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Transcript
PRINCIPIOS
EMPRESARIALES
PARA UN PAIS
EN CAMBIO
CONFIEH
CONFIEP
Confederación-Nacional de Instituciones Empresariales Privadas
© Derechos Reservados
Diciembre 1993
Edición: Gerencia de Estudios y Proyectos
Diagramación: Guillermo Seminario S.
INDICE
Presentación
Persona y Derechos Económicos
Persona y libertad
Libertad que genera derechos y
responsabilidades
Derechos económicos
7
17
19
Sociedad Civil y Estado
La Sociedad
Principios del ordenamiento social
La autoridad pública
Base de la sociedad
La educación
Participación y opinión
23
25
25
27
29
29
31
Economía de Libre Mercado
Economía
Estado y competencia
Economía Social de libre mercado
33
35
36
37
Política social
Libertad política
La Empresa
Características
Funciones
Ganancias
Productividad
19
19
38
38
39
41
42
43
44
La participación laboral
La pequeña y microempresa
45
45
El Empresario
Definición
Características y funciones
El régimen de libertad económica
Ganancias y conservación de la empresa
Dirección empresarial
E tica y cultura empresarial
47
49
50
50
51
52
53
Organizaciones Empresariales
Las sociedades primarias y las intermedias
Las asociaciones empresariales
CONFIEP
55
57
58
59
PRESENTACION
Si hay algo en lo que todos los peruanos estamos de acuerdo es en
que el Perú debe ser mejor. Para lograr ese objetivo cada uno debe
ser mejor y, actuando en equipo y con solidaridad, ser una mejor
comunidad de personas. Estas mejoras, individual y nacional,
exigen que reavivemos los valores que cada quien posee para
ponerlos, generosamente, al servicio de una causa común: el nuevo
y mejor Perú. Debemos estar a la altura del reto que la historia nos
presenta!
Vivimos en un mundo que cotidianamente, nos plantea desafíos y,
según diferentes estudios sobre la sociedad contemporánea, los
empresarios -por nuestro tipo de actividad- estamos capacitados
para enfrentarlos con éxito.
De ahí que, en la construcción de un nuevo y mejor Perú, los
empresarios tenemos responsabilidades que cumplir. Para asumirlas
cabalmente nosotros también debemos mejorar permanentemente
nuestra forma de pensar y actuar. ¡Un nuevo y mejor Perú exige
mejores empresarios!
Obviamente la construcción de ese Perú no es una tarea
exclusivamente empresarial. Para la consecución de este objetivo
nacional debemos participar activamente todos los peruanos.
La presente publicación es un aporte en tal dirección.
En esta época de pragmatismo no conviene dejar de tener en cuenta
que un recto actuar sólo puede surgir de un correcto pensar que, a su
vez, se inspire en valores superiores.
Los ”Principios Empresariales” que presentamos son únicamente
una propuesta para invitar a la reflexión. Sobre un texto inicial
elaborado por Virgilio Levaggi, Experto Internacional en Asuntos
Empresariales y Asesor de la Presidencia de CONFIEP, el Comité
Ejecutivo de la institución central del empresariado nacional, sus
organizaciones asociadas en Lima y Provincias así como el Consejo
Directivo, de la institución que me honro en presidir, aportaron
sugerencias que han tenido como resultado el trabajo en sus manos.
LO EMPRESARIAL
Afortunadamente el Perú, como lo demuestra la gesta de millones de
hombres y mujeres de todos los sectores sociales, es un país con
vocación empresarial; un país con hombres y mujeres capaces de
aceptar riesgos con el fin de innovar y de producir bienes y servicios
que satisfagan necesidades.
Se ha afirmado mucho que el Perú es un país de empresarios... y es
verdad. Ahí están los ejemplos de la costurera, del lustrabotas, del
ambulante, de la vendedora de frutas en el mercado; sin embargo hay
un elemento fundamental para ser empresario: tener conciencia de
que se es y, a partir de ello, de los derechos y obligaciones que
supone tal condición.
Allí está el testimonio de los Andes vencidos por la sociedad inca
para forjar Machu-Picchu o construir andenes para el
aprovechamiento agrícola o trazar caminos desde el sur de lo
que hoy es Colombia hasta el norte de lo que hoyes Argentina y
Chile. Allí está el testimonio de la navegación marítima de
nuestros pre-incas, antecesores en el aprovechamiento de lo que
hoy se conoce como el Mar de Grau en el Océano Pacífico. Allí
están la papa como nuestro aporte a la alimentación mundial, el
oro y la plata extraídos por manos peruanas y que, donde hace
casi medio siglo, visten iglesias y monumentos en la vieja
Europa.
La riqueza de nuestros valles costeños se expresó en el mejor
algodón del mundo, fruto de la creatividad y talento peruano,
cuya fibra hemos sabido trabajar gracias a nuestra milenaria
cultura textil. La riqueza de nuestro mar soberano es reconocida
internacional mente y, en diferentes momentos de nuestra historia
hemos sido los primeros productores mundiales de harina de
pescado. La riqueza de las entrañas de nuestras tierras es también
de dominio mundial pues fuimos el primer país de la región que
inició perforaciones para obtener petróleo del subsuelo.
No obstante las limitaciones que pueda haber tenido el modelo de
desarrollo e industrialización por substitución de importaciones,
tal cual se planteó desde los '50, no debe perderse de vista que
nuestra tradición industrial manufacturera es centenaria y
muchos de sus productos han sido y son comercializados
mundialmente.
Nuestra minería es ampliamente reconocida por su
profesionalismo y la calidad de sus productos, muchos de ellos
trabajados en el país, como el cobre.
Cuando el Perú fue descubierto turística mente por el mundo,
gracias a nuestro patrimonio histórico-cultural, nuestros
empresarios y profesionales del sector supieron estar a la altura
de las circunstancias y por ello llegaron a ofrecer un servicio que
fue considerado líder en Latinoamérica.
I
I
Empresas constructoras peruanas trabajando en otras latitudes
son ejemplo de la calidad de nuestros ingenieros y de nuestros
trabajadores. Hoy estamos exportando “restaurantes” peruanos a
otros países y allí se prueba el “know how” desarrollado en el
arte culinario y en la especificidad propia del servicio que se debe
brindar. Nuestra tradición financiera la testimonian nuestros
bancos y su capacidad de acción a nivel
internacional.
•
La genialidad de nuestros mecánicos, el trabajo de los parceleros
andinos y costeños, el esfuerzo de cientos de pequeñas empresas
que no evaden la formalidad y que actúan en la industria y el
comercio son muestras elocuentes respecto de la vocación
empresarial de nuestra sociedad.
El esfuerzo exportador en que hoy estamos comprometidos la
mayoría de empresarios privados es signo de los tiempos así como
los esfuerzos institucionales por la Calidad Total y la
Productividad.
Cabe preguntarse entonces, con todo este esfuerzo por qué no
hemos progresado suficientemente, por qué no hemos avanzado
sustantivamente en la generación de empleo y en el combate
contra la pobreza.
Entre las diferentes explicaciones que pueden formularse hay
una que me parece de particular importancia. Como lo estudió
el Premio Nobel de Economía de este año, Douglas North, las
instituciones que responden a necesidades sociales facilitan el
progreso individual y social; su inexistencia o su mal diseño y
funcionamiento generan costos que encarecen o pueden
entorpecer los esfuerzos productivos de una sociedad.
Los peruanos en ciertos momentos de nuestra historia y
particularmente durante los '70 y los '80, no hemos construido
un ambiente propicio para el progreso nacional. Aún hoy nos
apoyamos más en los personalismos, que siempre pueden ser
arbitrarios, que en las instituciones y el derecho.
Resulta imperativo que los empresarios, que invertimos para
hacer empresa y que preferimos movernos en realidades
objetivas antes que subjetivas, nos comprometamos no sólo con
la mejor gestión empresarial sino también con la construcción
de instituciones socio-económicas que respondan a los valores
democráticos y a la libertad económica.
Una de esas institucionalidades es el mercado, que sin una
eficiente y oportuna administración de justicia no puede funcionar
adecuadamente, por ejemplo.
LOS PRINCIPIOS
Existen criterios básicos, que responden a valores humanos
superiores, que son comunes a nuestra cultura nacional y
empresarial. Luego del trabajo realizado en CONFIEP hemos
tomado la decisión de hacer públicos aquellos que consideramos
sustantivos: queremos que éstos sean conocidos, principalmente,
por los empresarios y la opinión pública peruana.
Creo en la importancia de esta publicación pues no se trata de la
filosofía de tal o cual empresa o una reflexión sobre la coyuntura
actual del país. Se trata de un esfuerzo institucional por iluminar
el proceso de cambio que vive el país y presentar algunos puntos
firmes sobre la comprensión que los empresarios peruanos hemos
venido desarrollando sobre la persona humana y los derechos
económicos que le son inherentes; sobre la relación armónica y
complementaria entre la sociedad y el Estado; la economía de
libre mercado y el régimen de competencia que la caracteriza; la
empresa como instrumento de desarrollo y el papel de las
ganancias, la productividad y la participación laboral; las
características y funciones del empresariado así como sobre
nuestras organizaciones gremiales y CONFIEP.
El documento que ofrecemos no es ni un manifiesto ni una
constitución; es exclusivamente una presentación de diferentes
criterios del nuevo empresariado que ha venido creciendo en el
país y que necesita el Perú para transitar hacia un entorno más
democrático en lo económico y en lo político.
Algunos extrañarán una mayor referencia a la realidad
específica de los trabajadores. Hemos preferido no ahondar en
este punto pues CONFIEP se encuentra en diálogo permanente
con diferentes asociaciones de trabajadores y estamos seguros
que ellos también vienen reflexionando sobre su rol institucional
así como la misión profesional y ciudadana de quienes
contribuyen al desarrollo nacional a través de su trabajo.
CONCLUSION
Quiero testimoniar públicamente el agradecimiento al Center for
International Private Enterprise (CIPE), con sede en Washington
D.C., por el apoyo que ha brindado para esta publicación de
CONFIEP, en el marco del primer Convenio suscrito con
nosotros.
La institución que me honro en presidir iniciará un programa de
presentaciones de estos Principios con el sector público y
organizaciones de nuestra sociedad así como acciones para su
difusión en la opinión pública nacional.
Como toda obra de reflexión orientada a iluminar el quehacer
práctico ésta se encuentra abierta para su enriquecimiento.
Apreciaremos todas las sugerencias que el lector atento de estos
"Principios Empresariales" nos quiera hacer llegar.
Diciembre de 1993
Juan Antonio Aguirre Roca
Presidente de CONFIEP
PERSONA Y DERECHOS
ECONOMICOS
El que la persona humana sea el principio y fin de la
vida social política y económica tiene consecuencias
concretas con las que el empresariado peruano está
comprometido.
1.- Persona y libertad
Fuente de la dignidad humana es la libertad individual. Su
ejercicio debe ser responsable y sus únicos límites son los
que le marcan la naturaleza, la moral, el derecho y las
exigencias del bien común y de la libertad de otros.
2.- Libertad que genera derechos y responsabilidades
El ser humano es libre y responsable para forjar su porvenir
y realizarse, de acuerdo a valores trascendentes. Para el
cumplimiento de ello le son inherentes derechos -anteriores
y superiores a la normatividad positiva que el Estado y la
sociedad deben respetar, promover y garantizar: los
derechos humanos.
3.- Derechos económicos
Un área en la que toda persona ejerce su libertad es la
economía. Dicho ejercicio está garantizado por derechos
que constituyen factores primordiales de la vida económica.
Estos son tan importantes que cuando el entorno no
garantiza su desarrollo debe cambiarse.
Entre los principales cabe destacar:
a)
La capacidad de iniciativa es esencial a la libertad y
la libertad de emprender es condición para la
autorrealización de las personas. La libertad de
iniciativa personal es el motor de la economía y
supone el ejercicio de un derecho inalienable para
desarrollar el propio trabajo y producir bienes y
servicios útiles, sea individualmente o agrupados
en empresas.
b)
Toda persona tiene la libertad de elegir su
actividad económica. Con su trabajo, dependiente
o independiente, el hombre subsiste y logra su
desarrollo personal. El trabajo tiene una
dimensión ética.
c)
Tener acceso a la propiedad privada es un derecho
humano que, entre otras cosas, facilita y propicia
el cuidado de la propia integridad y el ejercicio de
la libertad de emprender así corno la autonomía,
la superación personal y la promoción y seguridad
de la familia. El derecho a la propiedad privada
favorece la mejor conservación, renovación y
aprovechamiento económico y social de los bienes
naturales, además de colaborar con la promoción
del Desarrollo Sustentable.
d)
Propiedad, trabajo y remuneración son realidades
complementarias. Quien trabaja tiene derecho a
una remuneración justa, es decir, a recibir una
parte del valor económico agregado de acuerdo a
su contribución y responsabilidad en el proceso
productivo y el desarrollo de la empresa. Los
niveles de remuneración entre empresas o entre
países pueden ser diferentes, siendo justos, porque
dependen de factores tales corno la posibilidad de
cada empresa, los sistemas económicos, las leyes,
las circunstancias y sobre todo, los niveles de
productividad; también las diferentes habilidades y
posibilidades de las personas son un factor que
influye en las remuneraciones.
e)
Consecuente con el principio de que la seguridad
personal es un valor supremo, resulta un derecho
económico de las personas respecto del Estado
que éste provea, entre otras cosas:
∗
Un ordenamiento jurídico previsible y estable
formado por normas razonables, debidamente
evaluadas y justificadas.
∗
Un sistema de administración de justicia
autónomo, honesto y oportuno para resolver los
conflictos que se susciten en el ejercicio de las
actividades económicas así corno para castigar a
los funcionarios públicos deshonestos
∗
Permita mecanismos independientes que hagan
respetar los contratos.
ECONOMIA DE LIBRE MERCADO
Cada vez es mayor la conciencia del empresariado
nacional respecto de las ventajas del ejercicio de la
actividad económica en libertad y competencia.
SOCIEDAD CIVIL Y ESTADO
Los empresarios peruanos somos conscientes que la
armónica relación entre Estado y sociedad es
indispensable para el desarrollo integral de cada
ciudadano y de todo el país.
1.- La sociedad
Persona y sociedad son realidades esencialmente
complementarias pues la persona sólo puede desarrollarse
cabalmente en sociedad; en ella se integra, se complementa,
planifica y expresa la totalidad de su individualidad. La
sociedad no es el fin último de la persona; pero la
integración y participación social son fines propios del
hombre.
La sociedad es una convivencia estable y unidad de orden,
cuyo fin es el bien común, que permita a cada miembro,
realizarse como persona. La sociedad debe ser convivencia
en justicia y libertad y por ello debe reconocer, respetar y
promover los derechos humanos y los deberes correlativos
de todos sus integrantes. La convivencia humana requiere el
respeto a las leyes, pero más todavía, un sentido ético y de
justicia, y el recto ejercicio de la autoridad.
2.- Principios del ordenamiento social
a)
La solidaridad es un principio de orden social;
significa que la comunidad y sus miembros están
mutuamente vinculados y tienen responsabilidades
recíprocas, de cuyo cumplimiento depende la
integración armónica de persona y sociedad, y la
participación de todos para la consecución del bien
común.
Este principio es el fundamento de unidad en cualquier sociedad pues tiende a combinar ordenada y
libremente las posibilidades, legítimos intereses y
aspiraciones personales de los miembros de una
comunidad con el servicio a los demás.
Porque los derechos y las libertades son necesarios
para la persona y la sociedad, su búsqueda y
defensa,
aunque
generen
discrepancia
o
disentimiento, realmente fortalecen la solidaridad.
b)
La subsidariedad se refiere a la relación entre
individuo y comunidad y subraya la primacía del
individuo frente a la comunidad superior.
De la misma manera que no se puede quitar a los
individuos y traspasar a la comunidad lo que ellos
pueden realizar por su propia inicia ti va y esfuerzo,
así también es injusto y perturbador entregar a una
sociedad mayor y más elevada las tareas que pueden
y deben realizar las comunidades menores ya que
toda actividad social, por su propio dinamismo,
debe servir a los miembros del cuerpo social, pero
nunca absorberlos. El Estado no debe hacer por el
individuo lo que éste puede y debe hacer por sí mismo.
Cuando la sociedad mayor realiza lo que compete a la
menor, corre el riesgo de desvirtuar sus fines y atrofiar la
capacidad y responsabilidad de la menor. La
subsidariedad sal va guarda así la vitalidad de las
asociaciones y en consecuencia de la sociedad.
En virtud de la subsidariedad debe existir en cada
sociedad tanta libertad y participación cuanto sea posible
y sólo tanta autoridad cuanto sea necesaria.
Consecuentemente, debe haber tanta sociedad cuanto sea
posible y sólo tanto Estado cuanto sea necesario.
3.- La autoridad pública
La autoridad es una necesidad de la sociedad; su fin es el
servicio al bien común y su función esencial es armonizar y
promover el ejercicio de las libertades, las responsabilidades y
las iniciativas de los integrantes de cada sociedad.
Ella debe ser ejercida con justicia, prudencia y espíritu de
servicio. Su ejercicio requiere del poder correspondiente
que debe encuadrarse en un régimen de derecho y ser
congruente con los principios de solidaridad y subsidariedad.
El Estado moderno es la completa interacción de una sociedad
humana, soberana y libre, establecida permanentemente en un
territorio y regida por un Gobierno dotado de un poder otorgado
por la propia sociedad, bajo un orden jurídico, que tienda a la
realización de los valores individuales y sociales de la persona
humana. Esta autoridad se ejerce normalmente a través de
funcionarios, que tienen -lógicamente- los defectos de cualquier
ser humano y al encontrarse premunidos de autoridad, pueden
incurrir en abuso de la misma; ésta es una razón para disminuir
la excesiva intervención del Estado en la vida de las personas.
Es fundamental distinguir el Estado del órgano de gobierno, que
es el elemento formal de autoridad pública; pues la razón de ser
del Estado exige que los gobernantes y administradores, jueces y
legisladores, subordinen su poder y actividad al orden jurídico,
al fin de la sociedad y al respeto de la persona humana y sus
derechos inalienables.
La división y el equilibrio de los poderes del Estado y el respeto
a las garantías individuales consagradas son factores
fundamentales del Estado servidor.
Una de las más importantes tareas del Estado consiste en
reconocer, promover, estimular y proteger la iniciativa de
las personas en todos los campos, en orden a la consecución
del bien común.
4.- Base de la sociedad
La familia es la célula primaria y básica de toda sociedad;
en consecuencia, sujeto de deberes y derecho, con principios
y normas éticas inherentes y coadyuvantes a sus fines
propios: el amor y complemento de los cónyuges, la
generación, el amor a los hijos, su salud y brindarles una
habitad adecuada para su desarrollo así corno una educación
integral.
La estabilidad, los derechos, las funciones y las necesidades
de la familia han de ser respetados por todos y en especial
por el Estado, que en consonancia con los principios del
orden social debe promover la unidad familiar
5.- La educación
Es deber y derecho del hombre, indispensable para su
realización personal.
Ella comienza en la familia y el derecho de educación
corresponde primariamente a los padres; quienes de acuerdo
a su recta conciencia deben formar a sus hijos
eligiendo con libertad y responsabilidad las instituciones
que consideren más adecuadas.
Las instituciones educativas deben auxiliar y
complementar la formación humana en congruencia con
la moralidad familiar; desarrollar y encauzar las
potencialidades de los educandos; ayudar a la formación
del carácter e incorporados a la cultura nacional y
universal; promover el crecimiento personal, su mejor
integración a la sociedad y su capacitación permanente
para el trabajo y el desarrollo de su capacidad de
iniciativa.
El Estado tiene el deber de garantizar, conforme al
principio de subsidariedad, el derecho de educación y,
también, la libertad de enseñanza. La subsidariedad del
Estado
justifica
que
éste
deba
contribuir
económicamente en la educación de las personas que no
pueden sufragar su educación.
Otras instituciones de la sociedad civil pueden intervenir, con apoyo del Estado si es conveniente, en la
función educativa. Las organizaciones empresariales y
las empresas pueden y deben intervenir en cualquier
nivel educativo para promover la calificación para el
trabajo y para formar en el espíritu de hacer empresa.
6.- Participación y opinión
El ciudadano puede y debe participar activamente en la
vida pública y colaborar en el progreso nacional en todos
los campos.
La participación ciudadana es manifestación de la dignidad
de la persona pues constituye factor determinante y
principal de las instituciones democráticas y de las
sociedades intermedias. Bases fundamentales de la
participación son la libertad responsable, el cumplimiento
de los deberes y el ejercicio eficaz de los derechos
humanos.
Todo ciudadano tiene derecho a sus opiniones personales y
a expresadas para hacerlas valer; así como a respetar las de
los demás.
ECONOMIA DE LIBRE MERCADO
Cada vez es mayor la conciencia del empresariado nacional respecto de las ventajas del ejercicio de la
actividad económica en libertad y competencia.
1.- Economía
La economía es tarea y producto de la libre iniciativa personal y
de sus agrupaciones libremente constituidas para satisfacer sus
necesidades y elevar el bienestar, en consonancia con una ética
humanista. Ella debe ser libre y subsidiaria para lograr la
conjunción armónica de la iniciativa de los particulares y de la
acción del Estado.
Fin de la economía es la optimización del trabajo humano y de los
instrumentos
utilizados
para
lograr
el
más
adecuado
aprovechamiento de los recursos y satisfacer cada vez mejor las
necesidades de la humanidad, aumentar la riqueza, lograr el
mayor bienestar general, contribuir al progreso integral, al
desarrollo económico sustentable y a la armónica evolución
social.
Las políticas económicas deben estar vinculadas entre sí y ser
congruentes. El criterio fundamental que ha de animarlas es el
realismo. Porque la economía está en función de la sociedad, sus
políticas deben estar diseñadas conforme a los principios sociales
y ser claras, conocidas por todos y con permanencia
suficientemente razonables para contribuir a la confianza y
facilitar el desarrollo de las actividades económicas.
2.- Estado y competencia
Porque el bien común incluye la economía, al Estado le compete
establecer el marco jurídico adecuado para su óptimo
funcionamiento y garantizar la libre iniciativa de los particulares,
sin más límites que los que imponen la ética, el derecho justo y
las exigencias del bien común.
Un orden de economía de libre mercado sólo puede funcionar si
el Estado garantiza un marco adecuado. Lo decisivo es que
exista un orden jurídico eficaz, sobre todo un derecho que
garantice la competencia, a fin de impedir que el sistema del
mercado sea anulado por las partes que intervienen en él y se
creen situaciones que contradicen la libertad.
Todas las formas de comportamiento que afectan la competencia
son
básicamente
problemáticas.
Las
medidas
dirigistas
obstaculizan la libre competencia y benefician a quienes gozan
del favor estatal.
La seguridad jurídica es una de las características de un Estado
democrático, ordenado, estable y condición para que una
economía de mercado funcione.
3.- Economía Social de libre mercado
Se basa en acuerdos voluntarios de todos los participantes.
Exige para su funcionamiento, entre otros factores, el pleno
respeto al derecho de propiedad y la presencia de empresarios
innovadores.
Para poder desarrollar la capacidad del empresario de forma tal
que conduzca exitosamente su empresa, se requiere una serie de
condiciones marco (sociales, jurídicas y políticas) que, sin
embargo, el empresario no puede fijar por sí mismo. Es por eso
que la creación de un ordenamiento y mantenimiento de una
economía de libre mercado tiene una dimensión política.
La economía de libre mercado vive de la capacidad competitiva
del empresario. La competencia es el estímulo para lograr un
rendimiento cada vez mejor.
En este tipo de economía la rentabilidad de la empresa es
insustituible como orientación básica para el comportamiento
empresarial.
Más que una “economía empresarial”, en el sentido de que en
ella domine el empresario, sería más propio llamar a la
economía de libre mercado como la 'economía del consumidor'
pues el empresario está inmerso en el sistema
de la competencia y de los mercados abiertos en los cuales el
consumidor expresa cotidianamente su opción. En ello reside
la democracia económica".
11
4.- Política social
El orden de la competencia necesita ser complementado por
una política social gubernamental que considere al hombre
no sólo funcionalmente como productor y consumidor, sino
también en su existencia personal.
Una economía de libre mercado debe ser complementada
con garantías sociales que no la distorsionen; pero que
apoyen efectivamente su consolidación.
5.- Libertad política
La libertad económica, en el más amplio sentido, sólo se
puede desarrollar a plenitud en una sociedad democrática.
LA EMPRESA
La opción por la empresa como instrumento de
desarrollo es, cada vez más, una causa popular en el
Perú. En este logro la labor de nuestras empresas,
asociaciones gremiales y CONFIEP ha sido muy
importante.
1.- Características
La empresa es la institución fundamental de la vida
económica, manifestación de la creatividad, iniciativa y
libertad de las personas, que organiza el trabajo de un
conjunto de hombres y se dedica, con determinados
recursos a producir bienes y proporcionar servicios para
contribuir así a la satisfacción de necesidades
individuales y sociales.
Su misión es colaborar con el progreso y desarrollo
socioeconómico, generando empleo productivo y
optimizando la relación entre el trabajo y los
instrumentos utilizados -económicos y técnicos- para
servir a sus integrantes y a la sociedad.
Como toda entidad social, la empresa tiene la
responsabilidad y el derecho correlativo de propiciar y
exigir las condiciones sociales, jurídicas y económicas
necesarias para que el hombre pueda alcanzar su
desarrollo.
La empresa está al servicio de la sociedad y, por ello,
tiene un compromiso indeclinable con la Nación,
especialmente en la búsqueda de un desarrollo
sustentable. Es pues, responsabilidad de todos los
sectores de la sociedad, promover el espíritu y la
vocación empresarial, especialmente entre la juventud.
2.- Funciones
La empresa realiza su misión, fundamentalmente a través
de la coordinación de capital, dirección y trabajo, en
orden a cumplir con las siguientes funciones específicas:
a)
Función económica externa: producir bienes y
proporcionar servicios para satisfacer necesidades.
Más propiamente atender eficientemente su
mercado y para beneficio de él investigar,
tecnificar e incrementar su productividad.
b)
Función económica interna: generar el óptimo
valor económico agregado a su producción y
distribuido equitativamente entre todos sus
aportantes; a los inversionistas dividendos
atractivos, a los gerentes y trabajadores una
retribución justa. Para cumplir esta función y
garantizar su permanencia, la empresa tiene el
deber de obtener utilidades.
Función social interna: colaborar con el pleno
desarrollo personal mediante generación de empleo
productivo y una organización del trabajo diseñada
de tal manera que permita al hombre alcanzar los
frutos de su trabajo.
c)
d)
Función social externa: contribuir al progreso
integral y al desarrollo sustentable; a la promoción
del bien común y al fortalecimiento del orden social.
3.- Ganancias
Una actitud social y una dedicación a los colaboradores
no bastan para que el empresario pueda imponerse con
éxito en la competencia. Así lo comprenden también
muchos trabajadores, sobre todo de las pequeñas
empresas.
Propio de la esencia de la empresa es que sus productos
o servicios sean útiles a la sociedad y tengan un valor
económico agregado; en virtud de ello es propio de la
naturaleza de la empresa generar utilidades, que son
necesarias para garantizar su permanencia, crecimiento
y productividad. Las utilidades deben resultar de la
preferencia del consumidor por los bienes o servicios
que brinden, en un mercado libre, las empresas.
Las utilidades son también condición indispensable para
otorgar dividendos atractivos, pagar remuneraciones
justas y contribuir mediante impuestos a los servicios
públicos. Deber del quehacer empresarial es obtener
utilidades reales y distribuidas con equidad, conforme a
la misión y funciones vitales de la empresa.
4.- Productividad
Optimiza la relación entre el trabajo humano, los
instrumentos utilizados y el valor económico y el
agregado.
La
sociedad
es
la
verdadera
destinataria
de
la
productividad, sea que ésta se manifieste en precios más
accesibles a sectores más amplios o en mayor calidad o
utilidad del producto o servicio, o en mayor remuneración
a los que trabajan.
La elevación de la productividad en toda la actividad
económica es
condición indispensable para lograr
aumentos reales de los salarios de la población, la
generación de empleo productivo y para fortalecer la
economía de cualquier Nación.
Para superar metas de productividad no basta el esfuerzo
armónico de los factores directamente relacionados con la
producción sino que se requiere también el estímulo social
y las condiciones propicias del entorno jurídico y político
así corno al correcto funcionamiento de la burocracia
estatal pues el burocratismo afecta a la productividad
empresarial, esfuerzo de empresarios y trabajadores.
5.- La participación laboral
Una de las formas para enriquecer el contenido del
trabajo es la participación de los trabajadores en las áreas
y materias propias de su competencia para que su
contribución sea real, relevante y positiva, y permita
armonizar mejor su iniciativa con la dirección de la
empresa.
Las diferentes formas de participación son opciones para
que las empresas y los trabajadores cumplan mejor sus
objetivos. Surgen del grado de desarrollo de la cultura
empresarial y, por tanto, no deben ser impuestas por la
ley o por las autoridades. En el país se vienen
difundiendo con éxito los 'círculos de calidad' o 'comités
de gestión' como un instrumento para el desarrollo
empresarial.
6.- La pequeña y microempresa
Hoy día resulta obvio que el inmenso mundo de la
informalidad no es una realidad homogénea. Existen
claramente dos realidades que usualmente se engloban
bajo este concepto: las micra empresas, unidades
productivas con capacidad de desarrollo empresarial, y
los informales, hombres y mujeres que para enfrentar la
crisis -a través del autoempleo- buscan subsistir.
En las microempresas con capacidad de crecimiento hay
un segmento, la pequeña empresa, cuya energía productiva debe ser eficientemente incorporada al esfuerzo
común del sector privado por el desarrollo nacional. No
debe olvidarse que existen quienes cometen delitos con el
pretexto de la informalidad; estos no son empresarios.
EL EMPRESARIO
Los empresarios peruanos comprendemos que nuestra
actividad se realiza en una economía de libre mercado en
proceso de consolidación. Por ello debemos lograr una
combinación óptima de los factores de la producción y
tenemos que observar continuamente las señales de los
mercados para tomar decisiones que, casi siempre, están
condicionadas por informaciones incompletas y, por ello,
son riesgosas.
1.- Definición
El concepto de empresario es amplio, incluye al inversionista, al patrón en el sentido de la legislación laboral, al
director, a la gerencia y al emprendedor o creador de
empresas. Empresario es aquel que trabaja en cualquiera
de esas formas del quehacer empresarial y asume responsabilidades determinadas en el proceso económico de
la sociedad.
Emprender es asumir riesgos para promover o crear
empresas, ampliadas y transformarlas, adaptándolas a las
cambiantes necesidades de la sociedad. El empresario
apunta hacia el futuro a través de decisiones tomadas
bajo circunstancias de incertidumbre.
El empresario tiene, esencialmente, que tomar y llevar a
cabo decisiones. Se trata de procesos que escapan a la
observación común. Como la mayoría de las personas se
atiene a los hechos concretos tiende a entender al empresario como el capitalista, que con su dinero funda y
mantiene en marcha una empresa. Lo decisivo para
comprender el papel del empresario no es el que posea
capital, propio o ajeno, sino lo que hace con él.
El empresario debe contribuir para que se logre el objetivo concreto de la economía, es decir, la 'función
cultural de asegurar la subsistencia'.
2.- Características y funciones
Son características del hombre de empresa: la capacidad
para tomar iniciativas, adoptar decisiones, asumir esfuerzos, aceptar riesgos, entender los mercados y su
desarrollo, procurar innovaciones, dirigir personas,
entusiasmar a los colaboradores, coordinar su trabajo y
procurar que sientan la empresa como un ámbito vital,
como una comunidad de personas.
Las funciones clásicas del empresario son la combinación óptima de los factores de producción para la creación de una empresa que trabaje con rentabilidad, la
vigilancia de los costos y la búsqueda de innovaciones.
Pero a ello se agrega una tarea importante: la conducción
de personas.
3.- El régimen de libertad económica
La libertad económica no es posible sin un determinado
tipo de empresario que cumpla con sus roles de agente
productivo y miembro de la sociedad civil así como con
sus responsabilidades éticas.
El espíritu empresarial y la formación del capital son las
fuerzas motoras, propiamente dichas, del crecimiento
económico.
La promoción del crecimiento es una de las tareas del
empresario en un régimen de libertad económica; de allí
que no basta una administración honesta sino que se
espera un comportamiento y una mentalidad creativa, así
como un comportamiento innovador.
El empresario creador es alguien que a través de nuevas
combinaciones de factores de producción lleva a cabo
innovaciones y, con ellas, posibilita el desarrollo económico de la comunidad de la cual participa. A comienzos
de este siglo los economistas comenzaron a reconocer la
importancia decisiva que tiene el empresario innovador
para el crecimiento económico.
4.- Ganancias y conservación de la empresa
Desde antiguo la ética económica reconoció la importancia de la función empresarial para la realización del bien
común. Según este punto de vista la actividad del empresario interesa a toda la sociedad, razón por la cual no se
puede objetar las legítimas ganancias obtenidas con su
actividad.
La racionalidad de la actividad económica en mercados
libres exige que las empresas obtengan ganancias como
un presupuesto del bien común.
Sólo la ganancia permite al empresario asegurar la existencia de su empresa y mantener y generar puestos de
trabajo así como atreverse a nuevas innovaciones que
promuevan el crecimiento.
Ciertamente no puede prescindirse de la ganancia; pero
no es la última y única motivación del empresario. Para la
mayoría más importante es la conservación y desarrollo
de la empresa. Esto requiere pensar a largo plazo y
renunciar a una maximización momentánea de las
ganancias.
No puede negarse que existen ganancias injustificadas.
Esto se produce cuando se intentan eliminar las reglas de
juego de la competencia.
Invertir en una empresa implica riesgo. Quien invierte
tiene derecho a un dividendo y espera que sea atractivo.
5.- Dirección Empresarial
A sus funciones clásicas de combinación innovadora de
factores de producción y de control de la empresa, se
suma, como una nueva función, la coordinación de las
personas.
Además de competencia profesional el empresario tiene que
poseer capacidad de comunicación. La conducción moderna
de una empresa supone la colaboración intelectual de sus
integrantes.
El estilo de conducción debe promover el rendimiento; pero
esto se logra sólo si se respeta el sentimiento del propio valer
de las personas que trabajan en la empresa.
6.- Ética y cultura empresarial
Las decisiones son la esencia de la dirección de empresas.
Las decisiones son actos humanos y, por ende, tienen una
inevitable dimensión ética, que a su vez tiene dos campos: el
común de todo acto libre que implica el respeto de principios
y normas; y el específico empresarial cuya ética se rige por la
utilización de los esfuerzos y medios adecuados para el
cumplimiento de los fines de la empresa y del trabajo, tanto
en orden a la plenitud de las personas como a la consecución
de metas específicas.
La actividad del empresario está sujeta a pautas éticas: no
sólo se trata de producir más y mejores productos y obtener
ganancia. Se requiere que el empresario y su equipo dirigente
conduzcan la empresa de acuerdo con valores objetivos.
Cada vez es mayor la convicción de que en una época de
reforzada competitividad, una 'cultura empresarial' digna
de crédito, basada en un comportamiento ético, es un
presupuesto importante para el desarrollo y la rentabilidad de las empresas.
LAS ORGANIZACIONES
EMPRESARIALES
En la actualidad existe en el empresariado nacional una
voluntad de coordinación entre los diferentes sectores
productivos para concertar una estrategia coherente en
función de la afirmación de la democracia política y de la
consolidación de una economía de libre mercado. Los
gremios empresariales sectoriales en CONFIEP son los
espacios institucionales donde dicha coordinación se
construye cotidianamente. Existen sectores laborales que
comparten esta mentalidad moderna.
1.- Las sociedades primarias y las intermedias
Las sociedades primarias son aquellas que atienden a las
exigencias y las necesidades básicas de las personas, y sin
las cuales el hombre no puede alcanzar convenientemente
sus fines; éstas son, por ejemplo: la escuela, la empresa y la
comunidad próxima.
Las sociedades intermedias se constituyen y actúan como
manifestación del inalienable derecho de asociación que
debe ser respetado por las leyes y el Estado. Cada una de
ellas, conforme a su naturaleza y competencia tiene como
fin un bien común específico al servicio de sus agremiados,
en cuya promoción tienen obligación de participar.
Estos organismos posibilitan a las personas el desarrollo de
su sociabilidad, el apoyo solidario en el ejercicio y defensa
responsable de sus libertades y derechos, y el cumplimiento
de sus deberes. Sirven también para la obtención y defensa
de intereses legítimos, satisfacción de necesidades, solución
de problemas comunes, logro de aspiraciones, desarrollo de
capacidades; y sobre todo para tener representación ante
terceros, además de poder de gestión con autoridades e
interlocución con otras sociedades.
Por todo ello, son necesarias para la participación de las
personas en la promoción del bien común y para la
aplicación real de la solidaridad y la subsidariedad.
Para cumplir sus fines requieren de autonomía y también
estar libres de toda vinculación de dependencia
gubernamental y partidista.
2.- Las asociaciones empresariales
Todos los particulares por su calidad de personas y
ciudadanos no sólo tienen el derecho de asociarse libremente sino también el de constituir organizaciones o
sociedades para fines específicos. Los empresarios pueden participar simultáneamente en asociaciones con fines
empresariales o de cualquier otra naturaleza.
Las asociaciones empresariales cumplen una labor muy
importante promoviendo el desarrollo nacional; pero
especialmente en la medida que fomentan las aptitudes
propias de la persona, en un marco de auténtica libertad.
Entre la múltiple gama de sociedades intermedias, fruto
de la iniciativa y la libertad, están las sociedades empresariales.
En ellas se reúnen las empresas de las diversas ramas que
conforman los diversos sectores productivos. Además
de sus finalidades al servicio de sus asociados tienen
la responsabilidad de contribuir, según su modalidad,
en la promoción del desarrollo. Por tanto, su quehacer
tiene dos dimensiones: el bien de las empresas o
personas asociadas y la participación en el bien común
de la sociedad.
3.- CONFIEP
Es la organización central plurisectorial del empresariado
nacional.
Son principios rectores de CONFIEP según sus Estatutos:
Propiciar la consecución de objetivos nacionales de
desarrollo y crecimiento con evolución social al
servicio de los intereses nacionales, el mejoramiento
de la sociedad peruana y la plena realización y
superación de la persona humana.
Afirmar un sistema de empresa privada, fundado en la
libertad personal, la iniciativa particular, la retribución
al esfuerzo, la propiedad privada y la adecuada
rentabilidad de la inversión, dentro de una economía
social de mercado.
La importancia de una organización central
plurisectorial nacional es evidente pues la
modernización socioeconómica del Perú exige del
más amplio consenso empresarial. Las características de
los procesos de estabilización económica y ajuste
estructural reclaman la coordinación de los diferentes
sectores productivos para concertar una estrategia
coherente del empresariado privado en la construcción
de la democracia política y económica.
Sin lugar a dudas una organización central plurisectorial
resulta de utilidad para hacer comprender las ventajas
del cambio económico y para promover la concertación
de políticas para facilitar el sinceramiento de economías
artificiales fundadas en distorsiones.
Diferentes organizaciones centrales en el mundo han
demostrado eficacia para ponderar tensiones entre sectores empresariales, que podrían inhibir esfuerzos de
modernización económica.
Un horizonte de mediano y largo plazo es el ámbito
propio de estas organizaciones y esa es una de sus
ventajas comparativas no obstante actuar intensamente
en las coyunturas.
La membresía de estas organizaciones son su fortaleza
pues permite coordinaciones que les facilitan actuar en
nombre del empresariado privado, lo que las convierte
en interlocutoras privilegiadas del sector público, los
sindicatos y otras instituciones de la sociedad civil.
El fortalecimiento de la unidad empresarial ha sido la
principal acción de CONFIEP para promover la empresa
privada, y los avances dados por el empresariado en su
conjunto han sido fruto de esta labor, conjuntamente con
su capacidad de investigación y comunicación.
Se terminó de imprimir en diciembre de 1993, en
el Taller Gráfico de Tarea Asociación Gráfica
Educativa.
Pasaje María Auxiliadora 156-164 – Breña
T. 248104 - 241582
LIMA - PERU
Afortunadamente el Perú, como lo demuestra la gesta de
millones de hombres y mujeres de todos los sectores sociales,
es un país con vocación empresarial; un país con hombres y
mujeres capaces de aceptar riesgos con el fin de innovar y de
producir bienes y servicios que satisfagan necesidades.
Juan Antonio Aguirre Roca
Presidente de CONFIEP