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Rev. Int. Contam. Ambient. 21 (Supl. 1) 13-14, 2005 EL DOCTOR ALFONSO L. DE GARAY COMO PRECURSOR DE LAS INVESTIGACIONES DERMATOGLÍFICAS EN MÉXICO Héctor Hugo FIGUEROA TAPIA Academia de Genética de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Colegio de Biología de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM Posteriormente al interés práctico del estudio de los patrones dactilares en la identificación personal a finales del siglo XIX, como parte del análisis de los patrones de las líneas dermopapilares palmares y plantares, surgieron nuevos campos de investigación, en biología, primatología y antropología, que se desarrollaron durante el siglo XX. Con relación al último de estos campos, México fue motivo de interés por su gran variedad étnica. Así, Harold Cummins en 1930 efectúa el primer estudio en el campo de la dermatog1ifia en nuestro país, al analizar los patrones dérmicos en un grupo de mayas de Yucatán. En 1932 el mismo autor estudia nuevamente a este grupo, así como a los tzetzales y lacandones. Con el mismo propósito, Leche desarrolla diversas investigaciones dermatoglíficas en otras etnias de México, tales como tarahumaras (1933), chamulas (1936) y aztecas (1936); en colaboración con Tharp, en zinantecos, huastecos, amatenangos y tzetzales (1944) y en colaboración con Stella, en los tarascos (1936). En este mismo año Steggerda estudia a otra población maya. Sin embargo, el trabajo de estos autores no deja escuela y no se forma a ningún investigador mexicano que pueda continuar con este campo de estudio. Con la creación del Programa de Genética y Radiobiología, dependiente de la entonces Comisión Nacional de Energía Nuclear de México, durante la década de los sesenta surge el interés por desarrollar trabajos científicos en esta área, gracias al estímulo del doctor Alfonso L. de Garay, quien en colaboración con Hans Kalmus describe las frecuencias de los patrones digitales en una población urbana (1969). Corresponde al Dr. de Garay estimular la formación de los primeros investigadores mexicanos especializados en este campo (Lourdes Cobo, Carlos Zavala y Rodolfo Guzmán), al facilitar los medios para su entrenamiento en este tema en el Laboratorio Galton, en Londres. El doctor de Garay inicia también las investigaciones realizadas por profesionistas mexicanos en grupos indígenas tales como los otomíes y lacandones, así como la aplicación del análisis dermatoglífico en pacientes mexicanos afectados con aberraciones cromosómicas como la trisomía 21 (1969) y el síndrome de Klinefelter (1969, 1973); también la descripción de los hallazgos de la configuración de las líneas dermopapilares en la descripción de numerosos casos clínicos publicados en diversas revistas médicas. En 1968, durante la XIX Olimpiada realizada en nuestro país, en el programa de Genética y Biología Humana analiza, en los atletas participantes, diversos parámetros biológicos. Entre estos incluyó a los dermatoglifos, para lo cual obtuvo una muestra de 1,277 participantes procedentes de 92 países, la que clasificó en cuatro grupos raciales: negroides, caucasoides, mongoloides y mestizos. Del grupo de pasantes de medicina formados por él en el campo de la dermatoglifia, Guzmán Toledano eligió para su tesis recepcional de médico cirujano, el tema de los dermatoglifos en las malformaciones congénitas cuyos resultados son parte del texto de su obra titulada Dermatoglifos en la genética clínica (1971). También de este grupo Zavala y colaboradores desarrollan diversos trabajos en diversas poblaciones urbanas (1969), esquizofrénicas (1970) y grupos indígenas (1971). En la década de los setenta el interés por el análisis dermatoglífico se dirige principalmente hacia la medicina y se obtienen resultados con respecto al síndrome de Down (Armendares et al. 1972a, Figueroa y Campos 1973, 1974), al síndrome de Turner (Armendares et al. 1972), a la esquizofrenia (Figueroa 1972), a la epilepsia (Figueroa 1974) y de algunos padecimientos neurológicos (Figueroa 1979). Entre las investigaciones antropológicas realizadas por investigadores mexicanos, existe el trabajo de Ferre D’Amare y Stephens (1969) en poblaciones nahuas y huastecas, pero corresponde a Serrano el haber dado el mayor número de contribuciones en esta área, en grupos indígenas de Puebla (1969, 1975a), de Yucatán (1973, 1975b), del Estado de México (1975) y de otras regiones (1974). En 1976 se realiza en México el VI Congreso Internacional de Genética Humana que incluyó a la Pri- 14 H.H. Figueroa Tapia mera Conferencia Internacional de Dermatoglifos, en la cual participaron especialistas de 17 países, incluido México y creó las bases para las relaciones con grupos internacionales. Mientras tanto, con relativa frecuencia se presentan los resultados de diversas investigaciones en este campo en varios eventos científicos, como son los congresos de las asociaciones de Genética Humana y de dermatoglifos, así como en las reuniones anuales del Instituto Nacional de Neurología y Neuro-cirugía y del de Comunicación Humana, y de la Sociedad Mexicana de Psiquiatría Biológica. La difusión de los trabajos publicados hace que otras instituciones se interesen por trabajar en este tema. Tal es el caso de la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (Plantel Zaragoza) y de las facultades de Odontología y Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo que se logra a través de convenios con el Departamento de Genética del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Esta relación de trabajo académico y de investigación, motiva que en 1981 se organice en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía el Simposio “Los dermatoglifos en las Ciencias Biomédicas”, en el que por primera vez se pueden reunir los investigadores mexicanos interesados en este tema. Las finalidades de este evento fueron la divulgación del tema, el intercambio de experiencias y el estímulo al trabajo multidisciplinario. A este evento fue invitada la doctora Schaumman, secretaria de la Asociación Americana de Dermatoglifos, cuya participación, dada su amplia experiencia, enriqueció los conocimientos adquiridos. La producción de investigaciones originales a partir de esta fecha ha continuado; sus resultados se han presentado en otros eventos tales como los congresos de la Sociedad Mexicana de Anatomía, el Latinoamericano de Anatomía, el Nacional de Estudiantes y el Nacional de Cirujanos Dentales, así como en el Coloquio Juan Comas organizado por la Asociación Mexicana de Antropología Biológica. La culminación de estos años de trabajo aislado llevó a la fundación de la Asociación Mexicana de Dermatoglifos, en 1983, que fue creada como un foro de superación, intercambio y divulgación de este campo. En 1984 la asociación organizó su Primer Congreso Nacional, que se llevó a cabo en la Ciudad de México y en el que se presentaron 17 trabajos de diversas áreas (medicina, biología y antropología), con la participación del Dr. Alfonso L. de Garay quien dictó una conferencia magistral. En 1986 se celebró el Segundo Congreso Nacional en la ciudad de Zacatecas, con la participación de 25 ponentes. En los últimos años el tema de las investigaciones dermatoglíficas ha sido elegido por 19 pasantes de la carrera de Biología, la mayoría de los cuales ha concluido su trabajo. También fue seleccionado como investigación por dos alumnos de la maestría en Odontología y sirvió de tema para la tesis doctoral de una licenciada en Psicología, procedente de la Universidad de San Luis, en Argentina, quien asistió durante un año al Departamento de Genética del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía para el desarrollo de su tesis. A pesar de estos logros, el tema en México todavía no ha sido tratado de manera exhaustiva aunque tiene diversos campos de aplicación. Por ejemplo, en el caso particular de la medicina, su utilidad como marcadores de la presencia de un factor genético o ambiental en algunos padecimientos aún no ha sido plenamente aceptada ni rechazada, y faltan por estudiarse numerosos padecimientos en los cuales se pueden proporcionar aportaciones originales. En el campo de la biología, se puede señalar que en nuestro territorio existen diversos géneros de primates, lo que nos motiva a pensar en la necesidad de contribuir a su análisis dermatoglífico para completar los resultados actuales que permitan efectuar el análisis comparativo entre primates del nuevo y del viejo mundo, así como para determinar los cambios evolutivos de estas configuraciones en los individuos de este orden. En el caso de la antropología es notorio que a pesar del interés de este tema por los aspectos biológicos y antropológicos de nuestras etnias, la información que actualmente existe está limitada a la descripción de sólo algunos parámetros; falta el análisis dermatoglífico total en la mayoría de las poblaciones indígenas existentes, así como el desarrollo de estudios comparativos intergrupales. En virtud de los avances en la comunicación y su consecuente estímulo al mestizaje y hacia una nueva aculturación, es de suponerse que en corto tiempo podremos atestiguar la desaparición de los grupos que están a punto de extinción. Para evitar que con esto se pierdan los datos dermatoglíficos se considera necesario estimular que a corto plazo se realicen los estudios dermatoglíficos de las etnias existentes, y a la vez el análisis de los mismos tanto por los métodos estadísticos descriptivos, como por aquellos que nos permitan la evaluación de las distancias biológicas que separan a las etnias y conocer así los flujos de población de nuestro país y de América. Es justo por lo tanto, reconocer el papel del Dr. L. de Garay como precursor de las investigaciones dermatoglíficas en México en los campos de la antropología, biología y medicina.