiempo real en la red social Twitter. 137 Progreso económico con insatisfacción social 138 Universidad San Sebastián Capítulo 9 Políticas Sociales: El papel del Estado frente a la desigualdad 139 Progreso económico con insatisfacción social 140 Universidad San Sebastián “S i un país quiere poner en práctica una política redistributiva, su capacidad para diseñar mecanismos que simultáneamente mantengan o incrementen los incentivos a la inversión puede determinar que tales políticas sean eficaces en la reducción de la pobreza”, afirma un economista español78 , quien también centra la atención en la necesidad de tener estabilidad en el marco de las políticas sociales y económicas. Un gran tema es cómo enfrentar la vulnerabilidad que existe para una proporción altísima de la población, considerando los niveles de ingresos monetarios que definen la ubicación en los percentiles de la distribución. Al respecto, podemos ejemplificar con un caso de nuestra economía. En Chile, a comienzos de 2013, un 80% de los hogares tiene ingresos monetarios mensuales inferiores a $1.250.000 (UF 53), por eso, resulta evidente el impacto de eventos inesperados, como enfermedades largas o muy costosas, pérdida de empleo, hijos que no n el crédito para pagar la educación superior, etc. La sensación de vulnerabilidad no es solo un tema de los segmentos de ingresos más bajos, sino crecientemente importante para los sectores medios, precisamente porque no se desea bajar desde el nivel alcanzado. En esa línea, continúa Novales, cabe destacar que “la reducción de la desigualdad genera un ‘doble dividendo’, puesto que una política redistributiva acelera el crecimiento y también la intensidad con la que el crecimiento reduce la pobreza. El crecimiento económico es un objetivo razonable, pero asimismo importante es eliminar la desigualdad en sus principales facetas posibilitando para todos los ciudadanos el acceso a las mismas posibilidades educativas, el acceso al crédito que permita desarrollar iniciativas empresariales y de estudios, y la igualdad en el tratamiento por parte de la Administración y en el acceso a todos los servicios públicos”. (78) Novales, Alfonso; El triángulo del desarrollo económico: crecimiento, desigualdad y pobreza, Universidad Complutense 25 de Mayo de 2011. 141 Progreso económico con insatisfacción social En Chile, las desigualdades son marcadas, en varios aspectos. La pregunta que surge si queremos avanzar en este tema, es cómo lo logramos. Sergio Urzúa79 propone las siguientes orientaciones para las políticas sociales, que compartimos: - Visión de largo plazo: Ejemplo: Educación pública básica y media de mayor calidad. Mayor Calidad/Institucionalidad: Incentivos: Es necesario considerar la naturaleza humana Coordinación/Institucionalidad: Red de políticas sociales eficientes y dinámicas. Focalización del Gasto: Justicia y eficiencia en la entrega de recursos. En este país próspero, consolidado en términos políticos, y con una promisoria situación económica, existe la tendencia a abordar problemas, nuevos o antiguos, con programas sociales ad hoc, pero no ha existido la misma decisión para terminar con aquellos que muestran un bajo impacto. Eso genera que el gasto público, que de por sí tiene limitaciones y que, aunque se aumente, seguirá teniéndolas, debe dividirse entre más programas con menos impacto y posibilidades de evaluación. Por otro lado, también está enraizada en muchos economistas la visión que el crecimiento es el principal objetivo, porque las políticas redistributivas muy intensas impactarían negativamente el dinamismo económico, dejando sin recursos para llevar a cabo esas mismas políticas. La evidencia empírica internacional avala la tesis que esa relación depende del contexto de cada caso, y que la relación inversa entre crecimiento y equidad (primer tramo de la curva de Kuznets) no es una constante, sobre todo en países de ingreso medio. Si observamos en los últimos 50 años los casos de países escandinavos, economías emergentes de Asia y, más recientemente, de Europa Oriental, se pueden ver experiencias muy exitosas en ambos objetivos, con mayor o menor grado de intervención estatal en el proceso80 . Lo que sí se da es que en casi todos ha existido una estrategia de desarrollo clara, apertura externa y mercados que funcionan. De todos modos, la irrupción de nuevos actores en la economía mundial ha modificado el panorama, ya que la creciente presencia de China, India, Vietnam, entre otros, ha hecho que el escenario para crecer sea distinto. El esfuerzo de desarrollar y fortalecer políticas redistributivas es indispensable. Porque mientras las grandes diferencias económicas y sociales no disminuyan, no tendremos el objetivo quizás más importante en una sociedad, que es el aumento del bienestar (79) Urzúa, Sergio. (2013) Desigualdad en Chile, op. cit. 142 (80) Meller, Patricio. La Paradoja Aparente. Eficiencia y Equidad: Resolviendo el Dilema, Taurus, Santiago, 2005, editor Universidad San Sebastián de sus habitantes. Tampoco es fácil el proceso de disminuir desigualdades, porque sin inversión productiva o sin equilibrios económicos no existe crecimiento, que es condición fundamental para tener recursos que puedan incrementar los ingresos monetarios, acortando las diferencias absolutas de ingresos. A continuación se mencionan los programas de políticas públicas cuyos objetivos apuntan en la dirección correcta, sin hacer juicios acerca del impacto real que han tenido. Políticas públicas en favor de la equidad Es claro que la pobreza en Chile ha disminuido, principalmente producto del crecimiento que el país ha experimentado durante las últimas décadas. Sin embargo, existe una profunda brecha que separa al grupo más pobre del más rico del país. Esta brecha se ha mantenido casi constante en el tiempo, y es gracias a la intervención del Estado que se ha conseguido mitigarla en algún grado. En razón de dicha problemática, es que el Estado ha promovido una serie de políticas sociales, las que han logrado acercar a los grupos extremos del país. Son diversos los programas sociales que se han creado con el fin de mejorar los problemas de la desigualdad, entre ellos destacan: El ingreso ético familiar, el subsidio familiar, plan calle, bono solidario de alimentos, programa de asignación familiar, entre otros. Sin embargo, considerando el nivel de importancia, situaremos la atención en los dos primeros. El proyecto del ingreso ético familiar fue aprobado en 2012, y busca entregar a cerca de 170.000 familias –socialmente vulnerables- una serie de bonos y transferencias monetarias. El objetivo de esta política es que las personas que se encuentran en situación de pobreza (especialmente extrema) desarrollen competencias con el fin de generar los ingresos necesarios para superar dicha condición, principalmente gracias a su esfuerzo personal. Para ello, es necesario que los sujetos beneficiados cumplan con una serie de deberes (mínimo de asistencia escolar, por ejemplo), pues así se constituirán como agentes activos en el proceso de superación y desarrollo social. El subsidio familiar en tanto, se conforma como un programa que busca fortalecer el sostén económico de las familias de escasos recursos. Con este objetivo, se persigue beneficiar a aquellos sujetos que se encuentran a cargo de otros, siendo estos últimos los que generan el derecho a subsidio; entre los principales generadores de subsidio destacan: Los menores de 18 años, personas con algún tipo de invalidez, de cualquier edad; personas con discapacidad intelectual que no pueden proveer por sí solos a una familia y embarazadas de escasos recursos. Al igual que el programa anterior, 143 Progreso económico con insatisfacción social éste también es monetario, no obstante aquello, busca proteger adicionalmente a todo aquel trabajador que no tiene la condición de dependiente, y que además no está afiliado a algún sistema previsional, condiciones que excluyen a dichas personas de otros programas sociales. En ese sentido, son importantes propuestas tales como mecanismos que apoyen la acumulación de activos. Una de ellas es “la concesión de seguros frente a fluctuaciones de renta”, sobre todo en el caso de trabajadores en los tramos medios de ingresos, que en una situación económica desfavorable eviten la necesidad de utilizar sus ahorros o bien sacar a los hijos de la escuela para hacerles trabajar, y permita asumir oportunidades productivas de autoempleo. Desde hace unos años viene creciendo asimismo la importancia de las llamadas transferencias inteligentes de renta (‘smart transfers’) que incluyen algún elemento de condicionalidad, como el compromiso de asistencia de los niños a la escuela o las visitas al médico. Estas son puras transferencias de renta para las familias que hubiesen cumplido las condiciones en todo caso, pero inducen una mayor acumulación de capital humano en aquellas que no lo habrían hecho, siempre que la oferta de servicios educativos y sanitarios aumente con su mayor demanda. Políticas sociales en favor del empleo El Estado reconoce la necesidad que posee un importante porcentaje de la población respecto de las oportunidades de empleo. Es por ello que durante mucho tiempo se han implementado una serie de programas que buscan impulsar la inserción al mercado laboral de diversos agentes, con el fin de mejorar las oportunidades de empleo, emprendimiento, y así progresar en materias de ingreso. Los principales programas que se han encargado de promover el empleo, o proteger los ingresos son los siguientes: Fondo de cesantía solidario, Bono trabajador activo, Mujer trabajadora y jefa de hogar, Subsidio al empleo joven, Subsidio previsional, y Subsidio a la contratación de trabajadores jóvenes. La primera iniciativa es un fondo de reparto, conformado principalmente por aportes del Estado y de los empleadores. Este monto mensual es un porcentaje promedio de la remuneración obtenida durante el último año de trabajo, y tiene como fin beneficiar a los trabajadores que hayan perdido su empleo, una vez que hayan agotado los fondos de sus cuentas particulares, siendo así posible cooperar con el financiamiento de los compromisos personales de los mismos. El Bono trabajador activo en tanto, es un programa que busca incrementar la cobertura del sistema de capacitación respecto de los trabajadores dependientes 144 Universidad San Sebastián y con baja productividad. Esto les permite mejorar la empleabilidad y la movilidad laboral, pudiendo el trabajador elegir en qué y dónde capacitarse, acorde a una oferta de calidad. El programa Mujer trabajadora y jefa de hogar, busca proveer de mejores competencias a las mujeres con esta calificación con el fin de superar los principales problemas y barreras de acceso que éstas poseen cuando buscan componer el mercado laboral. Las beneficiadas son aquellas mujeres –económicamente activas – que además pertenezcan a los tres primeros quintiles de ingreso. El programa entrega a las favorecidas capacitaciones en algún oficio con el fin de mejorar la empleabilidad y las condiciones laborales, pudiendo así establecerse de manera dependiente o independiente según corresponda. El segmento juvenil históricamente ha presentado una serie de problemas en cuanto a la inserción y desarrollo en el mercado laboral, es por ello que se han promovido algunos programas con la idea de incentivar la contratación de éstos, junto con mejorar sus condiciones de empleo. En primer lugar, observamos el Subsidio al empleo joven, programa cuyo objetivo es incrementar la participación de los jóvenes en el trabajo formal mediante la entrega de un subsidio a quienes se encuentran desempeñando funciones en trabajos dependientes. Los beneficiados son personas entre 18 y 25 años, que además integren las familias del 40% más pobre de la población total del país. Por otro lado resulta importante incentivar en los empleadores la idea de contratar personas jóvenes en sus organizaciones, por lo que adquiere gran importancia el Subsidio previsional a la contratación de trabajadores jóvenes. Este programa busca promover la formalidad laboral de los jóvenes mediante la entrega de un subsidio a los empleadores por cada persona entre 18 y 25 años contratada, además de abonar en los fondos de capitalización individual de cada uno de estos el mismo monto entregado al empleador. Políticas sociales en favor del adulto mayor Es evidente que las mejoras en la calidad de vida han impactado positivamente en la sociedad, pues gracias a ello hoy las personas viven por más años. Sin embargo, como ya ha podido observarse, gran parte de los adultos mayores que existen en Chile, poseen escasas oportunidades laborales, lo que se traduce en elevadas necesidades sin satisfacer en razón de la precaria capacidad para generar ingresos. Ante dicha contingencia es que surge el Fondo Nacional del Adulto Mayor, iniciativa que busca beneficiar a las personas mayores de 60 años, que se encuentren en 145 Progreso económico con insatisfacción social situación de dependencia y vulnerabilidad. Básicamente este fondo financia proyectos de integración social y de autogestión, los que son desarrollados por instituciones que se encuentran a cargo de los adultos mayores, todo esto, con el fin de mejorar la calidad de vida en ese tramo etario. Otra de las temáticas que constantemente suscita preocupación en cuanto a la tercera edad es la tenencia de un hogar, frente a esta inquietud el Fondo de servicios de atención al adulto mayor componentes viviendas tuteladas busca proveer a las personas en situación de vulnerabilidad de los requerimientos mínimos habitacionales y de apoyo social. Se constituyen como beneficiarios los mayores de 60 años que pertenezcan al I, II y III quintil, que sean autovalentes, y que además no posean una red de apoyo social y/o familiar. Programas públicos que perjudican disminuir la desigualdad No todas las políticas públicas pueden tener un sentido redistributivo, eso sería muy ineficiente. Sin embargo, es posible mencionar algunas que, sin necesidad alguna, van en dirección opuesta al objetivo de mayor equidad, de las cuales se señalan algunas que, a nuestro juicio, deberían corregirse. Desde un punto de vista práctico, parece necesario y urgente ajustar reglas que hoy permiten, por ejemplo, la elusión tributaria, o abordar no sólo el pago de aranceles en la educación superior, sino que también la importancia de la innovación y la investigación. Parece llegado el momento en debamos tener en Chile un financiamiento mucho más alto que el actual para las actividades de investigación, científica y de desarrollo de innovación, pero esto choca directamente con el sistema de financiamiento imperante para las universidades. El desafío es mantener y acrecentar las posibilidades de acceso a quienes no pueden pagar los aranceles. La desigualdad se refuerza o atenúa dependiendo de las modalidades de financiamiento en la educación; por eso, la universidad gratis para todos va directamente en contra de mejorar la distribución del ingreso y disminuir las desigualdades. Los alumnos de menor puntaje, que están extremadamente correlacionados con bajos niveles de educación de los padres y de ingreso familiar, tienen muy poco financiamiento público; sólo algunas becas para centros de formación técnica e institutos profesionales. Además de lo anterior, la conducta de las universidades es racional y predecible al buscar estudiantes con las más altas credenciales. Hoy se premia a aquellos planteles que reciben a los alumnos con mejores puntajes en la PSU, pero los alumnos con mayores puntajes son, en su mayoría, los de mejor base escolar, que han estudiado, 146 Universidad San Sebastián en su inmensa mayoría, en la educación media pagada. A esos colegios asiste el 7% de la población escolar, que como es fácil colegir son niños y jóvenes provenientes de los grupos socioeconómicos altos. Se ha establecido una especie de club en las universidades con mayor prestigio, fenómeno que es especialmente notorio en la admisión a las carreras de profesiones tradicionales. Pero eso no es todo, ya que el financiamiento también premia la investigación en las instituciones. Eso produce que entre las universidades estatales también existan desigualdades y discriminación. Hay algunos planteles de regiones que casi no hacen investigación, por lo tanto, tienen muy bajo acceso a esos recursos. Luego, el sistema de financiamiento atenta contra mejorar las oportunidades a los que tienen menos posibilidades monetarias; es una manifestación que, como siempre sucede, el grupo de interés quiere mantener su ventaja. En todas las actividades ocurre eso, porque es un comportamiento lógico y predecible, individual y grupalmente; y dado que perjudica a la inmensa mayoría, debería modificarse. Aun así, no es una buena política pública que a los planteles de más alto nivel se les disminuyan sus recursos, porque sería redistribuir sin objetivos, más allá de la equidad en sí misma. Este es un ámbito donde todos deberían tender a subir, en el marco de objetivos y metas claras. Ejemplos como ese también se dan en otros sectores. La tendencia a mantener instituciones monopólicas, en cuanto a trámites y controles, perjudica a los empresarios más pequeños, como ocurre con las notarías y conservadores de bienes raíces, lo mismo que la gran cantidad de autorizaciones que deben hacerse en las municipalidades. Se ha dado un paso importante al facilitar notablemente la creación de una empresa, pero es extremadamente complejo iniciar actividades productivas de bienes o servicios. Otro caso claro es el rechazo, en el trámite legislativo, al proyecto que facultaba a comercios distintos a las farmacias a vender medicamentos que no requirieran receta médica. No hay razón práctica alguna, desde el punto de vista sanitario, económico y social, para prohibir eso pero siempre hay “lobby” de los grupos de interés. En Chile el sistema tributario en esencia está bien construido, lo que no significa que sea completamente equitativo, pero todavía tiene algunos “espacios” que es necesario cerrar, si se desea avanzar en la equidad tributaria y mejorar los resultados distributivos de la acción del estado. Un caso muy conocido es que existen personas y grupos, probablemente situadas en el 5 o 10% superior de ingresos, cuya posición frente al Estado les permite obtener 147 Progreso económico con insatisfacción social beneficios, los que por distintas razones históricas se han mantenido. Cuando eso ocurre, hay recursos que dejan de estar disponibles y podrían ser utilizados por el Estado en otros planes, por ejemplo, para los grupos de ingresos bajos o medios. En esa línea, aparecen casos como el que permite a la agricultura y a otros rubros pagar impuestos basándose en la renta presunta o estructuras de sociedades que les posibilita pagar menos impuestos a profesionales, quienes en vez de tributar por renta un 40%, sólo se les grava un 20% bajo esta modalidad. Pero el Estado también tiene otros casos. Planea obras públicas claramente ventajosas para ciertos grupos. Los beneficiados están definidos, acotados, tienen gran beneficio privado y no pagan ni de cerca los costos que significa la obra. Esto sucede, por ejemplo, con los tranques y, en general, con buena parte de la estructura de riego en Chile. Se puede alegar que cuando se construye un tranque o una represa se riegan miles de hectáreas y beneficiar a muchos agricultores, pero los realmente favorecidos son los que tienen más acceso a mejor tecnología, que aumentan su productividad, y aportan mucho menos que el beneficio privado. Puede ser un beneficio social, que genera empleo, pero eso pasa con casi todas las inversiones. Con esa argumentación, entonces, los gremios industriales podrían solicitar que les sean entregados bajo el precio de mercado los terrenos donde se construyen los galpones de sus empresas, so pretexto de la generación de empleo para el país. Lo cierto es que hay grupos específicos que no están pagando el costo económico de esas inversiones o servicios del Estado. 148 Universidad San Sebastián Capítulo 10 Ideología y cambio del modelo 149 Progreso económico con insatisfacción social 150 Universidad San Sebastián U n elemento que se tiende a soslayar es que en los problemas claves para un país, que definen la dirección de las políticas públicas, las propuestas de políticas, e incluso los análisis sobre ellas, se hacen a partir de una visión de la estructura social y económica que se desea predomine; eso es la ideología. Existen investigaciones81 que han indagado acerca de la relación entre posición ideológica y estar o no de acuerdo con determinadas políticas económicas. Resulta consistente la relación de las respuestas sobre políticas, los nombres de los economistas más admirados, con la ubicación política de los encuestados. Revisando varios estudios, se ha concluido que entre economistas de las universidades “existe un acuerdo de un 80% en cuestiones de carácter microeconómico, que es superior a los acuerdos sobre los temas de corte macroeconómico, como por ejemplo la relativa al papel de la política monetaria, las causas de la inflación o al efecto de los déficits comerciales”. Es necesario reconocer82 que no existen verdades absolutas, que hay opiniones distintas entre economistas sobre muchos temas. ¿Alguien puede decir cuál es EL enfoque correcto sobre los efectos en la inversión y en el crecimiento de un alza en el impuesto a la renta de las empresas? Por otra parte, es necesario reconocer que los planteamientos sobre lo que se debe hacer dependen de la visión del economista, de sus principios y enfoque teórico, pero también de su ideología. No es que no exista un “corpus” de conocimiento científico, existe y es mucho más sólido y avanzado que lo que la mayoría cree. Sin embargo, sobre los efectos de medidas de política económica no pueden haber miradas únicas, porque (81) Davis, William L.; Figgins, Bob G.; Hedengren, David, y Klein, Daniel B.; “Economics Professors’ Favorite Economic Thinkers, Journals, and Blogs (along with Party and Policy Views)”. Economic Journal Watch, mayo 2011. (82) Este párrafo está tomado de: Hugo Lavados, Diario Financiero. ¿Por qué no nos quieren?, columna el 21 de noviembre 2011. 151 Progreso económico con insatisfacción social debemos hacer al menos dos consideraciones: Una es que el impacto depende de los comportamientos de las personas afectadas, respecto de lo cual se conoce bastante poco, sobre todo ante fallas sistémicas; dos, porque lo que se propone tiene esencialmente que ver con los objetivos deseados. Sabemos que si existe por mucho tiempo exceso de gasto fiscal sobre los ingresos, se producirá una crisis, conocemos las razones y los mecanismos que las gatillan; lo que no es conocido, sin embargo, es cuándo se producirán los problemas, ni cuáles son las políticas más eficaces para resolverlos. Como se ha dicho, si se pide opinión a cuatro economistas acerca de cómo resolver un problema, se tendrán al menos cinco opiniones; uno de ellos dirá “depende” y dará dos respuestas. La idea que se tenga acerca de la definición de equidad y de justicia afecta lo que se plantea.83 “El mismo nivel de desigualdad puede ser más o menos aceptable para distintos individuos en diferentes países, dependiendo de su percepción (idea) que la riqueza ha sido acumulada con esfuerzo y habilidad antes que con suerte, conexiones o aún corrupción. En una palabra, si los diferentes niveles de ingreso y riqueza son “merecidos” o no. Esas visiones sobre desigualdad y justicia (que podemos denominar “ideología”) determinan las tasas de impuestos y la evolución de la distribución del ingreso y la riqueza. Esos resultados a su vez producen cambios en la proporción de la desigualdad en la riqueza que se debe al esfuerzo, u otros factores como la suerte y la intervención del Estado, produciendo variaciones en las ideas sobre la distribución”. En nuestro medio, resulta curioso que ese hecho tan elemental sea dejado de lado como algo negativo: Se dice “es un enfoque ideológico”, asignando una valoración negativa que desacreditaría a un planteamiento que, cuando se trata de objetivos y propósitos sociales, no puede ser sino eso. Como lo define Pedro Güell84 : “La noción de igualdad es un punto de vista normativo con consecuencias prácticas. Esto es, crea categorías de actores o identidades y define relaciones entre ellas que pretenden instaurarse como modelo del orden deseado de la sociedad”. Desde hace mucho que hablamos de Economía Normativa (que postula el deber ser) como distinta a la Economía Positiva (que intenta develar lo que es). Esa distinción pierde sentido al plantearse problemas de qué hacer. También es irrelevante si se “pasa gato por liebre”, como cuando se plantea un análisis como científico o técnico, pero el punto de partida es una visión de los objetivos y forma de funcionamiento básica de la economía lo que, que por definición, es ideológico. Un ejemplo lo (83) Alesina, Alberto; Cozzi, Guido y Mantovan, Noemi; “The Evolution of Ideology, Fairness and Redistribution”, NBER Working Paper No. 15587, diciembre 2009. 152 (84) Güell, Pedro; “Igualdades y desigualdades en Chile hoy: de la medición de la distribución a la politización de las relaciones sociales”. Documento de Trabajo, CEP, marzo 2013. Universidad San Sebastián encontramos en el planteamiento que los servicios públicos tienen, por definición, necesariamente que ser financiados y producidos por el Estado, sin mayor análisis de cómo se haría, la experiencia de otros países o lo que ha sucedido en nuestro propio país. Otro es que los mercados regulados son ineficientes. Como es de esperarse, existen interrelaciones entre posición social y percepción de desigualdad, así como respecto a la preferencia asignada a la redistribución. Además, en un sentido dinámico la percepción puede cambiar si las políticas producen variaciones en la situación inicial. Utilizando un modelo econométrico un estudio indica85 “Estudiamos la evolución dinámica de diferentes economías, en las que las políticas redistributivas, la percepción de “equitativo”, desigualdad y crecimiento se determinan en conjunto. Se muestra que al incluir “equidad” se explican varias correlaciones observadas entre desigualdad, redistribución y crecimiento. También se muestra que diferentes ideas acerca de “equidad” pueden mantener a dos países iguales en todo lo demás, y con trayectorias de desarrollo distintas por mucho tiempo”. En el último tiempo, se ha planteado con fuerza que el modelo de desarrollo de Chile está en crisis, y que hay que cambiarlo radicalmente, focalizando los focos críticos en las desigualdes existentes y cómo modificarlas. Una característica del debate político respecto a este tema, es su aparente desconocimiento de la gran y creciente cantidad de investigaciones, observatorios de datos, proyectos gubernamentales de evaluación de políticas, etc. que se existe en este campo, con análisis desde disciplinas o interdisciplinas, enfocadas en lo económico, sociológico, político, cultural, sicológico, entre otros. En Chile esto mismo se está produciendo con cierto rezago, y sin permear los planteamientos políticos antes señalados. Un caso positivo es la atención prestada al desarrollo infantil desde su nacimiento, lo que toma en cuenta estudios disponibles desde hace 20 años o más, y experiencias en otros países que nos anteceden por un largo período. En términos más generales, uno de los focos del debate que se dado desde fines de los 90, es el llamado “modelo económico”. Frente a las crisis económicas internacionales, algunos han augurado un derrumbe del modelo. En los últimos meses el foco de la discusión pública ha estado en torno a los cambios, con algunos análisis muy poco fructíferos al debatir si hablamos de cambios o reformas, cuando el tema de fondo es qué cambios o reformas se proponen, estudiando su viabilidad y sus efectos. A veces parece que resurge el famoso lema, tan conocido desde las revueltas estudiantiles de París en 1968, “seamos realistas, pidamos lo imposible”. (85) Alesina, Alberto; Cozzi, Guido y Mantovan, Noemi; “The Evolution of Ideology, Fairness and Redistribution”, NBER Working Paper No. 15587, diciembre 2009. 153 Progreso económico con insatisfacción social La insatisfacción y la desigualdad han tenido un profundo impacto en la agenda política, como lo señala, por ejemplo, el Barómetro de la Política correspondiente a junio de 2013 que elabora el Centro de Estudio de la Realidad Contemporánea (CERC), quien consultó a sus encuestados respecto al desarrollo económico que evidencian en el país y la disminución en las expectativas fue fuerte. Esto se ve reforzado en la pregunta respecto de quiénes se benefician con el desarrollo económico: El 82% dice que beneficia solo a los más ricos. El mismo sondeo pregunta sobre las desigualdades existentes en el país, y un amplio 66% opina que las diferencias entre ricos y pobres son mayores que hace 20 años. Además, un 86% de las personas están de acuerdo con la afirmación: “Si la gente fuera tratada con mayor igualdad, habría bastante menos problemas”. Pero esta situación está lejos de ser novedosa y claramente no representa un hecho inédito en las últimas décadas. Encontramos ya en 1997 ideas articuladas de lo que se llamó los Autoflagelantes de la Concertación, en contraposición a los Autocomplacientes86 . José Joaquín Brunner planteó, en esa época, una visión discrepante, describiendo los cambios positivos en múltiples aspectos entre 1989 a 1998, sin desconocer carencias o metas no alcanzadas87. Permítasenos citar con extensión este documento, por su claridad y validez actual, ya que se ha señalado 88 que ese debate se resolvió a favor de los Autoflagelantes, lo que hemos argumentado que no es así, y demuestra nuestro ya conocido sesgo de la confirmación, que parece agudizarse en períodos pre y post electorales. Brunner sostenía hace quince años: “En círculos político-intelectuales de la Concertación existe la imagen de que la sociedad chilena no es feliz ni ha recuperado la alegría. Por el contrario, se sostiene que una gran mayoría de la población vive a disgusto, manifiesta inseguridad, no percibe un real progreso, es presa de temores y malestares y experimenta un sordo desasosiego con su posición presente y una intensa incertidumbre respecto del futuro. En suma, como se ha dicho recientemente: ‘Un difuso malestar recorre Chile’. Desde esta perspectiva, la sociedad chilena aparece envuelta en miedos (…) Uno se pregunta si alguna vez las sociedades han sido muy distintas; si no aparecen en todas las épocas -bajo distintas formas- miedos e inseguridades. Más al punto todavía, uno se pregunta cómo hemos venido a descubrir ahora, recién, que la modernidad capitalista es un sistema de desajustes y (86) Como es más cómodo y fácil explicar posiciones muy encontradas, en el debate público se ha mantenido la idea de dos grupos, a veces identificados, desde la posición menos positiva, como progresistas y conservadores. Como siempre, en la práctica las visiones son más matizadas y complejas. 154 (87) Brunner, José Joaquín; “Malestar en la sociedad chilena: ¿de qué, exactamente, estamos hablando?” Estudios Públicos Nº 72, CEP, 1998. (88) Guido Girardi, senador re electo, entrevista El Mercurio, 23 de Noviembre 2013. Universidad San Sebastián asincronías, de cambios y riesgos, de amenazas e incertidumbres, de inseguridades y desprotecciones. Y que todos esos síntomas se agudizan, precisamente, en épocas de acelerada modernización y desarrollo de las sociedades. ¿Cómo interpretar entonces esta desconfianza en las oportunidades?”. Sentencia Brunner que frente a esa pregunta radical “no es extraño que surja una visión que reclama la necesidad de un orden basado en certezas y capaz de ‘asegurar’ la vida material y subjetiva de las personas. Más bien, llama la atención que esa reivindicación (neo-conservadora) aparezca formulada desde el lado “progresista” de la dirigencia político-intelectual del país. ¡La confusión es un signo de los tiempos! Aparece como si la Concertación, luego de hacerse cargo del desarrollo y la modernización de la sociedad chilena, hubiera abierto su propia Caja de Pandora de la cual han escapado todos los miedos y malestares de la modernidad quedando adentro, solamente, la esperanza de poder restituir un orden de certezas comunitarias, seguridades públicas y valores capaces de refundar una subjetividad colectiva integrada”. Brunner tiene una visión diferente. Si bien está referida a la situación de 1998, no obstante eso, su análisis resulta muy útil y necesario para reflexionar sobre el momento actual, y especialmente para analizar algunas de las visiones imperantes. “Lo que hay, en cambio, es un cuadro matizado y complejo de percepciones y opiniones, con reconocimiento de progresos que se corresponden con los indicadores objetivos de mejoría en las condiciones de vida de las personas; altas expectativas de mediano y corto plazo; nítida identificación de desigualdades y señalamiento claro y concordante de problemas prioritarios, los cuales tienen que ver, principalmente, con acceso a servicios esenciales y con las condiciones de vida en la esfera privada”. La percepción respecto del desigual acceso y calidad de los servicios esenciales está seguramente en la base de una difundida desconfianza en las oportunidades, la cual coexiste con las altas expectativas de corto y mediano plazo. El autor indica tres razones para ello: 1. El crecimiento socialmente desigual hace pensar a la gente que la pobreza, en vez de disminuir, aumentará. 2. La mitad de la población considera como “muy desigual” el acceso a los servicios esenciales. 3. Adicionalmente, las personas aspiran a ponerse a la altura de ciertas exigencias familiares, como dedicar más tiempo y ofrecer mayores posibilidades y comodidades a su grupo familiar. 155 Progreso económico con insatisfacción social ¿Cómo interpretar entonces esta desconfianza en las oportunidades? Sugiere la siguiente hipótesis de trabajo: “La gente desea seguir mejorando sus condiciones de vida -y de su familia- pero más rápido. Quiere ‘“más de lo mismo’, pero un en menor tiempo, de manera de así satisfacer sus expectativas. Está dispuesta a trabajar duro, incluso a endeudarse. Pero, al mismo tiempo, desconfía -por su propia experiencia de las desigualdades- de que el crecimiento vaya a beneficiarlos directa y oportunamente y brindarles acceso a los servicios esenciales que debe proporcionar la sociedad... Junto a esa desconfianza la gente siente, en una dimensión específica de la vida, un alto grado de inseguridad. Esta inseguridad tiene poco que ver con sentimientos de malestar. Se trata, lisa y llanamente, del temor a ser asaltado o robado, uno de los más antiguos miedos de la humanidad, aumentado ahora por las características de la vida urbana y por la alta exposición de hechos delictuales a través de la televisión. Incluso habiendo disminuido la tasa declarada de victimización durante los últimos años, según se establece en un reciente estudio del CEP, igual la gente siente que puede ser objeto de delitos y tiene poca o ninguna confianza en que los culpables serán condenados en un tiempo razonable.” Es destacable que quince años después los argumentos y debates políticos parecen un calco de lo señalado, lo que frente a las múltiples evidencias de avances para todos, resulta casi incomprensible que las posiciones sean casi las mismas Eso tiene un aspecto positivo si miramos el mejoramiento experimentado en ese lapso en las condiciones materiales de vida, porque pese a las diferencias de opiniones de la elite política, el pensamiento mayoritario se impone, reconociendo ese progreso. De todas maneras, esa misma mayoría está convencida, que, en la perspectiva de la desigualdad y las consecuencias de ella, no hemos avanzado. Las visiones más “polares” han mostrado características, que está fuera de nuestro alcance analizar a fondo: Una representa el pensamiento de sectores de académicos y políticos, que se autodefine como progresista, y tiene un anclaje importante en la ideología de izquierda de los años ‘60. La versión más radical no ha tenido impacto significativo en las votaciones a nivel nacional, como se ha demostrado en elección tras elección, excepto entre algunos gremios y federaciones de estudiantes universitarios. Su conclusión, que se ha mantenido en análisis posteriores, es que el llamado “modelo económico neoliberal” se derrumbaría, porque no daría respuesta a las demandas o necesidades sociales. Se pueden citar trabajos de Tomás Moulián en los años 9089 , y de Alberto Mayol más recientemente90 . Es posible señalar que, en (89) Chile actual: anatomía de un mito (1997); Conversación interrumpida con Allende (1998); y, El consumo me consume (1999). 156 (90) No al Lucro. De la crisis del modelo a la nueva era política (2012); El derrumbe del modelo. La crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo (2012). Universidad San Sebastián nuestra opinión, existe cierta circularidad en la argumentación, con poco soporte empírico y sin un modelo teórico claramente explicitado. Algo parecido suele observarse en el campo opuesto, que privilegia un modelo con muy pocas regulaciones estatales, enfatiza la libertad para elegir, excepto en asuntos que sostienen son “valóricos”, como si eso significara que son verdades reveladas imposibles de debatir91. Una exposición muy clara sobre las causas del malestar contra ese Modelo, se encuentra en un artículo acerca de los cambios al “Modelo” de Andrés Sanfuentes92. En él se enfatizan los problemas de la llamada clase media, indicando como factor clave de su malestar y de los cambios necesarios el hecho que, para tener cierto nivel de calidad de los servicios, las personas tengan que financiar privadamente la educación y atención de salud, agregando la vulnerabilidad que produce la relativamente baja cobertura de la protección social, el endeudamiento y la inseguridad pública, como elementos a corregir. Señala que “Los componentes descritos pueden sintetizarse en que la clase media tiene un profundo sentimiento de vulnerabilidad ante la incertidumbre que le genera el mundo que enfrenta en su vida cotidiana (el “Modelo”), especialmente el riesgo que experimenta de caer en la pobreza, cuando ocurren fenómenos que no controla”. Agrega que “El factor más importante que apareció en 2011 es que salieron a relucir aspectos ocultos, que se venían arrastrando desde hace varios años y que obligan al país a repensar su estrategia de desarrollo económico y social, porque los signos de insatisfacción son demasiado evidentes y ciertos”. La cuestión central es dilucidar qué entendemos por repensar la estrategia de desarrollo económico y social y si en esa estrategia y, por tanto, en los cambios, se incluyen las bases fundamentales de un sistema. Es distinto plantear cambios al sistema que postular cambio del sistema, lo que es mucho más que un juego de preposiciones. Si observamos lo que ha ocurrido en el mundo, de nuevo se nos viene a la memoria lo que señala el viejo Samuelson, respecto a que el margen de posibilidades de cambio no es tan amplio como algunos creen. Además, la intuición y demandas “reveladas” por la gran mayoría, incluso los más descontentos, no van en dirección de cambios radicales, sino modificaciones concretas en los temas percibidos como los que generan mayor vulnerabilidad. (91) Novoa, Jovino. (2013). Con la fuerza de la libertad, La batalla por las ideas de la centroderecha en el Chile de hoy. Editorial Planeta, Santiago. (92) Sanfuentes, Andrés. “Todos contra el Modelo”. Asuntos Públicos. CED, Informe 930, julio 2013. 157 Progreso económico con insatisfacción social Una columna reciente resume muy bien este conjunto de temas, comentando los estudios sobre discrepancias entre economistas, desde la perspectiva de lo que ocurre en España.93“No cabe por supuesto esperar un acuerdo entre los expertos económicos, ni siquiera un consenso mayor que en otras disciplinas. Sin embargo, si los resultados de estos trabajos pudieran extrapolarse a nuestro país estarían indicando que el exceso de politización y de doctrina en el debate sobre cuestiones trascendentales para la superación de la crisis económica con el menor coste social posible o para diseñar el papel de la economía española en el mundo tiene algunas causas que podemos corregir… Esto no eliminará las diferencias de puntos de vista, que tienen una saludable raíz ideológica -¡faltaría más!-, pero permitirá mitigar las que están causadas por el desconocimiento”. Todo lo analizado nos lleva a pensar en la conveniencia de introducir cambios al modelo económico, sobre la base de mantener lo que se ha hecho bien y hacer modificaciones en aquellos ámbitos en que han quedado al descubierto distintas situaciones, generados con efectos negativos sobre el crecimiento o la equidad. Ellas pueden ser de distinto tipo, más estructurales como las culturales y educativas, o generadas por estructuras de mercado o comportamientos, tales como inadecuados para que el mercado sea un eficiente mecanismo de asignación de recursos. En estas últimas tenemos ineficiencias públicas y privadas, inequidades, abusos de posición dominante o enormes asimetrías de información, incentivos insuficientes en las regulaciones, entre ellas mala fiscalización y bajas penas. Plantear modificaciones radicales a la estrategia de desarrollo, o decir que esta va en franco camino de destrucción, o afirmar que no tenemos dificultades y malestar, responde a postulados que, a nuestro juicio, no tienen asidero analítico, ya que no existe evidencia acumulada, ni en Chile ni en otros países, que lleve a concluir tal cosa. Muchas veces se aprecia que predomina el voluntarismo, apreciaciones con uso erróneo de antecedentes sobre los hechos, datos e, incluso, afirmaciones antojadizas respecto a las bases de las conductas y “demandas sociales” mayoritarias. Este fenómeno, que podemos calificar como “ideas de lo que deseo” (wishful thinking), está presente con cierta frecuencia en las conclusiones a las que llegan algunos análisis de políticos y cientistas sociales, economistas incluidos, por cierto. Notamos que ellos son planteamientos aparentemente neutros, pero es sólo una apariencia. (93) Andrés, Javier: “Consenso entre los economistas … en Estados Unidos”. Nada es gratis. Netblog, Fundación de Estudios de Economía Aplicada. 27 de marzo 2013. 158 Universidad San Sebastián Capítulo 11 ¿Qué hacer con la desigualdad? 159 Progreso económico con insatisfacción social 160 Universidad San Sebastián A la sensación de insatisfacción y de disminución de bienestar en términos relativos que se instaló en la población, se suma que una parte de la ciudadanía ve cómo la brecha entre expectativas y capacidad de compra ha crecido de manera importante, con un descalce mucho mayor a medida que se baja en la curva de ingresos. Ello genera que subsistan y se amplíen diferencias importantes entre los segmentos de mayores y menores ingresos, lo que, además, se traduce en inconformidad de una clase media cada vez más amplia. En ese sentido, postulamos que los cambios en el modelo de desarrollo tienen que propender a una mayor equidad, manteniendo un modelo de economía mixta, en el sentido de lo que escribió Samuelson en el 200994 . En ese texto “se proclama el valor de la economía mixta, una economía en la que se combina la rígida disciplina del mercado con la supervisión mesurada del Estado. Una vez que hemos explorado el terreno, ésta es nuestra conclusión: La historia económica confirma que ni el capitalismo sin reglamentación ni la planeación central con exceso de controles pueden organizar una sociedad moderna con eficiencia”. Esta definición tan tajante continúa. “Las locuras (sic) tanto de la derecha como de la izquierda exigen ubicarse en el centrismo. La planeación central con exceso de controles, que tuvo muchos defensores a mediados de la década pasada, fue abandonada una vez que produjo estancamiento y consumidores infelices en los países comunistas… muchos libros de texto se han excedido en su presentación de un liberalismo excesivamente complaciente. Se unieron a celebrar las finanzas del libre mercado y apoyaron tanto el desmantelamiento de las regulaciones como la abolición de la supervisión del Estado. La amarga cosecha de esta celebración ha sido evidente en los exuberantes mercados hipotecario y accionario, que se colapsaron y provocaron la crisis financiera actual”...” (94) Samuelson, Paul. Un manifiesto centrista, en Samuelson, Paul y Williams Nordhaus. Economía Edición 19. McGraw-Hill, 2010. Como ya se señaló, no estamos libres del “sesgo de la confirmación”. 161 Progreso económico con insatisfacción social Desde los años 80 se ha escrito mucho sobre esos cambios en Chile y en América Latina, siendo muy interesante comparar la trayectoria de largo plazo con los países que se consideran “benchmarks”, desde el punto de vista de compatibilizar libertad política, equidad social y prosperidad económica, que son los tres ejes de lo que habitualmente se denomina desarrollo en Occidente95 . Pero la insatisfacción no parece apuntar a cómo está concebido el modelo de crecimiento de Chile, sino que a las grandes desigualdades que éste mismo genera en planos diversos, como la salud, educación, salarios y acceso a servicios públicos. Más aún si se comparan los niveles de ingresos entre los más y menos favorecidos. Por último, se han enfatizado los conceptos de derechos sociales y empoderamiento de los consumidores, los que son parte indispensable de cualquier sociedad democrática y sistema económico que pretenda ser desarrollado, pero que requieren ir acompañados de un correlato de responsabilidades en el uso de esos derechos. El análisis anterior apunta a que los planteamientos solamente basados en prejuicios e ideología, tienen evidentes sesgos de confirmación, como los define la psicología social y la neurobiología96 . El sesgo de confirmación es la tendencia a favorecer información que confirma nuestras creencias, descartando aquella que (potencialmente) podría refutarlas. Además, el sesgo de confirmación nos lleva a interpretar de tal manera la información ambigua que ella refuerza nuestras creencias, en lugar de rebatirlas. Así, el sesgo de confirmación puede perpetuar puntos de vista erróneos sobre el mundo, porque nos “ciega” a las evidencias que atentan contra nuestro sistema de creencias. Procesar la información que recibimos sobre el mundo es un requisito para poder actuar de la mejor manera posible, dentro del marco ideológico que cada uno tiene, pero una consecuencia de este hecho es que la capacidad para interpretar los hechos y tomar decisiones puede quedar delimitada a un marco pre determinado. De este modo, podemos encontrarnos con posiciones que hacen propuestas de políticas definidas que tienen, en forma evidente, ese sesgo, muchas veces basado en comparar los resultados que se desprenden de un modelo teórico con lo que se ha obtenido en un país real. En ese sentido, hemos conocido estos años múltiples (95) Blomström, Magnus y Meller, Patricio (comps.) “Trayectorias divergentes: Comparación de un siglo de desarrollo económico latinoamericano y escandinavo”, CIEPLAN-Hachette, Santiago de Chile, 1990. 162 (96) Por ejemplo, ver: Kahneman, Daniel: Thinking fast and slow. Farrar, Straus and Giroux ed. New York 2011. Lavados. Jaime. Neurobiología del Conocimiento. Ed. Universitaria, Santiago, 2013. Universidad San Sebastián análisis hechos sobre un ineludible, necesario o inevitable cambio del modelo o ajuste de políticas dentro del modelo. En este, como en la mayor parte de los temas socioeconómicos fundamentales, es muy difícil que en el análisis se pueda hacer abstracción de la visión ideológica y sus subsecuentes políticas. Con una frecuencia creciente, en el último tiempo se expresan problemas sectoriales o de grupos. Estas inquietudes se perciben en un contexto de un fuerte crecimiento en las expectativas que, entre otras cosas, se ha retroalimentado del mismo proceso de crecimiento económico y del discurso público muy exitista (“estamos en el umbral del desarrollo”), muy orientado a la definición de gran cantidad de objetivos en las campañas políticas, sin definir claramente prioridades ni objetivos operacionales que sean verdaderamente alcanzables. La presencia inevitable de las ideas del analista en la definición de los problemas y en las propuestas de políticas públicas hace difícil ser inmune a los sesgos. También que sea muy frecuente que la asepsia vaya acompañada de la irrelevancia, como ocurre con muchos análisis en ciencias sociales. Por eso, preferimos indicar que nuestra perspectiva es la de considerar que es un imperativo ético disminuir en forma importante la desigualdad, junto a que también es una necesidad hacerlo para mantener una economía dinámica, con crecimiento del producto, que entregue mayor calidad material de vida, con estabilidad sociopolítica y reglas del juego democráticas. Una visión menos revolucionaria, más evolutiva, que es la que compartimos, es que estamos enfrentando momentos de turbulencias, cambios que probablemente generen momentos de inestabilidad, de agitación social, problemas. Es importante reconocer un hecho; nuestra capacidad interna para crecer y tener recursos para abordar esos nuevos objetivos, tiene limitaciones externas. La idea de la luz al final del túnel es muy gráfica, porque enfrenta dos ópticas totalmente distintas: Que realmente sea una salida o, en caso contrario, que sea un tren viniendo de frente. Es innegable que el país ha experimentado un notable crecimiento económico durante los últimos veinte años. A pesar de las crisis económicas mundiales y los diversos fenómenos sociales, Chile se ha logrado constituir como un país estable y económicamente próspero, donde las personas han mejorado su calidad y estándar de vida. Ahora bien, a pesar que prácticamente todas las personas han mejorado su estándar de vida y que todos los niveles socioeconómicos han aumentado sus ingresos reales, sigue existiendo una pronunciada brecha entre sectores, que define una muy distinta capacidad de compra y de acceso a bienes y servicios de calidad. 163 Progreso económico con insatisfacción social Por tanto, a pesar del crecimiento generalizado que ha tenido la economía nacional, sigue habiendo una diferencia notable en términos de distribución de ingreso, con una brecha creciente en los ingresos monetarios la que, a pesar de muchos esfuerzos, no se logra mermar. El principal problema que es posible asociar a la deplorable distribución que hoy prima en el país, es la presencia de una serie de agudos problemas sociales, que afectan a los individuos y su forma de vida. Bajo este punto de vista, los problemas de concentración de riqueza en grupos reducidos, unido a la falta de la misma en otros, se conforma como un motor de malestar social. Temáticas como los bajos ingresos, malas condiciones laborales, precarios accesos a sistemas educativos de cierta calidad, servicios públicos de salud llenos de carencias, escasa protección al momento de envejecer, entre otros elementos, constituyen problemas claves en una sociedad con muy fuerte inequidad, como es la chilena. La percepción que es un derecho obtener servicios públicos con un alto estándar, configura un escenario complejo y con muchas manifestaciones de insatisfacción, porque la brecha no podemos cerrarla con rapidez, por decreto o con asamblea alguna. Aunque seamos políticamente incorrectos, debemos afirmar que eso simplemente no es viable, por la limitación de recursos que los economistas debemos enfatizar, aunque eso lleve a ser mensajeros que deben ser atacados. Resulta claro determinar que la desigualdad, como problema social, se extiende a todas las áreas que afectan la calidad de vida de las personas, desde el nacimiento (condición social de origen) hasta el envejecimiento, incluyendo educación y empleabilidad, entre otros. Esto genera un círculo vicioso, porque las brechas que separan a los grupos de la población entre sí, se pueden hacer cada vez más profundas, desde todos los flancos posibles; por cierto, eso se debe y puede romper. Es evidente la importancia de las políticas públicas para disminuir la situación de concentración, pues gracias a ellas es que las diferencias entre grupos socioeconómicos se reducen. Sin embargo, estas políticas requieren de mayor consistencia en cuanto a su formulación e implementación, pues así podrían ser aún más efectivas, solucionando la raíz de los problemas, y superando las medidas paliativas al respecto. Básicamente, se requiere lograr equilibrio y permanencia en los programas, que permitan a la ciudadanía, como gran propósito, abandonar de manera permanente la situación de pobreza, y reducir la vulnerabilidad de los sectores medios. En el largo plazo, los mayores dilemas están asociados al sistema educativo, ya que éste es considerado una especie de motor de movilidad social. Lo que se observa es que el acceso a los mejores establecimientos está considerablemente restringido. Quienes no tienen la posibilidad de llegar a los niveles educacionales 164 Universidad San Sebastián más altos poseen menores posibilidades de acceder a los niveles superiores de ingresos y tienen una muy reducida movilidad socio económica. Un estudio ha llegado a afirmar que la desigualdad se disminuye con mayor educación, pero se incrementa cuando ésta no se concluye97 , lo que conforma una especie de círculo vicioso para gran parte de la población. Las oportunidades en Chile siguen estando muy injustamente distribuidas. Los más pobres sufren exclusiones y discriminaciones inaceptables. Las mujeres, los jóvenes, los adultos mayores, las personas con discapacidades, entre otros grupos sociales, comparten condiciones que les impiden desarrollarse98 . Un autor, Barry Schwartz 99, plantea que las personas incrementan sus expectativas siempre que experimentan un crecimiento en las opciones que la vida presenta. En base a esta lógica, sería posible inferir que en Chile los individuos están constantemente bajo una sensación de frustración, puesto que el contexto actual -como país- muestra diferentes opciones de vida, en términos de posibilidades de acceder a mejores condiciones. Sin embargo, para parte importante del país, la probabilidad de lograrlas es muy bajas, y dichas condiciones, al menos en este momento, no son alcanzables. Dicho de otro modo, las expectativas en cuanto al acceso a bienes servicios, crecen a mayor velocidad que el incremento del ingreso. Por lo tanto, las personas se hacen altas expectativas frente a un prospecto de vida que en realidad está fuera de su alcance. Este fenómeno es el que define, en cierto modo, un sesgo en la apreciación de lo que ha pasado y lo que está ocurriendo, en cuanto se forma la idea de estar inmerso en una situación económica deplorable, más en la realidad, y como se ha demostrado a lo largo de este estudio, todas las personas hoy tienen mejor calidad material de vida que hace diez, quince o veinticinco años. Las diferencias exacerbadas en el nivel de ingreso han generado una distancia tan grande entre distintos grupos en la sociedad, que al compararse los sectores de ingresos bajos y medios con los grupos más altos, tienen la percepción de estar en una posición peor que un pasado no muy lejano. A veces parece que hubiésemos vuelto a plantear dilemas que han sido superados por los hechos, en todo el mundo. La equidad no puede ser contrapuesta al crecimiento, ambos se necesitan, sobre todo en un mundo globalizado e interdependiente. Desde el punto de vista de las políticas públicas para enfrentar y avanzar en resolver los (97) Urzúa, op. cit. (98) Velasco y Huneeus, op. cit. (99) Schwartz, Barry; The Paradox of Choice: Why More Is Less, HarperCollins NY 2004. 165 Progreso económico con insatisfacción social problemas y los desafíos actuales, tanto la confianza casi ilimitada en la capacidad del Estado, sin mucha referencia a sus limitaciones, como la creencia en el mercado sin lineamientos ni muchas regulaciones, nos recuerdan el realismo mágico imperante en Macondo. Afortunadamente, desde 1989 adelante en nuestro país ha predominado una mirada menos voluntarista y más basada en las posibilidades y restricciones. Es evidente que los objetivos hoy son distintos, porque la situación es distinta. Es conocida la frase de Keynes, cuando afirmó que “solo una persona necia no cambia de opinión si cambian los datos”. En cualquier caso, es fundamental definir con claridad los objetivos y analizar su consistencia y factibilidad como conjunto. Es evidente que los medios importan, lo que requiere plantearnos cómo lograr lo deseado, partiendo desde donde estamos. Es una idea demasiado obvia para repetirla, pero muchas veces parece olvidada. Lewis Carroll lo expresó magistralmente: ‘’Alicia: Sólo quiero saber qué camino debo tomar. Gato de Cheshire: Pues depende a dónde quieras ir tú. Alicia: Eso no importa, si tú me dices. Gato de Cheshire: Entonces realmente no importa el camino que escojas’’. 166 Universidad San Sebastián Bibliografía Ahumada, Jorge. (1958) “En vez de la miseria”. Santiago, Editorial Universitaria, 1958. 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