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Profesora: Carmen Mozo. Curso: 2010/11 Antropología de la Salud ÍNDICE Tema 1. INTRODUCCIÓN . El objeto de estudio de la Antropología de la Salud: conceptos fundamentales. . Las relaciones entre Antropología y Medicina. . Historia de la disciplina - La Antropología Clásica y la invisibilización del objeto de estudio. - La configuración del objeto de estudio. Los años cincuenta y la Antropología Aplicada. - La etapa crítica. . La Antropología de la Salud hoy: retos y perspectivas. Tema 2. LOS SISTEMAS MÉDICOS . Medina “popular” y Medicina “primitiva” versus Medicina “científica”. . Aproximación al campo de la Etnomedicina y su evolución. . La biomedicina como etnomedicina Tema 3. EL MODELO MÉDICO-CIENTÍFICO . Génesis histórica. . Cambio epistemológico . Monopolización de la atención a la salud. . El cambio de la práctica institucional: la institucionalización de los procesos asistenciales. . Proceso de medicalización de la sociedad. . Transformaciones en la concepción del cuerpo. Tema 4. SALUD Y SOCIEDAD . La enfermedad como metáfora de lo social. . La eficacia simbólica. Claude Lèvi-Strauss. . Enfermedad, control social y estigmatización. . Enfermedad mental y cultura. Tema 5. VIDA, MUERTE Y REPRODUCCIÓN . Concepciones culturales sobre la muerte. . Concepciones culturales sobre la reproducción. . Fórmulas reproductivas y nuevas tecnologías de reproducción: viejos problemas, nuevas soluciones. Tema 6.- LA ANTROPOLOGÍA DE LA SALUD EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO 1 Antropología de la Salud . Antropología aplicada a la salud. Antropología y cooperación internacional en el campo de la salud. . Globalización, exclusión social y salud. INTRODUCCIÓN Iniciamos la asignatura con la proyección de la película Tocando el viento, de Mark Herman (años 90), que a modo introductorio nos lleva a pensar que es necesario complejizar la reflexión salud/enfermedad, apartándonos de la concepción biologicista. En la película, basada en la reconversión minera realizada en 1.992 en Inglaterra, se observa el desmoronamiento de la sociedad al cierre de la mina, una sociedad que se torna enferma ante el cese de la actividad productiva, tanto en su sentido económico como de identidad de la comunidad. Se trata de la actividad productiva central en la localidad, la mina es un colectivo identitario y la banda de música simboliza la identidad del colectivo. Precisan la adaptación cultural al medio (entendido no sólo como medio físico) de la colectividad. En ese sentido, la silicosis es secundaria, está naturalizada en la sociedad. Esta adaptación exitosa es lo que garantiza la salud de la colectividad. Cuando se transforma esta adaptación, aparece el sufrimiento como hecho social relevante. Hay una muerte social, una muerte identitaria. Esto nos lleva a hablar desde la Antropología de la Salud de: Los sistemas de salud y enfermedad, entendidos como respuestas culturales que desarrollan los grupos para conseguir la adaptación al medio. La interrelación que tienen estos sistemas con la identidad y la sociedad. Podemos distinguir tres dimensiones de la enfermedad: Disease: dimensión biológica. Illness: visión subjetiva o emic, dimensión psicológica. Sickness: dimensión socio-cultural de la enfermedad. Priorizaremos la dimensión social y cultural de la enfermedad frente a la dimensión biomédica. Intentaremos desnaturalizar otro campo más de la vida social que pensamos como ajeno a la cultura. Los seres humanos desarrollan respuestas culturales para satisfacer las necesidades de salud, para garantizar la salud de un grupo, para responder a la enfermedad. Estas respuestas son en mayor o menor medida eficaces y garantizan la adaptación al medio. En la medida en que hay transformaciones en el medio, se transforman los sistemas de salud y enfermedad (aparecen nuevas enfermedades y respuestas). Criticaremos también la visión dicotómica salud/enfermedad. Los procesos de saludenfermedad son un continuo. Es algo mucho más complejo y contradictorio (pensemos por ejemplo en el director de la banda en la película Tocando el viento, para quien quedarse en el hospital para sanarse era la muerte y acudir al concierto era la vida). 2 Antropología de la Salud Salud y enfermedad no son sólo términos indisolubles, sino también relativos. Pensar que la enfermedad se puede reducir a términos objetivables es una forma de pensar de nuestra sociedad (por ejemplo, la ancianidad no es considerada enfermedad). La sociedad elige una serie de síntomas, al elegirlos los hace socialmente significativos (se trata de una construcción social) y una vez que los construye y los define como enfermedad, los interpreta, les da un significado. Cada grupo humano tiene, por tanto, su propia definición de lo que es enfermedad, no coincidente con la de otros grupos. Lo socialmente significativo es la interpretación cultural de la biología. Hasta muy recientemente, este campo de la vida social ha estado fuertemente biologizado y también considerado como un aspecto marginal de la vida social. Sin embargo, las concepciones de los sistemas de salud-enfermedad de una sociedad son una puerta directa de acceso al núcleo de la misma (considerado hasta ahora exclusivamente formado por la economía, la política, etc.). Para desnaturalizar este campo de la vida social, lo primero que se hizo fue estudiar a “los otros” (religión, curanderos, magia…), en primer lugar a “los otros externos” y después a “los otros internos”, y sólo a partir de los años 80 la biomedicina se convierte también en un objeto de estudio etnográfico. Se constituye la biomedicina como una etnomedicina más. Esta aparición tan tardía se explica porque el estudio de los modelos hegemónicos de nuestra sociedad sigue siendo infrecuente. Al ser un campo reciente de investigación, sus referencias son escasas. Además, la formación oficial de los profesionales de la medicina suele carecer de una visión antropológica de la salud. 3 Antropología de la Salud TEMA 1 EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ANTROPOLOGÍA DE LA SALUD: CONCEPTOS FUNDAMENTALES. LAS RELACIONES ENTRE ANTROPOLOGÍA Y MEDICINA. LA ANTROPOLOGÍA CLÁSICA Y LA INVISIBILIZACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO. LA CONFIGURACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO: LOS AÑOS CINCUENTA Y LA ANTROPOLOGÍA APLICADA. LA ANTROPOLOGÍA DE LA SALUD HOY: RETOS Y PERSPECTIVAS. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ANTROPOLOGÍA DE LA SALUD: CONCEPTOS FUNDAMENTALES. LAS RELACIONES ENTRE ANTROPOLOGÍA Y MEDICINA. 1. La salud de un colectivo humano consiste en una adaptación exitosa al medio. I. Illich añade que esta capacidad incluye no sólo el bienestar, sino también nuestra capacidad de manejar realidades como el sufrimiento, la angustia y el dolor. Según esto, la salud tiene que ver con muchas cosas: alimentación, consumo, cuerpo, tipo de relaciones sociales, características de la organización social… Hay que decir que cualquier modificación de ese medio provocará la aparición de la enfermedad. De hecho, hay una corriente de la medicina naturista, denominada Higienismo, que se plantea que las enfermedades no son más que crisis adaptativas del cuerpo, el cual tiene capacidad autocurativa, a ese medio. 2. Hay muchas definiciones de Salud: la OMS en el año 1947 dice “estado de completo bienestar físico, mental y social y no simplemente ausencia de enfermedad o invalidez”. Es una definición no operativa. La OMS ha ido ampliando esta definición diciendo “el más alto estado de bienestar posible”. Otra definición que establece la OMS en el año 78, en la conferencia Internacional sobre atención primaria: “La salud es un derecho humano universal”, y ese estado hay que conseguirlo no sólo a nivel sanitario sino por ejemplo también a nivel económico. Definición desde la psicología por Steiner (francés): “capacidad que tenemos los humanos de vivir en armonía…” No hace referencia a la enfermedad. Desde una perspectiva holística podríamos plantear que la salud de un colectivo humano consiste en una adaptación exitosa a su medio. A esta definición Ivan Illich (pensador alemán, crítico de la modernidad u autor de “Némesis médica” diosa de la justicia médica) añade que esa capacidad de adaptación incluye nuestra capacidad de bienestar y además también nuestra capacidad de manejar exitosamente la angustia, la muerte. Define: “arte de vivir y de sufrir característico de un determinado lugar y época”. Según ésta última definición, podemos reflexionar en el cómo nuestra sociedad trata de evitar relacionarse con la muerte, hay un rechazo cultural a la muerte, por lo tanto es una contradicción, sería una sociedad no saludable. Hablar de salud nos permite hablar de la forma en que se comporta una sociedad. 4 Antropología de la Salud Definición por parte de la Medicina. Jordi Gol (médico catalán) ha acuñado una frase célebre “salud es una manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa”. El interés de la definición es porque pone énfasis en un proceso: o es una manera de vivir autónoma porque existe salud cuando existen los recursos necesarios para que exista salud, autonomía, poder garantizar las necesidades básicas o Solidaria porque la salud se produce socialmente, los humanos dependemos de los demás. o Gozosa en el sentido de que remite a un sentimiento de satisfacción personal. Para Gold puede haber “sanos enfermos” y “enfermos sanos”, es decir, estas definiciones son definiciones que no oponen salud/ enfermedad. La salud no niega la enfermedad: se puede tener mala salud y no tener enfermedad. Según esta definición la salud no tendría que ver con ir en silla de ruedas. 3. Según estas definiciones, la salud tiene que ver con muchas cosas, con una Antropología de la alimentación, del cuerpo, de la organización social, etc. Y en este sentido sí hablamos de salud como una adaptación exitosa del medio. Un cambio en el medio provoca un cambio en la salud, y provoca un reajuste de adaptación. 4. También es claro que aunque las definiciones de salud son muchas, la imagen que tenga una sociedad de la salud, por vaga que sea, es la que dirige las actuaciones y los pensamientos tendentes a definir, clasificar y tratar la enfermedad. Cada sociedad entenderá de forma diferente esa adaptación al medio. . El mantenimiento de la salud va a pasar en todas las sociedades por lo que Comelles y Martínez en “Enfermedad, cultura y sociedad” denominan sistemas médicos, entendidos como el conjunto de representaciones y prácticas sobre lo que se debe hacer y pensar ante tal acontecimiento. Sería todo el conjunto de concepciones y prácticas sobre salud y enfermedad y su tratamiento. En ese sentido, el sistema médico es un sistema social y cultural, incluye lo que se piensa, se ha pensado y lo actual. . Autores como el antropólogo mejicano Eduardo Menéndez, que propone el concepto de proceso de salud-enfermedad-atención (asistencia) porque entiende que estos tres términos son inseparables a la hora de estudiar todo lo que tenga que ver con la salud. Plantean que todo proceso de salud-enfermedad-atención se desarrolla dentro de un conjunto de relaciones sociales y la tarea de un antropólogo es buscar esas relaciones. Por tanto, para este autor, el proceso de salud-enfermedad-atención, lejos de ser un problema de un ámbito concreto (que tiene que ver con la biomedicina, curanderos, etc), es un problema de carácter social. La consecuencia, a nivel metodológico, es que para analizar un proceso de salud-enfermedad-atención hay que partir siempre de un análisis de los conjuntos sociales (qué ocurre alrededor del problema) y no tanto del análisis del problema en sí. El análisis y descripción del problema tiene que pasar antes por una mirada al conjunto de las relaciones sociales en las que éste se inserta. 5. Lo importante para nosotros como antropólogos es reflexionar sobre el hecho de que todo proceso biológico es pensado en términos sociales y que eso es lo operativo en la vida social. 5 Antropología de la Salud Toda enfermedad, por biológica que sea, va a ir necesariamente al terreno de las prácticas sociales y de los significados simbólicos de una sociedad. Cada sociedad selecciona unos datos biológicos concretos como datos significativos socialmente. La biomedicina es una de las grandes creadoras de representaciones colectivas sobre la salud y la enfermedad pero, desde luego, no es la única. Por otra parte, en torno a este campo de estudio existen diferencias metodológicas (Antropología Médica o de la Medicina, o en nuestro caso, Antropología de la Salud), pero más allá de ellas, todas las definiciones coinciden en señalar el alcance cultural de todo sistema médico. A nivel internacional se utiliza la expresión Antropología Médica, aunque en España se tiende a usar Antropología de la Medicina porque podría confundirse con los trabajos de Pedro Laín Entralgo, médico ensayista que ha hecho antropología de la Medicina desde un enfoque filosófico, y para diferenciar los trabajos antropológicos de ellos se habla de Antropología de la Medicina. José María Uribe plantea ante estas diferencias que: - Antropología de la Medicina haría referencia a un nivel histórico más concreto (en el contexto del modelo occidental, haría referencia a un nivel científico), mientras que - Antropología de la Salud haría referencia a un nivel teórico más general del objeto de estudio (en nuestra sociedad no siempre se corresponde con la ciencia médica). La mayoría de las definiciones coinciden con el alcance cultural del sistema médico, enfatiza el carácter cultural en cualquier sistema de salud. 6. La Antropología de la Salud estudia las relaciones entre la Antropología y la salud. Parte de dos premisas fundamentales: 1. En primer lugar, en tanto que hemos definido salud como adaptación exitosa al medio, los sistemas de salud-enfermedad constituyen una de las expresiones socioculturales más antiguas de la humanidad, entendidos como adaptación al medio. 2. En consecuencia con lo anterior, cada sociedad ha creado formas de adaptación diferentes, es decir, una respuesta cultural a una necesidad básica. Los estudios antropológicos parten, por tanto, de dos principios fundamentales: La enfermedad (en singular) es universal, es uno de los fenómenos socioculturales más antiguos de nuestra sociedad. Se entiende como un proceso de adaptación del ser humano al medio. Cada cultura tiende a cristalizar esa adaptación al medio como formas de organización social particulares. Por lo tanto, las enfermedades, en plural, no son universales. Todos los grupos humanos desarrollan algún criterio para relacionarse con la enfermedad y, en ese sentido, todos los grupos humanos tienen teorías (conjunto de conocimientos) para explicar, diagnosticar y también para justificar la enfermedad. Nuestra sociedad se relaciona con miedo y defensa. 6 Antropología de la Salud Las relaciones entre los procesos de salud-enfermedad y el entorno socio-cultural se pueden abordar desde tres puntos de vista: 1. Analizar cómo es la cultura la que define y tipifica las enfermedades. 2. Analizar cómo es la cultura la que dota de significado social a la enfermedad. 3. Analizar cómo es la cultura la que crea un determinado contexto terapéutico. Cada cultura define y tipifica las enfermedades concretas. Y cada sistema de salud tiene su lógica, con mayor o menor grado de empirismo y eficacia. En todas las sociedades existen creencias sobre las causas de la enfermedad, tratamiento de la misma y relación de la enfermedad con otros aspectos de la vida social. Es decir, todas las sociedades tienen su propia etiología sobre la enfermedad, todas tienen pautas preventivas y terapéuticas, y todas tienen diferentes modos de gestionar la salud y la enfermedad. En consecuencia, todas las sociedades van a tener sus propios especialistas en salud y enfermedad, los cuales tendrán dedicación a tiempo completo o parcial. El grado en que el especialista es quien conoce las pautas terapéuticas y preventivas variará de unas sociedades a otras. En nuestra sociedad existe un importante monopolio sobre el proceso asistencial, el paciente es el que no sabe. Debido a los grandes avances de la biomedicina, nos parece que ésta es objetiva y objetivable, que no tiene cabida la interpretación, es exacta. La Antropología, sin embargo, tiene una visión mucho más amplia, ya que la biología se interpreta culturalmente. Asignamos significados sociales a los datos de la biología, es decir, los signos solo tienen importancia si los dotamos socialmente de significados, si los convertimos en símbolos. La enfermedad aparece como una disfunción porque reinterpretamos los hechos biológicos. La Antropología de la Salud ha encontrado que en todas las sociedades se relaciona la causa de la enfermedad como un deterioro de los valores sociales, morales… y se deriva que una vuelta al cumplimiento de las obligaciones incidirá en un mejoramiento de la enfermedad (incluso en nuestra sociedad en la que prevalece el modelo biomédico). Es decir, la dimensión simbólica de la enfermedad. Sobre el ciclo vital de un individuo se elaboran identidades sociales. Por ejemplo, un recién nacido no sometido a algún ritual se considera no-nacido; el ritual de pubertad puede no guardar relación con la pubertad biológica; el genitor o padre biológico no es siempre el padre social del individuo. La enfermedad en las sociedades aparece como una alteración del funcionamiento, o bien biológico, o bien conductual, pero como interpretamos culturalmente los hechos biológicos, el concepto de alteración no es siempre el mismo (por ejemplo, obesidad puede ser objeto de tratamiento médico en una sociedad y ser provocada artificialmente en otras por ser signo de mujer casada; el hermafroditismo es en nuestra sociedad objeto de intervención quirúrgica por ser considerado anomalía, mientras que en otras sociedades se considera normal y da lugar a ocupar una determinada posición social reconocida). La dificultad para definir salud muchas veces nos lleva a la palabra enfermedad. La relatividad del concepto de alteración se puede ver muy fácilmente en los llamados trastornos mentales o de la conducta. Por ejemplo, Ruth Benedit llegó a calificar a los kwakiutl de paranoicos megalómanos por sus derroches en el Potlach. Esta relatividad es especialmente importante porque en realidad lo que atormenta a un paciente mental no es tanto el trastorno en sí como el tratamiento social que se hace de esa situación. 7 Antropología de la Salud Las alteraciones son transformadas socialmente en síntomas significativos y son esos síntomas los que tipificamos como enfermedad. En esta tipificación tiene importancia su etiología, pero sobre todo su significado social (por ejemplo, es contagioso, no puede trabajar, etc.). Pensar que la enfermedad tiene una causa biológica no es la concepción más extendida, en nuestra sociedad se relaciona con otras áreas de la visa social. La enfermedad es un proceso más complejo que la simple patología. Hay que ampliar nuestra visión e intentar comprender todo el proceso humano de salud/enfermedad. Creer que la salud/ enfermedad puede ser objeto de una descripción objetiva es una invención históricamente determinada. Lo operativo en la vida social es el significado que nosotros le demos a la biología, lo importante es el enfoque que le demos. La Antropología de la Salud es muy reciente en relación a otros campos de estudio de la Antropología y puede parecer que eso nos obliga a justificar el interés de los estudios de los procesos de salud-enfermedad. La salud y la enfermedad constituyen necesidades básicas y de la misma forma que nos parece legítimo estudiar el poder, el uso del espacio y el tiempo, etc., es igualmente lícito estudiar estos procesos de salud-enfermedad, sobre todo por dos razones: porque todas las demás variables (identidad cultural, poder, etc.) se van a modificar en función de nuestro estado de salud-enfermedad, pero también, y lo que es más importante, porque nuestras experiencias de salud-enfermedad están incorporando las formas que tiene nuestra sociedad de organizar el poder, de construir la identidad, de utilizar el espacio y el tiempo, etc. Por eso consideramos el estudio de estos procesos como una vía de acceso directo al núcleo de las relaciones estructurales de la sociedad. Con esta visión, A. Young, en su artículo The anthropologies of illness and sickness (1.982), da una definición ya clásica de las diferentes realidades que interactúan en la enfermedad, en la que se interrelacionan tres dimensiones que en el ámbito anglosajón se concretan en tres expresiones: disease, illness y sickness. Se utilizan a nivel internacional y no hay un solo vocablo en español que traduzca estas tres dimensiones: 1) Disease hace referencia a la dimensión biológica de la enfermedad. Es la que privilegia la biomedicina. 2) Illness refiere a la experiencia y a la vivencia de la enfermedad, a la dolencia, al padecimiento, a las dimensiones culturales de la enfermedad, es decir, a cómo los procesos patológicos se convierten en experiencias biológicas significativas; se trata de la dimensión más subjetiva. 3) Sickness hace referencia a la dimensión social de la enfermedad, privilegiando el tipo de relaciones sociales en que se insertan los procesos de salud-enfermedad, que se articulan con las dimensiones económicas, políticas, etc. Pueden verse definiciones más precisas de estos términos en el glosario de Comelles. Dice Young: “La enfermedad (sickness) no es un término vacío para referirse a una patología (disease) y/o a su percepción (illness), sino que se puede redefinir como el proceso a través del cual se da significado social a signos de anomias conductuales y biológicas, convirtiéndolos en símbolos socialmente significativos”. 8 Antropología de la Salud La posición biomédica ha privilegiado la primera de estas dimensiones (disease). De todas formas, últimamente puede detectarse una tendencia dentro de la biomedicina, aunque sea minoritaria, a comenzar a articular las tres dimensiones. Esto tiene que ver con una serie de factores que están contribuyendo a que se pueda hablar de una crisis de la biomedicina. La investigación biomédica está empezando a percatarse del papel del sistema nervioso central en el sistema inmunitario y en las defensas del organismo (psicoinmunobiología), con lo cual se relaciona con el estado anímico del individuo, sus relaciones, etc. Se han revalorizado las vivencias psíquicas, las relaciones sociales, los estilos de vida, etc. Todos ellos pueden ser tanto factores patógenos como factores de curación o que proporcionarían al cuerpo las condiciones necesarias para su autocuración. Esto se dirige al núcleo de las formas de trabajo de las medicinas tradicionales y alternativas, que tienen en cuenta este tipo de factores en la curación del individuo. La revisión de los fundamentos de la biomedicina no será un proceso fácil porque choca con profundas resistencias como las constituidas por los programas de formación en Ciencias de la Salud, con factores de promoción y prestigio en la carrera profesional, con el sistema jerárquico altamente vinculado a la economía y al poder de la institución biomédica. La Antropología podrá aportar una nueva perspectiva a esta revisión con una toma de conciencia crítica de la situación. Las fronteras entre una y otra dimensión de la enfermedad son difíciles de delimitar, pero en realidad esta distinción guarda mayor relación con diferencias de tipo teórico-metodológico, es decir, la perspectiva y el factor que privilegia una aproximación concreta al objeto de estudio, y no tanto con una distinción fenomenológica de la realidad. Por eso se habla de Antropología de la Illness, con aproximación culturalista, o de una Antropología de la Sickness, que es más estructural-funcional o más marxista. Autores como J. Prat plantean que el estudio de la enfermedad no depende de la situación objetiva, sino de los hechos significativos en una cultura. Además de ser una vía de mantenimiento en una sociedad, el estudio de la salud desde la Antropología nos permite el estudio de la relación naturaleza-cultura. Una mirada antropológica sobre la naturaleza humana nos permite un estudio sobre los límites de la misma. La salud-enfermedad se concibe en nuestra sociedad como el reducto más naturalizado de la vida del hombre. HISTORIA DE LA DISCIPLINA La Antropología de la Salud es un campo reciente y sus estudios se han desarrollado con bastante retraso en relación a otras áreas. Esto parece paradójico, ya que la Antropología tiene interés en todo aquello que está en relación con el ser humano y, sin embargo, se ha olvidado de estudiar la quiebra de éste. En 1.988 se plantea la necesidad de establecer las bases para el estudio de esta subdisciplina. Comelles, en su definición de salud y enfermedad, dice en esta fecha que el campo de la Antropología de la Salud tiene una falta de coherencia interna y es necesario discutir sobre las bases teóricas, metodológicas y conceptuales de este campo de estudio (leer artículo Ángel Martínez) Ángel Martínez, en su artículo, plantea que la Antropología de la Salud se ha ido configurando a lo largo de tres grandes etapas: 9 Antropología de la Salud 1. Modelo clásico. La primera se caracterizó por considerar a los sistemas médicos de otros pueblos (medicinas indígenas) como subsumidas en otras categorías relevantes para el análisis antropológico (magia y religión). Los estudios eran muy marginales y minoritarios. Las escasas referencias serán encontradas en estudios sobre brujería, magia o religión. Las medicinas indígenas, los sistemas médicos de “los otros pueblos”, eran considerados sistemáticamente como irracionales y como tendentes a aplicar de forma errónea el pensamiento, lo cual era considerado propio de los pueblos atrasados. Lo característico de esta etapa es una invisibilización del objeto de estudio. 2. La segunda fue una etapa pragmática. La Antropología aparece actuando en este campo pero bajo la demanda de la biomedicina, para que intervenga o estudie los sistemas médicos en los países del llamado Tercer Mundo. El sistema biomédico, en los años 50, empieza a intervenir en el Tercer Mundo y por ello demandan colaboración de los antropólogos como traductores. Se desarrolla una antropología aplicada, que estudia las culturas para facilitar la intervención de programas de salud pública. Se estudiarán los sistemas médicos de “los otros pueblos”, e incluso ciertos problemas de las sociedades occidentales (como el alcoholismo, por ejemplo). Eso provocará que la Antropología de la Salud dependa teórica y metodológicamente de la biomedicina; sus intereses estarán supeditados a los intereses de la misma. Por tanto, la Antropología de la Salud es dependiente de la medicina occidental. Será una Antropología aplicada a los problemas que la Medicina Occidental categoriza como tales. Es el mayor momento de expansión de la biomedicina. 3. Por último, la etapa crítica, en la que la biomedicina se convierte teórica y metodológicamente en un sistema médico más, y en objeto de estudio de la Antropología de la Salud. Es una etapa donde se difuminan las barreras entre ciencia y creencia, ello permite ampliar el objeto de estudio. La sucesión temporal de estas etapas no significa que no puedan coexistir, encontrando en momentos concretos aproximaciones propias a una y a otra etapa. Han configurado el proceso conceptual de la Antropología de la Salud. LA ANTROPOLOGÍA CLÁSICA Y LA INVISIBILIZACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO. Las referencias históricas más significativas sobre la relación entre medicina y ciencias sociales, salud-enfermedad se pueden encontrar en la medicina urbana que se desarrolla en el siglo XVIII. Esta medicina urbana trata de los factores sociales y ambientales de la salud de la población. 10 Antropología de la Salud También en la medicina social del siglo XIX en Alemania podemos encontrar ciertos precedentes, sobre todo referentes a la dimensión social y económica de la enfermedad. En concreto, Rudolf Virchow (1.821-1.902), patólogo y etnólogo que fue profesor de antropometría de Boas, se dedicó a estudiar los usos y costumbres de la sociedad alemana en materia de salud. Realizó un informe sobre las epidemias de tifus que estudió en 1.847 en la Alta Silesia y propuso soluciones como reformas sociales radicales, educación, democracia, libertad, bienestar, etc. Esta publicación dio lugar a un enfrentamiento con el régimen. Frase “la medicina es una ciencia social y la política no es más que medicina a gran escala”. Fue un activista militante. Se le considera uno de los padres de la Medicina Social. Hizo instalar el mejor servicio de agua potable en Europa. En Francia y en Inglaterra también existe una preocupación por parte de algunos médicos por analizar la influencia de la pobreza en la salud, por las condiciones de habitabilidad de los trabajadores, que vivían en condiciones insalubres (hacinamiento, etc.). En Inglaterra hay que hacer referencia a Engels. En 1.845 publica La condición de la clase obrera en Inglaterra. Se le considera una de los mejores informes sobre las condiciones de salud de la población en el contexto industrializado (Revolución Industrial). Es un precedente de cómo la pobreza tiene relación con la salud. Engels y Virchow son coetáneos. Ambas tradiciones nos llegan a través de la labor del estadounidense Sigerist y la escuela creada en torno a él. Se preocupa por una medicina social. El énfasis que hacía en el materialismo y el marxismo hizo que fuese depurado por el macartismo. La temática común a todos estos precedentes históricos es la preocupación por los factores sociales y culturales que inciden en los procesos de salud-enfermedad. Sin embargo, ninguno de estos autores era antropólogo. La Antropología no participa de toda esta preocupación por los cambios y sus repercusiones en la salud. Las aportaciones antropológicas a la salud son más tardías. Existen excepciones de etnógrafos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Eran folkloristas, funcionarios, aficionados a estudiar culturas aborígenes y hombres-medicina. Revisando la Antropología clásica se observan dos fenómenos: A. En las investigaciones etnográficas, el estudio de la salud y la enfermedad es totalmente marginal. Estaba muy vigente la dicotomía naturaleza/cultura y la salud-enfermedad se incluía en el primero de estos campos. Esta naturalización genera la invisibilización del objeto de estudio. La naturalización de este ámbito de la vida social tiene como consecuencia que las enfermedades se consideren como meros accidentes naturales en la vida de la comunidad y esto hace que se muestren sólo en referencias poco sistematizadas al hablar, por ejemplo, de los procesos demográficos del grupo (mortalidad, etc.). La enfermedad aparecen o bien en relación a condicionantes naturales externos o bien al impacto que estaba produciendo en ese momento la colonización, en cualquier caso, algo que viene de fuera (ya sea la naturaleza o el proceso de colonización), pero no es algo perteneciente a la cultura que deba estudiarse. Interesaba además ver a los grupos de manera aislada y no en relación a la colonización. 11 Antropología de la Salud B. Un segundo factor es la tendencia a subsumir los sistemas médicos de otros pueblos en categorías que los antropólogos consideraban relevantes, como las creencias, la magia, etc. Esta situación es la consecuencia de una dicotomización no cuestionada en ese momento entre creencia/razón, creencia/ciencia, naturaleza/ cultura, irracionalidad/racionalidad en la que se relaciona el primer factor con el mundo primitivo y el segundo con la civilización. La antropología se concebía como un proceso científico natural para estudiar cómo los indígenas iban a evolucionar a la civilización. Los sistemas médicos indígenas eran subsumidos en estas categorías, por ello el objeto de estudio estaba invisibilizado. El paradigma funcionalista pretendía la cientificidad de la Antropología. Interesaba cómo había evolucionado la mentalidad primitiva (desde la magia, pasando por la religión, hasta llegar a las formas racionales). Tylor decía que el “primitivo” se caracterizaba por su falta de método empírico. La mentalidad primitiva utiliza inadecuadamente la capacidad de la mente humana para asociar ideas. Asocia dos cosas en la mente y cree que están asociadas en la realidad. La razón asocia realidades y luego asocia estas en la mente. Los sistemas médicos primitivos, según Tylor, no son más que muestras de esa mentalidad errónea. La medicina de los otros pueblos quedaba inmersa, por tanto, en la magia, la brujería o la religión. La labor de los etnógrafos estadounidenses de finales del siglo XIX y principios del siglo XX sobre los pueblos indios fue similar, aunque en algunos casos la medicina tomó una cierta relevancia en sus descripciones. Por ejemplo, Bourke hace un estudio sobre los hombresmedicina apache. Otros estudios versan sobre danzas rituales, oraciones navajo, recetas, etc. Son estudios muy influidos por el evolucionismo, pero en estos estudios ya se empieza a insinuar el papel que jugará la Antropología como agente de aculturación a mitad del siglo XX. Bourke, cuando se interesaba por los sanadores apache, lo hacía por el papel que tenían en la sociedad y su influencia en los impedimentos para relacionarse con el hombre blanco (“Mientras existan los hombres-medicina, los pueblos indios no seguirán el camino del hombre blanco”). Las referencias etnográficas en ese momento son meros inventarios. A principios de siglo podemos encontrar dos trabajos comparativos sobre los sistemas médicos indígenas y con el interés de extraer una visión general, con la intención de sistematizar: Rivers (británico) y Clements (estadounidense). Rivers fue uno de los médicos antropólogos que participó en las investigaciones del Estrecho de Torres (Australia/Nueva Guinea); su planteamiento partía del difusionismo. Estudió las prácticas médicas de los habitantes de Nueva Guinea; el trabajo etnográfico de primara mano fue la base de su estudio. Su obra se publicó a su muerte en 1.924, con el título de Medicina, magia y religión, y proponía un estudio comparado de los sistemas médicos. Partía de la base de que había tres concepciones del mundo: empírica, mágica y religiosa. Planteaba que aunque la medicina “primitiva” puede presentar algún elemento empírico (masajes, etc.), en realidad debe entenderse o bien en la concepción mágica (personificada en la figura del médico-hechicero) o bien en la religiosa (personificada en el médico-sacerdote). 12 Antropología de la Salud Lo importante es que reconoce que todos los pueblos tienen sistemas cognitivos sobre la salud-enfermedad, sistemas médicos, teorías sobre las causas de la enfermedad. Dependiendo de las creencias, relacionadas con su concepción del mundo, desarrollará unas prácticas u otras. Aunque reconoce estos modelos, considera que son sistemas “falsos”. Este esfuerzo de sistematización de Rivers no tuvo continuidad en Inglaterra, aunque su esquema comparativo es recogido por Clements en EE.UU. que escribe Conceptos primitivos de enfermedad (1.932). Esboza una tipología que clasifica la etiología de la enfermedad según cinco posibles causas: Como consecuencia de la brujería. Como consecuencia de la violación o transgresión de un tabú. Por intrusión de un objeto. Por intrusión de un espíritu. Como consecuencia de la pérdida del alma. Clements hace un estudio geográfico de cómo se distribuyen estas etiologías. Lo hace a partir de una revisión bibliográfica. Es un resultado bastante desalentador. En toda la Antropología clásica hay una información muy exigua de la enfermedad. ¿Es que los informantes no enfermaban? Las etnografías describen sociedades sanas. Evidentemente, esto no es cierto. Hay muchos ejemplos de que los antropólogos vieron esas enfermedades. Los diarios de Boas entre los esquimales recogen su preocupación por una epidemia de neumonía ante la que se sentía impotente. Radcliffe-Brown seleccionó a sus informantes de las Islas Andaman de un hospital para enfermedades venéreas. Malinowski escribió sobre las concepciones trobiandesas de la fecundidad, la vida y la muerte. Sin embargo, no hay un análisis sobre estas temáticas, que no se reconocen como fenómenos socioculturales, por lo que no pueden adquirir un estatus etnográfico. Los sistemas médicos indígenas están subsumidos en el ámbito de las creencias sobre lo sobrenatural. No aparecen sistemas médicos que puedan diferenciarse de la magia o de la religión. No se habían producido las condiciones para que emergiese la Antropología de la Salud. Resumen: Campo marginal. Mentalidad primitiva caracterizada como carente de método empírico, que no podía aprehender la realidad y por tanto distinguir la medicina de la magia o la religión. Era una forma primigenia, animalizada, que con la evolución daría lugar al conocimiento científico. Los sistemas médicos eran considerados embriones de lo que inevitablemente evolucionaría hacia la medicina racional. En esta segunda mitad del siglo XIX no hay muchas diferencias en los discursos antropológicos sobre los sistemas médicos de los otros pueblos y el discurso biomédico sobre las medicinas populares (campesinos, etc.). Bajo esa división entre ciencia y creencia subyace el problema de la racionalidad considerada patrimonio de la ciencia, no de la creencia, y su representante universal es el conocimiento científico (que no es otro que el modelo de los investigadores). El conocimiento 13 Antropología de la Salud científico es el único modo de conocimiento racional, todo lo demás no es representante de un conocimiento racional. Sólo la biomedicina es científica y sólo ella es racional. Pasa en la Antropología de la Salud lo mismo que en otros campos de la vida social. A comienzos del XIX hay algunos antropólogos que dudan de estas dicotomías tan absolutas. Malinowski o Evans-Pritchard ya empezaron a apuntar que quizá la medicina primitiva no era totalmente irracional. Evans-Pritchard (estructural-funcionalista), en su obra “Brujería, magia y oráculo entre los Azande” (1837) dice, por ejemplo, que entre los Azande coexisten explicaciones mágicas y empíricas y que quizás el pensamiento primitivo no sea ajeno a un pensamiento racional. Entre ellos tienen explicaciones empíricas pero las acompañan con explicaciones místicas (coexisten en el mundo azande). Cuando los Azande hablan de brujería, lo que ésta explica es la conjunción de factores, el motivo de que se clave una lanza (por qué ese hombre, esa lanza y ese momento) y no cómo se cura la herida. Desde nuestra sociedad hablaríamos por ejemplo de azar o de destino. Los Azande saben cómo se produce y se cura una herida, pero lo que le interesa explicar desde la brujería es esa conjunción de factores. A pesar de estas aportaciones, mientras existiese esa dicotomía tan marcada entre creencia y razón, resultaba imposible que la biomedicina se convirtiese en objeto de estudio. La propia biomedicina es el patrón de oro para dilucidar qué es falso o verdadero, qué es racional, qué es empírico, etc. De ahí esa imposibilidad de convertir la biomedicina en objeto de estudio. La disolución entre ciencia y creencia es la que constituye el principal reto de la Antropología de la Salud, considerando la propia biomedicina como un modelo más de creencias y normas. Para esto fue necesario ese primer paso de considerar esos sistemas médicos de los otros pueblos como objeto de estudio. Esto ocurrió en la segunda etapa. Los factores que posibilitaron esto y que influyeron por tanto en la aparición de la Antropología de la Salud fueron descritos por Jesús de Miguel en su artículo Introducción al campo de la Antropología médica (1.980). De Miguel señala que hay cinco factores que inciden para que se desarrolle la especialidad y que nos va a introducir en la 2ª etapa: 1. Investigación etnomédica. Plantea como desde principios del XX hay un interés por la magia, brujería.. que era donde se subsumían los sistemas médicos indígenas. En este sentido tenemos dos precedentes: el desarrollo de las investigaciones etnográficas sobre medicinas (etnomedicinas) de los otros pueblos irán siguiendo paulatinamente las líneas iniciadas por Rivers y Clements. Rivers (1924) “Medicina, Magia y Religión” propone establecer un estudio comparado de los sistemas médicos y propone una clasificación de esos sistemas. Clement (1922) escribe “Concepciones primitivas de la enfermedad” elabora una clasificación de las distintas etiologías de la enfermedad que se dan en las sociedades primitivas. Según Ángel Martínez, a partir de referentes como estos dos, a partir del siglo XX hay un interés por estudiar las medicinas indígenas llamadas primitivas y dará lugar a lo que en la segunda etapa se llamará: estudios etnomédicos o etnomedicina (se considera una producción de la cultura, en contra de la biomedicina). No se distingue entre medicina, magia y religión. 2. A medida que avanza el siglo tenemos una cierta reorientación de la Historia de la Medicina hacia formas de análisis y de estudios más cercanas a las Ciencias Sociales, gracias a los trabajos de Sigerist (1891-1957). Médico, historiados de la medicina, empieza a incluir el análisis de los factores económicos, sociales y culturales sobre la enfermedad. Gracias a su labor, se empieza a elaborar una medicina más crítica, social, incluso de izquierdas. Sigerist 14 Antropología de la Salud publica en 1.937 una obra sobre la medicina social en la URSS, aunque fue silenciada en su época y acusado de marxista; Se exilia a Suiza y escribe su obra más citada y la que más impacto tiene en Ciencias Sociales Historia de la Medicina (1951) es su obra más ambiciosa, compuesta por siete volúmenes, pero publicados sólo dos de ellos, el segundo a título póstumo. Se considera uno de los pilares del enfoque sociológico de la medicina. Un autor estudioso de la medicina indígena, discípulo de Sigerist es Ackerknecht, que escribe Medicina y Antropología Social, uno de los libros más importantes de la etnomedicina en su visión clásica (medicina de otros pueblos). Este autor fue biógrafo de Virchow. Defiende los sistemas médicos indígenas pero va a entender que son diferentes a la biomedicina, que tiene una lógica racional mientras que la otra tiene una lógica mágicosobrenatural. 3. La labor de la Escuela de Chicago, a finales de los años 30, que empieza a interesarse por los problemas psiquiátricos en relación al desarrollo de las ciudades (enfermedad mental / urbanización). 4. Los estudios de la Escuela de Cultura y Personalidad constituyen el segundo factor en importancia. Combinaban los principios culturalistas de Boas con la Psicología. Le preocupaba la determinación cultural de la personalidad. Eso hace que se empiece a debatir sobre cuestiones importantes para la Antropología de la Salud: la normalidad y la anormalidad, la influencia de la cultura sobre la aparición de enfermedades mentales, etc. Dicen que la enfermedad mental aparece porque el individuo no tiene la suficiente plasticidad para adaptarse a los cambios culturales. Esto posibilita que estos temas irrumpan en el debate antropológico, iniciándose la desnaturalización de este campo. Hay que hacer referencia a la obra de Ruth Benedict (años 30). Situaba las conductas normales o anormales en el contexto de la cultura. Más que entender, como sucedía hasta ese momento, las conductas de los trastornos mentales como fenómenos estrictamente individuales, los entendía como problemas de falta de plasticidad del individuo en su contexto cultural. Tiene una influencia importante y en la década de los 40, empiezan a aparecer investigaciones sobre las enfermedades mentales en los pueblos indígenas (ej: uso cultural de determinadas drogas o usos de chamanismo para la psicoterapia). En los años 50 empiezan a aparecer también los estudios sobre lo que se vino a llamar síndromes de filiación cultural, Comelles y Martínez lo definen como aquellas alteraciones o trastornos que suceden exclusivamente en un contexto cultural y no fuera de él (enfermedades folk). Ejemplos: Hoy la Antropología de la Salud entendería la anorexia, fibromialgia y la bulimia como síndromes de filiación cultural. En los años 50 se hablaba por ejemplo del koro, trastorno de los varones en China, que creen ver reducido el tamaño de su pene, lo cual da lugar a sensaciones de pánico e intentos de recobrar su tamaño normal. Este trastorno solamente se da entre los varones del Sudeste Asiático. Otro caso de síndrome de filiación cultural es la histeria ártica, documentada entre los esquimales, caracterizada por conductas de pánico en las que los individuos se desnudaban corrían por la nieve hasta caer en coma. Estas investigaciones centran la atención en el poder de las normas sociales. Tuvieron importancia por su cuestionamiento del modelo psiquiátrico. Bajo este prisma de los 15 Antropología de la Salud síndromes de filiación cultural podrían verse hoy trastornos como los citados (anorexia, obesidad en EE.UU.). Llaman la atención sobre la conveniencia de determinadas terapias que vayan más allá de lo biomédico y que atiendan a los aspectos culturales. El contexto social juega un papel más importante de lo que puede admitir la biología. En los síndromes de filiación cultural la antropología descubre un nuevo campo de estudio que señala el poder de las normas sociales y culturales sobre la psique humana. 5. El factor más importante en opinión de Jesús de Miguel para el desarrollo de la Antropología de la Salud fue el hecho de que a partir de la década de los 40 algunos organismos internacionales (ej. OMS) y también algunas fundaciones privadas (ej. Russell Sage), empiezan a implementar Programas de Salud Pública en países no industrializados o en vías de desarrollo, especialmente desde EE.UU. a Latinoamérica, aunque no sólo. Lo que ocurrió fue que el fracaso de la mayor parte de estos programas, fundamentalmente por no haber tenido en cuenta los modelos de concepciones y las prácticas de los pueblos sobre los que se pretende actuar, produjo un acercamiento entre estos organismos internacionales y privados y la Antropología. Y además en un contexto de descolonización. Se pretendía implementar proyectos de salud (ej: vacunaciones), exportar tecnologías y conocimientos a otros contextos, pero fracasan, y los antropólogos aparecen como los más adecuados para explicar el fracaso, como traductores culturales e incluso como garantía de éxito de los programas. Por ejemplo, se le pide que expliquen cómo determinadas creencias de la enfermedad pueden arruinar el éxito de los programas. Así, ante la creencia de que la introducción de un objeto en el cuerpo origina la enfermedad, los individuos no permitirán que se les vacune. Se hallan en el campo de la Antropología Aplicada y en el contexto de los nuevos procesos de colonización. Aunque el interés era pragmático, lo cierto es que los sistemas médicos indígenas empiezan a encontrar un lugar entre los objetos de estudio de la Antropología. No obstante, partían de la base de que los otros pueblos no deberían haberse resistido a la ayuda de la biomedicina, porque se hacía por su propio bien. La biomedicina tiene una labor benefactora y los otros sistemas son resistencias propias de lógicas atrasadas. Los informes que se elaboran en esta época no eran muy críticos porque partían de la base de que las terapias propuestas eran por el bien de la población, y que esa población no se debía haber resistido a la implementación de estos programas, es decir, el fracaso del programa se lo achacaban a los otros porque eran unos incultos y la antropología contribuirá a que la población ayudase en estas campañas. Estas campañas favorecieron que antropólogos y antropólogas se incorporaran como traductores de estas sociedades para que los profesionales sanitarios pudieran intervenir con éxito. La antropología empieza a hacer estudios para conocer estas sociedades y conocer los sistemas médicos indígenas (objeto de estudio). A partir de los 60 se le criticó a la antropología ese fuerte sesgo etnocéntrico. Se produce una crisis del objeto de la disciplina. 16 Antropología de la Salud Lo mismo ocurre en nuestra sociedad entre la biomedicina y las clases populares. Ehrenreich e English, en su obra Por su propio bien. 100 años de consejos hacia las mujeres, analizan el papel de los expertos en los hábitos de salud de las clases populares. Dos de los trabajos más representativos de estas orientaciones pragmáticas son los publicados en 1.955 por Gonzalo Aguirre Beltrán y Benjamin Paul. Programas de salud en la situación intercultural, de Aguirre Beltrán, publicado en México, es el principal punto de referencia de la Antropología Aplicada para la educación sanitaria indígena. La idea era que había que enseñar a quienes no sabían gestionar su propia salud, ya que nosotros poseemos los conocimientos y la tecnología. Salud, cultura y comunidad, de B. Paul, publicado en EE.UU., recoge 16 casos de programas sanitarios, algunos fracasados y otros exitosos. Concluye que “no podemos exportar el conocimiento médico sin tener en cuenta el marco cultural en que éste se va a insertar”, algo que hoy parece obvio pero que entonces supuso un importante paso. Ambas obras ven al antropólogo como mediador entre la biomedicina y la medicina autóctona y este papel era necesario para posibilitar el éxito de cualquier campaña. Se convierten en agentes de aculturación, o de desarrollo, según el punto de vista, para conocer el grupo “diana” y para decidir junto con otros profesionales el diseño concreto de la intervención. Es, por tanto, en los años 50 cuando empiezan a consolidarse los estudios sobre sistemas médicos indígenas. Su vinculación a brujería y magia se pierde por el pragmatismo de la época. La función de los antropólogos es dar a los otros profesionales los instrumentos necesarios para alcanzar el éxito en los programas de intervención. La Antropología de la Salud se convierte en agente de aculturación. Estos 5 factores confluyen en los años 50 para dar paso a la 2ª etapa que Ángel Martínez llama ETAPA PRAGMÁTICA, en la cual se configura el objeto de estudio que es el análisis de los sistemas médicos de los pueblos no occidentales, en relación a la Antropología aplicada. LA CONFIGURACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO: LOS AÑOS CINCUENTA Y LA ANTROPOLOGÍA APLICADA. Así se configura el objeto de estudio de la Antropología de la Salud en esta segunda etapa, un objeto constituido por los sistemas médicos de los otros pueblos. En los años 50 aparece la primera generación de antropólogos médicos. Destaca Caudill (1.952), quien publica el primer manual sobre Salud y Sociedad en EE.UU. Se fomenta el estudio sobre sociedad-salud-medicina. La salud y la enfermedad son ya un objeto de estudio etnográfico, pero en esta etapa todavía es inusual observar a la medicina occidental como objeto de estudio, y esto es por el contexto ya descrito. Permanece aún la división entre creencia y ciencia. Por otro lado, las investigaciones antropológicas están supeditadas a los organismos que financian y que, evidentemente, no se interesan por un análisis autocrítico. 17 Antropología de la Salud Las características de esta segunda etapa son: Pragmatismo. Dependencia de la medicina occidental. Falta de discusión teórica. Hasta los años 70-80, la Antropología de la Salud es una especie de cajón de sastre, en el que más que una orientación metodológica y un planteamiento teórico, lo que unifica a los estudiosos es un interés temático sobre las creencias de los otros pueblos. En estas décadas se va configurando la Antropología de la Salud como Etnomedicina, que podía incluir sistemas médicos escritos tales como la Medicina Ayurvédica, la MTC, la acupuntura, etc., en definitiva, sistemas médicos no occidentales o no biomédicos. Incluso autores como Comelles comentan que la Antropología de la Salud se utilizó como excusa para investigar otros objetos de estudio o bien como una forma de acceder al mercado de trabajo que de alguna manera permitía también explorar esos otros mundos. Se produce una separación tácita entre sistemas médicos indígenas y biomedicina, así como entre enfermedades mentales y enfermedades orgánicas. Los primeros elementos de estas dicotomías se constituyen en objeto de estudio y los segundos se consideran estrictamente en el campo de la clínica y la ciencia, se ven como realidades objetivables y ajenas al campo de la cultura. Por otra parte también, este desarrollo de la Antropología Aplicada en el campo de la salud, provocó que los antropólogos se incorporasen a equipos multidisciplinares, lo cual favoreció la práctica antropológica, pero al precio de un pragmatismo de poca repercusión teórica que la llevó a una supeditación a los problemas e intereses planteados por la biomedicina. Hay una posición de subalternidad al modelo médico. Además, como a la intervención biomédica le interesaba conocer un determinado elemento o variable, la visión holística de la Antropología se vio perjudicada. Los modelos biomédicos se caracterizaban por el individualismo y el pragmatismo. Este interés pragmático de la biomedicina fue en detrimento de la mirada holística propia de la Antropología; las investigaciones se convirtieron en eclécticas, microsociales, que diseccionaban mucho las variables y que carecían de un marco teórico. Hasta los años 60-70 no se consideró que la medicina tuviese independencia como objeto de estudio. No existía Antropología de la Medicina, sino Antropología en la Medicina. Esta situación poco a poco comienza a ser un lastre. De hecho, ya en los años 60 se plantean algunas revisiones. Son años de fuertes movimientos sociales y la Antropología Médica no es ajena a ellos. Así, Scotch, en 1.963, hace una revisión crítica y por primera vez empieza a hablar de Antropología de la Medicina. En este artículo reivindica un campo de estudio específico para la Antropología, que no estuviese supeditado a los intereses biomédicos. Empiezan a llover fuertes críticas sobre la Antropología de la Salud. Se la empieza a acusar, también en otros campos, de querer imponer el modelo biomédico (etnocentrismo), de aculturar a las poblaciones indígenas, de controlar y crear dependencias de otros pueblos respecto del modelo occidental (considerados quienes saben y dominan los conocimientos), de enmascarar las causas de la enfermedad como el problema de la desigualdad social y de contribuir a que desaparezcan los sistemas médicos autóctonos. 18 Antropología de la Salud En los años 70 se alcanza la tercera etapa que se conoce como ETAPA CRÍTICA, en la que sobre todo a partir de los años 80 se empieza a reflexionar sobre la crisis de la disciplina y de la Antropología de la Salud. Esta etapa crítica coincide con cierta crisis y cuestionamiento del modelo biomédico (se dice que la biomedicina cada vez cura menos y empiezan a empeorar los sistemas de salud de los países desarrollados), lo cual debe enmarcarse en el contexto de los nuevos movimientos sociales de EE.UU. y Europa en los años 60, cuando se pone de manifiesto el fracaso del desarrollismo. Fracaso: o Por un lado se hace evidente cómo en los países del 3º mundo teóricamente es posible detectar cierto tipo de enfermedades que no se consigue erradicar, y eso lleva a hacer referencia a otro tipo de factores. o Por otro lado, en nuestro contexto nos encontramos con un modelo que había sabido resolver algunas enfermedades agudas pero no es capaz de resolver enfermedades de carácter crónico. o Esto coincide con la aparición de nuevos movimientos sociales. En toda esa agitación social aparece también un cuestionamiento a los modelos que tenemos de atención de la salud. Es en estos años cuando surge un modelo de atención a la salud basado en la comunidad (años 60). Éste entiende que deben ser las propias comunidades las que definan sus problemas de salud, y deben ser las instituciones las que proporcionan los instrumentos y conocimientos para que la comunidad ponga solución a dichas enfermedades. Las poblaciones ya no son percibidas como pasivas y que están percibidas desde fuera, sino que son concebidas como participantes activos en la atención a la salud. En este modelo: - se apuesta por una revalorización de los modelos de atención a la salud tradicionales de los pueblos indígenas (de los otros). - Es una recomendación de la OMS a los estados (años70). - Se trata de fomentar la autosuficiencia, el uso de recursos locales (más baratos), - Se insiste en la importancia de los promotores comunitarios, formar a personas de la comunidad que sean las que después formen a la propia comunidad. Dentro de este pensamiento crítico hay dos libros muy representativos: 1. Donde no hay doctor. Una guía para campesinos que viven lejos de los centros médicos, de David Werner. a. Es una crítica al sesgo etnocéntrico de la medicina. Es una obra muy representativa de esta época. b. Plantea que la salud no es solamente un derecho, sino también una responsabilidad de cada colectivo social. Es un deber de cada grupo capacitarse para conseguir la salud y es un deber de cada proyecto de intervención en salud capacitar a los individuos para cuidar de su propia salud. c. El objetivo de cualquier programa de salud debe ser educar en salud. Los conocimientos médicos no deber ser un secreto guardado, sino accesibles a todos. El libro es un compendio de conocimientos. d. El cuidado de la salud no debe ser unidireccional, impuesto desde el exterior de la comunidad, sino promovido desde el interior (bidireccional). La población debe ser incentivada para participar activamente en el cuidado de la salud. 19 Antropología de la Salud e. Dice también que las personas, cuando reciben conocimientos claros, son capaces de prevenir y curar problemas de salud en su propia casa y de forma más económica que cuando no reciben estos conocimientos. f. Este libro es una guía de capacitación básica y clara. 2. Nuestros cuerpos, nuestras vidas. Un libro por y para las mujeres. Escrito por el Colectivo de Salud de las mujeres de Boston, editado en 1.976 y dirigido a las mujeres. a. Es similar al descrito anteriormente pero referido a las mujeres y especialmente a la salud ginecológica, constituyendo una crítica al sesgo androcéntrico de la medicina. b. Es un manual ilustrativo de aquellos conocimientos básicos de todo lo que tiene que ver con el ciclo vital reproductivo de la mujer. En este contexto histórico hay que hablar de los “médicos de pies descalzos en China” (en la época de la revolución cultural de Mao): los médicos profesionales fueron obligados en el ámbito cultural a formar a los campesinos. Esta experiencia tuvo una parte muy nefasta porque se obligaba a trabajar a los médicos más prestigiosos en el campo, y como positivo fue que se formó a una gran cantidad de “médicos descalzos”, se implantó una atención sanitaria gratuita y universal, que insistía en el uso de plantas medicinales…Toda una serie de concepciones que influyeron mucho en una reunión que se realizó en Alma Atta, en 1978 en Kazajistan (antigua URSS). Allí, esta reunión (OMS y UNICEF) fue sostenida por expertos de atención primaria, y allí se dio a conocer la Declaración de Alma Atta, que incorporó muchos elementos de la atención basado en la comunidad. Fue allí donde se acuñó el lema de “Salud para todos en el año 2000”, y en esta declaración, los distintos sistemas se comprometieron a implementar un modelo de atención primaria que recogía los principales principios filosóficos anteriores: Se reconoce que la salud no se puede considerar por separado del desarrollo económico, pero quedó como una declaración de intenciones, en términos muy vagos y genéricos. Aunque hubo experiencias exitosas, tuvieron que ver más con una voluntad política de los estados. Ese modelo poco a poco se le conoce como el Modelo de atención primaria a la salud selectiva. Se planteó que era un modelo poco realista y demasiado como el anterior, y que había que hacer una selección: consiste en trazar metas parciales ¿se parcela la realidad? ¿se priman unos aspectos sobre otros? En la actualidad prevalece este modelo de prevención selectiva, que lo que hace es agravar más las situaciones. Es una época, por tanto, de revisión crítica. La Antropología comienza a replantearse la necesidad de recuperar su visión holística, la cual no es posible si se sigue supeditado a los intereses de la biomedicina, a la que no interesan análisis globales de la sociedad. Se plantea que la biomedicina no puede ser el patrón desde el que analizar los otros sistemas médicos, sino que el sistema biomédico es uno más al mismo nivel que otros sistemas médicos y que todos ellos debe ser observados como sistemas socio-culturales (Kleinman) En este contexto aparecen los primeros intentos de construcción teórica y conceptual sobre los sistemas médicos y la enfermedad. Destacan 1. El trabajo de H. Fábrega, Medical anthropology (1.972), médico con formación antropológica que trabajó en Chiapas. Fue quien por primera vez introdujo la idea de la multidimensionalidad, así como la distinción entre las dimensiones de la enfermedad, disease e illness, que posteriormente serían reformuladas. La primera refiere a patología y disfunciones orgánicas valoradas desde los criterios biomédicos, mientras que la 20 Antropología de la Salud segunda refiere a la aflicción (o dimensión folk de la enfermedad), a criterios de tipo cultural y psicológico. La primera es a la perspectiva etic lo que la segunda es a la perspectiva emic. Esto deja lo etic en manos de la biomedicina, lo cual es una importante crítica. A pesar del intento de definir la enfermedad, aún se encuadra la Antropología en el terreno de lo folk y la biomedicina en la dimensión orgánica. No permite estudiar la dimensión orgánica de otros sistemas médicos no occidentales, ni tampoco estudiar la dimensión creencial de la biomedicina, ni tan siquiera observar la biomedicina en sí. La posición de Fábrega es medicocéntrica. 2. También hay que destacar la obra de Foster, Disease Etiologies in Non-Western Medical Sistems (1.976), quien siguiendo a Clements establece una tipología de los sistemas médicos no occidentales en función de las etiologías de la enfermedad que éstos elaboren, de su concepción de las causas de la enfermedad. Los sistemas personalistas son característicos de sociedades que atribuyen las causas de la enfermedad a agentes activos que, bien pueden ser humanos (brujería, hechicería) o bien pueden ser sobrenaturales (espíritus). Los sistemas naturalistas atribuyen la causa de la enfermedad a una falta de equilibrio de los elementos que mantienen la salud (frío/calor, ying-yang, etc.). Esta clasificación sólo es aplicable según Foster a los sistemas médicos no occidentales (de ahí el título de su obra). Son unas primeras tentativas teóricas pero aún se sigue considerando la biomedicina como el patrón de oro y se sigue negando la biomedicina como objeto de estudio. Se considera que la biomedicina posee la capacidad para definir y no se permite un análisis comparativo desde los sistemas biomédicos. Los primeros intentos teóricos que plantean que la medicina occidental no debía ser el patrón sino uno más de los objetos de estudio de la Antropología de la Salud aparecen en los años 80. 3. Kleinman (psiquiatra y antropólogo) realiza en 1.980 una importante aproximación. Propone observar a la biomedicina como un sistema socio-cultural más, al lado de sistemas médicos como el chino, el ayurvédico, etc., hasta ahora considerados sistemas folk. Retoma la distinción de Fábrega entre disease e illness, recombinándola y dándole una nueva significación. Si antes la disease venía definida como la disfunción biológica de la enfermedad, Kleinman la considera como la representación biomédica de la disfunción biológica, pero no es la disfunción en sí, sólo una determinada forma de entender la disfunción. Hay que entenderla, por tanto, como una representación más de entre las posibles. Es uno de los modelos explicativos posibles, y como tal susceptible del análisis etnográfico. En esta línea, Kleinman utiliza el concepto health care system (sistema de cuidados de la salud), que englobaría el conjunto de sistemas de atención y gestión de la salud existentes en un marco cultural específico. Esos sistemas pueden ser tanto los llamados folk como los 21 Antropología de la Salud sistemas altamente profesionalizados (sistema biomédico o modelo occidental). La biomedicina sería una etnomedicina fisiológicamente orientada. Por primera vez, la biomedicina es susceptible de ser analizada antropológicamente. Esto introduce nuevas problemáticas que son características de la antropología en general, como la discusión naturaleza/cultura, mente/cuerpo, individuo/sociedad, etc., dicotomías que serán cuestionadas ya que se considera problemático haberlas utilizado como categorías de análisis. Esto a su vez hace aparecer nuevos temas en la Antropología de la Salud, como por ejemplo la ideología, la división del trabajo, los sistemas de rol y estatus, la socialización de los profesionales en el ámbito de la biomedicina, la reproducción del conocimiento, cómo se concibe la relación con el paciente, la categoría misma de paciente, etc. Todos los autores que como Kleinman plantean una aproximación antropológica a la biomedicina se encuentran con la necesidad de eliminar las fronteras entre ciencia y creencia, o al menos cuestionarlas. Entender que la ciencia es una forma más de explicar el mundo y como tal tiene sus presupuestos culturales e ideológicos. Se trata de hacer un análisis epistemológico, es decir, un análisis crítico del conocimiento científico. Por eso, en este período, una parte muy importante de la reflexión antropológica se preocupó por investigar los presupuestos ideológicos y culturales sobre los que se ha construido la cientificidad de la biomedicina. 4. Para Mishler (1.981), algunas de estas presunciones culturales sobre las que se basa la biomedicina serían: Definir la enfermedad como una desviación de una norma biológica. La unicausalidad, es decir, la idea de que existe una etiología específica de las enfermedades. La noción de que las enfermedades son universales (al estar basadas en la biología, que es también universal). La idea de que la teoría y la práctica biomédica son neutras, objetivas, ajenas a los presupuestos socioculturales (cuando en realidad están influenciadas por razones de clase social, género, etc.). Otros autores añaden otros presupuestos culturales: Dicotomía mente/cuerpo (tenemos un cuerpo frente a somos un cuerpo). Entender que la biología es independiente de la conciencia. La independencia de lo natural respecto de lo social. El atomismo anatómico (pensar que es posible la segmentación del cuerpo, de su propio fundamento, que cada parte puede ser tratada independientemente). El biologicismo (todo se analiza desde la biología). El mercantilismo (la salud está en el mercado). La ahistoricidad (la enfermedad no tiene dimensión histórica). La eficacia pragmática. Se están cuestionando todas las dicotomías que invaden el pensamiento de la sociedad occidental y en las que, en definitiva, se desarrolla el pensamiento biomédico. Así también, poco a poco, se empiezan a definir los fundamentos teóricos de la Antropología de la Salud: 22 Antropología de la Salud Tiene una visión social y cultural de los procesos de salud- enfermedad. Contempla una visión histórica. Supedita lo biológico a lo cultural. Plantea el principio de multicausalidad en la etiología de las enfermedades. Considera necesario valorar los contextos, los momentos históricos, las coyunturas. Análisis particularista de las enfermedades. Llama la atención de las relaciones que pueden existir entre la normalidad biológica y normatividad social. Cuestiona esa neutralidad de la teoría y la práctica biomédica. Esto significa aceptar un planteamiento menos etnocéntrico y menos medicocéntrico. LA ANTROPOLOGÍA DE LA SALUD HOY: RETOS Y PERSPECTIVAS. A partir de los años 80 se abre un nuevo campo de estudio en la Antropología de la Salud por el que la biomedicina es una etnomedicina más. Asumir este planteamiento es un gran paso en el abandono de la visión etnocéntrica en al abordaje de los procesos de salud y enfermedad que hacía la Antropología. Si la distinción entre disease y biomedicina posibilita el desarrollo de la Antropología de la Salud, existe una discusión entre las otras dos dimensiones de la enfermedad, la illness y la sickness, hasta el punto de que autores como Young (1.982) sugieren que podríamos hablar de dos tipos de Antropología: Una Antropología de la illness, que identificaría autores con perspectiva culturalista o interpretativista. Más ligado a una antropología hermenéutica que trata de explorar las experiencias (más personales) respecto a la enfermedad. Una Antropología de la sickness, que sería un bloque heterogéneo pero que tendría en común la crítica a la Antropología de la illness por su enfoque individualista de los procesos de salud-enfermedad y tendría una mirada más atenta a los procesos sociales en los que parecen dichos procesos. Introduciría la perspectiva social de la enfermedad, abriendo el análisis de las construcciones simbólicas de la salud y la enfermedad, viendo la enfermedad como metáfora de lo social El estudio de la enfermedad como elemento que expresa el tipo de relaciones que un determinado colectivo establece entre sí y con el medio (ecológico, social y sobrenatural), permite expresar cómo se organiza y se estructura la sociedad. Ángel Martínez plantea que, a su vez, dentro de cada grupo se podrían distinguir al menos dos subgrupos (artículo complementario): Entre los culturalistas (illness): 1. Los propiamente culturalistas, como Kleinman, que trabajan desde bases teóricas hermenéuticas. 2. Los que tienen una posición más pragmática, más ecléctica, que buscan los elementos culturales desde el interés de la Antropología Aplicada. Es una visión menos global. Entre los materialistas (sickness): 1. Los que están en una posición más dura, interesados en el papel de las fuerzas económicas en la distribución desigual de las enfermedades y en el 23 Antropología de la Salud funcionamiento de las instituciones sanitarias. Utilizan el modelo teórico de la dependencia. En general, son autores que otorgan un papel subordinado a los factores culturales e ideológicos. 2. Los que tienen una línea más tenue y aunque también utilizan las variables económicas y políticas y acuden a las teorías neomarxistas, también hacen un análisis crítico de la cultura, de las representaciones sobre la enfermedad. Son autores inspirados en Foucault o Gramsy. Por ejemplo, ante la tuberculosis: Los culturalistas en sentido estricto analizarían la visión emic, la cotidianidad, las representaciones de pacientes y familiares, etc. Los culturalistas pragmáticos verían qué tipo de representaciones sería necesario modificar para prevenir la enfermedad. Los materialistas estrictos entenderían la tuberculosis como mistificación de las fuertes desigualdades sociales. Se acusaría a la biomedicina de ocultar ese tipo de desigualdades sociales bajo la objetividad y la individualidad del diagnóstico. Los materialistas menos estrictos asumirían esta crítica pero harían también un análisis histórico de las representaciones de la tuberculosis (uso del romanticismo de la enfermedad, etc.), cómo surge históricamente la categoría tuberculosis, la carga estigmatizadora de la enfermedad, las relaciones de poder implícitas en la gestión de la enfermedad, etc. En definitiva, la Antropología de la Salud se caracteriza hoy porque tiene un campo tanto de reflexión teórica como de investigación muy amplio. Si en la primera y segunda etapas era una disciplina muy homogénea, ahora abarca campos muy amplios (junto al koro o la medicina tibetana, pueden aparecer artículos sobre el ADN o los trasplantes de órganos). Esto es así porque la biomedicina pasó a ser considerada como una etnomedicina más. A su vez, esto fue posible gracias a la disolución de la división entre ciencia y cultura. Bibliografía básica del tema: Artículo de Jesús de Miguel (1.980): Introducción al campo de la Antropología médica. Es un panorama de la genealogía de la disciplina hasta los años 70 inclusive. Se puede encontrar en Kenny, M. y De Miguel, J: La Antropología Médica en España, de la Editorial Anagrama (Barcelona). Artículo de A. Martínez: Antropología de la Salud. Una aproximación genealógica, en Ensayos de Antropología Cultural de la Editorial Ariel. Comelles, J.M. y Martínez Hernáez, A. (1.993). Enfermedad, cultura y sociedad, de la Editorial Eudema (Madrid). Es un libro más complejo, que engloba una historia genealógica de la disciplina y un glosario de términos. Artículo de Perdiguero, Comelles y Erkoreka: Cuarenta años de la Antropología de la Medicina en España. 1.960-2000, en Medicina y Cultura, publicado recientemente por Perdiguero y Comelles en la Editorial Bellaterra (2.000). Es una actualización bibliográfica de las obras incluidas en el artículo de Kenny y De Miguel Antropología Médica en España. 24 Antropología de la Salud TEMA 2 LOS SISTEMAS MÉDICOS. MEDICINA “POPULAR” VERSUS MEDICINA “CIENTÍFICA”. UNA APROXIMACIÓN AL CAMPO DE LA ETNOMEDICINA Y SU EVOLUCIÓN. LA BIOMEDICINA COMO ETNOMEDICINA. Introducimos el tema con la proyección de la película Tiempos modernos, de Chaplin (1.935), rodada en EE.UU. cuando estaba en boga el cine sonoro, aunque Charlot casi no lo utiliza. Es una película muy metafórica, irónica y crítica desde la primera escena (rebaño de ovejas / obreros a la fábrica). Los dos grandes temas que vertebran la película son: Una crítica a la absoluta falacia del individualismo, en el marco de un capitalismo feroz. El control del tiempo. El tiempo al servicio de la producción. Toda actividad, si no es para producir, se considera que “se está perdiendo el tiempo”. Es la deshumanización más absoluta. Muestra una nueva economía política del tiempo. Chaplin es un trasgresor que busca continuamente perder el tiempo, como forma de rebelión. Hay una construcción de los cuerpos que visibiliza la clase social (pueden verse las diferencias entre presidente y trabajador, tanto en corpulencia física como en vestimenta, etc.). Se observa un sufrimiento por el trasfondo histórico del desempleo. En toda esta compulsión social, se han medicalizado los costes humanos de ese proceso de industrialización. La necesidad de aumentar la productividad lleva a: estrés, depresión, etc. Se toman hoy, de forma ya totalmente asumida, como un tema médico. En toda esta convulsión social es cuando aparece el psicoanálisis. Había que inculcar una nueva economía política del tiempo, y también del trabajo. Quien no se adapta, va a parar a distintas instituciones: manicomios, cárceles, hospicios… Curar en este contexto consiste en hacer que el trabajador acepte el lugar que la sociedad tiene para él. El “enfermo” es disfuncional, en cuanto que no acepta la disciplina del trabajo. Hoy estamos absolutamente familiarizados con la medicalización de estos costes sociales. Deviene del tipo de sociedad que queremos construir. En un artículo de El País el 24-Febrero se habla del suicidio, considerado como una enfermedad, sin más. No es un problema social, sino un problema sanitario. Su tratamiento está en manos de la psiquiatría, que reivindica su desdramatización. Todo ello a pesar de las causas de las que habla el artículo, todas ellas de origen social. Cuando hablamos de sistemas médicos (implica una serie de premisas) estamos haciendo referencia a la racionalidad de los sistemas médicos. Cada uno tiene su lógica y sus principios. Estamos queriendo decir que todos los sistemas médicos elaboran su teoría sobre la etiología de la enfermedad. MEDICINA “POPULAR” VERSUS MEDICINA “CIENTÍFICA”. 25 Antropología de la Salud En un primer momento, el término etnomedicinas fue utilizado para referirse a las medicinas “primitivas”. Hugues (1.968), en la Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, define etnomedicina como: “aquellas creencias y prácticas relativas a enfermedades que son producto del desarrollo cultural indígena y que no derivan explícitamente de la estructura conceptual de la medicina moderna”. Los estudios que abordan los sistemas médicos, por tanto, referirán a sociedades no occidentales en su mayoría, aunque también a aquellas creencias y prácticas que, dentro de las sociedades occidentales, se basan en ideas o prácticas que la medicina científica considerada fundamentadas en ideas religiosas o mágicas, es decir, la llamada medicina popular. Cuando se hablaba de medicina primitiva se estaba agrupando a una inmensa cantidad de sociedades con diferencias culturales fundamentales; utilizar este término supone caer en el etnocentrismo tan propio de la sociedad occidental. El concepto de primitivos se sustituiría posteriormente por el de preestatales, pero sigue constituyendo una visión occidental con carga evolucionista. Con todo ello, al utilizar el término medicina primitiva no se sabe bien a qué se está haciendo referencia. Estos estudios parten de la base de que todos estos sistemas médicos agrupados en la categoría de etnomedicinas, elaboran sus esquemas conceptuales sobre explicaciones trascendentes. Ackerknecht (1.971), representante de este enfoque tradicional, describe en su obra distintas prácticas médicas de sociedades primitivas. Afirma el carácter mágico de la medicina que él llama primitiva y aunque ya reconoce que existe un componente mágico en la biomedicina, plantea que existen diferencias radicales entre una medicina que es básicamente mágica, aunque posea elementos racionales, y otra que es básicamente racional, aunque pueda contener elementos mágicos. Señala que no es lo mismo racional que lógico. Se separa de esta visión evolucionista donde la medicina indígena es una especie de embrión que evolucionaría hacia la medicina occidental, sino que ahora la etnomedicina se considera un sistema médico más, con su propia lógica (esto nos hace pensar en la influencia funcionalista de Ackerknecht, que le viene de R. Benedict), sólo que esa lógica es radicalmente diferente de la del sistema occidental. Todo tiene su propia lógica, sólo que la biomedicina tiene racionalidad por su base empírica, mientras que la medicina primitiva no es racional porque su lógica está en base trascendente. Autores como Ackerknecht definen las características de las medicinas “primitivas”: 1. Predomina la EXPLICACIÓN TRASCENDENTE sobre la explicación empírica. En la mayoría de los casos se explica la aparición de la enfermedad por la acción de fuerzas sobrenaturales. Ackerknecht recuerda a Clements y su clasificación de las etiologías. Normalmente, según Ackerknecht, las sociedades insisten en algunas de estas causas o en una combinación de ellas, no en todas ellas. 26 Antropología de la Salud Por ejemplo, los Inuit atribuyen la enfermedad a la pérdida del alma o a la intrusión de un objeto, mientras que en las sociedades africanas como los Nuer se recurre a la acción de un hechicero o de un brujo. 2. FUNCIÓN SOCIAL DE LA ENFERMEDAD, es decir, ésta no es algo que pueda segmentarse del resto de la sociedad, sino que está fuertemente ligada al resto de las instituciones sociales. Para esos sistemas médicos, la enfermedad no es un hecho individual, sino que está manifestando una relación disarmónica de los individuos con la sociedad. Para nuestra sociedad, en cambio, la enfermedad es un problema biológico e individual. Para estas sociedades, la enfermedad está entretejida con la trama social, moral o religiosa del colectivo. Los Tiv, según Bohannan, que viven en Nigeria Oriental y que actualmente son un grupo de un millón de personas que subsisten de la agricultura, la caza y la pesca, no consideran la enfermedad una categoría diferente a otro tipo de desgracias que afectan a las cosechas o a las relaciones con los parientes. Esto, según Bohannan, no implica que los Tiv no reconociesen las enfermedades (viruela, etc.), sino que no eran algo aislado; la enfermedad es un indicador de que se ha transgredido alguna norma social, o bien de pensamiento, o bien de facto. El individuo se concibe como un continuum con el medio en el que habita, medio ecológico y social, y por tanto, todo lo que ocurre a su alrededor afecta a su bienestar corporal. En cambio, para las sociedades occidentales, el hombre es ajeno al sistema. Domina a la naturaleza desde sus posibilidades tecnológicas, que son cada vez mayores. Esta es la idea de progreso. Los sistemas cognitivos sobre salud-enfermedad tienen que ver con los sistemas culturales en que se insertan. Pensemos, por ejemplo, en el discurso del jefe indio Seattle: “Nosotros somos una parte de la tierra”. Para los Tiv, también pueden causar enfermedades los actos de los parientes o vecinos. Esta concepción etiológica de la enfermedad tiene repercusiones en el tipo de terapéutica a utilizar. Por ejemplo, si la prescripción incluye restricciones alimentarias, éstas afectarán no sólo al individuo, sino también a su núcleo social más inmediato (familia y amigos). Entre los Inuit existe la creencia de que la familia no puede trabajar durante el periodo de convalecencia del individuo, porque esto ofendería al espíritu que está provocando la enfermedad. Actualmente, nuestra sociedad utiliza terapias sistémicas cuando la enfermedad es la expresión de un conflicto familiar, enfermando el eslabón más débil. En ese caso, la terapia debe dirigirse a la familia en conjunto. Sin embargo, el etnocentrismo con el que se analizaron estos sistemas no permitió ver la lógica que a ellos subyacía. 27 Antropología de la Salud 3. EN LA MEDIDA EN QUE LA ENFERMEDAD TIENE CAUSAS MÁGICAS, LA TERAPIA ESTARÁ ORIENTADA A ELLAS. Por ejemplo, el chamán intentará recuperar el alma perdida del enfermo; o el curandero hará una extracción o exorcismo del objeto que con su intrusión provoca la enfermedad; o si se trata de la transgresión de un tabú, se tratará con confesión, etc. Esto es lo que se ha denominado la eficacia ritual o mágica. Este tratamiento ritual mágico-religioso tiene una alta eficacia, y esto es lo que Lévi-Strauss llamó la EFICACIA SIMBÓLICA (si la sugestión mata, también puede curar). La etnomedicina ha reconocido que, junto a esta eficacia ritual, en estas sociedades existe también una importante farmacopea que también es muy eficaz tienen un importante conocimiento del medio con finalidades medicinales. Incluso se ha documentado que la farmacopea no occidental puede tener un grado de eficacia de hasta un 50%. De hecho nuestra farmacopea actual la hemos aprendido de otros pueblos, y en este sentido la biomedicina tiene una gran deuda con respecto a aquello. Aparece un fenómeno muy importante que se denomina Biopiratería (grandes multinacionales roban plantas autóctonas sin que esa apropiación repercuta sobre sus dueños, y además se hace sin su consentimiento. Es la práctica mediante la cual investigadores o empresas utilizan ilegalmente los recursos y saberes de otros pueblos con el fin de poner en el mercado productos comerciales sin el permiso de los dueños y sin que repercuta en ellos las ganancias del comercio de los mismos. También se ha producido documentos en estas sociedades sobre prácticas quirúrgicas, de masajes… Hay que señalar también que con frecuencia los tratamientos terapéuticos en estas sociedades se llevan a cabo mediante prácticas sociales orientadas a otros fines sociales: cumplen funciones sociales y terapéuticas a la vez (carácter mixto de las prácticas terapéuticas) Son sociedades muy eficaces en la explotación del medio físico con fines curativos. Muchas tenían además técnicas médicas muy elaboradas (trepanaciones entre los Incas, cirugía de los Masai, conocimientos anatómicos excelentes de los Inuit, drogas muy eficaces en África, etc.). En estas sociedades, los estudios etnomédicos han encontrado técnicas de masajes, conocimientos de fisioterapia, cauterizaciones, etc. La eficacia curativa de muchos medicamentos modernos procede de los conocimientos de estos pueblos. Recordemos la importancia de la piratería farmacéutica en este sentido; la biomedicina tiene una gran deuda con los pueblos indígenas. Según la OMS, el 85% de la población mundial depende de la fitoterapia para el tratamiento de las enfermedades más comunes. Con frecuencia, los tratamientos de las sociedades primitivas tienen un carácter mixto; cumplen más funciones además de la estrictamente curativa. Y al contrario, prácticas aparentemente orientadas a otra finalidad tienen importantes repercusiones en la salud, sobre todo en lo relativo a prevención. Por ejemplo, muchas prácticas religiosas tienen importantes funciones higiénicas (ocultar las heces para que no sean utilizadas por brujos, la teoría de los malos humores exige que el individuo se bañe, etc.). 28 Antropología de la Salud 4. Hay una importante FUNCIÓN EN EL CONTROL DEL ORDEN SOCIAL. Se considera que la enfermedad está advirtiendo sobre algo que guarda relación con el orden moral de la sociedad. En estas sociedades la enfermedad funciona como un instrumento de control social, esto hace referencia a que la enfermedad se interpreta como una advertencia, como el producto de una conducta social perturbadora: la enfermedad está advirtiendo de algo que se ha hecho mal y esto contribuye a mantener el orden social y la cohesión social (al carecer de una autoridad política fuertemente centralizada) del grupo, y el miedo a la enfermedad o la amenaza de ésta impide la ruptura del grupo. Estos estudios plantean que en sociedades que no tienen instituciones fuertemente centralizadas, la enfermedad puede servir como instrumento para mantener la cohesión social (enfoque funcionalista de este análisis) y evitar la desintegración. Como ejemplo podríamos poner el tratamiento que inicialmente se dio al tema del SIDA en sus orígenes. Fue una llamada a volver al orden social más conservador. Esta función de control vuelve a influir en la terapéutica porque el contexto terapéutico es social y no individual. 5. INSTITUCIONALIZACIÓN DEL SABER Y LA PRÁCTICA MÉDICA. aunque en este tipo de sociedad el proceso de socialización transmite al individuo los conocimientos básicos en salud, en todas estas sociedades existen especialistas en los procesos de saludenfermedad, ya sean a tiempo completo o a tiempo parcial, especializados en determinadas dolencias o con un perfil general; y con frecuencia cumplen otras funciones sociales relevantes como consecuencia de las características anteriores. En estas sociedades, el hombre-medicina es un órgano vital de la sociedad, tiene una fuerte personalidad, posee por lo general un gran poder e influencia sobre el resto, ocupa cargos importantes en la organización social o bien mantiene relaciones con ella (consejos de ancianos, etc.). De ahí que las políticas de colonización se dirigieran a estos individuos, en tanto que ejes del control social. Con frecuencia es una persona que cumple otras actividades sociales de prestigio o de importancia (mediador en los conflictos, líderes o jefes, consejeros, etc.). Es decir, en la medida en que la enfermedad se considera una especie de sanción social, de alguna manera la palabra de estos especialistas es como una especie de veredicto social, de justicia social al mediar en la resolución de la enfermedad también media en la resolución de los conflictos sociales. Si en una sociedad la enfermedad es expresión de una transgresión social, tiene sentido que el tratamiento del hombre-medicina se convierta en una especia de justicia social. A veces, en estas sociedades aparecen instituciones más complejas. Por ejemplo, asociaciones de curanderas especializadas en una determinada enfermedad (viruela, mordedura de serpientes, etc.), con sus propias reglas y prácticas. 29 Antropología de la Salud Aunque estas sociedades tienen todas especialistas, en la socialización de los individuos se incluyen conocimientos médicos rudimentarios o básicos. El creciente proceso de medicalización en nuestra sociedad ha hecho que se vaya perdiendo el denominado autocuidado. 6. Otro de los aspectos que se ha señalado es la EFICACIA DE ESTAS MEDICINAS. Se considera que la llamada medicina primitiva cumple sus propósitos de una forma más o menos satisfactoria. Desde los estudios etnomédicos, se han señalado dos factores, además de la citada farmacopea, para explicar la eficacia: a. El carácter holístico de estos sistemas: en estas sociedades no hay diferencia entre enfermedad del cuerpo y del alma, entre diagnóstico y terapéutica, se considera que es el individuo en su totalidad el que está enfermo y es en su totalidad lo que se pone en terapéutica,, esa totalidad es la que debe ser sometida al tratamiento. Esta concepción holística parece tener ventajas terapéuticas (Oslos dice “es mucho más importante saber qué clase de paciente tiene la enfermedad, que qué clase de enfermedad tiene el paciente). No hay enfermedades, sino enfermos. No hay tampoco una distinción entre enfermedad del cuerpo y enfermedad de la mente. Si tenemos en cuenta que la enfermedad supone una desintegración, un desajuste, resulta comprensible que contemplar la totalidad tiene ventajas terapéuticas. Nuestra visión es dual frente a la de estos sistemas que conocen un solo tipo de enfermedad y un solo tipo de terapia. De ahí que la visión holística del problema explique la eficacia del sistema. b. Usan elementos que nosotros calificaríamos de psicoterapia. Es en el campo de la psicoterapia donde la biomedicina y la medicina primitiva más coinciden. Por ejemplo, cómo estados conscientes o inconscientes del temor tienen consecuencias fisiológicas. Por ejemplo, la bioenergética (que aparece en EE.UU. en los años 60-70) recoge los principios de la medicina grecoarábiga, basada en la idea de que cuerpo y mente son semejantes y que aquellos bloqueos energéticos, las disfunciones en lo psicológico, tienen efecto en el cuerpo causando las mismas disfunciones. Tratando estos bloqueos que están en la mente, se cura la enfermedad corporal. Esta idea deriva del psicoanálisis. Cuando finaliza el monopolio de la Iglesia sobre el poder y se fortalece la visión científica, muchas de las cosas que antes trataba el sacerdote ahora debe tratarlas el médico. Los estudios etnomédicos se interesaron por sistematizar los sistemas médicos que ellos llamaron tradicionales o primitivos. Fueron enfoques que: o Hablaron de una lógica diferente (lo cual supone el abandono de la visión evolucionista: ¿qué ha producido la enfermedad?). La lógica interna de estos sistemas se caracterizaba por haber elaborado un discurso causal, intentando dar respuesta no sólo a cómo se produce la enfermedad, sino también a qué factores la habían producido (por qué a esa persona, en ese momento, quién es el responsable, etc.). 30 Antropología de la Salud o Que redefinieron la racionalidad de estos sistemas médicos (que había sido descartada por el evolucionismo) y que mostraron su eficacia a través de una farmacopea que, como hemos dicho, resultaba eficaz hasta en el 50% de los casos. o Son enfoques que introdujeron el concepto de eficacia simbólica e incidieron en la función social de la enfermedad, sobre todo como forma de control social. o Aportaciones: El importante valor descriptivo de sus trabajos (riqueza etnográfica). Constataron la diversidad cultural en las formas de diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Hicieron también importantes aportaciones relacionando las lógicas de funcionamiento de los sistemas médicos con las lógicas de funcionamiento de los sistemas culturales en que se insertan, abriendo un camino que nos permitía pensar con qué tipo de sociedad (sistema cultural, valores…) tiene que ver una determinada lógica de un sistema médico. En este sentido, los estudios etnomédicos hicieron una gran aportación a la Antropología de la Salud, aunque hoy en día están superados. o Se les critica: o Que fueron enfoques que no superaron esa etapa más descriptiva y más culturalista o Que no abordaron hasta sus últimas consecuencias el análisis transcultural en la medida en que no incluyeron la medicina occidental, sino que limitaron la etnomedicina a esos otros sistemas primitivos o tradicionales. o Que son análisis muy minuciosos y muy poco relacionales. Existen otros sistemas médicos, entre los sistemas médicos primitivos y la biomedicina, presentes en el Este de Asia, como la Medicina Tradicional China y la Medicina Ayurvédica (sistema tradicional indio), medicina grecoarábica (también llamada medicina hipocráticaeuropea) desarrollada por Hipócrates y Galeno y llegó a Europa por los árabes (Avicenas), hizo de puente entre el mundo clásico y el renacimiento. Estos sistemas médicos son lógicas diferentes que tienen planteamientos coincidentes: como la capacidad autocurativa del cuerpo, el cual es capaz de curarse si se retiran las fuerzas que provocan la enfermedad, las fuerzas nocivas que están impidiendo su correcto funcionamiento. Dan mucha importancia a la alimentación, de forma razonable (según lo entienda cada lógica). Hacen una llamada a vivir de una forma moral, un comportamiento ético. Ponen también el énfasis en que las actividades y la vida de las personas se amolden a las fuerzas sociales y ambientales que actúan sobre ellas, para reducir la tensión. La tensión y la no aceptación de lo que acontece derivarán en enfermedad (“ser como un junco”). Asumen la idea de que el funcionamiento del cuerpo se rige por una serie de energías naturales (de diferentes nombres) que fluyen en el interior (El chi para la Medicina Tradicional China, el prana para la India, aura para la medicina grecoarábiga o hipocrática, etc.). 31 Antropología de la Salud Entienden que la enfermedad está causada por un bloqueo energético en las vías que circulan por el interior del cuerpo. Por tanto, una terapia sólo es efectiva si logra restablecer la circulación energética. Por ejemplo, a través de los masajes ayurvédicos o la acupuntura en la medicina tradicional china. Algunas de estas ideas han sido tomadas por terapias psicológicas como la citada bioenergética. Son sistemas que tienen una concepción de la persona como un microcosmos, una reproducción a pequeña escala del Universo, pero a la vez, como ser único. Un sanador debe conocer los principios cósmicos tanto como la condición específica del paciente. Ejemplo, el yoga hindú. Este tipo de sistemas son incompatibles con un sistema capitalista. En consecuencia con todo lo anterior, desde estos sistemas médicos se piensa que una enfermedad se reproducirá o empeorará si la persona no cambia sus hábitos de vida. De manera que si se hace desaparecer la causa modificando el hábito, la curación será definitiva. Desde estas lógicas, la finalidad de cualquier tratamiento médico es conseguir una armonía (definida culturalmente) del individuo, tanto consigo mismo como con su entorno, ya sea físico o social (ej.: yoga y otras técnicas). Esta visión es contraria a la occidental, basada en la lucha contra la enfermedad. APROXIMACIÓN AL CAMPO DE LA ETNOMEDICINA Y SU EVOLUCIÓN. En esta transición en las aproximaciones a los sistemas médicos fue importante el paso dado en los años 80, cuando se plantea que la medicina alopática o biomedicina no es más que una etnomedicina más, un sistema médico entre tantos otros, no es el patrón, sino un objeto estudio más. Como exponíamos en el tema 1, se debe a Kleinman la propuesta de considerar al sistema biomédico en una posición simétrica a los otros sistemas médicos. En la medida en que fue considerada una etnomedicina más, se empezaron a definir sus características, que según los autores son: 1. Biologicismo. El entorno social no se considera el elemento significativo en la aparición o la curación de la enfermedad. Se caracteriza, por tanto, por el determinismo biológico, de manera que en la base de la jerarquización de las causas de la enfermedad se encuentran los procesos biológicos. Aunque la biomedicina pueda abrir la puerta a otros factores y considerar la influencia de la alimentación, la pobreza, la desigualdad social, etc., se considerarán factores secundarios porque su interpretación de la enfermedad es la de anomalías biológicas que afectan a la estructura del organismo humano y que se expresan a través de una serie de signos y de síntomas. Los signos son evidencias objetivas de la enfermedad que pueden ser percibidas por el especialista, o que pueden ser obtenidos a través de representaciones tecnológicas. Mientras que los síntomas son aquellas expresiones del paciente que están revelando algún tipo de malestar físico o psíquico. La biomedicina trata de resolver estas anomalías, o al menos paliar algunas de estas expresiones del organismo, y trata de restituir el equilibrio biológico. 32 Antropología de la Salud Al definir la enfermedad como anomalía en la estructura o en alguna parte o función del cuerpo, la práctica biomédica se convierte en un ejercicio cada vez más especializado, tratando de una forma cada vez más atomizada las unidades que componen el organismo biológico. Se ocupa, más que de un enfermo, de una parte o función de él. Es lo que se denomina atomismo anatómico, ocupándose de la enfermedad, no del sujeto en su totalidad. A los médicos/as no se les forma en factores y procesos socio-culturales salvo en el campo de la salud pública. 2. Atomismo anatómico, que es consecuencia del biologicismo: si la enfermedad se reconoce en una función o un órgano concreto, la atención se aplica y se especializa en una estructura, un órgano o una función. El paradigma que subyace aquí es el mecanicista. De hecho, la investigación y la práctica biomédica trata cada vez más de una forma atomizada el cuerpo humano. La biomedicina, más que tratar un sufrimiento lo que trata es un órgano o una estructura biológica. El atomismo anatómico hace referencia también al hecho de tratar síntomas aislados (me duele el estómago, voy al especialista del estómago), y también hace referencia a tratar enfermedades más que a los enfermos, por eso hay especialidades médicas. Es la enfermedad de lo que se ocupa la biomedicina. De hecho, la biomedicina forma para tratar la enfermedad. Los médicos remiten a enfermedades. 3. Unicausalidad. Cada enfermedad tiene una causa específica y sólo una. Es la idea de la etiología específica de la enfermedad. De ahí la noción de universalidad de la enfermedad. Esta creencia tiene relación con la consideración del modelo bacteriológico, que dio la base al modelo biomédico. Pasteur demostró que cada enfermedad tiene su causa en un germen, y eso dio las bases para el estudio de la medicina científica. Unicausalidad porque dentro de la biomedicina se instaura un paradigma que hace coincidir cada enfermedad con una sola causa (biológica). Esta unicausalidad provoca que las causas sociales de la enfermedad se eclipsen por los microorganismos. 4. Noción de que las enfermedades son universales, que se explica el por el biologicismo. Si la causa es biológica y la biología es universal, las enfermedades son universales. 5. Neutralidad de la teoría y de la práctica biomédica, al margen de sistemas morales o religiosos. El tratamiento médico se considera libre de juicios de valor. Es científico, objetivo y, por tanto, neutro. Neutralidad en dos sentidos: la investigación y el avance hacia la búsqueda del bienestar, y el creer que la mirada del profesional es objetiva (y no subjetiva), es neutral. 6. Dicotomía mente/cuerpo. Se sostiene la idea de que el funcionamiento de la biología es independiente del funcionamiento de la conciencia. Idea de que tenemos un cuerpo, y eso implica una serie de acciones con respecto a nuestro cuerpo, relación entre el “yo” y la corporeidad. 7. Asociabilidad. Independencia de lo biológico de lo social. La enfermedad es consecuencia de una disfunción dentro del individuo. 33 Antropología de la Salud 8. Individualismo epistemológico. El centro del conocimiento es el individuo y no la colectividad. La enfermedad como una disfuncionalidad que está dentro del individuo. 9. El mecanicismo: el cuerpo es una metáfora de una máquina que funciona mediante unos patrones constantes y medibles, que pueden ser cuantificables. 10. Ahistoricidad. Si las enfermedades son universales, son ahistóricas, no guardan relación con los procesos y acontecimientos históricos. No hay reflexión científica sobre la dimensión histórica de la enfermedad. 11. Mercantilismo. Es otra característica destacada. La concepción de que la salud y la curación son también mercancías que están dentro del mercado. 12. La eficacia pragmática, que se prioriza la curación a corto plazo, es decir, suprimir el síntoma lo más rápido posible. Tiene que ver con un sistema cultural donde se considera a los individuos como fuerzas de trabajo. CONSIDERACIONES CRÍTICAS. Frente a estas características ¿qué propone una visión antropológica del proceso saludenfermedad?. La Antropología sostiene que la salud y la enfermedad son fenómenos que se articulan y dependen de la vida sociocultural, y eso hace que se introduzcan principios que entran en contradicción con los principios biomédicos. Frente a ese atomismo anatómico, al enfoque microscópico de la biomedicina, dividiendo la enfermedad en compartimentos cada vez más pequeños, la Antropología ofrece un enfoque macroscópico, analizando las relaciones de los individuos, la economía política, etc. Ampliando el campo de visión de forma que se incluya también la biografía del individuo, las relaciones sociales, las representaciones culturales, la economía-política. Frente a la idea de la universalidad de la enfermedad, la Antropología propone una concepción más particularista de la enfermedad. Frente a la concepción unicausal, el planteamiento antropológico es de visiones multicausales. Frente a la idea de la neutralidad en la práctica biomédica, la Antropología plantea que la teoría y la práctica biomédica tienen que ser observadas como un producto más de la vida social y, por tanto, condicionadas por la contingencia social (economía, investigación, relevancia de un problema, etc.). Frente a la idea de la unidimensionalidad y el determinismo biológico, la Antropología plantea un enfoque multidimensional de la enfermedad. Ejemplo: Los factores socioculturales afectan a la enfermedad: la Antropología plantea que la morbilidad y la mortalidad no pueden tenerse en cuenta si no se entienden los problemas sociales (formas de vida, pobreza, sexualidad…). En la biomedicina no existe una investigación sistemática sobre la influencia de los factores socioculturales en la aparición y evolución de la enfermedad. 34 Antropología de la Salud La biomedicina no adolece de exceso de cientificidad, sino de falta de la misma, porque sabiendo de la existencia de estos factores, no ha hecho un estudio sistemático de cómo afectan a la enfermedad todas estas cuestiones (estilos de vida, migraciones, conducta sexual…). La sociedad y la cultura afectan al menos de tres formas diferentes a las condiciones biológicas de la enfermedad: 1. Porque los conceptos de normalidad/anormalidad biológica; bienestar/ no bienestar son definidos en cada sociedad y cultura (parafraseando a Berger y Luckmann, podríamos hablar de “la construcción social de la enfermedad”). Por ejemplo, la homosexualidad o la epilepsia eran consideradas una patología mental en los manuales biomédicos hasta hace 20 años. En lo que refiere a la construcción social de la enfermedad, la biomedicina le presta poca atención porque todo esto es entendido como un fruto de la ignorancia, de las creencias, de las posiciones acientíficas. Desde el punto de vista de que es la biomedicina quien define la enfermedad, todo lo demás es desconocimiento. 2. Las prácticas, los hábitos y los comportamientos, es decir, el contexto sociocultural, es causa de enfermedad. Por ejemplo, la relación entre condiciones higiénicas y exposición a microorganismos, o entre el sedentarismo y el IAM. La biomedicina reconoce que los factores socioculturales afectan a la enfermedad porque desde ese planteamiento se puede defender que la cultura tiene un papel secundario o de simple predisposición, sin verse cuestionada la raíz del enfoque biomédico. La producción cultural de la enfermedad. La sociedad y la cultura aportan una serie de condicionantes que tienen un importante impacto en la salud de las poblaciones. Esta es la dimensión que realmente contradice al modelo médico. Es la idea de que la cultura está en la base y afecta a la enfermedad (la cultura mata). Por ejemplo, la TBC se asocia, además de al bacilo de Koch, a la pobreza, la desnutrición, etc. Otros ejemplos son los estudios que se hicieron en EE.UU, donde se constató como a lo largo de 10 años había más problemas de salud y mortalidad en individuos que tenían una red social más débil. Hay estudios que hablan de que el simple etiquetamiento de determinados individuos, por ejemplo como hipertensos, conduce a una degradación de su salud (incluso en el caso de diagnósticos erróneos) o provoca la aparición de síntomas depresivos. Un ejemplo clásico de la producción cultural de la enfermedad en la Antropología es el caso de la muerte por vudú. Cannon (1.942) publica un artículo en American Anthropologist en el que intenta explicar los casos de muertes por vudú o maleficios en el ámbito de las entonces llamadas sociedades primitivas. En estas sociedades, un individuo que o bien ha transgredido un tabú, o bien ha sido víctima de un sortilegio, está plenamente convencido de que morirá por ello, y esto es así porque ha sido socializado en una cultura que piensa que irremediablemente va a morir. A partir de ese momento, el individuo queda aislado del grupo, que incluso puede anticipar su fallecimiento celebrando funerales en su honor. El individuo deja de existir como persona social, desaparece del mundo de los vivos y desde el punto de vista social es considerado ya como un muerto, de tal manera que su presencia es considerada 35 Antropología de la Salud incluso peligrosa. El individuo se vuelve presa de la ansiedad, encuentra dificultades para comer, dormir, etc., entrando en una espiral que acaba con la muerte física del individuo. Cannon avanza una serie de explicaciones a la muerte por vudú: aislamiento social, pérdida de la red de parentesco, anticipación del duelo, asimilación de la muerte por parte de la persona, pánico, sobreestimulación del sistema nervioso, deshidratación como consecuencia de la imposibilidad de beber, contracción de vasos sanguíneos, etc. Esta conjunción de factores sociales, psicológicos y biológicos conduce a la muerte del individuo. Hay artículos que documentan este tipo de muerte en contextos de guerra, etc., donde también se dan estas mismas condiciones sociales, psicológicas y biológicas. Esto es producción social de la enfermedad. La autopercepción de una enfermedad o disfunción no es algo que influye, un factor secundario, sino algo que realmente puede provocar la enfermedad. Las consecuencias de los procesos emocionales, que no son solamente individuales (conflicto social fuerte o convulsión social) tienen efectos sobre el sistema neuroquímico y psicobiológico. Se ha estudiado cómo influye la cantidad y tipo de relaciones sociales de un grupo en los procesos de morbilidad. Incluso a pesar de otros factores de morbilidad (tabaco, alcohol…), personas o colectivos con una buena calidad de relaciones sociales obtienen mejores resultados que aquellos que no tienen estas relaciones sociales adecuadas. Todo ello son ejemplos de los que la literatura médico- antropológica ha denominado como efecto nocebo, que tiene que ver no sólo con el empeoramiento de la enfermedad, sino también con su producción. Es el papel que la subjetividad, ante un proceso que se entienda como negativo, tiene en la producción de la enfermedad, y cómo las emociones tienen efectos neuroquímicos, que provocan desequilibrios en el sistema inmunológico. La forma como actúan las expectativas sociales e individuales ante algo que se considera nocebo aumentan la vulnerabilidad del individuo como consecuencia de afectar su sistema inmunológico a través de todo el proceso emocional y sus correlatos neuroquímicos. Por tanto, esto no ha de ser explicado por el determinismo biológico. Son conocidos, por ejemplo, el impacto que tiene la viudedad en la mortalidad. Por otra parte, el efecto placebo es un curioso proceso de autoinducción de mejoría o sanación. Cuando un enfermo considera que un agente le va a curar, eso provoca un aumento del sistema inmunológico y mejora su salud, aliviando su enfermedad. El cerebro tiene un sistema de autocuración o al contrario, aún no se sabe cómo, se está investigando. Tanto el efecto nocebo como el placebo nos muestran el papel de la cultura actuando en interrelación con la biología, aunque en estos momentos no sepamos exactamente cómo funciona esa lógica. No se explican desde un mero reduccionismo biológico, sino desde una perspectiva de la producción social de la enfermedad. Hay una parte de la investigación biomédica que está empezando a estudiar la influencia del sistema nervioso en el sistema inmunitario, y en general en el organismo. Desde esta línea se empieza a dar valor a los estudios emotivos, a las relaciones sociales, 36 Antropología de la Salud estilos de vida… como factores patógenos o de defensa de lo orgánico. Este tipo de revalorizaciones entroncan con una parte de medicinas alternativas y tradicionales. Lo importante es que la cultura no es un epifenómeno, sino que incide directamente en los procesos de salud-enfermedad, en contraposición al determinismo biológico. Donde realmente reside el problema, lo que niega el determinismo biomédico, es la producción cultural de la enfermedad. Porque reconocerla significa que la cultura puede afectar a las dimensiones biológicas de la enfermedad. De las tres formas analizadas, las dos últimas pueden ser aceptadas por la biomedicina, ya que se acepta que la sociedad y la cultura influyen, pero no causan la enfermedad. Otro de los puntos de confrontación entre Antropología y sistema biomédico es la CAUSALIDAD DE LAS ENFERMEDADES. Mientras que la primera defiende una red multicausal en la etiología de la enfermedad, la segunda habla de unicausalidad. La idea de la UNIVERSALIDAD DE LA ENFERMEDAD también entra en contradicción con el planteamiento antropológico. Está basada en una concepción estática de la biología humana, que puede ser aprehendida de forma objetiva, y en ese sentido es una invariable. La enfermedad es ahistórica y asocial. También existe oposición ante la arbitrariedad de la definición biomédica de la enfermedad. Supone una reflexión sobre la NORMALIDAD Y LA ANORMALIDAD, SOBRE QUIÉN LA DEFINE. La normatividad biológica está en estrecha relación con la normatividad social, porque aquello que se entiende es diverso, no sólo transculturalmente sino también dentro de un mismo contexto sociocultural. Por ejemplo, una limitación es vivida de forma muy diferente dependiendo del tipo de trabajo que se realice. La biomedicina se tiene que enfrentar, aunque de hecho lo evita, a los síndromes de filiación cultural que defiende la Antropología, procesos que se dan en momentos y contextos concretos, que hacen que no puedan explicarse desde esa determinación biológica, si bien eso no significa que no puedan ser tratados como procesos patológicos. Frente a la idea de la dimensionalidad de la enfermedad, la Antropología propone que es un fenómeno multidimensional. Podemos hablar de la dimensión patológica (disease), la cultural (illness) y la social (sickness). La obra de Ángel Martínez sobre la esquizofrenia analiza estas tres dimensiones para esta enfermedad. COMENTARIO DEL ARTÍCULO “LAS EMPRESAS FARMACÉUTICAS MONTAN EL APARTHEID SANITARIO”. Mercado como valor supremo que impregna todo. Mercado de la salud: - Contradicción con el discurso emic (altruismo de la medicina). - Fuerte concentración de los recursos en pequeña parte de la población mundial. - Expropiación de los recursos y de los conocimientos. Biohistoria: consecuencias que sobre la especia ha tenido la continua intervención biomédica (Foucault). 37 Antropología de la Salud Autocuidado, es fundamental. Los conocimientos de la salud han sido expropiados, están en manos del especialista. El profano, no obstante, recurre al autocuidado, como rasgo que es estructural (lo que ocurre en nuestra sociedad es que ahora el recurso para este autocuidado es la automedicación, ya que la farmacología es el medio que está a nuestro alcance). Economía política de la medicina (desde los principios del modelo biomédico). A la medicina se le exige garantía de una fuerza de trabajo en condiciones de producir (Foucault). Además, la medicina puede producir directamente riqueza en la medida en que la salud se ha convertido en objeto de consumo. Si el cuerpo humano se inserta en el mercado como un cuerpo asalariado, también se inserta como objeto de salud. Sin embargo, esto no ha elevado proporcionalmente el nivel de salud. La alimentación, la educación, etc., influyen más que el nivel de consumo médico en los niveles de mortalidad y de salud. Los niveles de consumo y los de salud no guardan relación directa, lo cual es paradójico. Los beneficios económicos de los médicos, por altos que sean, no llegan ni con mucho a los ingresos de la industria farmacéutica. Todos estos fenómenos son resultado de un desarrollo biomédico que se produce a partir del siglo XVIII cuando surge una economía política de la salud, cuando se generalizan los procesos de medicalización y cuando realmente aparece lo que Foucault llama la biohistoria. Cuando se habla de crisis de la biomedicina hay que tener en cuenta los procesos que se iniciaron en aquel momento y que se han ido intensificando en los dos últimos siglos. Por ello es tan importante para llegar a entenderlo conocer todo este proceso, su origen y su evolución. Además, hay que conocer a fondo qué tipo de modelo se implementó para poder reflexionar argumentadamente qué cuestiones conviene cambiar o mantener, qué cuestiones son aplicables a otros modelos, en qué aspectos sí en cuáles no, etc. El bucolismo antimédico (detrás de los procesos infecciosos vendrán las enfermedades degenerativas) de Ivan Illich en Némesis médica, es contrarrestado por este planteamiento de Foucault que pasa por el conocimiento de la economía política del modelo biomédico. 38 Antropología de la Salud TEMA 3 EL MODELO MÉDICO-CIENTÍFICO. GENESIS HISTÓRICA. CAMBIO EPISTEMOLÓGICO Y MASCULINIZACIÓN DEL SABER MÉDICO. TRANSFORMACIONES EN LA CONCEPCIÓN DEL CUERPO. EL PROCESO DE MEDICALIZACIÓN. LA INSTITUCIO-NALIZACIÓN DE LOS PROCESOS ASISTENCIALES. Pretendemos profundizar en nuestro actual sistema médico, cómo surge y cuáles son sus repercusiones. En Occidente, el enfoque que tenemos de la salud es básicamente médico, a pesar de que sabemos que una parte importante de las mejoras de salud se relacionan con otros procesos sociales (higiene, alimentación, etc.). Para nosotros, la salud es objeto de intervención médica. ORÍGEN HISTÓRICO Este modelo hay que encuadrarlo en el cambio epistemológico que supuso la Ilustración, en que la ciencia se consolida como el nuevo modelo epistemológico frente a la religión, se produce un proceso de secularización y la razón se convierte en el nuevo sacro social. Si hasta el siglo XVIII una parte importante de las conductas y fenómenos sociales se explicaban en términos de modelo religioso, a partir de esta fecha se explican en términos de modelo médico-científico. Este modelo pasa a ser del dominio de los expertos. Es uno de los modelos que legitiman la estructura de poder de nuestra sociedad. El dogma científico reemplaza al dogma religioso. Hablar de dogma científico no significa hablar de opciones más abiertas (mayor libertad), sino que los criterios indiscutibles que antes se elaboraban en términos religiosos ahora se elaboran en términos científicos. Pero son igualmente indiscutibles. ¿Quién se declara ateo en relación a la ciencia? La ciencia exige de nosotros nuestra conformidad, que aceptemos aquello que se nos propone. Simplemente ha sido un cambio en la forma de legitimar lo social. El modelo del siglo XVIII vuelve a intentar justificar las relaciones de poder, las desigualdades sociales. De ahí la noción evolucionista de raza (grupos humanos superiores a otros). En Occidente, la biomedicina no se impone a través de procesos militares ni administrativos (como es el caso de la colonización) sino que la consolidación del modelo biomédico es fruto de una serie de procesos históricos por los que paulatinamente la biomedicina deviene hegemónica, y esto es así por ser compatible con el modelo de economía política que implanta el capitalismo. La biomedicina, en el siglo XIX empieza a justificar ese orden social igual que en otros ámbitos lo hicieron la Psicología, la Antropología y otras Ciencias Sociales. Por ejemplo, la expresión “el trabajo es salud”, viene de la necesidad de que el individuo interiorice la necesidad 39 Antropología de la Salud de trabajar y producir, lo cual nos devuelve a las reflexiones de la película Tiempos modernos que ya hemos comentado. El evolucionismo: ayuda a justificar la superioridad de unos pueblos sobre otros. Se inventa el concepto de raza, aunque este concepto ya no tiene validez. También se justifica la superioridad del hombre sobre la mujer, También justifica la superioridad de unas prácticas sexuales sobre otras prácticas sexuales (todas las transgresiones de la heterosexualidad son consideradas patológicas). Foucault señala que la medicina surge en el siglo XVIII debido a causas de tipo económico, fruto de un proceso por el cual, este modelo era compatible con el modelo de economía política que se implanta por el capitalismo, es decir, sirve a un determinado modelo social. El fenómeno que hizo que se fundara la Real Sociedad de la Medicina en Francia fue la investigación de una epidemia en la ganadería, en realidad no era un epidemia sino una gran mortandad de rebaños y había exigencias económicas claras para consolidar este modelo. En un primer momento, la función de la biomedicina es asegurar una fuerza de trabajo (mantenerla y reproducirla) individuos sanos = individuos capaces de trabajar. Esta situación sigue siendo válida pero hay que añadir que actualmente la medicina no sólo reproduce la fuerza de trabajo sino que produce riqueza, beneficio. En la medida en que la salud ha entrado en el mercado, se ha convertido en una necesidad de consumo. Dice Foucault si el cuerpo humano se involucra en la salud como fuerza de trabajo, el cuero humano se involucra al mundo como consumo de salud (a través de dietas, gimnasio, etc). Esta victoria del modelo biomédico fue el fruto de una lucha de modelos, no del consenso. Históricamente siempre existe esta pugna de unos modelos con otros; de entre las diversas propuestas societarias posibles, una de ellas deviene hegemónica siempre a través del conflicto, silenciando, reprimiendo y desvertebrando otros modelos alternativos, o bien subsumiéndolos para descargarles de significado simbólicamente. En este sentido, es muy importante conocer cómo se produjeron esas luchas, conocer que hubo otras posibilidades que lucharon y no lo consiguieron. Es importante considerar la historia, recuperarla. Parece que los modelos hegemónicos son inevitables, frutos del consenso, pero dar luz a los conflictos puede ofrecernos las claves para transformar los modelos. Hay que romper la fijeza de esa noción para acercarnos a la naturaleza de las representaciones y a su transformación. Los médicos titulados devienen hegemónicos en un momento en que todavía no eran más eficaces que otros sanadores y sanadoras. Fueron eficaces en lo político más que en la salud. Se habla, sin embargo, de triunfo del saber. Durante el Antiguo Régimen coexistían diferentes modelos de práctica sanitaria: medicina académica de la época, asistencia sanitaria que ofrecía la Iglesia, asistencia de diversas instituciones hospitalarias, barberos-cirujanos, sangradores, etc. Se recurría a ellos en función de las posibilidades de acceso, o económicas, etc. Además, no eran modelos estancos, sino que podían intercambiar saberes y conocimientos. A partir del siglo XVIII, la praxis de los médicos titulados ha sido un intento constante por asegurarse el monopolio de la salud frente a esos otros especialistas con los que coexistían, por excluir a los otros y, sobre todo, a las otras, lo han hecho a través de dos vías: una exclusión en términos jurídicos y administrativos, es decir, prohibir específicamente la práctica de otros sanadores/as, además de un intento constante por medicalizar la sociedad. Tratando de acabar con las prácticas de autocuidado de la población. La eficacia terapéutica del modelo biomédico viene de la eficacia bacteriológica. Comelles plantea que el autocuidado es una práctica de todas las poblaciones. 40 Antropología de la Salud El intento de medicalizar a la sociedad significa que ámbitos de la vida social que se consideraban de la privacidad del individuo pasan a la órbita del ámbito de la medicina, se definen como un problema médico y requieren una práctica médica. Este es un proceso creciente. Cada vez más, a fenómenos y hechos de la vida social se les asigna un significado médico y se problematizan insertándolos en el campo de lo médico (parto, alcoholismo, menopausia, conductas sexuales…). En ese proceso de medicalización de la sociedad es importante la variable sexo, porque afectó al ciclo vital reproductor de las mujeres se patologiza, la menstruación es vivida como una patología. Esto tiene mucho que ver con la manera en la que las mujeres occidentales vivimos nuestros ciclos reproductores, las creencias tienen un papel fundamental en el dolor. Al proceso de monopolización y el de medicalización se le une un tercer proceso se transita de una asistencia individualizada (asistencia en la cabecera del enfermo) a una práctica asistencial hospitalaria, porque ésta permite aislar al individuo de su red social. Estos procesos no se deben tanto al progreso técnico como a una serie de estrategias políticas, corporativas también. La imposición del modelo biomédico supuso: 1. Un proceso de monopolización de la atención a la salud. 2. Un cambio en la práctica asistencial, que supone a su vez la consolidación del modelo hospitalario (de la atención individualizada al modelo hospitalario). 3. Un proceso de medicalización de la sociedad. 1. MONOPOLIZACIÓN DE LA ATENCIÓN A LA SALUD. Las luchas por el monopolio en la atención a la salud fueron luchas tanto de clase como de sexo y, probablemente también, una lucha en términos étnicos. La atención a la salud pasa a ser monopolizada por hombres blancos de clase media. Esta monopolización supone: que se profesionaliza el campo del cuidado, a partir del siglo XVIII se organiza y se consolida un sistema de atención a la salud, regulado por la ley, que por un lado excluye y por otro subordina el trabajo de las mujeres en el campo de la salud. lo cual supone una masculinización de un campo de la vida social que tradicionalmente había estado en manos de las mujeres. Supuso una jerarquización en términos de sexo-género La enfermería aparece en sus orígenes asignada a las mujeres y subordinada al colectivo médico. Lo científico es el diagnóstico, perteneciente a los médicos, y el cuidado es lo naturalmente asignado a las mujeres. también una jerarquización de clase social. Los otros sectores son considerados profanos. La atención a la salud es monopolio de una clase social, la clase médica, y el resto de las clases sociales están sumidas en la ignorancia, la superstición, el error… De ahí nace la idea del paciente como profano, por lo que no se le da información acerca de su propio proceso (argumentando que no lo va a entender). 41 Antropología de la Salud Contra esta situación es contra la que se reacciona en los años 60, cuando se exige una socialización del conocimiento, de manera que los individuos conozcan y controlen sus cuerpos. La jerarquización en términos étnicos se da en el sentido de que lo que pudieran aportar otros pueblos no interesa. No existe relación con otras lógicas, no se les reconoce como interlocutores en términos de igualdad. Se hace con el poder del ejercicio de la medicina un sector social que deja de lado a otros sectores sociales, a otros grupos étnicos, y afianzan su poder desde su oficialidad no por su eficacia. La eficacia de la biomedicina es posterior a esta fecha y en buena medida se debe a las aportaciones desde otros ámbitos (ej.: Luis Pasteur, químico francés, que combatió la teoría de la generación espontánea de los microorganismos). Los primeros descubrimientos provienen de ámbitos cercanos pero no del propio ámbito médico, que va tomando estas herramientas para mejorar su eficacia. La teoría microbiana se convierte en el marco teórico para explicar la etiología de la enfermedad. En términos históricos es un mito el hecho de que la medicina tenga grandes descubrimientos y que su triunfo se debiera a su superioridad técnica. El mito de la ciencia, que es exclusiva de los hombres, se impone sobre la superstición, asociada no por casualidad a las mujeres. Todo este proceso de degradación y exclusión de “lo otro” lleva a que se hable de los otros remedios como “cosas de viejas”. Las sanadoras eran básicamente mujeres, constituyendo uno de los pocos recursos al alcance de la población con menos ingresos y de las propias mujeres, fundamentalmente en ámbitos rurales. Estas sanadoras practicaban una medicina de base empírica, experimentaban. Los médicos se afianzaban a prácticas muy rituales, con poca base empírica. En este campo de la vida social, como en otros, las grandes batallas se dirimieron antes de que se desarrollase la ciencia tecnológica. En esta batalla no estaban en juego cosas banales. No es banal quién monopoliza económica y políticamente el ejercicios de la medicina (se decide quién está loco, quién puede morir…), como no es banal el prestigio y los beneficios económicos que comporta la actividad médica. Hay que entenderlo como una lucha política, que forma parte de la lucha entre las clases, de sexo y también étnicas. El grupo que consigue monopolizar la atención a la salud consigue un poder muy importante, quien controla las decisiones con una gran repercusión social. La medicina es un importante instrumento de regulación y reproducción social. Los nuevos profesionales que devienen hegemónicos son hombres que se ponen al servicio de las clases hegemónicas y que forman parte de su aparato jurídico, formativo, etc. La victoria de estos médicos no puede entenderse sin el apoyo de los poderes hegemónicos y en concreto de los estados. En este proceso, los médicos académicos excluyen a otros sanadores y especialmente a sanadoras eran médicos del pueblo y la represión de estas mujeres se encuentra históricamente en lo que se ha conocido como “la caza de brujas”, fenómeno de represión de los otros sanadores y, fundamentalmente, sanadoras. 42 Antropología de la Salud Se recomienda el texto de Ehrenreich e English: Brujas, comadronas y enfermeras. Historia de las sanadoras. Dolencias y trastornos. Política sexual de la enfermedad. Estas sanadoras eran fundamentalmente rurales, mujeres campesinas. Es una de las primeras etapas de esa lucha por eliminar a las sanadoras de la práctica de la medicina. Eran los médicos los que decidían quien era y quien no era bruja. En Europa, el período conocido como caza de brujas fue largo, más de cuatro siglos, desde que empieza en Alemania en el siglo XIV hasta el siglo XVII que se introduce en Inglaterra. En principio fue una campaña de terror contra ellas, ya que representaban una amenaza tanto para la Iglesia como para el Estado. Esta represión, en términos cuantitativos, es muy importante, pudiendo cifrarse en varios millares el número de víctimas, de las cuales aproximadamente el 85% eran mujeres de diversas edades. Es un fenómeno de tal magnitud que excede a lo que es la Historia de la Medicina. Aumenta, por ejemplo, con la coincidencia de revueltas campesinas, etc. Es decir, son campañas que tienen que ver con el control social de la población. La caza de brujas es una campaña bien organizada, con procedimientos rigurosos, amparada por la ley, bien dirigida y financiada por distintos estados o por la Iglesia. Los dominicos inquisidores Sprenger y Kramer escriben el documento base que sirvió para la caza de brujas: Martillo de brujas (1.486) o Malleus Maleficarum. Actuaron bajo el reinado del papa Inocencio XII, que fue el gran impulsador de la Inquisición. Durante el tiempo que duró la caza de brujas, la acusación de brujería se aplicó a delitos muy diferentes que tenían que ver con cuestiones políticas (insurrecciones, conspiraciones…) y también con acusaciones de herejía religiosa (blasfemias, etc.). Según aportan B. Ehrenreich y D. English, las acusaciones más recurrentes son aquellas que acusan a las mujeres de cometer crímenes sexuales contra los hombres, de estar organizadas y de tener poderes mágicos sobre la salud, de los que se reconocía que efectivamente podían curar pero que también podían causar el mal. Una de las acusaciones era precisamente la acusación de sanar. A menudo se las acusaba de poseer conocimientos médicos y ginecológicos (se acusaba a las comadronas en muchos casos). Se acusaba a las brujas de sanar en un momento en que eran prácticamente las únicas que prestaban asistencia médica al pueblo, a los campesinos/as, pero no se oponían a que los otros médicos, muchas veces sacerdotes, acudiesen a curar a la nobleza y la corte. Lo que están en juego es el control de la medicina. Inicialmente, la lucha contra las brujas era concebida en términos religiosos, concebida contra la magia, no contra la medicina. A las brujas se las acusaba de multitud de delitos, pero las acusaciones que más se repetían se resumen en: 1. Cometer delitos sexuales contra los hombres 2. Estar organizadas, poseer lugares de reunión 3. Pactar con el diablo, de poseer poderes maléficos, de curas mágicas debidas a la intervención del demonio, con lo cual la propia curación era concebida como maléfica o maligna. 4. Tener poderes mágicos sobre la salud (tener capacidad de curar). A menudo se las acusaba de poseer conocimientos ginecológicos, asociación fuerte entre mujersanadora-comadrona. Esta es la que más nos interesa en la asignatura. Todo esto era lo que escapaba del control del estado y de la iglesia, era algo autónomo de la población. 43 Antropología de la Salud El discurso que se sostenía era que “Dios no intervendría nunca a través de estas mujeres, sino de la Iglesia”. En la época no se cuestionaba la existencia del demonio y su presencia en la vida cotidiana. Se trataba de descubrir las apariciones bajo las que se oculta el demonio. Lo cierto es que estas sanadoras eran profundamente empíricas, disponían de numerosos remedios que se habían experimentado y que utiliza la farmacopea actual (como por ejemplo, el cornezuelo, un hongo con propiedades hemostáticas y antihemorroicas, que se utiliza también para los dolores del parte, considerados como castigo divino). Utilizaban, por ejemplo, la belladona para inhibir las contracciones uterinas y disminuir así el riesgo de aborto (hoy se utiliza como antiespasmódico). También usaban tranquilizantes, etc. Eran, por tanto, personas empíricas que creían en la experimentación, en un momento en que la Iglesia era profundamente antiempírica. No creía en la necesidad de investigar las leyes de la naturaleza, las reglas causa-efecto, desconfiaba del mundo de los sentidos. Mientras la nobleza era atendida por los médicos titulados, los campesinos eran atendidos por las sanadoras. La Iglesia poco hacía para aliviar el sufrimiento del campesinado. Era un problema de legitimidad, acerca de qué prácticas estaban sometidas al beneplácito de la Iglesia y cuáles no. Las comadronas que estaban ligadas a la Iglesia sí podían ejercer. Se discutía detrás de quien estaba el diablo: - Dios se manifestaba a través de un cura o un médico. - El diablo de vinculaba a los más pobres, a las mujeres. La medicina empieza a afianzarse en Europa como profesión en el siglo XIII. Se empiezan a crear las nuevas carrearas de medicina y las cursan hombres varones. Estos cursos estaban bajo control eclesiástico, No había estudios que entrasen en contradicción con la doctrina de la Iglesia. Los estudiantes empleaban mucho tiempo en filosofía clásica, teología cristiana, etc. No recibían clases experimentales, no visitaban pacientes durante su formación, no tenían experiencia clínica. Medicina y cirugía estaban segmentadas y jerarquizadas. La cirugía era considerada inferior y degradante ante la medicina, por lo cual era asumida por los barberos-cirujanos. En el siglo XIV estos médicos titulados estaban bastante implantados entre las capas altas de la sociedad, pero tenían muy pocos recursos ante un enfermo. Tenían prácticas bastante agresivas. Por ejemplo, era muy frecuente que se tratase mediante sangrías, que se aplicasen sanguijuelas, etc. Estaban aún muy vigentes las teorías galénicas de los fluidos, de los humores, y estas técnicas se utilizaban para restablecer el equilibrio. Es curioso que ante esta situación de la ciencia médica, que era una teoría y una práctica muy mágica y ritualizada, las sanadoras tuvieran profundos conocimientos empíricos sobre el sistema óseo y muscular, plantas, etc. Hasta tal punto es así, que se dice que Paracelso (considerado el padre de la farmacología moderna) quemó su manual diciendo “todo lo que sé lo he aprendido de las brujas”. El hecho de que se fuese implantando la medicina como una profesión para la que se precisaba formación universitaria facilitó la exclusión de las mujeres de la práctica médica, ya que el acceso a la universidad les estaba vetado en la mayoría de las ocasiones (prohibido legalmente). En un momento en que todavía eran pocos los médicos titulados, no era posible prohibir el ejercicio de todos los sanadores, pero ya se disponía del instrumento aunque no se aplicase de forma masiva y regular, sino selectiva. Las primeras sanadoras sancionadas fueron las que ejercían en el ámbito urbano, ya que competían con los médicos titulados en la atención a la clientela urbana. 44 Antropología de la Salud Uno de los casos más documentados es el de la sanadora urbana francesa Jacobe Felice (1290-1340). Es un ejemplo de cómo la actividad de las mujeres es un desafío al intento de los médicos universitarios por monopolizar el ejercicio de la medicina. Su ejemplo se puede identificar en doble sentido: como un intento de excluir del mercado sanitario a todo aquel que no fuese un médico universitario, con el argumento del peligro que supondría el ejercicio de la medicina no regulada, y como un ejemplo de la exclusión de las mujeres de la práctica sanitaria. Vivió en París en el siglo XIV. La facultad de medicina de París la acusó de practicar ilegalmente la medicina. Tuvo un juicio muy largo y finalmente se le advirtió que si volvía a realizar alguna práctica de sanación sería excomulgada y condenada al pago de 60 libras parisienses. Las principales acusaciones contra ella eran que curaba a sus pacientes de dolencias internas y heridas, visitaba regularmente a sus pacientes, les tomaba el pulso y palpaba partes de sus cuerpos, examinaba la orina como lo hacían los médicos, etc. Siete testigos dijeron que había curado a pacientes que otros médicos habían desistido de curar. Otro testimonio decía que era la mejor cirujana de la época. No sólo fue un proceso iniciado por la facultad de medicina. Otros procesos fueron iniciados por los gremios de cirujanos-barberos. Su acusación era que “curaba”, que había tenido la osadía de curar. A finales del siglo XIV, esta ofensiva contra las sanadoras urbanas había triunfado en prácticamente todas las ciudades europeas. En los ámbitos urbanos los médicos monopolizaban la práctica sanitaria entre las clases acomodadas (salvo la obstetricia, que ejerció su papel durante tres siglos más) y es a partir de esta época cuando se inicia la lucha contra las brujas en el ámbito rural. Es aquí cuando la alianza entre medicina, Iglesia y Estado alcanza su mayor apogeo. Los médicos desempeñaban los papeles de expertos, determinaban quién podía ser acusado de prácticas diabólicas, qué males tenían su origen en ellas; y a su vez, la Iglesia apoyó el proceso considerando herejías otras prácticas distintas a la medicina. El Estado reguló a los médicos universitarios. Por tanto, el monopolio de los médicos se debió al apoyo de la Iglesia y el Estado, a cuyos intereses supo servir. Poco a poco los médicos fueron ocupando todos los campos de la praxis médica. El último campo que los médicos consiguen es el de la obstetricia, que estaba en manos de las comadronas. La caza de brujas no supuso la desaparición de la medicina popular, pero a lo largo de un proceso de siglos la desacreditó como superstición, cosas de viejas, etc. La estigmatización fue tan fuerte que en el siglo XVII la obstetricia también pasó a manos de los médicos. No se debe caer en el bucolismo sobre estos saberes populares, ya que el proceso de aculturación que han sufrido los ha convertido en un conocimiento muy fragmentario y muchas veces alejado de su base lógica. Hasta finales del siglo XIX la mujer no entra en la Facultad de Medicina de París (1868) En EE.UU. el proceso fue muy diferente: Se inició más tarde, en el siglo XIX El proceso se dio en un período de tiempo corto Tuvo una reacción mayor que en Europa. Esa reacción social más fuerte estuvo protagonizada fundamentalmente por mujeres. En el libro “Brujas, comadronas y enfermeras” de Enhrenreich English ellas analizan este proceso al cual denominan el Movimiento Popular para la Salud. 45 Antropología de la Salud Mientras en Europa las médicos universitarios tenían desde hace siglos el monopolio de la salud, en el siglo XIX la práctica médica en EE.UU. estaba abierta a quienes dijesen que tenían capacidad de curar, sin discriminación de sexo, clase o etnicidad. Había pocos centros formativos y pocos médicos habían emigrado a EE.UU. En un principio, tanto titulados como no competían por la práctica médica. Los pocos médicos que iban creciendo en número intentaban diferenciarse del resto de sanadores/as no titulados: I. Estos médicos universitarios eran hombres, generalmente pertenecientes a las clases medias. II. Cobraban más caro que sus competidores. A sus consultas sólo acudían quienes podían costeárselo, clases medias a las que servía como signo de distinción. III. Con respecto a sus conocimientos, no ofrecían ventajas claras con respecto al resto, no había un corpus teórico elaborado. Los formados en EE.UU. tenían una formación aún más pobre que la europea y practicaban unos medios bastante agresivos (sangrías, fuertes dosis de laxantes…) mientras que sus competidores/as, si bien no eran eficaces, tenían métodos menos agresivos, más naturales, en definitiva menos dañinos (plantas, cambios alimentarios, atención personalizada mediante psicoterapia). IV. La diferencia entre unos y otros era el grado de vinculación a los poderes hegemónicos. V. También en EE.UU se empezaron a aliar con los Estados, de forma que en 1.830, trece estados habían aprobado leyes que prohibían las prácticas “irregulares” y declaraban que los médicos universitarios eran los únicos legalmente autorizados para el ejercicio de la medicina. Este primer intento en EE.UU. por monopolizar el ejercicio de la medicina fue prematuro y originó un fuerte movimiento de oposición que de hecho estuvo a punto de acabar con ese monopolio y que se conoce como el Movimiento Popular para la Salud. Fue un movimiento social que estuvo impulsado tanto por la primera ola del movimiento feminista en EE.UU. como por el movimiento obrero. Esto supone la confluencia de la lucha de clases con la lucha de sexos. Las grandes protagonistas del Movimiento Popular para la Salud fueron las mujeres que en aquel momento crearon muchas sociedades (llamadas Sociedades Fisiológicas Femeninas, una idea que será retomada en los 60). Pusieron en práctica cursos de autoconocimiento que facilitaban conocimientos de fisiología y anatomía a las mujeres y que insistían en la higiene y la medicina preventiva. Empezaron a abrirse escuelas de medicina alternativas que insistían en la prevención, en la fitoterapia (curación a base de plantas), homeopatía… Esto se enmarca en la Primera Ola del Movimiento Feminista, heredera de la Ilustración, que no sólo fue sufragista, sino que se ocupó también de otros muchos aspectos. A este movimiento se unieron los sectores más radicales de los movimientos obreros, que se adhirieron a esta causa de las mujeres. El movimiento obrero denunciaba que los grandes males de la época eran “los reyes, los curas, los médicos y los abogados”. El Movimiento Popular para la Salud fue internamente heterogéneo. El sector más de izquierda llegó a rechazar la idea de una medicina remunerada, mientras que el sector más 46 Antropología de la Salud moderado creó nuevas escuelas médicas, con técnicas y enfoques menos agresivos, que combinaban distintas filosofías, se insistía mucho en la medicina preventiva, en la curación a base de plantas y fueron escuelas que empezaron a conceder sus propios títulos de medicina. Los médicos regulares universitarios aparecían como una escuela más, caracterizada por técnicas más agresivas. Como consecuencia de esto, hacia 1.840 casi todos los estados habían abolido las leyes que prohibían las prácticas irregulares de la medicina. Fue un movimiento estrechamente ligado al movimiento feminista. Estas nuevas escuelas sí permitían formarse a las mujeres, a la población negra, son escuelas mixtas (Nueva York, Boston, Philadelphia). También en Europa los movimientos feministas se preocuparon por la salud, especialmente por el tema del control de la natalidad. El primer acto político de John Stuart Mills (defensor de la causa feminista en Inglaterra en el siglo XIX) que se celebró en Londres en 1.820, repartió folletos sobre la anticoncepción. Las primeras personas que en Europa defendieron los métodos anticonceptivos pertenecían a estos movimientos radicales y entendían la anticoncepción como muy beneficiosa para las mujeres, publicando a precios muy asequibles información sobre diferentes métodos anticonceptivos. Una de las primeras y más acérrimas defensoras fue Annie Besant, que ayudó posteriormente a fundar la liga maltusiana inglesa, aunque lo abandonó y se volcó en la fundación de sindicatos de mujeres de clase obrera. Todos estos movimientos fueron las primeras fuentes de información. Las causas feministas no solamente batallaron por el derecho al voto, sino también por otras cuestiones como la igualdad salarial, la anticoncepción, el aborto, el apoyo a las madres solteras, etc., aunque muchas des su peticiones no se materializaron hasta la Segunda Ola del Movimiento Feminista, quedando algunas aún pendientes. A pesar de que lo más conocido es la lucha sufragista, el Movimiento Popular para la Salud de EE.UU: Supo aunar la lucha de clases y la lucha de sexos, haciendo confluir el movimiento feminista y el obrero. No sólo reivindicaba más y mejor asistencia sanitaria, sino también una asistencia sanitaria radicalmente diferente, otro tipo completamente distinto. Aún sigue pendiente una revisión crítica a la asistencia sanitaria misma, al modelo biomédico. La crítica que se ha hecho es a la cantidad y calidad asistencial. Este movimiento acabó triunfando. Tiene su máximo apogeo en los años 40, pero poco a poco comienza a decaer por los enfrentamientos internos, por la dificultad de aunar fuerzas, empieza a atomizarse. Aprovechando ese debilitamiento, los médicos universitarios empiezan a organizarse y en 1.844 crean la Sociedad Americana de Medicina, que fue la primera organización estatal de medicina, desde la cual se empieza a reconstruir en cada estado las sociedades médicas. A finales de siglo XIX, la mujer, los médicos nuevos y los practicantes no titulados son excluidos del ejercicio de la profesión. 47 Antropología de la Salud Eso provocó que fuesen muy pocas las mujeres que consiguiesen estudiar en este tipo de escuelas y las que lo conseguían, casos excepcionales, luego encontraban numerosos obstáculos para ejercer la profesión. Los hospitales no aceptaban médicas, no eran admitidas tampoco en las sociedades médicas y si abrían su propia consulta no funcionaban las redes para obtener pacientes. A finales del siglo XIX, estos médicos cuentan por un lado con el apoyo de los poderes hegemónicos, pero además también cuentan ya en esta época con el soporte científico que les faltaba, concretamente con la teoría microbiana como marco etiológico de explicación. Había, por tanto, autoridad legal y autoridad científica. Médicos de EE.UU. van a estudiar a Alemania, se importa el modelo alemán, que es el modelo moderno, con formación prolongada, con prácticas hospitalarias, etc. Un modelo que estaba cerrado a los individuos con pocos recursos económicos. A principios del siglo XX, EE.UU. comienza a consolidarse como primera potencia mundial, empiezan a aparecer las primeras fundaciones filantrópicas, como la Fundación Rockefeller o la Fundación Carnigie. Deciden crear una profesión médica en EE.UU. que sea respetable y científica, y empiezan a apoyar este tipo de escuelas. La Fundación Carnigie, en 1.910 encarga el Informe Flexner, cuyo objetivo es visitar todas las universidades de medicina y decidir quién cumple los requisitos para recibir las subvenciones y quién no. La mayor parte de esas escuelas más pequeñas, con menos dotación, aquellas que permitían el acceso a mujeres, no fueron incluidas en el informe Flexner y la gran mayoría se vieron obligadas a cerrar. Como en Europa, la medicina en EE.UU. se reserva para los hombres, blancos y de clase media. Es una rama superior del saber, por encima de cualquier cuestionamiento y a la que se accede a través de unos estudios prolongados y costosos. Los médicos quedan sin competencia. MUJERES EN EL CAMPO DE LA SALUD Las comadronas habían quedado también fuera de la ley. A principios del siglo XX, en EE.UU. el 50% de los niños nacían atendidos por comadronas que en su mayoría eran negras o trabajadoras. Pero no interesaba que esta situación fuese así; se consideraba a las comadronas como ignorantes y faltas de higiene. En la mayoría de los estados se aprueban leyes que autorizan el ejercicio de la obstetricia a los médicos titulados. Esto, para las mujeres de recursos económicos bajos, significa la pérdida de asistencia. ¿Qué ocurre, entonces, tanto en EE.UU. como en Europa con las mujeres? Aparece, como invento social, la profesión de enfermera como el lugar adecuado para las mujeres en el sector. La profesión de enfermera aparece como la única posibilidad para las mujeres en el campo sanitario. Se inventa la enfermería como profesión reglada, remunerada, con una formación específica y para la que se exigen ciertos requisitos. Las mujeres victorianas, reformadoras burguesas, que salieron de su casa para el ejercicio de la caridad, que eran buenas madres y esposas, y que eran la encarnación de los valores hegemónicos de la mujer, estuvieron en la base de la consolidación de la enfermería. Al igual que las enfermeras, ocurriría con maestras y trabajadoras sociales. Las grandes fundadoras de la enfermería fueron Florence Nightingale en Inglaterra y Dorotea Dix en EE.UU. Ambas iniciaron su labor en la enfermería una vez cumplidos los 30 años y consiguen sus logros a raíz de dos guerras, la primera por su importante participación en la Guerra 48 Antropología de la Salud de Crimea en 1.860 y la segunda en la Guerra de Secesión de EE.UU. Tras estas guerras se crean las escuelas de enfermería. Los hospitales empiezan a ampliarse, a necesitar enfermeras, lo cual coincide con un cambio en el modelo asistencial en el que se consolida la asistencia hospitalaria. Desde esta perspectiva, la enfermería es un producto de la época victoriana. No es causal el origen de clase tanto de F. Nightingale como de D. Dix, ambas herederas de una importante fortuna. Nightingale: funda en 1.860 la primera escuela de enfermería en Londres, con un programa de formación reglada y financiada por la fundación Nightingale. Ella contrae en la guerra la fiebre de Crimea y a su regreso se crea la fundación Nightingale para apoyar y continuar su obra. En 1.859 escribe Notas sobre enfermería: qué es y qué no es, el primer libro de texto para enfermeras, que fue traducido a multitud de idiomas. En 1.863 crea el primer modelo conceptual de la enfermería. Tal como se concebía la profesión, el cuidado de los enfermos era una proyección de género, como un interés natural y adecuado para las mujeres victorianas. Extrapolaron a la profesión el modelo de mujer propio de las clases burguesas victorianas. El ideal de mujer como madre y ama de casa, especializada a tiempo completo como cuidadora. Este modelo permea la concepción de la profesión: o que en sus orígenes insistía más en el carácter y las virtudes de la enfermera que en sus habilidades profesionales y su formación. o Ese modelo ideal victoriano de las clases burguesas se traslada al hospital, aunque libre de sus funciones reproductoras que ha dejado en el hogar o que no ha optado por ellas. o En trasposición a la obligación conyugal, una buena enfermera debía ser obediente hacia el médico, o En trasposición de la relación hijos-madres, estaba entregada hacia el cuidado del enfermo, con paciencia, cuidados, dedicación. o Y en trasposición a la mujer de clase, era firme con el personal subalterno que estaba a su cargo. o Con anterioridad, el trabajo de enfermera gozaba de una reputación no excesivamente buena; se dedicaban mujeres que no habían tenido otras opciones, marcadas socialmente (personal no religioso) y por otra parte las monjas. En estas condiciones, la profesión de enfermera moderna respondía muy bien al nuevo modelo que se estaba consolidando: basada en una formación impecable, basada en un modelo moral y en un modelo biomédico, alejándose del “cuidado del alma” y de la superstición. Este nuevo modelo biomédico responde a una nueva división social del trabajo en el marco de la asistencia sanitaria. Hay una división jerarquizada, profesional y sexual, en el que la autoridad y el saber científicos de los unos, rige la práctica de las otras. 49 Antropología de la Salud La enfermería de la época ejemplificaba la feminidad victoriana y se planteaba que las enfermeras eran por instinto y ese mismo instinto les impedía ser médicos. Nightingale dijo acerca de las médicas de la época: “sólo han intentado ser hombres y han conseguido se mujeres de tercera categoría”. A finales del siglo XIX disminuye el número de médicas y aumenta el de enfermeras. Este modelo responde a una división del trabajo. Profesionales de la medicina y enfermería confluyen en una división jerarquizada, porque estamos ante una división social del trabajo, donde el saber científico de los médicos da la autoridad que rige la labor de las enfermeras. La acción de cuidar-curar se separa. La acción de cuidar pasa a manos de las mujeres y la acción de curar es el saber científico se considera el diagnóstico y no el cuidado. Las enfermeras ya no competían con los médicos, su fin era únicamente servir a los demás fueron un regalo caído del cielo. Además, por su concepción moral las enfermeras asumían campos que no estaban dispuestos a asumir. En este sentido, las enfermeras se hicieron necesarias. Esta dependencia de las enfermeras respecto de los médicos se extiende al resto de las mujeres, porque el tercero de estos procesos que vamos a señalar es cómo el proceso de medicalización de la sociedad hace que las madres, entendidas como las encargadas del cuidado de las familias, pasen a depender de la autoridad del médico (a través de diferentes campañas) y a seguir los consejos del experto en cuanto a lactancia, alimentación e higiene, etc. Por su propio bien. Cien años de consejos a las mujeres, de Ehrenreich e English, es una obra que recoge todo ese cambio que supuso la puesta en escena de los expertos que dicen cómo hay que educar, cuidar, socializar, etc. El resto de las sanadoras, por otra parte, se ilegaliza. Observando este proceso de consolidación de la enfermería moderna, vemos que las cuidadoras siguen siendo las mujeres, sólo que no dirigen la curación y que la práctica del cuidado se ha insertado en una división del trabajo. Se puede hablar de economía doméstica. Hay autores que plantean que mientras se está profesionalizando lo doméstico, se está domesticando lo profesional. Se domestican ciertas actividades profesionales como las de enfermera, maestra y también de asistente social. Estas profesiones se domestican en el sentido de que se les imprime un fuerte carácter femenino. Se plantean como una extensión del ámbito del hogar que es el natural para la mujer, con actividades propias de su sexo. Eso no significa que haya que olvidar la instrumentalización que supuso; las mujeres obtuvieron unos logros y objetivos con todo ello, en tanto que independencia económica, etc. Los médicos que habían estado luchando por la hegemonía de la salud encontraron en la enfermera el modelo ideal; trabajadoras que no competían con ellos, no cuestionaban su saber y tenían como objetivo la idea de servicio y dedicación a los demás. Para estos profesionales, las enfermeras comienzan a ser absolutamente necesarias, ya que ellos no se detienen; el médico diagnostica y sigue, y la enfermera permanece y cuida. REFLEXIÓN ANTROPOLÓGICA Curar implica tanto el diagnóstico como el cuidado. En ese sentido, curar es tanto el trabajo del médico como de la enfermera. 50 Antropología de la Salud Hay otros modelos en que el especialista cumple y asume ambas funciones y eran apreciados por ambas cosas. Por ejemplo, las comadronas tradicionales no solo atendían al parto sino que cuidaban de la mujer. Sin embargo, en nuestro modelo ambas facetas se separan, con la matización además de que solamente el diagnóstico es científico. Por eso habría que plantearse si los esfuerzos por profesionalizar la enfermería no hacen sino acentuar el modelo; no tienen sentido si no cuestionan esa división social del trabajo que posibilita ambas profesiones. Asistimos a una especialización jerárquica no horizontal. En este sentido, quizás la enfermería debería hacer un análisis más radical de su historia y quizás podría plantearse que todos los esfuerzos por profesionalizarse no están cuestionando esa jerarquización, incluso la refuerzan. Al no cuestionar esta división contribuyen a profundizarla. La enfermería trata de adoptar los procedimientos médicos para alcanzar la autoridad pero no cuestiona la jerarquización. 2. INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS PROCESOS ASISTENCIALES. Se ha pasado de un modelo con el médico de cabecera a una asistencia centrada en el hospital. Ese cambio se produce a partir de la transformación del Antiguo Régimen y relacionado con el proceso de medicalización de la sociedad y la monopolización del saber médico. Es un proceso que supone la aparición de un gran aparato institucional. El estado comienza a adquirir parcelas cada vez mayores en esa asistencia sanitaria. Existe una transformación de raíz de los viejos hospitales y asilos hacia instituciones pensadas para la curación, para intervenir sobre la enfermedad y para la formación de esos nuevos profesionales que habían monopolizado el ejercicio de la profesión. Intervención y reproducción son los dos pilares del modelo. De nuevo este cambio de modelo se relaciona con cambios profundos a nivel económico, político y social vinculados al capitalismo y al liberalismo. Diversos autores, como Foucault en La vida de los hombres infames, señalan que para que se liberasen las fuerzas productivas era necesario clasificar por categorías a esa masa anteriormente indeterminada (vagabundos, indigentes, mendigos, huérfanos, discapacitados…) y reciclarla, bien para trabajar, bien para internarla en instituciones psiquiátricas, etc. Además de ver cuál era útil o no, había que asegurar el mantenimiento, la producción de la fuerza de trabajo y se llevan a cabo campañas de natalidad… campañas que se responsabiliza al Estado amplio intervencionismo del Estado, que lleva a cabo políticas de saneamiento, obras públicas, etc. Ese cambio para clasificar y reciclar esa masa de trabajo supone que el estado vaya adquiriendo las competencias en el campo de la beneficencia y que paulatinamen-te vaya desapareciendo el sistema de gestión autónoma de los centros y su capacidad de autosuficiencia y autarquía. Supone: Que muchas competencias que estaban en manos de la beneficiencia pasan a manos del estado, por lo que produce un proceso de desamortización de esas instituciones benéficas y el estado asumen sus competencias. 51 Antropología de la Salud Si antes del cambio el sistema de financiación estaba basado en donaciones y limosnas, como una especie de impuesto moral, una forma de intervenir en el más allá, ahora la carga fiscal necesaria para mantener estas instituciones se reparte entre toda la población. Esto introduce en las nuevas instituciones la lógica de la eficacia, es decir, tienen que ser rentables. Eso implica que la condición de persona asistible tiene que tener un límite. Ya no pueden ir al hospital a morir donde se recibía caridad. El Estado no puede asumir los costes de esa asistencia ilimitada. Se favorecen todas aquellas atenciones terapéuticas a corto plazo. Antes no había límites temporales a la asistencia, pero ahora sí los hay, porque no se pueden asumir los costes de una asistencia ilimitada: se supone que debe haber eficacia, intervenciones y soluciones a corto plazo. Uno de los grandes problemas que se plantean es qué hacer con los enfermos crónicos. Los hospitales no pueden asumir a estos enfermos, que son delegados a la familia; en el hospital sólo están el tiempo de solventar la situación de gravedad y después han de pasar al cuidado del ámbito familiar. El modelo hospitalario eficaz, que debe resolver a corto plazo, consecuencia de esa hegemonía de los médicos, implicó que se institucionalizasen y se homologasen las profesiones médicas desde el estado, y supuso un proceso también de medicalización de la sociedad para que los ciudadanos fuesen cada vez menos autónomas en la gestión de la salud. Por eso, las prácticas tradicionales tuvieron que ser aculturadas. Esta falta de autonomía hace a los ciudadanos dependientes de la administración, con lo cual, supone un argumento de legitimación del estado. Es estado es el garante de la salud de la población. De los técnicos y de las instituciones se espera que sean eficaces terapéuticamente. Este proceso histórico favorece los planteamientos de la eficacia pragmática, que entra en contraposición con situaciones como la enfermedad crónica no está pensada para ello. Estos enfermos sólo están en el hospital durante las crisis agudas y después pasa al ámbito invisivilizado y naturalizado del espacio doméstico supone problemas importantes para muchas familias. Hay, por tanto, una diversificación de la oferta: hospicios, hospitales, psiquiátricos. El problema de medicalizar la sociedad es su carácter utópico, en el sentido de que es prácticamente imposible sustituir en su totalidad la red social del individuo. El estado asume la gestión de la salud, pero realmente no puede hacer frente a esto, como ocurre con los enfermos crónicos. Hay autores como Comelles que plantean que el autocuidado (equivalente al cuidado independiente de especialistas) es un fenómeno estructural de cualquier sociedad, en el sentido de que cualquier grupo humano debe tener sus propias herramientas para satisfacer las necesidades de salud. 52 Antropología de la Salud Tratar de institucionalizar el autocuidado tiene sus problemas. Esto ha hecho que a lo largo del proceso de medicalización de la sociedad hayan surgido nuevas formas de autocuidado (como la automedicación, que no es más que una forma de autocuidado con las herramientas propias del sistema en que se ha esculturado el individuo, sustituyendo los remedios caseros por los productos de farmacia). El cambio al modelo hospitalario: Hasta finales del siglo XVIII, las personas al frente de instituciones hospitalarias eran religiosos. Se encargaban de asistir, alimentar y salvar las almas de las personas internadas en estas instituciones. Rara vez se llamaba a los médicos. Estos sólo acudían para asistir a los enfermos más graves. Por lo general, los médicos acudían al hospital si cobraban de los patronos de la institución. La visita médica era básicamente una visita ritual más que una acción curativa real. Por lo general, los hospitales en la Edad Media no eran instituciones pensadas para curar. En muchas ocasiones se iba prácticamente a morir. El habitante por excelencia no era el enfermo, sino el moribundo, peregrinos, huérfanos, prostitutas, madres solas, etc Ni el hospital era una institución médica ni la medicina había sido concebida como una práctica hospitalaria tal como la concebimos hoy. La medicina hospitalaria es una invención del siglo XVIII en que se producen estos procesos consolidación del hospital como un lugar para curar, y la profesión médica tal como la que existe hoy. Los hospitales eran básicamente casas de acogida, para enfermos y no enfermos (indigentes, huérfanos, prostitutas, locos…) a los que se daba hospitalidad. Era una institución de asistencia a esa población desamparada por distintos motivos. En ese sentido, era un lugar de exclusión social. Se daba una asistencia material y religiosa a los individuos. Quienes regían el hospital lo hacían con un cariz caritativo y una misión de salvación espiritual. Pero también tenía la función de aislar o recluir a las personas que, por lo general, se consideraban peligrosas, desde un punto de vista social, para la salud de la población. El hecho clave, desde luego, no era la función curativa. Se produce la segregación de la población en el nuevo sistema social: manicomios, casas de acogidas, etc. Es entonces cuando el hospital pasa a concebirse como un instrumento de curación y de formación y, consustancialmente al cambio de la práctica médica, cuando los médicos pasan a tener la responsabilidad principal en la organización hospitalaria. Según Foucault, el médico de hospital, aquel que es mejor cuanta mayor experiencia hospitalaria tenga, es un invento del siglo XVIII. Hasta entonces los médicos eran de consulta popular y quienes iban al hospital eran los de menor prestigio, los más mediocres. Foucault señala cómo en todos los reglamentos de los hospitales del siglo XVIII se codifica perfectamente el ritual a través del cual los médicos visitan los hospitales. Registran el lugar que debe ocupar cada persona, tocar una campanilla, la enfermera debe pasar detrás de él, etc. Se indica que la enfermera debe esperar en la puerta al médico con un cuaderno en la mano. Se trataba de un desfile cuasi religioso (se trata de un nuevo sacro 53 Antropología de la Salud social) que empieza con el médico seguido de todo un cortezo jerarquizado. En definitiva, no se deja nada al azar, todo está codificado. Ahora ya aparecen los hospitales como: - instituciones médicas, para curar, a cargo de los nuevos profesionales surgidos del proceso anterior. Son procesos paralelos en el tiempo pero interrelacionados. - se convierte en un lugar de producción y reproducción de conocimientos médicos, es decir, un lugar donde se registran y se adquieren los conocimientos (producción) y un lugar para la formación de la clase médica (reproducción). - se convierte en un enorme registro de todo lo que sucede en él. Cualquier proceso y técnica queda registrado por escrito y archivado. - Los conocimientos médicos empiezan a estar situados en los hospitales. Hasta el siglo XVIII estaba básicamente en los libros. Según José María Comelles, este proceso de institucionalización de la hospitalización tiene dos fases: 1. Modelo clásico: en un primer momento del proceso, el hospital aún es subsidiario de la práctica privada y su función es asegurar el prestigio y la formación de los médicos. Los médicos ya tienen un mecanismo institucional para investigar, formarse y asegurarse la reproducción de la profesión. Les legitima, excluye a los profanos y les otorga el monopolio, pero ellos todavía realizan la existencia básicamente a domicilio. El hospital tenía solamente función asistencial, los médicos todavía carecían de eficacia curativa (tenían sólo prestigio y poder) y lo que les diferenciaba de otros sanadores era fundamentalmente su legitimación política, que por ejemplo se traducía en que eran los únicos que tenían derecho a prescribir por escrito. Las primeras reglamentaciones en este campo son de finales del siglo XVII. La prescripción por escrito remite a su vez a otro especialista: el farmacéutico. Este modelo entra en crisis a finales del siglo XIX porque había que resolver problemas sociales importantes (accidentes laborales, heridos de guerra), nuevas enfermedades que tratar, había que desarrollar las intervenciones en el ámbito de cirugía, y todo esto hace que se desarrolle el nuevo modelo, según Comelles. 2. Nuevo modelo hospitalario: Comelles enfatiza las dimensiones biológicas de la enfermedad y pretende excluir cualquier otra dimensión (la sociocultural) de su lógica de funcionamiento. Por eso el modelo hospitalario se centra en resolver los problemas puntuales, cercanos, y se abandona el modelo higienista ilustrado. Este modelo que trata de excluir todo factor sociocultural, implanta un tipo de asistencia basada en el desarrollo tecnológico. La tecnología permite aislar al paciente, instalarlo en una cama, prescribirle… Es el individuo el objeto de intervención, es un ser ahistórico y asocial. Se despoja al individuo de todas sus señas de identidad (ropa, pijama igual para todos, etc.). El modelo hospitalario considera al propio hospital como eje de la práctica médica. Se aísla al individuo de cualquier interrupción de su entorno sociocultural para intervenir sobre la enfermedad, entendida como un trastorno biológico. Todo esto supone una legislación, una homologación de los hospitales, la aparición de los diferentes sistemas de Seguridad Social y va aumentando al grado de intervención del estado. Este modelo hospitalario supuso que se medicalizasen muchos problemas que tradicionalmente se resolvían en otros ámbitos. 54 Antropología de la Salud Se generan nuevas relaciones de dependencia, entre los enfermos (profanos), los médicos y el estado. El modelo hospitalario rompe toda la red de relaciones del autocuidado. Son los profesionales los que diagnostican, ya no es la red social la que decide si una persona tiene la condición de asistible o no, hay todo un interés por demostrar la incapacidad de los profanos para decidir si una persona es asistible o no. Cuando una persona se hospitaliza, se convierte de alguna manera en alguien sometido sin limitaciones a la intervención médica. El hospital excluye o trata de excluir a la red social del enfermo. En España, la reforma de atención primaria aparece a partir de los 80, y en el 84 se crean los Centros de Salud. Comelles dice que esa reforma es utópica, porque hay un número elevado de pacientes para los médicos, funciona bien para los problemas agudos pero mal para los crónicos; faltan programas para la educación para la salud, falta formación para los profesionales en programas preventivos. Todo es una estrategia neoliberal que desmantela la estrategia de bienestar en cuanto a la salud. Se transfiere la responsabilidad a la clase de población que se lo puede permitir. Texto de J.M. Comelles: “La reforma utópica de la atención primaria” en “Atención primaria de salud: el difícil maridaje entre atención integral y atención institucional”. La reforma de la atención primaria se plantea teóricamente en una atención integral, pero eso debe incluir autocuidado y participación del profano, lo cual removería las bases en las que se asienta el sistema. La atención integral no ha estado nunca en la institución, sino en el autocuidado y en la red social. El autocuidado es algo estructural. El higienismo del siglo XVIII es una doctrina científica que, como consecuencia del ideario ilustrado y su reformismo social, propugnaba una medicina preventiva que mejorase las condiciones de vida de las clases más pobres. El higienismo pertenece al mismo modelo médicocientífico. Empieza a preocuparse de las elevadas tasas de mortalidad infantil, de los problemas de desnutrición, etc. Virchow fue uno de los autores que perteneció a este ideario. Propugna la medicina social sin romper con el modelo científico. La salud debe relacionarse con las condiciones sociales y económicas, lo cual le lleva a críticas y cuestionamientos sobre el modelo que se estaba haciendo hegemónico también política y económicamente. Se encargaron de proponer reformas políticas y económicas. La crisis del modelo médico hospitalario es sólo en apariencia, en realidad oculta una estrategia del sistema neoliberal. En los países desarrollados los ciudadanos han alcanzado renta suficiente para encargarse de la prevención y la responsabilidad sobre su salud. Hay una dualización social creciente al amparo de la globalización, incrementando la exclusión social. Esto convierte a la salud en un indicador de clase. No tiene sentido reorientar un modelo que en realidad nunca ha dado respuesta a las necesidades de salud. La reformulación tendría que ser radical, ya que va contra la propia estructura del estado y la lógica de los ciudadanos. Si tuviésemos que abogar por la educación sanitaria hacia un proceso de desmedicalización de lo social, no podríamos hacerlo sin una profunda revisión crítica de los profesionales sanitarios en cuanto a su papel en la medicalización de la sociedad. 55 Antropología de la Salud 3. PROCESO DE MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD Con la expresión medicalizar la vida social nos referimos a un proceso por el cual a determinados aspectos o acontecimientos de la vida social se les da una explicación médica, se problematizan desde la medicina, se redefine como un problema médico y como algo que requiere actuación médica. Ej.: suicidio, embarazo, alcoholismo. Para medicalizar la sociedad, la medicina tuvo que ir ocupando poco a poco el campo de los saberes populares anteriores, consuetudinarios, con el objetivo de aculturar a la población. Uno de los instrumentos más importantes es la publicación de los libros de divulgación, destinados a transmitir consejos, remedios, etc., como instrumentos de este proceso. Estos libros son hoy fantásticos como material de estudio. Con ellos se desprestigiaban los medios que la gente tenía para solventar las diferentes cuestiones. El proceso de medicalización de la sociedad, por supuesto, se dio antes en ámbitos urbanos que en rurales, donde fue mucho más lento y, en muchos casos, incompleto. Los que han estudiado el proceso documentan que a mediados del siglo XIX el proceso había tenido éxito en el ámbito urbano pero que en el rural había sido más difícil, porque la medicalización chocaba con las estrategias fundamentales de producción social de los campesinos. El interés por estas estrategias es lo que da lugar al Folckore de la Salud, con el fin de intervenir sobre ella (hay que conocer lo que se pretende intervenir). Medicalizar este ámbito de la vida social fue muy costoso porque se relacionaba con estrategias de reproducción social (grupo doméstico, por ejemplo) que era necesario conocer para llegar a modificarlas. Se patologiza las prácticas sociales y eso tiene como consecuencia el oscurecer o invisibilizar las causas sociales de cualquier cuestión sometida a examen. A través de este proceso, la medicina pasa a tener una gran autoridad social porque se acude a ella para buscar las causas de las cosas. Este proceso continúa hasta el siglo XX, la medicina interviene no solamente a demanda del enfermo que solicita sus cuidados, sino que ha conquistado muchos campos de la vida social, imponiéndose incluso la intervención médica en la vida del individuo (por ejemplo: revisión médica en las contrataciones, exámenes médicos psiquiátricos a delincuentes, cartillas de vacunación, ya sea como indicador de buena atención a los hijos por los trabajadores sociales cuando éste es un tema muy polémico, ya sea como condicionantes para viajar a otros países, etc.). La medicina interviene más allá de la demanda del individuo, imponiéndose (sin existencia de demanda), y además interviene sobre un conjunto de objetos que no siempre se refieren a las enfermedades pero que se han patologizado, como por ejemplo la sexualidad o la higiene. Todo lo que tiene que ver con la salud se convierte en objeto de intervención médica, se da una visión médica de la salud. La medicina tiene un poder autoritario, con un efecto normativizador de la sociedad, que va más allá de la demanda del enfermo y de la intervención sobre las enfermedades. Como ejemplo de la patologización de la delincuencia hay un ejemplo muy interesante que se dio en 1835 en un pueblo de Normandía: un joven asesinó con una hoz a su familia, lo detienen y un mes después de su detención P. Riviere escribe sus memorias de las causas que le habían llevado a cometer el crimen. Estas memorias causaron un gran debate acerca de la cordura y la locura, porque el sentido común de la época hacía pensar que esto podía hacerlo alguien que estuviese perturbado. Foucault recoge este caso y lo analiza en un libro que publicó 56 Antropología de la Salud en 1973, su análisis ejemplifica los mecanismos que las instituciones utilizan para determinar quién está loco y quien está cuerdo. Ejemplo de medicalización que no son enfermedades: 1. Medicalización de las prácticas domésticas: higiene, educación y crianza de la infancia, esto tiene que ver con la nueva ideología capitalista de conservar la fuerza de trabajo; en los extremos más pobres de la población aparece la preocupación por el aumento de la mortalidad infantil; se critica mucho el abandono de los niños; se critica el funcionamiento de los oficios para que esos niños lleguen a adultos que devuelvan al estado la inversión que el estado ha hecho, en concepto de fuerza disponible de trabajo. En las capas más altas de la población se va a criticar el recurso a las nodrizas, al servicio doméstico porque el Estado empieza a preocuparse porque haya niños que sean poco productivos y rentables al Estado. Poco a poco eso va cambiando y los libros de divulgación van tomando un tono más imperativo y se dedica sobre todo a dar consejos, porque los médicos empiezan a temer los efectos de una posible educación de las personas de su propia salud (cada uno es su propio médico) 2. Medicalización de la sexualidad: la medicina empieza a interesarse por la sexualidad en este período histórico. En principio empieza a interesarse por los fluidos corporales, por la masturbación, por las mujeres que se niegan a amamantar a sus hijos. Y poco a poco también empieza a interesarse por los comportamientos sexuales, y empiezan a hablar sobre la mayor longevidad de las personas casadas. Para que este proceso sea posible hacen falta dos cosas: 1. Que la conducta en cuestión que estemos medicalizando sea visible en un lado bueno y en un lado malo, por ejemplo, la medicina decide que es saludable dormir 8 horas al día el que las duerme es saludable y el que no, no. 2. Esa conducta, tanto la sana como la enferma, ha de poder ser relacionada de alguna manera con la biología, y ha de ser posible que la medicina pueda demostrar que puede tener impacto sobre dicha cuestión. Autores como Comelles plantean que el autocuidado es una estrategia estructural, existente en todos los colectivos humanos. La medicina institucionaliza esa práctica. Es por esto, que Comelles mantiene la hipótesis de que cualquier proceso que pretenda institucionalizar el autocuidado fracasará, porque es estructural y la gente construirá nuevas herramientas o mecanismos de autocuidado: la automedicación es la respuesta cultural de las personas enculturadas en el consumo de remedios farmacológicos. El proceso de medicalización de la sociedad supone cambios a todos los niveles: - como intervención en las prácticas domésticas, de forma que a partir de mediados del siglo XVIII aparece una gran cantidad de literatura (folletos…) sobre todo lo relacionado con la crianza y educación de los niños. Hay una preocupación sobre la conservación de los hijos, lo cual se relaciona con asegurar la fuerza de trabajo. Cuando hablamos de medicalización no estamos refiriendo tanto a acontecimientos de la vida cotidiana que se redefinen como médicos, como a conductas que anteriormente 57 Antropología de la Salud - - - eran redefinidas como cuestiones morales y ahora también pasan a definirse en términos médicos. Se critica fuertemente a los hospicios, ya que registraban elevadas tasas de mortalidad que no eran tolerables. De las clases acomodadas se critica el hecho de que se acuda a las nodrizas domésticas (este hecho llegó incluso a relacionarse con la mortalidad infantil, acusando a las nodrizas de esforzarse con aquellos niños que podían sobrevivir y descuidando a los otros, lo cual les aseguraría sus ingresos, etc.). Con respecto a las clases trabajadoras, se les insta a controlar a los hijos y se les critica e incluso se hace una persecución moral sobre el abandono de los niños, formas de relación no familiares (concubinato, por ejemplo) y otras cuestiones, imponiendo el modelo familiar tradicional. Se intenta controlar la fuga de individuos del sistema con el propósito de conservar la fuerza de trabajo (vagabundeo, particularmente de los niños). Todo esto debe encuadrarse en la época de la Revolución Industrial, donde la familia se convierte en la nueva célula de la sociedad. En esta transformación destaca la función social que tuvo la medicina al servicio del nuevo modelo hegemónico. Se interviene sobre las prácticas domésticas y también sobre la sexualidad, hasta entonces patrimonio de la Iglesia. Primero empieza a interesarse con lo relacionado con los flujos corporales (atribuye las enfermedades a la retención de la leche materna, al derroche de esperma derivado de la masturbación, etc.) y luego sobre los comportamientos sexuales en sí (la mayor longevidad de los individuos casados, la inconveniencia del matrimonio entre personas de edades diferentes, la búsqueda de comportamientos complementarios, etc.). La sexualidad pasa a ser considerada un asunto médico y de estado. La Psiquiatría recogerá la máxima responsabilidad en este campo. Con ello se interviene finalmente sobre el cuerpo. Hay un proceso de control de los cuerpos por parte de la medicina. Unos cuerpos que a su vez se biologizan (por ejemplo, la obra Vigilar y castigar de Foucault trata este tema analiza todos los mecanismos que a partir del siglo XVIII a través de los cuales el control social se inscribe dentro del cuerpo cómo se mide el espacio, la escuela como un mecanismo de adiestramiento de los cuerpos). Las desigualdades sociales, en último término, se insertan en el cuerpo. Las desigualdades sexuales y sociales se justifican en lo biológico, en el cuerpo biologizado. En estas biologizaciones de las desigualdades sociales, lo que ocurre es que la biología hace investigaciones científicas, y la medicina les da un significado, los interpreta en términos de su significado social. La medicina hace el papel de intermediario entre la biología y la política social, ya que interpreta los avances científicos y ofrece los significados en términos sociales. Las desigualdades son ahora hechos naturales que devienen de hechos científicos, que se pueden observar en el cuerpo. Por ejemplo, biologización de las desigualdades de sexo y el papel que ha tenido la medicina en la definición de las mujeres como personas enfermas. La biología descubre las hormonas y la medicina propugna que los desequilibrios hormonales de la menstruación inhabilitan para los cargos públicos, lo cual, evidentemente, supone la discriminación de la mujer. Todo el ciclo menstrual de la mujer se ha patologizado. Esta patologización de las mujeres justifica el lugar secundario que se les adjudica a las mismas. Son los 58 Antropología de la Salud razonamientos biomédicos los que justifican la inferioridad de la mujer basándolas en la fisiología en vez de en la moralidad. Las desigualdades sociales se secularizan. En este período histórico se recurría a las verdades científicas para justificar las desigualdades sociales tanto de sexo, como de clase, como de raza. La opresión sexual y la racial se invocan como hechos naturales y se justifican a la luz de los hechos científicos objetivos. Con anterioridad se justificaban las desigualdades en términos morales. Por ejemplo, una de las principales aportaciones de la medicina a las desigualdades entre los sexos fue la definición de la mujer básicamente en términos patológicos. Todo el proceso vital reproductivo de las mujeres se relaciona con la enfermedad y requiere de intervención y atención médica, desde la primera menstruación hasta la menopausia, pasando por el embarazo y el parto. Se genera dentro de la medicina un cuerpo de conocimientos especializado que define a la mujer en términos biológicos que hacen que ésta ocupe un papel secundario en la sociedad; todo ello en un contexto social de naturalización de las mujeres, un momento en el que se inventa el instinto maternal y se impone la visión burguesa de la mujer como esposa, madre y ama de casa. La menstruación pasa a ser una afección crónica, el parto se tecnologiza y es un problema quirúrgico, etc. Y en todo ese proceso que define a las mujeres en términos biológicos que se inscriben en el cuerpo, la medicina tiene un papel muy importante. En definitiva, ese es el proceso de medicalización de la sociedad, cómo determinados hechos pasan al terreno de lo médico, a ser pensados como objetos de intervención médica y cómo además se problematizan. La desigualdad sexual se seculariza, al igual que otros aspectos de la vida. “La cultura se inscribe en el cuerpo” la biología se llena de significado social. Interpretamos, asignamos significados sociales a los datos biológicos. Inscribimos las identidades sociales a la biología. La caballerosidad victoriana se corresponde con esta definición de la mujer burguesa como débil, frágil de constitución, crónicamente enferma, que debe ser protegida. Este modelo se complementa con el de mujeres portadoras de enfermedades, potencialmente peligrosas para la salud social, de la clase trabajadora. Lo que funciona en la vida social no es el signo sino el símbolo. Esto nos plantea dos posibilidades: Tenemos la posibilidad de significar nuestro cuerpo, plantearnos el significado que queremos dar a nuestro cuerpo. Casi todos los pueblos indígenas le dan un significado diferente al cordón umbilical y a la placenta. Lo importante es que el cuerpo se llena de significado social siempre porque nuestro pensamiento es simbólico. Podremos plantearnos que la forma tan dolorosa de vivir nuestros ciclos vitales tenga que ver con la cultura. A medida que cambia lo social cambia la forma de ver y pensar el cuerpo. Las concepciones que tenemos sobre el cuerpo están condicionadas por los contextos históricos. 59 Antropología de la Salud En esas relaciones entre salud y enfermedad hay un cambio importante en la forma de concebir el cuerpo desde la medicina. El conocimiento científico impregna la forma de pensar el mundo de lo orgánico. El cuerpo biológico y social se piensa en los mismos términos en que se elabora el pensamiento científico. Las concepciones corporales de las que somos herederos se anclan en la filosofía mecanicista (fundamentada en Newton) que es la hegemónica en los siglos XVII y XVIII, según la cual todo funciona sobre una ley de causa-efecto y los hechos son predecibles, se aplica a todo tipo de fenómenos. Su funcionamiento se puede, por tanto, prever y calcular. Esta filosofía supone pensar que podemos conocer las leyes que suponen el comportamiento de la naturaleza. Descartes dijo: “el universo es una máquina y lo que tenemos que hacer es conocer las leyes que rigen el funcionamiento de sus partes”. Interpreta la naturaleza como un conjunto sistemático de leyes y piensa que se puede hacer lo mismo con el cuerpo humano se convierte en un objeto de estudio para esta filosofía. Para Descartes, en el ser humano conviven el alma (adquiere sentido al pensar) y el cuerpo (máquina en la que reside el alma). El cuerpo se desacraliza, es un objeto, es algo que está aparte de mí. Anteriormente existía una visión organicista del mundo (analogía entre la estructura corporal del hombre y la del universo, entre el micro y el macrocosmos), en la que el cuerpo está reflejando un orden mayor. En estos momentos, el mundo pasa a pensarse desde símiles mecanicistas, es decir, la estructura del cuerpo, del hombre y también del universo puede pensarse desde estos símiles equiparando, por ejemplo, al hombre con el funcionamiento de una máquina andante, al universo con el funcionamiento de un reloj, etc. El cuerpo es una máquina llena de engranajes formada por leyes que podemos conocer. La consecuencia de esto es: para la medicina el cuerpo, que además se piensa en masculino, pasa a ser pensado como una máquina, compuesta de diferentes piezas; si se estropea una de ellas, se repara y si no sirve se prescinde de ella. Coincide en el contexto de la Revolución Industrial. Actualmente, el paradigma que domina el campo científico es la genética. Somos el producto de una cadena genética. La genética como manera de entender el cuerpo se relaciona con la sociedad de la información. El cuerpo es mirado desde la genética. Se corresponde con la sociedad de la información, la era de la informática, donde todo son sistemas y circuitos de información, comparables a los genes. Las entidades son cada vez más pequeñas. Texto de Bartoli ideas del texto: hace una crítica a la visión homogeneizadora de la medicina tradicional del sistema biomédico Anexo. Biografía de Florence Nightingale Enfermera inglesa, nacida en Florencia el 12 de Mayo de 1820, de ahí el nombre que le pusieron sus padres (aunque eran de origen británico). Procedente de familia victoriana, creció en un ambiente donde la educación era muy estricta. Realizó prácticas en los hospitales de Londres, Edimburgo y Kaiserswerth (Alemania). En 1853 fue nombrada directora del Hospital para Damas Inválidas de Londres. Tras el estallido de la guerra de Crimea, en 1854 Nightingale, conmovida por los informes sobre las deficientes condiciones sanitarias y la falta de medios en el gran hospital de barracones de Üsküdar (hoy parte de Estambul, Turquía), envió una carta al secretario de Guerra británico, 60 Antropología de la Salud ofreciendo de forma voluntaria sus servicios en Crimea. Al mismo tiempo, y sin tener conocimiento de esta iniciativa, el ministro de la Guerra propuso que asumiera la dirección de todas las tareas de enfermería en el frente. Nightingale emprendió viaje hacia Üsküdar acompañada de 38 enfermeras. Bajo su supervisión se crearon departamentos de enfermería eficaces en Üsküdar y más tarde en Balaklava, Crimea. Gracias a sus denodados e incansables esfuerzos, la tasa de mortalidad entre los enfermos y los heridos se redujo en gran medida. Al finalizar la guerra en 1860, con un fondo recolectado como tributo a sus servicios, Nightingale fundó la Escuela y Hogar para Enfermeras Nightingale en el Hospital St. Thomas de Londres. La inauguración de esta escuela marca el inicio de la formación profesional en el campo de la enfermería. Recibió multitud de honores de gobiernos extranjeros y en 1907 se convirtió en la primera mujer en recibir la Orden del Mérito. Murió en Londres el 13 de agosto de 1910. Entre sus escritos destaca Notas sobre enfermería: qué es y qué no es (1860), el primer libro de texto para enfermeras, que fue traducido a multitud de idiomas. 61 Antropología de la Salud TEMA 4. SALUD Y SOCIEDAD. ENFERMEDAD, CONTROL SOCIAL Y ESTIGMATIZACIÓN. LA ENFERMEDAD COMO METÁFORA DE LO SOCIAL. ENFERMEDAD MENTAL Y CULTURA. En la medida en que las prácticas de salud-enfermedad no pueden entenderse sin el contexto sociocultural en el que están inmersas y si no es en relación con el resto de las relaciones sociales, se nos abre la reflexión de las representaciones de la enfermedad como un elemento que expresa las relaciones que el ser humano mantiene con el medio, es decir, como metáfora de lo social. Se puede hablar también sobre la genealogía de esas representaciones (génesis histórica), sus relaciones con el poder, la carga estigmatizadora que tienen, cómo se gestiona políticamente la enfermedad, etc. No analizaremos los contenidos de un determinado sistema biomédico, sino la enfermedad como construcción social. Marc Augé dice: “La gran paradoja de la enfermedad es que es, a la vez, lo más individual y lo más social de las cosas”. Social no sólo porque hay instituciones que la tratan, sino porque los esquemas de pensamiento que permiten reconocer y tratar la enfermedad son eminentemente sociales, precisan de la referencia a los otros. Es una visión que tiene que ver con la interpretación; la enfermedad es una metáfora. Cuando hablamos de la enfermedad, en realidad estamos hablando de la sociedad y de nuestra relación con ella (lo hegemónico, etc.). La enfermedad es un terreno especialmente fértil para albergar significados que muy poco tienen que ver con la patología. Estamos refiriéndonos a la dimensión simbólica de la enfermedad, lo que venimos denominando la enfermedad como metáfora de lo social. SUSAN SONTAG Para abordar esta idea vamos a utilizar la obra La enfermedad y sus metáforas (1.978), de Susan Sontag, analiza las representaciones en torno a la tuberculosis y el cáncer. Otro tanto hará con el SIDA en su segunda obra: El SIDA y sus metáforas (1.988). En ambas, S. Sontag no se propone analizar la enfermedad en su dimensión biológica, sino los usos metafóricos que de ella se hacen. Su motivación (expresada en las páginas 98-99 de El SIDA y sus metáforas) parte de haber padecido cáncer y haber sufrido la estigmatización que ello produce, particularmente habla de las fantasías punitivas, la tendencia a psicologizar la enfermedad y hacer a las personas responsables de ella. “El mejor modo de estar enfermo es el que más se resiste al pensamiento metafórico”. 62 Antropología de la Salud La propuesta de Sontag pasa por designificar y despsicologizar la enfermedad. Eso supone reducirla a su dimensión biológica. No es posible pensar sin metáforas, pero sí que es cierto que hay metáforas que son especialmente punitivas y de las que hay que apartarse mediante una reelaboración. Sontag llama la atención sobre la especial carga estigmatizadora de las metáforas militares (ejemplo: luchamos contra la enfermedad, la enfermedad ataca, vencemos a la enfermedad…). En la medida en que estigmatizan a las enfermedades, lo hacen con los enfermos. Es frecuente utilizar metáforas sobre la enfermedad para hablar de la vida social. Por ejemplo: “esta persona es como un cáncer” La finalidad de estas dos obras es privar de significado a la enfermedad, que puede ser más o menos grave, pero que al fin y al cabo no es más que una enfermedad. Aunque podemos decir, ¿qué es la enfermedad si la privamos de significado? Su convencimiento parte de haber experimentado lo pernicioso de las metáforas asociadas a la enfermedad. Evidentemente, su concepción es la biomédica. Partiendo del convencimiento de que la ciencia posee los medios para curar la enfermedad, Sontag plantea que aquellas enfermedades que no tienen una respuesta médica aparecen como misteriosas. Son precisamente éstas enfermedades las propensas a aparecer como metáfora de lo social y especialmente de aquello que se considera pernicioso o malo. Metáforas punitivas, estigmatizadoras… Ej: En el siglo XIX fue la TBC, a mediados del siglo XX se sustituyó por el cáncer y desde los años 80 es el SIDA. Estas enfermedades misteriosas dan miedo, inspiran terror, parece que incluso el hecho de pronunciarlas posee poder mágico. Con esta perspectiva, es lógico que una persona se derrumbe psicológicamente al conocer que padece la enfermedad, y de hecho, se evita por parte de la familia dar la noticia por miedo a la reacción. Según Sontag, la solución no está en ocultar la verdad, sino en desmitificar la enfermedad. Realmente no es el temor a la muerte lo que explica que se oculte la enfermedad a quien la padece; un IAM no tiene nada asociado, se concibe como un fallo mecánico y, sin embargo, es la primera causa de muerte. Sontag hace un ANÁLISIS DE LAS REPRESENTACIONES DE LA TBC Y DEL CÁNCER, comparándolas; éstas se superponían en principio porque ambas se consideraban hinchazones, bultos, protuberancias; cuando se pudo, gracias a los avances científicos, diferenciar las dos enfermedades fue cuando empezaron a separarse las metáforas asociadas a ellas: Las metáforas asociadas a la TBC dicen que afectan a un solo órgano (los pulmones), mientras que el cáncer pude afectar a cualquiera. La TBC es una enfermedad de fuertes contrastes, con episodios espasmódicos (tos), con brotes de actividad y recesión, mientras que el cáncer se asocia a un crecimiento anormal, inevitable e irreversible (a pesar de que hoy en día muchos tipos de cáncer remiten). La TBC es pensada como una enfermedad de líquidos (esputos, sangre…), mientras que el cáncer es pensado como una enfermedad que endurece, que vuelve rígidos los tejidos. La TBC es considerada una enfermedad del tiempo, que espiritualiza la vida, que hace que se exalten los sentidos (ej.: “tener oído de tísica”), mientras que el 63 Antropología de la Salud cáncer es pensado como una enfermedad del espacio, que se extiende lenta e inexorablemente, que se expande hasta alcanzar su fase terminal. Las metáforas que rodean la TBC se adaptan muy bien a la simbología del órgano afectado; los pulmones se asocian a la parte más espiritual del cuerpo, con la respiración y la vida (no olvidemos que existe una jerarquía de los órganos, que detallaba T. Laquear en La construcción del sexo). Para la TBC se recomendaba un cambio de ambiente (altos, secos, cálidos…), para el Cáncer no se piensa que ningún cambio de ambiente pueda mejorar la enfermedad. Mientras que se pensaba que la muerte por TBC era fácil, indolora, la muerte por cáncer se piensa como dolorosa, que supone mucho sufrimiento. Tanto la TBC como el cáncer son concebidos como enfermedades de la energía, de la pasión. Pero mientras que la TBC se consideraba relacionada con un exceso de pasión, el cáncer lo estaba con una represión de las emociones. En ambos casos se relaciona la enfermedad con un fallo de la energía vital y se responsabiliza a la persona del mal que padece. Ello le impide valorar en profundidad las distintas opciones que tiene, lo cual también se relaciona con la fuerza de voluntad del enfermo. K. Mansfield, por ejemplo, es una escritora que contrajo la TBC y se negó a someterse a tratamiento porque pensaba que era algo de carácter y que dependía de ella, muriendo algunos años más tarde. La carga metafórica asociada a una u otra enfermedad varía considerablemen-te. No es lo mismo morir de exceso de pasión que de reprimirla. Sontag plantea que esas metáforas tienen relación con la jerarquización de los órganos corporales por Thomas Laqueur. Idea que tiene la Iglesia acerca de los órganos superiores (pensamiento) y los inferiores (sexualidad, alimentación) Dice que metafóricamente, una enfermedad que afecta a los pulmones es una enfermedad del alma porque es considerado un órgano superior; mientras que el cáncer puede afectar a cualquier órgano del cuerpo. Sontag hace una fuerte crítica a las explicaciones psicologicistas de la enfermedad. Cuanto menos sabemos del terreno físico de la enfermedad, más caemos en las explicaciones psicologicistas de la misma. La Psicología no es más que una forma sublimada, científica, de espiritualidad. La Psicología está afirmando la primacía de lo espiritual sobre lo material. Estas explicaciones psicologicistas están muy en boga en las sociedades occidentales, haciendo creer que la cura también está relacionada con el esfuerzo y la voluntad del individuo. Esas teorías son muy potentes a la hora de culpabilizar a las personas que padecen esa enfermedad. La dicotomía mente/cuerpo, la reducción de la enfermedad estrictamente a la dimensión biológica de S. Sontag fue elaborada en un contexto muy determinado, el cual es importante conocerlo. En contextos como EE.UU. o Brasil, con importantes contingentes de población negra y fuertes desigualdades sociales, es cierto que la Psicología supone una forma de ocultar los 64 Antropología de la Salud factores sociales que provocan la enfermedad en la medida en que la individualizan. Se ocultan las desigualdades sociales porque ocultan los factores sociales que provocan la enfermedad, al individualizarlas. Se ve muy claramente en las relaciones que hay entre explicaciones psicologicistas y de salud mental. Ej.: Ángela Davis, una de las principales líderes del Movimiento Negro de EE.UU. en los años 60, autora de varios libros sobre cuestiones raciales, de clase y de género, y actualmente profesora en la Universidad de California, plantea las relaciones que existen entre salud mental y lo que ella denomina “racismo internalizado”. Cuando una persona se siente discriminada pero no tiene conciencia de la discriminación, tiende a pensar que el problema reside en ella (falta de capacidad, cometer errores, etc., sin darse cuenta de los verdaderos motivos de la discriminación). Y al final tiene incidencia en la salud mental . Este problema, según Davis, es especialmente agudo en países como Brasil donde la segregación racial no se institucionalizó y donde aparece el mito de la “democracia racial”. Ésta se considera una sociedad plural, abierta, no discriminato-ria. Se dice que no existe racismo pero las personas encuentran barreras en el acceso al mercado de trabajo, la educación y otros espacios sociales (vivienda, etc.). Según Sontag, esto tiene mucha relación con las enfermedades mentales. En este contexto se explica que para Sotang sea importante desmontar las teorías psicologicistas de la enfermedad. Las explicaciones psicologicistas sirven, en unos contextos más que en otros, para ocultar las desigualdades y para individualizar la enfermedad. Las metáforas del cáncer se asocian posteriormente al Sida. En el caso del sida el enemigo está en el exterior del cuerpo. El SIDA es una enfermedad del tiempo, que avanza por etapas. En el caso del sida, aunque cada vez es mayor el tiempo entre que la persona se infecta y se … la enfermedad, se sigue teniendo la idea de que es una enfermedad inexorable que acaba con la muerte. Esta idea influye mucho en las prácticas de las personas: todas las que dan positivo son consideradas personas con SIDA aunque aún no están enfermas. Esto se puede relacionar con la resistencia a la detección precoz de la enfermedad, cuando hoy es una enfermedad crónica, no fatal. Según Sontag, a partir de los años 80, la carga metafórica se reduce porque aparece en escena una nueva enfermedad misteriosa: el SIDA. Éste aparece en 1.981 en varias ciudades estadounidenses simultáneamente; desde sus inicios es considerado como un mal propio de los homosexuales y se empezó a hablar de cáncer gay o peste de los homosexuales, acercando la enfermedad a algo que viene de fuera y que no nos afecta a nosotros, pero que se nos puede contagiar por su carácter epidémico. El 90% de los casos eran homosexuales y posteriormente también ADVP, hemofílicos e inmigrantes haitianos en EE.UU. A partir de 1.982 se generaliza el uso del término SIDA, rápidamente se empieza a hablar en términos de plaga y en 1.983 ya había cundido el pánico, fundamentalmente en EE.UU. El SIDA es también una enfermedad del tiempo: avanza por etapas, es considerada inexorable, de forma que aunque a medida que pasa el tiempo se va incrementando el período que transcurre desde que se detecta la infección hasta que se desarrolla el SIDA, la concepción de la enfermedad no se cambia. No es posible, según Sontag, estar infectado y sano. La percepción es la de “no enfermo todavía”, dada su inexorabilidad. La consecuencia de todo esto en los pacientes es de alguna forma la del abandono. No obstante, crecientemente se está planteando como una enfermedad crónica, no como una enfermedad que conduce a la muerte. 65 Antropología de la Salud Cuando surgió en los años 80 como la peor de las epidemias, tuvo importante consecuencias para los afectados, como pérdidas de empleo, negativas a optar a inmigración (de hecho, EE.UU. modificó sus leyes de inmigración, restringiendo el acceso a los seropositivos), compañías de seguiros que piden tests, etc. Fueron importantes consecuencias materiales, pero también anímicas para los afectados, con su consiguiente influencia en el sistema inmunitario. Además, estos sentimientos van acompañados también por sentimientos de culpa ya que, fuera de los países del Tercer Mundo, la mayoría de los afectados cree conocer la vía de contagio de la enfermedad, la cual podría haber quedado oculta, circunscrita a la intimidad del individuo. Al plantearse la transmisión sexual de la enfermedad, los juicios morales hacia los afectados son más severos y hace pensar en la enfermedad como un castigo. La sexualidad es un campo fértil para crear estados de pánico moral. En él se vuelcan temores, aversiones, ideas políticas, etc., que muchas veces nada tienen que ver con la sexualidad. Si cualquier enfermedad actúa como metáfora, cuando ésta además se relaciona o bien con una actividad o bien con un grupo de personas que están minorizados en términos sociales, la enfermedad se hace depositaria de un estigma moral. Sontag dice: “Hay enfermedades que confieren a los pacientes una nueva identidad”. Esto sucede, por ejemplo, con el cáncer, no así con un IAM, que puede ser igualmente mortal. Como decimos, el SIDA fue rápidamente asociado a homosexuales, pero también a ADVP, hemofílicos e inmigrantes haitianos. A partir de 1.981 se generaliza el uso del término SIDA. A partir de 1.984 se descubre el VIH, con lo cual ya se tiene al culpable de la enfermedad. A partir de ese momento, se inician los intentos terapéuticos (antirretrovirales, vacunas, etc.). S. Sontag habla de prácticas de descontaminación para referirse a la negativa de profesionales para atender este tipo de pacientes, basureros para recoger la basura de ciertos barrios, etc. Prontamente se detecta una intensa homofobia y también un elevado racismo (por los haitianos). En 1.993, un grupo de refugiados haitianos fue retenido en Guantánamo por solados de EE.UU. bajo sospecha de ser portadores. Ese mismo año, un juez consideró inconstitucional la existencia de un campo de reclusión específico para seropositivos. Hubo un resurgir de las ideas de la nueva derecha que abogaba por la familia tradicional y los valores más conservadores. Sontag dice que la peste es la principal metáfora con la que se ha entendido la epidemia de SIDA. Ésta era el mal por excelencia, lo peor que podía acaecer a una comunidad. La peste siempre se asociaba con la idea de que venía de fuera, no del seno de la propia comunidad. Con el SIDA una de las primeras hipótesis que se barajó fue que había nacido en el continente africano. Los africanos no se equivocan al ver en estas especulaciones ideas racistas. Las hipótesis al uso refuerzan los estereotipos de animalidad y sexualidad de los negros (SIDA: Síndrome Inventado para Discriminar a los Africanos). Esta identificación de que el problema viene de los otros, propia de EE.UU. y de Europa hacia África, se ha reproducido al interior del continente africano. Nadine Gordimer, siempre crítica con el Apartheid, sudafricana blanca y premio Nobel de literatura, en un artículo dice que: “tras constatar que el 69% de las víctimas del SIDA se encuentran en el África Subsahariana, pasó tiempo hasta que en Sudáfrica se percataron de que la enfermedad era algo que también tenía que ver con ellos, y no que venía de los países más pobres de África”. No por casualidad, Sudáfrica es el país más rico de la zona. Si hay prejuicios racistas en estas hipótesis, la reacción a los mismos apareció también bajo la forma de otras hipótesis. Por ejemplo, se apuntó que el virus podía ser un acto de guerra bacteriológica proveniente de EE.UU. con el fin de disminuir la natalidad en África, pero que se les había descontrolado. Otros grupos plantean que la causa de esta catástrofe no es el VIH, sino una 66 Antropología de la Salud serie de contingencias sociológicas y biológicas unidas a un interés por parte de los poderes económicos para controlar y organizar la sociedad. Estos argumentos surgen desde el momento en que se destapa la enfermedad, coincidente con movimientos de revolución social y sexual, etc. El SIDA aparece en individuos con vitalidad y sistema inmunológico debilitado por distintas toxicidades relacionadas con malnutrición, intoxicaciones y defectos congénitos. En África, el SIDA se diagnostica sin tests y a partir de síntomas que definen enfermedades endémicas asociadas a la pobreza. Además, la interpretación de los tests varía de unos países a otros. En definitiva, existen numerosos falsos positivos. Sin embargo, esto ha tenido importantes consecuencias como la supresión de fármacos gratuitos para la malaria y otras enfermedades tropicales, el auspicio de formas de control de la natalidad, etc. Desde posturas más radicales, se sostiene que son formas de genocidio. La propaganda mediática respecto al SIDA fue y es descomunal (divulgación espectacular de casos de famosos muertos o infectados por SIDA, etc.). En la lucha contra la enfermedad se han implicado numerosas personalidades de la política, la cultura, el deporte, el espectáculo, etc. Las pestes, además de ser asociadas a “los otros”, históricamente han sido consideradas como “juicios a la sociedad”, como signos de decadencia moral de la sociedad. En el caso del SIDA, estos juicios morales y políticos se refuerzan por su componente sexual. Evidentemente, se han hechos usos de la enfermedad, como los religiosos (“el SIDA es un castigo de Dios”). El Papa afirmó en un viaje a Uganda que “el SIDA podía ser un regalo que ayudase a conservar las reglas morales tradicionales”. También hay usos seculares de la enfermedad. Por ejemplo, por parte de las ideologías políticas autoritarias, previniendo contra los extranjeros (el caso de Lepen en Francia), o conservadoras (clarísimo en EE.UU., donde se dice que la enfermedad es una prueba de la decadencia moral de EE.UU. y que hay que volver a la vida familiar, etc.). Es un instrumento del neo-conservadurismo. De hecho, el SIDA ha modificado todo un conjunto de concepciones, ideas y prácticas que alcanzaron su apogeo en los años 70, y ha hecho una llamada hacia un uso más moderado de la sexualidad, incitando a los ciudadanos a volver a las convenciones. Hay que reconocer que el SIDA ha alterado la forma de vida sexual en Occidente. A cambio, han aparecido otros nuevos apetitos, como las nuevas tecnologías, que ofrecen un consumo sin riesgos (sexo telefónico, contactos por Internet, etc.). Metafóricamente, también se habla en informática de virus, lo cual no es casual. De nuevo, nos demuestra que las metáforas asociadas a la enfermedad tienen un anclaje directo al tipo de relaciones sociales que vertebran nuestras sociedades (socioeconómicas, sexuales, políticas…). No son fenómenos periféricos ni secundarios. La tendencia a concebir la enfermedad en términos metafóricos está muy extendida. El artículo de N. Gordimer, donde denuncia además la hipótesis más ortodoxa del SIDA, pide medidas de prevención, vacunas para el tipo de SIDA extendido en África, etc., concluye sin embargo con reflexiones morales sobre la enfermedad. La enfermedad nos sirve como metáfora para hablar de cosas que van más allá de la enfermedad, para reflexionar sobre las relaciones humanas y sobre el mundo. La ENFERMEDAD y ESTIGMA. Cuando la enfermedad se relaciona o se la relaciona intencionadamente con una actividad o grupo de personas que socialmente se desaprueba, esa enfermedad se hace depositaria de un estigma social por eso hay enfermedades que estigmatizan. La persona que desarrolló la principal teoría sobre la relación entre enfermedad y estigma fue E. GOFFMAN. Él define el estigma como la identificación que una sociedad crea sobre una persona o grupo a partir de un rasgo físico, conductual o social que se percibe como divergente del grupo, y la subsiguiente descalificación de ese grupo o individuo en cuestión. A partir de Goffman, la mayor parte de estudios sobre este tema han seguido este marco conceptual, han analizado el estigma en términos de atributos y la consecuencia de éste en la vida 67 Antropología de la Salud de los individuos. Sin embargo, es importante no sólo analizar el estigma en función de los contenidos y atributos, sino también en términos de relaciones y sobre todo relaciones de poder, Como un proceso dinámico, en el que a menudo se ofrece resistencia y no sólo desde una posición estática. Hay que pensar cuáles son las razones sociales, económicas y políticas del estigma, porque éste a menudo se convierte en el chivo expiatorio de desigualdades sociales. El sufrir un estigma no sólo hace más vulnerable a las personas, sino que las enfermedades con estigma no tiene las mismas consecuencias para unas personas que para otras (es esperable que las personas negras con VIH en sociedades más racistas sean más estigmatizadas que en otras que no sean tan racistas, por ejemplo) De ahí la necesidad de desarticular la relación entre enfermedad y estigma. Ejemplo de SIDA y ESTIGMA.- cuando el SIDA se asocia a la inmigración. El primer periódico que abordó el tema del SIDA fue el NEW YORK TIMES, a principios de los 80, con el titular “Curioso cáncer detectado en 41 homosexuales”, pronto se empezó a hablar de cáncer gay, la peste de los homosexuales. Enseguida se constató que aunque la mayor parte de los detectados eran homosexuales, también había otros grupos: hemofílicos, inmigrantes haitianos, heorinómanos… A partir del 82 se generalizó la palabra SIDA, se empezó a hablar de plaga, y el año siguiente se había generalizado el pánico en torno al SIDA, y Susan Sontag habla de prácticas de descontaminación como negativas de médicos a atender a enfermos con SIDA, sepultureros que se negaban a enterrar a personas que habían muerto de SIDA. Todo eso expresa homofobia, y pronto empezó a aparecer también el racismo (culpar a los inmigrantes haitianos) El SIDA dio argumentos al conservadurismo, que empezó a criticar a todas esas comunidades gays en ciudades como San Francisco. En este sentido, la metáfora principal con la que se extendió el sida fue como una peste o plaga. La peste metafóricamente se entiende como una de las mayores catástrofes. Un rasgo habitual de la peste es que está fuera del cuerpo: son los otros los que la traen. Esto se confirma en el caso del SIDA, que se supuso que apareció en el continente negro, que vino de fuera. Esta tendencia a achacar el problema a los otros, pasó no sólo entre África y EE.UU-Europa, sino también dentro del continente africano. En un artículo publicado por N. Cardiner afirma que eso pasa entre los sudafricanos y los norteafricanos. Una enfermedad con tanta carga estigmatizada, se instrumentaliza con mucha facilidad, por ejemplo, el papa Juan Pablo II estaba muy centrado en que si no se ampliaban las reglas religiosas, el SIDA castigaría al mundo. A principios de los 90, el presidente de la Conferencia Episcopal expuso el fenómeno del SIDA como el exponente de la degeneración moral y sexual: castigo de Dios por haber incumplido las leyes religiosas. También hay otros usos seculares de la enfermedad, por ejemplo, usos políticos: Lepain usó el SIDA como un arma para prevenir contra la inmigración. No casualmente las metáforas asociadas a la enfermedad tienen un anclaje directo a las enfermedades que vertebran nuestras sociedades, por tanto nunca podemos perder de vista las relaciones en las que las enfermedades aparecen y se desarrollan. LA ENFERMEDAD MENTAL Y ESTIGMA.- Una de las enfermedades que más estigmatizan en nuestras sociedades son las enfermedades mentales, y más en concreto los trastornos mentales graves. En los 80, en España, se llevó a cabo una gran reforma psiquiátrica, ya los “locos” no están escondidos tras las paredes de los manicomios, también es cierto que sufrían muchas formas de estigma y desprecio, que generaban mucho más sufrimiento a la persona que la enfermedad en sí. Entre los profesionales que trabajan en este campo, existe un acuerdo generalizado a la hora de afirmar que el estigma es un elemento fundamental para ver las posibilidades de recuperación o no de las personas con trastornos mentales graves. Tanto es así, que desde 2005 la OMS y la UE 68 Antropología de la Salud incluyeron entre sus prioridades la lucha contra el estigma, que se extiende desde las familias hasta las instituciones pasando por los medios de comunicación y .. a los profesionales de la salud y hasta a los propios enfermos que pueden llegar a asumir esos estigmas. Uno de los contenidos del estigma es la violencia, sin embargo, loe enfermos mentales suelen ser más víctimas que agresores. Los medios de comunicación están continuamente estigmatizando. “El tapiz de la locura” ¿Qué es la locura? Es un estado, es una experiencia… decir eso nos remite a una experiencia que tiene que ver con el sufrimiento, de shok. Esto nos lleva a relacionarlo con el hecho de que existen diferentes teorías que intentan explica la esquizofrenia (Ángel Martínez:¿Has visto cómo llora el cerezo?). Por eso lo importante es ver cómo se construye ese estado, esa experiencia, quizá lo interesante sea no explicar el porqué, sino cómo se construye ese estado en una sociedad concreta, cómo influye el tratamiento social sobre el pronóstico. Hemos comprobado cómo el pronóstico está en relación con el tratamiento de la enfermedad mental. Las razones que de A. Martínez al porqué tenemos miedo a los locos: x el estigma tan fuerte que asocia a los locos con la violencia y porque la locura cuestiona el acuerdo social, eso significa que su comportamiento no se adapta al conjunto de acuerdos de normas de conducta de las que se basan nuestros vínculos y relaciones sociales. Los “otros ”( en este caso los locos) son sujetos sociales, no son objetos de intervención. Esto está en relación con que para que los otros obtengan sujetos sociales históricamente es producto de un proceso de reivindicación de lucha. Largometraje: “El tapiz de la locura” (documental 2007). Radio: creada por internos de un hospital psiquiátrico. Barcelona: Radio Nitrosa.- Nació de una discusión entre dos antropólogos. Espíritu de reivindicación de lucha para integrarse en esta sociedad. “Demuestra que tiene poder de curación sin ningún tipo de fármaco”. Estigma: marca o señal en el cuerpo. Según A .Martínez (antropólogo): la locura es una huida. Dice que cuando se habla con un enfermo mental hacemos un monologo, no establecemos un diálogo. Se tiene miedo a la locura porque vivimos en un mundo con normas y la locura supone destruir eso. Otro miedo asociado a esto es el miedo a la violencia. “siempre confunde la maldad a la enfermedad” (enferma). La enfermedad mental hace más que se haga daño a uno mismo, son más introvertidos. A. Martínez: hace falta mucha educación, habría que tender a hacer un modelo de normalidad. Hay sociedades que las incluyen mejor a estos enfermos mentales, porque por ejemplo algunos rurales piensan que están poseídos y que cuando dejen de estarlo se integraran mejor. B. Nikosa: se considera una labor de integración social. C. Ética: conjunto de normas morales que deben manar la conducta humana. Hay mucho misterio dentro de las enfermedades mentales. “Lo que es normal es lo que encaja en la naturaleza de uno mismo”. Excluir: descartar, rechazar, negar la posibilidad de algo. “Es más fácil culpabilizar que responsabilizar”. “No hay una voluntad para quererse enfermar”. Dignidad: cualidad de digno. “Tenemos que resistirnos al verticalismo, a nos obliguen y nos cambien”. 69 Antropología de la Salud A. Martínez decía en el largometraje que la locura era un estado, una experiencia que tiene que ver al sufrimiento que nos puede volver locos. La esquizofrenia es una enfermedad mental en la que existen distintas teorías, algunas de ellas trata de explicarlas en bases biológicas. A. Martínez “¿Has visto como llora el cerezo?”. Lo importante en este tema es ver como se constituye ese estado en una sociedad concreta, como influye el tratamiento social sobre el pronóstico. A. Martínez decía que las expectativas que se tengan sobre ese estado son fundamentales para el pronóstico y eso se hace mirando las experiencias de otras sociedades. Hemos comprobado etnográficamente que el pronóstico de la enfermedad tiene que ver con las expectativas que se tengan de ella. Razones que A. Martínez da del miedo que tenemos a los locos: estigma que asocia la locura a la violencia, otra razón sería que los locos nos dan miedo porque la locura cuestiona el acuerdo social, es decir, cuando decimos que alguien está loco queremos decir que alguien está fuera de la realidad social, es decir su comportamiento no se adapta al comportamiento que rige la realidad social, se basan nuestras relaciones sociales. Alguien que no sigue las normas pues asusta porque es desconocido. Los “Otros” son sujetos SOCIALES, no son objeto de intervenciones, no son aquellos para los que establecemos relaciones paternalistas, machistas, etc… Para que los “Otros” devengan sujetos sociales históricamente es producto de un proceso de reivindicación. El relativismo natural pasa por dar voz a ”los Otros”. TEXTO: “Eficacia simbólica” propuesta por Levi-Strauss en 1949 en su obra “Antropología estructural”. LA EFICACIA SIMBÓLICA. CLAUDE LÈVI-STRAUSS, EN ANTROPOLO-GÍA ESTRUCTURAL. Planteamientos que insisten en la necesidad de designificar las enfermedades, similares a los de S. Sontag, o al menos de resignificarlas, podemos encontrarlos en autores como el antropólogo Domingo Comas Arnau, que ha trabajado sobre la drogadicción. Él plantea que es necesario desdramatizar el síndrome de abstinencia para facilitar la rehabilitación del toxicómano. Al transformar las expectativas sobre algo, posiblemente sea menos traumático el paso por ese hecho. Este tipo de planteamientos nos conducen a trabajar el concepto de eficacia simbólica propuesto por Lèvi-Strauss en 1.949 en su obra Antropología estructural. En Antropología de la Salud hay una parte importante de planteamientos que retoman este concepto. Frente a los análisis de sistemas médicos (más funcionalistas), estos análisis se preocupan por los modelos cognitivos y las lógicas específicas de pensamiento que forman los sistemas de salud. Este tipo de análisis han abundado en la Antropología francesa, donde destacan Lluis Mallart y Marc Augé. A Marc Augé le interesa buscar la lógica interna de la enfermedad y su correspondencia con la vida social. Hay un conjunto de clasificaciones etnomédicas con un principio de causalidad que las rige, y esto es lo que este autor busca. Si queremos acercarnos a este tipo de planteamiento más estructural hay que entender el concepto de eficacia simbólica que propuso Lèvi-Strauss (ver artículo en fotocopias). La hipótesis principal de Lèvi-Strauss es que la cura chamanística (estudió entre los indios Cuna, en Panamá) es eficaz porque a través de la fuerza del mito que narra el chamán hace inteligibles a la parturienta sus dolores, los reorganiza psíquicamente a través de una serie de 70 Antropología de la Salud elementos mitológicos que simbolizan elementos orgánicos y esta reorganización psíquica tiene efectos a nivel orgánico, es decir, la paciente se cura. Entendía que existía una estructura mental subyacente a la realidad social, se basa en unos universales y es funcionamiento de esa estructura básica la que nos ayuda a explicar esa realidad. En este texto lo que hace es analizar un largo canto entre los indios Cuna de Panamá. Este es utilizado por el Shaman cuando el parto no transcurre con normalidad. El Shaman sólo acude cuando es llamado por la partera. Le canta un largo canto que tiene como resultado final la facilidad del parto. No hay manipulación fisiológica sólo manipulación psicológica, que tiene efectos orgánicos por la eficacia simbólica. Lèvi-Strauss analiza un largo canto cuyo objetivo es ayudar a la parturienta cuando hay complicaciones en el parto. Se inicia el canto con la petición de ayuda de la partera, narra la llegada del chamán y sus preparativos y continúa con cómo el chamán inicia un viaje al interior de una cueva para liberar a una potencia mítica que ha quedado atrapada dentro de la cueva (alma), responsable de lo que ocurre, y finaliza con su liberación, habiendo vencido el chamán junto con sus ayudantes. Según Lèvi-Strauss, esas potencias no son sólo míticas, sino que tienen su correspondencia con elementos orgánicos: «Mu-Igala, es decir, la “ruta de Muu” y la mansión de Muu, no son para el pensamiento indígena un itinerario y una morada míticos, sino que representan literalmente la vagina y el útero de la mujer embarazada, que el chamán y los nuchu exploran y en cuyas profundidades libran su combate victoriosos.» La técnica del relato trata de restituir en otro orden una experiencia real, una experiencia fisiológicamente conocida. Lo hace mediante términos conocidos para la parturienta, que son elementos que pertenecen al imaginario colectivo. La penetración en la vagina, por mítica que sea, se le está proponiendo a la paciente en términos que le son conocidos. El mito sustituye los protagonistas, cambiando la vagina por la cueva, el chamán y los ayudantes penetran en el orificio natural y tras toda la preparación psicológica que la enferma ha vivido, ésta los siente realmente penetrar. Y los protagonistas despejan el camino. Esto está haciendo inteligible a la mujer los dolores que siente, sus sensaciones y dificultades. Lo que el canto quiere hacer es presentar a la enferma estas dificultades para que su pensamiento, tanto consciente como inconsciente, pueda aprehender lo que está ocurriendo. Podría hablarse de una manipulación psicológica que conduce a una cura fisiológica, que tiene efector orgánicos reales: «Resulta cómodo desembarazarse de estas dificultades declarando que se trata de curas psicológicas. Pero este término carecerá de sentido hasta tanto no se defina la manera como determinadas representaciones psicológicas son invocadas para combatir perturbaciones fisiológicas, igualmente bien definidas. Ahora bien, el texto que hemos analizado aporta una contribución especial a la solución del problema. Constituye una medicación puramente psicológica, puesto que el chamán no toca el cuerpo de la enferma y no le administra remedio; pero, al mismo tiempo, pone en discusión en forma directa y explícita el estado patológico y su localización: diríamos gustosos que el canto constituye una “manipulación psicológica” del órgano enfermo, y que de esta manipulación se espera la cura.» Hay una puesta en cuestión de qué es entonces la patología. Si ésta es puramente biológica, cómo podría entenderse esto. «La cura consistiría, pues, en volver pensable una situación dada al comienzo en términos afectivos, y hacer aceptables para el espíritu los dolores que el cuerpo se rehúsa a tolerar. Que la mitología del chamán no corresponde a una realidad objetiva carece de importancia: la enferma cree en esa realidad, y es miembro de una sociedad que también cree en ella. Los espíritus protectores y los espíritus malignos, los monstruos sobrenaturales y los animales mágicos, forman parte de un sistema coherente que funda la concepción indígena del universo. La enferma los acepta o, mejor, ella jamás los ha puesto en duda. Lo que no acepta son dolores incoherentes y 71 Antropología de la Salud arbitrarios que, ellos sí, constituyen un elemento extraño a su sistema, pero que gracias al mito del chamán va a reubicar en un conjunto donde todo tiene sustentación. Pero la enferma, al comprender, hace algo más que resignarse: se cura.» El chamán está jugando con elementos que forman parte de su universo mental. Su reorganización se sigue de una reorganización fisiológica. Hay un desbloqueo del proceso fisiológico y una reorganización favorable al mismo. Luego, Lèvi-Strauss hace una comparación entre la cura psicoanalítica y la chamanística. Ese paralelismo sería aún mayor si se corroborasen las bases fisiológicas de las psicosis y las neurosis. El propósito de ambas curas es llevar a la consciencia procesos inconscientes, ya sea porque estuviese reprimidas (psicológicas) o por su naturaleza orgánica. Los conflictos se reactualizan en otro orden, en un plano que permite que se resuelvan. Esa resolución se efectúa, según Lèvi-Strauss, por medio de símbolos. Hay equivalentes del significado en otro orden que provocan una reacción orgánica, lo cual ocurre precisamente por la eficacia simbólica. Es la eficacia simbólica la que permite el paralelismo entre mito y reacciones orgánicas. Todo responde a las leyes estructurales del pensamiento, que son el centro de la teoría de este autor. El proceso es contrario en la cura psicoanalítica y la chamanística. En la primera, el enfermo transfiere emociones, pensamientos, etc., al terapeuta (saca los conflictos del subconsciente), éste los reorganiza y los devuelve al enfermo. En la segunda, el chamán transfiere los elementos simbólicos al paciente y es éste quien los reorganiza, transfiriéndose al nivel fisiológico. Hay una correspondencia entre los distintos niveles del organismo, el fisiológico y el mental. Otra diferencia importante es la que existe entre subconsciente, que hace referencia a la experiencia individual, y el inconsciente, que es colectivo. Pero ese léxico individual sólo tiene sentido si el inconsciente lo organiza. «La eficacia simbólica consistiría precisamente en esta “propiedad inductora” que poseerían, unas con respecto a otras, ciertas estructuras formalmente homólogas capaces de constituirse, con materiales diferentes en diferentes niveles del ser vivo: procesos orgánicos, psiquismo inconsciente, pensamiento reflexivo.» Esto abre otras posibilidades para la intervención-curación. El concepto de “Eficacia simbólica” ha sido utilizado por otros autores como Domingo Camas Arnau para explicar las drogas. Su artículo se llama “uso de drogas: del paradigma lewiniano al nuevo rol de las expectativas simbólicas”. Es uno de los autores que se propone retomar el concepto de “Eficacia simbólica” y aplicarlo al estudio antropológico de las drogas. Relativiza la mentalidad de los efectos fisiológicos que asociamos a las drogas. Dice “ si las expectativas simbólicas que asociamos a las drogas eficaces, es decir en el sentido que provocan vivencias orgánicas, entonces a medio y largo plazo podemos manipular dichas expectativas para eliminar los aspectos más destructivos y dar expectativas más positivas”. Analiza de donde vienen esas expectativas simbólicas, que efectos tienen en las vivencias de los consumidores. Domingo Comas Arnau, antropólogo que ha estudiado la problemática de las drogas en las sociedades contemporáneas, en su artículo “ falta al rol de las expectativas simbólicas”, retoma la eficacia de las expectativas simbólicas que atribuimos a las drogas y plantea: “si las expectativas culturales que asociamos a las drogas son eficaces (en el sentido de Lèvi-Strauss, esto es, que provocan vivencias orgánicas), podemos a medio plazo manipular estas expectativas para extraer los elementos más nocivos y devolverle a la gente signos más positivos”. “Manipular los símbolos como los chamanes para evitar los efectos más negativos, más perniciosos, asociados al uso de drogas”. 72 Antropología de la Salud Este autor se cuestiona sobre los efectos que tienen estas expectativas culturales asociadas a cada droga sobre las vivencias de los consumidores (sobre los efectos orgánicos). En líneas generales, todas las descripciones empíricas sobre el uso de droga son bastante unánimes en cuanto a los efectos que produce; la divergencia viene a la hora de proponer tratamientos. LOUIS LEWIN La persona que sentó las bases sobre esta forma de entender los efectos de las drogas fue Louis Lewin (1.850-1.929), judío alemán que estudió medicina en Berlín. En 1.871 se dio a conocer cuando describió un caso de adicción a la morfina (morfinismo) y a partir de ese momento su carrera fue notoria, adquiriendo una cátedra en la Universidad de Berlín. En 1.879 publicó una obra de gran impacto: Observaciones sobre 110 casos de drogadicción. Esta obra fue revolucionaria porque marcó el inicio de una parte importante de las preocupaciones públicas, médicas y políticas, sobre la adicción a las drogas. Sus descripciones no se diferencian mucho de las que ahora se realizan sobre el efecto de las drogas. En 1.881 publica un manual de farmacología y un poco más tarde funda un laboratorio privado donde se dedica a investigar. De sus experiencias surge la mayor parte de las ideas que sobre el uso de drogas tiene la farmacología actual. Lewin no solamente experimenta en este laboratorio, sino que también usa la experiencia del trabajo de campo de antropólogos en otras culturas. Como resultado de esta suma, en 1.924 publica Phantastica. Hasta entonces, la mayor parte de las obras se limitaban a describir el uso que los individuos hacían de las drogas y plantas, más que a describir qué efectos tenían sobre las personas. Lewin aúna estos dos intereses. Phantastica se convierte en el libro que ha inspirado a la mayor parte de los científicos que se han interesado por investigar el uso de las drogas. Esto es así hasta el punto de que el uso de los conceptos de Lewin se ha ido generalizando al público, los medios de comunicación, etc., saliendo del campo de la medicina y la farmacología. Son los conceptos de dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia. Estos rasgos son hoy los mismos que hace un siglo describió Lewin y expresan perfectamente lo que hoy entendemos por droga. El elemento teórico clave para Lewis es lo que llama “efecto psíquico principal”. De cada droga que puede describirse en términos psicológicos. Sus descripciones coinciden con las actuales. El principal punto de reflexión de Lewin es que cada droga causa a quien consume un efecto principal, que él describe en términos psicológicos. El efecto principal da lugar a una clasificación de las drogas en cinco áreas bien delimitadas: euforizantes, alucinógenos, embriagantes, hipnóticos y excitantes. En esta clasificación, por ejemplo, los derivados de los opiáceos son euforizantes; el tabaco es un excitante; la cocaína, debido a su información sobre el uso como calmante en los Andes y como anestésico en la medicina europea, la clasificó como opiáceo, aunque hoy la situaríamos entre los excitantes. Tomás Arnau dice que hablar de “efecto psíquico principal” de cada droga lleva implícito una serie de puntos de vista: 1. Usuarios/consumidores que a lo largo de toda la historia de la humanidad y en todas las culturas perciban los mismos efectos. 2. Una búsqueda consciente de estos efectos y el uso de la droga para conseguirlos. 73 Antropología de la Salud 3. Que al buscar conscientemente esos efectos, si el consumo es frecuente o abusivo, ello conduzca a los fenómenos de dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia. Una vez que aparecen estos fenómenos, las drogas se usan por sí mismas, por su efecto orgánico, y se mantiene todo dentro del campo de la farmacología. Esta noción de efecto psíquico principal y los fenómenos asociados a ellos sigue vigente en nuestros días, aunque se haya podido poner en duda el efecto psíquico de drogas concretas y ha cambiado la clasificación de las drogas que hizo Lewin. Pero el concepto sigue vigente. Sin embargo, sabemos que los efectos de las drogas dependen de tres factores: Dosis y pureza de la droga. Condiciones objetivas de consumo, es decir, el contexto donde se produce la ingestión o inoculación de la droga (si se consume solo o acompañado). Expectativas que tenga el sujeto a la hora de consumir esa droga, las pautas culturales que siguen en el consumo, el estado psíquico y mental del sujeto… El consumo de drogas está determinado por normas culturales. Son las convenciones culturales las que indican cuál es la dosis adecuada, cuál es el lugar adecuado y qué efectos se espera que produzca. Una misma sustancia puede ser benéfica o dañina dependiendo de quien la consuma, con qué la consuma, cuándo y cómo… Las medicinas alivian el sufrimiento mientras que las drogas originan trastornos severos, pueden provocar la muerte, son malas y por todo ello son ilegales. Para las drogas ilegales se presupone que el uso es igual al abuso y eso responde a una visión criminalista que existe en nuestra sociedad y ello hace pensar que el poder lo tiene la sustancia y el individuo no puede hacer nada. No hay diferencia entre un fármaco o una droga, cualquier sustancia puede ser un veneno dependiendo de cómo se utilice (vías, dosis, dependencia…). Socialmente lo que existe es una visión criminalista de la droga, se piensa que es ella en sí la que está dotada de propiedades intrínsecas. El peligro está en la droga. Lo que Domingo Comas Arnau critica a Lewin es que, si bien es cierto que hay unas normas culturales y que estas se convierten en complejos culturales, el problema de Lewin es que confunde estos complejos culturales asociados a cada droga y a cada cultura con los únicos efectos que cada droga podría producir. El problema es que seguimos atribuyendo a las drogas tales efectos hasta el punto de que a veces incluso se fuerzan los datos epidemiológicos para adaptarlos a los planteamientos de Lewin. Su planteamiento es que: los efectos de las drogas dependen más de los componentes socioculturales que de los efectos químicos de cada droga. Si esto es así, podemos analizar desde la Antropología cómo se producen estos condicionamientos culturales e intentar determinar y reflexionar sobre cuáles son estos y cuáles son estrictamente condicionamientos químicos. Aquí encaja el concepto de eficacia simbólica de Lèvi-Strauss. Plantea que cuando una persona consume drogas, tiene unas expectativas sobre sus efectos, acordes al tiempo y la sociedad a los cuales el individuo pertenece, es decir, no son expectativas individuales, sino codificadas. Ese código que se manifiesta simbólicamente tiene una determinada eficacia. 74 Antropología de la Salud Su propuesta es: si manipulamos, si conseguimos intervenir en dicho código, ¿podemos incidir sobre los efectos de dicho código? ¿Hasta qué punto los efectos de las drogas lo son de esas expectativas simbólicas codificadas y hasta qué punto lo son de sus propiedades químicas? Finalmente, su propuesta es que, dado que a corto plazo es imposible concebir una sociedad sin drogas, cabe la posibilidad a medio plazo de manipular sobre los símbolos, a modo de los chamanes, para eliminar los efectos más negativos del consumo de droga. Domingo Comas Arnau concluye: “los efectos de las drogas son los que Lewin describió, pero pueden ser los que los expertos en prevención decidan y los que los ciudadanos estén dispuestos a aprender”. La literatura especializada en adicciones surge en las primeras décadas del siglo XX, en esta época se ilegalizan determinadas drogas y provoca alarma social. En toda esa literatura toda la visión criminalista se basa en que los principios activos de la droga actúan como anuladora de la libre voluntad del individuo, que queda indefenso ante los principios activos de la droga. Poco a poco se han ido estableciendo el grado de esclavización de cada droga, en base a eso, las autoridades científicas aconsejan a los gobiernos que adviertan de su peligrosidad. Idea de que el factor humano queda supeditado al poder de la sustancia química todo queda en el ámbito farmacológico cuando sabemos que las alteraciones del comportamiento que se derivan de consumir una droga dependen de los aspectos socioculturales y no solamente de las sustancias químicas de las drogas. Si admitimos que el componente sociocultural es importante en todo esto, se impondría analizar cómo se produce ese fenómeno del componente sociocultural, de qué factores dependen. Si aceptamos que existe un componente sociocultural aparte del farmacológico, podríamos decir que existe la “eficacia simbólica”. Cuando una persona consume drogas tiene unas expectativas culturalmente acuñadas para ese consumo. Si manejamos esas expectativas probablemente podríamos llegar a los efectos. Lo que se pretende es ampliar el marco de reflexión: No es la droga en sí el problema. 75 Antropología de la Salud TEMA 5. CONCEPCIONES CULTURALES SOBRE LA VIDA, LA MUERTE Y LA REPRODUCCIÓN. FÓRMULAS REPRODUCTIVAS Y NUEVAS TECNOLOGÍAS DE REPRODUCCIÓN. El desarrollo de las técnicas médicas afecta tanto al inicio como al final de la vida humana. En el inicio de la vida humana las técnicas de reproducción asistida están permitiendo que un número mayor de personas accedan a un tipo de paternidad o maternidad que por algún motivo no podían acceder. Esto hace que los distintos estados se enfrenten a legislar para regular este campo de la vida social que tiene que ver con el inicio de la vida. También en el final de la vida, las técnicas médicas están teniendo un impacto fundamental, la tecnología puede sustituir funciones vitales lo que da lugar a la prolongación de la vida del individuo de una forma que era impensable hace unas décadas. Esto está generando cuestiones sociales: cada vez más personas llegan más tarde al final de la vida, en muchos casos con una calidad de vida aceptable y en otros casos muy difíciles. Todo esto nos plantea nuevas problemática y cuestiones para la Antropología de la Salud, entre ellos veremos los que tienen que ver con el inicio de la vida humana en relación con las técnicas de reproducción asistida. CONCEPCIONES CULTURALES SOBRE LA MUERTE Reflexionar sobre la muerte tiene una especial centralidad para nosotros, por ser una realidad ineludible y porque en gran medida, cuando hablamos de la muerte lo hacemos también de las otras dos cuestiones que nos ocupan: la vida y la reproducción. La medicalización también está afectando al final de la vida humana. La muerte es una realidad ineludible. En gran medida, cuando hablamos de ella también hablamos de la vida y de la reproducción. Las concepciones que tengamos sobre la muerte van a depender de las que tengamos sobre la vida: para qué vivir, con qué fin, cómo vivir. En una reflexión sobre la muerte es inevitable hablar sobre la vida. También significa hablar sobre la reproducción, porque tras la muerte el grupo tiene que perpetuarse, su memoria, su patrimonio. De ahí que la muerte sea un tema especialmente central. Si pensamos que la muerte es tan frecuente como nacer o como el matrimonio, podemos afirmar sin equivocarnos que hay más estudios sobre los ritos de nacimiento o de matrimonio que sobre la muerte. No encontramos la misma producción antropológica sobre la muerte. Aunque ésta es tan frecuente como el nacimiento, la muerte está mucho menos estudiada desde el punto de vista antropológico. Esto puede deberse a que en nuestra sociedad la muerte es un tabú y los antropólogos, estando tan interesados en los tabúes de los otros, no han sido conscientes de su propio tabú e inconscientemente han obviado el estudio de este tema. De la misma forma que sería muy útil que hubiese más gente que hablase de la muerte como una parte intrínseca de la vida, también sería útil que la Antropología elaborase análisis sobre la muerte en este sentido. Así como se nos enseña a vivir, no se nos enseña a morir. 76 Antropología de la Salud Sin embargo, la muerte es algo central en cualquier colectividad. Hay sociedades donde la muerte se puede producir como una forma deliberada y de supervivencia. Hay muchas manifestaciones de cómo la muerte se practica como una estrategia sociocultural de supervivencia. La muerte es un fenómeno inestable en la existencia humana. En nuestras sociedades, en términos históricos, enfrentarse a la muerte era una experiencia muy frecuente. Por ejemplo, nadie esperaba que los recién nacidos viviesen mucho tiempo, y se podía posponer la asignación de un nombre hasta considerar que el ser era viable. Incluso después de haber superado la infancia, el hambre, etc., podía producirse la muerte con facilidad. En las sociedades occidentales durante mucho tiempo relacionarse con la muerte era algo muy común, dado la alta tasa de mortalidad infantil, por ejemplo, no había la expectativa de que el ser humano viviese mucho tiempo. La muerte estaba muy presente y por ello se aceptaba con facilidad. Por eso, en muchas sociedades, un niño o niña no existe en tanto que un ser completo, no se convierte en individuo social hasta que no se le atribuye una identidad que suele ir asociada a que se le designe un nombre. Se pospone la concepción de individuo social. En muchas sociedades no existe la idea de que se ha perdido un ser que es irremplazable. En las sociedades que llamamos occidentales a medida que se fue controlando la morbilidad, la muerte empieza a ser un hecho menos común. Actualmente, el 85% de los muertos se produce después de los 55 años, con lo que hemos asociado la muerte con la vejez, y a su vez asociamos la vejez con la enfermedad. Hemos patologizado ese período del ciclo vital, y lo hemos interiorizado como lo natural. Tenemos referencia de otras sociedades donde no ocurre igual. Entre los Inuit, por ejemplo, la muerte podía llegar a producirse de forma deliberada, como estrategia de supervivencia del grupo, deshaciéndose de los más débiles (infanticidio y senilicidio). Dado que la muerte formaba parte de la cotidianidad, se aceptaba con mayor facilidad. En la Edad Media, por ejemplo, se consideraba consecuencia de la voluntad divina. En definitiva, las diferentes concepciones de la muerte se relacionan con las realidades concretas de los colectivos. Pensemos, por ejemplo, en la manera terrible en que se vive la muerte de un niño en nuestra sociedad. En cambio, en sociedades donde la mortalidad infantil es muy alta, la muerte de los niños se interpreta como genios que han venido pero que han decidido no quedarse. Hay, por tanto, que tratar bien a los niños para que se queden, pero si no lo hacen también se asumirá. En muchas sociedades, el nacimiento de un niño no significa el reconocimiento de un ser humano; lo que asegura la existencia completa de un ser humano es cuando se le atribuye una identidad reconocida por todos, lo cual va muy unido al hecho de ponerle nombre. En otras sociedades, cuando se ha vivido la muerte en una familia de varios niños, el nacimiento de otro niño no se considera como la llegada de un ser nuevo, sino como un intento de regresar de los que se fueron y conseguir su sitio en esta vida. 77 Antropología de la Salud Robert Hertz, en La muerte y la mano izquierda, pone el ejemplo de los costarricenses. Ellos plantean que cuando muere un niño, éste no ha muerto sino que se ha ido con los ángeles; su funeral es una fiesta donde no caben las lágrimas. Van Gellner también da muchos ejemplos de este tipo de ritos. Los niños muertos sin nombre, que aún no han sido circuncidados, se entierran sin ningún tipo de ceremonia, porque se considera que no son aún miembros de la sociedad. Nuestras creencias, más hegemónicas, burguesas, que hacen que la muerte de un niño tenga ese carácter tan terrible, se relacionan con nuestra forma de incluir al individuo rápidamente en la sociedad. En otras sociedades no desaparece un ser irreemplazable, único, mientras que para nosotros es un individuo diferenciado, un ego único e irreemplazable. En lo referente a nuestra sociedad, a medida que hemos ido controlando la mortalidad, aumentando la esperanza de vida, la muerte ha dejado de ser una experiencia común y ha pasado a ser una experiencia extraordinaria. Cada vez la gente muere más de viejo, de forma que hemos aprendido a asociar envejecimiento y muerte. El viejo/a es una persona que camina hacia la muerte. Cada vez más igualamos vejez con enfermedad. Pensamos que son normales los achaques de la edad. Hemos patologizado un momento del ciclo vital que no tiene por qué ser vivido con enfermedades. Esto tiene que ver con un tipo de sociedad en el que el consumo, la actividad frenética y la producción son los valores predominantes. Pero hay otras lógicas societarias. Por ejemplo, en las sociedades orales, los ancianos se convierten en los transmisores del conocimiento y de la memoria. Nuestra sociedad neoliberal es una sociedad de productividad, de consumo, de dinamismo… la vejez no tiene mucha cabida. En nuestras sociedades, la muerte se ha ido convirtiendo también en una experiencia que se intenta evitar a toda costa. El desarrollo tecnológico, la exaltación de la juventud, de la productividad o del consumo, son valores que han contribuido a separar la vida de la muerte, con lo cual hay una falta de aceptación social de la muerte. También la idea de omnipotencia que atribuimos a la ciencia es incompatible con la idea de la inevitabilidad de la muerte. En términos culturales, no se nos enseña a aceptar la muerte, a morir. No hay un aprendizaje social de la muerte. Los avances tecnológicos nos hacen pensar que los seres humanos estamos fuera de la naturaleza y que podemos controlarla, eso también tiene que ver con los valores de la sociedad capitalista neoliberal, desde este sistema de valores la incapacidad para controlar la muerte es concebida como una especia de fracaso (del poder y del saber). Además, es una sociedad basada en el individuo, por tanto, después de la muerte del ego no hay nada y eso produce una falta de sentido, que no es universal sino específica del mundo occidental. En el reino del yo, en el mundo del individuo, Philipe Ariés dice: “La muerte que es muerte del sujeto se vuelve doblemente dramática, anula al yo y esa angustia parece específica del mundo occidental”. 78 Antropología de la Salud Por eso, la muerte de hecho se ha distanciado físicamente de nuestra cotidianidad. La mayoría de las personas nunca han visto morir a nadie, y mucho menos los niños. Los cementerios, depósitos de cadáveres y tanatorios se han desplazado hacia las afueras de las ciudades, alejados de la vista. Si el modelo tradicional de morir se daba en casa y rodeado de sus familiares, en la actualidad ocurre en los hospitales y generalmente en secciones de enfermos terminales. La muerte nos horroriza y eso tiene relación con esa separación característica de nuestras sociedades capitalistas. Eso ha desembocado en un deseo de prolongar la vida, lo cual ha conducido a que crecientemente se investigue sobre cómo incrementar la esperanza de vida. Sin embargo, como las realidades no son unidireccionales, este mismo deseo de prolongar la vida probablemente esté contribuyendo a formar una nueva concepción de cómo vivir y cuándo morir. El individuo vive en contradicción. Sin embargo, el deseo de prolongar la vida ha hecho que se investigue más en técnicas de prolongación a toda costa. Deseo de vivir a toda costa que contradice la muerte como algo que va a pasar. Esa investigación ha traído influencias sobre el hecho de que se alargue cada vez más la esperanza de vida, pero no siempre en las mejores condiciones. Y eso está provocando que cada vez más personas empiecen a reflexionar sobre cómo les gustaría morir. Las tecnologías están provocando el miedo no sólo a morir sino a vivir a toda costa sin que sea con lo que ellos reconocen como calidad de vida. Los avances tecnológicos han influido sobre la forma de morir, de forma que la tecnología médica cuestiona la autonomía personal. Con cada vez más frecuencia, son los médicos quienes deciden mantener la vida de una persona o dejarla morir. Cada vez más, los enfermos terminales asistidos artificialmente no mueren, sino que se les muere, es decir, hay mucho de intervención médica. Son otros quienes deciden por la persona. Por eso no es casualidad que empiecen a elevarse colectivos que reclaman el derecho a decidir cómo y cuándo morir, sin la intervención de terceros. De la misma manera que es deseable el control sobre la propia vida, lo es también el control sobre la propia muerte. Esto sucede cuando las personas consideran que no tienen un mínimo de dignidad. Este es un debate social no exento de dilemas, pero empieza a fraguarse un cierto consenso en la opinión pública de que, dado que la muerte es inevitable, la gente tiene que poder decidir cómo, dónde e incluso cuándo morir. Desde un análisis radical, estos planteamientos son bastante optimistas porque chocan con el papel del estado, que no es otro que el control de la ciudadanía. Sin embargo, ya hay países que han legislado sobre la cuestión de la eutanasia. Ver textos de los cuadernos Quiral: Eutanasia. ¿De la muerte digna al homicidio voluntario? Salvador Pániker. Miquel Vilardell. Este camino que nos conduce a la eutanasia, la forma que tenemos de relacionarnos con la muerte, explica también las formas en las que se prefiere morir. La preferencia cultural en nuestra sociedad es la muerte súbita, señalada por los investigadores sociales (por ejemplo, Susan Sontag también lo refleja en su obra). 79 Antropología de la Salud Marta Allué, antropóloga catalana que ha trabajado ampliamente este campo, en su artículo ¿Cómo desearía morir: súbita o paulatinamente?, señala que frente a la tendencia de preferir morir sin enterarnos, de nuevo paradójicamente la mayor parte de las etnografías sobre rituales funerarios no hacen referencia a lo relativo a la muerte súbita, sino a testamentos, etc. Esto nos llevaría a pensar, si la realidad responde a lo que refieren las etnografías, que la muerte sucede siempre tras un período de agonía. Allué piensa que las causas por las que se omite la muerte súbita, cuando no hay agonía, son varias, pero destaca entre ellas la presunción de que las conductas y actitudes de los que participan en el ritual van a ser las mismas en cualquier circunstancia en que se produzca la muerte. La Antropología se ha dirigido más a la sobrevaloración del aparato ceremonial y ritual, a las prácticas consuetudinarias mucho más elaboradas, en detrimento de las conductas específicas de los individuos involucrados, de sus creencias y actitudes. Desde que se ha planteado que las creencias y actitudes no son estrictamente individuales, sino que las emociones están condicionadas culturalmente, que la forma y el sentido que damos al morir tienen que ver con el sistema de valores en torno a la muerte, la Antropología ha comenzado también a plantearse el estudio de los casos de muerte súbita. Las emociones son aprendidas, se activan en determinados contextos y se desactivan al salir de ellos. No son pocos los estudios que señalan que las reacciones ante la muerte son más aprendidas que instintivas, sin que ello signifique menospreciar los sentimientos, ya que estos son condicionados también culturalmente. Lamentaciones, actitudes de desgarro y otras manifestaciones del duelo, desaparecen al final del ritual y los participantes retornan a actitudes de calma. Existen conductas socialmente aprobadas para cada contexto a las que los individuos tienden a acogerse en cada momento. MUERTE SÚBITA/ MUERTE LENTA En la medida en que todo esto empezó a verse en los análisis etnográficos, aunque disponemos de una cantidad muy superior de material sobre los rituales asociados a la muerte lenta, se están empezando a trabajar también sobre los rituales asociados a la muerte súbita. En la muerte súbita no existe un periodo previo de preparación, ni para los allegados ni para el sujeto que muere. La muerte súbita, en la medida que se atribuye a un fallo o al azar, es más fácilmente tolerable por nuestra sociedad. La preferencia cultural en nuestra sociedad es la muerte súbita, porque encaja mejor con nuestro sistema hegemónico de valores que la muerte lenta, asociada a la degradación corporal. Y además, sobre todo, la suponemos sin sufrimiento, indolora, mientras que la muerte lenta está asociada al dolor, al padecimiento, a la angustia. Mientras fue la religión y no la ciencia nuestro sacro social, la muerte súbita era lo peor que le podía ocurrir a un individuo, ya que le impedía realizar los ritos necesarios para asegurarse la vida eterna, no podía acogerse a la extremaunción y moría en pecado mortal. No tenía la posibilidad de encontrar la vía de conexión con la vida que existía tras la muerte y esto era mucho más importante que el sufrimiento asociado a la muerte lenta. 80 Antropología de la Salud En el importante proceso de secularización vivido por nuestra sociedad, se modifica profundamente nuestra visión de esta cuestión. Rechazamos el deterioro, sobre todo el que se inscribe en el cuerpo (de hecho, tenemos toda una industria dedicada a borrar las marcas corporales del tiempo). La muerte súbita nos evita el espectáculo de la degradación corporal que nos horroriza. Según Susan Sontag, la muerte lenta se asocia a la de un perdedor; la degradación corporal muestra un fracaso. Esto también guarda relación con las reacciones que se esperan de los supervivientes, las cuales son diferentes en uno y otro caso. Ante una muerte lenta se espera de los supervivientes que se hayan hecho a la idea, que hayan acompañado al individuo en su agonía y que de alguna forma descansen después de despedir al ser que ha muerto. Resulta curioso que precisamente lo que se rechaza más, se piense como más llevadero para los supervivientes. La muerte súbita es más dramática, se esperan, por tanto, actitudes de histeria, agitación, etc., que muestren un gran desgarro. Eso hace que la red social tienda a movilizarse más en una muerte súbita que en una lenta. De nuevo, una muerte súbita, al ser admitidas socialmente las conductas más histriónicas y movilizar en mayor medida la red social, hace más llevaderos los sentimientos que en una muerte lenta quedan más ocultos, porque se supone que ya han sido elaborados e integrados de forma progresiva. Si hasta el siglo XVIII la muerte se vivía como algo irremediable, la religión ofrecía una visión temporal de la misma, un período de tránsito hacia otra vida, el individuo moría en público, rodeado de familiares, e incluso se ritualizaba la muerte de personajes ilustres; ahora, en términos hegemónicos, se muere en soledad, fuera de la vista de los familiares y, si bien los medios de comunicación tienen presente la muerte, ésta siempre es súbita, porque es más fácilmente asumible al ser compatible con la ciencia. En ese sentido, los medios de comunicación contribuyen a esa tendencia cultural hacia la muerte súbita (guerras, masacres, accidentes, inundaciones, genocidios, etc.). Son muertes que tienen responsable, lo cual nos evita enfrentarnos con la muerte en sí misma, como realidad biológica inevitable. La visión de la muerte lenta en un hospital a través de los medios de comunicación sería intolerable. De la misma manera, toleramos la visión de un cadáver quemado, mutilado, ensangrentado… de una muerte súbita, pero la visión del cadáver de un enfermo degradado paulatinamente sólo es tolerable si se ha preparado previamente. Por ejemplo, una de las formas de morir es el suicidio. Un estudio antropológico sobre el suicidio debería empezar por analizar los valores del grupo sobre cómo morir, bajo qué condiciones se producen los suicidios, qué personas se suicidan, por qué y en qué casos el suicidio puede resultar más aceptable en una sociedad, etc. Una reflexión antropológica sobre el suicidio nos está poniendo de relieve cuándo merece la pena vivir y cuándo morir en una sociedad. Un estudio de este tipo debe tratar no sólo la forma de morir sino también la gestión de la muerte en una sociedad. El proceso que sigue un enfermo terminal desde que lo es hasta que muere. Un proceso que es diferente de unas sociedades a otras, pero que también en nuestra sociedad coexisten con un modelo hegemónico distintas formas de entender y tratar al moribundo. 81 Antropología de la Salud En términos hegemónicos, se ha trasladado la gestión del morir desde el espacio doméstico al ámbito hospitalario, de tal manera que la muerte está totalmente medicalizada. Es un médico quien debe constatar el fallecimiento antes de que se levante el acta de defunción. En la gestión del morir, la asistencia hospitalaria es la más importante, aunque no es la única. Otra cuestión que hay que tener en cuenta en relación a la muerte es que ésta supone una transmisión del patrimonio, cuyas formas también deben ser analizadas en los estudios antropológicos. Es interesante, en este sentido, el artículo de Susana Naroski titulado “La renta del afecto”. El patrimonio no es sólo material, sino que implica también la transmisión de la posición social y la perpetuación de la familia. Es, por tanto, también un patrimonio afectivo y de la historia de una familia. Es capital simbólico. LA MONTAÑA MÁGICA, DE THOMAS MANN Para profundizar sobre las metáforas de la enfermedad, una obra importante es La montaña mágica, de Thomas Mann. Es un clásico de la literatura alemana y también de la literatura contemporánea (entre sus obras destaca, por ejemplo, Muerte en Venecia). Thomas Mann nace en Alemania en 1.875 y muere en Suiza en 1.955, país al que huyó acosado por el nazismo en 1.933, y de donde ya no quiso regresar a su país natal. Escribe La montaña mágica en 1.924. Su objetivo inicial era reflexionar sobre la muerte y la enfermedad, porque era de los temas que más le seducían (era un admirador de Wagner, por ejemplo), pero tarda doce años en concluir su novela y para entonces la obra se había convertido no sólo en la pretendida reflexión sobre la muerte y la enfermedad sino también en una explicación de todas las transformaciones y conflictos que hubo tras la Iª Guerra Mundial, mostrando sus ideas sobre la Alemania y la Europa de la época. Aunque este último aspecto es muy interesante, al analizar la obra nosotros nos centraremos en lo relacionado con la enfermedad y la muerte. La novela se sitúa en un balneario, en concreto en un pueblo de los Alpes suizos llamado Davos, en donde había una estación climática. Estuvo allí en 1.912 cuando su mujer estuvo internada en una institución del lugar, y fue allí donde empezó a escribir su novela. En la película hay una constante dicotomía entre arriba y abajo, que sirve a Thomas Mann para hablar de las contradicciones en que vive la burguesía, con todas sus dicotomizaciones (instintos/educación, espiritualidad/pragmatismo, autorita-rismo/liberalismo). La película es en sí una metáfora; la enfermedad sirve a T. Mann para hablar de estas cuestiones que a él le interesan. Refleja todas las metáforas y toda la concepción que en la época había sobre la TBC (enfermedad de humores, romanticismo, espiritualidad…). También se ve el rol autoritario y la posición de poder que ostenta el médico frente al rol pasivo y sumiso del enfermo. La enfermedad confiere identidad (el grupo está unido, al enfermo se le considera “muerto en vida”, es un grupo apartado del resto de la sociedad). 82 Antropología de la Salud No es casual que T. Mann recurra a la TBC para expresarse, que sea éste el lenguaje que utiliza. Susan Sontag dice que es la principal metáfora hasta que a mediados del siglo XX se sustituye por el cáncer. T. Mann nos habla de los conflictos de la burguesía, de la decadencia burguesa. Toda la película está plagada de estereotipos relacionados con las nacionalidades y lo burgués: Los alemanes (burgueses) son decididos y ordenados… Alemania es flemática. Franceses y la libertad, “eso sí que es burgués”. Rusos… Arriba se relaciona con lo civilizado (burgués) y abajo con lo instintivo. Lo culto reprime los instintos, el cuerpo se queja con la enfermedad de ello (enfermedad de la pasión). La cultura supone una represión de los instintos. Concepción burguesa de la muerte: se enfrenta en los diálogos la muerte que hay que ocultar (“aquí todo ocurre entre bastidores”, reprobación de quien grita cuando está ante la muerte, “hay que saber comportarse…”) con la concepción romántica de la muerte, que es la concepción de arriba (Septentrini: “el cuerpo, el amor y la muerte son una misma cosa”, Castor: “a mí no me importaría morir después de haber acariciado tu piel”). La película refleja lo mismo que la obra de S. Sontag, los significados de la enfermedad en ese momento histórico. Sontag habla de la obra como “el mayor almacén de mitos médicos de principios de siglo”. La TBC vuelve transparente el cuerpo (todos van con la Rx bajo el brazo). La TBC produce aumento del apetito y rachas de euforia (comida abundante, bebida, fiestas…). Idea de que el clima influye en la enfermedad (“el sol y la nieve son más eficaces que las playas del Caribe”, tournée por balnearios). Enfermedad de brotes (tos como principal síntoma). Los síntomas que se eligen para diagnosticar la enfermedad son significativos (tos, palpitaciones, anemia, catarros de pecho…). Enfermedad de líquidos (“tiene Ud. un lugar fresco en el pecho”, “tienes una mancha húmeda aquí…”). A partir del siglo XIX, la enfermedad se transforma en una justificación para el exilio, para una vida de viajes, para el aislamiento (estancia en balneario). El romanticismo se inventa de alguna forma esa enfermedad que te da invalidez, lo cual es un pretexto burgués para el ocio, para dejar los deberes materiales a un lado y dedicarse a vivir para el arte. Convertirse en un inválido le permite retirarse del mundo, pero sin asumir la decisión de hacerlo voluntariamente, porque tienes la excusa, dejando a un lado las responsabilidades productivas y de clase. La historia de Hans Castor es muy clara; casi ingeniero naval, estudia, se examina, y cuando llega el momento de incorporarse a la labor productiva hace una visita a su primo pensada inicialmente para tres semanas que se convierte en siete años. Él dirá: “me resulta soez aquí arriba hablar de la vida de trabajo de allá abajo”. Se piensa que la enfermedad refina el espíritu, afina los sentidos superiores. “Esta enfermedad nos hace más sensibles a la dureza y crueldad de ahí abajo”. Septentrini advierte a Castor de que “el romanticismo le hará caminar hacia la muerte”. Castor quiere tener fiebre. Cuando descubre que tiene la enfermedad, siente que se 83 Antropología de la Salud promociona. Además, expresa su amor, un amor sublime, que cualquiera no puede tener. La enfermedad individualiza, pone a la persona por encima de su entorno. Se creía también que la TBC era una enfermedad de la pasión y la fiebre un signo del abrasamiento interior. El paciente está siendo consumido por la pasión que tiene en su cuerpo. La TBC se concebía como una especie de variante de la enfermedad del amor. La enfermedad espiritualiza y confiere identidad. El protagonista necesita tener los síntomas para acercarse a su enamorada. Pero, a la vez, la TBC da pavor, aísla al individuo. En la película se expresa también esa otra parte de la enfermedad, que estigmatiza, en la voz de Septentrini: “una enfermedad abominable…”. Las enfermedades con capacidad metafórica son las que confieren identidad en mayor medida (por ejemplo, un IAM se concibe como un fallo mecánico y carece de carga metafórica, por lo que no confiere identidad al individuo que lo padece). A Castor le dirán: “no es Ud. de los nuestros, está Ud. sano”. “Si te vieran tus preceptores, mi pequeño burgués de la mancha en el pecho…” puede ser la frase que resume el personaje de H. Castor. La enfermedad es una construcción, en la medida en que representamos en ella significados que son propios de momentos históricos. En la película también se muestra todo lo relacionado con la consolidación del modelo biomédico: jerarquización médico/enfermera, etc… CONCEPCIONES CULTURALES SOBRE LA REPRODUCCIÓN. FÓRMULAS REPRODUCTIVAS Y NUEVAS TECNOLOGÍAS DE REPRODUCCIÓN. A través de la reflexión antropológica sobre cómo las distintas sociedades han satisfecho las necesidades sobre la reproducción, obtendremos los instrumentos necesarios para el análisis de la lógica social que subyace en los actuales debates éticos, económicos, sociales, políticos… sobre las nuevas formas de reproducción que nos han proporcionado los avances tecnológicos. Las nuevas tecnologías reproductivas han medicalizado y tecnologizado la reproducción, lo cual también es un hecho relevante para la Antropología de la Salud. Que se sepa desde la Antropología, salvo muy contadas excepciones, todas las sociedades tienen la necesidad de reproducirse y tienen construcciones para ello. Los problemas que plantea la reproducción son solucionados de forma diferente por diferentes sociedades. Estos problemas son, por ejemplo, cómo se define la pertenencia al grupo de los individuos que nacen (reglas de filiación), cómo se reglamentan los derechos y deberes del individuo que nace, e incluso también cómo se solucionan los problemas de esterilidad. La mirada transcultural de la Antropología, que ha examinado esas distintas soluciones a estos problemas, tiene bastante que aportar sobre cómo se insertan los nuevos modos de reproducción en la práctica social. Estos nuevos modos de procreación están ligados a avances tecnológicos pero se insertan en la práctica social. De nuevo, qué es lícito o ilícito, qué es normal o no, qué es natural o no, son problemas de convención social. 84 Antropología de la Salud El parentesco es siempre una concesión social que está medicalizado por otras técnicas de reproducción asistida. Por eso la antropología se ha dedicado a estudiar, por eso tiene mucho que decir al hablar de estas técnicas, que se presentan estrictamente en el campo científicotecnológico, pero que se resuelven en un marco social, es una de las fórmulas que nuestra sociedad ha creado para dar solución a esos problemas de reproducción. Cuando se solucionan problemas de infertilidad, se están solucionando vínculos de consanguinidad, y estos son convenciones sociales. Estas nuevas técnicas lo que hacen es reproducir nuevas relaciones de parentesco. No es casualidad que se haya generado un debate en torno a estas técnicas, es un debate abierto a la ciudadanía en general. Los problemas de infertilidad o de esterilidad que subyacen a las nuevas tecnologías reproductivas, que tanto parecen obsesionar a algunas personas de nuestro ámbito occidental, ya se han planteado en todas las sociedades, y todas han establecido mecanismos para solucionarlos. La diferencia con nuestra sociedad, es que nosotros hemos creado un complejo aparato tecnológico para solucionarlos. Una primera cuestión que constatamos es que las reglas de filiación se inscriben en el cuerpo sexuado y, en concreto, en el dimorfismo sexual, es decir, la filiación pasa bien por una línea de hombre, bien por una línea de mujeres, o bien por ambas. Este hecho se puede aplicar tanto a las sociedades que sólo conocen la reproducción sexuada como a las formas de procreación que, aunque pueden excluir la aproximación física, no por ello pueden excluir el dimorfismo sexual (es decir, la necesidad de dos gametos, uno masculino y otro femenino). Sólo podría excluirse en el caso de la clonación. En los últimos años, cada vez más se están generando problemas sobre cómo regular la filiación cuando están implicadas terceras personas, es decir, más allá de la pareja demandante de la técnica reproductiva (ej.: donante de óvulo o esperma, vientre de alquiler, etc.). Para intentar solventar esos problemas, se sigue recayendo una y otra vez en el dato biológico de la reproducción sexuada que sólo desaparece o bien en la clonación reproductiva, o bien en aquellos sistemas sociales que atribuyen al poder público, al estado, lo relacionado con los hijos, donde los niños se crían en instituciones y los términos padre y madre están prohibidos. Sabemos desde la Antropología que la filiación es siempre social. Las sociedades, en líneas generales, priman lo social sobre lo biológico en sentido estricto. La filiación no es algo que deriva estrictamente del engendramiento, aunque eso no significa que las sociedades desconozcan las lógicas de la reproducción biológica. Por ejemplo, primamos el derecho del padre social mientras no haya prueba de paternidad que diga lo contrario, porque socialmente tenemos establecido que el padre del niño es el marido de la madre. En general, socialmente tener un hijo se relaciona con el deseo de descendencia, con el deseo de realización y también con el deber con uno mismo y con la colectividad, aunque también con otros factores como que los hijos son capital económico y capital afectivo. Ese deseo y deber de tener descendencia, en otras sociedades, se relaciona con la necesidad de procrear para alcanzar el estatus de antepasado. No se asciende a este estatus hasta que no se tiene descendencia. 85 Antropología de la Salud De la misma manera, en muchas sociedades la mujer no es reconocida como tal hasta que no ha procreado; si no lo hace, incluso después de haberse casado, será considerada como una niña y tratada como tal. Si muere será enterrada sin honores y en el cementerio de los niños. François Heritier, antropóloga especializada en estudios africanos, señala que esta lógica está presente en la sociedad Samo (de Burkina Faso). Para los hombres ocurre algo parecido. El matrimonio primero y la paternidad después, son lo que da al hombre prestigio durante su vida, así como el reconocimiento del estatus de antepasado y el derecho a ser honrado como tal. Según estas lógicas sociales, cumplir con el deber de procreación, tener descendencia viable, transmitir la vida que se ha recibido, es lo que confiere honores y permite a los antepasados seguir existiendo. El deseo y el deber de procrear se dan hacia los antepasados y también hacia uno mismo para ser reconocido a su vez como antepasado. Resolver los problemas de concebir se ha planteado en las sociedades, en la nuestra se ha tecnologizado crecientemente. Sin embargo, la que filiación es siempre social, no es nunca algo que se derive del engendramiento. Todas las sociedades, salvo la nuestra, lo que conocen es la reproducción sexual, y en todas se ha priorizado lo social sobre lo biológico. La procreación tiene que ver con la necesidad de crear un capital económico y afectivo (red de relaciones), con un deseo de descendencia, con un deber hacia los antepasados (que no es más el deber hacia uno mismo y hacia la colectividad como antepasado). Esto es tan importante que en muchas sociedades una mujer no es designada como mujer hasta después de haber procreado. Por ejemplo entre los Samo, incluso casada si no ha procreado se la trata como una niña y si muere sin procrear se la entierra sin los rituales que se le hace a una mujer y en el cementerio de los niños. Es también el deber de transmitir la vida que se ha recibido, el deber que permite a los antepasados seguir viviendo, deber que tiene que ver con mantener la memoria de los muertos. En algunas sociedades la reproducción es un valor absoluto, de manera que la esterilidad es una desgracia absoluta. En este sentido la esterilidad es considerada un asunto de mujeres, y es una paradoja porque en la esterilidad se le atribuye un papel principal, y en la procreación se le da un papel secundario. Según esta óptica, la esterilidad es concebida como una desgracia biológica importante, se convierte en un hecho fundamental. Como generalidad, también la esterilidad es básicamente un asunto de mujeres en la mayoría de las sociedades. No deja de ser una paradoja que se conceda a la mujer un papel central en la procreación, que se le haga fundamental en la reproducción, pero que a la vez se la considere un mero soporte, un receptáculo para el nuevo ser (piragua para pasar, marmita donde se cuece…). Para estas lógicas, es importante tener hijos que la filiación declare como propios, que sean legítimos, es decir, lo importante no es ser el genitor, sino ser el pater o la mater. En todas las sociedades existen circunstancias que pueden impedir tener hijos (que los hijos mueran, que hombres o mujeres sean estériles, que el hombre sea impotente, que los progenitores mueran prematuramente…). Por eso, todas las sociedades inventan soluciones para 86 Antropología de la Salud resolver estos impedimentos, de forma que las soluciones que nosotros consideramos radicalmente novedosas porque los avances científicos son espectaculares, en realidad han sido ya adoptadas por otras sociedades, aunque no estén relacionadas con los medios tecnológicos, sino con el imaginario social que ha inventado instituciones que resuelven estos problemas. Si es tan importante tener descendencia, hay diferentes circunstancias que pueden impedirla: esterilidad, muerte de los hijos, muerte prematura de los adultos. Por lo tanto las sociedades se han inventado diferentes instituciones e instrumentos para poner remedio a eso. Así, la mayoría de las soluciones que nombramos como novedosas de las técnicas de reproducción asistida han sido implementadas en otras sociedades por medios por medios no técnicos si no a través de otras vías (medios humanos) por tanto nuestras técnicas son culturalmente inventadas. Veremos algunos EJEMPLOS ETNOGRÁFICOS de esto, si bien son poco comunes en el momento actual. Ante los problemas de esterilidad del hombre, hay una serie de instituciones que funcionarían como equivalentes a la inseminación con donante, que en este caso sería natural (con coito) y no artificial. Por ejemplo, entre los Samo puede darse el caso de que, en ausencia de hijos, si la esposa se ha mantenido fiel al marido y las técnicas adivinatorias de la sociedad han concluido que hay incompatibilidad de la sangre, la esposa finge abandonar al marido (de acuerdo con él), toma un marido secundario y regresa embaraza o bien con uno o dos hijos al marido principal, que desde su lógica social es considerado el padre de los hijos. - Esta lógica social, por un lado, oculta la esterilidad del marido principal (catalogándola de incompatibilidad de la sangre) y, por otro, está autorizando recurrir a la inseminación con donante. Una institución enmascara la esterilidad masculina y autoriza socialmente el recurso a lo que nosotros llamaríamos inseminación de un donante. Otro ejemplo es el que se da entre los Haya, una etnia bantú de África Oriental. Audrey Richards, antropóloga funcionalista de los años 50) cuenta que el matrimonio da al marido el derecho sobre los hijos pero a condición de que ese derecho se actualice tras cada nacimiento mediante la primera relación posparto que tenga la mujer. Esta relación posparto designa al padre del siguiente hijo. Esa primera relación dará la paternidad al siguiente hijo que tenga Si una mujer, por ejemplo, abandona a su marido después de haber tenido esta primera relación posparto, el hijo que tenga después será del primer marido. En este caso, es la mujer quien dice con quién ha mantenido esa primera relación y, como se recoge en la obra de Richards, además puede mentir. Puede darse, entonces, que hombres estériles paguen (en forma de ganado u otros bienes) a otros individuos para que mantengan relaciones con sus mujeres; como estas dirán que la primera relación fue con su marido, el hijo nacido será considerado del marido. También puede darse, en el caso de que la mujer sea estéril, que sea una mujer fértil la que cobre para decir que la primera relación posparto fue con el marido de esta mujer estéril y, por tanto, el hijo sea considerado suyo (sea o no el genitor biológico). Esta solución equivale a lo que nosotros denominamos vientre de alquiler. 87 Antropología de la Salud Otro ejemplo se da entre los Nuer del Sudán, donde una familia que sólo ha tenido hijas, para poder transmitirle el patrimonio, casa a una de ellas con otra mujer. El matrimonio entre una mujer-esposo y su esposa no implica relaciones homosexuales y la reproducción se asegura mediante un criado de la familia, que frecuentemente pertenece a una etnia extranjera y que se encarga del ganado del matrimonio; él sirve para las tareas procreativas de la esposa. Es el equivalente a la inseminación mediante donante, pero en este caso no ánimo, que no tiene ningún derecho sobre los hijos que crecen ante sus ojos. De manera que todas las formas que pensamos como nuevas son posibles en lógicas sociales diferentes y han sido experimentadas en sociedades concretas. Para que estas soluciones funcionen como tales, deben tener legitimidad social y estar inscritas en la estructura y en el imaginario social del grupo. Esto es lo que las hace no conflictivas. Son sociedades en las cuales tiene prioridad el derecho colectivo sobre el derecho individual. No tienen dos códigos contradictorios. El derecho colectivo siempre prima sobre las demandas individuales. Todas las sociedades reposan sobre la necesidad de reproducción por lo cual los problemas que plantea la reproducción han existido en todas las sociedades y se han solucionado de forma diferente en cada sociedad. ¿Qué ocurre en nuestra sociedad? En la medida en que prevalece lo individual, el individuo, en razón de esa libertad individual a veces apela a los biológico y otras a lo social (cuando media lo tecnológico), en función de sus intereses, para establecer la filiación. Las nuevas tecnologías plantean nuevas concepciones porque las personas implicadas son más de dos, e implican nuevos problemas a los que dar solución. Al decidir el individuo, se plantean contradicciones y junto a eso también se producen confusiones entre los conceptos de engendramiento y filiación, cuando todas las sociedades diferencian ambas cosas (quién engendra y quién es el padre o la madre). La cuestión está en que nosotros biologizamos la filiación. En nuestra sociedad, que es el reino del ego, donde priman los derechos del individuo, cada persona apela según sus intereses o bien a lo biológico, o bien a lo social. El resto de los individuos que conforman la sociedad también lo harán así. Por eso no hay un consenso social en estos casos. La procreación médicamente asistida ha supuesto que el hijo no se conciba necesariamente en el vientre de la madre y que los progenitores puedan ser más de dos, lo cual ha supuesto importantes cambios en nuestras concepciones sobre la filiación. Esta situación se acentúa porque confundimos engendramiento con filiación. Según los ejemplos analizados, esto no es exclusivo de nuestra sociedad, un hijo no siempre es concebido en el vientre de la madre ni tiene únicamente dos progenitores. Todas las sociedades distinguen entre engendramiento y filiación. En nuestra sociedad, la regla que hace del marido de la madre, el padre de sus hijos, distingue filiación de engendramiento. No se relacionan entre sí de una manera simple, clara y unívoca. Lo social no es reducible a lo biológico, ni en esto ni en casi nada. La paradoja de los nuevos métodos es que, a la vez, permiten reivindicar en ciertos casos lo biológico y en otros lo social. VIENTRES DE ALQUILER.- Alfonso Luis Carlos (catedrático de Derecho), afirma que en occidente hay tres tipos de legislaciones: 88 Antropología de la Salud - La que autoriza la maternidad subrogada, donde prevalece jurídicamente la voluntad de los que contratan. - Las legislaciones que no contemplan estos casos. - Las legislaciones que consideran que esos contratos son nulos, y que si la madre biológica se arrepiente, tiene derecho a arrepentirse. Como es el caso de España. El problema es que se crea un mundo con la vida humana. Pero Alfonso Luis Carlos afirma que este argumento es hipócrita porque si se hace compra-venta de óvulos… Este tema viene siendo objeto de importantes debates desde el propio movimiento feminista desde los años 70. Ahí vamos a encontrar una división: porque una parte importante de este movimiento denunció la fragmentación del cuerpo de las mujeres y reivindicaban el derecho de éstas a ser dueñas de su cuerpo y a decidir sobre él. Esta parte del movimiento planteaban que esas técnicas de reproducción artificial introducen la posibilidad de fragmentar de nuevo el cuerpo de la mujer, y cómo esa fragmentación de la maternidad biológica ha dado lugar a toda una industria en torno a la maternidad. Clínicas privadas de reproducción asistida donde habría que reflexionar sobre los costes económicos y los costes físicos y psicológicos del cuerpo, la cuestión de los bancos de espermas, óvulos o embriones. El fuerte control de estas agencias sobre las que engendran. Esta parte de los movimientos feministas están organizados en redes de reflexión y lucha contra esta implantación de nuevas tecnologías de reproducción. Otra parte de los movimientos feministas que ven en la maternidad unos de los locus de opresión de las mujeres, ven en esas nuevas tecnologías una nueva vía de liberación de las mujeres. Evidentemente, las consecuencias de la utilización de estas técnicas son complejas, en muchos casos todavía desconocidas, en muchos casos para las mujeres con las que están probando. Documental “La maldición de las niñas”. Es un camino que en muchos casos puede recordar a las prácticas del siglo XIX. No se trataría de negar o defender éstas nuevas técnicas de reproducción, pero no abrirse a ellas de manera acrítica, sin reflexionar sobre las consecuencias que su uso puede tener en la vida social. No hay que olvidar que existen otras lógicas y otras posibilidades para solucionar estos problemas de estirilidad, deseo de reproducción… Sí parece que cada vez en nuestra sociedad se constata más que hay más niveles de infertilidad, habría que reflexionar sobre las causas que la provocan y quizás no invertir tanto económicamente en esas técnicas de reproducción asistida. Por ejemplo, una mujer que no puede tener hijos por un defecto en el útero, hace gestar en otro vientre un embrión fecundado in vitro con un óvulo propio y el esperma de su marido. Esa mujer es reconocida espontáneamente como la madre. En este caso, la preeminencia es de lo biológico, o más exactamente, de lo genético. 89 Antropología de la Salud Una mujer que decide tener un hijo puede gestar en su interior un embrión que genéticamente no es de ella ni de su marido, sino que procede de bancos de óvulos y de esperma. Contrariamente al caso anterior, se coincidiría en pensar que esta mujer es la madre del hijo que ha gestado. La preeminencia la tiene aquí lo social. En realidad, el criterio que funciona en ambos caos para designar la filiación, es la voluntad expresada de procrear, la intención de que se realice una técnica en beneficio de cierto individuo. Es la lógica de la voluntad del individuo (y también del contrato). En este reino del individuo, el problema es que la procreación tiene que ver no sólo con los derechos de quien procrea, sino también con los derechos del ser procreado. Las reglas son construidas y, por tanto, relativas. La filiación nunca es reductible a lo biológico. Las nuevas tecnologías plantean muchas preguntas para las que no tenemos reglas claras. Por ejemplo, con la inseminación artificial con donante: ¿Hay límite con el incesto? ¿Puede una mujer querer ser inseminada con el esperma del hermano o del padre? ¿Debe ser el donante anónimo? ¿Debe ser el donante remunerado? ¿Se debe responder a cualquier petición de inseminación? En el caso de la fecundación in vitro: ¿Cómo se confecciona una lista de espera? ¿Cuáles son los límites de edad? Si la implantación de unos embriones tiene éxito, ¿qué hacer con los embriones no implantados? ¿Qué hacer con los embriones si los genitores mueren antes de que se implanten? ¿Sería este individuo el heredero de esta pareja si el embrión fuese implantado en otra mujer? ¿Qué hacer con el embrión si antes de la implantación la pareja se separa o cambia de opinión? Otra cuestión es que las nuevas tecnologías fragmentan la maternidad. El útero es una fracción del cuerpo, susceptible de ser prestada, remunerada, etc. Pese a que los movimientos feministas lucharon contra la idea de la mujer como objeto, como cuerpo fragmentado, y no como ser humano, estas tecnologías la consideran así y han dado lugar a toda una industria en torno a la maternidad (lo cual no es precisamente nuevo, aunque su incremento es notable). Clínicas con precios desorbitados, bancos de esperma, bancos de óvulos, bancos de embriones, bancos de esperma de premiso nóbeles, bancos de esperma para mujeres lesbianas que tienen problemas para ser inseminadas en otras clínicas, agencias de alquiler de útero (que además tienen un fuerte control sobre las madres de alquiler, con importantes condiciones de explotación, amén de los prejuicios sociales). Esto ha provocado movimientos contradictorios. Desde el donante de esperma para lesbianas que pretende hacer de ello un acto político, hasta mujeres que hacen reivindicaciones sobre los derechos de la mujer. Recordemos que todas estas tecnologías se desarrollan e implantan en el cuerpo de las mujeres. 90 Antropología de la Salud En 1.984 se organiza en Holanda la Red Internacional Feminista sobre Tecnología Genética. Luego cambiará el nombre por el de Red Internacional de Asistencia a las Tecnologías Genéticas, dando que no tienen en cuenta los derechos de las mujeres. No se trata de negar ni de rechazar las tecnologías, sino de reflexionar sobre las consecuencias que éstas tienen en la sociedad. Hay una aceptación acrítica de las tecnologías sin reflexionar sobre las prácticas sociales en que se insertan. Además, si los problemas de infertilidad se dan de forma creciente en nuestra sociedad, quizá habría que plantearse las causas de esto para eliminarlas, en lugar de acudir a tecnologías tan caras y sofisticadas, pero esto exigiría mucha voluntad política y no pocos recursos económicos. También debemos reflexionar sobre el hecho de que en las sociedades occidentales se fuerce la reproducción mediante estas tecnologías mientras que en otras sociedades del llamado Tercer Mundo se pretenda reducir la natalidad llevando a cabo prácticas de esterilización forzosa, sin que tengamos un planteamiento holístico del tema. La clonación, como última técnica en boga, supone una acentuación importante de todo este debate sobre las nuevas tecnologías. TEMA DE LAS ADOPCIONES y “la llamada de la sangre”. Las adopciones internacionales hacen evidente la adopción por los rasgos físico, en estos casos, al ser un rasgo explícito, todas las agencias de asesoramiento insisten en que los niños conozcan su origen de nuevo se prioriza lo biológico sobre lo social. 91