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Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino1 Lic. Delia Guiliani I) Introducción El desarrollo de este trabajo se basa en una investigación realizada por la Cátedra de Psicología Social e Institucional II de la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires, (UBACyT S607). Formo parte del cuerpo docente e integro el equipo de dicha investigación. La misma tuvo como objetivo analizar las representaciones compartidas acerca de la práctica profesional de Trabajadoras Sociales. El material analizado se extrajo de 45 entrevistas realizadas por alumnas/os a mujeres trabajadoras sociales que ejercían su profesión en hospitales públicos y/o en el Poder Judicial. Mi marco teórico de referencia es de índole psicosocial. Está conformado por las siguientes corrientes del Movimiento Institucionalista: Psicología Institucional Psicoanalítica, Análisis Institucional y Sociopsicoanálisis, y por los desarrollos de la Psicopatología y la Psicodinámica del Trabajo. En los términos de ese marco teórico he analizado los atravesamientos de las condiciones organizacionales en sus dimensiones histórica, material, política, libidinal y simbólico-imaginaria; la satisfacción y sufrimiento en el trabajo experimentados por las entrevistadas, las estrategias defensivas individuales y colectivas2 instrumentadas en el ejercicio de la profesión y su registro subjetivo acerca de la eficacia lograda en esa tarea. A los fines de este trabajo resulta oportuno y necesario delimitar los ejes a trabajar y analizar con mayor profundidad y detenimiento en el enfoque de género dado el material discursivo surgido de las entrevistas, que reflejó claramente la invisibilización de las particularidades del género en cada dimensión analítica. Se pretende entonces rever a la luz de los conceptos trabajados aquellos ejes que han sido recurrentes en las entrevistas y que reflejan lo planteado. La importancia de emplear esta categoría analítica reside en la necesidad de ampliar la mirada, para desnaturalizar las asunciones frecuentes referidas a la condición femenina de esta práctica disciplinar. 1 Trabajo presentado en: UCES Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales Diplomado Interdisciplinario de Estudios de Género, Agosto 2006. 2 Estrategias defensivas: “La finalidad de la defensa es oponer una resistencia psíquica a las agresiones planteadas por ciertas organizaciones del trabajo y por lo tanto tienen un carácter protector”. “Las defensas colectivas son elaboradas por el conjunto de trabajadoras. Son adaptativas porque les permite ignorar el temor o el tedio y continuar trabajando”. (C.Dejours,2001) Van produciendo un efecto de adormecimiento que puede paralizar acciones instituyentes. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós La deconstrucción de esta condición de lo femenino podrá conducirnos a nuevos interrogantes acerca de cómo se plantean hoy en esta disciplina las estrategias de intervención, la constitución de colectivos de profesionales, las condiciones y medio ambiente de trabajo, estrategias defensivas, etc. Así desde un punto de vista descriptivo, podemos inferir que es una disciplina eminentemente femenina, pertenece al área de los servicios sociales y en su generalidad se desarrolla en organismos del Estado que, a la vez, representan a las grandes instituciones de la cultura como por ejemplo la Justicia, la Educación y la Salud, ámbitos en donde el patriarcado plasma y reproduce su sistema ideológico con gran aceptación social. ¿Por qué no permitirnos el gran desafío de intentar, al menos, desnaturalizar la impronta propia del género plasmada en la casi preferencial asignación de esta profesión a las mujeres? Este desafío mediatizado por un proceso analítico conceptual podrá facilitar el surgimiento de interrogantes orientados a producir en la disciplina, algún movimiento instituyente, según lo planteado por C. Castoriadis, a fin de identificar las particularidades propias del género en la práctica profesional y de repensar aquellos paradigmas teóricos hegemonizados por el sistema patriarcal. De este modo podremos construir colectivamente un debate para desnaturalizar ciertas prácticas que resultan ser reproductoras del pensamiento hegemónico y opresor del género femenino, con el fin de aliviar el malestar silenciado y repensar la practica disciplinar a la luz de nuevos paradigmas. II) Desarrollo del problema El abordaje psicosocial planteado conduce a la consideración de múltiples dimensiones que se ponen en juego a la hora de analizar las representaciones de la propia práctica de las TS: dimensión simbólica, material, histórica, política, así como atravesamientos como la clase y el género. Aquí se hará un recorte de unos de ellos, el Género, categoría de análisis ineludible considerando fundamentalmente que las entrevistadas son mujeres, por lo que es perentorio ahondar en la contemplación de las significaciones culturales que invisibilizan procesos de inequidad plasmados en relaciones asimétricas, que otorgan sentido a los roles, atributos y tareas ejercidos por las profesionales del TS. A lo largo del análisis del discurso esta categoría se forja en dos niveles: en el ámbito de las organizaciones en donde desarrollan su profesión y en el desarrollo histórico de la disciplina, la identidad profesional y sus estrategias de intervención. A los fines del presente trabajo es necesario delimitar los ejes más recurrentes y compartidos por las profesionales entrevistadas: motivos de la elección de la carrera, las estrategias de intervención y “el reconocimiento de la tarea desarrollada” por parte de las/os destinatarios/as de la práctica profesional y las/os superiores. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Para contextualizar el marco conceptual se comenzará entonces por una breve síntesis de la definición del concepto de género y su evolución. III) Definición del concepto y evolución histórica del mismo El origen de lo que hoy conocemos como “perspectiva de género” recorrió los movimientos pendulares de la historia. Por un lado se inicia un camino de reivindicación de derechos a partir de los siglos XVII y XVIII a través de los valores de la modernidad: Igualdad, Libertad y Fraternidad reivindicados por la Revolución Francesa y La Ilustración. Allí las mujeres comenzaron un camino de reconocimiento social como ciudadanas. Por otro, ya en el siglo XX y como resultado de la “rígida moral victoriana”, el camino iniciado siglos atrás debió enfrentar un proceso adverso, ya que de mujeres ciudadanas pasaron a ser consideradas casi con exclusividad como madres, esposas, vírgenes o mujeres frágiles y enfermizas. A partir de entonces se inicia un nuevo camino de reclamos que giraban en torno a la participación social y económica y el acceso a la educación con equidad entre los sexos. Y comienza a vislumbrarse la primera fase del feminismo –el sufragismo- que tiene como base la reivindicación del derecho al voto para las mujeres. Un nuevo escenario histórico relevante, la Segunda Guerra Mundial, propicia que diversos movimientos de mujeres reclamen contra la discriminación por razones de de raza, religión o sexo. Y con este nuevo contexto se extiende el derecho a voto a aquellos países que aún no lo habían conseguido, incluida Argentina. La década de los sesenta, período histórico de mayor fuerza política y cultural de los diversos movimientos feministas, da paso a la Segunda fase del feminismo. Planteaban una revisión crítica del patriarcado considerando que generaba un lugar de opresión para la mujer sobre todo en relación a la sexualidad femenina, circunscripta a la función reproductora. Hubo desarrollos socialistas, en relación con el trabajo femenino, cuestionando la división sexual del trabajo, y también estudios sobre salud mental de las mujeres, etc. Simone de Beauvoir con su obra “El segundo sexo” fue la iniciadora de esta segunda fase, a la que rápidamente se sumaron, Kate Millett, Betty Friedan, Shulamit Firestone, Nancy Chodorow, Juliet Mitchell, entre muchas otras. También en esta década surgen otros movimientos sociales de reivindicación como los Hippies y negros (especialmente en EE UU). En los años ´70 surge el feminismo de la diferencia a través del cual se reivindica la maternidad, la ética diferente de las mujeres y también, sostienen que la irracionalidad, sensibilidad y sensualidad, propias de las mismas La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós las ubicarían por encima de los valores masculinos. Exponentes de esta tendencia son Helène Cixous, Luce Irigaray, Carol Gilligan, entre otras. En nuestro país, al igual que en otras partes del mundo, este camino fue atravesando un proceso que combinaba espacios políticos militantes con ámbitos académicos. Así en esta década comienzan a tomar entidad las primeras investigaciones y producciones teóricas. A partir de allí siguiendo con ese proceso de indagación y considerando los cambios sociales que se hicieron presente con toda celeridad, fue necesario dar lugar a la consideración de nuevos aportes conceptuales que incluyan el acontecer del ser varón y las relaciones entre ambos géneros, dando lugar al surgimiento de los Estudios de Género. El concepto de "género" tiene su origen en 1955, cuando el investigador John Money propuso el término "papel de género" (gender role) para describir el conjunto de conductas atribuidas a las mujeres y los varones. Y luego en 1968, Robert Stoller estableció más claramente la diferencia conceptual entre sexo y género al utilizar el concepto de "identidad de género" (gender identity) (Gomariz, E., 1992). Así desde un punto de vista descriptivo, género es una construcción histórico-social, que atribuye significaciones imaginarias al ser varón o ser mujer en cada cultura y en cada sujeto. Estas significaciones forman parte de la realidad que se va institucionalizando en cada sociedad. El campo interdisciplinario de los Estudios de Género es el sector de producción de conocimientos que se ha ocupado de estas significaciones socio-culturales y subjetivas. Esta red de significaciones imaginarias y valoraciones que configura lo esperado socialmente para cada género implica apreciaciones; cuando lo esperado no se cumple conlleva sus correspondientes sanciones sociales, diferentes para cada género. Podríamos decir que esas significaciones configuran características, acciones, vínculos, relaciones de poder que posicionan de manera desigual a varones y mujeres. Por tanto producen consecuencias que se plasman en lo subjetivo, intersubjetivo, lo organizacional y lo comunitario. La transmisión de generación en generación sostenida por las diferentes instituciones de la cultura invisibiliza la desigualdad de aquellas atribuciones. El Derecho a través de sus leyes, las religiones, la educación, el lenguaje, son las expresiones más claras de esta transmisión. Debemos también revisar en tanto es: “adquirido” y no “dado”, “naturalizado” o sea no algo innato; por tanto, pasible de modificar, de transformar, de hacer visible y de democratizar. A diferencia del sexo que se refiere a la constitución anátomo-fisiológica del hombre y la mujer. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Si bien esta desigualdad expresada en categorías que definen lo femenino y lo masculino, lo público y lo privado, están en proceso de revisión de acuerdo con los cambios socio-históricos que se han desplegado en los últimos años, también es cierto que esta revisión ofrece resistencia, demoras , consensos endebles, propios de cualquier intento de re-construcción, de revisión de construcciones sociales, de significaciones que conforman la matriz cultural, de aprendizaje que coadyuva a la identificación de los sujetos. Será necesario entonces, comprender qué fenómenos desencadenan esta socialización para encontrar el hilo conductor que facilite desentramar y dilucidar el impacto de estas construcciones sociales en la conformación de la identidad y la práctica profesional. IV) Ejes Representacionales compartidos por las entrevistadas Motivos de la elección de la Carrera; reconocimiento profesional y estrategias de intervención. Al indagar sobre los motivos de elección de la carrera resultaron significativos aquellos que se asociaron a valores como “dar”, “servir”, “prestar ayuda” y a alguna experiencia de trabajo solidario y/o asistencialista. … “Querés que te diga la verdad, siempre tuve tendencia así a pensar en el prójimo, yo decía cómo puedo canalizarlo, pero bueno, yo empecé muy jovencita a los... en quinto año empecé ver qué carrera iba a elegir, y bueno, empecé a ver los contenidos, y la que más me sentí identificada fue esta…" “…Mira, para mi esta profesión es una vocación de servicio, sino no lo podes seguir, yo creo que siempre, analizando, después de uno tiempo uno no se pregunta, por qué sigue esto, siempre he tenido un deseo de ayuda al prójimo, de solucionar problemas, de escuchar a la gente eso es muy importante, tener la capacidad de escuchar el problema del otro, compenetrarse, creo que es una vocación de servicio, sino no se puede hacer, es muy dura…” …”Siempre me forme en mi hogar con la tarea solidaria, mi madre es Licenciada en Servicio Social y es como que esto yo lo venía mamando de toda la vida…” … “Yo la elegí de muy chica. Mira yo te voy a contar. Yo cuando era chica iba a una escuela de monjas. Desde jardín de infantes, mira lo que te digo que yo me acuerdo perfectamente, que la monja me decía vos vas a ser asistente social, vos vas a ser asistente social. Y bueno fue trabajadora social...” …. “Yo me recibí de maestra no tenía muy definido lo que quería hacer, … pero como yo ya había trabajado como voluntaria en ALPI y tenían Casa Cuna y de golpe pensé que yo necesitaba hacer algo que ayudara a alguien …” La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós … “Mi objetivo siempre fue colaborar con la gente necesitada de todo tipo, desde un sentido humanitario. Yo era muy jovencita y era maestra en la localidad de Merlo. Fijate que algunos chicos iban a la escuela a caballo. Yo tenía 18 años y estaba con un cuarto grado. Algunos de mis alumnos casi tenían mi misma edad. En aquel momento yo conocía la exigencia de la carrera de Asistente Social. Entonces le dije a mi mamá: Mira qué bueno sería si pudiéramos ayudar a los que no tienen". Era algo que yo sentía, el amor a la gente, al prójimo, a aquellos que tenían una determinada "discapacidad social". Sin darme cuenta yo me estaba adentrando a lo que es el Trabajo Social…" … “No sé cómo explicarte o sea tenía ganas de brindar... un servicio y me pareció la más adecuada, no me gustaba la psicología y me gustaba más el trabajo cotidiano y directo, siempre dije que iba a ser asistente social…” “... Mirá... mi historia personal es muy divertida porque yo seguía sociología, después dejé, me casé y una vez casado elegí Trabajo Social porque me gustaba estar, eh... trabajar con una situación de conflicto donde poder ayudar, eh... (...)” “...La carrera bueno, yo creo que la elegí bueno, más que nada porque uno tiene que tener una sensibilidad especial, no bueno, yo soy sensible a los temas sociales y un poco por eso, porque me interesaba mucho la gente con problemas así… con carencias y bueno y quería un poco cambiar las cosas, y bueno siempre fui idealista…” … “Ya venía trabajando en el área social, entre comillas, con la Institución Salesiana, ya veníamos de familia, trabajando en esto... Y bueno, a través de los grupos juveniles se fomenta mucho el tema de trabajar con...Bueno Don Bosco empezó trabajando con chicos de la calle. Yo ya venía desde chica en ese clima, tal es así de que había estudiado música y en mi adolescencia preparaba coros con los chicos de “La Cava”, en San Isidro. Eran chicos difíciles, o sea que nunca me costó entrar en determinados bolsones, porque entraba, y... Bueno, entonces después vi que el Trabajo Social me iba a dar un marco, como para promover un cambio o por lo menos para alentarlos hacia una calidad de vida distinta. Siempre pensaba en los chicos en situación de vulnerabilidad, también,…” Parecería que desde la idea de elegir esta disciplina ronda una casi espontánea apropiación de atributos asignados a las mujeres: solidaridad, afectividad, la capacidad de cuidado, reciprocidad, todos basados en una profunda vocación de servicio. En principio es importante reconocer el peso indiscutido de la cultura androcéntrica reflejado en la decisión de elegir esta carrera. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Diana Maffía y Sara Rietti, en su artículo “Género, ciencia y ciudadanía” (UBA, Red de Género, Ciencia y Tecnología), plantean que el modelo patriarcal ofrece una diferencia importante, mientras que para los varones en su desarrollo laboral no se le requiere nada más que aquellas cualidades con las que fueron socializados, (con valor cognitivo) “simple transferencia de lo que han aprendido para vincularse con el mundo”, a las mujeres se las violenta en la medida que les exigen una adecuación a las cualidades propias del género masculino y que descalifican aquellas para las que han sido “entrenadas” (sin valor cognitivo). Por lo que durante el desempeño de diversas profesiones si lo esperado no se cumple, aparece el conflicto en donde la punta del vértice vuelve a ser la “ineficiencia”, incapacidad de las mujeres para ciertos puestos laborales. Sin embargo en el caso del ejercicio profesional del Trabajo Social, tal violentamiento parecería no surgir ya que se estaría dando esa “transferencia” de atributos culturales al campo disciplinar, tampoco entonces, tendría por qué aparecer ningún punto de tensión que confronte las expectativas de una mujer Trabajadora Social de su ejercicio profesional con lo que la sociedad espera de ellas como tales. Esta sintonía con el patriarcado promueve la naturalización y por tanto invisibilización de este proceso, anclaje óptimo para reproducir este modelo. Podemos inferir además que tal reproducción brindaría cierta seguridad en el desempeño de sus acciones ya que se estaría cumpliendo con lo esperado para las mujeres, sin cuestionamientos acerca del destino de cada profesional, aún en aquellas que eligieron la carrera motivada por un ideal de transformación social y que igualmente remiten a la mujer salvadora o promotora de grandes cambios humanitarios. De modo que podríamos pensar en cierto adormecimiento relacionado con posibles nuevas miradas al interior de la disciplina. ¿Será entonces que alcanza con ser una buena mujer, solidaria, con vocación de servicio, capaz de brindar afecto a los/as más necesitados/as, con capacidad de escucha? En cuanto a la teoría que sustenta esta profesión, lo referente a la metodología de intervención, las condiciones de trabajo, el análisis de la propia práctica, ¿en qué posición se ubicarían? ¿Se apoyarían en aquellos atributos masculinos con gran valor cognitivo? ¿Esto sería propio del Trabajo Social? Hasta aquí tenemos una mirada que parece explicar este eje compartido por las mujeres entrevistadas. Punto de partida a la hora de reflexionar acerca de la identidad profesional. Por otra parte es dable destacar otro aspecto de este eje retomando lo planteado por Nancy Chodorow, (2003) quien plantea la importancia de considerar él género no sólo como una construcción cultural sino también como una producción subjetiva en la medida que cada persona le atribuye una significación propia a estas pautas socioculturales de acuerdo con su biografía. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Desde este planteo podremos analizar los distintos caminos elegidos para ejercer la profesión, preguntarnos qué mujeres elegimos una carrera asociada al servicio desprovista imaginariamente de valor cognitivo? y además comprender la diversidad propia de un colectivo cultural específico como los son las mujeres Trabajadoras Sociales de la Ciudad de Buenos Aires, en este caso. Desde estas dos miradas complementarias convergemos en uno de tantos interrogantes posibles a la hora de considerar la transversalización de la perspectiva de género. Las mujeres trabajadoras sociales ¿consideramos la importancia de los motivos de elección de esta carrera en el proceso de conformación de la identidad profesional? Una vez analizado este aspecto, ¿podríamos resignificar este proceso? En este camino se ha podido visualizar también en las entrevistas la impronta de género en la concepción de la tarea profesional en dos sentidos; por un lado en la ausencia de estrategias de intervención consensuadas y planificadas y por otro en una marcada necesidad de reconocimiento a partir del cual se fundamentaría la existencia de las trabajadoras sociales. … “Mira me siento respetada por Viviana, por el secretario que tenemos muy buena relación, le consulto y hemos hecho entrevistas, hemos llevados casos juntos. Y con la jueza siempre lo que sugerí, salvo que no se pueda por alguna razón. Me siento muy acompañada. No me sentí nunca desprotegida. Pero ojo también soy de las que vengo y cuento. Eh? De las que vengo y pido ayudo. Eh Mira muchas veces yo he venido y le he dicho al secretario: yo llegue hasta acá y no puedo más, ayudáme, intervení vos porque se necesita otro encuadre, otra... que intervenga otra autoridad. No yo en ese sentido nunca tuve problema…” …"Mi mayor satisfacción es que somos respetadas por los jueces y escuchadas. Somos muy valoradas por la justicia, ya que de nuestra función depende el futuro de un menor..." … “Somos muy respetadas. Fijáte que la Jueza se expide en un caso sobre la base de las conclusiones que nosotros sacamos. Nuestra tarea es fundamental. Imagináte que si la Jueza no tiene los informes que nosotros hacemos no puedo tomar ninguna decisión…" …“Si, si, si tenemos un buen secretario que uno siempre comenta que le parece como va tal tema, ellos leen los informes nos pregunta a nosotros a veces la jueza también quiere saber qué impresión nos da así a nivel humano que a veces no se puede describir en un papel, nos respetan bastante las opiniones…” …“Mira. Yo le sugiero a la jueza lo que yo creo que hay que hacer en esa situación. Y la jueza es después la que decide, la que toma su decisión. En general las sugerencias son respetadas. Yo me siento muy respetada acá dentro, por el secretario y por la jueza. Siempre lo que pedí se me concedió. Me siento muy respetada en cuanto a lo que yo creo...” La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Nos encontramos aquí con una marcada relevancia otorgada por parte de las profesionales entrevistadas al reconocimiento de sus superiores, en su mayoría varones. El reconocimiento es parte de la relación laboral en el sentido que al establecerse un contrato laboral, el salario formaría parte del reconocimiento a la tarea desarrollada, entre otras formas. Pero parecería que ese reconocimiento, en esta oportunidad, toma otro camino, reflejaría un punto de partida sustentado en la premisa “necesito reconocimiento” o bien, “habitualmente nuestra tarea no es reconocida”, por lo que estas expresiones discursivas toman mayor énfasis señalando la importancia del reconocimiento de un/a superior/a que sí está “valorando, reconociendo” el trabajo. Si bien este aspecto, como también los demás, son pasibles de profundos análisis, a los fines del desarrollo planteado aquí, se intenta visibilizar como las relaciones interpersonales que se van estableciendo al interior del ámbito de trabajo, en este caso con superiores, pueden anteponerse en importancia a la autovaloración de la práctica profesional, a la posibilidad de generar espacios de discusión entre el mismo colectivo de trabajo acerca de las estrategias utilizadas que promuevan un pensamiento colectivo y democratizado que desemboque en relaciones laborales equitativas. En este caso, además, las instituciones de referencia, como lo son los hospitales y los juzgados parecería que propician un escenario óptimo para la configuración de vínculos asimétricos representados a través del Juez, padre protector, que “imparte justicia y pone “orden”, “reconoce”, “felicita” o del Director del Hospital que también “reconoce” que esas “hijas buenas” pueden desarrollar tareas propias del género, como cuidar, higienizar, “salvar” a los que necesitan, mientras que el pone a su servicio la estructura funcional. Siguiendo los aportes de Jessica Benjamín (1996), plantea que la necesidad de reconocimiento y la consecuente confirmación, favorece una paradoja que conduciría al núcleo de las relaciones de dominación, considerando que el “reconocimiento es la respuesta del otro que hace significativos los sentimientos, las intenciones y las acciones del sí-mismo por lo que este reconocimiento sólo puede provenir de otro al que nosotros, a la vez, reconocemos como persona por derecho propio”. Ese “otro” no puede ser cualquier persona sino aquella que nos da la posibilidad de “cumplir nuestros deseos…” Este juego de relaciones propiciaría la necesidad de reconocimiento permanente condicionando el proceso de conformación de identidad profesional y de algún posible proceso instituyente que tienda a la implementación de acciones orientadas al ejercicio de una práctica profesional que no se prive de procesos metodológicos. … “nosotros trabajamos mas con el corazón, con la capacitación, con el alma, con la parte sensible…” …“Yo creo que esta carrera, es una carrera que realmente hay que sentirla desde adentro, sino es como cualquier, no se puede hacer de memoria.” La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós … “A mí la verdad les digo, todos los días yo rezo para poder servir mejor, y creo que eso fue lo que me llevó a hacer Trabajo Social, yo pensaba esto cuando era chica, cuando era adolescente, ¿Cómo servir mejor, a tantos chicos que por distintos motivos no tienen las mismas oportunidades que tuve yo? …. “...Yo podría ajustarme a atender a los chicos que vienen para hacer un primer informe, un primer seguimiento, y no es así. Yo todos los lunes recibo chicos que vienen porque les digo: “si tenés ganas de venir y charlar, de tener compañía o de colaborar, vos vení y me ayudás”, y hay veces que no puedo mi respirar, pero lo tengo a uno poniéndome los ganchitos de los informes que les hago copias... Y vienen y quizás son chicos pobres, chicos de villas. Y les digo: “yo necesito ver cómo estás, venía que yo estoy todos los lunes”. A veces vengo algún día de la semana más, cuando me quedo corta con los horarios con los que tengo que citar…”. … “como lo tengo en penitencia todavía no lo fui a ver al Instituto Roca. Yo tenía muchas expectativas en que salga. El no ir a verlo también es parte de la estrategia que voy a implementar. En el período anterior de su internación, yo estuve muy encima, lo visitaba en el Instituto, visitaba a la familia, el día de visitas entraba al pabellón para ver cómo era la dinámica familiar (…) pero evidentemente hay personalidades muy enfermas, que escapan a la buena fe de uno y a todas las herramientas que tengas desde lo técnico y lo intuitivo…" … “una como delegada inspectora se fija objetivamente como es el chico, si está estudiando, cada tanto se le pregunta como sigue en el colegio. Yo personalmente les pido las fotocopias de los boletines, al comienzo de las clases el certificado de alumno regular, como para ejercer un control de que realmente el chico va al colegio. Cuando hay necesidad me contacto con el colegio, sino por ahí voy a las casas y miro las carpetas, no vigilándolo sino diciéndole que me cuente que hizo, que aprendió...” “...es una profesión que es… muy linda pero bueno tiene también toda esa parte, pasa por ahí por el nivel de compromiso de cada uno y por el enganche de cada uno no? Más que nada por la forma de ser de cada uno, si sos muy sensible puede ser que te influya mucho y te hagas bola…” , hay que ver bueno después uno se va fortaleciendo con el tiempo, pero… la población con la que van a trabajar es siempre la misma...” En la misma línea de análisis nos encontramos con estrategias de intervención relacionadas prioritariamente con el voluntarismo, sentido común, amor, incondicionalidad, sensibilidad, que podríamos relacionar más con la función materna asociada al género femenino, que con estrategias profesionalizadas propias de la disciplina. Esto en consonancia con lo planteado acerca de la necesidad de reconocimiento, nos llevaría a preguntarnos entonces si este tipo de práctica disciplinar podría requerir de un reconocimiento sustentado en la evaluación de un desempeño profesional basado en la formación teórica y metodológica. ¿Será que estaría predominando el ser mujer por sobre el ser profesional? ¿O es que el ser mujer profesional de esta disciplina remite de modo imaginario al ejercicio del maternaje? La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Si ejerciera otro tipo de práctica, ¿estaría legitimada? ¿Tendría ese reconocimiento tan esperado? ¿O será que los posibles movimientos instituyentes atentaran contra el modelo femenino esperado por la organización y los usuarios? Entonces como consecuencia no se produciría el esperado reconocimiento. Retomando a Benjamín (ob. cit.), “la dominación y la sumisión resultan de una ruptura de la tensión necesaria entre la autoafirmación y el muto reconocimiento...” Entonces en la medida que se necesite a “otro” para aproximarnos, al menos, al proceso de conformación de la identidad profesional, se estaría condicionando el proceso de autonomización y consolidación disciplinar al interior de las organizaciones, en este caso del Estado. Sumando al desarrollo del trabajo podemos ver también en las siguientes frases de las entrevistadas como el atravesamiento de género impregna la práctica profesional desde múltiples perspectivas, pero sobre todo por la condición de ser mujer: … “no soy solo profesional, también en mi vida soy esposa y madre, todo eso junto que el hombre es más fácil porque el hombre labura y vive para laburar y tiene más posibilidades de zafar y de decir hoy no estoy en todo el día porque me voy a hacer el congreso a no sé donde en cambio la mujer…es más difícil...” “...por ahí bueno, el hecho de ser mujer, madre, argentina; queda un poco relegada tu carrera, estoy contenta de poder hacerlo, de poder seguir laburando a pesar de tener tres hijos, y además que lo necesito, aparte…este…pero bueno deje de hacer cursos, todas esas cosas que a mí me gustaban por la distancia, los horarios, el tema económico, tuve que dejarlos de lado...”). “...ahora yo estoy contenta porque bueno, es lo que me mantiene, mantengo a mis hijos, me da mucha libertad, o sea trato de poner en una balanza (...) tener la libertad de levantarte un día y decir bueno hoy me voy al colegio de mi hijo y no tengo que ir a trabajar y eso te da mucha oportunidad para estar con tus hijos, por ahí, ser una madre presente, por eso hay que ver, poner en una balanza, no?...” IV) Conclusiones A través de lo desarrollado hasta aquí, seleccioné algunos de los ejes representacionales compartidos por las entrevistadas. Para ello priorice algunas miradas que demuestran la necesidad e importancia del análisis de la propia práctica profesional con especial énfasis en la mirada de género. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós Mi pertenencia a una cátedra que desde un abordaje psicosociológico aborda el análisis de la práctica profesional en la Carrera de Trabajo Social de la universidad de Buenos Aires y mi desempeño profesional en otra institución del estado pero que se dedica específicamente a implementar políticas públicas dirigidas a mujeres junto con el marco teórico que con el que me he formando, me han conducido a detener la mirada casi permanentemente en este análisis con cierta preocupación. En primer lugar nos encontramos con un obstáculo categórico que es el modelo hegemónico de pensamiento que impregna nuestro quehacer profesional, como lo es el patriarcado. Este sistema de pensamiento propicia la naturalización de las relaciones asimétricas de poder en perjuicio de las mujeres y se transfiere a los distintos ámbitos de inserción de las mismas; también determina socialmente que carreras son para las mujeres, sustentadas en aquellos atributos reservados para las mismas. Esto va socavando toda posibilidad de visibilizar el proceso de conformación de identidad profesional, aun hoy, transitando la posmodernidad, es complejo acceder a ciertas preguntas acerca de este tema, dando paso a la inherencia de lo femenino en esta disciplina y sus efectos en el ejercicio profesional Por otra parte y en este contexto este modelo no promueve prácticas democratizadas que permitan la conformación de un colectivo de mujeres profesionales con la misma naturalidad con la que determina el valor cognitivo de los atributos asignados a cada género. De modo que las posibilidades de propiciar espacios de discusión que visibilicen esta hegemonía, que permitan deconstruir la historia del Trabajo Social, la identidad disciplinar, el marco teórico y las estrategias de intervención resulta un desafío, casi contracultural. Aún existiendo debates actuales acerca de los vertiginosos cambios sociales y por ende de estrategias de intervención en lo social, no dan lugar a este análisis, justamente porque forma parte tanto de la historia de la profesión como de la identidad, dos aspectos intrínsecos a la misma. Por tanto a mi modo de ver resulta un debate y estudio inconclusos promoviendo el ejercicio profesional con una mirada parcializada acerca de la realidad con la que se trabaja. La inexistencia de un análisis sin perspectiva de género, estaría limitando el accionar profesional ya que se requiere en primer lugar una consideración particular relacionada con la pertenencia a un colectivo cultural específico, el de las mujeres. Quienes requieren de nuestra acción profesional en su mayoría son mujeres, por tanto formamos parte del mismo colectivo cultural, y excepto mediando un pensamiento mágico e ilusorio podríamos pensar que los mismos mitos, prejuicios que sostienen socialmente ciertas problemáticas sociales, como la violencia familiar, se dirimirían automáticamente al momento de estar frente a una mujer que está requiriendo de nuestra intervención profesional. En segundo lugar, si esto no se trabaja de acuerdo a la biografía propia de cada profesional además de interferir en su acción tendrá consecuencias en su salud psíquica y física en el transcurrir del tiempo. El no análisis de las La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós propias expectativas, intereses, motivaciones e incluso limitaciones a la hora de intervenir sobreviene en un futuro malestar que suele ser silenciado. Por otra parte la posibilidad de analizar las dimensiones de la institución en la que trabajamos nos aportaría importantes elementos que facilitarían nuestro desempeño como mujeres trabajadoras. Podríamos pensar entonces en diversos dispositivos de reflexión, discusión y análisis que faciliten la transversalización de la perspectiva de género en la práctica profesional. Un concepto que podría sumar a este desafío es la Implicación, concepto Loureauniano, que proviene del Análisis Institucional. María José Acevedo (2002) plantea: que “la implicación no es buena ni mala, existe, se trata de analizarla”.”El intelectual implicado se define por la voluntad subjetiva de analizar a fondo las implicaciones de sus pertenencias y referencias institucionales y por el carácter objetivo de ese conjunto de determinaciones…Estar implicado es admitir finalmente que soy objetivada/o por lo que quiero objetivar: fenómenos, acontecimientos, grupos, ideas, etc”. A partir de permitirnos voluntariamente la posibilidad de analizar nuestra propia implicación lograríamos acceder a la comprensión de los distintos fenómenos que se desencadenan en el acontecer de una profesión centralmente femenina. Además este análisis complementaría la concepción como sujetas activas de la propia práctica confluyendo desde este punto de vista en la consideración de aspectos subjetivos e intrasubjetivos que se ponen en juego en el ejercicio de la disciplina. Entiendo que como todos los desafíos, llevará un proceso lograrlo pero mis expectativas apuntan a lograr al menos el inicio por el claro reconocimiento del colectivo cultural de pertenencia y la conformación de espacios grupales de discusión y análisis conceptual que promuevan un ejercicio de la disciplina superador del modelo hegemónico. Aunque mínimo cualquier movimiento instituyente será la puerta de entrada a ese proceso, es por ello que me he propuesto al menos a dejarlo planteado. Lic. Delia Guiliani Agosto 2006 La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino. Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós VI) Bibliografía. Acevedo, María José: “La implicación. Luces y sombras del concepto lourauniano”, UBA, Facultad de Ciencias Sociales, Cátedra Psicología Social e Institucional II Ferraros Distéfano, Buenos Aires, 2002. Benjamín, Jessica: “Los Lazos de Amor”, Paidós, Buenos Aires, 1996 Burin, Mabel y Meler, Irene: “Género y Familia -Poder, amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad”- Parte I, “Género, familia y subjetividad”, Cap.1 “Estudios de Género. Reseña histórica” Paidós, Buenos Aires, 1998. Chodorow, Nancy.J.: “El poder de los sentimientos”, Paidós, Buenos Aires, 2003 Genolet, Alicia, Lera Carmen, Das Biaggio Nora, Gelsi María Cristina, Musso Silvana: “Trabajo Social y Género”, Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina, 1997. Sáez Buenaventura Carmen, “Cuerpo y Subjetividad femenina. Salud y Género”, González de Chávez, María Asunción (Comp), Cap.10 Socialización de género y psicopatología: una hipótesis para la reflexión. Siglo Veintiuno de España Editores S.A., España, 1993. La práctica profesional del Trabajo Social y la inherente condición de lo femenino.