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3.1 SESIÓN TRACTO DIGESTIVO SUPERIOR/MOTILIDAD/HEMORRAGIA Tratamiento de la enfermedad por reflujo gastroesofágico ¿Es seguro el tratamiento indefinido? Manuel Castro Fernández, Hospital Universitario Valme (Sevilla) La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una afección que aparece cuando el reflujo del contenido del estómago al esófago origina síntomas molestos o complicaciones. Se clasifica actualmente en ERGE con síndrome esofágico, síntomas o lesiones, y en ERGE con síndrome extra-esofágico (laringitis, asma bronquial, etc). La ERGE es una entidad muy prevalente, afectando al 10-20% de la población de Europa Occidental o de Estados Unidos. La población con esta enfermedad tienen peor calidad de vida que la población general. La pirosis, que es el síntoma predominante de la ERGE, puede afectar a muchos aspectos de la vida cotidiana de los pacientes. El diagnóstico de la ERGE se basa en la valoración de los síntomas del paciente y en la respuesta al tratamiento empírico, habitualmente con inhibidores de la bomba de protones (IBP). En pacientes con síntomas de alarma (disfagia, anemia, pérdida de peso, etc) o sin respuesta al tratamiento con IBP se debe practicar endoscopia oral que puede mostrar ausencia de lesiones (60%) (ERGE no erosiva) o la presencia de esofagitis con o sin complicaciones (40%). Mediante el tratamiento con IBP se obtiene la remisión clínica y la curación de la esofagitis en la mayoría de los pacientes. La ERGE es frecuentemente una enfermedad crónica y, tras la retirada del tratamiento farmacológico, la recidiva de los síntomas o de la esofagitis es habitual. Para evitar este problema se recomienda, en pacientes con esofagitis y en pacientes con recidiva clínica precoz, un tratamiento de mantenimiento con IBP con la dosis mínima eficaz. En los pacientes con fracaso del tratamiento de mantenimiento, insistiendo también en medidas higiénico-dietéticas, se debe indicar la cirugía antirrefujo. El tratamiento quirúrgico es una alternativa al tratamiento de mantenimiento “de por vida” con IBP y se debe plantear especialmente en pacientes jóvenes o que no acepten o no se adhieran adecuadamente al tratamiento farmacológico. El tratamiento de mantenimiento con IBP se debe realizar de una manera continua, en pacientes con esofagitis o con ERGE no erosiva o no investigada con recidiva clínica precoz, o de una manera intermitente o “a demanda” en pacientes sin esofagitis y con sintomatología episódica. Los IBP son el tratamiento de elección de la ERGE. Los distintos IBP comercializados: omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol y esomeprazol, son eficaces en el control de los síntomas y en la curación de la esofagitis, y presentan un perfil de seguridad similar. Esomeprazol presenta una potencia antisecretora superior a restantes IBP pudiéndose utilizar en casos de ERGE más graves o sin respuesta a los otros fármacos. Los IBP no están, como otros fármacos, exentos de efectos adversos. Los IBP, en concreto omeprazol, están comercializados desde hace unos 20 años y disponemos, por tanto, de una gran experiencia sobre su perfil de seguridad en tratamientos a corto y largo plazo. Se han comunicado los siguientes efectos adversos de los IBP: a) Efectos adversos generales (cefalea, diarrea, dolor abdominal, etc), b) Interacciones medicamentosas, c) Hipergastrinemia, d) Alteraciones en mucosa gástrica, e) infecciones intestinales, f) Alteración absorción de calcio, hierro, vitamina B12, etc y g) Osteoporosis y fracturas óseas. En ensayos clínicos se observa que los efectos adversos generales son algo más frecuentes con IBP que con placebo (RR 1.28 (95% IC, 1.12-1.47) y habitualmente con escasa repercusión clínica. Los IBP, por incremento de pH intragástrico, modifican la absorción de algunos fármacos ( digoxina, furosemida, ketoconazol, etc) y, por otra parte, tienen vías de metabolización hepática, a través de isoenzimas del citocromo P450, comunes a fármacos como fenitoina, warfarina, etc, pudiendo modificar sus niveles plasmáticos y condicionar su eficacia terapéutica. Las interacciones medicamentosas, más frecuentes con omeprazol que con restantes IBP, no tienen relevancia en la práctica clínica habitual. Recientemente se ha planteado la posibilidad, mediante estudios poblacionales, de la pérdida de eficacia del clopidogrel por el tratamiento simultáneo con IBP. Es deseable que estudios prospectivos, diseñados en este sentido, aclaren esta problemática de gran repercusión clínica. El tratamiento con IBP, por reducción secreción gástrica, condiciona hipergastrinemia que por efecto trófico podría favorecer el desarrollo de pólipos hiperplásicos de glándulas fúndicas, no habiéndose detectado, en cambio, el desarrollo de tumores carcinoides. No hay evidencia de que el tratamiento prolongado con IBP, a través de poder favorecer la atrofia de la mucosa gástrica y metaplasia intestinal, facilite el desarrollo del adenocarcinoma gástrico. Se recomienda, en cualquier caso, que en pacientes que requieran tratamiento prolongado con IBP se investigue y se erradique la infección por H. pylori. La atrofia de la mucosa gástrica, durante el tratamiento con IBP, se detecta preferentemente en pacientes con infección por H .pylori. La acidez gástrica es uno de los mecanismos más importantes en la prevención de las infecciones intestinales. La colonización bacteriana gástrica aumenta durante el tratamiento con IBP sin repercusión clínica conocida. Se ha observado mayor riesgo de infecciones por Clostridium difficile durante el tratamiento con IBP. La incidencia, en cualquier caso, es muy baja, se detecta preferentemente en población de edad avanzada y puede ser diagnosticada y controlada con relativa facilidad. El incremento del pH intragástrico puede disminuir la absorción del hierro y del calcio, interfiriendo asimismo en la absorción de la vitamina B12, sin evidencia de que tenga relevancia clínica. Estudios recientes relacionan el tratamiento con IBP y el desarrollo de fracturas óseas. Se ha considera que los IBP pueden favorecer el desarrollo de osteoporosis si bien existen datos discordantes en este sentido. Son necesarios más estudios para aclarar este posible efecto adverso de los IBP y recomendarse medidas preventivas. Con la información disponible podemos considerar que el tratamiento de mantenimiento con IBP de la ERGE es eficaz y seguro. Los efectos adversos de los IBP son infrecuentes y de escasa relevancia clínica. Es aconsejable, en cualquier caso, respetar las indicaciones de los IBP y administrarlos a la menor dosis eficaz posible, valorar en algunos casos la alternativa del tratamiento quirúrgico, investigar y erradicar la infección por H.pylori y estar atento a las futuras informaciones sobre la repercusión de la interacciones con clopidogrel y sobre el riesgo y prevención de fracturas óseas.