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Alexandre Menegale 52 Una dulce historia de Brasil Textos de Brasil . Nº 13 Dulces en compotas . Iolanda Huzak /Pulsar Imagens Sabores de Brasil 53 D el cultivo de la caña, del ingenio azucarero y de la casa señorial, la trayectoria de los dulces brasileños prácticamente comienza cuando nace el país. Así como los personajes del cuento infantil Juan y María, que dejaban pequeñas migajas de pan por el camino, con el objetivo de no perderse por los senderos de la selva, si salpicamos nuestra historia con pedazos de quindim, jaleas, compotas o frutas cristalizadas, ciertamente dibujaremos un fiel y cronológico panorama que abarca desde la formación de nuestro pueblo hasta las más recientes manifestaciones de la más refinada repostería nacional: el emperador D. Pedro II cambiaba los quehaceres de la Corte por un dulce de higo recién salido del tacho; Rui Barbosa se derretía por cucharadas llenas de dulce de boniato. ¿Y qué decir de João Goulart y Jorge Amado, verdaderos adoradores del dulce de coco? Sin dejar de mencionar al ex presidente Juscelino Kubitschek, que nunca rechazaba una baba-de-moça, y a los compositores Roberto Carlos y Chico Buarque, que tal vez se inspiraron después de paladear porciones generosas de dulce de calabaza. Pero, ¿dónde surgió ésta que es una de las más claras características de nuestra miscegenación en el campo de la gastronomía? Dicen los historiadores que el azúcar, obtenido después de la evaporación del caldo de la caña de azúcar, fue descubierto en la India, alrededor del siglo III. Pero los árabes habrían sido sus introductores en gran escala en la alimentación, creando almendras y nueces azucaradas, además de los dulces de higo y de naranja. En el siglo XV, al conquistar la Península Ibérica, los árabes incluyeron a la caña de azúcar entre las mudas que pasarían a producir las frutas utilizadas en los dulces futuros. A partir de ahí, desde Portugal y España, la caña de azúcar desembarca en América llevada por nuestros desbravadores. Listo: estaba consa54 Dicen los historiadores que el azúcar, obtenido después de la evaporación del caldo de la caña de azúcar, fue descubierto en la India, alrededor del siglo III grada la invasión más dulce de la historia brasileña, una cultura que se perpetuaría durante los siglos siguientes. Mucho más que simplemente describir recetas consagradas, recordar sabores que inundan nuestras memorias, o suponer éste o aquel origen de una determinada alquimia al borde del tacho de dulce, decidí revirar páginas caramelizadas por el tiempo. Y me sorprendí con la comunión antropológico-gastronómica de sabores. Incluso antes de que tuviéramos un emperador, ya nos habíamos rendido ante compotas, tartas y manjares que recibieron nuevas formas y adecuaciones locales cuando los portugueses desembarcaron en nuestro litoral. Comprobadamente, muchos de los dulces que hoy son considerados brasileños tienen un origen portugués. Es sabrosa, por ejemplo, la historia de que, en los conventos de ultramar, era común el uso de claras de huevos para el trabajo de almidonar los hábitos de las monjas. ¿Qué hacer con la gigantesca sobra de yemas? Creativas, las religiosas comenzaron a preparar quindim, bombocado, flan, papo-de-anjo y manjar blanco con esa bendita abundancia de ingredientes. Pasadas las generaciones, ahora estamos disfrutando las mismas delicias – muchos pensando que los brasileños son pioneros en el dulce arte de la repostería. Textos de Brasil . Nº 13 “Rapadura” siendo colocada en moldes . Foto: João Rural Sabores de Brasil 55 En los ingenios del interior de Pernambuco, Paraíba, Alagoas y Maranhão, así como en las casas señoriales de Recife, São Luiz y Maceió, las cocineras negras fueron verdaderas alquimistas en la formación de una cocina regional. 56 Textos de Brasil . Nº 13 Vendedoras de pão-de-ló. J. B. Debret (1826). Fonte: Museos Castro Maya – IPHAN/Minc – MEA 0203 Sabores de Brasil 57 58 Todavía sin abordar el tema de otras invasiones europeas, que contribuyeron al enriquecimiento de nuestra repostería, recuperamos la comunión de la tradición lusitana con las frutas brasileñas. Un eslabón fundamental surge en esta línea de producción: las cocineras negras, que desde las casas señoriales fueron a las cocinas de las señoras, llevando consigo la harina de mandioca, el fubá, la calabaza y el cará para la composición de los manjares. Estamos hablando de una región geográfica ubicada, principalmente, en Pernam- dos, habiendo sido vencida por el calor arrebatador de los condimentos africanos usados por las cocineras negras. Comprobado el prestigio de la miel de ingenio azucarero en medio de aliados como harina, cará o fruto del pan, el tradicional arroz con leche adquiere contornos nacionales en el arroz con leche de coco. Al mismo tiempo, la tapioca surgía soberana en las mesas de té patriarcales: sola o en la compañía de la pamonha, del beiju, del cuscús y de la cocada. Nacía también el pé-de- buco, Alagoas e interior de São Paulo. Sabemos que las frutas son la base de postres hace siglos – desde los rincones de Babilonia hasta la corte francesa e italiana. Así, es posible imaginar cómo los portugueses, que mezclaban miel y frutas antes del uso común del azúcar, se deslumbraron ante las posibilidades de nuestras pulpas de frutas, generosas en todos los rincones de un país recién descubierto. Son ambrosías (dulce hecho con huevos y leche cocidos en calda de azúcar), dulces de calabaza, plátano con naranja, cocada, merengue, tapioca y tantas otras preciosidades. Todavía en los tiempos coloniales, el dulce de anacardo y el de guayaba conquistaron fama de nobleza, siendo considerados los dos grandes exponentes de la casa señorial. Pero fueron tiempos también en que los aromas de plátanos asados o fritos, envueltos en canela, invadían las propiedades, así como la llamada miel de ingenio azucarero que era fundida con nuestra harina de mandioca. En los ingenios del interior de Pernambuco, Paraíba, Alagoas y Maranhão, así como en las casas señoriales de Recife, São Luiz y Maceió, las cocineras negras fueron verdaderas alquimistas en la formación de una cocina regional. Sin dejar de mencionar a Bahía, estado en que la tradición blanca apenas se percibe hoy en los guisos sala- moleque (con frutos del anacardo), además de la canjica y de bollitos preparados con maíz. Pero si la mayoría de los orígenes son identificados, sobre la tarta Souza Leão – que hasta hoy reina en tierras pernambucanas – hay noticias sobre una multitud de recetas que se definen como auténticas. También sobre tartas: son también de Portugal los primordios de las tartas de novias y las pirámides de azúcar colocadas en el centro de las mesas más nobles. Así como el arte de la decoración, surge la creación de letras y de dibujos, hechos con canela, bordados en los manteles y en las servilletas, así como opciones de formatos de cajas, ornamentos y papeles recortados. Cabe recordar la tradición del Brasil colonial: era común, en procesiones, que los fieles llevaran bandejas de dulces, ofrecidos de forma gratuita a individuos que representaban personajes bíblicos. Habría partido de ahí una de las primeras denuncias de un sospechoso de judaísmo al Santo Oficio: ese hombre habría ofrecido, durante una procesión, confites que representaban figuras de judíos. Pasado el tiempo, surge uno de los más encantadores aliados de la culinaria y, por qué no decirlo, de los hábitos de la civilización moderna: el hielo. A partir de ahí, las frutas brasileñas, presentes en dulces, jaleas y flanes, servidos todavía calientes, incorporaron nuevos contornos de saTextos de Brasil . Nº 13 Queso y dulce de guayaba . João Prudente / Pulsar Imagens bor y de comportamiento, y se transformaron en helados. Tratados como cremas para los días de moreno o rapadura. La dicotomía entre placer y culpa es uno de los dogmas que nos rodea. Cara- calor, agradaban tanto a la vista como al paladar. Rompiendo las fronteras de las fincas y de melos, tartas, galletas, jaleas, compotas, mousses, helados y gelatinas pueblan nuestro imaginario los ingenios, surgieron como mote para las primeras confiterías de las grandes ciudades de Bra- de degustación. Mantenemos recuerdos, imágenes y aro- sil. Los helados fueron un hito en la desaparición de los clásicos y humeantes postres patriarcales y mas. ¿Quién no se pierde en devaneos al lamberse los dedos después de comer un pedazo de dulce del descrédito de los saraos realizados alrededor del té hirviente, con queso del interior y tostadas. de guayaba casero, se siente el más feliz de los reyes al morder sin timidez un bombón relleno con Según los historiadores, los periódicos de la primera mitad del siglo XIX atribuyen a los helados un aura de pecado: en las noticias, las confiterías, hasta aquel entonces reservadas a los hombres, pasan a recibir a las primeras mozuelas. Los años pasan y la llegada de inmigrantes de toda Europa disemina como polen los genes de las tradiciones confiteras inglesa, francesa y alemana, para mencionar a algunas, incrementando, alterando, adecuando las nuevas características brasileñas de su dulce naturaleza. Actualmente, el azúcar más consumido es el blanco refinado. Pero para la preparación de dulces y compotas se usa en gran escala el tipo cristal, sin refinación. Además, algunas recetas tradicionales llevan azúcar la mejor de las cremas, o se llena de orgullo triunfalista después de una secuencia de dulces preparados con frutas brasileñas? Por el motivo que Sabores de Brasil sea, el origen de la repostería nacional es, antes que nada, antropológico, histórico y explicativo. Vencidas estas páginas, no se lo pierda: cierre los ojos, evoque su reminiscencia más significativa y seguramente, un dulce le vendrá a la memoria como imagen clara para ese sentimiento. Alexandre Menegale Periodista Artículo originalmente publicado en la revista Sabor do Brasil, MRE, 2004. 59