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Editorial Editorial En el marco de una acelerada globalización, muy pocos latinoamericanos pueden cuestionar la necesidad que tienen nuestras naciones latinoamericanas de incidir en forma determinante en el contexto internacional, para lo cual la unidad, el conciliar políticas, la integración en una «nación de naciones» se ha transformado en un objetivo de urgente e indispensable realización. Mucho menos pueden negar que las políticas impuestas en nuestros países, inspiradas en el pensamiento neoliberal (léase «Consenso de Washington» mediante y sus operadores financieros internacionales) no sólo no han servido para superar los históricos problemas de la región, sino que han agravado y profundizado las condiciones de miseria, pobreza y exclusión social, envolviendo en forma creciente a la mayoría de los latinoamericanos, lo que nos conduce a la necesidad de pensar, compartir e implementar un modelo alternativo de desarrollo integral. Integración y Desarrollo, dos incógnitas nada fáciles de resolver en la medida que no se superen dos escollos fundamentales (al decir del Cardenal Bergoglio) «uno, la dinámica actual de una globalización asimétrica y el otro, un progresismo adolescente, el entusiasmo por un progreso sin reconocer raíces». En la medida que no se integre una tercera incógnita, continuaremos navegando sin rumbo y sin timoneles responsables y coherentes, a merced, aunque muchos lo nieguen, de nuevos y más fuertes vientos de sumisión y dependencia, con peligrosas corrientes subterráneas de corrupción, violencia, desigualdades e injusticias, todas en función de preservar egoístas intereses particulares y minoritarios, totalmente ajenos a las necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos. La Integración no puede ser una simple sumatoria, ni el Desarrollo un elenco de políticas que se agoten en la única dimensión del crecimiento económico. Sin la recuperación y profundización de las raíces que hacen a nuestra Identidad latinoamericana, sin un consenso sobre un marco de referencia ético-valorativo que inspire y oriente un desarrollo humano integral y la construcción efectiva de la Comunidad Latinoamericana de Naciones, no es posible visualizar ni compartir un futuro mejor para nuestros pueblos, en paz, libertad, justicia y democracia, tal como los merecemos todos los latinoamericanos. Identidad, Desarrollo e Integración, son las tres incógnitas que como desafío y compromiso hemos asumido al constituir el CELADIC, y son los tres ejes centrales que orientarán esta edición. APORTES, aspira ser un modesto referente para el nuevo liderazgo latinoamericano (político, económico, social, académico, religioso), sobre la base fundamental de estos tres ejes. enriquecidos por el humanismo cristiano, que hacen a la persona humana el centro de todo desarrollo societal, y al trabajo humano como factor esencial de culturización y dignificación de la persona. El bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiaridad, la participación y la solidaridad, constituyen para nosotros principios irrenunciables; y la familia, el trabajo humano, la vida económica, la comunidad política (nacional e internacional) y el medio ambiente, como los espacios prioritarios donde esos principios deben encarnarse y hacerse visibles. No existe la democracia sin pluralismo. Una sociedad o un régimen que esconde o reprime y no se enriquece con las diferencias, cae irremediablemente en el totalitarismo. La coherencia unida a la responsabilidad debe conducirnos a expresar con plena libertad nuestras ideas, a ofrecerlas y ofrecernos para compartir el necesario y urgente debate, que nos conduzca a democráticos consensos, animados por el espíritu común y la voluntad política de responder a las necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos. Por ello, diseñamos esta edición en cinco Secciones: una Sección Temática vinculada en forma alternada a los tres ejes (Identidad, Desarrollo, Integración); una Sección de Actualidad referida a situaciones especiales de la región; una Sección Histórica recuperando hechos, y aportes que hacen a nuestra historia de pueblos; una Sección de Noticias para compartir análisis y situaciones de impacto en la región; y una Sección de Referencias con indicaciones sobre publicaciones, sitios de consulta y de estudios relacionados. Este primer número que ponemos en vuestras manos, tiene como referencia especial las ponencias presentadas en la Conferencia Internacional «Identidad, Desarrollo e Integración en Latinoamérica», el primer encuentro público realizado en la Ciudad de Caracas, el 6 de Octubre del presente año, en la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello). Aspiramos responsablemente a ofrecer «APORTES» a la reflexión, al debate y al consenso sobre los problemas de fondo que neutralizan y condicionan nuestro futuro. «APORTES» que en forma compartida, los miembros del CELADIC queremos ofrecer a todos los que de una forma u otra rechazamos y confrontamos el fácil continuismo dependiente, los estériles y trasnochados ideologismos de la sepultada «guerra fría», y las mediocridades de conductores sin conducta y de aventuras mesiánicas de orientadores sin orientación. El Consejo Directivo del CELADIC. Nos resistimos a la moda «Light» de definirnos como «pluralistas», porque implicaría esconder vergonzosa o tramposamente lo que pensamos, o sepultar un patrimonio que consideramos tan rico como radicalmente transformador. Nos inspiramos en las raíces humanistas que inspiraron a nuestros antecesores precolombinos, aportes 1 Sección Temática Los Desafíos y Nuestro Compromiso Prof. Luis Enrique Marius (1) «El Señor, muchas cosas las ha puesto en común para referencia de los hombres…el aire, el sol, el agua, la tierra, el cielo, la luz…a todos nos la reparte por igual…a todos nos puso en una casa común... Habiéndonos Dios juntado en todas partes, nosotros nos empeñamos en dividirnos, en separarnos por la propiedad. Entonces vienen las luchas y las disputas. Lo común nos conviene más y se conforma mejor con la naturaleza. ¿Por qué nadie hace un pleito por la plaza pública? ¿No será porque pertenece a todos?. La naturaleza nos ofrece las cosas necesarias que nos son comunes, sepamos administrarlas para beneficio de todos. Cuando alguien o algunos se apropian de una parte de lo que es común, ellos son los responsables de la injusticia y la miseria» Esta cita, de un gran humanista y cristiano, intenta comprender la realidad en una dimensión del desarrollo humano y de la integración, y ubicarlos en el marco de una profunda identidad cristiana. No se fundamenta en criterios de la «modernidad», ni de la «postmodernidad», ni tampoco pide prestados criterios ideológicos o ideologizantes para hacer una propuesta. Aunque es una reflexión muy actual, se trata de una homilía de San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla, que vivió entre los años 347 y 407. Tenemos la gracia de vivir en uno de los continentes más rico del planeta, con comprobadas condiciones naturales y humanas para autosostener vida y trabajo dignos para todos. Sin embargo, al igual que San Juan Crisóstomo, nos sentimos agredidos e interpelados por el desafío múltiple y radical representado por el crecimiento sostenido y difícilmente reversible de la miseria, la pobreza y la marginalidad social y cultural en toda la región, en el marco de una profunda y generalizada crisis, que se expresa en todas las áreas y sectores y que genera un alto índice de desesperanza en (1) 2 Prof. aportes Luis Enrique Marius - Uruguayo - Director General del nuestras gentes, dudas en nuestros pueblos sobre la convivencia en paz, el significado del obrar según la justicia y la solidaridad, la estima por la libertad, así como el creciente descrédito de las clases dirigentes, clima propicio para preocupantes aventuras políticas. Vivimos una crisis con raíces históricas, pero que ha sido generalizada y profundizada por la aplicación de políticas de corte neoliberal sin que se hayan tomado en cuenta la ausencia de un adecuado marco jurídico, sin haber corregido previamente los altos niveles de concentración económica y de beneficios sociales, que son factores que tienden a anular los efectos buscados con esas políticas, presentadas muchas veces como alternativas ineludibles, y mucho menos, anteponer las legítimas necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos. Políticas que se aplican en forma generalizada, aunque en grados diferentes, en toda la región, independientemente del discurso más o menos progresista o radical de los supuestos líderes gubernamentales, que amenazan con un cambio, para que todo siga como está. Negar la generalidad e integralidad de la crisis que padece nuestra región, es negarnos a nosotros mismos, refugiarnos en un «escapismo» estéril, ó agotarnos mediocremente en la búsqueda de satisfacciones materiales egoístas que se reproducen constantemente. Negarla, no asumirla ni desentrañarla, no sólo implica una irresponsabilidad, sino también una complicidad con quienes se benefician de nuestra situación. Y no hacerlo desde la riqueza y exigencias de nuestro pensamiento humanista y cristiano, no deja de ser un grave pecado de omisión. Nosotros también estamos inmersos en la crisis e impactados por sus consecuencias. Una crisis que afecta a todas nuestras realidades y naciones, y a todos los sectores, organizados o no, inmersos en las mismas. De ella no pueden escapar ni los sectores políticos, económicos, sociales y laborales, incluso el sector religioso, y hasta la misma problemática de la denominada «sociedad civil». Una crisis integral en todas sus dimensiones: económica y social, pero también política y cultural. CELADIC - Asesor del Dpto. Justicia y Solidaridad del CELAM. Sección Temática Una crisis económica que se manifiesta por la incesante y creciente pérdida de empleos, por el deterioro de las condiciones de trabajo, por la injusta distribución de la riqueza, por destinar a la compra de armamentos y gastos de seguridad lo que se quita de los presupuestos sociales de salud y educación, mientras aumenta la inseguridad, por la ausencia de un modelo de desarrollo alternativo, humano e integral. Y, por supuesto, una crisis de las empresas y del empresariado latinoamericano, acorralado entre la reducción del mercado interno y una globalización asimétrica acompañada en forma alevosa por la voracidad de las corporaciones transnacionales. Una crisis social que apreciamos en una mediatizada y muchas veces manipulada participación social, por el incremento de la marginalidad, por el deterioro de la previsión y seguridad social, por la crisis de los modelos y sistemas educativos, por la ausencia de efectivos programas de promoción social sin paternalismo ni populismo. Una crisis de las organizaciones laborales, tanto por el deterioro y pérdida del diálogo y concertación social (especialmente por la reducción y hasta eliminación en muchos lugares de la contratación colectiva), la creciente violación de los derechos laborales, como también por problemas de carácter interno, como la dependencia de los partidos políticos y la pérdida de identidad y respuesta. Pero también una crisis cultural ante una agresiva transculturización, la imposición del individualismo y el mercantilismo en las relaciones humanas, la pérdida de valores comunitarios y la marginalidad de la persona y el trabajo humano. Creer que la problemática latinoamericana puede superarse únicamente con la fortaleza de los sistemas financieros cada día más transnacionalizados, o reduciendo la deuda pública que normalmente acaba con la reducción de los programas sociales, o centrar el crecimiento por la exclusiva vía del comercio, significa no asumir desde una dimensión integral y responsable nuestra realidad, para transformarla en un espacio de efectivo desarrollo integral, es decir, humano. La globalización se entiende «mirando hacia fuera» y se agota en la dimensión comercial o mercantil, abandonándose las obligaciones que implican el «mirar hacia adentro», y responder a una auténtica dimensión del desarrollo integral de las personas, toda la persona y todas las personas. No compartimos el criterio que todos los males de nuestra región se debe a las políticas que inspiradas en el modelo neoliberal se han impuesto (o aceptado sumisamente por nuestros gobiernos), por parte de los organismos financieros internacionales. ¡Cuanta irresponsabilidad se ha acumulado por nuestras propias limitaciones, y por haber asumido la dependencia externa como pragmático criterio de oportunismo político!. Sin lugar a dudas las situaciones de injusticia social y la brecha entre riqueza y pobreza acompañan (aunque en diversos grados) toda la historia de Latinoamérica. Lo que es condenable, es que se nos haya «vendido» (y demasiados han «comprado») la idea de medidas inevitables, con previsiones excesiv amente optimistas, incluso presentadas como «el final de la historia y el último hombre», a decir de uno de sus principales ideólogos. Una crisis política, marcada peligrosamente en la pérdida de identidad y en consecuencia de proyectos y programas alternativos, la pérdida de credibilidad en los partidos, movimientos y corrientes políticas, la reducción de la democracia a meros ejercicios electorales, la generación de un clima propicio al aventurerismo político y la implosión social. Y una crisis en lo religioso, cuando negamos en la semana lo que afirmamos los domingos, cuando se impone, relativismo o moda «Light» mediante, una actitud vergonzante y poco cristiana en un continente que mayoritariamente se define como tal. No podemos descuidar, en plena era de la globalización, sumar a esta crisis regional, las agresiones internacionales, particularmente las generadas (o previsibles) por los TLC (Tratados de Libre Comercio), particularmente los impulsados desde los Estados Unidos, acompañados por la agresiva influencia de las Corporaciones Transnacionales. aportes 3 Sección Temática Como telón de fondo, sufrimos la incertidumbre de una «crisis de valores», que no tiene parangón con otras etapas de nuestra historia, y de una profundidad que cuestiona nuestras raíces culturales. En el corazón mismo de esta crisis, nos enfrentamos al desplazamiento de la persona, y la negación de sus derechos, necesidades y aspiraciones más sentidos. En los últimos 50 años de la historia latinoamericana, casi el 90% de los Presidentes y Ministros de nuestras repúblicas se han declarado católicos, y en un número aún mayor, fueron egresados de universidades y centros de estudio católicos. El creciente deterioro de la situación nos lleva a preguntarnos: ¿Dónde quedaron la Enseñanza Social de la Iglesia, la histórica «Rerum Novarum», la iluminante «Mater et Magistra», las comprometidas «Laborem Exercens» y «Sollicitudo Rei Socialis», etc., etc.?. 4 Ante estos graves e históricos desafíos, nos hemos constituído, como CELADIC, en un espacio de elaboración y profundización de propuestas, desde el marco referencial del pensamiento humanista-cristiano, así como de propiciar su más amplia difusión, y colaborar para promover y animar un nuevo liderazgo político, económico, social y cultural en la región. Nuestra tarea es aportar propuestas al debate y la toma de decisiones con relación a la Identidad, el Desarrollo y la Integración de Latinoamérica, en la perspectiva de promover y generar sociedades más justas y solidarias, pacíficas y orientadas al pleno e integral desarrollo de la persona y de todas las personas, en su dignidad, ansias de realización y deseos de auténtica felicidad individual, familiar, cívica y cultural en una «Patria Grande» en camino hacia una humanidad más unida y fraterna. Con una humilde, efectiva y determinante vocación de servicio, damos inicio público con esta Conferencia, nuestra presencia y compromiso. Nadie puede negar la existencia de un invalorable y enriquecedor patrimonio en el pensamiento humanista-memoria fiel, creadora y crítica. Aspiramos que sea recibida con el mismo espíritu que nos anima, de buscar en la verdad, lo mejor para el futuro de los hombres y mujeres que conformamos esta gran Comunidad Latinoamericana de Naciones. Con determinantes aportes de fuentes mundiales, con no menores elaboraciones en el ámbito regional, y con ciertas experiencias auspiciosas en determinados sectores, existen una reserva de pensamiento y de acción y una capacidad de propuesta testimonial y esperanzada, como el basamento más radical y transformador, y aun no muy ampliamente compartido, y el más efectivamente liberador de la persona y promotor de alternativas válidas para superar la crisis y avanzar hacia mejores condiciones de vida, de trabajo y de desarrollo integral. En la Sección Temática de los primeros números de Aportes, incluímos las ponencias presentadas en la Conferencia Internacional: «Identidad, Desarrollo e Integración de América Latina», realizada en la ciudad de Caracas – Venezuela-, el pasado 6 de Octubre del 2005. Tres de las mismas se incluyenn en este número y son las presentadas por el Dr. Francisco González Cruz, Rector de la Universidad Valle del Momboy –Valera-Venezuela-; el Dr. Angel Lombardi, Rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta –Maracaibo-Venezuela-; y la presentación de la Conferencia realizada por el Prof. Luis Enrique Marius –Uruguay-. En el próximo número se incluirán las ponencias del Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa – Honduras- y Presidente del Dpto. Justicia y Solidaridad del CELAM; y del Prof. Alberto Methol Ferre –Uruguay-, historiador y profesor de la Universidad Católica de Montevideo. aportes Sección Temática El Desarrollo Humano Integral Dr. Francisco González Cruz (2) no está dirigido a la defensa de la dignidad de la persona humana. 1. Desarrollo Humano Integral. El término «desarrollo» ha recibido numerosos calificativos: desarrollo armónico, integral, sustentable o sostenible, endógeno, regional y muchos otros. Así mismo se han ensayado numerosas definiciones. El concepto de desarrollo tiene que ver con un proceso que busca que la gente logre la satisfacción de sus necesidades de manera que pueda vivir plenamente. Para el pensamiento cristiano, desde los tiempos de la Rerum Novarum («Desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres»), como proponía la encíclica «Populorum Progressio» del Papa Paulo VI, que en su conclusión agregaba que «el desarrollo es el nuevo nombre de la paz». Desde esa fecha muchos expertos han aportado valiosas ideas. El más novedoso de ellos es de Amartya Sen, quien incorpora, entre otras consideraciones, las dimensiones de las expectativas y la libertad. El concepto de desarrollo adquiere realmente su sentido en la medida que se relaciona con la persona humana y con su libertad, porque es el destinatario único y determinante de todo desarrollo. No puede existir un desarrollo económico si no hay desarrollo humano. No hay desarrollo sustentable, endógeno, sostenible, integral o como se le quiera adjetivar, si (2) Dr. Francisco González Cruz - Venezolano - Rector de la Lamentablemente y con demasiada frecuencia se instrumentan políticas que soslayan a la persona humana en aras de la prosperidad económica, y no se duda de sacrificar a diversos sectores, generaciones o grupos humanos con la promesa que en poco tiempo se extenderán los beneficios a todos. Esto es inmoral a la luz de la ética cristiana y por ello se condena a los autoritarismos, los colectivismos, las políticas neoliberales y a cualquiera otra propuesta que no respeta la dignidad de cada persona en sus múltiples dimensiones y de todas las personas, independientemente de su color, sexo, edad, ideología, etc. La única opción preferencial que aceptamos es por los más pobres, precisamente por su condición de desventaja frente a la sociedad y al estado. Un asunto sustantivo en esta conceptualización es de como medirlo, con el fin de establecer algún patrón de comparación entre personas, familias o comunidades. Tradicionalmente se mide por el «Ingreso Per Cápita», privilegiando su dimensión económica, importante pero insuficiente. Considero que lo mejor es la propuesta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), un instrumento que mide el adelanto medio de un país por las tres oportunidades humanas más importantes y permanentes: esperanza de vida, nivel educacional y el ingreso «per capita». Universidad Católica del Valle del Momboy (Edo. Trujillo - V e n e z u e la ) . aportes 5 Sección Temática El IDH del Informe 2005 nos informa de una realidad muy lamentable: América Latina es el continente más desigual del mundo, y al interior de nuestros países, las diferencias crecen, golpeando más a las poblaciones rurales e indígenas. En estos países se han producido procesos que marchan por el mismo camino de la libertad y democracia, del fortalecimiento de la comunidad cívica y del despliegue de una economía sana. Para establecer un proceso de desarrollo que mejore la situación, habría que observar lo que han hecho los países que tienen los mejores indicadores, ¿qué tienen en común?. No es el tamaño, ni su antigüedad, no es la raza, tampoco es la dotación de recursos naturales, ni su clima, ni su posición en el globo. Los países que gozan de mejor desempeño en términos de desarrollo humano (Noruega, Islandia, Australia, Luxemburgo, Canadá, Suecia, Suiza, Irlanda, Bélgica y Estados Unidos, para citar los diez primeros) son países que tienen sistemas políticos donde existe libertad, democracia y estado de derecho, altos niveles educativos y de conciencia ciudadana, gozan de lo que se llama ahora «Capital Social», que es la confianza entre las personas y las instituciones, la densidad del tejido social, el respeto a las normas de convivencia. También tienen una economía moderna y diversificada, que genera muchos y nuevos puestos de trabajo. En la mayoría de los países, la libertad está amenazada, la democracia es muy imperfecta y no produce satisfacción en la gente, predominan culturas poco cívicas y las economías monoproductoras y muchas veces monopólicas no generan prosperidad material. Por ello es necesario abordar algunos problemas de fondo. Las diferencias que se aprecian en cuanto a su nivel socioeconómico, no tienen otra explicación que estas circunstancias de orden cultural y de orden económico. A veces en un país subdesarrollado, alguna región o ciudad exhibe orgullosa su alta calidad de vida. Si se va al estudio profundo de lo que allí pasa, seguramente se encontrará un conjunto de condiciones que tienen que ver más con su cultura asociativa, emprendedora, cívica y de solidaridad, que con dotaciones especiales de recursos económicos o con planes especiales de desarrollo. 6 aportes 2. Tres problemas y sus alternativas. * El Problema Cultural Uno de los problemas más importante es la cultura predominante: patriarcal, autoritaria, jerárquica y dependiente. Las modernas tesis sobre desarrollo insisten mucho en las cualidades necesarias a los efectos de lograr la prosperidad, y prácticamente todas ellas tienen que ver con valores distintos o contrarios a los predominantes. La cultura predominante en nuestras realidades ofrece una visión muy dependiente de la vida, que hace que la gente tienda a ver que las soluciones de sus problemas son externas a su propio esfuerzo. No se trata de que no existan magníficos ejemplos de esfuerzo propio, o de solidaridad, o tradiciones de cooperación comunitaria. Se trata de que no estén extendidos suficientemente como para crear una cultura propiciadora del éxito propio y ajeno, con base el esfuerzo individual y colectivo. Vinculada a esta situación está el tema de la ética, asunto en el cual nuestro continente luce muy mal. Los informes de Transparencia Internacional colocan a Haití, Paraguay, Sección Temática Venezuela, Bolivia y Ecuador entre los países de mayor corrupción en el mundo. Apenas Chile, Uruguay y Costa Rica tienen niveles menores. «La corrupción es una de las mayores causas de la pobreza, a la vez que representa una barrera para combatirla», según el Presidente de Transparency International, Peter Eigen. «Ambos flagelos se alimentan mutuamente, atrapando a las poblaciones en el círculo vicioso de la miseria. La corrupción debe ser abordada con fuerza si se busca que la ayuda al desarrollo tenga resultados para liberar a los pueblos de la pobreza». El Rector de la Universidad Metropolitana de Caracas señalaba en una conferencia que «Latinoamérica junto con Europa del Este aparece como una de las regiones del mundo con más bajo apego y satisfacción por la democracia, aún por debajo de las democracias africanas y asiáticas», y agregaba, « apenas 14% de los latinoamericanos confían en los partidos políticos, aunque la mayoría (52%) los consideran necesarios para que opere la democracia». Todo esto se traduce en un serio déficit de capital social que revela la baja capacidad de las personas para trabajar en grupos, con base a valores compartidos, y la poca conciencia cívica y sentido solidario que explican la fragilidad institucional, la escasa gobernabilidad democrática y los bajos indicadores de desarrollo humano. Esta situación demanda un enorme esfuerzo por elevar los niveles de educación cívica, de asociatividad social, de transparencia en los asuntos públicos y de elevación general de los niveles de capital social. Un asunto en que deberían todas las instituciones estar comprometidas. Cualquier perturbación no tendrá un solo efecto, sino que serán múltiples y en constante expansión. Un estímulo pequeño o imperceptible puede determinar una cadena de reacciones que lleve a cambios importantes. Los procesos ecológicos son cíclicos, y en las cadenas del ciclo cada etapa retroalimenta la otra, abarcan múltiples encadenamientos y un flujo recurrente de recursos. El crecimiento mecanicista no toma en cuenta estas complejidades. En un sistema ecológico cuenta la asociatividad, pues los intercambios de energía dependen de una permanente cooperación. En las comunidades humanas, asociación significa democracia y poder personal, puesto que cada miembro de la comunidad desarrolla un papel importante en la misma. Diversidad: Los ecosistemas alcanzan estabilidad y resistencia gracias a la riqueza y la complejidad de sus redes ecológicas. En las comunidades humanas esto está determinado por su densidad de capital social. Equilibrio dinámico: Los ecosistemas están en fluctuación perpetua, en cambio constante. Si las políticas de desarrollo se concibieran desde estos paradigmas complejos y sistémicos, quizás serían más eficaces a los efectos de promover el desarrollo humano, y no solo políticas sectoriales o clientelares de muy corto alcance. * La Globalización y la Lugarización. * El Paradigma Mecanicista y las visiones sistémicas de la realidad. Un tema muy serio es el predominio en los sistemas educativos y científicos, así como en los procesos de toma de decisiones políticas y empresariales, de los paradigmas mecanicistas, lineales, simplistas, que ven la realidad sólo desde un punto de vista y como si los procesos sociales fuesen lineales. De allí que las soluciones que se plantean al drama del subdesarrollo generalmente son parciales, inadecuados e ineficaces. La nueva ciencia tiende a reconocer ciertos principios generales de los ecosistemas como extensibles a las comunidades sociales. Uno de ellos, el de la interdependencia: todos los miembros de una comunidad ecológica se hallan interconectados en una vasta e intricada red de relaciones. El éxito de toda la comunidad depende de sus individuos, mientras que el éxito de éstos depende de la comunidad como un todo. Una comunidad humana sostenible es consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros. Las relaciones de una comunidad ecológica son no-lineales, es decir no son de causa-efecto e incluyen múltiples bucles de retroalimentación. El proceso de globalización tiene muchas vertientes, dos de ellas muy importantes: la globalización económica, que tiende a extender un mismo modelo productivo, impulsado fundamentalmente desde los organismos financieros multilaterales. Este tipo de globalización ha creado muchos problemas y, en general, incrementa la desigualdad a nivel planetario y desprecia las particularidades nacionales, regionales y locales. La globalización que es consecuencia de la revolución tecno-científica, es más compleja y tiene efectos negativos, pero también tiene enormes potencialidades. Lamentablemente tendemos a ser receptores pasivos de ambos procesos y las consecuencias es mayor dependencia económica y tecnológica. A esta tendencia globalizadora le acompaña otra paralela de signo contrario, pero complementaria. Es la inclinación universal hacia la valorización de lo local. Quisiera introducir el concepto de la «lugarización». El concepto lugar no sólo es un sitio, barrio, pueblo o comarca. Es, además, su paisaje propio que le da singularidad, es una síntesis de sus componentes físicos y humanos, es el resultado de su historia, es una síntesis geohistórica concreta. Jean Bruhes, geógrafo francés, decía que «la geografía es la ciencia de los lugares». aportes 7 Sección Temática El lugar, bajo esta acepción, es un determinado espacio geográfico delimitado por un territorio, donde la gente vive en comunidad, con su clima particular, su topografía, sus tradiciones y sus retos, tiene su propio ambiente y su propia cultura. Frente a la globalización, que tiende a desdibujar la singularidad de las personas, la puesta en valor de los lugares tiene que ver con la satisfacción de la necesidad de identidad, personal y comunitaria. La gente busca reencontrar su propia singularidad y la de los que con ellos viven. Reconocerse como únicos en esta «aldea global», en este mundo donde todos se parecen en su estilo de vida. Es la vuelta al individuo o, mejor dicho, a la persona. Esta búsqueda de identidad personal tiene entonces en el orden económico la consecuencia del planteamiento de una economía «a escala humana» en el camino ya anunciado por E. F. Schumacher (1984) en su famoso libro: «Lo Pequeño es Hermoso» y en el orden de la planificación el valioso aporte del trabajo «El Desarrollo a Escala Humana» de Antonio Elizalde, Manfred Mac Neff (1988). Esta búsqueda de singularidad hace que la gente comience a valorar lo que los identifican y los separan de lo demás. La arquitectura típica, su folklore, los platos de la culinaria tradicional, los recuerdos que hicieron hito en el desarrollo del lugar, la calidad de vida comunitaria y el orgullo de la pertenencia. Muchas comunidades han rescatado su propio lenguaje, planifican y administran sus sistemas educativos para mejorar la calidad e introducir estos elementos locales o regionales, crean sus sistemas de seguridad y se organizan para enfrentar con éxito sus propósitos. Johann Gottfried Herder, poeta y filósofo del siglo dieciocho, decía: «…así como la gente necesita comer y beber, tener seguridad y libertad de movimiento, así también necesitan pertenecer a un grupo». Herder consideraba que únicamente lo singular poseía valor genuino. Para él, habían pocas verdades eternas: el tiempo y el lugar y la vida social, lo que llegó a ser llamado sociedad civil. Lo cierto es que las necesidades existenciales de identidad y de participación, presentes desde el nacimiento mismo de la humanidad, encuentran sus mejores satisfactores desde el lugar concreto e íntimo que cada cual ocupa. Sí como la palabra globalización define un complejo proceso de cambios planetarios, que afectan de diversas maneras a todo el mundo, así la palabra lugarización define el conjunto de cambios complejos que afectan un lugar determinado, como consecuencia de esas transformaciones planetarias. El concepto de lugarización, encarna un proceso que va mucho más allá del ámbito administrativo y que envuelve una nueva dimensión de lo local, una revalorización de la naturaleza de la localidad, un cambio cualitativo en el ecosistema o hábitat comunitario. Son procesos múltiples en donde lo administrativo es solo una dimensión dentro 8 aportes de un complejo juego de relaciones que hacen de lo local algo mucho más importante y sustantivo de lo que era antes. Las posibilidades que la ciencia y la tecnología ponen a disposición del hombre para relacionarse a escala planetaria están modificando la geografía humana, en particular la de los asentamientos humanos. Si ahora tenemos posibilidades de acceso desde nuestro lugar, este tiene un nuevo valor. Ya no estamos estructuralmente bloqueados si no vive en un lugar que no sean aquellos pocos privilegiados por los procesos de concentración previos a la revolución tecnológica. Ahora puede relacionarse desde cualquier parte. Entonces la calidad de la vida local tiene una nueva e inusitada dimensión. Tenemos derecho no solo a una aceptable calidad de vida local, sino que esta nos dé la posibilidad de acceso a lo global. Ya no cuenta que la localidad ofrezca solamente aceptables servicios públicos y alguna que otra ventaja. Ahora cuenta mucho que la localidad nos garantice, además, posibilidades reales de inserción a escala planetaria. Las consideraciones relativas a la «lugarización» tiene varias consecuencias, tanto en el orden social, político – administrativo, económico y en otros órdenes. La gente se convence que su calidad de vida y su prosperidad dependen fundamentalmente de su propio esfuerzo y entonces se organiza para hacer las cosas que considera necesario, sin esperar que las autoridades resuelvan los problemas. Es el regreso a la comunidad y a la sociedad pluralista. Los gobiernos deben convencerse que desde estructuras altamente burocratizadas y centralistas, lentas y costosas, nada pueden hacer en un mundo que demanda soluciones rápidas y localizadas. Las consecuencias más importantes de este proceso en el orden político son: a) el reforzamiento del rol del Estado como orientador del proceso de desarrollo humano; b) la vuelta desde el Estado hacia la sociedad civil y a la participación; c) el pase desde las estructuras centrales hacia la descentralización de la administración de los servicios según el principio de subsidiariedad; d) la revalorización política de los espacios locales; e) el reforzamiento de la convivencia democrática y d) la renovación de la vida urbana y una reconceptualización de las ciudades(Borja, 2003). En el orden económico, la lugarización se traduce en un incremento de la competitividad local, como consecuencia de la revitalización de los procesos productivos locales, para los cuales el conocimiento, la ciencia y la tecnología aportan herramientas poderosas. Los sistemas productivos locales, vistos desde la perspectiva de la lugarización, representan una alternativa poderosa frente al modelo trasnacional. Los planteamientos en torno al desarrollo endógeno, deben partir del reconocimiento de estas nuevas realidades locales, de esta nueva naturaleza del lugar, de las nuevas e inusitadas posibilidades que se le abren a las localidades como Sección Temática consecuencia de la revolución del conocimiento y, en particular, de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. Es posible una nueva naturaleza de las alianzas internacionales, que hacen posible las conexiones globales de comunidades locales. Son las redes internacionales para cruzar anhelos, sueños, conocimientos y experiencias, que permiten un mayor y mejor aprendizaje y también el establecimiento de relaciones económicas complementarias. No parece entonces necesariamente contradictoria la idea de conciliar las ventajas de las nuevas tecnologías y sus consecuencias globalizadoras, con la existencia de lugares singulares llenos de personalidad. Una cultura planetaria conviviendo con muchas y variadas culturas locales. Los países más desarrollados son los mejores ejemplos de esta convivencia. la realidad, y por consiguiente, nuevos caminos, distintos a la tradición autoritaria, centralista y clientelar. En orden de los nobles objetivos que se propone el CELADIC, para abrir caminos al desarrollo humano integral, una alternativa es la integración desde los lugares, una integración desde las experiencias que se van produciendo a lo largo y ancho de nuestros países en el orden al rescate de tradiciones, el apropiamiento tecnológico, el desarrollo local y a los desafíos de construcción de futuro. Podemos hacer sueños de futuro que hunden sus raíces en la identidad y esas experiencias existen. Experiencias de comunidades, de organizaciones económicas, de cooperativas, de centros educativos, de universidades, de organizaciones de salud y de toda naturaleza que responden a sus localidades sin perder su identidad, pero insertas con eficiencia en lo global, inventemos una integración desde nuestros lugares. Este es un buen desafío para los propósitos del CELADIC. 3. A modo de conclusión. Los nuevos conceptos de capital social, como la posibilidad de una cultura más solidaria y humanista, la nueva ciencia y sus enfoques desde la complejidad y la visión sistémica de la vida y la lugarización como la nueva naturaleza de los lugares, en el marco de una visión menos materialista y economicista de la realidad, es decir más humana e integral, pueden abrir nuevas esperanzas para una América Latina hambrienta de alternativas. Las nuevas concepciones que recogen las experiencias de los sociedades que exhiben altos niveles de desarrollo humano, los avances de las ciencias y las nuevas realidades de la globalización, sientan bases novedosas que puedes servir de puntos de partida para ensayar nuevas miradas a aportes 9 Sección Temática Identidad e Integración de América Latina Dr. Angel Lombardi (3) El tema de la identidad y la integración en América Latina, es recurrente en la política y en la historia latinoamericana. Plantearse el tema de la identidad cultural de Hispanoamérica es una de las formas más válidas y viables para intentar una comprensión orgánica y totalizadora de todo nuestro proceso histórico. El concepto de identidad y la problemática que genera se ha escrito en la historicidad mas concreta de la realidad latinoamericana o se ha desarrollado en una vertiente especulativa, metafísico-ontológica, que tantos cultores han tenido entre nosotros. En ese sentido el tema de la identidad para el pensamiento latinoamericano ha sido evasión o búsqueda, alineación o compromiso. Dos tendencias se han ido formando en torno a la problemática de la identidad, una, eminentemente conservadora y reaccionaria, otra, revisionista y crítica; en ambas tendencias se viven los mismos afanes: develar el sentido profundo de nuestra historia. Estas preocupaciones se vivieron desde el mismo momento del descubrimiento; conocer y aprehender a América fue obsesión de muchos; América más que descubierta fue reinventada reiteradamente. En una perspectiva eurocéntrica, conquistadores y cronistas fueron nuestros primeros fabuladores, se escamoteó la realidad indígena y se inventó el mito del nuevo mundo. clásicas y fatalistas que atribuyen nuestro atraso al clima o a la raza, que de hecho definirían nuestra identidad más esencial (D.F. Sarmiento, C.O. Bunge, A. Arguedas); o a características negativas del colonizador hispano (J. Ingenieros, S. Ramos). Otros autores intentan comprensiones menos deterministas y más científicas (J. B. Alberdi, G. Freyre, E. Martínez Estrada, H. H. Murena, O. Paz); aportes significativos y de carácter acumulativo todos ellos, pero incompletos. Es necesario llegar a los últimos treinta años y al desarrollo de las Ciencias Sociales entre nosotros para poder contar con interpretaciones menos parciales y más satisfactorias, y en donde el pensamiento de inspiración u orientación marxista ha jugado un papel fundamental. Las modernas teorías de la Dependencia, de la Dualidad y la Modernización han permitido avanzar de manera decisiva en ese largo proceso de autocomprensión y autoconciencia, que no otra cosa ha sido nuestra angustiosa búsqueda de la identidad, nuestra conquista de la esfinge latinoamericana, en pos de una verdadera teoría de Latinoamérica. En los dos siglos siguientes viajeros y naturalistas nos redescubrieron y recrearon los viejos mitos convirtiéndonos en el mundo del futuro por excelencia. Una vez lograda la independencia la necesidad de definirnos en nuestra especificidad, se convirtió en necesidad histórica y prioridad nacional y americana. Así encontramos las interpretaciones El término identidad, en la medida que se utiliza, sirve para definir muchas cosas, es esencialmente teórico y con significaciones múltiples, de allí la necesidad de definirlo y delimitarlo. Estamos totalmente de acuerdo con la opinión de C. Levy Strauss cuando afirma: «la identidad es una especie de recurso necesario para explicar un montón de cosas pero que en sí misma carece de existencia real», lo real son las colectividades y agrupamientos concretos: sus problemas, su historicidad, sus expectativas. El concepto de identidad es un recurso teórico que ha hecho posible reducir colectividades históricas diversas, identificadas por algunos rasgos esenciales comunes, de allí su utilidad, pero igualmente sus límites. (3) la Dr. 10 aportes Angel Lombardi - Venezolano - Historiador - Rector de Universidad Católica Cecilio Acosta (Edo. Zulia - Venezuela). Sección Temática En función de todo ello es por lo que el término identidad se confunde o superpone con lo real-histórico, es decir al proceso histórico total de una colectividad determinada. Nuestra identidad no es otra cosa que nuestra historia. Cada acontecimiento, cada circunstancia, cada elemento, cada objetivo de una colectividad histórica, define y explica su identidad, de allí mas que definir conceptos, lo que procede metodológicamente es analizar situaciones. Toda aproximación al tema de la identidad implica siempre dos posibilidades o perspectivas: su percepción individualsubjetiva y su dimensión social-colectiva. En la práctica la delimitación no es fácil ya que ambas dimensiones y perspectivas en todo momento tienden a confundirse. Igualmente hay que evitar el reduccionismo, ya que la identidad reducida a su condición mas individual y subjetiva, no nos conduce a ninguna parte. Hay que evitar igualmente todo ampliacionismo, la identidad universalizada tampoco es nada y no nos conduce a ningún lado. Existe una identificación individual psicológica básica en todo ser humano: su sentimiento de pertenencia, expresado normalmente a través de una lengua, de una cultura, una etnia y un color, un hábitat y una territorialidad. Este sentimiento de pertenencia individual-colectivo comienza siendo eminentemente personal familiar y se termina identificándose con un grupo, una clase, una sociedad nacional y hasta supranacional. Esta dialéctica de la identidad, enfrentamiento y equilibrio entre una individualidad exacerbada y una socialización despersonalizadora va definiendo el camino que recorre un individuo y una sociedad en el proceso de su identificación. El ser humano en el proceso de su madurez psicológica busca un equilibrio consigo mismo, con respecto a los demás y al medio, en función de que logre armonizar su triple identidad expresada en las frases: Soy el que soy; afirmación tautológica que tiene el mérito de su indiscutibilidad, tal como se hacia con respecto a la existencia de Dios (uno de los significados de la palabra Jehová en el Viejo Testamento es esa: Dios, el que es). Soy lo que yo creo que soy, todo individuo parte y necesita de la autoestima, así como maneja una idea básica de sí mismo esencialmente favorable. Soy como los demás creen que soy, es nuestra irrenunciable dimensión social, para y con los demás; como dicen los filósofos existencialistas es el descubrimiento, necesidad y rechazo del «otro». A esta dimensión individual- social de la identidad pertenece la famosa definición Orteguiana «Yo y mi circunstancia». De esta imbricación entre lo individual y lo social se han originado prácticamente todas las tesis, posturas y filosofías que han tratado el tema de la identidad. Para antropólogos y etnólogos, a partir de sus investigaciones y experiencias con pueblos primitivos, la identidad está dada por una actitud simultanea de pertenencia y de oposición (etnocentrismo) que implica una calificación positiva hacia lo propio y de calificación negativa hacia lo extraño, lo extranjero. Hay un sentimiento profundo de oposición entre «nosotros» y «ellos», es la explicación y la distancia que hay entre el totemismo y el canibalismo. La identidad se da a partir de un centro o eje común, un origen común y un principio propio benefactor (mitología); se arranca de una invariante (la esencia), definida por su permanencia, cohesión y homogeneidad. Todo etnocentrismo implica una definición positiva de identidad con respecto al propio grupo y una definición negativaagresiva con respecto a los otros grupos y pueblos. De allí que los antropólogos han llegado a manejar la idea de que la cultura no sólo conecta espacios sino que su misión original era, a partir de las diferencias, desconectar espacios culturales justificando ideológicamente toda agresión, conquista y explotación. Hoy esta tesis de la cultura como conexión-desconexión de espacios culturales adquiere enorme significado teóricometodológico cuando se aplica al mundo contemporáneo con tendencia a la unidimensionalidad y a constituirse como «aldea global». El etnocentrismo, concepto básico para entender la realidad histórica, adquiere para los latinoamericanos importancia capital, ya que si algún pueblo ha sido víctima permanente de otros etnocentrismos hemos sido nosotros. Desde los orígenes se nos ha visto y definido esencialmente desde afuera, verdadera «capitis deminutio» histórica. Fuimos inventados y disminuidos por uno de los etnocentrismos más avasallantes y agresivos que han existido. Fuimos y somos percibidos esencialmente, a partir de un tremendo complejo de superioridad que a su vez implica y propicia un tremendo complejo de inferioridad. Este es a nuestro juicio una de las claves para comprender nuestro proceso histórico. En nuestros pueblos se ha cultivado y desarrollado una inmadurez histórica que ha impedido vernos tal como hemos sido y somos (soy el que soy). Nos han y nos hemos definido siempre desde afuera, especialmente a partir de nuestras relaciones con Europa. Desde el mismo descubrimiento fuimos pueblos descalificados: subestimados históricamente y sobreestimados mitológicamente, eurocentrismo agresivo que hoy prolonga sus efectos en la llamada relación NorteSur. El eurocentrismo se configura de manera definitiva con la hegemonía de la llamada Europa Occidental, en los últimos aportes 11 Sección Temática siglos en su versión nord-atlántica, aunque sus orígenes son tan antiguos como la propia civilización occidental. la especie en un holocausto colectivo. Somos y nos percibimos eminentemente como humanidad. Para el griego del mundo Herodoto todo lo no griego por definición es lo «no civilizado», es decir, «bárbaro»; igual denominación utilizarán los romanos para designar a los La tentación etnocéntrica está siempre presente y constituye uno de los mayores peligros que asechan a la humanidad. En nuestro tiempo por primera vez han sido ensayadas inéditas formas de convivencia y organización a escala mundial; nuestra esperanza nos conduce a pensar que en la perspectiva de la larga duración es irreversible el proceso hacia una convivencia orgánica y armónica universal entre todos los pueblos de la tierra; uno de los pivotes de esa esperanza es la limitación de los etnocentrismos egoístas sustituidos por un policentrismo étnico-cultural creador; que la cultura deje de ser exclusión y se convierta en vínculo entre todos los pueblos, sin perder su carácter diferenciador y sus particularidades creadoras. C.Levy Strauss, en 1952, en su trabajo «Raza e Historia» patrocinado por la UNESCO, expresaba los siguiente: «la genética moderna niega la noción puramente genética de raza; en todo caso, ninguna propiedad psicológica en particular se vincula a las razas; y por encima de todo, lo absurdo y peligroso del racismo estriba en que presupone inferioridades y superioridades y no simplemente diversidades y diferencias. Para el mundo y la cultura europea así como para el llamado mundo occidental y con mas razón para los demás pueblos es tarea prioritaria denunciar el etnocentrismo como paso complementario a la descolonización, es necesario reconciliar al mundo contemporáneo con sus realidades objetivas. La historia mundial ya no es europea y a partir de 1945 los ejes y focos de la historia pasan por otros paralelos y meridianos. Igualmente es necesario detectar y limitar otra supremacía con su consiguiente mito etnocéntrico: mesianismos, colonialismos e imperialismos tienen que ser expulsados de la historia. Hay que denunciar y combatir cualquier tipo de hegemonía como peligrosa y suicida para la humanidad. Los pueblos se necesitan y se buscan, vivimos el alborear de una época cada vez más integrada y solidaria: por primera vez todos los seres humanos compartimos un temor común, no la mera angustia por nuestra finitud individual sino la conciencia angustiada frente a la posibilidad real del fin de 12 aportes De hecho el racismo no es mas que un caso particular de la desconfianza y el desprecio instintivo que resienten los hombres hacia aquellos que son exteriores a su grupo: racismo y xenofobia se separan tan solo por matices y grados, y esta última se agudiza únicamente cuando los signos materiales (rasgos físicos, lengua) permiten distinguir mejor los grupos. Las divisiones raciales, lingüísticas y culturales son, pues, realidades tangibles que combinadas con el instinto de grupo y de desconfianza hacia lo Sección Temática ‘extranjero’ constituyen factores de la división humana y son el terreno para las psicologías de guerra». De acuerdo con lo que llevamos dicho, lo que procede es intentar analizar algunas situaciones para terminar de delimitar el concepto de identidad . 2. Pueblos en conflicto, en donde una mayoría poblacional de origen indígena convive subordinada o en conflicto o en una capa mestiza y un sector genéricamente denominado blanco, demográficamente minoritarios, como por ejemplo el caso de Bolivia, Guatemala, México, Ecuador o Perú. (4) La identidad tendrá, tal como hemos visto, una dimensión sincrónica, individual y una dimensión diacrónica, es decir, colectiva e histórica. Ahora bien, para que el concepto de identidad tenga valor metodológico y permita analizar situaciones es necesario «identificar la identidad» en un cuerpo histórico socio-cultural concreto. Para lingüistas y semiólogos en general, la identidad no existe sino en cuanto lenguaje y representación, lo que nos conduciría en consecuencia a «identificar la identidad» esencialmente a través de arte y la literatura de un pueblo y de un época determinada. La identidad asume diversas formas, de acuerdo a las ocasiones (tiempos históricos) igual como el individuo asume diversas identidades en su biografía personal, continuas o superpuestas, de tipo personal, social, religiosa, nacional, etc. Normalmente conviven una identidad religiosa y una social, aunque en un determinado momento pudieran llegar a oponerse. En América Latina esta identidad múltiple: étnica, religiosa, social tiende a subordinarse en general a un sentimiento generalizado de identidad nacional en detrimento de identidades más amplias como la latinoamericana. 3. Pueblos mayoritariamente de origen blanco-europeo, como por ejemplo Argentina, el mismo Uruguay y hasta Costa Rica. Si este tipo de clasificación se hace ya no por países, sino por regiones, el mapa étnico-cultural de América se amplía y se complica de manera decisiva, con el peligro de confundir un sano y necesario regionalismo con la ideología «regionalista», verdadero anacronismo histórico y fuente de múltiples y graves problemas. Una cosa es el particularismo étnico-cultural y geográfico, real y necesario y otra es la anarquía localista y la artificial autarquía cultural. Lo importante en esta materia es identificar y precisar casos y situaciones en una perspectiva general y no generalizar y deformar. Nosotros creemos que la identidad básica, histórica de América Latina es unitaria, americanista, pero entendido esto como un proceso basado en la diversidad, en donde ingentes y múltiples problemas restan a resolver, no en un a priori unitarista metafísico sino con un realismo político afincado en las sólidas bases unitarias de nuestra historia y si se quiere en mayor medida, en la necesidad histórica de un futuro económico-social que pasa ineluctable por la unidad de este continente, a partir de concertaciones y federaciones políticas, así como de integraciones económicas. En un intento de aprehensión descriptiva de nuestra identidad podemos constatar que existe en América Latina un sentimiento generalizado de pertenencia a una lengua, una cultura y una etnia, se asume esta identidad básica especialmente cuando conviven en el extranjero los diversos nacionales latinoamericanos y especialmente los Estados Unidos. Hoy, un mejor conocimiento de nuestras realidades y sus complejidades, tiende a afirmar este sentimiento primario de identidad sobre realidades menos generales y mejor delimitadas en sus situaciones particulares: situaciones étnicas concretas y diferenciadas, como lo establece Darcy Ribeiro al hablar de tres categorías étnico-culturales referidas a América Latina : (5) 1. Pueblos mestizos, tipo Brasil o Venezuela en donde la mezcla multirracial se ha llevado a cabo con mas o menos éxito. (4) (5) Levy Strauss, Ribeiro, Darcy. C. L’ identité. Grasset, París, 1977. Las Américas y la civilización. Centro Editor de América Latina; Buenos Aires, 1972. aportes 13 Sección Temática En América Latina es necesario acercar pueblos y regiones, experiencias culturales, desarrollar proyectos comunes a todos los niveles, ese es el «aceite» de la historia, si se me permite la expresión, que facilitará el tránsito entre una unidad mítica y una unidad real, a construir y a conquistar. América Latina en los grandes momentos de su historia siempre ha sido unitaria, subjetiva y culturalmente siempre se ha sentido unida. De allí que para nosotros identidad, unidad e historia se confunden. En mi abordaje del tema, inevitablemente lo hago como historiador, y precisamente por ello mismo la primera inquietud que surge es ¿en qué idiomas vamos a hablar de Identidad e Integración?, porque son palabras que dependiendo del abordaje que hagamos de ellas pueden significar cualquier cosa. En este momento, por ejemplo, si nosotros tuviéramos el privilegio de tener al Presidente Chávez y su proyecto ALBA, y tuviéramos el privilegio de tener al Presidente Bush y el proyecto de Tratado de Libre Comercio para las Américas, estarían repitiendo infinidad de veces en su intervención las palabras integración e identidad y en ninguno de los dos casos estarían significando lo mismo. Si ambas palabras se asumen en su sentido geopolítico ambos discursos terminarían siendo antagónicos. Necesariamente tengo que recurrir a la historia para tratar de definir el concepto de integración e identidad y tratar de llegar a alguna conclusión evidentemente no absoluta. 14 aportes La integración es un proceso que siempre ha estado presente en nuestros países desde la misma fundación de nuestras Repúblicas, pero tiene que ser asumido y entendido en lo términos propios de la época. El primer paso del camino de la integración es que deje de ser un discurso y se convierta en un proceso histórico concreto en función de la geopolítica, los intereses, la ideología y las mentalidades involucradas. América Latina es una realidad en evolución y de cara al siglo XXI su realidad objetiva es que su destino histórico está vinculado inexorablemente a los intereses de la potencia dominante los Estaos Unidos y la potencia emergente el Brasil. Ningún proceso de integración o unidad puede ignorar estas dos realidades, de allí la dialéctica actual del ALCA vs. ALBA, aunque estamos convencidos que en definitiva tenía razón Henry Kissinger, cuando afirmaba que, el futuro inmediato de América Latina y esto lo decía ya en los años 70’ del siglo XX, estará definido por los encuentros y desencuentros que pudieran tener Estados Unidos y Brasil. Los demás países unos más importantes geopolíticamente y otros menos importantes no podrán evitar ni evadir estas realidades geopolíticas. Sección Actualidad Sección Actualidad Una Apuésta por América Latina Dr. Guzmán Carriquiry (6) Ponencia presentada el 7 de Septiembre de 2005, con ocasión de la presentación de su libro «Una Apuesta por América Latina», con prólogo de S.E. Jorge Mario Cardenal Bergoglio S.J., Arzobispo de Buenos Aires. Se hace cada vez más evidente y urgente que América Latina está llamada a repensarse a fondo sobre su propia vocación e identidad, sobre sus paradigmas de desarrollo y sobre su inserción y papel en los nuevos escenarios globales, en una fase de giro histórico, de cambio de época, de impresionantes transformaciones geopolíticas, económicas, tecnológicas, culturales y religiosas. Está claro que, por una parte, el derrumbe del «socialismo real», el final de la guerra fría y del mundo bipolar, dejó muchos cuadros mentales obsoletos. Sociologías de la modernización, teorías de la dependencia, estrategias revolucionarias, teología de la liberación se demostraron parciales, inadecuadas, dejaron de estar en el orden del día, y sobreviven como inercias repetitivas y esquemas ideológicos anacrónicos. Por otra parte, se resquebrajaron también los paradigmas del liberalismo vencedor, desde el que grandes poderes eufóricos incubaron nuevamente la utopía de la autorregulación de la economía y la sociedad gracias a la «mano invisible» del mercado, con la ilusión de abrir una época de prosperidad, democracia y paz para todos. ¡Y así estamos! Entre nosotros, lo sabemos, las recetas del «consenso de Washington» -para decirlo esquemáticamente - pierden fuerza propulsiva desde mediados de la década del noventa, se empantanaron en sus limitaciones y contradicciones y dejaron a economías y sociedades sometidas a altas dosis de vulnerabilidad. Pues bien, en estas condiciones mi libro ha querido sólo ser una contribución más en las reflexiones, debates y propuestas que hay que arriesgar y suscitar por doquier en una fase crucial para América Latina. Sabemos que tenemos que redefinir y procesar sobre la marcha, con pocos márgenes de maniobra y en medio de urgencias incontrolables, renovados paradigmas de desarrollo, que aseguren un crecimiento auto-sostenido y persistente. Sabemos que se requieren nuevas formas de sinergia entre Estado, mercado y sociedad civil. Sabemos también que urge combatir con determinación la pobreza, incorporando al mercado, al trabajo nacional y a la vida pública a vastos sectores populares excluidos, marginados y empobrecidos, y atacando de raíz la espiral de estridentes y crecientes desigualdades sociales. Necesitamos colocar la educación en el centro del debate público, pues hay que emprender una ingente e integral tarea educativa de las personas, de capacitación y formación a todos los niveles, conscientes que el capital humano es factor determinante para la convivencia nacional, la modernización tecnológica y el desarrollo laboral, empresarial y social. ( 6 ) G u z m á n C a r r i q u i r y n a c i ó e n M o n t e v i d e o , U r u g u a y , e n 1 9 4 4 . D o c t o r e n D e r e c h o y C i e n c i a s S o c i a l e s . D e s d e 1 9 7 2 r e s i d e e n R o m a co m o miembro del Pontificio Consejo de Laicos en la Santa Sede, primer laico nombrado Subsecretario en el pontificado de Juan Pablo I I . aportes 15 Sección Actualidad Sabemos también que necesitamos una inserción virtuosa, desde nuestros propios ideales e intereses, en los dinamismos de la globalización y a través de arduas negociaciones con potencias y mega-mercados, sea con los Estados Unidos como con la Unión Europea, y del desarrollo promisorio de las relaciones «sur-sur» con la China, India, Sudáfrica, etc. En todo esto no me detengo y los remito a la lectura del libro. Solos, dispersos, divididos, no contamos un «bel niente». A menos que no queramos reducirnos a modernizaciones reflejas como segmentos dependientes, marginales y tumultuosos de los grandes poderes y mercados mundiales, acompañados por ciclos periódicos de depresión y violencia. No hay que sumirse en el lamento o la crítica de todo lo que, en verdad, no está funcionando en el Mercosur. Sus impasses y bloqueos son más que graves y notorios. Me interesa, en vez, concentrarme en algunas breves reflexiones que me importan especialmente. Hay que reconstruirlo política e institucionalmente, promover una concertación macroeconómica y desarrollar los «tradings» productivos, renegociar pragmáticamente con paciencia y solidaridad los procesos de liberalización comercial, intensificar las relaciones con Chile y la Comunidad Andina, llevar adelante la construcción de anillos energéticos, los corredores bio-oceánicos y otros ejes de comunicación. Tenía razón Juan Domingo Perón cuando señalaba como «adelantado» que la regionalización o continentalización era un paso necesario y conveniente en miras de la mundialización. Kissinger prefiere hablar de la fase histórica de los «Estados continentales» o Estados-continentes». Primero, lo fue los Estados Unidos, luego la Unión Soviética (y lo será Rusia dentro de 20 años, si logra recomponerse), está en marcha en la Unión Europea (si zafa de su «torre de babel»), emergen también China y la India. Y se hace promesa y responsabilidad histórica con el Acta fundacional de la Unión Sudamericana, en Cuzco, el 9 de diciembre del año pasado. Los Estados nacionales aislados van quedando al margen de la historia. Si los países europeos, no obstante sus arraigadas tradiciones nacionales y culturales, la acumulación de su desarrollo científico y tecnológico y el nivel de sus fuerzas productivas, consideran imprescindible su unión, no obstante tantas dificultades, ¿qué tendríamos que decir para nuestros países latinoamericanos mucho más frágiles, vulnerables y con desequilibrios de todo tipo? La integración es una necesidad y una prioridad ineludible, urgente. Esta inscrita en nuestra historia y cultura. No existe otro camino de auténtico progreso en el desarrollo económico, político, social y cultural que el de esa gran ampliación del mercado interno, de acumulación económica, industrial y tecnológica en mayor escala, de incremento de los parámetros de productividad, de enfrentamiento del triste record de ser la región con las mayores desigualdades sociales del mundo entero. No existe otro camino que presentarnos fuertes y unidos, desde nuestra propia identidad cultural e intereses, en los distintos ámbitos de negociaciones multilaterales y en la búsqueda dramática de un nuevo concierto internacional. 16 aportes Fundamental sigue siendo el fortalecimiento de la alianzaeje entre Argentina y Brasil. No ponga el «freno de mano» la Argentina por su debilidad, y el Brasil pase de la retórica de la alianza a una ayuda real y efectiv a para la reindustrialización de Argentina. No hay que permitir el desánimo, que algunos fomentan interesadamente. Miren Ustedes las dificultades enormes que aún encuentra la Unión Europea después de más de 50 años de los Tratados de Roma... Entonces, ante la Europa destruida material y espiritualmente por las devastaciones de la segunda guerra mundial y en plena era de totalitarismos, Pío XII tuvo la lucidez y valentía profética de apostar por la reconciliación, reconstrucción y unidad de la comunidad europea. La Iglesia católica es sacramento de comunión y unidad de nuestros pueblos, aunque desgarrados, desde sus orígenes, desde aquella «originalidad histórico-cultural que llamamos América Latina» - escribían los Obispos latinoamericanos en Puebla prohijada en la maternidad de la hermosa señora mestiza de Guadalupe y simbolizada en el Cristo de los Andes y el Sagrado Corazón del Corcovado. La Unión Sudamericana, sobre la base necesaria de más y mejor Mercosur, o mejor dicho, los Estados Unidos de Sudamérica, no son más utopía bolivariana sino gran empresa histórica que comienza a tomar cuerpo en nuestra región y que necesita arraigar en los pueblos. No hay otra alternativa realista, razonable, que no sea servil sino esperanzadora, para el camino histórico de nuestros pueblos en las próximas décadas. Sección Actualidad La enorme tarea de reconstrucción después de la crisis y el afrontamiento de los grandes desafíos y tareas del desarrollo, de la industrialización, de la democratización, de la inclusión social y de la integración no pueden confiarse sólo a las políticas del Estado ni al mero desarrollo del mercado. Requieren - y es otro de los puntos que quiero subrayar una vasta, profunda, intensa educación y movilización de las mejores energías humanas, de las reservas morales, ideales, cristianas de las personas y los pueblos como factor decisivo de reconstrucción y esperanza. No se reconstruye ni se espera desde el «sálvese quien pueda», desde los lamentos abatidos, las reivindicaciones exasperadas y tendencialmente violentas, los egoísmos corporativos, los descargos de acusaciones y descalificaciones, los resentimientos acumulados y las dialécticas permanentes y absorbentes de contraposición. Todo eso es nocivo para sanar la memoria, reconstruir la convivencia y sumar energías para un auténtico proyecto nacional y regional. No aceptar a priori una hipótesis sería irracional, pero es obvio que queda sometida a crítica. Por otra parte, ¿cómo es posible, si no por un a priori ideológico, que haya muchos análisis de la realidad latinoamericana que ponen bajo paréntesis e ignoran la consistencia real de la tradición católica en la vida de nuestros pueblos? Yo no creo que sea posible entre nosotros esa educación y crecimiento en humanidad (de nuestro capital humano y social), esa implicación y participación popular en convergencias amplias y duraderas en pos de grandes empresas comunes, ni templar fibras humanas de dignidad y libertad, laboriosidad y empresarialidad, fuerte capacidad de sacrificio y solidaridad y una esperanza a toda prueba, si no se da una revitalización/reformulación/ resurgimiento de la tradición cristiana, católica, que es sustrato cultural, cimiento de unidad y sabiduría de vida de nuestros pueblos. Estado y mercado tienen necesidad de sujetos libres y responsables: personas, familias, las más diversas formas de asociaciones, y movimientos, de modalidades de cooperación y asistencia, en las que se desplieguen energías de laboriosidad y emprendimiento, de sacrificio, solidaridad y esperanza. No es por casualidad que la casi totalidad de encuestas que se han realizado recientemente en varios países latinoamericanos indican que es la Iglesia católica, no obstante todas nuestras deficiencias, la institución que goza de mayor credibilidad, consenso y confianza por parte de los pueblos. Hay que partir, pues, de una reconstrucción de la persona y de sus vínculos sociales y políticos. Al menos en eso tuvo razón Samuel Hungtington cuando destacó que la ecuación modernización/secularización/ descristianización se demostraba muy parcial e inadecuada en nuestra actualidad, mientras emergía la importancia de las dimensiones culturales y religiosas en los distintos ámbitos civilizatorios en tiempos de globalización. Vale lo de la necesidad de una «comunidad organizada», en la que predomine una dialéctica de la amistad. Y dentro de esta perspectiva, es claro que los países latinoamericanos necesitan dirigencias políticas e intelectuales capaces de catalizar y promover grandes convergencias populares, nacionales e ideales, con la fuerza de la credibilidad que da la «firme y serena determinación de operar por el bien común» (como escribía una vez Juan Pablo II). Toda otra cosa son las luchas de facciones, las corporaciones políticas autoreferenciales, en sus pujas de poder que no tienen correspondencia real con el tejido social del pueblo, ni con alternativas de políticas económicas, ni con diversas referencias culturales e ideales. Por el don de la fe, creo firmemente que Cristo es la piedra angular de toda construcción verdaderamente humana de la persona y la sociedad. Esta confesión de fe es también convicción realista, razonable y esperanzada, hipótesis de investigación que ha guiado la elaboración de mi libro. El caso de la Europa actual es patente: en envejecimiento demográfico, estancamiento económico, bloqueo político y pantano cultural, por ausencia de un reconocimiento y reformulación de su identidad, de su vocación y tradición, se muestra incapaz de repensarse a fondo y de asumir el nuevo papel que las circunstancias le reclaman en el orden mundial (aunque la reciente Jornada Mundial de la Juventud con el Papa, en Alemania, sea signo de contradicción y esperanza). El caso opuesto se visualiza con claridad en México, tan dependiente en sus conexiones económicas y comerciales, en su moneda, en su turismo, en sus migraciones, de la vecina potencia global, lo que lo tendería a llevarlo a una asimilación total y, sin embargo, mantiene mucho margen de resistencia y negociación, autonomía y proyección, gracias aportes 17 Sección Actualidad al arraigo de las raíces de su identidad nacional y de su perfil cultural, sobre todo sostenidas por el catolicismo popular y barroco de sus gentes (también de los hispanos en los Estados Unidos), al punto que Octavio Paz afirmaba que la Virgen de Guadalupe se demostraba mucho más «antiimperialista» que 70 años de encendidos discursos nacionalistas de los «revolucionarios institucionales». encadenados en situaciones de marginalidad, desigualdad, pobreza y violencia, sufre y pierde la catolicidad. América Latina es una singularidad en el concierto mundial. Somos culturalmente el extremo occidente, mestizo y empobrecido, de arraigo católico, región emergente y en vías de desarrollo. Las agresiones al gran patrimonio católico resultan, entre nosotros, anti-populares, anti-nacionales, antilatinoamericanas. No se confunda esa gran tradición con tradicionalismos ideológicos, reaccionarios y anacrónicos, muy marginales. Nuestras grandes mayorías están bautizadas en la Iglesia Católica, y los latinoamericanos llegamos a ser el 50% de los católicos de todo el planeta. Sólo los distraídos, los ingenuos o los tontos no dan peso a los números. No somos ilusos, sino que reconocemos con preocupación que ese patrimonio que define nuestra vocación e identidad está sujeto a fuerte erosión capilar por el descuido y deficiencias de evangelización y formación cristiana, por el impacto de la descristianización inducida por la difusión de la cultura dominante a nivel mundial, por el crecimiento y expansión del «revival» evangélico y pentecostal desde los Estados Unidos (aunque la contraofensiva es la expansión de los hispanos en los Estados Unidos, de imprevisibles consecuencias). Considero nada más importante para América Latina que revivir su tradición desde el acontecimiento siempre sorprendente y lleno de novedad de una Presencia que abraza con amor misericordioso la vida de las personas, que las cambia en su humanidad, en su conciencia y libertad, en su vocación de unidad, en su inteligencia de la realidad, en su pasión por el destino de los prójimos y los pueblos. Por eso, el destino de nuestros pueblos y el destino de la catolicidad están en gran medida entrelazados, al menos para el actual siglo XXI. Si cae en reflujo la tradición católica, si no se procede a un intenso trabajo de educación y comunicación de la fe, si no se desatan energías misioneras de «nueva evangelización», y si esa tradición católica no se convierte en alma, inteligencia, fuerza propulsora y unitiva y horizonte de auténtico desarrollo y crecimiento en humanidad, sufren y pierden nuestros pueblos. Y si nuestros pueblos quedan 18 aportes Es importante tenerlo en cuenta cuando se combinan, por una parte, las insidias demoledoras de tendencias culturales de relativismo político y moral, y por otra, la sopa recalentada e indigesta de vulgarizaciones ideológicas ya anacrónicas. Debe tenerse bien en cuenta, sobre todo, que nada de grande, ni de verdaderamente humano se construye con los subproductos culturales decadentes, hiper-individualistas de las sociedades del consumo y el espectáculo ni con verborragias de ideologismo confuso. A nosotros cristianos toca mostrar y demostrar, no obstante nuestras miserias, que Cristo es camino, verdad y vida, respuesta sobreabundante a los anhelos de verdad, felicidad y justicia del corazón de los hombres y de la cultura de los pueblos, clave de inteligencia de la realidad, respeto por la dignidad de toda persona, pasión por nuestros pueblos, amor preferencial por los más necesitados y sufridos, y piedra angular para la construcción del destino de las naciones. Todo esto define la enorme responsabilidad que se asume la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se prepara justo a comienzos del actual pontificado de Benedicto XVI. Sección Actualidad Taller-Encuentro: 500 Años «Sintesis de Culturas» (7) Dirigentes sociales, indígenas, académicos, políticos y religiosos, convocados por la CLAT 1y reunidos en la sede de la UTAL , a finales del mes de Febrero de 1989, conclueyon con el siguiente documento. política y práctico-organizativa, inspiradoras de un Plan de Trabajo para preparar desde nuestra perspectiva, el acontecimiento de los 500 años de la constitución de América Latina como unidad específica, étnico-cultural, espiritual y socio-política en la historia de la humanidad. Por considerarlo un aporte sustantivo a la profundización y clarificación histórica del tema, y por mantener plena actualidad ante la situación regional, lo presentamos como una referencia a la temática de la Identidad, el Desarrollo y la Integración de Latinoamérica . 2.- ...COMPARTIENDO ALGUNOS SUPUESTOS CONCEPTUALES... (8) (9) 1.- NOS PROPUSIMOS... 1.1.-Interpretar la específica, ambivalente y plural historia latinoamericana de mestizaje étnico-cultural, de raigambre espiritual católica, de marginación y discriminación del indígena y el afro-americano, de explotación, dependencia y transculturación de las mayorías populares, así como de permanentes luchas por la liberación socio-económicopolítica y cultural-religiosa en términos de sujetos en plenitud de sus derechos humanos, con protagonismo popular y nacional y conciencia de identidad cultural y de unidad e integración en la Patria Grande Latinoamericana. Sólo a partir de esta memoria histórica y apoyados en una ética de la primacía del trabajo y de la solidaridad podremos enfrentar con esperanza los retos representados por un desarrollo realmente humanizador, el establecimiento de sociedades auténtica e integralmente democráticas y la gestación de una integración real y profunda de los pueblos, culturas y naciones latinoamericanas en el contexto de la nueva revolución científico-tecnológica de alcance universal. 2.1.- CULTURA es el concepto más global, pese a que en la realidad existe en el marco de una gran pluralidad, y se tiende a considerarla como un «sector» sin ninguna jerarquización. Tradicionalmente se le confunde o contrapone a «civilización», pero puede decirse que cultura es todo lo que un pueblo es y hace, teniendo una dimensión subjetiva (como las personas la viven) y otra objetiva (su concreción en obras. Civilización sería la forma global que adquieren las expresiones de una o varias culturas. Toda una línea de pensamiento y organización social propugna asumir como cultura sólo una definición «culta», refinada y elitesca y por tanto selectiva y discriminatoria, asimilando todo lo «popular» a «no-culto» y por ello, bárbaro. La cultura se compone de todo lo que son las relaciones del hombre con la naturaleza, con los otros hombres y con un sentido de vida, normalmente ligado a la existencia de otra realidad superior y trascendente, generalmente religiosa, divina. La cultura se realiza como vivencia de principios y valores que dan significados y rigen la existencia personal y colectiva. La cultura se identifica por expresiones de toda índole y se plasma en estructuras de relación y convivencia. 1.2.- Elaborar, a partir de esta interpretación, unas orientaciones básicas de índole ético-cultural, ideológico(7) Central Latinoamericana de Trabajadores. (8) Universidad de los Trabajadores de América Latina. (9) Participantes del Encuentro-Taller: Prof. Floriberto Días (México), Sr. Natalio Hernández (México), Prof. Galo Pochelú (+)(Uruguay), Dr. Carlos Castillo Peraza (+)(México), Sr. José Cachimuel Campo (Ecuador), Miguel Gazzera (Argentina), Mons. Antonio Do Carmo Cheuiche (Brasil), Prof. Paul Tennassee (Guyana), Dr. Guzmán Carriquiry (Uruguay), Ing. Luis Alberto Meyer (Paraguay), Prof. Mario Cayota (Uruguay), Prof. Heberto Ferrer (Venezuela), Prof. Margarita LLambías (Argentina), Prof. Alberto Methol Ferre (Uruguay), Dr. Nazario Vivero (Cuba), Prof. Luis Enrique Marius (Uruguay). aportes 19 Sección Actualidad Se presenta bajo tres niveles: uno instrumental, representado por la producción de utensillos y modernamente por todo el andamiaje científico-técnico; otro institucional, representado por la organización política y jurídica de la convivencia social; otro designado como el núcleo ético-mítico, representado por los valores, tradiciones y estilos fundamentales de una comunidad histórica. Sus funciones son de enraizamiento, ofreciendo raíces, un «desde donde» comprenderse, analizar y realizarse; y otra de proyección, de esperanza, utopía, planificación, un «hacia donde». Nuestra actitud es de fidelidad creadora y crítica, pues sólo quién sabe de donde viene, puede saber realmente donde está y hacia donde quiere ir, así como quien sabe lo que necesita y quiere, se libera de todo pasado irreal y paralizante y de todo presente engañoso y dominador. En y frente a toda cultura solo cabe asumirla (participar, encarnarse), discernirla (criticarla en el sentido de apreciarla, juzgarla, aceptar y rechazar) y transfigurarla (recrearla, transformarla). 2.2.- CELEBRACION-CONMEMORACIÓN.- No puede tratarse de un mero recuerdo ni de una ocasión de festejo irresponsable, romántico. Asumiendo la ambivalencia y la manipulación de intereses variados que están obrando, lo importante es tener criterios claros sobre esto y probablemente decidir en función de situaciones diversas y cambiantes. CELEBRACION está ligada a una cierta repetición tradicional, rutinaria y hasta comercializada de acontecimientos, muchas veces vacía de contenido. Sin embargo, «celebrar» es una dimensión fundamental, humanizadota de toda existencia, como liberación de la capacidad de ensoñación y de creatividad, rompiendo el hechizo de lo «dado» y lo «sabido». CONMEMORAR no debe ser la repetición monótona de lo que ha perdido sentido o de lo que ha sido impuesto, sino «recuerdo en común», cierre de filas comunitario para liberar el potencial crítico y emancipador de cierto pasado encubierto por intereses e ideologías contrarios a la dignificación de las personas y a la identidad e igualdad de pueblos y culturas. Rechazando toda apreciación festiva, consideramos CONMEMORACIÓN como el concepto más apto para tipificar las implicancias del tema. 2.3.- HISTORIA no es ni el simple decursar del tiempo ni la sucesión de hechos, fechas, etc.; sino básicamente el ámbito y el resultado de la acción humana, particularmente de su libertad; es decir, capacidad de infinito en el seno de la limitación, potencialidad de lo mejor y de lo peor. 20 aportes Las personas no sólo hacemos historia, sino que somos historia, y en este sentido pertenece esencialmente a nuestra condición, un carácter dinámico, de proceso. Para nosotros no hay fatalismo ni repetición pura y simple, cíclica, ni determinismo conocido por «iluminados» ó «ilustrados», sino destinación libre, creativa, riesgosa, de un futuro que construimos en fraternidad y filiación. La historia es indisolublemente pero sin confusión, pasado de raíz y condicionamiento; presente de explotación, dominación y liberación; futuro de posibilidades y límites, de utopía y planificación, de realización y esperanza, de lucha y gratuidad. 2.4.- INTERPRETACIÓN es el intento de captar el sentido (significado y dirección) de los acontecimientos, porque somos seres necesitados y capaces de sentido. No podemos revivir, recrear materialmente la historia, ni siquiera el presente, menos aún el pasado o el futuro; pero si podemos y debemos «vivirlo», «crearlo» por nuestra capacidad de «decirlo», de transformar su sentido para nosotros. Estamos insertos en la realidad, pero no como las cosas unas «dentro» de otras. Somos «sujetos» que vivimos en y de una realidad, pero no condenados a soportarla. Lo podemos y debemos «objetivar», convertirla en «objeto» de estudio y de transformación. Interpretar es lo contrario de renunciar a toda comprensión, es descubrir y así comenzar a realizar la motivación humana, la finalidad humanizadota de la historia. Es la liberación de y por la palabra como preludio y acompañante de toda liberación integral, es raíz y sostén de toda dependencia, explotación, dominación, alineación. 2.5.- El «DESDE» no significa un espacio o ámbito físico en el cual se está y donde uno se ubica para pensar y obrar. Se trata de un horizonte, una perspectiva, una óptica, una manera propia de ser y estar, desde la cual uno proyecta, juzga, decide. Sin exclusivismo representa lo específico cuya vivencia y condicionalismo permite una identidad y protagonismo sin los cuales no hay ni «ser auténtico» ni «poder» eficaz ni «saber» veraz. En este sentido es criterio de valor, de juicio, de acción. No quiere significar el simple recuerdo de la memoria personal, sino el fenómeno global, colectivo, de todo lo que constituye la continuidad por una parte y los cambios por otra, en la vida de la comunidad histórica. Es coexistencia con su cultura y muy ligada a la conciencia protagónica de los sujetos en su dimensión de actores organizados. 2.6.- La MEMORIA E INTERPRETACIÓN HISTORICAS son elementos de identidad, de unidad fundamental, de especificidad de valores, intereses y luchas. Quien no tiene memoria histórica la pide prestada, se la «venden o imponen»; ve, interpreta y probablemente se orienta según el querer, pensar y obrar de otros. Poseer, recuperar, Sección Actualidad desarrollar, profundizar la memoria histórica es condición y contenido de liberación, redescubriendo el potencial emancipador de lo primigenio auténtico. 2.7.- La IDENTIDAD no se refiere tanto a la autoconciencia personal como sujeto, aunque la supone. Tampoco es la rutina y monotonía auto-complacientes en lo mismo, como fijismo, inmovilidad y en este sentido, reaccionario, nostalgia de lo perdido, idealizado o parálisis masoquista. Es la vivencia colectiva, como pueblo, como grupo, de ser «centro don percepción de iniciativa, de libertad, de autodefinición, de autonomía y proyecto. Es ser punto de referencia y eje asimilador capaz de salir al encuentro, sin dejar de ser uno, de dialogar y por ello recibir e integrarse, pero sin asimilarse ni desaparecer. Es ser capacidad de resistencia para no «ganar el cuerpo a costa de perder el alma», que es tal vez la esencia misma de la transculturación imperialista. Es capacidad de propuesta a partir de lo que «es» rumbo a lo que «se puede llegar a ser» a través de lo que se ha interpretado y decidido como «debiendo ser». 2.8.- La IDEOLOGÍA no es la seudo-neutralidad relativista de que el pensamiento y la acción son o deben ser asépticos, vacíos de subjetividad, plenamente «objetivos». No es sin más, aunque a menudo lo sea (y es una tentación permanente de la convivencia humana), la utilización manipuladora de la palabra, el discurso, para encubrir, ocultar, distorsionar la realidad y lograr que el dominado interiorice como culpa propia la explicación y acción del dominador. Es ante todo, primaria y radicalmente, conciencia y expresión de identidad, de auto-estima y propuesta positiva de valor, juicio y acción. Es identificación específica de todo grupo humano, capaz de convicción y de integración en torno a lo reconocido como verdadero, valioso, útil, necesario y con ello, capaz de difusión, educación, aceptación. Sin la ideología no hay grupo humano con perfil propio, y como en esto no hay «vacíos», la ideología de los demás será asumida o impuesta como sustituto. 2.9.- Se denominan LEYENDAS «ROSA» Y «NEGRA, a las seudointerpretaciones de nuestra historia latinoamericana creadas por los «vencedores» de todas las épocas (rosa) o por los nostálgicos derrotados tras haber sido en su momento dominadores (negra). A partir de sus intereses, su ignorancia o sus «ideologías» (en sentido peyorativo de encubrimiento), pretenden interpretar la historia, especialmente la contemporánea a la Conquista, Colonización y simultánea Misión Evangelizadora Eclesial, como fundamental o exclusivamente negativa (la «negra), genocida, explotadora, dominadora y excluyente de indígena y más tarde del afro-americano y en general de los pobres y «los de abajo»; o bien como radical y mayoritariamente positiva, aunque con «sombras» y errores, de esas mismas actividades, procesos y tiempos históricos (la «rosa»). Como sustantivas de toda verdadera investigación histórica y polarizadas más en la referencia autojustificante al pasado que en la confrontación con la complejidad y ambivalencia de toda acción y su prioridad por el presente y el futuro, han proliferado en todas las épocas, pero han sido sobre todo frutos de la dominación económica, política y cultural de los nuevos agentes de dominación a partir de la derrota colonial. Bajo el pretexto del «progreso» y hasta la «liberación», han pretendido saber más y mejor qué es lo que nos conviene, particularmente a los bárbaros», los «subdesarrollados», el «lumpen», etc. 3.- ...Y ASUMIENDO LOS DESAFÍOS ACTUALES... Se trata de señalar, como desafíos «epocales» , profundamente «culturales», algunos de los núcleos centrales o tendencias de fondo que están incidiendo y marcarán el futuro inmediato y el mediano plazo, con claras referencias y antecedentes históricos. 3.1.-El desafío planteado por la difusión, implantación y radicalización de un modelo neo-liberal basado en la mercantilización materialista de la economía, el cual da la primacía al capital, rectifica la actividad económica, subordina y degrada el valor trabajo y a las personas, con sus secuelas de desempleo, deshumanización de las condiciones materiales y morales de las grandes mayorías, su marginación creciente en lo interno y la transnacionalización y anonimato de la actividad financiera mundial, haciendo más frágiles aún las débiles bases sociales de la democratización política, socavando las de la solidaridad y justicia social internacionales y atentando por ende directamente contra la paz verdadera y la unidad básica del género humano. 3.2.- El desafío de la nueva revolución científico-tecnológica, que coexiste en América Latina con amplios sectores sociales inmersos en una sociedad rural tradicional y modernoindustrial, con sus secuelas de urbanización creciente, de desempleo, de ruptura del equilibrio ecológico ya inestable y transculturización, con una creciente discriminación en la división internacional del trabajo y la subordinación del crecimiento y el desarrollo a objetivos y prioridades personales y nacionales. 3.3.- El desafío de generar nuevos modelos de desarrollo en base a una ética de trabajo y la solidaridad al servicio de proyectos nacionales integrados que asuman los esfuerzos de creatividad y supervivencia de los nuevos sectores de la economía informal, pero en la perspectiva de su incorporación activa y justa en una economía y en unas relaciones sociales y políticas de destino nacional y unidad cultural. 3.4.- El desafío de rehacer el tejido social de nuestras naciones teniendo en cuenta las especificidades étnicas y culturales, particularmente las tradicionalmente marginadas aportes 21 Sección Actualidad (indígena, afro-americana), pero en base al común elemento de la dignidad y el protagonismo del trabajo y de la persona como sujeto histórico capaz de generar iniciativas técnicas, de convivencia y símbolos de identidad, unidad y universalidad auténticas y eficientes. «acceso a la civilización y al progreso» por una parte y de la «búsqueda de lo prístino» en un «antes» (temporal y lógico) del encuentro entre lo hispano-lusitano y lo aborigen, desconocido e idealizado en gran medida y de manera anacrónica. 3.5.- El desafío de impulsar la democracia real e integral como régimen, sistema y cultura de libertad, participación y justicia sobre la base de la primacía del trabajo, la organización popular solidaria, la producción y distribución de la riqueza, la apropiación y control de los recursos nacionales, el dominio del conocimiento de tecnologías socialmente orientadas, la paulatina desaparición del armamentismo y el fortalecimiento de la sociedad civil. (II).- Otra línea de acontecimientos igualmente originaria y de mayor perduración y arraigo se relaciona con la presencia y acción de la evangelización cristiana como misión católica bajo el sello de la cristiandad colonial hispano-lusitana de la Contrarreforma. 3.6.- El desafío de la instauración de una real y profunda integración latinoamericana en base a lo mejor de nuestras raíces comunes, la comunión en un proyecto orgánico de liberación, la sustitución de geopolítica tensional por una geocultura de la solidaridad y la gravitación unificada en el concierto de las áreas de integración mundial. 3.7.- El desafío de recuperar y desarrollar la memoria histórica de nuestra sabiduría popular como diálogo interétnico e intercultural, expresión de nuestras maneras propias de «tener», «poder», «saber» y «ser», reconstitución de nuestra identidad, antídoto contra las «ideologías» extrajerizantes, resistencia e integración de la adveniente cultural universal, y vivencia de la gratuidad como contenido de la lucha por la dignidad propia y ajena, autoafirmación contra la invasión geopolítica y cultural espiritual de «sectas» espiritualistas al servicio de designios imperialistas. 3.8.- El desafío de una seudo-cultura de muerte, por la irrupción de la violencia indiscriminada, el terrorismo como sistema, el narcotráfico como corrupción, transnacionalización y degeneración, la manipulación y atentado contra la vida en todas sus formas y estados, a través de una conciencia, organización y acción múltiple, de justicia social, de solidaridad nacional e internacional, de protagonismo popular, de identidad cultural, ética y espiritual, por la proclamación y compromiso con la vida, la esperanza y la utopía. 4.- ...ACORDAMOS ALGUNOS CRITERIOS VALORATIVOS Y PRINCIPIOS FUNDANTES... 4.1.- VALORAMOS: (I).- Una línea de acontecimientos que arrancan desde la Conquista y la Colonización y experimenta un relevo en las sucesivas formas de neo-colonialismo y neo-imperialismo. En su complejidad, ambigüedad y conflictividad, deja en la memoria viva y en la realidad social, cultural y religiosa una historia de violencia, usurpación, dominación y hasta de aniquilamiento cultural y espiritual. Ella se alimenta y a su vez fortalece las «ideologías» sólo aparentemente contradictorias del inevitable precio del 22 aportes En su inextricable unión con la primera línea mencionada, con sus grandes sombras, contradicciones e insuficiencias, constituye una matriz espiritual de valores, normas y realizaciones, que «sellan» de modo radical el espíritu y los modos de vida de personas, así como el «alma» de pueblos y naciones. El mestizaje étnico-cultural y la decantación fundamental unitaria de valores cristianos en los sustratos populares, constituyen el elemento de mayor continuidad y el de mayor fuerza de identidad. Del recurso a esos valores éticos y culturales, incluso contra las expresiones y estructuras que ilegítimamente se reclaman de ellos, sean civiles o eclesiásticas, es de donde han surgido y surgen mayoritariamente las reivindicaciones y las justificaciones de lucha contra la injusticia, por los derechos humanos, la identidad, la liberación, la integración. (III).- La coexistencia de ambas líneas, con la tensión o el divorcio entre valores profesados y estructuras de realización, de autenticidad popular y extrañamiento de elites, de unidad cultural y espiritual y discriminación y marginación étnicocultural-religiosas, conducen a una gran interrogante con ecos de pasado, presente y futuro: ¿POR QUÉ PERDIMOS?, ¿POR QUÉ SEGUIMOS PERDIENDO?, ¿POR QUÉ PODRÍAMOS, NO DEBERÍAMOS NI TENEMOS QUE PERDER?. Ello podría explicitarse en una serie de interrogantes más precisos, que en parte son del orden de la constatación, pero que ante todo representan retos a la reflexión, a la decisión y sobre todo a la acción, para corregir su rumbo, superarlos, trascenderlos. (IV).- El intento de respuesta (no de solución mágica), para esos grandes interrogantes, tiene, por supuesto, dimensiones y facetas diversas, pero al nivel de este acápite reflexivo y desde la perspectiva de la cultura entendida como sucesión de las exteriorizaciones de las afirmaciones fundamentales, como proceso histórico-social y como resultado de la actividad del hombre, podemos limitarnos y concentrarnos en algunos principios fundantes y en ciertos criterios históricos. 4.2.- RETITERAMOS LA VIGENCIA DE PRINCIPIOS FUNDANTES... (I).- DESDE LA PERSPECTIVA INDÍGENA Y AFRO-AMERICANA: * Reconocimiento de la existencia y vigencia de una historia pre-colombina de los pueblos de América Latina como Sección Actualidad pretensión a la «constitución primaria de nuestro ser», a través de su continuidad histórica y su inserción en la totalidad pluricultural real y definitoria del continente. * Promoción del diálogo entre las vivencias y autocomprensiones de América Latina: mestiza, indígena y negra, como proceso real de socialización, identificación, integración nacional y continental. * Reencuentro de la identidad histórico-cultural en y por la participación en el ethos y proyectos latinoamericanos a través de la secuencia temporal y social que va desde la «constitución primordial de lo latinoamericano» hasta la realidad de sociedades nacionales dominantes con respecto al indígena y al afro-americano. * Reivindicación de la etnia, cultural y religiosidad afroamericana, contra la doble marginación y discriminación primigenia y la incorporación, latente y explícita, del racismo moderno. * Relacionamiento de los pueblos indígenas y afroamericanos con los diferentes movimientos sociales, no en base a divisiones étnicas, sino común posición de solidaridad y de lucha a partir de la defensa y promoción de los derechos humanos y de la dignidad y primacía del trabajo. (II).- DESDE LA CULTURA POLÍTICA DE LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI: * Básicamente, la vigencia renovada y actualizada de una cultura política de la libertad centrada en la dignidad de toda persona, el respeto a la libertad de conciencia, el valor regulador de la moralidad y la legalidad, el reconocimiento del necesario y justo lugar de la vida material en y para la integridad de la persona, así como de la existencia de derechos supra-individuales como los de grupos y pueblos, el establecimiento de la política como valor real, pero dependiente de fundamentos éticos. (III).- DESDE EL AMBIENTE ESPITIRUAL DE LOS EVANGELIZADORES: * Interpretación más ajustada de la reivindicación del aborigen por parte de las oligarquías criollas, pese a la apropiación de sus tierras y la destrucción de sus repúblicas. Interpretación de la relación entre la vigencia de las oligarquías criollas y el desarrollo de la «leyenda negra». * Interpretación renovada del papel del neoliberalismo en la institucionalidad jurídico-política naciente, en la formación de las estructuras del poder oligárquico, a partir de su ideología de base de la separación entre la conciencia personal y la existencia social. (V).- DESDE LA CRISIS ACTUAL DE LA MODERNIDAD: * El discernimiento del proceso de urbanización, industrialización y post-industrialización actual, con sus diferentes consecuencias. * Novedad y radicalidad de los límites técnicos, ecológicos y éticos de la modernización en América Latina, especialmente como «cosificación» y destrucción del patrimonio ambiental, irresponsabilidad en el manejo genético e imposición de modelos ajenos y contrarios a los valores populares. Todo lo cual urge una recuperación de la sabiduría popular, la memoria histórica, la reconstrucción del tejido social, el desarrollo de la identidad popular y nacional, el protagonismo de los trabajadores como sujeto histórico, la gestación de una cultura de trabajo y la solidaridad, como horizonte de desarrollo, democratización e integración. 4.3.- ...Y DE CRITERIOS HISTÓRICOS: (I).- DE ACTITUD Y METODOLOGÍA: * Introducir en nuestra interpretación histórica la parte desconocida, olvidada, reprimida, de la realidad y conocimiento de nuestra memoria pre-colombina, sin prejuicios. * Vigencia del humanismo renacentista y encuentro entre el discurso utópico europeo y los modos de vida indígena. * Superar la «esquizofrenia histórica» y la «memoria hemipléjica» con que las «ideologías» nos ha hecho interpretar nuestra historia, escindiéndola de nuestra identidad de pueblos. * Desarrollo paulatino de la teología de los derechos humanos y la igualdad indígena, así como de los principios de la guerra injusta y de la condena a la esclavitud indígena y afro. * La investigación histórica deberá hacerse: Insertos en el pueblo y desde su cultura; comprometidos en y como personas y desde nuestros valores e historias de lucha; de manera integral e interdisciplinaria. * Propuestas misioneras de evangelización y su concreción en experiencias de sistema social, de trabajo, de propiedad, de tributo, etc., como las Reducciones Franciscanas, los Pueblos Hospitalarios y la República Guaranítica. (II).- DE CONDICIONES Y CONTENIDOS: * Insertos en el presente de América Latina, desde sus raíces más genuinas y en el sentido de nuestros intereses, aspiraciones, valores y proyectos. (IV).- DESDE LA INDEPENDENCIA Y LAS REPÚBLICAS LIBERALES: * Interpretación comprehensiva de la relación entre Independencia y desgaste del imperio español. * Con profunda conciencia de la integridad y globalidad latinoamericanas y por ello sin planteos culturalistas o etnocéntricos. aportes 23 Sección Actualidad * Buscando no reinventar el pasado para justificar nuestras «ideologías» presentes, sino como conocimiento de lo sucedido desde el compromiso del presente y la perspectiva de transformación para el futuro. 5.- ...QUE ANIMAN ALGUNOS ELEMENTOS EN PERSPECTIVA. La «tensión» entre los desafíos detectados y los principios y criterios derivados de la auto-conciencia de identidad cultural y la historia de liberación, de esperanza y de utopía, conduce al diseño, decisión y puesta en marcha de un plan de perspectiva con todas sus facetas y concreciones. De modo general señalamos algunas ORIENTACIONES FUNDAMENTALES, fundadas en la trilogía TRABAJO-CULTURA-SOLIDARIDAD como principios o valores-ejes, que se articulan en la triple línea del: NUEVO DESARROLLODEMOCRATIZACIÓN-UNIDAD E INTEGRACIÓN. (I).- Debemos advertir que de aquí a 1992 existirá y hasta podrá aumentar el peligro de que en vez de ayudarnos a reencontrarnos y unirnos más, nos dividan e incomuniquen más aún, en forma cínica, siniestra, irresponsable y antihistórica. En este sentido, todo lo que nos separe nos relega y bloquea nuestra unión e integración. (II).- Hay que mantener una viva conciencia de que para 1992 veremos la constitución de una Europa más unida y la realidad de nacionescontinentes, y hay que preguntarse si ese proceso nos encontrará más unidos o divididos, y como nos impactará ese proceso. (III).- Hay que encarar la conmemoración de los 500 años no como una vuelta anacrónica al pasado, sino como un proceso de cinco siglos de configuración del presente, de su divorcio interno entre valores y estructuras sociales y su relación externa de dependencia y sumisión ante sucesivos centros de poder hegemónico internacionales. (IV).- Hay que profundizar en nuestra propia historia latinoamericana para recuperar nuestra memoria histórica y nuestra sabiduría popular como ámbitos de gestación y decantación de concepciones y acciones de lucha éticocultural-religiosa y socio-política a favor de los derechos de hombres y pueblos, actualización de nuestras raíces e implementación de nuestro proyecto de liberación como sujetos protagónicos de nuestro destino individual, y colectivo. (V).Profundizar en la tensión histórica, ética y espiritual entre la perspectiva humanizadota fundamental de la evangelización y la inculturación cristiana y católica, y 24 aportes las formas históricas de exterminio y dominación de la Conquista. Es en esta tensión donde se articula, en nuestro presente, la función anunciadora, liberadora, crítica y concientizadora de nuestro pueblo latinoamericano y su cultura. (VI).- Profundizar en la función crítica y la energía política transformadora y solidarizante simbolizadas, latentes o actuantes, en las creencias, la esperanza, las celebraciones, los símbolos de la religiosidad popular de nuestros pueblos como síntesis matricial entre identidad étnico-cultural, conciencia de liberación y protagonismo histórico en base a valores de gratuidad, solidaridad, justicia, libertad y fraternidad. (VII).- Profundizar en el valor histórico de alternativa social, no-integración y no-lineamiento de las repúblicas indocristianas, en las lógicas e institucionalidad de la dominación colonial y neo-colonial. Sección Actualidad Carta Pastoral del Episcopado Argentino sobre la Doctrina Social de la Iglesia - »Una luz para reconstruir la Nación» Consideramos de especial importancia publicar este Documento de la Conferencia Episcopal Argentina, por considerarlo un ejemplo de lectura de la realidad y aportes a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. A los miembros del Pueblo de Dios y a todos los hombres de buena voluntad. I. Origen y naturaleza de la Doctrina Social El misterio de Jesucristo 1. El tiempo de Adviento, ya inminente, nos invita una vez más a la reflexión y compromiso. En él contemplaremos el misterio del Hijo de Dios que «por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre». Su nacimiento y vida entre los hombres es Evangelio, anuncio de salvación que confirma el amor de Dios al hombre y la sublime dignidad con que lo reviste. La dignidad del Hombre y sus derechos 2. De esta dignidad brotan los derechos fundamentales e inalienables de todo ser humano, que no lo abandonan nunca, desde su concepción hasta su muerte natural. Y esto, no importa su condición: varón o mujer, rico o pobre, sabio o ignorante, inocente o reo, y cualquiera sea su color. Esta dignidad es la clave y el centro del misterio del hombre y de todo lo que lo atañe. Desde ella todo problema humano puede ser iluminado y hallar solución. Esta dignidad nos ilumina también para apreciar la grandeza sublime de la vida terrena y de los esfuerzos con que el hombre procura hacerla más plenamente humana. No por ser peregrino del cielo, el cristiano descuida la construcción de la patria terrena. La Doctrina Social de la Iglesia 3. De la contemplación del misterio de la encarnación y nacimiento de Jesucristo, surge espontáneamente el anuncio del Evangelio aplicado a la vida social considerada en todos los planos: familiar, cultural, económico, ecológico, político, internacional. Esto es lo que se llama Doctrina Social de la Iglesia. Dimana del Evangelio, pero no es un derivado menor del mismo. Es el Evangelio de Jesucristo aplicado a la vida social del hombre. Es su resonancia temporal. Y así como la Iglesia no puede callar el Evangelio, tampoco puede silenciar su Doctrina Social. Nadie ha de temerle a ella. La Iglesia la anuncia a favor del hombre y de la paz social, para el servicio de todos. Si bien la Doctrina Social se viene la desarrollando en forma sistemática desde el Papa León XIII, y se la difunde con frecuencia por medio de encíclicas pontificias, su origen remonta al mismo Jesús y a la enseñanza de los Apóstoles. Incluso, hunde sus raíces en las Escrituras antiguas citadas por Jesús, especialmente la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos. Y se fue desarrollando a lo largo de los siglos gracias a la enseñanza de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia y con el concurso del Pueblo de Dios. El Compendio de la Doctrina Social: hecho eclesial y pastoral 4. La complejidad y aceleración de la vida del hombre, lo mismo que el fenómeno de la globalización, han obligado en los últimos tiempos a un desarrollo continuo de la Doctrina Social de la Iglesia, de modo que ésta hoy constituye un verdadero cuerpo doctrinal. El Papa Juan Pablo II, con su preclara mirada pastoral y en virtud de su autoridad como Pastor de toda la Iglesia, dispuso que el Pontificio Consejo Justicia y Paz redactara el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, cuya versión aportes 26 Sección Actualidad castellana ha sido publicada recientemente. La riqueza intrínseca del Compendio y la autoridad que dispuso su composición, nos permiten considerarlo como un hecho eclesial y pastoral de magnitud. Y, aunque redactado primeramente para uso de los Pastores, recomendamos su estudio y aplicación a todos los miembros del Pueblo de Dios, en particular a los miembros del clero encargados de exponer la doctrina cristiana, a los catequistas, a los docentes católicos y a los fieles laicos que tienen especiales responsabilidades en la construcción de la sociedad. Alcance de esta carta y método para su empleo 5. No pretendemos abordar en esta carta todos los capítulos de la Doctrina Social; por ejemplo, la familia, el trabajo humano, la vida económica, la comunidad política, la comunidad internacional, la salvaguarda del medio ambiente. Tampoco intentamos desarrollar sus principios y valores, ni desentrañar todas las implicancias que estos tienen para la vida social argentina. Queremos, simplemente, mostrar la organicidad de los principios y valores que sustentan esta Doctrina, y proponer a la reflexión algunas situaciones y cuestiones. Y ello para estimular a todos a estudiar la Doctrina Social de la Iglesia, analizar con su luz algunos aspectos de la situación del País, y, en conjunción con la propia ciencia y experiencia, aplicarla al momento presente. Y, de este modo, trabajando junto con todos los hombres de buena voluntad, encontrar caminos concretos que contribuyan a la reconstrucción del tejido social, afianzar el sentido de pertenencia a la Nación y acrecentar la conciencia de ser ciudadanos. II. Cinco Principios Básicos de la Doctrina Social Proyecciones sobre la realidad social argentina Los Principios 6. Sobre el fundamento insustituible de la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, que postula un humanismo integral y solidario, se erigen cinco principios permanentes, a modo de cinco columnas, que sostienen todo el edificio de la Doctrina Social de la Iglesia; a saber: el bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiaridad, la participación y la solidaridad. «Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la realidad social en su conjunto. Deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación» (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 161-162; en adelante C). 1.- El bien común 7. «De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas, deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido» (C 164). Este es el conjunto de valores y condiciones que posibilitan el desarrollo integral del hombre en la sociedad, incluido su desarrollo espiritual. El bien común es por ello el humus de una nación. Desde allí 26 aportes ella germina y se reconstruye. «El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada uno de los sujetos del cuerpo social.» (ib.). Si así fuese, la existencia de una nación estaría sometida a los avatares de los diferentes sectores. El bien común de una nación es un bien superior, anterior a todos los bienes particulares o sectoriales, que une a todos los ciudadanos en pos de una misma empresa, a beneficio de todos sus integrantes y también de la comunidad internacional. No puede ser parcializado, dividido, ni privatizado. «Siendo de todos y de cada uno, es y permanece común porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo, también en vistas al futuro» (ib.). Una sociedad que quiere estar al servicio del ser humano, «es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común, en cuanto bien de todos los hombres y de todo el hombre. La persona no puede encontrar la realización sólo en si misma; es decir, prescindir de su ser ‘con’ y ‘para’ los demás» (C 165). La construcción del bien común se verifica en la promoción y defensa de los miembros más débiles y desprotegidos de la comunidad. Situaciones y Cuestiones 8. ¿Cómo medir nuestra voluntad de reconstruir la Nación desde la perspectiva del bien común? Proponemos a la reflexión sólo dos cuestiones. Primera, la defensa de los derechos adquiridos y el reclamo de los nuevos. Si al defenderlos o reclamarlos lo hacemos dentro del respeto de los derechos esenciales de los demás, estaremos construyendo la Nación. De lo contrario la estaríamos dañando, porque estaríamos actuando en contra del bien común. Segunda, el comportamiento con los bienes públicos. Aun cuando «bien público» y «bien común» no son sinónimos, el primero está referido al segundo, porque es obtenido con el aporte de todos y para el servicio de todos. Es de lamentar mundo, altamente industrializados, que cultivan sus tierras con esmero. Por ello preguntamos: ¿sería conveniente diseñar una política demográfica que revierta el éxodo hacia el Gran Buenos Aires y a las capitales de Provincia?. En el mismo sentido, ¿habría que fortalecer los municipios del interior, especialmente los rurales, y las economías regionales, de modo que el hombre del interior, en especial el joven, pueda florecer en su propio contexto social y cultural? ¿Ayudaría una sabia reforma agraria que aliente a la gente del campo, principalmente a los pequeños y medianos productores, a permanecer en la vida y el trabajo rural? ¿Cómo propiciar la concreción de las leyes que reconocen el derecho de los aborígenes a la tierra productiv a y a la propiedad comunitaria? ¿Qué medidas políticas apoyar para defender y preservar el medio ambiente? 14. Hay otras situaciones de pobreza que también merecen especial atención. Ante todo, la deficiencia de la educación, en todos sus niveles. Sin una adecuada escolaridad y enseñanza, será cada vez Sección Actualidad que, para algunos, «público» adquiera un sentido totalmente contrario. No sería ya lo de todos, para el servicio de todos, adquirido con el aporte de todos, que por todos debe ser custodiado y defendido, sino lo de nadie, puesto allí para apropiarnos de él, dañarlo, destruirlo, o distribuirlo discrecionalmente entre amigos y clientes. Educar en el respeto de los bienes públicos es uno de los grandes desafíos que han de enfrentar la familia, la escuela, la catequesis y los medios de comunicación social. Sin este respeto sería muy arduo convivir armónicamente y muy difícil construir una república. 2.- El destino universal de los bienes 9. «Entre las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del destino universal de los bienes: Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad» (C 171). Este principio de la Doctrina Social de la Iglesia, formulado desde antiguo por los Santos Padres, fue relegado con frecuencia al olvido. A veces porque no se lo supo relacionar con otro principio derivado de él: el de la propiedad privada. Otras, por no entender que ésta es una concreción del destino universal de los bienes, y no su negación; es decir, que todos los miembros de la comunidad, y no sólo algunos, tienen derecho a poseer lo necesario. Otras, por no comprender que la propiedad nunca es absoluta, sino que está subordinada siempre al bien común. Otras, finalmente, por no entender que tanto el destino universal de los bienes, como el derecho a apropiarse de los mismos, conllevan el derecho-deber de producirlos; es decir, el derecho-deber del trabajo. Situaciones y Cuestiones 10. Atentos a este principio clásico de la Doctrina Social, y ante el empobrecimiento de gran parte de la población, precipitado por la crisis institucional del 21 de diciembre de 2001, surgen muchos interrogantes. En primer lugar acerca de cuál es la responsabilidad que les cabe a las autoridades políticas de antes y de durante la crisis. Pero también a los demás sectores de la sociedad, en especial a los empresarios y sindicalistas, en particular a los que se profesan cristianos, por no haber percibido suficientemente el empobrecimiento que se venía produciendo y que se aceleró en forma incontrolable hiriendo gravemente la dignidad de tantos hermanos y hermanas. Si bien reconocemos que es mucho lo que los argentinos, ciudadanos y autoridades, hemos hecho desde entonces para revertir la situación, es mucho todavía lo que resta por hacer. Y por tanto hemos de interrogarnos sobre nuestra voluntad de comprometernos aún más y mejor para superar el empobrecimiento general. 11. Existen muchas situaciones y formas de pobreza debidas a distintas causas: naturales (una catástrofe), estructurales (una ley económica injusta), espirituales o morales (ser avaro, pedigüeño), culturales (incapacidad para cultivar los dones recibidos de Dios y proveer así al propio sustento). Varias de estas formas de pobreza tienen como consecuencia que el hombre no pueda apropiarse de la parte de los bienes que le corresponde para su desarrollo integral. Y, por tanto, si no se las superase, podría multiplicarse aún más el número de los que ya están sumidos en la pobreza, provocando un daño irreparable para ellos y un gran detrimento para todos. 12. Llamamos la atención especialmente sobre dos situaciones graves de pobreza, que a nuestro entender sólo podrán ser superadas si las enfrentamos entre todos con políticas firmes y duraderas, cuyo garante sea el Estado. Primera, la ausencia de un trabajo digno y estable, que degrada a amplios sectores del pueblo honrado y trabajador y desintegra a la familia. Es ésta una las peores desgracias sufridas por la Argentina, de cuya magnitud no se tiene idea cabal. La historia nos enseña que naciones destruidas en guerras devastadoras han sido capaces de levantarse gracias al trabajo del pueblo. Éste es siempre la principal riqueza de una nación. Si queremos ver resurgir a la nuestra, hemos de esforzarnos por la dignificación del trabajador mediante la creación de fuentes de trabajo genuino y la supresión del trabajo en negro y de la dádiva. 13. Una segunda situación de pobreza, es el difícil acceso a la tierra, la cual es el primer don que Dios da al hombre para proveer a su sustento. En la Argentina, la gran extensión territorial, conjugada con una población relativamente escasa y altamente concentrada en el Gran Buenos Aires y en muchas capitales de Provincia, amenazan constituir una estructura permanente generadora de pobreza. En el equilibrio entre industria y campo estriba uno de los secretos de la riqueza de una nación. Lo demuestra la experiencia de los países del primer mundo, altamente industrializados, que cultivan sus tierras con esmero. Por ello preguntamos: ¿sería conveniente diseñar una política demográfica que revierta el éxodo hacia el Gran Buenos Aires y a las capitales de Provincia? En el mismo sentido, ¿habría que fortalecer los municipios del interior, especialmente los rurales, y las economías regionales, de modo que el hombre del interior, en especial el joven, pueda florecer en su propio contexto social y cultural? ¿Ayudaría una sabia reforma agraria que aliente a la gente del campo, principalmente a los pequeños y medianos productores, a permanecer en la vida y el trabajo rural? ¿Cómo propiciar la concreción de las leyes que reconocen el derecho de los aborígenes a la tierra productiva y a la propiedad comunitaria? ¿Qué medidas políticas apoyar para defender y preservar el medio ambiente? 14. Hay otras situaciones de pobreza que también merecen especial atención. aportes 27 Sección Actualidad Ante todo, la deficiencia de la educación, en todos sus niveles. Sin una adecuada escolaridad y enseñanza, será cada vez más difícil que los pobres participen de los bienes necesarios para su desarrollo. Igualmente, la precariedad de los servicios de la salud, a los que muchos no tienen acceso. La salud es el primer bien tangible para todo ser humano. De allí, la importancia del cuidado de la integridad física y psíquica. Y la gravedad de carecer del mismo. Por último, y como coronación de todas las situaciones que engendran pobreza, está la inmensa deuda pública. Es nuestro más vivo deseo que ésta, a pesar de las dificultades, se negocie con éxito y para alivio de nuestro pueblo. Habremos de recordar siempre que la Deuda tiene dos caras, que han de ponernos sobre aviso para evitarlas en el futuro: la injusticia de la economía internacional reinante en este campo, y la irresponsabilidad de quienes contrajeron la Deuda o alentaron a contraerla a espaldas del pueblo. 3.- La subsidiaridad 15. Esta palabra enuncia otro principio clave de la Doctrina Social. Significa que «todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda («subsidium») - por tanto, de apoyo, promoción, desarrollo- respecto de las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital» (C. 186). «El principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias sociales superiores e insta a éstas últimas a ayudar a los particulares y a los cuerpos intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona, familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad» (C. 187). Situaciones y Cuestiones 16. El principio de la subsidiaridad es válido no sólo en la economía, sino en todos los órdenes. Por ejemplo en la educación. Así, la escuela pública de gestión privada cumple un papel muy importante en la sociedad, y es de justicia que el Estado aporte para sufragar los gastos de esta educación con los impuestos que pagan los ciudadanos. Este principio de la subsidiaridad ha sido abandonado muchas veces en la organización de la sociedad, por exceso o por defecto. Por exceso, cuando el Estado acapara para sí todas las iniciativas, libertades y responsabilidades, que son propias de las personas y de las comunidades menores de la sociedad: el estatismo. Por defecto, cuando el Estado no protege al débil frente a los más fuertes, o no brinda su ayuda económica, institucional, legislativa a las entidades sociales más pequeñas cuando es necesario: el liberalismo a ultranza. 28 aportes 17. En la Argentina hemos conocido los dos extremos. Al menos desde los años 30 hubo un estatismo creciente, que nutrió, en el inconsciente colectivo, la falsa imagen de que el Estado sería como un dios, que existe desde siempre, que todo lo puede, a quien todo se le puede exigir, e incluso se lo puede maltratar porque nada malo le podría suceder. También conocimos un voraz liberalismo, que desmanteló al Estado privatizando sus empresas, pero sin la red de protección social que ello habría exigido, y sin el control necesario sobre los nuevos prestadores de los servicios públicos, acrecentando aún más el gasto público que se pretendía reducir. Ambas corrientes colisionaron y produjeron el sismo social conocido. Estamos ahora en la etapa de la reconstrucción, aprendiendo de la dolorosa experiencia. Por otra parte, está vigente la subcultura de la dádiva. Ésta pervierte el principio de la subsidiaridad, degrada al pobre y lo convierte en un sujeto incapaz de participar de la vida democrática, engendrando un nuevo problema social. 18. También aquí se imponen muchas preguntas. ¿Cómo reconstruir al Estado y hacer que esté al servicio de la sociedad civil? ¿Cómo evitar que devore a las sociedades u organizaciones intermedias? ¿O, por el contrario, que se declare «ausente» y deje a los ciudadanos al arbitrio de los poderosos? ¿Cómo desterrar de la actividad política la práctica de comprar adhesiones mediante la dádiva? ¿Cómo propiciar nacen formas impensadas de solidaridad, especialmente en el pueblo humilde. 4° La participación 19. «Participación» es otra de las columnas de la Doctrina Social de la Iglesia. Es una «consecuencia característica de la subsidiaridad, que se expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. Es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común. No puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la vida social». «La participación en la vida comunitaria no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás, sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia» (C 189, 190). Situaciones y Cuestiones 20. ¿Cuál es el grado de participación del argentino en la vida social, y, particularmente, en la defensa y el progreso de la sociedad política? Hay muchos signos positivos. En general, parece satisfactorio el índice de los votantes y aumenta la participación en la sociedad civil: centros vecinales, clubes, ONG de todo tipo, colegios profesionales, etc. Sección Actualidad Pero también hay señales negativas. Se exigen derechos, pero no siempre se conocen ni cumplen los deberes. Que el pueblo no interviene en el gobierno sino por sus representantes: es un principio que muchas veces se interpreta mal. Se piensa que los deberes del ciudadano se agotan en el acto eleccionario. Cumplido éste, muchos se despiden de su ciudadanía hasta la próxima elección. No son conscientes que a la salida del cuarto oscuro los aguarda la vida cotidiana con una multitud de otros deberes ciudadanos, de diverso grado, pero todos necesarios para actuar como ciudadano y construir la República: desde no cruzar el semáforo en rojo, no hacer ruidos molestos, cuidar la limpieza de los espacios públicos, realizar bien el trabajo, pagar los servicios e impuestos, exigir cuentas de su recta administración, hacer con responsabilidad la propia opción partidaria, respetar la ajena, entablar un diálogo democrático con ella. Y así, hasta el cumplimiento de deberes más graves, como postularse para un cargo público, y, si fuere el caso, hacer juicio político a la autoridad constituida, etc. Olvidan que el cumplimiento de estos deberes es la respuesta necesaria a la sociedad, la cual defiende y promueve los derechos de los cuales gozan. No sin razón se ha dicho que los argentinos somos 37 millones de habitantes, pero no logramos ser 37 millones de ciudadanos. El habitante usufructúa la Nación y sólo exige derechos. El ciudadano la construye porque, además de exigir sus derechos, cumple sus deberes. 21. Entre las muchas cuestiones que surgen, planteamos las siguientes: ¿Cómo luchar para transformar la pasividad de muchos en una auténtica participación democrática en la sociedad política? ¿Cómo poner en marcha las iniciativas referidas a la reforma política que se acordaron en la Mesa del Diálogo Argentino? ¿Cómo garantizar que las promesas o proyectos electorales se concreten en leyes justas y oportunas? ¿Cómo garantizar jurídicamente el gran aporte de los voluntarios sin perjudicarlos a ellos ni a las instituciones a las cuales sirven con generosidad?. «Jesucristo, autor de nuestra fe y de nuestro compromiso ciudadano»: esta oración que rezamos el año pasado en preparación del Congreso Eucarístico Nacional de Corrientes, y este año para el Congreso de Laicos, continúa interpelándonos a los cristianos. 5.- La Solidaridad 22. «La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida. Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo que se manifiesta entre los hombres y los pueblos» (C 192). Estas relaciones de interdependencia, «que son, de hecho, formas de solidaridad, deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera y propia solidaridad ético-social. La solidaridad debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de las instituciones» (C 192,193). 23. En situaciones difíciles los argentinos nos mostramos solidarios. Por ejemplo, cuando sufrimos inundaciones. Las repetidas crisis político-sociales quizás habrían acabado con nosotros si no hubiésemos sido solidarios. Es admirable cómo, en situaciones límites, nacen formas impensadas de solidaridad, especialmente en el pueblo humilde. No obstante, la solidaridad necesita un crecimiento sustancial en orden a afianzar la conciencia ciudadana y la responsabilidad de todos por todos. La solidaridad expresa la solidez moral de una comunidad cuando, superando el sentimiento superficial, llega a elevarse hasta el rango de virtud social. No se trata, tan sólo, de que crezca la cantidad de donativos para aliviar los males de otros ante acontecimientos dolorosos o catástrofes. Se trata, principalmente, de llegar personal y comunitariamente a «la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos» (C 193). Situaciones y Cuestiones 24. Muchas son las cuestiones que surgen en este renglón. Hay una forma de insolidaridad preocupante: el crecimiento escandaloso de la desigualdad en la distribución de los ingresos. Una sociedad en la que faltase la equidad social correría serio peligro de dejar de ser solidaria. Otra forma de insolidaridad es el debilitamiento de la cultura del trabajo en muchos que gozan de él. Trabajo mal hecho, a desgano, sin ansias de perfeccionarse. El trabajo es un servicio a la comunidad, que da derecho a comer de él. Preocupa, también, la reiteración de reclamos no atendidos y de huelgas desproporcionadas, que no reparan en las injustas consecuencias sufridas por los más débiles: niños, ancianos, enfermos, trabajadores. En una sociedad donde crece la marginación no serían de extrañar manifestaciones violentas por parte de sectores excluidos del mundo del trabajo, que podrían degenerar en peligrosos enfrentamientos sociales. 25. Las situaciones y cuestionamientos esbozados muestran el complejo campo social en el que todos, pero especialmente ustedes, queridos fieles laicos, deben reflexionar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, para contribuir a hallar soluciones, desde su propia vocación y misión de ciudadanos, junto con los demás integrantes de la sociedad.. aportes 29 Sección Actualidad III. Cuatro Valores Fundamentales de la Vida Social 26. «La Doctrina social de la Iglesia, además de los principios que deben presidir la edificación de una sociedad digna del hombre, indica también valores fundamentales. La relación entre principios y valores es indudablemente de reciprocidad, en cuanto que los valores expresan el aprecio que se debe atribuir a aquellos determinados aspectos del bien moral que los principios se proponen conseguir. Todos los valores sociales son inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo favorecen. Son esencialmente: la verdad, la libertad, la justicia, el amor» (C 197). 1.- La verdad 27. La verdad es un valor fundamental que desde siempre la humanidad busca ansiosa. Tiene una dimensión objetiva que fundamenta la actividad del hombre, posibilita el diálogo, fundamenta la sociedad e ilumina sobre la moralidad de los comportamientos de los ciudadanos y de los grupos sociales: verdad de la naturaleza del hombre, de la vida, de la familia, de la sociedad. Verdad, también, de los hechos acaecidos. En el cristianismo la Verdad ocupa un lugar central. El Hijo unigénito de Dios, cuyo nacimiento nos preparamos a celebrar, está «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). El mismo Jesús se autodefinió como la Verdad: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). No se trata, por tanto, sólo de una verdad enunciable en el plano especulativo. Se trata de la Verdad sustancial, cuya palabra devuelve la libertad a quienes están esclavizados por el error o por el mal: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, conocerán la verdad y la verdad los hará libres» (Jn 8,31-32). La Verdad del Evangelio, más que para ser conocida intelectualmente, es para ser realizada, para que «viviendo en la verdad y en el amor, crezcamos plenamente unidos a Cristo» (Ef 4,15). 28. La verdad es, en consecuencia, también un valor fundamental en la Doctrina Social de la Iglesia. Al respecto ella nos dice: «Los hombres tienen una especial obligación de tender hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos para que la búsqueda de la verdad sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla» (C 198). Situaciones y Cuestiones 29. Si el cristiano prescindiese de la comprensión de la Verdad que le da la Palabra de Dios, podría caer en múltiples errores, e incluso adoptar actitudes fundamentalistas. Así aconteció en tiempos pasados cuando se difundió la máxima «el error 30 aportes no tiene derechos», olvidando que los derechos son de las personas, incluso de las que están en el error. El Evangelio manda morir por la verdad, no matar por ella. Por ello el Papa Juan Pablo II, cuando nos exhortó a los cristianos a prepararnos a la celebración del Gran Jubileo del año 2000, mencionó explícitamente el «capítulo doloroso, sobre el que los hijos de la Iglesia deben volver con ánimo abierto al arrepentimiento, constituido por la aquiescencia manifestada, especialmente en algunos siglos, con métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio de la verdad» (Tertio Millenio Adveniente 35) Sin embargo, la tentación del fundamentalismo siempre acecha, y no sólo al hombre religioso. La historia civil de los pueblos, incluso europeos, está plagada de ejemplos de intransigencia a muerte entre sectores opuestos. Cuando se esgrimen argumentos religiosos, se lo hace engañosamente para enardecer la intransigencia con la que se pretende suprimir al contrario. 30. La interpretación de la historia argentina está atravesada por cierto maniqueísmo, que ha alimentado el encono entre los argentinos. Lo dijimos en mayo de 1981, en «Iglesia y Comunidad Nacional: «Desgraciadamente, con frecuencia, cada sector ha exaltado los valores que representa y los intereses que defiende, excluyendo los de los otros grupos. Así en nuestra historia se vuelve difícil el diálogo político. Esta división, este desencuentro de los argentinos, este no querer perdonarnos mutuamente, hace difícil el reconocimiento de los errores propios y, por tanto, la reconciliación. No podemos dividir al país, de una manera simplista, entre buenos y malos, justos y corruptos, patriotas y apátridas. No queremos negar que haya un gravísimo problema ético en la raíz de la crítica situación que vive el País, pero nos resistimos a plantearlo en los términos arriba recordados» (31). A veintidós años de la restauración de la Democracia conviene que los mayores nos preguntemos si trasmitimos a los jóvenes toda la verdad sobre lo acaecido en la década del 70. O si estamos ofreciéndole una visión sesgada de los hechos, que podría fomentar nuevos enconos entre los argentinos. Ello sería así si despreciásemos la gravedad del terror de Estado, los métodos empleados y los consecuentes crímenes de lesa humanidad, que nunca lloraremos suficientemente. Pero podría suceder también lo contrario, que se callasen los crímenes de la guerrilla, o no se los abominase debidamente. Éstos de ningún modo son comparables con el terror de Estado, pero ciertamente aterrorizaron a la población y contribuyeron a enlutar a la Patria. Los jóvenes deben conocer también este capitulo de la verdad histórica. Sección Actualidad A tal fin, todos, pero en especial ustedes, fieles laicos, que vivieron en aquella época y eran adultos, tienen la obligación de dar su testimonio. Es peligroso para el futuro del País hacer lecturas parciales de la historia. Desde el presente, y sobre la base de la verdad y la justicia, debemos asumir y sanar nuestro pasado. la conmutativa, la distributiva y la legal. La justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener» (C 201, 202). 2.- La libertad Situaciones y Cuestiones 31. Según el Evangelio, la libertad es fruto de la verdad: «La verdad los hará libres» (Jn 8,32). David fue liberado de su pecado porque lo reconoció. Lo mismo, la mujer pecadora. Y también el apóstol Simón Pedro. Sólo reconociendo sinceramente la verdad de nuestros pecados, Dios nos perdona y nos libera de las ataduras espirituales con que éstos nos aprisionan. 32. Sobre la libertad la Doctrina Social nos dice: «Es signo eminente de la imagen divina y, como consecuencia, signo de la sublime dignidad de cada persona humana». «El valor de la libertad, como expresión de la singularidad de cada persona humana, es respetada cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal. La libertad, por otra parte, debe ejercerse como capacidad de rechazar lo que es moralmente negativo, cualquiera sea la forma en que se presente» (C 199, 200). Situaciones y Cuestiones 33. No siempre los hijos de la Iglesia mantuvieron la claridad necesaria sobre la doctrina de la libertad religiosa. Hace cuarenta años la declaración conciliar «Dignitatis humanae» (07-12-65), sobre la libertad religiosa, le devolvió todo su esplendor. Libertad de la persona y libertad de la comunidad religiosa. Libertad para la Iglesia católica y libertad para todas las religiones. Libertad para celebrar el culto y libertad para proponer y practicar la doctrina del Evangelio. 34. Puede parecer extraño preguntarse hoy por la libertad religiosa en Occidente y en la Argentina. Pero sobran señales de una presión desmedida de muchos medios y de entes internacionales, que justifica preguntar si la libertad de la Iglesia católica a enseñar y practicar la propia doctrina es siempre respetada. Lo mismo cabe decir de resoluciones y gestos impropios de la autoridad civil cuando invaden un fuero que le es ajeno. Dado que el sujeto del Estado y de la Iglesia es siempre el hombre, el bien común exige que entre ambos exista autonomía y colaboración. 3.- La Justicia 35. La justicia es un atributo de Dios. Decimos «Dios es justo»; que «apelamos a la justicia divina». De Cristo confesamos que «vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos». Por ello la justicia es también un valor cristiano fundamental. De éste la Doctrina Social dice: «Es un valor que acompaña al ejercicio de la correspondiente virtud moral cardinal. El Magisterio social invoca el respeto de las formas clásicas de la justicia: 36. Existen cuestionamientos sobre la Justicia como institución. En la Argentina es fuerte el reclamo por la reforma de la justicia. Y la Mesa del Diálogo Argentino ha propuesto la necesidad de una profunda y valiente reforma de ella. Pero no existen cuestionamientos sobre la justicia como valor. Sin embargo, la Doctrina Social nos hace ver su límite e insuficiencia para fundar por sí sola una convivencia social sólida: «La plena verdad sobre el hombre, permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor. Por sí sola, la justicia no basta. Junto al valor de la justicia, la doctrina social coloca el de la solidaridad, en cuanto vía privilegiada de la paz» (C 203). 4.- La vía de la caridad 37. «Entre las virtudes en su conjunto y, especialmente entre las virtudes, los valores sociales y la caridad: existe un vínculo profundo que debe ser reconocido cada vez más profundamente». «Los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente interior de la caridad». «La caridad presupone y trasciende la justicia. No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia». «Ninguna legislación, ningún sistema de reglas o de estipulaciones lograrán persuadir a hombres y pueblos a vivir en la unidad, en la fraternidad y en la paz. Ningún argumento podrá superar el llamado de la caridad» (C 204 - 207). La caridad es la plenitud de la justicia y de toda virtud humana. Situaciones y cuestiones 38. Los cristianos debemos hacernos aquí un grave cuestionamiento: si tomamos en serio el mandamiento del amor que nos dejó Jesús. Si lo hacemos, descubriremos cada vez con mayor claridad que, después del acto de adoración a Dios, la construcción de la convivencia social, en verdad, libertad y justicia, es la obra máxima del hombre sobre la tierra. Y que Dios Padre providente en nada se complace más que en ver a sus hijos esforzándose por construirla. Sobre esta base de los principios básicos y de los valores fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia podemos edificar una Nación reconciliada, que logre vivir una verdadera amistad social. aportes 31 Sección Actualidad IV. Exhortación al Pueblo de Dios, 39. Hace un mes celebramos el III Congreso Nacional de Laicos, a los veinte años del Segundo celebrado en 1984, y en vista del Bicentenario de la Nación, a celebrarse en 2010. La temática abordada fue la vocación y misión del laico en la Iglesia, en la sociedad y en la política. Durante el Congreso, la Doctrina Social de la Iglesia se mostró de máxima actualidad. Y no sólo por sus formulaciones, sino por los desafíos que ésta debe enfrentar cada día y que merecen nuevas respuestas. Si bien como Pastores somos los garantes de esta Doctrina, les corresponde también a ustedes, queridos fieles laicos, participar en su elaboración, conociendo los postulados ya adquiridos, iluminando con ellos la situación social del País, y, a partir de allí, enunciar fórmulas adecuadas que ayuden a los cristianos y a todo hombre de buena voluntad a actuar en bien de la República, respetada la propia opción temporal, sin esperar consignas de los pastores. Por lo mismo, hoy más que nunca «la Doctrina social de la Iglesia debe entrar, como parte integrante, en el camino formativo del laico» (C 549). El Compendio de la Doctrina Social, es un instrumento valioso para conocer esta Doctrina y aportar a ella elementos nuevos. Aconsejamos vivamente su estudio y puesta en práctica. 40. Que María, gloria de Jerusalén, alegría de Israel, orgullo de la humanidad, madre virgen de Jesús de Nazareth, nuestro hermano y nuestro Dios Salvador, implore para nosotros del Padre un amor grande y fuerte por nuestra Nación como el que su Hijo tuvo por su patria hasta llorar por ella. 90ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. Pilar, 11 de noviembre de 2005 - Memoria de San Martín de Tours, obispo. 32 aportes Sección Historia El Desorden Económico Mundial Cardenal Joseph Ratzinger (10) El desequilibrio económico entre el Norte y el Sur de este planeta se convierte en una amenaza creciente a la cohesión de la familia humana. A largo plazo, se trata de una amenaza tan seria a la continuidad misma de nuestra historia como los arsenales con que el Este y Oeste se amenazan mutuamente. Así que debemos renovar nuestros esfuerzos por vencer esta tensión, dado que todos los métodos previos han resultado insuficientes, y, por el contrario, a lo largo de los pasados treinta años la miseria ha aumentado en el mundo en magnitud realmente espantosa. A fin de encontrar soluciones que de veras nos saquen adelante, necesitamos nuevas ideas económicas; las cuales a su vez, sin un nuevo impulso moral, parecen inconcebibles y, lo que es mas importante, irrealizables. Y de aquí nace la posibilidad y necesidad de sostener un diálogo entre Iglesia y economía. A primera vista - desde el punto de vista de la teoría económica clásica - es imposible colegir qué tengan que ver entre sí la Iglesia y la economía (dejando aparte por el momento el hecho de que la Iglesia vive económicamente y, en esa medida, es una fuerza económica). Pero ciertamente no se trata de examinarla aquí en su calidad de factor económico sino más bien en su calidad propia, en tanto Iglesia. Ética y Mercado Nos enfrentamos aquí a la objeción, especialmente después del Concilio Vaticano II, de que antes que nada debemos respetar la autonomía de las disciplinas especializadas, y que la economía debe proceder según sus propias reglas y no según cualesquier consideraciones morales ajenas. Más bien, priva en este dominio la tradición inaugurada por Adam Smith: que la moralidad y el mercado son incompatibles, dado que las acciones voluntarias «morales» violan las reglas del mercado y, sencillamente, eliminarían del mercado al empresario moral. Así que por largo tiempo se ha tenido a la moralidad económica por una especie de antigualla inútil, dado que la economía se preocupa ante todo de la efectividad, no de la moralidad. Y se suponía que la lógica interna del mercado nos liberara de la necesidad de confiar en la mayor o menor moralidad del empresario individual; atenernos a las reglas del mercado sería nuestra mejor garantía de progreso y justa distribución de la riqueza. Por largo tiempo, la gran boga de esta teoría fue capaz de oscurecer sus límites inherentes. Pero en circunstancias diferentes, sus premisas filosóficas implícitas, y con ellas sus problemas, se tornan patentes. Aunque esa concepción propende a la libertad del empresario individual y, en esa medida, puede llamarse liberal, en su verdadera sustancia es determinista. Supone el libre juego de las fuerzas del mercado - siendo como son los hombres y el mundo - pueden funcionar en una sola dirección, a saber: hacia la autorregulación de la oferta y la demanda, la efectividad económica y el progreso económico. Pero este determinismo - por el cual el hombre, con su libertad aparente, en realidad actúa de acuerdo con las leyes necesarias del mercado - contiene otro supuesto tal vez aún mas asombroso, a saber: que las leyes naturales del mercado (si se me permite la expresión) son buenas por naturaleza, al margen de las disposiciones morales de los seres humanos en lo individual. Ambos supuestos no son enteramente falsos, como lo demuestra el éxito de la economía del mercado; pero tampoco se pueden estirar infinitamente ni son incondicionalmente verdaderos, como podemos apreciarlo en los problemas actuales de la economía mundial. (10) Cardenal Joseph Ratzinger - Alemán - Artículo publicado en la revista NEXO en Septiembre de 1986 - Al momento del artículo era el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fé, y actualmente Sumo Pontífice de la Iglesia Católica con el nombre de Benedicto XVI. aportes 33 Sección Historia Ratzzinger (1932) Sin entrar aquí en detalle en este problema, cosa que dejo a otros, me gustaría recoger un pasaje de Meter Koslowski, que arroja luz en la cuestión decisiva: «La economía no sólo se gobierna por Leyes economistas, sino que también la determinan los seres humanos». Aun si la economía de mercado descansa en el ordenamiento del individuo en un entretejido específico de reglas, eso no hace superfluo al ser humano ni pone una barrera entre su libertad moral y su vida económica. Hoy se hace cada vez más claro que el desarrollo de la economía mundial también tiene mucho que ver con el desarrollo de la comunidad mundial, la familia mundial de la humanidad; y que el desarrollo de las facultades del alma humana tiene significación vital para el desarrollo de esa comunidad mundial. Las facultades del alma humana son también un factor en economía; las reglas del mercado solo pueden operar cuando existe un consenso moral básico que las sostenga. Si hasta este punto he procurado indicar la tensión entre un modelo económico puramente liberal y una cuestión moral, debo ahora referirme a la tensión en sentido contrario. Hace mucho tiempo ya, la cuestión del mercado y la moralidad han dejado de ser un problema puramente teórico. Debido a que los desequilibrios internos entre los grandes sectores de la economía mundial han puesto en peligro el libre juego del mercado, a partir de los años cincuenta se han realizado intentos de establecer el equilibrio económico mediante obras de desarrollo. Economía Actualizada No podemos subestimar el hecho de que esos intentos, en su forma actual, han sido un fracaso y que el desequilibrio se ha tornado aun peor. Como resultado, grandes porciones del Tercer Mundo, que habían puesto grandes esperanzas en la ayuda para el desarrollo, ven ahora en la economía de mercado la causa de su miseria, y la juzgan un sistema 34 aportes de explotación, una estructura de pecado e injusticia. Y así, empiezan a juzgar atractiva como alternativa moral la economía centralizada, a la cual pudieran volverse con fervor prácticamente religioso, y la cual pudiera tornarse de veras en contenido de su religión. Porque mientras la economía de mercado confía en los efectos que espera del egoísmo y de su automática restricción por otro egoísmo competidor, aquí parece dominar la idea de una justa conducción centralizada, un sistema cuyo propósito es dar iguales derechos a todos y distribuir igualmente todos los bienes entre todos. A decir verdad, los ejemplos no han sido hasta ahora muy alentadores; pero no se han extinguido sus esperanzas de que el concepto de moralidad pueda tal vez conducir al éxito. Si todo el mundo - piensan -, se impregna de fuertes principios morales, entonces es seguro que logremos reconciliar la moralidad y la efectividad en una sociedad orientada no a maximizar ganancias, sino hacia la autodisciplina y el servicio común. Así que la disputa entre economía y moralidad se ha vuelto cada vez más una disputa contra la economía de mercado y sus cimientos espirituales, y en pro de una economía centralizada a la que, según creen, pueden poner sobre sus puntuales morales correctos. Mas la cuestión que abordamos tan sólo se presenta plenamente a la vista cuando además tenemos en cuenta la tercera área de nuestras deliberaciones económicas y teóricas, área que caracteriza el panorama de nuestra situación actual: el mundo marxista. Desde el punto de vista de su teoría económica y su estructura práctica, el sistema marxista, en tanto economía centralizada, es «diametralmente opuesto a la economía de mercado». Se ha de procurar la prosperidad mediante la ausencia de gobierno privado de los medios de producción, sin que la competencia en el mercado equilibre la oferta y la demanda. No se permite margen para la motivación de la ganancia Sección Historia privada, sino que toda regulación emana más bien de una administración económica centralizada. Mas pese a sus mecanismos económicos radicalmente diferentes, en sus supuestos filosóficos de fondo, los dos sistemas tienen también muchas cosas en común. La primera consiste en el hecho de que el marxismo es también una forma de determinismo, y que por otra parte ostenta la promesa de que la libertad completa llegara como fruto de ese determinismo. Es por consiguiente un error fundamental suponer que un sistema centralizado es un sistema moral, en contraste con el sistema mecanístico de la economía de mercado. Esto se hace bastante palpable, por ejemplo, en la coincidencia de Lenin con la tesis de Sombart de que el marxismo no tiene mayor contenido moral, sino sólo leyes económicas. En efecto, aquí el determinismo es mucho más radical y fundamental que en el caso del liberalismo; este último sigue reconociendo el ámbito subjetivo y lo toma como ámbito ético, mientras que en el primero toda transformación e historia se reducen por entero a la economía y la definición del dominio de la subjetividad propia se considera opuesto a las leyes inexorables de la historia, y por consiguiente reacción intolerable al progreso. La moralidad se reduce a la historia de la filosofía, y la historia de la filosofía degenera en estrategia de partido. Los fundamentos comunes Volvamos a los fundamentos filosóficos que tienen en común, en el sentido más estricto, el marxismo y el capitalismo. El segundo supuesto común - como ya se ha insinuado -, es que todo determinismo conlleva una abdicación a la moralidad en tanto magnitud independiente, con su propia importancia frente a la economía. En el marxismo, esto queda demostrado de manera palmaria por la forma en que todas las religiones se explican económicamente, como reflejo de un sistema económico dado, y por consiguiente, un obstáculo al progreso conforme a las leyes naturales de la historia. Pero esto supone que la historia - que surge mediante la dialéctica entre positivo y negativo - de alguna manera debe, en virtud de su propia naturaleza (indefinida), culminar en la positividad total. Está claro que con un punto de vista semejante nunca pudiera la Iglesia hacer un aporte positivo a la economía mundial; en materia económica, sólo pudiera desempeñar el papel de obstáculo a superar. Y no altera esta tesis básica la idea de que pudiera ser utilizada, mientras tanto, como medio para su propia destrucción, como instrumento, así, de «las fuerzas positivas de la historia», idea que tan sólo recientemente se ha puesto en boga. Lo que es más, todo este sistema sólo existe en virtud de la apoteosis de una administración económica centralizada en la que debe cobrar el Weltgeist, si fuere viable tal tesis. El hecho de que éste es un mito en el peor sentido de la palabra es simplemente una observación empírica que vemos corroborada una y otra vez. Así pues, precisamente este rechazo radical de un diálogo concreto entre Iglesia y Economía se convierte en confirmación de la necesidad de la misma, puesto que sobre esta teoría es que se basan todas las demás. Roosevelt y Rockefeller En mi tentativa de esbozar la constelación de un diálogo entre Iglesia y Economía, he dado con un cuarto aspecto. Se pone de relieve con las famosas palabras de Teodoro Roosevelt en 1912: «Creo que la asimilación de los países latinoamericanos será larga y difícil mientras estos países sigan siendo católicos». En esa misma tónica Rockefeller, hablando en Roma en 1969, recomendó que se sustituyera a los católicos de allá por otros cristianos; empresa que, como sabemos, ahora está en plena marcha. Ambas declaraciones suponen que la religión - o en ese caso una fe cristiana en particular - sea un factor social y por consiguiente también económico, que puede determinar el aportes 35 Sección Historia como personas económicas se rigen por las leyes de la economía; en el moderno cisma entre los mundos subjetivo y objetivo, ambos dominios parecen mutuamente intangibles. Pero es precisamente su tangibilidad la que debemos abordar, para que ambos encajen, sin fundirse pero inseparables. Ética orientadora y la Economía Se ha vuelto un hecho cada vez más claro de la historia económica que la formación de los sistemas económicos y su arraigamiento en el bienestar general dependen de una cierta disciplina moral que a su vez sólo puede ser educada y sostenida por las fuerzas religiosas. Por otra parte se ha vuelto igualmente obvio que el deterioro de esta disciplina trae consigo también el desplome de las leyes del mercado. Una política económica que se oriente no sólo al bienestar de ciertos grupos; es más, que no se confine al bienestar de nación alguna, sino al bien común de toda la familia humana, exige el más alto grado de disciplina, y por consiguiente el más alto grado de fuerza religiosa. posterior desarrollo de estructuras políticas y posibilidades económicas. Esto nos recuerda la teoría de Max Weber de la afinidad interna entre el capitalismo y calvinismo, entre la formación de un orden económico y una idea religiosa determinante. Aquí casi pareciera que se han puesto patas arriba las ideas de Marx: no es la economía la que produce ideas religiosas, sino que una orientación religiosa fundamental decide qué sistema económico generará. La idea de que sólo el protestantismo puede dar lugar a una economía libre, mientras que el catolicismo no proporciona la misma educación para la libertad y la disciplina propia necesaria, sino que favorece más bien los sistemas autoritarios, ciertamente goza todavía de cierto predicamento, y buena parte de la historia más reciente pareciera favorecer este punto de vista. Por otra parte, aún con todas las correcciones que se le han hecho entretanto, ya no podemos ver al sistema capitalista liberal ingenuamente, como la salvación mundial que se lo consideraba en la era de Kennedy, con el optimismo de sus Cuerpos de Paz. Tal vez el Tercer Mundo ha puesto en tela de juicio este sistema sólo de modo muy parcial, pero ello no carece de fundamento. Así, lo que con toda seguridad se requiere en primera instancia es una autocrítica de las filiaciones cristianas en cuanto a su moralidad política y económica. Pero esto no se puede desenvolver como un diálogo puramente interno de la Iglesia; sólo dará fruto si más bien se realiza como diálogo con aquéllos que a la vez son cristianos y administran la economía. Largas tradiciones han llevado a esas personas a considerar su cristianismo como dominio subjetivo propio, en tanto 36 aportes La formación de la voluntad política para doblegar las leyes de la economía a este fin parece casi imposible, pese a todas las grandes aseveraciones humanitarias; solo puede realizarse si se liberan con este propósito fuerzas morales completamente nuevas. Una moralidad que no se considere capaz de imponerse al conocimiento experto de las leyes de la economía no es moralidad; simplemente es moralismo, lo contrario a la verdadera moralidad. Una objetividad que se considere capaz de subsistir sin ética es un falso reconocimiento de la realidad humana, y por consiguiente no tiene nada de objetiva. Necesitamos hoy el más alto grado de conocimiento económico, pero necesitamos también el más alto grado de ética, para así poner este conocimiento económico al servicio de las metas correctas, y hacer realizable y socialmente factible ese conocimiento. Nexo, Septiembre 1986. Sección Noticias CUBA: ¿UN EJEMPLO? En un discurso de 6 horas ante estudiantes y profesores de la Universidad de La Habana, el Presidente Fidel Castro convocó a «salvar la revolución combatiendo la corrupción». Además de atacar las incipientes y semi-clandestinas formas de auto subsistencia (donde hay libertad se les denomina «economía informal»), el Presidente habló de los «nuevos ricos», sin mencionar directamente a los miles de funcionarios del estado que realmente viven como nuevos ricos. El Presidente Castro siempre se preció de conocer «todo lo que pasa en la isla, todo lo que sucede en el pueblo cubano», y por ello afirmó como muchos empresarios cubanos se corrompen en contacto con los capitalistas extranjeros, y hasta citó como las empresas de China Popular pagan buen dinero a los compradores cubanos. Llegó incluso a afirmar que «para corregir estas desviaciones hay que lograr un cambio total de la sociedad cubana, para que cada uno viva de su trabajo y donde no tengan espacio estos nuevos ricos». A los muchos funcionarios que se les ha comprobado actitudes de corrupción hay que agregarle a todos aquellos que no se han difundido, además de constatar que en Cuba con un salario de 10 dólares mensuales es imposible evitar que las personas no «inventen» otras formas de hacer dinero para alimentar a la familia, si no tienen algún familiar que desde el exterior les brinden solidaridad. Rescatamos la importancia de estas afirmaciones del Presidente Castro, especialmente para que tomen nota algunos admiradores e imitadores que él tiene en nuestra Latinoamérica. Pero un Presidente que lo sabe todo y se muestra preocupado por salvar la revolución, debería asumir (porque no dudamos que lo sepa) la desesperación que viven miles de presos políticos, privados de su libertad por su oposición al régimen. En una dolorosa carta-denuncia, Antonio Díaz Sánchez, prisionero de conciencia condenado a 20 años (como tantos de los detenidos) por recoger firmas de apoyo al Proyecto Varela, relata como cientos de detenidos se suicidan o intentan suicidarse cortándose las venas, inyectándose petróleo o estiércol, ahorcándose, cociéndose los labios para demostrar que están en huelga de hambre, incluso, inyectándose sangre de enfermos de VIH-SIDA, o mutilándose con el corte de miembros. «Cuando un recluso cubano atenta contra sí mismo no lo hace con la intención de llamar la atención a la opinión pública mundial, porque en Cuba las prisiones son agujeros negros donde sólo los prisioneros saben lo que allí pasa. Más bien lo hacen para poner fin a tanta agonía y martirio que convierte la vida en algo sin sentido», afirma en su carta Antonio Díaz Sánchez. [BBC][Carta de l cita d o ]. RENUNCIA DEL PRIMER CIENTÍFICO CLONADOR DE EMBRIONES HUMANOS El surcoreano Hwang Woo-Suk renunció a su cargo como Director del Centro Mundial de Células Madres, y miembro del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Seúl, derrumbándose del pedestal que había logrado en la comunidad científica mundial, cuando en febrero del 2004 anunció que había logrado clonar treinta embriones a partir de 242 óvulos procedentes de 16 mujeres. Este hecho lo habían puesto a la vanguardia de los estudios genéticos humanos. Visiblemente afectado por el escándalo, el Prof. Hwang reconoció que experimentó con óvulos de sus jóvenes colaboradoras, sin ninguna autorización. Días previos, un ayudante del Prof. Hwang había reconocido haber pagado 1.450 dólares a cada una de las 16 mujeres afectadas para conseguir sus óvulos. MAS VALE TARDE QUE NUNCA El Informe de Progreso Económico y Social, editado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en colaboración con el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller de la Universidad de Harvard, basado en la investigación que realizaran 70 expertos en 13 países de América Latina, cuestiona el enfoque de un «modelo único» para el desarrollo de la región. El informe reafirma la importancia «en la formulación de políticas, la capacidad de los países de brindar un ambiente estable para las mismas, de adaptarlas siempre que sea necesario, de implementarlas y hacerlas cumplir con eficacia, y de asegurar que se adoptan en áreas de interés público. El proceso en el cual se debaten, aprueban y ejecutan las medidas, tiene un fuerte impacto en la calidad y el resultado de las mismas.» Se insiste en la necesidad de la independencia judicial, el grado de capacidad legislativa, los controles sobre los poderes presidenciales, y la institucionalización de los partidos políticos, entre otras. La defensa del necesario cuestionamiento y adaptabilidad de las «recetas», implica un cambio sustantivo en las políticas propiciadas por el BID. [BID]. aportes 37 Sección Noticias LA DIMENSIÓN DE LA CRISIS POLÍTICA EJEMPLAR RECHAZO AL TRATADO DE LIBRE COMERCIO Una encuesta de opinión comisionada por la BBC de Londres y elaborada por la empresa Gallup Internacional, que incluyó a 14 países de Latinoamérica, mostró que los dirigentes políticos latinoamericanos tienen el menor nivel de credibilidad mundial, con sólo un 4% de opiniones favorables, contra 13% en otros continentes. La misma encuesta muestra que apenas un tercio de los encuestados siente que los comicios en sus países son libres y justos. Este resultado es más que preocupante, especialmente en momentos donde se realizan y preparan importantes momentos electorales en varios países de la región. En un país que se precia de muy democrático y donde no es fácil que las personas se movilicen en actos públicos, la participación de más de 60.000 personas en la marcha del pasado 17 de Noviembre en San José de Costa Rica, constituyó un hecho político que no puede pasar desapercibido. Amas de casa, estudiantes, trabajadores, profesores, indígenas, campesinos y pequeños y medianos productores se dieron cita en el Parque Central de la ciudad de San José y marcharon hasta el Congreso de la República exigiendo la no ratificación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, suscrito por el Gobierno. El éxito fue aún más importante, ante el hecho claramente demostrado de las diversas formas de intimidación generadas por el Gobierno, las grandes empresas y los medios de comunicación, que se alinean a favor del tratado. Difícilmente el Congreso decidirá sobre el tema en los próximos meses, ya que éste se ha transformado en uno de los ejes centrales de la campaña electoral, con miras a las próximas elecciones generales en Febrero.2006. Pesan en la opinión pública el triunfo del año 2000, cuando la decisión popular obligó la anulación de una ley que privatizaba las telecomunicaciones y la electricidad. Los líderes militares y policiales tienen una mejor apreciación (9%), aunque es una de las más bajas a nivel mundial. Pero la encuesta arroja también algunos datos interesantes: más del 80% cree que su familia ha tenido la mayor influencia en sus vidas, existe mayor confianza en los líderes religiosos y académicos, y el 54% cree que la nacionalidad es el factor que define a la persona. Curiosamente, en Estados Unidos y Canadá es donde se le da la menor importancia a la familia y la nacionalidad.[BBC] UN DEBATE DE ALTURA EN ARGENTINA El pasado 11 de Noviembre, la Conferencia Episcopal Argentina emitió una Carta Pastoral que denominó «Una luz para reconstruir la Nación». En la misma y en un ejemplar ejercicio de madurez y responsabilidad, el Episcopado Argentino toma como referencia ineludible los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (bien común, destino universal de los bienes, subsidiaridad, participación y solidaridad) para marcar con claridad y valentía el «que hacer» ante los problemas no resueltos que afectan gravemente a la mayoría del pueblo, resaltando de igual manera los 4 valores fundamentales de 38 aportes la vida social (verdad, libertad, justicia y caridad) y sus falencias en la sociedad Argentina. Lamentablemente las reacciones gubernamentales no estuvieron en el nivel deseado (incluyendo al Presidente de la República), y el Episcopado se vio en la obligación de reafirmar el contenido de la carta, al estilo de la respuesta que Jesús le dio al guardia que lo agredió: «Si me equivoco, dime en qué, y si no, porqué me pegas.?». Sección Referencias BIBLIOGRAFIA DOCUMENTOS BECK, Urlich. 1998 ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona, Editorial Paidós. CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA. Carta Pastoral «Una luz para reconstruir la Nación». Sitio: www.prensa-cea.com.ar/documento. BORJA, Jordi. La ciudad Alianzaensayo. Barcelona, 2003. BORJA, global. de la 1997. conquistada. Jordi y CASTELLS, Manuel. Local y La gestión de las ciudades en la era información. Editorial Taurus. Madrid, SITIOS DE INFORMACION AGENCIA CATOLICA INTERNACIONAL www.aciprensa.com CARRIQUIRY, Guzman. Una apuesta por América Latina. Editorial Sudamericana.2005. NOTICELAM www.celam.org/noticelam KLIKSBERG, Bernardo. Más ética, más desarrollo. Temas. Buenos Aires, 2004. M ORENO LEÓN, José Ignacio. Capital social y desarrollo humano.el compromiso social universitari. Universidad Valle del Momboy. Valera, 2005 BBC www.news.bbc.co.uk/hi/spanish/news NEEF, Max y ELIZALDE, Antonio.. El desarrollo a escala humana. CEPAUR. Santiago de Chile, 1980. NOTICIAS GOOGLE www.news.google.com/news INTERPRES SERVICE www.ipsnoticias.net NUEVA MAYORIA www.nuevamayoria.com/es ROBERTO P. GUIMARÃES. Tierra de sombras: desafíos de la sustentabilidad y del desarrollo territorial y local ante la globalización. En Revista Polis Nº 8. Santiago de Chile, 2004. RADIO HOLANDA INTERNACIONAL www.2.rnw.nl/rnw/es WHEATLEY, MARGARET J. Recuperando la esperanza en el futuro a través de la educación crítica de líderes. http://www.margaretwheatley.com CEPALC www.eclac.cl AGENCIA ZENIT www.zenit.org/spanish aportes 39 En los Próximos números EN LA SECCIÓN TEMÁTICA: - - - - La Latinoamérica que tenemos y la que merecemos» – Destacada conferencia del Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga (hondureño, Arzobispo de Tegucigalpa), expuesta en la Conferencia Internacional: «Identidad, Desarrollo e Integración de Latinoamérica». Latinoamérica: ¿Unida ó Excluída.?» – Estratégica ponencia del Prof. Alberto Methol Ferré (uruguayo, historiador y profesor de la Universidad de Montevideo), presentada en la Conferencia Internacional: «Identidad, Desarrollo e Integración de Latinoamérica». «La crisis de la post-modernidad» – Un análisis determinante de los sedimentos de parámetros ideológicos de la «guerra fría», el fracaso del modernismo neoliberal y los desafíos en la recuperación y profundización de la identidad regional, por el Dr. Pedro Morandé (chileno, Decano de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Chile, y miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales). «Cultura e Identidad» – Un necesario y clarificador trabajo de conceptualización sobre Cultura e Identidad Latinoamericana. «Desarrollo, Libertad y Liberación» – La libertad como factor esencial del desarrollo de Latinoamérica, desde los aportes de Amartya Sen y Gustavo Gutiérrez. «Las exigencias políticas de un desarrollo humano integral» – Exigencias para el liderazgo político ante la crisis de identidad y las crecientes desigualdades económicas y sociales. «Una visión desde los Organismos Financieros Internacionales» – Un aporte sobre los criterios que han orientado y las exigencias de un nuevo enfoque, desde los operadores financieros del «Consenso de Washington». «Los nuevos Caballos de Troya» – Análisis de las actitudes interesadas, cortoplacistas y auto-dependientes de ciertos sectores del liderazgo político, económico y social regional. EN LA SECCIÓN ACTUALIDAD: - «Impactos de los Tratados de Libre Comercio» – Un análisis sobre los impactos más determinantes que generarán los nuevos tratados de libre comercio suscritos por varios países latinoamericanos y los Estados Unidos. «Emilio Máspero: Visionario y Militante» – El determinante aporte del líder sindical argentino, al pensamiento humanista-cristiano, al desarrollo social regional y a la construcción de la Comunidad Latinoamericana de Naciones. «Los Herodes del siglo XXI» – Un desgarrador estudio sobre la situación y futuro de la niñez en el mundo. «En la búsqueda del agua perdida» – Un análisis sobre el objetivo estratégico de los centros de poder económico internacional en las próximas décadas. «Hacia la Va. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.» – Los desafíos y esperanzas que impactan la preparación del máximo encuentro de la Iglesia Católica latinoamericana. «La familia: crisis, valores y desafíos» – Una visión de la problemática que envuelve a la célula básica y esencial de la sociedad. «La tiranía del relativismo» – Análisis del nuevo paradigma que impacta al liderazgo, la identidad y futuro de la región. EN LA SECCIÓN HISTORIA: - aportes «Mestizaje: Crisol de Culturas» – Un ensayo sobre los aportes culturales precolombinos y humanista-cristianos, en la conformación del mestizaje latinoamericano. «El discurso del Inca Garcilaso» – Un testimonio «mestizo» en defensa de los pueblos latinoamericanos. ¿Quién pagó la deuda de los imperios.? - ¿Qué sucedió con las deudas que potencias imperiales tenían con naciones latinoamericanas.? Una historia a tener en cuenta.