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DESARROLLO LOCAL, COMPETITIVIDAD Y CLUSTERS Armando Heredia González División de Estudios de Posgrado e Investigación Instituto Tecnológico de Tehuacán Libramiento Tecnológico S/N, A. P. 247. C. P. 75770 Tehuacán, Puebla aheredia2001@yahoo.com.mx Maricela Castillo Leal Departamento de Ciencias Económico-Administrativas Instituto Tecnológico de Nuevo León Av. Eloy Cavazos 2001. Col. Tolteca. C. P. 67170 Guadalupe, Nuevo León. maricelacastillo3@gmail.com Senén Juárez León División de Estudios de Posgrado e Investigación Instituto Tecnológico de Tehuacán Libramiento Tecnológico S/N, A. P. 247. C. P. 75770 Tehuacán, Puebla sjleon34@hotmail.com Mesa de trabajo: Intervención y Cambio Organizacional DESARROLLO LOCAL, COMPETITIVIDAD Y CLUSTERS Armando Heredia González1 Maricela Castillo Leal2 Senén Juárez León 3 RESUMEN El presente trabajo tiene como finalidad plantear la situación en la cual el desarrollo local puede generar las condiciones necesarias para la atracción de inversiones para el sector productivo y como las empresas encaran, en función del entorno globalizado y con alto nivel de incertidumbre, enfrentan los desafíos de la competitividad, en las últimas dos décadas se ha considerado como una alternativa estratégica la formación de clusters los cuales generan encadenamientos productivos y que a través de éstos se incrementa la competitividad con una incidencia positiva en el nivel de desarrollo económico. Esto a su vez influye en el desarrollo local a través del impulso y fortalecimiento de las relaciones entre los diferentes agentes económicos para impulsar el desarrollo empresarial, socioeconómico y local. 1. DESARROLLO LOCAL En la forma tradicional de enfocar el desarrollo por parte de la economía neoclásica es hacer depender el desarrollo de los recursos financieros (inversiones), sin embargo, la disponibilidad de los recursos financieros no es suficiente para detonar el desarrollo. Competir por inversiones para promover un desarrollo local a través de programas tendientes a la creación de regiones con sistemas productivos modernos, genera polarización, por una parte, se observa crecimiento de los indicadores económicos y, por otra parte, altas tasas de 1 Profesor-Investigador del Instituto Tecnológico de Tehuacán Profesora-Investigadora del Instituto Tecnológico de Nuevo León 3 Profesor-Investigador del Instituto Tecnológico de Tehuacán. 2 desempleo y desintegración social; esta tendencia genera un crecimiento local sin desarrollo humano. Para que realmente se hable de desarrollo local se debe de generar paralelamente un desarrollo humano (Alburquerque, 2003). Es decir, el desarrollo local debe tender a generar elevar las condiciones de vida de la paralelamente, población utilizando eficientemente los recursos locales y, promover la creación de nuevas empresas y empleos. Aprovechando las tecnologías de información y comunicación como la reorganización del proceso productivo para elaborar productos que satisfagan de una mejor manera las necesidades del mercado. Paralelamente se deben crear servicios de apoyo a las nuevas necesidades industriales para que sean cubiertas adecuadamente. (Alburquerque, 2003). Sin embargo, habría que considerar que la inversión a la que nos estamos refiriendo es la inversión interna pues en el caso de la inversión externa (extranjera) tiene otra dinámica y a final de cuentas es menos (o mejor dicho nada) proclive a generar mejorar las condiciones del entorno en donde se establecen. Esto tiene que ver con la falsa hipótesis de “que el desarrollo económico local se logra siendo exitoso en la competencia (con otros municipios como contrincantes) por la atracción del capital global, el capital que viene de afuera. Que esa inversión “externa” nos ubicará como ciudadanos y gobernantes en el mundo global, será portadora de la nueva modernidad, del empleo de calidad, de los ingresos tributarios. Que el desarrollo económico local, de producirse, va a venir de afuera” (Coraggio 2001). Siguiendo el pensamiento de Coraggio (2001) nos señala que “es desde adentro y abajo (no desde afuera y arriba), y en confrontación o negociación fuerte con las fuerzas externas, que el desarrollo va a surgir. Y gracias a ese desarrollo es que van a venir aquellas inversiones que realmente queremos atraer, las que no expolian como gigantescas aspiradoras las capacidades e identidades de los trabajadores ni nuestros ecosistemas, ni pretenden ganar a costa de la destrucción del tejido social, la ética pública y la dignidad humana. Y los queremos porque pueden hacer contribuciones muy importantes al desarrollo local y a la integración a la nueva sociedad global. Las condiciones de esa incorporación deben ser dictadas por acuerdos confiables y que den garantía a ambas partes, y ellos requiere como condición la existencia de una democracia participativa, donde los contratos que hace el gobierno están sustentados en un consenso explícito y una política de Estado y no en negociaciones con tecnócratas del gobierno de turno, hechas detrás de las bambalinas del escenario público, muchas veces con una dosis de beneficio privado de políticos y funcionarios”. Por tanto, la dinámica desarrollo local se va generando a partir del aprendizaje y la acumulación de conocimientos en el quehacer cotidiano, tanto desde el punto del trabajador como del sector empresarial realizar esquemas de innovación en sus diferentes tipos (de producto, de proceso, de servicio, organizacional, etc.) con los recursos con lo que disponen las ciudades o regiones a nivel local para después proponer alternativas de desarrollo que realmente involucren eficientemente los recursos con los que se cuentan. Esto es, partir de un nuevo paradigma de desarrollo en donde los recursos internos o locales sea lo más importante a considerar, siguiendo este razonamiento se puede esperar realmente no sólo un desarrollo económico sino un desarrollo humano que no atente contra el ecosistema existente y se pueda constatar una mejoría en los niveles de vida de la población. En este sentido, para Coraggio (2001) “El objetivo trascendente es el desarrollo, y en particular el desarrollo humano. Pero no en la versión que de hecho ve al desarrollo humano como la satisfacción aparente de unas necesidades mínimas, o el incremento de ciertos indicadores sociales. Por desarrollo humano nos referimos a la reproducción ampliada de la vida, la reproducción sin limites de la calidad de vida, que es la única fuerza que puede contraponerse a la fuerza del capital que acumula sin limites, o a la fuerza del poder que también acumula sin limites. Hace falta esa fuerza equivalente para contraponerla a la lógica del capital político y a la lógica del capital dinero. Para denotar esa pretensión es que aceptamos usar el término de ‘capital’ humano”. Boisier2 (2003) comenta que “en el “desarrollo a escala humana” se avanza en la subjetivización del desarrollo, se categorizan los recursos no convencionales (notablemente similares a las varias formas de “capital intangible” de Boisier) y se hace hincapié en la utilización de la sinergia como motor de desarrollo. Tales similitudes hablan por sí mismas de una época de transición paradigmática, como lo sostendría seguramente Kuhn, transición caracterizada por el hecho de que miembros de una misma comunidad de saberes, sin contacto entre sí, comienzan a plantear las mismas dudas, a explorar los mismos nuevos senderos, a inventar similares neologismos, a formular nuevas y parecidas propuestas”. Vázquez-Barquero (1988) conceptualiza el desarrollo local como “un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que conduce a una mejora en el nivel de vida de la población local, en el que se pueden identificar tres dimensiones: una económica, en la que los empresarios locales usan su capacidad para organizar los factores productivos locales con niveles de productividad suficientes para ser competitivos en los mercados; otra, sociocultural, en que los valores y las instituciones sirven de base al proceso de desarrollo; y, finalmente, una dimensión político-administrativa en que las políticas territoriales permiten crear un entorno económico local favorable, protegerlo de interferencias externas e impulsar el desarrollo local”. El desarrollo local debe elevar las condiciones de vida de la población utilizando eficientemente los recursos locales y promover la creación de nuevas empresas y empleos. Aprovechando las Tecnologías de Información y Comunicación como la reorganización del proceso productivo para elaborar productos que satisfagan de una mejor manera las necesidades del mercado. Paralelamente se deben crear servicios de apoyo a las nuevas necesidades industriales para que sean cubiertas adecuadamente. En el contexto del desarrollo local y del desarrollo endógeno el Estado tiene que asumir otras funciones, por tanto, Boisier (2000b) señala que el Estado debe modernizarse, esto es, mejorar su administración en cuanto a la conducción política y su capacidad de negociación lo que le permitirá gobernar de una manera más eficiente considerando los diferentes agentes económicos, políticos y sociales de los niveles nacional, estatal, regional y locales. En este sentido, instrumentos y Silva (2003) señala que “se hace imprescindible diseñar políticas públicas de gestión dirigidas a estimular el aprovechamiento de los recursos locales endógenos para impulsar nuevos estilos de desarrollo basados en las potencialidades de las economías locales como complemento indispensable de las políticas nacionales de desarrollo. En general los procesos de desarrollo territorial tienen como objetivos principales la transformación del sistema productivo local, el crecimiento de la producción, la generación de empleo y la mejora en la calidad de vida de la población”. Se requiere del fortalecimiento institucional a nivel local que permita la creación de redes cooperativas entre los distintos actores de la sociedad, que genere una integración social y cultural, apoyar las instituciones locales, la descentralización administrativa, esto permitirá enfrentar de una mejor manera la globalización económica y el desarrollo empresarial. (Alburquerque,1999). Dentro del estudio de lo local un punto importante a destacar es el que el Desarrollo local es una modalidad de desarrollo que busca responder “desde abajo” a la crisis estructural del ajuste propio del capitalismo tecnológico actual y que busca también superar la “crisis de proximidad” producida por la modernización. El desarrollo local es un proceso que utiliza el potencial económico, político, cultural, social e institucional del territorio para generar el bienestar en la población local y economías de escala. (Vázquez –Barquero. 2000). El desarrollo local constituye un modelo alternativo al propuesto por el paradigma neoclásico, dominante durante los años cincuenta y sesenta, según el cual el crecimiento se apoyaría en la industrialización (en el caso de los países subdesarrollados en la sustitución de importaciones) y la concentración de la actividad productiva, a través de la gran empresa, creándose un pequeño número de megalópolis urbanas, a través del mercado se expandirían y, posteriormente, coadyuvar al desarrollo de las ciudades y regiones del entorno. Un aspecto esencial en el funcionamiento del desarrollo local es la descentralización, pues esta se debe manifestar en una creciente autonomía respecto de los centros decisorios, en aspectos tan básicos (como los indicadores mínimos del bienestar, como son la salud, la educación, alimentación, etc.) para detonar el incremento en los niveles de bienestar. En este sentido, la descentralización debe ser entendida como un factor imprescindible para que se apuntalen las políticas destinadas a fomentar y crear las condiciones suficientes para el desarrollo local desde la toma de decisiones locales. (Alburquerque, 1999). En la discusión de la descentralización se han generado diferentes interpretaciones incluso confusiones entre los conceptos como puede observarse con desconcentración y descentralización, al respecto Boisier (2002) plantea que “debe ser claro que aún cuando los procesos de desconcentración y descentralización se encuentren frecuentemente en un mismo continuo, el primero de ellos alude a una cesión de capacidad de decisión desde un nivel jerárquico dado a otro inferior dentro del mismo organismo, tratándose en consecuencia de una cuestión interna que no requiere sino la voluntad del nivel jerárquico superior; el segundo, la descentralización, supone la creación de un ente distinto de aquél del cual se va a transferir capacidad decisoria y ello a su vez supone la concesión de personalidad jurídica propia, de recursos y de normas propias de funcionamiento”. En suma, la nueva posición del Estado en el diseño de políticas públicas que aprovechen los escasos recursos locales, lo que se sustentarán en nuevos estilos de desarrollo basados en las potencialidades de lo local complementándose con las políticas públicas nacionales. Ésta política pública tenderá a inducir el desarrollo de redes de empresas que permitan la conformación de los aspectos de cooperación y asociacionismo entre ellas para impulsar su competitividad. Con respecto a esto, el nuevo papel del Estado debe estar colocado en los planos micro, mesoeconómico e impulsando una estrategia de articulación entre lo publico-privado para ir generando los espacios para el incremento de la competitividad de las empresas locales. (Silva 2003). La teoría de desarrollo local desde siempre ha tenido un basamento territorial y se ha ido haciendo más evidente con los resultados exitosos de los distritos industriales en Italia, Alemania, España. Sus orígenes teóricos se remontan a las teoría de Marshall, Ferraro (2003) argumenta que “para Marshall, los distritos son una concentración geográfica de empresas especializadas que, aprovechando la división del trabajo en fases productivas y la especialización sectorial, consiguen ventajas de escala frente a la gran firma integrada”. Se puede inferir algunos aspectos de los distritos industriales que tienden a sobresalir como es lo territorial y que está integrado por PYMES. La teoría marshalliana atribuye a las economías de aglomeración la ventaja de la cercanía geográfica para el desarrollo económico. Los más recientes aportes al estudio de los distritos industriales, en especial los de investigadores italianos, encuentran que la cercanía facilita el desarrollo de relaciones sociales cooperativas, basadas en la confianza, y plantean que estos elementos son determinantes para explotar las ventajas competitivas que genera una organización industrial altamente descentralizada y especializada. Para los neoschumpeterianos, en cambio, la importancia de la cercanía física radica en que estimula los procesos de cambio tecnológico. (Ferraro, 2003). En el desarrollo local se observa que el conjunto de micro, pequeñas y medianas empresas locales encabezan la dinámica de crecimiento a través de la generación de economías de escala y la reducción de los costos de transacción (por la complementariedad en sus actividades y por su cercanía); los salarios son bajos debido a la flexibilidad en los mercados de trabajo, lo que conduce a la reducción de costos de producción; los individuos locales tienen una gran participación y control en el proceso de desarrollo local. Por tanto, en los últimos años los sistemas productivos se desarrollan a través de redes de agrupaciones de empresas permitiendo analizar los encadenamientos productivos para explicar la forma en que el sistema económico se desarrolla. Se desprende la relevancia de estimular el desarrollo de las localidades y regiones a través del impulso y fortalecimiento de la infraestructura, de lo cultural y de los procesos productivos, mejorando las relaciones de cooperación y confianza entre los diferentes agentes económicos privados, públicos e institucionales. Esto es, enfatizando los esfuerzos en las relaciones entre los diversos agentes económicos lo que genera el detonar el desarrollo empresarial, cultural, socioeconómico y local. De tal forma que esta dinámica no sólo se observe en el crecimiento del producto interno, ingreso, sino también en la calidad de vida de la sociedad, es decir, un desarrollo humano. Entonces es por medio del proceso del desarrollo local como las economías locales tenderán a proponer maneras alternativas de desarrollo a través de la potencialización en el uso de sus recursos y en todas sus actividades y encarar de forma exitosa la globalización mundial a través del incremento de su competitividad. 3. CLUSTERS La teoría del cluster de Michael Porter, está basada en la teoría de la competitividad local, estatal y nacional dentro del contexto de la economía global (Porter, 1990). De acuerdo con Porter, ser competitivo para las firmas es mejorar continuamente la efectividad operacional en sus actividades mientras simultáneamente siguiendo diferentes más bien que posiciones estratégicas imitativas. Su argumentación es que la existencia de los clusters geográficos alientan ambos de esos requerimientos para la competitividad de la firma, alentando la formación de activos relacionales basados regionalmente a firmas individuales pero de su principal beneficio a su desempeño competitivo. (Martin 2001). Entre la variedad de estrategias posibles, una de las más viables para enfrentar la competencia derivada de las aperturas económicas, es el esquema de asociatividad bajo el modelo de Distritos Industriales, Aglomeraciones, Agrupamientos productivos y Clusters. Estas asociaciones generan un tipo de ámbito competitivo donde las interacciones entre las empresas micro, pequeñas (MiPymes), medianas en algunas ocasiones, en conjunto con las grandes empresas facilitan la existencia de una gran rivalidad y diversidad competitiva de forma que los resultados son altamente competitivos para tales asociaciones productivas. Las aglomeraciones no se pueden identificar con las definiciones tradicionales de industria, pero si se pueden describir sus límites, de forma que sea posible realizar su estudio significativo. El hecho que las empresas compartan una dotación de recursos hace que la rivalidad se intensifique y que se produzca un alto nivel de variedad estratégica. A partir de un nivel de estrategia colectiva, las organizaciones comparten los mismos objetivos y dan respuesta conjunta a las demandas de su entorno, vinculadas entre sí por lazos permanentes, compartiendo los mismos nichos de recursos. Con la agudización de la competitividad, los clusters, las agrupaciones productivas de empresas resultan ser beneficiadas debido a su singularidad, basada en sus capacidades locales y endógenas. El cambio tecnológico, la innovación y la difusión, son categorías relacionadas directamente con el tejido social en el que se ubica. En el contexto de acelerado cambio económico y tecnológico, las empresas necesitan desarrollar una capacidad dinámica para renovar, aumentar y adaptar sus habilidades para mantenerse en el mercado. Por consiguiente, la innovación y el aprendizaje son fundamentales para el sostenimiento de las empresas en el mercado, estos dos aspectos combinan diversos conocimientos tecnológicos, organizacionales y de mercado. Desde que en 1990 Porter publicara su libro La ventaja competitiva de las naciones, el análisis de clusters se ha expandido vertiginosamente. En ello influyó, por un lado, la aparición o desarrollo, desde mediados de los años 80, de una serie de corrientes económicas, a saber: • Dentro de la economía de la innovación, el enfoque de los sistemas nacionales, regionales y sectoriales de innovación, • De la geografía económica e industrial (especialmente la corriente neomarshalliana de los distritos industriales), • Dentro de la economía tradicional, las nuevas teorías del crecimiento económico y del comercio internacional, • Y dentro de la economía organizacional, los llamados costes de transacción, de la teoría de la firma y de la literatura basada en los recursos. (Véase Dahl 2001). Entre las corrientes económicas destacan la complejidad en la formación de los conglomerados, la cual ha sido confiada a un conjunto de decisiones colectivas que surgen de la colaboración entre actores públicos y privados, asociados a la interrelación existente entre política industrial y territorio, concurriendo de un modo relevante a determinar el destino de los contextos locales y regionales. 3. COMPETITIVIDAD Los cambios observados en el contexto internacional a partir de la década de los ochenta, han estado caracterizados por la integración de las economías a través del fenómeno de la globalización de la economía mundial. Así, en la globalización económica a nivel mundial no se compite bajo el esquema tradicional de empresa versus empresa, sino en un nuevo modelo de cadena empresarial versus cadena empresarial, cluster versus cluster, región versus región, país versus país. (Villarreal, 2002). Uno de los retos para las regiones mexicanas es competir en los mercados nacionales e internacionales a través de la ventaja competitiva, la cual no sólo consiste en utilizar la tecnología más avanzada y adecuada, sino también en una organización eficiente del trabajo, satisfaciendo de manera adecuada las necesidades de los clientes. En otras palabras, se tiende a modernizar los procesos productivos, administrativos, comerciales, de capacitación del personal y de calidad de los productos, para competir tanto en el mercado nacional como en el internacional. La competitividad es un proceso dinámico, resultado del esfuerzo de una gran cantidad de empresas por destacar unas frente a otras en el mercado. (SECOFI, OMPI, 1992). Considerando a la competitividad como un proceso dinámico, Pérez (1996) dice que la “definición de competitividad varía históricamente. En diferentes periodos, son elementos distintos lo que determinan la capacidad para ingresar con éxito al mercado, para obtener una participación y sostenerla o incrementarla con el tiempo. Hasta hace poco, por ejemplo, las economías de escala y la productividad eran primordiales; conforme al nuevo paradigma, la calidad, la flexibilidad, la adaptación al cliente y la oportunidad en la entrega cobran creciente importancia”. Algunos autores han estudiado la competitividad como un elemento relevante para que las empresas puedan permanecer, aumentar o acceder a nuevos espacios en los mercados. Di Filippo (1991) define a la competitividad como “un incremento o al menos un mantenimiento en la participación en el volumen transado internacionalmente o para determinadas áreas o segmentos del mercado mundial en el que el producto está compitiendo. Álvarez (1998), define a la competitividad como la “capacidad que tiene una organización para incrementar, consolidar y mantener su presencia en el mercado”. Estas dos últimas consideraciones sobre competitividad se analizan desde perspectivas diametralmente diferentes, por un lado, Di Filippo lo hace macroeconómicamente mientras Álvarez desde el ángulo microeconómico de la organización. Por su parte la OCDE (1995) señala que la “competitividad de la PyMES viene determinada por el juego de toda una gama de factores cuya combinación varía sensiblemente de un país a otro y de una empresa a otra”. Como puede apreciarse, los determinantes de la competitividad no son estáticos sino que manifiestan una dinámica de acuerdo a los cambiantes micro y macroambientes. A nivel de empresa, existe una comprensión clara de la competitividad basada en la habilidad de las empresas para consistente y rentablemente producir bienes y servicios reuniendo los requerimientos del mercado en términos de precio, calidad, etc. Cualquier empresa debe reunir esos requerimientos si espera quedarse en el mundo de los negocios, y cuanto más competitiva sea una firma respecto a sus rivales más grande será su posicionamiento en el mercado. Por el contrario, las firmas no competitivas verán reducir su participación en el mercado con la tendencia a salir del mercado. Por su parte, al nivel macro-económico el concepto de competitividad no esta suficientemente claro, sin embargo, se puede decir que un incremento en la competitividad regional o nacional frecuentemente es presentado como una meta de política económica. (Martin, 2001; 2.1). Ahora se presentan las siguientes definiciones de competitividad, así el The Report of the President’s Commission on Competitiveness (1984), considera que “la competitividad de una nación es el grado en el cual puede, bajo condiciones libres y justas de mercado, produce bienes y servicios que reúnen la prueba de los mercados internacionales mientras simultáneamente expandiendo los ingresos reales de sus ciudadanos. La competitividad a nivel nacional esta basada en un desempeño superior de la productividad y la habilidad de la economía a cambiar producto a actividades de productividad alta las cuales en cambio pueden generar altos niveles de ingresos reales. La competitividad esta asociada con incrementos en los estándares de vida, expandiendo las oportunidades de empleo, y la habilidad de una nación a mantener sus obligaciones internacionales. Esto no es justo una medida de la habilidad de una nación a vender al extranjero y mantener un equilibrio comercial”. En el accionar actual de las empresas, es cada vez más difícil llevar a cabo actividades de innovación de manera aislada, en cambio se observa de forma creciente la conformación de alianzas estratégicas con proveedores, consumidores, competidores con otras instituciones de apoyo como bancos universidades, instituciones de transferencia de tecnología y otros. En este sentido, se asume que la competitividad de las empresas depende de la competitividad de la región en donde realizan sus actividades. La competitividad no solamente debe de ser estudiada por el desarrollo de sus exportaciones, sino también tiene que ver con aspectos administrativos, organizacionales, la Investigación y Desarrollo (I &D) y el desarrollo de las habilidades y aptitudes de la mano de obra, así como por aspectos de ubicación y de infraestructura. De acuerdo con Porter (1990), las empresas alcanzan ventajas competitivas mediante acciones de innovación en su sentido más amplio, incluyendo tanto nuevas tecnologías como nuevas formas de hacer las cosas. Perciben nuevas bases para competir o encontrar mejores formas para competir de acuerdo a modos antiguos. Se puede lograr una ventaja competitiva si se tienen menores costos que la competencia, o si se tiene la habilidad suficiente para diferenciarse y lograr un premio en precio sobre los de la competencia, es decir, una empresa logra mayor rentabilidad si tiene precios o costos menores que los de la competencia. Por su parte The Sixth Periodic Report on the Regions (1999), “[Competitividad es definida como] la habilidad a producir bienes y servicios las cuales reúnen las pruebas de lo mercados intencionales, mientras al mismo tiempo mantienen altos y sustentables niveles de ingreso o, más generalmente, la habilidad de (las regiones) a generar, mientras estar sin protección a la competencia externa, relativamente altos niveles de ingresos y de empleo”, y “en otras palabras, para una región ser competitiva, es importante asegurar ambos calidad y cantidad de trabajos”. La Comisión Europea, conceptualiza la competitividad regional, de que a pesar de que en cada región existen empresas competitivas y no competitivas, hay características comunes dentro de una región la cual afecta la competitividad de todas las firmas localizadas en ese espacio. Un aspecto esencial que sobresale claramente es la productividad, por tanto, la mejora en la comprensión de cuáles son los factores elevan la productividad es un elemento esencial para desarrollar estrategias para la competitividad regional (Martin 2001). Por tanto, en la economía regional se caracteriza por la habilidad para optimizar sus activos locales para competir y prosperar en los mercados adaptarse a los cambios en esos mercados. nacionales y globales y 4. CONCLUSIONES. El funcionamiento de la economía se sustenta en el hecho de que la producción de bienes y servicios se elaboran espacialmente en el territorio y cuando se internaliza este proceso se genera un desarrollo local. El desarrollo local se caracteriza por la cooperación y confianza entre las micro, pequeñas y medianas empresas y que además por su cercanía generan economías de aglomeración y rendimientos crecientes (genera la conformación de clusters). El desarrollo local fundamenta su dinámica a la innovación tecnológica introducida en los diferentes procesos productivos locales incidiendo en un incremento de su productividad. Aunado a esta situación se deben fortalecer las cadenas productivas para generar sinergias entre los distintos sectores económicos. Por otro lado, la gestión del conocimiento y de la información serán elementos imprescindibles para poder contribuir al logro del funcionamiento más eficaz y eficiente de las organizaciones productivas. La conjunción de todos estos factores tenderá a incrementar la competitividad de las empresas locales. Esta competitividad puede darse no sólo a nivel local, regional sino también nacional e internacionalmente. Una de las formas actuales en que se esta gestando actualmente el desarrollo local es por medio de la constitución de distritos industriales y más recientemente a través de clusters para que las empresas incrementen su competitividad. Concluyendo se puede argumentar que a través del proceso del desarrollo local es como las economías locales tenderán a generar formas alternativas de desarrollo a través de la potencialización de todas sus actividades empresariales productivas y encarar de forma exitosa la globalización mundial. El desarrollo local es una manera de hacer un uso óptimo de los recursos con las que cuentan las economías locales (considerando un pacto entre los agentes económicos, privados, públicos y sociales, sustentado en relaciones de cooperación y confianza) para generar un desarrollo local que les permita no sólo ser competitivo a nivel productivo sino que se genere un incremento en los niveles de bienestar de la sociedad local. No se puede hablar de un desarrollo local solamente considerando los incrementos en los índices competitivos sin tomar en cuenta el aumento en los índices de bienestar de la sociedad. BIBLIOGRAFÍA. Álvarez Torres Martín G., 1998. “Manual de competitividad”. Ed. 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