Download Economia Salvadoreña al final del siglo XX Roberto Rivera Campos
Document related concepts
Transcript
La economía salvadoreña al final del siglo: desafíos para el futuro Roberto Rivera Campos FLACSO A Anabel vi Agradecimientos Deseo dejar constancia de mis agradecimientos: A Carlos Briones, por proponerme la idea de escribir un libro sobre la economía salvadoreña y por las horas que dedicó a leer varios borradores de los capítulos para presentarme comentarios invaluables, que enriquecieron el producto final. A Héctor Dada, por el apoyo institucional al proyecto y por la paciente espera del libro, que se alargó más de lo esperado. A Antonio Zuleta, por ayudarme con la actualización de los datos y elaboración de las gráficas y cuadros de todo el documento. v PRESENTACIÓN Terminado el conflicto armado − después de más de una década de destrucción y muerte que concluyó en una situación en la que ninguno de los bandos creyó obtener ventajas en la búsqueda de un triunfo definitivo en los campos de batalla − la economía salvadoreña entró en un período de rápida expansión. El cambio del marco socio−político en el que se desarrollaba la economía tiene mucho que ver con este crecimiento, expresado principalmente en una rápida conversión en demanda efectiva de gran parte de la demanda reprimida por los largos años de guerra; además, otros factores fueron también muy importantes: la formalización de la internalización de las remesas familiares enviadas por los salvadoreños emigrados; la inversión pública para la reconstrucción y para el cumplimiento de los Acuerdos de Paz; la ayuda externa para apoyar este esfuerzo interno. La política económica salvadoreña pudo pasar entonces de estar orientada a soportar el esfuerzo militar gubernamental, a una de desarrollo fundamentada en las líneas básicas de las propuestas que los organismos financieros internacionales hacían en la época, lo que fue posible gracias a que las condiciones existentes permitieron aplicarlas sin las resistencias apreciadas en otros países; asumiendo las remesas una buena parte de las responsabilidades de una política social, siendo la ausencia de conflicto armado un logro priorizado por la población, renovándose la actividad económica en porcentaje apreciable, retomado el control del gobierno por parte de sectores ligados al empresariado, las medidas de reducción de las barreras arancelarias y de eliminación de diversos espacios de intervención estatal pudieron ser realizadas con relativa libertad La nueva política económica debía, a partir de su nueva lógica, eliminar determinados instrumentos remanentes de la época de la sustitución de importaciones (que durante veinticinco años habían dado estabilidad y crecimiento a la economía) y también a algunos generados para apoyar la acción militar; a causa de la desaparición de las motivaciones de su existencia y de la vi base de su funcionamiento, habían entrado en obsolescencia y en contradicción con la lógica de la economía mundial al momento de la firma de la paz. Tal como lo señala Roberto Rivera Campos en el texto que presentamos, fue considerable el crecimiento de los primeros años de esta década; pero más rápido de lo esperado por analistas y actores económicos, la economía entró en un período de desaceleración y de relativo estancamiento. En cierta medida, perdidos los impulsos originales que señalamos arriba, no ha podido encontrarse una forma adecuada de responder al reto del necesario nivel de incremento del producto − y de la indispensable distribución de sus beneficios − que permita enfrentar las condiciones de vida de la mayoría de la población, y se cree la estabilidad social que de mejor espacio a la actividad productiva. El autor nos da su visión de este proceso. Con dominio de la teoría y de la técnica económicas, Rivera Campos nos muestra con claridad una interpretación de la lógica de comportamiento del esquema de crecimiento aplicado ya por diez años, de la que surgen las restricciones que obstaculizan las posibilidades de la superación de las debilidades encontradas. Para él, la forma de salir del estancamiento es avanzando en el fortalecimiento de la capacidad reguladora del Estado, en la apertura hacia una economía de "mercado", en la ejecución de una política monetaria menos rígida. El Programa El Salvador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) aspira a que el resultado de esta investigación, siendo una innegable contribución a la reflexión sobre problemas centrales de la realidad salvadoreña, proporcione una base seria de discusión con otras interpretaciones del mismo proceso elaboradas a partir de visiones y concepciones económicas diferentes. Reconocemos a Roberto Rivera Campos por el aporte de este trabajo en el marco del programa de investigación del FLACSO El Salvador. A Carlos Briones, Coordinador Académico del Programa El Salvador al dar inicio la ejecución del vii proyecto, por su permanente participación. Al Real Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega por su apoyo a nuestras actividades académicas, lo que hizo posible la ejecución de esta investigación. Al personal de la FLACSO por su respaldo en las tareas de apoyo y de edición de los textos. Las ideas expresadas, evidentemente, son responsabilidad exclusiva del autor. San Salvador, enero de 2000. Héctor Dada Hirezi Director FLACSO El Salvador viii Introducción El Salvador está entrando al siglo XXI finalizando una década de cambios. Estos cambios se han producido en varios ámbitos del quehacer de la sociedad, siendo el principal, y de mayores consecuencias, el que se produjo en enero de 1992 con la firma de los Acuerdos de Paz entre las partes contendientes. Con los Acuerdos se constituyeron las bases para un desenvolvimiento social con mayor estabilidad política, en el que los antiguos grupos enfrentados en armas pasaron a competir en la arena política. La transformación de armas por votos ha permitido que la antigua guerrilla hoy posea cerca de una treintena de diputados en la Asamblea Legislativa, que se encuentre administrando una cantidad significativa de alcaldías en el país, incluyendo la de San Salvador, y que se apreste a participar en las próximas elecciones de marzo de 2000 por diputados y alcaldes. En este marco de evolución política, la década también vio el cambio de modelo económico, dejando atrás la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones, en la que el sector público jugaba un papel activo para promover el desarrollo de la industria nacional, a través de las políticas económicas, para modificar a propósito la asignación de los recursos económicos. Las reformas de los noventa, por el contrario, buscaron que el sector público jugara un papel más neutro, dejándole al mercado el papel de la asignación de los recursos conforme a las señales de precios relativos. De esta manera, desde principios de la década, se impulsaron reformas contenidas en un programa de estabilización y ajuste estructural, que privatizó la banca, abrió la economía a la competencia externa bajando aranceles, y se liberalizaron precios. Otro cambio importante ocurrió en el sostén financiero externo de la economía. Durante los años del conflicto armado, la economía funcionó sobre la base del apoyo de donaciones, creándole, de esta forma, un margen a la economía nacional para poder funcionar, a pesar de un sector exportador muy deprimido, resultado de la crisis internacional de la deuda y de la crisis política interna. ix Aunque el déficit en las cuentas externas fue considerable, el aparato productivo no se sometió a la real restricción por importaciones, pues las donaciones, que venían en forma de apoyo a la balanza de pagos, permitían pagar buena parte de las importaciones de bienes y servicios. Este esquema cambió en los noventa, pues una vez que el conflicto se resolvió por la vía de la firma de los Acuerdos de Paz, las donaciones comenzaron a disminuir rápidamente. La emigración de salvadoreños −un fenómeno que había sido provocado en los ochenta por el conflicto mismo−, por otra parte, comenzó a traducirse en un flujo de remesas familiares que llegó a sustituir con creces el flujo de donaciones y puso en marcha nuevos dinamismos, tanto de crecimiento como de estabilidad económicos. La década se inició con gran optimismo y se cierra con un poco de pesimismo. El cambio de expectativas refleja el cambio de rendimiento económico del país. El primer quinquenio fue un período de gran crecimiento, el segundo, uno con características recesivas. Ciertamente, entre 1990 y 1995 la economía creció a una tasa promedio de 6.2%, mientras que entre 1995 y 1999, la tasa se redujo a 2.8%, finalizando 1999 con un crecimiento cercano a 2%. ¿Cómo se explica este ciclo? Se ha señalado que el rápido crecimiento durante la primera parte de la década obedeció a un auge de consumo que creó una burbuja, que al reventarse a mediados del decenio hizo perder energía a la actividad productiva. En efecto, la década está terminando con el comercio, la construcción, la distribución de vehículos y la agricultura entrampados con bajo ritmo de actividad económica, impactando sobre la cartera de los bancos, cuya mora y activos extraordinarios se han elevado significativamente. El ciclo observado en los noventa ha estado cruzado a lo largo por una falta de fortalecimiento exportador. La capacidad de competir internacionalmente, uno de los objetivos del nuevo modelo: el crecimiento liderado por las exportaciones, no ha cobrado fuerza durante estos años, más bien pareciera que esa capacidad se ha debilitado. No cabe duda que las remesas familiares estuvieron entre los factores que contribuyeron al dinamismo de crecimiento de los primeros años de x la década, pero también han estado prominentemente entre los factores que incidieron en la pérdida de competitividad de las exportaciones salvadoreñas. El mal holandés, que ha provocado la apreciación real de la moneda, ha erosionado sustantivamente la competitividad, resultado de la combinación de un tipo de cambio fijo y una inflación que hasta 1996 se mantuvo por encima de la inflación internacional. Un factor que ha caracterizado el lento dinamismo de la segunda mitad de los noventa ha sido la tasa de interés real. En verdad, desde 1997 la inflación bajó a cerca de 2%, sin embargo, la tasa de interés nominal se mantuvo rígida a la baja, elevando de esta manera la tasa de interés real y el costo real de los recursos financieros para los inversionistas, con implicaciones negativas para el crecimiento de la producción y del empleo. A mediados de 1999 la tasa de inflación se encuentra en cerca de −0.5% y la tasa de préstamos promedio en cerca de 16%. ¿Cómo se explica este comportamiento de la tasa de interés real? De cara al nuevo siglo, dos grandes desafíos son la sostenibilidad del crecimiento y la reducción de la pobreza. Ambos no son independientes. No se puede esperar resolver definitivamente el problema de la pobreza si no se sostiene por un largo tiempo un crecimiento robusto, pero tampoco se puede sostener un crecimiento robusto, en un medio globalizado, sobre una fuerza de trabajo pobre, mal educada y poco sana. Visto en el largo plazo, el camino andado durante los últimos cuarenta años ha sido altamente volátil, ha habido algunos períodos de rápido crecimiento, otros de recesión y otros más de franco retroceso. El resultado neto ha sido un crecimiento promedio insuficiente. En los últimos cuarenta años el crecimiento promedio ha estado alrededor de 3%, una tasa ligeramente superior a la tasa de crecimiento poblacional, de tal manera que el crecimiento del ingreso percápita ha sido notablemente insuficiente en el período largo. El hecho más destacable en este respecto es el retroceso que experimentó el ingreso percápita en los años ochenta, resultando en que a finales del siglo todavía aquél se encuentra debajo de su nivel de 1978. xi Estos son los temas que se abordan en el libro. En el primer capítulo se presenta una descripción de las reformas económicas, de los diferentes momentos de las políticas económicas y del contexto de cambio durante la década, analizando este contexto a principios, a mediados y a finales del decenio. Se presentan las características más notables del paso del auge a la desaceleración y se discute sobre la naturaleza del logro más importante de la década: la estabilización macroeconómica. En el segundo capítulo, se estudia el impacto de las remesas familiares en la competitividad y la tasa de interés real. Se argumenta que las remesas familiares generan una especie de mal holandés que provoca una apreciación real de la moneda, disminuyendo la competitividad de las exportaciones, y se señala la manera en que se imbrican el fenómeno de las remesas familiares y las políticas cambiaria y monetaria, causando elevación de la tasa de interés real; es decir, se muestra que la respuesta de política monetaria, por medio de la esterilización, para mantener estable el tipo de cambio, vuelve rígida la tasa de interés nominal frente a una inflación declinante, provocando el encarecimiento de los recursos financieros. El capítulo termina discutiendo sobre las implicaciones para la política económica. El tercer capítulo aborda analíticamente, en primer lugar, el auge de consumo de principios de la década, identificando posibles causas, y, en segundo lugar, el comportamiento del ahorro en ese mismo período. Una discusión sobre las implicaciones de la persistencia del lento crecimiento para la estabilidad y sobre su naturaleza conyuntural o tendencial se presenta al final. El cuarto capítulo adopta la perspectiva de largo plazo y elabora sobre los dos grandes desafíos: el crecimiento y la pobreza y argumenta que las causas de la persistencia de grandes niveles de pobreza se encuentran en buena parte en un proceso de crecimiento que en el largo plazo ha sido claramente insuficiente y en una baja eficacia para convertir el escaso crecimiento en reducción de la pobreza, como resultado de instituciones inapropiadas y de políticas sociales insuficientes e ineficientes. El libro termina con algunas conclusiones generales. xii CAPITULO 1 UNA DÉCADA DE CAMBIOS Cinco grandes hechos han caracterizado la evolución de la economía salvadoreña en los años noventa, los cuales han ido moldeando la estructura que la economía ha tomado en estos últimos años del siglo XX. Estos hechos moldeadores han tenido distintos impactos en diferentes momentos de la década; algunos han sido positivos, otros negativos y algunos de ellos han tenido de ambas cosas. ¿Cuáles son estos elementos caracterizadores de la década? Identificar estos elementos nos permitirá, desde un principio, definir las tendencias dominantes y, sobre todo, darle un contexto de referencia a la evolución observada, para evitar caracterizar la economía en abstracto. En primer lugar, al tomar distancia de los acontecimientos diarios de la economía, no se puede dejar de observar que la década se inauguró con la aplicación de un programa de estabilización y ajuste estructural que ordenó las variables macroeconómicas, pero que, principalmente, reorientó la economía hacia el mercado y la abrió a mayor competencia internacional; en segundo lugar, al nivel político los salvadoreños fuimos testigos de un hecho sin precedente: la firma de los Acuerdos de Paz, que devolvió la estabilidad social necesaria para que exista suficiente certidumbre sobre el futuro de los negocios y la propiedad; en tercer lugar, aunque las remesas familiares habían fluido hacia El Salvador desde la década pasada, fue solamente en los inicios de los noventa que adquieren una magnitud tal que comienzan a incidir incluso en las decisiones de la política económica; en cuarto lugar, destacamos que la continuidad de la administración del Ejecutivo por el mismo partido, ha llevado a seguir impulsando las líneas generales del modelo de mercado, dándole tiempo para madurar sus potencialidades; y, en quinto lugar, como parte del contexto de la globalización de las economías, desde finales de 1994 una serie de crisis financieras internacionales han impactado en distintos grados la economía salvadoreña: la crisis de México en 1994 coincide con el inicio de la pérdida de energía de la economía nacional; la crisis asiática y luego la rusa, con su contagio 14 a Brasil y a otras economías suramericanas, han prolongado el ciclo de bajo crecimiento del último quinquenio de la década con la que estamos finalizando el siglo. Al nivel más general, estos son los hechos que identificamos como más relevantes que han conformado el marco en el que la economía salvadoreña ha ido adquiriendo sus potencialidades y limitaciones recientes y que nos permite caracterizar el período analizado como una década de cambios. En este capítulo se realiza una revisión de la evolución de las políticas económicas, de los factores externos y de la economía misma durante los últimos 10 años del siglo XX. 1. Estabilización y ajuste estructural La nueva administración que arribó en julio de 1989, traía consigo un plan económico bien definido, elaborado sobre la base de los programas de estabilización y ajuste estructural tradicionales, frecuentemente aplicados en América Latina. El contenido del programa había sido elaborado por FUSADES, con el apoyo de expertos internacionales y la colaboración de un equipo de economistas nacionales1. El nuevo programa económico de gobierno tenía los siguientes cuatro objetivos: crear las condiciones para erradicar la pobreza, lograr un crecimiento sostenido, reducir la participación del estado en la economía, y utilizar más plena y eficientemente los recursos del país2. El elemento aglutinador del nuevo programa era la promoción del libre mercado, a través del cual se facilitaría el logro de los objetivos mencionados. En esta visión, que ya en ese momento era una corriente que se había asentado firmemente en la economía internacional, el mercado constituía el mejor y más eficiente asignador de los recursos, por medio del cual el 1 Una descripción de la participación de FUSADES en la elaboración del Plan Económico que serviría de base para el Plan Económico del gobierno se encuentra en Liévano (1997). 2 Liévano (1997), pg. 14. 15 sistema de precios refleja la escasez relativa de los bienes; a su vez, la sustitución del estado por el mercado, al liberar las fuerzas de la iniciativa privada, impulsaría, según el modelo, el crecimiento sostenido, apoyado en la asignación eficiente de los recursos. El objetivo de la creación de las condiciones para erradicar la pobreza era un resultado inducido por el crecimiento sostenido, cuya base es la teoría del rebalse: los beneficios del crecimiento desbordan hacia los pobres. Las críticas de ese momento a esta visión económica enfatizaban las fallas del mercado para asignar eficientemente los recursos de la economía, que existen aún en los mercados desarrollados, pero que en los subdesarrollados, como El Salvador, son abundantes, tanto por el tamaño reducido de los mercados que permiten la existencia de monopolios y oligopolios, como por la falta de regulaciones en la operación de algunos mercados específicos. En lo que a la pobreza se refiere, se enfatizaba que la teoría del rebalse no operaría, como no lo había hecho en otras partes del mundo, y que por lo tanto se requería de atacar la pobreza de frente, dándole un rol importante al estado en esa tarea. En julio de 1989 se puso en marcha el programa de estabilización y ajuste estructural, y estaba constituido por dos componentes: el plan económico y el plan social; cada uno de ellos, a su vez, tenía una perspectiva de corto plazo y una de largo plazo3. La perspectiva de corto plazo del plan económico estaba formada por el programa de estabilización de la economía y se extendería hasta diciembre de 1990. La perspectiva de largo plazo se basaba en la reorientación de la economía hacia el mercado, y correspondía típicamente a un programa de ajuste estructural. El plan social, por su parte, descanzaba, en el corto plazo, en los planes de compensación social para amortiguar los impactos negativos que pudieran resultar de la aplicación del plan económico; en el largo plazo el plan social estaba conformado por los planes sociales integrados. 3 Liévano (1997) 16 1.1 El plan económico El programa de estabilización y ajuste estructural estaba aglutinado alrededor del mercado, y en el corto plazo se buscaba eliminar los desequilibrios macroeconómicos fundamentales: la inflación, el déficit fiscal, el déficit de cuenta corriente y lograr una tasa de interés real positiva que fuera compatible con la apropiada asignación de recursos de la economía. Como ya se señaló, en el largo plazo se buscaba establecer un mayor campo de acción para el mercado, reduciendo la participación del estado y liderando el crecimiento con las exportaciones no tradicionales extrarregionales. Sobre esas bases se diseñaron las políticas macroeconómicas y las reformas institucionales correspondientes. 1.1.1 La nueva política macroeconómica Conforme con los objetivos establecidos de estabilización y de reorientación de la estrategia económica, se formularon las políticas monetaria, fiscal y cambiaria. Desde el punto de vista macroeconómico, la inflación se disminuiría con el control monetario. Para ello era indispensable que el BCR tuviera control de la expansión del crédito al sector privado y que se eliminara su financiamiento al gobierno. El déficit fiscal se reduciría fortaleciendo la recaudación, simplificando la estructura tributaria y reduciendo el gasto público. El déficit de la cuenta corriente solamente se podía resolver de manera sostenida si se fortalecían las exportaciones4, particularmente las exportaciones no tradicionales extrarregionales, para lo cual se adoptaría una política cambiaria que permitiera reflejar el valor real de la moneda. En este sentido se adoptó un tipo de cambio libre de mercado, para que automáticamente se fuera ajustando a los movimientos de la oferta y de la demanda de divisas. 4 El fortalecimiento de las exportaciones iba más allá de sólo apoyar la cuenta corriente. Las bondades de un crecimiento liderado por las exportaciones se veían en que explotan el mercado mundial y, por lo tanto, no experimentan las limitaciones del mercado doméstico. 17 1.1.2 La reforma económica El paso más urgente de la reforma económica era la privatización de la banca, que había sido nacionalizada a principios de la década anterior y que había sido administrada con frecuencia con criterios políticos en cuanto a la asignación del crédito. No hay duda que a mediados de 1989 la banca estaba en condiciones precarias y que requería ser saneada. De esta manera se lograría que los recursos de la economía se intermediaran privadamente y se rigieran por los principios de mercado. Un elemento teórico frecuentemente utilizado en la época, era señalar la importancia de privatizar la banca para eliminar la represión financiera a que estaba sometida la economía. Este concepto se remonta hasta principios de los años setenta. MacKinnon (1972) argumentaba que el crecimiento en los países subdesarrollados estaba limitado por lo que él llamó la represión financiera y que consistía en que la inversión requerida para el crecimiento estaba limitada por el escaso ahorro nacional en estos países, lo cual provenía del hecho de que las tasas de interés real se mantenían negativas por incumbencias políticas en los sistemas financieros. La solución a este problema radicaba, en consecuencia, en la liberalización de los sistemas financieros. Esto traería consigo la constitución, por medio del mercado, de tasas de interés reales positivas con el consecuente estímulo al ahorro. Este principio teórico estaba también en los noventa en la base de la propuesta de privatización de la banca. La segunda reforma importante era la comercial. Esta reforma representaba, de alguna manera, la eliminación de la estrategia económica que había estado vigente durante los últimos 40 años: la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones5. La reforma consistía, en primer lugar, en reducir el 5 La estrategia de industrialización por sustitución de importaciones dominó la visión del desarrollo desde los años treinta en América Latina. En El Salvador se puede argumentar que fue con la revolución de los 18 piso y el techo arancelarios, de tal forma que la economía se fuera integrando de forma efectiva a la competencia internacional. El argumento tradicional ha sostenido que la industrialización por sustitución de importaciones había conformado, mediante el proteccionismo, una industria ineficiente incapaz de competir con los productores internacionales, lo cual había provocado, a su vez, la incapacidad del aparato productivo de desarrollar las exportaciones. Esto se traducía en una estructura productiva orientada a un mercado interno reducido, razón por la cual se agotaba rápidamente cualquier impulso de crecimiento económico6. La tercera reforma importante era la reforma fiscal. El objetivo de esta reforma era el fortalecimiento de las cuentas fiscales, para lo cual, por el lado de los ingresos del gobierno, era necesario simplificar la estructura tributaria, modernizar algunos impuestos y volverlos más neutrales; y, por el lado del gasto, se debía eliminar el exceso de burocracia y volver eficiente el funcionamiento del estado. El marco general comprendía la modernización de la estructura del sector público, lo que comprendía privatizar varias de las instituciones de servicios públicos: las empresas autónomas y los ingenios. Una de las primeras medidas que se adoptaron fue la abolición del INCAFE y del INAZUCAR, que controlaban el comercio exterior de los dos principales productos de exportacion tradicionales del país. Asimismo, el programa de modernización comprendía la introducción de métodos y sistemas más efectivos para la gestión pública. 1.2 La nueva política social El componente social del programa buscaba crear bases para la erradicación de la pobreza. Dada la magnitud del problema, las medidas contenidas en la política social eran limitadas. El mensaje central de la estrategia social era hacer de El Salvador un país de propietarios7. mayores ( Mayor Oscar Osorio y Mayor Oscar Bolaños) en 1948 que formalmente se introdujo tal estrategia. 6 Ver Rivera Campos, R (1986). 7 Ver Liévano (1997), pg. 39, para una argumentación interesante de por qué este objetivo. 19 La estrategia se sustentaba en los siguientes principios: focalización del gasto social hacia los más pobres, descentralización de los servicios sociales, subsidios a la demanda, y participación privada y comunal en la ejecución de proyectos. Tal estrategia formulaba acciones en las áreas de programas compensatorios y de programas de rehabilitación y modernización de los sectores sociales. Los programas compensatorios estaban orientados al alivio del impacto de las políticas de estabilización y ajuste entre los grupos sociales más vulnerables, estableciéndose los tipos siguientes: desarrollo de la infraestructura básica, generación de empleo, mejoramiento de ingresos, subsidios directos e indirectos. La ejecución de estos programas se fortaleció en 1991 con la creación del Fondo de Inversión Social (FIS), para el financiamiento de proyectos intensivos en mano de obra, a cargo de grupos locales de desarrollo comunal y organizaciones no gubernamentales8. Los programas de rehabilitación y modernización de los sectores sociales, por su parte, se aglutinaron en las categorías siguientes: focalización de los recursos, descentralización de los servicios, y modernización institucional, y perseguían los objetivos siguientes: mejorar la cobertura, provisión y capacidad administrativa de los Ministerios de Salud, Educación y Planificación; fortalecer la cobertura, provisión de servicios básicos a los 80 municipios más pobres a través de programas de salud preventiva y educación primaria; y restaurar el gasto social en salud y educación, con énfasis en la educación preprimaria y primaria y atención primaria en salud9. 8 Por parte del sector público, participaron las instituciones siguientes: Comisión Nacional de Restauración de Areas (CONARA), Secretaría Nacional de la Familia, Dirección General de Reconstrucción (DGR), Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y Ministerio de Educación (MINED). 9 El programa contenía objetivos específicos en la provisión de servicios sociales básicos. En educación se buscaba: aumentar la cobertura del sistema en los niveles de parvularia y básica; mejorar la calidad de la enseñanza; y disminuir la tasa de analfabetismo. Estos objetivos serían apuntalados por la creación del programa EDUCO que consistía en administrar las escuelas a través de los padres de familia bajo la supervisión del Ministerio de Educación. El plan social también contenía medidas específicas en las áreas de salud y de agua y saneamiento, tanto para aumentar la cobertura de los servicios primarios y de agua potable, como de disminuir las deficiencias nutricionales. En vivienda, el plan tenía los siguientes objetivos: reestructurar las instituciones del sector; focalizar el uso de los recursos hacia las familias de más bajos ingresos; privatizar la ejecución de programas y proyectos públicos; y promover la participación a través de 20 La economía salvadoreña, pues, inició la década experimentando una serie de impactos de corta y larga duración; los primeros, estuvieron dirigidos a estabilizar las variables macroeconómicas; los segundos, a modificar la estructura de su funcionamiento. El resultado importante es que la economía entró en un proceso gradual y sostenido de estabilización de precios y de equilibramiento de las cuentas fiscales, al mismo tiempo que el mercado fue cobrando, también de manera gradual, mayor presencia en el juego económico, por ejemplo, en el sistema financiero y en el intercambio internacional. 2. Un contexto cambiante El contexto político en que se desenvolvió la economía en los años noventa fue uno bien particular. Al final de la década pasada comenzaron a darse algunos cambios en las fuerzas políticas del país y en los actores internacionales que anunciaban que una salida negociada al conflicto armado, que había estado afectando al país durante más de 10 años, era posible en El Salvador. Entre estos cambios cabe señalar la llegada de una nueva administración al ejecutivo, la ofensiva armada de noviembre de 1989 y la caída del muro de Berlín en Alemania, con repercusiones ideológicas importantes en el mundo, y que pondría fin a la guerra fría que había orientado la política internacional después de la segunda guerra mundial. La década, pues, comenzó con un proceso más intensivo de negociaciones entre el Gobierno, la Fuerza Armada y el FMLN, culminando en la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992. Este es el evento más importante de la década, el cual le devolvió estabilidad política al país e hizo posible que la energía de la sociedad comenzara a canalizarse con mayor intensidad hacia las actividades productivas. Simultáneamente, la llegada de una nueva administración al Ejecutivo devolvió la confianza del sector privado al gobierno y el apoyo a su gestión. las municipalidades, ONG y las comunidades. Con este objetivo se crearía el Fondo Nacional de Vivienda Popular y se liquidarían la Financiera Nacional de la Vivienda y el Instituto de Vivienda Urbana. 21 Por otra parte, el contexto económico se caracterizó por la implementación del programa de estabilización y ajuste estructural descrito anteriormente, en el que destacaron la privatización de la banca, la apertura de la economía y la liberación de precios. Estas medidas conformaron el marco en el cual se canalizaron las energías productivas antes mencionadas. Al mismo tiempo, un flujo multiplicado de remesas familiares a principios de la década terminó incidiendo en la formulación de la política económica misma, en un marco en el cual la economía regional se encontraba en plena recuperación. A principios de los noventa, entonces, la economía se desenvolvió en un contexto en que destacaban elementos de tipo político: la finalización del conflicto armado con la firma de los acuerdos de paz y la recuperación de la confianza del sector privado en la administración gubernamental, así como elementos de tipo económico: la aplicación del programa de estabilización y reformas económicas, el repunte de la entrada de las remesas familiares y la recuperación de la actiividad económica en Centro América. A continuación se describe el contexto de esos primeros años. 2.1 El contexto político a principios de la década Como ya se indicó, en el contexto político de principios de los noventa surgieron dos elementos importantes que hay que considerar para interpretar adecuadamente la naturaleza de la evolución económica de esos años, los cuales propiciaron un importante grado de estabilidad política y laboral, y contribuyeron a facilitar al ejecutivo el ejercicio de la política económica. Se trató de la finalización del conflicto armado y de la recuperación de la confianza del sector privado en la administración gubernamental. En efecto, desde finales de la década pasada se estaba gestando un importante movimiento para la pacificación del país. Este movimiento culminó con la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992. La implicación de este proceso para el 22 desarrollo de la actividad económica es de gran importancia para entender el repunte de la economía en esos años. La firma de los Acuerdos de Paz que cerró la historia del conflicto armado y que permitió que la insurgencia transformara sus votos armados en votos políticos, para tomar sus posiciones en la arena política, trajo un mayor grado de estabilización que el que había existido en la década anterior. A partir de entonces se reconformó el cuerpo político del país, dándole el espacio correspondiente a la izquierda política. En 1997 el FMLN llegó a colocar 27 diputados del total de 84 en la Asamblea Legislativa y a ganar la mayoría de alcaldías del país. La confianza que provocaron los Acuerdo de Paz es el elemento más fundamental para el impulso que cobró la inversión en esos años. Como veremos más adelante, la inversión privada se expandió rápidamente durante los siguientes años, generando un fuerte impulso para el crecimiento productivo del país, al mismo tiempo que ingresaron recursos internacionales, motivados por los acuerdos de reinserción de los excombatientes a la vida pacífica del país. Los Acuerdo de Paz, pues, fueron el disparador que hizo posible el auge de crecimiento de la actividad económica durante el primer quinquenio de la década. Por otra parte, después de décadas en que el movimiento laboral había tenido una participación muy activa en la vida política del país, los primeros años de la década se caracterizaron por el repliegue de las organizaciones sindicales, observándose muy poco su presencia en los distintos eventos que fueron conformando la dinámica de la vida política y económica de la época. Este hecho es importante de destacar, pues dá cuenta de la poca oposición que se presentó a las reformas económicas que se implementaron en esos años: privatización de la banca e introducción del IVA, entre otras, a diferencia de las fuertes oposiciones observadas en América del Sur ante similares medidas. El otro elemento de naturaleza política que formó parte del contexto desde mediados de 1989, fue la confianza que depositó el sector empresarial en la 23 nueva administración. De hecho, la nueva administración había llegado al poder siendo la alternativa del sector privado en ese momento. Esta confianza liberó todas las dificultades que la aplicación de la política económica había enfrentado en la década anterior ante el divorcio, en términos prácticos, entre la empresa privada y la administración demócrata cristiana. El enfrentamiento, casi personal, entre el Presidente Duarte, por un lado, y las gremiales de la empresa privada y algunos medios de comunicación, por el otro, fue uno de los determinantes de la casi paralización de la gestión económica a mediados y finales de ochenta. La identificación entre la empresa privada y la nueva administración gubernamental fue tan intensa a partir de mediados de 1989, que las oposiciones por parte del sector privado, que normalmente experimentan algunas reformas económicas en las aplicaciones de los programas de estabilización y ajuste estructural, no existieron en El Salvador, y los costos, que trae consigo la reforma comercial, fueron asumidos sin mayor cuestionamiento por el sector privado. Estos costos privados resultan de la mayor competencia que enfrentan las empresas domésticas ante la entrada de nuevos productos importados a los que se les abre la puerta con las reforma comercial. En El Salvador hubo productos que bajaron en un primer momento de una protección de hasta 290% a una de 30%. La profundidad de la confianza entre el sector privado hacia el gobierno significó según Segovia (1995) que "su apoyo casi incondicional al gobierno (fuera) decisivo para llevar a cabo el programa de ajuste, que por su índole traía aparejados cambios en las reglas del juego económico, con efectos a veces negativos, por lo menos en el corto plazo, para ciertos sectores (particularmente para el sector agropecuario y algunos sectores industriales)"10. 2.2 El contexto económico a principios de la década. En los primeros años de la década, la economía estaba siendo moldeada por la estabilización y las reformas económicas; se encontraba ante el repunte de las remesas familiares, que ingresaron en cantidades no esperadas; y comenzaba a 10 Segovia, Alexander. (1996). 24 recibir los impulsos que la renovada dinamización de la economía centroamericana le estaba transmitiendo por la vía del comercio internacional. Los noventa iniciaron con un contexto económico diferente al que había predominado en los ochenta. La nueva administración implementó un programa de estabilización y puso en marcha una serie de reformas, las cuales describimos en la sección anterior de este capítulo. No hay duda que las dos reformas que más impacto tuvieron en la evolución posterior de la economía fueron la reforma comercial y la financiera. La primera abrió rápidamente la economía, bajando los techos desde 290%, en algunos productos, hasta 30%. Esta apertura impulsó un torrente de importaciones que tuvo un efecto importante en la estructura del consumo de los salvadoreños después de 1989 y contribuyó a crear expectativas positivas en los consumidores sobre el futuro del país. Al mismo tiempo, como resultado de la reforma comercial, la producción doméstica se vio sometida a una competencia internacional, de la cual había estado protegida durante los últimos cuarenta años. Esto tuvo implicaciones importantes en la estructura productiva doméstica. Y aunque, como ya se señaló antes, el sector privado en un principio acompañó al gobierno en esta reforma sin poner mayor atención a los efectos de la competencia de las importaciones, gradualmente, con el pasar de los años, la competencia que desató la apertura comercial ha ido siendo motivo de preocupación y de queja de algunos productores nacionales. El argumento inicial había sido el de una liberación comercial acompañada de liberación del tipo de cambio, con lo cual se esperaría que el tipo de cambio se iría ajustando libremente para compensar las disminuciones arancelarias. En la medida que la política monetaria congeló el tipo de cambio después de 1992, los sectores productores experimentaron la pérdida de competitividad neta, y la protesta al respecto ante la política económica fue cobrando fuerza con los años. La segunda reforma privatizó la banca. El sistema financiero no podía continuar funcionando con el estado en que se encontraba la banca nacionalizada en 1989, sus carteras C y D representaban el 37% de la cartera contabilizada y hubo 25 necesidad de emitir ¢2,450 millones para su saneamiento y fortalecimiento. La banca ya privatizada creó un impulso importante para la modernización de la intermediación de los recursos: en primer lugar, contribuyó a la confianza en el sector financiero, después de la pérdida de confianza en el sistema en la década anterior por la mala administración y el uso del criterio político en la asignación de recursos; en segundo lugar, se alcanzaron tasas de interés reales positivas, que estimularon el ahorro privado, y fluyeron hacia la banca mayores recursos para intermediación; y en tercer lugar, creo competencia al sistema, provocando la introducción de nuevos instrumentos financieros que expandieron la capacidad de colocación de los recursos bancarios. Uno de los resultados de la privatización fue un cambio drástico en el acceso de los salvadoreños al crédito para el consumo. Como veremos más adelante, en la primera mitad de la década, el crédito del sistema financiero al sector privado llegó a crecer en algunos momentos hasta el 42% anual. En general, el marco de las reformas económicas contribuyó a crear un ambiente de vuelta a la normalidad, después de una década de incertidumbre y estancamiento económicos durante el conflicto. Así, por ejemplo, además de la privatización bancaria, las políticas de saneamiento de las finanzas públicas y de liberación de precios constituyeron un buen marco de confianza y de expectativas optimistas para los agentes económicos. Una preocupación de la época era la evidente reducción de las donaciones oficiales, una vez el conflicto armado terminara y se asentara el fin de la guerra fría en el marco internacional. Durante los ochenta, las donaciones oficiales, particularmente las provenientes de la AID, habían financiado prácticamente los déficit de la economía. Estos fondos habían financiado no sólo el déficit externo a través de las donaciones en dólares para apoyo de la balanza de pagos, sino también el déficit fiscal al convertirse los dólares en colones. De esta manera, los formuladores de las políticas económicas en esos años no tuvieron que 26 preocuparse por los déficit mencionados11. Las expectativas eran diferentes en los noventa con el final del conflicto, y, ante los acontecimientos políticos ocurridos después de la caída del muro de Berlín, era evidente que la ayuda internacional se redireccionaría en los noventa y, por lo tanto, habría que administrar la política económica para mantener equilibradas las distintas cuentas económicas. Esto hacía urgente la formulación de un programa de estabilización. Por otro lado, un fenómeno social ocurrido como consecuencia del conflicto armado, había comenzado a tener un impacto económico extraordinario en las finanzas de la economía. Los salvadoreños emigrados durante los años ochenta estaban remesando desde hacía algunos años grandes cantidades de dólares a sus familiares en El Salvador. A inicios de los noventa, pues, se daba una sustitución providencial de fondos externos: las remesas familiares sustituían con creces las donaciones oficiales, lo cual significaba que la formulación de la política económica continuaría contando, durante varios años por delante, con un financiamiento unilateral de recursos externos. El Cuadro 1.1 muestra la evolución de estos flujos de remesas y donaciones. 11 Rosa (1993) es un buen estudio del papel jugado por la AID en esos años. 27 Cuadro 1.1 Evolución del flujo de recursos externos en los noventa (Millones de colones) Dona c iones ofic ia le s Remesa s p riva d a s Tota l de tra nsferenc ia s 1989 1990 282.4 223.3 236.8 345.4 519.2 568.7 1991 178.5 542.8 721.3 1992 226.5 707.9 934.4 1993 1994 1995 220.3 284.9 197.2 823.2 939.3 1,196.8 1,043.5 1,224.2 1,394.0 1996 1997 64.4 55.4 1,194.9 1,308.2 1,259.3 1,363.6 1998 31.1 1,486.0 1,517.1 Fuente: Fond o M oneta rio Interna c iona l y Ba nc o Centra l d e Reserva d e El Sa lvad or. Ciertamente, el cuadro muestra que las donaciones oficiales se redujeron, aunque lo hicieron gradualmente hasta 1995 y rápidamente después. Las remesas familiares, si bien es cierto que ya en 1989 representaban un monto considerable, en los primeros años de la década crecieron aceleradamente hasta cuadruplicar aquel monto en 1994. Como resultado de la evolución combinada de remesas y donaciones, el total de transferencias más que se duplicó en los primeros seis años y se triplicó al final de la década. Para la economía, esta disposición neta de recursos externos representaba el incremento de la demanda nacional por bienes de consumo, principalmente de parte de ciudadanos de bajos recursos. Como veremos más adelante, el impulso de la demanda, provocado por la entrada de remesas familiares, afectó la economía en dos sentidos: por un lado, fue una fuente de crecimiento al contribuir junto con otros factores al auge del consumo de la primera parte de la década; por el otro, generó una apreciación real de la moneda que llevó a perder competitividad internacional a la producción doméstica. Desde otro ángulo, las remesas también contribuyeron, indirectamente, con recursos de intermediación para una banca recién privatizada y estimulada a crecer rápidamente frente a la 28 competencia, expandiendo el crédito a los consumidores, que se enfrentaban a una economía que ponía a su disposición una oferta ampliada de productos importados, resultado de la reciente apertura comercial. Las remesas familiares han sido un flujo que ha adoptado distintas facetas para condicionar la evolución de la economía nacional en sus distintas variables: el crecimiento, los precios, la competitividad, el crédito, la balanza comercial y la apreciación cambiaria. En los siguientes capítulos se hacen esfuerzos por comprender estos efectos. El tercer elemento del contexto económico al principio de la década fue la evolución de la economía centroamericana. El crecimiento que experimentaron los principales socios en el comercio de El Salvador fue un factor que incidió significativamente en la evolución de su economía en esta década. Entre 1984 y 1989 la economía centroamericana creció a una tasa promedio de 2%, mientras que entre 1989 y 1994 su crecimiento promedio se duplicó a 4%. Pero entre 1991 y 1994 el crecimiento de algunos de los países centroamericanos se aceleró, como lo muestra el Cuadro 1.2: 29 Cuadro 1.2 Centroamérica: crecimiento económico y propensión a importar 1991 1992 1993 2.3 7.7 6.3 1995 1996 1997 1998 −0.6 3.7 6.2 Va ria c ión p orc entual PIB real Costa Ric a 1994 4.5 2.4 El Sa lva dor 3.6 7.5 7.4 6.0 6.5 1.8 4.0 3.4 Gua tem a la 3.7 4.9 3.9 4.0 4.9 3.0 4.3 4.9 Hondura s 3.3 5.6 6.2 −1.3 4.1 3.7 5.1 3.0 Nic a ra g ua −0.2 0.4 −0.4 3.3 4.3 4.7 5.1 4.0 43.0 47.2 47.4 50.85 59.97 Porc enta je de l ingreso Propensión media a importar Costa Ric a 39.1 45.7 45.2 El Sa lva dor 30.5 32.4 27.8 27.9 30.1 25.7 26.57 26.21 Gua tem a la 21.6 27.4 27.5 26.3 26.8 24.3 25.29 27.93 Hondura s 37.6 36.3 36.8 43.1 41.5 45.1 45.46 46.52 Nic a ra g ua 51.0 49.8 41.2 47.5 52.5 58.8 71.88 70.21 Fuente: Boletín Esta dístic o va rios a ños, Consejo Moneta rio Centroa m eric a no, Sec reta ria Ejec utiva . Ciertamente, exceptuando Nicaragua, todos los países elevaron su tasa de crecimiento durante 1992 y 1993. El Salvador y Costa Rica alcanzaron tasas superiores a 6% en esos años. Guatemala entre 1992 y 1995 creció a una tasa promedio cercana a 4.5%; y Honduras mantuvo un fuerte crecimiento, superior a 5.5% durante 1992 y 1993. Nótese también, cómo aumentó la propensión media a importar de la mayoría de los países de la región. Costa Rica, por ejemplo, en 1991 importaba solamente el 39% de su ingreso; en 1993 elevó esta proporción a 47%. Igualmente, Honduras elevó su propensión a importar de 37.6% en 1991 a casi 50% en 1994. De esta manera, coincidiendo con la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador en 1992, en Centroamérica se inició un repunte muy importante, que tuvo retroalimentación entre los países y que fortaleció el crecimiento regional a través de las importaciones mutuas de los países. El Cuadro 1.3 muestra cómo evolucionaron las exportaciones de El Salvador a Centroamérica: 30 Cuadro 1.3 Exportaciones de El Salvador a Centroamérica (Millones de dólares) Costa Ric a Guatemala Honduras Nic aragua Total 1991 1992 1993 1994 51.5 60.7 66.0 71.9 97.4 139.5 161.2 177.3 22.6 32.9 47.9 56.0 28.7 46.4 34.9 36.4 200.2 279.5 310.0 341.6 1995 1996 1997 1998 88.2 93.3 111.8 110.3 216.5 210.6 265.2 282.5 79.5 97.5 136.6 148.8 42.3 53.7 64.8 75.0 426.5 455.1 578.4 616.6 Fuente: Boletín Estadístic o varios años, Consejo Monetario Centroameric ano, Sec retaría Ejec utiva. El impulso que recibió el crecimiento de la producción salvadoreña por las importaciones de la región es evidente a partir de las cifras anteriores. Las exportaciones totales de El Salvador a Centroamérica casi se duplicaron durante el primer quinquenio de la década. La mayor demanda por nuestras exportaciones provino de Guatemala, que sólo en 1992 creció 43%. Honduras también aumentó significativamente su demanda por los productos salvadoreñas, de tal forma que entre 1991 y 1996 las exportaciones de El Salvador a Honduras más que se triplicaron, convirtiéndose en el segundo socio importador regional más importante de El Salvador, después de Guatemala. Pero el hecho significativo es que el movimiento expansivo de la demanda centroamericana por las exportaciones salvadoreñas fue generalizado. El contexto en que evolucionó la economía salvadoreña en el primer quinquenio de los noventa, estuvo caracterizado, en primer lugar, por la recuperación de una importante estabilidad política a partir de la firma de los Acuerdos de Paz a principios de 1992; en segundo lugar, por la recuperación de la confianza del sector privado en la nueva administración12; en tercer lugar, por la puesta en marcha de un programa de estabilización económica y de una serie de reformas estructurales, dentro de las cuales sobresalieron la privatización de la banca y la reforma comercial; en cuarto lugar, por la reducción rápida de las donaciones 12 Ver Segovia, A (1995) sobre la importancia de este factor en este período 31 oficiales, imponiendo al gobierno mayor urgencia para equilibrar las cuentas fiscales, y por la expansión del flujo de remesas familiares que permitió a la economía continuar contando con un importante componente de financiamiento externo; y, en quinto lugar, por un entorno centroamericano en plena recuperación después de una década de conflictos regionales y de estancamiento económico, el cual creó una fuerte recuperación de la demanda de las exportaciones salvadoreñas que sirvió de impulso adicional al crecimiento económico de esos años. 2.3 El contexto de mediados de la década A finales de 1994 comenzaron a darse ciertos cambios en el entorno político y económico del país. En primer lugar, a mediados de 1994 se estableció una nueva administración del gobierno del mismo partido; en segundo, se articuló un discurso económico en torno a la globalización que buscaba darle una nueva orientación a la política económica, en el sentido de redireccionar la estrategia de crecimiento hacia la atracción de la inversión extranjera; en tercero, a finales de 1994 emergió la crisis de México que introdujo incertidumbre a la evolución de las economías latinoamericanas; en cuarto, los primeros indicios de desaceleración económica se comenzaron a manifestar en el sector construcción; en quinto, las economías centroamericanas entraron en un ciclo de bajo crecimiento; y por último, en sexto, el Banco Central adoptó una política crediticia más conservadora. En este contexto, el crecimiento de la economía salvadoreña se frenó rápidamente a mediados de 1995 y entró en un ciclo de lento crecimiento que se extiende hasta finales de la década. A mediados de 1994, al inicio de la segunda administración de ARENA, la evidencia mostraba que la economía estaba creciendo fuertemente, arriba de 8% anual, que las principales variables macroeconómicas se encontraban bajo un relativo control, que el espacio de operación del mercado se había ampliado y que la confianza internacional había mejorado considerablemente. Pero los resultados 32 también mostraban que el objetivo de liderar el crecimiento por medio de las exportaciones se había alejado a medida que avanzó la década. Existía en este sentido un sentimiento de frustación en los exportadores y en algunas instituciones que habían apoyado el modelo de crecimiento liderado por las exportaciones. Por otro lado, las críticas de que el éxito del crecimiento se apoyaba en el consumo doméstico y no en el crecimiento exportador, iban en aumento. El crecimiento apoyado en la inversión extranjera fue el elemento que vino a darle a la política económica una nueva lógica y perspectiva. El argumento era que si bien la economía había alcanzado los logros señalados en el párrafo anterior13, esto no era sostenible, si no se tomaban en cuenta las nuevas realidades mundiales. Estas nuevas realidades estaban determinadas por el fenómeno de la globalización. Un reporte de abril de 1993, escrito por el entonces asesor del Banco Central de Reserva y posteriormente Ministro de Hacienda, Manuel Hinds, se constituyó en la pieza más influyente en la redefinición de la visión del desarrollo de la nueva administración. Este reporte indicaba que a pesar de que el gobierno había "establecido los fundamentos de una buena estructura para el desarrollo de una economía de libre mercado...aún los objetivos últimos de las políticas gubernamentales no se estaban alcanzando"14. El problema se planteaba en que "Si la agricultura y la industria no se recuperan, y si los servicios no se vuelven exportables, una declinante capacidad de importar puede llegar a ser un importante obstáculo para el crecimiento económico del país"15. La globalización significaba que, si se quería sostener el desarrollo económico, había que adaptarse a las nuevas formas de hacer negocios, y estas formas estaban determinadas por el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones y 13 A finales de 1994, cuando se discutía este tema, la economía estaba en pleno auge de crecimiento. En efecto, ese año la economía creció 7%. 14 Hinds (1993) El Salvador: What now? Pg. 1 15 Hinds (1993) Op. Cit. Pg.2 33 de la información, que permitía a las grandes empresas repartir entre países su proceso de producción y distribución al nivel del mundo. Este hecho creaba espacios en esas cadenas productivas mundiales en donde los países subdesarrollados podían integrarse como partes de esas cadenas, en los componentes menos sofisticados del proceso productivo: "Para permanecer competitivos, y concentrarse en el desarrollo de nuevas tecnologías, los países desarrollados necesitan servicios en las partes menos sofisticadas del ciclo productivo. Una vez establecida esta conexión, los países en desarrollo pueden utilizarla para desarrollar tanto su capital humano como su propia habilidad para innovar"16. El artículo, influyente en la concepción de la nueva administración, concluía que si bien las reformas llevadas a cabo por el gobierno hasta ese momento habían sido necesarias, no eran suficientes para incitar el desarrollo sostenible y que las medidas complementarias tenían que ser tomadas pronto, de otra manera el país podría verse sujeto a fuertes imbalances macroeconómicos. Aunque el informe ponía mucha atención en las limitaciones que los sistemas insuficientemente desarrollados de generación y distribución de energía, de caminos y de educación representan para el desarrollo, señalaba que el factor particular más importante y necesario para integrar el país a los mercados internacionales es el desarrollo de un sistema de comunicaciones de clase mundial: "ningún país puede esperar competir como productor o como receptor de inversión extranjera si no cuenta con el más moderno comunicaciones"17. El informe terminaba haciendo las siguientes recomendaciones: 16 17 Hinds (1993) Op. Cit. Pg. 12 Hinds (1993) Op. Cit. Pg. 17 34 sistema de Primero, integrar la economía del país a la economía norteamericana y convertir su cercanía en pieza clave de la estrategia para desarrollar el país; Segundo, adquirir el factor clave que determinará el éxito económico en el siglo veintiuno: alta tecnología Tercero, privatizar ANTEL, CEL y los puertos. Esto ayudaría a liberar recursos para que el gobierno invirtiera en educación, salud y caminos, y aumentaría la eficiencia de la inversión misma. Esta perspectiva fue cambiando la estrategia de desarrollo económico. Ya no se trataba de alcanzar un crecimiento liderado por las exportaciones a la manera tradicional, sino de integrarse a la economía norteamericana, en la cual la atracción de la inversión extranjera se volvió crucial18. En un segundo momento, a mediados de 1994 se amplió esta estrategia en dos componentes adicionales: abrir de manera plena la economía, eliminando unilateralmente los aranceles a las importaciones y establecer una caja de convertibilidad que fijaría el dólar en ¢10.00. En noviembre de 1994, una comitiva económica presentó en Washington ante el Fondo Monetario Internacional, El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, la propuesta de crear un Currency Board en El Salvador. La propuesta que fue discutida ante una comisión de estas instituciones no recibió en ese momento el apoyo esperado19. En seguida, a principios de 1995, comenzó a tomar forma la propuesta más radical de dolarizar la economía al estilo de Panamá. 18 El rol de la política económica cambiaba significativamente según la estrategia de que se tratara. Por ejemplo, para una estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones se requiere una política cambiaria que no permita que se aprecie el valor real de la moneda, lo cual puede implicar un tipo de cambio flexible. Para una estrategia de crecimiento liderado por la inversión extranjera, por el otro lado, es más importante la eliminación del riesgo cambiario para el inversionista extranjero, lo cual implica una política de fijación del tipo de cambio. 19 La argumentación de los representantes del gobierno apuntaba a que una de las bondades del Currency Board sería la disminución de la tasa de interés, ante lo cual respondió uno de los asistentes "aun no alcanzo a ver cuál es el mecanismo que hará bajar la tasa de interés". Reunión de noviembre de 1994. 35 Estas dos medidas, la abolición de los aranceles y la dolarización de la economía, constituyeron a partir de enero de 1995 los componentes clave de la estrategia del gobierno. Sobre la abolición de los aranceles se llegó a mencionar convertir El Salvador en una zona franca, y sobre la dolarización se señalaron los beneficios que traería en términos de eliminación del riesgo cambiario y reducción de tasas de interés, y se presentaron Hong Kong y Argentina como dos ejemplos exitosos. A mediados de 1995 el componente de dolarización de la economía de la nueva estrategia de atraer la inversión extranjera se frustró, tanto por la oposición que recibió de distintos sectores del país, como por la incertidumbre que había introducido la crisis de México de diciembre de 1994. El entorno latinoamericano en 1995 se volvió incierto a raíz de la devaluación y de la crisis financiera de México. Sobre todo por los efectos que estaba irradiando a algunos países suramericanos. Argentina se encontraba en dificultades de mantener su caja de convertibilidad a raíz del retiro inmediato de los flujos de capital de la región. La apertura total de la economía se redujo, por su parte, a un programa de desgravación gradual, el cual, en enero de 1999, terminó con la siguiente estructura arancelaria: Cuadro 1.4 Programa de desgravación arancelaria Ac tua l 1 Ag o. 96 1 Dic . 96 Bienes de Ca pital 1% 1% 0% 0% Materia Prima 5% 3% 0% 0% Bienes Intermedios 10% 10% 10% 9% 8% 7% 6% 5% Bienes Intermedios 15% 15% 15% 14% 13% 12% 11% 10% Bienes Finales 20% 20% 20% 19% 18% 17% 15% 15% Tipo de Bien 1 Jul. 97 1 Ene. 98 1 Jul. 98 1 Ene. 99 1 Jul. 99 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% Fuente: Ministerio de Economía. La crisis mexicana puso también en tela de juicio la sostenibilidad del éxito de las políticas de liberalización que se estaban aplicando en la región, principalmente, 36 interrogando el futuro del crecimiento apoyado en los auges de consumo, como el que se estaba desarrollando en ese momento en El Salvador. Por otra parte, los primeros signos de preocupación por un posible rompimiento de la burbuja consumista habían comenzado a aparecer en algunos sectores de la economía. Al tercer trimestre de 1994, el sector construcción mostraba una combinación de variables que preocupaban a las autoridades económicas. Un estudio de FUSADES20 de diciembre de ese año, señalaba: "algunos observadores se han manifestado preocupados ante: 1) lo que denominan especulación en el mercado de la vivienda y 2) la percepción de que algunas unidades de elevado valor han experimentado dificultades de colocación"21 . El estudio se basó en el análisis de 302 boletas de créditos hipotecarios de largo plazo de varios bancos y financieras y en una encuesta de 528 personas con ingresos mayores de ¢10,000, sobre motivos de adquisición de viviendas. El estudio argumentaba que el mercado de viviendas era un mercado inflado por las expectativas de los constructores y de los demandantes. Los siguientes dos párrafos del estudio muestran el ambiente de expectativas que existía en el mercado de la construcción de viviendas de esos años: "¿Qué tipo de expectativas han jugado un papel preponderante? Por el lado de la oferta, las expectativas formadas a través de las señales de rentabilidad que envían los mercados. Cuando los constructores percibieron rentabilidad y disponibilidad de financiamiento, construyeron casas y al notar que vendían las casas rápidamente decidieron no sólo subir el precio, sino que construir más y a mayores precios. La noticia de que era rentable construir atrajo a más constructores, inclusive a individuos que no habían incursionado previamente en dicho sector, aumentando el número de oferentes. El mecanismo de seguir aumentando precios y unidades puede seguir hasta que las casas tengan 20 FUSADES, "La vivienda y locales comerciales de más de ¢300,000 y su incidencia en el Sistema Financiero", diciembre de 1994. 21 FUSADES, Op. Cit. Pg. 4. 37 problemas de colocación. Esto es lo que se está comenzando a percibir. Los constructores se supone que tomarán estas señales del mercado para no construir casas en los segmentos en que existan problemas. Sin embargo, la respuesta de los constructores para aumentar la cantidad de unidades está rezagada por el tiempo que tardan en construirlas. Las viviendas en existencia ahora responden a las señales del mercado de un año atrás"22. Además, "(P)or el lado de la demanda, han influido al menos dos expectativas. La primera fue la percepción de que los precios de las viviendas se estaban incrementando y que esto era un fenómeno irreversible, y de que los demandantes compraban la casa en ese momento o posteriormente estaría fuera de su alcance. Dicha percepción tomó más fuerza por el aumento de valor de las casas recién compradas e indujo a más personas a comprar casas. La segunda expectativa fue de inversión de algunos compradores, dado que el precio de las casas aumentaba, era una inversión rentable comprar una casa para alquilarla o revenderla"23. El estudio concluía que en ese momento las casas que no habían sido colocadas en el segmento de ¢300,000 a ¢500,000 era de 55%; en el de ¢500,001 a ¢1,000,000 de 29%; en el de ¢1,000,001 a ¢1,500,000 de 33%; y en el de más de ¢1,500,000 de 57%. El informe señalaba que el segmento de casas caras era el que se encontraba en mayores dificultades, frente a un agotamiento de la demanda, y se recomendaba precaución para el financiamiento de proyectos de construcción para viviendas de este valor. Respecto a los locales comerciales, el estudio indicaba que el Centro Comercial Loma Linda manifestaba problemas y se percibía que en algunos otros centros comerciales construidos en los últimos tres años habían locales vacíos, tal era el caso de Feria Rosa y de Villas Españolas y se recomendaba precaución en el financiamiento de nuevos proyectos. 22 23 FUSADES, Op. Cit. Pg. 10. FUSADES, Op. Cit. Pg. 11. 38 Visto desde la perspectiva de finales de la década, el estudio permite destacar que el sector construcción había sido parte de una burbuja de crecimiento rápido con especulación de precios, y que aunque al tercer trimestre de 1994 la economía como un todo seguía creciendo fuertemente, el sector ya experimentaba los primeros signos de agotamiento de la demanda. Ciertamente, la economía siguió creciendo hasta el segundo trimestre del siguiente año a tasas superiores al 7% anual (7.2% y 8.1% en el primer y segundo trimestres, respectivamente), e inició el ciclo de lento crecimiento el tercer trimestre de ese año. Hasta mediados de 1995 la política crediticia fue acomodaticia al crecimiento del consumo. El crédito al sector privado se dejó crecer hasta tasas superiores al 40% en esos años, lo cual contribuyó a estimular el crecimiento de ese período apoyado en la demanda de bienes de consumo domésticos e importados. Ciertamente, como se muestra en el Gráfico 1.1, el crédito a las familias y empresas en el segundo trimestre de 1995 creció a tasas superiores al 40%. Esta política crediticia laxa, tuvo que ser abandonada en agosto de 1995, cuando se observó pérdida de reservas internacionales como consecuencia del rápido crecimiento del crédito24. Para responder a la pérdida de reservas internacionales, el Banco Central de Reserva aplicó, además de mayor esterilización de liquidez, un ajuste del encaje legal de un punto porcentual semanal a partir de agosto para elevarlo de 20% a 35%. El resultado de estas políticas redujo el crecimiento del crédito a finales de 1995 a sólo 19%. El freno a la expansión crediticia operó como un impacto recesivo sobre la economía. En efecto, como ya se señaló antes, la economía inició desde mediados de ese año un ciclo largo de lento crecimiento. 24 En un régimen cambiario fijo, el crecimiento del crédito por encima del crecimiento de la demanda de dinero se traduce en decrecimiento de las reservas internacionales. Esto es lo que ocurrió durante el primer semestre de 1995, cuando el crédito estuvo creciendo a tasas superiores al 40% anual y la demanda de dinero no crecía más allá de 30%. Para un análisis completo de esta relación véase Rivera Campos (1996) "Remesas familiares, mal holandés y política económica" Boletín Económico y Social, marzo de 1996. FUSADES 39 ¿Por qué se permitió que el crédito se expandiera a tales tasas cuando los criterios de una sana política monetaria exigían tasas mucho menores, pues el producto nominal en el primer trimestre de 1995, por ejemplo, crecía a sólo el 18% y el crédito lo hacía al 42%? No es posible determinar con la información disponible las motivaciones para tal permisividad, pero sí es posible señalar que como resultado de esta política de crecimiento del crédito se estimuló, por un lado, el crecimiento de la burbuja, y, por el otro, se facilitó una dinámica de crecimiento acelerada de los bancos con altas rentabilidades, sin valorar suficientemente, en algunos casos, el riesgo asociado a gran parte del torrente de crédito que se estaba otorgando en esos años, en una carrera por crecer rápidamente. Esta situación es importante destacarla porque cuando la economía real inicio su ruta de lento crecimiento en el tercer trimestre de 1995, la cartera de los bancos inició su propia ruta de deterioro, con las moras bancaria en ascenso hasta finales de la década, particularmente la de aquellos bancos y financieras sobrecargadas con créditos de la construcción. 40 Gráfico 1.1 Sistema Financiero: crédito sector privado Variación anual % 44 40 36 Crédito 32 28 Crédito real 24 20 16 12 8 4 0 E F M A M J J 1995 A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E 1997 1996 F M A M J J A S O N D E F M A M J 1998 J A S 1999 Fuente: Elaborado con base en Informe de Liquidez sobre la Economía, varios números, BCR. Finalmente, a la altura de 1994, las economías centroamericanas ya estaban mostrando signos de agotamiento en relación con el rápido crecimiento que habían mostrado en los dos años anteriores. En el Cuadro 1.2 se observó que Costa Rica inició su desaceleración en 1994 hasta terminar en contracción económica en 1996; que Honduras experimentó una contracción de cerca de un punto y medio porcentual en 1994 y, que aunque los siguientes años creció, ya no lo hizo a los niveles anteriores. En 1996 todas las economías, exceptuando la de Nicaragua, se habían desacelerado y Costa Rica estaba en recesión. No hay duda que el dinamismo de la demanda por las exportaciones salvadoreñas provenientes de la región disminuyó y ese fenómeno contribuyó al crecimiento que comenzó a experimentar El Salvador después de 1994. 41 La mitad de la década, pues, constituyó un punto de inflexión de la economía salvadoreña en el que se pasó de una fase de auge económico a una de lento crecimiento. En ese momento se comenzó a conformar una visión ligeramente diferente, por parte del nuevo gobierno, de cuáles deberían ser los motores del crecimiento; se hizo un esfuerzo fallido por dolarizar la economía; y se sintió el impacto de la crisis mexicana en la región. De esta manera, la economía entró al segundo quinquenio de la década con las energías disminuidas para mantener un crecimiento satisfactorio. 2.4 El contexto de finales de la década El contexto de los últimos años de la década se puede caracterizar por los siguientes factores: la producción parece encaminarse a un nuevo ciclo de bajo crecimiento que podría terminar en recesión; las crisis financieras internacionales, particularmente la de Rusia con su contagio hacia Brasil, ha tenido efectos sobre El Salvador; los precios de los productos primarios de exportación han caído nuevamente de manera significativa; y las privatizaciones de las distribuidoras de energía eléctrica y de las generadoras térmicas, y de las telecomunicaciones, se llevaron a cabo con efectos positivos sobre la competencia. La evolución trimestral del PIB se muestra en el gráfico siguiente. 42 Gráfico 1.2 PIB trimestral (Tasas de crecimiento) Crecimiento % 10 8 6 4 2 0 I 95 II III IV I 96 II III IV I 97 II III IV I 98 II III IV I 99 II Fuente: BCR En él se observa el ciclo depresivo que se inició en el tercer trimestre de 1995 y que alcanzó su punto mínimo en el segundo trimestre de 1996 con una tasa anual de crecimiento de 0.7%. Luego vino un ligera recuperación que ha dado paso a un segundo ciclo depresivo que se ha extendido durante 1999: las tasas de crecimiento anual han caído y a mitad del año se encontraba apenas en 2.2%. Los sectores construcción y comercio aún se encuentran deprimidos, como se muestra en los indicadores trimestrales de la encuesta Dinámica Empresarial de FUSADES, y la agricultura continúa con su tendencia de largo plazo de retroceso. 43 Gráfico 1.3 Indicador de actividad − Sector Construcción Saldo neto 100 50 0 −50 1995 −100 I−95 II III 1996 IV I−96 II 1998 1997 III IV I−97 II III IV I−98 II 1999 III IV I−99 II III Fuente: FUSADES, Encuesta Dinámica Empresarial. Algunos observadores han señalado la importancia de estudiar la naturaleza de esta baja tasa de crecimiento: ¿se trata sólo de un ciclo coyuntural o se trata de un fenómeno estructural? En el primer caso se trataría de una situación temporal que se ha prolongado, después de la cual la economía recuperaría su tasa de crecimiento anterior. Si se trata del segundo caso, el crecimiento se estaría acomodando a una tasa de crecimiento normal más baja. En lo que a política económica se refiere, si la depresión es coyuntural sería cuestión de tiempo para recuperar el crecimiento y no habría necesidad de tomar medidas; si, por el contrario, la depresión es estructural se debería comenzar a tomar algunas medidas que incidan positivamente sobre la productividad25. 25 Esta discusión se retoma al final del Capítulo 3. 44 Gráfico 1.4 Indicador de ventas − Sector Comercio Saldo neto 100 50 0 −50 1995 −100 I−95 II III 1997 1996 IV I−96 II III IV I−97 II 1998 III IV I−98 II 1999 III IV I−99 II III Fuente: FUSADES, Encuesta Dinámica Empresarial. Sobre el comportamiento más reciente de la economía han incidido, además de los factores domésticos, dos factores internacionales: la disminución reciente de los precios de los productos primarios y la crisis de Rusia y su contagio a Brasil. En relación con los precios de los productos principales de exportación el Gráfico 1.5 y el Cuadro 1.5 muestran sus evoluciones. Tanto el precio del café como del azucar cayeron significativamente durante 1998 y se han mantenido bajos durante 199926. Ambos productos redujeron sus precios casi la mitad entre principios de 1998 y mediados de 1999. Indudablemente, este impacto externo ha creado un efecto contractivo sobre la actividad económica y el empleo, que se ha agregado a la ya deprimida economía. 26 El precio del café se recuperó notablemente durante el último trimestre de 1999. 45 La crisis financiera internacional puede haber provocado un efecto similarmente contractivo. La crisis de Rusia de mediados de 1998 provocó una estampida de los capitales financieros internacionales hacia puertos más seguros. Brasil se contagió de la crisis casi inmediatamente y progresivamente otros países latinoamericanos fueron también entrando en dificultades. El impacto externo de la crisis financiera internacional disminuyó el potencial de crecimiento de América Latina durante 1999, no obstante, al final, la reacción de la región a la crisis internacional ha sido menos negativa de lo que se esperaba al principio del año: inicialmente se había esperado una crisis significativa en la región, sin embargo, a la altura del tercer trimestre se estimaba que América Latina cerraría el año solamente sin crecimiento: −0.1%. 46 Gráfico 1.5 Precios promedios de café (US dólar por quintal) 180 160 140 120 100 80 60 40 20 0 Ene Feb Mar Abr May 1998 Jun Jul Ago 1999 Fuente: Elaboración propia sobre la base de cifras del BCR. Cuadro 1.5 Precios spot del mercado mundial No. 11 y Americano No. 14 para azúcar cruda, US$ Ctvs./Lb. Año calendario M eses Contra to No. 11 1998 1999 Contra to No. 14 1998 1999 Ene 11.43 7.92 21.85 22.41 Feb 10.57 6.74 21.79 22.38 M ar 9.92 5.78 21.74 22.54 Ab r 9.3 5.15 22.14 22.57 M ay 8.86 4.75 22.31 22.66 Jun 7.92 5.6 22.43 22.61 Jul 8.58 5.67 22.66 22.65 Ago 8.45 6.21 22.21 22.69 Prom ed io 9.38 5.98 22.14 22.56 Fuente: United States Department of Agriculture (USDA) y Asocia ción Azucarera de El Salvador Tanto por el encarecimiento del crédito internacional como por la disminución de la demanda externa proveniente de la región, la economía salvadoreña se vio 47 afectada negativamente por los efectos de la crisis financiera internacional. Es importante tomar en cuenta la influencia del contexto internacional en la reducción del crecimiento de la economía salvadoreña en 1999, porque indicaría que si la economía latinoamericana Internacional para responde como estima el Fondo Monetario el próximo año con un crecimiento de 3.5%, la economía salvadoreña podría experimentar un empuje positivo de crecimiento a partir del próximo año. En los últimos años, por otra parte, la pérdida de dinamismo de la economía ha puesto de manifiesoó algunas debilidades del desarrollo de sistema financiero nacional. El auge de crecimiento de la primera mitad de la década permitió que los bancos y financieras recién privatizadas explotaran la demanda de crédito de una población ávida de consumo, así como las condiciones que facilitó la política monetaria para expandir el crédito. La exacerbación de la competencia de los bancos y financieras por crecer sacrificó la calidad de algunos de los préstamos otorgados, resultado de una menor atención a las características de riesgo de las carteras que se estaban conformando. La atención prestada a los créditos de construcción, por ejemplo, condujo a que la solvencia de varios bancos y financieras quedaran dependiendo de lo que ocurriera con este sector. Cuando después de finales de 1994, como se indicó antes, el sector construcción entró en dificultades, la cartera de varias instituciones financieras comenzó a deteriorarse. Además, el deterioro de la economía en general, es decir, su pérdida de crecimiento, afectó las carteras de algunos bancos y financieras, que se encontraron con empresas industriales, comerciales, agrícolas y de servicios que no podían pagar, con el consecuente crecimiento de la mora bancaria. El deterioro del dinamismo económico también develó un par de fraudes financieros: CREDICLUB y FINSEPRO en 1997. Más recientemente, como resultado en gran parte de una cartera de créditos morosa con alto contenido de préstamos a la construcción, el banco CREDISA comenzó a liquidarse a finales de 1998. Estas experiencias pusieron en evidencia los problemas de transparencia bancaria y de las precarias independencia y capacidad técnica de supervisión de la 48 Superintendencia del Sistema Financiero. El resultado positivo de estos lamentables eventos ha sido la reformación de la Ley de Bancos que, finalmente despúes de mucha discusión, ha sido aprobada por la Asamblea Legislativa, con la cual se espera el fortalecimiento del sistema financiero salvadoreño. El hecho importante es que muchos bancos en la actualidad se encuentran aún con carteras deterioradas: la mora del sistema bancario pasó de 3% en el primer trimestre de 1995 hasta 6.5% en el segundo trimestre de 1999. La dependencia que ha mostrado el sistema bancario respecto al crecimiento de la economía, señala que una economía real con mucha energía de crecimiento es condición necesaria para la sanidad bancaria. Mientras la economía se encuentre sin esa energía no es posible hablar de la estabilidad del sistema financiero. Gráfico 1.6 Indicadores de calidad de activos crediticios (En porcentajes) 7 6 5 4 3 2 1 0 I II III 1995 IV I II III 1996 IV I II III 1997 Resrv. de saneam./ Act. de riesrgo bruto IV I II III 1998 IV I II III IV 1999 Morosidad = Prést. venc./ Prét. brutos Fuente: Elaborado con base en Informe del Boletín Estadístico, Bancos y Financieras, Superintendencia del Sistema Financiero, varios años. Otro resultado relevante de finales de la década fue la privatización de las distribuidoras de energía eléctrica a principíos de 1998 y de ANTEL a mediados del mismo año. La privatización de las telecomunicaciones debe destacarse porque, como se indicó antes, el ejecutivo había identificado la construcción de un moderno sistema de comunicaciones como la pieza clave para integrar el 49 país a los mercados internacionales. Los sucesos posteriores a la privatización de ANTEL han mostrado el empuje de la competencia en ese sector cuando está en manos del sector privado. La competencia desatada en el mercado de los celulares ilustra los potenciales de la privatización: el número de celulares creció desde menos de 50,000 unidades en 1998, año de la liberalización del sector de telecomunicaciones, hasta 360,000 a mediados de 1999, una cifra muy cercana a las 400,000 líneas telefónicas fijas que existía en 199827. Aún nos encontramos a gran distancia de poseer un sistema de comunicaciones de clase mundial, pero la liberalización de las telecomunicaciones es un avance importante que crea expectativas optimistas en esta dirección. 3 Del auge a la desaceleración El primer quinquenio de la presente década fue un período de recuperación económica de América Latina y particularmente de Centroamérica. La demanda de importaciones proveniente de los socios centroamericanos impulsó la inversión privada y la recuperación de la producción salvadoreña. También la estabilidad política que se logró después de la firma de los acuerdos de paz y las expectativas de la sociedad contribuyeron a este resultado. El gráfico siguiente muestra las evoluciones del crecimiento económico y de la inversión privada en los noventa. Gráfico 1.7 Crecimiento real de la economía e inversión privada 8 20 7 6 15 5 4 10 3 2 5 1 0 0 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Crecimiento Inversión Fuente: Consejo Monetario Centroamericano (1998). Desde casi estancamiento, con un crecimiento muy reducido en 1989, la economía comenzó a crecer gradualemente en los siguientes dos años hasta alcanzar niveles superiores a 7% en 1992 y 1993. Aunque inferior que en los dos 27 SIGET y compañías telefónicas 50 años anteriores, en 1994 y 1995 el crecimiento continuó siendo no inferior a 6%, pero declinó rápidamente en los siguientes años, hasta terminar en 1996 en 1.8%. La expectativa para 1999 es que la economía crezca sólo 2.0%. Al auge de la economía en el primer quinquenio y la desaceleración con que inició el segundo quinquenio, correspondió también una evolución similar en la inversión privada. A lo largo del primer quinquenio la inversión privada fue elevándose rápidamente hasta alcanzar un máximo de 15 puntos porcentuales del PIB en 1995, para luego decaer a sólo 12.5 puntos en 1996. No hay duda, entonces, que el rápido crecimiento de los primeros años de los noventa obedece a una renovación muy positiva de las expectativas de los inversionistas. El contexto de esos años, que describimos antes, contribuyó a formar las expectativas que indujeron a los empresarios a elevar el nivel de inversión en los primeros años de la década. La estructura sectorial del crecimiento experimentado con las reformas económicas cambió significativamente; su evolución se puede apreciar en el siguiente cuadro. 51 Cuadro 1.6 Estructura sectorial del crecimiento (Porcentaje de crecimiento) Agric ultura Ind ustria 1 Construc c ión Com erc io Fina nc ieros 1991 −0.3 5.9 10.3 7.0 −3.7 1992 8.0 9.9 6.4 11.5 21.4 1993 −1.4 8.3 8.3 6.4 10.7 1994 −2.4 7.4 11.5 8.6 20.2 1995 4.5 6.9 6.1 9.9 16.4 1996 1.3 1.7 2.7 0.4 2.7 1997 0.5 8.0 5.1 2.2 12.7 1998 −1.9 8.0 4.4 0.8 6.4 1: La ind ustria inc luye los servic ios ind ustria les d e ma q uila . Estima d os p rop ios d el c rec imiento de la ind ustria exc luyend o los servic ios p or m a q uila son los sig uientes: 1991=5.6%; 1992=8.9%; 1993=3.7%;1994=5.5%; 1995=5.0% y 1996=2.2%. Tómese nota d e la c onsid era c ión sob re la ta sa rep orta d a d e c rec imiento sec toria l d e 1993 en la Re vista d el Ba nc o Centra l d e Reserva . Fuente: Revista Trimestral del Banco Central de Reserva. Primeramente, nótese el estancamiento del sector agrícola, el cual, exceptuando un fuerte crecimiento en 1992 y un crecimiento un poco menor del promedio de toda la economía en 1995, mostró en todos los años de los noventa más bien un comportamiento contractivo. El sector industria, por su parte, mostró un crecimiento bastante significativo durante los noventa, pero gran parte de su crecimiento se debió al fuerte crecimiento que experimentaron los servicios de maquila a partir de 1993. Cuando se deducen esos servicios de la industria, los resultados muestran que la industria creció fuertemente en 1991 y 1992, pero que a partir de entonces su crecimiento estuvo por debajo del crecimiento promedio de toda la economía. Estas cifras se encuentran en la nota 1 del cuadro anterior. No obstante, el sector industrial experimentó un crecimiento importante a lo largo de la década, y, al igual que los restantes sectores, perdió su impulso en 1996. 52 Los sectores que sí impulsaron el crecimiento en el primer quinquenio de los noventa fueron: la construcción, el comercio y los servicios financieros. Todos ellos crecieron por arriba del promedio del crecimiento de la economía, exceptuando el comercio en 1993. En este sentido es facil ver que fueron estos sectores los que impulsaron la economía en los noventa. Esto se corresponde con el contexto en que se desarrolló la actividad económica en esos años. La liberalización financiera impulsó el crecimiento bancario; la apertura de la economía fomentó el comercio, particularmente de las importaciones; y el flujo de recursos externos, y su mayor intermediación por una banca privada en expansión, facilitó la construcción, especialmente de viviendas. Nótese que fue el sector construcción el primero que mostró agotamiento en 1995 y que fue el más afectado en 1996. Gráfico 1.8 Participación de los sectores en PIB (Precios constantes) 1990 Admón. Públic a 7.6% 3.6% Servic ios* 19.8% Comerc io 15.7% 1998 Admón. Públic a 5.6% Construc c ión 3.8% Otros 13.5% Agric ultura 17.7% Servic ios* 20.0% Comerc io 19.3% Industria 22.1% Otros 16.0% Agric ultura 12.4% Industria 22.9% * Servic ios exc luye alquiler d e vivienda Fuente: Banco Central de Reserva Por otra parte la estructura de la demanda también cambió significativamente en los años analizados. El Cuadro 1.7 es ilustrativo del comportamiento de la economía salvadoreña en los años noventa. 53 Las cifras cuentan una historia muy particular de la evolución de la economía salvadoreña. El flujo de remesas familiares y donaciones oficiales (transferencias) le ha permitido al país disponer de un ingreso nacional (ingreso nacional bruto) muy por encima de su producto (PIB). Este excedente fue aumentando desde 8% en 1990 hasta 14% en 1994, y desde entonces declinó gradualmente. De esta manera, el consumo ha podido representar cerca de todo el producto y aún dejar recursos para el ahorro (ahorro nacional bruto). Por otra parte, la absorción del país (consumo + inversión) ha sido muy superior a su producción. En 1990, se absorbió el 113% del producto, resultado de un consumo de 99% y una inversión de 14%. La absorción fue aumentando hasta un máximo de 116% en 1995 y a partir de ese año declinó ligeramente. Cuadro 1.7 Cuenta de ingreso y producto nacional (Coeficientes del PIB) 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Consumo 0.99 0.98 0.98 0.96 0.96 0.96 0.98 0.96 0.96 Inversión 0.14 0.15 0.19 0.19 0.20 0.20 0.15 0.15 0.17 Exp ortac iones 0.19 0.17 0.16 0.19 0.20 0.22 0.21 0.24 0.23 Importa c iones 0.31 0.31 0.32 0.34 0.35 0.38 0.34 0.35 0.36 PIB 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 Transferenc ia s má s pnfx 0.09 0.15 0.17 0.16 0.17 0.16 0.13 0.13 0.13 Ingreso nac ional bruto 1.05 1.10 1.13 1.13 1.14 1.14 1.11 1.11 1.12 Ahorro nac ional bruto 0.05 0.12 0.16 0.17 0.19 0.17 0.13 0.15 0.16 Fuente: Cálculos propios con base en datos a precios corrientes de la Revista Trimestral, varios años. Banco Central de Reserva. La contrapartida del exceso de absorción es el déficit de las exportaciones netas (exportaciones − importaciones). El cuadro muestra el exceso de importaciones en relación a las exportaciones. Esa brecha se fue ampliando en la medida que avanzó el quinquenio. El déficit de exportaciones netas, al igual que el exceso de absorción sobre el producto, pasó de 13% en 1990 a 16% en 1995. 54 A pesar del elevado déficit de exportaciones netas, el ahorro externo ha sido relativamente bajo: de 4% en 1990 pasó a 1% en 1994, aunque luego creció ligeramente. Esto ha sido posible porque como ya indicamos, las remesas y las donaciones recibidas han permitido un elevado consumo y, a la vez, un ahorro nacional creciente en la primera parte de la década, que ha permitido financiar la mayor parte de toda la inversión. El último aspecto que se observa en el cuadro anterior, que ha sido destacado por varios autores28, es el bajo ahorro interno. El ahorro interno viene a representar el esfuerzo de ahorro a partir de lo producido internamente; en contraste, el ahorro nacional es el esfuerzo de ahorro a partir del ingreso nacional, el cual incluye las remesas y donaciones. El esfuerzo interno representó solamente el 1% en 1990 y gradualmente aumentó en los siguientes años a 4%. El bajo esfuerzo de ahorro interno es la contrapartida natural de un exceso de consumo en relación a lo producido. En el capítulo 3 se analiza con más detalle el tema del ahorro interno. Finalmente, vale la pena destacar que a pesar de que el país ha contado con un flujo neto de recursos externos en forma de transferencias unilaterales, el tamaño del ahorro nacional ha sido bajo, aunque aumentó durante el quinquenio. La tasa de ahorro nacional ha sido muy similar a su tasa histórica y a la tasa de ahorro de los países latinoamericanos, exceptuando Chile. 4. Una década de estabilidad macroeconómica Para hacer sostenible la estrategia de crecimiento liderada por las exportaciones, el programa económico que se aplicó a partir de 1989 tuvo un importante componente de estabilización; como ya se indicó, buscaba liberalizar el tipo de cambio, reducir la inflación, eliminar el déficit fiscal e impulsar el ahorro. La evolución del tipo de cambio se muestra a continuación. 28 Segovia (1995) y Rivera Campos (1994) 55 Gráfico 1.9 Evolución del Tipo de Cambio 1989−1998 10 8 6 4 2 0 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Oficial Interbanc Casa de cambio M. Negro Fuente: Fondo Monetario Internacional y Consejo Monetario Centroamericano (1998). En 1989 existían tres precios para el tipo de cambio: el oficial, garantizado por el Banco Central, el interbancario y el del mercado negro, con valores diferentes; oficial estaba establecido en ¢5.00, el interbancario promedió el año ¢5.48 y en el mercado negro se estableció en ¢5.96 en promedio. En septiembre, la última cifra disponible en el mercado negro, muestra un tipo de cambio de ¢6.42. Lo importante es destacar que la política cambiaria que se siguió y que consistió en la aplicación de las medidas que antes se indicaron, llevaron a eliminar el mercado negro y a provocar la convergencia de los tipos de cambio vigente. Todavía en 1990 los tres tipos existentes diferían, siendo el establecido en las recién inauguradas casas de cambio el más alto. La convergencia total ocurrió en 1991. A partir de allí prácticamente el tipo de cambio ha permanecido igual en los tres mercados, como resultado de la política cambiaria. El segundo aspecto que destaca en la evolución del tipo de cambio es la congelación que ocurrió a partir de 1993. Ciertamente, como muestra el gráfico 56 anterior, el tipo de cambio flotó libremente, con poca intervención del Banco Central, entre mediados de 1989 y finales de 1992 −en noviembre de 1992 el tipo de cambio en las casas de cambio promedió ¢8.99 a la compra−, a partir de 1993, sin embargo, la política cambiaria optó por la intervención del Banco Central para estabilizar el dólar en un precio relativamente fijo: ¢8.72 a la compra y ¢8.79 a la venta. ¿Cuál fue la causa de este cambio de política? Parece ser que la respuesta está en los recursos externos que fluyeron crecientemente al país. El cuadro siguiente muestra el comportamiento de las remesas familiares entre 1989 y 1993 en millones de dólares, en porcentaje de PIB y en tasa de crecimiento: Cuadro 1.8 Evolución del flujo de remesas familiares M illones d e US$ Porc enta je d el PIB Porc enta je de c rec imiento 1989 1990 1991 203.0 321.9 517.6 4.1 6.3 8.8 4.8 58.6 60.8 1992 1993 1994 1995 1996 685.3 790.6 964.3 1,061.3 1,086.6 10.4 11.4 11.9 11.2 10.4 32.4 15.4 22.0 10.1 2.4 1997 1,199.5 10.7 10.4 1998 1,338.3 11.3 11.6 Fuente: Fondo Monetario Internacional (1998). La evolución de las remesas familiares muestra que entre 1990 y 1992 se dio una fuerte expansión del flujo que ingresó al país29. En 1990 y 1991, por ejemplo, las remesas crecieron 58% y 61%, respectivamente. Aún en 1992 las remesas crecieron 32%, lo cual significa que en 1992 se recibió un monto de remesas de más de 3 veces del de 1989, cuando la política cambiaria se diseñó. Mientras en 1989 las remesas representaban solamente el 4% del PIB, en 1992 habían 29 Es posible que la cifra de remesas familiares en los ochenta esté subestimada, debido tanto a los métodos de medición como a la canalización de dólares hacia el mercado negro. La primera estimación de las remesas familiares la realizó Segundo Montes a mediados de los ochenta 57 ascendido a 10%. Este flujo ampliado expandía el ingreso nacional precisamente en 10% respecto al producto nacional. Indudablemente, este fenómeno llevó a repensar la política cambiaria y finalmente a su modificación. En efecto, a partir de 1993 el Banco Central desarrolló una política cambiaria más intervencionista. La participación del Banco se realizó ya no sólo para eliminar las especulaciones coyunturales, sino para mantener el tipo de cambio fijo. El objetivo del BCR a partir de entonces fue estabilizar el tipo de cambio nominal en un valor fijo: ¢8.75 en promedio; para lo cual, el Banco Central sale, desde entonces, a vender dólares cuando existe una deficiencia de dólares en el mercado en relación con su demanda y a comprar, en caso contrario. Este cambio de política, sin embargo, obligó a renunciar a algunos objetivos que se habían establecido al formular el plan económico de gobierno. En verdad, al congelar el valor del dólar en un ambiente de mayor inflación que la internacional se encarecieron las exportaciones salvadoreñas, con lo cual se volvieron menos competitivas, en contradicción con la estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones planteada en la primera parte de la década,. Pero el combate a la inflación al apoyarse en el anclaje del tipo de cambio, comenzó a tener éxito notable después de 1992, como se muestra en el gráfico siguiente: 58 Gráfico 1.10 Evolución de la inflación 1989−1998 25 Porcentaje 20 15 10 5 0 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Fuente: Banco Central de Reserva y Consejo Monetario Centroamericano. El gráfico es elocuente por sí mismo. Hay varias cosas que se desprenden de él. La primera, que la inflación en El Salvador durante los noventa siempre fue lo que puede llamarse inflación moderada; la segunda, que desde 1989 existió una tendencia de la inflación a converger hacia el nivel internacional, que se encuentra promediando 2%. A estos dos resultados contribuyó el tipo de política cambiaria que ha predominado en El Salvador desde 1993, pues exceptuando el período que va de mediados de 1989 a finales de 1992 en que se dejó flotar el dólar, la política cambiaria ha mantenido fijo el tipo de cambio. Lo que interesa destacar es que el proceso de convergencia hacia la inflación de EEUU, aunque lento, alcanzó su objetivo en 1997. El otro aspecto importante acá es que desde 1993 hasta 1996, el anclaje del tipo de cambio representó un deterioro de la capacidad competitiva de las exportaciones, provocado por el exceso de la inflación doméstica respecto a la de EEUU. No obstante, a partir de 1997, se nos planteó una nueva situación en la 59 cual desapareció la apreciación cambiaria, en la medida que la inflación descendió al nivel internacional. Este es un logro importante que debe destacarse, ya que a su éxito contribuyó el haber anclado el tipo de cambio. Si antes de 1997 se planteaba la necesidad de modificar la política cambiaria por la apreciación real de la moneda que provocaba, hoy los parámetros son distintos, pues ha desaparecido la apreciación en cuestión. El anclaje del tipo de cambio nominal hoy es más plausible desde el punto de vista de la competitividad de las exportaciones. En el Capítulo 2 se estudian las implicaciones que para la tasa de interés real han tenido las remesas familiares, después que la inflación convergió al nivel internacional. En lo que a los equilibrios externos se refiere, consecuente con la apreciación real de la moneda, debido al flujo abundante de recursos externos, el déficit de la balanza comercial se fue ampliando rápidamente en los años noventa. Las exportaciones crecieron muy lentamente y las importaciones crecieron rápidamente. El Cuadro 1.9 muestra la evolución de estas variables. Las exportaciones comenzaron a recuperarse muy lentamente desde 1990, mientras las importaciones crecieron muy rápidamente a lo largo de la década. Es este comportamiento asimétrico el que explica el crecimiento rápido del déficit comercial, el cual llegó a alcanzar 17% del PIB en 1995. Lo que este elevado déficit indica es que la capacidad exportadora del país no está acorde con su demanda importadora; en otras palabras, el elevado déficit externo muestra que la absorción del país se encuentra muy por encima de la capacidad productiva del país30. A lo largo de estos años, la sociedad salvadoreña ha estado absorbiendo consumo e inversión en cantidad mayor a la que produce, lo cual significa que ha estado viviendo por encima de sus capacidades 30 La ecuación que da cuenta de esta afirmación es la siguiente: Y−A = X−M. Si las importaciones (M) son superiores a las exportaciones (X), necesariamente la absorcion (A) excede al producto del país (Y). La absorción se define como la suma del consumo y las inversiones privada y pública. 60 productivas. Esto se ha hecho a costa de mantener un déficit externo de igual magnitud. Cuadro 1.9 Evolución de la balanza comercial (Mercancias) Millones de dólares 1 Défic it % d el PIB Exp orta c iones Imp orta c iones Défic it 1988 608.8 1,006.9 398.1 8.5 1989 1990 1991 497.5 582.2 588.0 1,161.3 1,262.5 1,315.0 663.8 680.3 727.0 13.4 13.3 13.7 1992 597.5 1,587.8 990.3 16.6 1993 1994 1995 1996 1997 1998 742.0 818.9 1,005.4 1,024.3 1,349.2 1,245.8 1,774.6 2,094.4 2,642.1 2,480.8 2,757.5 2,926.0 1,032.6 1,275.5 1,636.7 1,456.5 1,408.3 1,680.2 14.9 15.8 17.2 14.0 12.6 14.2 1: Pa ra el c á lc ulo d el PIB en d óla res se ha n usa d o los siguientes tip os d e c a mb io: 1991: ¢8.02; 1992: ¢8.37; 1993: ¢8.70; a p a rtir d e 1994: ¢8.75. (Ver Revista s d el Ba nc o Centra l d e Reserva ) Fuente: Años 1989 y 1990: FMI (1995); Años 1991−1998: Consejo M oneta rio Centroa meric a no (1998) Ningún país puede permanecer en estas condiciones por mucho tiempo. El caso de El Salvador es singular, pues las transferencias unilaterales31 que ha estado recibiendo le han permitido mantener esta situación sin enfrentar una crisis externa de divisas. El Cuadro 1.10 muestra la evolución del déficit externo, de las transferencias unilaterales y de la cuenta corriente32. La primera característica que destaca en el Cuadro 1.10 es la sustitución que ocurrió a partir de 1989 de transferencias unilaterales oficiales (donaciones) por privadas (remesas familiares en su mayoría). Obsérvese que de 1988 a 1991 las donaciones se habían reducido a la mitad, hasta ser, prácticamente, insignificantes en 1996. También nótese que en el mismo período (1988−1991) las remesas se habían más que duplicado y continuaron creciendo hasta alcanzar 31 Las transferencias unilaterales están constituidas por las remesas familiares y las donaciones oficiales. Se les llama transferencias unilaterales por que constituyen un flujo en una sola dirección, pues no les corresponde un producto en contraparte, como ocurre en una transacción comercial. 32 La cuenta corriente es el déficit externo de mercancías, servicios y renta, sumado a las transferencias unilaterales y su monto muestra la demanda de ahorro externo. 61 un máximo histórico de 12.5% en 1995 y luego también en 1998. Como resultado de esa sustitución, el total de transferencias con que ha contado El Salvador desde 1988 supera el 10% del PIB. Ha sido este flujo de transferencias el que le ha permitido al país mantener déficit externos elevados −el déficit externo se elevó hasta 18% en 1992− y no tener dificultades en la cuenta corriente. Como se ve en el cuadro 1.10, el déficit en la cuenta corriente más alto ocurrió en 1989, pero en general se ha mantenido abajo de 3%. En 1994, por ejemplo, el déficit externo ascendió a 16.1% y la cuenta corriente casi cerró en equilibrio. Cuadro 1.10 Evolución de la cuenta corriente (Porcentaje del PIB) 1 Défic it exte rno Tra nsf. Ofic . Tra nf. Priv. Défic it C.C . 1988 1989 1990 1991 9.8 14.1 13.8 15.8 6.1 5.7 4.4 3.3 4.7 4.8 6.8 10.2 −1.1 3.7 2.6 2.2 1992 1993 1994 1995 1996 1997 18.2 16.2 16.1 17.2 13.8 11.8 3.8 3.2 3.5 2.0 0.6 0.5 11.9 11.8 12.4 12.5 11.5 11.7 2.5 1.2 0.2 2.7 1.6 −0.9 1998 12.7 0.3 12.5 0.7 2 1:Co mp rende el d éfic it d e b ie nes, se rvic ios y re nta 2: El d éfic it e n c uenta c orriente resulta d e resta r la s tra nferenc ia s ofic ia les y p riva d a s d el d éfic it externo (sig no nega tivo signific a supe rá vit) Fuente: Años 1989−1990, FMI (1995); Años 1991−1998 c a lc ula d o c on b a se en Consejo Mo neta rio Centro am eric a no (1998) El flujo de recursos, pues, le ha permitido a la economía operar por varios años con una absorción −consumo más inversión− mucho mayor que su producción, y mantenerse libre de problemas de endeudamiento externo creciente, al mismo tiempo que se mantiene la estabilidad del tipo de cambio. No hay duda que ante la ausencia de estas transferencias la capacidad con que la política económica ha mantenido la estabilidad cambiaria habría sido muy distinta. 62 Por otra parte, el control del déficit fiscal constituyó uno de los objetivos más importantes del programa de estabilización en los noventa. Ciertamente, como ya observamos al inicio de este capítulo, varias reformas se llevaron adelante en términos de simplificación tributaria y fiscalización. El Cuadro 1.11 muestra la evolución del ahorro corriente, del déficit fiscal antes de donaciones y del déficit fiscal incluyendo donaciones. El primer punto importante que destaca del Cuadro 1.11 es que después de un descenso rápido del déficit en 1990, éste volvió a elevarse rápidamente, y en 1992 había vuelto al nivel de 1989. A partir de ese año el déficit comenzó sistemáticamente a disminuir. A este resultado contribuyó el aumento del ahorro corriente, el cual en 1995, por ejemplo, llegó a representar un poco más de 3 puntos porcentuales del PIB. El aumento del ahorro del Sector Público No Financiero fue suficiente para provocar la reducción del déficit fiscal a partir de 1992, a pesar de la disminución rápida de las donaciones oficiales después de firmados los acuerdos de paz en 1992. Cuadro 1.11 Evolución de las cuentas del Sector Público No Financiero (Porcentaje del PIB) 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Impuestos 7.6 8.1 9.5 9.6 10.3 10.9 12.0 11.2 11.0 11.1 Ga stos c orrientes 11.8 11.4 14.8 13.9 13.6 14.0 13.9 15.5 13.8 14.5 Inversión Fija Ahorro corriente 3.9 2.1 3.8 6.2 4.3 3.9 3.6 4.2 3.7 3.7 1 −1.5 −0.3 −0.8 0.2 0.8 2.0 3.2 1.8 1.9 1.1 Déficit exc luyendo donac iones 2 5.8 2.5 4.9 6.5 3.6 2.0 0.9 2.6 2.0 2.1 Déficit incluyendo donac iones 2 4.2 0.4 2.8 4.6 1.6 0.6 0.1 2.5 1.8 2.0 1: Valores negativos ind ica n desahorro 2: Valores positivos ind ica n déficit Fuente: 1989−1990, FMI (1995); 1991−19998, calculados con base en Consejo Monetario Centroamericano (1998). El aumento del ahorro corriente ocurrió como resultado del aumento de la carga tributaria que entre 1989 y 1995 aumentó más de 4 puntos porcentuales, mientras que el gasto corriente aumentó en el mismo período sólo un poco más de un punto porcentual. 63 Llama la atención también el hecho que los gastos corrientes en lugar de reducirse durante el período en que se aplicó el programa de estabilización, más bien aumentaron y que en 1998 éstos fueran mayores, como porcentaje del PIB, que en 1989. En efecto, mientras que en 1989 los gastos corrientes del gobierno sólo representaban el 11.8% del PIB, en 1998 representaban el 14.5%. Aunque los grandes aumentos de 1991 y 1996 se deben al pago de las salarios por los decretos de retiros voluntarios de empleados públicos que se aplicaron en esos años, los datos muestran que el gasto del sector público ha tenido la tendencia a aumentar en relación con la producción interna de la economía, a pesar de que uno de los más importantes objetivos del programa de reformas que se inició en 1989 fue reducir el tamaño del estado en la economía. Este hecho es importante porque 1995 constituye un año de inflexión en el control del déficit fiscal, no sólo porque después de ese año, y consistente con la desaceleración económica, los gastos corrientes aumentaron y los ingresos tributarios disminuyeron33. En general, la evolución de las variables macroeconómicas en los noventa nos muestra que el programa de estabilización tuvo relativo éxito, aunque para ello se sacrificaron algunos objetivos que se plantearon inicialmente, como fue el impulsar un crecimiento liderado por las exportaciones. El tipo de cambio nominal se estabilizó, la inflación convergió hacia la inflación internacional muy gradualmente, lo cual provocó un continuo deterioro de la capacidad competitiva de las exportaciones. No obstante, en 1997, con un nivel inflacionario similar al internacional, se puede argumentar que la política antiinflacionaria alcanzó su objetivo y que no hay motivos para que la moneda continúe apreciándose en términos reales. Las exportaciones, sin embargo, acumularon una pérdida de competitividad entre 1990 y 1997, a través de la apreciación real de la moneda 33 Esta disminución en la carga tributaria está asociada a la pérdida de crecimiento que experimentó la economía a partir del segundo semestre de 1995. 64 que ascendió al 29%34. La pérdida de competitividad de las exportaciones aparece, de esta manera, como el principal costo de la estabilización macroeconómica. Asimismo, el esfuerzo excesivo por bajar la inflación al nivel internacional ha provocado una intensa política de esterilización que ha mantenido elevadas las tasas de interés nominales. Las altas tasas de interés que se resisten a bajar a pesar de la disminución de la inflación, que ha significado para la economía nacional altos costos reales de los recursos financieros, ha ido ahogando la capacidad de crecimiento de la economía, al implicar costos mayores para la producción. Así, el alto costo del crédito, y su efecto depresivo sobre la inversión, aparece como el segundo costo de la estabilización macroeconómica35. El análisis de la evolución económica ha mostrado, sin embargo, que ésta no se encuentra libre de dificultades. La gran amenaza de la estabilidad macroeconómica alcanzada es el déficit fiscal. El reto hacia adelante se encuentra en el fortalecimiento de las finanzas públicas, que permita recuperar rápidamente el equilibrio fiscal. Conclusiones El Salvador ha finalizado un período que podríamos caracterizar como una década de cambios. Algunos de los cuales han sido de naturaleza política y otros de naturaleza económica. Estos cambios, que se han operado en un contexto de globalización de las economías, han contribuido a conformar los dinamismos actuales del funcionamiento económico. Los dos cambios más importantes que se observaron en la década fueron, por un lado, la aplicación del programa de reformas económicas de principios de la década; y, por el otro, la firma de los Acuerdos de Paz de enero de 1992, que propició la estabilidad política, condición necesaria de un buen desenvolvimiento de la actividad económica. 34 35 Ver capítulo 2 Ver Capítulo 2 65 El programa de reformas económicas y la firma de los Acuerdos de Paz se dieron en un contexto caracterizado por tres elementos: coincidencia de propósitos entre el sector privado y la nueva administración gubernamental; reactivación de las economías centroamericanas después de los conflictos políticos de la región; y aumento del flujo de recursos externos, en forma de remesas familiares, que facilitó el financiamiento externo de la economía. El programa económico estaba construido alrededor de una estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones y estaba constituido por un paquete de estabilización macroeconómica −disminución de la inflación, flotación del tipo de cambio y reducción del déficit fiscal− y por un paquete de reformas económicas −la reforma financiera, la reforma fiscal y la reforma comercial. Los logros del programa son mixtos. La flotación del tipo de cambio se abandonó a finales de 1992 y se intensificó la intervención del Banco Central en el mercado cambiario para estabilizar el tipo de cambio nominal. Este cambio de política, por un lado, limitó el potencial de la estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones, debido a la pérdida de competitividad que provocó tal medida, y por el otro, facilitó que la política monetaria fuera exitosa en disminuir la inflación hasta alcanzar la tasa internacional en 1997, después de varios años de esfuerzo antiinflacionario. El déficit fiscal, por su parte, tendió a disminuir en el primer quinquenio, como resultado de la aplicación de las políticas de estabilización; no obstante, desde 1996 los logros en materia fiscal se han revertido y hoy la cuestión fiscal se ha convertido en el eslabón más frágil de la estabilidad macroeconómica. Las reformas económicas también avanzaron significativamente. La reforma financiera se aplicó rápidamente, privatizando la banca e introduciendo algunas reformas sustantivas a la supervisión y regulación del sistema financiero. La banca privatizada se constituyó en un fuerte impulsor del crecimiento financiero en el país. Algunos problemas, sin embargo, preocupan en torno a la banca. El 66 rápido crecimiento se hizo, en algunos casos, con elevados riesgos, que han deteriorado la cartera de algunos bancos desde 1997. Por otra parte, aunque la inflación ha disminuido, las tasas de interés real se han mantenido elevadas e incluso aumentado, lo cual no contribuye a impulsar la inversión y el crecimiento. La reforma comercial se aplicó de inmediato a principios de la década y creó un torrente de importaciones que elevó extremadamente el déficit de la balanza comercial. La economía, sin embargo, no experimentó dificultades en su balanza de pagos, pues las remesas financiaron aquel déficit. La coincidencia de propósitos de principios de la década permitió que la rebaja arancelaria no fuera cuestionada por los sectores económicos; a medida que la década ha avanzado, sin embargo, algunos sectores han comenzado a cuestionar el grado de apertura alcanzado. La reforma fiscal se aplicó con fuerza asimétrica. Un logro importante fue la simplificación de la estructura tributaria, reduciendo la diversidad de impuestos de antes de los noventa a sólo tres tributos: IVA, renta y aranceles. El ajuste de la carga tributaria ha sido poco. Aún en 1999 se encontraba abajo de 11%, siendo una de las más bajas de América Latina. Por el lado del gasto, es poco lo que se ha hecho. No obstante, la privatización de varias instituciones autónomas, particularmente de ANTEL, ha constituido un progreso importante. En la actividad real, después de una explosión de crecimiento entre 1992 y 1994, en que la economía creció a tasas no menores de 6%, el crecimiento de la producción y el empleo se ahogó a partir de mediados de 1995. La economía todavía no ha revertido esta depresión del crecimiento. El crecimiento lento de la economía ha estado determinado por la recesión que han experimentado desde 1995 la construcción y el comercio. La agricultura, afectada desde los ochenta por la crisis política y la reforma agraria, mantiene su tendencia recesiva de largo plazo. 67 Cuatro grandes temas se identifican en este capítulo que determinan la dinámica actual de la economía salvadoreña. El primero es el mal holandés que provoca la entrada de remesas familiares; el segundo, la baja tasa de ahorro de la economía y el auge del consumo; el tercero, la sostenibilidad del crecimiento de la economía y el desafío de la pobreza. A esos temas se dedican los siguientes capítulos. 68 APENDICE La aplicación del programa de estabilización y ajuste estructural en los primeros años El programa de estabilización y ajuste estructural comenzó a ser aplicado desde que la nueva administración tomó posesión en julio de 1989. 2.1 La aplicación de la política cambiaria En el área cambiaria se estableció a principios de 1990 un único mercado bancario para todas las transacciones, lo cual permitió que el tipo de cambio comenzará inmediatamente a flotar hacia arriba; se aprobó la Ley de Casas de Cambio de Moneda Extranjera; y en 1991 se derogó la Ley de Control de Transferencias Internacionales, con lo cual se eliminaron los controles de cambio. No obstante que después de enero de 1990 el dólar se dejó flotar, en los meses posteriores el BCR intervinó para evitar el ascenso observado, lo cual como indica CENITEC36, provocó que FUSADES afirmara que "La recuperación económica no tendría lugar a menos que el BCR intervenga en el mercado de divisas para ordenar y suavizar la trayectoria del tipo de cambio a un nivel realista, no para impedir que esto suceda"37. Esto a su vez obligó al BCR a informar que no volvería a interrumpir la libre flotación de la divisa. Este hecho es importante destacarlo porque muestra que el BCR desde temprano ya se veía inducido no a regular las especulaciones sobre la moneda, sino a intervenir en el mercado cambiario para evitar el ajuste del valor del dólar según el juego de la oferta y la demanda de dólares. Finalmente, después del ascenso que mostró el dólar entre julio y septiembre de 1992, cuando el dólar llegó a valer cerca de ¢9.35, la política del BCR se definió por un anclaje del tipo de cambio en 36 CENITEC (1990) FUSADES (1990) 37 69 ¢8.75 por dólar, donde se ha mantenido hasta la fecha, interviniendo no para modificar las fluctuaciones inespereadas del dólar, sino para mantenerlo anclado en el valor indicado, ya como una estrategia antiinflacionaria. 2.2 La liberalización de las tasas de interés La liberalización de las tasas de interés fue un proceso gradual. El proceso consistió en ir ajustando la tasa de interés básica pasiva (la tasa que se paga por los depósitos a 180 días: TIBP) para mantenerla un determinado número de puntos porcentuales por arriba de la inflación, e ir simultáneamente ajustando la tasa de interés básica activa (la tasa que se paga por los créditos: TIBA), igualmente, por un número definido de puntos porcentuales por encima de la TIBP. Así, por ejemplo, entre enero y julio de 1991 se ajustó semestralmente la TIBP a la inflación semestral anualizada y se estableció para la TIBA un margen de 4 puntos porcentuales arriba de la TIBP. Entre julio y septiembre de ese año la TIBP se fijo un punto porcentual arriba de la inflación anual y el margen se elevó a 5 puntos porcentuales. En marzo de 1992 todos los tipos de interés habían sido liberalizados. El BCR también estableció un tipo de interés uniforme para todos los créditos a corto plazo, excepto para líneas a microempresas, sector agrario reformado y líneas de crédito externas. En julio de 1992, se liberalizaron los tipos de interés para los depósitos en moneda extranjera. Además, el BCR elevó gradualmente la tasa de redescuento por arriba de la TIBP. Nótese que al momento de plena libaralización de las tasas de interés, en primer lugar, ya se había logrado establecer por medio de la regulación del BCR una tasa de interés real positiva, que era un objetivo de la liberalización financiera, en segundo lugar, cuando se liberalizaron plenamente las tasas de interés, la política cambiaria ya había anclado el dólar en ¢8.75. 70 Con el establecimiento de la ventanilla de redescuento unificada (VRU) en marzo de 1992, destinada a financiar actividades de corto plazo en el sector agropecuario, el Banco Central de Reserva cesó de asignar cuotas crediticias por actividad económica. Bajo esta nueva figura, a cada intermediario se le adjudica un monto global− según su nivel de depósitos− a fin de permitir mayor autonomía en la administración de fondos. Las operaciones de redescuento fueron clausuradas en julio de 1994 En diciembre de 1991 el BCR creó la ventanilla de liquidez automática (VLA), para financiar entidades con problemas de liquidez a un tipo de intrerés por arriba del de mercado. Actualmente, cada Banco tiene acceso automático a este crédito en tres tramos sobre sus depósitos en encaje legal: 5% a un interés de la TIBP más 10 puntos porcentuales; siguiente 10% a la TIBP más 20 puntos porcentuales; y el 15% a la TIBP más 30 puntos porcentuales, lo cual, a la TIBP de este momento, eleva el tercer tramo a cerca de 40%. En julio de 1991 el BCR inicia las operaciones de mercado abierto con la colocación de certificados de estabilización monetaria (CEM), mediante el mecanismo de subasta. A partir de 1992 la creación de la Bolsa de Valores permitió mayor fluidez en estas operaciones. Inicialmente, sólo intermediarios financieros estaban autorizados para transacciones de CEM a un plazo de 30 días. Actualmente, los CEM han dado paso a los Certificados de Administración Monetaria, CAM, además de que recientemente se han introducido los CAM en dólares, conocidos como CAM−D. Los CAM se extienden para períodos que van desde 28 días hasta 364 días y la fijación de la tasa de redescuento, así como la asignación, se realizan por un proceso de subasta. Hoy los CAM pueden ser negociados por los bancos e instituciones financieras no bancarias, compañías de seguros e instituciones oficiales autónomas registradas en el BCR. 71 2.3 La política crediticia La política crediticia, como ya indicamos, estaba orientada a reducir la dependencia de las instituciones financieras de los recursos del BCR. Se creó el Fondo de Crédito de Inversiones (FCI) para apoyar por parte del BCR al sector privado en sus inversiones. Pero el objetivo era independizar al BCR del crédito al sector privado, de tal forma que finalmente se creo en 1994 el Banco Multisectorial de Inversiones (BMI), como una institución independiente del Banco Central, para hacerse cargo del crédito para inversiones privadas, asumiendo la línea del FCI. De esta manera, el BCR se dedicaría exclusivamente a la política monetaria y tendría capacidad de incidir sobre la política crediticia solamente mediante instumentos indirectos, como la tasa de encaje legal y las operaciones de mercado abierto. El desarrrollo de las operaciones de mercado abierto se facilitó por las aprobaciones por el BCR del Reglamento Interno de la Bolsa de Valores y del Instructivo para la calificación e Inscripción de valores en la Bolsa, en 1991. 2.4 La reforma fiscal La reforma fiscal se inicia en 1990 con la revisión de impuestos sobre la renta, lo que significó una reducción en las tasas y ciertas exenciones. Así, en 1991, con el decreto ejecutivo No 9 se amplían los deducibles y se otorga una deducción del 50% sobre reinversiones en planta y equipo. En mayo se reforma la ley del impuesto de papel sellado y timbres y en abril se introducen reformas a la ley de impuetos sobre el patrimonio. Los principales cambios en el impuesto sobre la renta tienen lugar en el primer semestre de 1992. En primer lugar, diferentes tipos de ingreso personal se agruparon en una sola base impositiva. En segundo lugar, el númeo de tramos se redujo de 24 a 3, la tasa marginal máxima se rebajó de 60% a 30% y se estableció una tasa efectiva máxima del 25%. En tercer lugar, el ingreso mínimo 72 gravable se incrementó, eliminándose cerca del 40% de contribuyentes asalariados. En cuarto lugar, una escala progresiva sobre el impuesto a sociedades se reemplazó por una única tasa de 25% de ingresos en exceso de ¢75,000.00. En quinto lugar, se eliminó la doble tributación sobre beneficios, mediante deducciones a dividendos. En sexto lugar, se instauró un sistema de pagos mensuales− Para los trabajadores independientes, se estableció una tasa de retención del 2%, en tanto que los ingresos de sociedades y profesionales se gravan con una tasa del 1%. En 1993 se abolió el impuesto sobre herencias debido a su alto costo de recaudación e insignificante rendimiento y se enmendaron las disposiciones sobre el impuesto a la propiedada sobre inmuebles. Por el lado de los impuestos indirectos, el de timbres fue reemplazado a partir de septiembre de 1992 con la introducción de una tasa del 10% de impuesto sobre el valor agregado. Las exportaciones y ciertos bienes y servicios básicos −cereales, leche, medicina, educación, salud, transporte público, servicios financieros, electricidad y agua potable− quedaron exentos de dicho tributo. Asimismo, se eximió a los contribuyentes con ventas inferiores a los ¢50,000.00 en el último año antes de la entrada en vigencia y se abolió la mayoría de otros impuestos indirectos, incorporándolos a la base impositiva del IVA. En junio de 1995 la Asamblea Legislativa aprobó incrementar el IVA al 13% Por el lado del gasto se eliminaron varias de las leyes de fomento fiscal y se aplicó un programa de retiro voluntario en 1992. Este programa se repitió a finales de 1995. 2.5 La privatización de la banca38 38 Esta sección está basada en Sorto (1992) y Liévano (1997) 73 En el segundo semestre de 1989 se evaluó el estado de la cartera de los bancos. Las cartera D y E representaron el 37% de la cartera contabilizada y se constituyeron reservas de saneamiento por un monto de 50% y 100%, respectivamente. Con la aprobación de la Ley de Saneamiento y Fortalecimiento de Bancos Comerciales y Asociaciones de Ahorro y Préstamo el 22 de noviembre, se forzó nuevamente el incremento de las reservas de capital institucional hasta alcanzar los ¢1700 millones. Con esta medida la posición patrimonial del sistema pasó a −¢500 millones. En noviembre de 1990 se creó el Fondo de Saneamiento y Fortalecimiento Financiero (FOSAFFI), el cual realizó un cambio (swap) de cartera mala de los bancos por bonos propios del BCR, saneando de esta manera la posición financiera de las instituciones para su posterior privatización. Según Liévano (1997), la Ley autorizó al BCR a emitir inicialmente ¢1,400 millones de bonos. Posteriormente, al incorporarse el Banco Hipotecario al proceso de fortalecimiento, se autorizó al BCR para emitir otros ¢850 millones y al Ministerio de Hacienda, ¢200 millones, haciendo un total de ¢2,450 millones para ser utilizados en el proceo de saneamiento y fortalecimiento de los bancos y financieras. El 29 de noviembre de 1990 se aprobó la Ley de Privatización de los Bancos Comerciales y de las Asociaciones de Ahorro y Préstamo. Según Liévano (1997) en la ley de privatización de bancos se establecieron los siguientes objetivos: 1. Vender todos los bancos y financieras antes de junio de 1994 2. Democratizar la propiedad 3. Asegurar una administración sana y eficiente 4. Despolitizar el sistema financiero y el crédito y 5. Lograr transparencia en el proceso de venta Las disposiciones de la ley eran las siguientes: 74 1. El techo límite de propiedad era 5% de las acciones 2. Los interesados en adquirir más del 1% debían ser calificados por la Superintendencia 3. Los deudores clases D y E no podían adquirir acciones 4. El estado no podía tener participación en las acciones 5. Las ventas hasta por ¢100,000 se harían en forma directa a los empleados y pequeños inversionistas y las mayores se venderían bajo subasta. La modalidad de venta ofrecía 25% a los empleados y 25 % a los pequeños inversionistas para adquisiciones no mayores de ¢100,000. Estas acciones se reservaban por 60 días. El otro 50% se ofreció a los inversionistas de más de ¢100,000 En el proceso previo a la privatización se fusionó el Banco Financiero con el de Desarrollo e Inversión, los bancos Capitalizador, de Crédito Popular y Mercantil fueron declarados quebrados, y el Banco Hipotecario fue rehabilitado para su posterior privatización. Hasta la fecha este banco no ha sido privatizado. Los últimos cuatro bancos mencionados ya habían sido intervenidos por encontrarse con los mayores índices de mora, baja rentabilidad y con alto riesgo para los depósitos del público. Las pérdidas de la banca nacionalizada ascendían a ¢2,700 millones y se esperaba que con los esfuerzos de recuperación de cartera y por venta de acciones de los bancos y financieras, se redujeran a ¢700 millones39. El 11 de noviembre se inició formalmente la venta de los bancos Cuscatlán y Agrícola Comercial. Según Liévano (1997), a mayo de 1994 se habían privatizado cinco bancos y tres financieras; el total de accionistas ascendía a más de 20,000, que poseían más de ¢1,200 millones; y más de 4,000 empleados eran propietarios del 12% de las acciones con una inversión de más de ¢140 millones. 39 Liévano (1997) 75 2.6 La reforma comercial La desgravación arancelaria se realizó rápidamente en las siguientes etapas: 1. EL 18 de septiembre de 1989 se estableció un piso de 5% y un techo de 50% 2. EL 1 de abril de 1990 se mantuvo el piso y se bajó el techo a 35% 3. El 5 de junio de 1991 se mantuvo el piso y se redujo el techo hasta el 30% 4. El 6 de enero de 1992 se mantuvo el piso y se redujo el techo hasta el 20% con excepción de algunas partidas correspondientes a textiles y calzado. Otras medidas complementarias que se aplicaron fueron las siguientes: 1. En 1989 se eliminaron los depósitos previos para la apertura de cartas de crédito 2. En septiembre de 1989 comenzó a operar en el BCR el CENTREX para los trámites de exportación 3. El 18 de abril de 1990 se publicó en el Diario Oficial el decreto No. 88 que contenía la Ley de Reactivación de las Exportaciones que entre otras cosas comprendía: a. exención del pago de timbres sobre exportaciones b. crédito fiscal del 8% sobre el valor FOB de las exportaciones no tradicionales fuera del área centroamericana, la cual se redujo a 6% en 1992 c. exención del impuesto al patrimonio a empresas que exportaran el 100% de su producción. 2.7 La inversión extranjera 76 1. El 10 de marzo de 1989 por decreto legislativo No. 189 se promulgó la Ley de Fomento y Garantía de la Inversión Extranjera con los siguientes beneficios: a. libre remisión de utilidades netas, salvo en inversiones en el sector comercial y de servicios b. libre remisión de fondos por liquidación parcial o total de empresas c. crédito fiscal sobre impuestos de la renta y libre negociación de inversiones extranjeras en El Salvador 2. El 18 de abril de 1990 se publicó el decreto No. 461 de la Ley del Régimen de Zonas Francas y Recintos Fiscales, para las exportaciones fuera del área centroamericana sin distinción del origen del capital. 2.8 Desregulación 1. El 27 de julio de 1989 la Corte Supremade Justicia declaró inconstitucional el INCAFE y posteriormente hizo lo mismo con el INAZUCAR. 2. El 1 de agosto el MAG cerró las operaciones del IRA 3. A fines de 1989 y principios de 1990 se eliminaron los controles de precios sobre 230 productos, dejando temporalmente bajo control únicamente los correspondientes al cemento, los derivados del petróleo (este control se eliminó parcialmente el 9 de enero de 1991), el azucar, los aceites vegetales y la harina de trigo. 77 CAPITULO 2 MAL HOLANDÉS Y POLÍTICA ECONÓMICA El sector externo es uno de los sectores que han experimentado cambios sustantivos en los últimos años. La política de apertura de la economía ejecutada desde 1989 como parte del programa de ajuste estructural, que redujo los niveles arancelarios desde un techo máximo de hasta 290% en algunos productos hasta 20%, y expuso la economía, como un todo, a mayor competencia internacional, resultando en un rápido crecimiento de las importaciones en relación con el crecimiento de la economía. La adopción del régimen cambiario libre con intervención del Banco Central en el mercado cambiario fijó el tipo de cambio nominal después de 1992 en ¢8.75 por dólar, en donde manteniéndose prácticamente sin variación desde entonces, y sirviendo como ancla nominal antiinflacionaria. En esas condiciones, el flujo creciente de remesas familiares que provocó una especie de mal holandés, apreciando la moneda en términos reales durante buena parte de la década y volviendo menos competitivas las exportaciones. Para una economía tradicionalmente con altos niveles de protección externa, la apertura a la competencia, el anclaje del tipo de cambio y el alto flujo de remesas familiares transformaron significativamente sus características. La fijación del tipo de cambio ha sido escogida como la piedra angular de la estabilización macroeconómica y ésta como la condición necesaria en la estrategia de atracción de la inversión extranjera. Ciertamente, aunque la estrategia antiinflacionaria, apoyada en el anclaje nominal del tipo de cambio, operó lentamente, no cabe duda que la persistencia de la política rindió sus frutos, pues a finales de 1997 la inflación anual descendió al nivel internacional y desde entonces se ha mantenido en torno a ella. Sin embargo, mientras la inflación doméstica se mantuvo mayor que la inflación internacional entre 1993 y 1996, la política cambiaria deterioró la capacidad de crecimiento de las exportaciones, debido a la erosión de su competitividad en los mercados internacionales. 66 Asimismo, como se argumenta en este capítulo, los logros antiinflacionarios se han transformado en una presión hacia el alza sobre la tasa de interés real, lo cual ha sido percibido como freno para el proceso de inversión privada. La política cambiaria ha sido el tema donde más disputa ha habido respecto al manejo macroeconómico. Desde que comenzó a manifestarse la desaceleración económica a mediados de 1995, se plantearon distintos tipos de propuestas; por un lado, propuestas de devaluar la moneda con el objeto de estimular la capacidad exportadora del país; por el otro, propuestas de flexibilizar el tipo de cambio para reducir las tasas de interés para permitir una mayor inversión y crecimiento económico. Estas propuestas se han presentado en un contexto en el que el gobierno ha estado proponiendo, algunas veces más explícitamente que otras, dolarizar la economía, con el objeto de afianzar aún más la estabilización macroeconómica. Hasta el momento, la política cambiaria se ha mantenido sin modificación. De esta manera, en la primera sección de este capítulo se realiza una evaluación de la evolución de las exportaciones e importaciones. Para entender por qué las exportaciones han dejado de tener la importancia que tenían en los setenta, se realiza el análisis de su evolución desde los años ochenta. Luego, en la segunda sección, se presentan las características de la balanza de pagos. Se estudia a continuación la política cambiaria y se desarrolla un análisis del mal holandés, los precios y la tasa de interés real, el cual se apoya en un modelo de mal holandés que se presenta en el Apéndice. El capítulo termina discutiendo las implicaciones del análisis para la política de crecimiento económico. 2.1 Fragilidad productiva y solvencia financiera externa El comportamiento de la economía salvadoreña ha estado altamente condicionado por la evolución de su sector externo desde la década pasada. 67 Mientras la característica más marcada de América Latina en los ochenta fue la ausencia de flujos de capitales externos hacia la región, como resultado de la crisis de la deuda internacional que se desató después de 1982, en El Salvador, su sector externo, en esa década, estuvo determinado por la masiva entrada de donaciones oficiales; y cuando llegaron los noventa y en América Latina se revirtió la situación de la década anterior y los flujos de capital financiero comenzaron a fluir fuertemente hacia la región, en El Salvador los flujos de remesas familiares sustituyeron rápidamente, y con creces, la disminución de las donaciones oficiales. El resultado de los comportamientos anteriores fue que mientras en la década pasada la región latinoamericana estaba obligada a funcionar económicamente con la limitación que le imponía la restricción externa40, El Salvador funcionaba, en medio del conflicto militar y de la crisis económica, al margen de ese tipo de restricción, lo cual le permitía importar sin grandes dificultades y mantener limitados los efectos de la crisis y del conflicto. En los noventa, cuando El Salvador ejecutó el programa de ajuste estructural, los flujos de remesas familiares le relajaron la restricción externa, al igual que ocurrió en América Latina con los flujos financieros, con la diferencia que las remesas familiares son menos volátiles que los flujos de capital, y no aumentan la deuda internacional de un país. Como indicaremos en esta sección, la economía salvadoreña se caracteriza por haber funcionado durante las últimas dos decadas sin ninguna restricción externa, lo cual ha permitido el rápido crecimiento de las importaciones, el amortiguamiento de los costos sociales del ajuste económico y la elevación del bienestar de los consumidores por encima del nivel que el aparato productivo por sí solo es capaz de proveer. Por otra parte, el costo que el país ha pagado por este flujo de recursos que ha eliminado toda forma de restricción externa, ha sido 40 El modelo de las dos brechas, que es una buena representación del funcionamiento de las economías en desarrollo, muestra que estos países típicamente se enfrentan a dos brechas que limitan su crecimiento: la brecha externa y la brecha de ahorro−inversión. 68 el debilitamiento de su capacidad de exportar y, últimamente, el alto costo de los recursos financieros para la inversión. Estos hechos se han reflejado en dos indicadores del sector externo: el déficit de la cuenta corriente y el déficit de la cuenta comercial. El bajo nivel del primero muestra la ausencia de una restricción externa para el país e indica que El Salvador se encuentra en condiciones financieras externas saludables. El elevado nivel del segundo, por el contrario, típico de la economía desde mediados de la década pasada, indica que El Salvador no tiene la capacidad productiva de mantener su propia demanda de bienes y servicios externos para conservar el nivel de bienestar actual de su población. Esta dualidad contradictoria marca el funcionamiento de la economía salvadoreña actual: fragilidad productiva−solvencia financiera. El sector externo salvadoreño cambió significativamente a partir de 1989. Las causas de este cambio se encuentran focalizadas en dos factores principales, uno de política económica −la apertura de la economía mediante la reforma arancelaria−; y, el otro, de flujo de recursos externos −la expansión de las remesas familiares enviadas principalmente desde los Estados Unidos por los salvadoreños emigrados en la década de los ochenta−. Estos cambios estructurales acompañaron entre 1989 y 1992 de la política de liberación del tipo de cambio nominal con limitada intervención del Banco Central, la cual permitió cierta flexibilidad cambiaria; después de 1992, sin embargo, la política cambiaria ancló el tipo de cambio como estrategia de estabilización macroeconómica (véase el Capítulo 1). Los efectos de estos cambios se manifestaron en el funcionamiento económico, particularmente en las exportaciones, las importaciones y la balanza comercial. Los aspectos más notables del sector externo en los noventa son el elevado nivel de las importaciones, por un lado, y la pérdida de importancia de las exportaciones, por el otro. Ciertamente, en 1996, por ejemplo, las importaciones de mercancías representaron el 23.5% del PIB, mientras que las exportaciones representaron solamente el 9.9%. Las cifras indicadas muestran que la diferencia 69 entre las exportaciones e importaciones produjo en ese año un déficit de la balanza de mercancías de 13.6%, una cifra que habría sumergido a cualquier economía en una profunda crisis de balanza de pagos. Este no es el caso de El Salvador, sin embargo, lo cual motiva a indagar no sólo la razones del déficit mencionado, sino también las de este comportamiento atípico. El objetivo de esta sección es explicar a qué obedece que la economía salvadoreña opere con un déficit comercial de semejante magnitud. Una hipótesis común al respecto indica que la apertura de la economía y el mal holandés que provoca la entrada de remesas familiares explican ese resultado en los años noventa. La hipótesis que se sostiene, por el contrario, reconoce el rol de las dos variables anteriores en el fenómeno que se trata de explicar, pero encuentra causas en la década pasada −el déficit de la balanza comercial es el resultado de la crisis de los años ochenta y se agudiza en los años noventa como resultado del mal holandés que han provocado los altos flujos de remesas familiares. La importancia de esta hipótesis radica en que si éste es el caso, el problema del sector externo se resuelve no solamente con políticas macroeconómicas que compensen por el sesgo antiexportador que la política cambiaria mantuvo entre 1992 y 1996, sino que requiere además, y de manera más fundamental, de medidas de ajuste estructural del sector: la estructura productiva, la infraestructura física y de recursos humanos, y la superestructura de apoyo institucional. Para desarrollar esta hipótesis el análisis en esta sección se extiende a la década pasada. 2.1.1 El retroceso exportador de los ochenta El Gráfico 2.1 muestra la evolución de las exportaciones y de las importaciones totales en millones de dólares desde 1980 hasta 1998. 70 Gráfico 2.1 Evolución de las exportaciones e importaciones de mercancias (Millones de U$ dólares) 4,500 4,000 3,500 3,000 2,500 2,000 1,500 1,000 500 0 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Exportaciones Importaciones Fuente: Istmo Centroameric ano: serieshistóric as macroec onómicas, CEPAL, 1998. El gráfico, que es ilustrativo de la evolución de largo plazo del comercio exterior, se extiende desde 1980 hasta 1998. En primer lugar, es evidente que el deterioro de las exportaciones ocurrió principalmente durante la década pasada, pues a lo largo de los ochenta, exceptuando en 1984 que hay una leve recuperación, las exportaciones se van deteriorando continuamente. En 1989 las exportaciones −medidas en millones de dólares− era inferior a la mitad del que había sido en 1980, lo cual muestra con claridad la gravedad del sector externo que experimentaba la economía a finales de la década pasada. A partir de 1990, sin embargo, la tendencia indicada se revierte y las exportaciones comienzan a crecer muy lentamente, recuperando en 1994 el valor que habían tenido en 1980, alcanzando $2,500 millones en 1998 Por su parte, las importaciones también se contraen en los primeros dos años de la década pasada y luego tienden a estancarse en un nivel que se mantiene hasta 1988. Se puede decir que la tendencia dominante de las importaciones en la década pasada fue el estancamiento. Este comportamiento de las importaciones 71 junto con el decaímiento de las exportaciones condujo a un deterioro cada vez mayor de la balanza de mercancías −la diferencia entre las exportaciones y las importaciones−. En efecto, durante el primer quinquenio de la década pasada la diferencia entre ambas variables, como muestra el gráfico, fue pequeña; sin embargo, a partir de 1985 la brecha entre ambas comienza a ampliarse progresivamente hasta alcanzar el máximo déficit comercial de esa década en 1989. Al final de la década pasada, pues, el déficit de la balanza de mercancías ascendía a cerca de la misma magnitud de las exportaciones. Este resultado no se explica por un crecimiento desmedido de las importaciones, las cuales se habían estancado, sino por el agudo deterioro de las exportaciones. Por lo tanto, para entender las causas del deterioro del sector externo en la década pasada hay que concentrarse en la evolución de las exportaciones. Es notable, asimismo, la recuperación de las importaciones en la década de los noventa, particularmente después de 1992, es decir, después de la firma de los Acuerdos de Paz. Aunque las exportaciones también se recuperaron en ese período, la recuperación más bien fue débil, lo cual expandió aún más la brecha de la balanza de mercancías. Así, pues, las causas del déficit de la balanza comercial que actualmente experimenta la economía salvadoreña pueden trazarse perfectamente hasta principios de la década pasada. Mientras que en los ochenta el déficit comercial externo fue provocado por el agudo deterioro de las exportaciones de mercancías, en los noventa la ampliación de la brecha se debió a la rápida recuperación de las importaciones y al debil crecimiento de las exportaciones. Para poder determinar las razones de este deterioro de la balanza comercial, el siguiente gráfico muestra la fuerte caída de las exportaciones en los años ochenta y la evolución de sus componentes. Como allí se aprecia, las exportaciones 72 totales medidas en millones de dólares se redujeron a la mitad durante la década, lo cual se explica mayormente por la reducción de las exportaciones tradicionales, aunque las no tradicionales también contribuyeron significativamente a esta pérdida de exportaciones. La caída de las exportaciones tradicionales es muy marcada a lo largo de toda la década, pero adquiere mayor severidad después de 1986. Las exportaciones no tradicionales también se afectaron de manera similar, aunque con menor gravedad. Estas declinaron casi sistemáticamente hasta 1986, reduciéndose a más de la mitad entre 1980 y 1986, pero a partir de 1987 revirtieron la tendencia e iniciaron una leve recuperación. La evolución descrita muestra un sector externo a finales de la década pasada en una franca crisis. Todos los tipos de exportaciones resultaron drásticamente afectados con la crisis. La pérdida de exportaciones de café fue dramática, la producción de algodón se extingió y las ventas a Centro América declinaron significativamente con la crisis de la región. Gráfico 2.2 Evolución de los componentes de las exportaciones (Millones de US dólares) 73 1,600 1,400 1,200 1,000 800 600 400 200 0 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 No Tradicionales Tradicionales Fuente: CEPAL, Op. c it El Cuadro 2.2 muestra la evolución de los rubros indicados durante los ochenta. Indudablemente, la gravedad del sector exportador en esos años queda reflejada en ese cuadro. La pérdida del valor de las exportaciones de café es la más grave de todas. A finales de la década, El Salvador había perdido el 62.8% de su capacidad de generar dólares para la economía salvadoreña. Es en estos años que el café dejó de ser el principal proveedor de divisas para el país41. En lo que al algodón se refiere, el país terminó con las exportaciones de algodón en esa década. La crisis de las exportaciones también contó con el empeoramiento de las exportaciones al Mercado Común −a finales de la década se exportaba únicamente el 54% del nivel exportado en 1980−. Solamente estos tres rubros de exportación representaron una pérdida de exportaciones de $605.7 millones durante la década. Cuadro 2.1 Evolución de las exportaciones principales en la década pasada (Millones de dólares) 41 Aun hoy las ventas de café se encuentran muy por debajo de los niveles que tradicionalmente experimentaba en los setenta, a pesar de los altos precios internacionales del grano. En 1996, por ejemplo, las ventas de café apenas alcanzaron la cifra de $332 millones, el mayor nivel de la presente década. 74 Rubros Algodón Café MCCA 1980 615.2 84.6 295.8 1981 1982 452.6 402.6 53.6 45.2 206.5 174.2 1983 442.8 55.4 164.9 1984 1985 449.8 463.7 9.1 29.0 157.2 95.7 1986 1987 546.8 351.5 4.5 2.3 91.0 119.6 1988 358.0 0.3 139.8 1989 228.6 0.7 160.6 Fuent e: The World Bank, El Salvador: Meeting t he C hallenge of Globalization, Vol. II, 1995 Varios son los factores que determinaron el pobre desenvolvimiento del sector exportador: la apreciación del tipo de cambio real, que hizo perder competitividad a las exportaciones, la caída de los precios de los productos tradicionales que deterioró los términos de intercambio, la crisis institucional de las nacionalizaciones y reforma agraria, que cambiaron las reglas del juego económico, y las crisis políticas del país y de la región centroamericana que crearon inestabilidad para la inversión salvadoreña, la primera, y que desplomó la demanda de sus productos desde Centroamérica, la segunda. Esta multiplicidad de factores constituyeron las causas del deterioro exportador de la década pasada. La crisis política interna, sin embargo, fue el detonante principal del derrumbe exportador. El Cuadro 2.2 muestra la evolución del tipo de cambio real en los ochenta en relación con Estados Unidos, Guatemala y Costa Rica. El tipo de cambio real ajustado por las exportaciones en relación con los tres países mencionados se apreció significativamente durante la década. En relación con Estados Unidos, el TCR se apreció 40%; la apreciación en relación con Guatemala fue 60% y en relación con Costa Rica, 72%. El comportamiento del tipo de cambio real respecto a Guatemala se explica principalmente por la política de devaluación que mantuvo aquel país desde 1986, y respecto a Costa Rica por la política cambiaria agresiva 75 de devaluaciones −la moneda costarricense se devaluó de 9.24 colones por dólar en 1980 hasta 81.51 en 1989. Lo anterior significa que, durante la década, las exportaciones no tradicionales salvadoreñas al resto del mundo estuvieron de manera continua perdiendo competitividad debido a la apreciación del tipo de cambio real respecto a Estados Unidos. Pero la pérdida fue significativa también respecto a los socios comerciales centroamericanos. 76 Cuadro 2.2 Evolución del tipo de cambio en la década pasada Nominal TCR/ USA TCR/ Guatem. TCR/ C. Rica 1980 1981 2.5 2.5 139.0 118.0 243.0 228.0 304.0 106.0 1982 2.5 106.2 202.0 94.0 1983 2.5 97.1 184.0 107.0 1984 1985 2.5 2.5 88.2 75.9 187.0 160.0 99.0 84.0 1986 1987 1988 5.0 5.0 5.0 117.9 99.7 86.9 181.0 119.0 102.0 123.0 100.0 84.0 1989 5.5 82.8 97.0 84.0 TCR/ USA: Tip o d e c am b io rea l d e El Sa lva d or en rela c ión c on USA. Tod os los TCR tienen a ño b a se d e c om p ara c ión 1990. Fuente: Calc ula d o c o n ba se a c ifra s d e CEPAL, op . c it. En relación con la evolución del precio del café, exceptuando 1986 en que el precio promedio por quintal aumentó hasta $186, la tendencia dominante durante la década fue de caída42 −en 1980 el precio promedio fue $153.7 y cayó gradualmente primero hasta $134.2 en 1985 y después hasta $111.043 en 1989. Aunque los precios del café evolucionaron desfavorablemente durante los ochenta, el deterioro del precio del café fue más dramático en los primeros 4 años de la siguiente década en que el precio por quintal llegó a caer hasta $55.6 en 1992. Las crisis salvadoreña y de la región centroamericana, por su parte, afectaron directamente de manera negativa la capacidad productiva del país, por un lado, y la demanda de la región por los productos salvadoreños, por el otro. Este último punto es importante mantenerlo presente, pues cuando finalizaron los conflictos de la región en los noventa, fueron las exportaciones al MCCA las que dinamizaron mucho del crecimiento de la economía salvadoreña. 42 La evolución negativa de los precios afectó el desenvolvimiento de las exportaciones de café en Guatemala, por ejemplo, donde se redujeron entre 1980 y 1989 en un 19%, lo cual es mucho menor que el 59% en El Salvador. En Costa Rica, por el contrario, las exportaciones aumentaron 15% entre esos años. Los datos provienen de CEPAL, op. cit. 43 The World Bank, op. cit. 77 En el siguiente cuadro se ilustra el deterioro de la producción nacional y el estancamiento en Centro América en los años ochenta. Cuadro 2.3 Evolución de la producción en El Salvador y Centro América (Precios constantes)1 Primario Secundario Servicios PIB El Salvador PIB Centro América 1980 1981 846.0 791.3 803.3 721.8 1,641.1 1,503.8 3,289.4 3,016.8 19,435.5 19,244.4 1982 1983 754.3 730.5 671.1 687.5 1,422.2 1,452.4 2,847.6 2,870.4 18,475.0 18,482.4 1984 754.7 691.4 1,489.5 2,935.6 18,854.0 1985 1986 1987 1988 1989 746.6 723.6 739.1 732.4 736.0 719.3 373.4 766.2 792.9 811.8 1,527.7 1,551.5 1,588.2 1,618.5 1,629.2 2,993.6 3,012.5 3,093.5 3,143.8 3,177.0 18,797.1 19,029.5 19,660.3 20,013.0 20,650.4 1: Los datos de El Salvador está n medidos en millones de colones de 1962. El PIB de Centroamérica está medido en millones de dólares de 1980. Fuente: Los datos de El Salvador provienen de The World Bank, op. Cit; los datos de Centro América, de CEPAL, op. cit. Los sectores secundario y de servicios y el PIB se contrajeron fuertemente entre 1980 y 1982 y mantuvieron una leve recuperación a lo largo del resto de la década. En cambio, el sector primario se deterioró continuamente durante todos los años de la década pasada. Este deterioro del sector agropecuario es consecuente con la pérdida de capacidad de exportación de productos tradicionales que observamos antes. Por su parte, la producción centroamericana, de igual manera, se contrajo como un todo en los primeros tres años de la década y se recuperó levemente en el resto del período. Aún en 1986 el PIB de la economía centroamericana era inferior al que alcanzó en 1980 y a finales de la década era solamente 6% mayor. Concomitante con esta crisis de la región, las exportaciones de todos los países miembros del mercado común cayeron drásticamente. 78 Con la evidencia presentada hasta acá, quizas puede afirmarse que la crisis de las exportaciones salvadoreñas se gestó en la década pasada, y se originó principalmente en el conflicto social del país y en la crisis que experimentaron los países de la región centroamericana. Innegablemente, la fuerte apreciación de la moneda en términos reales en relación con los socios comerciales centroamericanos, deterioró adicionalmente la capacidad competitiva de las exportaciones salvadoreñas a la región y al resto del mundo, y agudizó el decaímiento exportador del país. A finales de la década, de cara a la crisis de las exportaciones, y ante la perspectiva del retiro de las donaciones oficiales44, era normal que el objetivo de cualquier modelo de desarrollo buscara recuperar la capacidad exportadora del país. Así, el modelo de desarrollo de los noventa se constituyó sobre la base de una estrategia de crecimiento liderado por las exportaciones45. 2.1.2 ¿Hacia un crecimiento exportador en los noventa? Varios acontecimientos ocurrieron en los noventa que incidieron de distintas maneras en el sector externo de la economía: i) el programa de ajuste ejecutó una rápida apertura internacional del comercio; ii) desde finales de la década anterior las remesas familiares venían desplazando progresivamente a las donaciones oficiales, tendencia que se consolidó en los noventa hasta desplazarlas con creces a mediados de la década; iii) los Acuerdos de Paz de 1992 introdujeron estabilidad política al país; y iv) la privatización del sistema financiero inició un auge de la intermediación de recursos. Todos estos cambios pusieron en marcha una serie de mecanismos que terminó impulsando un fuerte crecimiento de las importaciones y ampliando fuertemente el déficit de la balanza comercial. 44 El rol que las donaciones oficiales jugaron en el país durante los años ochenta se encuentra en Rosa (1991) 45 Las características de esta estrategia se presentaron en las primeras secciones del capítulo anterior. 79 El regreso a la normalidad política después del final del conflicto armado, provocó expectativas de progreso en los agentes económico y eliminó la represión del consumo de los años de la guerra, impulsando una fuerte demanda de bienes de inversión y de consumo, nacionales e importados. La ampliación de la demanda encontró gran parte de su financiamiento en un flujo crecido de dólares que entraba al país como remesas familiares y que comenzó a ser intermediado de manera más eficiente por un sector bancario privatizado, el cual introdujo un conjunto ampliado de nuevos instrumentos financieros para el consumo, a la vez que la apertura de la economía puso a la disposición de los consumidores un menú ampliado de productos importados46. En esta lógica de funcionamiento económico surgió un auge de consumo privado y un drástico empeoramiento de la balanza comercial, provocado por un crecimiento extremo de las importaciones. En el Gráfico 2.1, mostrado al inicio de este capítulo, se observó la evolución de las exportaciones e importaciones en los noventa. Innegablemente, las exportaciones revirtieron la tendencia de los ochenta, pero no con la misma intensidad que lo hicieron las importaciones, lo cual amplió la brecha comercial externa rápidamente. A continuación se presentan las características de estas evoluciones. Aunque las exportaciones crecieron en los noventa en términos de dólares corrientes, su importancia dentro del PIB, sin embargo, continuó decayendo. Por el otro lado, las importaciones no sólo crecieron en dólares corrientes, sino que su proporción del PIB se mantuvo en una tendencia ligeramente ascendente. El Gráfico 2.3 muestra esa evolución. De 1990 a 1996 las exportaciones excluyendo maquila bajaron de 12.2% del PIB a 9.9%, en una tendencia de disminución continua, y subieron ligeramente hasta 10.4% en 1998. Ya en 1992 las exportaciones constituían únicamente el 10% del PIB y desde entonces no han recuperado una posición más importante dentro del 46 Esta interpretación se fundamenta y evidencia en el capítulo 3 80 producto. Este hecho muestra con claridad que el crecimiento liderado por las exportaciones, promovido a finales de la década pasada como reacción al derrumbe de las exportaciones de aquella década, lejos de recuperar la importancia de las exportaciones para la economía, ha conducido, por el contrario, a un mayor deterioro de ellas. El gráfico también muestra el surgimiento en los noventa de la maquila. Los datos representan las exportaciones netas en este rubro (exportaciones menos importaciones). Estas exportaciones inician en 1992 y se mantienen creciendo continuamente en los siguientes años. En 1998 la maquila exportó, en términos netos, el 2.8% del PIB. Entre 1990 y 1998 las exportaciones tradicionales y no tradicionales, excluyendo la maquila, perdieron 2 puntos porcentuales dentro del PIB y la maquila ganó 2.8 puntos porcentuales, pues inició de cerca de cero. El resultado total de las exportaciones, consecuentemente, presenta una ganancia de 0.8 puntos porcentuales, como resultado de la combinación del dinamismo de la maquila y de la pérdida de energía de las exportaciones tradicionales y no tradicionales. En suma, el panorama de la evolución de las exportaciones se resume en que ha habido un ligero deterioro de la importancia de las exportaciones durante los noventa, adicional al que se produjo en los ochenta, y que se ha dado una compensación de este deterioro por medio del surgimiento de las exportaciones de la maquila. La crisis del sector exportador de bienes tradicionales y no tradicionales, gestada durante los ochenta, se encuentra aún presente, y lejos de aminorar parece empeorarse, como una característica ya estructural de la economía. La maquila, por su parte, ha traído un alivio al total exportado del país. 81 Gráfico 2.3 Exportaciones e importaciones (Porcentaje del PIB) 35 30 25 20 15 10 5 0 1990 1991 1992 1993 1994 Fuente: Elaboración propia con base en datos del Banco Central de Reserva. 1995 1996 1997 1998 Importaciones sin Maquila Exportaciones sin Maquila Maquila Neto Un análisis del comportamiento de los componentes de las exportaciones nos permite encontrar diferencias significativas en las características de cada uno de ellos. El Cuadro 2.4 muestra esta composición. La evolución que más destaca es la de las exportaciones al Mercado Común Centroamericano (MCCA), cuyo crecimiento fue más del doble durante los años mostrados, mientras que la evolución de las exportaciones no tradicionales al resto del mundo y de las exportaciones de café fueron realmente poco dinámicas. 82 Cuadro 2.4 Evolución de las exportaciones (Millones de dólares) 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Totales 588.1 597.4 742.0 818.9 1,005.4 1,024.3 1,359.1 1,230.1 Tradicionales 272.1 217.2 295.7 324.0 425.8 414.5 603.6 420.2 219.5 151.2 235.4 270.9 361.9 339.0 517.8 323.5 Café No Tradicionales 316.0 380.2 446.3 494.9 579.6 609.8 755.5 809.9 MCCA 193.7 257.2 310.2 343.1 426.7 454.8 576.1 590.0 Resto del Mundo 122.3 123.0 136.1 151.8 152.9 155.0 179.4 219.9 FUENTE: Ba nc o Centra l d e Reserva de El Sa lvad or. Progra ma Moneta rio y Fina nc iero, d ic iemb re 1998. Una característica de la evolución de las exportaciones de café fue el hecho que la mayor parte del incremento se explica por la evolución de sus precios. De un precio promedio en los primeros tres años de $65.0 por quintal47, se pasó a un precio promedio de $123.0 en 1996; mientras que el volumen experimentó apenas un aumento de sólo 6% en todo el período analizado. De igual manera, cuando los precios cayeron en 1998, las exportaciones cafetaleras cayeron desde $604 millones en 1997 a sólo $420 millones en 1998. Los dos factores, entonces, que más influyeron en la evolución de las exportaciones durante los primeros 7 años de la década fueron la recuperación de las economías centroamericanas y el comportamiento favorable de los precios del café. En la parte final de la década ambos factores han experimentado una reversión importante que ha afectado a los dos rubros de exportación48. Por su parte, las cifras de exportación muestran que la capacidad del país para exportar al resto del mundo no ha cambiado de manera significativa desde 1989, en que se definió la estrategia de llevar adelante un crecimiento liderado por las exportaciones. En los años comprendidos entre 1991 y 1998 las exportaciones al resto del mundo solamente han crecido a una tasa promedio de 8%. 47 Hasta 1993 la evolución del precio internacional del café fue desfavorable para la economía nacional. 48 A finales de 1999, los precios del café han vuelto a elevarse. 83 Cabe destacar, asimismo, que la expansión de las exportaciones al MCCA tuvieron un efecto multiplicador importante hacia adentro, que explica en parte el crecimiento económico que experimentó la economía durante el primer quinquenio de los noventa, y que determinó la recuperación del dinamismo industrial, cuyo mercado exportador se encuentra mayormente en la región. Ciertamente, las exportaciones a la región es el único componente que aumentó su participación en el PIB en la presente década: de 3.6% en 1991 pasó a 4.3% en 1996. La evolución de la estructura de las importaciones mostrada en el Gráfico 2.4, por su parte, nos provee una información importante para entender los dinamismos característicos de la década de los noventa. El aspecto que más destaca durante el primer quinquenio de esta década es el aumento de la participación de las importaciones de los bienes de consumo y de capital en la estructura de importaciones. Esto significa que el dinamismo que mostró la economía en esos años estuvo apoyada de manera importante en las importaciones de consumo y en las importaciones de bienes de capital. La primera de estas conclusiones induce a señalar con bastante claridad que la dinámica del crecimiento que experimentó la economía salvadoreña durante el primer quinquenio estuvo determinada fuertemente por un auge de consumo. Aunque este punto se tratará más en detalle en el capitulo siguiente, la conclusión anterior es una evidencia importante para la caracterización que se hará del auge del crecimiento en la primera parte de los noventa. 84 Gráfico 2.4 Composición de las importaciones de bienes 1998 1991 Diversos B. Capital 23.0% 1.1% B. Consumo 26.5% B. Capital 26.6% B. Consumo 29.9% Construcción 6.1% 5.8% Combustible Combustible 9.7% M. Primas e Int. 2.8% M. Primas e Int. 34.7% 33.8% Fuente: Consejo Monetario Centroameric ano (1998). La segunda evidencia del cambio en la estructura de las importaciones es la referente a las importaciones de bienes de capital. Aunque la inversión productiva puede reflejarse en la cifra de las importaciones de bienes de capital, lo cual puede facilmente conducir a concluir que una gran parte de las importaciones se orientó a la formación de capital, un análisis detallado de la estructura de la importación de bienes de capital permite observar las características que adoptó el proceso de importaciones que se dio en estos años. La Gráfica 2.5 muestra que durante el primer quinquenio casi la mitad de las importaciones de bienes de capital se dirigió al transporte, en donde está incluido la importación de vehículos, buses y microbuses. La participación de ese rubro aumentó en tres puntos porcentuales durante el período analizado. El otro rubro que aumentó durante el primer quinquenio fue la importación de bienes de capital del sector construcción que aumentó dos puntos porcentuales. Este resultado es compatible con el dinamismo que experimentó el sector construcción durante ese primer quinquenio. Ese análisis más detallado de las cifras indica que la importación de bienes de capital se orientó fuertemente a vehículos y equuipos de 85 construcción de casas y edificios, más que a bienes de capital en el sentido estricto del término de bienes para la producción de más bienes industriales y agrícolas. En consecuencia, esta característica más bien reforzó el auge de consumo señalado. El resto de los sectores disminuyó su participación en el total de importaciones de bienes de capital en los años indicados. La industria y la agricultura perdieron casi dos puntos en su participación. El caso de la agricultura debe destacarse. En 1991 las importaciones de bienes de capital destinadas al sector agrícola apenas representaban el 3.4% del total, lo cual da muestra de la insignificante inversión que se estaba realizando en el sector al principio de la década, en compatibilidad con el deterioro que experimentó el sector durante la crisis política de la década pasada y que se evidenció en la sección anterior de este capítulo. La evolución posterior muestra la persistencia de la baja importación de bienes de capital para la agricultura, lo cual vuelve esta situación aún más difícil, pues aquella participación se redujo a 3.1% en 1998. Estas cifras sugieren que la crisis del sector agrícola en vez de revertirse durante estos años podría haberse agudizado aún más. Gráfico 2.5 Estructura de las importaciones de bienes de capital 1998 1991 Agricultura 3.4% Otros 19.4% Agricultura 3.1% Industria Otros 27.6% 19.6% Construcción 3.6% Construcción 9.5% Transporte Transporte 46.1% 38.9% Fuente: Consejo Monetario Centroameric ano (1998). 86 Industria 28.9% En suma, las importaciones se expandieron significativamente durante los noventa, después del estancamiento en que cayeron durante la década pasada. Este crecimiento fue mucho mayor que el que experimentaron las exportaciones. La expansión de las importaciones estuvo determinada, en buena parte, por el dinamismo que experimentaron el consumo, la construcción y el transporte. El resultado es importante, pues muestra las características que adoptó el crecimiento de la economía en la presente década. 2.1.3 Solvencia financiera externa en los noventa Ya se ha señalado que una de las características del sector externo de los noventa ha sido el elevado deficit comercial, el cual por sí sólo sería suficiente para conducir a una grave crisis de la balanza de pagos; sin embargo, debido a la entrada de un importante flujo de remesas familiares, el alto déficit de la balanza comercial ha coexistido con un bajo déficit de la cuenta corriente y una acumulación significativa de reservas internacionales netas. El siguiente cuadro muestra las cifras de la balanza de pagos. 87 Cuadro 2.5 Evolución de la Balanza de Pagos (Porcentaje del PIB) 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Exportaciones de bienes (FOB) 13.81 13.56 13.36 14.88 15.45 17.39 17.27 21.55 20.66 Export. de bienes (FOB) sin maquila 12.13 11.07 10.03 10.69 10.13 10.58 9.89 12.12 10.64 Importaciones de bienes (CIF) 27.58 28.36 27.79 30.91 31.83 35.04 31.10 33.35 33.38 Importación de bienes (CIF) sin maquila 26.30 26.47 28.52 27.74 27.85 30.06 25.79 26.52 26.22 Balanza Comercial −13.77 −14.81 −14.43 −16.04 −16.38 −17.65 −13.83 −11.80 −12.72 Balanza Comercial sin maquila −14.17 −15.40 −18.49 −16.23 −17.72 −19.48 −15.90 −14.40 −15.58 Servicios Netos −0.48 0.40 0.25 −0.19 0.27 0.27 0.09 0.50 −0.69 Transferencias Netas 11.84 13.58 15.69 15.04 15.89 14.63 12.11 12.16 12.72 Privadas 7.19 10.22 11.89 11.87 12.38 12.58 11.52 11.67 12.45 Oficiales 4.65 3.36 3.80 3.18 3.51 2.05 0.59 0.49 0.26 Cuenta Corriente −2.80 −2.22 −2.54 −1.18 −0.22 −2.75 −1.62 0.86 −0.70 Cuenta Corriente (Excl. trans. ofic.) −7.45 −5.58 −6.35 −4.36 −3.74 −4.80 −2.22 0.36 −0.96 Cuenta de Capital 4.71 1.24 3.55 3.62 1.99 4.30 3.22 2.38 3.25 0.02 0.55 2.71 2.03 2.19 1.30 2.36 1.96 −0.18 Capital Bancario −0.01 −1.60 −0.60 −0.19 −0.38 2.98 0.50 1.44 −0.46 Capital Privado 1/ 4.70 2.29 1.44 1.79 0.19 0.02 0.36 −1.02 3.89 1.91 −0.98 1.00 2.44 1.77 1.54 1.59 3.23 2.55 −2.46 −0.79 −1.00 −2.08 −1.77 −1.54 −1.59 −3.23 −2.55 8.31 8.30 8.41 9.30 9.75 9.84 10.61 13.04 14.87 Capital Oficial Saldo Balanza de Pagos Reservas Internacionales Netas Banco Central − Variación 2/ Banco Central − Nivel RIN Bancos Comerc. y Financ.− Variación 2/ Bcos. Comerc. y Financ. − Nivel RIN 0.95 1.99 −0.48 0.68 −0.94 −0.92 −2.77 −2.06 −2.59 −1.51 1/ Incluye errores y omisiones. 2/ Signo (−) significa aumento. FUENTE: Ba nco Mund ia l, Ba nco Central de Reserva y Progra ma Monetario y Financiero, versión julio 1999. Como resultado de las tendencias de las exportaciones y de las importaciones que se observan en el cuadro anterior y que describimos en los acápites anteriores, la balanza comercial ha experimentado un déficit que sería extraordinario para cualquier país. La década se inauguró con un déficit de 13.8% del PIB, se elevó hasta 17.7% en 1995 y luego se redujo hasta 12.7% en 1998. Obviamente, este movimiento se corresponde con el período de rápido crecimiento de la primera mitad de la década y con el de lento crecimiento de la segunda mitad, indicando que el déficit comercial tiene una correspondencia con el ciclo de la economía, ampliándose en los auges y cerrándose en las recesiones. 88 Un déficit de este nivel y su evolución son indicadores claros de que, por un lado, la competitividad externa del país es muy baja y de que durante los noventa no ha sido posible revertir el deterioro experimentado en los ochenta. Como ya indicamos antes, en los últimos veinte años El Salvador ha experimentado una pérdida de 18 puntos porcentuales en su tasa de exportación. Por otro lado, es un indicador preciso de que los salvadoreños estamos viviendo por arriba de nuestras capacidades productivas. En efecto, cualquier déficit de la balanza comercial indica que los salvadoreños estamos absorbiendo, por la vía del consumo y de la inversión, más de lo que producimos dentro de nuestras fronteras. El hecho de que en 1998 el déficit de la balanza comercial de bienes y servicios haya ascendido a 13.4% indica que los salvadoreños absorbimos 13.4% más de lo que produjimos en ese año49. ¿Qué es lo que ha hecho posible que durante la década los salvadoreños hayamos vivido por encima de nuestras capacidades productivas, sin provocar una crisis financiera? La respuesta es sencilla: las transferencias unilaterales netas que hemos recibido en estos años. Ciertamente, las transferencias que recibimos del exterior nos llegaron a financiar nuestra absorción en 1995 en cerca del 16% por encima de nuestro producto interno bruto. Este flujo de recursos externos hizo posible que a pesar de ese exceso de consumo e inversión, la cuenta corriente nunca mostrara un déficit durante toda la década por arriba de 3% −los niveles más altos de déficit durante la década se experimentaron en 1990 y 1995, 2.8% y 2.7% respectivamente, y el más bajo en 1998, 0.7%−. Estos niveles de déficit en cuenta corriente afirman que la economía posee solvencia financiera externa, no obstante el enorme déficit de la balanza comercial. ¿Cuáles son los mensajes que se pueden derivar de los resultados en la balanza comercial y de la cuenta corriente? El bajo déficit de la cuenta corriente durante los noventa indica que financieramente la economía salvadoreña se encuentra en 49 Si la suma del consumo y la inversión es mayor que el PIB, se absorbe más de lo que se produce. 89 condiciones viables, y que no hay necesidad de grandes cantidades de ahorro externo, y, en consecuencia, de mayor endeudamiento externo, para continuar operando en la forma en que lo ha hecho hasta ahora. El elevado déficit de la balanza comercial, por su parte, nos dice que la economía no posee la capacidad productiva para sostener el nivel de importaciones que realiza y, por lo tanto, para mantener el nivel de bienestar que hasta ahora ha tenido la sociedad, al margen de las remesas familiares. Son dos mensajes distintos, uno es de naturaleza financiera, el otro, de naturaleza productiva. El reconocimiento de esta dualidad de la situación externa es de la mayor importancia para los formuladores de políticas y estrategias económicas. No cabe duda que la disminución rápida de las remesas familiares nos dejarían en una situación en la cual el nivel de bienestar actual no se podría mantener ni productiva ni financieramente. El otro problema que plantea la situación anterior es que el financiamiento de las importaciones realizado por la vía de las exportaciones, supone mayor empleo interno de salvadoreños en la producción de esas exportaciones, mientras que el financiamiento de las importaciones por remesas supone mayor empleo para salvadoreños residentes en Estados Unidos. En otras palabras, la situación actual de financiar las importaciones con remesas provoca debilitamiento de la capacidad nacional de generar empleos domésticos. Por estas razones, el deterioro progresivo de las exportaciones no se puede simplemente obviar e indicar que no hay problema con la cuenta corriente y que el endeudamiento externo se encuentra en niveles manejables. Ante el deterioro indicado de la capacida de exportar, una política bien definida de exportaciones es de la mayor importancia en la actualidad. La particularidad del sector externo de la economía se observa también en que a pesar del deterioro de las exportaciones, del creciente déficit comercial y de operar con un régimen de tipo de cambio. que para propósitos prácticos opera como uno de tipo de cambio fijo, aún puede acumular reservas internacionales. El 90 Cuadro 2.5 también muestra que el Banco Central ha ido acumulando progresivamente reservas internacionales −en 1990 el monto de reservas del BCR representó el 8.3% del PIB, en 1998 ese monto representó el 14.9%−. Esta situación de mantener elevados déficit comerciales, relativamente baja deuda externa y aún así acumular reservas internacionales en el BCR, es posible por el intenso flujo permanente de remesas familiares. Un episodio importante de destacar es el que ocurrió a principios de 1995. En enero de aquel año el gobierno presentó su propuesta de introducir una caja de convertibilidad que permitiría asegurar la fijación del tipo de cambio, como condición importante para desarrollar la estrategia de insertar la economía salvadoreña en la globalización. La propuesta, que luego evolucionó hasta convertirse en una propuesta de dolarización de la economía, estaba acompañada de medidas para una apertura más acelerada que terminaría en la eliminación total de los aranceles. (Ver el capítulo anterior). La propuesta tuvo un impacto inicial bastante importante en la opinión pública y los gobiernos centroamericanos, pero rápidamente fue perdiendo fuerza hasta desaparecer como estrategia a mediados del año. El argumento presentado por el gobierno para desistir de la dolarización de la economía fue la inestabilidad que se produjo en la región, como resultado de la crisis mexicana de diciembre de 1994. Una de las repercusiones de los intentos por dolarizar la economía fue la rápida pérdida de reservas internacionales del sector privado después del segundo trimestre de ese año. Con el objeto de acumular reservas internacionales que les permitiera alcanzar el nivel mínimo técnico para poner en marcha la dolarización durante el primer trimestre, el Banco Central había eliminado el encaje legal para los préstamos en dólares que los bancos privados podían adquirir para colocarlos en colones en el mercado doméstico. El efecto de esta medida fue un rápido endeudamiento de la banca privada en dólares a corto plazo, con lo cual se 91 provocó una notoria pérdida de reservas internacionales privadas. El sector privado pasó de ser poseedor de activos internacionales netos por un equivalente a 1.5% del PIB, a ser un poseedor de pasivos internacionales netos equivalentes a un 2.0% del PIB. Las consecuencias de este experimento provocó el abandono de la medida y la puesta en vigencia nuevamente del encaje legal para los depósitos en dólares. Otro episodio de política monetaria importante fue el que se desarrolló a mediados de 1995. En agosto de ese año el Banco Central de Reserva introdujo algunas medidas que buscaban frenar el ritmo de expansión del crédito al sector privado. Durante 1993 el crédito que recibían las empresas y los particulares había estado creciendo a un promedio cercano al 25% y concomitante con este crecimiento del crédito, las reservas internacionales netas crecieron en ese año a una tasa similar. Desde principios del siguiente año, sin embargo, la tasa de expansión del crédito al sector privado saltó a cerca de 40% y se mantuvo hasta el segundo trimestre de 1995 en torno a ese valor. La consecuencia de ese comportamiento del crédito fue la desaceleración rápida de la acumulación de reservas internacionales hasta comenzar a disminuir después del primer trimestre de 1995. Indudablemente, la política crediticia expansiva que validó el Banco Central de Reserva en esos años contribuyó a impulsar el auge de consumo que se experimentó durante el primer quinquenio de la década y que sostuvo el fuerte crecimiento experimentado por la economía hasta mediados de 1995. La pérdida de reservas internacionales, no obstante, envió una señal de las dificultades que podría sufrir la política cambiaria en la cual se apoyaba la estrategia económica del gobierno. Como consecuencia de las señales negativas de la excesiva expansión crediticia y de la disminución del crecimiento de las reservas internacionales, a lo largo del primer semestre de ese año, el Banco Central había estado esterilizando 92 fuertemente liquidez. En efecto, mientras que en diciembre de 1994 el saldo de Certificados de Administración Monetaria ascendía a ¢1,200 millones, en julio el monto había aumentado hasta ¢3,000 millones50; es decir, casi se había triplicado. Pero la medida no fue suficiente para eliminar el problema del rápido crecimiento del crédito, y a partir de agosto de ese año, el Banco Central adoptó aumentos del encaje legal de los depósitos del sector público. Ciertamente, la tasa de encaje legal de los depósitos de ahorro se elevó de 20% a 35% y la de los depósitos en cuenta corriente de 30% a 35%. Se estableció que ambas tasas aumentarían gradualmente en un punto porcentual semanal hasta alcanzar las metas establecidas51. El resultado de ese episodio fue la rápida elevación de las tasas de interés. La tasa de interés activa, por ejemplo, pasó de un nivel de 18% durante el primer trimestre de 1995 a 20.5% en el primer trimestre del año siguiente. Concomitante con este resultado, el ritmo de crecimiento de la economía se desaceleró rápidamente y la inversión privada se estancó, aunque las reservas internacionales comenzaron a recuperar su ritmo de acumulación. Una evaluación de ese episodio muestra claramente que a mediados de 1995 no había otra alternativa para la política monetaria que la de frenar rápidamente la excesiva expansión crediticia y soportar las consecuencias de este tipo de ajuste monetario. De haber postergado estas medidas, la política cambiaria habría entrado finalmente en crisis. No obstante la imposibilidad de postergar el ajuste monetario en ese momento, debe tenerse claro que el Banco Central nunca debió haber permitido que el crédito se expandiera en los años anteriores a las elevadas tasas que lo hizo. Innegablemente, esa permisividad del Banco contribuyó a la inercia del auge de consumo que se venía desarrollando. Una 50 Programa Monetario y Financiero 1998. Boletín Económico, enero−febrero 1998, No. 115, año 10. Banco Central de Reserva 51 También se adoptaron límites a los depósitos de las instituciones autónomas en los bancos y financieras, en la forma de techos porcentuales que se podían depositar en cada banco. 93 lectura apropiada de ese episodio muestra que el ajuste fue una necesidad posterior de una permisividad anterior de la política monetaria. 2.3 Perdiendo competitividad internacional A partir de 1989 la economía ha funcionado en dos etapas bien definidas de política cambiaria: la primera hasta finales de 1992 en la cual el régimen se definía como de tipo de cambio libre e intervenciones de mercado del BCR para evitar movimientos bruscos y especulativos de la divisa; la segunda, a partir de 1993 y vigente en la actualidad, en la que el régimen cambiario ha operado con intervenciones del BCR, ya no sólo en el marco definido anteriormente, sino en el de mantener el tipo de cambio nominal fijo. Mientras que en la primera fase el tipo de cambio se ajustó libremente a la situación del mercado, subiendo la mayor parte del tiempo, en la segunda, el régimen, aunque formalmente definido como de tipo de cambio libre, en la práctica, ha operado como uno de tipo fijo. El Gráfico 2.6 muestra tres momentos importantes de ajuste del tipo de cambio nominal: el primero ocurrió casi al inicio de la nueva administración gubernamental, en septiembre de 1989, en que el tipo de cambio pasó de ¢5.0 por dólar a ¢6.38, ajuste que representó una depreciación de 28%; el segundo ocurrió en el primer trimestre del siguiente año cuando el tipo de cambio se movió de ¢6.50 a finales de diciembre hasta ¢7.76 a finales de marzo, equivalente a una depreciación del 19%; y el tercero, que sucedió entre finales del segundo trimestre y principios del cuarto trimestre de 1992, al pasar el tipo de cambio de ¢8.18 en junio hasta 8.92 en noviembre, produciéndose una depreciación de 9.0%. Luego de este último episodio de depreciación cambiaria, el BCR acentuó su intevención en el mercado para estabilizar el tipo de cambio en ¢8.72 por dólar, lo cual fue logrado de manera definitiva a partir de principios de 1993. Una conclusión importante que se deriva de la observación del gráfico anterior es que mientras la intervención del Banco Central se mantuvo dentro del marco de 94 evitar los movimiento bruscos y especulativos del mercado cambiario, el tipo de cambio nunca tendió a apreciarse en términos nominales, es decir, a disminuir el valor en colones del dólar. Este punto es de la mayor relevancia porque muestra que la decisión de anclar el tipo de cambio nominal provino, no de una presión apreciátiva que resultaba de la entrada de dólares, sino más bien de motivos de otra naturaleza. En este estudio se mantiene la hipótesis que la razón fundamental de este cambio de política fue la prioridad que se le dio en el Banco Central al objetivo de disminuir la inflación52. Gráfico 2.6 Evolución del tipo de cambio (Colones por US dólar) 10 9 8 7 6 5 4 E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J O E A J 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 Fuente: Ba nc o Central d e Resreva . La evolución de la esterilización de liquidez del Banco Central a través de la compra y venta de Certificados de Estabilización Monetaria (CEM) durante 1992 ilustra el episodio de rápida depreciación de la moneda que ocurrió en el segundo semestre de ese año; episodio que parece haber dado paso a la decisión de 52 En una economía abierta una manera de reducir la inflación se logra a través de fijar el tipo de cambio, lo cual se conoce como anclaje del tipo de cambio nominal. De esta manera la inflación interna de un país tiende hacia la inflación internacional. Vease al respecto Rivera Campos (1996). 95 anclar la moneda respecto al dólar en 1993. Recordemos que cuando se eleva la demanda de dólares, paralelamente aparece una demanda de colones para la adquisición de esos dólares. En otras palabra, el mercado cambiario está estrechamente ligado al mercado monetario, y, por lo tanto, al mercado de bonos. El siguiente cuadro muestra lo que ocurrió en el mercado de CEM en 1992. Cuadro 2.6 Saldo de Certificados de Estabilización Monetaria en 1992 (Millones de colones en CEM) Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Bancos 625 596 608 646 818 594 439 314 95 34 10 99 Financieras 43 103 434 128 168 141 115 105 95 90 Asegur. 9 14 15 26 26 11 16 11 11 11 9 6 13 4 17 36 22 12 12 Bolsa Emp. Pub. Total 18 218 677 713 1,057 800 1,025 750 587 466 223 147 31 341 Fuente: The Worl Banc k, op. c it El cuadro muestra la tendencia creciente que traía la colocación de CEM durante el primer semestre de 1992. Ciertamente, en mayo del año analizado, el Banco Central había colocado ¢1,025 millones en estos certificados, cantidad que representaba un aumento de 51% respecto al mes de enero anterior. Pero a partir de junio la evolución del mercado de CEM cambia de dirección de una manera abrupta, hasta llegar a un mínimo en noviembre de ¢31 millones; es decir, la acumulación de certificados se redujo en 6 meses al 3%. El comportamiento descrito de los CEM es paralelo a lo que ocurría en el mercado cambiario. En efecto, en ese período el tipo de cambio pasó de ¢8.16 por dólar en mayo a ¢8.92 en noviembre. Este paralelo sugiere que a la par de la creciente demanda de dólares se estaba dando una escasez de liquidez relativa que obligaba a los tenedores de CEM a hacerlos liquidos (convertirlos en colones), para satisfacer la demanda de dólares. No debe perderse de vista que este 96 mismo período es el de la fuga de dólares que ocurrió en lo que se conoció como el escándalo de FOMIEXPORT. El análisis anterior nos conduce a la conclusión que, efectivamente, cuando se adoptó la decisión de anclar el tipo de cambio a principios de 1993, la experiencia más reciente no era la de una tendencia de la moneda a apreciarse, sino la de un fuerte movimiento especulativo que condujo a una rápida depreciación de la moneda, lo cual pone de manifiesto que las causas más probables de esta decisión fueron el temor a la capacidad del mercado de introducir fuertes inestabilidades cambiarias y la meta de concentrarse en reducir la inflación hasta el nivel internacional. Ciertamente, esta política de anclaje del tipo de cambio a través de intervenir, comprando y vendiendo dólares en el mercado por parte del BCR, ha sido efectiva en mantener la estabilidad del tipo de cambio nominal después del episodio arriba descrito. También el anclaje nominal del tipo de cambio ha impulsado la inflación hacia abajo, aunque con relativa lentitud. En 1997 la inflación en El Salvador terminó en 1.9%, la segunda inflación más baja en América Latina después de Argentina; en 1999 se espera que termine en 0%. La fijación del tipo de cambio nominal en un contexto de entrada masiva de remesas familiares provocó un proceso de apreciación real de la moneda, que explica muchos de los resultados que hemos mostrado en el sector externo. Desde que se ancló el tipo de cambio nominal a principios de 1993, el exceso de inflación doméstica respecto a Estados Unidos ha ido encareciendo el colón salvadoreño respecto al dólar en términos reales, lo cual ha significado un deterioro progresivo de la capacidad competitiva de la economía salvadoreña. El Cuadro 2.7 muestra la evolución del tipo de cambio efectivo real entre 1990 y 1997. La característica principal es la caída del tipo de cambio efectivo real a lo largo de los noventa: desde un índice de 100 al inicio de la década cayó 97 continuamente hasta llegar a 71.8 en 1997. La otra característica de esa evolución es la aceleración de la caída después de 1993, año en que, como ya se señaló, se ancló el tipo de cambio nominal en cerca de ¢8.75. Para que un régimen de tipo de cambio fijo funcione apropiadamente es necesario mantener un nivel inflacionario lo más cercano posible al de sus socios comerciales principales, si este no es el caso, el exceso inflacionario del país provocará un encarecimiento de los productos nacionales frente a los de los socios comerciales, con lo cual las exportaciones del país pierden competitividad. Este encarecimiento de la producción doméstica es lo que se conoce como apreciación real de la moneda. En el caso de El Salvador, la apreciación real de la moneda entre 1990 y 1997 ascendió a 32.2%, lo cual representa una pérdida de casi la tercera parte en capacidad competitiva de los productos salvadoreños. La pérdida de competitividad de los productos salvadoreños está entre las causas que han provocado las dificultades que ha experimentado la economía para impulsar las exportaciones; su pérdida de competitividad se explica en gran parte por la apreciación real de la moneda. No obstante, esta pérdida de competitividad de las exportaciones por la vía cambiaria ha desaparecido desde 1997, a causa de haber mantenido la inflación desde entonces cercana a la inflación internacional y en los dos últimos años abajo de aquélla. Cuadro 2.7 Evolución del Tipo de Cambio en la década pasada 1990 Nominal Efectivo Real 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 6.85 8.02 8.36 8.7 8.73 8.75 8.76 8.75 8.75 100.00 94.65 88.25 80.82 79.46 74.12 70.58 69.12 67.84 El tip o d e c a mb io rea l está c a lc ula d o en rela c ión c on sus p rinc ip a les soc ios c om erc ia les. Año b a se d e c om pa rac ión 1990. Fuente: Ba nc o Centra l d e Rese rva . 98 ¿Por qué se pierde competitividad por la vía cambiaria? Este es un resultado muy bien documentado en la literatura económica y en la experiencia salvadoreña. Siempre que hay un flujo externo importante de dólares a cualquier economía, ya sea como resultado del auge de algún sector exportador, como ocurrió en Holanda en los años sesenta con el descubrimiento de yacimientos de gas, o en Inglaterra cuando descubrió petróleo en el Mar del Norte, o ya sea por la entrada de recursos como las remesas familiares en el caso de El Salvador, ocurre un encarecimiento de la moneda nacional en relación con las monedas internacionales, provocando perdida de competitividad de los otros sectores productivos exportables del país en cuestión, deprimiendo su capacidad exportadora. Esto es lo que ocurrió con las exportaciones industriales de Holanda e Inglaterra en las épocas indicadas, y lo que ha ocurrido con las exportaciones salvadoreñas en los noventa. A este fenómeno de decaímiento exportador, como resultado de la entrada masiva de recursos externos, se le conoce como mal holandés. 2.4 Mal holandés, inflación y tasas de interés53 No cabe duda que la entrada de las remesas familiares ha tenido un impacto importante en la estructura productiva de la economía. Pero como ya se indicó en la sección anterior, el fenómeno de las remesas familiares es complejo y tiene implicaciones que van más allá de la ayuda para las familias que las reciben, tienen implicaciones positivas y, como todas las cosas de la vida, implicaciones negativas. Indudablemente, las remesas familiares han contribuido positivamente a mejorar las condiciones de vida de una población que en su mayoría se encuentra entre los pobres del país y que recibe directamente los dólares remesados por sus familiares en Estados Unidos. Pero los dólares que entran a la economía de esta manera, inmediatamente pasan a formar parte del circuito de demanda de la economía y, por lo tanto, pueden tener efectos positivos sobre el crecimiento de la producción o negativos sobre la estabilidad de precios, es decir, 53 En el Apéndice se presenta un modelo de mal holandés que es la base de la interpretación de esta sección. 99 pueden provocar inflación. El efecto inflacionario como ya se indicó en la sección anterior hace perder competitividad a las exportaciones de El Salvador, al volverlas más caras en relación con los mismos productos de la competencia internacional. El deterioro de las exportaciones del país como resultado de ese flujo extraordinario de dólares se conoce como mal holandés. Lo esencial de este fenómeno lo constituye la entrada masiva de recursos externos que tiende a abaratar el dólar (apreciación nominal del colón), lo cual conduce a que si el Banco Central sostiene una política cambiaria como la que se ha descrito antes en el caso salvadoreño, deba intervenir comprando dólares para mantener el tipo de cambio estable. La compra de dólares es a su vez una venta de colones −a cambio de los dólares el Banco Central tiene que entregar colones−, lo cual aumenta la liquidez de la economía −más colones en circulación− que tiende a aumentar la inflación. Puesto que el Banco Central, además de tener el objetivo de estabilidad del tipo de cambio, también tiene el objetivo de evitar la inflación, tiene que intervenir para retirar el exceso de colones en circulación, para lo cual vende bonos (CAM: Certificados de Administración Monetaria) a cambio de colones. De esta manera, el Banco Central de Reserva vuelve a retirar los colones en exceso, que él mismo inyectó cuando compró el exceso de dólares. Como una representación gráfica de este procedimiento de control monetario y cambiario, se puede pensar que con la entrada de dólares, el BCR se saca colones de la bolsa derecha para comprar el exceso de dólares y evitar que el tipo de cambio disminuya, y de la bolsa izquierda simultáneamente se saca Certificados de Administración Monetaria para colocarlos y retirar los colones en exceso que inyectó, y evitar mayor inflación. Con este proceder, cada vez que hay una entrada excesiva de dólares a la economía, el Banco Central termina con más dólares que los acumula en las reservas internacionales, por las cuales puede obtener un rendimiento en el exterior, pero al mismo tiempo con más CAM colocados en el público, por los cuales tiene que pagar un rendimiento local. Puesto que el rendimiento que el Banco Central tiene que pagar es mayor que el rendimiento que recibe, esta operación es fuente de un déficit del Banco, 100 conocido como déficit cuasi fiscal. Esta descripción es lo fundamental de la política monetaria que el Banco Central ha estado aplicando desde 1993, fecha en que fijó el tipo de cambio. Así, pues, con esta operación complicada que realiza el BCR, logra al mismo tiempo mantener fijo el tipo de cambio y evitar la inflación, pero presiona la tasa de interés hacia arriba. Esto último porque para hacer renunciar a las personas de la liquidez (el exceso de colones en circulación) que debe retirar, y que él mismo ha inyectado, debe ofrecerles una remuneración atractiva mediante una tasa de interés alta competitiva respecto a la que los poseedores de dinero pueden encontrar en otras colocaciones: depósitos en cuenta corriente, depósitos de ahorro, a plazo, entre otros. Esto significa que la colocación recurrente de certificados por parte del BCR presiona la tasa de interés hacia arriba. La argumentación anterior se reduce a decir que la entrada de remesas familiares necesariamente terminará presionando algún precio. El ajuste puede realizarse por medio de cualquiera de los tres precios de la economía: una reducción del tipo de cambio nominal, un alza de la inflación, un aumento de la tasa de interés real o una combinación de todos. El resultado dependerá, como se comprenderá, de la política cambiaria y monetaria que el país siga. Si el régimen cambiario es flexible es probable que todo el ajuste se realice por medio de una reducción del tipo de cambio: apreciación nominal del colón. Por el contrario, si el régimen cambiario es fijo, como para propósitos prácticos es en El Salvador, puesto que el tipo de cambio está congelado, el ajuste se tiene que traducir en un aumento o bien de la inflación o bien de la tasa de interés real. Si, además, la política monetaria tiene como misión reducir la inflación, el ajuste se irá completamente a la tasa de interés real. En el caso salvadoreño, puesto que desde 1993 el tipo de cambio se ha mantenido fijo, éste no ha podido ajustarse en absoluto, siendo la inflación la que se ajustó hasta 1996 ante la entrada de remesas familiares, deteriorando la capacidad competitiva de las exportaciones, por su encarecimiento con respecto a la competencia internacional. Sin embargo, desde 1997 hasta la fecha, en que la 101 inflación se ha llevado a niveles incluso más bajos que los internacioneles, todo el ajuste provocado por la entrada de remesas se ha realizado a través de la tasa de interés real, encareciendo los recursos financieros para la inversión. El punto central que se debe tener claro es que el ajuste se realiza de cualquier manera, porque el flujo de remesas provoca un exceso de dólares en la economía que debe salir de la circulación doméstica. En el caso que el ajuste se haga por medio de una apreciación del colón o del aumento de la inflación, el exceso de dólares sale de regreso hacia la economía mundial, porque tanto la apreciación del colón como el aumento de la inflación abaratan las importaciones, con lo cual se crea una balanza comercial deficitaria. Cuando ninguno de estos dos mecanismos se deja actuar, por ejemplo manteniendo fijo el tipo de cambio, como ha ocurrido en El Salvador desde 1993, y combatiendo la inflación, como se ha intensificado en los últimos tres años, el único mecanismo que queda para realizar el ajuste es la tasa de interés real. En este caso, el exceso de dólares sale de la circulación doméstica pasando a manos del Banco Central, quien finalmente los deposita en su cartera internacional. En esta captación de dólares, como ya se describió antes, el Banco Central inyecta liquidez en colones, que luego la retira por medio de la colocación de certificados, con lo cual presiona la tasa de interés hacia arriba. De esta manera, se entiende facilmente, por un lado, el comportamiento durante los noventa de la inflación y de la tasa de interés real, y se visualiza, por el otro, la naturaleza de las opciones de políticas económicas disponibles. Los gráficos 2.7 y 2.8 muestran las evoluciones de la inflación y las tasas de interés real ocurridas entre enero de 1995 y diciembre de 1997. Los gráficos muestran que existe un intercambio compensado (trade off) entre las variables: en los períodos en que la inflación ha disminuido la tasa de interés real ha aumentado y cuando la inflación ha crecido la tasa de interés real ha caído. Por ejemplo, durante 1995, mientras la inflación se elevó desde 7.5% en enero de 102 1995 hasta el 12% a finales del año, la tasa de interés pasiva real descendió desde 6% en enero hasta 4.6% en diciembre, y la tasa de interés activa real disminuyó de 10.7% hasta 8.6% en el mismo período; y cuando entre enero y diciembre de 1997, la inflación disminuyó de 8% a 1.9%, las tasas de interés real pasiva y activa aumentaron de 4.2% a 10.8% y de 9.1% a 13.8%, respectivamente. Este comportamiento inverso entre inflación y tasa de interés real ha continuado en los siguientes años. Como ya se argumentó, este trade−off que surge entre la inflación y la tasa de interés real es particular del fenómeno de entrada de remesas que ocurre en El Salvador. En el Apéndice se presenta un modelo que explica las razones de este comportamiento y se entiende que es simplemente una extensión del mismo fenómeno del mal holandés hasta el sistema financiero. Gráfico 2.7 Inflación y tasa de interés pasiva real (enero de 1995 − septiembre de 1999) Porc enta je 14.0 13.0 TIBP Rea l 12.0 11.0 10.0 9.0 8.0 7.0 6.0 5.0 4.0 3.0 Inflación 2.0 1.0 0.0 −1.0 −2.0 E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S 1995 1997 1996 Fuente: Ca lcula do con base a Banco Central de Resreva. 103 1998 1999 El modelo muestra que la tasa de inflación y la tasa de interés real están directamente asociadas al flujo de remesas familiares y a las metas de política monetaria que establece el Banco Central de Reserva. Habiendo establecido una política de estabilidad nominal del tipo de cambio, y fijado la meta de inflación, la tasa de interés real se convierte en la variable de ajuste del gasto. En el modelo se muestra que la tasa de interés real pasa a ser una variable endógena que depende del crecimiento del flujo de remesas familiares y de la meta inflacionaria. Esta relación se entiende de la siguiente manera: dada una meta inflacionaria, entre más rápidamente crecen las remesas familiares, más alta será la tasa de interés real; esto significa que debido a que la política monetaria se ha diseñado y aplicado para alcanzar una cierta meta de inflación, entre más remesas entren, la tasa de interés real tendrá que ser más alta para eliminar el exceso de gasto. Por otro lado, dado un cierto crecimiento de las remesas familiares, entre más restrictiva sea la política monetaria para alcanzar una meta de inflación más baja, mayor será la tasa de interés real. Esto es así, porque entre más baja es la meta de inflación, más dinero debe esterilizar el Banco Central y, en consecuencia, más alta debe ser la tasa de interés real para hacer efectiva esta esterilización. Gráfico 2.8 Inflación y tasa de interés activa real (enero de 1995 − septiembre de 1999) 104 Porc enta je 18.0 17.0 16.0 15.0 TIBA Real 14.0 13.0 12.0 11.0 10.0 9.0 8.0 7.0 6.0 5.0 4.0 3.0 Inflación 2.0 1.0 0.0 −1.0 −2.0 E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S 1995 1997 1996 1998 1999 Fuente: Ca lcula do con base a Banco Central de Resreva. Del modelo se desprende también que entre más abierta es la economía, los efectos mencionados se dan en menor magnitud. Esto ocurre así, porque a medida que la economía se vuelve más abierta la competencia entre los productos domésticos y los importados se hace mayor, lo cual limita la inflación y hace menos intensa la necesidad de esterilizar liquidez, con lo cual la presión hacia el alza de la tasa de interés real se reduce. La relación indicada entre apertura de la economía, tasa de interés real e inflación muestra que si una economía tiene la capacidad de competir internacionalmente, la mejor manera de combatir el mal holandés es abriendo la economía, con esto se evita el problema inflacionario y el de la tasa de interés real. El dilema se plantea, entonces, de la siguiente manera: si se quiere mantener el proteccionismo de la economía porque se considera que el país no posee la capacidad competitiva necesaria para enfrentar la competencia internacional, hay que aceptar más inflación o mayores tasas de interés real; por el otro lado, si se quiere vivir con estabilidad de precios y baja tasa de interés real para estimular la inversión, entonces hay que exponer la economía doméstica a mayor 105 competencia internacional. La conveniencia de una u otra alternativa dependerá de la valoración social relativa del proteccionismo y de la estabilidad de precios y de tasa de interés real. La relación anterior también muestra que una economía con un flujo de remesas familiares como el que experimenta la economía salvadoreña, requiere un grado de apertura económica mayor o, en caso contrario, tendrá que aceptarse una inflación y/o una tasa de interés real más alta que las que habrían si no existiera dicho flujo. No cabe duda que si el tipo de cambio nominal se congela y la política monetaria se vuelve antiinflacionaria, el único mecanismo de ajuste con el que cuenta el mercado es la tasa de interés real. Esto es lo que más explicitamente se observó durante 1997. A lo largo de ese año se dió una disminución de la inflación que fue más allá de la meta que el mismo Banco Central había establecido a principios del año en su Programa Monetario. En efecto, la programación monetaria establecía una inflación entre 5% y 6% y el año finalizó con 1.9%. Esta disminución de la inflación a casi la cuarta parte durante un año, significó dejar todo el ajuste en la tasa de interés real, haciendo que la tasa de interés real pasiva aumentara en un 250% y la activa en un 150%. Una manera intuitiva de entender este fenómeno es a través del gasto en la economía doméstica. Cuando se congela el tipo de cambio y se establece una política antiinflacionaria, la única manera de eliminar el exceso de gasto sobre la economía doméstica es congelándolo por medio de esterilización. Por supuesto, para volver atractiva la opción de congelar el gasto, hay que elevar la tasa de interés real que las personas pueden recibir si aceptan esta opción. De esta manera, cuando el Banco Central de Reserva esteriliza el exceso de liquidez para reducir la inflación, congela un potencial gasto sobre la economía doméstica, y la economía se ajusta automáticamente elevando la tasa de interés real. 106 Resumiendo las ideas desarrolladas hasta acá, se puede decir que la economía tiene mecanismos automáticos para ajustar el gasto a la producción nacional. Cuando hay un flujo de remesas familiares, como ocurre en El Salvador, el gasto se ajusta redireccionándose el exceso hacia el exterior, mediante la apreciación del tipo de cambio nominal; cuando la política cambiaria fija el tipo de cambio nominal, el ajuste recae sobre la inflación; pero cuando la política monetaria es antiinflacionaria, el exceso de gasto sólo se puede ajustar congelándolo a través de una mayor tasa de interés real. Esto último es lo que ha ocurrido en los últimos tres años en El Salvador. El resultado que se está demostrando en teoría (ver el apéndice a este capítulo) y en la práctica(ver gráficos anteriores) muestra que el "efecto Fisher"54, sobre la base del cual parece razonar el Banco Central: la tasa de inflación y de interés nominal se mueven en la misma dirección y si la inflación cae en un punto porcentual, la tasa de interés nominal caerá también en un punto porcentual y viceversa, no opera en la forma estándar . Esta conclusión parte del supuesto de que la tasa de interés real tiende a mantenerse más o menos constante, y puesto que la tasa de interés nominal es igual a la tasa de inflación más la tasa de interés real, si esta última se mantiene constante, los movimientos de la tasa de interés nominal quedarán determinados por la tasa de inflación. Esta es la base del Banco Central para argumentar que la política antiinflacionaria disminuiría posteriormente la tasa de interés nominal. El hecho comprobado empíricamente es que la tasa de interés real ha aumentado agudamente. En un proceso económico en el cual hay una alimentación continua de remesas familiares, el efecto Fisher no puede funcionar en la manera estándar, porque la tasa de interés real opera como mecanismo para congelar el exceso de gasto que ese flujo provoca, y, por lo tanto, no puede mantenerse constante −cuando la inflación disminuye, la tasa de interés real tiene que aumentar, porque es la única 54 El efecto Fisher afirma que la tasa nominal de interés cambia proporcionalmente con la tasa de inflación; es decir, un aumento de uno porciento en la inflación aumentará uno porciento la tasa de interés nominal y viceversa. Este resultado depende de que la inflación no altere la tasa de interés real. Ver Mankiw, Gregory (1992) 107 variable de ajuste que queda libre, lo cual indica que la tasa de interés real no es independiente de la inflación, como el efecto Fisher asume. Al entender la naturaleza del mecanismo de ajuste antes descrito, se entiende que se trata de un problema de disponer de un exceso de entrada de dólares a la economía que debe salir de alguna manera. Ese entendimiento permite ver que existen dos formas alternativas de resolver el mismo problema, no sin sus dificultades de lograrlas: pagar la deuda pública internacional y realizar inversiones salvadoreñas en el exterior. Con ambos mecanismos el exceso de dólares sale de la economía sin provocar los ajustes de precios indicados. La dificultad del pago de la deuda internacional es que las remesas familiares que llegan al país son privadas y, por lo tanto, el gobierno no puede disponer de ellas. La única forma de hacerlo sería aumentando el ahorro corriente del gobierno, con lo cual podría adquirir los dólares en el mercado local para pagar su deuda internacional. Aumentar el ahorro corriente, aunque deseable por ésta y otras razones, no es una tarea facil −al final se reduce a aumentar los impuestos, a reducir el gasto corriente o a aumentar la eficiencia operativa, todas las cuales han mostrado una gran inercia durante los años noventa, a pesar de los objetivos explícitos en las políticas públicas de modificarlos en las direcciones indicadas. Una segunda consideración importante sobre el mecanismo de disponer del mal holandés a través del pago de la deuda pública externa, es el costo relativo de esa deuda, en el sentido de la tasa de interés, en relación con el costo actual de otras fuentes de financiamiento. Dado que el costo de la deuda internacional tiende mayormente a ser bajo, la conveniencia de prepagarla puede no ser la mejor opción. La segunda opción tiene la dificultad que enfrenta cualquier promoción de la inversión, la cual en este caso se amplía por el hecho que se trata de promover inversión salvadoreña en el exterior. Esta opción tiene la ventaja de que las 108 remesas familiares, en vez de salir del país de manera improductiva, al destinarse al consumo importado, como es el caso actual, tienen un fin productivo. Las experiencias de las inversiones recientes en hoteles y bancos en Centro América son indicativas de la posibilidad de impulsar esta opción. 2.5 Implicaciones de políticas para el crecimiento económico Mientras el Banco Central continúe con la política de estabilidad nominal del tipo de cambio y una política de mantener la inflación al nivel internacional, la tasa de interés real se mantendrá alta, en tanto las remesas familiares continúen creciendo, pero desaparecerá la apreciación real de la moneda. Por el otro lado, si la política monetaria se fija una meta de inflación menos estricta por encima de la inflación internacional, la tasa de interés real será menor, pero el exceso de inflación creará cierta apreciación real de la moneda. En el primer caso, el desaparecimiento de la apreciación real de la moneda dejaría de deteriorar la competitividad de las exportaciones, como ha ocurrido desde 1997; sin embargo, la tasa de interés real más alta inhibirá la inversión privada y con ello reducirá la posibilidad de crecimiento de la economía como un todo. En este caso, el crecimiento económico tendrá a su favor más estabilidad macroeconómica, pero tendrá en contra un costo real para la inversión más alta. Este es el caso actual de la economía salvadoreña. Cuál de los dos factores es más determinante del crecimiento económico, es una pregunta para la cual no se tiene una respuesta categórica, aunque pareciera que dentro de margenes razonables de estabilidad macroeconómica, el crecimiento podría verse más determinado por el costo de la tasa de interés real. Si, por el contrario, se sigue una política de mantener baja la tasa de interés real, ya sea permitiendo mayor inflación o una apreciación nominal de la moneda, por ejemplo flexibilizando el tipo de cambio, si la reducción de la tasa de interés es suficientemente fuerte para incidir positivamente sobre las decisiones de 109 inversión, el crecimiento de la economía podría verse favorecido; no obstante, la capacidad de competir de las exportaciones continuaría deteriorándose. Podría decirse que la política económica en El Salvador se ha orientado según la primera opción: congelar el tipo de cambio nominal y reducir la inflación al nivel internacional. Mientras la inflación se mantuvo por arriba de la internacional, el modelo se sesgó contra las exportaciones, en los últimos años en que la política antiinflacionaria se intensificó, la inflación bajó al nivel internacional y la tasa de interés real se elevó significativamente, con lo cual el modelo le puso un elevado costo a la inversión privada que podría inhibir el crecimiento de la economía. Estos son los dilemas de la política macroeconómica que tienen su particularidad en El Salvador por el flujo de remesas familiares que entran para provocar una especie de mal holandés en la economía. Dos opciones para enfrentar el mal holandés y evitar el dilema anterior, han sido mencionados como posibilidades para desviar de otra manera el exceso de entrada de dólares, que es la causa fundamental del mal holandés: aumentar el ahorro corriente del sector público para prepagar deuda pública internacional; e incentivar la inversión salvadoreña en el exterior. Ninguna de las dos está libre de la realización de esfuerzos para lograrlo. 110 APÉNDICE MAL HOLANDÉS Y TASA DE INTERÉS REAL I El modelo El modelo que se desarrolla a continuación es una extensión del que aparece en Rivera Campos (1996)55 en el que se muestra la forma en que el flujo de remesas familiares que ha estado recibiendo el país desarrolla una especie de mal holandés, que genera efectos adversos sobre la competitividad de las exportaciones salvadoreñas mediante la apreciación real de la moneda. En aquel modelo se muestra el mecanismo que transmite el efecto de la entrada de las remesas familiares hasta la apreciación real de la moneda y la disminución de la tasa de crecimiento de las exportaciones como proporción del PIB. La intuición que se encuentra detrás del modelo de mal holandés es la siguiente: el aumento de gasto que resulta de los ingresos adicionales que recibe el país en forma de remesas familiares, aumenta el gasto en importaciones y en bienes domésticos. Este aumento del gasto eleva los precios de los bienes que se producen domésticamente, pero no los de los bienes importados que están determinados internacionalmente. El encarecimiento de los bienes domésticos en relación con los internacionales hace perder competitividad a las exportaciones y conduce a una disminución de su tasa de crecimiento. El modelo anterior, sin embargo, asumía una política acomodaticia de parte del Banco Central, de tal forma que no intervenía esterilizando la liquidez en moneda doméstica resultante de la entrada de dólares en forma de remesas. Este supuesto de política monetaria permitía que todo el efecto de la entrada de las remesas se tradujera en aumento de inflación interna. Pero en la práctica el Banco Central ha tenido una política monetaria más activa en el sentido de hacer compatible sus intervenciones en el mercado monetario con sus objetivos de 55 Este modelo a su vez era una adaptación de Benjamin, Devarajan and Weiner (1989) 111 reducir la inflación. En este sentido la política del Banco Central ha tenido un componente fuerte de esterilización monetaria, con lo cual los efectos de la entrada de remesas llegan más alla de la apreciación real para incidir directamente en las tasas de interés. El propósito de la extensión del modelo que se presenta en este trabajo es dar cuenta del rol de la política monetaria en canalizar los efectos del mal holandés hasta las tasas de interés. La política monetaria que aplica el Banco Central se explica en los siguientes términos: la entrada de remesas familiares obliga al Banco a participar en el mercado cambiario comprando los excesos de dólares para evitar variaciones en el tipo de cambio; de esta manera, el Banco Central adquiere los excesos de dólares que acumula como reservas internacionales, pero inyecta moneda nacional a la economía, es decir, aumenta la liquidez del sistema económico. Para lograr su meta inflacionaria a continuación emite bonos (Certificados de Administración Monetaria) con lo cual extrae el exceso de liquidez de la circulación. En este proceso de esterilización de la liquidez el Banco presiona la tasa de interés hacia arriba. Al igual que en Rivera Campos (1996) el modelo describe una economía en que se producen dos bienes, uno para consumo doméstico y otro para exportación. Se simplifica el análisis asumiendo que no hay gobierno ni inversión. Esta carácteristica de la economía se expresa en la siguiente ecuación: 1) Y = C + X En la ecuación anterior Y representa el producto nacional parte del cual está constituido por productos para el consumo doméstico (C) y parte para la exportación (X). Por otra parte, el ingreso nacional es la suma del ingreso que proviene de la producción nacional y del que proviene de las remesas familiares convertidas en colones, y todo el ingreso se gasta en productos domésticos para el consumo y en importaciones: 112 2) eF + PY = PC + PmIM El ingreso proveniente de las remesas familiares está expresado por eF, donde e es el tipo de cambio nominal expresado en colones por dólar y F el monto de remesas en dólares; PY es el ingreso que se obtiene de la producción nacional, es decir de lo que se produce en bienes de consumo y en bienes de exportación, donde P es el precio de dichos bienes. El lado izquierdo de la ecuación 2, pues, representa el total de ingresos de esta economía, y su lado derecho, representa cómo se gasta el ingreso total: PC es el gasto en bienes de consumo y PmIM es el gasto en importaciones, donde Pm es el precio de las importaciones e IM el total de importaciones. El bien doméstico para el consumo compite con el bien importado con base en el precio relativo de ambos bienes; y la demanda del bien exportado, de igual manera, depende de su precio comparado con el precio de los bienes internacionales. Las dos ecuaciones que dan cuenta de estas demandas son: σ pM c = k IM p 3) −η P X = Xo Pm 4) donde s>0 y h>0. La ecuación 3 muestra que entre más alto es el precio de los bienes importados (Pm) en relación con los domésticos (P), mayor será el consumo de los bienes domésticos y en caso contrario mayor será la demanda de importaciones. La elasticidad de este efecto está dada por s: entre mayor es esta elasticidad mayor será el efecto de la sustitución de consumo doméstico por importado ante un cambio en los precios relativos. Nótese que entre más abierta es una economía esta elásticidad será mayor, pues la competencia entre los bienes domésticos y 113 los importados aumenta y la sustitución que los consumidores pueden hacer entre estos dos tipos de bienes se intensifica ante una variación de sus precios. La ecuación 4 es de similar naturaleza, indica que la demanda por las exportaciones depende de la relación entre el precio de los bienes domésticos y el de los bienes internacionales; que entre mayor es el precio doméstico menos demanda habrá por las exportaciones; y que esta elasticidad está determinada por −h, en donde el signo menos indica la relación inversa señalada: entre mayor es la elasticidad mayor será el efecto contractivo sobre las exportaciones de un encarecimiento de los bienes domésticos respecto a los internacionales. La parte monetaria del modelo está constituida por la ecuación cuantitativa del dinero: 5 ) Mv = PY La ecuación anterior da cuenta de la relación entre la cantidad de dinero en circulación (M), la velocidad de circulación del dinero (v) y el valor monetario de la producción (PY). El modelo hace el supuesto común de que la velocidad de circulación se mantiene constante. La primera extensión del modelo que aparece en Rivera Campos (1996) consiste en introducir una ecuación para la meta inflacionaria: se asume que el Banco Central establece anualmente una meta de inflación en relación con la inflación internacional, cuyo cumplimiento es monitoreado a lo largo del año. La meta se puede describir con la siguiente ecuación: 6) π ∗ = φπ m La ecuación 6 describe una regla de definición de meta inflacionaria adoptada por el Banco Central, indica que la meta de la inflación doméstica ( π ∗ ) se fija en 114 relación con la inflación internacional ( π m), como una fracción o un múltiplo de esta última (?). Si, por ejemplo, ??es igual a la unidad, significa que la meta del Banco Central es igualar la inflación internacional56; si es mayor que la unidad, significa que la meta inflacionaria es terminar el año con una inflación superior a la internacional. Es importante notar que entre más agresiva es la meta inflacionaria en relación con la inflación internacional, menor será este coeficiente. Naturalmente, la fijación de la meta inflacionaria define necesariamente una meta para la cantidad de dinero en circulación M*, resultado de la ecuación cuantitativa (5). La meta monetaria, entonces, se puede expresar de la siguiente manera: 7) P*Y M = ν * Dada una meta inflacionaria, el nivel de precios de fin de año (P*) está determinado y la meta del nivel de dinero al final del año queda definida por la ecuación 7. Posteriormente se expresará la meta monetaria en términos de una tasa de crecimiento. La segunda extensión del modelo, que es parte de la contribución de este trabajo, se refiere a la introducción de un mercado de bonos para la colocación de los Certificados de Administración Monetaria del Banco Central, en el cual se realizan las operaciones de mercado abierto que sirven para el control de la liquidez de la economía. El mercado de bonos se rige por una demanda de bonos por parte de los agentes económicos y por una oferta de bonos por parte del Banco Central. La demanda es una función que depende de la tasa de interés real, y la oferta, una función que depende del exceso de crecimiento de la liquidez de la economía en relación con la meta de crecimiento de la liquidez establecida por el Banco Central que ha sido compatibilizada con su meta inflacionaria. La especificación de este mercado se completa con una condición de equilibrio entre oferta y demanda de bonos. 56 Este fue el caso durante 1997 en que la inflación terminó en 1.9%, muy cerca de la tasa internacional. 115 Para completar el modelo, entonces, hay que introducir las ecuaciones del mercado de bonos en que se transan los Certificados de Administración Monetaria del Banco Central. Este mercado queda especificado por tres ecuaciones: una ecuación de demanda de bonos, una de oferta bonos y otra de equilibrio de oferta y demanda. La ecuación de demanda de bonos establece que ésta depende del rendimiento real de los bonos, con lo cual se define una función de demanda en términos de la tasa de interés real (r), indicando que entre mayor es la tasa de interés real mayor será la demanda de bonos (Bd): 8) Bd = α 0 + α1r En la ecuación de demanda de bonos al asumir un valor negativo en el intercepto (−α0), con α0>0, se obliga a que exista una tasa de interés real positiva mínima a la cual la demanda de bonos se vuelve cero y simplifica además la interpretación de la solución. La relación positiva entre la demanda y la tasa de interés real hace que α1 >0. La función de oferta de bonos es ligeramente más complicada. La oferta de bonos depende de qué tanto más ha crecido la cantidad de dinero (gm) en relación con la meta de crecimiento del dinero (gm*) derivada de la ecuación 7. Entre más rápidamente esté creciendo el dinero en relación con la meta, la cantidad de bonos que habrá que llevar al mercado será mayor. La ecuación de oferta de bonos es la siguiente: 9 Bs = (g m − g* m )M 0 La ecuación 9 vincula la oferta de bonos directamente con la meta de crecimiento del dinero del Banco Central y con el crecimiento de la liquidez que introduce la 116 entrada de remesas. La intuición que se encuentra detrás de la ecuación 9 es la siguiente: la entrada de remesas familiares obliga al Banco Central a monetizarlas, es decir, a inyectar moneda doméstica al mercado para poder mantener el tipo de cambio sin variación; el dinero crece, entonces, a la tasa gm. Por otro lado, el Banco Central desea alcanzar una meta inflacionaria que le obliga a establecer una meta de crecimiento del dinero gm*. El exceso de crecimiento del dinero viene dado por la diferencia entre ambas tasas. La cantidad de dinero que hay que esterilizar mediante la venta de bonos (Bs) resulta de multiplicar el exceso de tasas por la cantidad de dinero al inicio del año (M0). Finalmente, la última ecuación del modelo expresa simplemente el equilibrio del mercado de bonos: la demanda de bonos tiene que ser igual a su oferta: 10) Bd= B El sistema de ecuaciones que representa al modelo tiene la siguiente intuición conjunta: La economía produce bienes para el consumo y para la exportación. El ingreso nacional supera al ingreso que se deriva de la producción interna en una cantidad igual a los ingresos que entran en forma de remesas familiares, y el total de ingreso se gasta en bienes domésticos e importados, cuyas demandas dependen de qué tan caro es un tipo respecto al otro. De esta manera, las ecuaciones 1−4 muestran que hay un gasto que excede al valor de lo producido domésticamente. Este exceso de gasto produce una inflación interna mayor que la internacional, lo cual tiende a deteriorar la competitividad de las exportaciones. Al mismo tiempo, en ausencia de intervención del Banco Central en el mercado monetario, como resultado del ingreso de remesas y del hecho de existir un tipo de cambio fijo, la cantidad de dinero en circulación (la liquidez de la economía) aumenta de acuerdo con la ecuación 5. Las ecuaciones 6−7 muestran el rol del Banco Central en la economía al establecer objetivos de política monetaria: una meta inflacionaria que define a su vez una meta para la cantidad de dinero, que es inferior a la que se deriva de la ecuación 5. Para regular el nivel de liquidez y alcanzar la meta monetaria el Banco Central ha creado un mercado de bonos 117 (Operaciones de Mercado Abierto): ecuaciones 8−10, a través del cual elimina el exceso de crecimiento de la liquidez en relación con el nivel establecido como meta, inyectando bonos a la economía (ecuación 9). La hipótesis del modelo es que las operaciones de mercado abierto tienden a elevar la tasa de interés rea y que en la medida que la meta inflacionaria es más agresiva, la presión que el mercado de bonos aplica sobre la tasa de interés real es mayor. II La solución del modelo A continuación se muestra la solución del modelo y la verificación de la hipótesis indicada al final del párrafo anterior. En la solución se adopta el procedimiento detallado en Rivera Campos (1996): i) se dividen todas las variable por el producto Y, lo cual equivale a usar el producto como numerario, es decir a medir todas las variables con el producto o, en otras palabras, a expresar todas las variables como coeficientes del PIB, y se representan estas variables con letras minúsculas; y ii) se expresa todo el modelo en tasas de crecimiento. La solución procede por etapas: las ecuaciones 1−5 permiten obtener la inflación (π), el crecimento del dinero (gm), la variación del tipo de cambio real (er) y la tasa de crecimiento de las exportaciones (χ), en el caso de que el Banco Central no interviniera para esterilizar el exceso de liquidez que resulta de la entrada de remesas. Estas soluciones son las mismas que se obtuvieron en Rivera Campos (1996): i) ii) π = Π π m + (1 − Π )γ er = (1 − Π )[π m − γ ] iii) iv) gm = π χ = η er = Ππ m 118 + (1 − Π )γ donde er es la tasa de variación del tipo de cambio real, γ, el crecimiento de las remesas familiares, y Π viene dado por la siguiente expresión: 1− å + (ó − 1)(1 − è ) å 1− å ç + (ó − 1) + (1 − è )+ ϑ å Π = ç v) donde η , ε , σ , θ y δ son respectivamente la elasticidad de las exportaciones a los precios domésticos en relación con los precios internacionales; la participación de los bienes de consumo en la producción doméstica; la elasticidad de la demanda de bienes de consumo domésticos respecto a sus precios en relación con los internacionales; la proporción de gasto en bienes domésticos en el gasto total; y el porcentaje de ingreso de remesas en relación con el ingreso del PIB57. De todos los coeficientes indicados el único que interesa destacar es σ : la elasticidad del consumo doméstico e importado respecto a los precios relativos de ambos tipos de bienes. Nótese que a medida que esta elasticidad crece, es decir, a medida que la economía se tiende a abrir, el coeficiente Π tiende a acercarse a la unidad. En el caso, entonces de una economía completamente abierta, σ tiende a infinito y, en consecuencia, Π tiende a la unidad. Este último coeficiente, pues, tiene como techo la unidad en caso de una economía abierta. Las ecuaciones i)−iii) muestran que si el Banco Central no interviniera esterilizando la liquidez que generan las remesasa familiares, la inflación aumentaría conforme a la inflación internacional y al crecimiento de las remesas familiares (ecuación i). Entre mayores son el crecimiento de las remesas y la inflación internacional, mayor será la inflación doméstica. La ecuación ii) indica que sin la intervención del Banco, la moneda nacional tiende a hacerse más cara 57 Ver Rivera Campos (1996) para los detalles de estos coeficientes. 119 en términos reales, es decir, a apreciarse, en la medida que el crecimiento de las remesas excede a la inflación internacional, pues en este caso er se hace negativo; y que, concomitante con ese resultado en el tipo de cambio real, el crecimiento de las exportaciones se vuelve negativo (ecuación iii). Por último, la ecuación iv) indica, como consecuencia de la ecuación cuantitativa58, que el crecimiento del dinero estará determinado por los mismos factores que producen el crecimiento de los precios, es decir, el flujo de remesas y la inflación internacional. La ecuación v) permite apreciar los factores de los cuales depende la intensidad del mal holandés. Nótese primeramente que el efecto de las remesas en la inflación doméstica y en el crecimiento de la liquidez se transmite en las ecuaciones correspondientes a través del coeficiente (1− Π ). Entre más abierta es la economía al comercio internacional, es decir, entre mayor es σ , y, en consecuencia, mayor es la elasticidad de sustitución entre los bienes domésticos y los importados, menor será la intensidad del mal holandés, porque el exceso de gasto se puede orientar hacia el consumo importado y, de esta manera, presionar menos los precios de los bienes domésticos al alza: el impacto inflacionario de las remesas es menor, la apreciación real de la moneda es menor y, por lo tanto, el efecto adverso sobre las exportaciones es menor. Por supuesto, entre mayor es la apertura de la economía, menor será el exceso de liquidez que el Banco Central tendrá que esterilizar con bonos. En el caso extremo de una economía abierta en donde, como ya se indicó, P tiende a la unidad, el coeficiente de transmisión del mal holandés (1− Π ) se hace cero y su efecto desaparece completamente sin necesidad de intervención del Banco Central Cuando se considera la política monetaria de esterilización, la solución del modelo es más compleja, requiere la participación de las restantes ecuaciones. A continuación se muestra la solución cuando el Banco Central esteriliza liquidez. 58 La ecuación cuantitativa, ecuación 5, permite ver que dado que la velocidad de circulación (v) es constante y que si el dinero M se expresa como coeficiente del PIB, el crecimiento del dinero resulta igual al crecimietno de los precios, es decir, a la inflación. 120 La solución completa se encuentra por etapas. En primer lugar, la meta de crecimiento monetario establecida por el Banco se deriva de las ecuaciones 6 y 7. La ecuación 7 permite ver que la meta de crecimietno del dinero deberá ser igual a la meta inflacionaria, y la ecuación 6, que esta última depende de la inflación internacional y de la política antiinflacionaria, vi) g *m = φ π m La ecuación vi) traduce la meta inflacionaria (ecuación 6) a meta de crecimiento monetario a través de la ecuación 7. El crecimiento del dinero depende entonces de la regla inflacionaria (φ) y de la inflación internacional. Esto significa dos cosas: primero, que dada una tasa inflacionaria internacional, entre más agresiva es la política monetaria respecto a la inflación doméstica, es decir, entre más pequeño es φ, menor deberá ser la meta del crecimiento de dinero; y, segundo, que dada una meta de inflación en relación con la inflación internacional, entre más baja sea ésta última el crecimiento del dinero deberá ser menor. El exceso de crecimiento monetario de la economía en relación con la meta establecida por el Banco viene dado, entonces, por la diferencia entre las ecuaciones iv) y vi): vii) g m −g *m = (1 −Π )γ − (φ −Π )π m Nótese que Π es menor que la unidad lo cual vu elve el primer paréntesis positivo; y puesto que φ normalmente no será menor que la unidad el segundo paréntesis no será negativo. El exceso de crecimiento del dinero que hay que esterilizar a través de operaciones de mercado abierto, de acuerdo a la ecuación vii), aumenta a medida que es mayor el crecimiento de las remesas familiares ( γ ) y a medida que la 121 inflación internacional es menor. Asimismo, entre más ambiciosa es la meta inflacionaria −menor valor de φ −, mayor será el exceso de crecimiento del dinero respecto a la meta. Por otra parte, entre más abierta es la economía, mas cercano a la unidad será el coeficiente Π , y, por lo tanto, el efecto del crecimiento de las remesas familiares sobre el exceso de dinero tiende a desaparecer. En el caso límite de una economía perfectamente abierta, como se argumentó antes, con Π igual a la unidad, el efecto de las remesas desaparece y, como se desprende de la ecuación i) la inflación doméstica será igual a la internacional, y, por consiguiente, el coeficiente φ se convierte en la unidad y desaparece el efecto de la inflación internacional sobre el crecimiento del dinero. En una economía perfectamente abierta, entonces, no aparece ningún exceso de crecimiento del dinero. La razón se explica de la siguiente manera: en una economía completamente abierta, las importaciones y los productos domésticos son perfectamente sustitutos y por lo tanto los precios de los segundos no pueden diferir del precio de los primeros; en consecuencia, la entrada de remesas que provoca un exceso de gasto se dirige hacia el exterior completamente en forma de importaciones, y el Banco Central no tiene necesidad de esterilizar ningún exceso de liquidez, pues éste no se produce. Por otro lado, entre más abierta es la economía al comercio internacional, aun con entradas de remesas familiares, la necesidad de esterilizar excesos de liquidez se reduce. La ecuación vii) nos conduce a la oferta de bonos necesaria para esterilizar el exceso de liquidez. La oferta de bonos, bs, será simplemente el exceso de crecimiento del dinero, ecuación vii) multiplicado por la cantidad de dinero al inicio del período, m0: viii) bs = [(1 −Π )γ −(φ −Π )π m ]m0 La cantidad de liquidez a esterilizar aumenta con el crecimiento de las remesas, con un mayor esfuerzo antiinflacionario y con la cantidad inicial de dinero. Por otra 122 parte, aquélla disminuye con una mayor inflación internacional y con un mayor grado de apertura de la economía. La demanda de bonos es una función directa de la tasa de interés real, más precisamente, del rendimiento real de los bonos. La ecuación de demanda de bonos es la misma ecuación 9 expresada ahora como coeficiente del PIB, es decir, la demanda de bonos se representará por bd y se mantendrá el resto de la simbología: bd ix) = −α 0 + α1 r La igualdad de las ecuaciones viii) y ix) da la solución de la tasa de interés real en función de los parámetros contenidos en ambas ecuaciones. La solución de la tasa de interés real viene dada por: x) α m m r = 0 − 0 (φ −Π ) + (1 −Π ) 0 α1 α1 α1 La ecuación x) es la solución buscada, muestra que la tasa de interés es una función directa del crecimiento de las remesas familiares. Los parámetros que influyen en la determinación de la tasa de interés real son la tasa de crecimiento de las remesas familiares, la inflación internacional, la meta inflacionaria del Banco Central y el grado de apertura de la economía al comercio internacional. A continuación se analiza más en detalle cada una de estas causalidades. i) Remesas familiares y tasa de interés real La solución del modelo para la tasa de interés real muestra que entre más crecen las remesas familiares ( γ ) mayor es la tasa de interés real ( r ) de la economía, manteniéndose todos los demás parámetros constantes. Esto significa que para una meta inflacionaria dada (φ) y un grado de apertura de la economía (Π), entre 123 más crecen las remesas familiares mayor será la tasa de interés real. La intuición de este resultado va de la siguiente manera: una mayor entrada de remesas familiares obliga al Banco Central a adquirir el exceso de dólares que fluyen a la economía para mantener el tipo de cambio sin variación, como resultado de lo cual, dada una meta inflacionaria, debe esterilizar mayor cantidad de liquidez. Para lograr este objetivo el Banco Central se ve forzado a ofrecer un mayor rendimiento a fin de que los tenedores de liquidez se vean atraídos a adquirir los bonos adicionales. Este proceso finaliza en una tasa de interés real más alta para la economía. Nótese que lo que importa en este caso es una tasa de crecimiento de las remesas por encima del crecimiento del PIB, pues las variables están expresadas como coeficientes de esta última variable. Esta reacción de la tasa de interés real ante la política de esterilización tiene una explicación en el modelo en términos equivalentes de ahorro y tasa de interés real. En realidad cuando el Banco Central aplica su política de esterilización comprando los dólares y luego colocando Certificados, está impulsando a los ciudadanos a que limiten su gasto y aumenten su ahorro, el cual servirá para acumular reservas internacionales por parte del Banco Central y utilizarlas como inversión financiera en el exterior, ganando una tasa de interés. Obviamente, entre más se esteriliza más esfuerzo equivalente de ahorro se demanda de la sociedad y, consecuentemente, le debe corresponder una tasa de interés real más alta. ii) Meta inflacionaria y tasa de interés real La solución de la tasa de interés real expresada en la ecuación x) indica que la relación entre esta variable y la meta inflacionaria establecida por el Banco Central guarda una relación negativa. En la medida en que se aumenta el esfuerzo antiinflacionario, es decir, entre más pequeño es el coeficiente φ, mayor es la tasa de interés real. ¿A qué obedece este resultado? La intuición es sencilla: dada una determinada entrada de remesas que crea un exceso de liquidez en la 124 economía que el Banco Central debe esterilizar, un aumento del esfuerzo antiinflacionario requiere un menor crecimiento de la cantidad de dinero y por lo tanto se crea un exceso aún mayor de liquidez que el inicial, con lo cual la esterilización monetaria aumenta y la mayor colocación de bonos requiere mayor rendimiento real para los tenedores de liquidez. Este es el resultado más importante que motivó la elaboración del presente modelo, porque sirve de base para entender que la causa de por qué la tasa de interés real se elevó significativamente en los últimos años fue el excesivo esfuerzo que el Banco Central realizó para disminuir la inflación, es decir, por la meta tan ambiciosa de bajar la inflación doméstica al nivel internacional. iii) Apertura de la economía y tasa de interés real El grado de apertura de la economía al comercio internacional influye en la tasa de interés real a través de dos canales: como canal de transmisión de la inflación internacional y como vía de escape del exceso de liquidez que provocan las remesas. El primero tiende a aumentar la tasa de interés real y el segundo a disminuirla. Cuando la economía es más abierta, la inflación internacional se transmite más facilmente a la economía doméstica y por tanto exige un mayor grado de liquidez, lo cual conduce a que dada una meta inflacionaria doméstica, haya necesidad de esterilizar mayor cantidad de dinero y con ello a ofrecer mayor rendimiento en los certificados del Banco Central. Por otro lado, un mayor grado de apertura de la economía al comercio internacional permite que la entrada de dólares que provienen de las remesas encuentre una vía más amplia para dirigir el exceso de gasto hacia el exterior, con lo cual el crecimiento de la liquidez interna disminuye. El efecto neto de una mayor apertura de la economía depende de que esté creciendo más: si las remesas familiares crecen más que la inflación internacional, un mayor grado de apertura terminará reduciendo la tasa de interés real. 125 iv) Inflación internacional y tasa de interés real La inflación internacional influye sobre la tasa de interés real en este modelo también a través de dos canales. El primero, es el efecto de la transmisión de la inflación internacional que eleva la inflación doméstica y que obliga a una mayor demanda de liquidez por parte de los agentes económicos, resultando en la necesidad de elevar el rendimiento de los certificados a fin de cumplir con la meta inflacionaria. Este es el mismo efecto indicado en el inciso anterior. El segundo canal entra en este modelo a través de la influencia de la inflación internacional en la definición de la meta inflacionaria doméstica. En la medida en que la inflación internacional es mayor, el esfuerzo antiinflacionario doméstico para alcanzar una meta inflacionaria dada respecto a la inflación internacional y evitar apreciaciones reales de la moneda se reduce, con lo cual la intensidad de la esterilización disminuye, presionando hacia arriba el rendimiento de los bonos del Banco Central. La solución muestra que en el efecto neto predomina este último. En otras palabras, dada una meta inflacionaria relativa a la internacional, una disminución de esta última eleva la tasa de interés real. La solución de la tasa de interés real, presentada en la ecuación x) tiene una representación gráfica sencilla y facil de interpretar. La siguiente gráfica muestra la tasa de interés real como una función de la tasa de crecimiento de las remesas familiares: Gráfico A.1.1 126 Tasa de interés real y remesas familiares r φ2 φ1 r2 (1−Π)β r1 α−β(φ−Π)π m ϒ0 φ 1> φ ϒ 2 Con el objeto de simplificar, en el gráfico se ha sustituido α=α0/α1 y β = m0/α1. El gráfico muestra que a medida que aumenta el crecimiento de las remesas, la tasa de interés se hace mayor, con una pendiente igual a (1−Π)β. Esta pendiente disminuye a medida que Π se acerca a la unidad, es decir, a medida que la economía se abre más al comercio internacional. En otras palabras entre más abierta se hace la economía, más horizontal se hace la gráfica de la tasa de interés real y el crecimiento de las remesas, y el efecto de esta última sobre la primera disminuye. También se aprecia claramente en el gráfico que el intercepto depende de la meta inflacionaria del Banco Central definida por el coeficiente φ. Entre más pequeño es este coeficiente más arriba se encuentra el intercepto, lo cual conduce a una mayor tasa de interés real para una tasa de crecimiento de las remesas dada. Una mayor apertura de la economía tiene dos efectos que influyen de manera distinta sobre la tasa de interés. Por un lado aumenta el intercepto, con lo cual desplaza la curva hacia arriba, pero por el otro disminuye la pendiente de la curva. El efecto de una mayor apertura sobre la tasa de interés real dependerá, como se explicó antes, de cuál de los dos efectos individuales es superior. 127 Una inflación internacional más baja se traduce en un mayor intercepto y, por lo tanto, actúa elevando la tasa de interés real para una tasa de crecimiento de las remesas dada. Es importante también mostrar las soluciones que se obtienen del modelo con política de esterilización en la apreciación real de la moneda y en el crecimiento de las exportaciones. Las soluciones de estas variables en ausencia de políticas de esterilización se presentaron como ecuaciones ii) y iii). En ellas se observaba que en aquel caso surge una apreciación real de la moneda y una disminución del crecimiento de las exportaciones (el mal holandés en su forma tradicional). En el caso de una política de esterilización activa las soluciones de estas dos variables son las siguientes: xi) xii) e r = (1 −φ )π x = η er La ecuación xi) indica que la variación del tipo de cambio real depende de la meta antiinflacionaria, f, la cual normalmente no será inferior a la unidad. Mientras la meta se mantenga por encima de la unidad, el efecto de las entradas de remesas será una apreciación real de la moneda, pues como muestra la ecuación, si φ > 1, la variación del tipo de cambio real, er, será negativa. En ese caso, como muestra la ecuación xii se daría un decrecimiento de las exportaciones, pues er < 0. En el caso extremo en que la meta inflacionaria se fije al nivel de la inflación internacional como ocurrió durante 1997, f se hace igual a la unidad y todo el efecto del mal holandés desaparece de las exportaciones, pues, er = 0, y χ = 0; es decir, cuando la meta inflacionaria se fija al nivel internacional, desaparece la apreciación real de la moneda y el efecto negativo sobre el crecimiento de las exportaciones, pero como vimos antes todo el efecto se concentra en la tasa de interés real. 128 El modelo muestra que los efectos negativos del mal holandés sobre la economía no desaparecen por la política monetaria, solamente se trasladan a otra variable: en caso de ausencia de esterilización el mal holandés se manifiesta en la apreciación real de la moneda y en la pérdida de competitividad de las exportaciones; en el caso de esterilización extrema, el mal holandés se traslada completamente a la tasa de interés real en perjuicio de los costos reales para la inversión y el crecimiento. El modelo muestra, pues, que la política monetaria dispara un intercambio entre apreciación real de la moneda, por un lado, y la elevación de la tasa de interés real, por el otro. 129 CAPITULO 3 UN CRECIMIENTO LIDERADO POR EL CONSUMO Después de la firma de los Acuerdos de Paz, el entorno económico del país se vio beneficiado por un espíritu de bonanza económica, que impulsó fuertemente la inversión privada en el país. Los espíritus animales de los empresarios, como diría John Keynes, resurgieron en esos años, luego de más de una década de estar ausentes por la inseguridad e incertidumbre de los años ochenta que provocó el conflicto armado. La inversión en los tres años que siguieron a la firma de la paz ascendió en promedio a 17.5%, en contraste con los bajos niveles de la década anterior y de los años del segundo quinquenio de la presente década. El efecto de este renacer inversionista sobre la economía nacional fue notable, pues en esos años la economía creció en promedio cerca de 6.5% anual, un crecimiento sobresaliente comparado con los años previos y los años posteriores. ¿Cuáles fueron las bases de ese crecimiento? ¿Fue un crecimiento exportador? ¿Hacia dónde se dirigió la inversión? ¿Cómo se financió la inversión? Cuando se trata de responder a estas preguntas, se observa que la gran caracerística del primer quinquenio de la década fue el auge del consumo. En este capítulo, después de presentar las características del auge de consumo, se trata de dar una explicación de las bases en que se apoyó, indicando que intervinieron varios factores en su determinación: la euforia del consumo al término del conflicto armado, la ampliación del menú de opciones de los consumidores que creó la apertura de la economía; el aumento del ingreso permanente de los receptores de remesas familiares, y la mayor intermediación de recursos que ocurrió con la modernización del sistema financiero. Al final se presenta una interpretación de este auge y se aborda el tema de estabilización y crecimiento económico, que ha estado en la base de las discusiones recientes sobre la economía salvadoreña. En el anexo se presenta un modelo de remesas familiares y ahorro. 129 3.1 El auge del consumo en los noventa Al igual que la gran mayoría de países de América Latina en los noventa, el crecimiento económico de El Salvador estuvo altamente determinado por el crecimiento del consumo privado. El Gráfico 3.1 muestra con gran claridad esta afirmación para la economía salvadoreña. Entre 1992 y 1995, el consumo privado creció a un promedio de 8.5%, y en el último año mencionado llegó a crecer a una tasa superior a 9%; mientras que, por otro lado, el producto interno bruto, aunque también creció fuertemente, sólo lo hizo al 6.8%, es decir, el consumo privado creció cerca de dos puntos porcentuales por encima del crecimiento de la producción. A precios constantes de 1990, el consumo como proporción del PIB se elevó rápida y uniformemente entre 1990 y 1995. En el período indicado esa proporción aumentó 5.8 puntos porcentuales, elevando la propensión media del consumo privado de 88.9% a 94.7%. Esta última cifra señala que de todo el producto interno, el sector privado consumió casi el 95%. En promedio puede decirse que el consumo privado fue aumentando un punto porcentual anual durante el primer quinquenio. Como también puede observarse en la gráfica, la desaceleración de la economía, que se observó después de 1995, fue acompañada por una disminución rápida del crecimiento del consumo privado; mientras entre 1996 y 1999, el producto creció a una tasa promedio anual de 3.0%, el consumo privado lo hizo sólo al 2.2%. Estos indicadores evidencian que la desaceleración de la economía que se observó en la segunda mitad de la década fue, en buena parte, el resultado del agotamiento del consumo privado, después de haber sido el componente que arrastró el crecimiento durante la primera mitad. 130 Gráfico 3.1 Crecimiento del consumo privado y el PIB Porcenta je 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 1991 1992 1993 1994 1995 1996 Consumo priva do 1997 1998 1999* PIB * Proye cción: Progra ma Moneta rio y Fina nciero, versión julio de 1999. Fue nte: Ba nco Ce ntra l de Re serva A la par de esta evolución del consumo privado durante el primer quinquenio, el sector público fue disminuyendo su participación en el consumo del PIB. Ciertamente, en el período en cuestión el consumo público disminuyó 2 puntos porcentuales, cayendo de 10% a 8%. Este movimiento opuesto de los consumos privado y público, resultó en un consumo total cuya participación en el PIB creció 4 puntos porcentuales. En efecto, mientras que en 1990 el 99% de todo el PIB se dedicaba al consumo privado y público, en 1995 este porcentaje había aumentado a 103%. El umbral del 100% se superó en 1994. Es importante tener presente estas cifras en una caracterización de la economía salvadoreña, pues muestra, por un lado, que a partir de 1994 la sociedad salvadoreña consume más de lo que produce; y, por otro, que el dinamismo del crecimiento económico experimentado en esos años se sostuvo de manera significativa en el auge del consumo del período. 131 Lo importante es destacar que entre 1992 y 1995 el consumo privado estuvo expandiéndose rápidamente y que ese proceso tuvo un impacto significativo en el crecimiento de la economía como un todo y en el tipo de crecimiento. Indudablemente, el fuerte crecimiento de la demanda de consumo aumentó el empleo y la producción de este tipo de bienes, lo cual a su vez, como un multiplicador keynesiano, se expandió a los demás sectores de la economía, creando más empleo y producción. Por otra parte, un tipo de crecimiento cuyo estímulo principal lo obtiene del consumo, es proclive a ciclos cortos de auge y declinación, pues la capacidad de los agentes económicos de absorber cada vez más bienes de consumo tiene límite. Gráfico 3.2 Importaciones de bienes de consumo Millones de dólares 1,000 900 800 700 600 500 400 300 200 100 0 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999* * Proyección: Programa Monetario y Financiero, versión julio de 1999. Fuente: Banco Central de Reserva El auge del consumo se manifestó no solamente en las cifras económicas, sino en la evolución del ambiente comercial de los años que siguieron a los Acuerdos de Paz. Ciertamente, una de las diferencias entre el comercio de los años de la guerra y el de después de estos acuerdos, se expresó en la explosión de los grandes supermercados y en la apertura de los menús de productos que en ellos 132 se ofrecía, una gran parte de los cuales era importado. También la renovación del parque vehicular que posibilitó el crecimiento de las distribuidoras de vehículos, facilitando la adquisición de automóviles nuevos (ver Recuadro 3.1), extendiendo los plazos de endeudamiento para reducir las letras mensuales, junto con el auge de la adquisición de viviendas nuevas, son otros indicadores de la realidad del auge del consumo de esos años. El auge de la demanda de viviendas y su agotamiento se encuentran descritos en el Capítulo 1 La observación de la cuenta de importaciones de bienes de consumo permite precisar un poco más sus características. El Gráfico 3.2 es elocuente sobre el cambio que experimentaron las importaciones de consumo en los años noventa. Después del decaimiento que éstas experimentaron en los años ochenta a consecuencia del conflicto, alcanzando el punto más bajo en 1986, la recuperación de su nivel inicial se alcanzó al final de la década. El verdadero auge del consumo ocurrió a partir de 1992. Entre ese año y 1995 el valor en dólares de las importaciones de consumo se duplicó. La cifra anterior no refleja suficientemente el amplio crecimiento de las importaciones de consumo, pues las importaciones de vehículos, que deberían de clasificarse como bienes de consumo duradero, se clasifican como bienes de capital. Ciertamente, las importaciones de bienes de capital para el transporte pasaron de tener una participación del 8% del total de las importaciones en 1991 a 14.5% en 1995. Por supuesto que no todas esas importaciones son vehículos, pero una gran parte de ellas sí lo son. 133 RECUADRO 3.1 El auge del consumo y la expansión vehicular Durante los noventa fue notorio el crecimiento que experimentó el parque vehicular en El Salvador. En los años ochenta, debido al conflicto armado y a las dificultades existentes entonces para importar, el número de vehículos se mantuvo casi estable, creciendo el parque apenas en 4% a lo largo de la década. En los noventa, sin embargo, el parque vehicular comenzó a crecer explosivamente. Sólo en los primeros tres años aumentó el 68%. Se calcula que en 1996 el parque vehicular ascendía a 392 mil vehículos, dos veces y media más que al principio de la década. La densidad vehicular en ese año llegaba aproximadamente a 66 vehículos por cada 1,000 habitantes. Es posible que estos valores estén subestimando el parque vehicular, pues el estudio Plan Maestro de Transporte Vehicular en el AMSS estimaba en 1997 un total de 542, 000 automotores. El crecimiento desmedido del parque vehicular, sobre todo de vehículos usados, ha sido el resultado, en buena parte, del patrón de consumo que tomó forma en los primeros años de la década, impulsado por el final del conflicto que selló el acuerdo de paz de 1992, y de la ejecución del programa de modernización de la economía. La reducción de los impuestos a la importación, la privatización de la banca y la expansión del crédito, así como el flujo de remesas familiares, son los factores principales que incidieron en el auge del consumo mencionado. El auge del consumo, la reactivación del empleo y un sistema de transporte público ineficiente, inseguro y desordenado resultaron en la expolosión vehicular que se aprecia diariamente en las congestiones continuas de las calles de San Salvador, en los altos costos en que se incurre para movilizarse por la ciudad y en la contaminación del aire que respiran los salvadoreños. 134 Gráfico del Recuadro 3.1 Evolución del parque vehícular (miles de vehículos) 500 391.7 400 323.8 254.4 300 200 220.7 145.7 242.4 151.4 100 0 1980 1990 1992 1993 1994 1995 1996 Fuente : Toma do de Esta do de la Na ción en desa rrollo huma no, 1999 , Los cuatro años, pues, que transcurrieron de 1992 a 1995 observaron una fuerte expansión, tanto del consumo agregado del sector privado como del consumo importado de bienes finales y de bienes duraderos. Como el gráfico mismo muestra, el consumo importado después de 1995 se congeló en el primer año y luego reanudo su crecimiento, pero a una marcha más lenta que en los años anteriores. El sostén principal del crecimiento de la economía en esos años, pues, fue el auge experimentado por la demanda de consumo. 3.2 Más consumo y más ahorro: un producto de las remesas familiares Una consecuencia normal de un auge del consumo es la caída del ahorro. En el caso de El Salvador la situación es distinta, ambas variables crecen como porcentaje del PIB simultáneamente. Ya se vio antes el aumento del consumo. El Cuadro 3.1 muestra la evolución del ahorro en los noventa. Allí se aprecia que entre 1990 y 1995 el ahorro nacional como porcentaje del PIB aumentó 12 puntos 135 porcentuales, compuesto por un aumento de 9 puntos en el ahorro privado y 3 puntos del ahorro público −hasta 1991 el sector público fue un desahorrador neto−. Como resultado del creciente ahorro nacional, impulsado por los crecientes ahorros público y privado, y del menor crecimiento de la inversión59, el ahorro externo fue disminuyendo rápidamente, manteniéndose en niveles inferiores a 3% después de 1992. Cuadro 3.1 Evolución del ahorro (Como % del PIB1) 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999* 5.2 11.8 15.5 17.1 18.7 17.5 13.2 15.3 15.8 15.3 Privado 5.5 12.6 15.3 16.3 15.0 14.3 11.3 13.4 14.8 15.3 Público −0.3 −0.8 0.2 0.8 3.7 3.2 1.9 1.9 1.0 0.0 6.6 3.6 3.0 1.5 1.0 2.6 2.0 −0.4 0.8 1.8 Ahorro nacional Ahorro externo 1 Producto Interno Bruto a precios corrientes. * Proyecciones: Programa Monetario y Financiero, versión julio 1999. Fuente: Cuenta de ingresos y producto nacional, Banco Central de Reserva. ¿Qué explica el auge del consumo y el aumento del ahorro? Hay varios factores que confluyeron para impulsar un fuerte consumo en los noventa. El análisis que sigue a continuación se apoya en el modelo que aparece en el Apéndice de este capítulo. Lo que sigue es un resumen de algunas de las características resultantes de ese modelo. El modelo de consumo y ahorro que se presenta en el Apéndice muestra una economía en donde parte de los individuos reciben remesas desde el exterior y el resto solamente vive de sus ingresos del trabajo. Se supone que los que reciben remesas familiares valoran más el consumo actual y menos el ahorro que los que 59 El ahorro externo es la diferencia entre el ahorro nacional y la inversión. Constituye el ahorro que se requiere del resto del mundo para financiar la parte no financiada de la inversión con ahorros nacionales. Esta variable es una medida del desequilibrio del sector externo. 136 no las reciben. Partiendo de esta estructuración, el modelo recoge dos hechos característicos del funcionamiento de la economía salvadoreña: elevación del ahorro y auge de consumo. El modelo facilita la interpretación de los comportamientos observados de estas dos variables en la presente década. El modelo muestra que como porcentaje del PIB ambas variables tienden a aumentar al elevarse las remesas familiares. En otras palabras, el aumento de remesas a la vez que contribuye a elevar el ahorro para financiar la inversión, también contribuye a impulsar un auge de consumo. El modelo también muestra la importancia de la valoración subjetiva que los individuos hacen del consumo actual en relación con el consumo futuro60, es decir, qué tanto es más importante para el individuo el consumo actual que el consumo futuro. Cualquier factor externo que altere subjetivamente esa valoración que los individuos hacen de los consumos futuro y presente puede alterar su decisión de asignación de su ingreso en consumo y ahorro. En este sentido, un auge del consumo puede ser el efecto de un cambio subjetivo de los consumidores. Un resultado interesante que aparece en el modelo en cuestión es el hecho que los individuos que reciben remesas familiares destinan más al consumo cuando tienen la expectativa de que el flujo de remesas lo continuarán recibiendo en el futuro, y menos cuando lo perciben como un ingreso adicional de corta duración61. Esto significa que las remesas familiares se traducen mayormente en aumento de consumo que en ahorro, cuando los individuos que reciben remesas familiares ven este flujo como uno permanente y no como uno temporal, ya sea porque tienen la expectativa de que esos ingresos continuarán llegándoles a El Salvador por largo tiempo, o porque después de estarlos recibiendo durante un tiempo se han formado la 60 Esta valoración subjetiva del consumo presente en relación con el consumo futuro se conoce en la jerga económica como la tasa intertemporal de preferencias de los consumidores. Entre más alta es esta tasa, la valoración futura disminuye y el consumo presente tiende a aumentar y viceversa. Esto explica que aunque no aumente el ingreso de una persona su consumo puede aumentar como resultado de un aumento de esta tasa subjetiva. 61 Este resultado es consistente con la teoría del ingreso permanente, que indica que cuando un aumento de ingreso es temporal se dedica una gran parte al ahorro y, en consecuencia, el consumo casi no varía; por el contrario, cuando el aumento es permanente el gasto destinado al consumo aumenta en igual medida que el ingreso, y el ahorro casi no varía. 137 expectativa de que emigrarán a los Estados Unidos, en donde continuarán recibiendo ese nivel de ingresos por su trabajo en aquél país. En resumen, el auge del consumo puede haber sido causado por cualquiera de los siguientes factores: el aumento de la tasa subjetiva de preferencia intertemporal de los consumidores entre consumo presente y futuro; el aumento del flujo de remesas familiares que además impulsa el ahorro; y la percepción de los receptores de que el flujo de remesas es un aumento permanente de sus ingresos. A continuación presentaremos cuatro desarrollos ocurridos en el entorno salvadoreño que pueden haber tenido incidencia significativa sobre la evolución del consumo durante la presente década: la firma de los Acuerdos de Paz, la reforma arancelaria, la fuerte entrada de remesas y la liberalización financiera. En cada uno de ellos se identificará su potencial incidencia para alterar algunos de los tres factores que antes hemos identificado como determinantes del consumo y del ahorro. 3.2.1 El fin del conflicto, el programa de modernización de la economía y la euforia del consumo. Después de una década de restricciones económicas en los ochenta, en que la capacidad de importar del país se vio considerablemente limitada, principalmente en la primera mitad de la década, la salida del conflicto y su oficialización a través de la firma de los Acuerdos de Paz, operó como un disparador de las expectativas de un futuro más promisorio para el país, al conformar la estabilidad política necesaria para las inversiones, y dio paso a la lucha electoral para alcanzar el poder, al convertirse la ex guerrilla en un partido político con opción a la dirección política del país. El principal efecto de la estabilización política se reflejó en las expectativas de los inversionistas en relación con las posibilidades de hacer negocios en el país. 138 Desde 1992, la inversión privada como proporción del PIB fue aumentando en promedio un punto porcentual hasta alcanzar el máximo de 17% en 1995. No existen datos oficiales sobre el destino de estas inversiones, pero es natural suponer que se dirigieron a los sectores que tuvieron más auge en esos años, y entre ellos destaca el comercio y la construcción, como indicamos en un capítulo anterior, ambos relacionados con el consumo. RECUADRO 3.2 La tasa de preferencia intertemporal del consumidor La teoría económica afirma que el consumo presente de una persona depende de su ingreso, de la tasa de interés que recibe por sus ahorros y de su tasa de preferencia intertemporal. Entre más alto es el ingreso, mayor tiende a ser el consumo presente; una mayor tasa de preferencia intertemporal significa que el agente valora más el consumo presente respecto al consumo futuro e induce al consumidor a elevar su consumo presente; en lo que respecta a la tasa de interés, la relación es ambigua. Para entender el rol de la tasa subjetiva de preferencia intertemporal, a continuación se muestra un modelo en el cual un individuo vive dos períodos: en el primero es joven, recibe ingresos (w1), consume (c1) y ahorra para su consumo en el segundo período, cuando está viejo (s1), sobre el cual gana intereses (r1). El individuo obtiene utilidad de su consumo presente (u(c 1)) y utilidad de su consumo futuro (u(c 2)). Su problema es tratar de obtener la máxima utilidad de los consumos presente y futuro, aplicando una tasa subjetiva de preferencia intertemporal (k) y sujeto a sus restricciones presupuestarias: max u( c1 ) + k−1 u( c2 ) sujeto a: 139 c1 + s1 = w1 c2 = ( 1 + r1 ) s1 La solución de este problema resulta en que la utilidad marginal del consumo presente tiene que ser igual a la utilidad marginal del consumo futuro traída al presente por la tasa de preferencia intertemporal del consumidor: u´ (c1 ) = k−1 ( 1 + r1) u´(c2 ) El lado izquierdo indica en cuanto aumenta la utilidad del consumidor por aumentar hoy su consumo en una unidad; el lado derecho, en cuanto aumenta la utilidad del consumidor si se deja de consumir una unidad hoy, la cual gana intereses hasta el futuro, pero que para ser comparables tiene que traerse al presente aplicándole la tasa de preferencia intertemporal. En equilibrio ambos aumentos deber ser iguales y el consumidor será indiferente entre ambas opciones. Entre mayor es la tasa de preferencia intertemporal, la utilidad marginal en el futuro deberá mantenerse más alta en el punto óptimo, lo cual se logra limitando el consumo futuro por la existencia de utilidad marginal decreciente, llevando a más consumo en el presente, desestimulando el ahorro, y viceversa. Un auge del consumo puede resultar entonces de un aumento en la tasa de preferencia intertemporal de los individuos, con lo cual se reduce la valoración subjetiva del consumo futuro y se aumenta la presente. La tasa de preferencia intertemporal, entonces, es un parámetro subjetivo que establece las valoraciones relativas del consumo presente y futuro del individuo. Un individuo que posee un ingreso y que tiene que decidir cuánto gasta en consumo hoy y cuánto ahorra para consumirlo en el futuro, se encuentra ante una decisión cuyo resultado dependerá de la valoración presente que hace de la utilidad de consumir en el futuro. Por ejemplo, una persona previsora que valora más el futuro tiene una tasa de preferencia intertemporal baja, con lo cual tiende a 140 favorecer la austeridad presente y el ahorro; mientras que una persona con una tasa alta favorece el consumo presente en detrimento del ahorro. La hipótesis explicativa es que el final del conflicto, elevó la valoración subjetiva del consumo presente de los individuos en relación con la valoración subjetiva del consumo futuro, con lo cual se aumentó el consumo presente en detrimento del ahorro presente y del consumo futuro. El fin del conflicto armado y todas las expectativas que trajo consigo la reforma económica y política pudo haber aumentado la tasa de preferencia intertemporal de los consumidores, provocando un efecto euforia del consumo durante esos años. El paso de un período de restricciones al consumo en los ochenta, resultado de la incertidumbre y de las dificultades económicas del momento, a un período que arranca con el fin del conflicto y la firma de los Acuerdos de Paz y las reformas económicas con las que se inició la década, que anunciaban la apertura de la economía, la privatización de la banca y el fortalecimiento del rol del mercado, que impulsaron fuertemente la perspectiva de modernización económica, crearon el optimismo que pudo haber impactado en un auge del consumo, aumentando la valoración del consumo presente, es decir, aumentando la tasa de preferencia intertemporal (ver Recuadro 3.2). El entorno político y económico que se fue conformando a principios de la década, pues, pudo haber sido uno de los factores que le dieron energía al impulso del consumo de la primera parte de esta década. 3.2.2 La apertura de la economía y la ampliación del menú de opciones de los consumidores Una de las reformas económicas de esta década más rápidamente aplicadas fue la apertura de la economía a la competencia de las importaciones. La descripción de esta reforma se encuentra detallada en el Capítulo 1 y en su Apéndice. 141 A la altura de 1992, el menú de opciones para los consumidores se había ampliado enormemente en comparación con la década anterior. Los centros comerciales comenzaron a construirse a una velocidad que no se había visto anteriormente y sus estantes y los de los supermercados se abarrotaron de productos sofisticados importados. La competencia para la industria local se intensificó. La política cambiaria, por su parte, que ancló el tipo de cambio nominal después de 1992 y la mayor inflación doméstica en relación con la de nuestro principal suplidor de productos importados, Estados Unidos, volvió estos productos cada vez más atractivos para los consumidores. Hay dos canales a través de los que la apertura de la economía y la amplición del menú de productos disponible para los consumidores pudo haber influido en el auge del consumo. El primero, la mayor disposición de productos pudo haber provocado un cambio en la tasa intertemporal de preferencias, aumentando el consumo presente; es decir, los consumidores pudieron haberse visto impulsados a valorar más el consumo presente al encontrarse con una gama más sofisticada de productos y a todos los beneficios colaterales que los centros comerciales y supermercados modernos le traían a los consumidores, por ejemplo, el disfrutar de un paseo familiar en un centro comercial moderno, una práctica bastante observada en nuestro país. El segundo mecanismo es de una naturaleza distinta y tiene que ver con la credibilidad de las reformas económicas. Se ha observado en las experiencias de reformas económicas en América Latina, que en aquellos casos en que la apertura comercial no generó la credibilidad necesaria en términos de su sostenibilidad −cuando los agentes económicos vieronla apertura como un esfuerzo que no se sostendría y que existiría alguna probabilidad de hechar marcha atras por las presiones de los sectores que se favorecen del proteccionismo− , el consumo presente se disparó por la decisión de los consumidores de aprovechar la disponibilidad de importaciones mientras duraba. Vista hacia atras, la apertura no retrocedió en ningún momento aunque sí se frenó 142 la estrategia de 1995 de eliminar completamente los aranceles a las importaciones, como se describió en el Capítulo 1. Lo importante para este análisis es la percepción que tenían los agentes económicos cuando la apertura comercial recién se había iniciado. La insuficiente credibilidad de la política de apertura comercial eleva el consumo presente al aumentar el precio esperado por los consumidores de las importaciones futuras en relación con el precio de las importaciones contemporáneas, lo cual resulta de su expectativa de que la reforma pueda hechar marcha atrás, en cuyo caso el arancel a la importación se eleva y el precio aumenta. En nuestro modelo sencillo este fenómeno se capta en la elevación de los precios relativos, representado en el modelo por la tasa de interés. Por medio de los dos mecanismos que hemos indicado antes, la apertura de la economía pudo terminar impulsando el deseo de los individuos de elevar su consumo presente, por la ampliación del menú de opciones de consumo que impulsó una rápida modernización comercial en ese período y por la credibilidad incompleta de la reforma misma creada en los agentes económicos. El primer mecanismo operando a través de la mayor valoración del consumo presente; el segundo, transmitiendo su efecto sobre el consumo a través de elevar el precio esperado de las importaciones futuras. Dos mecanismos de transmisión distintos. Aunque existan las condiciones antes señaladas para el aparecimiento de un auge de consumo, éste se puede frustrar, si no existen recursos económicos que lo sostengan, es decir, por la restricción presupuestaria del país. En el caso salvadoreño, esta restricción se volvió más laxa debido a la disposición de un flujo casi permanente de remesas familiares. 3.2.3 Las remesas familiares y el aumento del ingreso permanente. 143 El auge del consumo ocurrió en el primer quinquenio de los noventa, particularmente después de la firma de los Acuerdos de Paz. Este es precisamente el período en que el crecimiento de las remesas fue extraordinario. En 1990 y 1991 las remesas crecieron en promedio casi 60% en cada año, con lo cual más que se duplicaron en esos dos años; todavía en 1992 el crecimiento fue de 32%. Como resultado, en los cuatro años que van de 1990 a 1993, las remesas familiares casi se cuadruplicaron, y como porcentaje del PIB se elevaron dos veces y media. Desde finales de 1992 han representado un ingreso al país no menor del 10% de todo su producto interno bruto, lo cual ha expandido considerablemente la capacidad de consumir y de ahorrar del país. La forma en que las remesas familiares pueden impulsar un auge del consumo, sin embargo, no es simple, pues las decisiones de consumo y ahorro son tomadas por individuos que tratan de elevar su bienestar con estas decisiones. El modelo que se presenta en el Apéndice ayuda a entender el comportamiento del consumo y del ahorro en El Salvador en los años noventa. Es una versión de la teoría del ingreso permanente adaptada al caso de ingreso por remesas familiares. La intuición del modelo destaca el efecto diferenciado de un ingreso adicional temporal o permanente sobre el consumo y el ahorro. Un aumento de los ingresos de un individuo por medio de más remesas, lo obliga a enfrentarse al dilema de cuánto de todo su ingreso − los ingresos provenientes de su trabajo y de las remesas− gastar en consumo y cuánto ahorrar. Indudablemente, entre mayor es el ingreso por remesas familiares, mayor será el monto que podrá gastar tanto en consumo como en ahorro. Si el individuo sabe que ese ingreso adicional que ha recibido por remesas no volverá a ocurrir en el futuro, entonces su decisión de cómo distribuir su ingreso tenderá a favorecer el ahorro, con la intención de distribuir ese ingreso adicional por remesas en un período más largo. Si, por el contrario, el individuo tiene la expectativa de que esas remesas continuarán llegando de manera sostenida en el futuro, su decisión tendrá otras 144 características. Su expectativa implica que el flujo de remesas se ha convertido para él en un ingreso permanente, lo cual le permite cambiar su programa de gasto en consumo y ahorro en favor del primero. La razón fundamental es que si espera recibir el ingreso adicional por remesas en el futuro, ya no necesita ahorrar tanto frente a la incertidumbre del futuro. Esta reprogramación de gasto en consumo y ahorro se acopla al más alto nivel de vida esperado, resultante de sus expectativas de ingresos por remesas más permanentes. Una hipótesis plausible para explicar el efecto que las remesa familiares tuvieron en la elevación del consumo y en el crecimiento de ahorro es que los receptores han tendido a formarse expectativas de que sus ingresos por remesas familiares serán permanentes. Lo que es importante es que el fenómeno de la emigración de salvadoreños, principalemente hacia Estados Unidos, ha conformado en los familiares que han permanecido en El Salvador la expectativa de una mejora permanente de sus ingresos. Esta hipótesis puede justificarse de dos maneras: la primera, la más directa, que cada individuo receptor de remesas se haya formado la expectativa de que ese flujo continuará por mucho tiempo, y, en ese sentido, el flujo de remesas ha elevado su nivel del ingreso permanente; la segunda, la más indirecta, que algunos individuos se hayan formado la expectativa que en el futuro cercano continuarán recibiendo el ingreso por remesas y que en el futuro más mediato también ellos emigrarán y que al final terminarán ganando tanto como el familiar que actualmente se encuentra en Estados Unidos. En este último caso también el nivel de ingreso permanente ha experimentado un alza. El punto a destacar es que cuando el individuo tiene expectativas de continuar recibiendo ingresos por remesas, su ahorro será menor y su consumo mayor que cuando no tiene esas expectativas. Las remesas familiares, pues, impulsaron el gasto en consumo de los salvadoreños, y lo impulsaron más en la medida en que se fueron formando expectativas de que ese ingreso adicional continuaría llegando en el futuro. El segundo modelo en el Apéndice muestra una economía en que sólo parte de la población recibe remesas familiares. Allí se muestra que el consumo como 145 porcentaje del producto aumenta tanto por el aumento de las remesas corrientes, como por el aumento de las remesas esperadas en el futuro. Al mismo tiempo se muestra que el ahorro nacional como porcentaje del producto aumenta por el aumento de las remesas corrientes, pero disminuye por el aumento esperado del ingreso futuro de remesas. Esta es una hipótesis plausible de por qué en El Salvador se dio un auge de consumo al mismo tiempo que el ahorro nacional aumentó, pero no tanto como se habría esperado en un contexto de fuerte y sostenido flujo de remesas familiares hacia la economía. Los datos que hemos presentado sobre el ahorro muestran que el ahorro interno de la economía cayó fuertemente en los noventa. Este hecho ha llamado la atención de algunos analistas y que han mostrado su preocupación por tal tendencia. El ahorro interno se ha definido como el esfuerzo de ahorro que se hace a partir solamente de lo producido internamente, sin tomar en cuenta las remesas familiares, y se calcula restando las remesas familiares al ahorro nacional. La disminución del ahorro interno ha sido utilizada para cuestionar la capacidad de ahorro de los salvadoreños. Si bien el ahorro de los salvadoreños es bajo comparado con otros países como Chile, esta conclusión no se puede derivar de la disminución del ahorro interno, pues como se muestra en el Apéndice, el ahorro interno disminuye a medida que aumenta el flujo de remesas familiares corrientes y aumentan las expectativas sobre el flujo futuro. La caída de ahorro interno es, pues, un resultado normal de una economía con ingreso de remesas familiares. Lo que debe destacarse es que a pesar del aumento significativo de las remesas familiares en estos años, el ahorro nacional, que es la variable que importa, no el ahorro interno, no creció suficientemente, y esto se explica en una parte por el fenómeno de las expectativas del ingreso permanente de remesas familiares. 146 Las remesas familiares, pues, son uno de los factores que incidió en el auge de consumo experimentado en los noventa; el modelo mostrado en el Apéndice sirve de marco lógico para entender la manera en que este proceso se llevó a cabo. 3.2.4 La modernización del sistema financiero y la intermediación de los recursos. El impacto de la privatización de la banca en el crecimiento del sector financiero ha sido notable. Este ha sido uno de los sectores de mayor dinamismo en los noventa. Entre 1990 y 1997 el sector financiero creció a una tasa promedio anual de 11.9%62, en cambio el PIB creció en el mismo período a una tasa promedio anual de 5.2%; es decir, en esos años el sector financiero llevó una velocidad promedio de crecimiento un poco más del doble del de toda la economía. El rápido crecimiento del sector se aprecia en la evolución de los agregados monetarios en el período, los cuales se muestran en el Gráfico 3.3. Entre 1991 y 1999, mientras el medio circulante, M1 −las monedas y billentes en poder del público, conocido como el numerario en público− y los depósitos a la vista −los depósitos en cuenta corriente−, sólo se duplica hasta ¢10,000 millones, M2, que se diferencia de M1 porque incluye el cuasidinero −depósitos de ahorro y a plazos−, se quintuplica hasta cerca de ¢50,000 millones. Esto significa que las formas de dinero como los depósito de ahorro y a plazos han crecido significativamente durante la década: el cuasidinero ascendió en junio de 1999 a ¢36,700 millones. 62 Los datos utilizados para calcular esta tasa son los reportados en las revistas trimestrales del Banco Central de Reserva bajo la categoría de Establecimientos Financieros y Seguros 147 Gráfico 3.3 Evolución de los agregados monetarios (millones de colones) 60,000 50,000 40,000 30,000 20,000 10,000 0 1991 1992 1993 1994 1995 M1 M2 1996 1997 1998 1999* M3 * Proyección: Programa Monetario y Financiero, versión julio de 1999. Fuente: Banco Central de Reserva El gráfico 3.4 muestra la tendencia de mediano plazo de la inflación y del crecimiento del dinero. En primer lugar, entre 1992 y 1994, el dinero creció por arriba de 20%, mientras que después de 1996 convergió rápidamente a un dígito. Este comportamiento es el resultado del efecto combinado de la disminución de la inflación y del menor crecimiento de la actividad real en el segundo quinquenio. Por otra parte, la profundización financiera medida como la cantidad de dinero por unidad de valor agregado (M2/PIB) ha crecido modestamente desde 1992 hasta 1999 en sólo 6 puntos porcentuales. 148 Gráfico 3.4 Crecimiento del dinero Porcentajes 50 40 30 20 10 0 1992 M2 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Inflación (Variación dic. a dic.) 1999* M2/ PIB * Proyección: Programa Monetario y Financiero, versión julio de 1999. Fuente: Banco Central de Reserva Un cambio notable se ha dado en la composición del ahorro financiero, como se observa en el Gráfico 3.5. El ahorro financiero aumentó de ¢9686.2 millones en 1991 hasta ¢41,472.8 en 1999. En esta expansión fueron los depósitos a plazo los que más crecieron, pasando de ¢4,065.2 millones en 1991 a ¢25,526.6 millones en 1999, es decir, este tipo de depósitos se multiplicaron casi por 6 en la década. El movimiento descrito hizo que desde 1995 hasta la fecha los depósitos a plazo representen casi el 60% de todo el ahorro financiero. La tendencia muestra que la confianza de los agentes económicos en la estabilidad macroeconómica aumentó significativamente en los noventa, particularmente en la estabilidad de la moneda. Si las expectativas de los ahorrantes fueran de devaluación, sus depósitos se moverían hacia las cuentas de corto plazo o hacia los depósitos en monedad extranjera. Por supuesto, este aumento de la credibilidad en la estabilidad macroeconómica se explica por el compromiso que el Banco Central ha puesto en mantener el tipo de cambio fijo. 149 Gráfico 3.5 Estructura del ahorro financiero (Porcentaje) 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 A la vista De ahorro A Plazos Fuente: Elaboración propia con cifras del Banco Central de Reserva El siguiente cuadro muestra que a la par de un fuerte crecimiento de los pasivos del sistema financiero se desenvolvió un fuerte crecimiento del crédito al sector privado. Cuadro 3.2 Evolución del crédito de bancos y financieras a las empresas privadas (Porcentaje) Ta sa de crecimiento 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 37.0 20.7 28.2 32.2 14.4 19.2 11.7 Fuente: Calcula do con base a datos de la Revista del Ba nco Central de Reserva , va rios a ños. Hasta 1995 el crédito de los bancos y las financieras a las empresas se mantuvo creciendo a tasas muy superiores a las que se muestran después de ese año. 150 Obsérvese, por ejemplo, que en 1995 el crédito aumentó en 32%, mientras que el dinero, M", sólo créció 13% (ver Gráfico 3.4). Como bien señala la teoría monetaria, en un régimen de tipo de cambio fijo, cuando el crédito crece por encima de la demanda de dinero, las reservas internacionales netas se reducen (ver Recuadro 3.3); esto es lo que se observó a finales del primer quinquenio −entre 1991 y 1995 las reservas internacionales netas de los bancos y financieras pasó de un saldo positivo de $48 millones a un saldo negativo de $263 millones−. Este saldo negativo se mantuvo con ligeras variaciones alrededor de −$200 millones durante el segundo quinquenio. Lo que es importante señalar es que la expansión del crédito constituyó, en gran parte, el combustible que hizo viable el auge del consumo que se experimentó en esos años. La expansión del crédito tomó fuerza en esos años, tanto por la política crediticia del Banco Central como por el dinamismo que experimentó el sistema financiero después de la privatización. Como veremos más adelante, este episodio que menguó a partir de mediados de 1995, tuvo implicaciones para el resto de la década en la medida en que el crecimiento desmedido del crédito dejó al sector privado altamente endeudado con poca capacidad de demanda y a la banca nacional con una cartera con alto potencial de volverse irrecuperable. Lo primero se tradujo en un traslado de activos extraordinarios hacia los bancos, provenientes de las empresas y de los individuos endeudados con la banca sin capacidad de pagar, y, lo segundo, en una cartera en deterioro progresivo que incrementó la mora bancaria un poco arriba de 7% a finales de 1999. RECUADRO 3.3 Crédito y reservas internacionales en una economía con régimen de tipo de cambio fijo. El tipo de cambio fijo establece los límites de lo que la política monetaria puede y no puede hacer. En un régimen de tipo de cambio fijo la autoridad monetaria 151 (BCR) tiene que garantizar el cambio de la moneda al valor establecido con anterioridad; en el caso de El Salvador, este cambio se ha establecido en ¢8.72 por US$ a la compra y ¢8.79 por US$ a la venta. Para poder garantizar este nivel de cambio, la autoridad monetaria debe estar lista a vender o comprar dólares cada vez que haya un exceso de demanda u oferta de dólares en el mercado. Lo anterior significa que la autoridad monetaria estará inyectando o extrayendo colones a la economía para poder mantener el tipo de cambio fijo. La oferta de dinero, es decir, la liquidez en el mercado, entonces, varía según haya exceso de demanda o de oferta de dólares por parte de los agentes económicos (consumidores y productores) y estos excesos no dependen de la voluntad de la autoridad monetaria, sino de como se está comportando la actividad económica. En otras palabras, la autoridad monetaria no puede controlar la oferta de dinero de la economía. Esto quiere decir que el BCR en concreto no puede decidir por sí solo cuanta oferta de colones habrá en la economía. La conclusión anterior es importante mantenerla presente, pues indica que en aras de mantener el tipo de cambio fijo, la política monetaria tiene que sacrificar el control del dinero. Lo contrario ocurre en un régimen de tipo de cambio flotante. Veamos cuáles son las implicaciones de esta situación de tipo de cambio fijo. Supongamos que de acuerdo a como está la actividad económica los agentes económicos han decidido mantener una cierta cantidad de activos monetarios (colones) y que la autoridad monetaria decide ampliar la liquidez de la economía. En primer lugar, la expansión de la liquidez se puede intentar por medio de la expansión del crédito, ya sea al sector privado o al sector público, por ejemplo, reduciendo el encaje legal, o bien redimiendo bonos del BCR previamente vendidos a los bancos o directamente a los agentes económicos. Si éste es el caso, los agentes económicos se encontrarán con exceso de activos monetarios y procederán a demandar dólares ya sea para colocarlos en el exterior o para realizar importaciones. El exceso de demanda de dólares lo satisfará el BCR 152 vendiendo dólares a cambio de colones, con lo cual la expansión inicial en colones que había iniciado el BCR queda eliminada gradualmente. El resultado final, entonces, es que aunque el BCR intentó ampliar la liquidez de la economía, el esfuerzo se frustró, pues gradualmente la liquidez volvió al nivel deseado por los agentes económicos. Sin embargo, aunque la liquidez volvió a su nivel inicial, durante el proceso descrito una cantidad en dólares equivalentes a la expansión en colones se fue del país. En un régimen de tipo de cambio fijo, pues, la liquidez de la economía la establecen los agentes económicos de acuerdo con sus deseos y cualquier intento del BCR de variarla sólo se convierte, después de algún tiempo, en variación de reservas internacionales. Una expansión del crédito, por ejemplo, no alterará finalmente la liquidez de la economía, pero hará que la economía pierda reservas internacionales. Una reducción del crédito, por el contrario, no reducirá la liquidez de la economía, pero hará ganar reservas internacionales. La conclusión anterior tiene dos implicaciones importantes. La primera, que la política monetaria es incapaz de alterar permanentemente la liquidez de la economía y, en consecuencia, de influir sobre la demanda de bienes y servicios. Por ejemplo, un choque externo temporal de reducción de exportaciones no puede contrarrestarse con una política de expansión de la demanda interna mediante la política monetaria para evitar el desempleo temporal. La segunda, que el BCR debe mantener un crecimiento del crédito en armonía con el crecimiento de la liquidez de la economía, el cual a su vez depende del crecimiento real de la economía y del crecimiento de los precios. Un tipo de cambio fijo vuelve imposible mantener una política de excesiva expansión crediticia, pues la pérdida de reservas internacionales pondrá en riesgo la sostenibilidad del régimen de tipo de cambio fijo. 153 Las ideas anteriores se pueden resumir identificando tres períodos en la evolución monetaria de los últimos tres años. En 1993 el crédito se expandió en correspondencia con la expansión de la demanda de dinero, con lo cual las reservas internacionales mantuvieron un comportamiento estable y acorde con las necesidades de sostenibilidad de un régimen de tipo de cambio fijo. Durante la mayor parte de 1994, esta correspondencia se rompió por la expansión excesiva del crédito, impactando negativamente en el crecimiento de las reservas internacionales. Aquí se marcó un comportamiento no acorde con las necesidades de un régimen de tipo de cambio fijo. Sin embargo, la variable que requería ajuste era una variable sobre la cual las autoridades monetarias pueden ejercer considerable control, el crédito. Durante 1995, la no correspondencia en cuestión se agravó por la disminución acelerada de la tasa de crecimiento de la demanda de dinero, con lo cual las reservas internacionales llegaron incluso a decrecer. La demanda de dinero, sin embargo, no es controlable por la política monetaria, lo cual exige un freno más drástico a la expansión del crédito. Tomado de Rivera Campos, Roberto: Mal holandés y políticas económicas, Boletín de Estudios Económicos y Sociales, FUSADES, marzo de 1996. 154 Gráfico del Recuadro 3.3 Sistema Bancario (Variación anual) Porcentajes 60 Crédito a Empresas y Particulares 50 40 30 20 10 RIN M2 0 −10 I II III IV I 1993 II III IV I 1994 II III IV I 1995 II III IV I 1996 II III IV I 1997 II III IV I 1998 II III IV 1999 Fuente: Elaborado por FUSADES con base en información semanal sobre la liquidez de la economía; varios números, BCR. A mediados de 1995 fue necesario, por sanidad monetaria de cara a la pérdida de reservas internacionales que se estaba experimentando en el sector privado, frenar el excesivo crecimiento del crédito observado entre 1992 y 1994. Aún durante el primer semestre de 1995 el crédito estuvo creciendo a tasas superiores al 40%. Las medidas adoptadas al respecto por el Banco Central a partir de agosto de 1995 fueron las siguientes: se elevó el encaje legal de los depósitos del sector público hasta 35%, para lo cual el encaje legal de los depósitos en cuentas de ahorro se elevó un punto porcentual semanal desde 20% hasta alcanzar el 35% después de 15 semanas, y el encaje legal de los depósitos en cuenta corriente se llevó con igual procedimiento, desde 30% hasta 35%. Al mismo tiempo se limitaron los montos que cada institución pública podría tener en un banco y el monto que cada banco podría tener de los depósitos totales del sector 155 público. Se argumentó que esta última medida evitaría la presión hacia arriba en la tasa de interés, que provocaba la capacidad de negociación por mayores tasas de interés de las instituciones públicas por los elevados montos de sus depósitos en los bancos y financieras. La siguiente gráfica muestra la intervención que tuvo que mantener el Banco Central colocando certificados para regular la expansión del dinero después de mediados de 1995. Gráfico 3.6 Colocación de titulos para regulación monetaria Millones de c olones Porc entaje 6,500 18 6,000 16 5,500 14 5,000 4,500 12 4,000 3,500 10 3,000 8 2,500 6 2,000 1,500 4 1,000 2 500 0 0 E M M J 1995 S N E M M J S N E M M J S N E 1997 1996 M M J S N E M 1998 Tasas de interés pasiva 180 días M J S 1999 Titulos Fuente: Banco Central de Reserva La esterilización monetaria se hizo más intensa a partir de enero de 1996, alcanzando el punto más alto en el segundo semestre de 1996. Este proceso, de aumentos de encaje legal y de mayor colocación de títulos del Banco Central, que ayudo a contener la expansión del crédito y el auge del consumo, contribuyó también a elevar la tasa de interés desde mediados de 1995. 156 Una característica destacable de la expansión crediticia en el primer quinquenio fue su orientación predominante hacia los sectores que producen bienes no exportables, es decir, hacia los servicios, la construcción, el transporte y el comercio interno y de importación. Esta evolución del crédito al sector privado es compatible con los resultados mostrados en Rivera Campos (1996), en donde se desarrolla un modelo que explica que en una economía con flujos importantes de remesas familiares, los precios relativos se mueven en favor de los sectores que producen bienes no exportables y en detrimento de los exportables. Sin duda, en una economía de mercado de asignación privada del crédito, éste se orientará mayormente hacia los sectores que más lo demanden y, en las circunstancias particulares de El Salvador, debido a los flujos de remesas familiares, éstos fueron los sectores productores de bienes no exportables, pues ellos fueron los más rentables. La asignación sectorial del crédito se aprecia en el siguiente cuadro. Gráfico 3.7 Estructura del destino del crédito (Porcentaje) 100% Préstamos personales 90% 80% Servicios 70% Comercio 60% Comercio de exp. 50% Construcción 40% Industria 30% 20% Agropecuario 10% Otros 0% 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Fuente: Revista trimestral, Banco Central de Reserva, varios años. 157 El gráfico anterior es ilustrativo de la dinámica de la asignación del crédito. A partir de 1992 el crédito bancario se orientó en mayor medida a aquellos sectores que más representan la producción de productos no exportables. Los sectores agropecuario, industria manufacturera y comercio de exportación que están más vinculados a las exportaciones redujeron su participación en la asignación del crédito; mientras que aquellos que representan actividades no exportables, como el crédito personal, los servicios, el comercio no de exportación y la construcción, aumentan su participación notablemente desde un poco más de 40% hasta un poco más de 50%. El crédito a la industria y a la agricultura se reduce de 50% en 1992 a cerca de 35% en 1995 y a menos de 30% tres años más tarde. En el sector financiero, pues, ocurrieron dos movimientos importantes en los noventa. El primero fue la expansión que el sector experimentó en esos años, impulsado por la privatización bancaria y por el dinamismo del crecimiento de la economía, que resultó tanto de las reformas económicas y del ambiente de paz, como de la entrada de remesas familiares. Esto se expresó en el crecimiento del tamaño de los bancos, en el crecimiento de los agregados monetarios y en el del ahorro financiero del período. El segundo movimiento fue una importante reorientación de la asignación del crédito, dándole mayor participación a los sectores que producen bienes y servicios no exportables, como la construcción, los servicios y el comercio de bienes no exportables. Este movimiento fue el resultado de que el modelo económico (Rivera Campos, 1996) ha orientado los incentivos en favor de estos sectores, elevando sus precios relativos, su rentabilidad y, por tanto, la demanda de créditos desde estos sectores, a la cual los bancos, buscando mayor rentabilidad y menos riesgo, se acomodaron por el lado de la oferta del crédito. El resultado fue una intermediación de los recursos que financió el auge de la demanda de bienes de consumo que se desarrolló entre 1992 y 1995. 3.3 Una interpretación del auge del consumo 158 Durante el primer quinquenio de los noventa, El Salvador experimentó un fuerte impulso de crecimiento con tasas superiores en algunos años al 7%. Posteriormente, entrando a la segunda mitad de la década el impulso mencionado perdió energía y el crecimiento en 1996 bajó a 1.8%, lo cual muestra, en el contexto de toda la década, los efectos de una rápida desaceleración del dinamismo económico. Una característica notable del comportamiento cíclico del desenvolvimiento económico de estos años fue el auge y la posterior desaceleración del consumo privado. Ciertamente, el auge del consumo fue uno de los factores que estuvieron en la base del rápido crecimiento de inicios de la década. ¿Cómo se explica el auge del consumo que se experimentó en esos años? La siguiente es una interpretación de conjunto que resulta de la articulación de los factores que individualmente se sugirieron anteriormente y que impactaron de distintas maneras sobre el consumo. Indudablemente, la incertidumbre de los años ochenta, provocada por las condiciones políticas del conflicto, asi como la precariedad de la situación económica de esos años − primeramente una fuerte contracción económica y después un notorio estancamiento de la actividad productiva, así como la inestabilidad macroeconómica−, junto con una débil capacidad de importar, actuaron para poner límites, tanto por el lado de la demanda como por el lado de la oferta, para el consumo de la sociedad. Las condiciones políticas y económicas se conjuntaron para producir una especie de "represión del consumo" en los ochenta. El fin del conflicto y la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, complementado con las reformas económicas de inicios de la década, además de crear expectativas de mayor estabilidad política y económica, finalizaron también con la "represión del consumo" de la década anterior e impulsaron una especie de "euforia del consumo" a inicios de los noventa. Como ya se sugirió antes, las expectativas optimistas sobre el futuro, así como la ampliación del menú de opciones de consumo importado, creada como resultado 159 de la rápida apertura de la economía a la competencia internacional, incentivaron el consumo presente en contra del ahorro y del consumo futuro de los individuos, es decir, aumentaron la tasa de preferencia intertemporal del consumo. Asimismo, se ha argumentado en párrafos anteriores que la apertura comercial, en la medida que pudo ser percibida con insuficiente credibilidad, pudo abaratar los productos importados en relación con el precio esperado por los consumidores en el futuro, y, en ese sentido, pudo impulsar el deseo de elevar el consumo de ese momento a costa del ahorro y del consumo futuro. Todos estos factores sólo explican el impulso que pudo haber cobrado el deseo de consumir más, pero hubo otro conjunto de factores que facilitaron financieramente la realización del auge del consumo. Estos factores son las remesas familiares y la liberalización del sistema financiero. A la par que las remesas elevaron el consumo de las familias receptoras, también constituyeron un flujo de recursos que posibilitaron financiar el exceso de consumo que los individuos deseaban realizar. Las remesas constituyeron, de esta manera, la contrapartida financiera necesaria del auge del deseo de consumir, estimulado por los factores antes mencionados. Además de estimular el consumo, tanto doméstico como importado, las remesas cerraron la brecha deficitaria comercial provocada por el exceso de importaciones de los salvadoreños en relación con las exportaciones. Las remesas familiares sirvieron en este sentido para estimular y para financiar un exceso de importaciones equivalentes a más de 10% del PIB en estos años. De esta manera resultó el auge del consumo de la primera parte de la década. La finalización del conflicto y la reforma económica crearon una especie de "euforia de consumo", debido a las expectativas optimistas sobre el futuro que infundieron en los consumidores. El flujo ampliado de remesas familiares, a la vez que fue causa de impulso del consumo, proveyó la contrapartida financiera requerida para ejecutar los planes de consumo deseados por los individuos. La liberalización del 160 sistema financiero, la competencia en el sector, que llevó a introducir nuevos instrumentos para financiar el consumo, y a estrategias de crecimiento bancario que tenían el consumo como uno de sus pilares, y la política monetaria de expansión del crédito a las empresas y las familias hasta tasas anuales de más de 40% en algunos períodos, facilitaron la intermediación de los recursos financieros necesarios para que el auge del consumo se desarrollara rápidamente. Por su parte, la apertura de la economía puso a disposición de los consumidores un amplio menú de opciones de consumo. El auge del consumo fue el resultado natural de esta combinación de factores. El ahogo posterior del crecimiento de la economía se alimentó con el rompimiento de la burbuja consumista a mediados de 1995. 3.4 Estabilidad y crecimiento: persistencia de la desaceleración El año 1995 fue un año excelente en lo que a estabilidad y crecimiento se refiere, según las cifras de cierre de año: la economía creció 6.3%, el déficit fiscal prácticamente finalizó en equilibrio (−0.1%), la inflación llegó a 11.4% y el sistema financiero reportó importantes utilidades y baja mora en su cartera de préstamos. Parecía ser, entonces, que lo que hacía falta era reducir la inflación a un dígito, lo cual se consideraba inminente, y, efectivamente, fue lo que ocurrió ya en 1997, cuando ésta cayó hasta 1.9%. No obstante, desde mediados de 1995 el crecimiento ya había comenzado a mostrar pérdida de energía. En efecto, aunque en términos anuales el crecimiento económico fue alto en ese año, durante el segundo semestre ya se había desacelerado por las razones que se señalaron en los capítulos anteriores, y fue el elevado crecimiento del primer semestre el que mantuvo alto el crecimiento anual. Desde entonces se ha observado progreso en la inflación, aumento del déficit fiscal, caída de la rentabilidad de los bancos, deterioro de su cartera y persistencia del lento crecimiento de la producción. Después de 4 años de este comportamiento dual de éxito en la inflación y falla en el crecimiento de la producción, la discusión ha comenzado a presentarse en 161 términos de estabilidad contra crecimiento. Varios son los temas que se han discutido sobre esta dualidad. El exceso de política antiinflacionaria frena el crecimiento. Se ha argumentado que el exceso de política antiinflacionaria es una de las causas de la desaceleración de la economía. Se ha señalado que los costos de la desinflación no son los mismos, si se parte de un nivel alto que si se parte de un dígito. En el último caso, el esfuerzo antiinflacionario de la política monetaria tiene un significativo costo en términos de menor crecimiento. Ciertamente, desde 1995 la inflación se ha traído desde 11.4% hasta 1.9% en 1997 y a cerca de 0% en 1999, mientras, por el otro lado, el crecimiento de la economía ha estado disminuyendo significativamente desde entonces: se espera que en 1999 la tasa de crecimiento se encuentre abajo de 2.5%. A propósito del efecto negativo sobre la producción y el empleo de un esfuerzo antiinflacionario, cuando la inflación ya se encuentra en un dígito, el mecanismo de transmisión puede ser la tasa de interés real, lo cual eleva el costo real de los recursos financieros destinados a la inversión, frenando el crecimiento. En el capítulo 2 se presentó un análisis de la forma en que el esfuerzo antiinflacionario ha elevado desde 1997 la tasa de interés real. Allí se argumentó que en la medida que el Banco Central mantiene la política de baja inflación se ve obligado a aumentar el nivel de esterilización monetaria, debido al fuerte flujo de remesas familiares en un marco de tipo de cambio fijo. Para poder realizar la esterilización de la liquidez de la economía, la tasa de interés que ofrecen los Certificados de Administración Monetaria del Banco Central tiene que ser suficientemente atractiva para que los poseedores de liquidez estén dispuestos a desprenderse de ella. De esta manera, el Banco Central presiona la tasa de interés nominal hacia arriba, o, al menos, no deja que baje, y dada la disminución inflacionaria, la tasa real de interés: la tasa nominal menos la inflación, se eleva, encareciendo el costo real de los recursos financieros para los inversionistas. Así, pues, a través de su incidencia en la tasa de interés, la política monetaria influye sobre la pérdida de 162 energía del proceso inversionista, y, con ello, sobre la persistencia del lento crecimiento y del bajo empleo. Mantener tan baja la inflación, en consecuencia, puede ser una de las causas que mantienen ahogado el proceso de crecimiento económico: la estabilidad puede tener efectos negativos sobre el crecimiento. El ahogamiento anterior no debería ocurrir, si la política económica fuera consistente con el régimen adoptado de tipo de cambio fijo. La consistencia exige que las finanzas públicas se encuentren en equilibrio, para generar suficiente ahorro que financie la inversión pública. Si esto no ocurre, el exceso de demanda de recursos por parte del gobierno termina presionando adicionalmente la tasa de interés, con lo cual contribuye al ahogamiento de la actividad productiva. Pero desde 1995 las finanzas públicas en vez de mantenerse en equilibrio han continuado deteriorándose gradualmente −en 1999 se espera que el déficit fiscal termine alrededor de 3%−, recurriendo cada vez más al financiamiento privado de sus gastos. El panorama en esta dirección no es alentador, porque en el horizonte de los próximos años el Gobierno tendrá que enfrentar el problema de transferencias de recursos del sistema de pensiones a las Administradoras de Fondos Pensiones, lo cual asciende en total a cerca del 8.5% del PIB de un año y representará una sustancial presión fiscal. Los planes del Ministerio de Hacienda son que para hacer frente a esta erogación elevará la carga tributaria a 13%. Un cálculo simple de los próximos años muestra que con la erogación de las pensiones, existen dos escenarios de referencia: uno en el que la carga tributaria se eleva conforme a los planes del gobierno, en cuyo caso el déficit fiscal termina en el 2004 en 1.5%; otro en el que la carga tributaria se mantiene al nivel actual de 11% y el déficit fiscal se eleva hasta cerca de 5% al final del período de la presente administración. En este último caso, la estabilidad macroeconómica se habría perdido. En cualquier caso, sin embargo, el panorama de los próximos años es uno de dificultades fiscales. De tal manera, pues, que de no generar ahorros públicos por la vía de reducir los gastos públicos, las cuentas fiscales continuarán siendo incompatibles con la 163 mantención de un régimen de tipo de cambio fijo, incompatibilidad que se expresará en un ahogamiento de la actividad productiva y del empleo. La reforma del sector público es fundamental para liberar la presión fiscal sobre el crecimiento. La persistencia del lento crecimiento es una amenaza para la estabilidad. Existe una tendencia a pensar que la estabilidad macroeconómica puede estar bien, mientras el crecimiento económico puede persistentemente estar mal. Esta independencia entre el crecimiento económico y la estabilidad macroeconómica no existe, pues entre ambos componentes se dan retroalimentaciones que las vuelve dependientes. Una de esas retroalimentaciones es la que se da a través de las finanzas públicas, como indicamos en los párrafos anteriores. En la medida que el esfuerzo antiinflacionario es excesivo, el crecimiento tiende a frenarse, con lo cual los ingresos tributarios caen y, dado el gasto público, el déficit fiscal tiende a ampliarse. Esto es lo que explica en buena parte la ampliación que el déficit fiscal ha experimentado después de 1995 cuando la economía se desaceleró. Otro canal de retroalimentación es el que resulta a través del sistema financiero. La persistencia del lento crecimiento pone en dificultades a muchas empresas, cuya demanda se debilita, y a ciudadanos, que pierden el empleo. La capacidad de recuperación de préstamos por parte de los bancos se reduce debido a la insolvencia de las empresas y de los ciudadanos, y, como resultado, la cartera de los bancos se deteriora, dando paso a riesgos para la estabilidad macroeconómica. Esto es lo que ha ocurrido desde 1995. Desde que la economía perdió energía muchas empresas han cerrado −los ejemplos de las distribuidoras de vehículos, las constructoras y otras empresas comerciales e industriales ilustran este problema−, el desempleo se ha ampliado y la mora de los bancos se ha ido extendiendo rápidamente en los últimos años: desde el primer trimestre de 1995 la morosidad promedio de los bancos, medido como préstamos vencidos entre préstamos brutos aumentó de 3% hasta 7.5% a finales de 1999. Por supuesto, algunos bancos se encuentran con mayor morosidad y otros con 164 menos. Como consecuencia, la rentabilidad de los bancos disminuyó significativamente en ese período, obligando, tanto la morosidad como la reducción de la rentabilidad, a que un banco quebrara a finales de 1998, y a que otros se vendieran o fusionaran con bancos más grandes, en un proceso de fusiones que ha cobrado fuerza durante los últimos dos años. ¿Es la persistencia del lento crecimiento un problema coyuntural o tendencial? Una consideración importante que hay que hacer es la que se ha planteado en la pregunta que encabeza este párrafo. Indiscutiblemente el segundo quinquenio de los noventa ha experimentado a nivel mundial una serie de perturbaciones provenientes de varias crisis financieras internacionales que pueden explicar en alguna medida la desaceleración de la economía salvadoreña: la crisis de México a finales de 1994, que se difundió hacia el sur durante el siguiente año; la crisis asiática de mediados de 1997, que contribuyó a frenar el ritmo de crecimiento de la economía mundial; y la crisis de Rusia de mediados de 1998, que se contagió hacia Brasil. Si la naturaleza de la desaleración económica es puramente el efecto de estos impactos, provenientes de un entorno internacional que entra en crisis, entonces la naturaleza de la desaceleración sería coyuntural y se esperaría que una vez que el entorno internacional se recuperara, que la economía volviera al ritmo de crecimiento que experimentó en el primer quinquenio. En este caso solamente habría que esperar. Pero podría ser que la economía salvadoreña se esté ajustando a un ritmo normal de crecimiento menor que el experimentado en el primer quinquenio, digamos que se esté ajustando a una tasa normal entre 3% y 4%, lo cual podría ser el resultado de un enfriamiento de los motores del crecimiento. Este podría ser el caso de una pérdida del ritmo de ganancias de productividad de la economía salvadoreña, provocada por la prolongación de la crisis del sector agrícola, el bajo nivel persistente de inversión y la baja capacidad de exportar. El enfriamiento de los motores de crecimiento se habría puesto de manifiesto una vez que la burbuja de consumo se reventó en 1995. 165 Conclusiones La economía salvadoreña experimentó dos momentos en la década de los noventa. Un primer momento corresponde al primer quinquenio, en el que la economía creció a una tasa promedio superior a 6%, y un segundo momento se inició a mediados de 1995 y se extiende hasta finales de la década, en el que la economía ha crecido muy lentamente a tasas no mayores de 3% en promedio. En este capítulo se ha argumentado que el dinamismo de la primera parte de la década se alimentó del auge del consumo que tuvo lugar en esos años, después de la firma de los Acuerdos de Paz. Se identifican cuatro factores que explicarían las fuentes de energía del auge señalado: la euforia del consumo que apareció luego de terminado el conflicto armado, la ampliación del menú de opciones de los consumidores con la apertura de la economía, el aumento del ingreso permanente de los receptores de remesas familiares, y la mayor intermediación de recursos que ocurrió con la modernización del sistema financiero. El capítulo concluye que parte del combustible lo encontró el auge de consumo en una política monetaria de expansión crediticia durante esos años, en algunos de los cuales el crédito llegó a crecer hasta tasas anuales de 42%, luego de lo cual fue necesario, debido a la pérdida de reservas internacionales, ajustar rápidamente hacia abajo la política monetaria para permitir un crecimiento más adecuado al ritmo de expansión de la demanda de dinero por parte de los agentes económicos. Esta política ocurrió precisamente en el momento de inflexión de la dinámica económica que pasaba de rápido a lento crecimiento a mediados de 1995. En otras palabras, el lento crecimiento actual, con las consecuencias sobre el desempleo, el cierre de empresas y de deterioro de la cartera de los bancos, es todavía parte del ajuste que ha debido enfrentar la sociedad por el excesivo desbordamiento del crecimiento de los primeros años. 166 Tres consideraciones pueden hacerse sobre la relación entre estabilidad y crecimiento. La primera, que el exceso de política antiinflacionaria en un marco de tipo de cambio fijo en el cual la situación fiscal es deficitaria, podría estar contribuyendo a ahogar el crecimiento económico, a través de encarecer los recursos financieros para la inversión, provocado por las mayores tasas reales de interés. La segunda, que la persistencia del lento crecimiento se ha convertido en una amenaza contra la estabilidad macroeconómica, tanto por el deterioro de las finanzas públicas, debido a la disminución de la recaudación tributaria, como por el deterioro de las carteras de los bancos, que ha resultado de la insolvencia de algunas empresas por la caída de la demanda y de la ampliación del desempleo. La tercera, que la disminución del ritmo de crecimiento, aunque si bien tiene componentes coyunturales, como, por ejemplo, la serie de crisis financieras internacionales, tiene características tendenciales que indicarían que la economía se está ajustando a un menor ritmo normal de crecimiento, resultado de un bajo crecimiento de la productividad, producto de años de deterioro de la agricultura y de años de bajas tasas de inversión y de exportación. 167 APENDICE MODELO DE REMESAS FAMILIARES Y AHORRO 1. El rol de las expectativas sobre la temporalidad o permanencia de la recepción de remesas familiares. Supongamos un individuo que vive dos períodos, que trabaja en el primer período y recibe un ingreso por su trabajo (W1) y remesas familiares por una cantidad R1. En el segundo período el individuo vive de su ahorro (S1) del primer período que gana una tasa de interés (r). En el primer período el individuo se forma expectativas de las remesas que recibirá en el segundo período de su vida (E(R2)). El individuo trata de maximizar su utilidad obtenida de consumir C1 en el primer período y C2 en el segundo. La función de utilidad es separable y la utilidad del segundo periódo es descontada por medio de la tasa de preferencia intertemporal k. El problema que resuelve el individuo es el siguiente: Maximizar U(C1) + k−1 U(C2) Sujeto a: C1 + S1 = W1 + R1 C2 = (1 + r ) S1 + E(R2) La solución de este modelo establece que la utilidad marginal del primer período debe ser igual al valor presente de la utilidad marginal del segundo período: U´ (C1) = k−1 ( 1 + r ) U´ (C2) Si asumimos que la función de utilidad es de la forma U(C) = C α , donde 0 < α < 1, la ecuación anterior se convierte en: C1 = { k−1 (1 + r )}1/α−1 C2 Sustituyendo las restricciones del presupuesto en la ecuación anterior y simplificando algebraicamente se obtienen las soluciones para el ahorro: 168 S1 = 1 [k −1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 1 (W 1 + R1)− [k [k −1 −1 (1 + r )]α −1 1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 1 E (R 2) La solución muestra que el ahorro del individuo depende tanto del ingreso del trabajo como de las remesas que recibe en el primer período y de las expectativas que él se forma sobre las remesas que recibirá en el segundo período. Obsérvese que las remesas recibidas en el primer período actúan sobre el ahorro de manera positiva, pero que las expectativas futuras de remesas inciden en el ahorro de manera negativa, es decir disminuyéndolo. Una simplificación de la expresión del ahorro se logra suponiendo que la tasa intertemporal de preferencias es igual al inverso de la tasa de interés: k = (1 + r)−1. En ese caso la ecuación se reduce a: S1 = 1 ( 2+r W1 + R1 ) − 1 2+r E(R2) En la última expresión se puede apreciar con más claridad que el ahorro depende de si las expectativas del individuo sobre el flujo de remesas que recibe son de naturaleza temporal o permanente. Si las expectativas son que las remesas serán temporales, es decir, que las remesas sólo se recibirán en el primer período, E(R2) = 0, el ahorro se expresa por la siguiente ecuación: S1 = 1 ( 2+r W1 + R1 ) Si por el contrario, las expectativas del individuo son que las remesas que recibe son permanentes, es decir que continuará recibiéndolas en el segundo período, supongamos, de igual magnitud que en el primer período: E(R2) = R1, el ahorro viene dado por: S1 = 1 2+r W1 Las implicaciones del modelo de las remesas sobre el ahorro son importantes. Cuando los individuos que reciben las remesas familiares no tienen expectativas de que continuarán en el futuro, parte de ellas se ahorran, y el ahorro total aumenta. En este caso la propensión al ahorro de las remesas viene dado en el 169 caso simplificado por 1/(2+r). En el caso más general se observa que depende tanto de la tasa intertemporal de preferencias como de la tasa de interés. Cuando los individuos, por el contrario, esperan que continuarán recibiendo las remesas familiares en el futuro, el ahorro decae. Si las expectativas son que las remesas familiares en el futuro serán de igual magnitud que las del presente, todas ellas se dedican al consumo, es decir, la propensión marginal al ahorro de las remesas familiares es cero. Si las expectativas son que las remesas familiares crecerán en el futuro, incluso no sólo no contribuyen al ahorro, sino que además inducen a ahorrar menos del ingreso del trabajo. Cuando las expectativas, pues, son, como pareciera ser en el caso de El Salvador, que las remesas continuarán fluyendo e incluso creciendo, un auge de consumo puede ser el resultado en la economía nacional. Esta es una hipótesis, cuya evidencia empírica requiere de estudios microeconómicos que arrojen datos sobre las expectativas de los receptores de remesas acerca de su futuro nivel de ingreso. 2. Un modelo en que sólo una parte de la población recibe remesas familiares Supongamos una economía formada por dos individuos que viven dos períodos, uno que recibe remesas en el primer período y tiene expectativas de recibirlas en el segundo período, y otro que no recibe ni tiene expectativas de recibirlas. Utilizando un asterísco para indicar las variables del individuo receptor de remesas, el problema de consumo y ahorro de esta económía se puede representar con el siguiente problema: 170 i) El problema del individuo que no recibe remesas: Maximizar U(C1) + k−1 U(C2) Sujeto a : C1 + S1 = W1 C2 = (1+r) S1 ii) El problema del individuo receptor de remesas: Maximizar U(C*1) + k−1 U(C*2) Sujeto a: C*1 + S*1 = W*1 + R1 C*2 = (1+r) S*1 + E(R2) Aplicando la metodología de solución de este problema que se aplicó en el modelo anterior a cada uno de los individuos se tienen las siguientes soluciones: S1 = C1 = S *1 = [k 1 [k −1 [k −1 [k (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 C *1 = 1 [k [k −1 −1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 −1 (1 + r )]α −1 1 (1 + r )]α −1 (1 + r ) + 1 1 −1 W 1 1 (W * 1 + R1)− (1 + r )]α −1 [k (1 + r )W [k −1 −1 (1 + r )]α −1 1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 1 E (R 2) 1 (1 + r )]α −1 (1 + r ) + 1 1 [(1 + r )(W *1 + R1)+ E(R2 )] Nótese que las soluciones de consumo de ambos individuos muestran que la solución es consumir una fracción del valor futuro de los ingresos corrientes y 171 esperados. En el caso del individuo receptor de remesas, el valor futuro de sus ingresos está conformado por sus ingresos en el primer período −los ingresos de su trabajo y las remesas que recibe multiplicadas por la tasa de interés más el ingreso esperado de remesas para el segundo período. En el caso del otro individuo, el valor futuro está conformado únicamente por el ingreso de su trabajo multiplicado por la tasa de interés. El ahorro total y el consumo total de esta economía se forma por la suma de los ahorros y consumos de ambos individuos respectivamente. S= 1 [k −1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 1 C= [k [k −1 −1 (W 1 + W *1 + R1)− (1 + r )]α −1 [k [k −1 −1 (1 + r )]α −1 1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 1 E(R2 ) 1 (1 + r )]α −1 (1 + r )+ 1 1 [(1 + r )(W 1 + W * 1 + R1)+ E (R 2)] Obsérvese que la suma de los ingresos del trabajo de ambos individuos constituye el producto de esta economía, aunque su ingreso es mayor debido a la entrada de remesas familiares. El ahorro y el consumo como porcentaje del producto se obtiene dividiendo ambas ecuaciones por W1 + W*1, lo cual da como resultado: s= 1 [k −1 (1 + r )] (1 + r )+ 1 1 (1 + t1)− α −1 c= [k [k −1 −1 (1 + r )]α −1 [k [k −1 −1 (1 + r )] 1 α −1 (1 + r )] (1 + r )+ 1 1 E (t 2) α −1 1 (1 + r)] (1 + r )+ 1 1 [(1 + r )(1 + t1)+ E (t 2 )] α −1 donde s y c representan el ahorro y el consumo como porcentaje del producto −lo que generalmente llamamos el ahorro como porcentaje del PIB− y t1 y E(t2) son 172 las remesas corrientes y las expectativas de remesas futuras como porcentajes del producto . La última de las ecuaciones muestra por qué el consumo en relación al producto aumenta a medida que aumentan las remesas familiares, tanto si aumentan las remesas corrientes como si lo hacen las expectativas de las remesas futuras. Nótese también que la propensión marginal a consumir de las remesas depende inversamente del valor de k (la tasa de preferencia intertemporal); es decir, entre más pequeña es esta tasa mayor será el consumo nacional. Esto significa que cualquier fenómeno que disminuya la tasa de preferencia intertemporal, es decir que valorice más el consumo presente aumentará el consumo total. Como en todos los modelos intertemporales de consumo cada individuo dedica al gasto en consumo una fracción del valor presente del ingreso esperado a lo largo de su vida. Esa fracción está determinada por los valores de su tasa de preferencia intertemporal, un parámetro subjetivo, y por la tasa de interés de la economía, un parámetro objetivo. Respecto al ahorro como porcentaje del producto, obsérvese que éste aumenta con el aumento de las remesas corrientes, pero disminuye con las expectativas de que se continuará recibiéndolas. También obsérvese que una disminución de la tasa de preferencias intertemporales disminuye el ahorro como porcentaje del producto, tanto a través de las remesas corrientes como a través de las expectativas sobre las remesas futuras. Una de los aspectos del ahorro que ha preocupado a los analistas en los noventa es el hecho que lo que se ha llamado el ahorro interno, que resulta de restar las remesas familiares al ahorro nacional, cayó rápidamente a principios de la década y se ha mantenido a niveles alrededor del 2% del PIB− se ha expresado en algunas ocasiones que el ahorro interno expresa el esfuerzo de ahorro a partir solamente de la producción interna−. El modelo anterior nos muestra que éste es un resultado normal de una economía receptora de remesas. Si a la ecuación de ahorro como porcentaje del producto le restamos el coeficiente de las remesas 173 como porcentaje del producto, t, y simplificamos, obtenemos la siguiente expresión para el ahorro interno, si: si = 1 [k −1 (1 + r )] (1 + r ) + 1 1 α −1 − [k [k −1 −1 (1 + r )] 1 α −1 (1 + r )] (1 + r )+ 1 1 [(1 + r )t1 + E (t 2 )] α −1 La solución para el ahorro interno muestra que éste mantiene una relación inversa tanto con las remesas familiares corrientes como con las expectativas de ellas en el futuro. Esto indica que a medida que aumentan las remesas familiares el ahorro interno tiene que caer. Esta caída es más intensa cuando la tasa de preferencia intertemporal es más pequeña, es decir, cuando el consumo presente tiende a valorarse más que el consumo futuro. Nótese que el ahorro interno está conformado por dos partes: la primera, el ahorro nacional como porcentaje del producto si no hubiera ingreso por remesas; la segunda, el consumo que se realiza como una fracción del ingreso por remesas corriente y esperado, el cual se deduce del primer coeficiente. A medida que ese ingreso aumenta la deducción aumenta y el ahorro interno se reduce. 174 CAPITULO 4 CRECIMIENTO Y POBREZA EN EL SALVADOR: LOS DOS GRANDES DESAFÍOS ¿Cuál es el panorama de la economía salvadoreña en el largo plazo? En este capítulo se hace una evaluación de los dos grandes temas de la economía salvadoreña: el crecimiento y la pobreza. Para ello, con el objeto de no quedar atrapado en la perspectiva coyuntural de lo que ocurrió en los años noventa, se toma distancia y se presenta un análisis de lo que ha ocurrido con el crecimiento económico en las últimas 4 décadas. En términos generales la economía salvadoreña creció significativamente en los sesenta, mantuvo un crecimiento moderado en los setenta, enfrentó la crisis política de los ochenta y comenzó a recuperarse en los noventa. En ese horizonte de largo plazo, ¿qué tanto avanzó la producción, y qué tanto se fortaleció el proceso de ahorro e inversión que lo sostuvieron?, ¿de qué manera ha evolucionado la productividad de los procesos económicos?, ¿cuáles son las tendencias de las relaciones entre capital y trabajo, ligados a la tendencia de la productividad? Estas son algunas de las preguntas que se intenta responder en la primera parte del capítulo. En la segunda parte se elabora un diagnóstico del estado de la pobreza, la distribución del ingreso y el PIB percápita y sus relaciones con los indicadores de desarrollo humano y de pobreza humana. Un Apéndice sobre la situación de la infraestructura se presenta al final. 4.1 Un crecimiento económico muy volátil En las últimas cuatro décadas El Salvador ha pasado del ejercicio de un modelo de industrialización por sustitución de importaciones con un rol bastante importante del Estado en la orientación del desarrollo económico, hacia uno de crecimiento orientado principalmente por el mercado. En estos cuarenta años, al crecimiento económico le ha faltado continuidad, observándose grandes fluctuaciones dominadas no por los naturales ciclos económicos, sino más bien 176 por crisis políticas −el conflicto con Honduras y el debilitamiento del Mercado Común Centroamericano a finales de los sesenta, y el conflicto armado interno de los años ochenta− y por cambios estructurales −el cambio del modelo de sustitución de importaciones por el de mercado en los noventa. Las fluctuaciones de largo plazo se observan en el Cuadro 4.1. La primera característica que destaca es la falta de uniformidad del crecimiento. Ciertamente, se observa que después de un fuerte crecimiento en los sesenta, el dinamismo comienza a decaer progresivamente hasta contraerse en los ochenta y recuperar parte de la energía en la última década. Aunque la década de los setenta como un todo muestra una tasa de crecimiento promedio anual de 4.0%, el verdadero dinamismo de la década fue mayor que lo que esa cifra indica, pues 1979 ya fue un año que experimentó los efectos de la incertidumbre del conflicto armado que ya estaba en ciernes. Al eliminar 1979 del computo, el crecimiento de esa década asciende a 5.0%. Aun así, es obvio que el proceso de crecimiento perdió energía al pasar de los sesenta a los setenta, producto del debilitamiento del MCCA y de la pérdida de capacidad de continuar impulsando la sustitución de importaciones. Nótese el decaimiento de la producción industrial, aun excluyendo 1979, la manufactura se redujo casi a la mitad en los setenta en relación con los sesenta. El modelo estaba experimentando agotamiento. Cuadro 4.1 Crecimiento económico por décadas (Porcentaje) 177 Sesenta PIB 1 Agricultura Setenta 3 Ochenta Noventa 5.9 4 (5.0) −0.9 5.2 3.6 3.3 (3.6) −2.3 1.5 8.6 2.9 (4.5) −1.5 4.9 2 Industria manufacturera 2 1: El c re c imiento e n los noventa c o mp re nd e d e 1990 a 1997 2: El c re c imiento e n los noventa c o mp re nd e d e 1990 a 1996 3: Entre p a rénte sis se muestra la ta sa d e c re c im iento e xc luyend o 1979 p o r ser a ño a fec ta d o p or e l c onflic to soc ia l Fuente: Co misió n Ec onó mic a p a ra Americ a La tina , Istmo Ce ntroa meric a no: Serie s Históric a s Ma c ro ec o nóm ic a s, 1996; y Ba nc o Ce ntra l d e Reserva . La otra característica que destaca es que la recuperación en los años noventa no logró alcanzar el dinamismo del modelo de sustitución de importaciones en su auge, pues en esta década de reformas para impulsar el modelo de libre mercado el crecimiento promedio (5.2%) ha sido inferior al que se experimentó en la mejor época de la sustitución de importaciones (5.9%). No obstante, aunque el crecimiento de los noventa no ha superado al de los sesenta, hoy la economía tiene más estructura de mercado que entonces: es más abierta, los precios obedecen más a las fuerzas del mercado, parte de la infraestructura ha pasado a manos privadas: telecomunicaciones y distribución de energía eléctrica, y eso hace esperar que en la modificada estructura de funcionamiento de la economía se encuentre encerrada más potencia de crecimiento para el futuro de la que existía en la vieja estructura de funcionamiento; sin embargo, al final de cuentas el modelo de mercado todavía debe mostrar su superioridad en los resultados de crecimiento y en su capacidad de enfrentar más efectivamente el problema de la pobreza. En los 37 años que transcurrieron entre 1960 y 1997 la economía salvadoreña creció a una tasa promedio anual de 3.0% −escasamente superior al crecimiento poblacional−, una tasa a todas luces insuficiente para enfrentar los grandes 178 problemas de este país. El gráfico siguiente ilustra la evolución del crecimiento anual en esos años y muestra cuáles han sido los momentos más dinámicos. 179 Gráfico 4.1 Crecimiento económico en el largo plazo (Porcentaje) 15 12 9 6 3 0 −3 −6 −9 −12 −15 1960 1963 1966 1969 1972 1975 1978 1981 1984 1987 1990 1993 1996 1999 Fuente: CEPAL, Op. Cit y BCR. Visto en el largo plazo el crecimiento de los noventa no resulta tan extraordinario, pues resulta moderado respecto al dinamismo que experimentó la economía en los años sesenta, particularmente en el primer quinquenio. Sobrepuestos sobre los grandes quiebres estructurales o sociales que se mencionaron antes, la economía ha mostrado ciclos de negocios bien marcados que son recurrentes: un primer auge se extiende de 1962 hasta 1966, y es seguido por un valle que cubre de 1967 hasta 1971; luego es seguido por dos picos que corresponden al primero y segundo quinquenio de los setenta, interrumpidos por un freno en 1975. Este mismo comportamiento es el que predomina en los noventa. El auge de crecimiento se extiende 4 años, entre 1992 y 1995 y es seguido por una declinación del crecimiento que se desarrolla desde 1996 hasta la fecha. Esta observación podría inducir a afirmar que en condiciones normales de funcionamiento la evolución de la economía salvadoreña ha estado dominada por ciclos que tienden a durar una década: El ciclo que se extiende de 1963 hasta 1971; el ciclo de 1972 hasta 1978; y el ciclo de 1992 que se extiende hasta la 180 fecha y que ya se encuentra en su parte baja. De mantenerse esa tendencia se podría extrapolar que este ciclo podría extenderse hasta principios de la próxima década. El crecimiento sectorial de largo plazo se muestra en el mismo Cuadro 4.1. Es notable que el deterioro de la agricultura respecto a los otros sectores ha sido un fenómeno de largo plazo. Ya en los años sesenta y setenta el sector crecía a tasas inferiores al promedio de toda la economía. En los años ochenta la agricultura fue la más afectada por el conflicto y la que menos se ha recuperado en los noventa. Este comportamiento histórico ha implicado que el sector haya perdido importancia en la estructura de la producción nacional. En los sesenta y setenta hubo un sesgo antiagrícola debido a la política de industrialización del país; en los ochenta, el conflicto se concentró en las áreas rurales; y en los noventa ha predominado la apreciación real de la moneda que ha sido negativa para el sector, y la incertidumbre, remanente de los acontecimientos de los ochenta, todavía es un fuerte freno para la inversión en el sector. La industria, por su parte, fue el sector más dinámico en la década del sesenta, pero ya en los setenta había perdido gran parte de la energía de crecimiento. En los años ochenta el sector fue uno de los más afectados por el conflicto, aunque menos que la agricultura, y en los noventa, aunque ha recuperado parte de su fuerza de crecimiento, ésta es aún inferior al crecimiento de la economía como un todo. El Mercado Común Centroamericano ha jugado un rol importante en los resultados indicados. En los sesenta el MCCA fue el impulsor de la rápida expansión industrial, no sólo en El Salvador sino en Centro América; su decaimiento a finales de los sesenta explica de manera importante la desaceleración industrial en los setenta; y la reanimación de su funcionamiento en los noventa, después de la finalización del conflicto social que caracterizó a los años ochenta, ha estado impulsando el crecimiento exportador de la industria nacional. 181 Tanto la industria como la agricultura, pues, han estado perdiendo importancia en la estructura de la producción nacional; la industria entró en esta tendencia a partir de los años setenta, mientras la declinación de la agricultura se extiende más allá de esa década. Las tasas de crecimiento de largo plazo de ambos sectores permiten pensar más claramente las tendencias de la estructura productiva: la tasa de crecimiento promedio de la agricultura en los últimos 36 años fue apenas 0.6% y la de la industria, 4.0%, mientras la de la economía en los últimos 37 años fue 3.0%. Estas cifras muestran el deterioro de largo plazo de la agricultura. Cada año en promedio durante las últimas dos terceras partes del siglo la agricultura ha estado creciendo sólo medio punto porcentual. En verdad, se trata de una crisis secular de la agricultura. El deterioro que ha experimentado el sector agrícola, sin embargo, es más dramático cuando se observan solamente los últimos 30 años. Comparemos las cifras de crecimiento de estos sectores con las de la economía a partir de 1966. En los treinta años que transcurren después de 1966 la economía creció a una tasa promedio anual de 2.2% y la agricultura a una de 0.06%. Prácticamente, los últimos treinta años la agricultura ha estado estancada; su nivel de producción de hoy es casi igual al de hace treinta años. La estructura productiva ha estado cambiando en el largo plazo. Al menos en el último cuarto de siglo, los promedios de crecimiento de la agricultura y de la industria han sido sumamente bajos. Esto permite extraer la conclusión de que la estructura de la economía ha estado variando en favor del sector servicios y en detrimento de la agricultura y la industria. Por otra parte, la insuficiencia del crecimiento económico salvadoreño queda patente con las cifras que se han mostrado. Se dijo que en los últimos 37 años el crecimiento promedio de la economía solamente fue 3%. Cuando se concentra la atención sólo en los últimos treinta años el escenario es aun más precario: la economía del país solamente ha crecido 2.2% anual en promedio en los últimos 182 tres decenios. ¿Cómo se puede esperar que no se haya agudizado la pobreza con este ritmo de expansión de la producción, si en el mismo período la población ha estado creciendo a una tasa promedio cercana a 2% anual?. El crecimiento de la producción apenas ha excedido el crecimiento poblacional. Indudablemente, la crisis de los ochenta es el factor más importante de la debilidad del crecimiento de largo plazo, pero los otros períodos no han mostrado desarrollos sustantivos. Obviamente, las contracciones que provocó la crisis política en los ochenta son determinantes de las cifras mencionadas, pero en una visión de largo plazo, las cifras nos indican el progreso real que hemos logrado entre los años comparados. Indudablemente, la solución armada de los conflictos no rinde beneficios. En resumen, en los últimos treinta años, entre grandes fluctuaciones, la economía ha observado un crecimiento débil, apenas mayor que el crecimiento poblacional. Con una tasa promedio anual de crecimiento económico de solamente 2.2% en el largo plazo, el margen que ha tenido El Salvador para aliviar la pobreza ha sido escaso, lo cual es consistente con la presión que el problema de la pobreza ha ido acumulando progresivamente. En ese mismo lapso, la agricultura ha estado prácticamente estancada. Si se toma en cuenta que en el área rural se encuentra la mayor parte de pobres del país, las presiones de ese problema social, que mencionamos antes, se agudizan aún más. Asimismo, la estructura de la producción ha estado dándole mayor espacio a los servicios y menos a la agricultura y a la industria. 4.2 Insuficiencia en el ahorro y la inversión Atrás de un proceso débil de crecimiento económico siempre se encuentra un débil proceso de generación de ahorro e inversión. Este ha sido el caso en El Salvador. El siguiente cuadro muestra el crecimiento del ahorro y la inversión desde los años sesenta. 183 Cuadro 4.2 El proceso de ahorro e inversión en el largo plazo (Porcentaje del PIB) 1960 − 1969 1975 − 1979 1980 − 1989 1990 − 1994 13.0 21.0 12.7 15.1 Inversión privada 9.9 14.1 8.3 12.0 Inversión pública 3.1 6.9 4.4 3.1 18.9 7.2 10.5 Ahorro privado 7.0 10.1 Ahorro público 0.2 0.4 5.6 5.0 Inversión total Ahorro nacional Ahorro externo 3.8 1: Pa ra te ner una visión d e la rg o p la zo d e este p roc eso se ha utiliza d o la b a se a nterior d e ela b ora c ión d e la s Cuenta s Na c iona les Fuente: CEPAL y FMI op . c it. El proceso de inversión ha sido débil si se le compara con los países que han crecido sustantivamente en las últimas décadas, como es el caso de los países del este asiático y Chile últimamente. Estos países han mantenido tasas de inversión arriba de 30% los primeros, y un poco abajo de 30%, el segundo. El primer rasgo que destaca es la similitud entre la inversión total entre los años sesenta y los ochenta, tratándose de coyunturas diametralmente opuestas en términos de crecimiento económico. Mientras en los sesenta la economía salvadoreña estaba explotando el potencial del MCCA, en los ochenta estaba atravesando una profunda crisis política que la llevó a contracciones fuertes en los primeros años y a casi estancamiento en el segundo quinquenio. Esta diferencia sugiere que mientras que en los sesenta se estaba ganando mucha productividad, en los ochenta debe haberse estado perdiendo. El segundo rasgo importante es la fortaleza de la inversión y el ahorro en el segundo quinquenio de los setenta. No sólo la inversión privada representó en 184 promedio el 14.1% del PIB sino que también el sector público adoptó un rol más activo en lo que a inversión se refiere, pues esta variable llegó a alcanzar el 6.9%, el nivel más alto alcanzado durante algún período. También destaca en esa época la elevada tasa de ahorro nacional. Ese hecho permitió que la presión que ejerció la fuerte demanda de inversión no indujera a un excesivo ahorro externo. No cabe duda que ese fuerte proceso de ahorro e inversión estuvo influenciado por la favorable evolución de los precios del café en esos años. El proceso de ahorro e inversión en los noventa se recuperó de los niveles bajos que llegó a alcanzar en los ochenta durante la crisis social. La recuperación fue notable en la inversión privada. En los noventa, en promedio, la inversión como porcentaje del PIB fue 50% mayor que la de los ochenta; sin embargo, aun con esa recuperación no alcanzó el nivel mostrado por la inversión privada en los setenta. Un factor de debilitamiento de la inversión total en los noventa fue la caída de la inversión pública, tanto con respecto a los ochenta como a los setenta. En los noventa la inversión pública representó apenas un poco más del 40% de la del segundo quinquenio de los años setenta. Lo mismo puede decirse respecto al ahorro. Si bien el ahorro nacional se recuperó respecto al nivel de los ochenta, se mantuvo muy por debajo del nivel del segundo quinquenio de los setenta como se mostró en el cuadro anterior. En resumen, pues, el proceso de inversión y ahorro se encuentra muy por debajo de los niveles que deberían darse para lograr un proceso fuerte de crecimiento. Aún en los noventa, con todas las reformas que se han realizado al modelo económico, que se describieron en el Capítulo 1, la inversión y el ahorro continúan manteniendo niveles parecidos a los históricos. Visto en el largo plazo, la recuperación del ahorro y la inversión en los noventa no resulta nada extraordinario, y muestra que precisamente atrás de un proceso débil de crecimiento se encuentra un proceso débil de inversión y ahorro. 185 3. Productividad y crecimiento económico Existen dos trabajos recientes que ayudan a caracterizar el crecimiento de largo plazo de la economía y a apreciar otros ángulos no señalados hasta acá: "Recent Economic Development" (FMI, 1998) y "Décadas perdidas. Oportunidades para el presente" (Cáceres, 1998). El primero, un estudio econométrico sobre las fuentes del crecimiento, mediante la aplicación de un modelo de corrección de errores, que permite estimar la relación del crecimiento con sus determinantes de largo plazo, al mismo tiempo que se estima la relación del crecimiento con sus determinantes de corto plazo; el segundo, un estudio comparativo del crecimiento de largo plazo de la economía salvadoreña con el de las centroamericanas. 3.1 Crecimiento del producto y de los factores productivos. La producción es el resultado de la combinación de factores productivos, en su forma más general, de la combinación del trabajo y del capital. Las cantidades relativas de cada uno de estos factores que se utilizan para elaborar un producto dependen de la tecnología utilizada. Algunos procesos tienden a ser más intensivos en trabajo y otros más intensivos en capital. Idealmente se espera que en la medida en que uno de los factores es escaso su precio tenderá a elevarse en relación con el precio del otro factor, impulsando a los productores a adoptar tecnologías más intensivas en el factor más barato. Ya se ha señalado que el crecimiento del PIB percápita de los setenta se interrumpió al final de la década, con una fuerte contracción en los primeros años de los ochenta, y fue hasta inicios de los noventa que comenzó a recuperarse. Aún en 1999 este indicador no ha alcanzado el nivel que mostró en 1978 y se espera que, con el ritmo de crecimiento actual de la economía, arranquemos el próximo siglo sin haberlo logrado. ¿Qué ha pasado con la productividad en el largo plazo? La productividad del trabajo es una variable importante de identificar, 186 pues arroja mucha información sobre las características del patrón de crecimiento que se está experimentando. Sin embargo, no hay muchos estudios al respecto. Uno de los pocos esfuerzos en esta dirección es el estudio del FMI (1998). Para poder estimar estos parámetros es necesario hacer un cálculo de la evolución de la cantidad de capital del país. Un esfuerzo en esta dirección se encuentra en Harberger (1993). Uno más reciente se ha realizado en FMI (1998), cuyo cálculo permite aproximarse a la evolución de largo plazo de las productividades medias del capital y del trabajo. El primer aspecto que destaca en ese estudio es la declinación sistemática del producto por trabajador. Tomando 1980 como 100, el producto por trabajador pasó de un poco más de 160 en 1970 a 100 en 1980, a cerca de 80 en 1990 y a casi 65 en 1995. Las cifras anteriores indican que cada trabajador empleado en 1995 producía solamente el 40% de lo que producía en 1970, y que el producto medio del trabajo ha venido declinando continuamente desde 1970 hasta la fecha. El segundo aspecto que destaca en el estudio del Fondo es la declinación también sistemática de la cantidad de capital por trabajador. Tomando como base los precios de 1990, en 1970 la cantidad de capital utilizado por cada trabajador empleado ascendía a cerca de ¢95 millones, en 1979 ese monto había disminuido a alrededor de ¢60 millones, en 1989 el descenso continuó hasta ¢50 millones, para terminar un poco arriba de ¢40 millones en 1995. Esta tendencia es concomitante con la tendencia arriba señalada. Significa que un trabajador empleado en 1995 apenas disponía para realizar su labor de menos de la mitad del capital que disponía 25 años antes. Esta tendencia podría ser el resultado de una transformación del sector productivo que ha ido sustituyendo tecnologías intensivas en capital por tecnologías intensivas en mano de obra en los últimos veinticinco años. Si este fuera el caso, el proceso de inversión tendría que haber sido substantivo para provocar una transformación productiva como la identificada. Más bien parece ser el caso que 187 se ha tratado de la absorción de más mano de obra sin acompañarlo de inversiones de la magnitud apropiada. Como se mostró en el Cuadro 4.2, la inversión privada en los últimos 25 años se ha encontrado siempre abajo del 15%. El otro indicador calculado en el estudio en cuestión es la relación capital producto, es decir, el indicador que presenta qué tanto capital se usa por unidad de producto. Mientras que en los setenta esta relación promedió 1.45, indicando que para producir una unidad de producto se necesitaban 1.45 unidades de capital, en los noventa esa relación ha promediado cerca de 1.60, indicando que hoy para producir lo mismo se necesita aproximadamente 10% más de capital. Esto significa que también la productividad media del capital ha declinado en los últimos 25 años. La evolución de largo plazo de estos indicadores caracteriza de manera importante el patrón de crecimiento de la economía salvadoreña durante las últimas tres décadas. Indican que si bien la economía ha venido acumulando capital en estos años, empleando más trabajadores y produciendo más, la productividad media de los factores ha venido declinando rápida y sistemáticamente, requiriendo más capital y más trabajo para generar el mismo producto. Parte de la explicación podría deberse a la substancial y continua emigración de fuerza de trabajo calificada que ha ocurrido desde principios de los ochenta. Si este es el caso, la pérdida de crecimiento debida a la disminución de la productividad media del trabajo sería un indicador del costo de oportunidad de las remesas familiares que recibe El Salvador; es decir, el costo que pagamos por recibir la remesas familiares, sería en este caso, la pérdida de productividad por la emigración de mano de obra calificada. Otro factor que podría explicar la persistente pérdida de productividad media del trabajo en los noventa, de acuerdo al FMI, es la reincorporación al trabajo que ocurrió después de la firma de los Acuerdos de Paz de aquéllos que participaron en el conflicto, los cuales podrían ser en promedio menos productivos. Sin embargo, aunque estos factores deben haber incidido fuertemente en la declinación de la productividad media, debe 188 hacerse hincapié que la tendencia se remonta hasta los años setenta, cuando estos fenómenos no ocurrían de manera importante. Lo que se puede concluir de estos resultados empíricos es que, si ellos reflejan apropiadamente lo que ocurre en la economía, atrás del comportamiento productivo se encuentra un proceso de descapitalización de la economía en términos relativos: cada trabajador empleado dispone de mucho menos capital hoy que hace 25 años. Podría decirse que en los ochenta, este fenómeno se explicaría por la destrucción de capital que pudo haber resultado del conflicto, pero no explica la tendencia general, que se extiende a los setenta y a los noventa. Una explicación plausible podría asociarse a dos fenómenos: insuficiencia del proceso de inversión y asignación sectorial de la inversión. El Cuadro 4.2 mostró que exceptuando el segundo quinquenio de los setenta en que la tasa de inversión ascendió a 21%, todos los demás períodos la inversión total ha promediado tasas no mayores de 15%. Este techo de la inversión muestra la limitación considerable del proceso de acumulación de capital, sobre todo si se toma en cuenta que los países del este asiático han experimentado tasas superiores al 30% durante décadas. El hecho podría explicar en parte la descapitalización relativa de la fuerza de trabajo en el aparato productivo salvadoreño. La otra explicación plausible podría asociarse a la asignación sectorial de la inversión y a los motores del crecimiento en estos años. El Cuadro 4.1 ayuda a elaborar esta explicación. Allí se muestra que en los años setenta y noventa la industria manufacturera y la agricultura crecieron menos que la economía como un todo, y que en los ochenta se contrajeron más. Esto permite concluir que estos dos sectores han estado cediendo espacio a los servicios. Este comportamiento es compatible con el freno que experimentó el crecimiento industrial después del quiebre del Mercado Común Centroamericano a finales de los sesenta, y con el 189 estancamiento de largo plazo de la agricultura, que se extiende más atrás, como se argumentó a inicios de este capítulo. Tratándose de que el movimiento general del capital se ha dado de la industria, necesariamente más intensiva en capital, hacia los servicios, tradicionalmente menos intensivos en capital que la industria, es de esperar que en el largo plazo la economía se haya vuelto menos intensiva en capital en relación con el trabajo. Este cambio de la estructura productiva, que es una tendencia observable durante los últimos 25 años, sería una explicación plausible de la tendencia de la descapitalización relativa del trabajo, y de las menores productividades medias observadas, tanto del capital como del trabajo. Otra razón que podría investigarse más detenidamente es la posibilidad de que la obsolescencia de la tecnología en el sector industial y la pérdida de productividad del capital, como resultado de la insuficiente renovación industrial, hayan provocado necesidad de complementar con más fuerza de trabajo. En todo caso ésta es un área que señala la importancia de investigar más qué es lo que ha estado pasando con el aparato productivo salvadoreño. El Cuadro 4.3 resume los determinantes del crecimiento de largo plazo en la estimación del estudio del Fondo Monetario Internacional. El aspecto más llamativo de la estimación en el Cuadro 4.3 es la contribución negativa de la productividad total de los factores y el hecho de volverse más negativa en los noventa. Mientras que entre 1971 y 1991 el crecimiento del capital y del trabajo explicaron 2.7 puntos del crecimiento y la pérdida de productividad del período dedujo 0.6 puntos porcentuales, para totalizar 2.1% de crecimiento, en los noventa el crecimiento extensivo del capital y del trabajo explicaron 8.5 puntos de crecimiento, de lo cual, debido a la pérdida de productividad de esos factores, se dedujo 3.5 puntos porcentuales, para totalizar 5.0% de crecimiento. 190 Ese resultado es consistente con las tendencias identificadas de menor productividad del capital y del trabajo. Pero también la estimación identifica otro factor que se ha venido señalando a lo largo de este libro: la pérdidad de competitividad de la economía expresada en una apreciación real de la moneda. De acuerdo a los resultados, esta pérdida habría explicado 0.3 puntos porcentuales entre 1971 y 1991, y 3.5 puntos entre 1992 y 1995. Cuadro 4.3 Determinantes del crecimiento de largo plazo 1971 − 1991 1992 − 1995 Capita l 0.8 3.6 Trabajo 1.9 4.9 Productividad tota l de fa ctores −0.6 −3.5 Competitividad −0.3 −3.5 Educación 1.2 3.4 Otros efectos −1.5 −3.4 2.1 5.0 Crecimiento de largo pla zo Fuente : Tra d uc id o lib rem e nte d e FM I (1998) Otro resultado importante que muestra la estimación del FMI es la contribución positiva que la educación hace a la productividad. Este es un resultado que ha sido evidenciado en otros estudios sobre la importancia de la inversión en capital humano para el crecimiento. La estimación muestra que en los años noventa, por ejemplo, la contribución de la educación al crecimiento habría casi contrarrestado el efecto negativo de la pérdidad de competitividad sobre el crecimiento debido a la apreciación real de la moneda. La importancia de este resultado es que uno puede inferir que la inversión en educación es un mecanismo para contrarrestar los efectos negativos del mal holandés sobre la competitividad de la economía. Y que si se pudiera establecer una relación proporcional adecuada entre entrada de remesas e inversión en educación, se podría decir que el mal holandés estaría 191 siendo combatido con una estrategia para aumentar la productividad de la fuerza de trabajo mediante la educación. La inversión en educación ha sido un factor decisivo en la superioridad del desarrollo experimentado por Costa Rica en relación con el resto de Centro América. Un análisis comparativo del crecimiento de largo plazo de las economías centroamericanas se encuentra en Cáceres (1998), el cual ayuda a dimensionar las características de la economía salvadoreña. Cáceres realiza una comparación del ingreso per cápita de cada país centroamericano en relación con el promedio de la región desde 1920. Varios son los aspectos que destacan en el estudio de Cáceres. En relación con la región, Costa Rica siempre tuvo un ingreso per cápita superior a los demás países, pero desde los años sesenta su ingreso per cápita se eleva sostenidamente por encima del de ellos. En el caso de El Salvador, hasta mediados de los cuarenta el ingreso per cápita era inferior al de Centroamérica, pero alcanza su nivel en los años cincuenta. Destaca en esta comparación que desde principios de los años sesenta el ingreso percápita salvadoreño desciende en relación el centroamericano y después de una mejora en el segundo quinquenio de los setenta, aquél se desploma en los ochenta. Debe hacerse hincapié, en primer lugar, que aunque los sesenta es la época dorada de la industrialización de El Salvador y del Mercado Común Centroamericano, la efectividad de El Salvador para elevar su ingreso percápita en relación a los países de la región declina; en palabras del autor: "Es irónico que en el período cuando a El Salvador se le calificaba como el "Japón de Centro América" era cuando estaba iniciando una trayectoria descendente que, a 1984, no se había podido revertir". En segundo lugar, hay que destacar las trayectorias divergentes del ingreso percápita de El Salvador y Costa Rica desde principios de los sesenta. Mientras que, de acuerdo con los datos, Costa Rica desde 1960 experimentó 25 años de crecimiento en su ingreso percápita en relación con el 192 promedio de Centro América, El Salvador experimentó un retroceso, y la brecha entre ambos países se amplió considerablemente. El autor atribuye la creciente disparidad entre ambos países a la política que adoptó Costa Rica de impulsar "como la primera prioridad el desarrollo de su capital humano, de manera que alcanzó niveles de educación y salud mucho más elevados que los del resto de la región" El Salvador, por su parte, que no estaba muy rezagado en 1960, se quedó atrás en educación. En 1980, por ejemplo, señala el autor, El Salvador tenía un nivel de matrícula en el nivel escolar secundario del mismo orden de magnitud que el que Costa Rica había alcanzado dos décadas antes, y en 1995, esta tasa era inferior a la de Costa Rica en 1985. Esta sección ha argumentado que en el largo plazo hay algunos aspectos que caracterizan de manera importante el crecimiento de la economía salvadoreña. Aunque ésta ha experimentado períodos de fuerte crecimiento, en el período largo el crecimiento ha sido relativamente bajo: sólo 2.2% en los últimos tres decenios, apenas mayor que el crecimiento poblacional. Es posible identificar una gran tendencia en el largo plazo: la estructura productiva ha estado variando en favor del sector servicios y en detrimento de la agricultura y la industria. También es posible observar otra gran tendencia en otra dimensión del crecimiento económico: en los últimos 25 años la productividad media de los factores productivos ha estado declinando sistemáticamente, y el capital a disposición de cada trabajador ha caído rápidamente. Ha habido una tendencia a perder competitividad en el largo plazo. Esta pérdidad de competitividad ha provenido en gran parte de una tendencia a la apreciación real de la moneda que no se ha limitado a los años noventa, sino que ha venido ocurriendo al menos desde los años setenta. En los últimos 45 años El Salvador ha experimentado un retroceso en su ingreso percápita en relación con Centro América, particularmente con el de Costa Rica. La determinación de estas tendencias ayudan a comprender la naturaleza del crecimiento económico salvadoreño y a identificar desafíos y soluciones. 193 4. Pobreza y distribución del ingreso El otro gran desafío de la economía salvadoreña es el alivio de la pobreza. A pesar de diferentes momentos de rápido crecimiento de la economía, la pobreza no parece ceder sustantivamente. El índice de desarrollo humano del PNUD ubicó en 1998 a El Salvador en la posición 115, delante en América Latina únicamente de Haití y Honduras, resultado que es reflejo del bajo nivel de ingreso percápita y de los bajos niveles de educación. De un índice de 100 en 1978 el ingreso percápita cayó durante los siguientes años hasta 70 para comenzar a recuperarse después de 1989 y llegar hasta cerca de 88 en 1995. A finales del siglo el ingreso percápita no ha recuperado el nivel que alcanzó en 1978. Sin embargo, ya en ese año, el ingreso percápita de El Salvador era superior solamente al de Honduras, Guyana y Haití. Una evaluación de la evolución de la pobreza enfrenta algunas dificultades con la información disponible y usualmente utilizada para extraer conclusiones al respecto. Estas dificultades se originan en la efectividad de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples para proveer información consistente. La Encuesta de 1991 reportó que el 90% de la población menos rica gastaba más de lo que recibía de ingresos y en FUSADES (1996) se precisa que el diez por ciento más pobre, por ejemplo, reportó un gasto cuatro veces superior al ingreso. Por otra parte, como ahí se indica, el estrato más rico reportó un ahorro de solamente el 2.4%. Es difícil derivar conclusiones sobre la pobreza con inconsistencias como las indicada en estas encuestas. Este hecho debería inducir a las autoridades del país a poner mayor esfuerzo para medir apropiadamente los niveles de pobreza, dado que se trata del tema en el cual radica el principal desafío de la sociedad salvadoreña. 194 Con base en estas encuestas, los indicadores calculados muestran en el Cuadro 4.4 que la pobreza urbana, tanto absoluta como relativa, aumentó de 1977 a 1988 y disminuyó rápidamente a partir de entonces; por otro lado, el panorama de la pobreza rural habría sido un poco diferente, pues la pobreza absoluta disminuyó rápidamente, mientras la relativa se mantuvo prácticamente constante. Un resultado que llama a dudar de la consistencia de las cifras es la disminución de 9 puntos en un año en la pobreza rural absoluta: de 35 pasó a 26, mientras que la relativa aumentó un punto. ¿Qué puede haber ocurrido en el área rural en 1995 para que disminuyera tan drásticamente el nivel de pobreza absoluta? Cuadro 4.4 Evolución de la pobreza (Porcentajes) Pobreza urba na Pobreza rura l Tota l Rela tiva Absoluta Tota l Rela tiva Absoluta 1977 50 30 20 1985 63 31 32 1988 61 32 29 1991 −1992 66 33 33 1994 44 28 16 1994 65 30 35 1995 41 28 13 1995 58 32 26 1996 43 28 15 1996 65 33 32 1997 40 27 13 1997 62 32 30 1998 38 24 14 1998 57 30 27 Fuente : FUSADES A nivel departamental, en 1994 solamente La Libertad y San Salvador se encontraban abajo de la línea de 50% de pobreza total −el segundo se encontraba abajo de 40%−, los 12 departamentos restantes se encontraban arriba del 50%, de ellos, además 8 estaban arriba de 60% y 2 arriba de 70%. La distribución de la pobreza en el país es, por otra parte, altamente desigual a nivel geográfico. Esta distribución indica que la pobreza se agudiza a medida que la población se mueve del centro del país hacia el oriente y hacia el norte. 195 Según el Informe Sobre Desarrollo Humano 1998, el Indice de Pobreza Humana de El Salvador en 1995 fue 27.8%63. Una comparación con Centro América se muestra en el Cuadro 4.5. El primer punto que destaca es el contraste entre el grado de pobreza en Costa Rica y en el resto de Centro América. Mientras en el primero apenas asciende a 6.6%, en los restantes no baja de 20%, lo cual es debido a los bajos índices de privaciones en todos los campos: en longevidad, educación y salud. Mientras que en Costa Rica se espera que apenas el 4% de la población no sobreviva los 40 años, en El Salvador esa cifra asciende a 12% y lo mismo ocurre con el resto de Centro América; mientras en Costa Rica solamente el 5.2% de los adultos son analfabetos, en El Salvador lo es el 28.5%; mientras en Costa Rica el 4% de la población no tiene acceso a agua potable y el 20% no lo tiene a servicios de salud, en El Salvador casi la tercera parte de la población vive sin agua potable y las tres quintas partes sin servicios de salud. En El Salvador, por otro lado, las dos quintas partes de los niños no alcanzan a llegar al quinto grado, mientras que en Costa Rica esto le ocurre solamente al 11%. Cuadro 4.5 Sinopsis de pobreza en Centro América Indice de pobreza humana Pob. que no se espera que viva hasta 40 años (%) Adultos no Pob. sin acceso a alfabetizados Pob. sin acceso a servicio de salud Pob. sin acceso a agua potable (%) saneamiento (%) (%) (%) Menores de 5 años con peso insuficiente (%) Niños que no llegan al quinto grado (%) Costa Rica 6.6 4 5.2 4 20 16 2 11 Honduras 21.8 12 27.3 13 31 13 18 40 Nicaragua 26.2 12 34.3 39 17 69 12 46 El Salvador 27.8 12 28.5 31 60 19 11 42 Guatemala 29.3 14 35.0 23 43 17 27 ? Fuente: Informe sobre desarrollo humano 1998, PNUD 63 El Indice de pobreza humana del PNUD de los países en desarrollo mide las privaciones en tres dimensiones esenciales de la vida humana: la longevidad, los conocimientos y un nivel decente de vida. La primera está representada por el porcentaje de personas que se estima que no sobrevivirán hasta la edad de 40 años; la segunda, por el porcentaje de adultos analfabetos; y la tercera, por un compuesto de tres variables: el porcentaje de personas sin acceso a agua potable, el porcentaje de personas sin acceso a servicios de salud y el porcentaje de niños menores de cinco años de edad con peso moderado y severamente insuficiente. 196 El cuadro también muestra que, exceptuando Costa Rica, la región se encuentra en condiciones similares de privaciones. La sinopsis también muestra que la mayor debilidad de El Salvador en relación con Centroamérica en términos de pobreza se encuentra en la precaria situación de los accesos de la población respecto a agua potable y a servicios de salud, siendo este último servicio en El Salvador el más precario de la región. El mal estado en que se encuentra el acceso a los servicios de salud en El Salvador, se expresa en que el porcentaje de la población sin acceso a estos servicios (60%) es más del doble del promedio de Centroamérica (28%). El Salvador califica en promedio como un país de desarrollo humano mediano, pero en acceso a servicios de agua potable y de salud se encuentra incluso peor que el promedio de los países de desarrollo humano bajo. Esto muestra la precariedad de estos servicios y la urgencia de fijarse metas en torno a ellos. La atención que el sector público da, a través de su gasto, a la salud y a la educación también es variada en la región. El Cuadro 4.6 muestra estas cifras. Los dos países con mayor gasto público tanto en salud como en educación en Centroamérica son Costa Rica y Nicaragua. Ya en 1960 Costa Rica dedicaba a salud más de tres veces lo que El Salvador. Aunque los datos más recientes reportados en el Informe son de 1990 la estructura de gasto en la región se mantiene. En lo que a educación se refiere, Costa Rica dedica a ese rubro el doble de lo que dedica El Salvador, y, como Cáceres (1998) menciona, actualmente existe una iniciativa constitucional para que Costa Rica dedique anualmente el 6% de su producto nacional a la educación, es decir los costarricenses planean aumentarlo en el 33%. Costa Rica no parece dormirse en sus laureles. ¿Qué haremos en El Salvador? 197 Cuadro 4.6 Gasto social en Centro América Ga sto p úb lic o en sa lud % d el PNB % d el PIB e n en 1960 1990 Ga sto p úb lic o en ed uc a c ión % d el PNB e n % d el PNB e n 1985 1995 Costa Ric a 3.0 ? 4.5 4.5 Hond ura s 1.0 2.9 4.2 3.9 Nic a ra g ua 0.4 6.7 6.8 ? El Salvador 0.9 2.6 3.1 2.2 Gua tem a la 0.6 2.1 1.8 1.7 Fuente: Informe sob re d esa rrollo huma no 1998, PNUD 4.1 El desequilibrio del desarrollo humano en El Salvador El índice de desarrollo humano de El Salvador fue 0.61 en 1996 y ocupó la posición 114 de un total de 174 países a los cuales se les calculó el IDH. En esta parte interesa hacer hincapié en el desarrollo asimétrico regional en El Salvador. El primer punto que se puede destacar sobre eldesarrollo humano es que los departamentos del norte: Chalatenango (0.508) y Cabañas (0.471), y del oriente: Morazán (0.458) y La Unión (0.474), muestran los índices de desarrollo humano más precarios, y que San Salvador (0.721), La Libertad (0.640), Santa Ana (0.583) y San Miguel (0.582), presentan el mayor grado de desarrollo. El índice de desarrollo humano de San Salvador, por ejemplo, se puede comparar con el de Cuba, Perú, Jordania, República Dominicana y Sudáfrica, los cuales se encuentran en torno a la posición 88 en el mundo; mientras que el índice de desarrollo humano de Morazán se compara con los de Kenia y Pakistán, los cuales se hallan alrededor de la posición 138. Medido, pues, por esta comparación internacional, se podría decir que la asimetría del desarrollo humano 198 regional es tal que la diferencia entre la capital y el oriente del país es de 50 posiciones internacionales de desarrollo humano. El mayor contraste del desarrollo regional se encuentra no tanto en la longevidad como en las grandes diferencias en los índices de educación y de ingreso. Mientras que el índice de educación asciende en la capital a 0.843, similar a los de Luxemburgo, Hong Kong y Singapur, en Morazán apenas llega a 0.556, similar a los de Tanzania y Nigeria. Asimismo, en tanto el índice de ingreso en la capital es 0.564, parecido a los de Marruecos y Paraguay, en Morazán apenas es 0.155, parecido al de Zambia, Sudán, Gambia y Mozambique. El desarrollo humano es asimétrico en El Salvador. Las áreas urbanas tienen un desarrollo humano promedio de 0.76, mientras que las áreas rurales llegan solamente a 0.65: 11 puntos de diferencia. La comparación es de la mayor importancia porque muestra donde se encuentra el mayor impacto que podría generar una política de desarrollo humano en El Salvador. De acuerdo a las Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples64 −sin perder de vista sus limitaciones−, la distribución del ingreso de los hogares urbanos parece haberse deteriorado durante el conflicto de los ochenta y mejorado parcialmente en los noventa. Pero comparada la distribución del ingreso entre 1977 y 1994, la correspondiente al último año es más desigual que la del primero. Según estas encuestas, en 1994 casi la mitad del ingreso nacional era recibido por el 20% más rico del país, mientras el 20% más pobre recibía solamente el 5.5%. El Informe del Desarrollo Mundial65 de 1994, muestra que esa distribución se encuentra en el nivel promedio de las de América Latina. El caso más agudo de distribución del ingreso en la región es el de Brasil, donde el 20% de los más ricos de Brasil reciben las dos terceras partes del ingreso nacional y el 20% más pobre recibe solamente el 2%. Con cifras como las indicadas no debe sorprender que la distribución del ingreso de América Latina es la más desigual del mundo66. 64 FUSADES (1997) Idem 66 Idem 65 199 4.2 Ingreso percápita, índice de desarrollo humano e índice de pobreza: una comparación internacional ¿Cuán eficientes son los países en transformar su ingreso percápita en menor nivel de pobreza? Aunque el aumento del ingreso percápita de los países está asociado con una reducción de la pobreza, el mecanismo no opera automáticamente, y su efectividad depende de las prioridades nacionales y de la institucionalidad existente. Dos países pueden tener el mismo nivel de ingreso percápita y ser diferentes en nivel de pobreza, pues, como se sabe, esta última depende de otros componentes que definen el nivel de pobreza de una población, como son los accesos a servicios sociales básicos y de la oferta de educación para la población. Es de esperar, por ejemplo, que Costa Rica, con una definición muy clara de sus objetivos sociales como nación, sea más efectiva para convertir su ingreso percápita no sólo en menor pobreza humana, sino también en mayor desarrollo humano. A continuación se presentan estimaciones de las relaciones entre el índice de desarrollo humano y el ingreso percápita real, por un lado, y entre el índice de pobreza humana y el ingreso percápita real, por el otro. Luego de estimar estas relaciones se ubica la posición de El Salvador para conocer su efectividad para convertir ingreso percápita en desarrollo humano y en reducción de pobreza. Los datos utilizados se obtuvieron del Informe Sobre Desarrollo Humano 1998 del PNUD. a) Indice de desarrollo humano e ingreso percápita Utilizando los datos del índice de desarrollo humano y del PIB percápita real ajustado de 174 países publicados en el Informe Sobre Desarrollo Humano 1998 del PNUD se estimó una relación econométrica entre ambas variables, obteniendo el siguiente resultado: 200 Log IDH = −4.486 + 0.50 log pibpc R2 = 0.87 (−37.3) (33.6) DW = 1.36 donde IDH es el índice de desarrollo humano, pibpc es el ingreso percápita real ajustado y log expresa el logaritmo natural. Los números entre paréntesis representan los estadísticos t, cuyos niveles indican qué tanto la constante como el ingreso percápita son estadísticamente significativos. Los resultados se muestran en el gráfico siguiente. Gráfico 4.2 PIB per cápita e índice de desarrollo humano (174 países − 1995) 0.0 El Salvador Log IDH −0.5 −1.0 −1.5 −2.0 5.5 6.0 6.5 7.0 7.5 8.0 8.5 9.0 Log PIB per cápita Fuente: Informe sobre desarrollo humano 1998, PNUD El primer punto que destaca de la estimación es que la relación entre el IDH y el ingreso percápita es positiva, indicando que se espera que los países que han elevado su ingreso percápita hayan elevado su índice de desarrollo humano también. En otras palabras, la variación del IDH se explica en un 87% por la variación del ingreso percápita. El segundo aspecto que muestra la estimación es 201 la elasticidad del IDH con respecto al ingreso percápita: un aumento de 1% del ingreso percápita se traduce en promedio en un aumento del 0.5% del IDH. La efectividad, entonces, de la comunidad internacional para convertir ingreso real percápita en desarrollo humano, conforme a como lo mide el PNUD, es 0.5. ¿Cuál ha sido la efectividad de El Salvador? Para responder a esta pregunta calculemos cuál debería ser su posición de acuerdo a la norma internacional (llamémoslo IDH latente) y cuál es su posición real (llamemoslo IDH real). Para lo primero introducimos el nivel de ingreso real percápita ajustado en la ecuación estimada y calculamos el IDH latente. Este resultado lo comparamos con el calculado por el PNUD en el informe de 1998, el IDH real. Los resultados son los siguientes: IDH latente = 0.574; IDH real = 0.604. Estos calculos muestran que, de acuerdo con el nivel de ingreso percápita real que tenía en 1995, en términos de desarrollo humano El Salvador se encontraba ligeramente arriba de la norma internacional (5%). En otras palabras, El Salvador ha transformado su ingreso percápita en desarrollo humano a una tasa ligeramente superior a la que lo ha hecho en téminos promedios la comunidad internacional. ¿Qué ha pasado con Costa Rica? Con un ingreso real percápita ajustado de $5969 se obtiene, aplicando la ecuación internacional estimada, un valor latente del IDH de 0.870, mientras que el IDH real publicado por el PNUD se encuentra en 0.889. Esto indica que Costa Rica se encuentra ligeramente arriba (2%) de la efectividad internacional promedio de transformar ingreso real percápita en desarrollo humano. Un aspecto que no debe perderse de vista es la dispersión en torno a la tendencia. En realidad la dispersión es relativamente baja, pues las variaciones del IDH se explican en un 87% por las variaciones en el ingreso percápita. Sin embargo, lo que esa dispersión indica es que la relación entre desarrollo humano e ingreso percápita no es automática. Este es el caso, por ejemplo, entre Angola y Georgia. El ingreso percápita del primero fue superior al del segundo en 1995, 202 pero el desarrollo humano del segundo fue muy superior al del primero. Angola tenía en 1995 un ingreso percápita de $1,839 y Georgía uno de $1,389, sin embargo el índice de desarrollo humano de Georgia (0.633) era casi el doble del índice de Angola (0.344) y, por supuesto, en la muestra de 174 países Georgia calificó en la posición 108, mientras que Angola lo hizo en la posición 156. b) Indice de pobreza humana e ingreso real percápita De igual manera, utilizando los datos publicados en el Informe Sobre el Desarrollo Humano 1998 del PNUD, se estimó una relación entre el índice de pobreza humana, IPH, y el ingreso real percápita ajustado. La muestra utilizada es de 77 países. La ecuación resultante es la siguiente: log IPH = 8.097 − 0.63 log pibpc R2 = 0.59 (17.1) (−10.3) DW = 1.21 El primer resultado importante es que la relación es inversa, indicando que se espera que a medida que aumenta el ingreso percápita de los países disminuya el indice de pobreza humana. La relación establece que el 59% de las variaciones del logaritmo del IPH se explica por las variaciones del ingresio percápita. El segundo resultado importante de la estimación es la elasticidad del índice de pobreza humana respecto al ingreso percápita. Esta elasticidad se ha estimado en −0.63, lo cual indica que un aumento del ingreso percápita de los países en promedio se traduce en una reducción del índice de pobreza humana del 0.63%. La efectividad de transformar ingreso percápita en reducción de pobreza de acuerdo a la norma internacional está dada por esta elasticidad. Esta estimación se muestra en la gráfica siguiente. 203 Gráfico 4.3 Pobreza e ingreso per cápita (77 países − 1995) 4.5 4.0 El Salvador Log IPH 3.5 3.0 2.5 2.0 1.5 1.0 5.5 6.0 6.5 7.0 7.5 8.0 8.5 9.0 Log PIB per cápita Fuente: Informe sobre desarrollo humano 1998, PNUD Es importante señalar que la relación entre ingreso percápita y pobreza no es autómatico. Aunque ante un aumento de ingreso percápita se espera estadísticamente que haya una reducción de la pobreza, con una elasticidad de 0.63, la evidencia muestra que la dispersión en torno a la media es considerable, pues las variaciones de la pobreza sólo son explicadas en un 59% por las variaciones en el ingreso percápita. Los casos de Omán y Jordania son ilustrativos al respecto: el ingreso percápita de Omán ascendió en 1995 a $6106 y el de Jordania a $4187, sin embargo el índice de pobreza del primero se elevó hasta 28.9%, mayor incluso que el de El Salvador, y el del segundo alcanzó apenas el 10%. Esto se debe a que la pobreza humana es más que sólo el ingreso percápita, la pobreza también es privaciones de acceso a servicios de agua potable, salud, saneamiento y educación. La dispersión que se observa en la gráfica confirma que aunque la tendencia es de que a mayor ingreso percápita corresponda menor pobreza, esa relación no es automática. 204 Siguiendo el mismo tipo de análisis que se realizó para el IDH, en el caso de El Salvador con un ingreso percápita de $2610 en 1995, le correspondería de acuerdo a la ecuación estimada, es decir, de acuerdo con la norma internacional, un índice de pobreza humana de 23.3%. Sin embargo, el índice real −el calculado por el Informe Sobre Desarrollo Humano 1998− asciende a 27.8%. El índice real es mayor que la norma internacional a ese nivel de ingreso percápita. La diferencia indica que la efectividad de El Salvador de convertir ingreso percápita en disminución de la pobreza ha sido inferior en un 16% a la efectividad que ha mostrado en promedio la comunidad internacional. En el caso de Costa Rica, el índice de pobreza humana real fue en 1995 6.6% −un índice sumamente bajo, que hace que en la muestra de 74 países ocupe la novena posición− y el índice que le correspondería de acuerdo a la norma internacional y a su ingreso percápita sería 13.3%. La efectividad de Costa Rica para convertir ingreso percápita en bienestar de la población y reducción de la pobreza es muy superior a la efectividad internacional. Acá es donde radica la causa fundamental de las diferencias entre Costa Rica y el resto de Centroamérica, particularmente con El Salvador. Costa Rica no solamente tiene un ingreso percápita superior al de El Salvador, lo cual le permite mantener un nivel de pobreza inferior, sino ademas cada dólar de ingreso percápita lo convierte más efectivamente en reducción de pobreza que El Salvador. La razón de la efectividad de Costa Rica se encuentra en el Cuadro 4.5 con cifras de 1995. Alli se observa su superioridad en todos los indicadores sociales, mientras en El Salvador la tercera parte de la población no tiene acceso a agua potable, en Costa Rica solamente el 4% no tiene este servicio; mientras en Costa Rica la quinta parte no tiene acceso a servicios de salud, en El Salvador las tres quintas partes de la población se encuentra sin este servicio tan fundamental; mientras en Costa Rica solamente el 5% de adultos son analfabetas, en El Salvador el analfabetismo superaba la cuarta parte de la población adulta. 205 Conclusiones Se ha dicho que el éxito de los países del este asiático radicó en haber sostenido el crecimiento económico desde los años setenta a tasas altas. Se dice que El Salvador para disminuir la pobreza debería crecer a tasas no inferiores a 6% en promedio durante varias décadas. Sin embargo, la historia económica de la segunda mitad del siglo lo que nos cuenta es un crecimiento muy volátil, alternando períodos de alto crecimiento con períodos de crecimiento muy moderado y hasta de contracción. El resultado de esta volatilidad es que el progreso acumulado en términos de crecimiento en las últimas cuatro décadas es bastante reducido. No cabe duda que la década del conflicto armado es el período que hizo retroceder el progreso económico más significativamente, pero, a su vez, las otras décadas, mucho menos conflictivos, no desataron intensos procesos de crecimiento. Ciertamente, exceptuando los sesenta, en que el crecimiento se acercó al 6%, las demás décadas han desarrollado procesos de crecimiento moderado, no mayores de 5%. El resultado es que en los 37 años que transcurrieron entre 1960 y 1997, el crecimiento económico apenas alcanzó el 3% anual, una tasa claramente insuficiente para provocarle un golpe reductivo duradero a la pobreza. Atrás de esta debilidad de largo plazo en el crecimiento de la economía, se encuentra también un débil proceso de inversión. El hecho que el mayor nivel promedio de inversión privada se haya alcanzado entre 1975 y 1979, años de precios extraordinarios del café, y que esta tasa apenas llegó a 14%, es una muestra de la falta de dinamismo de la inversión productiva salvadoreña. Entre 1990 y 1994, por ejemplo, en medio de todas las reformas económicas que se realizaron, la tasa de inversión privada sólo llegó a 12%. La perspectiva de largo plazo sugiere que en las últimas décadas la productividad media de los factores productivos ha estado declinando, con la concomitante caída del capital a disposición de cada trabajador. Este comportamiento podría 206 estar ligado a otra gran tendencia de largo plazo, el desplazamiento de la importancia de la agricultura y la industria por los servicios. El Salvador entrará el próximo siglo con un ingreso percápita inferior al que tuvo en 1978, resultado del retroceso de los años ochenta y de la insuficiente energía del crecimiento en los noventa. La pobreza es el gran desafío de los salvadoreños. Los índices de pobreza que presenta el PNUD muestran los grandes contrastes entre Costa Rica y el resto de la región. Un contraste que está presente al interior de El Salvador, marcado por una asimetría regional de la pobreza: entre más al norte y al oriente se camina, la pobreza y la falta de desarrollo humano que se encuentra se vuelve más dramática. No cabe duda que los dos desafíos que se han analizado en este capítulo, el crecimiento y la pobreza, están estrechamente vinculados. La evidencia internacional muestra que el crecimiento económico que aumenta el ingreso percápita, reduce la pobreza humana y aumenta el desarrollo, pero el proceso de convertir ingreso en bienestar no es automático, pues los países poseen diferentes grados de efectividad en esta conversión, algunos son mas efectivos que otros. La evidencia internacional también muestra que aquellos que han puesto mucha atención a la educación y a la salud, son los países más efectivos para convertir crecimiento del ingreso percápita en reducción de la pobreza humana y en aumento del desarrollo humano. La conclusión es clara, la reducción duradera de la pobreza pasa por sostener un crecimiento fuerte por un largo período y por mejorar la efectividad de convertir ese crecimiento en reducción de la pobreza y en impulsor del desarrollo humano, por medio de políticas sociales y cambios institucionales bien definidos y sostenidos. Sólo crecimiento o sólo efectividad de conversión no son suficientes, pues sin alguno de ellos, el desafío de la pobreza nos sobrepasará. 207 APENDICE La situación y evolución de la infraestructura Uno de los factores que inciden directamente en la productividad de la economía es el estado de su infraestructura. En lo que sigue se hace una breve evaluación de la situación de los caminos, las telecomunicaciones y la energía eléctrica. Telecomunicaciones67 El servicio de infraestructura más reformado ha sido el de telecomunicaciones. A mediado de 1998 las dos empresas en que se había partido ANTEL se subastaron al sector privado. El 51% de CTE se vendió a France Telecom en $275 millones y el 51% de INTEL se vendió a Telefónica de España en $41 millones. Esta privatización de las telecomunicaciones ha creado expectativas positivas sobre el futuro de este servicio. El servicio hasta antes de la privatización no había facilitado suficientemente la competitividad de la economía. El siguiente cuadro presenta una muestra de la densidad telefónica de América Latina. 67 Este análisis se realizó antes de la privatización de las telecomunicaciones 208 Cuadro A4.1 Líneas telefónicas por cada 100 habitantes Pa ís 1990 1995 1998* Urug ua y 13.4 19.4 27.6 Arge ntina 9.5 15.9 20.4 Chile 6.5 13.1 18.7 Venezuela 7.6 11.2 12.5 M éxic o 9.1 9.5 9.8 El Salvador 2.4 4.9 7.0 Bolivia 2.8 4.6 5.6 Gua tem a la 2.1 2.7 4.0 Hond ura s 1.8 2.7 4.0 * Estim a d o Fuente: Tom a d o d e FUSADES (1998) Las telecomunicaciones de El Salvador han progresado durante los noventa, pues su densidad telefónica casi se ha triplicado en la década y mantiene un nivel superior al de Bolivia, Guatemala y Honduras; pero aún se encuentra a un nivel de baja densidad telefónica en la región, apenas 7, la cuarta parte de la densidad telefónica de Uruguay. La distorsión del costo de las llamadas internacionales ha tendido a corregirse en los últimos años, pues en el pasado se mantenía la práctica de subsidiar las llamadas nacionales por medio de las llamadas internacionales. En efecto, entre 1994 y 1997 el costo de la llamada internacional en promedio se redujo a la mitad La eficiencia en las reparaciones y la satisfacción de la demanda todavía se encontraba en una situación precaria. Por ejemplo, según FUSADES (1998), el porcentaje de fallas reparadas antes de 24 horas en El Salvador apenas constituia el 56% de todas las fallas reportadas, mientras que en Costa Rica esta cifra subió 209 a 80.6%. Por otro lado, mientras Costa Rica atendía el 84% de su demanda, El Salvador sólo satisfacía el 41%. No obstante hay algunas áreas como la telefonía celular, los servicios internacionales vía satélite, la televisión por cable, el sistema de radio búsqueda y los servicios de internet provistos por el sector privado, en donde se ha experimentado un crecimiento y avance importantes. Según FUSADES, actualmente existen cerca de 64.000 clientes de la telefonía celular y más de 35.000 clientes de buscapersonas. Aunque sólo una empresa opera en telefonía celular, se espera que con la privatización de ANTEL, dos empresas adicionales entren a competir. Asimismo, en el área de buscapersonas se han dado once autorizaciones aunque solamente operan actualmente ocho. Las expectativas que se han formado con la privatización de ANTEL es de una inversión adicional por un monto aproximado de $400 millones, por parte de la empresa que compró CTE, con lo cual se espera aumentar la densidad telefónica, la calidad de los servicios y la eficiencia de la operación. Energía eléctrica El otro sector importante de la infraestructura es el de energía eléctrica. En los años noventa la demanda neta de energía ha estado creciendo a una tasa promedio anual de 7.7%, de una demanda en 1990 de 2.165,7 Gwh se pasó a una de 3.636,2 Gwh. este crecimiento promedio anual de la demanda fue superior en casi 50% al crecimiento promedio anual experimentado por la economía. El siguiente cuadro muestra la evolución de los indicadores de energía eléctrica durante los noventa. 210 Cuadro A4.2 Indicadores de energía eléctrica 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 Demanda Neta Nacional (Gwh) 2,165.7 2,235.6 2,369.1 2,797.4 3,064.5 3,235.5 3,361.3 Generación neta de CEL 2,164.3 2,230.5 2,316.5 2,718.4 3,075.3 3,071.0 2,686.2 650.4 650.4 697.9 817.5 817.5 908.5 943.4 478.1 471.2 547.0 578.6 652.0 830.6 Capacidad instalada CEL (MW) Capacidad disponible (MW) Electrificación nacional (%) 54.2 56.8 59.5 62.2 64.3 70.0 70.0 Electrificación urbana (%) 82.2 85.3 87.6 89.9 91.4 97.9 97.6 Electrificación rural (%) 22.6 23.9 26.2 28.6 30.7 34.5 34.8 Fuente: Desarrollo del sistema eléctrico, CEL 1997; Boletínes de estadísticas eléctricas, CEL. Nótese la manera en que la generación de CEL se rezaga en relación con la demanda a partir de 1995; esta brecha resulta principalmente de la entrada en funcionamiento a partir de 1995 de la planta térmica de Nejapa Power, con una capacidad instalada en 1996 de 144.5 MW. Comparando la evolución de la relación entre la capacidad disponible con respecto a la capacidad instalada se observa una mejora importante, de una tasa de 73.5% se pasa a una tasa de 83.4%. Pareciera ser que este coeficiente todavía es bajo, en relación con los estándares internacionales y gran parte de la explicación recae en la edad de muchas de las plantas generadoras y a la condición ambiental que enfrentan estas unidades. Un tercer aspecto que destaca del sistema de energía eléctrica es el grado de electrificación de la población. En 1990 solamente eran provistos de energía eléctrica un poco más de la mitad de la población, mientras que en 1997 casi eran las tres cuartas partes de la población las que recibían servicios de energía eléctrica. Aunque este progreso es importante, se aprecia que aún hay un gran trecho que electrificar cuando se observa, por ejemplo, que Costa Rica logra proveer de servicios de energía eléctrica a cerca del 95% de su población, 211 La razón fundamental de este bajo grado de electrificación del país se encuentra en el precario servicio que se obtiene en el área rural. Si bien en 1997 en el área urbana casi el 99% de la población recibió servicios de energía eléctrica, en el área rural apenas lo recibió la tercera parte de la población. Si se toma en cuenta que casi la mitad de la población radica en el área rural, es fácil deducir que existe una gran asimetría en la población para hacer frente a los retos de la competencia en el mercado. El cuarto aspecto que vale la pena destacar es la tendencia a recurrir cada vez más al uso de energía térmica para satisfacer la demanda. Mientras que en 1991 solamente el 26% de la energía eléctrica provenía de las plantas térmicas, en 1997 esta cifra había ascendido a 47%. Si se toma en cuenta que el costo de generación de energía eléctrica por medio de este tipo de plantas es más alto, pues requiere de un alto consumo de petróleo, se puede concluir que no es el camino más adecuado para mejorar la eficiencia del sistema. Cuadro A4.3 Estructura de generación de energía eléctrica Hidráulica Geotérmica Térmica 1992 59.4 16.4 24.2 1993 54.6 13.6 31.8 1994 46.0 12.9 41.1 1995 44.1 13.3 42.7 1996 55.5 12.7 31.8 1997 39.5 13.5 47.0 Fuente: Boletín de estadística s eléctricas No. 28, CEL, marzo 1998. Desde 1992 la participación de la generación térmica ha ido desplazando tanto a la generación hidráulica como a la generación geotérmica. Mientras en 1992 la 212 generación térmica representó solamente la cuarta parte de toda la generación, en 1997 esa participación se elevó casi hasta la mitad. El desplazamiento más significativo se ha dado en la generación hidráulica: la generación hidráulica de energía eléctrica pasó de las tres quintas partes a sólo las dos quintas partes en el mismo período. Indiscutiblemente, en este comportamiento ha incidido la entrada en operaciones de Nejapa Power en 1995, sin embargo la tendencia mencionada se extiende a antes de ese año. La tendencia a suplir la demanda de energía eléctrica con generación térmica es más cara como se muestra en el cuadro siguiente: Cuadro A4.4 Costo medio de la generación bruta de energía eléctrica Hidráulica Geotérmica Térmica Total 1992 0.0985 0.2049 0.5992 0.2369 1993 0.1007 0.2753 0.5709 0.2758 1994 0.1083 0.3511 0.6876 0.3775 1995 0.2628 0.2879 0.6671 0.4240 1996 0.1887 0.4750 0.9663 0.3541 1997 0.1853 0.3299 0.6240 0.3377 Fuente: Boletín de estadísticas eléctricas No. 28, 1997, CEL. Se ha establecido, pues, una tendencia a descanzar en la forma de generación de energía eléctrica que resulta más cara para el país. En 1997, por ejemplo, el costo medio de cada Kwh generado térmicamente resultó más del triple que el Kwh generado hidráulicamente y casi el doble del generado geotérmicamente. Parte de este comportamiento se explica por las decisiones de inversión que han aumentado la capacidad instalada en generación térmica: en plantas de gas en 213 Acajutla (aumento de 155.1 MW entre 1991 y 1994), en San Miguel ( aumento de 6.6 MW entre 1991 y 1992) y la entrada en operaciones de la planta privada térmica de Nejapa Power (aumento de 144.5 MW entre 1995 y 1996), aunque se sacó de funcionamiento la planta de Miravalle con capacidad de 18.6 MW en 1996. De esta manera, la capacidad instalada en generación térmica aumentó en 187.6 MW en los noventa. Con un crecimiento económico como el experimentado en promedio en los noventa, la demanda de energía eléctrica aumentaría a un ritmo promedio de 7.7% anual, lo cual haría que la demanda se duplicara al llegar a 1997. Esto muestra que el sistema nacional habría tenido casi que duplicarse en su capacidad instalada para entonces. De acuerdo al plan de expansión de CEL, para entonces la capacidad del sistema de CEL habría aumentado en un 86%. La demanda insuficientemente atendida que proviene del área rural indica que la capacidad del sistema nacional tendrá que crecer más del doble para entonces, si se quiere realmente proveer al área rural de energía eléctrica. Dado el plan de expansión de CEL, se deduce que la expansión de la demanda requerirá de la participación más activa del sector privado en la provisión de este servicio de infraestructura. Cabe destacar que las privatizaciones del sistema de energía eléctrica han progresado en tres direcciones: la primera es la entrada en vigencia de la operación de la planta Nejapa Power en 1995 la cual ya genera alrededor del 20% de toda la generación eléctrica del país; la segunda es la privatización de las distribuidoras de energía eléctrica que ocurrió en 1998; y la tercera es la venta de las generadoras térmicas en 1999. Las privatizaciones abren una nueva relación en los servicios de energía eléctrica que pueden contribuir a mejorar la cantidad, la eficiencia, la confiabilidad de estos servicios, así como el acceso de la población rural a ellos. 214 La red vial Según el Ministerio de Obras Públicas (MOP) la longitud de la red vial en El Salvador asciende a 9977 kms, conformada por siete categorías de carreteras y caminos: carreteras especiales, primarias, secundarias, terciarias y terciarias modificadas y caminos rurales A y rurales B. El siguiente cuadro resume el estado de la red vial en 1996. Cuadro A4.5 Estado de la red vial en 1996 (Kms) Categoría Muy buena Buena Regular Especiales 68.0 164.0 15.2 Mala Muy mala Nir Primarias 41.3 93.3 215.1 236.3 26.0 Secundarias 17.7 226.3 564.2 284.0 0.8 6.0 301.3 869.1 393.9 102.9 28.6 Terciarias Ter mod Ni 2.8 Total 18.3 266.1 3.0 615.0 9.8 1,108.6 33.9 1,729.7 2.0 13.2 Rural A 2.0 156.0 663.6 558.3 203.8 83.4 70.7 210.2 1,947.8 Rural B 7.5 229.5 1,173.1 1,111.7 664.3 338.1 362.4 410.1 4,296.7 136.5 1,168.0 3,511.5 2,584.1 997.8 456.2 435.9 687.2 9,977.1 Total 11.2 Otros Nir: Longitud de vías incluidas en otras Ni: Longitud de vías no especificadas su estado Fuente: Ministerio de Obras Públicas El cuadro muestra que en 1996 el estado de la red vial era precario. Solamente el 13% de la red vial se encontraba en muy buena o buena condición; que 35% se hallaba en estado regular; y que 36% estaba en mala o muy mala condición. Hay un 16% del cual no se puede emitir juicio a partir de la información disponible. A nivel de categorías, la situación de la red vial muestra ciertas caraterísticas. Las carreteras especiales se encontraban prácticamente en buenas condiciones; pero casi la mitad de las carreteras primarias estaban malas o muy malas; y alrededor de la cuarta parte de las secundarias y terciarias se hallaban en malas condiciones. En lo que a caminos rurales se refiere, las dos quintas partes se hallaban en mal estado. Por supuesto, debido a las categorías Nir, Ni y Otros, 215 sobre los cuales no se puede emitir juicio sobre su estado, los caminos rurales en buenas condiciones sólo ascendían al 36%. El panorama del estado de los caminos no es muy diferente del de 1993. Según Rivera Campos y Gallagher (1995), en aquel año solamente el 62% de los caminos pavimentados se encontraban en estado bueno o regular y el 38% en mal estado. Allí se señalaba también que sólo el 44% se hallaba en condiciones buenas o regulares y el resto, el 56%, estaba en malas condiciones. Y respecto a los caminos rurales se indicaba que el 57% se encontraba en mal estado. El siguiente gráfico permite conocer cuáles son los departamentos cuya red vial se encuentra más deteriorado. Gráfico A4.1 Precariedad de la red vial en 1996 (Mal y Muy mal estado) 70 60 Porce nta je 50 40 30 20 10 Mora zá n La Unión Sa n Migue l Usulutá n Sa n Vic e nte La Pa z Cusc a tlá n Ca ba ña s Cha la te na ngo Sa n Sa lva dor La Libe rta d Sonsona te Ahua c ha pá n Sa nta Ana 0 Fuente: Ministerio de Obras Pública s El gráfico muestra que los departamentos de Santa Ana, Sonsonate, La Libertad, Usulután y San Miguel muestran deterioro de su red vial en más de las dos quintas partes. Notables aparecen en 1996 los deterioros de las redes viales de 216 Sonsonate, con más de la mitad en condiciones precarias, y Usulután, con más de las tres quintas partes en malas condiciones. El resto de los departamentos muestra un deterioro no mayor al 30%. En el estudio de Rivera Campos y Gallagher (1995) se indica que entre las causas principales del pobre mantenimiento de la red de caminos se encuentran: la falta de fondos presupuestarios, la planeación ineficiente, las ineficiencias en el MOP y la falta de una perspectiva apropiada del impacto que los malos caminos provocan en los costos operativos de los vehículos y de las empresas. La asignación presupuestaria en 1994 del MOP, por ejemplo, dedicó solamente ¢110.00 a la compra de materiales para cada kilómetro de camino. Las condiciones precarias de la red vial es una constante en el tiempo, es una de las partes de la infraestructura en peores condiciones para apoyar el desarrollo productivo de los salvadoreños; y en el caso de los caminos rurales para permitirle a los pobres de esas áreas accesar a los mercados en los cuales se supone que deben competir. Un estudio de FUSADES (1997) mostraba que la distancia media de una granja agrícola hasta el camino pavimentado más cercano es 5.8 kms, lo cual dice mucho al respecto. 217 CONSIDERACIONES FINALES Mientras que los ochenta constituyeron una década perdida de conflicto armado, que nos hizo retroceder en términos de bienestar, los noventa han sido una década de cambios. Los tres grandes momentos del cambio ocurrieron al principio del decenio con la firma de los Acuerdos de Paz, la implementación de las reformas económicas y la sustitución de las donaciones por las remesas familiares, como principal sostén de la solvencia financiera externa. La firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992 fue el punto de partida de la estabilidad política del resto de la década, en la que los antiguos opositores armados se convirtieron en opositores políticos en competencia por los votos de los ciudadanos. La estabilidad política creó la base de convivencia mínima que requieren los procesos económicos para desarrollar sus potenciales. Sobre esa base se desenvolvieron las reformas económicas que se avanzaron desde los primeros años de la década: la reforma arancelaria, la liberalización de precios y la privatización de algunas instituciones estatales, entre las que destacó la privatización de la banca. Las reformas dieron paso al abandono del modelo de sustitución de importaciones y a la adopción de un modelo en el cual el mercado tuviera un papel más sustantivo en la asignación de los recursos del país. La ejecución de las reformas, que se aplicaron en forma de un programa de estabilización y ajuste estructural, tuvo bajos costos en terminos de oposición y de costo social, si se le compara con otras experiencias latinoamericanas. Las razones se encuentran en dos factores que cabe destacar: el primero, el apoyo que el sector empresarial le concedió al programa, después del distanciamiento que caracterizó la gestión ejecutiva en los años ochenta entre el sector empresarial y el gobierno; el segundo, el flujo creciente de remesas familiares que amortiguó los costos sociales del ajuste. En efecto, un factor importante con el que contó el proyecto de reformas económicas fue el flujo de remesas familiares, intensificado a finales de la década anterior, para sustituir providencialmente las 218 donaciones, que habían sido el principal sostén financiero de los años ochenta, las cuales, después de la firma de los Acuerdos de Paz, declinaron rápidamente. Los resultados de la aplicación de las reformas han sido mixtos. Por un lado, la estabilidad macroeconómica se convirtió en el principal activo de la gestión económica y el mercado se encuentra hoy más presente que antes; por el otro, el dinamismo de la economía no ha logrado formar parte de los activos de la gestión económica, pues después de un primer quinquenio de gran dinamismo, éste se perdió durante los siguientes cuatro años, mostrando un ciclo bien definido de auge y declinación del crecimiento económico. Más importante aún, el modelo no logró entregar su ofrecimiento de promover un crecimiento liderado por las exportaciones, más bien las exportaciones netas de máquila, han perdido importancia dentro de la producción nacional. El dinamismo de los primeros años encontró su energía en el auge de consumo de esos años. Cuatro grandes factores parecen encontrarse en la base del auge consumista en cuestión. El primero, la euforia que resultó del fin del conflicto, después de muchos años de austeridad forzada por las limitaciones que impuso la guerra; el segundo, la apertura de la economía, que amplió sustantivamente el menú de opciones de los consumidores; el tercero, el aumento del ingreso permanente de los receptores de remesas familiares, que indujo a elevar su bienestar por medio del consumo; y el cuarto, la mayor intermediación de recursos facilitado por la privatización de la banca, que introdujo mayor agresividad de colocación de créditos y nuevos instrumentos financieros. Una política monetaria de expansión crediticia, que en algunos de esos años dejó que el crédito creciera a tasas de hasta 42%, sirvió de combustible para que aquellos factores impulsaran el auge del consumo. Las remesas familiares, aparte de haber contribuido a aumentar el dinamismo de la economía durante la década, han introducido un dilema para la política económica. La debilidadad exportadora encuentra entre sus determinantes la 219 apreciación real de la moneda que se fue alimentando entre 1993 y 1996, período en el cual, con un tipo de cambio fijo, la inflación doméstica se mantuvo por encima de la inflación internacional, haciendo perder competitividad exportadora; sin embargo, después del último año indicado, en que la inflación convergió al nivel internacional, la erosión indicada de la competitividad desapareció. No obstante, el esfuerzo antiinflacionario dio paso a un fenómeno distinto: las altas tasas de interés real, que han elevado los costos de los recursos financieros para la inversión. De tal manera que el mal holandés que provocan las remesas familiares, presenta para la política económica un dilema importante: si, por un lado, el Banco Central de Reserva continúa con la política de mantener fijo el tipo de cambio nominal y con el esfuerzo antiinflacionario, la tasa de interés real se mantendrá alta, afectando negativamente a la inversión; si, por el otro, asume una meta de inflación menos estricta, permitiendo más liquidez, la tasa real de interés podrá bajar, pero el costo de la erosión de la competitividad exportadora aparecerá nuevamente. La persistencia del lento crecimiento ha llevado a plantearse tres consideraciones sobre la relación que está ocurriendo entre crecimiento y estabilidad. En primer lugar, la política antiinflacionaria en conjunto con una situación fiscal deficitaria, están ahogando el crecimiento de la producción, por sus efectos alcistas sobre la tasa de interés; en segundo lugar, la persistencia del lento crecimiento es una amenaza para la estabilidad macroeconómica misma, en tanto está deteriorando la recaudación tributaria y empeorando la solvencia de las empresas y la cartera de los bancos; y en tercer lugar, la disminución del crecimiento podría ser el resultado de que la productividad está cayendo y la economía se está acomodando a una tasa normal de crecimiento menor, del orden del 3.5%, indicando que el ajuste del crecimiento hacia la baja tiene un componente estructural dominante sobre el comportamiento coyuntural. En una perspectiva de largo plazo de la economía salvadoreña destacan varias características. El crecimiento económico es volátil, alternando períodos de rápido 220 crecimiento y de corta duración con períodos de crecimiento moderado y de contracción, de tal manera que el progreso acumulado durante los últimos cuarenta años resulta notablemente insuficiente. Ciertamente, el crecimiento promedio entre 1960 y 1997 apenas llegó a 3% anual, una tasa apenas superior al crecimiento poblacional. El escaso progreso observado en la reducción de la pobreza encuentra en este bajo crecimiento de largo plazo una de sus explicaciones. Otra característica que sugieren los estudios de largo plazo es la tendencia de la productividad media de los factores productivos a declinar, a la par de la disminución de la disponibilidad de capital por trabajador. La pérdida de productividad tendencial estaría en la base del bajo crecimiento logrado en el largo plazo. La persistencia de la pobreza es la otra gran característica de largo plazo de la economía. Aún el 60% de la población rural se encuentra en pobreza y el acceso de la población a los servicios sociales básicos es precario. La asimetría regional de la pobreza en El Salvador señala contrastes entre el occidente y el centro, por un lado, y el norte y el oriente, por el otro; en general, entre más se camina hacia el norte y el oriente, mayor es la pobreza encontrada. No cabe duda que en el corto plazo la política económica tiene un problema de inconsistencia, pues un régimen de tipo de cambio fijo requiere, entre otras cosas, mantener unas cuentas fiscales en equilibrio, o superavitarias si es posible, porque la política fiscal es el único instrumento de política económica disponible para hacer frente a los impactos negativos sobre la economía y amortiguar las fases recesivas del ciclo económico; en caso contrario, como ocurre en El Salvador, cuando las cuentas fiscales son deficitarias, no queda más remedio que ver pasar la fase recesiva del ciclo, con las consecuencias sobre el empleo y la producción. Además, las cuentas fiscales deficitarias en sí mismas tienden a prolongar la recesión y a intensificarla por la presión al alza que ejercen sobre la tasa de interés. Un segundo elemento de inconsistencia es la rigidez del mercado laboral. Cuando los mercados laborales son poco flexibles, las economías se 221 ajustan ante los impactos negativos por la vía del desempleo, como se ha observado en la experiencia salvadoreña reciente. De tal manera que la mejor recomendación para el corto plazo que se puede presentar, para el manejo del ciclo económico, es el de conservar una política monetaria exigente que mantenga la inflación abajo del nivel internacional para evitar perder competitividad exportadora, y actuar sobre las cuentas fiscales de manera ambiciosa: reduciendo el gasto, aumentando la eficiencia recaudativa y aumentando los impuestos si es necesario; de otra manera, la actividad económica continuará ahogándose en su propia inconsistencia. Lo más importante es lo que se haga en el largo plazo. Un hecho que destaca de la visión de largo plazo es la coexistencia de la persistencia de la pobreza y el poco dinamismo del crecimiento de largo plazo. En verdad, parte de la explicación de por qué se ha hecho poco progreso en reducir la pobreza durante los últimos cuarenta años, se encuentra en la baja tasa promedio de crecimiento en ese período. El otro hecho que destaca es la baja eficacia para convertir ese limitado crecimiento en reducción de la pobreza. Crecimiento robusto y sostenido en el largo plazo y eficacia en la conversión de crecimiento en pobreza son dos grandes desafíos para enfrentar la realidad de la pobreza en el próximo siglo. La evidencia parece sugerir que cuando el crecimiento es exportador es más proclive a elevar la productividad y a sostenerse en el tiempo. Cuatro grandes pilares deberían sostener el objetivo del crecimiento exportador: invertir en educación y salud, fortalecer la seguridad ciudadana, consolidar el estado de derecho y dejar que el mercado asigne los recursos productivos. Estos pilares sólo se construyen en el largo plazo, pero precisamente lo que el país necesita no es otra reactivación más de la economía, resultado de un aumento de los precios del café o de un auge de consumo, que rápidamente va a dar paso a una nueva fase de lento crecimiento, como ha ocurrido tantas veces, sino un crecimiento de largo plazo, que sólo puede traducirse en progreso, si se sostiene en el tiempo. 222 Pero también es necesario eficacia para convertir ese crecimiento en reducción de la pobreza, y para eso se necesita un acuerdo de largo plazo que establezca compromisos de invertir en los pobres, de establecer las políticas públicas para enfrentar sostenidamente las carencias sociales que se han señalado en este y otros estudios. No cabe duda que estos compromisos pasan por la conformación de un estado eficiente y fuerte, eficiente en no distraer recursos escasos en actividades que no le corresponden al sector público, para asignarlos al problema social; y fuerte para que sea capaz de cumplir con las tareas que la sociedad le ha asignado. Mercado libre, estado pequeño, eficiente y fuerte, estado de derecho, seguridad ciudadana y educación y salud parecen ser los cinco pilares mínimos que un país pequeño puede necesitar para llevar progreso a sus ciudadanos. Fortalecer o construir estos cinco pilares constituye el gran desafío de los salvadoreños de cara al próximo siglo. 223 Bibliografía Benjamin, N., Devarajan, S. and Wiener, R. (1989) "The Dutch Disease in a Developing Country" Journal of Development Economics 30. North Holland. Cáceres, L. R. (1998). "Décadas perdidas. Oportunidades para el presente". Mimeo. FUSADES (1990). "Informe trimestral de coyuntura No. 1". FUSADES (1994). "La vivienda y locales comerciales de más de ¢300,000 y su incidencia en el Sistema Financiero", diciembre. Mimeo. FUSADES (1997). "Evolución de los indicadores sociales: una perspectiva latinoamericana" Boletín Económico y Social No. 127, junio. FUSADES (1997). "Pobreza rural" Boletín Económico y Social No. 138, mayo. FUSADES (1998). "La infraestructura en El Salvador", Boletín Económico y Social No. 161, abril. Gallagher, M y Rivera Campos, R. (1995) "El gasto público" en Bases fiscales para el Estado moderno, ed. Mark Gallgher. AID, CINDE, ESEN. Harberger, A. (1993). "Midiendo los componentes del crecimiento económico en El Salvador. Métodos y resultados iniciales" Memorandum presentado a FUSADES, mayo, San Salvador. Hinds, M. (1993). "El Salvador: What Now". Mimeo. Liévano de Marques, M (1996) "El Salvador, un país en transición", ESEN, CREDISA. Mankiw, G. (1992). "Macroeconomics" Worth Publishers, New York. Morales, A. (1998). "Determinants of Growth in an Error Correction Model for El Salvador" en Recent Economic Development, FMI, Mimeo. PNUD (1997) "Informe sobre Indices de Desarrollo Humano en El Salvador", San Salvador. PNUD (1998). "Informe sobre el desarrollo humano", New York. PNUD−CNDS (1999). "Estado de la Nación en desarrollo humano 1999. El Salvador. 1a edición San Salvador, El Salvador. Roberto Rivera Campos (Comp.) 224 Rivera Campos, R. (1986). "Dinámica y crisis de la economía salvadoreña", Estudios Centroamericanos, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Rivera Campos, R. (1994). "Los determinantes del ahorro en El Salvador" Ministerio de Planificación, Mimeo. Rivera Campos, R. (1996). "Remesas familiares, mal holandés y política económica" Boletín Económico y Social No. 124, FUSADES, marzo. Rivera Campos, R. (1996). "Remesas familiares, mal holandés y política económica" en Remesas familiares en El Salvador: Coyuntura y crecimiento ed. Roberto Rivera Campos, Documento de Trabajo No. 43, FUSADES. Rivera Campos, R. (1998). "Mal holandés, esterilización monetaria y tasa de interés real en El Salvador", Cuaderno No. 23, Banco Centroamericano de Integración Económica. Rosa, H. (1993). "AID y las transformaciones globales en El Salvador. El papel de la asistencia económica de los Estados Unidos desde 1980" CRIES. Segovia, A. (1996). "Macroeconomic Performance and Policies Since 1989" en Economic Policy for Building Peace. The Lessons of El Salvador, ed. James Boyce. Lynne Rienner Publishers, Inc. Segovia, A. (1996b). "Domestic Resource Mobilization" en Economic Policy for Building Peace, The Lessons of El Salvador, ed, James Boyce. Lynne Rienner Publishers, Inc. Segovia, A., Rosa, H., Martínez, J. E. y Pleitez, W. (1990). "La gestión económica de ARENA. La política macroeconómica: promesa y realidad" Revista Política Económica, julio, vol I No. 1. CENITEC. Sorto, F. y Pleitez, W. (1992). "La reforma financiera de ARENA: ¿Hacia donde se dirige la privatización de la banca? Revista Política Económica, vol I, No. 12, abril− mayo, CENITEC. Worl Bank (1995). "El Salvador: Meeting the Challenge of Globalization". Vol II. 225