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Seres malignos que quieren controlar nuestras vidas
Mario González Sánchez
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Odisea, Sevilla
Controladores aéreos
Seres malignos y demoníacos que quieren
controlar nuestras vidas
Preparamos este viaje a Sevilla con tiempo y dedicación,
pusimos todo el empeño para
que todo saliera bien. Nuestro planing para esos días
estaba realizado. Habíamos
reservado los billetes de
avión y hotel, que estaba ubicado en un lugar emblemático de Sevilla, entre callejuelas y espacios de gran belleza.
La salida del vuelo era desde el aeropuerto de Alvedro,
en A Coruña y estaba previsto para las 17:30 h. del viernes día 3 de diciembre; el regreso se llevaría a cabo el día
8 a las 07:40 h.
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Las primeras contingencias aparecieron dos días antes de
nuestra partida, ya que el tiempo empezó a complicarse
de forma inesperada. La nieve hizo presencia en cotas
muy bajas a lo que se sumaron, posteriormente, las fuertes heladas. El jueves, 2 de diciembre, gran parte de las
carreteras de nuestra comunidad quedaban cortadas por
la presencia de nieve, que en algunos puntos fue de gran
intensidad. A este grave inconveniente, le sucedió otro
peor, el gran descenso de temperaturas dio paso al hielo,
haciendo imposible la circulación.
El viernes día 3 despertamos con las preocupantes noticias que nos daban los informativos. Las heladas estaban
impidiendo la circulación por las carreteras de la comunidad, y la autovía que utilizaríamos para llegar a A Coruña estaba cortada al tráfico. Buscando una posible alternativa para llegar al aeropuerto, me informé en las oficinas de la estación de autobuses de Ourense. Las noticias que me llegaban no eran alentadoras; habían recibido
órdenes de suspender la línea de autobús que iba en dirección a A Coruña, la autovía estaba cortada en el tramo
Santiago-A Coruña. Los temores a una posible cancelación del viaje empezaron a rondar en mi cabeza. Quise
buscar otra vía alternativa y contacté con el servicio de
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información de Renfe, pero el único tren que iba a A Coruña salía pasadas las 18:00 h. opción que tampoco nos
era de gran ayuda. Ya solo nos quedaba esperar a la hora
que teníamos previsto salir en nuestro coche y rezar para
que el tiempo se convirtiera en nuestro aliado. Y así fue,
salimos de Ourense pasadas las 13:15 h. rumbo a nuestro
destino. Constatamos la poca afluencia de tráfico en las
carreteras, algo que nos hizo pensar que tal vez nos encontraríamos con algún tramo de la autovía cortado; sin
embargo, después de circular con mucha precaución y
con abundante presencia de nieve a ambos lados de la
carretera, llegamos a Santiago. Ahora quedaba el tramo
más complicado y que presentaba mayor dificultad. En
los paneles de información nos comunicaban constantemente la presencia de las máquinas de sal en la calzada, y
nos invitaban a circular con precaución. Aquí solo encontramos dificultades cuando pasamos por las proximidades de Órdenes, pero en ningún momento tuvimos la
sensación de que podíamos quedar bloqueados. En pocos minutos habíamos llegado a A Coruña.
Después de superar la gran dificultad del día, nos felicitamos por haber llegado a nuestro destino, y con tiempo
suficiente para tomar el vuelo con dirección a Sevilla.
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Pasadas las 15:30 h. de la tarde ya estábamos en el aeropuerto de Alvedro facturando el equipaje. Después de
comer nos dirigimos a la puerta de embarque, donde pasamos con gran incomodidad el control de seguridad.
Por fin habíamos superado los grandes inconvenientes
que se habían planteado el día anterior.
A las 17:20 h. estábamos colocando nuestros equipajes
de mano en las estanterías del avión, y nos preparamos
para iniciar el despegue. Las azafatas de vuelo, siguiendo
el ritual de costumbre, nos recordaron las instrucciones
en caso de una posible emergencia. Abrochamos nuestros cinturones y esperábamos las órdenes de despegue.
No habían transcurrido cinco minutos cuando el comandante nos informa de que los controladores aéreos de
Santiago acababan de abandonar su puesto de trabajo y
no sabían cuándo podríamos despegar. Nos invitaron a
abandonar el avión y recoger nuestros equipajes de mano. A partir de este instante la megafonía del aeropuerto
empezó a informarnos de que los vuelos con dirección a
Madrid, Barcelona y Bilbao habían sido cancelados por el
mismo motivo. Así mismo, anunciaban que el vuelo que
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llegaba de Madrid con dirección a Santiago había sido
desviado a A Coruña.
Las informaciones eran imprecisas, escuetas y asépticas, y
el tiempo pasaba sin saber cuándo podíamos despegar,
pero la megafonía acabaría con nuestras ilusiones: el espacio aéreo nacional había sido cerrado. Los controladores abandonaban sus puestos de trabajo alegando incapacidad para soportar la carga laboral a la que estaban siendo sometidos. La indignación y el malestar de quienes
nos encontrábamos allí iban creciendo a medida que
transcurrían las horas. Nuevamente, la megafonía nos
comunica que debemos retirar las maletas que horas antes habíamos facturado.
Intentamos contactar con Vueling, compañía con la que
habíamos contratado el viaje, pero las líneas estaban saturadas o bien no cogían el teléfono. La incertidumbre se
había apoderado de todos los que nos encontrábamos en
el aeropuerto, y la gente empezaba a vagar sin rumbo y
sin saber qué hacer. Las caras de desolación y cansancio
se iban acentuando con el paso de las horas. En pequeñas reuniones se comentaba que a las 22:00 h. había
cambio de turno de los controladores y tal vez ya podrcometadigital.com
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íamos volar, pero las informaciones que nos llegaban del
personal de tierra del aeropuerto apagaban cualquier atisbo de solución. Se nos decía que todos los vuelos estaban
cancelados hasta el domingo a las 07:00 h.
Nos miramos con cara de desolación y tristeza. El cansancio hacía mella en nuestros cuerpos y decidimos recoger los impresos de reclamación en la ventanilla de AENA. Dentro de aquel cúmulo de desgracias, nosotros
disponíamos de vivienda para pasar la noche y reflexionar sobre lo qué íbamos a hacer en las próximas horas.
Llegamos a casa y pusimos las noticias. La mayoría de las
cadenas de TV centraban la información sobre la huelga
encubierta y salvaje que este grupo de privilegiados, los
controladores aéreos, estaban realizando. Habían secuestrado a más de 600.000 personas en los aeropuertos de
España y otras ciudades europeas. El pulso que mantienen desde hace años con el gobierno y la lucha para mantener unas prestaciones económicas de las que no dispone ningún otro colectivo en este país, les ha llevado a
secuestrar, una vez más, a todos aquellos que habíamos
preparado con esmero e ilusión unos días de descanso.
No les ha importado la gente humilde que realizaba viacometadigital.com
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jes para encontrarse con su familia, para asistir a la boda
de un hijo, al nacimiento de un nieto; a aquellos que, viviendo una situación crítica como la que tenemos en
nuestro país, se han esforzado en reunir una cantidad de
dinero para disfrutar de unas pequeñas y merecidas vacaciones. Este colectivo está formado en su gran mayoría
por gente mezquina y sin conciencia humana. Son indecentes e impresentables. Con la situación tan delicada
que estamos viviendo, no les ha importado dar un golpe
mortal a la economía de este país. Pero creemos que han
jugado su última baza de forma imprudente. Tras largos
años de lucha y concesiones, el gobierno ha impuesto el
Estado de Alarma, concepto que era desconocido para
gran parte de los españoles, pero que ha conseguido que
estos carroñeros vuelvan a sus puestos de trabajo de
forma militarizada.
El mal ya se ha hecho. El golpe a nuestra sociedad y a la
maltrecha economía de este país ha sido cruel y maligno,
pero deseo y pido que se actúe contra este colectivo con
todas las armas posibles y alguna más. Que de una vez
por todas se les quiten los privilegios que ningún gobierno anterior quiso o pudo hacer antes. Hoy tienen a todo
un país apoyando esta acción y es el momento de que se
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aprueben leyes que eviten que en un futuro algo así pueda volver a suceder.
Por nuestra parte, ya no nos quedada más que hacer en A
Coruña. El sábado, antes de regresar, cancelamos las reservas de hotel y nos dirigimos al aeropuerto para entregar nuestras reclamaciones en los mostradores de AENA. El aeropuerto presentaba un aspecto triste y desolador. El movimiento en este espacio es el reflejo de la vida
y economía de un país, y el nuestro ha estado agonizante
por culpa de estos desalmados. Pasadas las 14:00 h. cogimos nuestro vehículo y emprendimos el camino de
vuelta. Hicimos una parada obligada en Santiago, para
cumplir con el deseo de cruzar la Puerta Santa y visitar al
Apóstol. Cuando llegué a casa era muy tarde, pero antes
de acostarme quise deshacer la maleta de la tristeza.
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