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Palimpsesto 7; IV, 2007 La expansión minera en Chile 18001840. Un estudio de historia económica y social en la transición de la colonia a la República. Luz María Méndez Beltrán En su dilatada trayectoria historiográfica Luz María Méndez ha aportado numerosos trabajos sobre la historia económica nacional, en particular, sobre la historia minera. En el libro que se presenta realiza una nueva entrega, con la calidad encontrada en sus anteriores trabajos. Este estudio tiene la particularidad de señalar que nuestra dependencia del mercado exterior no es nueva, en particular la producción de una economía fundada en las materias primas, especialmente de productos mineros como el cobre. En sus propias palabras, este estudio histórico permitirá demostrar que desde los últimos años del periodo colonial hasta la consolidación republicana, la nueva nación tuvo una constante y creciente exportación minera, que permitió al Estado recientemente surgido usufructuar de los diversos gravámenes que tenía la producción mineral. En las primeras páginas del libro la autora dedica espacio a explicar y comentar aspectos relevantes de cómo se planteó la investigación efectuada. Destaca que el elemento más importante era evaluar de qué manera, entre 1818 y 1840, el país se insertó como una economía tecnológicamente atrasada a la demanda de los países más desarrollados que vivían pleno proceso de revolución industrial Méndez nos presenta tres hipótesis: a) que la zona geográfica en donde se inserta el estudio, la zona septentrional del país denominada norte chico y el puerto de Valparaíso, al no vivir los avatares de la guerra de emancipación nacional, pudo proporcionar cuantiosos recursos monetarios a las arcas fiscales de la nueva república; b) que desde finales de la colonia surgió un empresariado minero situado en el Norte Chico que se mantuvo hasta la consolidación de la república y que se vio afectado por la llegada del componente extranjero, pero que ello no significó una disminución, sino una expansión que le dio una fisonomía distinta; c) por último, sostiene que el comercio fue el instrumento que le permitió a la naciente república mantener los contactos culturales a nivel internacional y local, nutriéndose de ideas y tecnologías. Para ofrecer una respuesta a las hipótesis planteadas, la metodología ocupada por la autora y el equipo investigador, se basa en la construcción de matrices y series cuantitativas basadas en las aduanas locales, contabilidades oficiales y boletas de RESEÑAS exportación. Para pesquisar y elaborar los aspectos sociales de la investigación se recurrió a documentación que fragmentariamente aportara antecedentes biográficos de los empresarios detectados. Con el fin de demostrar sus hipótesis y los hallazgos encontrados, la autora organiza el estudio histórico en seis capítulos. El primer capitulo es una introducción al debate historiográfico sobre el rol del comercio exterior, de las exportaciones mineras, de las influencias culturales y de la aparición de un sector empresarial como resultado de los procesos anteriores. La autora se dedica a descartar las teorías o evidencias de algunos estudios de connotados historiadores y plantea el valor de su propia investigación. Un ejemplo de ello, son las contra argumentaciones que expone sobre aseveraciones de Sergio Villalobos y de Rafael Sagredo respecto al proteccionismo económico que imperó en alguna medida- en los años de consolidación republicana, cuestionando al pasar las fuentes documentales en que basan sus estudios. Méndez afirma, y lo respalda con una investigación anterior a la que nos presenta, que las ideas que fundamentan la política-económica son absolutamente liberales y que se demuestran en tanto los gobernantes mantienen, sin cambio alguno, las funciones aduaneras. Insinúa que esa elección le da cierta estabilidad económica a la nueva república respecto a las naciones vecinas, las que primeramente tuvieron una tendencia a las políticas proteccionistas para después oscilar entre distintas políticas económicas debido a la inestabilidad político social favorecida por los procesos de consolidación republicana de cada una de ellas. En cambio, Chile en 1828 consolida el comercio “a todas las banderas”. La autora no sólo se queda en esa discusión historiográfica, sino también entra en debate con los historiadores que afirman el papel preponderante de los comerciantes extranjeros y de las potencias internacionales que ellos representan. De este modo, discute principalmente con Gabriel Salazar, afirmando que hay un interés más teórico, sustentado en algunas fuentes documentales que por su procedencia y calidad no permiten tomar con un criterio científico sus afirmaciones por la falta de evidencia empírica. El segundo capítulo se centra en el análisis de las exportaciones mineras en el periodo de 1800-1840. Comienza marcando el valor de los minerales de cobre, plata y oro por separados, tomando las variables de producción y precio. Acá nos muestra la importancia de tres localidades del norte de la república (Copiapó, Huasco y Coquimbo) en la producción mineral nacional y del rol del puerto de Valparaíso como puerta de salida de estos minerales. Además, refiere los pormenores de las instituciones y reglamentos encargados de normar la actividad productiva, manifestada en las RESEÑAS entradas de la hacienda pública provenientes de este sector productivo. El tercer capitulo versa sobre la exportación minera en la región donde se extrae y que la autora denomina macroregión minera, objetando el apelativo actual de Norte Chico, pues encubriría la verdadera relevancia de esta zona geográfica en la producción mineral y en la importancia económica que tiene en el período que abarca el estudio. Este es uno de los aportes sustanciales del libro. La macroregión minera estaría compuesta por cuatro zonas, destacadas por los centros urbanos y entre uno o dos puertos que poseían cada una de estas zonas. Estas son: 1) Copiapo/ Caldera; 2)VallenarSanta Rosa del Huasco-Freirina/ Huasco; 3) La Serena/ Coquimbo; y 4) Quillota-Illapel- La Ligua/ CoquimboValparaíso. Todas estas áreas son analizadas en sus distintas producciones mineras, tomando como elemento de análisis las variables de exportación y de medidas métricas extraídas (kilogramos, toneladas, etc.) El siguiente capítulo se dedica exclusivamente al puerto de Valparaíso, en su rol de emporio comercial y principal centro exportador de plata del país. En este apartado se rescata su importancia comercial y social por ser el puerto principal al cual llegaba un gran caudal de barcos extranjeros, lo que permitió un intercambio cultural destacado. Aparte de lo anterior, la sección nos muestra las cantidades de metales despachadas desde el puerto. El quinto capítulo trata de los principales empresarios mineros y exportadores en el comercio internacional. La autora afirma que la investigación determinó la existencia de un amplio grupo de empresarios y exportadores mineros desde fines de la colonia, los que fueron transformándose debido a la intromisión de sujetos extranjeros en la actividad minera. Se llega a determinar que en el período entre 1800 y 1840 hay alrededor de 622 exportadores de minerales, siendo la plata el mineral más importante, seguido de cerca por el cobre y -en mucho menor cantidad- por el oro. Sostiene que este tipo de empresario se asentó principalmente en la macroregión minera, y que sólo una parte se estableció en Valparaíso. Entre estos personajes exportadores y productores, se destaca a Charles Lambert quien, en términos de producción cuprífera y de exportación, no fue uno de los más destacados, pero que es conocido su papel en la introducción de los nuevos hornos de reverbero, cruciales para el aumento de la producción minera de ese tiempo. El último capitulo, está dedicado a los comerciantes exportadores y la influencia que tuvieron en la realidad regional de la macroregión minera. Este apartado consiste en una serie de pequeñas biografías en las que se rescatan las cantidades de minerales exportados por cada una de las agencias que representaban personajes tan connotados como: Sewell y Patrickson, Edwards y José Miguel Gallo, entre otros. Además, se consignan otros RESEÑAS aportes de estos sujetos a la realidad regional en la cual estaban insertos. Todos estos capítulos están acompañados de imágenes de la época, que permiten tener un panorama más completo de la historia de aquellos años. Sin embargo, hay que mencionar que el libro presenta algunos errores tanto tipográficos, como también en la forma de citar. Es notable el esfuerzo que se hace al rescatar las rúbricas de las distintas agencias tratadas en esta investigación, las que aportan desde un plano cualitativo. La lectura del libro es amable y ágil, aunque en algunos momentos los relatos son muy breves y segmentados, lo que dificulta tomar esta obra como una totalidad o como un cuerpo coherente. A pesar de aquello, este trabajo es de un gran valor, pues permite sostener -ya no desde el sentido común sino desde lo empírico y científico- que desde sus inicios la economía nacional de la república se ha basado en el liberalismo económico, con una orientación a la exportación de productos mineros, destacándose en esos años el cobre. Enzo Videla B. Universidad de Santiago de Chile.