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Guillermo Ibarra Escobar, Economía terciaria y desarrollo regional en México* Carmen Bocanegra Gástelum A partir de la década de los ochenta nuestro país se ha visto inmerso, cada vez con mayor profundidad, en un contexto de grandes cambios tecnológicos, como lo es la modernización de los sistemas de información, misma que dio lugar a la metáfora de “la aldea global”. Una de estas manifestaciones es la revolución de los servicios que se presenta originalmente en los países desarrollados y que luego irradia hacia la “periferia”. ¿Cuáles son los efectos de esta nueva era para un país como México?, ¿ cuál es el impacto de este proceso de internacionalización de los mercados de servicios para un estado como el de Sinaloa, y más específicamente, para las principales ciudades de éste como son Culiacán, Mazatlán y Los Mochis? Estas son algunas interrogantes que son aclaradas en la lectura del libro del Dr. Guillermo Ibarra Escobar, Economía terciaria y desarrollo regional en México, publicado por el Instituto de Estudios Urbanos de Nuevo León, (INSEUR - NL) y la Universidad Autónoma de Sinaloa, en Culiacán Rosales, Sinaloa, México, en 1995. A lo largo de 361 páginas una idea que trabaja el autor como hilo conductor de su investigación es: ¿ existe o no funcionalidad en los servicios? Esto significa, ¿qué tan ligado está el crecimiento, el desarrollo de los servicios a las actividades industriales? planteamiento que enlaza desde los países desarrollados de manera general hasta las unidades de análisis más específicas de su trabajo. * Instituto de Estudios Urbanos de Nuevo León, (INSEUR-NL), Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán de Rosales, Sinaloa, México, 1995, 361 pp. 231 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 La espacialidad o el por qué de la ubicación territorial de los servicios es un custionamiento más a lo largo del trabajo, que se sigue a través de una teoría en particular, pero que se aplica tanto a economías industrialmente avanzadas como las locales que poseen procesos de industrialización incipientes y cuyas actividades de punta son principalmente agrícolas. En síntesis, en el libro se encuentra una muy buena descripción del fenómeno aludido en el contexto internacional, nacional y local. Y una descripción de cómo se ha manifestado el entrelazamiento de las actividades agrícolas del estado de Sinaloa con las de servicios. Es importante mencionar que hoy en día existen muy pocos trabajos donde se estudie, analice y se resalte la importancia que tienen los servicios para el crecimiento y desarrollo de las economías. El libro del doctor Ibarra, es una aportación, un clásico del tema. A continuación se argumenta, el por qué de nuestra aseveración. Descripción del libro El autor configura el trabajo en tres momentos: el primero de ellos denominado: La economía mundial en la era terciaria. Esta parte está compuesta por cinco capítulos. El 1, “Introducción al estudio de los servicios”, es un breve recorrido sobre las ideas que se han vertido sobre la interpretación de los servicios desde los clásicos de la economía, hasta la actual revolución de los servicios en el presente siglo, se puede decir, que este capítulo y el siguiente representan el marco teórico del trabajo. El capítulo 2, “Teoría de las actividades terciarias”, como su nombre lo indica, en él se dan a conocer diversas teorías que tratan de explicar como la revolución de los servicios ha generado un nuevo tipo de sociedad –en los países desarrollados principalmente– y que se les conoce como economías postindustriales de información o de servicios. Entre otras teorías se encuentra la de las tres etapas en la versión de Fourastié (1952, 1961), quien retomó la misma teoría de Fischer y Colin Clark. La evidencia empírica la ofrece con Víctor Fuchs que la realiza Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 232 en Estados Unidos de 1870 a 1965. El autor considera que es una buena aproximación para el crecimiento por la teoría de las tres etapas, a partir del uso sectorial de la fuerza de trabajo, pero, no es suficiente. Esta teoría de las tres etapas no encuentra su aplicación en los países subdesarrollados, esta crítica la ofrece a través de Marcos Mamalakis quien hace su estudio en algunos países de América Latina de 1950 a 1970. Este investigador utilizó herramientas como la producción total y los vínculos con los servicios, la relación entre la tasa de crecimiento del producto y la demanda, entre otros. Desde el punto de vista sociológico, para tratar de explicar la formación de estas nuevas sociedades por el predominio de los servicios se plantea las ideas de Alan Touraine (1965) quien sostiene que las sociedades postindustriales no son organizaciones sólo preocupadas por el consumo o por el tiempo libre, sino una sociedad con una integración mayor entre la dominación política, la acumulación de capital, el trabajo y la cultura. En este rubro se comenta a John Naisbitt con el caso de Estados Unidos. Posteriormente a Ramón Lausén (1974), quien realiza una explicación desde el punto de vista schumpeteriano. La tesis de Gino Germani para explicar los procesos de terciarización en Latinoamérica la considera insuficiente. En el tercer capítulo de esta primera parte, “Localización de las actividades terciarias”, se trabajan dos teorías sobre la ubicación de las actividades terciarias, la primer de ellas, la Teoría industrialista por Edgar M. Hoover, (1951), M Chislom, (1969) y por los investigadores McCarty y J. J. Lindberg (1966). La siguiente teoría del lugar central es la de más relevancia en el desarrollo del trabajo del Dr. Ibarra. Los primeros planteamientos de la teoría del lugar central fueron de Christaller (1933) y A. Losch (1906). Guillermo Ibarra considera apropiada esta teoría para explicar los patrones de localización de las empresas de servicios al consumidor, pero no para la ubicación de las empresas de servicios al productor. Considera la demanda de los servicios al productor como discontinua y diferente a como la asume esta teoría. Además la teoría no considera la especialización de lugares en ciertas actividades independientemente de su tamaño, lo cual es 233 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 relevante para la localización de los servicios al productor, según palabras del propio Dr. Guillermo Ibarra. Un argumento más para no considerar esta teoría es que ésta asocia fuertemente la mayor especialización y la producción de servicios complejos a los lugares de mayor tamaño, lo cual no es válido en la estructura urbana de la actual sociedad terciaria, dado que en ésta depende el tamaño de la población o la distancia geográfica, pero también de las nuevas formas de la competencia mundial, el desarrollo tecnológico y las nuevas telecomunicaciones. Sin embargo, ante estas limitaciones acepta esta teoría principalmente para los países subdesarrollados donde se presenta un esquema en el cual la jerarquía urbana va por la mayor base agraria y la dispersión de la población, lo cual ofrece menos problema para su aplicación. En el último apartado del capítulo, caracteriza a los servicios al productor en dos grupos los no especializados y los especializados . Los primeros son los más sencillos, pues no necesitan de mano de obra calificada. Los segundos requieren de mano de obra calificada, acceso a sistemas de información, nuevas tecnologías y se localizan en ciudades grandes donde están concentrados todos estos factores. Aún cuando existen unos más centralizados que otros. El autor señala siguiendo a J.N. Marshall, que los servicios al productor se localizan en ciudades grandes donde existe mayor mercado, mejor comunicación, y porque las firmas industriales, financieras y las corporaciones, internalizan muchos servicios al productor y obligan a sus ramales ubicadas fuera de ellas a importarlos. Este patrón concentrado ha cambiado en las dos últimas décadas en las economías desarrolladas, en donde en algunas ciudades pequeñas están surgiendo centros de servicios estratégicos al productor. Estas tendencias de localización de los servicios son menos intensas en las economías subdesarrolladas. En los desarrollados esto se presenta con más fuerza y se concentran principalmente en las ciudades de mayor dimensión industrial. “La economía mundial en la era terciaria”, es el nombre del capítulo 4, cuyo objetivo es describir el fenómeno de la doble revolución tecnológico-productiva y otra en la calidad de vida, Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 234 generando una diversidad de consumo de los servicios. El Dr. Ibarra considera que estos cambios se generalizan a todo tipo de países y a la economía mundial en su conjunto, por la trasnacionalización del comercio de servicios. El desarrollo del tema lo realiza en países desarrollados como Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón. Comparando variables como la distribución de la fuerza de trabajo por sector económico desde 1920 hasta 1991. El índice de crecimiento de la productividad de la industria manufacturera de 1960 a 1989. La participación en el PIB de los servicios, entre otras. La tesis central del capítulo 5, “Localización de los servicios en las economías avanzadas”, es conocer el impacto que generó en Inglaterra y Estados Unidos el ascenso del terciario como sector dominante en el empleo y el producto, y como esto implicó una reorganización geográfica de la producción y la distribución de bienes y servicios que afecta el conjunto de los sistemas urbanos de distintos países. Todo esto como referencia de comparación de dicho fenómeno en México. En Inglaterra los servicios se ubican siguiendo las distribución territorial del empleo, es decir, según la demanda de las economías locales. Los servicios al productor y algunos servicios públicos son más desiguales y concentrados que el resto. La mayoría se localizan cerca de la capital con una descentralización del empleo de Londres y las ciudades mayores. Esto obedece según el autor a la reorganización corporativa, tanto de firmas de servicios como manufactureras. En Estados Unidos la terciarización no dependió directamente del tamaño de la población o de su contribución al producto nacional. Esto permite definir al autor lo que está manejando como terciarización: “la concentración relativa, a la que no depende de la simple aglomeración, sino de procesos económicos, sociales y tecnológicos que influyen en la localización de ese tipo de actividades económicas”. Aquí concluye la primera parte del libro compuesta por 5 capítulos. La idea central es conocer el estado del arte, y sus diversas interpretaciones y aplicaciones en las economías desarrolladas. 235 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 En la segunda parte del libro. Los servicios en el desarrollo económico regional de México, según lo expresa el autor, la idea central es el papel de los servicios en el desarrollo de México y las tendencias descentralizadoras de las actividades terciarias en las entidades federativas. En el capítulo 6, “Los servicios en la economía mexicana”, primero de la segunda parte, se empieza con argumentos empíricos para conocer la contribución de los servicios al desarrollo económico del país. Este análisis con datos de las cuentas nacionales del Inegi. México entra en los ochenta a un nuevo modelo de desarrollo basado en una economía abierta. En este nuevo esquema los servicios adquieren un papel preponderante, en la modernización de la planta productiva y en la elevación de la capacidad exportadora del país. Con la apertura del comercio de servicios se amplían las desigualdades regionales, conflictos urbanos y problemas ecológicos y lleva una tendencia de concentración de la industria en una cuantas ciudades, polarizando aún más la localización de las empresas. Según expresiones propias de Guillermo Ibarra. El autor argumenta la importancia de los servicios en México de la siguiente manera. Desde los sesenta se empieza acelerar el proceso de terciarización básicamente a expensas del sector primario. Este crecimiento se mide en función del PIB terciario el cual obedece a tres puntos importantes: la creciente intervención estatal en la economía, la polarizada y onerosa estructura comercial y por último la lenta evolución de la productividad. Se analizan cada uno de estos factores y se llega a la conclusión de que los grandes segmentos de servicios al consumidor y al productor con limitadas economías de escala y baja competitividad permanecen al margen de los adelantos de la tecnología, por lo que no elevan su productividad. Según el comercio exterior de servicios este ha sido en términos más favorable para la economía mexicana. El objetivo del capítulo 7, “Estudios mexicanos sobre los servicios”, es presentar una panorámica del sector a través de estudios Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 236 sobre la dinámica macroeconómica del terciario. Uno de los trabajos de mayor relevancia sobre el tema, según el autor, es el de Mcfarland, Service employment in Mexico (1973), para el periodo 1950-1969. Otro investigador que trabaja Guillermo Ibarra es Eugenio Rovzar, El sector servicios: comportamiento y articulación económica, 1970-1982, (1983). Este autor acepta como válidas las hipótesis planteadas por Mcfarland, y llega a las siguientes conclusiones: 1) los aumentos en la producción manufacturera sólo generan efectos parciales sobre la demanda de servicios en el siguiente ciclo productivo; 2) a largo plazo se presenta una transferencia de trabajadores de la manufacturas al terciario; 3) el crecimiento industrial no induce la dinámica de crecimiento de los servicios. También se comenta el trabajo que sobre el mismo sector realiza Fernando de Mateo y Francois Carner, Service and development, the mexican case 1970-1985, (1989). Estos autores coinciden en que el producto de la manufactura ejerce un poder de “arrastre” sobre los servicios al productor, con mayor fuerza por la manufactura tradicional que la moderna e intermedia.. En el tercer momento de la segunda parte, Terciarización regional en México, el Dr. Ibarra analiza la concentración espacial de los servicios en el país en las últimas décadas y los cambios en su localización regional a partir del nuevo modelo de desarrollo. Se retoma del capítulo 3 la localización de las actividades terciarias, de acuerdo con la teoría del lugar central. En el apartado sobre la concentración regional terciaria, el análisis se lleva a cabo a través del empleo, para lo cual el autor hace uso de lo que el llamó un índice normalizado de empleo por cada mil habitantes, (LQN). Si este es mayor que uno, el empleo sectorial por cada mil habitantes es más concentrado que en el país en su conjunto. Sucediendo lo contrario cuando es menor que 1. La idea central es la localización de las actividades terciarias específicamente los servicios al consumidor, que tienden a distribuirse en función de la demanda, del tamaño de la población y del mercado de trabajo, según la ya mencionada teoría del lugar central. Esta idea se explicó en los casos de Estados Unidos e Inglaterra. En México, el Dr. 237 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 Ibarra la expresa de la siguiente manera: en la última década parece fijarse un punto de inflexión en el espacio económico regional, al presentarse una desconcentración de empleo terciario y la reducción de importancia de los estados industriales como centros de mayor concentración de servicios. Esto origina un patrón locacional terciario determinado por el crecimiento demográfico más que por la recomposición estructural de la economía. Para finalizar este capítulo el autor se plantea la siguiente interrogante ¿Son arrastrados los servicios al productor por la manufactura en todas las regiones o sólo fue un fenómeno exclusivo en las entidades de mayor concentración industrial? Sobre lo cual responde, de 1970 a 1988 a nivel regional el empleo manufacturero sí arrastró al servicios al productor. En la tercera parte del trabajo, el autor se concentra principalmente en su objeto de estudio, Sinaloa a través de tres importantes ciudades del estado: Mazatlán, Culiacán y Los Mochis. Este último momento del trabajo lo titula: Desarrollo económico regional y terciarización en las principales ciudades de Sinaloa. En el capítulo 9, “Estructura funcional de los servicios en México”, el Dr. Ibarra se propone como principal objetivo mostrar la estructura funcional del sector y sus tendencias, tanto en México como en Sinaloa. Esto con la finalidad de servir de marco para el análisis de la organización espacial de los servicios en el mismo estado. Se dan a conocer diferentes definiciones y clasificaciones de los servicios, el autor retoma una para su estudio, la de Browning y Singelman (1978). Esta clasificación consta de tres grupos generales y ocho subgrupos: 1) Servicios al productor, profesionales y comercio intermedio; 2) servicios al consumidor, alimentación y hospedaje, recreación y limpieza, comercio final y de reparación; 3) servicios colectivos, educación y cultura, salud y asistencia social. De acuerdo a esta clasificación considera que en México, el terciario es fuertemente tradicional, pero con un avance importante en los servicios al productor en las últimas décadas. Distingue a estos servicios de los demás por tres características macroeconomicas: más intensivos en capital que en Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 238 mano de obra, más alta rentabilidad y son los de mayor crecimiento. Los servicios al consumidor constituyen la mayor parte de establecimientos y empleo del terciario y van ganando espacios. En general son lo contrario de los primeros, de baja rentabilidad y baja intensidad de capital. Por lo tanto, después de observar el comportamiento del terciario bajo diferentes rubros el autor, considera que no obstante el carácter tradicional del terciario empieza a perfilarse la presencia de un segmento de servicios al productor relacionado con la producción local de bienes y los que va reclamando la urbanización, aunque todo esto sea de una forma modesta. En cuanto a la incidencia de apoyo al desarrollo económico de la región, por la vía exportadora, se tiene que entre los servicios al productor los de mayor capacidad de exportación se encuentran los comerciales intermedios. En servicios al consumidor predominan los servicios de alimentación y hospedaje. Con esta idea el Dr. Ibarra, encuentra que en Sinaloa se presenta un reforzamiento del carácter comercial de los servicios al productor y el predominio del comercio detallista en lo urbano. La única rama autónoma de la agricultura y el desarrollo urbano son los servicios de alojamiento en Mazatlán. En el capítulo 10, “Desarrollo económico, terciarización y urbanización en Sinaloa”, la tesis central es analizar el proceso de transición económica que experimenta Sinaloa, al pasar de una estructura productiva preponderantemente agrícola a otra diversificada que tiende a convertir las actividades de servicios en motrices del desarrollo regional. Este proceso se refleja en la dinámica de crecimiento del sistema estatal de ciudades y en las localidades centrales. Este análisis se trabaja con la participación en el PIB nacional, del terciario, y de acuerdo con este rubro, las actividades de este sector no pueden ser cabalmente la base del desarrollo regional. Esto lo argumenta el Dr. Ibarra con lo siguiente: la contribución sectorial de Sinaloa al PIB nacional de servicios desde 1960 ha oscilado entre el 1.8 y el 3.5%, en 1980 estuvo en el 1.9 y en 1990 en el 2.6%. Su relevancia 239 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 nacional es inferior a la agricultura. Al interior del estado la agricultura se está rezagando en comparación con los servicios. El autor demuestra que la economía sinaloense se dirige hacia la terciarización a través de los siguientes puntos: 1) la participación de los sectores en el PIBE, en donde los servicios desde los años sesenta hasta los noventa han registrado una participación mayor, 2) la utilización de la fuerza de trabajo (PEA de cada sector), sobre todo en comercio, servicios personales y sociales incluyendo el comercio ambulante. Desde los ochenta, el predominio del empleo de servicios se hizo patente, cuando más del 50% de la PEA pertenecía al sector terciario. El autor concluye, esta peculiar estructura económica subindustrializada con un alto crecimiento de los servicios ante una persistencia de las actividades agropecuarias a predominar en la región, se convirtió en una economía agroterciaria. Esta misma idea la demostró a través del mercado de trabajo en donde también se pasó del dominio de la agricultura a los servicios. Posteriormente se va a los municipios de mayor importancia en el estado. En páginas posteriores se plantea la siguiente pregunta sobre Sinaloa, ¿en qué medida el crecimiento del terciario ha correspondido con el crecimiento de la población y de las ciudades y en qué medida al arrastre de otros sectores de la economía? A lo cual responde en dos segmentos:1) parte del crecimiento de las actividades terciarias fue provocado por el aceleramiento de la urbanización. Combinado con un proceso de modernización que permitió el avance de los servicios en las ciudades, por el aumento en el consumo de inmigrantes, esto a su vez aumento la concentración urbana y la extensión del terciario, 2) el sector primario ha tenido suficiente arrastre para adelantar la aparición de un segmento terciario –funcional– moderno. Las ciudades terciarizadas son al sur Mazatlán, al centro, Culiacán y al norte Los Mochis. Las tres ciudades registraron en los cuarenta un empleo mayoritariamente terciario. En 1990, del 68 al 69% de la PEA total se encontraba en servicios por lo que se consideran ciudades comerciales y de servicios con gran dinamismo demográfico. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 240 “Cambios históricos del sistema de ciudades”, se denomina el capítulo 11, el cual tiene como objetivo ordenar en forma sistemática, los principales cambios económicos y urbanos de las ciudades. En este capítulo, el autor hace un breve bosquejo histórico-económico de las principales ciudades, Mazatlán, Culiacán y los Mochis, desde la colonia hasta la actualidad donde se presentan como economías con tendencia a la terciarización. El capítulo 12, denominado “organización espacial del terciario en Sinaloa”, centra su atención en demostrar que la especialización agrícola de Sinaloa en el largo plazo no garantiza la posibilidad de que pueda financiar su desarrollo debido a la desventaja creciente de su sector agrícola. En ese sentido su base exportadora puede mejorar impulsando las potencialidades de las ramas secundarias y terciarias. Se sostiene que al analizar la terciarización en Sinaloa se advierten dos efectos: una incierta descentralización de la economía nacional y el impacto del modelo neoliberal de los ochenta. Lo anterior en el sistema urbano local estimuló que el sector terciario creciera más que el manufacturero. Los cambios comprendieron a los servicios al productor, el comercio, las ramas ligadas al turismo y servicios de reparación. En la perspectiva mencionada, el autor se propone abordar el proceso de terciarización de Culiacán, Mazatlán y los Mochis, para determinar a nivel interurbano la estructura y dinámica de grupos, y así poder establecer las perspectivas y potencialidades del sector. En el capítulo el análisis se desagrega en los apartados siguientes: Tendencias a la terciarización urbana. Debido a la disminución del dinamismo de las actividades agroindustriales tradicionales adquieren importancia los servicios al consumidor, y los servicios profesionales y a las empresas comienzan a incrementarse. Respecto a los servicios al productor, si bien estos tienden a concentrarse en las zonas como la metropolitana de la ciudad de México, donde existen la mayoría de los factores de aglomeración que 241 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 requiere el desarrollo de la industria, en el caso de Sinaloa crecen de manera incierta e influida por la dinámica nacional. Niveles de concentración. Las estadísticas muestran que entre 1975 y 1988, en Sinaloa existe un centro regional de servicios en las tres ciudades mencionadas: Culiacán, Mazatlán y los Mochis. Se destaca en particular la formación de Culiacán como una “metrópoli regional” donde hay una acelerada concentración terciaria, con una tendencia particular hacia las actividades comerciales. Asimismo comparada con las otras tres ciudades, Culiacán presenta una mayor diversificación. Datos de la relevancia de las ciudades tratadas dicen que en 1988 las tres en conjunto concentraron el 76.9% de los servicios al productor y el 56.5% de los servicios al consumidor. Dinámica de crecimiento. En las economías contemporáneas, los servicios crecen más rápido que el resto de la economía. Particularmente, los servicios al consumidor y los servicios colectivos, lo hacen de forma más sostenida que los servicios al productor, ya que al depender de los niveles de inversión sus ciclos de demanda son más aleatorios. Signo de esto último son los datos que muestran que de 1975 a 1980 la tasa anual de crecimiento del empleo de los servicios al productor en Culiacán fue de 23.24% y en 1980-88 10.62, cifras ambas por encima de los servicios al consumidor que crecieron 8.66% y 9.29% respectivamente. Especialización terciaria. El desarrollo de un sector moderno de servicios al productor, que le de perfil al estado, aun es incierto por los motivos siguientes: la economía agroterciaria es aún una economía agrocomercial complementada por un terciario urbano informal. No se conoce la capacidad del comercio para generar excedentes que permitan irradiar hacia otras actividades y tampoco si los servicios al productor crecen lo suficiente para modernizar a la economía. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 242 Terciarización marginal. En una economía poco desarrollada, los servicios operan con bajos niveles de productividad y capitalización de los establecimientos que en términos generales suelen ser de tamaño reducido. Y es en los servicios al productor donde esos indicadores crecen más aceleradamente con el desarrollo económico. Al presentar un desarrollo margina de la economía sinaloense, los indicadores mencionados tienen también ese comportamiento. En el último capítulo de la tercera parte y del libro el 13, “El terciario de Sinaloa y su futuro desarrollo regional”, el autor aborda el resumen y las conclusiones de su trabajo de la siguiente manera: primero considera a éstas en el contexto internacional. La terciarización es una etapa de la evolución de la estructura económica de la sociedad en la que el producto y el empleo tienden a ser mayoritarios. El trabajo que genera los servicios es tan productivo como el que genera productos o el agrícola. La función de los servicios puede ser favorable si logra encadenamientos tecnológicos con el resto de las actividades económicas, contribuyendo con ello a elevar la productividad. La revolución de los servicios avanza aceleradamente en las economías desarrolladas. En los países subdesarrollados se registra una terciarización tradicional con una acelerada urbanización, el bajo nivel del ingreso percápita, el atraso tecnológico y la incapacidad del mercado para generar trabajos remunerados a la creciente población en edad de trabajar. Por último en el contexto internacional considera que el comercio mundial en la era terciaria ésta llevando a la liberalización del comercio de servicios de las economías desarrolladas a las subdesarrolladas. En el ámbito nacional, la economía se ha consolidó como de servicios en el presente siglo, sus aportaciones en el PIB y en el empleo han llegado al 60%, y con la tendencia de las economías desarrolladas. En México se encuentra un sector moderno de servicios al productor, funcional a la manufactura, la modernización de servicios colectivos, salud, educativos y de recreación, que configuran un núcleo endógeno de desarrollo tecnológico en la economía terciaria. En el país se dio la filtración de actividades industriales y la descentralización de servicios a 243 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 los niveles intermedios de la jerarquía urbana, creciendo la participación nacional en el empleo de servicios de la entidades federativas y las ciudades circundantes a la ZMCM y de la frontera norte. Este proceso mostró la fluida dispersión del empleo comercial en el país en función del crecimiento de la población, y el arrastre del empleo de servicios al productor por el crecimiento del empleo manufacturero en las diferentes regiones, independientemente de la base industrial establecida. En el contexto regional, específicamente su caso de estudio, la terciarización desde los años setenta abre paso a una economía agroterciaria. En las dos últimas décadas las ciudades de Sinaloa manifiestan un avance del terciario por el lado de los servicios al consumidor. Aquí se presentó una urbanización más dinámica que la industrialización. El sector terciario se ve influenciado fuertemente por el comportamiento cíclico del sector primario, principalmente el comercio al mayoreo. El perfil terciario de la entidad muestra una acentuación comercial en las ciudades del norte, en turismo en Mazatlán y un desarrollo de los servicios al productor en esta última y Culiacán. Ello indica que se están reactivando las fuerzas tradicionales de la terciarización con el debilitamiento de otras ramas productivas y que es baja aun la funcionalidad de los servicios al productor respecto a al agricultura y la industria. Los grupos de especialización local no tienen gran capacidad exportadora y el entrelazamiento de los servicios al productor con el resto de las actividades económicas es muy inestable. La terciarización sinaloense, desde la óptica espacial, es fuertemente concentrada, con una expansión de los servicios al productor incierta, que tiende a fortalecer los servicios tradicionales como el comercio final ante una accidentada evolución sectorial de la economía. Con esta ideas termina el Dr. Guillermo Ibarra las conclusiones de su trabajo vertido en 13 capítulos sobre la “Terciarización y el desarrollo regional en México”. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 244 Observaciones metodológicas En realidad este tipo de comentarios se fueron proporcionando en cierta forma en la descripción del texto, sin embargo considero impotante resaltar dos aspectos, el primero referente a los objetivos y el segundo al marco teórico. Los objetivos no los plantea de manera clara o al menos no específica abiertamente cuáles son los objetivos generales y específicos de su trabajo. Por lo tanto se puede deducir que sus objetivos son: uno general y dos específicos. • Objetivo General: Estudiar el proceso de terciarización de la economía mundial y en México, para establecer su lógica sectorial y algunas implicaciones espaciales. • Objetivos específicos: mostrar un panorama general sobre la función de los servicios en el desarrollo económico de México y su connotación regional y estudiar la terciarización de la economía de Sinaloa y sus tres principales ciudades. El Dr. Ibarra, ubica el marco teórico en los tres primeros capítulos de la primera parte de su trabajo. En el primero, hace referencia al análisis histórico de las diferentes teorías que han tratado de definir y explicar el papel de los servicios en las economías. Se proyecta un breve recorrido de las diferentes interpretaciones de los servicios desde los clásicos de la economía, hasta la actual década de los noventa con la explicación de la revolución de los servicios. Esta última idea la expresa según Fernando de Mateo. Esto es importante dado que es el fenómeno que impacta a México y a Sinaloa. Por lo tanto, el fenómeno a estudiar e interpretar. En este mismo espacio dedicado al marco conceptual, relaciona el proceso de terciarización con el espacio geográfico en que éste ocurre, además de su relación con lo urbano y demográfico. Ello es importante sobre todo al analizar su objeto de estudio, las tres ciudades más importantes de Sinaloa, las cuales considera en términos generales lugares de empleo y de servicios. Define claramente urbanización y su relación con el sector servicios y la especialización del mismo. 245 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 Un punto relevante es que, aunque el autor no lo aclara en el capítulo que desarrolla la teoría, escoge la Teoría del Lugar Central, que lo va a llevar a la localización de los servicios al consumidor y al productor –los más relevantes de su trabajo– desde los países desarrollados hasta las tres ciudades económicamente más dinámicas de Sinaloa, a través del crecimiento poblacional, de la demanda y del mercado de trabajo. Esta teoría se va retomando en los capítulos pertinentes a este aspecto. Finalmente. El libro del Dr. Ibarra, conjuga relevancia del tema objeto de estudio, elementos de análisis –teoría, instrumentos, interpetación– y rigurosidad en el tratamiento. Se trata de un libro, en suma, que no pasará dasapercibido por los estudiosos del tema o afines. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 246