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1 Página Inicial Autora: Elenora Baringoltz Afiliación Institucional: Facultad de Ciencias Económicas (UBA). PIECE (Proyecto de Investigación en Ciencias Económicas) – UBACyT Título del Trabajo: ÉTICA Y ECONOMÍA: En busca del nexo perdido Domilicio: General Urquiza No 179, Piso 8vo., Depto. "E", 2do.cuerpo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. C.P.: 1215 T.E.: 4-932-7256 E-mail: pbaringo@econ.uba.ar Fax: 4-373-4448 (interno 6152) 1 2 "Cabe defender que un contacto más íntimo entre la ética y la economía puede ser beneficioso no sólo para la economía sino también para la ética" Amartya Sen, Sobre ética y economía 1. A modo de antesala: ¿desde dónde y cómo comenzar a reflexionar? A pesar de que la tematización sobre la existencia de un nexo entre ética y economía puede remontarse a dos escritos aristotélicos medulares, la Etica Nicomaquea y la Política,1 la simplificación o reducción a la que algunos pensadores influyentes como L.C.Robbins, sometieron a las ciencias económicas contribuyó a objetar la legitimidad de vincularlas con disciplinas ligadas al campo humanístico. Lo cierto es que, luego de un largo silencio que caracterizó a una parte sustancial del S.XX, el debate se ha reabierto. Tal reapertura ha dado lugar no sólo una revisión relativa al rango de problemas de los que se considerará que legítimamente caen bajo el dominio de las ciencias económicas en forma genérica. En lo que respecta al interés del presente trabajo, el debate actual incluye la tematización del papel constitutivo que pudieran desempeñar los juicios de valor (eminentemente éticos) en el ámbito teórico, con una clara tendencia a evitar posiciones de corte separabilista. Sería correcto calificar de separabilista a un tipo de enfoque que, al estilo de Robbins, intente preservar ciertas dicotomías como positivo/normativo o medios/fines tal que, aunque se admita que el economista formule juicios de valor, sólo lo hará fuera del campo teórico y, tales juicios, se considerarán extracientíficos. Este enfoque de marcado sesgo tecnocrático, pretende asegurar que la manera de hacer economía científica, consiste en mantenerse dentro de los rígidos límites que la convierten en ciencia positiva. En tanto tal, la economía deberá preservar su pureza atendiendo a dos características fundamentales: "objetividad" y "neutralidad" con respecto a cualquier factor externo contaminante. 2 Sin embargo, un número importante de economistas y filósofos -preocupados por el tema que nos convoca- ponen en duda la plausibilidad de los argumentos a favor de que las ciencias económicas puedan continuar ostentando su status de tales, sin atravesar los estrictos límites de demarcación trazados por los partidarios de posiciones separabilistas.3 De aquí que no sea casual, que la reaparición del debate 2 3 sobre la conexión entre ética y economía, tenga lugar en una agenda de discusión de corte no-separabilista o, directamente heterodoxo. Una agenda en la cual también ha desempeñado un papel importante la dicotomía interno/externo.4 Parece que no nos queda sino reconocer que tanto el recorte de problemas como las categorías o conceptos, habilitados como campo de análisis de las ciencias económicas, están impregnados de los presupuestos admitidos por los diversos marcos y perspectivas desde los que se las aborda, aunque no es común que tal reconocimiento se haga explícito. Por esta razón, no podemos esperar una propuesta unívoca de parte de la comunidad científica que tematiza el dominio tales ciencias, sino diversidad de posiciones alternativas que son la más clara manifestación del estado de crisis reflexiva deconstructivo-constructiva en la que se encuentra. Conforme a lo sostenido, debe quedar claro que el marco elegido como punto de partida del presente trabajo constituye sólo una de las múltiples perspectivas de análisis posibles del pensamiento económico entendido como ciencia. De su influencia con respecto a generar una reapertura de las ciencias económicas hacia otras disciplinas daremos cuenta en las secciones 2 y 3. De ahí que se presente lo que Robbins5 denominó "el problema de la economía", ubicándolo primero dentro de una agenda global como marco "desde dónde comenzar a reflexionar". El "cómo" tiene que ver con la estrategia de ir delineando un enfoque que haga viable arrancar -entre otras- la idea de que parte de la imposibilidad de encontrar un nexo entre ciencias económicas y ética se apoya en la imposibilidad lógica de conectar planos de discurso esencialmente diferentes.6 En la sección 4 se presentará la forma en que Amarty Sen logra cristalizar el nexo buscado. 3 4 2. De la agenda global ¿Por qué fijar el punto de partida reflexivo invitando al lector a incursionar en el tópico de la agenda global, si de lo que se trata es de puntualizar el nexo entre ética y economía? De otro modo, ¿por qué comenzar con un problema de orden epistemológico/metodológico, aun a riesgo de que se lo califique como una cuestión "fuera de juego"?. En primer lugar, porque sostenemos como idea regulativa que la economía es una ciencia y como tal no puede estar ajena a la crisis que afecta al conocimiento científico contemporáneo. En segundo lugar, una vez admitida la existencia de la crisis, se considera que la misma no sólo ha afectado a las ciencias económicas en lo que respecta a la caracterización multidimensional de su objeto de estudio, sino también en concebir que el camino más adecuado de aproximación a tal objeto supone cambios de orden metodológico. Cambios de los cuales el nexo, cuya existencia se pretende sostener, no es ajeno.7 A fin de que el lector esté en condiciones de evaluar el carácter no arbitrario de ambas respuestas se esbozarán algunos puntos que las hacen plausibles en principio. G. Gusdorf (1982) entiende que el tópico encarado por la agenda global es universalmente aceptado como tal bajo el presupuesto de que su solución es pensada, metafórica e irónicamente, como "la panacea (...) llamada a curar todos los males que afectan la conciencia científica de nuestro tiempo". Este tópico, nos advierte del peligro de caer en una "esclerosis del saber" que culmine alejando al conocimiento científico en general de su relación con el mundo real.8 Por otro lado, se trata de una crisis que revivifica la vieja ambición científica resumida en la "tesis de unidad de la ciencia". Si bien, la crisis global del conocimiento científico, no apunta directamente al problema del nexo entre ética y economía, podría ayudar a comprender parte de la tensión esencial que se está produciendo en las ciencias económicas. Podría ayudar a visualizar la necesidad, la urgencia, de romper con aquellas concepciones que la encapsulan en un mundo de modelos ideales, modelos que a la hora de ponerlos en práctica podrían chocar con la realidad. Podría, además, concebirse que la problemática que gira en torno de la mencionada ruptura constituye parte de la tensión que afecta a la economía actual y que divide las aguas entre "éticos" y "no-éticos". Tensión que se produce a causa del temor a trasponer el seguro reducto separabilista que, hasta no hace mucho tiempo, continuaba ofreciendo resultados eficaces. 4 5 Entre los partidarios del segundo grupo, los "no-éticos", encontramos un subgrupo de pensadores que, además de mantener esta suerte de cultura de la separabilidad, extreman su posición hacia un reduccionismo que hace descansar la unidad de las ciencias económicas sobre bases abstractas, reconociendo como única herramienta confiable el formalismo lógico-matemático.9 Entre los que consideran que la teoría económica es susceptible de ser percibida correctamente como un sistema de estructuras puramente lógicas (en una forma abstracta y manteniendo su pureza), sin estar provista de contenido ético a la manera en que lo está la geometría euclidiana, tenemos a W.Vickrey (1953). Sin embargo, Vickrey reserva un lugar a la ética en la economía aplicada, sugiriendo que la conducta ética o el comportamiento altruista se desarrolla en la práctica ("grows by excercise"). En base a esta concepción es que se puede llegar a considerar que la ética no es un factor contaminante sino un ingrediente esencial del buen funcionamiento del sistema económico10 tal que, gran parte del funcionamiento de la economía de mercado, dependería o estaría sustentada por las expectativas del comportamiento moral de los agentes económicos. Para mostrar que los juicios de valor parecen entrar más fácilmente cuando pasamos del ámbito teórico al ámbito de aplicación, podemos apelar a la economía tributaria. Lo que se intenta mostrar al apelar a este caso, es que entre los criterios en base a los cuales se asignan las cargas tributarias se incluyen, explícitamente, consideraciones éticas como "equidad". Lo mismo ocurre con términos como "eficiencia", "neutralidad" y "simplicidad", que además de su contenido económico involucran juicios éticos tal que, en la distribución tributaria no sólo se preserva al mercado de imperfecciones ocasionadas por distorsiones que puedan afectar su equilibrio, sino que se preservan las libertades individuales de los agentes económicos en su carácter de sujetos autónomos.11 Gusdorf no ha sido el único en advertir los problemas que podrían acarrear a las ciencias económicas de mantenerse en una posición separabilista. J.J.C.Smart (1968), caracteriza con idéntica inquietud la situación de desarticulación del conocimiento científico." 12 científico que genera la "departamentalización" o el "sindicalismo Este autor de origen australiano, encontró una forma suspicaz de plasmar el horror de los científicos a cruzar los límites marcados por sus respectivas disciplinas de origen. Siguiendo la línea de análisis esbozada por Smart, no sólo se refuerza el sentido de tomar como punto de partida el tópico de "la agenda global" 5 6 sino que, además, permite que nos concentremos en el debate sobre el status de las ciencias económicas al objetar su aceptación a-crítica de las ventajas que pudiera ofrecerle mantenerse dentro de los límites de lo que A. Sen (1987) denomina "economía convencional".13 Al mismo tiempo, entendemos que Smart pone en cuestión la dualidad de planos de discurso aunque de una manera distinta de la planteada por RobbinsΩ si la economía se ocupa de hechos, esto la convierte -en términos del pensador australiano- en una ciencia que en gran parte pretende ser descriptiva. Entonces, vuelve a abrirse la brecha cuando nos preguntamos: ¿qué ha de entenderse por "descriptiva"?. Por un lado, están los que sostienen que la tarea del economista consiste, esencialmente, en desarrollos teóricos que se remiten a describir los mecanismos del mercado mediante una sucesión de teoremas básicos, como los teoremas básicos de la teoría del bienestar y sus modificaciones posteriores. Por el otro lado, están los que entienden que, dado su carácter de descriptiva, se requiere que el teórico de las ciencias económicas se comprometa con algo más. Para que este algo más se cristalice es necesario arbitrar los medios para asegurar a la economía un punto de contacto más estrecho con el mundo real. De este modo –dirá Smart- los economistas se convertirán en "portadores profesionales de predicciones" y no se contentarán con hacer de la economía una "idealización comparable a la teoría matemática de los juegos". El programa que Smart plantea se conecta con la necesidad de definir, claramente, el campo de acción de las ciencias económicas y, al mismo tiempo, lo coloca entre los opositores a una concepción restringida de las ciencias económicas. Cabe reflexionar si su crítica es interna o externa. Si lo que Smart considera casi como un desideratum de los economistas en su rol de teóricos es plausible, entonces parece que tenemos que concluir que la crítica si no es interna al menos se sitúa en la frontera de un criterio rígido de demarcación. Lo cierto es que resulta difícil evaluarla como una cuestión "fuera de juego". Por último, vale la pena tomar nota de algunas reflexiones de L. Apostel (1982), que pueden reforzar la importancia de la agenda global acerca del futuro del conocimiento científico y abrir de modo más directo el camino hacia el problema de la economía. Comparada con otras disciplinas, la economía -para Apostel- parece disponer de instrumentos de cuantificación naturales, entre otros "precios", "salarios", "cantidades de bienes producidos", "ritmos de producción". En lo que 6 7 respecta a la "teoría del equilibrio", entre los que Apostel reconoce los aportes de A. Cournot, L. Walras, V. Pareto y la escuela de Lausana, resulta claro que la economía posee sus propios elementos matemáticos. Sin embargo, ¿son estos suficientes? Apostel, no anda con rodeos, y afirma en sus propios términos: "la economía, a semejanza de otras ciencias humanas aquí estudiadas, aún no ha adquirido su unidad interna. Y lo que es más: no llegará a esta unidad más que si es elaborada una ciencia más general de la economía, recurriendo a conceptos y medios de naturaleza claramente interdisciplinaria". Si bien Apostel, no apunta directamente a la relación entre ética y economía, admite la necesidad de una apertura de las ciencias económicas hacia otras disciplinas del área humanística en combinación con lo que él denomina "disciplinas sintetizantes".14 La admisión de una apertura de las ciencias económicas conlleva entre otras cosas a cuestionar conceptos muy arraigados en la economía convencional como el viejo concepto de homo oeconomicus. 3. Más allá de la agenda global de camino al encuentro del nexo perdido ¿Podría ser el concepto de homo oeconomicus un concepto clave que hay que abandonar para que la ética tenga cabida? Si lo es, ¿en qué ámbito?. ¿Sólo en el de aplicación o también en el teórico, para conformar a los heterodoxos?15 Entre las objeciones a este homo, Apostel observa las consecuencias que se siguen de caracterizar a tal individuo como una "criatura solitaria", criatura que tiene a su disposición una cantidad de instrumentos para el logro de sus fines. El homo oeconomicus puede destinar esos instrumentos en proporciones variables, siempre conforme a los fines que pretenda alcanzar. El empleo de aquellos determina tanto los productos terminados como los productos que es capaz de consumir, todo ello sin necesidad de ponerse en relación con otros. Si cabe hablar de interacción, siempre se plantea en términos de encontrar los instrumentos o bienes que considere necesarios para la prosecución de su actividad productora. Entonces, ¿cuál sería el problema de la economía relativo a esta concepción del homo oeconomicus? Pues bien, su comportamiento, visto de manera simplista, consiste en calcular de manera óptima la forma de satisfacer sus utilidades personales.16 De más está decir que la caracterización de este homo puede caer bajo el rótulo de "no-ética", toda vez que se la asocie con dos supuestos, ambos objetables. Primero, el supuesto de que el 7 8 comportamiento de este homo es racional; segundo, que para que tal comportamiento racional se ponga en práctica, basta con que lo que el homo busque sea satisfacer su propio interés. (De aquí surge la asociación de comportamiento racional y egoísmo). Pero el punto crítico máximo se alcanza cuando queda fuera de esta concepción cualquier referencia a las comparaciones interpersonales de utilidad por considerarlas extracientíficas, en el sentido en que Robbins las consideraba. En definitiva, si lo que buscamos es dar con el nexo entre ética y economía habrá que revisar una serie de presupuestos involucrados en el análisis de la economía convencional. No sólo habrá que revisar el sentido restringido de racionalidad atribuible al homo oeconomicus. Habrá que avanzar más allá de los criterios rígidos de demarcación de la postura convencional para incorporar lo que algunos consideran "factores externos contaminantes".17 Entre los temas cruciales que ameritan la incorporación de dichos factores, uno de los más sonados ha sido y sigue siendo cómo preservar, la libertad, la autonomía de los agentes económicos que se desenvuelven dentro del marco de lo que se conoce como "sistema de mercado". El tratamiento de este tema que ofrece Sen en los "Logros y limitaciones del mecanismo de mercado en el fomento de las libertades individuales", tiene la peculiaridad de haber logrado asestar el dardo en el centro del blanco al sostener "la libertad tiene muchas facetas distintas y hay pocas posibilidades de obtener un índice numérico de la libertad que pueda captar suficientemente todas las facetas". El objetivo último de distinguir entre dichas facetas es juzgar precisamente, si cuando se habla de libertad o autonomía de los agentes dentro del mecanismo del mercado es una libertad real o sólo retórica. Si la idea de libertad es consistente o no con las oportunidades reales que las personas tienen para vivir del modo en que han elegido hacerlo. Si se puede seguir sosteniendo de manera consistente la idea de libertad, sobre la base de que las preferencias y elecciones de un individuo puedan estar orientadas, exclusivamente, al interés personal o, si éste no es sólo un supuesto limitado y, además, erróneo. Por último, Sen confía en que desde una concepción basada en la libertad se puede producir un cambio sustancial "en la perspectiva del análisis económico técnico en una dirección que tiene considerable importancia ética y política" Tomando en cuenta el vuelco que ha dado el pensamiento económico desde los 60's con los primeros escritos de Sen y, en concordancia con su cuestionamiento de la 8 9 posibilidad de cuantificar las diversas facetas en que la libertad se manifiesta, nos introduciremos en uno de sus estudios de caso. El estudio de caso seleccionado tiene la peculiaridad no sólo de mostrar el papel que desempeña el concepto de libertad en las ciencias económicas sino que pone de manifiesto un vínculo entre cuatro conceptos involucrados con cuestiones que hacen a nuestra vida cotidiana. Tales conceptos clave son: "capacidades", "funcionamiento", "calidad de vida" y "standard de vida". 4. Cuestiones de la vida cotidiana y de la economía científica: El tema seleccionado, a modo de estudio de caso, nos devuelve al camino iniciado en la antesala del trabajo. Por un lado, en lo que respecta a su origen: ya en la Política, Aristóteles, proponía como fin del estado (la Pólis) promover "la calidad de vida". Por el otro lado, toma fuerza la dicotomía interno/externo, apenas mencionada. Pero más allá de este retorno, este estudio de caso (complejo por la cantidad de variables que pone en juego), nos lleva a revisar una serie de presupuestos básicos de distinto tenor aunque bajo un mismo marco, a saber: los presupuestos básicos de la "economía del bienestar",18 el criterio de optimalidad de Pareto y la noción de "eficiencia" ligada a dicho criterio, el valor considerado en términos de utilidades, el egoísmo y su incidencia sobre el alcance de la libertad y el respeto de los derechos.19 Luego de rescatar el aspecto "no-ético" recogido por Sen (1987) como una característica de la economía moderna (economía convencional), originada en la rama de la economía entendida como gestión estratégica. Chin Liew Ten (1996) resume la visión de Sen con respecto a los "dos orígenes de la economía", interpretando que la disociación entre economía y ética es un fenómeno relativamente reciente, que marca una contradicción. Por un lado, explica dicha disociación como una forma de fortalecimiento "para desarrollar técnicas maravillosas". Por el otro, se lo considera como una debilidad central. De aquí que, se distingan dos cuestiones que afectan la relación entre ética y economía. La primera, se refiere a la neutralidad de los problemas y conceptos abarcados por la economía, una cuestión que nos remite a la posición de parte de los adherentes a la doctrina de la separabilidad y que queda encuadrada como una cuestión interna. La segunda consiste en puntualizar el locus de las cuestiones o problemas externos tras lo cual, cualquier rama de las ciencias económicas que huela a vinculaciones con 9 10 disciplinas humanísticas termina ligada con factores externos. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se produce una evaluación ética de los acontecimientos económicos tal que: la conducta del homo oeconomicus se aleja de su aislamiento para interactuar con los demás incorporándose a "la vida social". Por este camino transita, esta vez, una de las discusiones más sonadas y polémicas: ¿cuál es la mejor noción de eficiencia y cuál el modelo de comportamiento racional que mejor le calza al homo oeconomicus? ¿Es el de la optimalidad de Pareto "maximización del beneficio" (personal) o el de sus subsecuentes enmiendas y objeciones a dichas enmiendas?20 Esta reflexión sobre el criterio de optimalidad de Pareto, suele ubicársela –tambiéndel lado de las críticas externas. Externa, en tanto afecta a la evaluación standard del sistema de mercado. Al facilitar un espacio a la importancia social que puedan tener las conductas de los agentes económicos que interactúan en él, se pone de manifiesto la intención de subordinar las evaluaciones del mercado a evaluaciones más amplias. Desde una perspectiva interna, estas evaluaciones, en parte estarían incluidas en una serie de valores que, los defensores de que existen argumentos morales no contaminantes a favor del mercado, han intentado explicitar. John Gray (1992) ha sostenido enfáticamente que el mismísimo mecanismo del mercado inculca valores (en sentido ético) en las personas. En este sentido, el mecanismo del mercado resulta un instrumento para promover virtudes: la generación del bienestar social, el cultivo de la verdad y la realidad, o la promoción de la libertad y autonomía individual.21 En esta línea, los defensores del mercado, en sentido externo, no ven a la eficiencia económica -que es una meta interna del mercado- como un valor último, en términos del cual el mercado tenga que ser evaluado. Más bien, los valores para evaluar el mercado son valores externos de justicia y derechos individuales. Considérese ahora el caso del desarrollo económico. ¿Las cuestiones respecto de lo que acaece dentro del funcionamiento del mercado, digamos en sentido standard, son: internas, externas, o están interconectadas? Si se considera que las internas se refieren a la medida apropiada del crecimiento económico, es plausible sostener que no se trata de un tema éticamente neutral. La evaluación (medida) tradicional del crecimiento de la economía, se formula en términos de transacciones comerciales. Pero, como P. Onmerod (1994) señaló, esta perspectiva desde la cual se encara la evaluación es como "hacer la vista gorda al valor de las actividades que tienen lugar 10 11 fuera del mercado y no retribuir cierto tipo de servicios como los que tienen lugar en el hogar, a saber: lavar, cocinar y planchar". Algunos economistas han reaccionado contra esta forma estrecha en que se focalizan las transacciones del mercado, construyendo alternativas para sopesar el crecimiento. Las medidas alternativas explican tales factores como el costo de contaminación y el costo de congestión del tráfico. Diferentes medidas del crecimiento económico producirán distintas tasas de crecimiento. La consecuencia obvia es: los gobiernos usarán para medir el éxito de su crecimiento económico mecanismos de los que resulten las tasas más altas. Una manera de hacerlo es que la inclusión de la contaminación externa y la congestión del tráfico sea descalificada, porque considerarán que el análisis del mercado debe focalizarse a partir de los presupuestos de la visión estrecha. Así pues, introducir los servicios citados por Onmerod en el funcionamiento del mercado es dar entrada a factores negativos en el crecimiento de la economía. Mas, aunque nosotros estemos tratando con una cuestión interna, existen valores éticos y políticos que son centrales, se cuelan y parece que deben considerarse, si realmente se buscan soluciones a las múltiples fallas que tienen lugar en el mercado. La pobreza, la marginalidad, etc. son algunas de ellas. De este modo, una concepción estrecha del funcionamiento del mercado, deja afuera más de lo que le permite la entrada. En esta línea, algunos pensadores de la esfera económica sostienen que tiene que existir una medida más amplia y aceptable de crecimiento, que refleje la pérdida de conexión entre el crecimiento económico y el aumento de prosperidad material. En realidad, las cuestiones son tan amplias y centrales que justifican que apetezcamos un crecimiento económico continuo y rápido. Sin embargo, no podemos obviar determinadas incertidumbres y la aceleración en los cambios22 que impiden que pueda ser medido más que en términos relativos. Nos referimos, en particular, a la preocupación creciente de que situaciones concretas que afectan al medioambiente natural, social y cultural, se conviertan en obstáculos para encontrar una medida de aumento continuo: sus designios son inescrutables (parafraseando al filósofo). El debate acerca de cómo opera y se evalúa el libre mercado ilustra las distintas maneras en que las cuestiones internas y externas pueden, a veces, estar claramente 11 12 separadas mientras que, otras veces, resulta difícil establecer distinciones rígidas entre ellas. Muy tempranamente, se hizo alusión a que los reclamos eran formulados por críticos y defensores externos del mercado, cuya intención era promover varios valores. Algunas de estas afirmaciones son claramente externas, en el sentido de que apuntalan las operaciones del mercado -entre otras cosas- en tanto se concibe que el mecanismo del mercado es un vehículo de obtención de bienes. Tales críticos externalistas dirigen nuestra atención a los efectos favorables del libre mercado, que son queridos en nuestra vida social, pero que normalmente no están relacionados con las actividades del mercado. De este modo, M. Friedman (1987) sostiene que 'existe una conexión indirecta entre libre mercado, por un lado y el libre discurso por el otro'. La afirmación es una de tipo causal: interferencias con los mercados de producción producirán interferencias con el libre discurso en particular y la libertad individual para vivir en donde queramos y comprar lo que queramos. La línea argumentativa usual consiste en asumir que cuando las regulaciones y actividades del gobierno aumentan, se producen interferencias en los negocios que las personas individuales realizan, interferencias que se arrastran a múltiples organismos con los que el gobierno interactua. Es entonces, cuando aparece el temor de hablar contra las políticas oficiales. La idea central que se quiere puntualizar es que aparecen con el aumento de la regulación aparecen obstáculos manifiestos, tememos hablar de determinadas verdades y pronunciar abiertamente nuestras creencias sobre falsedades y errores. En síntesis llegan a afirmar que "el temor de las auditorias del IRS, la estrangulación burocrática y el acoso del gobierno es un arma contra la libertad de expresión". Por el otro lado, algunas caracterizaciones del mecanismo de mercado, claramente, lo relacionan con problemas internos. Considérese por ejemplo la explicación de E. Goodin (1992) de la 'norma rudimentaria de equidad' en la cual se apoyan los intercambios económicos voluntarios. Sostiene Goodin: "Para que el intercambio sea posible, debemos detener a la gente [y], simplemente, preguntarle lo que quiere, y si ofrecen una razón para pagar o devolver algo. Pero una preferencia por una manera de llevar a cabo un negocio más que otro ... es esencialmente una expresión de una elección entre códigos morales alternativos". 12 13 Para dar otro ejemplo, aparte de los servicios no incluidos en el funcionamiento del mercado libre, los economistas emplean el concepto de standard de vida. Se supone que ofrece una medida del bienestar de varias unidades individuo, hogares y países. Aquí también se producen intercambios de ideas "cuestiones internas", respecto de cuál es la concepción más apropiada de standard de vida entre las que se encuentran en competencia. Tradicionalmente, el standard de vida se mide en términos de utilidad, lo cual nuevamente, se concibe de distintas maneras, como un estado mental de felicidad y placer, como una complesión de deseos, o como constituido por lo que se elige. En Standard of living, Sen (1987), niega todas las concepciones de standard de vida que se relacionan con la noción de utilidad en sus varias formas. El condicionamiento social, podría hacer que una persona pobre, explotada o que se le exija un esfuerzo excesivo y se enferme. Sin embargo, eso no impediría que se sienta feliz con estas circunstancias. Menos plausible aun, sería sostener que disfruta de un standard de vida alto. La elección tampoco resulta una medida adecuada de standard de vida, porque uno puede estar motivado a elegir algo que no tenga como propósito promover su propio bienestar, pero sí razones diferentes como el orgullo nacional o el beneficio de otros. Sen rechaza también la opulencia, en la forma de posesión de mercancías, como una medida del standard de vida. Las personas que son más opulentas que otras, en el sentido en que tienen más comida para consumir pueden, como resultado de un problema físico, metabólico u otro tipo de enfermedad, tener un standard de vida más bajo porque son más desnutridos y débiles. Así, la solución no pasa por moverse de una medida subjetiva de utilidad a una medida particular objetiva de posesión de mercancías. Sen desea avanzar hacia una concepción diferente de standard de vida en términos de capacidades y funcionamientos. Nuestras formas de funcionar se refieren a lo que nosotros realizamos según nuestras condiciones de vida y nuestras capacidades se relacionan con la modalidad que adoptamos para conseguir estas condiciones. Sen ilustra los funcionamientos con el conocido caso al que alude A. Smith: para que un individuo no se sienta avergonzado de aparecer en público, los requerimientos son la posesión de ropas, zapatos, etc. Tener la misma capacidad para aparecer en público sin vergüenza, requiere diferentes mercancías y grados de opulencia en diferentes sociedades, dependiendo de normas culturales y costumbres sociales. 13 14 En sentido amplio, su negación de la concepción tradicional es un tema interno, aunque en este caso existen disputas éticas o valorativas y asunciones que podrían ser cruciales para la resolución del problema. Por otra parte, una explicación aceptable de "standard de vida", debe conectarse al menos en un grado de mínima con lo que nosotros, ordinariamente, concebimos como nuestro bienestar. De este modo, la concepción correcta no se puede desarrollar en un aislamiento "maravilloso" con respecto a todos los factores externos. Aun suponiendo que acordemos cuál es la mejor concepción de standard de vida, existe un problema posterior y externo acerca de la importancia relativa medir el standard de vida cuando nuestro propósito es "evaluar la calidad total o global de vida" de una persona, un hogar, una nación. Este tema, por supuesto, está afectado por cuánto y qué se incluya en nuestra concepción de forma de vida standard. Pero, el standard de vida es aun amplio, sino exclusivamente una medida del bienestar material. Sen prefiere distinguir entre realizaciones globales y el bienestar de una persona, que estrechan la noción más allá, para excluir algunas influencias sobre el bienestar personal. De esta forma, una persona puede hacer compromisos cuyos logros involucren sacrificios de bienestar personal. Al calcular el standard de vida de una persona no sólo ignoramos esos compromisos, sino además, ignoramos la ganancia neta del bienestar personal, producido mediante la ayuda dada a otros por solidaridad. Aceptemos o no la concepción de standard de vida, por sí el standard de vida tiene un papel decisivo en determinar el tipo de vida que nosotros como individuos, grupos o sociedades tenemos que tener, y es claro que todas las cosas a considerar no son materiales. Así pues, la concepción de standard de vida incluye algunos aspectos que no son materiales,23 como ocurre con la explicación de las capacidades y funcionamientos de las personas proporcionada por Sen. Este es para el reciente premio Nobel, un problema clave para mostrar como la distinción interno/externo se hace borrosa en lo que respecta a la ubicación de los juicios éticos. Del mismo modo, determina que muchos lo consideren un heterodoxo que defiende con uñas y dientes lo que citamos en la apostilla que antecede este capítulo al punto de considerar que toda teoría económica, sea del tenor que sea, se verá en última instancia impregnada de juicios éticos. De ahí que, por otro lado, ese contacto más íntimo sea más que un intercambio de ideas, sea tan íntimo que para poder 14 15 hablar de fusión o de inextricable unión en contra de lo que opinaba Robbins de que se trata de dos discursos que pertenecen a planos claramente diferentes. Acordamos con Sen en que haber planteado la posibilidad de disociación entre ética y economía es útil como estrategia para mostrar que los problemas y los conceptos económicos están, en algún punto impregnados (posición heterodoxa) con valores derivados de los más amplios marcos y perspectivas. (Se admita explícitamente o no). También, creemos que el marco más amplio desde dónde empezamos a reflexionar colabora para entender muchos de los planteos críticos que ponen en tela de juicio el status ciencias económicas en las que la polémica interno/externo es también una puerta de entrada para poder plantear por qué la economía ya no puede seguir aferrada a su neutralidad valorativa, aun a nivel teórico. John Stuart Mill con una enorme voluntad superó su natural bondad y escribió «Principios de Economía Política» Edmund Clerihew Bentley Amartya Sen con una enorme voluntad le demostró que estaba equivocado. Eleonora Baringoltz Notas 1 Cfr.Amartya Sen (1987). C. Napolioni (1972) sostiene al referirse a L.C.Robbins, como parte de su reconstrucción del pensamiento económico del S.XX: "Los fines de las acciones humanas son, naturalmente, tema de otro tipo de evaluaciones -moral, religiosa, política, etc.- pero la economía no puede hacer otra cosa que considerarlos como siendo meramente parte del problema económico. La naturaleza específica de estos fines, sin embargo, no conciernen en absoluto a la formulación del problema de la economía, ni, en consecuencia, a la reflexión en torno a ella. Naturalmente, Robbins especifica que eso no quiere decir que el economista no pueda y no deba expresar juicios de admisibilidad o de la oportunidad de cualquiera de los fines particulares que una sociedad pueda proponer en su tiempo -por ejemplo en el campo de la política económica- pero él no puede hacerlo como economista, puesto que su deber consiste en indicar cuáles son los medios disponibles que pueden ser usados para alcanzar aquellos fines de la mejor manera posible. De acuerdo con esta concepción la economía es una 'ciencia positiva', es decir, libre de juicios de valor". En este contexto se aplica la discutida distinción entre economía teórica y aplicada, para cuya ampliación y tematización recomendamos la lectura de E. Scarano (1998). 2 15 16 Con respecto a las distinciones clásicas en ciencias económicas, Cfr. J.Casares Ripol (1992) en su caracterización de los partidarios de la "doctrina de la separabilidad", los "heterodoxos" y los "noseparabilistas". Véanse también los estudios críticos de G. Brennan y F. Gill en Economics and Ethics?, P. Gronewegen (ed.), 1996. 3 Como prueba del interés que ha cobrado este debate, recomendamos la lectura de "An 'Inexact' Philosophy of Economics", un refinado análisis realizado por R. E.Backhouse sobre The Inexact and Separate Science of Economics (ISSE) de D. Hausman y, dos artículos de este último, publicados en 1980/92 y 1997. Ambas publicaciones deben ser complementadas con dos artículos, también nodales, escritos en colaboración con M. S. McPherson en 1992 y 1993. Asimismo, el reciente Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, ha producido una serie de papers, libros y conferencias que hacen a la comprensión de este debate. Entre ellos recomendamos dos obras de gran impacto traducidas al castellano: On Ethics and Economics (1987/1989) y Bienestar, justicia y mercado (1997). El último reúne tres conferencias que siguen el hilo conductor de su pensamiento (1985/1990/1993). Por último, una lectura que no se puede omitir es la ya citada que tiene a P. Groenewegen como editor responsable 4 La dicotomía interno/externo tiene gran tradición epistemológica. En el presente trabajo ambos términos aparecen reiteradamente, cuando se trata de dirimir cuál es el lugar que ocupan los valores, más allá del sentido adoptado por quienes asocian el valor al mecanismo del mercado y que apelan a los teoremas básicos de la economía del bienestar ligándolo al criterio de optimalidad de Pareto. Por ejemplo, hay quienes califican de externa la crítica relativa a la insensibilidad del teorema con respecto a aspectos distributivos. La pregunta del millón será si a las puertas del próximo milenio ¿puede seguir evaluándose el mercado con una noción de "eficiencia" que se desentienda del problema social? O mejor, ¿Cuánto más puede resistir una concepción del hombre entendida únicamente como homo oeconomicus en el sentido de la economía convencional? 5 Vale la pena señalar que la definición de la "nueva economía" de Robbins (1932/1935) va más allá de lo descripto en nota 2 vía Napolioni, al negar los postulados originales del análisis de la utilidad (cardinal) en la nueva economía marginalista. 6 Para Robbins (1932/1935), la diferencia de planos se advierte en que la economía se ocupa de "afirmaciones acerca de hechos", en cambio la ética se relaciona con "valores y deberes". 7 Acerca de la pernitencia del análisis epistemológico, metodológico y sus consecuencias relativas al nexo entre ética y economía, Cfr. Flora Gill, Op. Cit. La autora apoya su argumentación en los textos citados en nota 3 de Hausman y McPherson (1993), Sen (1987) y en el de K.W.Rothschild (1993). 8 Algunos críticos de la concepción positivista de las ciencias económicas consideran que la doctrina de la separabilidad a la que aquellos adhieren aleja a las ciencias económicas del mundo real. 9 Por esta razón, el término "reduccionista", se emplea en uno de sus usos para calificar al economista que entiende que la economía como 'ciencia positiva' adquiere su unidad valiéndose de modo exclusivo, como vía regia de herramientas lógico-formales. En particular, esta vía es considerada por los "antireduccionistas" como un exceso de formalismo, sea lógico o matemático, que puede transformar a la economía (la macro en particular), en una ciencia que no da cuenta de la realidad y, a los economistas en miembros de una suerte de sociedad secreta. Una sociedad cuya participación está reservada a iniciados y discípulos, que dedican su vida a la especulación pura a semejanza de lo que ocurría con los sabios especialistas de la conocida novela de Herman Hesse: El juego de Abalorios. 10 Cfr. Hausman y McPherson (1993). 11 Para una ampliación en el ámbito de las finanzas públicas, véase G.Myrdal (1953). 12 Smart es más conocido dentro de la esfera del pensamiento económico, por el interrogante que abre respecto del enfoque general del bienestar basado en la utilidad. Sen lo cita como referente en On Ethics and Economics (1987), resaltando la importancia de su trabajo de 1973 escrito en colaboración con B.A.O. Williams: Utilitarianism: For and Against. El origen del reconocimiento por parte de Apostel con respecto a la necesidad de la apertura de las ciencias económicas, se apoya en su revisión crítica de la introducción parámetros como "la propensión a invertir", "la propensión a consumir", "la preferencia por liquideces", todos los cuales no pueden ser explicados sin reconocer que están en función de: "a) el desarrollo histórico, b) la clase social y c) la 16 17 riqueza del agente que decide". Véase también otras discusiones sobre cómo operan -si operan- los valores dentro de los mecanismos del libre mercado, entre otros: M. Friedman (1987), R. E. Goodin (1992) y la polémica entre J. Dawson y E.Anderson (1997). 13 En particular, Sen (1987) toma a la "economía convencional" conectando dos nociones fundamentales comportamiento económico y racionalidad, para concluir en su análisis de ambos conceptos que "en la teoría económica convencional se han utilizado de manera complementaria para caracterizar la naturaleza del comportamiento real mediante un doble proceso de (1) identificación del comportamiento real con el comportamiento racional y (2) especificación de la naturaleza del comportamiento racional en términos muy restrictivos". Parte de su fino análisis sobre esta asociación de conceptos le llevará a concluir que "Intentar utilizar las exigencias de la racionalidad para defender el supuesto de comportamiento convencional de la teoría económica (a saber , la maximización real del propio interés) es como una carga de caballería en un burro cojo". 14 Concretamente: la teoría de los feedbacks y la praxeología. 15 En este contexto sigo la caracterización de "enfoque heterodoxo" ofrecida por Casares Ripol (1992), según la cual los heterodoxos rechazan el monismo metodológico, destacando que el economista no está desvinculado emocionalmente con la sociedad. En consecuencia, sostienen que los juicios de valor sean de naturaleza sociológica o comportamental impregnan a la economía. De este modo lo positivo y lo normativo no pueden separase, ya que no habría separabilidad entre el dominio de los hechos y el dominio de los valores. Así, "(...) fines, medios y juicios de valor aparecen entrelazados entrelazados en una urdimbre común". 16 "La concepción dominante de que el homo oeconomicus es un ser racional egoísta, cuyas acciones están motivadas por intereses personales es criticado entre otros por Sen (1987) y Rothschild (1993). El hommo oeconomicus, sostienen dichos autores, no se define ni por el egoísmo ni por sus fines, sino "por la consistencia lógica de estos fines y el modo en que se pretende alcanzarlos". Por esta razón, algunos autores entienden que el altruismo racional no es una contradicción en los términos sino que, más bien se corresponde con el comportamiento racional de quien se interesa en los otros de manera sistemática. Seguramente en este momento el lector estará dudando si este altruismo no es una manera encubierta de satisfacer intereses personales de un individuo de peculiares características. Para una ampliación sobre este tema véase R. Rowthorn (1996). 17 El origen del reconocimiento por parte de Apostel con respecto a la necesidad de la apertura de las ciencias económicas, se apoya en su revisión crítica de la introducción parámetros como "la propensión a invertir", "la propensión a consumir", "la preferencia por liquideces", todos los cuales no pueden ser explicados sin reconocer que están en función de: "a) el desarrollo histórico, b) la clase social y c) la riqueza del agente que decide". Véase también otras discusiones sobre cómo operan -si operan- los valores dentro de los mecanismos del libre mercado, entre otros: M. Friedman (1987), R. E. Goodin (1992) y la polémica entre J. Dawson y E.Anderson (1997). 18 Calificada por Sen (1987) como "precaria", o más enfáticamente como "el equivalente económico del 'agujero negro': las cosas pueden entrar pero nada puede salir de ella". 19 Parte de estos temas, en especial sobre la oportunidad real que tienen los agentes económicos para intervenir libremente en el mercado ha sido tratado en artículo presentado conjuntamente con Susana Carsolio en Jornadas de Epistemología de las Ciencias Económicas 1997, en "Algunas estrategias para salvaguardar la autonomía de los agentes económicos". 20 En Bienestar, justicia y mercado, Sen se extiende sobre lo que él denomina "casi doctrina oficial que se apoya en los teoremas básicos de la teoría del binestar". Allí analiza: el Primer Teorema Básico y el Segundo Teorema básico, así como las modificaciones al Segundo y sus consecuencias en lo que respecta a las instituciones sociales, conviertiendo dicho análisis en una crítica al utilitarismo, del utilitarismo a la teoría del bienestar para arribar, finalmente, al problema crucial del mecanismo del mercado y a cómo se puede entender dentro de este mecanismo el concepto de libertad. En Sobre ética y economía, Sen, objeta entre otras las, la ampliación paretiana del "Test de compensación" de N.Kaldor y J.R.Hicks. 17 18 21 Esto se ve claramente cuando G. Dawson (1997), presenta la posición de J. Gray (1992) en Moral Foundations on Market Institutions. 22 Término muy utilizado en economía para justificar, además, la imposibilidad de hacer predicciones sobre la aplicación de los modelos propuestos más allá del corto plazo. En esta línea se incluyen también los cambios tecnológicos que traen modificaciones en el mercado. Un último recurso ha sido la elaboración de escenarios alternativos como instrumento de respuesta, para salir del paso. 23 En términos de la teoría del bienestar en la forma en que Sen la objeta. Bibliografía -Anderson, E. (1997), "Comment on Dawson‘s ‘Exit, Voice and Values in Economic Institutions", Economics and Philosophy . Cambridge University Press. U.K. Glasgow. 13 (1): 101-105. -Apostel, L. (1982), "Las Ciencias Humanas:Muestras Interdisciplinarias". En UNESCO, Op.Cit.:71-164. de Relaciones -Aristóteles, Etica Nicomaquea I, 1-I,5. D. Ross [ed.] (1980), Aristotle: The Nicomaquean Ethics. Oxford: Oxford University Press. _________Política I, viii-x y III, ix. Traducción de E. Barker (1985), The politics of Aristotle. London: Oxford University Press. -Backhouse, R. E. (1997), "An 'Inexact and Separate Science of Economics'", Economics and Philosophy. U.K. Glasgow. Cambridge University Press. 13 (1): 2537. -Baringoltz, E. & Carsolio, S. H. 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