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Departamento de Ciencias Sociales DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES SECRETARÍA DE INVESTIGACIONES DIVISIÓN INVESTIGACIÓN, POSGRADO Y TRANSFERENCIA FORMULARIO PARA LA PRESENTACIÓN DE PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN 1. IDENTIFICACIÓN DEL PROYECTO(*): 1.1. Título del Proyecto: Implicancias geográficas de la explotación de recursos naturales en la Argentina, 1990-2009. Una perspectiva crítica. Segunda Etapa. 1.2. Director/es: Apellido y Fecha de Título máx. Cargo Dedic. Categ. de Nombre Nac. obtenido e Docente Docente Inves. Asociado Ordinario Exclusiva 1 Simple 3 Institución Morina, Jorge Osvaldo (Director) 2 de agosto de 1954 Gejo, Omar 13 de Horacio abril de (Co-director) 1959 1.3. Integrantes: 1.3.1. UNLu: Apellido y Nombre Fecha de Nac. Fernández, 10 de Susana B. julio de 1949 Profesor y Licenciado en Geografía (FFyL-UBA) Profesor en Geografía (FFyL-UBA) Título máx. obtenido e Institución Asociado Ordinario Cargo Docente Licenciada Adjunto en Ordinario Dedic. Docente SE Categ. de Inves. 4 Si posee Beca: Instit. otorgante ------------- Geografía (UNLu) NOTA: - Completar el ítem 1 y desarrollar en hojas anexas los ítems 2 a 7 siguiendo el orden indicado. -La presentación del proyecto deberá efectuarse en original y dos copias, encarpetadas por separado y en formato digital. 1 Departamento de Ciencias Sociales Gómez María E. 30 de Licenciada enero de en 1964 Geografía JTP Ordinario E 4 ------------ ---------- ------------ Simple ---------- ------------ Simple ---------- ----------- Simple 1 ----------- (UNLu) Fratini Susana Licenciada en Geografía (UNLu) 18 de Especialista noviembre en de 1961 Teledetección (UNLu) JTP Ordinario Estrella Melisa B. 2 de mayo de 1986 Ayudante de 1ª Ordinario Buzai, Gustavo Daniel 13 de marzo de 1964 Cacace Graciela 8 de enero de 1962 Licenciada en Geografía (UNLu) Doctor en Geografía (UNCuyo) Ayudante de 1ª Ordinario Adjunto Ordinario Simple 1.3.2. Externos: Apellido y Fecha de Título Cargo Dedic. Categ. de Nombre Nac. máximo Docente Docente Inves. Institución obtenido e Institución Liberali, Ana María 22 de noviembre de 1952 Berardi, Ana Laura 11 de junio de 1978 Licenciada en Geografía (FFyL-UBA) Licenciada en Geografía (UNMDP) Titular Ordinaria Ayudante de 1ª Ordinario Simple 2 Simple 5 Universidad Nacional de Mar del Plata Universidad Nacional de Mar del Plata Alumnos y Graduados: 2 Departamento de Ciencias Sociales Alumnos Graduados Apellido y Fecha Carrera e Institución a la Título máx. Si posee Beca: Nombre de cual pertenece obtenido e Instit. otorgante Nac. Miseta, Cecilia 7 de marzo de 1970 Dubravka, 9 de Mariela P. setiembre de 1977 Mónaco, 21 de Carolina julio de 1973 Orcellet, 31 de Mariela mayo de 1985 Benito, María 5 de Angela junio de 1946 Leclerc, 28 de Mónica octubre de 1960 González 19 de Mesples, marzo Pablo de 1966 Institución ----------------------- Licenciada en Geografía (UNLu) ----------------------- Licenciada en Geografía (UNLu) Licenciatura en Geografía—UNLu Licenciatura en Geografía—UNLu ----------------- ----------------- ---------------Profesora en Geografía (UNLu) ------------------ Licenciada en Geografía (UNLu) ------------------- Licenciada en Geografía (UNLu) ------------------- Licenciado en Geografía (UNLu) ----------------- ----------------- ----------------- ----------------- 1.4.Correo/s electrónico/s :morina@uolsinectis.com.ar 1.5. Fecha de Presentación: 26 de setiembre de 2011 1.6. Programa del Departamento de Ciencias Sociales en el que se encuadra (*): 3 Departamento de Ciencias Sociales Programa de Estudios Geográficos (PROEG) Director del Programa: Dr. Gustavo Daniel Buzai________________________ (*) ( llenar en caso de que corresponda) 1.7. Disciplina principal: Geografía/Geografía Económica y Regional_______ 1.8. Tipo de Actividad de I +D (indique con una cruz): - Investigación Básica X - Investigación Aplicada - Investigación Experimental 1.9 Nro. de Folios: 55 UNIDAD EJECUTORA: Dependencia: Departamento de Ciencias Sociales Domicilio: calle y número: Ruta Nacionas 5 y Constitución Localidad: Luján Pcia.: Buenos Aires C.P.: 6700 Teléfono: 02323-423171(línea rotativa) Tél-Fax: 02323-425795 1.10. Período de realización: 01/01/2012-31/12/2013 1.11. Tiempo estimado de duración total (en meses): 24 por ser el tiempo reglamentado en el Departamento de Ciencias Sociales (de ser necesario se solicitará una prórroga). 1.12. Fecha establecida para la presentación de informes de avance: 21 de febrero de 2013 o la establecida por la SECyT de la UNLu. 1.13. Palabras Clave: reestructuración económica en la Argentina; período 1989-2001; período 2002-2009; problemáticas regionales; convertibilidad; desempleo; devaluación; neoliberalismo; neodesarrollismo; extractivismo; explotación de recursos naturales; exportaciones provinciales; multinacionales; reprimarización; usos del suelo; monoproducción. 4 Departamento de Ciencias Sociales 1.14. Resumen técnico (no deberá exceder las 30 líneas) Partiendo de resultados alcanzados en cinco proyectos anteriores (La reestructuración económica en la Argentina, 1975-2000. Impactos sociales y territoriales -14/S083-; Reestructuración neoliberal y problemáticas regionales en Argentina, 1989-2002. –14/S121-; Geografía del comercio exterior argentino, 1990-2004 –14/S154-; Reestructuración económica y problemáticas regionales en la Argentina, 1991-2007 –Disp. CDD-CS 858/07-; Implicancias geográficas de la explotación de recursos naturales en la Argentina, 1990-2009. Una perspectiva crítica –Disp. CDD-CS 840/09-, ejecutados entre 1999 y 2011, nos proponemos profundizar el estudio del período 1990-2009, siempre contextualizado en los procesos imperantes a escala internacional. Identificados algunos factores clave de las transformaciones impuestas desde 1976, y con mayor énfasis concentrador y transnacional desde 1989, será de interés reconocer sus articulaciones y las consecuencias sociales, económicas y ambientales a escala nacional y provincial. El equipo de investigación presentará esos cuadros de situación, en forma sintética, mediante informes cuali-cuantitativos que serán el contexto para estudios específicos. En esos informes, de acuerdo al marco temporal elegido pensamos en un período “neoliberal” (o ultraliberal) y otro que es llamado “neo-desarrollismo” que, en nuestro país, se manifiesta desde fines de 2002 en adelante. Teniendo en cuenta trabajos previos , tanto de nuestro equipo como de otros investigadores e instituciones, nos planteamos seleccionar áreas que recientemente han sufrido grandes transformaciones derivadas de la explotación de recursos naturales. Como ejemplos (y estudios de casos específicos) mencionamos los hidrocarburos, los metales metalíferos y los suelos sometidos al cultivo de soja transgénica. 2. DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO 2.1. Objetivos Se busca consolidar un equipo integrado por docentesinvestigadores que habitualmente se desempeñan en asignaturas relacionadas con la economía, la sociedad y el territorio, perfeccionando las capacidades grupales e individuales para tareas de docencia, investigación y extensión; - En ese sentido, se quiere integrar al equipo a graduados, tesistas y estudiantes avanzados, orientándolos y capacitándolos para sus trabajos finales u otras participaciones encuadradas en las temáticas del proyecto; -Reconociendo como punto de partida algunos resultados obtenidos en proyectos anteriores (citados en el resumen técnico), nos proponemos 5 Departamento de Ciencias Sociales presentar una breve semblanza cualitativa de las principales reestructuraciones económicas operadas en Argentina desde 1990 hasta la actualidad; En ese contexto, se busca identificar consecuencias socioterritoriales a escala local, provincial, regional y nacional, derivadas, primero del “modelo” concentrador con ejes en la apertura comercial, el nuevo ciclo de endeudamiento externo, la “desregulación” de las actividades económicas y la privatización de empresas estatales proveedoras de bienes y servicios, y después de su sucesor “modelo neo-desarrollista”; - Para ello, se trabajará en el estudio de casos específicos de generación, apropiación y transferencia de excedentes, a través de procesos productivos de alta incidencia en determinados ámbitos territoriales de escala local y/o provincial, dinamizados por reformas ligadas al ingreso de capitales extranjeros para la explotación de recursos naturales y/o por la agudización de la concentración y centralización del capital como tendencias del modo de producción dominante; - Contrastar perfiles exportadores provinciales específicos con indicadores de mercados de trabajo representativos de las jurisdicciones seleccionadas; Identificar y analizar las consecuencias sociales, políticas, económicas y ambientales de esos perfiles productivos y los conflictos entre los beneficiarios y los perjudicados, incluyendo el papel del Estado en diferentes escalas; - Generar cartografía temática complementaria y/o ampliatoria de los estudios o informes correspondientes a distintas escalas espaciales. 2.2. Balance del estado del conocimiento sobre el tema 2.2.1.Introducción En los proyectos de investigación que buena parte de este equipo de trabajo ha ejecutado entre 1999 y 2011 (ya citados en el Resumen Técnico), se elaboraron documentos, publicados e inéditos, que servirán como marco y antecedente al proyecto actual. Entre otros, podemos citar: Morina, 1999; Morina; Velázquez, 1999; Gejo; Morina; Velázquez, 2000; Fernández, 2000; Gómez, 2001; Morina; Velázquez, 2001; Morina, 2002; Morina, 2003; Morina, Velázquez; Gómez Lende, 2004; Gejo y otros, 2004; Gómez Lende; Morina; Velázquez, 2005; Morina; Gejo, 2005; Morina, 2005 a; Morina, 2005 b; Morina; Goldwaser; Gejo, 2005; Gejo; Morina, 2006; Morina, 2006; Fernández; Gómez, 2006; Gómez, 2006; Cacace, 2006; Gejo; Morina, 2007; Cacace; Morina, 2007; Gejo; Berardi, 2007; Gejo; Berardi, 2008; Gómez, 2008; Morina, 2008; Morina; Buzai; Baxendale, 2008; Gejo; Morina, 2009 a; Gejo; Morina, 2009 b; Gejo; Berardi; Liberali, 2009; Morina; Goldwaser, 2009; Berardi, 2009; Cacace; Morina, 2009; Berardi, 2010; Liberali, 2010; Liberali, 2011; Gejo; Lion, 2011; Berardi, 2011; Morina; Cacace, 2011; Gómez, 2011; Miseta, 2011; Estrella, 2011; 6 Departamento de Ciencias Sociales Dubravka, 2011; Cacace; Morina, 2011. Más allá de lo general o particular de estos estudios, entendemos a la República Argentina como una formación económico-social nacional que aparece atrasada y periférica en cuanto a desarrollo económico y social. Es además dependiente, política, económica y socialmente, entendiendo a la dependencia como una integración fuertemente subordinada al modelo eufemísticamente denominado de “interdependencia” entre naciones. La realidad socio-territorial argentina actual, y por lo tanto las realidades regionales, son, en gran medida, producto de la particular forma de acomodamiento de los grupos hegemónicos locales que, a través de distintas etapas históricas, han subalternizado a vastos sectores populares en función de modelos de dominación (sistemas de poder) liderados desde los denominados “países centrales”. El punto de inflexión que reconoce el pasaje del modelo mercadointernista al de apertura esencialmente importadora, concentración económica y exclusión social, vivido en Argentina hacia 1975/76, debe ser contextualizado en la imposición de una redefinición del sistema internacional. Esta, se vincula con la expansión, a diferentes escalas y con intensidades dispares, del “sistema de poder neoliberal”, que contrariamente a su discurso antiestatista, sólo sobrevive merced a un fuerte anclaje en el Estado (Petras; Vieux, 1995). Los retos globales “justificaron” medidas monetarias duras, la regresividad impositiva, la reducción de los servicios sociales, la desregulación y la privatización, con políticas y prácticas represivas y antisindicales. Paralelamente a estas políticas, expresadas en las escalas nacionales, avanzaron las articulaciones orientadas a liberalizar el comercio y la circulación de capitales y servicios a través y a favor de los conglomerados transnacionales (Koc, 1994). La retórica vinculada a la redución del intervencionismo estatal, no alcanza a ocultar el expreso deseo de desmantelar las formas de intervención que el capital concentrado considera “desfavorables”, y las políticas, programas e instituciones públicas que tratan de regular los mercados de factores a nivel nacional, como las leyes de salario mínimo, los sindicatos, los convenios colectivos, las leyes de protección ambiental, el seguro de desempleo, la medicina pública, la gestión de la oferta y las estructuras cooperativas. Características de la “globalización actual” que implican una estrategia (un verdadero proyecto) capitalista en la lucha de clases (Hirsch, 1997). De un interesante trabajo, que analiza la instalación de los regímenes dictatoriales de América Latina en la década de 1970, y el retorno de las instituciones de la democracia formal años después, absolutamente condicionadas y sometidas al ajuste estructural ( que allí se explicita y detalla), extraemos el siguiente pasaje: “El ciclo político neoliberal termina en decadencia política y estancamiento económico. Las características políticas del neoliberalismo –parlamento debilitado, aumento desproporcionado del poder del ejecutivo, el decreto como forma común de la acción del gobierno- preservan de modo eficaz la continuidad de la política 7 Departamento de Ciencias Sociales económica neoliberal al precio de debilitar la capacidad del sistema político para representar y defender los intereses de sus ciudadanos. Así, a medida que los salarios reales disminuyen y el desempleo aumenta como consecuencia de las medidas económicas neoliberales, se bloquean los canales para que se pueda manifestar una oposición política eficaz. Estos hechos, así como la atmósfera omnipresente de corrupción que ha acabado caracterizando el sistema neoliberal, ha dado lugar a violentos estallidos de protesta urbana y rural que han servido para señalar el camino recorrido por la historia de los principios neoliberales en América Latina. El modelo económico contiene la semilla de su propia degradación. El énfasis en el recorte de los presupuestos del Estado socava las perspectivas de desarrollo a largo plazo [...] La política neoliberal tiene una dinámica cíclica que impide la consecución tanto de la estabilidad política como de un crecimiento económico sostenido. Con el tiempo, la herencia institucional que conserva de las dictaduras, así como sus propias tradiciones políticas características y los métodos por los que impone su dominio, minan la estabilidad política. Al mismo tiempo, la continuidad en la aplicación del programa económico –la expansión de la pobreza y la agudización de las desigualdadescontribuye a la desestabilización política y alienta la oposición popular al modelo” (Petras; Vieux, 1995: 75-76). El proceso de concentración continua de la economía global se va agotando. La pelea por los mercados exige medidas extraeconómicas para triunfar: emerge la amenaza de la guerra a nivel mundial. Pero la “guerra contra el terrorismo” que EE.UU. declaró a partir del 11 de setiembre de 2001 es una aventura errática. El capitalismo occidental, sobre todo el norteamericano, procura salvarse a costa del resto del planeta. Bajo este esquema, los acuerdos multilaterales tienden a favorecer los intereses unilaterales de EE.UU. Es el caso de la OMC a partir del encuentro de Qatar y la propuesta del ALCA a escala americana. Tarde o temprano la recesión desembocará en un desplome bursátil global. En Estados Unidos las quiebras empresarias fueron en 2001 tres veces más frecuentes que hacia finales del siglo XX. En esos años iniciales del siglo XXI un reconocido especialista escribió:“En esta situación depresiva, en el Norte las importaciones bajarán en volumen y precio. En consecuencia, los países del Sur perderán toda capacidad para pagar la deuda externa, no les quedará otra opción que hundirse en la miseria extrema o liberarse de esas obligaciones para salvar (lo que queda) de sus mercados internos. Argentina es un caso ejemplar de dicho fenómeno” (Dierckxsens, 2002: 14). De todos modos, existe una especie de consenso amplio –gracias también al derrumbe de la primera experiencia de construcción de una alternativa socialista- sobre la idea de que el capitalismo representaría un horizonte insuperable. Pero claro, esta interpretación deja de lado una serie de características nuevas que expresan lo que se ha definido como la “senilidad” del sistema capitalista (Beinstein, 1999; Amín, 2002). Por cierto, cuando se nos presentan algunos discursos dominantes referidos a la nueva 8 Departamento de Ciencias Sociales organización del trabajo (la llamada “sociedad en red”), o también a las transformaciones en la propiedad del capital (“modo de acumulación patrimonial”, o de modo más vulgar “capitalismo popular”), o cuando se menciona a la ciencia convertida en “factor fundamental de producción”, estamos en presencia de “ilusiones tecnicistas”. Por supuesto, esas ilusiones se repiten a lo largo de la historia, porque la ideología del sistema siempre ha tenido necesidad de ellas para evadir la verdadera cuestión: ¿ quién controla el uso de la tecnología? ¿quién controla los conocimientos necesarios para la producción? En su expansión mundial, el capitalismo ha construido, reproducido y profundizado sin cesar, una asimetría entre sus centros de conquista y las periferias dominadas. Es por eso que podemos coincidir en definir al capitalismo como un sistema imperialista natural, representando el imperialismo la “fase permanente” del capitalismo (Amín, 2002). En el contraste expresado a través de las asimetrías crecientes, es interesante notar la contradicción principal del capitalismo, entendido como sistema geográfico mundial. Tal contradicción se manifiesta también en términos ideológicos y políticos, a través del contraste entre el discurso universalista del capital y la realidad de lo que produce su expansión, es decir, la creciente desigualdad entre los pueblos de la Tierra. Todo parece indicar que el capítulo de la expansión constructiva (recordando el concepto “destrucción creadora” utilizado por Schumpeter) se ha cerrado de manera definitiva. El actual flujo de ganancias y de transferencias de capital “de Sur a Norte” supera con amplitud, y no sólo en términos cuantitativos, el reducido flujo de nuevas exportaciones de capital en sentido contrario. Este desequilibrio no es coyuntural, como pretende la prédica liberal, y se traduce en un vuelco en las relaciones entre la dimensión constructiva y la destructiva, ambas inherentes al capitalismo. Hoy, cada expansión –incluso marginal- del capital en las periferias implica destrucciones de alcance inimaginable. Por ejemplo, la apertura de la agricultura a la expansión del capital, marginal en términos de oportunidades potenciales para la inversión (y en términos de creación de puestos de trabajo modernos, de alta productividad), vuelve a poner en discusión la supervivencia del género humano. Otro ejemplo se puede apreciar en la explotación de los recursos energéticos. Uno de los incentivos más poderosos que la inversión extranjera (IE) pide, y los regímenes influenciables ofrecen, es el de la privatización de los hidrocarburos. Una vez “atracados” los activos nacionales estratégicos, la IE se asegura, a través de gobernantes sumisos o cómplices, con muy buenos resultados, el control de los campos más lucrativos de petróleo y gas (Petras, 2005). Para no extendernos en este apartado, decimos que entre otras obras a considerar para el análisis del contexto internacional en que se producen los cambios en nuestro país, además de algunas ya citadas, deberemos recurrir a marcos teóricos y desarrollos empíricos como 9 Departamento de Ciencias Sociales los que pueden hallarse en: Palloix, 1975; Harvey, 2004; Toussaint, 2004; Ceceña; Sader, 2002; Calloni; Ducrot, 2004; Gavaldá, 2004; Petras; Veltmeyer, 2004; Dos Santos, 1998; Dos Santos, 2004; Gunder Frank, 2004; Beinstein, 2007; Jalife-Rahme, 2007; Chesnais, 2007. Varios de estos autores anuncian y caracterizan desde hace años la denominada “crisis económica y financiera global”, de predominante epicentro en EEUU y otras naciones desarrolladas, que al hacer eclosión a fines de 2007 y durante 2008, fue imposible ocultar desde entonces. Ya en plena segunda década del siglo XXI, entendemos que la crisis económica y financiera que está en curso es parte de tres grandes crisis en las que convergen numerosos procesos. Será larga, porque su sustrato es una sobreacumulación de capacidades de producción. Asume la forma de una importante superproducción localizada en sectores y países determinados, pero su marco es la economía mundializada. La sobreacumulación de las capacidades de producción está acompañada por una inmensa acumulación de capital ficticio, de derechos a percibir partes de valor, plusvalor y de “productos financieros derivados”. La crisis comenzó en la esfera financiera y en este sentido es la crisis del régimen de acumulación de preeminencia financiera o financiarizado montado a fines de la década del 80. Marca también el fin del período de hegemonía mundial no compartida de Estados Unidos iniciado en los años 80 y especialmente desde 1992 (Chesnais, 2010). Todos los recursos han sido utilizados (y seguirán siendo utilizados) por el gobierno estadounidense tratando de asegurar la perennidad tanto de la hegemonía estadounidense como de la dominación de Wall Street, de los bancos y los fondos de colocación financiera. La incipiente recuperación de comienzos de 2010 fue sólo un momento, muy breve, de un proceso de crisis económica que se prolongará durante muchos años. El largo desarrollo de la crisis económica y financiera se dará en un contexto histórico en el cual será un aspecto de una crisis mucho mayor, una crisis de civilización. Los trabajadores, los explotados y los dominados pagan ya los costos y lo seguirán haciendo cada vez más. De manera inmediata, se enfrentan al conjunto de medidas dispuestas por gobiernos y empresas con el objetivo no sólo de hacer caer el peso de la crisis sobre ellos, sino de utilizar el cambio en la relación de fuerzas favorable al capital que se deriva del aumento del desempleo, para agravar aún más las condiciones de explotación. En un horizonte temporal más amplio, los explotados y dominados deberán enfrentarse con la interpenetración (de la que vemos las primeras expresiones en África y Asia) entre la crisis económica mundial, la crisis alimentaria que golpea a poblaciones muy vulnerables y los impactos sociales de la crisis de cambio climático, entendida como crisis de las condiciones de la reproducción social en relación a los ecosistemas planetarios y la degradación de la biosfera (Amín, 2010; Chesnais, 2010). 10 Departamento de Ciencias Sociales 2.2.2. Acerca de la reestructuración a escala nacional En los proyectos anteriores, ya citados, nos ocupamos de las características asumidas por la articulación de Argentina al sistema económico mundial desde la década de 1970. Asimismo, avanzamos en los impactos sociales y territoriales del proyecto de país impuesto desde 1976 y sostenido luego, desde diciembre de 1983. Tuvimos oportunidad de avanzar, con carácter exploratorio, en las transformaciones orientadas a una mayor concentración y transnacionalización, ejecutadas desde 1989, indagando también sobre algunas consecuencias sociales y ambientales analizadas a escala local y provincial (Morina; Velázquez, 1999, op. cit.; Morina, 2000; Fernández, 2000, op. cit.; Gómez, 2001, op. cit.; Morina, 2002, op. cit.; Morina, 2003, op. cit.; Gómez Lende; Morina; Velázquez, 2005, op. cit.; Fernández; Gómez, 2006, op. cit.; Cacace, 2006, op. cit.; Gómez, 2006, op. cit.; Cacace; Morina, 2008; Morina; Goldwaser, 2009, op.cit.; Berardi, 2009, op. cit.; Cacace; Morina, 2009, op. cit.; Berardi, 2010, op. cit.; Liberali, 2010, op. cit.; Miseta, 2011, op. cit.; Estrella, 2011 op. cit.; Dubravka, 2011 op. cit.). Para el estudio de las transformaciones políticas, económicas y sociales operadas en nuestro país en los últimos treinta años, sin dejar de reconocer la importancia de otras obras, nuestro equipo de investigación tiene especialmente en cuenta aportes de trabajos generales que dedican capítulos al estudio de la etapa, y de textos específicos que detallan el funcionamiento del nuevo régimen de acumulación. Nos referimos por ejemplo a Rofman; Romero, 1997; Rapoport, 2000, por un lado; a Schvarzer, 1998; Nochteff, 1998; Lozano, 1999; Lozano, 2000; Basualdo, 2000; Basualdo, 2001; Basualdo y otros, 2002, para el estudio del transformismo argentino durante la valorización financiera, que aparece atenuada en los años recientes, aunque con una concentración de los negocios en una cantidad de bancos menor que en 2001. En lo que hace a la Argentina desde la caída de la convertibilidad hasta el presente, para mencionar unos pocos trabajos, utilizaremos los aportes de Katz, 2002; Lucita, 2005; Katz, 2007; Salama, 2007; Morina, 2008; Katz, 2011. Si se trata de abordajes que consideramos de suma utilidad para quienes somos geógrafos, por sus propuestas metodológicas y la aplicación de estas al estudio de las consecuencias socioterritoriales de los proyectos de país vigentes en los últimos años, no podemos dejar de citar estos trabajos: Rofman, 1999; Rofman, 2000; Mayo, 1995; Manzanal, 1999; Manzanal, 2000; Salvia; Panaia, 1997; Salvia, 1999; Velázquez, 2001; de Jong, 2001; Lozano, 2005; Velázquez; Gómez Lende, 2005; Liberali; Sánchez Crispín, 2005; Velázquez, 2008. Existen, claro está, innumerables artículos que no citaremos aquí. Entendemos que desde la Geografía se pueden realizar importantes contribuciones y, en ese sentido, pensamos desarrollar nuestro esfuerzo. 11 Departamento de Ciencias Sociales Pasamos a reseñar sintéticamente algunas claves de la reestructuración iniciada en la última dictadura, consolidada desde su finalización, y agravada desde 1989 hasta nuestros días. En los párrafos siguientes, teniendo en cuenta el marco temporal indicado para el proyecto, nos dedicamos sobre todo a la década de 1990 y a los años que van desde la enorme devaluación posterior a la convertibilidad hasta tiempos recientes. La reestructuración abierta por la dictadura produjo un viraje económico muy profundo: en un marco de apertura comercial y financiera externa, Argentina pasó de un esquema centrado en la industrialización con destino dominante hacia el mercado interno de demanda masiva, hacia otro que en un contexto de creciente endeudamiento y fuerte desestructuración productiva, privilegió la valorización financiera del capital y la transferencia de recursos al exterior. Aunque en realidad funcionen estrechamente articuladas e imbricadas, veamos por separado esas claves explicativas: a) Endeudamiento externo: la deuda externa es el factor central en torno al cual se articula la reestructuración de la economía argentina de las últimas décadas. La combinación del flujo de fondos externos con la valorización financiera a nivel local, hizo posible que un grupo reducido de grupos económicos locales y extranjeros avanzaran en el control del proceso económico. Este mecanismo, articulado con la operatoria del Sector Público que financió una espectacular fuga de capitales está en la base del proceso de internacionalización que usufructuaron los agentes dominantes. Posteriormente, en el marco del ajuste que caracterizara a la década de 1980, se fue consumando la estatización de la deuda externa privada. Se instalan dos restricciones que todavía nos acompañan. Adquiere carácter estructural el desequilibrio externo de la economía argentina; se transforma en permanente la crisis fiscal, haciendo cargo al Estado, es decir a la sociedad toda, del endeudamiento del capital interno más concentrado. Poco después, luego de las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990, la regularización de pagos externos que supuso el Plan Brady abrió las puertas a un nuevo ciclo de endeudamiento del capital privado. Este proceso, junto al mecanismo de capitalización de la deuda, se objetivó durante las privatizaciones permitiendo que el endeudamiento externo se transforme en rector del remate de los activos públicos desde 1990 en adelante. Asimismo, el proceso de desestructuración que, apertura mediante, se evidenció en el marco del Plan de Convertibilidad, transformó este dispositivo de política económica en un mecanismo dirigido a cancelar deuda vieja contrayendo deuda nueva, aumentando el peso de los pasivos sobre la economía nacional. Para sintetizar en pocas palabras y en pocos números lo ocurrido en nuestro país en materia de deuda externa, podemos decir que, entre el inicio de la dictadura (1976) y el final del 2000, la deuda fue 12 Departamento de Ciencias Sociales multiplicada por 19 mientras Argentina (el sufrido pueblo argentino) reembolsó 25 veces lo que debía en 1976. Esto es que, “luego de pagar 212.280 millones de dólares por amortización más intereses, todavía continuaba debiendo más de 160.000 millones de dólares. Argentina demuestra hasta el extremo el carácter vicioso e infernal del endeudamiento del Tercer Mundo y de la Periferia en general. A causa del pago, y no a pesar de él, el país debía en 2001 cerca de 20 veces lo que debía a principios de la dictadura” (Toussaint, 2004, op. cit.: 290-291). El llamado “blindaje financiero” y luego el “megacanje” de junio de 2001, constituyeron verdaderas asociaciones ilícitas entre acreedores, organismos “multilaterales”, bancos encargados de las negociaciones y altos funcionarios del gobierno nacional, contribuyendo al agravamiento del problema en tiempo presente y futuro. Desde la debacle de la convertibilidad hasta diciembre de 2004, Argentina pagó 11.001 millones de dólares a los organismos internacionales de crédito. Un 12,3 % del presupuesto nacional 2005 se destinó al pago de intereses de la “deuda pública”. Se trató de 9.547,7 millones de pesos nacionales que cuadruplicaron el presupuesto anual destinado a las universidades nacionales, que entonces era de 2.314 millones de pesos. Hacia la mitad de 2005, luego del canje de bonos, la deuda del Gobierno Nacional (una manera de decir) quedó en más de 126.000 millones de dólares. En la primera parte de 2006 se concretó el pago anticipado de la deuda con el FMI. De acuerdo a la cotización de los Derechos Especiales de Giro (DEG), moneda que rige para los préstamos de esa institución, el desembolso superó los 9.500 millones de dólares. El balance de la cancelación de la deuda con el FMI, que en su mayor parte se contrajo en 2001, marca que la Argentina terminó pagando casi 2.400 millones de dólares de intereses y 16.000 millones en vencimientos, por una deuda que 5 años antes era de 14.000 millones. Además, devolvió más capital que el recibido en el préstamo por el aumento en la cotización de los DEG durante el período. De 1, 26 por dólar en diciembre de 2001, subió a más de 1,50, oscilando en 1,43 dólares hacia la fecha de pago. Pese a todo lo anterior, la deuda siguió en unos 124.000 millones de dólares, sin contar los 20.000 millones de los acreedores que no ingresaron en el canje de la deuda con los bonistas. “La finalidad neodesarrollista ha guiado también el canje de la deuda y el pago anticipado al FMI. Ambas medidas incrementaron la autonomía de la clase dominante frente a los acreedores, al permitir a los capitalistas manejar la política cambiaria sin presiones externas. Por esta vía se redujo, además, el control que ejercían los financistas sobre los subsidios estatales a los empresarios del país” (Katz, 2007: 3). Esta finalidad patronal es omitida por aquellos que presentan ambas iniciativas como actos de independencia nacional. Pero claro, se olvidan de aclarar que los beneficiarios han sido los grandes grupos concentrados y no el grueso de la población. Que estas acciones hayan permitido “crecer sin financiación, deuda u ahorro externo” no es tampoco una peculiaridad 13 Departamento de Ciencias Sociales argentina, ya que la misma tendencia se verifica en numerosos países. El des-endeudamiento con el FMI es tan generalizado que este organismo se ha quedado sin clientes y busca prestar dinero por cualquier medio. En 2009 y hasta la actualidad, advertida la fuerte desaceleración del crecimiento de la economía, se continúa apostando a “honrar” la deuda externa y a seguir postergando la interna, para con gran parte del pueblo. De ese modo, la deuda ha disminuido como porcentaje del PBI en los años recientes. b) Reestructuración productiva: los aspectos salientes de este proceso han sido el estancamiento, la desindustrialización, la concentración de la producción y la afirmación de un nuevo perfil productivo. El primero de ellos se refiere a la notoria caída del ingreso promedio de los argentinos; el segundo alude a la menor incidencia del sector industrial sobre el PBI total, a la caída en el número de establecimientos y al descenso en la ocupación sectorial (CNE, 1974, 1984, 1994; Schvarzer, 1996; Sevares, 2002; Calcagno, A., Calcagno, E., 2002). Sobre el tercer aspecto, también de acuerdo a información censal, se constata que las ramas altamente concentradas generaban menos del 45 % en 1974, 51 % en 1984 y 61 % en 1994. La concentración ha continuado en los últimos años. Acerca del nuevo perfil, la década del 80 mostró la creciente importancia de un conjunto de bienes intermedios que conformaban la base principal de los grandes grupos económicos. Durante la década del 90, en términos de composición sectorial, se advierte una mayor participación de la producción de alimentos y la refinación de petróleo. Esto supone el ascenso de las producciones vinculadas a ventajas comparativas naturales. En suma, el entonces nuevo patrón de acumulación otorgaba un papel subordinado a la acumulación industrial, asignando recursos hacia sectores primarios y desarticulando las cadenas de valor preexistentes. Lo descripto explica, en parte, el elevado nivel de desempleo que se registró en Argentina con la aplicación del Plan de Convertibilidad, que fue superado ampliamente en el pico de la crisis social y el marasmo económico que se vivió durante 2002, cuando la gigantesca devaluación constituyó un elemento medular de la política oficial destinada a regenerar la capacidad de acumulación de los capitalistas, como corresponde a un Estado creado históricamente a imagen y semejanza de las clases dominantes. En el segundo semestre de 2002 comienzan a perfilarse claramente nuevas tendencias que, con el correr de los años se tornarían características de aquello que se conoce como un nuevo “modelo” económico. Se trata en realidad de transformaciones en el régimen de acumulación que, en nuestra formación social y económica nacional, expresa la articulación al sistema internacional imperialista desde lazos de dependencia que pueden cambiar su “ropaje” pero se mantienen incólumes. Este patrón de acumulación combina el énfasis industrialista que tuvo la sustitución de importaciones con la fuerte asociación con el capital extranjero del breve experimento desarrollista (1958-1962). 14 Departamento de Ciencias Sociales Pero el esquema que se viene gestando presenta, además, puntos de contacto con el régimen agro-exportador en la centralidad de la actividad agraria y cierto parentesco con el curso neoliberal financiero (1975-2001) en la regresividad social. El “neo-desarrollismo” es un proyecto que comparten todas las clases dominantes. Su comando recae sobre las grandes empresas argentinas que internacionalizaron sus actividades. Se han entrelazado con capitales foráneos, adoptaron un perfil exportador y tienen muchos negocios en el exterior. Pero no priorizan el mercado interno, la acumulación endógena, ni la redistribución de ingresos. Propician un rumbo “industrialista” aceptado por los sectores más poderosos de los agro-negocios y alentado por empresas extranjeras que aseguran su liderazgo en numerosos rubros. El PBI superó el nivel de actividad que precedió a la crisis y el auge continuó en 2007. Esta dinámica ha sido estimulada por el alza de los precios de los productos básicos que exporta el país y obedece también a la magnitud de la depresión previa, que desvalorizó masivamente el capital y la fuerza de trabajo, creando condiciones para un rebote de la producción (Katz, 2007, op. cit.). La brusca desaceleración del crecimiento económico que se verifica en 2008 y 2009, en el contexto de la “crisis internacional”, aunque exige modificaciones, no tuerce aún la orientación general del esquema (“modelo”) que venimos caracterizando. El nivel de concentración económica actual es capaz de hacer palidecer a los objetivos en ese sentido que se trazara el propio plan encabezado por Martínez de Hoz al inicio de la última dictadura. Una compañía produce el 99 % de la chapa laminada en frío y 84 % de la laminada en caliente; tres empresas concentran el 96 % de la producción de cemento; una empresa comercializa el 77 % de los fertilizantes; otra vende el 79 % de los agroquímicos. En alimentos la gravedad de la cuestión no es menor: dos empresas venden el 70 % de la leche fluida, chocolatada y yogures; otras dos, el 77 % de las galletitas saladas y el 73 % de las dulces; dos compañías concentran el 81 % en cervezas. La concentración también es grande en energía, petroquímica, telecomunicaciones, supermercados, etc. (Navarro, 2007). El viraje manufacturero actual ya no cubre las carencias industriales de los años treinta, sino que surge luego de un largo proceso de regresión fabril que desarticuló la estructura productiva. Este resurgimiento es resultado directo de la devaluación, el abaratamiento de la fuerza de trabajo y la capacidad ociosa precedente y no conduce a reconstruir el viejo tejido industrial centrado en el mercado interno. En 2003 la producción industrial creció un 17 %, luego de acumular una caída del 30 % entre 1998 y 2002. La utilización de la capacidad instalada se ubicó en un 65 %, cuando en 2002 había sido de 56 %. Como la producción del sector subió más que la ocupación, la productividad creció un 11 % en 2003. El aumento de precios resultante de la devaluación provocó una fuerte caída en los ingresos reales de los asalariados y, más aún, en los costos 15 Departamento de Ciencias Sociales salariales de los empresarios. En 2002 el salario medio industrial cayó un 19 %; los costos salariales bajaron 36 % (Schoor, 2004). Producto de lo anterior se observó un marcado incremento de la rentabilidad empresaria. En 2003, el excedente captado por los industriales (sobre todo por las fracciones más concentradas que lideran la expansión reciente) creció “apenas” 9 %. Luego de haber aumentado casi el 60 % en 2002 (Schoor, op. cit.). Ciertamente, la contribución del sector a la resolución de los problemas más acuciantes del país (desocupación e inequidad distributiva) ha resultado mínima por ahora. La revitalización industrial es auspiciada por el gobierno nacional a través de subsidios a las empresas. Para financiar promociones, desgravaciones y rebajas de cargas patronales, el fisco autorizó exenciones por $ 14.892 millones en 2007, es decir el 10 % de la recaudación. Esto superó en 12 % el auxilio concedido en el presupuesto anterior. Este “modelo” tiene un basamento estratégico en el sector agrario, pero la época dorada de Argentina en el comercio mundial ha concluido hace tiempo, y las ventajas naturales de la Pampa Húmeda ya no le otorgan al país un lugar privilegiado en la división internacional del trabajo. A diferencia de la industria, el producto bruto de este sector viene creciendo sin interrupciones en los últimos 17 años a una tasa del 6%, sin frenos significativos. La devaluación de 2002 incentivó este avance al generar una rentabilidad que bordea los máximos históricos (Giarracca, N.; Teubal, M., 2005; Rodríguez, 2006). Ese impulso consolida un esquema apoyado en la preeminencia de la soja (transgénica en más del 98 %), la destrucción de cultivos regionales, el cierre de tambos, el desplazamiento de campesinos y pequeños productores y la fuerte concentración en la tenencia de la tierra (Pengue, 2005; Pengue, 2006; Teubal, 2006). Se estimula el monocultivo y se alienta la expulsión de trabajadores rurales. También es afectada la ganadería que mantiene un plantel similar al de hace 50 años. Cuando repunta la demanda local o extranjera se encarece la carne. Las decisiones políticas tomadas en la década de 1990 para favorecer la expansión de la agricultura industrial transgénica, liderada por multinacionales como Monsanto, Syngenta, Cargill, Novartis, etc., se profundizaron en la década siguiente, agregándose el avance de los agrocombustibles. Las graves consecuencias en materia de daños ambientales, pérdida de soberanía alimentaria, pérdida de seguridad alimentaria, crecientes efectos negativos en la salud de la población que se traducen en enfermedades y muertes, son cuestiones que no pueden ignorarse desde la Geografía, la Economía, la Antropología, la Medicina, la Biología, la Agronomía, ni desde ciencia alguna, de acuerdo a los trabajos de distintos investigadores (Pengue, 2008; Robin, 2008; Kaczewer, 2009; Rulli, 2009; Morello; Rodríguez, 2009; Bravo; Centurión Mereles; et al, 2010; Lapolla, 2010). 16 Departamento de Ciencias Sociales A pesar de las elevadas ganancias del sector, los ruralistas han retomado su periódica beligerancia contra el gobierno de turno, dado que siempre se han considerado propietarios del total de la renta agraria, identificando a las retenciones como una inaceptable interferencia impositiva del Estado sobre sus beneficios. No es necesario extenderse aquí en la descripción y explicación de la alta conflictividad que se ha vivido en 2008, y en parte de 2009, especialmente a partir del intento gubernamental de imponer retenciones móviles. La persistencia de precios altos a nivel internacional, la demanda sostenida de los productos del complejo oleaginoso-sojero, el tipo de cambio, acuerdos gubernamentales con poderosos agentes de la producción, acopio y exportación, posibilitaron la continuidad en el proceso de acumulación de enormes ganancias y la dilución temporaria de los enfrentamientos. Recientemente (setiembre de 2011) el gobierno nacional comunicó el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020 (PEA). En el documento se fijan objetivos ambiciosos en materia de incrementos de producción de bienes agropecuarios y sus derivados, ligados también al consumo interno, pero sobre todo a la profundización de inserciones exportadoras. “Por cierto, convertir un modelo sojero en otro que genere arraigo, inclusión y desarrollo local, que asegure la soberanía alimentaria y la preservación del medio ambiente en lugar de permitir que el libre juego de los mercados internacionales determinen qué y para quién se va a producir, requiere de políticas que, inevitablemente, provocan disputas de intereses” (Dellatorre, 2011: 10). Un año antes, haciendo referencia a los esbozos del PEA 2020, una destacada investigadora expresaba que para construir ese Plan desde pensamientos nacionales y populares, o dicho de otro modo, desde opciones “decoloniales”, es necesario “desactivar los discursos que respaldan los modelos neoliberales agrícolas. No se lo puede construir sosteniendo como política el modelo sojero, paradigma del agronegocio. No se puede generar sin tocar las corporaciones económicas y los actores hegemónicos exportadores, que cumplen con los mandatos de la geopolítica internacional en materia de recursos naturales, o a los monopolios de la semilla y a los capitales financieros al servicio de los pools de siembra...” (Giarracca, 2010: 4). Si a las caracterizaciones de los párrafos previos le sumamos el papel de perfiles productivos netamente exportadores y muy poco generadores de empleo, como es el caso de la gran minería metalífera, o la consolidación del esquema de gestión privada de los hidrocarburos, no será difícil imaginar los problemas que se avecinan. Nos referimos a problemas que ya son y seguirán siendo padecidos por gran parte de nuestra población, y no por empresarios nacionales y extranjeros que sobre esta base económica acumulan rentas de privilegio con pleno apoyo de la superestructura jurídica, política e ideológica. 17 Departamento de Ciencias Sociales No es un secreto que los marcos normativos generados desde 1989 (bastante antes de la privatización de YPF) para la explotación de hidrocarburos se siguen sosteniendo a rajatabla hasta nuestros días (Bernal, 2006). De ese modo, las grandes petroleras siguen cumpliendo sus objetivos de extraer mucho, explorar poco y nada y exportar todo lo posible. Sin embargo, el Parlamento Nacional se permitió sancionar, en 2006, una Ley (enviada por el PEN) que otorga subsidios por 15 años a esas mismas compañías. Otro tanto ocurre con la legislación minera, tan a medida de las multinacionales que casi hay que pagarles para que continúen con el saqueo de los recursos naturales. A tanto llegan las increíbles deducciones previas al pago de las magras regalías, las exenciones impositivas, la posibilidad de girar al exterior el 100 % de las divisas embolsadas por exportaciones, en un marco de “seguridad jurídica” por 30 años (Nieva, 2005; Gutman, 2007; Berardi, 2008; Gómez Lende; Velázquez, 2008; Svampa; Antonelli, 2009; Rodríguez Pardo, 2009). El “cofre bien sellado” que mencionaba J. V. González al comenzar el siglo XX ya está bien abierto en el siglo XXI. Por tratarse de una presentación, cerramos este apartado recordando la interpretación de un destacado investigador extranjero que, analizando el devenir de los años transcurridos en la Argentina entre 2003 y 2007, consideró que se trató de un caso de “crecimiento tan intenso como excluyente” (Salama, op. cit.). c) Distribución del ingreso: en el contexto presentado en los puntos anteriores, se operó una brutal caída de la participación de los sectores populares en el ingreso nacional. Los cambios en la situación del empleo y en la evolución salarial actúan como factores explicativos. Señalan también la pérdida de relevancia que la demanda interna asociada al consumo asalariado tiene en el nuevo ciclo de acumulación. Las características a destacar son: i) Incremento de la Población Económicamente Activa con índices que superan los correspondientes a la incorporación normalmente derivada del crecimiento vegetativo de la población, reflejando el impacto de la distribución sobre el ingreso de los hogares. Al descender, aumenta la cantidad de miembros que sale a buscar empleo; ii) Incapacidad de la economía argentina para generar empleo pleno. El porcentaje de la PEA que buscaba empleo era de 9,1 % en 1974; en 1996 alcanzó el 41,3 %. Esto refleja que una elevada proporción de trabajadores, aún teniendo empleo, buscaba otra ocupación o un empleo mejor, señalando la precariedad que en materia de ingresos y condiciones laborales exhibía una parte significativa del empleo en los años noventa. El deterioro ocupacional fue acompañado e indujo la caída salarial. Ambos fenómenos explican la evolución de la distribución funcional del ingreso. En la más moderada de las estimaciones, los asalariados percibían en 1975 el 43 % del total de los ingresos generados. Al terminar el siglo XX esa participación no superaba el 20 %. Dicha modificación implica una compulsiva transferencia de ingresos desde 18 Departamento de Ciencias Sociales los asalariados hacia los no asalariados y en particular hacia la cúpula empresarial más concentrada. Esa transferencia alcanzó U$S 52.000 millones entre 1976-1980 y otros U$S 80.000 millones entre 1980-1989. Dudas metodológicas acerca de los datos del PBI durante los años noventa, obligan a ser prudentes en la consideración del período. De todos modos, los asalariados ingresaron a esa década luego de transferir unos U$S 132.000 millones. Entendemos que en la última década del siglo XX el proceso se ha profundizado fundamentalmente por la caída del empleo. Con respecto a la distribución personal del ingreso, los estudios específicos y los datos oficiales evidencian también una tendencia muy regresiva. A manera de ejemplo, digamos que el 10 % de menores ingresos cayó del 4,4 % en 1974 a 1,5 % un cuarto de siglo después; en el otro extremo, el 10 % de mayores ingresos pasó del 23,6 al 36,7 %. Pero si observamos el total de los deciles y su agrupamiento en tres estratos de perceptores, veremos que los cuatro primeros deciles (estrato bajo) y los cuatro siguientes (estrato medio) pierden participación, en mayor o menor medida. El decil IX resiste el embate, mientras el decil X se queda con la transferencia, pues tiene entre sus integrantes a quienes la deciden, planifican y ejecutan, desde la imposición del terrorismo de Estado hasta estos días. De hecho, en 2008 el 10 % de menores ingresos había caído al 1,2 % y el 10 % de mayores ingresos alcanzó el 41 %. La política social regresiva que continúa en los años que lleva el siglo XXI constituye uno de los puntos de mayor continuidad entre el rumbo actual y su precedente neoliberal-financiero. Ningún indicador social se recupera a los niveles del PBI, contrastando los datos de 1998 (“comienzo” de la crisis recesiva) con los de hoy. Cuando se habla de “recuperación de los salarios” frente al desmoronamiento de la depresión, se comparan situaciones radicalmente opuestas, olvidando que los salarios del auge y la recesión son siempre divergentes. Lo más aconsejable es contrastar períodos similares de reactivación y computar, además, tanto los avances de la productividad como el repunte de los beneficios. De ese modo salta a la vista el abismo que separa el incremento de los salarios con el de las rentabilidades empresarias. En 2005, los beneficios de las 500 principales empresas del país duplicaron los obtenidos en 2003. Las cifras de la productividad son más elocuentes, alcanzando hacia 2007 el máximo de los últimos 15 años. Actualmente se fabrican más productos con menos trabajadores, porque los costos han caído entre un 16 % y 30 % con respecto a los de 2001. El propio modelo bloquea la transferencia de estas mejoras hacia los salarios, todavía un 20 % por debajo del nivel anterior al inicio de la crisis. La política económica dificulta la recuperación de los sueldos imponiendo techos a la recomposición. Mejora muy poco los salarios estatales y pacta con la burocracia sindical los límites de las negociaciones colectivas. La manipulación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se relaciona directamente con el objetivo 19 Departamento de Ciencias Sociales gubernamental de impedir que la rentabilidad capitalista sea amenazada por las demandas de los trabajadores, mientras se reingresa a la “normalidad”. El desahogo que había creado la devaluación ha quedado atrás y los empresarios afrontan la clásica puja competitiva por la reducción de costos. Vale acotar que mantener un IPC falaz, contribuye también, parcialmente, a definir las líneas de pobreza e indigencia. Así, en algunos gráficos y cuadros, los hogares y personas pobres o pobres e indigentes se reducen en forma más sencilla que en la vida real. Tal vez sea por eso que muchas de esas personas no logran enterarse de su cambio favorable de situación. Por otra parte, el IPC ayuda a que los ahorros del Estado al pagar bonos indexados por el CER no sean una cuestión menor. El esquema salarial regresivo afecta más duramente a los trabajadores informales. El empleo en negro no es algo marginal. Está muy difundido en ramas de alta rentabilidad (como el agro y la construcción), incluyendo también al sector público. Esta segmentación, tendencia del capitalismo contemporáneo, disuade el aumento de salarios. La reactivación no ha reducido la polarización gestada en la década anterior. Si en 1992 el ingreso de los precarizados rondaba el 72 % de los formales, en el año 2006 sólo cubría un 37 % de esa suma. Si bien la pobreza se ha reducido estadísticamente desde un 40,2 % en 2005 hasta un 30 % aproximadamente en el primer trimestre de 2007, luego de 4 años de alto crecimiento no se llegaba al 24 % que promedió la década del noventa. Mucho más identificada con el desempleo durante la depresión de 1998-2002, la pobreza actual es un tormento característico de los asalariados informales y puede perdurar un largo tiempo. Retomando la cuestión de la distribución personal del ingreso acotamos que la brecha entre el 10 % más acaudalado y el 10 % más empobrecido está atravesado por una compleja discusión técnica, pero los datos oficiales (y los no oficiales) de 2007, 2008 y 2009, reconocen que los primeros superan 30 veces los ingresos de los últimos. En el esquema actual la polarización social sigue siendo un rasgo sobresaliente y los jubilados encabezan el ranking de los afectados por ella. Al otorgar moratorias para asegurar pensiones a 8 de cada 10 adultos mayores, se pretende encubrir con asistencialismo la degradación de las jubilaciones. El 70 % de los retirados cobra un haber equivalente al 42,5 % del salario medio. Muy lejos del 82 % móvil que corresponde constitucionalmente. El sistema de actualización de haberes jubilatorios en marzo y setiembre de cada año, aprobado en el Parlamento Nacional en 2008, se aplica sobre percepciones muy atrasadas y en base a índices inferiores a la inflación real. Sin embargo, el gobierno nacional insiste en llamar “Ley de Movilidad” a esa normativa. d) Redefinición del Estado: a partir de la dictadura, y sin demasiadas modificaciones durante la etapa de las instituciones de 20 Departamento de Ciencias Sociales la democracia formal, los ingresos fiscales se concentraron (vía creciente participación de los impuestos sobre el consumo y pérdida de relevancia de los tributos sobre el capital) sobre la masa salarial, mientras que los gastos y transferencias tendieron a beneficiar y subsidiar el ciclo de acumulación del capital interno más concentrado. El bloque de poder económico local y los acreedores externos lograron, de este modo, privatizar en la práctica el funcionamiento del Sector Público argentino. Esos capitales fueron beneficiados por el Estado mediante el pago de los intereses de la deuda externa, el proceso de endeudamiento interno del Sector Público, transferencias al sector financiero, el otorgamiento de créditos y avales y la compra de bienes y servicios. Acompañando esa monumental transferencia desde los sectores populares al capital más concentrado, se registra un desmantelamiento del Estado en cuanto a capacidad de gestión, organización administrativa y capacidad regulatoria. Después de 1987, con ingresos decrecientes, que caen en sintonía con la masa salarial, no se puede garantizar la expansión de los grupos dominantes. Esto es, el Estado no puede pagar los intereses de la deuda externa, los subsidios al sistema financiero, la deuda interna, la promoción industrial y las sobreganancias de sus proveedores. Se allana, quiebra fiscal de 1989 mediante, el camino a las privatizaciones, clave de una nueva etapa que implicó transferir activos equivalentes al 8 % del PBI, consagrando una mayor concentración y trasladando a un conjunto reducido de capitales privados la definición de los precios relativos de la economía argentina. Así, en la última década del siglo XX y hasta el año 2002, se reafirma la regresividad en el patrón impositivo, con una presión tributaria de las más injustas a nivel internacional, dada la baja participación de los impuestos a las ganancias, patrimonio, etc., mientras se consolida una mayor concentración vía privatizaciones y pérdida de relevancia del gasto social, convirtiendo al Sector Público en coto de caza de los grupos dominantes. Desde 2003, como ha ocurrido siempre con los proyectos de reforma impositiva, los planteos “progresistas” formulados desde el llano quedaron licuados con el ejercicio del gobierno. Aunque lejos de los porcentajes del PBI propios de los países avanzados (30-45 %), en Argentina se pasó del 16,1 % en 2002 al 23,2 % en 2006. Las retenciones a las exportaciones del agro y los hidrocarburos se suman al constante crecimiento de lo obtenido por el IVA para ir batiendo marcas de recaudación. Pero nadie habla de repartir esta mejora, en un país donde los asalariados aportan el 50 % de la recaudación y reciben sólo el 25 % de la riqueza generada (Katz, 2007, op. cit.). Mientras proseguían las escandalosas exenciones impositivas a la actividad financiera, que le restaron $ 5.500 millones al presupuesto 2007, un trabajador que entonces cobraba $ 3.500 mensuales debía tributar ganancias. Al terminar la década pasada un trabajador que percibía (remuneración por el trabajo realizado) 11 ½ veces el salario mínimo, estaba exento de esa tasa. En 2007 debían pagar todos los asalariados que cobraban 3 ½ veces 21 Departamento de Ciencias Sociales el salario mínimo. Cuatro años más cambiado demasiado, lamentablemente. tarde esta situación no ha Han sido tiempos de superávit fiscal y récord de reservas en el Banco Central. El Estado atesoró fondos, pero su finalidad fue y sigue siendo afrontar eventuales tormentas financieras, como lo hacen todas las economías capitalistas en resguardo del sistema. Los permanentes subsidios a los capitalistas también nos advierten sobre el destino de una parte de la recaudación. Son tiempos también de modernización de la miseria. El esquema en curso permite acceder al celular pero no a las cloacas, especialmente en el norte del país, donde más de un tercio de la población carece de inodoro o desagüe. A manera de resumen e interacción de las claves presentadas vale decir que los veinticinco años (1976-2001) de la etapa neoliberal han concluido. Pero lo hicieron dejando una profunda marca en la sociedad argentina: (a) un dominio determinante del gran capital transnacional; (b) la consolidación de la posición periférica del ciclo del capital local en el ciclo del capital global basada en la preeminencia de la estrategia del saqueo de las riquezas naturales y (c) la precarización y superexplotación estructural de la fuerza de trabajo. Estos elementos dan cuenta de la continuidad y consolidación del ciclo de la dependencia. De todas formas, la conformación de una nueva hegemonía social no puede ocultar el nacimiento a través del neoliberalismo de nuevas fuerzas sociales del pueblo trabajador que aparecen en esta nueva etapa como las principales novedades. En efecto, la formación de una segunda central sindical y el florecimiento de nuevas comisiones internas clasistas, el nacimiento de los “nuevos movimientos sociales” (de derechos humanos, de género, asambleas populares, en el movimiento estudiantil, etc.), el ciclo de recuperación de empresas y el desarrollo de un conjunto de movimientos de base territorial (nacidos en los movimientos de trabajadores desocupados) han conformado un nuevo sujeto social. Este sujeto social –el pueblo trabajador– ha impuesto a los sectores dominantes, sobre todo luego de la crisis de la convertibilidad, la necesidad de una nueva forma de encauzar la contradicción entre las necesidades de acumulación de capital y las necesidades de legitimación. En definitiva, es la combinación de la trascendencia histórica del neoliberalismo y el surgimiento de su superación dialéctica lo que nos permite dar cuenta de las novedades de la etapa actual (Féliz; López, 2010). La dinámica de la acumulación exitosa en Argentina a partir de 2002 plantea una serie de restricciones. Ellas implican una combinación de contradicciones, barreras y límites que se articulan como los principales problemas de la etapa. El límite más importante que enfrenta el desarrollo capitalista en Argentina es la consolidación de un patrón de acumulación de carácter dependiente y periférico 22 Departamento de Ciencias Sociales basado en el saqueo de las riquezas naturales (extractivismo) en el marco de una economía transnacionalizada. Esta situación conforma un obstáculo significativo a las posibilidades de avanzar en un proyecto de cambio social pues supone la conformación de una sólida correlación de fuerzas sociales a favor del bloque dominante burgués y –dentro de éste– de su fracción transnacional. Este rasgo de continuidad es el que da cuenta del carácter postneoliberal de la etapa actual (Féliz; López, op. cit). Sobre la base de este límite estructural operan las principales contradicciones que dinamizan la acumulación: la contradicción elemental entre el bloque dominante y el pueblo trabajador y la contradicción entre las fracciones rentistas y no rentistas dentro del gran capital. Aún con esta correlación de fuerzas sociales claramente desfavorable, el pueblo organizado ha podido forzar mejoras –relativas y parciales– en sus condiciones de existencia a través de la superación de algunas de las barreras que enfrenta el actual patrón de acumulación: la restricción fiscal y la selectividad estratégica del Estado. En tal sentido, los sectores populares han logrado disputar (no desplazar) el control de clase del Estado al menos en los ámbitos vinculados al empleo y las políticas sociales. Dentro del bloque dominante los sectores no rentistas han conseguido establecer una suerte de equilibrio inestable con los sectores rentistas. A través de la política fiscal consiguen apropiar una porción importante de los ingresos extraordinarios del sector extractivista. De cualquier manera, la posición de reducida competitividad de los sectores no extractivos los enfrenta a una restricción que se torna progresivamente en límite: la puja distributiva con el pueblo trabajador hace caer el tipo de cambio real y las posibilidades de apropiar renta por la vía fiscal son cada vez más exiguas frente a las demandas crecientes de los sectores más desplazados de las clases populares. En esa dinámica es que el desarrollismo postneoliberal (neodesarrollismo) encuentra sus principales dificultades. El intento de conformación de una clase industrial transnacionalizada y no rentista con capacidad de absorber las demandas populares en un marco capitalista periférico enfrenta –por una parte– la barrera distributiva (que se manifiesta como inflación, estancamiento salarial y tendencia a la crisis fiscal) y –por otra– el límite de una economía de baja productividad y heterogeneidad estructural. El neodesarrollismo (kirchnerismo en la Argentina actual) enfrenta esas restricciones con un Estado postneoliberal, sin los instrumentos del Estado desarrollista clásico –empresas públicas en sectores estratégicos e instituciones para la intervención en diversas esferas de la reproducción del capital– ni la orientación política que supondría apuntalar una fuerza social de base popular, con posibilidades de desplazar la correlación de fuerzas en una perspectiva de cambio social (Féliz; López, op. cit.). Otro reconocido analista académico, ya citado, plantea también que existe un modelo distinto al de la década del 90. Lo distinto está 23 Departamento de Ciencias Sociales en su origen, con la quiebra de la convertibilidad y la rebelión popular de diciembre de 2001. Señala tres procesos que caracterizaron este camino. El aumento de los precios internacionales de los granos, la implementación de una política económica expansiva, y la existencia de niveles de rentabilidad elevada. Hay una tendencia a unilateralizar el análisis. Los neoliberales aluden al viento de cola, los economistas oficialistas atribuyen todo a la política económica. Pero ambos olvidan que entre 2001 y 2003 hubo una megadevaluación, confiscación de depósitos, caída de los salarios y aumento de la pobreza y el desempleo. Todo eso recreó las condiciones para la rentabilidad del capital. Desde esta crisis, el nuevo esquema adquiere un perfil neodesarrollista. Intenta reconstruir no tanto la vieja burguesía nacional como la incidencia de la actividad industrial en la economía nacional. Es un modelo distinto pero no un modelo popular. Y esto se refleja en los niveles de desigualdad que lo caracterizan, que no son sólo una herencia del pasado sino que son, además, propios de este esquema. El modelo aumenta la ganancia capitalista y provoca algún tipo de “derrame” hacia el consumo. Pero la ganancia y el salario no aumentaron juntos. La brecha es muy grande, incluso dentro del mundo del trabajo, donde un sector formal recuperó poder adquisitivo a un nivel de empate con la inflación, frente a un sector precarizado que está fuera del sistema. Estos niveles se proyectan a la vida social, con una educación y una salud diferenciada (Katz, 2011). De cómo las claves explicativas (y a la vez factores constitutivos de la realidad económica y social del país en constante interacción) conforman el contexto de procesos de producción específicos (hidrocarburos, minería metalífera, soja), que por su parte van provocando hechos y conflictos regionales significativos que merecen ser estudiados, se trata en esta investigación. 2.2.3. Bibliografía Preliminar (trabajos citados en 2.2.1., 2.2.2., 2.3.1, 2.3.3.): - Acevedo, M.; Basualdo, E.; Khavisse, M. (1990). ¿Quién es quién? Los dueños del poder económico (Argentina, 1973-1987). Editora/12-Pensamiento Jurídico Editora, Buenos Aires. Amín, S. (1995). “El futuro de la polarización global”. En: Realidad Económica, Número 130, IADE, Buenos Aires. - Amín, S. (2002). “El capitalismo senil”. En: Rivista del Manifesto, Nº 31, setiembre 2002, Roma. - Amín, S. (2010). “El socialismo, estadio superior de la civilización”. 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Introducción En principio, es necesario señalar que emprendemos una investigación que estará centrada en el denominado trabajo de gabinete, pero sin descuidar el trabajo de campo que investigadores y tesistas deban cumplimentar en pos de objetivos vinculados a sus temas específicos encuadrados en el proyecto. Naturalmente, deberemos salir en busca de información, a veces sin tratamiento, otras, ya procesada; recurrir a especialistas de las áreas temáticas que se incluyen en el proyecto; concretar ciertas entrevistas con informantes calificados; acudir a las bibliotecas e ingresar a las bases de datos que resulten pertinentes, al menos en forma preliminar; etc. Todo esto podrá ser factible en la medida que se obtengan los apoyos mínimos que requerimos, se puedan percibir regularmente los salarios y recuperar a través de ellos una parte del poder adquisitivo perdido, cobrar las numerosas cuotas adeudadas de los incentivos a la investigación y continuar incorporando alumnos y graduados interesados por este campo temático. Está claro que no abandonaremos la propuesta si no se cumplieran parcial o totalmente esas condiciones; seguiremos adelante con las restricciones que el contexto y las circunstancias le impongan a nuestras firmes decisiones, voluntades y capacidades. Acerca del marco teórico-conceptual que tendremos como referencia y trataremos de relacionar con los estudios específicos y empíricos que podamos concretar, expresaremos aquí unas breves consideraciones. En primer lugar, reconocemos al materialismo histórico como metodología apropiada para abordar la comprensión de las relaciones sociales que dan lugar a la generación y acumulación de excedentes en el sistema capitalista. Esto implica asumir la potencialidad explicativa de los mecanismos de la reproducción ampliada del capital y el papel que con respecto a ella, y a las relaciones de poder emergentes, desempeña la posesión y control de la innovación tecnológica. El control de los excedentes a escala mundial requiere un consecuente control de la tecnología y de la innovación tecnológica a esa escala. En ella, el espacio acrecienta sus rasgos comunes en función de los estilos dominantes de tecnología que aseguran una modalidad de control de los excedentes. Este control es viabilizado por el monopolio de la innovación tecnológica que sólo unos pocos países y el núcleo de corporaciones transnacionales puede afrontar, permitiendo monopolizar el acceso a la extracción de la riqueza encerrada en los recursos naturales (Amín, 1995, de Jong, 2001). Las presiones y agresiones políticas , económicas y militares ocupan lugar central y permanente en las escenas diarias del sistema 34 Departamento de Ciencias Sociales mundial. El control del imperio, sobre territorios y sociedades de América Latina, el despliegue de la “guerra infinita” para retener la hegemonía a través del terror mundial y acceder (pretendidamente) sin dificultades al monopolio de la biodiversidad, del agua dulce, del petróleo, del gas, del uranio, etc., implica extender sin límites una estrategia capitalista en la lucha de clases (Ceceña, 2002; Porto Gonçalves, 2002; Petras, 2001). Consideramos que en el presente estadio de desarrollo del capitalismo, la influencia de sus determinaciones sobre la configuración de las formaciones sociales históricas semicoloniales, neocoloniales o dependientes, no se limita a las relaciones económico-sociales y político-ideológicas, sino que trae aparejada una exacerbación de su carácter desigual y combinado que se expresa en formas particulares de organización del espacio. Por último, y para no extendernos en esta introducción, consignamos que para la aplicación de conceptos específicos recurriremos a diferentes autores. Así, sobre el carácter y la utilidad metodológica del concepto de región, pensamos entre otros en Sormani, 1977; Komar, 1972 (1968); de Jong, op. cit. Con intención similar, sobre el concepto de espacio buscamos la interrelación con los trabajos de Castells, 1974; Korsch, 1975, además de los recién mencionados. Sobre mecanismos inherentes al conflicto capitaltrabajo y por ende a la acumulación de capital, serán útiles aportes como los de Nun, 1969; Murmis; Waisman, 1969; Laclau, 1969; Palloix, 1975, op. cit., o la obra de Harvey, 1990. Esta última obra posee además un capítulo muy relacionado con nuestros objetivos e hipótesis. Nos referimos al XII, denominado “La producción de configuraciones espaciales: las movilidades geográficas del capital y el trabajo”. Para que no olvidemos diferenciar crecimiento económico de desarrollo económico y social, recordaremos a Singer, 1971. En los apartados que siguen presentamos algunas hipótesis y la propuesta de estrategia metodológica, sujeta por supuesto a todas las modificaciones que se impongan en el curso del trabajo. 2.3.2. Algunas Hipótesis - La profundización de la transnacionalización y de la concentración económica, desde 1989, ha provocado la acentuación de las desigualdades sociales, la desintegración geoeconómica del territorio y el agravamiento de las crisis regionales; - Más específicamente, las políticas componentes de la fase del ajuste estructural reconocida como Plan de Convertibilidad (04-91 a 12-01), tuvieron efectos desestructurantes y resultados altamente inequitativos en los tejidos productivos representativos de distintas economías provinciales y regionales; 35 Departamento de Ciencias Sociales - La apertura unilateral, es decir, sin concesiones a cambio por parte de países extranjeros (adicionalmente y durante varios años efectuada bajo condiciones de sobrevaluación cambiaria), ha reproducido entre 1991/2001, lo que ocurriera en la segunda mitad de los años setenta y comienzos de los ochenta, con efectos de desindustrialización y desempleo; - La inserción en los mercados internacionales alcanzada por algunas producciones regionales o provinciales no se traduce en beneficios para el conjunto de los actores intervinientes en la actividad, ya que las exigencias en materia de inversiones y tecnificación acentúan la concentración en la apropiación de excedentes y, en consecuencia, la exclusión social; - Ciertos dinamismos exportadores registrados a escala provincial en la última década del siglo pasado y en estos primeros diez años del siglo XXI (algunos directamente relacionados con la explotación de recusos naturales), se vinculan fuertemente con el proceso de extranjerización de la economía argentina; - Asimismo, esas situaciones de expansión exportadora no garantizan articulaciones sólidas con la sociedad de las áreas directamente en explotación. Por el contrario, se han acompañado del crecimiento de la desocupación, subocupación, expulsión de población y organización de movimientos de resistencia social; - El ensayo neo-desarrollista actual deja de lado la apuesta prioritaria por el mercado interno y preserva la regresividad social de su precedente neoliberal, aunque le quita parte del protagonismo a la especulación financiera, a la oleada importadora y a la primacía de los servicios; - La configuración neo-desarrollista se procesa en un escenario de gran mutación de la propiedad del capital signado por el avance de compañías locales internacionalizadas y grandes empresas extranjeras; - La extranjerización, más la concentración y centralización del capital generan un gran descontrol sobre actividades estratégicas e imprime su marca a la expoliación de nuestros recursos naturales (hidrocarburos; minerales metalíferos, suelos sometidos a la monoproducción de soja transgénica; cultivos forestales; etc.). 2.3.3. Estrategia Metodológica Reiteramos aquí que desarrollaremos una investigación de gabinete, dado que lo entendemos factible y porque tenemos acceso a fuentes primarias y secundarias que serán de mucha utilidad. Nos referimos a 36 Departamento de Ciencias Sociales bases de datos e informes que podemos obtener en distintas universidades nacionales, en los institutos de estudios específicos de ATE y de CTA, en el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, en la Dirección Nacional de Programación Regional del INDEC, en CLACSO, en el Area de Economía y Tecnología de FLACSO, CEUR, Grupo MORENO, etc. Por otra parte, si la situación de las universidades y de la educación pública en general lo permite, realizaremos algunas entrevistas que podrán concretarse incluso en las áreas específicas que seleccionemos para los estudios de caso. Varios integrantes iniciales del equipo, más la probable incorporación de tesistas con intereses concretos garantizarán esta posibilidad. Retomando trabajos y proyectos anteriores del equipo y/o de sus integrantes, la estrategia metodológica parte del análisis explicativo-interpretativo de las reestructuraciones operadas en la Argentina en el último cuarto del siglo XX, y ahora con mayor énfasis en el período 1990-2009, contextualizadas en la fase actual de la División Internacional del Trabajo. Con respecto a las reformas llevadas a cabo desde 1989-90, se avanzará en la obtención de diagnósticos cuali-cuantitativos que serán interpretados a la luz de su cruce analítico con los cambios en el sistema de decisiones y, por ende, en la definición de políticas económicas y sociales. Políticas de notoria incidencia en la distribución de los resultados de la producción. En ese sentido, identificados algunos factores fundamentales de las transformaciones impuestas en la Argentina desde 1976 hasta la actualidad (Basualdo, 2000 y 2001; Gejo; Morina; Velázquez, 2000; Morina; Gejo, 2006, op. cit.), se abordará la evolución que han seguido sobre todo desde 1989.. Así, será de particular interés reconocer procesos fundamentales, estrechamente imbricados entre sí, como el endeudamiento externo, la reestructuración productiva, la distribución del ingreso y la redefinición del Estado. El cuadro de situación que se expresa a escala nacional, provincial y local, consecuencia ineludible de esos procesos, será presentado sintéticamente, mediante informes cuali-cuantitativos que serán el marco obligado para estudios más específicos. Para estos informes se tendrá en cuenta, por ejemplo, el seguimiento de los datos de la EPH del INDEC sobre pobreza, indigencia, desocupación, etc.(con las correcciones que sean necesarias, sobre todo desde la intervención del organismo en 2007), Direcciones Provinciales de Estadística, Consultoras, Instituto de Estudios y Formación-CTA, entre otras instituciones y organizaciones. Al seleccionar estudios a escala provincial o local, como será el caso de áreas y sociedades transformadas por la privatización, por la minería metalífera a cielo abierto, por el monocultivo de soja transgénica con profusa aplicación de agrotóxicos, etc., la estrategia es avanzar en la identificación de los mecanismos de generación y transferencia de los excedentes. Para ello se deberá: 37 Departamento de Ciencias Sociales Analizar la nueva inserción de ciertos productos (petróleo, gas, etc.) en el mercado nacional e internacional; Detectar a los principales agentes económicos controlantes de la actividad en los enclaves regionales privados, así como sus estrategias de acumulación. Entre ellas, sus relaciones con el Estado a escala provincial y nacional; Describir la evolución de la actividad seleccionada (p.e. producción de petróleo, extracción de oro) en el país y la participación de la Cuenca y/o área específica que se estudie; Identificar y describir las transformaciones directas e indirectas en el mercado de trabajo local/provincial, inducidas por la actividad principal. Entendemos que el impacto en el mercado de trabajo constituye un proceso que engloba un conjunto de manifestaciones parciales y permitirá reconocer la situación social derivada de la reestructuración productiva. Se evaluarán indicadores de utilización de la fuerza de trabajo (actividad, empleo, desempleo, desempleo potencial, etc.); Ampliando el análisis del ciclo de generación y transferencia de ingresos derivados de actividades como la petrolera y la minera, se evaluará la dimensión de las regalías obtenidas por el gobierno provincial y su peso relativo en los recursos totales. En un paso posterior se deberá indagar sobre la utilización de esas regalías y su funcionalidad o no para atenuar los impactos, que suponemos social y territorialmente regresivos, de las grandes transformaciones jurídicas, institucionales y productivas en la gestión y explotación de los recursos naturales; Para apreciar la magnitud de la fuga de recursos generados “regionalmente” (“filtración de efectos positivos”, diría Coraggio, 1974), se partirá de la estimación del PBG provincial, por gran sector de actividad, identificando el peso relativo de la actividad en estudio; Luego se analizará la estructura del excedente del sector bajo estudio y su retención local, evaluando la apropiación realizada por los factores productivos residentes en la provincia y la remitida hacia afuera. Se contrastará el excedente no apropiado internamente con el PBG provincial. Se procederá a contrastar series de datos representativas de la estructura de las exportaciones mundiales por grandes rubros, con la estructura de las exportaciones argentinas desde 1990, para comparar las tendencias en uno y otro caso. Teniendo en cuenta el discurso neoliberal a favor de una mayor liberalización comercial (aunque sin descuidar las prácticas proteccionistas en los países donde se origina), al sostener que la relación entre liberalización y crecimiento es virtuosa, y por lo tanto éste debe ser guiado por las exportaciones, pretendemos 38 Departamento de Ciencias Sociales mostrar algunos resultados de la pretendida “salida exportadora”. Será importante sin duda, establecer la diferenciación conceptual entre crecimiento y desarrollo (Singer, 1971). Tomadas a escala provincial y regional analizaremos las exportaciones argentinas por grandes rubros: MOI, MOA, Productos Primarios, Combustibles. Con esta base cuantitativa se comenzará por reconocer los niveles de concentración espacial de la “canasta exportadora”. Luego, identificando algunas jurisdicciones que en los últimos años han mostrado dinamismo exportador, sin formar parte del núcleo históricamente destacado, se procederá a reconocer qué actividades están impulsando ese dinamismo y qué tipo de agentes y capitales son los protagonistas. Se señalarán algunos ejemplos. Las series de datos correspondientes al comercio exterior argentino tienen que ser relacionadas con el papel de las inversiones extranjeras en el país, en el marco de la reestructuración concentradora, tanto en materia de importaciones como de exportaciones. Asimismo, resultará ilustrativo analizar la evolución del saldo comercial de la “cúpula empresaria” integrada por Empresas Locales Independientes, Grandes Grupos Económicos, Empresas Transnacionales, Empresas de Conglomerados Extranjeros y Asociaciones a la luz de la balanza comercial del país (Acevedo; Basualdo; Khavisse, 1990; Azpiazu, 1996; Basualdo, 2000). A modo de ejemplo, para una aplicación sencilla, señalemos que para 1997, con una balanza comercial de U$S – 4.160 millones para el país, la correspondiente a la cúpula empresaria fue de U$S 8.081 millones. Esto es que, para el resto de la economía la balanza comercial fue U$S – 12.241 (Basualdo, 2000: 205). El saldo comercial según actividades económicas también permitirá verificar su participación en los rubros dinámicos y en los que suponemos ascendentes grados de concentración. 2.3.4. Acerca de la información y documentación - - Bibliografía nacional y extranjera, publicada e inédita, sobre las temáticas planteadas en el proyecto. Esto incluye documentos de trabajo producidos en distintos centros de investigación y documentación, por ejemplo, de universidades nacionales, del INDEC, de los Institutos Provinciales de Estadística, del Area de Economía y Tecnología de FLACSO, del Instituto de Estudios sobre el Estado y la Participación (IDEP) de ATE, del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, de la CEPAL, del Centro de Estudios Alexander von Humboldt, etc. Información necesaria disponible en la Dirección Nacional de Programación Regional, INDEC, Ministerio de Economía; Secretaría de Energía de la Nación (Dirección Nacional de Combustibles); Direcciones Provinciales de Combustibles; Secretaría de Minería de la Nación; FETERA en la CTA; Secretaría de Agricultura, 39 Departamento de Ciencias Sociales - Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación; INTA; Grupo de Reflexión Rural; etc. Información obtenida vía INTERNET y de distintas bases de datos a consultar desde los lugares de trabajo institucionales y personales de los miembros del equipo. Información específica de la EPH , Censos Nacionales de Población, Agropecuarios y Económicos del INDEC. Cartografía a distintas escalas del Instituto Geográfico y del Laboratorio de Cartografía Digital del Departamento de Ciencias Sociales de la UNLu. Intercambio con especialistas de varias de las instituciones y organizaciones mencionadas. Entrevistas con representantes de empresas y acceso a sus informaciones y discursos en páginas de INTERNET. Entrevistas in situ para el estudio de casos específicos de conflictos regionales suscitados por la explotación de recursos naturales. 2.4 Resultados esperados al finalizar el proyecto: - Consolidación de mecanismos de intercambio e integración con equipos y centros de investigación externos a la UNLu, propendiendo al mejor aprovechamiento de los recursos humanos y materiales. Es nuestra intención, por ejemplo, interactuar con proyectos y programas de estudios de la Universidad Nacional del Comahue, de la Universidad Nacional de Mar del Plata, la UNPSJBosco, la Universidad de Buenos Aires (CEUR, IIHES, GEPAMA, CEPED, entre otros) el Centro de Estudios Alexander von Humboldt, el Centro de Investigaciones Geográficas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, IDEP/ATE, IDEF/CTA, Grupo MORENO, etc. - Transferencia de los conocimientos producidos durante la investigación a distintas asignaturas y seminarios de la UNLu; FCE-UBA; U. N. de Mar del Plata. - Transferencia hacia ámbitos extrauniversitarios a través de actividades de extensión (Jornadas Abiertas; Cursos para docentes de EGB, Polimodal y Terciarios; Mesas redondas y debates coordinadas con asambleas y sociedades de fomento; etc.). - Contribución al mejoramiento públicas y privadas. - Publicación de los resultados en forma de artículos, cuadernos, boletines, etc., en revistas nacionales y extranjeras. Presentación de resúmenes de informes en eventos académicos de carácter regional, nacional e internacional. en la definición de políticas 40 Departamento de Ciencias Sociales - Cartografía temática específica y un CD que presente en formato digital los principales resultados obtenidos. Esto último dependerá de la real disponibilidad de los fondos que se solicitan para esos fines. 3. PLAN DE TAREAS 3.1. Listar y describir ordenadamente la totalidad de las actividades que se propone llevar a cabo: a) Revisión bibliográfica, teórica y empírica; b) Relevamiento de información en instituciones y organismos como los señalados más arriba; c) Reuniones de consulta e intercambio con especialistas en las temáticas abordadas; d) Concreción de talleres y seminarios internos del equipo para discutir probables ajustes metodológicos; e) Lectura, análisis y examen crítico de la información cualitativa y cuantitativa obtenida; f) Definición de criterios tendientes a operacionalizar las técnicas de entrevistas y/o encuestas a ser aplicadas en estudios de caso. g) Realización de las entrevistas y/o encuestas de marras. Como ya advertimos, se trata de tareas cuya dimensión estará sujeta a las posibilidades económicas y grados de avance de las tesis que integran hoy (o integren después) la propuesta; h) Ordenamiento, procesamiento y análisis de la información obtenida según niveles de concreción del punto anterior; i) Nuevo ajuste metodológico j) Análisis y examen crítico conjunto y complementario de la información obtenida de distintas fuentes. Redacción de informes parciales y preliminares; elaboración de ponencias; publicación de resultados; etc. k) Elaboración y presentación del Informe de Avance o Final según corresponda. 3.2. Completar el cronograma correspondiente: 1º AÑO 1º Semestre 2º Semestre Descripción de tareas A. X B. X C. X X 41 Departamento de Ciencias Sociales D. X E. X F. X X G. X H. X I. X J. X K. X 2º AÑO 1º Semestre 2º Semestre Descripción de tareas A. B. C. X X D. X E. X F. X G. X X H. X X X X I. J. K. X Nota: el cronograma del 2º Año queda sujeto a las modificaciones que el Director, en acuerdo con el equipo, considere necesarias, en relación con las actividades que se cumplan el 1º Año y con los ajustes metodológicos que resulten pertinentes. 4. RECURSOS HUMANOS 4.1. Currículum Vitae 42 Departamento de Ciencias Sociales 5. INFRAESTRUCTURA Y EQUIPAMIENTO DISPONIBLE Se utilizará equipamiento consistente en computadoras personales con acceso a INTERNET de cada uno de los integrantes del equipo. Se cuenta con grabadores y cámaras fotográficas. A nivel institucional, se accederá a las posibilidades que brinda habitualmente la UNLu, tanto en el Departamento de Ciencias Sociales como en la Dirección de Comunicaciones. Se utilizarán locales disponibles en el Departamento de Ciencias Sociales de la UNLu. Entre otros, el de la División Geografía y el del Laboratorio de Cartografía Digital (LaCaD). En este, se dispone de 3 Computadoras PC con sus periféricos, impresoras, scanner y tabletas digitalizadoras; mesa de dibujo con paralelas y luz; escritorios; armarios. Software: CartaLinx 1.2 de Clark University; Idrisi for Windows 3.2 de Clark University como SIG raster y ArcView GIS 3.2 como SIG vectorial y otros. Disponemos del software de tratamiento estadístico STATISTICA por cooperación con el GEPAMA-FADU-UBA. Se dispone también de acceso a correo electrónico e Internet y a la biblioteca central de la UNLu. Lo mismo podemos decir del Centro de Estudios Alexander von Humboldt. Se accede también a locales de reunión y trabajo en la Sede Capital Federal de la UNLu, y de locales y biblioteca en el Centro Regional San Miguel y en el Centro Regional Campana de la UNLu. 7. DECLARACION JURADA Por la presente, me responsabilizo de la exactitud de la información suministrada y declaro conocer y aceptar los términos de la convocatoria Lugar y fecha: Luján, 26 de setiembre de 2011 …………………………………………………. Firma del Director del Proyecto ……………………………………………… Firma del Director del Programa 43