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Los planes quinquenales en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas bajo un régimen totalitario Los planes quinquenales en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas bajo un régimen totalitario. Resumen: Los Planes Quinquenales llevados a cabo tras la revolución bolchevique tenían previsto transformar a la URSS desde una economía atrasada que no contaba con industrias básicas hacia un país que alcance el nivel y supere a las naciones más industrializadas del orbe. El presente ensayo muestra una recopilación histórica de estos planes, llevados a cabo inicialmente bajo las directrices de Vladimir Lenin y posteriormente bajo la dureza aplicada por Josef Stalin para alcanzar sus objetivos a toda costa. Una vez cumplidos los dos primeros planes se había alcanzado un considerable desarrollo industrial. A mediados del tercer plan quinquenal, la invasión nazi provoca una reorientación de esa nueva industria soviética; posteriormente la reconstrucción lidera las actividades previstas en el cuarto plan y hasta la muerte de Stalin a mediados del quinto plan, la centralizada planificación había rendido sus frutos, pero con un gran sacrificio asumido por su pueblo. Palabras claves: Planes, desarrollo, industria, colectivización, víctimas. Con la revolución socialista una vez suprimida la propiedad del latifundio, Vladimir Ilich Uliánov (V. Lenin) esperaba encontrar la forma de concretar la construcción de un nuevo Estado, dejar atrás la economía agrícola y superar la producción industrial rezagada. La mecanización de la producción y la explotación de todas las ramas industriales mediante la aplicación de su nueva política económica sería la fórmula. Tras su muerte en 1924 surge la figura de Josef Dzhugashvili (J. Stalin) quien radicaba su posición en el control total de la producción por parte del gobierno, convirtiéndose pocos años después en el virtual dictador del país. Esperaba que la forma de administración centralizada de ordeno y mando, con rígidas directivas en la aplicación de planes quinquenales permitirían la construcción socialista. Pero un plan de desarrollo forzado que pretendía superar el atraso a cualquier costo tendría significativas consecuencias, sus medidas coercitivas y violentas no repararían en las bajas humanas ni en las condiciones laborales a las que sometía a su pueblo. Apenas triunfó la idea de la construcción socialista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, surgió la necesidad de elegir las posibles formas de concretar esa construcción. Entre fines de los años veinte y comienzos de los treinta la posibilidad de contraponer diferentes variantes de estrategia socio-económica estuvieron vinculadas por una parte, con las tareas que debía resolver la sociedad soviética en esa etapa de su desarrollo, y por otra parte con la situación objetiva en la cual tuvo que resolver esas tareas (Gordon & Klopov, 1989). Una vez alcanzada la Revolución Bolchevique en 1917, cuando toma el poder el pueblo soviético y crea la República de los Soviets, la vieja Rusia había dejado a la joven república de los obreros y los campesinos, una economía pobre, devastada además por la guerra. Aunque ocupaba el primer lugar en el mundo por su extensión territorial y el tercero por su número de habitantes, Rusia era atrasada y mísera en comparación con los países desarrollados (Turádzhev, 1967). La coyuntura que enfrentaban los nuevos gobernantes en cuanto al desarrollo industrial de la Unión Soviética dista de forma considerable de los demás países europeos; la URSS se encontraba en las etapas iniciales de la industrialización, si bien la transición del modo de producción pre-industrial al industrial tecnológico ya se había iniciado en el siglo XIX, el ritmo de crecimiento era de tal característica que continuaba siendo aún un país agrario con predominio de la producción en pequeña escala y tipo de trabajo rudimentario. GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales 43 La devastación provocada por la primera guerra mundial y posteriormente por la guerra civil y la intervención militar extranjera, debilitaron marcadamente también los elementos de la producción industrial que existían en la economía rusa. Al final de la primera década de poder soviético, cuando ya se había completado la restauración de lo destruido, la URSS estaba en la misma etapa inicial de la transformación industrial que había alcanzado en vísperas de la guerra y de la revolución. El sector de manufacturas aportaba con un 20% de la renta nacional del país mientras que la agricultura contribuía con el 50%; la producción de este último sector ocupaba el 80% de la población económicamente activa y empleaba exclusivamente el método pre-maquinizado. Rusia está poblado por habitantes pertenecientes a ciento cincuenta nacionalidades distintas, que hablan diferentes idiomas, y cada una posee cultura, costumbres y hábitos propios. El clima varía desde un área en el Asia Septentrional considerada como el lugar más frío de la tierra, hasta los desiertos del sur, donde el calor hace casi insoportable la vida. Catorce mares, pertenecientes a tres océanos – Atlántico, Ártico y Pacífico – bañaban las costas de la Unión Soviética (Johnson, 1945). Un viaje por Rusia de norte a sur, nos hace recorrer todas las zonas de la tierra. Comienza con ilimitadas extensiones de tundra, helado y estéril desierto, al sur de la tundra se extiende la taiga, formada por bosques de pinos y abetos. Casi la mitad de los bosques coníferos de la tierra le pertenecían. Más al sur aparecen los bosques donde se mezclan robles, hayas y fresnos y un poco más hacia abajo las ondulantes y peladas estepas que forman el 12% de la superficie del país; posteriormente llegaremos a la zona subtropical de la Rusia Soviética, rica y fértil desde su extremo occidental hasta las costas del Mar Caspio, continúa hacia el este a través de los arenosos eriales de Kara-Kum y Kizil-Kum hasta los oasis del Asia Central donde se cosechan en abundancia el arroz, algodón y viñedos. Si se viaja de Occidente a Oriente, otro vasto y cambiante panorama se desarrolla, cortado en dos por los Montes Urales, que distan más de tres mil kilómetros de la frontera polaca, y separan a la Rusia Europea, que queda al oeste, de la Rusia Asiática que se extiende al este (Johnson, 1945). Pese a todo lo vasto de su territorio, el volumen de su producción industrial estaba considerablemente rezagado con respecto a las principales potencias 44 GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales industriales, a pesar de tener una población mucho más numerosa. En la segunda mitad de los años veinte una consecuencia lógica y un índice generalizador del estado preindustrial de la economía fueron las características culturales y sociales de la población; por ejemplo la proporción de los habitantes rurales era entonces cuatro veces mayor que la de los habitantes urbanos. Pero más preocupante era el hecho de que en aquella época más de la mitad de la población era analfabeta y entre los que sabían leer y escribir, muchos ni siquiera habían terminado la escuela primaria. Es así entonces que la economía soviética debió enfrentar la exigencia de cambios industriales oportunos y decisivos, un proceso de industrialización amplio, que no sólo debía incrementar el papel de la industria sino además fomentar el paso del tipo de producción pre-maquinizado al tecnológico industrial en todas las ramas de la economía. Mediante la aplicación de la Nueva Política Económica, NEP por sus siglas en inglés, Vladimir Ilich Uliánov (V. Lenin) esperaba implementar la industrialización, lo que constituía el eslabón central del plan Leninista de edificación del socialismo. La senda que lleva a la nueva sociedad es conocida, dijo Lenin: “Consiste en pasar a la gran economía, erigida sobre la industria mecánica”. Bajo este escenario el líder soviético gobernó mediante la promulgación de una serie de decretos de nacionalización, en muy poco tiempo fueron de propiedad estatal empresas de la industria azucarera, petrolera, minera, metalúrgica, electrotécnica y de otras ramas industriales indispensables. Un hecho más simbólico en este proceso tiene que ver con la nacionalización de la tierra, que disponía su entrega gratuita a los campesinos. Enseguida se nacionalizaron los bancos, la flota mercante y el comercio exterior. Las fábricas y empresas pasaron a manos estatales o como definía el gobierno de la URSS, a manos del pueblo. Al ser nacionalizadas las fábricas y empresas, la lucha por el socialismo pasó a la esfera económica (Lenin, 1961) . Inicio de los Planes – Plan GOELRO El primer plan estatal de larga perspectiva fue el programa de electrificación del país. En diciembre de 1920 se aprobó el plan GOELRO (abreviatura de la Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia) que fijaba las orientaciones principales de la electrificación y el programa de producción de las ramas industriales más importantes, así como el desarrollo del transporte y de la agricultura. El primer factor a considerar era el indispensable aumento de la productividad sobre la base de la electrificación y la mecanización de la producción. Para esto se prestó singular atención a la formación, según discurso de V. Lenin el 02 de octubre de 1920 ante el III Congreso de las Juventudes Comunistas de toda Rusia, “No podemos edificar el comunismo si no es a base de la suma de conocimientos, organizaciones e instituciones, con el acervo de medios y fuerzas humanas que hemos heredado de la vieja sociedad. Sólo transformado radicalmente la enseñanza, la organización y la educación de la juventud, conseguiremos que el resultado de los esfuerzos de la joven generación sea la creación de una sociedad que no se parezca a la antigua, es decir, de la sociedad comunista” (Vavilov, 1948) Calculado para un período entre diez y quince años, se estipulaba la construcción de 30 centrales eléctricas. V. Lenin veía en la electrificación el medio más importante de reequipamiento técnico de todas las ramas de la economía soviética. Se esperaba aumentar en el 100% el volumen de la producción industrial de 1913, es decir duplicar los niveles de producción vigentes antes de la guerra. El plan esperaba incrementar 15 veces la producción industrial durante igual número de años. Todavía estaban permitidos el comercio privado y la propiedad de pequeños negocios en virtud de la NEP, más aún según criterio de V. Lenin expresados en la Tercera Internacional Comunista explicaba: “debemos otorgar concesiones a la burguesía extranjera y al capital externo” necesario para financiar los ambiciosos proyectos que emprendía el país, lo que ocasionó inconformidad en los miembros del partido; Josef Stalin en cambio, una vez que asume el poder era partidario de un control total de la producción por parte del gobierno. La política económica del partido encontró el pleno apoyo de los trabajadores, el resurgimiento de la economía nacional se convirtió en la causa común de todos ellos, según el gobierno de la URSS. De este plan Stalin escribió como del único intento marxista en aquel tiempo de “colocar bajo la superestructura soviética de la Rusia económicamente atrasada una base técnica y de producción efectivamente real y la única posible en las condiciones actuales” (Stalin, 1953). En 1927 se alcanzó el nivel de restablecimiento, la industria alcanzó el nivel de anteguerra, este restablecimiento sólo fue el primer paso por la vía de la construcción del socialismo. La nueva tarea era alcanzar y superar a los países que habían alcanzado ya un elevado nivel de desarrollo. En el auge de la industria no sólo estaban interesados los obreros, sino también los campesinos. En el campo predominaba el trabajo manual, los tractores constituían una verdadera rareza y además eran de marcas extranjeras. V. Lenin dijo en su tiempo que “la salvación para Rusia no estriba sólo en una buena cosecha en la economía agrícola – eso es poco todavía – y no sólo en un buen estado de la industria ligera, que facilita artículos de consumo al campesinado – eso es poco aún - nosotros necesitamos asimismo una industria pesada”. La industrialización era una condición indispensable para edificar la sociedad socialista (Lenin, 1961). El mérito de Lenin es que no sólo promovió el plan de creación de la industria pesada como fundamento del socialismo, sino también que elaboró las vías y los métodos para llevarla a cabo. Pero esa industrialización se realizaría a expensas de las fuentes internas de acumulación y a la supuesta condición de fortalecer la clase obrera y el campesinado, lo que se aspiraba lograr al poner al servicio de esos actores sociales las grandes riquezas del país. Desarrollar el plan propuesto demandaría considerable cantidad de recursos, la principal fuente fueron las acumulaciones económicas internas. Todos los medios de producción, la tierra, las fábricas, las minas, los yacimientos y las centrales eléctricas pasaron a ser patrimonio del Estado. Adicionalmente se utilizarían los recursos provenientes de la nacionalización de su comercio exterior e interior, del transporte y de los servicios públicos y establecimientos culturales. La revolución socialista, después de suprimir la propiedad latifundista, libró a los campesinos de los gastos de adquisición de la tierra y de los ingentes costos del arriendo, pero éstos contaban con una rápida industrialización para desarrollar con éxito la agricultura, necesitaban máquinas, fertilizantes, aperos agrícolas modernos, entre otros. Obtener los recursos para industrializar el país no era suficiente ya que había que disponer racionalmente de esos recursos; para eso el Estado socialista contaba con una poderosa herramienta, la planificación centralizada. Así se lograría la concentración y el aprovechamiento de todos esos GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales 45 recursos orientándolos en primer término a la financiación y el crédito para la industria pesada. Tras la muerte de Lenin en enero de 1924, el manejo de la URSS recaía en Stalin, líder del secretariado del partido comunista, quien tenía previsto la aplicación de una nueva estrategia para llegar al socialismo, para 1929 Josef Stalin era virtual dictador del país. Primer Plan Quinquenal En julio de 1928 Josef Dzhugashvili (J. Stalin) presenta una nueva estrategia para llegar al socialismo y elimina la Nueva Política Económica de V. Lenin. Formalmente en el plan stalinista al principio no se habló de suprimir la NEP totalmente, sino de suprimir su etapa inicial, sus formas y regímenes que habían sido característicos para su periodo de ascenso. En esta variante de desarrollo debían ocupar un lugar fundamental las formas administrativas de ordeno y mando para la dirección de la economía nacional. A la luz de la experiencia posterior, la conocida afirmación de Stalin, que hiciera ya en 1927 de que “nuestros planes no son planes–prognosis, ni planes– conjeturas, sino planes–directivas”, obligatorios para su cumplimiento inmediato, se interpretará como una declaración de la convivencia esencial de los métodos administrativos de ordeno y mando en la dirección de la economía. Según su convicción y la de quienes compartían su punto de vista, precisa y únicamente la orientación hacia la directiva, la orden cumplida a cualquier precio, podría garantizar la superación del atraso y del ritmo de desarrollo del cual, en opinión de ellos, dependía la suerte del país (Stalin, 1979). En este sentido la renuncia a la planificación que utiliza el mecanismo de mercado y por eso admite la relatividad de las propuestas de planificación, el paso de éstas a una planificación fuertemente centralizada de rígidas directivas, son la conclusión final, una suerte de generalización total de la estrategia de la rápida industrialización y la colectivización. Josef Stalin y la mayoría de los miembros de la dirección partidaria desconfiaban profundamente del campesinado y estaban convencidos de que los instintos de ese sector eran y siempre serían “pequeñoburgueses”. Creían que los campesinos jamás se separarían voluntariamente de su tierra, y probablemente acertaban. Pero como en esa época los campesinos aún formaban alrededor del ochenta por ciento de la población, el partido afrontaba no 46 GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales sólo enemigos externos sino un antagonista interno, y la dirección partidaria sentía que estaba en una fortaleza sitiada. Stalin creía que la NEP ya no servía en la agricultura, que las cooperativas agrícolas (basadas en esquemas extranjeros) probablemente no funcionarían en la Unión Soviética y que, en todo caso, no había tiempo para la persuasión paciente, para enseñar al campesinado a través de la experiencia (Laqueur, 1991). Se le llama Plan Quinquenal, porque constituye el esquema de trabajo que se efectuará durante los cinco años siguientes. Este Plan fijo y detallado significa un beneficio enorme para el industrial, según criterio de las autoridades, ya que cualquiera que sea su categoría, gracias a él sabe cuál es la tarea que le incumbe realizar durante los siguientes cinco años, sin tener que preguntarse si le durará o no tanto tiempo el empleo. El plan quinquenal era el primer programa en la historia elaborado científicamente, que abarcaba todas las ramas de la economía y de la cultura. Mientras que el plan GOELRO sólo estipuló tareas para 17 ramas, el primer plan comprendía 50 ramas de industria, además de la agricultura, el transporte, el comercio, la instrucción, la sanidad, la construcción de viviendas y el desarrollo de los servicios. Sobre la base de planes anuales del estado se realizó la elaboración de los programas económicos detallados de cada empresa no sólo para el año sino también por trimestres, especificándose las tareas productivas de los talleres, de las brigadas y de cada obrero. De este modo la planificación se hizo más concreta y operativa. La parte más importante del plan era el grandioso programa de construcción que preveía levantar 1500 grandes empresas, equipadas con lo más adelantado de la técnica. El 75% de todas las inversiones se dedicarían a la industria pesada, levantar plantas eléctricas, fábricas metalúrgicas, minas y empresas de la industria de maquinaria. El papel decisivo se asignaba a un grupo relativamente pequeño de nuevos gigantes industriales, cuya construcción absorbía casi la mitad de todo lo presupuestado en el plan. El promedio de crecimiento anual de la producción de la industria soviética en su conjunto se establecía en el 20%; el de la industria pesada en el 25% (Johnson, 1945). En cuatro años y tres meses, ya que las metas previstas se alcanzan antes, el país agrario se transformó en país industrial. En 1932, el 71% de toda la producción de la economía soviética correspondió a la industria. Durante este corto periodo aumento en el 170% la generación anual de energía eléctrica; en el 230% la producción de gas; en el 80% la de petróleo; en el 580% la producción de abonos y fertilizantes y en un 90% la producción de cemento (Johnson, 1945). Los principales esfuerzos dentro del plan quinquenal fueron destinados a la generación de energía eléctrica, la extracción de carbón y de metales, y la construcción de maquinarias; los resultados alcanzados justificaron el proceso centralizado de planificación. La industrialización dio vida a un nuevo tipo de obrero que dominaba la técnica moderna. Cambió el propio carácter del trabajo, los oficios manuales poco productivos fueron reemplazados por profesiones de elevado rendimiento, por el trabajo mecánico. Ya en 1932 el número de obreros y empleados se elevó a 22.6 millones de personas, o sea el doble de los que había en 1928 (Vavilov, 1948). A pesar del feliz cumplimiento del primer plan quinquenal antes del plazo fijado, los soviéticos tropezaron con bastantes dificultades en el curso de su realización. Ya al principio se pudo notar que no todas las tareas habían sido calculadas con la precisión y el fundamento debido. De cada tres obras, dos no contaron oportunamente con los proyectos técnicos. Sin embargo, no se podía perder tiempo y los proyectos se desarrollaron con gran flexibilidad y capacidad de maniobra. Muchas de las tareas planificadas no concordaban con el tiempo, mientras unas fábricas comenzaban a funcionar, otras plantas que debían constituirse en su fuente de abastecimiento de materia prima se hallaban en su fase inicial. En una u otra parte surgían desproporciones, que era necesario liquidar con rapidez. Superando las dificultades y resolviendo cada día las constantes tareas nuevas, los técnicos y administradores fueron aprendiendo el arte de dirigir la economía nacional centralizada. Plan de desarrollo forzado El rápido ritmo de desarrollo de la industria general y de los medios de producción en particular se destaca como principio básico y clave de la transformación industrial de la economía y de la construcción socialista en su totalidad. Los defensores de este enfoque deducían que éste era necesario, basándose en las condiciones externas e internas en las que se encontraba el país en ese periodo. Desde el punto de vista de la situación interna, el desarrollo forzado de la industria imponía, en opinión de Stalin, la necesidad de crear las premisas para una colectivización más acelerada del campesinado. Junto a quienes lo seguían se guiaban por el convencimiento de que el poder soviético no se puede basar durante demasiado tiempo simultáneamente en la gran industria estatal y en la pequeña economía mercantil unipersonal, que la pequeña producción privada no puede subordinarse pacíficamente a la estructura socialista entrelazándose y fusionándose gradualmente con ésta, que la conservación de la pequeña economía mercantil conduce inevitablemente a fortalecer a los kulaks (terratenientes) y a agudizar la lucha de clases en proporciones peligrosas para la propia existencia del sistema soviético. Desde el punto de vista de la situación internacional, la necesidad de un desarrollo prioritario de la industria lo determinó, así lo estimaba Stalin, el inevitable acercamiento de la guerra y la insuficiente base industrial de la URSS para conducir con éxito esa guerra. Los partidarios de la política que promoviera J. Stalin estaban convencidos de que el sistema político, los órganos estatales de la dictadura del proletariado, la autoridad del poder soviético y del Partido Comunista, la fe sin reservas en el socialismo de la vanguardia popular, es decir de millones de comunistas, obreros, campesinos pobres, y de los jóvenes, su entusiasmo y disposición a sacrificarse en aras del futuro socialista, permitirán superar la acción de los factores monetarios y mercantiles tradicionales del desarrollo económico, concentrar todos los recursos de la sociedad en el crecimiento prioritario del potencial industrial. A la vez, se consideran históricamente justificadas y se identifican con el crecimiento del socialismo todas las formas de desarrollo forzado de la industria estatal y todas las formas de socialización de la agricultura, el comercio y los servicios que contribuyan a ese desarrollo, sean o no realmente voluntarias y económicamente fundamentadas. Los demás rasgos de la estrategia que formulara Stalin entre fines de los años veinte y comienzos de los treinta, están vinculados con la convicción de que la superación del atraso industrial debe lograrse, cualesquiera sean sus costos socio-económicos, políticos e ideológicos-morales. Sin reparar en las bajas humanas, ni en las condiciones de trabajo en que cumplían su labor, quien no pudiera o no lograra cumplir su tarea sería considerado como subversor. GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales 47 Para mantener los elevados ritmos de crecimiento en esa estrategia, se propone una ampliación irrestricta de la inversión de capitales en la industria, inclusive a expensas de una reducción del fondo de consumo y del más riguroso ahorro de los fondos que determinan el nivel de vida de las masas populares. Se consideraba necesario cualquier sacrificio, trasladar los fondos disponibles para la producción de bienes de consumo hacia la inversión industrial necesaria y sin tomar en cuenta que ese traslado generaría una grave falta de artículos de consumo. Se anuncia de hecho que es admisible y hasta deseable, utilizar planes no completamente equilibrados y con presupuestos igualmente forzados. La variante stalinista de la estrategia de industrialización socialista no se construyó sólo confiando exclusivamente en los esfuerzos conscientes y voluntarios del pueblo. La dura necesidad de la más rápida superación del atraso justificaba la aplicación de medidas coercitivas, violentas, allí donde el entusiasmo y la disposición voluntaria a los sacrificios resultaban insuficientes. En palabras de Stalin: “En el terreno de la construcción socialista las medidas represivas son un elemento necesario de la ofensiva” (Stalin, 1913). De acuerdo con la línea derivada de las directivas del XV Congreso del Partido en cuanto a la confección del plan quinquenal, debían superarse las dificultades qu e se presentaban utilizando métodos económicos: compra de granos en el exterior y maniobras de mercado, o sea, la marcha hacia una atenuación de la coerción económica y una transitoria disminución del fondo de acumulación. A diferencia de esto, en la variante stalinista se proponía agregar en estos casos la coerción económica mediante la aplicación, con respecto a la cúpula del campo, de medidas extraordinarias de coerción extraeconómica, estas medidas fueron adoptadas cada vez más a partir de 1928. La sensación de la eficacia de las medidas extraordinarias, así como el entendimiento de que no eran los kulaks, sino justamente la masa de campesinos medios la que en lo fundamental determina el volumen de la producción agrícola, llevaron a que, con el tiempo, en la estrategia stalinista se comenzara a considerar que la coerción era un medio que podía utilizarse ampliamente también para la reorganización socialista del campo en su conjunto. En el proceso de formación de esta estrategia se sustituyó el plan de cooperativización prolongada y puramente voluntaria del campesinado 48 GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales por una orientación hacia la rápida colectivización, que se lograría por lo menos mediante la combinación de la voluntariedad con la coerción. Apoyándose en un viraje real de gran parte del campesinado hacia los Koljoses (haciendas colectivas) en 1929 Stalin empezó a hablar de la necesidad de concretar en los años próximos la colectivización total del campo. Por otra parte, esta colectivización no se concebía simplemente como la aceleración del proceso de cooperativización iniciado anteriormente; debía convertirse en el comienzo de una etapa cualitativamente distinta del proceso, en la cual la marcha de la socialización de la agricultura ya no estaba regida exclusivamente por la influencia transformadora del desarrollo técnico – económico y por la medida en que los campesinos comprendían las ventajas potenciales de la hacienda colectiva. Esta colectivización provocó conflictos entre el estado y los campesinos propietarios, especialmente propietarios medios; miles de kulaks fueron deportados a campos de trabajos forzados conocidos como gulags, con penas de hasta 10 años, debido a los crímenes cometidos contra los campesinos; asesinaron a muchos durante los conflictos, sacrificaron los animales que ayudaban a trabajar la tierra e incendiaron las cosechas creando profundas hambrunas y epidemias. A pesar de todo, la agricultura fue durante mucho tiempo el sector más débil de la economía soviética. El hecho de que desde su comienzo la estrategia de implantar koljoses suponía un drástico aumento del papel de la coerción, resalta con claridad en la proclamación de una violencia directa y prácticamente ilimitada con respecto a la cúpula acomodada del campo. El plan de colectivización total incluyó, como elemento orgánico, el paso de la política de restricciones a la política de expropiación de los kulaks, de liquidación de los kulaks como clase. “Sin poner en práctica la política de liquidar a los kulaks como clase –señaló Stalin – es imposible lograr la transformación del campo en base a los principios del socialismo”. Esta política era un componente de la formación y desarrollo de los koljoses que significó un aumento del nivel de la violencia. Es verdad que la implacable liquidación de los kulaks puso fin a la tradicional servidumbre de amplias capas del campesinado, pero a la vez esa política era una forma de intimidación a toda la población, ante cuyos ojos eran exterminados los elementos más fuertes e independientes del campesinado. No en vano la expropiación afectó a una parte mucho mayor de la población rural que la identificada con los kulaks. Las víctimas de la represión, que según la versión oficial debía descargarse contra ellos, fueron gran parte de los campesinos medios. Como resultado del gran terror se han emitido una serie de informes con una diferencia considerable del número de víctimas, desde lo indicado por instancias gubernamentales o en su defecto por muchos de sus biógrafos, además de medios escritos entre otros. En general se ha citado un número de por lo menos 16 millones de personas arrestadas, de las cuáles entre 8 y 10 millones perecerían en los campos de trabajo. Si a esta cifra se agregan los perjudicados por la colectivización agraria se cita una cantidad no menor de veinte millones de víctimas mortales (Lukacs, 2007). Segundo Plan Quinquenal (1933 – 1937) El segundo plan nació en condiciones incomparablemente mejores que las del primero; al sector estatal de la economía le correspondía ya el 95% de la renta nacional y el 99.55% de la producción industrial. La inmensa mayoría de los campesinos se habían agrupado “voluntariamente” en los koljoses y para 1933 el sector socialista aportó más del 80% de la producción global del campo. Estos éxitos permitieron plantear como tarea esencial dar cima a la reconstrucción técnica de toda la economía debiendo superar además el atraso en transporte, ferroviario en especial, acelerar el ritmo de desarrollo de la siderurgia y de la metalurgia, así como de la industria petrolera cuya producción era en extremo necesaria para el creciente número de tractores y vehículos del país. Se esperaba entonces alcanzar la mecanización de todos los procesos de trabajo pesados, contar con una base energética capaz de suministrar electricidad a todas las ramas de la economía y asegurar el buen desempeño de la industria química, ligera y de la alimentación. En este segundo plan se dedicó especial atención a la metodología de la planificación económica, mejorando en forma considerable el nivel de la fundamentación científica de las tareas. También se incorporó a la Academia de Ciencias de la URSS y a muchas otras instituciones de investigación científica en la elaboración del plan. Además de la gran industria, este plan comprendía la pequeña industria y todas las clases de transporte. Se preparó en detalle el plan de construcciones básicas en el que figuraban más de mil grandes obras y se establecieron tareas para 120 ramas industriales frente a las 50 ramas del primer plan. La conexión entre la industria y la agricultura se volvió más compleja, los koljoses (haciendas colectivas) y sovjoses (explotaciones agrícolas estatales) empezaron a demandar en mayor escala tractores y maquinaria agrícola, abonos minerales y demás artículos industriales. Se diversificaron también las relaciones entre la industria y el transporte, la industria y la construcción, entre otras. La política económica del estado soviético fomentó la organización del comercio que reforzó los lazos entre la ciudad y el campo, la industrialización del país y la colectivización de la agricultura. El segundo plan quinquenal también se cumplió con antelación logrando un considerable incremento del 120% de la producción industrial. La fabricación de acero creció en el 200%, la generación eléctrica en un 170%, la producción de tornos en el 150% y la de calzado en el 110%. Estas cifran presentaban gran contraste sobre lo que acontecía por aquel tiempo a la economía de países occidentales. Del quinto lugar que ocupaba en el mundo en 1929 por el volumen de su producción industrial, la URSS ascendió al primer puesto en Europa y el segundo en el mundo, superado por los Estados Unidos de Norteamérica, en cuyo territorio no se había librado batalla alguna. Todas las ramas de la industria progresaron, pero el sentido de la industrialización se orientaba en la producción de equipos que superaba ampliamente la de artículos de consumo, ya que sólo la industria pesada podía constituir el sólido respaldo de una economía independiente. Stalin percibió con acierto que, dada la incertidumbre de la situación internacional, se requería urgentemente la creación de la industria pesada como base de un ejército moderno. Acertó al suponer que no disponía de muchos años para ejecutar esa tarea. El modo de ejecución no fue, ni mucho menos, el más eficaz. Algunos actos de Stalin por grotescos e inhumanos que hayan sido, de todos modos admitieron una explicación racional. Si estaba convencido de que sólo él podía dirigir a su país en el enfrentamiento con los peligros internos y externos, era lógico que dedujera de eso la necesidad de eliminar a los posibles rivales (Laqueur, 1991). GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales 49 Tercer Plan Quinquenal (1938 – 1942) El tercer plan quinquenal fue proyectado para completarse en 1942. En líneas generales, antes de que estallara la guerra con Alemania, la producción seguía el ritmo preestablecido y en algunos casos hasta lo superaba. Como ejemplo de la magnitud del alcance y de los propósitos de este tercer plan, según un extracto de su cuarta sección, se expresan los empeños básicos proyectados para una mayor elevación del nivel de vida material y cultural del pueblo trabajador de la URSS: El cumplimiento del primero y segundo de los planes quinquenales produjo enorme elevación en el nivel de vida material y cultural. El tercer plan debe afianzar la seguridad de que las necesidades del pueblo trabajador en cuanto a artículos y productos necesarios, alojamiento, cultura y otros servicios generales sean satisfechos aún con mayor amplitud. Ahora no se trata de abolir el desempleo ni de acabar con la miseria campesina: esto ya se logró, por completo y para siempre. La tarea consiste ahora en elevar el bienestar y el nivel cultural de los trabajadores hasta un grado que responda a las crecientes demandas del pueblo soviético, demandas inalcanzables aún en los más ricos países capitalistas (XVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 1939). El tercer plan quinquenal fue aprobado en un tiempo en que se temían incursiones militares, esta circunstancia no podía dejar de reflejarse en él. Se preveía el sucesivo ascenso del poderío industrial y el reforzamiento de la capacidad defensiva del país. Se proyectaba elevar casi en el doble el volumen de la producción industrial. Eran objeto de particular esfuerzo la metalurgia, la industria química, la construcción de maquinaria y la industria energética. Las inmensas inversiones básicas, cuya cuantía equivalía a la de los dos anteriores planes quinquenales juntos se destinaban sobre todo a aumentar el aparato productivo de la industria. La producción agrícola debía acrecentarse en el 50%, y el consumo popular, del 50 al 100%. En los tres primeros años la producción industrial global aumentó en el 45%, lo que correspondía al ritmo previsto, pero este trabajo fue interrumpido por la incursión Alemana que lanzó todo su poderío bélico sobre la URSS. Varios años antes del conflicto el líder alemán refería su interés por 50 GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales el territorio soviético. Adolf Hitler había hecho una afirmación destacable en el congreso del partido en Núremberg, en septiembre de 1936: “Si pudiéramos disponer de la incalculable riqueza y las reservas de materias primas de los montes Urales y de las interminables y fértiles llanuras de Ucrania para explotarlas bajo el mando nacionalsocialista, el pueblo alemán nadaría en la abundancia” (Lukacs, 1997). El 22 de junio -como de hecho durante las semanas que antecedieron y que siguieron a esa fatídica jornada- los expertos militares más cualificados de todo el mundo predecían la derrota de la Unión Soviética en el plazo de unas pocas semanas o de, a lo sumo, dos meses. No eran unas predicciones irracionales. Se fundamentaban en la lamentable actuación del ejército ruso contra el finlandés durante la Guerra de Invierno; en las pruebas no menos abundantes que aportaban la mutilación y desorganización experimentadas por los cargos superiores del estamento militar ruso a causa de las purgas decretadas por Stalin (Lukacs, 2007). Las purgas soviéticas contra el ejército, el partido y el servicio de inteligencia fueron el preludio del gran terror stalinista, que entre 1937 y 1938 tomaría la vida de cientos de miles de personas por razones de clase y nacionalidad (Snyder, 2010). Apoyándose en la planificación centralizada, el Estado soviético llevó a cabo en un corto plazo la reestructuración radical de toda la economía nacional en concordancia con las necesidades de la situación bélica. Fueron movilizados todos los recursos materiales y humanos pasando al régimen militar a veloz ritmo. Toda la industria de maquinaria pesada y para el transporte fue adaptada a la fabricación de tanques y de artillería. Las empresas textiles, químicas, poligráficas e incluso las de calzado organizaron la producción de morteros. Las fábricas de maquinaria agrícola preparaban municiones y pertrechos; las de motocicletas, armas ligeras; las de tractores, montaban tanques; las de relojes, fulminantes para los proyectiles. El avance de las tropas alemanas hacia el Este provocaba ciudades y pueblos reducidos a ruinas; el ejército alemán se aprestaba hacia los centros industriales, hacia el carbón y el petróleo. En esta compleja situación el Estado socialista acertó a realizar la evacuación de su industria a las regiones orientales. En un año aproximadamente se llevó a efecto la reestructuración bélica de la economía. Sin embargo el terror continuó durante la guerra, se condenó a muerte a generales, capitanes y soldados porque no obedecían órdenes o por muchas otras razones. Muchos prisioneros que no habían sido sentenciados a muerte durante la gran purga de todos modos murieron liquidados durante el primer año de la guerra. A partir de 1941, la URSS participó al lado de los Aliados en la caída del nazismo. Obtuvo de ello un crédito moral que luego nunca dejo de explotar. Después de 1945, la victoria sobre el nazismo impidió cualquier interrogación sobre el totalitarismo vencedor, cualquier cuestionamiento de su legitimidad política y moral (De Benoist, 2005). Si Hitler perdió la guerra no fue como consecuencia de la superioridad del liderazgo militar de Stalin, sino por obra de una serie de factores objetivos y subjetivos: la Unión Soviética no era ni Polonia ni Francia. Era un país mucho más extenso y más poblado, tenía un ejército mucho más numeroso que los restantes países derrotados por Hitler, y también poseía una tradición y una experiencia militar de antigua data. Stalin no retrocedió ante la adversidad; no era un derrotista, como algunos de los jefes franceses; a semejanza de Hitler, no renunciaba cuando sufría graves derrotas. Y así, a su tiempo, llevó al país a la victoria pero pagó un precio que el pueblo soviético debió afrontar durante décadas, y que quizás haya sido innecesario (Laqueur, 1991). Millones de vidas perdidas, centenares de ciudades y millares de pueblos y aldeas quedaron reducidos a escombros. Veinticinco millones de personas se quedaron sin techo. Las instalaciones de miles y miles de fábricas y centrales eléctricas eran montones de hierros retorcidos. Las minas de carbón del Donbáss y los yacimientos de hierro de Zaporozhie estaban inundados de agua. Los campos koljosianos parecían desiertos muertos: no había en ellos semilla para la siembra, ni máquinas ni aperos agrícolas, ni ganado. Sin embargo, tal como se citaría en el XXIV Congreso del PCUS “Las gentes maduras recuerdan los primeros quinquenios soviéticos. Todos los objetivos que se proponían eran calificados en Occidente de sensaciones e incluso utopías. Sin embargo, en contra de todos los vaticinios de la burguesía, la Unión Soviética se transformó con velocidad asombrosa de un país agrario atrasado en una potencia industrial avanzada. Precisamente el cumplimiento feliz de los primeros quinquenios en la URSS se debe al desarrollo de una fuerte industria y una gran agricultura colectiva que aseguraron la base económica para salir triunfante de la segunda guerra mundial” (Okulov y Turádzhev, 1971). Cuarto Plan Quinquenal (1946 – 1950) - La Reconstrucción Soviética La URSS había retrocedido a la situación de varios años antes y descendió de forma considerable la industria pesada. En 1946, el Soviet Supremo de la URSS aprobó la ley sobre el cuarto plan quinquenal de restablecimiento y desarrollo de la economía. La tarea principal del plan previsto para 1946 – 1950, no sólo consistía en hacer resurgir la economía y alcanzar el nivel de anteguerra, sino también en superar considerablemente los índices de 1940. En el país faltaban artículos de consumo, era particularmente crítico el tema de la vivienda, sumado a esto la intensa sequía que afectaba al sector agrícola a inicios del plan. La reconstrucción del país recibiría más del 50% de las inversiones básicas del pretendido plan. Las ciudades eran cubiertas por nuevas construcciones, la ciudad de Minsk, destruida casi por completo levantaba edificios para vivienda, policlínicas, bibliotecas, almacenes entre otros. Kiev la capital de Ucrania mejoraba día tras día. Estaba en construcción Sebastopol, la ciudad de la armada rusa y así surgen otras ciudades y poblados obreros. Fueron puestas en servicio 6,200 grandes empresas industriales. Prosiguió acrecentando su potencia la metalurgia de los Urales y Siberia. Se construyeron nuevos centros siderúrgicos en Asia Central y Tanscaucasia, así como nuevas torres extractoras de petróleo se levantaron en Bashkiria, Azerbaidzhán y Grozny. El programa que había sido calculado para cinco años, se realizó con una antelación de nueve meses. En 1950, la producción global de toda la industria registró un incremento del 73% con relación a 1940. Al terminar la guerra, se observó un difundido sentimiento de esperanza. En general, se preveía que las purgas, los arrestos arbitrarios y las ejecuciones no se repetirían. Pero fueron vanas esperanzas; centenares de miles de prisioneros de guerra soviéticos terminaron en los campos de trabajos forzados (los temibles gulags) después de la guerra. GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales 51 Quinto Plan Quinquenal (1951 – 1955) - Muerte de Josef Stalin Hacia mediados del siglo XX la inmensa mayoría de los cuadros políticos, económicos e ideológicos era gente que simplemente no sabía que es la auténtica democracia ni que es la planificación – acorde con las condiciones de los años cincuenta – que tiene en cuenta el mercado y las relaciones mercantiles. En la conciencia social predominaban nociones deformadas muy alejadas de la realidad, sobre la variedad de posibilidades del socialismo y sobre el desarrollo real del mundo no socialista. Igual que el miedo subconsciente, la limitación política condicionada por la violación de la sucesión política normal y la ausencia de vínculos normales con el exterior, dificultó y retardó la toma de conciencia de la necesidad de cambios profundos (Gordon y Klopov, 1989). La culminación de la industrialización y el paso a la siguiente etapa de desarrollo de la economía soviética -la formación científica industrial- no constituyen en modo alguno un cambio instantáneo. Los procesos de la etapa anterior no son sustituidos de inmediato ni por entero por los procesos de una nueva etapa. Las características fundamentales del desarrollo socioeconómico alcanzado hasta los años cincuenta evidencian que en lo esencial la economía, la vida social y la cultura en la URSS ya adquirieron un carácter industrial, pero ellas mismas muestran un conjunto de esferas donde las transformaciones industriales deben continuar. En la rama industrial se creaban las dos terceras partes de la renta nacional, se había formado una clase obrera considerable y se podía llevar a cabo cualquier tipo de producción conocida. Los logros básicos de la civilización moderna como asistencia médica e instrucción formal integraban la vida cotidiana del pueblo. En el transcurso de los planes quinquenales de postguerra, la salud de Stalin decayó notablemente: padeció de reumatismo, angina, y elevada hipertensión. Una serie de fuentes, que incluyen a algunos de los médicos que lo trataron, diagnosticaron como la causa de su muerte (lesión en un vaso sanguíneo del cerebro), era imposible de operar y muy probable que tales medidas habrían sido ineficaces, sucedió el 4 de marzo de 1953. Conclusiones: El cumplimiento de los planes quinquenales bajo un régimen totalitario con las directrices de una fuerte planificación centralizada permitió superar las condiciones socioeconómicas de una nación atrasada en cuanto al desarrollo industrial vigente en el mundo occidental. Sin embargo, este relativo éxito de los planes significó el sacrificio de una población sometida a la ejecución forzada de los mismos a través de múltiples formas de coerción impuestas por el régimen stalinista. La colectivización total del campo bajo medidas extremas llevadas a cabo en el primer plan quinquenal junto a la intimidación y represiones arbitrarias presentes en la ejecución de los posteriores planes ocasionaron más de veinte millones de víctimas mortales. Alcanzar la cima del desarrollo industrial mediante la mecanización de todos los procesos de trabajo pesado era el énfasis dado al segundo plan quinquenal, continuando aún el desarrollo forzado sobre la población. Incrementar el consumo y elevar el nivel cultural y técnico mediante el fomento de la educación era el principal esfuerzo en el tercer plan interrumpido por la invasión nazi. Una vez alcanzada la victoria sobre el ejército alemán se da inicio al cuarto plan que contemplaba la reconstrucción de todo el aparato industrial y de las ciudades y pueblos devastados, hasta poder lograr el nivel de anteguerra. En el último de los planes quinquenales analizados el objetivo primordial era pasar de la industrialización a la formación científica industrial, lo que sería llevado a cabo por el sucesor de Stalin tras su muerte en 1953. 52 GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales Si bien la URSS alcanzó un grado de industrialización considerable mientras se ejecutaban los planes quinquenales, el elevado costo para el pueblo soviético y la sociedad, traducido en millones de vidas humanas sacrificadas en aras de alcanzar ese desarrollo industrial o victimas de arbitrariedades al juzgar a quienes consideraban sus enemigos, ha ocasionado la resistencia y el descrédito de la ideología que Stalin profesaba. Referencias bibliográficas -De Benoist, A. (2005). Comunismo y Nazismo 25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989). Barcelona: Ediciones Áltera, S. L. -Gordon, P., & Klopov, E. (1989). Que pasó? URSS: Del Stalinismo a la perestroika. Buenos Aires: CARTAGO. -Johnson, H. (1945). El secreto de la fortaleza soviética. Buenos Aires: Partenon. -Laqueur, W. (1991). STALIN. Buenos Aires: Javier Vergara Editor. -Lenin, V. (1961). Obras Escogidas. Moscú: Progreso. -Lukacs, J. (1997). El Hitler de la Historia. Madrid: Turner - Fondo de Cultura Económica. -Lukacs, J. (2007). Junio de 1941 Hitler y Stalin. Madrid: Turner - Fondo de Cultura Económica. -Okulov, R., & Turádzhev, V. (1971). XXIV Congreso del PCUS: El Socialismo en Acción. Moscú: Agencia de Prensa Novosti. -Snyder, T. (2010). Bloodlands - Europe between Hitler and Stalin. New York: Basic Books. -Stalin, J. (Enero de 1913). Marxist Internet Archive. Obtenido de www.marxists.org -Stalin, J. (1953). Obras Escogidas. Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras. -Stalin, J. (1979). Obras Escogidas. Tirana: Nentori. -Turádzhev, V. (1967). La economía dirigida. Moscú: Nóvosti. -Vavilov, S. (1948). Treinta años de ciencia soviética. Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras. -XVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. (1939). Tercer plan quinquenal. Moscú: Partido Comunista. Autor Germán Huayamave Economista. Magíster en Administración. Becario del BID en el Magíster en Economía de la Universidad Nacional de Tucumán. Docente en la Universidad de Guayaquil; en la UTEG y actualmente labora en la Universidad Santa María, campus Guayaquil. En el ámbito profesional, ha desempeñado cargos de Técnico y Especialista en Crédito y Becas y Experto en Seguimiento Académico Bancario 3.Actualmente está cursando el doctorado en ciencias políticas en la Pontificia Universidad Católica Argentina. GACETA SANSANA, febrero de 2016 Planes quinquenales 53