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Instituciones en los
procesos de desarrollo tecnológico
Un análisis exploratorio de literatura
Juan Manuel Larrosa
Universidad Nacional del Sur
Güemes 2092
CP 8000 –Bahía Blanca
Argentina
jlarrosa@{criba.edu.ar; yahoo.com}
1. Introducción
El avance tecnológico ha sido explicado a lo largo de la teoría económica inicialmente como
un proceso generado exógenamente (modelo de Solow) hasta que en los últimos años se
comenzó a generar modelos que lograban incluirlo como una variable endógena (modelos
de Grossman y Aghion). Un excelente resumen del aporte de teoría económica a la explicación
del crecimiento económico puede obtenerse de Keeley y Quah (1998). Sin embargo, toda la
teoría del crecimiento consideraba básicamente a la tecnología como una variable generada,
cuando aparecía en el modelo, como generada por las propias empresas ó, generalizando,
por el sector privado en general. La posición de las instituciones, en su sentido más amplio
incluyendo cultura y sistema legal, no era tenida en cuenta en general.
La influencia de las instituciones sobre el avance del progreso tecnológico parece a primera
vista algo tangible y observable. Economías en donde prevaleció un fuerte control central
lograron niveles de progreso técnico enormes en pocos años, baste recordar el caso de la ex
Unión Soviética y su participación en la carrera espacial, así como el crecimiento tecnológico
de la China comunista desde sus orígenes agrícolas a principios de este siglo. En un ejemplo
más cercano, el desarrollo nuclear de Argentina ha sido desarrollado basándose en ingentes
esfuerzos de distintas administraciones específicamente dirigidos a esa causa. Entonces, como
ha sido descrita en el estado actual de la teoría económica
El problema de establecer un mercado para los procesos de investigación y desarrollo
radica en el centro de la cuestión de porque estos procesos han sido difíciles de modelar por
la teoría neoclásica. Como destaca Tisdell (1996, págs. 271-318)
2. El institucionalismo y el evolucionismo
Las dos corrientes de pensamiento que toman en cuenta el aspecto histórico e
institucional de un proceso económico actualmente podrían resumirse en el
institucionalismo y la corriente evolucionista.
El evolucionismo económico intenta representar a la economía como un ente biológico
a través del cual, utilizando a veces términos darwinianos y otras veces términos
schumpeterianos, se explica el cambio y el progreso en la economía. Si bien gran parte de
las corrientes evolucionistas se apoyan en el músculo intelectual del gran economista
austriaco, todavía persisten visiones más biológicas como las de UIT (1993) y Rennings
(2000) citadas más adelante, quiénes plantean la posibilidad de existencia de interacciones
en una economía semejantes a las observadas en un ecosistema, con leyes de selección
natural y efectos de dependencia del sendero. Las posturas schumpeterianas, por otra
parte, se apoyan en una visión de la evolución de las economías producidas por cambios
internos (endógenos) de cada sistema. Utilizando como eje el recurrente factor innovador
de los emprendedores (los empresarios puros), Schumpeter preveía de este modo los ciclos
de expansión y contracción de la actividad económica, producidos desde dentro de la
misma. Recurrentes innovaciones provocaban expansiones, luego la innovación se
generalizaba y la actividad económica entraba en una meseta previa a un declive, para que
nuevamente apareciera una innovación que provocaba la salida de la recesión.
El evolucionismo económico se interesa por los cambios económicos y sus causas, así
como en la proyección de las consecuencias de los mismos (Witt, 1993). En cuanto al marco
en el cual se desarrollan dichos cambios, los procesos de selección actúan como determinantes
del ambiente cultural, de las normas y de las reglas de juego (las instituciones) prevalecientes.
En estos procesos lo que pervive generalmente ha resultado de un proceso casi inevitable,
producto de las condiciones iniciales a los cuales se vio enfrentado el sistema (path –
dependence).
En ese sentido, el evolucionismo plantea que han existido diferentes procesos culturales
competitivos en una sociedad, los cuales intentan cada uno imponer sus pautas a los demás
(véase Witt, 1993, pp. xxi-xxiii) . El proceso de competencia entre éstas determina un ganador
a través de un proceso de selección operando sobre grupos humanos que poseen las mismas
reglas de conducta. Aquellos grupos exitosos en desarrollar y pasar a futuras generaciones las
reglas mejor ajustadas para gobernar sus interacciones sociales son más factibles de extender
su influencia cada vez a mayor cantidad de gente. Su superioridad relativa podría permitirles
conquistar ó absorber a los grupos competitivos menos equipados y luego, sin modo
intencional, propagan un conjunto de pautas culturales superiores. Una población creciente
requiere de creciente especialización y división del trabajo la cual, a su vez, hace que se
extienda un orden espontáneo. Las reglas se convierten en más diferenciadas, más abstractas
y difíciles de comprender.
De este modo los evolucionistas ven a través de miles de años como un ‘orden extendido’
espontáneamente emerge, el cual permite a las sociedades modernas alcanzar niveles únicos
de civilización y productividad.
Por su parte, el institucionalismo americano
Hardin (2000) destaca la función de las instituciones como mejoradoras de los niveles
de bienestar de una sociedad, al condensar procesos de conocimiento individual en procesos
de conocimiento institucional (ó global). Es decir, las instituciones son creadas para depositar
en ellas los conocimientos individuales de una sociedad y cederle a la misma la capacidad de
interpretar los mejores objetivos de la sociedad. En ese sentido el diseño institucional es un
proceso estratégico, con amplias y esperadas repercusiones en los estamentos de la sociedad.
3. La investigación y desarrollo
West (2000) establece lo que denomina un enfoque contingente institucional y de
procesamiento de la información con respecto al tema de la organización óptima de las
estructuras de investigación y desarrollo. En ese sentido el autor plantea enriquecer tanto al
análisis de la escuela de procesamiento de la información introduciendo componentes de
contexto social al mismo tiempo que a la escuela institucionalista al incorporar el factor de
dependencia de la tarea.
A este respecto se inicia con una descripción breve de la escuela de procesamiento
de información la cual plantea, dentro del contexto de las organizaciones, el modo de
estructurar la información como insumo para un modelo de investigación y desarrollo. En
ese sentido, “[I]nformation-processing was defined broadly …, to include problem-definition, data collection, transformation of data into intelligible and usable information, and the
storage, retrieval, and communication of that information within the organization.” (West,
2000, pag. 2). En el esquema de uno de los autores citados1 , una organización alcanza a
ajustarse (fit) cuando sus capacidades de procesamiento de la información alcanzan su
demanda de la tecnología que ellos han seleccionado y la de su ambiente.
Estas teorías, de todos modos, adolecen de una visión mecánica de esta relación.
Seguir
El contexto institucional y su afectación a la estructura óptima de investigación y
desarrollo es una tema que aborda a continuación. En primer, tal como define North
(1990), “[I]nstitutions are... the rules of the game in a society or, more formally, the humanly devised constraints that shape human interaction… In the jargon of economists, institutions defined and limit the set of choices of individuals”. Este conjunto institucionalmente
restringido de elecciones a los cuales los individuos se ven enfrentados queda reflejado en
el caso de la altamente investigada comparaciones de competitividad entre los esquemas
industriales de Japón y Estados Unidos. West (2000) sintetiza, citando a diversas fuentes,
tres características distintivas propias de cada una de estos sectores industriales:
1) Las empresas japonesas integran más al personal técnico con el no calificado dentro
de la firma a comparación de las norteamericanas, preocupándose por su capacitación y
extendiéndole derechos laborales permanentes a lo largo de su período laboral
2) El sistema educativo americano es más extensivo y profundo que el japonés, lo que
hace que exista mayor disponibilidad de personal con capacitación a nivel de doctorado
(PhD).
3) En los Estados Unidos opera un mercado altamente flexible y grande para
empleados con alta capacitación, especialmente ingenieros.
Estas características representan los límites a los conjuntos de elección de los managers
de cada economía, especialmente para el reclutamiento, selección de personal,
capacitación y desarrollo de carrera de los empelados. Por ejemplo, en el caso de la
industria de semiconductores, los japoneses sólo realizan la contratación de personal
técnico recién graduado. No se realizan contrataciones de personal técnico de mediana
edad con experiencia previa, dado que no se espera, salvo en muy raras excepciones, que
personal entrenado en una firma se traslade a otra. Ello iría en contra de las “reglas de
juego”. Es decir, no existe un mercado para este tipo de personal en Japón, lo cual
condiciona el comportamiento organizacional de este tipo de compañías.
En el caso de los Estados Unidos, este tema es totalmente diferente. Existe un
mercado altamente activo y altamente impulsado por las propias empresas para este tipo
de empleados. Se busca contratar el mejor personal que la competencia haya preparado, al
mismo tiempo que se teme perder personal idóneo propio. Ello hace que, en realidad, el
personal de cada empresa este escasamente integrado a la misma. El personal altamente
calificado está, por el contrario, altamente integrado a sociedades profesionales ó la
comunidad científica las cuales asignan un alto valor a sus habilidades laborales.
Es por ello que el conjunto de opciones para dirigir una empresa en Japón esté
orientado a aquellas que supongan una continuidad laboral de sus empleados, caso
contrario al enfrentado por los administradores de empresas americanos.
Bessy y otros (2000) analizan el tema de los derechos de protección de la propiedad
intelectual, con especial referencia al otorgamiento de licencias.
Krug y Polos (2000) analizan el caso de China. Nee (1999) considera la importancia del
estado en crear mercados.
Witt (2000) destaca el rol de las redes empresariales como factor de reducción de los
costos de transacción enfrentados por las empresas2 . Las redes actúan como una forma
institucional que crea relaciones e interrelaciones permanentes entre sus miembros, en especial
en el ámbito del intercambio de información. Es por ello que es común a todas las visiones
neoinstitucionalistas el percibir a las redes como algo económicamente beneficioso. Las
referencias históricas al respecto se remontan a las redes comerciales de la antigüedad, las
cuales forjaron acuerdos organizacionales entre las partes a fin de posibilitar el intercambio
de productos heterogéneos entre áreas remotas.
Actualmente, Witt analiza las redes de información creadas por las empresas japonesas
con las firmas colegas en su rama industrial, con firmas ajenas a la rama industrial en la cual
se desempeñan y con los clientes. Dicha red de información puede estar incluida, a su vez, en
una más amplia que puede comprender al gobierno, a los medios de comunicación, al sector
financiero, a las fundaciones sin fines de lucro y a las universidades. Dichas redes brindan
información estratégica y de planeamiento operativo a sus integrantes. Sin embargo aquí
entran en juego las conocidas características de la información como bien transaccional: 1)
elevado costo de producción de la primera unidad y costo nulo de las unidades subsecuentes,
2) la información, como bien experiencial, sólo puede ser valorada cuando uno la ha
experimentado, sin embargo, luego de ello, no existen incentivos para pagar por ella, y 3) en
este caso particular, los acuerdos de provisión valiosa (es decir, información privada) son
generalmente informales, con lo que no se puede ejecutar penas por su incumplimiento ó por
el cumplimiento con “producción de baja calidad”. De todos modos los beneficios de pertenecer
a estas redes de información resultan superiores a sus desventajas. Luego, se obtiene más
beneficios por pertenecer a la red (ello lo demuestra no muy contundentemente el autor a
través del uso de una aproximación por mínimos cuadrados). En definitiva, la estructura
organizacional que disminuya los costos de transacción de obtener información promueve
niveles de beneficios superiores.
Rennings (2000), enmarcado en la economía evolucionista, intenta dar una cabida a las
instituciones dentro de un proceso de desarrollo sustentable, a través de la creación de ecoinnovaciones, es decir innovaciones que no generen externalidades negativas ó que las mismas
estén sujetas al control de organismos especializados. En ese sentido, aduce que el papel de
éstas debe contemplar el crear incentivos extra-mercado para producir tecnologías que no
provoquen externalidades. La interacción institucional, en este caso, estaría dada por la creación
de organizaciones que generen impulsos tecnológicos del sector privado, sujetos a regulaciones
gubernamentales y mecanismos de mercado que permiten mantener un sistema de
innovaciones sustentable económicamente.
Dosi y Malerba (1996) introducen la perspectiva evolucionista del desarrollo de la firma.
La firma, partiendo de los altos costos de transacción existentes para realizar operaciones
comerciales en el mercado, aparece como la organización institucional que nuclea a los agentes
a fin posibilitar su acceso al mercado. Asimismo, lejos del marco de análisis neoclásico, se
plantean problemas de información y aprendizaje de los agentes, los cuales no necesariamente
optimizan dinámicamente sus acciones. Aún más, crean estructuras de trabajo rutinarias.
Estas rutinas se atienen a procedimientos de producción estandarizados ó, como se recalca
en aportes más recientes, a funciones de control y gobierno dentro de la empresa. Las rutinas,
en este último sentido, contemplan un comportamiento esperado y premiado por las
organizaciones, las cuales permiten a la cúpula directiva tener bajo control a sus empleados
(“routines as truces among conflicting interests”).
El mantenimiento de situaciones estáticas conscientes tienen como parte de su explicación
situaciones con repercusiones más amplias. Las empresas no conocen completamente su
ambiente de trabajo, deben aprenderlo cada vez que alguna información nueva aparece.
Luego de informarse deben adaptarse a los cambios. Todo ello deriva en periodos de ajuste
a veces de larga duración. Por otra parte, las empresas generalmente quedan atadas (lock-in)
a tecnologías diversas por mucho tiempo. Esta circunstancia condiciona el futuro de la empresa,
lo cual implica una dependencia del sendero en términos de aprendizaje, ciertas trayectorias
de crecimientos debieran ser previstas. De allí emerge la importancia de la historia en el
entendimiento de los procesos industriales particulares de cada economía.
Ahora si se supone que dentro de cada economía las firmas operan con pautas
relativamente similares debido a que enfrentan un mismo contexto institucional. Ese contexto
da forma a todas las relaciones previas y posteriores al proceso de productivo y de innovación.
Por ejemplo, en el caso de las innovaciones, las universidades como instituciones crean
conocimiento teórico y aplicado así como también capacitan capital humano. Las agencias
gubernamentales dirigen estos procesos de innovación a través de incentivos de ayuda
financiera para la investigación. Las instituciones financieras, los mercados de capitales y los
inversores de riesgo afectan también el proceso de innovación. Todos estos actores y sus
relaciones forman sistemas de innovaciones en las cuales las rutinas y las competencias son
moldeadas.
En resumen, los entes al nivel de firmas aprenden dependiendo del sendero original (y
quedan estancados) en dichas formas de tecnología pero los basamentos de conocimiento
específicos de un sector y las instituciones propias de cada país restringen estos procesos
evolucionistas. Alguien sujeta, para un lado ó para el otro, esta mano invisible de la evolución.
Ello explica el por qué de la difusión a principios del siglo XX de los modelos de producción
de masas estilo americano (fordismo, taylorismo y demás) y de cómo cada país adoptó y
rediseño dicho modelo a sus propios mercados, con sus propias limitaciones. Por su parte,
Magnusson y Marklund (1999) aportan una visión histórica al proceso descripto por Dosi y
Malerba.
Zysman (1996), siguiendo el marco de Dosi y Malerba, expone el caso de las instituciones
en los países desarrollados. Él considera cinco características que definen las características
institucionales que debieran tenerse en cuenta para comprender el desarrollo económico:
a) el carácter del estado: la capacidad institucional del gobierno para realizar ajustes
fijando reglas y asignando recursos selectivamente a través del objetivos que se fije.
b) el carácter del sistema de relaciones laborales: particularmente hasta que límite inferior
son capaces de llegar los trabajadores sin boicotear el proceso de desarrollo.
c) la organización del sistema financiero: dada la influencia crucial de este mercado en la
asignación de recursos dentro de la economía así como la influencia del estado en este mercado
en particular, y
d) el sistema legal y regulatorio: éste fija las penas asociadas a la violación de la reglas de
juego así como las pautas legales de negociación y organización de las firmas.
El aporte de Zysman enfatiza el rol de las instituciones en fijar las trayectorias de crecimiento
y desarrollo de la economía. En el sentido estricto de los procesos de desarrollo tecnológico,
se argumenta que pueden existir una conjunto determinado de instituciones cuyas interacciones
determinan la performance innovadora de una economía. Estos sistemas de instituciones
facilitan la tarea de las firmas que se atreven a innovar. Estas innovaciones se vuelven
acumulativas y crean senderos de tecnología. El desarrollo tecnológico no es, de ese modo,
aleatorio ó externo al sistema sino que es dirigido en una cierta tendencia por el sistema
nacional en el cual fue creado. Esta teoría traza una relación, entonces, de las rutinas de los
trabajadores a las trayectorias de la industria, y de allí a los sistemas nacionales de innovación.
Guerrieri y Tylecote (1998) realizan un análisis empírico de indicadores de progreso
tecnológico en un conjunto de economías desarrolladas. En ese trabajo se intenta determinar
y delimitar sistemas nacionales de innovación. Es decir, un conjunto de características culturales
e institucionales que determinan el grado de innovación que posee una economía. Entre los
indicadores analizados se encuentran índices cualitativos individualismo, índices nacionales
de predisposición a la interacción así como indicadores de resultados científicos (cantidad de
investigaciones publicadas por cada país, índice mundial de citas bibliográficas, composición
del gasto en investigación según área científica, entre otros). El resultado del análisis de tan
diversos indicadores no deja un panorama claro. Muchos resultados se contradicen entre sí,
probablemente por la heterogeneidad y falta de representatividad de la información.
Entre las características institucionales que afectan al desarrollo industrial se pueden
destacar;
·
regulación de precios: con la regulación de precio el gobierno puede decidir la existencia
de beneficios mayores en determinado sector. En ese sentido, se cita el caso de la
industria farmacéutica. En Gran Bretaña, existen una parte del precio de los
medicamentos destinada a incrementar los beneficios de los laboratorios, los cuales
usualmente se destinan a investigación y desarrollo por las deducciones que se realizan
para tal fin. En USA el mercado esta totalmente desregulado, pero en Japón se da la
circunstancia de una disminución progresiva en la fijación precios límites a los
medicamentos, lo cual ha derivado en que el mismo producto sean vendido por el
mismo laboratorio en diversas variantes.
·
el rol del estado como comprador de defensa: muchos estados desarrollados destinan
un gran porcentaje de sus presupuestos de defensa a la investigación y desarrollo en
esas áreas. Principalmente, los sectores más beneficiados resultan los de electrónica y
aeroespacial.
4. El comercio y la distribución
Desde un punto de vista de los costos de transacción, Brousseau (1999)estudia la relevancia
del comercio electrónico como reductor de las fricciones en los mercados reales. El comercio
virtual, dada lo barato de su costo y lo amplio de su difusión, podría reducir muchos costos
de transacción a un mínimo. Pero, como recalca el autor, la expansión del comercio electrónico
parece nuevamente caer en la trampa de los problemas de información imperfecta (riesgo
moral y selección adversa.) En primer lugar debe tenerse en cuenta el rol de la intermediación
comercial que juega el comercio electrónico. En ese sentido conviene distinguir la función del
intermediario como agente de mercado y de la intermediación como institución. En el primer
caso, los intermediarios aseguran la liquidez del mercado reteniendo dinero en efectivo e
inventarios. Su papel en las transacciones es activo y determinante. La intermediación como
institución, a su vez, es neutral en las transacciones. El rol de la intermediación es el de crear
condiciones claras de intercambio, que sean menos costosas para los agentes.
El trabajo recalca la imposibilidad de que la expansión del comercio electrónico derive
en costos de transacción nulos. Ello debido a la imposibilidad tecnológica de volver real lo
virtual; la compra se puede realizar a través de Internet pero el envío de los bienes derivará
inevitablemente en el uso de cadenas de distribución análogas a las actuales. Ello porque los
intermediarios tal cual los conocemos hoy prestan servicios adicionales que no podrán ser
suplantados en bienes que no sean totalmente intangibles. Lo único que puede esperarse es
una transformación de los dueños de las actuales cadenas de distribución quienes deberán
acoplarse al bandwagon del progreso electrónico.
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1
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2
Las redes sociales son una forma de gobierno definida como “cualquier conjunto de actores (N=2) que
persiguen relaciones de intercambio repetidas, durables entre ellos y, al mismo tiempo, carecen de autoridad
organizacional para arbitrar y resolver disputas que puedan aparecer durante el intercambio” (Witt, 2000, nota
1).