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10 Interna La Paz, del 16 al 22 de noviembre de 2008 Crisis financiera: Las decisiones sobre el mundo tienen un precio La responsabilidad no es gratuita. En la economía mundial las acciones sólo generan resultados si van acompañadas de dinero. Si los países en desarrollo quieren poder de decisión tendrá que realizar aportes económicos. El debate sobre el nuevo reparto de roles en el mundo está en marcha. “China, Brasil, India y Rusia están en la mesa en la que se toman las decisiones. Estos países tienen que asumir responsabilidades en los foros internacionales”, opina el ministro alemán de Exteriores, FrankWalter Steinmeier, en una entrevista a la Deutsche Welle. Matthias Busse, director del departamento internacional en el Instituto de Economía Mundial de Hamburgo (HWWI). En la actual situación, con la crisis financiera golpeando los mercados, ¿tienen sentido exigencias como la de Jörg Asmussen? Sin embargo, la responsabilidad no es gratuita, advirtie Jörg Asmussen, el jefe de la delegación alemana, a propósito de la crisis financiera mundial. “La Unión Europea opina que quien quiera más poder de decisión tendrá que aportar más”, dice al diario O Globo. La exigencia no puede entenderse al margen de los cambios que se están produciendo en la economía mundial. Hasta ahora, los países industrializados habían dominado económica y políticamente no sólo los mercados, sino también organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y demás. Sobre el precio del nuevo guión habló DW-World con Jörg Asmussen Frank Walter Steinmeier Ahora los países en vías de desarrollo exigen más poder de decisión, pero al mismo tiempo están dispuestos sólo de forma limitada a asumir las consecuencias financieras que ello conlleva, y esto genera una situación de conflicto. Yo creo que hay algo de verdad en que quien quiere opinar debe hacer la aportación correspondiente. Pero no por ello la exigencia deja de ser curiosa, teniendo en cuenta que el capital chino lleva años sirviendo a que se mantenga el nivel del consumo estadounidense. ¿En qué medida? La mayor parte del dinero que generan las exportaciones chinas no se invierte en China, sino en los mercados de capital. Los chinos han comprado, por ejemplo, gran cantidad de T-Bills y T-Bonds estadounidenses [bonos del tesoro público] y con ello han contribuido a cofinanciar el déficit del Estado y del consumo, lo que ya es una aporte a la marcha de la economía global que, además, ahora les está haciendo perder mucho dinero. Sin embargo, al FMI o al BM los chinos contribuyen poco. Pero quizás lo que dice Asmussen no vaya tanto en esa dirección como hacia el hecho de que los países en desarrollo deberían fomentar sus economías internas, invirtiendo en programas de refuerzo de la coyuntura. Eso aliviaría a los países industrializados al evitar una contracción de la demanda mundial y servir a nuestras exportaciones. Si se refiere a esto último, lo que dice tiene sentido. Si está pidiendo más dinero para los organismos internacionales, me parece una demanda dudosa. ¿Ha de reducirse siempre todo al dinero? ¿No se puede exigir otro tipo de colaboración que no vaya unida a un aumento de lo que se paga, en caso de que un país en desarrollo no pueda permitírselo? En la economía mundial las acciones sólo generan resultados si van acompañadas de dinero. Las palabras solas sirven de poco, y mucho menos en la actual situación. Yo tengo la sensación de que algunos países en desarrollo están haciendo mucho, y otros no tanto. Los chinos están siendo muy prudentes, los brasi- En color azul oscuro los miembros del G-20. En azu leños más activos y demandando más participación… depende del país, de su situación y de su pasado histórico. Los países industrializados piden, pero ¿qué dan a cambio? Esa es una cuestión que hay que negociarla multilateralmente. Todos los países tienen que aportar su granito de arena. Ahora mismo nos encontramos en el paso de una comunidad G7 o G-8 a una G-20. En la situación actual, el G-8 ya no tiene sentido. Estos temas han de discutirse en el G-20. Y en el G-20, ¿cuál debería ser el aporte de los países industrializados? Nosotros ya estamos haciendo nuestro aporte a través de los organismos internacionales y, lo que ahora mismo es más importante, a través de programas nacionales de reactivación económica. Algunos países industrializados se están implicando más, otros menos. Alemania tiene su propio programa, pero no es lo suficientemente amplio. ¿Qué le falta? Gastar dinero de verdad. Las sumas que se manejan se encuentran a medio camino acional La Paz, del 16 al 22 de noviembre de 2008 11 Aún arde la crisis y todavía no se conocen los daños “Todavía arde la crisis financiera y mientras no termine el fuego no podrá evaluarse la dimensión de los daños. Son los Estados los que tendrán que apagar el incendio y velar porque éste no alcance a la economía real” afirma el economista en jefe de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Heiner Flassbeck, en entrevista con la prensa. Quien fuera secretario de Estado en el ministerio alemán de Economía señala que sólo con una recuperación de la economía real, podrán revaluarse los títulos y certificados sin valor, guardados en las cajas fuertes de los bancos”, asegura. l claro los países de la Unión Europea sin representación individual entre el poco y el placebo. Se quiere tranquilizar los mercados demostrando que se hace algo que en realidad no se está haciendo. El Estado debería de potenciar la demanda por medio del gasto público, de las inversiones estatales. Los viejos clubs no van a poder subsistir. Se acabaron, pero los países en desarrollo deberían fomentar sus economías internas, invirtiendo en programas de refuerzo de la coyuntura ¿Se están depositando demasiadas esperanzas en la Cumbre del G-20? Yo creo que sí. Nos encontramos en un proceso de cambio, en el paso hacia un nuevo orden político, económico y financiero. Las viejas constelaciones de poder, que han llevado a los países industrializados a dominar el desarrollo de los acontecimientos, están desapareciendo. La fase de transformación va a ser muy inestable y de ella no van a resultar estructuras tan claras como las del pasado. Europa, Estados Unidos, Canadá y Japón ya no van a poder tomar sus decisiones en petit comite: el grupo va a ser mucho más amplio, heterogéneo y las negociaciones mucho más difíciles, como llevamos años comprobando en la Organización Mundial del Comercio. Yo no esperaría mucho de la Cumbre del G-20. Esta cuestión va a durar años, sino décadas. Aunque, si se dan más crisis como la actual, todo podría ir mucho más rápido… ¿Cómo se va a poder “construir un nuevo sistema financiero internacional” en estas condiciones? Nadie lo sabe muy bien. ¿Cómo integrar adecuadamente a los países en desarrollo sin desbordarlos? Pensemos por ejemplo en el FMI: muchos de esos Estados han contraído créditos con el FMI y a la vez han de tener poder de decisión en la concesión de esos préstamos. El balance que se intenta establecer aquí es muy delicado. Sólo en el momento en el que los países son lo suficientemente ricos como para no necesitar más créditos, la cosa cambia. El FMI y el BM, ¿van a tener que renovar sus estructuras? Sí, seguro. Los viejos clubs no van a poder subsistir. Eso ya lo estamos viviendo en la OMC, en el FMI se están llevando a cabo los primeros intentos de transformación- aunque son aún pocos y muy lentos- y en el BM va a pasar lo mismo. Y si tampoco van a poder subsistir las viejas influencias, suena a proceso largo y difícil… A nadie le gusta perder influencia. Nos pasa a nosotros y les pasa a los estadounidenses, que han dominado el FMI y el BM y la pérdida de poder les duele. Pero, ¡así es la vida! Y a veces estas cosas acontecen bastante deprisa. Basta con pensar en el relevo de Gran Bretaña como potencia mundial: los británicos estaban muy endeudados después de la I Guerra Mundial y eso permitió a Estados Unidos asumir su posición en poco tiempo… a veces se necesitan crisis externas para acelerar los procesos y algo que normalmente duraría 20 o 30 años sucede en dos o tres. Luna Bolívar Manaut/DW-World El experto reitera su punto de vista de que el Estado debe ejercer un mayor control y vigilancia de la economía y los mercados financieros. “Las instituciones estatales deben tener a tiempo una imagen de cuáles son los mercados altamente especulativos e intervenir con medidas para corregir la situación. Eso vale lo mismo para materias primas que para acciones, para divisas y para el mercado inmobiliario. Los costos de los excesos cometidos han sido demasiado altos para la mayoría”, afirma. Flassbeck coincide con otros analistas en que es necesaria una nueva conferencia financiera mundial que trate todas estas cuestiones, pero también que aborde la especulación con productos básicos, como alimentos y con materias primas estratégicas, como el petróleo. “Todo esto debe ser parte de la agenda y en los hechos debe haber una institución representativa, no las viejas instituciones surgidas de Bretton Woods en Washington”, afirma aludiendo al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. “Ante la situación actual, una iniciativa de esta naturaleza sólo puede tener lugar en el marco de la ONU”, afirma. El periodista Ignacio Ramonet, fundador de ATTAC, dice que esta crisis tendrá consecuencias más trascendentes que el colapso de la Unión Soviética, ¿comparte usted esta opinión? Sí, hay algunas señales que apuntan a esa dirección. El mundo se percata de que el capitalismo no funciona de manera tan sencilla como siempre se creyó, sino que tiene profundas crisis inherentes al sistema. Creo que eso está llevando a mucha gente, sobre todo a los jóvenes, a un cambio de mentalidad, ya no creen tan fácilmente en las bondades del capitalismo. Por lo menos ya no se creerán las flores retóricas del neoliberalismo. ¿Que pueden esperar los países latinoamericanos, cómo pueden protegerse de futuras turbulencias? Lo importante es la cooperación regional. Hemos visto que puede llegarse muy lejos con la cooperación internacional en materia financiera. En Europa tenemos el euro que es un ejemplo de ello. Sería recomendable una cooperación monetaria, en Europa no llegó la unificación monetaria de la noche a la mañana sino que tuvo un desarrollo de 40 años a través del sistema monetario europeo y en América Latina sería viable un proyecto semejante. Prácticamente ya no hay países con inflación Heiner Flassbeck extrema, habría que hacer una convergencia de las tasas de inflación. Por eso una integración monetaria sería con seguridad el primer y más importante paso para independizarse y protegerse de turbulencias como ésta. El segundo paso, o más bien, parte del primero sería elaborar estrategias de política económica conjuntas. Es aquí en donde yo veo que habría mayores problemas para llegar a un consenso en América Latina. Hay muchas distintas apreciaciones sobre qué tipo de política económica se debe poner en marcha. Brasil por ejemplo, practica una política monetaria tradicional y ortodoxa, pero su vecina Argentina mucho menos. Entonces ahí hay que discutir mucho más de lo que se ha hecho en el pasado para llegar a una postura común y poder avanzar. México, uno de los más afectados por la crisis, ha practicado una política neoliberal, mientras que Venezuela, tan criticada por sus políticas populistas, ha resultado menos afectada. Venezuela tiene la ventaja de que se ha visto beneficiada por el auge petrolero, pero como decía, todos los países de América Latina tienen que discutir entre sí, porque con propuestas tan distintas no se puede trabajar hacia una integración monetaria, no se puede tener una cooperación financiera. Si no se quiere ser el balón de juego de los mercados financieros internacionales, entonces no hay alternativa al trabajo y la cooperación en esa dirección. Hemos visto en Europa que no se alcanza algo así sin tensiones ni conflictos. Es un proyecto de muy largo plazo, pero precisamente a la luz de esta crisis habría que discutir esto seriamente. En relación a esto que acaba usted de decir, ¿ayuda el que algunos países tengan con EEUU tratados de libre comercio o no? Hemos analizado estas zonas de libre comercio y el resultado ha sido relativamente sencillo, puede ser que a algunos países los beneficie de manera individual pero eso no beneficia a toda la región. Los países individuales se someten en aras de obtener grandes beneficios, pero al final, cuando se hace un balance, el beneficio es poco. Dw-World/Eva Usi