Download HA52_:Maquetación HA.qxd
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 163 Crítica de libros Book reviews HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 164 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 165 Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ISSN: 1139-1472 © 2010 SEHA ■ ■ ■ Julián Clemente Ramos La tierra de Medellín (1234-c.1450). Dehesas, ganadería y oligarquía Badajoz, Diputación Provincial, 2007, 207 páginas. H eredero directo de la profunda renovación generacional que supuso el nacimiento de la Universidad de Extremadura en los últimos años setenta del pasado siglo y autor de obras de referencia entre los medievalistas españoles, como La economía campesina en la corona de Castilla (1000-1300) (Barcelona, Crítica, 2003), Julián Clemente Ramos da un paso más hacia la plena deslocalización de la nueva historiografía extremeña brindándonos una monografía geográficamente restringida a la comunidad de villa y tierra de Medellín (Badajoz), pero metodológicamente encajada en el análisis general de las estructuras sociopolíticas de la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media. Y aunque, como reconoce el autor desde el principio, la idea de la publicación nace de descubrimientos fortuitos en un mar de escasez documental, la obra resultante ofrece muestras inequívocas de una rigu- rosa labor de investigación que logra superar la pobreza y la dispersión de las fuentes disponibles para dibujar con trazo fino la gestación de un nuevo modelo de sociedad agraria en el suroeste peninsular a raíz de la conquista cristiana. Después de un breve repaso a los fondos empleados, muchos de ellos de carácter procesal, Julián Clemente Ramos entra de lleno en el tema central del libro, en mi opinión el asunto de mayor interés para los especialistas en el mundo rural: el doble proceso de ocupación y explotación del territorio tras la conquista de Medellín. Frente a las eruditas formas de exposición típicas de la crónica local, utilizadas en exceso por la historiografía tradicional extremeña, el capítulo dos ahorra al lector la relación de detalles que conforman la toma de la villa por los ejércitos cristianos en 1234 y pasa directamente a esbozar el papel claramente marginal que juega la tierra 165 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 166 Crítica de libros meteliense en la red de poblamiento andalusí. Queda así constancia de la virginidad de la que parte el proceso de repoblación en esta comunidad de villa y tierra de la zona occidental de la provincia de Badajoz, circunstancia que, unida a la evolución de la conquista cristiana en el resto de la Submeseta Sur, explica las características del modelo de asentamiento, no sólo en la Tierra de Medellín, sino también en la mayor parte de Extremadura. Y es que, a excepción de las comarcas situadas en la franja septentrional de la región, el resto de los espacios situados en torno y al sur del valle del Tajo no comenzó a ser invadido de modo permanente por los cristianos hasta los primeros decenios del siglo XIII. La victoria de las Navas de Tolosa en 1212 permitió a los ejércitos del norte alcanzar el Guadalquivir y dejó a la retaguardia extremeña en una posición enormemente propicia para la repoblación. No obstante, los lustros centrales del Doscientos, muy activos en el ámbito militar, no estuvieron presididos en Extremadura por los grandes asentamientos. Eclipsada por los amplios y fértiles campos de al-Andalus y de Murcia, en los que no hubo que partir de cero, la mayor parte de la región tuvo que esperar algunos lustros más antes de entrar de lleno en el circuito colonizador. De este modo y con cierto retraso respecto a otras zonas del país, el territorio objeto de estudio no empezó a ser realmente repoblado hasta las últimas décadas del siglo XIII. Para entonces, sin embargo, la capacidad repobladora de la retaguardia castellana no sólo había sido desviada hacia la fértil campiña andaluza o hacia la rica 166 huerta murciana, sino que, en realidad, aún no había cubierto las expectativas demográficas de las comarcas situadas más allá de la Cordillera Central. Por otra parte, la ocupación militar de la Submeseta Sur había sido tan rápida y dejaba tras de sí tal cantidad de tierra por explotar que difícilmente la colonización ulterior podía generar densas redes de población en Extremadura. Consecuentemente, la fórmula de organización territorial sobre la que comenzaría a operar la definitiva ocupación y explotación de la superficie extremeña quedaría marcada, desde fechas muy tempranas, por la baja densidad demográfica, la escasa consistencia de la malla urbana y la concentración de la población en las villas de mayor importancia (Plasencia, Cáceres, Trujillo o Badajoz). A la construcción de esta estructura contribuiría, cómo no, la limitada vocación agrícola de la región, la creciente presión ejercida por la ganadería trashumante sobre las tierras de pasto y la decidida orientación pecuaria de las encomiendas de Santiago y Alcántara, las dos grandes protagonistas de la conquista extremeña. En tales circunstancias, la ordenación del espacio en la Tierra de Medellín, incluso a pesar de ser una zona de gran potencialidad agrícola y de no haber estado sometida en conjunto a ninguna orden militar, difícilmente podía escapar a la preponderancia de la dehesa como forma de explotación agraria, pero también como fórmula de articulación del territorio y como fuente de distinción social. Es ahí, justamente, en el análisis de la multifuncionalidad de la dehesa, donde reside la mayor aportación del libro de Julián pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 167 Crítica de libros Clemente Ramos, tanto para la historiografía agraria como para la investigación económica en general. En primer lugar, porque la constatación de la existencia de edificios para el alojamiento en las fincas adehesadas de la Tierra de Medellín durante las primeras fases de la ocupación cristiana amplía la visión actual de la dehesa, dotándola de una capacidad de fijación de población que pocas veces aparece distinguida en la literatura especializada. En segundo lugar, porque el estudio de esta comunidad de villa y tierra revela cómo, a partir de mediados del siglo XV, una vez consolidada la red urbana, la dehesa va perdiendo esa función repobladora inicial para pasar a ser una figura de acepción casi exclusivamente económica, revelación que apuntala la tesis que hoy en día mantiene la historiografía agraria extremeña sobre la extraordinaria versatilidad de la dehesa. En tercer lugar, porque, frente a las ideas de uso común, el autor sostiene que, en la Tierra de Medellín, una zona de suelos sedimentarios aptos para la agricultura, la configuración de la dehesa como forma de explotación preferentemente ganadera no es tanto el resultado de una adaptación al medio como el fruto de una adaptación a las circunstancias concretas de cada momento, consideración que resulta de enorme trascendencia para devolver a la relación espacio-tiempo el lugar que merece dentro de la literatura económica actual.Y, finalmente, porque el detallado estudio de la estructura social que ofrece Julián Clemente Ramos demuestra con claridad meridiana que, desde el inicio del proceso repoblador, es precisamente la posesión Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ (apropiación) de la superficie adehesada la característica que marca la diferencia entre la oligarquía agraria local y el resto de la sociedad en la Tierra de Medellín. El estudio de la estructura social, desarrollado fundamentalmente en el capítulo tres, incide, además, en la connivencia que, tras la conquista y hasta bien entrado el siglo XV, mantuvo la autoridad jurisdiccional (primeramente la monarquía y, más tarde, la alta nobleza castellana) con la élite rural meteliense. Esta tolerancia tácita permitió ciertamente disponer de una retaguardia sólida, pero también contribuyó, según Julián Clemente Ramos, a reforzar la excesiva concentración de la propiedad de la tierra por parte de la oligarquía local. La hegemonía económica y social que disfrutó esta élite agraria en la Tierra de Medellín desde los primeros momentos de la repoblación no generó, sin embargo, grandes resistencias entre los grupos emergentes de la sociedad rural. Y eso que «personas más tardíamente enriquecidas no pudieron acceder a ella» (p. 97). La clave de esa relativa estabilidad social, concretada en el capítulo cuatro, parece haber residido no sólo en la creación de una sólida red clientelar dependiente de la élite rural, sino también en el mantenimiento de un entramado municipal que, pese a sufrir el paso del concejo abierto al concejo cerrado, como en tantas otras villas de la Meseta, seguirá estando caracterizado hasta mediados del siglo XV por el carácter anual de los cargos y por el reparto de los mismos entre hidalgos y pecheros. Tampoco la señorialización de la Tierra de Medellín a partir de los últimos años del 167 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 168 Crítica de libros siglo XIII levanta la mayor oposición social, según constata Julián Clemente Ramos en el quinto y último capítulo del libro. La connivencia entre la oligarquía agraria local y la autoridad señorial, así como la integración de la comarca en amplios y dispersos señoríos cuya base jurisdiccional no es la Tierra de Medellín, permiten el mantenimiento del modelo sociopolítico heredado del pasado realengo. El señorío, en este caso, no es tanto una fuente de ingresos para la alta nobleza castellana como una red de fidelidad clientelar que protege la retaguardia y que, a la vez, permite disponer de una sólida base social y política sobre la que asentar el poder de negociación del titular de la jurisdicción ante la monarquía. Ésta es, de acuerdo con el autor, la principal diferencia entre la realidad estudiada y lo que ocurrirá en Medellín a partir de 1449, año en que la villa será donada a Rodrigo Portocarrero. Desde entonces, la política basada en el entendimiento y en el desarrollo clientelar será sustituida por otra que intentará dotar a los Portocarrero de una importante base solariega, incrementar las rentas y reducir la autonomía concejil. En este contexto, el conflicto con la oligarquía local y la ruptura del modelo social y político vigente hasta mediados del siglo XV será inevitable. Tan inevitable como la lectura de los trabajos de investigación que, según anuncia el prólogo de este libro, está actualmente desarrollando Julián Clemente Ramos sobre la Tierra de Medellín en el periodo posterior a la llegada de los Portocarrero. Antonio Miguel Linares Luján Universidad de Extremadura Ben Dodds y Richard Britnell (eds.) Agriculture and Rural Society after the Black Death. Common Themes and Regional Variations Hatfield, Hertfordshire, University of Hertfordshire Press, 2008, xv + 265 páginas. E l siglo y medio que siguió a la Peste Negra ha sido para los historiadores agrarios un periodo difícil de comprender y de explicar. Aunque se ha interpretado generalmente como una etapa de cambio tumultuoso y profundo, la dirección y las consecuencias de ese cambio no han sido fáciles de establecer. Como demuestra este volumen, la vieja interpretación de un periodo de desolación y perturbaciones sigue vigente, pero se enfrenta cada vez más a visiones que destacan las 168 promesas y oportunidades inherentes a un periodo durante el cual la epidemia y la guerra socavaron sin piedad las estructuras tradicionales del poder y la riqueza. Los artículos reunidos en este libro, aunque no ofrecen una reinterpretación global del periodo, sí consiguen plantear cuestiones importantes sobre la escala y la cronología del cambio y permiten repensar algunas de las ideas dominantes sobre las dificultades vividas en esta etapa. Agriculture and Rural Society after the pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 169 Crítica de libros Black Death se compone de doce trabajos agrupados en tres partes, más una cuarta parte de conclusión general del volumen. Los editores Richard Britnell y Ben Dodds escriben los tres trabajos que sirven de introducción a cada parte y son coautores de la conclusión. Ambos aportan, además, sendos trabajos, lo que indica que los editores son responsables de una parte sustancial del libro. La división en partes refleja con claridad las preferencias académicas de los editores. La primera, dedicada a los mercados y las prácticas comerciales, coincide con los temas que Richard Britnell ha puesto en primer plano a lo largo de su distinguida trayectoria. La segunda parte, basada en la aplicación de los datos sobre diezmos a la historia agraria, refleja la fructífera vía que Ben Dodds ha liderado en los últimos años para estudiar la evolución de la productividad. La tercera parte tiene una conexión menos evidente con los trabajos previos de los editores. Lleva como subtítulo «Tierra, señorío y comunidades campesinas», constituye un acercamiento más social al periodo posterior a la epidemia y pone el acento en algunas de las respuestas que dieron los sectores sociales inferiores a los desafíos planteados. Dos de los trabajos de la primera parte, dedicada a mercados y prácticas comerciales, tratan de dilucidar qué nos dice sobre el período el examen de los precios, incluyendo los diferenciales de precios entre diferentes regiones de Inglaterra. Richard Britnell descubre que los datos de precios confirman en gran medida la bien conocida idea de que la economía inglesa logró Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ estabilizarse en las décadas posteriores a la Peste Negra, y que la reestructuración más importante estuvo vinculada a la despoblación que tuvo lugar entre mediados de la década de 1370 y la de 1410. También argumenta que siguió otro periodo de estabilidad desde c. 1410 hasta mediados de la década de 1430, el cual, a su vez, dio paso a otra etapa de agitaciones y depresión que no finalizó hasta los años 1460. Así, la economía inglesa se mantuvo a bajo rendimiento durante un siglo tras la Peste, no a causa de un declive catastrófico causado por la primera visita de la plaga ni de una deriva sostenida e inexorable a la baja, sino más bien porque las dos grandes crisis no pudieron corregirse. Phillipp Schofield investiga cómo la reestructuración asociada a la despoblación pudo haber afectado de diversa manera a las diferentes regiones del país. En particular, el nordeste debió sufrir de manera más severa que el sur o el centro de Inglaterra a causa de que abandonó en mayor medida la producción de cereales al deteriorarse el mercado para este producto. Como resultado de ello, la región se volvió más dependiente de las importaciones de grano, cuya oferta fue a menudo precaria como consecuencia de los otros problemas del periodo. Para los agricultores del nordeste, una respuesta que era racional a escala microeconómica –pasar de la producción de cereales a la de ganado– desgraciadamente generó problemas que fueron graves a escala macroeconómica, cada vez que la guerra o el clima interfirieron en la marcha normal de la economía regional. Elizabeth Gemmill concluye la primera parte del libro con un 169 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 170 Crítica de libros estudio sobre el mercado de cereales en Aberdeen durante la primera mitad del siglo XV. Destaca que los funcionarios locales se comprometieron a fondo en la regulación y control del mercado por el temor a que los cambios económicos que caracterizaron el periodo provocaran escaseces alimentarias en la ciudad. La segunda parte, la más homogénea del libro, está integrada por tres trabajos sobre el diezmo. Robert Swanson ofrece un repaso muy útil sobre la administración de diezmos de la Iglesia de Inglaterra a escala local y sobre las diversas vías que párrocos y abades siguieron para aprovechar sus derechos a percibir el diezmo. Su exposición ilustra las dificultades que afrontan los historiadores cuando pretenden usar el diezmo como testimonio de la evolución económica, pero también llama la atención sobre la importancia que esta renta tenía en el conjunto de la economía. Ben Dodds compara cifras de diezmos de tres zonas de Europa que cuentan con buen respaldo documental entre 1370 y 1450: el nordeste de Inglaterra, el norte de Francia y Castilla. Aunque las tres áreas atravesaron este difícil periodo ajustándose a una población en retroceso, la cronología de este ajuste presentó considerables diferencias. La mayor de estas diferencias se dio en Castilla, que parece haber conocido mejores perspectivas en la primera mitad del siglo XV que las otras dos regiones. La aportación de Dodds sirve también para recordar que el bienestar siempre depende del periodo y el lugar y no puede suponerse, simplemente, de las tendencias económicas generales. El artículo de John 170 Hare estudia los registros de diezmos que se han conservado para el sur de Inglaterra, especialmente en los condados de Wiltshire y Hampshire. Entre otras cosas, Hare descubre que los campesinos cultivaron más cebada y menos trigo después de la Peste, atendiendo a una mayor demanda de cerveza. También muestra descensos significativos de producción en la década de 1420, algo más pronto de lo que Britnell había pensado a partir de las cifras de precios nacionales, pero en coincidencia con la idea de que las décadas centrales del siglo XV fueron económicamente traumáticas. La tercera parte del libro está dedicada a una variedad de temas. Todos ellos están bien tratados, pero la sección carece de la cohesión interna que tenían las dos anteriores. El análisis macrohistórico de Simon Harris sobre las prácticas agrícolas en Spennymoor (Durham), proporciona un caso de manual sobre un ciclo malthusiano, en el cual las tierras marginales son puestas en explotación ante la presión demográfica de principios del siglo XIV, para ser abandonadas cuando la población cayó en la centuria siguiente a la Peste Negra. John Mullan, por su parte, estudia el mercado de tierras en el sur de Inglaterra durante la segunda mitad del trescientos, tal como lo revelan las anotaciones de transferencias de tierras en los pipe rolls del obispado de Winchester. La parte más dinámica del mercado era la que afectaba a la adquisición de cottages y otras parcelas pequeñas por parte de familias campesinas acomodadas, lo cual generó una distancia creciente entre la elite campesina y el resto de sus vecinos. Peter Larson, en su sugerente pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 171 Crítica de libros artículo sobre las comunidades rurales en Durham durante la segunda mitad del siglo XIV, hace uso de la documentación judicial del Priorato y el Obispado de Durham. En ella descubre que localidades diferentes afrontaron la devastación de la peste de formas diversas, pero la tendencia común fue la pérdida de la cohesión interna y un debilitamiento de la acción colectiva. El conflicto se hizo más habitual en los pueblos de Durham a finales del trescientos, quizás, como Larson sugiere, porque la agricultura comunal perdió sus fundamentos conforme los campesinos abandonaban el cultivo por el pastoreo. La impresión que esta colección de trabajos deja en el lector es la de un panorama bastante sombrío a finales del siglo XIV y en el XV. La población cayó y no consiguió recuperarse; los niveles de producción también disminuyeron repetidamente y la inestabilidad fue la norma. Es importante observar, sin embargo, que la mayoría de los estudios incluidos en el libro han pretendido recoger e interpretar datos agregados escogidos por su potencial para revelar tendencias de largo plazo. Este enfoque ha proporcionado información valiosa acerca del ritmo de los varios ciclos de estabilidad y declive y las distintas respuestas a la crisis en localidades y regiones diferentes, entre otras aportaciones. Sin embargo, los descensos de precios y del producto total no son, por sí mismos, pruebas de que la población se encontrara en una situación peor de lo que estaba en la etapa anterior o posterior. Una medida más precisa de la situación económica es la producción per capita, pero se trata de un indicador mucho Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ más difícil de calcular a causa de las grandes incertidumbres sobre los movimientos demográficos del periodo. Si asumimos que la Peste mató a un tercio de la población en su primera visita y que los niveles de población durante todo el siglo XV estuvieron en la mitad de los de principios del siglo anterior, entonces las cifras de producción más bajas pueden interpretarse como muestra de que los supervivientes a la plaga y sus descendientes disfrutaron de condiciones económicas relativamente favorables. De manera similar, los datos macroeconómicos pueden fácilmente ocultar los cambios en la distribución social de la riqueza, que podría haber sido más equitativa en la declinante economía de finales de la Edad Media de lo que lo fue en muchos otros periodos del pasado. La visión comúnmente aceptada de que el siglo XV fue una época dorada para los trabajadores no queda invalidada por la constatación de la caída de la producción. El cambio brutal de finales del siglo XIV y durante el XV engendró ganadores tanto como perdedores y es muy posible que fueran más los primeros que los segundos. Además, como revelan los artículos de este libro, es precisamente la yuxtaposición del declive general y las oportunidades individuales lo que hace que el estudio de este periodo sea tan fascinante. James Masschaele Rutgers University (Traducción de S. Calatayud) 171 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:58 PÆgina 172 Crítica de libros Florent Quellier y Georges Provost (dirs.) Du ciel à la terre. Clergé et agriculture XVI-XIX siècles Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2008, 365 páginas. L a implicación dinámica e innovadora del clero en todos los niveles de la vida agraria y la horticultura de la Europa moderna, hasta entrado el siglo XIX, es conocida desde hace tiempo. Después de todo, era habitual que el clero beneficiado extrajera sus rentas del diezmo, por lo que su interés material residía en maximizar los beneficios tanto en las tierras cultivadas por los feligreses (y pagadores de diezmo) como en las parcelas que cultivaban directamente. Lo que hasta ahora se echaba en falta era un volumen que pusiera en común algunos de los estudios más recientes sobre este tema central y ofreciera una visión actual así como algunas pistas para las investigaciones futuras. De ahí la importancia del coloquio internacional celebrado en Rennes en 2006 y de este volumen de trabajos de historiadores de la religión y la agricultura que ha resultado de él. El volumen se divide en cuatro partes. La primera contiene cuatro trabajos sobre temas relacionados con el clero y la horticultura, todos ellos de Francia, lo que refleja un sesgo (y una debilidad) del conjunto, a pesar de la apelación de los editores a una cobertura territorial amplia. Clément Gurvil sugiere que los jardines administrados por el clero florecieron en los faubourgs del Paris del siglo XVI, lo que confirma la elaborada y articulada explicación de Florent Quellier de que la jardinería fue un signo de buenas prácticas trentinas. Sus jardines fueron lo que se podría llamar es172 pacios semi-sagrados de recreo, meditación y, a veces, experimentación medicinal. Georges Provost, en su trabajo sobre la reforma católica y los jardines conventuales bretones, coincide con ello y apunta a un grado apreciable de comercialización de los productos; Olivier Charles estudia algunos cabildos de Bretaña en el siglo XVIII y, a través de inventarios de bibliotecas, calcula que aproximadamente un tercio de ellos tenía un interés práctico por la jardinería y cerca de la mitad poseía libros sobre el tema. La segunda parte trata sobre las preocupaciones agronómicas de la Iglesia hasta 1800 y está mucho menos centrado en Francia. Danilo Gasparini demuestra el papel social clave del clero de parroquia en el Véneto, donde muchos de sus miembros instruían a la gente del lugar en técnicas agrícolas ilustradas durante las últimas décadas de existencia de la República; JeanMichel Boehler centra su estudio en un clérigo y agrónomo, el pastor Christian Philippe Schroeder, que dejó muchos documentos ilustrativos sobre mejoras en Alsacia, mientras Bernard Bodinier se ocupa de algunos sacerdotes normandos exiliados durante la década de 1790, cuya fascinación por el examen de la agricultura en sus países de acogida es muy patente en sus diarios. Los dos trabajos más sobresalientes en esta sección (y dos de los mejores en el conjunto del libro) son, sin duda, los de Guy Lemeunier sobre las Pías Funpp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 173 Crítica de libros daciones del Cardenal Belluga, obispo de Cartagena-Murcia entre 1705 y 1733 y Alain Contis sobre los eclesiásticos y la reforma de la agricultura en la Aquitania del siglo XVIII. La iniciativa incansable de Belluga para mejorar las condiciones de cultivo en su diócesis, caracterizada por un clima semiárido, anticipa el absolutismo ilustrado de los prelados durante el resto del siglo a lo largo de toda Europa. El cuadro que nos muestra Contis es menos brillante: el gobierno francés impulsó iniciativas agrícolas en Aquitania desde, al menos, la década de1760, pero sólo una minoría de curés cooperó con los intendants en esta iniciativa y Contis encuentra pocas pruebas de que el alto clero se implicara también. La tercera parte ofrece muestras del dinamismo agrícola clerical a lo largo de cuatro siglos. Se trata de una sección más bien dispar, de la que está ausente la unidad que subyace en las dos primeras. No es que los artículos carezcan de interés y, a veces, de exotismo. Éste es el caso del de Mathieu Kalyntschuk sobre los menonitas y la agricultura en Montbéliard en el siglo XIX, quien advierte contra la visión de un progreso permanente; de manera similar, Sabine Mohasseb Saliba rastrea el importante papel de los conventos maronitas en las montañas del Líbano en cuanto a la adquisición de tierras y el impulso pionero al desarrollo agrícola. Hay dos artículos sobre el anglicanismo: en el primero, Jean Morrin compara las catedrales de Durham y Saint Paul para mostrar la variedad de rentas generadas por las fincas antes de la Cathedrals Act de 1840. Sigue un trabajo de Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ John Broad sobre la progresiva gentrificación del clero parroquial en Inglaterra y las vías por las cuales la elevación de su estatus contribuyó a las mejoras agrarias. Hay tres artículos sobre Francia: Stéphane Gomis estudia las fraternidades de curas de parroquia en las tierras altas de Auvernia, unos hombres que eran, en parte, el producto de un particular sistema de herencia y que hacían de puente en la división social entre lo sagrado y lo secular en la vida parroquial. A continuación Frédéric Schwindt discute el papel de las confraternidades en la economía rural de la Lorena occidental entre los siglos XIV y XVIII. Por su parte, Fabrice Poncet, en una de las sorprendentemente escasas referencias a las disputas sobre el diezmo, aborda el tema de los pastos en Coutances y Bayeux como resultado del desarrollo de los mercados urbanos. La última parte, la más extensa, está dedicada a las prácticas agrícolas del clero en el largo siglo XIX e incluye hasta tres artículos sobre el Quebec. Normand Perron investiga la situación en la relativamente aislada región de Charlevoix, donde el progreso agrícola fue lento según criterios europeos. Perron muestra cómo la Iglesia llegó a ser un actor central entre 1850 y 1910 a la hora de promover las asociaciones agrarias. Por su parte, Benoît Grenier analiza los concours anuales de los agricultores del seminario del Quebec (18821908), mientras Jean Roy, en un trabajo fascinante, estudia los misioneros agrícolas de Quebec entre 1894 y 1920, unos sacerdotes con espíritu pionero comisionados por los obispos de la provincia. 173 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 174 Crítica de libros Dos trabajos de esta parte se refieren a Bretaña. Serj Le Maléfan revela la permanente centralidad de los curas de parroquia en las cadenas de información de la provincia durante el Segundo Imperio y cómo esta posición queda ejemplificada en la necesidad, ampliamente sentida por parte de la Iglesia, de otorgar su bendición a iniciativas de modernización agrícola. Samuel Gicquel se ocupa de la participación de los clérigos en las sociedades agrícolas en la diócesis de Saint-Brieuc. Su visión más bien optimista contrasta con la de Yann Lagadec quien, en un cuidado estudio sobre el departamento de Ile-et-Vilaine, destaca la relativa ausencia de clérigos en los comices agricoles, tan importantes en la zona. Marcel Launay analiza una dimensión muy diferente: el papel de los hermanos de la Instrucción Cristiana de Ploërmel en la enseñanza agrícola en la Bretaña decimonónica. Otros dos trabajos de temática no bretona cubren zonas diferentes de Francia: Corinne Marache reconstruye el notable impacto de los trapenses a su llegada a la Double, una zona entonces estancada y pobre en el departamento de Dordoña. Su contribución a las mejoras en la zona fue excepcional y ¡los monjes llegaron a actuar incluso como bomberos! El último trabajo del libro, de Vincent Petit, muestra el impacto del clero en los bancos rurales del Franco Condado en las dos décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial. Como muchas recopilaciones, ésta tiene una cobertura desigual, lo que constituye el precio a pagar por la opción de los editores a favor de la diversidad geográfica. El pro174 blema es que este objetivo no está conseguido de manera plena y hay un predominio abrumador de trabajos sobre Francia, y sobre Bretaña en particular. Los trabajos ajenos al mundo francófono resultan difíciles de casar con el conjunto y sus hallazgos y conclusiones quedan necesariamente aparte. Así, la observación de Jean-Marc Moriceau de que «finalmente, cualquiera que sea la rama del cristianismo…los diferentes clérigos han sido, en el campo, tanto agentes de salvación como promotores del desarrollo agrícola» (p. 360), queda sugerida pero no confirmada por el libro. Quizá los editores deberían haberse centrado exclusivamente en Francia o haber cooperado más abiertamente con investigadores dedicados a Gran Bretaña o España, por ejemplo, a fin de ofrecer un volumen más equilibrado en su cobertura y con una dimensión comparativa más genuina. Algo que este libro reclama pero que no llega a conseguir. Nigel Aston Universidad de Leicester (Traducción de S. Calatayud) pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 175 Crítica de libros Javier López Linage (ed.) La patata en España. Historia y agroecología del tubérculo andino Madrid, Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2008, 338 páginas + Ilustraciones (reedición actualizada y aumentada del original publicado en 1991). E l antropólogo doblado en historiador social Javier López Linage nos tiene acostumbrados a estudios de una cierta consistencia, siempre desde la perspectiva de la cultura y la economía agrarias y del desarrollo rural. Obras como Antropología de la ferocidad cotidiana. Supervivencia y trabajo en una comunidad cántabra (1978) o la relativamente reciente edición de Modelo productivo y población campesina en el occidente asturiano (1940 1975) (2007) muestran los dos polos del recorrido académico de un investigador coherente e implicado. En esta ocasión nos encontramos además con una de sus obras más conocidas, que ha tenido cierto impacto mediático y social reciente. Prueba del éxito del libro es que se trata de una reedición actualizada, casi dos décadas más tarde, de una obra publicada en 19911. Dicha reedición se debe a que la primera se encontraba agotada y a que Naciones Unidas designó el año 2008 (a instancias de la FAO y por iniciativa peruana) como el Año Internacional de la patata o de la papa; hecho que hacía especialmente adecuada su publicación por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, y como contribución institucional española (prologada por la entonces ministra Elena Espinosa) a dicho Año. El libro recoge, actualizados, los artículos ya publicados a principios de los años noventa. Abre la obra la aportación del ingeniero agrónomo peruano Luis Masson sobre «La papa entre las grandes culturas andinas»; una introducción en el más pleno sentido del término que sirve para situar al lector, desde un punto de vista tan técnico como abierto y divulgativo, ante las características generales de este cultivo: ecosistema andino, historia del tubérculo y de su cultivo y expansión, botánica, denominaciones, usos y cultivos, para acabar con una exposición de determinados proyectos peruanos-andinos relacionados con la papa (y que suponen la mayor parte de la actualización del capítulo): el Centro Internacional de la Papa (CIP)2, el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (CODESAN) o la Iniciativa Papa Andina. El capítulo segundo del libro es en realidad un bloque que reúne tres textos de 1. LÓPEZ LINAGE (1991). Entre la primera y la segunda edición varía también el titulo principal del libro, que pasa de estar centrado en la nomenclatura del tubérculo (a través de la cual, sin embargo, ya se infiere que acabará hablando de su expansión y desarrollo en España) a su evolución ibérica. [Nota del Editor: la edición de 1991 fue reseñada por José Miguel Martínez Carrión en el Noticiario de Historia Agraria, 3, 1992, pp. 182-186]. 2. El CIP mantiene el banco de germoplasma de la papa más grande del mundo, disponible para los fitomejoradores internacionales que lo soliciten. Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ 175 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 176 Crítica de libros diferente naturaleza. El primero se debe al médico aragonés Bernardo de Cienfuegos (1580-1640), quien hacia el segundo tercio del siglo XVII redactó un manuscrito inédito (conservado en la Biblioteca Nacional) bajo el título Libro de los panes y mie- ses, donde se ponen todos los granos más comunes y usuales que se siembran (…), y en el cual dedica su capítulo 88 a la papa peruana: «De las papas del Perú, que en Indias llaman Chuno al pan que de ellas se haze». Se publica, pues, este capítulo dedicado a la patata, cuyo principal valor es el de pertenecer a una obra del siglo XVII inédita hasta 1991 y que pone su acento especialmente en los aspectos «curativos» y de utilidad práctica del tubérculo. El editor de la obra añade, en su breve introducción a esta primera parte del capítulo segundo, la relevancia de Cienfuegos como «eslabón perdido español entre los herbarios tradicionales y los Alonso de Herrera, Valverde de Arrieta y Miquel Agustí» (p. 93). El segundo texto del capítulo segundo se debe a la historiadora de la Universidad de Santiago de Compostela Mª Xosé Rodríguez Galdo, y se ocupa de analizar la introducción y la difusión de la patata en España entre los siglos XVI y XVIII. Finalmente, López Linage introduce otra obra de referencia, esta vez publicada por Esteban Boutelou en 1806. Boutelou, de origen francés, jardinero del palacio real de Aranjuez y profesor de agricultura en el real jardín botánico de Madrid durante el reinado de José I Bonaparte, publicó su «Memoria sobre las patatas» en 1806, uno de los pocos escritos dedicados al cultivo de esta so176 lanacea suramericana antes de mediados del siglo XIX. El capítulo tercero es obra del profesor José Luis García Ruiz, de la Universidad Complutense de Madrid, y es una breve historia económica de la patata en España entre mediados del siglo XIX y el momento actual (2005 para este capítulo, dado que el libro se reeditó en 2008). El autor analiza el asentamiento definitivo de la patata en la producción agraria española durante la primera mitad del siglo XIX, así como su expansión e incluso conversión en un producto de exportación, su evolución agroeconómica durante el siglo XX y su situación ante la globalización actual. El capítulo cuarto analiza las perspectivas agroecológicas sobre la patata. Sus autores (A. Bello, D. Ríos, M. A. Díez-Rojo, J. A. López Pérez y L. Robertson) analizan la papa desde distintas perspectivas: fisiológicas y genéticas, ecológicas, agronómicas y biotecnológicas. La biodiversidad de la papa, mucho más allá de la papa cultivada, incluye 235 especies silvestres; de ellas, sólo trece han aportado genes a las papas cultivadas actualmente. Los autores señalan que esa gran biodiversidad de la papa corre peligro, ya que algunas variedades antiguas cultivadas por los pueblos andinos durante milenios se están perdiendo o se han perdido ya y algunas de las especies silvestres están siendo afectadas por enfermedades diversas o por el cambio climático. Por razones obvias, este capítulo del libro es uno de los más ampliamente actualizados de toda la obra con respecto a la edición de 1991. El capítulo quinto, debido al profesor de la Universidad de la Laguna (Tenerife) pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 177 Crítica de libros Eduardo Sobrino, está dedicado a los usos industriales de la patata. A través de su análisis, traza el recorrido histórico hasta nuestros días de la patata en la industria (no sólo) alimenticia española y europea, analizando los diferentes procesos industriales y sus posibilidades de utilización. Especialmente interesantes (quizás por mi propia deformación profesional) resultan los apartados dedicados tanto a la elaboración de la tortilla de patatas industrial, como al vodka de patata y el aquavit, así como a las variedades de patatas transgénicas, un tema controvertido aún en el momento actual. El libro no recoge todavía (aunque lo señala ya como propuesta) la aprobación por parte de la Unión Europea de la variedad de patata transgénica Amflora, a instancias de la multinacional alemana Basf. Dicha controvertida aprobación en 2010 por parte de la UE se ha visto seguida sólo cinco meses más tarde de una segunda propuesta de la misma compañía: la demanda de aprobación de la patata transgénica Amadea. La patata transgénica produce almidón compuesto sólo por amilopectina, lo que la diferencia de las patatas comunes, en las que se encuentra también la amilosa. Al no contener amilosa, se aduce que la patata transgénica reduce los costes de producción, ya que no es necesario recurrir a los procedimientos de extracción y lavado de la misma y permite ahorrar recursos, energía y costes. Sin embargo, no es necesario recordar la controversia social en la cual los cultivos transgénicos se encuentran inmersos hoy en día y de la cual la patata no solamente no se escapa, sino que está en primera línea de fuego. Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ Finalmente, y como uno de los capítulos estrella del libro, Javier López Linage, se ha reservado el tema del papel de la patata en la gastronomía popular española, con un sugerente capítulo: «La patata entra en la cocina del pueblo llano». El autor realiza un recorrido por la historia social de la gastronomía española en relación con el tubérculo rey, señalando su importancia en la alimentación, agrandando las posibilidades de las despensas y de las dietas locales «sin apenas desplazar recurso alimentario alguno». Conseguir que la patata entrase a formar parte de la dieta cotidiana de los españoles costó más de lo que pensamos. Sin embargo, su introducción y adopción se llevan a cabo en poco tiempo, sin posibilidad de retroceso. Quizás la actualización que López Linage ha llevado a cabo de su artículo en este libro sea la más mediática de todas las aportaciones, ya que en ella el autor aporta un interesante descubrimiento culinario: un nuevo origen para la tortilla de patatas, que se sitúa a finales del siglo XVIII (en 1798) y no entrado el siglo XIX, como se creía hasta ahora. Basándose en la elaboración del «pan de patatas» según el tratado de E. Doyle de 1785 (1804, 5ª edición), López Linage aporta la documentación anotada por dos hacendados de Villanueva de la Serena (Badajoz): Joseph de Tena Godoy y Malfeyto y el marqués de Robledo, los cuales ya en 1798 se desvían de la pauta de elaboración del pan, al que dan forma de tortitas y pasan por la sartén. Ante la buena reacción del invento, que se levanta y esponja, piden opinión a «las señoras» (imaginamos que a las suyas propias o a las que 177 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 178 Crítica de libros estaban a su servicio), quienes sugieren añadir huevo batido para así «conseguir una fruta de sartén». Si bien la documentación encontrada no refiere el resultado de dicha sugerencia, señala la posibilidad de un ingenio precursor de la célebre tortilla de patatas, cuya referencia más antigua, hasta el momento, se remontaba a la Navarra de 1817. Sea cual sea el momento de la «invención» de la tortilla, el uso gastronómico de la patata se afianza en España durante el siglo XIX, encontrando un lugar propio y cada vez más destacado en los distintos sistemas culinarios locales. Si bien su introducción fue relativamente lenta tanto a nivel agronómico como alimentario, su afianzamiento se hace indiscutible por razones socioeconómicas y nutricionales. El libro aquí comentado es una reedición esperada. Ya a partir de su primera aparición en 1991 se convirtió en una referencia apreciada en estudios científicos de historia agraria, antropología alimentaria y disciplinas afines. Esta reedición es, pues, oportuna, y mucho más desde la perspectiva del acierto en la ampliación y actualización de las temáticas tratadas, así como de su coincidencia con el Año internacional de la papa en 2008. A pesar de su cotidianidad y de su omnipresencia en los hábitos alimentarios en toda España –en toda Europa–, la patata continúa siendo una gran desconocida del público. Y este libro es un paso más en la dirección de corregir este desconocimiento. REFERENCIAS DOYLE, E. [1785] (1804): Tratado sobre el cultivo, uso y utilidades de las patatas o papas, Madrid, Imprenta de D. Josef Collado, 5ª edición. LÓPEZ LINAGE, J. (1978): Antropología de la fero- cidad cotidiana. Supervivencia y trabajo en una comunidad cántabra, Madrid, Ministerio de Agricultura. LÓPEZ LINAGE, J. (ed.) (1991): De papa a patata. La difusión española del tubérculo andino, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. LÓPEZ LINAGE, J. (2007): Modelo productivo y po- blación campesina en el occidente asturiano (1940-1975), Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. F. Xavier Medina Universitat Oberta de Catalunya 178 pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 179 Crítica de libros Karl-Peter Krauss (ed.) Agrarreformen und ethnodemographische Veränderungen. Südosteuropa vom ausgehenden 18. Jahrhundert bis in die Gegenwart [Reformas agrarias y cambios etnodemográficos. La Europa Suroriental desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad] Stuttgart, Franz Steiner Verlag, 2009, 340 páginas. E l presente volumen abarca un conjunto amplio de temas. El vocablo «reforma» designa aquí todo tipo de interferencias del Estado en la sociedad rural, desde las que reflejaban los ideales ilustrados del siglo XVIII o la emancipación liberal de los siervos en el siglo XIX, hasta la expropiación de los terratenientes de los países derrotados tras la I Guerra Mundial (alemanes y húngaros) y, ya en la siguiente postguerra, las reformas agrarias o la colectivización bajo regímenes comunistas. Por otro lado, el concepto de «cambios etnodemográficos» queda reducido en estas páginas a las modificaciones en el tamaño y divisiones de las diferentes nacionalidades. Sólo el artículo de Dietmar Neutatz ofrece información sobre las diferencias en el comportamiento demográfico real de las diversas comunidades. En el primer artículo, Holm Sundhaussen se pregunta por las razones del fracaso de la modernización en la Europa suroriental. La respuesta depende del significado que se dé al concepto «modernización». Sundhaussen ofrece numerosos rasgos que sugieren una definición amplia de modernización como cambio social. Sin embargo, enseguida utiliza (para analizar el desarrollo secular de los Balcanes, pp. 2829) el éxito económico como indicador. El Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ fracaso modernizador significa crecimiento lento de la renta per capita y sobrepoblación relativa. Ello se interpreta como resultado de un inadecuado cambio institucional consecuencia, a su vez, de la incapacidad de las elites estatales para impulsar un programa de modernización más decidido. El autor singulariza los mayores fracasos en la ausencia de una alfabetización y escolarización amplias, lo cual es de sentido común. Pero entonces la modernización definida de esta manera sólo fracasó en la mitad sur de la región, porque en el reino de Hungría el Producto Interior Bruto per capita no disminuyó sino que creció espectacularmente hasta 1918. Con todo, la crítica más elemental afecta a la perspectiva general que Sundhaussen adopta: etiquetas, rasgos, tipos y modelos son definidos, invariablemente, en relación a la acción del Estado o a su ausencia, como si un proceso social como la modernización fuera algo que los gobiernos inician, sostienen y manejan. Como Sundhaussen, muchos de los autores se ven encorsetados por el concepto alemán de «Europa suroriental». Esta noción, nacida de la política exterior expansionista y colonial de la Alemania de la primera mitad del siglo XX, confunde regiones que son básicamente diferentes. Sund179 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 180 Crítica de libros haussen define claramente (p. 25) lo que, según él, abarca esta región: el inicial reino de Hungría, los principados rumanos y todos los Balcanes al sur del río Sava. Hay, al menos, dos problemas principales que resultan al agrupar los territorios de Eslovaquia, Hungría y Croacia con Albania, Bulgaria, Kosovo y Macedonia. En primer lugar, las regiones del sur fueron liberadas del dominio turco ciento cincuenta años después que las del norte, por lo que sufrieron de manera más profunda y prolongada sus huellas más duraderas. En segundo lugar, en el norte, en el reino de Hungría, hubo una sociedad de órdenes y un dualismo político entre Estados y monarca, mientras que, en el sur, en los Balcanes, lo que encontramos es el dominio imperial sobre un campesinado abatido. El trabajo de Gerhard Seewann, «Aspectos étnicoreligiosos de las reformas del absolutismo ilustrado», se centra en Hungría. Seewann defiende las reformas agrarias del absolutismo de los Habsburgo al afirmar que dieron nacimiento a la piedra angular de la sociedad burguesa en una Hungría que, de otra manera, hubiera permanecido en el atraso. Considera que las reformas fundamentales fueron las que afectaron a las relaciones entre señores y campesinos, a la vida religiosa y a la educación. Cabría preguntarse, sin embargo, si las reformas que ampliaban la escolarización hubieran podido mejorar los índices de alfabetización si la sociedad hubiera seguido siendo predominantemente rural. Seewann tampoco se pregunta si todas las confesiones religiosas reaccionaron del mismo modo ante las reformas. Los historiadores sociales po180 drían argumentar que debería ponerse menos énfasis en las políticas ilustradas de los Habsburgo y subrayar, en cambio, las reacciones de los diversos segmentos sociales de esta sociedad de órdenes sutilmente estructurada. Las dudas sobre la utilidad de esta visión estatista de la historia aumentan cuando atendemos al cuadro que Seewann nos ofrece de las reformas agrarias del absolutismo ilustrado. Aquí se olvida lo que han escrito los estudiosos de la sociedad rural del siglo XVIII. La opresión feudal se exagera en la misma medida que la protección efectiva que el Estado ilustrado ofrecía al campesinado. De hecho, las reformas de 1767 que afectaban a las cargas sobre los campesinos (Urbarregulierung) experimentaron una marcha atrás en casi la mitad del país: desde luego esas cargas fueron unificadas, pero experimentaron un incremento y no una disminución. Los dos trabajos siguientes, de Spannenberger y Krauss respectivamente, plantean el tema de la colonización alemana en el sur de Hungría durante el siglo XVIII. La cuestión básica que requiere explicación es el éxito de los alemanes en cuanto a su número y riqueza, lo cual les llevó a suplantar a serbios y húngaros. Spannenberger ofrece tres instantáneas. Se refiere, en primer lugar, al establecimiento sistemático de alemanes, impulsado por los grandes terratenientes, principalmente a partir del cálculo económico, aunque la religión jugó también su papel. A continuación avanza algunos datos sobre la contribución de los colonos alemanes a la renta total de las grandes fincas y muestra que era sustancial. Ello podría dar la impresión de una supepp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 181 Crítica de libros rioridad económica germana. Es de lamentar que no especifique lo que entiende por tasas (Steuer) de los señores sobre los campesinos. El alto porcentaje de los pagos de campesinos alemanes en la renta monetaria de las grandes explotaciones pudo deberse también al hecho de que los alemanes cultivaran productos, como los cereales, que eran más fáciles de tasar en dinero que los procedentes de otros grupos étnicos. Finalmente, el autor ofrece la imagen de unos campesinos alemanes muy diligentes, tal como los veían los escritores ilustrados del periodo. Karl-Peter Krauss, el editor del volumen, aborda detenidamente el mismo proceso de sustitución de «nativos» por colonos alemanes durante el siglo XVIII. No aprovecha, sin embargo, para explicar el papel que las diferencias en el comportamiento demográfico de alemanes y serbios pudieron jugar en el éxito o el fracaso de estos grupos. Su idea de que lo determinante fue la abstinencia es la única explicación, dada la completa ausencia de datos o de resultados de la investigación (p. 115). Creemos, sin embargo, que esta interpretación debe ser sustancialmente modificada. El autor explica los visibles éxitos de los alemanes por el mayor volumen de capital de que disponían, pero también por el conjunto de cualificaciones y actitudes que estos inmigrantes traían de sus lugares de origen. Todo ello no es improbable, pero lo que se nos ofrece en estos dos artículos con frases atractivas es una visión más bien tradicional: es el caso, por ejemplo, del empleo que hace Spannenberger del término «opHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ timización de beneficios» (Gewinnoptimierung) para designar el simple hecho de que los campesinos tomaran tierras en barbecho para cultivarlas. Por otro lado, los autores no integran en su explicación ni los resultados de la historia social rural ni el considerable volumen de fuentes disponibles. Dietmar Neutatz, por contraste, explica la estructura social y el comportamiento demográfico de los colonos alemanes en la zona del mar Negro después de 1861. Hay aquí una descripción bastante compacta del juego entre las obligaciones legales establecidas por los gobiernos, los sistemas institucionales de los alemanes y las peculiaridades de su conducta demográfica a largo plazo. Neutatz piensa que no hubo diferencias en el comportamiento demográfico a largo plazo. En su explicación, consigue integrar también los cambios históricos provocados por el final de la abundancia de tierras, el crecimiento, madurez y exceso relativo de población en los lugares de colonización y también la política imperial rusa. Un contraste entre mundos rurales diferentes lo encontramos en el trabajo de Zoran Janjetović sobre los escritos de Radoslav Marković, patriota serbio y sacerdote griego ortodoxo. Marković se preocupó por la rivalidad económica entre serbios y alemanes en su comunidad, en la misma región del sur de Hungría de la que los autores anteriores se habían ocupado. Janjetović está en lo cierto cuando argumenta que los observadores contemporáneos son fuentes importantes que hay que tomar en serio, a pesar de algunos sesgos 181 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 182 Crítica de libros evidentes. Pone de manifiesto que Marković estaba convencido de que ni los privilegios legales, ni la reserva de conocimientos y métodos técnicos avanzados, ni la dotación inicial de capital fueron responsables del éxito de los alemanes. Éstos triunfaron, más bien, a causa de algo más difícil de aprehender y que los otros autores subestiman: las mentalidades, manifestadas en un código de conducta. Consumo y alcoholismo creciente de un lado; diligencia, sobriedad y carácter frugal del otro. Esto es lo que Marković ofrece como explicación del diferente éxito de unos y otros. En el siguiente artículo, Günther Schödl compara las políticas prusianas para impulsar nuevos procesos de colonización agrícola desde los años 1880, con el intento austríaco de reformar la ley de tenencias campesinas –«Kolonat»– en la provincia litoral de Dalmacia veinte años más tarde. Gerd Pistohlkors, por su parte, ofrece una visión panorámica con mucha información sobre las reformas agrarias en los países bálticos en el periodo 1919-1922. Tales reformas comportaron la expropiación completa de las tierras propiedad de alemanes, pero los modelos y el ritmo de la confiscación se relacionó muy estrechamente con los acontecimientos y exigencias políticas. Además, añade un breve estado de la cuestión sobre la consolidación de las nuevas estructuras agrarias, especialmente centrado en la constitución de cooperativas y del marco general del entramado corporativista. La imagen que nos transmite Pistohlkors cuadra bien con el penetrante artículo de Dietmar Müller so182 bre las características de las reformas agrarias posteriores a la I Guerra Mundial en Rumanía y Yugoslavia. Müller ofrece muchas novedades. Hace un repaso a las medidas legales sobre las reformas agrarias de la postguerra y reproduce sucintamente los argumentos básicos en favor de ellas. Atiende, sin limitarse a su carácter étnico, a la expropiación de las tierras de propietarios «extranjeros» o «enemigos» y estudia los efectos finales que las reformas tuvieron en sus beneficiarios, aquellos que recibieron tierras y se establecieron en ellas. Por diferentes razones, esta población y, con ella, el conjunto del sector agrario, llegó a ser dependiente del Estado en un grado que hubiera sido completamente impensable antes de 1918. Por lo tanto, Müller cree que las reformas agrarias posteriores a 1945 y las estructuras totalitarias que se crearon en ese momento tenían sus fundamentos en las reformas de la tierra realizadas entre 1918 y 1922, lo que han corroborado los estudios de las reformas agrarias de entreguerras fuera de los Balcanes, por ejemplo en las políticas de reforma y colonización en Checoslovaquia. Aunque el argumento de la continuidad totalitaria en política agraria no es enteramente nuevo, este reseñador nunca lo ha visto expuesto con tanta fuerza como en el artículo de Müller. József Vonyó analiza las relaciones entre las luchas políticas posteriores a 1945, la reforma agraria y la expulsión de la minoría alemana de Hungría. Vonyó considera que hubo un reforzamiento mutuo entre la tradición de enemistad hacia los alemanes del periodo de entreguerras, tal como fue formulada por escritores e intelectuales popp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 183 Crítica de libros pulistas, y la necesidad que tenían los comunistas de obtener el apoyo popular para su consolidación en el poder. A todo ello se podría añadir el papel desempeñado por los soviéticos, del cual autores anteriores pensaban que había tenido una influencia determinante en la reforma agraria. Ágnes Tóth aborda, en esencia, el mismo tema que Vonyó, pero ofrece un fascinante volumen de información sobre la aplicación real de la reforma agraria y de las políticas de expulsión. La autora muestra que el dominio del Partido, la debilidad de un Estado derrotado y la posibilidad de que la reforma agraria fuera gestionada por quienes se beneficiarían de ella (la «democracia popular»), hicieron que el proceso fuera más brutal.Y ello a pesar de que las medidas legales húngaras dirigidas a los alemanes, por muy horribles que resultaran, no fueron tan severas como, por ejemplo, las de los decretos yugoslavos, a causa del temor a que se sentara un precedente para la política checa de expulsión de húngaros. Ranka Gašić, por su parte, aporta un relato de la reforma agraria en la Yugoslavia posterior a 1945, que coincide básicamente con lo que nos ha mostrado el resto de trabajos. Finalmente, los dos últimos artículos, debidos a Peter Jordan y Horst Förster, discuten algunos aspectos del desarrollo rural de la postguerra. De esta discusión, sin embargo, está ausente la vertiente étnica que, en cambio, resulta omnipresente en el resto del libro. En conjunto, el volumen tiene sus altibajos. Es de lectura recomendada para quienes se interesen en el estudio de la historia agraria de la Europa del Este y los Balcanes. Pero el lector necesitará recurrir a otros trabajos, incluso viejos manuales y monografías, para afinar la perspectiva que ofrece este libro e incluso para ajustar los datos que se ofrecen en algunas de las contribuciones. András Vári Universidad de Miskolc (Traducción de S. Calatayud) Enrique Llopis y Carlos Marichal (coords.) Latinoamérica y España, 1800-1850. Un crecimiento económico nada excepcional Madrid, Instituto Mora y Marcial Pons, 2009, 295 páginas. E s, ante todo, un libro del que hay que celebrar la oportunidad –que no oportunismo– de su publicación, precisamente cuando nos hallamos inmersos en un revival conmemorativo de los fastos de la independencia de las Repúblicas latinoamericanas y de lo que fuera Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ el fin del primer imperio colonial de la edad moderna, tras haber ejercido España durante más de tres siglos continuados el papel de metrópoli. Y es oportuno –frente a tanta literatura retórica que suele acompañar a la celebración de efemérides históricas– por la te183 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 184 Crítica de libros mática que aborda, por el enfoque con que la analiza y por las tesis posicionales que en el libro se sustentan. En suma, una invitación clara a su lectura por quienes sientan interés en adentrarse en las trayectorias económicas seguidas por metrópoli y colonias una vez consumada la ruptura independentista. La ruptura fue traumática y, al parecer, caló hondo, al menos en perspectiva hispana: las instancias públicas españolas tardaron en asumir que la derrota de Ayacucho ponía un punto y final al dominio colonial en el continente americano.Y hubo de pasar casi medio siglo –las mismas décadas que se analizan en este libro– hasta que se reconociese a las nuevas repúblicas y se restableciesen relaciones diplomáticas con normalidad cuando Gran Bretaña, en similar trance medio siglo antes, tardó sólo un año en recomponer la normalidad política y económica con su excolonia, los EE.UU. Aunque en el caso español los contactos económicos, sin embargo, comenzaron de inmediato pues sabemos que, apenas iniciada la década de 1820, Manuel Agustín Heredia entraba en relación directa con los mercados de las nuevas repúblicas y en los beneficios de ese comercio tempranero asentó la fortuna inicial con la que alumbraría en Málaga uno de los focos más brillantes de la revolución industrial en España. No es de extrañar, pues, que esos cincuenta años que conforman la primera mitad del siglo XIX sean el período peor conocido de las relaciones entre España y la América hispana independiente: por razones que no es momento de detallar, la his184 toriografía de uno y otro lado del Atlántico, sencillamente, lo ignoró. Y las respectivas historias nacionales se forjaron desde el desconocimiento mutuo o desde el resentimiento, que de todo hubo. Sobre todo, cuando por vía de contraste, se pusieron en pie de comparación la dispar trayectoria, como naciones y economías independientes, seguida por las colonias americanas del imperio anglosajón y del hispano. Un tema que sin ser el objeto principal de este libro, sin embargo, subyace en él de manera cuasi permanente. No faltaron, en fechas recientes, intentos para abordar la posible interrelación que pudo darse en las trayectorias de las economías española y latinoamericana durante las décadas de 1820 a 1870. Quizás la iniciativa más destacada fuese la impulsada por Rafael Anes, durante la década de 1990, a través de los seminarios estivales promovidos en Gijón por la Universidad de Oviedo, aunque con resultados empíricos limitados a causa del erial de las estadísticas por entonces disponibles. Tal vez, también, por la ausencia de un marco teórico y general que sirviese, aunque fuese por vía de hipótesis, de lugar de encuentro para un análisis de historia comparada del mundo hispánico –europeo y latinoamericano– en el período crucial de formación del capitalismo industrial y financiero a mediados del siglo XIX. A los que habría que incorporar los trabajos de Prados (1988 y 2006), Coatsworth (1990 y 1998), Sánchez Albornoz (1968), Amaral (1993), etc. Las limitaciones que entonces no pudimos soslayar las han salvado, con el acierto de su enfoque, Enrique Llopis y Carlos pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 185 Crítica de libros Marichal, coordinadores del libro que reseñamos y cuyos precedentes arrancan del Seminario promovido por ambos en 2007, en la Fundación Areces, bajo el título «Obs- táculos al crecimiento económico en Iberoamérica y España, 1790-1850». Más que un análisis de interrelación económica –que todavía a nivel de investigación empírica resultaría embarazoso abordar–, los coordinadores se han propuesto algo, sin duda, más estimulante: analizar en paralelo las trayectorias de las economías de las antiguas metrópoli/colonias, tomando como eje vertebrador en términos comparativos la evolución del crecimiento económico – valoración del PIB y PIB per capita– a partir de la reconstrucción de las macromagnitudes más características de las economías nacionales analizadas. Una vía que, no obstante, no cumple con los requisitos de equilibrio que Plutarco quisiera infundir a sus «vidas paralelas»: en este caso por mor de la desigualdad de conocimiento que se tiene de la primera mitad del siglo XIX en la historiografía económica española y latinoamericana: mucho mejor conocida, la primera; apenas en esbozo, la segunda. ¿Qué pudo motivar el atraso, que se daba hasta hace bien poco por incuestionable, que afectó por igual a España y sus excolonias en el tránsito a la economía capitalista? En la historiografía al uso, al enumerarse los obstáculos al crecimiento aparecen como causas la geografía poco propicia, la herencia colonial de cuyo derrumbe surgieron unas instituciones entorpecedoras del desarrollo económico, la inestabilidad de los nuevos Estados poco ajustados al sistema constitucional o las Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ prolongadas y profundas crisis financieras y fiscal que hubieran de soportar. Aún así, una visión optimista y renovada se impone en los trabajos ahora presentados pues hubo países con crecimiento en demografía y economía, como en Argentina, o con indicios claros del crecimiento del PIB –en México–, más aún en España, aunque no falte estancamiento como en Perú. De aquí que, anticipando las conclusiones del libro, se concluya que la acumulación de atraso en las economías excoloniales fuera menor de lo que suele enfatizarse y que la vía del análisis regional es necesaria para caracterizar el comportamiento económico de manera menos reduccionista de lo que suele hacerse durante la primera mitad del siglo XIX para América latina. Para España, siendo similar la situación, los resultados serían menos llamativos gracias al conocimiento mejor documentado que ya se tiene de esa etapa y que permite ahondar, como hacen los autores responsables del texto publicado, con más énfasis en el crecimiento económico de su economía decimonónica. Lo más novedoso del libro, sin duda, aflora en la contundencia con que se afrontan las tesis posicionales, de las que de uno u otro modo son partícipes los distintos autores de los capítulos que conforman el libro. En realidad, del seminario primigenio al libro ahora editado se ha recorrido un trecho teórico nada desdeñable: de los obstáculos al crecimiento económico en Iberoamérica y España, que inspiró la convocatoria del seminario, se ha pasado a la afirmación, sin paliativos, de un crecimiento económico nada excepcional, como 185 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 186 Crítica de libros se subtitula el libro en cuestión. En el seminario aún parecía darse cierta entidad a la tesis clásica del atraso mientras que, en el libro, se trae a portada la síntesis de las conclusiones renovadoras que en él se ofrecen: nada de atraso y sí, en cambio, un crecimiento nada excepcional. Afirmación tan rotunda hecha no sin cierta perplejidad pues al definir el crecimiento como «nada excepcional» deja abierta al lector la ambigüedad interpretativa de si la no excepcionalidad proviene de lo irrelevante del mismo o, si por el contrario, se debe a que, con las limitaciones que se quieran establecer, el crecimiento económico español y latinoamericano, pese a los niveles menores en términos de PIB, se ajustaba en la primera mitad del siglo XIX a los patrones habituales de las economías occidentales. Una ambigüedad que, ¿calculada o no?, termina por convertirse, desde las primeras páginas, en acicate para adentrarse en su lectura. En una densa introducción, los coordinadores de la edición, Llopis y Marichal, ponen el tema en suerte. Se trata de un libro con doble vocación: de historia comparada y de revisionismo de las hipótesis tradicionales que apuntan a que el atraso relativo de América latina más que de la época colonial arrancaría de los años en los que las repúblicas forjaron su independencia: las «décadas perdidas» entre 1820 y 1870. De una u otra manera, son sometidas a crítica y revisión sistemática las más diversas hipótesis sobre crisis y estancamiento en Iberoamérica y España en la primera mitad del siglo XIX con referencias inexcusables a los múltiples estudios de Coatsworth y Taylor (1990 y 1998), Bates, 186 Coastworth y Williamson (2006) o, entre nosotros, a Prados, que han sido, usualmente, los referentes inmediatos a tener en cuenta a la hora de abordar el tema que nos ocupa. Incluidos los autores de la «nueva ortodoxia», a los que Dobado dedica una acerada crítica. Sobre las líneas argumentales en que se sustentan los planteamientos revisionistas de los autores hay varias que se repiten y son comunes a diversos autores. Entre ellas, destacaría la que achaca a que muchas de las valoraciones y modelos sobre el atraso y crecimiento negativo del período están elaborados a partir de visiones demasiado generalistas, convertidas en una falsa pista. Más aún, en unos países con territorios donde predominan acusados contrastes regionales; de ahí, la apuesta recuperada que se hace del factor geográfico al introducir el análisis espacial como una variable de importancia creciente a tener en cuenta. Incluso, tan importante, o más, que la propia variable institucional, cuyo relativismo como factor de atraso es destacado, incluso enfáticamente –¿la historia institucional, en retroceso?–, en la mayoría de los trabajos reunidos. De igual modo que se asigna un limitado efecto negativo en la responsabilidad del atraso al factor de la inestabilidad política –y, aún, del conflicto bélico– que tanto asoló a las naciones hispanas de uno y otro lado del Atlántico en la primera mitad del siglo XIX. O el retomado tema del papel de la herencia colonial, sujeto a renovada discusión en las aportaciones de Dobado, Gelman y Marichal-Jáuregui. Al incidir en el factor geográfico se trata de enfatizar las desigualdades internas exispp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 187 Crítica de libros tentes en las diferentes economías analizadas, en la pérdida de centralidad ejercida en la época colonial por algunas áreas –también en España, con la recuperación económica de la periferia– y en la configuración de otras nuevas tras la independencia, en la oposición entre los territorios interiores –ligados a la minería– y los litorales, abiertos al nuevo comercio exterior. El retroceso de la actividad minera de la plata – salvo en México–, las dificultades en recomponer un sistema fiscal acorde a las nuevas condiciones de la economía liberal, la internacionalización creciente de los intercambios de la que dependerán los factores exportadores o el paradigma de población-recursos son algunos de los hilos conductores por los que se desenvuelve el plan de renovación historiográfica propuesto, con modificaciones importantes incluso en la cronología a seguir. En contrapartida, sin embargo, en cuanto a los resultados, la visión revisionista queda constreñida en sus logros, como reconocen los autores, por la difícil tarea que supone la reconstrucción de macromagnitudes, debido a la calidad deficiente de la información cuantitativa utilizada en todos los casos analizados salvo en los referidos a España –Tedde y Llopis-Sebastián, de sólida fundamentación estadística– y a México, en el tema de la vertiente fiscal, abordado por Marichal-Jáuregui. En los restantes casos, el alargamiento de unas estadísticas –débiles y fragmentarias– es palpable en la formulación de modelos y en la constatación de resultados. En conjunto, el libro lo forman seis estudios, tres de ellos dedicados al creciHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ miento económico (Gelman para Argentina-Perú, Sánchez para México y LlopisSebastián para España), dos a problemas fiscales y monetarios (Marichal-Jáuregui sobre fiscalidad mexicana y Tedde sobre circulación monetaria en España) y, por último, uno de naturaleza teórica y crítica sobre los planteamientos de la «nueva ortodoxia» respecto al crecimiento económico en América latina debido a Dobado. Una muestra, en principio, representativa para abordar el tipo de análisis que se pretende. Para Gelman, Argentina y Perú serían modelos en cierto modo dispares. En ambos casos, el factor geográfico resultaría más estimulante que el institucional –cultural, o político– a efecto de propiciar el crecimiento económico. Las alteraciones surgidas en el mercado interno postcolonial –por ejemplo, la ruptura del mercado de Alto Perú en el tránsito de colonias a repúblicas– fueron más determinantes que cualquier otro factor. Aunque no hay una pauta única explicativa para sostener la viabilidad del crecimiento, al menos en Argentina, éste se sustenta en la evolución de la población y del comercio exterior –al igual que en los trabajos de valoraciones pesimistas– al tiempo que se reconoce que los cálculos para medir el PIB son arriesgados por falta de información seriada –salvo las variables enunciadas– para la mayoría de los fenómenos económicos. Para Perú, como en época colonial, la plata sigue marcando la pauta en las opciones del crecimiento, pues de su economía agraria campesina poco se sabe, puro terreno especulativo, dada la escasez de estudios regionales que logren cuantificar los fenó187 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 188 Crítica de libros menos económicos, aunque parece ser que la economía agraria costera, capitalizada, resultaría fortalecida. En el caso de México, Sánchez se aplica a fondo al analizar las argumentaciones de crisis y estancamiento que la historiografía habitual asigna a la economía mexicana en el primer medio siglo como nación independiente. En este caso también, los débiles y discontinuos crecimientos del PIB – que, sin embargo, se dieron y logran medirse– irían, no obstante, por detrás del impulso demográfico por lo que, a la altura de 1870, el PIB per capita sería inferior al que hubiese a comienzos de siglo. Aunque la información cuantitativa para los grandes agregados macroeconómicos deja mucho que desear –sólo pueden ser considerados como ejercicios de aproximación, dice– el autor, haciendo uso de fuentes cualitativas y secundarias, propone la revalorización de un conjunto de hechos que encaminan a una percepción más positiva y favorable del crecimiento económico nacional, entre ellos, la pérdida de la centralidad económica de México capital, la reactivación minera, el inicio de una industrialización moderna en el textil o el dejar de considerar al gobierno federal como referente de la política económica cuando los aspectos más relevantes de la misma se estaban produciendo en los Estados y Departamentos. Marichal y Jáuregui abordan las paradojas fiscales y financieras de la primera mitad del siglo XIX mexicano. En este caso, la hipótesis puesta en cuestión es la que sostiene que durante las tres primeras décadas como Estado independiente fuera la debilidad de las finanzas del gobierno federal, 188 posiblemente, el mayor factor de desequilibrio de la economía nacional. También aceptan los autores –en clara discrepancia con Klein (1985) para la época colonial– que en determinadas circunstancias, como las que pudieron darse en el caso mexicano, la historia fiscal traza una trayectoria que no refleja necesariamente la evolución de la economía real y, en consecuencia, pudiera resultar difícil argumentar que la «crisis fiscal» en que se deslizara la historia mexicana de aquellos decenios fuera consecuencia del desempeño de la economía. Con una armazón empírica y estadística bien construida, se analiza la estructura y dinámica de la fiscalidad del gobierno federal, si bien, como los autores reconocen, para ahondar en el análisis propuesto sería deseable incorporar al estudio el efecto precios –del que hacen caso omiso los demás trabajos referidos a América latina– que, por otra parte, es una variable que podría cuantificarse sin dificultad, como en España, a partir de los registros diezmales. El caso de España, abordado por Llopis y Sebastián, aun dentro de la misma tónica teórica y revisionista de los precedentes, difiere, no obstante, de ellos por lo que atañe a la naturaleza del crecimiento económico en la primera mitad del siglo XIX, mejor fundamentado, al desempeño del PIB y del PIB per capita, a la construcción estadística de macromagnitudes muy elaboradas y al diseño de un modelo complejo –por las múltiples variables que incorpora–. Un notable esfuerzo de síntesis, a través del análisis económico sustentado en población y precios y reconstrucción del PIB, que se inserta en un discurso teórico pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 189 Crítica de libros bien construido, donde se da cuenta de los avances investigadores de la historia económica española de las últimas décadas sobre la primera mitad del siglo XIX. Es, de otra parte, el estudio donde el papel asignado a la economía agraria como factor explicativo de crecimiento –auge de la producción cerealera, roturaciones, cambio en los modelos productivos, precios, etc.– adquiere una mayor relevancia. En síntesis, viene a demostrar que el producto agrario creció a tasas ligeramente superiores a la de la población y que, posiblemente, pueda ser verosímil que la productividad por trabajador en el mundo rural creciese entre 1815 y 1850. Sin embargo, ese impulso agrario no parece que fuese acompañado de un relevante progreso industrial –con la excepción catalana, ya sabida–, tal vez por los efectos retardatarios legados por una crisis de antiguo régimen, de escaso calado transformador y alargada en exceso en el tiempo hasta sentar las bases del nuevo orden económico liberal. El estudio de Tedde es modélico por el valor de síntesis que representa, al analizar las cuestiones monetarias y financieras desde el último tercio del siglo XVIII a mediados del siglo XIX. Sus personales investigaciones y el manejo preciso y crítico de las estadísticas disponibles le permiten concluir la reconstrucción más solvente de las que disponemos hasta el presente sobre las cantidades de oro y plata circulante en España en la etapa de 1770-1850. Que, a su vez, completa con unas estimaciones del PIB a partir de los datos monetarios y población para las fechas de 1770, 1793 y 1850. Con unas conclusiones, en alineaHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ miento a las hipótesis renovadas mantenidas en el libro, que se decantan por destacar el proceso de crecimiento de la economía española desde la penúltima década del siglo XVIII en adelante, y que ese crecimiento aún tuvo en las remesas americanas un soporte eficaz –al menos hasta la segunda década del siglo XIX–. Finalmente, reafirma que si los efectos económicos para España no fueron más devastadores al perderse las colonias y la plata remesada, fue debido, como ya demostró Prados, a la apertura a Europa de la economía española. El último trabajo, debido a Dobado, es más de naturaleza teórica y crítica que de análisis empírico. Aborda un tema sensible en la reciente historiografía sobre los imperios, muy prolífica, como sea el discernir si el colonialismo español, o su herencia, está casualmente relacionado con los problemas pasados y contemporáneos del desarrollo de América latina, a la vista de la divergente trayectoria que existe, en términos económicos, políticos, etc., entre EE.UU y las Repúblicas latinoamericanas. El trabajo se centra en el análisis crítico de las aportaciones recientes de la «nueva ortodoxia», representada por los estudios de Engerman y Sokoloff (2005) y el de Acemoglu, Johnson y Robinson (2001), cuyo eco se ha dejado sentir en autores tan influyentes como Easterly o en organismos tan significativos como el Banco Mundial. Tras reconvenir las generalizaciones, en exceso, de dichos trabajos o la valoración que se hace del papel decisivo y duradero que asignan a las instituciones en la explicación del desempeño económico latinoamericano a largo plazo, el autor apela a un mejor co189 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 190 Crítica de libros nocimiento de la historia, pre y postcolonial de la que hacen caso omiso los textos de la «nueva ortodoxia». Como los distintos autores reconocen, de uno u otro modo, en sus respectivas aportaciones, queda mucho camino por recorrer y faltan nuevas investigaciones que llevar a cabo hasta alcanzar unos niveles satisfactorios de conocimiento sobre la trayectoria económica de las naciones ibéricas tras la independencia colonial –tan en paralelo y entrelazada, en pautas principales–. E insertar dicha trayectoria, de manera homologable a través de la reconstrucción de las macrovariables económicas fundamentales, en el contexto internacional correspondiente. Mientras tanto, el libro que ahora comentamos es, sin duda, una guía certera para adentrarse en los problemas a resolver y su lectura un estímulo que no deja indiferente. COATSWORTH, J. (1990): Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de historia económica de México en los siglos XVIII y XIX, México D.F., Alianza Editorial Mexicana. COATSWORTH, J. (1998): «Economic and Institutional Trajectories in Nineteenth-Century Latin America», en COATSWORTH, J. AND TAYLOR, A. (eds.), Latin America and the World Eco- nomy since 1800, Cambridge, Mass., Harvard University Press, pp. 23-54. ENGERMAN, S. L. y SOKOLOFF, K. L. (2005): «Colonialism, Inequality, and Long-Run Paths of Development», NBER Working Paper, 11057. KLEIN, H. S. (1985): Las finanzas americanas del imperio español, 1680-1809, México, Universidad Autónoma Metropolitana. PRADOS DE LA ESCOSURA, L. (1988): De imperio a nación: crecimiento y atraso económico en España (1780-1930), Madrid, Alianza Editorial. PRADOS DE LA ESCOSURA, L. (2006): «The Eco- nomic Consequences of Independence in LaAntonio-Miguel Bernal Universidad de Sevilla REFERENCIAS tin America», en The Cambridge Economic History of Latin America, vol. 1, The Colonial Era and the Short Nineteenth Century, Cambridge, C. University Press, 463-504. ACEMOGLU, D., JOHNSON, S. y ROBINSON, J. SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (1968): España hace un (2001): «The Colonial Origins of Comparative siglo: una economía dual, Barcelona, Penín- Development: An Empirical Investigation», sula. American Economic Review, 91, pp. 13691401. AMARAL, S. y PRADOS DE LA ESCOSURA, L. (eds.) (1993): La independencia americana: conse- cuencias económicas, Madrid, Alianza Editorial. BATES, R. H., COATSWORTH, J. yWILLIAMSON, J.G. (2006): «Lost decades: Lessons from Post-Independence Latin America for Today’s Africa», NBER Working Paper, 12610. 190 pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 191 Crítica de libros Ramon Garrabou (coord. del volumen) Emili Giralt (dir.) Història Agrària dels Països Catalans, vol IV, segles XIX-XX Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca i la Innovació, 2006, 663 páginas. l volumen que la Història Agrària dels Paisos Catalans dedica a la época contemporánea, dirigido por Ramón Garrabou, es una expresión completa de todos los procesos y aspectos de la historia agraria de Cataluña, Valencia y Baleares estudiados a lo largo de los últimos treinta años. La evolución de las formas de propiedad y su relación con la estructura de clases, la producción y los cambios de uso, aprovechamientos y formas productivas, los procesos de mercantilización y la sociedad desde el punto de vista de sus conflictos centran los contenidos. Reúne por tanto todas las líneas de indagación abiertas y desarrolladas por la historiografía rural catalana, si bien están poco presentes o incluso ausentes los enfoques más innovadores y recientes: los relacionados con aspectos medioambientales, con la evolución del paisaje, así como el período posterior a 1936. Parece que el planteamiento adoptado opta en exclusiva por aquellos aspectos más conocidos y reconocidos en la investigación, excluyendo desarrollos más recientes y prometedores en los que participan varios de los autores del volumen pero que todavía están en fase inicial, en beneficio de aquellos saberes más consolidados y fundamentados que aquí se incluyen. E Este ambicioso proyecto de Historia agraria de Cataluña continúa la estela de la Historia Agraria de la España contemporánea, también impulsada por Garrabou en los años ochenta, o la Storia dell’agricoltura italiana in età contemporanea, que siguen el modelo clásico de la The Agrarian History of England and Wales3, y ese parece ser en realidad el modelo original en que se fundamenta esta ambiciosa iniciativa catalana, digna de aplauso y de imitación. Los autores constituyen un selecto elenco de los mejores especialistas en la historiografía rural catalana actual. Estamos pues ante una obra ambiciosa y de gran envergadura que, además de las tres comunidades autónomas del Estado español, también se ocupa –más como desiderátum que como realidad investigada– del Rosselló, también denominado Catalunya Nord y perteneciente al Estado francés. El marco territorial elegido, los Países Catalanes, es por tanto un ámbito político-cultural que no está delimitado por el Estado contemporáneo, ni ceñido al territorio de las comunidades autónomas de la actual Constitución. La elección puede parecer atrevida pero es coherente con el pasado y con el presente de un territorio con entidad cultural y política, si bien es precisamente en la época contemporánea cuando los esta- 3. GARCÍA SANZ, GARRABOU, SANZ, BARCIELA y JIMÉNEZ BLANCO (1985 y 1986); BEVILACQUA (1989-1991) y THIRSK (1967-2000). Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ 191 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 192 Crítica de libros dos se delimitan política y económicamente de modo más estricto y por tanto el período en que esa unidad histórica es más débil. En todo caso, el marco físico mediterráneo y el marco cultural o etnolingüístico son perfectamente útiles para el análisis histórico de la agricultura y de la sociedad rural que aquí se plantea e incluso añade evidentes ventajas para comprender los rasgos singulares de la agricultura de la fachada levantina peninsular –unos comunes y otros diversos– facilitando la comparación y la comprensión de las diferentes evoluciones tecnológicas o de las estructuras sociales o agrarias o el comportamiento de las instituciones. El contenido del volumen refleja con claridad dos circunstancias que merecen destacarse y que aluden a la definición de los objetos de estudio y los marcos cronológicos de la historiografía agraria catalana y por extensión de la española desde hace treinta años, que definen esta contribución y que permiten una reflexión que trasciende a este libro. El lector comprobará, en primer lugar, hasta qué punto la historiografía agraria sigue trabajando en la estela del debate de los años setenta sobre la revolución burguesa y, en segundo lugar, que la investigación apenas ha superado el límite cronológico de 1936. Lo primero resulta evidente revisando los epígrafes de un índice que atiende a un programa coherente en el que, combinando esquema estructural y cronológico, se nos habla preferentemente de viejas y nuevas estructuras, de mercado, de producción, de crecimiento y de conflictividad. Un modelo ya clásico, inteligible y de difícil subs192 titución. En este modelo, la crisis del antiguo régimen y la creación de un nuevo marco institucional liberal que reemplazó al que había quebrado entre la revolución francesa y la cuarta década del siglo XIX, es el pórtico del mundo contemporáneo; los sistemas y las relaciones de propiedad constituyen el mejor indicador para observar el avance o el fracaso de la revolución liberal y el cambio o la permanencia de las estructuras de clase; la evolución de las macromagnitudes para percibir las transformaciones del sistema productivo, para medir las pautas del crecimiento y para detectar los cambios en la distribución de la población, los cultivos o el producto; los mercados de productos, de trabajo y de crédito están también primorosamente estudiados. La sociedad aparece por varias vías, pero la preferente es la conflictividad y la indagación sobre los conflictos de clase ocupan un capítulo entero. El índice también demuestra que gran parte del siglo XX sigue siendo un completo desconocido para la historiografía. De las 663 páginas del volumen, el período 19402000 ocupa menos del 10 por cien. Eso es lo que decimos saber sobre más de una cuarta parte de los doscientos años de los que se ocupa el libro. Y digo decimos porque, aún cuando algunos aspectos del franquismo han sido indagados para el conjunto español (Barciela, 1987) o para algunas de sus agriculturas (Rico Boquete, 2005), esta circunstancia no es ajena al conjunto de la historiografía agraria española, de modo que el nivel de conocimiento explicitado por la historiografía catalana es un síntoma revelador de una pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 193 Crítica de libros situación que en grados diferentes es común a todo el Estado. Esta historia agraria contemporánea de los Países Catalanes puede definirse sin duda como una expresión muy completa y acabada de procesos bien estudiados y conocidos, derivados de un programa de investigación desarrollado en los últimos 30 años. La primera parte está dedicada a la «Crisis del Antiguo Régimen y el nuevo marco institucional», y se centra en estudios sobre la propiedad (Millán, Tello y Jover) que recorren, además, algunas de las otras seis partes que componen este volumen; incluye además un capítulo de Garrabou sobre la política agraria liberal (hidráulica, de innovación, etc) hasta 1939 y otro de Ferrer sobre los cambios en los sistemas de herencia. La segunda se ocupa de «Las transformaciones del sistema productivo» con un criterio estructural, cronológico y sectorial: demografía (Nicolau), transformaciones de la agricultura llamada tradicional y el papel y evolución de los montes (Calatayud) y el cambio técnico unido a la agroindustria, siempre con el límite de 1936 (Pujol). La tercera parte, titulada «Mercantilización», analiza la progresiva integración de las explotaciones en el mercado y la aparición de una agricultura de exportación acompañada de una participación en el mercado de medios de producción que se define como modesta (Garrabou, Manera y Valls). Los mercados de trabajo y de dinero, bien conocidos y estudiados, se desarrollan en sendos capítulos, elaborados respectivamente por Garrabou y Tello. La parte cuarta, «Hombres, mujeres y clases», se centra también en las forHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ mas de tenencia y la evolución de las estructuras de propiedad de un modo diacrónico, descifrando una diversidad que se concreta –después de la crisis finisecular– en la fragmentación de las formas más persistentes de gran propiedad y el reforzamiento de la propiedad campesina que triunfa, además, como forma de explotación frente a la escasa implantación de la supuesta e ideal gran explotación capitalista (Garrabou y Saguer). La evolución de la dieta (Cussó y Garrabou) y la caracterización de la familia pagesa (Vicedo) completan este interesante apartado. En la quinta parte, sobre conflictividad y asociacionismo, el análisis se fundamenta principalmente en los trabajos sobre asociacionismo, en una secuencia cronológica de cincuenta años basada en las investigaciones de Millán, Colomé, Planas y Garrido y una conflictividad que estalla en los sincopados años treinta con guerra, revolución, contrarrevolución y establecimiento del fascismo agrario en la versión nacional-sindicalista de Falange, superando aquí el límite de 1936 para ofrecer una perspectiva de ruptura entre dos mundos marcada por el golpe de estado de 1936 y la guerra (Tebar). La sexta y última parte titulada «Las grandes transformaciones de los sistemas agrarios (1940-2000)», a cargo de Majoral, se dedica a la autarquía posbélica y su fracaso, incidiendo en el freno de las vías modernizadoras anteriores en el contexto de una larga posguerra. Completa esta parte y el libro otro capítulo de Ramon Garrabou que, a modo de coda, se ocupa de la herencia histórica de la Cataluña agraria en el momento en que se sentencia el final del 193 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 194 Crítica de libros mundo pagés y nos enfrentamos al futuro de los problemas de una agricultura industrializada. El interés de la historiografía peninsular sobre el mundo rural ha ido, aparentemente, mudando desde los años setenta y, en especial, en los últimos veinte años, con una importante diversificación de objetos de estudio, revisión de tópicos, incorporación de nuevos aportes interdisciplinares, así como nuevas cuestiones y puntos de vista que también tienen su reflejo en esta obra: la dieta y la alimentación, la vida cotidiana, las políticas agrarias y especialmente el cambio tecnológico, están directamente presentes, del mismo modo que la antropología o la etnografía y sus aportes tiene un hueco en estas páginas. Pero la incorporación de estas novedades no empece el carácter general que atribuimos en nuestro diagnóstico a los textos aquí reunidos. El hilo argumental de la obra y el debate auténtico que plantea se sitúa en los problemas relacionados con la crisis del Antiguo Régimen y las preguntas que suscita e intenta resolver entendemos que siguen estando relacionadas con el debate original sobre la revolución burguesa. ¿Qué nos ofrece singularmente el volumen que compila e idea Ramon Garrabou? De entrada, los resultados de una indagación demorada y la culminación de un programa de investigación sobre el desarrollo del capitalismo en la agricultura catalana desarrollado a lo largo de casi cuarenta años.Y presentado con un tratamiento impecable que sitúa al texto en la cima de la historiografía del sur de Europa y con poco que envidiar a la anglosajona clásica. 194 El principal objetivo del libro es analizar las transformaciones que se producen en los sistemas agrarios de los Países Catalanes en el período de implantación de la agricultura capitalista. La tesis global es sólida y coherente, constata el desarrollo del capitalismo en la agricultura catalana contemporánea y para ello define las grandes cuestiones que permiten caracterizar el capitalismo agrario y, a partir de su disección, define la forma que adopta, a saber: centralidad del mercado, nuevas relaciones sociales y cambio técnico. Para desarrollar esta tesis se discute eficazmente la interpretación tradicional que insistía en el parcial, lento y moderado desarrollo del capitalismo como una singularidad, aunque desde mi punto de vista esto se hace sin la contundencia de otros textos de los mismos autores. De hecho ni siquiera se cita El pozo de todos los males (2001), libro que desde esta misma perspectiva crítica con las visiones más tradicionales, tuvo una mala recepción en algunos sectores de la historiografía catalana, seguramente porque la interpretación más asentada sobre la historia de los procesos de industrialización requiere de la caracterización de una agricultura poco desarrollada para garantizar la coherencia interpretativa. Se rompe, en cualquier caso y definitivamente, con interpretaciones anticuadas pero muy arraigadas sobre el desarrollo del capitalismo agrario, inspiradas en versiones deformadas sobre el modelo inglés y su singularidad. Versión ésta de la agricultura capitalista que tiende a convertirse en mítica y simplista y que no tiene en cuenta ni los condicionantes ambientales, ni las oferpp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 195 Crítica de libros tas tecnológicas realmente operativas, ni las herencias históricas que tanto marcaron los procesos de transformación de la agricultura contemporánea, incluido como sabemos ahora, el inglés. Esa interpretación tradicional enfatiza la precariedad del desarrollo del capitalismo en los países del sur de Europa, basándose en la supuesta lentitud de la incorporación de las principales innovaciones, los crecimientos moderados de la producción y la productividad y la supervivencia de formas tradicionales de organización de la producción: explotaciones campesinas frente a empresas agrarias a gran escala consideradas más racionales y eficientes en el sentido definido por Kautsky. Esta visión es corregida en este volumen con la perspectiva ambiental y un demorado análisis sobre la naturaleza de los cambios tecnológicos. Para la caracterización de este capitalismo agrario, en relación con la centralidad del mercado como institución y la marginalización del autoabastecimiento, se incide en la construcción de un nuevo marco institucional, que elimina restricciones a la circulación e introduce la nueva fiscalidad; la especialización en la producción para la venta y el recurso al mercado para la subsistencia y la incorporación de inputs, así como la aparición de una demanda interna vinculada a la urbanización. En Cataluña se constata la formación de un mercado de medios de producción después de la crisis finisecular, con la estructuración del mercado mundial y el aumento de la competencia. La aparición de las nuevas relaciones sociales deriva del nuevo marco institucioHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ nal: reforma agraria liberal y nuevos derechos de propiedad privada. La acción de los nuevos propietarios individuales se produce en alianza con otros grupos sociales y no por parte de una burguesía investida de una supuesta misión histórica. La propiedad privada de los grupos intermedios convivirá con formas basadas en el privilegio pero, al abolirse las formas de propiedad colectiva, configurará las nuevas relaciones sociales. En relación con las estructuras de propiedad, su equilibrio o desequilibrio también es un indicador. En los Países Catalanes, se constata la concentración de propiedad y la exclusión de la propiedad familiar hasta la crisis finisecular y posteriormente el proceso contrario: pierde ritmo la concentración y se constata incluso la fragmentación (Mallorca). Los resultados de la investigación demuestran que la gran explotación no es norma y que ni siquiera evidencia más ventajas que la explotación familiar, de lo que se puede concluir que, en la estructura de clases, al lado de la propiedad campesina hay una gran propiedad que no está enfrentada a un proletariado que vive básicamente del salario sino a un campesinado precarizado que le sirve ocasionalmente de fuerza de trabajo. Ahí residen los conflictos: entre el campesinado precarizado y la gran propiedad. En cuanto al cambio técnico, su caracterización se pone en relación con las ofertas disponibles en cada etapa y con los condicionantes ambientales que pueden restringir la aplicación de determinadas innovaciones. En este sentido no se aprecia como lento o escaso, ni se considera una anomalía del tipo de capitalismo agrario 195 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 196 Crítica de libros desarrollado en los Países Catalanes. El catálogo de innovaciones que se expone es conocido. El desarrollo fue moderado en el siglo XIX, en el marco de una agricultura orgánica avanzada, con un uso marginal de energía fósil. Sin embargo, se constata la aparición de algunos nuevos fertilizantes, así como una mecanización incipiente y el uso de inputs industriales y, sobre todo, mejoras biológicas concretadas en nuevas razas ganaderas y nuevas labores más cuidadas. La innovación principal se sitúa en las nuevas rotaciones y cultivos, pero es territorialmente limitada. De finales del siglo XIX a la guerra civil se produce una renovación de las bases biológicas del sector: viñas americanas, frutales, selección y renovación de patatas y cereales; el consumo de abonos minerales se sitúa al nivel de Holanda y se introducen nuevos aperos y motores eléctricos para el regadío. No se aprecian, según los autores, grandes desfases en relación con otras agriculturas europeas, teniendo en cuenta las posibilidades tecnológicas realmente existentes y las condiciones ambientales para la difusión de las innovaciones. En cuanto al crecimiento agrario, se plantea la discusión sobre los aumentos de producción y productividad que han sido, con razón, cuestionados para Cataluña. Calatayud demuestra un crecimiento agrario extensivo, con expansión de la superficie cultivada y del área regada (de 200.000 has. en 1860 a 475.000 en 1960) y cambios importantes en la distribución y el tipo de cultivos: arbustivos en el secano y frutas, hortalizas y tubérculos en el regadío. Pero, a diferencia de otros territorios peninsula196 res –especialmente los atlánticos– no se constatan en el siglo XIX incrementos en la productividad del trabajo o de la tierra, y tan sólo se mencionan indicios de cambio a comienzos del XX. En relación con el cambio tecnológico, se echa de menos un análisis detenido sobre la construcción y el desarrollo del sistema de innovación agropecuario en los Países Catalanes, al que se refiere sucintamente Garrabou en el capítulo sobre la política agraria. También merecería un mayor recorrido el papel de la industria productora de inputs, tan bien representada en Cataluña por la Casa Cros de fertilizantes y en Valencia por casas pioneras en la importación de fertilizantes y otras productoras de medios mecánicos para la agricultura. A pesar del desarrollo y las novedades incorporadas a la historiografía agraria española, creo que es hora de reconocer que seguimos siendo substancialmente deudores del debate sobre la revolución burguesa, los problemas de la transición del feudalismo al capitalismo y los asuntos derivados de este tronco principal, como puede ser el interés por la evolución de las formas de propiedad o los cambios en la estructura de las clases. Se diría que sigue vigente el programa de investigación establecido entre el final del franquismo y el final de la transición, con todas sus preocupaciones, al que se han ido incorporando nuevas promociones de investigadores y nuevas perspectivas teóricas y metodológicas. En términos de madurez del producto investigador, seguiríamos por tanto en la fundación de la disciplina y de hecho pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 197 Crítica de libros en las preocupaciones y las necesidades de explicación que a toda una generación de académicos suscitó el momento de la transición de la dictadura a la democracia actual, hace mas de treinta años. Ese parece seguir siendo el gran marco explicativo y el objetivo último al que responde la investigación. Desde mi punto de vista, este texto revela que las tendencias y los programas de investigación de las últimas cuatro décadas se ocuparon preferentemente del viejo problema agrario, entendido como el conjunto de dificultades del mundo rural hispano para incorporarse a la modernidad del estado liberal y el mercado capitalista contemporáneo. La conciencia colectiva de atraso que la sociedad hereda como pesado lastre en el momento de la transición a la democracia sigue siendo una sombra alargada cuyo elemento nuclear es el atraso agrario como responsable último de la divergencia con Europa y de la falta de modernización en la segunda mitad del siglo XX. De modo que atraso y revolución burguesa lo centran todo, aunque sea para – como es evidente en este caso– contradecir los viejos tópicos. También queda en evidencia que seguimos desconociendo casi todo de la mayor parte del siglo XX y que el franquismo –auténtico y principal productor del atraso contemporáneo– no ha llegado a convertirse todavía en un nuevo centro de la producción en historia agraria REFERENCIAS BARCIELA, C. (1987): «Crecimiento y cambio en la agricultura española desde la Guerra Civil», en NADAL, J., CARRERAS, A. y SUDRIÀ, C. (comps.), La economía española en el siglo XX. Una perspectiva histórica, Barcelona, Ariel, p. 258-279. BEVILACQUA, P. (1989-1991): Storia dell’agricol- tura italiana in età contemporanea, Venecia, Marsilio, 3 vols. GARCÍA SANZ, A., GARRABOU, R., SANZ, J., BARCIELA, C. y JIMÉNEZ BLANCO, J.I. (1985 y 1986): Historia Agraria de la España contemporánea, Barcelona, Crítica, 3 vols. PUJOL, J. et al. (2001): El Pozo de todos los males: sobre el atraso en la agricultura española contemporánea, Barcelona, Crítica. RICO BOQUETE, E. (2005): «El Franquismo en Galicia», en JUANA, J. DE y PRADA, J. (coords.), Historia Contemporánea de Galicia, Barcelona, Ariel, pp.332-352. THIRSK, J. (ed.) (1967-2000): The Agrarian His- tory of England and Wales, Cambridge, Cambridge University Press, 8 vols. Lourenzo Fernández Prieto Universidad de Santiago de Compostela Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ 197 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 198 Crítica de libros Áreas. Revista Internacional de Ciencias Sociales Número monográfico dedicado a «La cuestión agraria: de los ilustrados a la globalización» nº 26 (2007), 182 páginas. ste número de la revista Áreas está dedicado a la «cuestión agraria». Reúne una docena de artículos de contenido económico recopilados por Ricardo Robledo. El arco cronológico que abarca es muy amplio, desde las aportaciones de algunos economistas ilustrados en la segunda mitad del siglo XVIII hasta la actualidad. Bien es cierto que la «cuestión agraria», término que adquirió todo su significado durante las primeras décadas del siglo XX en España vinculado a la propiedad de la tierra y a su distribución, es utilizada en este número en un sentido amplio prácticamente equiparable al sector agrario. No obstante, el lector no va a encontrar en este número monográfico contribuciones sobre el funcionamiento de los mercados o sobre la formación de los precios agrarios o sobre cómo deben regularse estos, sino más bien una colección de opiniones de diversos economistas o estudiosos que tuvieron y tienen en común la preocupación por el desarrollo de políticas estructurales como manera de solventar los problemas del sector. Ello explica quizá la elección de los autores y la época en la que desarrollan su pensamiento. El número es, pues, de evidente utilidad para los estudiosos. El rigor de sus aportaciones es también uno de los valores más destacados, de manera que será de consulta obligada por todos aquellos que se ocupan de la cuestión agraria y su evolución en la E 198 España contemporánea. El número se divide en tres partes: una primera en la que se analiza el pensamiento económico de varios autores sobre el papel del sector agrario en el desarrollo económico y en los obstáculos que se oponen a él y que está centrado sobre todo en el siglo XIX; una segunda parte dedicada a la cuestión agraria en el siglo XX, cuando ésta se confunde prácticamente con la reforma de las estructuras agrarias; entre ambas, una interesante contribución sobre la agronomía en España y sus practicantes, los ingenieros agrónomos; y una tercera y última parte en la que se agrupan tres textos de diverso signo y de encaje nada fácil en la temática de este número, excepto quizá el último, un texto en el que se trata de mostrar hasta qué punto la cuestión agraria se ha confundido en la actualidad con la cuestión ambiental. En la primera parte se agrupan los trabajos de Pablo Cervera Ferri («En los orígenes del reformismo: Ilustración y agronomía en Valencia, 1765-1812»), José Manuel Menudo («Agricultura y política monetaria en España (1814-1820). La crítica de Gonzalo de Luna»), Estrella Trincado Aznar («La cuestión agraria en Stuart Mill») y José Luis Ramos Gorostiza («Los economistas y el debate sobre la nacionalización de la tierra en Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XIX»). Los dos primeros tienen que ver sólo indirectamente con la «cuestión agraria». El de Pablo Cerpp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 199 Crítica de libros vera muestra que los avances técnicos de la agronomía francesa e inglesa fueron introducidos por los ilustrados en Valencia, pero ello no desembocó en cambios agrarios de envergadura ni, como consecuencia de ello, en una transformación de la estructura industrial valenciana. Este debate parece ya bastante superado. No obstante, el artículo hace inventario de las traducciones de obras agronómicas extranjeras y de la aparición de obras firmadas por ilustrados valencianos, información de indudable utilidad. También a estudiar el pensamiento económico, en este caso de Gonzalo de Luna, dedica su artículo José Manuel Menudo, texto en el que la agricultura no se trata más que de manera tangencial, como un sector económico más. En cambio, las dos otras aportaciones centradas en el pensamiento económico británico tocan de lleno el tema principal y ofrecen una perspectiva interesante de una cuestión, la agraria, cuya vigencia o interés entre los economistas pareciera reducida únicamente a unas pocas décadas del siglo XX. El texto de Estrella Trincado es un recorrido por la biografía intelectual de John Stuart Mill, prestando especial atención al lugar que la agricultura ocupa en su pensamiento. Desde sus posiciones primeras, próximas a Malthus, hasta las últimas, más preocupadas por la propiedad y la renta de la tierra y su influencia en los mercados agrarios. La lectura del artículo sugiere la necesidad de vincular el pensamiento sobre la cuestión agraria de autores como Malthus y Mill con la situación de la agricultura británica a mediados del siglo XIX, cuyas potencialidades de crecimiento se habían Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ agotado y cuyo recurso a los mercados exteriores era imprescindible para mantener el ritmo de crecimiento económico e industrialización. El debate en torno al librecambio o la protección del mercado interior agrario o el debate en torno a la renta de la tierra y su influencia sobre el crecimiento agrario deben contextualizarse dentro de este marco de una agricultura de base orgánica que había llegado prácticamente a sus límites productivos y donde la propiedad ejercía todo su poder. Sugiere también que la reivindicación de una teoría de la población, como trataron de construir Malthus y en cierto modo Mill no era algo descabellado. La transición hacia los combustibles fósiles y hacia una agricultura parcialmente desvinculada de la tierra –con el optimismo tecnológico que comportaba– arrumbaron estas pretensiones. En cambio, en un mundo cada vez más consciente de la finitud de los recursos y de los «males» ecosistémicos que produce el crecimiento económico sostenido, en un mundo que está poblado por más de 6.500 millones de habitantes, esta preocupación no parece desenfocada. ¿Neomaltusianismo ecológico? Más bien conciencia de los límites, una conciencia que en realidad sólo se perdió momentáneamente en el «largo siglo XX», especialmente en la corriente dominante del pensamiento económico. En ese sentido, las reflexiones de Stuart Mill sobre la renta de la tierra y el precio final de los productos agrícolas tienen actualidad. El encarecimiento repentino y sostenido –salvo los meses en que se contrajo abruptamente la demanda por la crisis financiera de 2008– de los precios 199 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 200 Crítica de libros agrarios tiene que ver con la competencia por la tierra que protagonizan los distintos usos del suelo (ganadero, agrícola, forestal o energético con los biocombustibles), una tierra cada vez más limitada, cuya expansión se ha paralizado prácticamente desde comienzos de siglo. El texto de José Luis Ramos confirma que la preocupación por la tierra no fue un hecho aislado ni el capricho de algunos economistas, sino la preocupación compartida por prácticamente todos, independientemente de su adscripción ideológica. Efectivamente, el autor pasa revista a la literatura económica inglesa del siglo XIX para mostrar que la nacionalización de la tierra fue defendida por bastantes economistas no sólo del ala izquierda, sino también por economistas liberales, defensores de la propiedad privada y del libre mercado. Fundamentaron la propuesta en argumentos muy diversos, tanto éticos y religiosos como fiscales, jurídico-filosóficos, político-sociales, etc. El autor llama la atención sobre el hecho de que, tras un periodo en que el debate desapareció prácticamente de la agenda de la corriente principal de los economistas, precisamente cuando ocupaba un papel central entre los movimientos sociales, el debate ha vuelto a aparecer, esta vez centrado en la propiedad pero desde el punto de vista del manejo de los recursos naturales. El artículo de Juan Pan-Montojo («De la agronomía a la ingeniería agronómica: la reforma de la agricultura y la sociedad rural españolas, 1855-1931») es un resumen de su libro Apostolado, profesión y tecnología (2005), cuyas tesis no por conocidas son menos interesantes. Pese a reiterarlas 200 aquí, su inclusión es pertinente. Sirven para enmarcar adecuadamente en el pensamiento de los agrónomos como cuerpo las aportaciones que componen la segunda parte de este número monográfico. Coincido con el autor en su afirmación esencial: la «agricultura racional» que propugnaron los agrónomos «no era sino una agricultura entendida como industria, como actividad productiva fundada en la maximización de los beneficios, es decir, como agricultura capitalista» (p. 77). Su preeminencia social e implicación en las políticas públicas, su fe en una visión positiva de la ciencia agronómica, su origen de clase acomodada, su afán reformista los situó en el centro de la elaboración y discusión de las políticas agrarias. En este texto el lector podrá encontrar una descripción muy sintética y por ello muy útil de la evolución de su pensamiento corporativo, desde su reivindicación de las grandes fincas como garantes de la innovación tecnológica y de la superación del atraso agrario hasta su vinculación cada vez más estrecha con el debate político entre conservadores y reformistas de las estructuras agrarias españolas, influidos, no cabe duda, por el protagonismo social de los movimientos campesinos. El segundo bloque se inicia con el artículo de Ricardo Robledo («La cuestión agraria en España: de Canalejas a Vázquez Humasqué (1902-1936)«). Robledo es un reconocido estudioso del pensamiento agrario español de los dos últimos siglos y ha dedicado muchos de sus últimos trabajos a estudiar la aplicación de la reforma agraria de la Segunda República. Quizá ese interés por una distribución más equipp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 201 Crítica de libros tativa de la propiedad de la tierra y su impacto sobre el desarrollo del sector agrario, preocupación que, como el lector verá, estaba presente desde el siglo XIX, sea también la suya y ello se manifiesta no sólo en la recopilación de los artículos de este número sino también en su contribución al mismo. Contribución que se completa con la presentación y edición del texto que sigue, debido al agrónomo Vázquez Humasqué. El texto de Robledo trasmite la idea de que la cuestión agraria tiene más lecturas que la parcelación de los latifundios, visión que en el imaginario de la historiografía española se identifica con el problema agrario. Describe cinco miradas distintas representadas por otros tantos autores, que enriquecen y vuelven más complejo el problema, al menos desde el punto de vista económico. Pero quizá lo más llamativo de su aportación sea su análisis del pensamiento antilatifundista de Canalejas, partidario en este tema de la intervención del Estado pese a su militancia oficialista liberal. Sustentaba sus posiciones en cierto reformismo social y enraizaba su discurso económico en los efectos negativos que la propiedad latifundista tenía sobre el desarrollo económico de un país atrasado como España y las soluciones en la abundante literatura económica que durante todo el siglo XIX, casi sin distinción de ideología, había vertido reproches sobre los conceptos mismos de propiedad y renta de la tierra. Pese a lo moderado de sus propuestas (expropiación por causas de utilidad pública: «si el Ejército y la Dirección de Obras Públicas expropian, ¿por qué no podía hacerlo el Ministro de Agricultura?», p. 98), su Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ ataque contra los latifundios resultaba incómodo para sus correligionarios dinásticos. Es de destacar, como señala Robledo, el «efecto» que un discurso antilatifundista, realizado desde la bancada del gobierno, tuvo en la vida intelectual y política del momento: convirtió la cuestión agraria en la cuestión latifundista. Especial atención debe prestarse al texto de Vázquez Humasqué («El problema agrario español») porque, como militante del partido de Azaña, tuvo una participación decisiva en el diseño y aplicación de la política agraria republicana, mucho más que el propio Carrión, con el que tradicionalmente se asocia. No en vano fue el Director General del Instituto de Reforma Agraria entre octubre de 1932 y febrero de 1933 y de nuevo en marzo de 1936. Sus posiciones en torno a la «cuestión agraria» son paradigmáticas del regeneracionismo agrario en su versión republicana, alejadas por cierto de las que exhibió el socialismo en esos mismos años. En su argumentación aparecen todos los «tópicos» de esa corriente: la solución injusta e individualista a la desamortización y la privatización del régimen comunal, el aumento y agudización del latifundismo, fenómeno estrechamente relacionado con el absentismo productivo, etc. No obstante, la mayor parte del texto –una conferencia pronunciada en agosto de 1939– está dedicada a justificar la política agraria de los gobiernos republicanos del Primer Bienio y del Frente Popular, tanto de la legislación laboral agraria como de la propia Reforma Agraria. El testimonio aquí recogido es, desde mi punto de vista, clave para entender cómo 201 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 202 Crítica de libros pensaban los políticos republicanos que estuvieron al frente de la política agraria. Es de justicia felicitar por este rescate al coordinador de este número monográfico. El tercer y último bloque contiene tres textos de temática y orientación diferente y que difícilmente pueden ser agrupados bajo el rótulo común de la cuestión agraria. El artículo de Cristóbal Gómez Benito y de Emilio Luque («Modernización agraria, modernización administrativa y Franquismo. El modelo educativo y administrativo del Servicio de Extensión Agraria (1955-1986)»), no trata de hacer una historia de este Servicio, sino de explicar «su naturaleza y su significado en el contexto de la política agraria franquista y de la transformación del campo español» (p. 133). La tesis principal es que el Servicio de Extensión Agraria se creó inicialmente como un instrumento del proceso de modernización agraria, esto es de incremento de la productividad antes que de reforma de las estructuras. Esta dirección era lógica dentro del régimen franquista, pero su evolución lo llevó hacia «orientaciones más integrales, descubriendo la dimensión social de la agricultura» (p. 132). No se puede, por tanto y según los autores, considerar el Servicio de Extensión Agraria como un mero instrumento para la difusión de la «revolución verde»; fue algo más complejo, que acabó yendo más allá, a la «búsqueda del desarrollo integral» (p. 148). La contribución de Oscar Carpintero («Economía, naturaleza y agricultura en los economistas españoles: algunos atisbos económico-ecológicos (19401970)«) se ve bien reflejada en su título: la búsqueda en los economistas agrarios es202 pañoles de la corriente ortodoxa signos de preocupación por el medio ambiente y su influencia sobre la economía agrícola. El texto, pese a su interés para la historia de la economía ecológica y de la construcción de una tradición alternativa a la dominante que ignoró casi siempre los condicionamientos ambientales en el sistema económico, tiene en este número poca cabida. El número se cierra con un artículo del agroecólogo y activista norteamericano Peter Rosset («Mirando hacia el futuro: la Reforma Agraria y la Soberanía Alimentaria»), quien, a primera vista, parece reivindicar la vieja vinculación entre el imperativo ético y el imperativo productivo, que estuvo presente en la idea regeneracionista de reforma agraria. La reivindicación responde no a una preocupación por el crecimiento agrario y la modernización del campo que sólo pueden aplicar los pequeños propietarios a través de un reparto de los latifundios, sino al enfrentamiento entre dos modelos de agricultura que pugnan en los países en desarrollo. Por un lado, el modelo de monocultivo para la exportación, modelo en realidad extractivo de los recursos naturales, causa principal de la degradación ambiental y de la pobreza rural y del hambre, un modelo económica y políticamente dependiente, frente a un modelo de autosuficiencia alimentaria, un modelo agronómicamente más eficiente y respetuoso con los recursos y funciones ambientales. En no pocos países en desarrollo, el acaparamiento de la tierra en pocas manos dificulta el acceso de los campesinos a la subsistencia y también a la posibilidad de un manejo más sostenible de pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 203 Crítica de libros los agroecosistemas. Ambas cosas, el reparto de la renta agraria y el manejo sostenible de los agroecosistemas no son, sin embargo, dos cuestiones que vayan necesariamente juntas. El fracaso ambiental que han cosechado muchas experiencias de reforma agraria entre los asentamientos del Movimiento de los Sin Tierra, en Brasil, o del Sindicato de Obreros del Campo, en Andalucía, así lo demuestran. El texto de Peter Rosset, en realidad, llama la atención sobre la necesidad de separar cuidadosamente el reparto equitativo de los be- neficios de la actividad agraria de las reformas estructurales necesarias para promover el desarrollo agrario. No siempre van unidas ni es deseable que vayan. Manuel González de Molina Universidad Pablo de Olavide REFERENCIAS PAN-MONTOJO, J. (2005): Apostolado, profesión y tecnología. Una historia de los ingenieros agrónomos en España, Madrid, Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos. Florence Bourillon, Pierre Clergeot y Nadine Vivier (dirs.) De l’estime au cadastre en Europe. Les systèmes cadastraux au XIXe et XXe siècles Paris, Comité pour l’histoire économique et financière de la France, 2008, 419 páginas. l Comité pour l’histoire économique et financière de la France E (C.H.E.F.F.) empezó a funcionar en 1987, impulsado políticamente por los ministros de Estado Édouard Balladur y Pierre Bérégovoy, en tanto que Michel Bruguière fue uno de sus promotores académicos. Este investigador, director de estudios en la École practique des hautes études (sección IV), promovió la constitución, en dicha Escuela, de un Centre d’histoire financière (1985) y de la Société d’historie financière (1987), el mismo año en que iniciaba su dinámica andadura el C.H.E.F.F., en el seno del Ministerio francés de Economía y Hacienda. Entre sus iniciativas se encuentran la preparación de Guías del investigador, para orientar en el uso y la disponibilidad de fuentes, la organización de coloquios y la publicación anual de un volumen de Melanges, para dar cabida a la producción bibliográfica, en forma de trabajos metodológicos, trabajos de investigación especializados en historia económica y financiera o bien textos poco conocidos o difíciles de localizar. Michel Bruguière, nacido en Toulouse en 1938, murió prematuramente en 1989. No obstante, uno de sus legados, el C.H.E.F.F., continuó su labor. Actualmente, su catálogo bibliográfico está compuesto por más de 135 obras4. Una de ellas 4. Puede consultarse en: http://www.comite-histoire.minefi.gouv.fr/sections/comite_pour_lhistoi/ publications_du_chef/catalogue6600/ Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ 203 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 204 Crítica de libros es precisamente el objeto de esta reseña. Con anterioridad, el C.H.E.F.F. había publicado sendas obras colectivas, con el mismo título, aunque correspondientes a las Edades Media y Moderna, dirigidas por Albert Rigaudière (2006) y Mireille Touzery (2007). También de 2007 es la tercera edición revisada de Le cadastre. Guide des sources, obra de Paul-Marie Grinevald aparecida originalmente en 2003. Esta publicación aporta, tras unas precisas definiciones de los principales términos técnicos referidos al Catastro, una cronología –internacional y de largo plazo– sobre los trabajos catastrales, una lista de las principales normas francesas sobre la materia (desde 1791 a 2002), una guía de fuentes para estudiar el catastro francés en bibliotecas y archivos nacionales, departamentales y locales, así como una extensa bibliografía internacional sobre los catastros5. Quien desee iniciar un estudio comparado sobre el catastro en Europa tiene en esta obra un buen punto de referencia. Les systèmes cadastraux au XIXe et XXe siécles recoge el resultado del coloquio celebrado el 20 y 21 de enero de 2005 bajo la dirección de Florence Bourillon, Pierre Clergeot y Nadine Vivier, en el que colaboraron una veintena de especialistas de Francia, Gran Bretaña, España, Italia, los Países Bajos y Turquía. La obra está dividida en cuatro apartados: los catastros europeos; la «invención» de un nuevo catastro en Francia; los catastros urbanos; y, por último, una sección con dos trabajos que, a mi entender, bien podrían haber sido incluidos en las secciones previas de los catastros europeos y urbanos, pues contiene sendos trabajos de Juan Pro sobre el catastro en España (1800-2000) y de Bourillon sobre el catastro de Paris en el siglo XIX. El primer apartado, dedicado a los catastros europeos, se abre con una breve reflexión de Pierre Clergeot sobre la diversidad de catastros en Europa, a la que identifica como un verdadero laboratorio de sistemas territoriales de propiedad y catastrales. Tras ella, Roger J.P. Kain, E. Baigent y D. Fletcher analizan las relaciones entre los propietarios privados y el Estado a propósito de los planes catastrales en Inglaterra y el País de Gales, donde las realizaciones cartográficas han tenido un desarrollo muy lento; su aportación ofrece una perspectiva de largo plazo, que arranca en la General Enclosure Act de 1801 y llega hasta la Ley de Finanzas de 1910 y los planos del «Lloyd George’s Domesday». Muestran cómo el impuesto territorial inglés no fue recaudado con la ayuda de los planos catastrales, en parte debido a la resistencia general a la cartografía sistemática de los límites de la propiedad, que acabó situando a Inglaterra y el País de Gales en una posición retrasada en Europa en la implantación de un catastro nacional cartografiado. Por su parte, Frank Keverling aborda la creación del catastro en los Países Bajos en la primera mitad del siglo XIX, que tiene como fecha de referencia el 5. Puede consultarse en http://www.comite-histoire.minefi.gouv.fr/sections/comite_pour_lhistoi/ editions_en_ligne/le-cadastre-guide-des-sources/le-cadastre.-guide-des-sources/view 204 pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 205 Crítica de libros 1 de octubre de 1832, cuando se había catastrado la casi totalidad del territorio de aquel país, tras veinticinco años de trabajos destinados a articular un sistema orientado a una mejor recaudación del impuesto territorial y a registrar de forma precisa la propiedad y las operaciones jurídicas que le afectaban; de ahí su utilidad, que convierte los documentos catastrales, con su cartografía respectiva, en una fuente histórica fundamental, cuya accesibilidad está siendo facilitada por los programas para su consulta en soporte electrónico, que se empezaron a aplicar desde la década de 1980. Wolfang Hans Stein, partiendo del ejemplo de Renania, explica las «tres edades» del catastro alemán, que identifica como de «fiscalidad, propiedad y planificación». El catastro nació en los territorios alemanes a principios del siglo XIX como catastro fiscal, destinado a recaudar el impuesto sobre la propiedad, para adquirir, un siglo más tarde, la calidad de catastro jurídico y actualmente la función de instrumento de planeamiento territorial. Desde la década de 1990, la digitalización de los registros catastrales ha convertido los documentos catastrales en un sistema de información geográfica al que contribuye la coordinación de los Länder o estados miembros de la federación alemana. Alfredo Buccaro estudia, por su parte, los catastros italianos antes y después de la unidad; explica cómo surgen desde el siglo XVIII para ponerse en los primeros años del siglo XIX, en países como Francia, al servicio de la nueva propiedad burguesa de la tierra –libre y plena–, como instrumentos Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ de un nuevo orden social; no obstante, en Italia no son fruto de programas revolucionarios sino de planes de reforma de los gobiernos absolutistas para responder a las crecientes necesidades presupuestarias. Las iniciativas catastrales de los reinos (Nápoles, Lombardía, Cerdeña…) dan lugar a sistemas dispares, patentes una vez que fragua la unidad italiana; de ahí que, desde 1864, se busque un sistema homogéneo, al tiempo que se separan, en 1865, el impuesto sobre la propiedad urbana y el de la propiedad rural. En 1870 se puso en marcha un catastro de urbana y desde 1886 un «nuovo catasto terreni» de carácter geométrico parcelario, que seguía el modelo milanés, a raíz de la ley de dicho año que ordenaba evaluar la propiedad inmueble de todo tipo con el fin de lograr la proporcionalidad en el reparto de los impuestos sobre los terrenos y los edificios. Al catastro español están dedicados dos capítulos, el de María Teresa Pérez Picazo y el de Juan Pro, que explican el «fracaso» catastral del siglo XIX y sus distintas fases de realización a lo largo del siglo XX. Pérez Picazo valora las consecuencias de aquel retardo, en forma de ocultaciones, desigualdad fiscal y menor recaudación para la Hacienda, una debilidad fiscal que afectaría a la ralentización del crecimiento económico, en tanto que Pro analiza la cuestión catastral partiendo de una sugerente idea, central en su discurso: la confección del catastro en España está relacionada con la construcción del Estado español contemporáneo, siendo un «indicador excepcional» de sus progresos y sus retrocesos, de sus fuerzas y debilidades; así los amillara205 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 206 Crítica de libros mientos como sucedáneo del «catastro» serían expresión del contenido de una revolución liberal demediada, dominada por los notables locales; en tanto que sus avances del «catastro», en el XX, coinciden con la crisis del liberalismo y un proceso de modernización del Estado para adaptarlo a una sociedad de masas, hasta desembocar en el actual Estado democrático, que piensa el catastro como pieza esencial de la misma democracia. Por último Alp Yücel Kaya explica las reformas fiscales de tipo liberal del imperio otomano a mediados del siglo XIX y las circunstancias que rodean la implantación de un sistema catastral, que tienen que hacer frente a resistencias de distinta naturaleza, especialmente en Bosnia. La segunda sección del libro (pp. 151249) está dedicada al catastro en Francia. La abre Paul-Marie Grinevald con un capítulo sobre el primer gran período del catastro francés (1780-1811), que explica atendiendo a las dos cuestiones centrales planteadas en el nacimiento de catastro: por qué hacerlo y cómo hacerlo, cuestión ésta segunda que aborda a partir de las opciones fiscales, económicas y técnicas de Gaspard de Prony, ingeniero director de la oficina del Catastro desde 1791. Tras él, Pierre Clergeot efectúa, a su vez, una interpretación de la «Colección metódica de leyes, decretos, reglamentos, instrucciones y decisiones sobre el catastro de Francia» de 1811, en tanto que Matthieu de Oliveira estudia la configuración del nuevo cuerpo de Ingenieros y Geómetras del Catastro entre 1800 y 1830, y los debates que aquella suscita. A continuación, Nadine Vivier analiza también los debates, esta vez sobre 206 la finalidad del catastro, entre 1814 y 1870, para concluir que, de ser «modelo en 1807», limitado después a simple instrumento de la administración fiscal de un impuesto fijo y moderado, el catastro francés devino en «proyecto bastardo», a causa de los disensos sobre sus fines, mientras que en los estados alemanes, los Países Bajos e incluso los reinos italianos se convertía en instrumento jurídico susceptible de favorecer las transformaciones económicas. Por su parte, Sylvie Devigne estudia el proyecto de transformación del catastro francés en catastro jurídico, promovido por la Comisión extraparlamentaria del catastro entre 1891 y 1905, que se tradujo en tres proyectos de ley que no llegaron a ser discutidos en el Parlamento, reflejando la falta de consenso respecto al objetivo inicial. Tras ella, Pierre Jaillard explica que el catastro francés ha conocido en el siglo XX tres grandes evoluciones: una jurídica, que ha permitido ponerlo al día; otra geométrica, que hizo posible que ganase en precisión; y, una evolución técnica, que desde 1988 ha informatizado su gestión y su difusión, proceso cuyo desarrollo hasta 2004 nos explica. Por último, Michel Kasser acaba esta sección del libro con un trabajo sobre el impacto de la evolución tecnológica sobre los levantamientos catastrales, incluyendo la informatización, que democratiza el acceso a la información geográfica y trae exigencias nuevas y un nuevo papel para el catastro, ahora no sólo «guardián» de la propiedad territorial sino suministrador de datos geográficos a gran escala, papel para el que originalmente no había sido concebido. pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 207 Crítica de libros En la tercera parte del libro, dedicada a los catastros de urbana, Cecile Souchon estudia los atlas de los barrios de Paris, debidos a Philibert Vasserot (1773-1840), en tanto que Sylvain Schoonbaert analiza las relaciones entre catastro y contribuciones directas en Burdeos, para el período 17901848, en un trabajo exhaustivo en el que reconstruye el proceso de elaboración del catastro (matrices, planos catastrales,…), la administración de las contribuciones directas y extrae conclusiones acerca de la geografía de la propiedad territorial y de la morfología urbana y social de Burdeos. A su vez, Marco Iuliano narra la historia técnica de la realización de los planos de la región y la villa de Nápoles desde los primeros trabajos de Luigi Marchese (1793) hasta los planos parcelarios de los barrios, finalizados en 1905, en tanto que Carlo M. Travaglini estudia el proceso que lleva, desde el siglo XVIII, a establecer un catastro de los inmuebles urbanos en el Estado pontificio de Roma en el primer tercio del siglo XIX. En la sección siguiente, Florence Bourillon aporta un detallado estudio sobre el catastro de París en el siglo XIX. En él reflexiona sobre su representatividad y su capacidad para servir de instrumento al justo reparto de la contribución territorial –y otros impuestos directos–, siguiendo los valores fluctuantes del mercado inmobiliario urbano y las transformaciones urbanas, un seguimiento que los documentos catastrales parisinos hicieron con dificultades, pese a la particular posición de Paris y a la atenta mirada a que la sometían la Dirección general de contribuciones directas y la Prefectura. Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ Con este aporte de Bourillon se cierra una obra que habían abierto ella y Nadine Vivier, en un capítulo introductorio en el que ofrecen las principales claves de este volumen ambicioso por su marco geográfico y la temática abordada. Una obra de consulta necesaria para aproximarse a las realizaciones y los principales debates en torno al catastro en la Europa de los siglos XIX y XX. Una experiencia catastral cuyo conocimiento ellas mismas continúan impulsando, con su proyecto sobre «La mesure cadastrale», plasmado en sendos encuentros en Paris y Le Mans en 2008 y 2009 y en una sesión del Congreso Internacional de Historia Económica de Utrecht (2009), que acabará en una próxima publicación. Rafael Vallejo Pousada Universidad de Vigo REFERENCIAS GRINEVALD, P.-M. (dir.) [2003] (2007): Le ca- dastre. Guide des sources, Paris, CHEFF. RIGAUDIÈRE, A. (dir.) (2006): De l’estime au ca- dastre en Europe. Le Moyen Âge, Paris, CHEFF. TOUZERY, M. (dir.) (2007): De l’estime au cadas- tre en Europe. L’époque moderne, Paris, CHEFF. 207 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 208 Crítica de libros Mónica Blanco Reforma en el agro pampeano. Arrendamiento, propiedad y legislación agraria en la provincia de Buenos Aires, 1940-1960 Buenos Aires, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2007, 350 páginas. D urante el siglo XX, el grito de «La tierra para el que la trabaja» atravesó continentes anunciando las aspiraciones a la reforma agraria. Se escuchó repetidamente, por ejemplo, en Portugal en los años que siguieron a la Revolución de 1974. Como consigna proclamada en manifestaciones, escrita en muros o en publicaciones, traducía la voluntad de millares de trabajadores, pequeños propietarios y arrendatarios de cambiar las estructuras de la propiedad dominantes en el sur del país. En la década de 1940 había sido difundido en Argentina por el gobierno de Perón. La proclamación de «la tierra para el que la trabaja», inicialmente difundida por el gobierno, fue interpretada por propietarios y agricultores como el primer paso de una reforma agraria (p. 25). Como muestra Mónica Blanco, para una amplia mayoría se trató de una esperanza vana ya que la intervención estatal en la democratización de las condiciones de acceso a la tierra acabó siendo más restringida de lo que la propaganda hacía esperar. El análisis de la cuestión de la tierra que realiza este libro se centra en el periodo que va de 1940 a 1960. Durante la última década del siglo XIX y el primer tercio del XX, Argentina había consolidado su posición en el mercado mundial como abastecedora de cereales y productos ganaderos. Cuando, al estallar la II Guerra Mundial, esa posición fue amenazada por el poder de 208 EE.UU., aumentaron las dificultades para vender los productos argentinos en el mercado internacional. En estas décadas en que se intensificaron los debates internos sobre los problemas agrarios, gobiernos de diferente tendencia política plantearon soluciones diversas para abordarlos. En la década de 1940, mientras duró el bloqueo económico de los EE.UU., la creciente intervención del Estado se presentaba como antilatifundista y priorizaba las medidas de contención del éxodo rural. Después, con la vuelta de los productos argentinos a los circuitos internacionales, se propugnó una «vuelta al campo» y se estimuló el aumento de la productividad de la tierra. Sin embargo, no son los aspectos internacionales, ni siquiera los de ámbito nacional, los que reciben más atención en este estudio. La principal preocupación de la autora es evaluar «el impacto de la legislación agraria sobre el sistema de tenencia de la tierra, analizando hasta qué punto estas leyes fueron ejecutadas y cuáles fueron los efectos concretos sobre la realidad» (p. 37). Para ello da primacía a la provincia de Buenos Aires. Empeñada en explicar minuciosamente las circunstancias que subyacían en esa ambición de dar «la tierra a quien la trabaja» en esta zona, la autora deja de lado todo lo que habría llevado la interpretación a niveles más generales y habría contribuido a una mayor comprensión del caso provincial. Algunos de los aspp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 209 Crítica de libros pectos que sobrepasan el nivel regional apenas se enuncian en el primer capítulo, que hace las veces de introducción y resumen, y se retoman de forma más sucinta en la conclusión. El segundo y tercer capítulos dan cuenta del debate historiográfico argentino sobre el «atraso de la agricultura». A pesar de que este debate, que fue más intenso en las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, era deudor de los surgidos en otros países, especialmente en España, el caso argentino aparece aquí como aislado, sin conexiones con la circulación global de las ideas. Tras el repaso de los principales autores nacionales que han estudiado cuestiones relacionadas con el tema del libro, hubieran sido de desear comparaciones con lo que estaba sucediendo en otras provincias, pero estas referencias son escasas. Tampoco hay alusiones a la bibliografía sobre las condiciones de acceso a la tierra y las experiencias de reforma agraria en América Latina o en otros continentes. La parte más significativa del estudio explora fondos documentales de instituciones públicas provinciales (administración, tribunales, bancos, etc.), entre los que destacan los contratos de arrendamiento y los procesos judiciales. Procurando conciliar la calidad de las fuentes disponibles con la representatividad de las explotaciones agrícolas en el conjunto de la provincia, la autora ha escogido cuatro casos para un análisis más profundo: los partidos de Bolívar, Benito Juárez, Adolfo Gonzales Chaves y Pergamino. A partir de esta documentación se construyen los cuatro capítulos que, con cerca de 250 páginas, Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ constituyen lo esencial del libro. Estos casos, en parte inéditos, son de gran interés, aunque en algunos aspectos son insuficientes para sustentar cabalmente todos los argumentos presentados por la autora. Tal vez por ello, Mónica Blanco ha sentido la necesidad de escuchar a algunos de los afectados por las medidas del gobierno. A mitad de la lectura, el lector se sorprende por las referencias a entrevistas realizadas a miembros de familias de agricultores. La identificación de los entrevistados aparece en notas a pie de página o, de forma genérica, como «testimonios orales» (p. 285). Sin embargo, no se justifica el recurso a esta metodología y a estas informaciones. Desde los años cincuenta, las condiciones de recogida y utilización de fuentes orales han sido fijadas por los investigadores, lo que ha generado una larga herencia teórica y metodológica. En este estudio el uso de testimonios orales aparece sin contextualizar: ni se explicita en los capítulos introductorios ni se recoge al final entre las fuentes utilizadas. Comenzando por el nivel provincial, el cuarto capítulo explica cómo afrontaron los gobernadores bonaerenses las posibilidades de reforma agraria admitidas por el peronismo. Mónica Blanco destaca el estilo político de Domingo Mercante (19461952), que no sólo utilizó su poder para desarrollar proyectos de colonización, sino que también los asoció a la expropiación de medianas y grandes propiedades, incluso después de 1949, es decir en un momento en que la política nacional ya no era favorable a este tipo de medidas. Esta confrontación entre poder central y provincial pro209 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 210 Crítica de libros longó hasta 1952 tales medidas agrarias en Buenos Aires. En ese año entró en funciones el gobernador Carlos Aloé (19521955), que restableció la coherencia entre las medidas regionales y los objetivos definidos por el gobierno nacional. De acuerdo con las propuestas del Segundo Plan Quinquenal, ahora se trataba de estimular la productividad. La democratización en el acceso a la tierra fue olvidada, con lo que se pretendía contener las tensiones sociales y políticas que tales medidas habían generado. De cualquier modo, no habían sido las explotaciones agropecuarias de mayor tamaño las afectadas, sino tan sólo algunos propietarios medianos y opositores políticos. Además de poner de manifiesto las diferentes estrategias de articulación entre los poderes central y regional, este capítulo demuestra la gran distancia que hubo entre la propaganda antilatifundista del peronismo y su práctica. El impacto de los cambios introducidos por la legislación en las condiciones de arrendamiento de la tierra se analiza en el quinto capítulo. Las medidas tomadas a partir de los años cuarenta aceleraron la desestructuración del sistema tradicional. Una de las alteraciones fue la redacción de contratos escritos, que se volvió una práctica corriente. Si en la actualidad ello favorece a la historiografía argentina, que puede recurrir a esta fuente rara en otros países, en la época la firma de estos contratos pretendía proteger a los arrendatarios de la expulsión y también ofrecer las garantías necesarias para que obtuvieran crédito de los bancos oficiales. En la provincia de Buenos Aires los cambios ocurrieron a ritmos 210 diferentes. En el norte las alteraciones contractuales fueron más lentas, especialmente cuando se trataba de colonias agrícolas. La autora destaca las extensas relaciones de obligaciones y prohibiciones a las que estaban sujetos los arrendatarios y también el control ejercido por los propietarios en la organización de la producción. Las condiciones podían ser menos rígidas en otros partidos de la provincia, pero las experiencias de asentamientos agrícolas creados en diferentes países en la misma época muestran, precisamente, que los colonos estuvieron sujetos a presiones más intensas que la generalidad de los arrendatarios Las medidas gubernamentales acerca de las condiciones de acceso a la tierra y al crédito bancario influyeron también sobre el mercado de predios rústicos. Aunque las propiedades de millares de hectáreas no desaparecieron, se multiplicaron los procesos de fragmentación a través de la venta, expropiación y sistema de herencia. Estas modalidades de subdivisión permitieron el aumento del número de propiedades (clasificadas como medianas en el contexto argentino) que oscilaban entre 500 y 2.000 hectáreas o entre 100 y 500 hectáreas en las zonas más fértiles. A pesar de las promesas de intervención en la estructura de la propiedad de los inicios de la era de Perón, fueron las transacciones privadas estimuladas por los Planes de Transformación Agraria de la segunda mitad de la década de los cincuenta las que más contribuyeron al incremento del número de propietarios. Sin embargo, algunos terratenientes, en parte por el temor ante una reforma agraria que parecía planear como una amenaza, desapp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 211 Crítica de libros rrollaron estrategias para salvaguardar la integridad de sus tierras, ya fuera constituyendo sociedades anónimas, ya intentando expulsar a los arrendatarios. Estas tentativas provocaron tensiones y, en ocasiones, la apertura de procesos judiciales. El análisis de los procesos de los Tribunales de Trabajo como jurisdicción rural constituye el último capítulo. Se presentan algunos casos en los cuales los arrendatarios recurrieron al tribunal para intentar garantizar el derecho a permanecer en las tierras o a recibir indemnización por mejoras. Los trámites procesales y los diferentes argumentos presentados sugieren la existencia de conflictos que este tipo de documentación no permite esclarecer completamente. Ésta es una de las cuestiones que se hubiera beneficiado de la utilización de otros fondos documentales o de la recogida de testimonios orales. Las tensiones sugeridas por la información presentada hacen pensar que, para una comprensión plena de estos conflictos, habría que tener en cuenta aspectos, como las formas de resistencia o las redes informales de sociabilidad, que habitualmente no son contemplados es estos documentos escritos. Centrada en los fondos documentales disponibles para la provincia de Buenos Aires, Blanco describe las circunstancias políticas y sociales que envolvieron los cambios en las condiciones de acceso a la tierra en las décadas de 1940 a 1960. Aunque no sobrepase los límites de esta provincia para establecer comparaciones en el ámbito nacional o internacional, los datos mostrados en este estudio muestran que existen múlHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ tiples puntos en común con lo ocurrido en otras geografías. Por ejemplo, la creación en los años treinta de una institución para promover la colonización; la fugacidad y las tensiones asociadas a las medidas de reforma agraria; las estrategias desarrolladas por los propietarios para alterar las decisiones políticas que les eran desfavorables; o la articulación entre intereses privados y colectivos de quienes ocupaban cargos públicos. La profundización de los análisis comparativos permitirá explicar cómo la ambición de garantizar «la tierra para quien la trabaja» atravesó décadas y fronteras para vincularse a diferentes ideologías y proyectos políticos. Dulce Freire Universidad de Lisboa (Traducción de S. Calatayud) 211 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 212 Crítica de libros Gaia Redaelli (ed.) Pueblos de colonización II: Guadiana y Tajo Córdoba, Fundación Arquitectura Contemporánea, 2007, 149 páginas + CD. Pueblos de colonización III: Ebro, Duero, Norte y Levante Córdoba, Fundación Arquitectura Contemporánea, 2008, 141 páginas + CD. U no de los aspectos de mayor interés científico de cuantos ha traído aparejada la política de colonización que se puso en marcha en España tras la guerra civil es el del trazado urbanístico y diseño arquitectónico de los nuevos núcleos de población que se construyeron en las grandes zonas regables para acoger a los miles de colonos que se asentaron en ellas. En su ejecución trabajaron algunos de los más cualificados arquitectos españoles del momento, encuadrados en el servicio de arquitectura del Instituto Nacional de Colonización (I.N.C.). Algunas de sus obras, y no por casualidad, fueron reconocidas con afamados premios nacionales e internacionales que ponían en evidencia el carácter innovador y vanguardista de sus apuestas. Con el fin de contribuir a la difusión de este inmenso legado, desconocido durante años, la Fundación Arquitectura Contemporánea ha creado la colección Itinerarios de Arquitectura, de la cual forman parte los dos libros que comentamos, consagrados, respectivamente, a los poblados de colonización de las cuencas del Guadiana y Tajo, por un lado, y del Ebro, Duero, Norte y Levante, por otro. Con anterioridad había visto la luz en la misma colección otro volumen dedicado a las cuencas del Guadalquivir y de la vertiente mediterránea andaluza, de manera que en con estas tres 212 obras se ha cubierto el grueso del territorio en el que con mayor intensidad se dejó sentir la acción desarrollada por el I.N.C. Las obras que nos ocupan, tanto en el formato como en la estructura de sus contenidos, responde a un mismo modelo. Están publicadas en formato de bolsillo con el fin de que resulte más cómoda su consulta por quienes decidan efectuar los recorridos propuestos en cada cuenca, y en ambos casos se acompañan de un disco compacto que contiene información complementaria del máximo interés. Destacan por su originalidad algunos videos realizados por los servicios de divulgación agraria al tiempo que tenían lugar las obras de transformación en regadío; un material de incuestionable valor en las investigaciones de base territorial, ya que permite apreciar el verdadero calado de los cambios experimentados en las zonas de intervención. Al mismo tiempo, ese material es perfectamente utilizable como apoyo en la explicación docente de algunos de los procesos de innovación agraria que tuvieron lugar en las décadas de los años sesenta y setenta, cuando las formas tradicionales de producción se hallaban en plena crisis y asistíamos al desmoronamiento de la sociedad rural. Es digna de resaltar, igualmente, la reproducción de distintos artículos aparecidos en publicaciones de la época, cuya aupp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 213 Crítica de libros toría corresponde a los arquitectos más reconocidos de cuantos diseñaron y ejecutaron los poblados de colonización: De la Sota, Fernández del Amo, etc. En ellos se explican de manera sucinta los proyectos de creación de algunos de estos núcleos y se acompañan los textos de un material gráfico de suma utilidad para comprender y apreciar la obra arquitectónica. En cuanto al contenido de los textos que integran estos libros, tras una presentación de los aspectos más relevantes de la intervención colonizadora llevada a cabo en cada una de las grandes cuencas hidrográficas, elaborados por expertos en la materia, se recogen una serie de fichas correspondientes a los distintos poblados que se han seleccionado dentro de las mismas, bien por la originalidad de su trazado y diseño, bien por la relevancia del arquitecto que los planeó. Aunque muy heterogéneas en su dimensión y contenidos, cada ficha suele incluir (en español y en inglés) una breve descripción de los aspectos más significativos y originales de la trama urbana, a la que acompaña un mapa de localización del núcleo urbano en el contexto comarcal. Asimismo, la mayoría de las fichas se acompañan de un plano urbano y de alzados y fotografías de aquellos edificios más emblemáticos de cuantos pueden visitarse en cada localidad. Lógicamente, los poblados de mayor relevancia y significado urbanístico, bien por el carácter atrevido de su diseño, bien por la proyección nacional del arquitecto que los ideó, cuentan con fichas más extensas en las que el apartado gráfico y fotográfico alcanza su máximo protagonismo, reproduciendo muchos de los eleHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ mentos y detalles urbanos en los que se basa su singularidad arquitectónica. Los poblados cuya autoría corresponde a José Luis Fernández del Amo son los más extensamente tratados: tanto su archiconocido Vegabiana (objetivo de uno de los primeros análisis sobre los resultados de la política de colonización a escala local), como otros que planificó en el centro y este peninsular (Villalba de Calatrava, La Estacada, El Realengo, etc.), han merecido una atención especial en ambos textos, por la reconocida importancia de la obra de este arquitecto (Centellas, 2010). Para los fines con que han sido concebidos, estos Itinerarios cumplen sobradamente con sus objetivos pues permiten una aproximación relativamente rápida a unos escenarios territoriales en los que aún es posible contemplar la enorme variedad y originalidad de una obra arquitectónica realizada en momentos de extrema escasez (a diferencia del otro gran escenario de la arquitectura española de posguerra como el que representan las ciudades del Protectorado del norte de Marruecos). En ese precario contexto, la totalidad de los miembros de los cuerpos técnicos estatales, y no sólo el de los arquitectos, no tuvieron otra opción que desplegar toda su imaginación e inteligencia para suplir la carencia de medios materiales y poder atender así las continuadas exigencias de un régimen político que había fiado buena parte de su credibilidad nacional e internacional a la transformación en regadío de vastas extensiones del solar ibérico, así como a la instalación en ellas de amplios colectivos de jornaleros sin tierra y pequeños agricultores a los que 213 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 214 Crítica de libros la exigüidad superficial de sus explotaciones les impedía atender las estrictas necesidades de subsistencia del grupo familiar. La edición de estos textos viene a poner de manifiesto el renovado interés que en los últimos años ha despertado la actuación colonizadora, a la que se han dedicado varias tesis doctorales, además de distintos libros y numerosos artículos de investigación aparecidos en revistas especializadas y actas de congresos. La ordenación y catalogación de algunos archivos nacionales y provinciales ha resultado decisiva a la hora de abordar estos nuevos trabajos científicos sobre la intervención del I.N.C., enfocados desde muy diversas perspectivas disciplinares y variadas escalas de análisis. Del mismo modo, ese interés queda plasmado en algunas exposiciones específicas y en los diferentes centros de interpretación de la colonización que paulatinamente se están abriendo en distintas zonas regables, desde el pionero de Sodeto en Los Monegros aragoneses, hasta el de Valdelacalzada en las Vegas Bajas del Guadiana; ejemplos que, estamos convencidos, se van a seguir multiplicando en los próximos años en otros rincones peninsulares. A través de estos centros, muestras inequívocas de la gran capacidad de transferencia de conocimiento que tienen las ciencias sociales, se pretende divulgar la actuación colonizadora no ya sólo entre la corriente cada vez más numerosa de turistas rurales sino también entre la propia sociedad local, ajena muchas veces a sus verdaderas señas de identidad. Sería oportuno en el futuro, siguiendo el ejemplo puesto en marcha por la Funda214 ción Arquitectura Contemporánea, trabajar en la confección de nuevas guías en las que la intervención colonizadora se contemplara desde una perspectiva multidisciplinar, integrando todos los elementos territoriales, demográficos, agrícolas, etc. que definen y dan sentido a una de las políticas agrarias de mayor calado en la España de la segunda mitad del siglo XX. Sería conveniente variar el formato de los libros para poder introducir textos en los que se contextualizara de forma más pormenorizada la actuación colonizadora (tanto a escala de cuenca hidrográfica como de cada zona regable), y cuyas fichas introdujeran otro tipo de mapas (por ejemplo, el parcelario agrícola de cada poblado, diferenciando entre lotes familiares y huertos agrícolas) y gráficos (por ejemplo, la pirámide de población en el momento de la instalación de colonos), que permitieran comprender en su integridad el verdadero sentido de una empresa con muchas luces, evidentemente (entre ellas, la arquitectónica), pero también con abundantes sombras, como pone de manifiesto buena parte de la bibliografía más reciente. Eduardo Araque Jiménez Universidad de Jaén REFERENCIAS CENTELLAS SOLER, M. (2010): Los pueblos de co- lonización de Fernández del Amo: arte, arquitectura y urbanismo, Barcelona, Fundación Caja de Arquitectos. pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 215 Crítica de libros Philippe Madeline y Jean-Marc Moriceau Un Paysan et son univers de la guerre au marché commun, à travers les agendas de Pierre Lebugle, cultivateur en pays d’Auge París, Belin, 2010, 429 páginas, ilustraciones. E l período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial es conocido en Francia como «Les Trente Glorieuses», treinta años espléndidos de reconstrucción, prosperidad creciente y mejora de las condiciones materiales de vida. También fue, desde finales de los cincuenta, un tiempo de modernización agraria, durante el cual centenares de miles de pequeños campesinos abandonaron la tierra. El libro que comentamos presenta la vida de un campesino, tal como la muestran sus propios diarios, que se han conservado hasta hoy. Excepto por unas pocas mejoras, Pierre Lebugle se mantuvo fiel a las tradiciones que conocía, de manera que el progreso pasó ostensiblemente de largo para él. El universo geográfico de Lebugle, indicado en el título de este libro absorbente, lo constituyó el paisaje de colinas boscosas del bocage normando, con sus característicos setos hundidos. Nació en 1922 y vivió cerca de Camembert, un pueblo tranquilo más conocido por sus quesos, que tenía entonces una población de tan sólo 270 residentes. Durante veinte años no salió de su pueblo, hasta que la guerra le arrancó de él y le llevó hasta el otro extremo de Europa. Cuando regresó, se casó con una mujer del pueblo en la iglesia local y ambos se instalaron en la granja de Le Village Caillou, a sólo cinco kilómetros de su lugar de nacimiento. Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ Sus diarios se presentan aquí a cargo de dos profesores de la cercana Universidad de Caen, quienes en 2004 publicaron un extenso artículo en Histoire et Sociétés Rurales sobre la experiencia bélica de Lebugle. Uno es geógrafo y el otro historiador y esta combinación permite ofrecer buenos diagramas y mapas de la localidad, que aclaran el auge y la caída de la producción de mantequilla de Lebugle, la incidencia de su asistencia a misa o el diseño de su granja. Tras explicar la cronología de su vida, los autores desarrollan varios capítulos temáticos. Reproducen también algunos años completos de los diarios de Lebugle, que ocupan unas 120 páginas. Además, han elaborado un útil glosario de términos agrarios, algunos de los cuales son peculiares de la región. Los diarios son notables, quizás más de lo que los autores han percibido. Lebugle escribió docenas de ellos en su desván, desde la década de 1930 hasta 1971 (y posiblemente más allá de estas fechas pero, en ese caso, no han sobrevivido). Junto a otros documentos y fotografías, guardó veintisiete pequeñas libretas y diarios de varios formatos y colores. A diferencia de otros dietarios de campesinos, éstos tienen la gran ventaja de la continuidad, excepto por dos o tres años perdidos y alguna pequeña laguna. A diferencia también de muchos otros, los diarios no fueron destruidos ni deliberadamente ni por accidente y la fa215 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 216 Crítica de libros milia no vio razones para mantenerlos ocultos. Lebugle los mostró él mismo y, antes de su muerte en 2009, discutió los contenidos con los autores del libro. Las anotaciones fueron escritas diariamente, con una letra cuidada pero forzada. Hay algunas faltas de ortografía, pero muy pocas tachaduras. Lebugle no tenía pretensiones literarias, no expresaba sentimientos íntimos o emociones personales. Su estilo lacónico es el típico de los escritores campesinos. Madeline y Moriceau emplean sus diarios como testimonio de la historia agraria francesa, un enfoque con claras ventajas pero también con algunos inconvenientes. La principal experiencia en la vida de Lebugle comenzó en 1943, cuando fue movilizado para trabajar en la Alemania nazi en el seno del Service du Travail Obligatoire (S.T.O.). Aunque contamos con algunos testimonios personales de trabajadores industriales del S.T.O., los informes debidos a campesinos son bastante raros. Lebugle dedicó libretas especiales a la época pasada en una granja de Prusia y a su traslado a Polonia y Rusia, antes de ser repatriado en 1945. Trabajó en una finca grande, la antítesis de la pequeña explotación campesina que le era familiar y parece haberse resignado a este destino. Los autores especulan con el hecho de que su pertenencia a la Jeunesse Agricole Catholique (JAC) pudo haberle predispuesto a simpatizar con el régimen de Vichy. Pero se trata de conjeturas, porque los diarios no expresan nunca opinión política alguna. Lebugle sobrellevó estos dos años en Europa oriental sin expresar ningún sentimiento antialemán, con el apoyo de un grupo de amigos 216 de la infancia con los cuales había sido movilizado y que mantuvieron la camaradería hasta mucho después de la guerra. Sabía, sin duda, que cualquier resistencia por su parte podía provocar represalias contra su familia. Cavó tranquilamente sus patatas, cosechó grano e incluso hizo algunos envíos a casa. Fue para él una experiencia perturbadora, su único viaje de verdad, que le proporcionó una memoria compartida y una camaradería especial. Lebugle fue un pequeño granjero y siguió siéndolo siempre, rechazando las oportunidades para ampliar su explotación. Fue, antes que nada, un productor de leche, con seis u ocho vacas, pero también crió cerdos y gallinas y elaboró algunas especialidades de Normandía como sidra y calvados, que él llamaba «pétrole». Los diarios son útiles para mostrar cómo se administraba la granja. El ancestral ritmo del trabajo agrícola, gobernado por las estaciones, parecía inmutable. En invierno el ganado se encerraba en los cobertizos y se prensaban las manzanas. En primavera, las vacas volvían a los pastos y se llevaban a que las cubriera un buey de la localidad, mientras se procedía a podar los árboles y los setos. En verano, se cosechaba el heno y el otoño era la eterna estación de la caza y la cosecha de manzanas. Sólo unas pocas cosas cambiaron en el universo cerrado de Lebugle. Confió en la fuerza de tiro animal hasta 1965, cuando compró su primer tractor con remolque. En 1958 instaló el agua corriente en los edificios de la granja y en 1959 construyó un estercolero. En 1963 compró una motosierra (tronçonneuse) e instaló electricipp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 217 Crítica de libros dad en el establo de las vacas. Su granja era pequeña –solamente doce hectáreas en la década de 1960– y no hubo ampliaciones por herencia familiar ni retiro de los padres. Tampoco tuvo empleados permanentes en la granja sino sólo jornaleros en épocas de mucha actividad y una lechera para sustituir a su mujer durante sus tres embarazos. Los diarios recogen también los hitos que alteraron su estilo de vida y de ocio y reflejan así una imagen francesa muy estereotipada: Lebugle obtuvo su primer permiso de conducir a los 29 años, en 1955 compró un Citroën 2CV y en 1965 el inevitable Renault 4. En 1959 adquirió una aspiradora, en 1962 un televisor y finalmente, en 1968, un frigorífico. Pero la granja era lo primero y el confort doméstico venía después. Lebugle sentía verdadero aprecio por sus vacas. Les puso nombres cariñosos (Lisette, Mistinguette, Papillon) y dio a su propia descendencia femenina los mismos nombres de las dinastías bovinas que obtuvo. El diario de Lebugle registraba cada vez que las cubría un toro y, tres de cuatro veces, también los partos. Fiel a la tradición, Lebugle no adoptó la inseminación artificial hasta 1968 e incluso entonces sólo la utilizaba de manera intermitente. «Brunette crève à midi» [«Brunette ha muerto a mediodía»], anotaba en julio de 1952, en referencia no a un amigo o a un miembro de la familia sino a una vaca favorita arrebatada por la fiebre aftosa. Batir la mantequilla para el mercado fue una rutina de los lunes en la granja, pero desde 1966 abandonó la fabricación propia de mantequilla y, desde entonces, Lebugle vendió la leche a un gran grupo industrial. Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ La importancia de la caza resalta notablemente en los diarios de Lebugle. Siendo joven, se había ganado una reputación local como cazador de topos, lo cual le proporcionó una valiosa renta suplementaria en los primeros años de la guerra. Las pieles de topo eran muy apreciadas y se podían vender en el mercado. Cogía conejos utilizando hurones, redes y trampas. Tras la guerra, Lebugle nunca se perdió la apertura oficial de la temporada de caza y su diario registraba fielmente sus éxitos, sobre todo codornices y perdices, pero a veces una liebre, pieza muy bien pagada. Lebugle tenía horizontes estrechos, pero una vida social rica. Madeline y Moriceau cartografían cuidadosamente su red de relaciones. En el propio distrito tenía a su familia más próxima y a sus amigos de los años de guerra, con los que mantenía contacto. Estaban sus compañeros del ayuntamiento, en el cual desempeñó durante muchos años los cargos de conseiller municipal y maire adjoint. Lebugle era católico practicante e hizo una peregrinación a Lourdes en 1946. Después fue muy solicitado para cantar en las misas de funerales y bodas, lo que le puso en contacto con parroquianos y clérigos. Tenía también a sus compañeros de caza y a sus vecinos más cercanos con quienes establecía relaciones de ayuda mutua en los momentos de más trabajo o para prensar las manzanas, pesar una cerda o castrar un cerdo. La reconstrucción de este denso tejido de la vida local es un rasgo sobresaliente del libro. Sin embargo, tratar los diarios como testimonio de prácticas agrarias implica olvidar su existencia como textos. Los diarios 217 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 218 Crítica de libros de Lebugle son también testimonios del acto mismo de escribir. Los autores no nos dicen nada que nos ayude a comprender por qué Lebugle escribió estos diarios, qué significaban realmente para él y por qué los conservó durante medio siglo. Aunque la escolarización de Lebugle finalizó cuando tenía sólo trece años, sintió claramente la necesidad de escribir de manera regular, al menos unas entradas cortas. También tuvo un corresponsal, pero los autores, inexplicablemente, no muestran interés en sus cartas o en qué pasó con ellas. Escribió su primer dietario completo en 1939, pero Lebugle utilizó lo que tenía a mano: un diario de 1937 no utilizado que sus padres habían tirado. Tanto su padre como su madre escribieron diarios, por lo que quizá Lebugle estaba continuando una tradición familiar. Los diarios recuerdan el antiguo género del livre de raison, como los autores puntualizan. Como los livres de raison, los diarios de Lebugle tenían varios propósitos. En un primer nivel eran un registro contable. Lebugle anotaba lo que pagaba por equipamiento nuevo, lo que ganaba con la caza de topos, por cuánto se vendían sus manzanas y la sidra y cuánto ahorraba en la Caisse d’Épargne. Pero no los utilizaba sistemáticamente para este propósito, de manera que no incluía balances anuales de beneficios y pérdidas. En un segundo nivel, eran un simple registro de las tareas agrícolas diarias, del cual los autores han extraído información sobre la vida y actividades cotidianas de la granja. En otro nivel, todavía, los diarios registraban los entretenimientos, porque la vida no era sólo 218 trabajar duramente y sin descanso. Lebugle anotaba con quien se había encontrado, cuándo iba a misa, al cine o a ver pasar el Tour de Francia. Los diarios fueron, además, un registro meteorológico: anotaba cada día el tiempo que hacía, los episodios extremos de calor y frío, la altura de la nieve en invierno, las tormentas e inundaciones ocasionales y un eclipse solar en 1961. Como el livre de raison, el diario de Lebugle también servía como crónica histórica en la que anotó unos pocos acontecimientos importantes: los desembarcos en Normandía en 1944, la rendición alemana, el asesinato de J.F.K. en 1963 y la muerte de De Gaulle en 1970. Estos pocos eventos parecen señalar el alcance de la conciencia política de Lebugle. El Mercado Común, aunque mencionado en el título del libro, no aparece nunca. De tanto en tanto, registraba la genealogía familiar, la boda de sus hijas y el nacimiento de sus nietos. Otro rasgo del livre de raison era la emergencia, gradual y tenue, de una personalidad individual. Esto se les escapa por completo a Madeline y Moriceau. A diferencia de los livres de raison, el diario de Lebugle no es, por supuesto, un producto con múltiples autores, en el cual miembros de diferentes generaciones van dando continuidad al diario. Aunque está al servicio, principalmente, de la granja y la familia, podemos entrever en su escritura indicios de la conciencia de Lebugle sobre su propio yo. En sus visitas al peluquero o al dentista para una extracción o un empaste dental, encontramos referencias personales. De repente, desde 1964 el diario incluye detapp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 219 Crítica de libros lles como su nombre y dirección, el número de su cuenta bancaria, su carnet de identidad y de la seguridad social. La identidad individual esencial de Lebugle se expresa aquí, aunque sea definida de modo muy burocrático. Como testimonio de la vida agraria en la Francia de postguerra este libro es impecable. Nos muestra en detalle las prácticas laborales de un pequeño granjero que nunca respondió plenamente a los desafíos de la mecanización y la modernización. Pero como presentación de un «escrito de la gente común« el análisis se queda corto. Se ha desaprovechado la oportunidad de explicar por qué Lebugle elaboró los diarios y de interpretar qué significaba, para su rica y activa vida, el hecho de la escritura cotidiana. Martyn Lyons Universidad de Nueva Gales del Sur (Traducción de S. Calatayud) Grupo de Análisis Económico, Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino El Agua en la economía española: Situación y perspectivas. Informe integrado del análisis económico de los usos de agua. Artículo 5 y anejos II y III de la Directiva Marco de Agua Serie Monografías, Madrid, Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2008, XIV + 320 páginas y gráficos y mapas. L a transposición de la Directiva Marco del Agua o DMA (Directiva 2000/60/CE) al ordenamiento jurídico español en diciembre de 2003 (Ley 62/2003) ha traído consigo una paulatina y necesaria transformación en la política de aguas en España, estableciendo la exigencia de recuperación y conservación del buen estado ecológico de nuestras aguas como un objetivo primordial e introduciendo criterios de gestión integrada de todas las aguas; de racionalidad económica y recuperación de costes; y de transparencia y participación pública en la planificación y la gestión del agua. Entre sus principales novedades, la DMA introduce la necesidad de realizar Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ un análisis económico de los usos del agua como elemento integral del proceso de elaboración de los nuevos planes de cuenca. Este análisis debería permitir evaluar la importancia económica del agua para los distintos usos y para la economía en general; relacionar los usos significativos con las presiones que éstos ejercen sobre las aguas y que afectan a su estado ecológico; y averiguar cuanto cuestan los servicios del agua y quién y en qué medida los está pagando. Según establece la propia DMA, esta información debe servir para, por un lado, «efectuar los cálculos pertinentes necesarios para tener en cuenta (…) el principio de recuperación de los costes de los servicios relacionados con el agua» (Anexo III); y por 219 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 220 Crítica de libros otro, informar el proceso de toma de decisiones en relación con el diseño y aplicación de las medidas que se propongan en los planes de cuenca para lograr los objetivos de la Directiva. El Informe Monográfico que aquí se comenta contiene una integración nacional y ampliada de los informes a escala de cuenca que el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) presentó a la Comisión Europea en diciembre 2005 en cumplimiento de los requisitos de los artículos 5 y 9 y Anejos II y III de la DMA. Este documento es parte de un trabajo más amplio, que se complementa con el informe «Precios y Costes de los Servicios de Agua en España». Ambos son el resultado del trabajo del Grupo de Análisis Económico (GAE) que el MMA creó en 2004 dentro de la Dirección General del Agua y que acabó disolviéndose con la entrada del nuevo equipo ministerial en 2008. El GAE estuvo dirigido desde el inicio por Josefina Maestu, que fue la responsable de impulsar y coordinar el trabajo de más de cien expertos y profesionales de administraciones públicas, universidades y empresas que colaboraron en este esfuerzo. Los resultados de estos trabajos se difundieron en un ciclo de debates públicos que bajo el título «El Uso del Agua en la Economía Española: Situación y Perspectivas» organizó la Fundación Biodiversidad en colaboración con el GAE entre febrero y octubre de 20076. En dichas sesiones se presentaron análisis ac- tualizados de los resultados de los trabajos del GAE que, junto con los informes de síntesis, componen un cuerpo de documentación de gran interés para investigadores, gestores y público en general y aportan de manera sistemática una visión novedosa y crítica del papel que el agua juega en los distintos sectores de la economía española y la presión que los distintos usos del agua ejercen sobre nuestros ecosistemas acuáticos. Aunque existe una amplia tradición en el análisis de la economía del agua en España –ver, por ejemplo, trabajos de José Manuel Naredo y Jose María Gascó Las Cuentas del Agua en España (1997) o La economía del agua en España (1997); las publicaciones de Federico Aguilera Klink, que incluyen el libro más reciente La Nueva Economía del Agua (2007); o el debate académico y público que se generó en torno la memoria económica del Plan Hidrológico Nacional– ésta es la primera vez que los análisis económicos relacionados con el uso y la gestión del agua entran de manera decidida en la administración del agua. El trabajo supone un importante esfuerzo de sistematización y homogeneización de datos y fuentes de información dispersas, elaboradas a distintas escalas y para distintos fines. El informe es especialmente valioso ya que, al haberse elaborado desde la propia administración, los autores han tenido acceso a fuentes de datos e información difícilmente accesibles a 6. Toda la información del ciclo, incluyendo presentaciones, documentación de referencia, síntesis de los debates y documento de conclusiones, puede consultarse en la página web de la Fundación Biodiversidad: http://www.fundacion-biodiversidad.info/ciclodelagua/productos.php?id=1&idd=1 220 pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 221 Crítica de libros aquellos estudiosos que se aproximen al problema desde otros ámbitos, y han contado con la colaboración de las distintas administraciones competentes en los sectores afectados. El informe El agua en la economía española: situación y perspectivas se estructura en tres partes. En la primera parte (capítulo 2) se presentan las principales conclusiones de la caracterización económica de los usos significativos del agua – agricultura y ganadería; abastecimientos; industria manufacturera; otros usos, incluyendo los usos en la producción de energía eléctrica, ocio y turismo y acuicultura y pesca comercial– así como su dinámica presente y tendencial. En la segunda (capítulo 3) se explica la metodología utilizada para la caracterización económica y para el análisis tendencial de los mismos en el horizonte de planificación hasta 2015. La tercera y última parte del informe (capítulos 4 a 7) presenta una discusión más amplia de los resultados del trabajo para cada uno de los usos significativos del agua. Al ser un informe que se inserta dentro de un proceso de elaboración de política pública, se echa en falta un capítulo que presente al lector una síntesis de las principales conclusiones y recomendaciones que se pueden extraer de los trabajos7. También hubiera sido deseable contar con un glosario que estableciera una terminología de referencia, así como una bibliografía que re- mitiera al lector interesado a los informes, estudios y publicaciones que han servido de base para este trabajo. Una lectura detallada del documento permite extraer importantes observaciones que deberían informar las decisiones relacionadas con la planificación y la gestión del agua y, muy en particular, la elaboración de los programas de medidas que deben incluirse en los planes de cuenca. Así por ejemplo, de la lectura del informe se deduce que los análisis agregados de los usos del agua en España no son útiles para establecer medidas de gestión. Es necesario que los análisis, las medidas y las propuestas de gestión se modulen de acuerdo con las diferencias territoriales y de otro tipo que se observan en todos los sectores. En el caso del regadío, esta realidad ya se había puesto de manifiesto en el pionero Inventario de Regadíos de Andalucía en 1999 (CAP-JA, 1999). El informe que comentamos subraya la dualidad que existe en España entre una agricultura extensiva de regadío en el interior, cuya rentabilidad ha estado fuertemente vinculada a las ayudas europeas; y una agricultura intensiva, fundamentalmente en el litoral mediterráneo de Almería, Granada o Murcia, donde el regadío permite alcanzar rentabilidades muy elevadas. A la hora de plantear una política de recuperación de costes en la agricultura, tal como requiere la DMA, parece lógico que distintas reali- 7. Un avance de conclusiones y de sus implicaciones para la planificación y gestión del agua pueden encontrarse en las presentaciones que establecían el marco de debate para cada una de las sesiones del ciclo de debate arriba mencionado y que todavía están disponibles en la página web de la Fundación Biodiversidad. Historia Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ 221 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 222 Crítica de libros dades socioeconómicas requieran tratamientos diferenciados. El trabajo también nos invita a una revisión crítica de la realidad de la agricultura de secano, señalando regiones como el viñedo en La Mancha o La Rioja o el olivar andaluz, donde la agricultura de secano puede alcanzar rentabilidades netas elevadas. Mientras que la rentabilidad del regadío es de media 4,4 veces superior a la del secano, estas diferencias pueden variar entre el 1,1 en zonas de olivar y viñedo, hasta rentabilidades del regadío 50 veces superior al secano en zonas de agricultura intensiva bajo plástico de Almería o Murcia. Dado que el secano ocupa el 85 por cien de la superficie agraria y recibe menos ayudas que el regadío, parecería lógico fomentar este tipo de agricultura en aquellas regiones donde los cultivos de secano alcancen rentabilidades significativas. En cualquier caso, el informe subraya que las políticas o planes que persigan incidir en el uso del agua en la agricultura se encontrarán ante una situación de enorme incertidumbre y cambio como resultado de la evolución de la Política Agraria Común y la desvinculación de las ayudas respecto a la producción. En este sentido los efectos de la globalización, la liberalización comercial, los cambios en la política agraria y las nuevas demandas de productos agrícolas como fuentes alternativas de energía, presentan una situación en la que es difícil hacer predicciones fundadas sobre la evolución del sector. El informe también permite concluir que los problemas del uso del agua en España no son necesariamente problemas de 222 escasez del recurso, como con frecuencia se argumenta, sino más bien, de modelo de desarrollo territorial. El trabajo se publicó con anterioridad al comienzo de la crisis económica, pero su análisis arroja datos de gran interés para entender la situación actual. Así por ejemplo, el informe destaca que en la década 1991-2001 (el período de referencia para el análisis) el número de viviendas principales en España creció a un ritmo medio del 1,9 por cien anual, 4 veces por encima del ritmo de crecimiento demográfico, de modo que la superficie urbanizada en España creció en un 30 por cien en esa década y el parque de viviendas creció a una tasa que –de haberse mantenido– podría duplicarlo cada veinte años. Pero es que, además, el crecimiento urbanístico y poblacional se concentra en los territorios con menor abundancia de recursos hídricos, tales como el litoral mediterráneo o Madrid, incrementando las presiones sobre unas regiones que ya están sometidas a cierto grado de estrés hídrico. Así, por ejemplo, en las cuencas del Segura, Mediterráneas Andaluzas (Almería y Málaga) y las islas, el crecimiento del número de viviendas principales en esa década superó el 2,5 o incluso el 3 por cien, muy por encima de la media nacional, a las que habría que añadir las viviendas secundarias, el 40 por cien de las cuales se concentran en el litoral. El trabajo también analiza tanto la importancia económica como las presiones que otros usos ejercen sobre nuestros ecosistemas acuáticos. Quizás sea destacable el caso del turismo, que no demanda grandes volúmenes de agua (aunque en lugares pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■ HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 16:59 PÆgina 223 Crítica de libros como Baleares puede representar hasta el 40% de todo el consumo para abastecimientos) pero cuya estacionalidad de la demanda exige el sobredimensionamiento de las redes de distribución y depuración, con los consiguientes impactos ambientales y económicos. Por otro lado, la tendencia del sector hacia la diversificación de la oferta turística para incluir ofertas complementarias altamente demandantes de agua (campos de golf, parques temáticos, etc.) con desarrollos urbanísticos extensivos asociados, va a intensificar las presiones existentes. Otro uso de gran relevancia es la producción de energía eléctrica, tanto por los impactos que genera sobre los ríos donde se encuentran los embalses o pequeñas centrales, como por el papel que juega dentro de la oferta energética nacional y de la estrategia contra el cambio climático. La recuperación del buen estado ecológico de nuestros ríos que exige la DMA puede requerir la alteración del régimen de explotación de los embalses hidroeléctricos para la recuperación del régimen de caudales intentando minimizar los efectos sobre la producción. Sin duda El agua en la economía española es una referencia imprescindible para cualquiera interesado en entender los factores que determinan la evolución de los usos del agua en España, las presiones que estos usos ejercen sobre nuestras aguas y las motivaciones económicas que subyacen a muchas de las decisiones políticas y administrativas en torno al agua. Sin embargo, es importante recalcar, como hacen los autores a lo largo del documento, que este inHistoria Agraria, 52 Diciembre 2010 pp. 165-224 ■ ■ forme «no debe considerarse un producto final, sino que constituye el punto de partida necesario que sirve para identificar cómo debe ser el sistema de información económica que deberá actualizarse a medida que se disponga de mejores datos» (p.4). Lamentablemente, desde la elaboración y difusión de estos informes, cuya información de base en gran medida data de la década 1991-2001, no han vuelto a hacerse públicos otros estudios que complementen o actualicen la información que aquí se presenta. Sería deseable que el esfuerzo de transparencia que caracterizó el ciclo de debate «El agua en la economía española», donde se presentaron por primera vez estos trabajos, fuera un primer paso en un proceso en el que la información económica en relación con los usos del agua sea periódicamente actualizada y puesta a disposición del público interesado, de modo que el papel del agua en la economía se convierta en elemento esencial de los procesos de toma de decisiones relacionados con el agua en nuestro país. Nuria Hernández-Mora Fundación Nueva Cultura del Agua REFERENCIAS: AGUILERA KLINK, F. (2007): La Nueva economía del agua, Madrid, CIP-Ecosocial y la Catarata. CAP-JA (1999): Inventario y caracterización de los regadíos de Andalucía. Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. Formato CD-ROM. GASCÓ, J. M. y NAREDO, J. M. (dirs.) (1997): Las Cuentas del Agua en España, Madrid, MOPTMA. Hay versión resumida en inglés: 223 HA52_:Maquetaci n HA 04/11/2010 17:00 PÆgina 224 Crítica de libros Naredo, J. M. (1997) «Spanish water accounts (sumary report)», en SAN JUAN, C. y MONTALVO, A. (eds.) (1994), Environmental econo- mics in the European Union, Madrid, MundiPrensa y Universidad Carlos III, pp. 369-443. MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE (2007): Precios y costes de los Servicios del Agua en España. Informe integrado de recuperación de costes de los servicios de agua en España. Artículo 5 y anejo III de la Directiva Marco de Agua, Madrid, MMA. NAREDO, J. M. (ed.) (1997): La economía del agua en España, Madrid, Fundación Argentaria. 224 pp. 165-224 Diciembre 2010 Historia Agraria, 52 ■ ■