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Cuba. El Socialismo (im) posible? Alejandro Covarrubias V. * Este es el tema de la intervención que tejí con motivo de la invitación que me hizo el Dr. Ortoll del Colegio de Sonora para hablar de mi visita a Cuba. Tenemos una pregunta pertinente con varias facetas. El tema de Cuba interesa porque más allá de la suerte y destino del pueblo cubano, su historia específica nos conduce a reflexionar sobre sí es posible imaginar una sociedad socialista en un mundo en que , con el derrumbe del Bloque divergente de Europa Oriental, el capitalismo se ha extendido planetariamente. La realidad es que desde la década pasada Cuba tiene que bregar sin los 4 a 6 mil millones de USD que le proveía anualmente la extinta Unión Soviética y que de alguna manera le permitían paliar las consecuencias del bloque o económico impuesto por los EUA . Es una brega inmensa porque hace por guarda r la identidad de un gobierno –de un país pequeño y marginal– totalmente opuesto, al menos en el papel, a las líneas de libre mercado, globalización e interdependencia que definen a las economías contemporáneas desde cada punto cardinal del orbe. De ahí que sea una brega solitaria también; más cuando los influjos de ese capitalismo hace tiempo que penetrar on los tejidos de los últimos bastiones nacionales de estados de presunta filiación socialista: desde China hasta Vietnam; desde Hungría hasta –posiblemente– la Cuba misma. Si seguimos la lógica de Lester Thurow –y vaya que es una lógica con una carga de evidencia formidable–, la brega cubana es una lucha destinada al fracaso. El triunfo del capitalismo ¿no es acaso el triunfo del ser humano económico, racional o no, privilegiando esa mezcla extraña que resulta de las motivaciones de ambición, egoísmo y libertad? Porque de ser así, frente a ese ser económico, la interrogante fundamental es qué lugar queda entonces para el ser humano fraternal, igualitario y libre que tendría que colocarse en el centro de la revolución social. Sería el fracaso ya no de la Revolución Cubana. Sería nuestra asistencia a un quiebre histórico más trascendental y de largo plazo: el fracaso de los principios sociales así acuñados por los ilustres del progreso acotante de las ambiciones desmedidas (Kant), el despido de los atavismos fundamentalistas (Voltaire, Berkeley), la liberación por la educación, la ciencia, la técnica y la evolución (Pestalozzi, Diderot, Humboldt), las posibilidades del contrato social (Rousseau) y la soberanía nacional (Pope), la historicidad cívica (Vico, Herder) y el liberalismo pleno (Smith). La ironía es que pese a todas las adversidades, pese –y quizás debido al férreo control dictatorial de Fidel—la Cuba oposicionista, ajena al mundo y a los foros económicos del main stream del mercado, sigue ahí, de pie. Acumulando diferencias y recordando resabios con paradojas para la perplejidad: para El PNUD 2003 Cuba es de los escasos países de América Latina con índices altos de desarrollo humano. Ni el México global e inserto espalda con espalda con la economía de Norteamérica puede presumir realizaciones similares. Pero la ironía más elemental la brinda el propio Fidel. Con más de 40 años en el poder no puede regresar la libertad a su nación ni anticiparles el mañana de una democracia posible. Quizás porque cuando lo haga, por voluntad o por la omisión de la muerte, su socialismo se derrumbe. Con la libertad y la opciones de decisión de la democracia, el puerto al que llevan las votivos de las ambiciones y los egoísmos personales nadie lo conoce por cierto. *Profesor-investigador del Programa de Relaciones Industriales de El Colegio de Sonora, acova@colson.edu.mx