Download “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos
Document related concepts
Transcript
“Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano1 Joanne Rappaport Georgetown University Resumen: Muchos activistas indigenas caucanos enmarcan su diferencia cultural con referencia a un “adentro” y una “afuera”. Estos son conceptos que posicionan en una topografía conceptual a aquellas comunidades que demuestran un fuerte apego a la cultura indígena—el “adentro”—y aquellos resguardos en donde la influencia de la cultura nacional o regional ejerce más peso sobre la cultura indígena—los que están entre el “adentro” y el “afuera”. Es decir, pareciera que los activistas esencializan la cultura al plasmarla dentro de una metáfora espacial. Sin embargo, como demostraré en esta ponencia, los mismos activistas—a quienes llamo “intelectuales” por su labor de crear y articular sabiduría dentro de los movimientos y comunidades étnicos—se entienden a si mismos como entes flotantes que se mueven entre el “adentro” y el “afuera”, contradiciendo de esta forma que se los tildara de esencialistas, porque reconocen explícitamente 1 Agradezco a la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research por haber concedido la financiación para esta investigación en la forma de una Beca Colaborativa Internacional, entre 1999 y 2002. Mis agradecimientos especiales van al Programa de Educación Bilingüe e Intercultural del Consejo Regional Indígena del Cauca, que abrió sus puertas y no sólo me prestó atención sino que me protegió durante el período de la investigación. En particular, agradezco a los siguientes individuos por su voluntad de dialogar conmigo sobre los problemas inherentes en la colaboración: Graciela Bolaños, Antonio Bonanomi, Henry Caballero, Álvaro Cabrera, Lucho Escobar, Myriam Amparo Espinosa, Mauricio Parada, Susana Piñacué, Abelardo Ramos, Inocencio Ramos, Ezio Roattino, Tulio Rojas, Cristina Simmonds, Libia Tattay y Pablo Tattay. Porciones de esta ponencia, redactadas en forma de artículos, recibieron los comentarios de Myriam Amparo Espinosa, David Gow, Les Field, Adonías Perdomo y Susana Piñacué. Agradezco a Lukas Garcés por su colaboración en la corrección de mi gramática española. “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 2 que la metáfora topográfica no puede captar las complejidades del juego cultural en el Cauca. El error en el que caímos los analistas es haber interpretado los discursos indígenas como si proyectaran las categorías culturales de la antropología modernista, es decir, entidades estables y con fronteras fijas. En cambio, debemos analizarlos políticamente, como metáforas basadas en el espacio, que proyectan objetivos en el futuro y no tipologías culturales en el presente. Durante la última década, he estado involucrada en una investigación colaborativa sobre el movimiento indígena del Cauca y la naturaleza de sus actividades desde que se promulgó la Constitución de 1991.2 En el curso de nuestra colaboración—la cual implicó la co-teorización por parte de los diferentes miembros del equipo en torno a la problemática que estudiamos— desarrollamos un dispositivo conceptual basado en una metáfora topográfica, para hacer sentido de las diferentes articulaciones que los indígenas, los colaboradores blancomestizos y los antropólogos tenemos con el movimiento indígena. Basándonos en la usanza de varios miembros de las organizaciones indígenas, particularmente activistas culturales indígenas (los intelectuales), concebimos la diferencia cultural a partir de una distinción entre el “adentro” y el 2 Esta investigación está descrita en otras publicaciones mías (Rappaport 2004b, s.f.a). Concebido como un diálogo de saberes entre investigadores internacionales, nacionales e indígenas, el equipo incluyó, fuera de mi persona, a otro etnógrafo norteamericano (David Gow, George Washington University), a dos antropólogos de la Universidad del Cauca (Myriam Amparo Espinosa y Tulio Rojas Curieux) y a dos investigadores nasas, una del Consejo Regional Indígena del Cauca (Susana Piñacué Achicué) y otro del Resguardo Indígena de Pitayó (Adonías Perdomo Dizú). Cada investigador siguió su propio plan de investigación, lo que compartimos fueron las concepciones centrales, que surgieron de reuniones periódicas del equipo. Gow estudió el desarrollo alternativo que las organizaciones y comunidades indígenas promulgan. Espinoza investigo el espacio interétnico de diálogo político al nivel regional y las alianzas con organizaciones no-indígenas. Como lingüista, a Rojas le interesaba el papel de la lengua indígena en la educación. Piñacué hizo un estudio de las diferentes posiciones que asumen las mujeres nasas en las comunidades y en el movimiento. Perdomo estudió el proceso de construcción del derecho “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 3 “afuera”. Al parecer este par de conceptos trazen una clara distinción entre lo indígena y lo noindígena. Pero a la vez posiciona en una topografía conceptual a aquellas comunidades que demuestran un fuerte apego a la cultura indígena (el “adentro”) y aquellos resguardos en donde la influencia de la cultura nacional o regional ejerce más peso sobre la cultura indígena (el “afuera”); es decir, que crea distinciones al seno de las comunidades mismas. Finalmente, aunque pareciera presentar cierta contradicción, el “adentro” y “afuera” es, además, un dispositivo que enmarca la participación de varios actores dentro de las organizaciones indígenas—sean ellos indígenas o blancomestizos—en contradistinción a aquellos que no están de lleno comprometidos dentro de las diferentes ramas del movimiento étnico. En este sentido, la oposición no divide, sino que une, a los integrantes del movimiento. Por lo tanto, en vez de simplificar la topografía étnica del movimiento indígena, este par de conceptos la complejiza, subrayando tanto las grietas como los puentes que existen entre las diferentes organizaciones y sus miembros. Muestra que mientras que la diferencia cultural es central para la movilización indígena, es igualmente fundamental crear puentes entre los grupos, de este modo posibilitando la acción política por encima de las diferencias étnicas. Por esta razón, lejos de obrar a favor del separatismo étnico, el juego entre el “adentro” y el “afuera” posibilita el desarrollo del pluralismo dentro del movimiento indígena. Finalmente, desde un punto de vista teórico, las complejidades inherentes en esta opositión vislumbran un hecho crítico: el discurso cultural indígena no es esencialista, sino que está muy conciente de la propio en Pitayó. Mi investigación abarcaba el papel de los intelectuales indígenas y blancomestizos en el movimiento indígena. Una publicación del equipo está por salir próximamente (Rappaport s.f.b). -3- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 4 polifonía que existe dentro de las organizaciones y tiene en cuenta lo borrosas que son las distinciones étnicas dentro de ellas. Buscando el “adentro” Los activistas culturales del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), en particular los intelectuales nasas, están involucrados en una búsqueda por el “adentro” de la cultura indígena. En otras palabras, buscan la construcción de una esencia nasa, la que expresan a través del vocabo en nasa yuwe—nasnasa o “profundamente nasa”. Intentan hacerlo realidad a través de la inculcación del conocimiento chamánico dentro de la vida cotidiana. Lo que buscan estos intelectuales es el inverso de lo que tratamos de hacer los antropólogos académicos. Mientras que rechazamos la etnografía tradicional basada en esencias culturales, los activistas culturales indígenas buscan el “adentro,” el centro puro de la cultura nasa. Pero como veremos, no quieren mantener ese “adentro” como una entidad fija y asilada, sino incorporarlo dentro de una lucha política. En este sentido, el objetivo de los activistas indígenas no es el inverso del quehacer etnográfico sino una aproximación radicalmente diferente a la cultura. Para descubrir las fuentes del par de metáforas que emplean los activistas de hoy, se puede remitir a las formas de expresión topográfica en la lengua nasa. En nasa yuwe hay un par de términos, ajxu y üyu, que distinguen, respectivamente, entre los sitios que están ubicados “en este lado” y “en el otro lado” de una frontera. Tal dicotomía es contextual, de suerte que un lugar llega a ser ajxu o üyu solamente en relación al observador, de este modo creando un “adentro” momentáneo y relacional. Por ejemplo, respecto al resguardo de San José, el resguardo de “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 5 Vitoncó es üyu—del otro lado—siendo los dos divididos por una montaña y por sus diferentes títulos de resguardo. Pero respecto al resguardo de Pitayó, ubicado al otro lado del páramo de Moras, San José y Vitoncó son ajyu, mientras que para ellos, Pitayó es üyu. Pero a pesar de la fluidez de esta distinción existe un hecho físico: el páramo constituye una barrera tanto geográfica como cultural que separa a los resguardos de Tierradentro de las comunidades nasas de las vertientes occidentales de la Cordillera Central. Estos últimos constituyen lo que se llama en el habla popular, “Tierrafuera” (Espinosa 1996). Hasta que se construyera en la segunda mitad del siglo XX una carretera que contecta a Tierradentro con los valles del río Cauca, el páramo era un ambiente inhóspito tanto física como espiritualmente. Bloqueaba el movimiento de gente y de productos agrícolas desde Tierradentro a los centros urbanos de Popayán y Cali, y a las comunidades nasas de Tierrafuera. En el pasado, se conmemoraba la primera ocasión de cruzar el páramo con un ritual: los hombres construían pequeños corrales y las mujeres, telares en miniatura, para asegurar que en su vida de adulto fueran trabajadores (Hernández de Alba 1963). En el páramo se encuentran, además, los recintos sagrados donde residen los héroes culturales y donde anualmente, los cabildos refrescan sus bastones de mando (Rappaport 2000). Es decir, es un sitio de poder. Las estaciones están invertidas a ambos lados del páramo, de modo que las comunidades ubicadas en los dos lados del páramo siembran y cosechan los mismos productos en diferentes épocas. Por lo tanto, existe una base cultural y las condiciones empíricas para distinguir entre las categorías de “adentro” y “afuera”. -5- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 6 La usanza del movimiento indígena difiere en ciertos respectos de los usos tradicionales de esta oposición, porque no distingue entre dos “lados” iguales pero opuestos, sino entre dos calidades diferentes: el estar “adentro” está más valorizado que el posicionamiento “afuera”. Pero para muchos de estos activistas, son pocos los que realmente están “adentro”. Según los criterios que aprendí al hablar con intelectuales nasas, el “adentro” está escondido en el corazón de Tierradentro. Pero a pesar de que Tierradentro como región sea emblema del “adentro”, sólo algunos sitios realmente cumplen con los requisitos de un “adentro” cultural. Los grandes resguardos de Belalcázar, Mosoco y Tóez son étnicamente heterogéneos, con mezclas de nasas, mestizos y afrodescendientes que participan en las actividades del cabildo; por lo tanto, es dificil que puedan representar el “adentro” de la cultura nasa. Después de hablar con varios intelectuales nasas, aprendí que Lame, Suin, Chinas y San José, pequeños resguardos ubicados en sitios de relativamente difícil acceso, componen el verdadero “adentro” de Tierradentro. Aquí, todavía no hay carreteras o luz eléctrica, la población es mayoritariamente nasa, se escucha más el nasa yuwe que el castellano, hay más chamanes que médicos occidentales y el sentido de comunidad se expresa mediante la participación en los rituales y en el cabildo: éste es el “adentro” que añoran los intelectuales (y que añorábamos los antropólogos de antaño). Esto, a pesar de que estas comunidades estén llenos de ex-migrantes, hombres que pasaron sus juventudes en las cosechas de café en el Valle del Cauca, mujeres con experiencia en el servicio doméstico en ciudades como Cali o Popayán; todos en busca del dinero que la agricultura de subsistencia no proporciona (hoy día, estos sitios son importantes campos de cultivo de la amapola). Hoy día gran proporción de los habitantes de “adentro” son protestantes evangélicos y “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 7 los católicos sostienen una influencia continua del Vicariato Apostólico de Tierradentro, una iglesia conservadora tanto política como teológicamente. Mientras que otras comunidades nasas han rechazado la política partidista tradicional a favor de formas alternativas de acción política, el Partido Liberal es activo y poderoso en estos pequeños pueblos. Además, estos terrenos son un corredor para el movimiento de organizaciones guerrilleras, la juventud es reclutada a sus filas y los cabildos subordinados a sus demandas. En contraste, hay las comunidades de Tierrafuera, que no están totalmente “afuera”, pero no están completamente “adentro”, tampoco. En esta zona intermedia reside la gran mayoría de los nasa, monolingües (con el español por idioma) o bilingües (con el español y el nasa yuwe por idiomas), siendo en muchos casos ex-jornaleros y aparceros que trabajaron durante generaciones las haciendas vecinas y las restauraron al control indígena mediante ocupaciones de tierras en las décadas de los setenta y ochenta. Comparten sus territorios con campesinos mestizos, con migrantes guambianos y con agricultores afrodescendientes. Muchos sólo hablan español y su juventud demuestra un fuerte apego a la cultura juvenil vallecaucana. Históricamente, Tierrafuera provee el terreno más fertil para el crecimiento de las organizaciones indígenas, como también era antes para los movimientos de izquierda. Tierrafuera balancea al borde de un precipicio: son nasas, pero no tan nasas como deberíamos ser. Por lo tanto, Tierradentro forma un “adentro” muy ambiguo, porque no hay una relación clara entre el emblema que se añora y la realidad empírica que se vive. El “adentro” sólo existe conceptualmente en relación al “afuera”, donde viven y trabajan los activistas y donde el CRIC tiene mayor alcance. Para los activistas culturales, Tierradentro es una reserva de la cultura nasa. -7- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 8 Pero a la vez, es una de las zonas menos activas dentro del CRIC, en comparación con el norte del Cauca—que en términos relativos, está más “afuera”—donde la organización se fundó y desde donde vienen muchos de sus líderes. Los representantes de Tierradentro raramente ocupan puestos claves en el ejecutivo regional—con la excepción de Jesús Enrique Piñacué, exPresidente del CRIC y actual senador—y sus habitantes frecuentemente hablan de la organización regional como si fueran sus usuarios, recipientes de los servicios médicos, educativos y legales de los programas del CRIC. En otras palabras, ese “adentro” no contribuye tanto a la organización como los de “afuera”. ¿Por qué, entonces, es tan importante Tierradentro como un “adentro” cultural, cuando no sólo es marginal respecto a la lucha política, sino que también manifiesta todos los indicios que demuestran las otras comunidades nasas de la incorporación dentro de los flujos económicos, políticos y culturales de la globalización? Sospecho que en parte se debe al hecho de que muchos de los activistas culturales del movimiento indígena sean nativos de Tierradentro, de suerte que la región les provee con un punto de comparación con sus actuales situaciones culturales. Además, el Estado colombiano constituyó a la región como una zona de alteridad a finales del siglo XIX, cuando se promulgó la Ley 89 de 1890, la legislación indígena más significativa en el período pre-1991. Bajo la Ley 89, Tierradentro era oficialmente un territorio de misiones, habitado por personas que el Estado consideraba como “primitivos”, una población que requería el tutelaje de la Iglesia Católica. Finalmente, varias generaciones de antropólogos exotizamos a “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 9 Tierradentro, abriendo el camino para la perpetuación de una alteridad politizada por parte de los activistas de hoy.3 El esencialismo y el discurso indígena La búsqueda de los intelectuales nasas por un “adentro” cultural tiene que ser entendido dentro de su contexto histórico. Primero, está la influencia de la lingüística estructural, que varios activistas indígenas han estudiado, y que potencialmente los dirige hacia una aproximación esencializante de la cultura. De hecho, Jon Landaburu, el lingüista francés que fue actor central en la creación del primer programa de etnolingüística en Colombia—y obtuvo financiación para que los activistas indígenas se integraran al estudio—me intimó que le parecía que varios de sus alumnos indígenas vieron al estructuralismo como un vehículo atractivo para establecer relaciones entre la cultura y la lengua, y para insertarlas dentro de un modelo lógico y coherente. Pero los acercamientos esencialistas también son respuestas a los requisitos del Estado, que demanda que los grupos indígenas se definan en base a esencias culturales en sus planes de desarrollo, sus currículos escolares y la codificación de la ley consuetudinaria (Gow 1997; Gow y Rappaport 2002). Si las comunidades quieren afirmar sus derechos como ciudadanos diferentes, ellas deben enfatizar las incomensurabilidades—y no los diálogos fructíferos—entre los indigenas y la sociedad dominante. Las reivindicaciones del movimiento, que contraponen la 3 Claves en este proceso son las etnografías tempranas de Tierradentro, particularmente la obra de Segundo Bernal Villa (1953, 1954a, 1954b). Mis propias publicaciones, algunas publicadas en castellano y otras traducidas en forma inédita (Rappaport 1981-82, 1982), también jugaron un papel en la exotización de Tierradentro. -9- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 10 celebración de la diferencia cultural a la militancia de la subordinación y la utopía de la soberanía, se conducen, por las mismas razones, hacia la esencialización de la cultura. Sería muy facil acusar a los activistas nasas de ser esencialistas, de describir la cultura nasa como una “cosa” que perdura, un monolito homogeneo con fronteras claramente demarcadas (Fuss 1989). Pero la utilidad de este tipo de crítica es cuestionable. Los estudiosos de los movimientos étnicos (Friedman 1994) arguyen que al tildarlos de esencializantes, los deslegitimamos políticamente. Briggs (1996) sugiere que los análisis constructivistas del activismo cultural indígena que critican el esencialismo desde un punto de vista académico son posibles gracias a los recursos, el prestigio y la distancia que nuestra posición cómoda en las universidades nos confiere; los actores locales no gozan de estos privilegios. Más fructífero sería indagar las especificidades del contexto colombiano con el fin de comprender si los militantes aprecian los discursos esencializantes como estrategias políticas apropiadas para fomentar el pluralismo. Es decir que debemos estudiar como y por qué los activistas crean tales representaciones (Turner 2002) y a fin de cuentas, evaluar si estos discursos son realmente esencialistas. Colombia es un país que siempre se ha imaginado como homogeneo. Sin embargo, en años recientes la sociedad nacional ha optado, frente a la militancia indígena y afrodescenciente, por un tratamiento más liberal de la diversidad étnica: una opción que promueve la multiculturalidad sin realmente redistribuir o reconfigurar el poder político y económico. A diferencia de las experiencias en los paises desarrollados, tales como Australia o Estados Unidos, donde el Estado requiere que las comunidades aborígenes comprueben su “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 11 autenticidad cultural mediante una muestra histórica de su resistencia al cambio (Campisi 1991; Clifford 1988; Povinelli 2002), bajo la Constitución de 1991 el Estado colombiano no juzga la autenticidad de los colombianos nativos, sino que autoriza que las organizaciones indígenas construyan un “indio hiperreal”—un ser culturalmente perfecto cuyos atributos se conforman a las características que siempre han definido la alteridad indígena dentro de la sociedad dominante (Ramos 1998). El Estado obliga al movimiento indígena a caminar por una cuerda floja: los hace conformarse a las nociones tradicionales de la cultura, a la vez que les da el espacio para crear o reintroducir aquellos atributos que la política oficial les obligó a abandonar en el pasado.4 En el espacio político colombiano, las únicas autoridades permanentes son las comunidades indígenas, semiautónomas y culturalmente distintas, dentro de un territorio en el cual el Estado es un actor ocasional o marginal. Las culturas indígenas emergen, en este sentido, como una “esencia construida” cuya función es, para el Estado, súmamente estratégica. Pero en el Cauca la noción del “indio hiperreal” no es tan transparente. En el caso de la reubicación de los nasa que fueron desplazados en 1994 por el Desastre de Páez, las organizaciones indígenas y los miembros de las comunidades rehusaron aceptar los estereotipos del Estado, que los pintaban como gente rústica sin defensas contra la cultura dominante y sin la capacidad de convivir en un medio multiétnico (Rappaport y Gow 1997). La heterogeneidad de los nasa militaba contra la visión esencializadora del Estado. De hecho, la noción de cultura que 4 Esto sucede particularmente en la construcción de la Jurisdicción Especial Indígena, o sea, la adopción dentro del sistema legal de los usos y costumbres indígenas (Rappaport 2004a). -11- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 12 manejaban los desplazados y el movimiento indígena difiere significativamente de una apreciación académica del esencialismo. Para los activistas nasas, la cultura no es una cosa concreta y pre-existente, sino una utopía política. Es una herramienta para delinear un proyecto dentro del cual pueden construir una autonomía protegida de las fuerzas hegemónicas (tales como los narcotraficantes, los paramilitares, la guerrilla y el ejército nacional). La cultura es un vehículo para la reconstrucción de vivencias, facilitando a las comunidades alternativas a los valores dominantes del individualismo y el consumo. En otras palabras, esas construcciones aparentemente esencializantes son más bien guías para diseminar una política cultural y para entrar en la acción política. No son verdades totalizantes, sino algo que se tiene que cuestionar, redefinir y reconformar constantemente. En este sentido, la noción del esencialismo estratégico (Spivak y Grosz 1990) que sugiere que los actores subalternos utilizan el esencialismo como una respuesta a las fuerzas políticas que los circundan, no es tan útil para comprender las especificidades de como trabajan los intelectuales indígenas latinoamericanos (Campbell 1994, 214; Hale 1997, 578). De hecho, como Les Field (1999) ha planteado en un contexto indígena norteamericano, el discurso indígena no es ni esencialista ni constructivista. Los análisis culturales de los activistas indígenas tienen en cuenta una apreciación de los peligros y los beneficios que confiere la mirada esencializante externa. La polarización, para ellos, no está entre el esencialismo y el constructivismo, sino entre la revitalización cultural y el discurso de soberanía—la primera enfocada en la cultura misma y la segunda, en la articulación de la autonomía indígena dentro del mundo externo, ambos siendo ejes críticos de la organización indígena. En este sentido, sería “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 13 más útil entender la lógica culturalista indígena como una instrumentalización política de la diferencia cultural (Ramos 1998), las formas por las cuales los elementos culturales se convierten en herramientas políticas en diferentes coyunturas. En el Cauca, los idiomas indígenas y las prácticas chamánicas han sido instrumentalizados para asertar hacia afuera la diferencia cultural, mientras que hacia adentro, componen una constelación de prácticas que en el momento son autoconcientes pero que, se espera, en el futuro se transformarán en vivencias cotidianas. Las ambigüidades de la colaboración Es en la relación entre los colaboradores blancomestizos y los integrantes indígenas del CRIC, que podemos percibir cuán realmente sofisticada—y tan poco esencialista—es la oposición entre el “adentro” y el “afuera”. Al lado de los activistas indígenas de la organización, hay un cuerpo de colaboradores no-indígenas de tiempo completo. Los primeros colaboradores llegaron al CRIC desde sus puestos oficiales en el INCORA que, a finales de la década de los sesenta, servía como un punto de entrada a las comunidades rurales caucanas. En esa época los gerentes regionales del INCORA entendieron que las ocupaciones campesinas de las tierras formaron una extensión natural de la reforma agraria. Las ocupaciones se daban entre campesinos y afrodescendientes, organizadas por el ANUC. Pero al insertarse en este contexto, muchos colaboradores se dieron cuenta de que los indígenas, igualmente, estaban organizando cooperativas en terrenos comprados por el INCORA, y decidieron colaborar con ellos. Por lo tanto, los colaboradores estuvieron presentes en el momento de la incepción del movimiento indígena y continuan activos hoy en día, tanto en los programas de las varias organizaciones, -13- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 14 como en las ONGs caucanos y en la fundación establecida luego de la desmovilización de la guerrilla indígena del Movimiento Armado Quintín Lame. No es sorprendente que los colaboradores compartan con los activistas indígenas un sueño utópico. Muchos dirían que su objetivo fundamental es el de imaginar una nueva sociedad colombiana, el mismo sueño de muchos activistas nativos. Pero ésto no quiere decir que las relaciones entre colaboradores e indígenas sean armónicas. En un movimiento dedicado a la autodeterminación indígena, la presencia de colaboradores al seno de la organización presenta una contradicción para algunos. Algunos interpretan el papel de los colaboradores como una solución pragmática por parte de la dirigencia indígena, una especie de ficción legal que permitía al movimiento conseguir expertos en ciertos areas sin tener que entrar en relaciones contractuales con ellos; en este sentido, el colaborador no era necesariamente un mestizo, sino podía ser igualmente indígena. Otros, en cambio, sugieren que los valores interculturales que hoy forman el centro del trabajo cultural del movimiento indígena, estaban prefigurados en la historia temprana de las organizaciones. Cuando al principio los colaboradores entraron a trabajar en el CRIC, descubrieron que sus dirigentes buscaban crear un nuevo movimiento que estuviera atento a su base política—las comunidades indígenas. Trabajando en equipo con los dirigentes, los colaboradores se dieron cuenta que la estrategia política de la nueva organización saldría de la misma base en el curso de talleres y reuniones en los cuales la gente recordaba su propia historia de resistencia. La relación entre los colaboradores e indígenas era una de diálogo entre iguales, posibilitado por el hecho de que los mismos dirigentes ya tenían una larga experiencia política. La dinámica del diálogo llevó “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 15 a que los colaboradores abandonaran sus objetivos de la izquierda. En particular, descartaron sus metas de crear sindicatos campesinos a favor del proyecto del fortalecimiento de la autonomía de los cabildos. En otras palabras, los colaboradores entraron “adentro”, siempre y cuando aceptaran los métodos de la organización. Sin embargo, los discursos de la izquierda siguen siendo un elemento en la relación indígena-colaborador. Uno de los colaboradores me intimó que muchos de sus colegas llegan a la organización con posiciones rígidas, con una verdad y con tradiciones de debate que no concuerdan con el estilo más conciliador y consensual del movimiento indígena (cf. Vasco 2002, 461). Los que privilegian las costumbres organizativas traídas de la izquierda no duran en la organización; estar “adentro” significa la aceptación de los métodos indígenas. No obstante la presencia de un cuerpo sólido de colaboradores que esté en acorde con las formas organizativas indígenas, las tensiones sobre el posicionamiento de no-indígenas en la organización no han desaparecido. En cierto sentido, los colaboradores nunca podrían estar totalmente “adentro”, como me han intimado varios activistas nasas, por su falta de pertenencia étnica. A lo largo de los años se creó dentro de la organización otra categoría, la de “asesores”, cuya relación es más contractual y cuya participación es más específica. Para los colaboradores de larga data esta nueva categoría choca contra sus principios políticos y su compromiso con la organización. -15- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 16 Los solidarios El movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia (AICO), que en el Cauca surgió en la década de los setenta de la oposición de muchos dirigentes guambianos ante las políticas del CRIC, intentó aliviar las tensiones de la colaboración mediante la creación de una organización de solidarios que operaría paralelamente al AICO, sin que los primeros fueran miembros en pleno de la organización indígena. Mientras que los solidarios criticaron a los colaboradores por su control hegemónico del CRIC—crítica que desde mi punto de vista niega sin fundamento el poder de la dirigencia indígena dentro de la organización—los no-indígenas que trabajaban con el AICO perpetuaron la ficción de que no asumían un papel crítico en el proceso de tomar decisiones, a pesar de su rol significativo (y necesario) en ambas organizaciones.5 Los trabajos de Mauricio Caviedes (2000) y de Virginie Laurent (2001), quienes entrevistaron extensivamente a colaboradores y solidarios, muestra que existen unas diferencias significativas entre los dos grupos. Los solidarios, como los colaboradores, llegaron al movimiento indígena desde la izquierda, pero su articulación con la organización es diferente. Una organización autónoma con unos trescientos miembros que se reunían periódicamente en sitios urbanos, sus intenciones parecen haber girado en torno a la coordinación de investigaciones en apoyo al movimiento, una especie de extención de la investigación-acción participativa que Víctor Daniel Bonilla, uno de sus fundadores, promovió a finales de los años sesenta. Las actividades de los colaboradores, en contraste, siempre tienen lugar dentro del “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 17 contexto institucional del CRIC y no se reunen independientemente de los otros integrantes de la organización. Una cita de una entrevista que hizo Mauricio Caviedes (2000, 67-68) a Luis Guillermo Vasco, sugiere que los solidarios se veían como intermediarios entre el movimiento indígena y otros sectores populares, no como co-militantes trabajando al lado de los dirigentes indígenas. Esto les permitía “encontrarse” políticamente sin perder su identidad dentro del movimiento; es decir que se posicionaron “afuera”. En cierto sentido, los solidarios mitigaron algunas de las tensiones que en el caso de los colaboradores se viven día a día, sin embargo, no resolvieron en la práctica la naturaleza ambígua de sus lealtades políticas: se posicionaban “afuera” pero se comprometían “adentro”. La guerrilla indígena Si bien el juego entre colaboradores, solidarios e indígenas arroja luces sobre las ambigüidades entre el “adentro” y el “afuera” del movimiento indígena, la relación entre los integrantes indígenas y no-indígenas del Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL) problematiza aún más una lectura simplista de esta oposición. A finales de la década de los setenta y durante los ochenta, se desarrolló una relación orgánica entre el CRIC y una organización armada de autodefensa que surgió en las comunidades indígenas. A diferencia de los otros grupos guerrilleros que impactaron al escenario caucano de la época—tales como el M19 y las FARC—los Quintines no reivindicaron la caída del sistema gubernamental, sino que 5 Hablo de los solidarios en el tiempo pasado porque la organización no está funcionando en estos momentos. Sin embargo, existe un grupo de asesores, que no se identifican como solidarios, que trabaja con el -17- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 18 abogaron en defensa de los pueblos indígenas contra aquellas fuerzas armadas que los amenazaban, incluyendo al Ejército nacional, los asesinos comisionados por los terratenientes (los “pájaros”) y a veces algunas de las otras organizaciones guerrilleras. Además, el MAQL surgió de la necesidad de proteger ciertas zonas críticas, tales como el norte del Cauca, donde en esa época se daba ocupaciones de haciendas por grupos indígenas (Espinosa 1996; Peñaranda 1998; Tróchez et. al. 1997). A diferencia del CRIC, que cuenta con colaboradores dentro de sus filas pero representan exclusivamente a comunidades indígenas, el MAQL se fundó como una organización multiétnica dentro de la cual los indígenas, los campesinos y la milicia urbana todos eran miembros iguales. En las palabras de uno de sus miembros, era una organización que trabajaba con los pueblos indígenas, pero en el servicio del cambio social para todos los colombianos, de suerte que el indígena y el blancomestizo eran miembros en pleno de la organización. Sin embargo, los no-indígenas sentían y todavía sienten sentimientos difusos de exclusión por parte de los integrantes indígenas, aunque no tan pronunciados como en el CRIC. Existía una fuerte relación entre el CRIC y los Quintines, particularmente en lo tocante al entrenamiento político del cuerpo de luchadores, quienes requerían una base conceptual sobre la filosofía indígena si realmente iban a representar a un público nativo. Esta necesidad fue llenada por los dirigentes indígenas del ejecutivo del CRIC y por algunos colaboradores claves, algunos de los cuales se hicieron miembros del MAQL. El entrenamiento político se desarrolló al lado de la instrucción militar. Los quintines se concentraban en un lugar seguro por uno u dos meses para estudiar la estrategia militar y asistir a conferencias políticas; a veces se invitaba a los miembros AICO. “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 19 de las comunidades indígenas vecinas. A pesar de que los talleres políticos y el entrenamiento militar eran dos actividades diferentes, se esperaba que el personal político y militar participaran en ambas ramas de la formación guerrillera. Se esperaba adaptar lo que se percibía como el modelo CRIC, en el que los colaboradores especializados en un area, debían estar al tanto de las otras actividades de la organización. Sin embargo, algunos quintines opinaban que los encargados de la formación política nunca realmente entraron en la estructura militar. Cuando hablé con el quintino que coordinó la educación política, me sorprendió que él pensara en todos los especialistas políticos como colaboradores, fueran ellos indígenas o mestizos. Desde su punto de vista, lo que los definían como colaboradores era su calidad de civiles, en contraste con los cuadros militares del MAQL—acuérdense que se criticaba a los compañeros políticos por su no participación en las actividades militares. Tanto el liderazgo indígena del CRIC, como los instructores políticos no-indígenas, colaboraban con los quintines. En contraste, cualquier miembro del MAQL, fuera nasa o mestizo, estaba “dentro” de la organización. Aquí la cuestión de una frontera monolítica definida por etnicidad o por cultura se vuelve más compleja dentro de un movimiento armado que expresamente situaba a los indígenas y los colaboradores no-militares en un lugar entre “afuera” y “adentro”. “Adentro” y “afuera” Sería muy facil terminar esta ponencia con una apreciación de los múltiples significados de “adentro” y “afuera” como categorías del movimiento indígena que distinguen tanto entre indígenas y colaboradores, como entre indígenas mismos y, finalmente, entre los que están -19- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 20 dentro o fuera de una organización. En este sentido, los categorías serían iguales a cualquier sistema terminológico que se estudia en la etnografía clásica, sólo que en este caso, pertenecen a una organización política y no a una “cultura”. Sin embargo, comencé esta ponencia hablando de mi entendimiento de este par de términos a partir de un diálogo de saberes entre académicos internacionales, nacionales e investigadores indígenas. Intentamos apropiarnos de estas categorías a manera de un dispositivo interpretativo surgido del mundo organizativo indígena. A través de tal apropiación he tratado de demostrar la sofisticación de la teorización indígena y su capacidad para vislumbrar la complejidad de la dinámica dentro del movimiento étnico, por un lado, y su mirada utópica y—desde la nomenclatura académica—construccionista. Este último punto desmiente la evaluación común de los indígenas como esencialistas. “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 21 Bibliografía Bernal Villa, Segundo E. 1953. “Aspectos de la cultura páez: mitología y cuentos de la parcialidad de Calderas, Tierradentro,” Revista Colombiana de Antropología 1 (1): 279309. Bogotá. Bernal Villa, Segundo E. 1954a. “Economía de los páez.” Revista Colombiana de Antropología 3, 291-309. Bogotá. Bernal Villa, Segundo E. 1954b. “Medicina y magia entre los paeces.” Revista Colombiana de Antropología 2 (2), 219-64. Bogotá. Briggs, Charles L. 1996. “The Politics of Discursive Authority in Research on the ‘Invention of Tradition,’” Cultural Anthropology 11(4), 435-69. Campbell, Howard. 1994. Zapotec Renaissance: Ethnic Politics and Cultural Revivalism in Southern Mexico. Albuquerque: University of New Mexico Press. Campisi, Jack. 1991. The Mashpee Indians: Tribe on Trial. Syracuse: Syracuse University Press. Caviedes, Mauricio. 2000. Antropología y movimiento indígena. Tesis de grado, Antropología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Clifford, James. 1988. The Predicament of Culture: Twentieth-Century Ethnography, Literature, and Art. Cambridge: Harvard University Press. Espinosa, Myriam Amparo. 1996. Surgimiento y andar territorial del Quintín Lame. Quito: Editorial Abya-Yala. -21- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 22 Field, Les. 1999. “Complicities and Collaborations: Anthropologists and the ‘Unacknowledged Tribes’ of California ,” Current Anthropology 40(2), 193-209. Friedman, Jonathan.1994. Cultural Identity and Global Process. London: Sage. Fuss, Diana. 1989. Essentially Speaking: Feminism, Nature, and Difference. New York: Routledge. Gow, David D. 1997. “Can the Subaltern Plan? Ethnicity and Development in Cauca, Colombia,” Urban Anthropology 26(3-4), 243-92. Gow, David D. y Joanne Rappaport. 2002. “The Indigenous Public Voice: The Multiple Idioms of Modernity in Indigenous Cauca,” en Kay B. Warren and Jean Jackson, eds., Indigenous Movements, Self-Representation, and the State in Latin America, pp. 47-80. Austin: University of Texas Press. Hale, Charles R. 1997. “Cultural Politics of Identity in Latin America,” Annual Review of Anthropology 26, 567-90. Hernández de Alba, Gregorio. 1963. “The Highland Tribes of Southern Colombia.” en Julian Steward, ed., Handbook of South American Indians, vol. 2, pp. 915-60. New York: Cooper Square. Laurent, Virginie. 2001. Pueblos indígenas y espacios políticos en Colombia: motivaciones, campos de acción e impactos (1990-1998). Informe final, Convocatoria Becas Nacionales, Ministerio de Cultura, República de Colombia. Peñaranda, Ricardo. 1998. Historia del Movimiento Armado Quintín Lame. Tesis de maestría, Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 23 Povinelli, Elizabeth. 2002. The Cunning of Recognition: Indigenous Alterities and the Making of Australian Multiculturalism. Durham: Duke University Press. Ramos, Alcida Rita. 1998. Indigenism: Ethnic Politics in Brazil. Madison: University of Wisconsin Press. Rappaport, Joanne. 1980-81. “El mesianismo y las transformaciones de símbolos mesiánicos en Tierradentro,” Revista Colombiana de Antropología 23, 365-413. Bogotá. Rappaport, Joanne. 1982. Territory and Tradition: The Ethnohistory of the Páez of Tierradentro, Colombia. Tesis doctoral en antropología, University of Illinois at Urbana. Rappaport, Joanne. 2000. La política de la memoria: interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos. Popayán: Editorial Universidad del Cauca.. Rappaport, Joanne. 2004a. “Imaginando una nación pluralista: intelectuales y la jurisdicción especial indígena,” Revista Colombiana de Antropología 39: 105-38. Bogotá. Rappaport, Joanne. 2004b. “Investigación y pluralismo étnico: el encuentro académicoindígena,” en Jaime Arocha, ed., Utopía para los excluidos: el multiculturalismo en África y América Latina, pp. 261-85. Bogotá: Facultad de Ciencias Humanas UN, Colección CES. Rappaport, Joanne. s.f.a. Intercultural Utopias: Public Intellectuals, Cultural Experimentation, and Ethnic Pluralism in Colombia. Durham: Duke University Press. Rappaport, Joanne, ed. s.f.b. Retornando la mirada: una investigación colaborativa interétnica sobre el Cauca a la entrada del milenio. Popayán: Editorial Universidad del Cauca. -23- “Adentro” y “Afuera”: El espacio y los discursos culturalistas del movimiento indígena caucano 24 Rappaport, Joanne y David D. Gow. 1997. “Cambio dirigido, movimiento indígena y estereotipos del indio: el Estado colombiano y la reubicación de los nasa,” en María Victoria Uribe and Eduardo Restrepo, eds., Antropología en la modernidad, pp. 361-99. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología. Spivak, Gayatri Chakravorty y Elizabeth Grosz. 1990. “Criticism, Feminism, and the Institution,” en Sarah Harasym, ed., The Post-colonial Critic: Interviews, Strategies, Dialogues, pp. 1-16. London: Routledge. Tróchez, Idalia, Benilda Tróchez, Diego Maya y Floraldine Ávila. 1997. “López Adentro: aprendemos para vivir mejor,” C’ayuce 1, 4-8. Popayán. Turner, Terence. 2002. “Representation, Polyphony, and the Construction of Power in a Kayapó Video,” en Kay B. Warren and Jean E. Jackson, eds., Indigenous Movements, SelfRepresentation, and the State in Latin America, pp. 229-50. Austin: University of Texas Press. Vasco Uribe, Luis Guillermo. 2002. Entre selva y páramo: viviendo y pensando la lucha indígena. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia.