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Septiembre de 2005 VOLUMEN 9 NÚMERO 3 SEPTIEMBRE DE 2005 Revista Colombiana de Cancerología Volumen 9 No. 3 ISSN 0123-9015 Tarifa postal reducida No. 996 - Vence Dic/2006 Artículos originales Mortalidad y complicaciones asociadas a nefrostomías percutáneas en pacientes con cáncer avanzado de cuello uterino Andrés Felipe Cardona - Javier Garzón - Erik Burgos Lina María Abenoza - Jorge Cortés - Pedro Ramos Enterocolitis neutropénica: revisión sistemática de casos publicados Andrés Felipe Cardona - Ludovic Reveiz - Edgar Ospina Alexandra Casasbuenas - Diego Aponte -Pedro Ramos Artículos de revisión Detección temprana del cáncer de mama: aspectos críticos para un programa de tamizaje organizado en Colombia Sandra Díaz - Marion Piñeros - Oswaldo Sánchez Seminarios en urgencias oncológicas Infiltrados pulmonares en los pacientes con cáncer: enfoque en urgencias Mauricio Luján Investigación en oncología ¿Niveles de evidencia o niveles de mundo? Zulma Ortiz - Marcelo García Imágenes en oncología Mieloma múltiple Leonardo Enciso - María Veneranda Quintero Caso clínico Carcinoma corticosuparrenal: estado actual de nuestro conocimiento Nydia Elvira Pabón - Constanza Gómez Gloria Garavito - Camilo Jiménez INSTITUTO NACIONAL DE CANCEROLOGÍA ISSN 0123-9015. La Revista Colombiana de Cancerología es editada y publicada en Bogotá, D.C., Colombia, por el Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. El Instituto se reserva todos los derechos inclusive los de traducción y reproducción. Archivo histórico Canon et tuberculosis Alexandra Casasbuenas - Andrés Felipe Cardona Pedro Ramos Página de los ex alumnos Tulio Ernesto Ávila Gloria Ordóñez Cartas al editor Publicación científica del Instituto Nacional de Cancerología El sentido de la búsqueda Diana Rivera Las enfermedades raras en Colombia: abandono del sistema de salud Camilo Jiménez Respecto de las omisiones del volumen 9 número 2 Carlos Rada Erratum Contenido Contents Editorial Editorial Frente al debate In front of the debate Juan Carlos González 71 Juan Carlos González Artículos originales Original articles Mortalidad y complicaciones asociadas a nefrostomías percutáneas en pacientes con cáncer avanzado de cuello uterino Mortality and complications associated with percutaneous nephrostomy in patients with ureteral obstruction related to advanced cervical cancer Andrés Felipe Cardona - Javier Garzón Erik Burgos - Lina María Abenoza Jorge Cortés - Pedro Ramos Enterocolitis neutropénica: revisión sistemática de casos publicados Andrés Felipe Cardona - Ludovic Reveiz Edgar Ospina - Alexandra Casasbuenas Diego Aponte - Pedro Ramos Andrés Felipe Cardona - Javier Garzón Erik Burgos - Lina María Abenoza Jorge Cortés - Pedro Ramos 73 Systematic review of case reports concerning adults suffering from neutropenic enterocolitis Andrés Felipe Cardona - Ludovic Reveiz Edgar Ospina - Alexandra Casasbuenas Diego Aponte - Pedro Ramos Artículo de revisión Review article Detección temprana del cáncer de mama: aspectos críticos para un programa de tamizaje organizado en Colombia Early detection of breast cancer: critical aspects for an organized screening programme in Colombia Sandra Díaz - Marion Piñeros Oswaldo Sánchez Sandra Díaz - Marion Piñeros Oswaldo Sánchez 93 Seminarios en urgencias oncológicas Semminars in oncologic emergencies Infiltrados pulmonares en los pacientes con cáncer: enfoque en urgencias Pulmonary infiltrates in cancer patients: a practical focus for the emergency service Mauricio Luján Mauricio Luján 106 Investigación en oncología Research in oncology ¿Niveles de evidencia o niveles de mundo? ¿Levels of evidence or levels of world? Zulma Ortiz - Marcelo García Zulma Ortiz - Marcelo García Imágenes en oncología Images in oncology Mieloma múltiple Multiple myeloma Leonardo Enciso - María Veneranda Quintero Caso clínico Carcinoma corticosuprarrenal: estado actual de nuestro conocimiento Adrenocortical carcinoma: state of the art Nydia Elvira Pabón - Constanza Gómez Gloria Garavito - Camilo Jiménez Nydia Elvira Pabón - Constanza Gómez Gloria Garavito - Camilo Jiménez Archivo histórico Historical archive Canon et tuberculosis Canon et tuberculosis Alexandra Casasbuenas Andrés Felipe Cardona - Pedro Ramos Alexandra Casasbuenas Andrés Felipe Cardona - Pedro Ramos Página de los ex alumnos Alumni page Tulio Ernesto Ávila Tulio Ernesto Ávila Gloria Ordóñez 115 Leonardo Enciso - María Veneranda Quintero Clinical case Gloria Ordóñez El sentido de la búsqueda The sense of the search Las enfermedades raras en Colombia: abandono del sistema de salud Uncommon illnesses in Colombia: abandonment of the health system Respecto de las omisiones del volumen 9 número 2 Regarding the omissions of the volume 9 number 3 Carlos Rada 137 Diana Rivera Camilo Jiménez Carlos Rada Erratum Erratum Recomendaciones para los autores Author´s instructions 123 136 Letters to the editor Camilo Jiménez 120 130 Cartas al editor Diana Rivera 82 138 139 140 141 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):71-72 69 Comité editorial Editor Jefe Carlos Vicente Rada Director General Instituto Nacional de Cancerología Editores Ejecutivos Andrés Felipe Cardona Grupo Oncología Clínica Instituto Nacional de Cancerología Marion Piñeros Grupo Área Salud Pública Instituto Nacional de Cancerología Asistente Adriana Alicia León Evaluación y corrección de estilo Carlos Arturo Hernández Cómite Editorial Carlos Arturo Hernández Enrique Cadena Miguel Orticochea Profesor Emérito INC Myriam Rodríguez Luis Felipe Torres Diego Soto Profesor Emérito INC María Josefa Duque Raúl Murillo María Mercedes Bravo Enrique Ardila Comité de Ética e Investigaciones Carlos Vicente Rada Raúl Murillo Rosario Albis Alejandro Garrido Sonia Abondano Marion Piñeros Alba Lucía Cómbita Gustavo Hernández Ricardo Sánchez Nelcy Peñaranda Bertha Landazábal Luis Arturo Lizcano Subcomité de Investigación Clínica Subcomité de Investigación Epidemiológica y Salud Pública Gustavo Hernández Luis Arturo Lizcano Álvaro Quintero Rosalba Ospino Diana Esperanza Rivera Subcomité de Investigación en Biología del Cáncer María Mercedes Bravo Luis Arturo Lizcano Martha Lucía Serrano Ricardo Cendales Mónica Molano Marco Aurelio Venegas Luis Arturo Lizcano Octavio Martínez Rafael Tejada Pedro Luis Ramos María Cristina López Amaranto Suárez Mónica Patricia Ballesteros Portada Resonancia mamaria en una mujer de 64 años que muestra lesión nodular hiperintensa (T2w) con alteración de la arquitectura del parénquima adyacente y adenomegalia regional. En el fondo se encuentra la sobreexpresión de la proteína de membrana Her2/neu evaluada por examen microscópico de secciones del tumor, obtenidas por inclusión en parafina, mediante técnicas de inmunohistoquímica. El diagnóstico patológico fue carcinoma lobulillar infiltrante. Cortesía de la doctora Sandra Marcela Gómez, residente de radiología de la Fundación Santafé de Bogotá, Universidad el Bosque y del doctor Germán Barbosa, patólogo oncólogo del Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Producción editorial medilegis@legis.com.co La Revista Colombiana de Cancerología es la publicación oficial del Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. y se publica cada tres meses. Los conceptos que en ella aparecen son responsabilidad exclusiva de los autores. La correspondencia debe ser enviada a la calle 1a No. 9-85, Apartado Aéreo 17158, Bogotá, D.C., Colombia. Teléfono. (571) 3340762, 3340785, 3340796 o al fax (571) 3340760 - Home page: http//www.cancer.gov.co, correo electrónico: ceditorial@ incancerologia.gov.co. Tarifa postal reducida No. 996; vence: diciembre de 2006. El Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. se reserva todos los derechos, inclusive los de traducción en Estados Unidos, Gran Bretaña, México, Chile y todos los países signatarios de la Convención Panamericana y de la Convención Internacional sobre Derechos de Autor. Se prohibe la reproducción o reimpresión, total o parcial de su contenido sin la autorización previa por escrito del Instituto, bajo las sanciones establecidas en las leyes, por cualquier medio o procedimiento, comprendidas la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos. Bogotá D.C., Colombia. 70 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):71-72 Editorial Frente al debate A nivel mundial en el mes de octubre se decreta una jornada de concientización contra el cáncer de seno. Esta iniciativa fue propuesta por la entonces primera dama norteamericana, Betty Ford, como sobreviviente de un cáncer de mama, y continuada por Hillary Clinton, para reforzar el trabajo que ya la señora Ford impulsara. Este mes ha marcado el inicio de múltiples iniciativas que van desde la creación de una oficina especializada para los asuntos de la mujer hasta el aumento de recursos, de forma progresiva, para el desarrollo de investigaciones sobre la materia, así como la toma de conciencia frente a esta enfermedad apoya a más de 2 millones de mujeres en los Estados Unidos, tal como lo relata Maureen Hogan Casamayou en su libro The politics of breast cancer (1). En Colombia, a pesar de no existir unanimidad frente a la fecha también se ha empezado a celebrar en los últimos años, en el mes de octubre, un día del cáncer de seno. En contraste con la iniciativa norteamericana, esta celebración no involucra destinación de recursos fijos para la investigación, ni mucho menos la generación de campañas de iniciativa estatal para que la población tome conciencia sobre esta enfermedad, pese a que en Colombia, el cáncer de mama se perfila como un problema de salud pública que va en incremento y, aunque la incidencia es baja en comparación con la de países como Estados Unidos, ello no es cortapisa para que se planee e introduzcan estrategias de detección temprana para su control. No obstante, y ante el perfil de usuarias que atiende el Instituto Nacional de Cancerología (INC), se propuso el desarrollo de un documento que permita responder la pregunta de cuál es el mejor método de tamizaje para cáncer de mama en Colombia -considerado como un país en vía de desarrollo- mostrando que se pueden adelantar iniciativas estratégicas que respondan a la realidad nacional. La respuesta a esta inquietud se ha construido con el apoyo de la Universidad Nacional de Colombia, bajo la figura de una guía de tamizaje; distante de lo que debe ser la reforma a la Resolución 412 de 2000 o normas técnicas y guías de atención. La guía de tamizaje, de pronta aparición, ha sufrido el proceso típico de toda formulación de política pública dentro de una democracia, en la cual han intervenido todos los actores que, de alguna u otra forma, consideran deben sentirse reflejados en ella. Por supuesto, las sociedades científicas en cabeza de la Asociación Colombiana de Radiología, la industria farmacéutica, senadores y académicos que representan el tema de género han aportado su cuota de interés al debate. Vale la pena destacar que en este juego de intereses se ha tergiversado la política sobre la base de los asuntos económicos. Pero este no es un asunto nuevo o de poca monta; su ancestro inmediato podemos rastrearlo en 1993 con la expedición de la Ley 100, en la que se terminó de articular un escenario de salud regido por la competencia, en el cual ha venido imperando la regla de oro del mercado. Lejos de cualquier visión de corte sindical, los asuntos de la salud pública se han convertido en asuntos del resorte económico, acentuando el enfrentamiento entre salud pública y economía. Así las cosas, la relación costo-efectividad repercute en iniciativas como las guías de tamizaje, e involucran no sólo el interés particular de uno u otro sector, sino las implicaciones del cuánto se requiere, no sólo para la implementación de la política, sino, además, de cuánto se requiere para que en un plan obligatorio de salud (POS) se incluya lo que en éstas se ordena. Desde otro ángulo, se puede observar, que los prestadores de servicios de salud, ven en el desarrollo de estas iniciativas afectación a sus intereses económicos; allí se corrobora lo dicho. Existe una gran falencia y distancia entre lo que debe ser la prestación de un servicio y el negocio del servicio puesto en términos de atención. Dicho sea de paso, en la ampliación de las coberturas se marca la ganancia, no importa cuántos ingresen al sistema, ni con qué calidad se les atienda, lo importante es cuánto cotizan. Ahí se genera un problema de fondo al definir la política pública. Programas como el tamizaje, bien sea de oportunidad u organizado, iniciativas como las de cesación a fumadores, o la atención y suministro de medicamentos onerosos a pacientes con VIH/sida o cáncer, dan fe de lo dicho. Pero es más preocupante que ante la andanada REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):71-72 71 ALGUNAS CONSIDERACIONES ANTROPOLÓGICAS Y RELIGIOSAS ALREDEDOR DE LA MENSTRUACIÓN de acciones de tutela que obligan al sistema a suministrar medicamentos o practicar procedimientos no contemplados en el POS, no exista, ante la contundente evidencia, una respuesta que viabilice su reforma. La cobertura y la atención son diametralmente opuestas y distan de la realidad nacional. Sin embargo, todo político o hacedor de políticas entiende que se requieren argumentos no sólo para aclarar su posición respecto de un problema, sino también para atraer más simpatizantes. Aun cuando una política se explique mejor por las acciones de grupos que persiguen fines egoístas, quienes traten de justificarla deberán apelar al interés público -reflejado en las organizaciones de base, ONG, etc.- los méritos intelectuales del caso, el ejemplo de las sociedades científicas que exceden el debate rentista, tal y como lo afirma el profesor Majone (2). Es de notar que el debate puesto en la academia dista del debate puesto en términos de definición política o de interés económico. De allí que la argumentación es un proceso fundamental que siguen los gobernantes y los ciudadanos para llegar a sus decisiones formales. Por tal motivo las guías en mención requieren de la argumentación y de la solidez que da el rigor científico. En este sentido es imprescindible y urgente la generación de conocimiento en múltiples aspectos sobre el cáncer de mama en nuestro país, así como la difusión de opiniones sobre el quehacer en respuesta a una preocupación común. Al respecto, se han publicado distintos artículos en recientes números de la Revista Colombiana de Cirugía (3,4) y lo propio lo desarrollan en un artículo de revisión Marion Piñeros y Sandra Díaz, en el presente número de la revista del Instituto Nacional de Cancerología. De esta forma, queda sentado que en el cruce de opiniones y argumentos, cuando se entrecruzan la ciencia, la tecnología y la política, los criterios científicos chocan con las normas legales de las evidencias y con las nociones políticas; las conclusiones fácticas no se pueden separar fácilmente de las consideraciones sobre la factibilidad de los supuestos del oponente y de su selección de evidencias o metodologías. En virtud de no existir ningún procedimiento objetivo para verificar las conclusiones del análisis, la credibilidad del experto se vuelve tan importante como su capacidad. Es por ello que no se aceptan argumentos basados en el interés particular o de gremio, por lo que se debe apelar al criterio juicioso de quienes realmente son expertos comprometidos en atender los problemas que se han señalado al inicio del presente. Bienvenido el debate con argumentos, si bien el analista político requiere de juicios de valor para decidir sobre algo importante en materia de política, esos juicios deben ser validados, valorados y justificados por expertos a fin de ser mostrados a la opinión pública. Referencias 1 Hogan M. The politics of breast cancer. Washington D.C. Georgetown University Press; 2001. 2 Majone GD. Evidence, Argument, and Persuasion in the Policy Process. New Haven: Yale University Press; 1992. 3 Sanabria AE, Romero J. La mamografía como método de tamizaje para el cáncer de seno en Colombia. Rev Colom Cir 2005;20(3):158-65. 4 González MA. Cáncer Mamario. Rev Colom Cir 2005;20(3):144-49. Juan Carlos González Politólogo, Ms. en Ciencia Política, Grupo Políticas y Movilización Social, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia 72 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):71-72 ANDRÉS FELIPE CARDONA, JAVIER GARZÓN, ERIK BURGOS, LINA MARÍA ABENOZA, JORGE CORTÉS, PEDRO RAMOS Artículos originales Mortalidad y complicaciones asociadas a nefrostomías percutáneas en pacientes con cáncer avanzado de cuello uterino Mortality and complications associated with percutaneous nephrostomy in patients with ureteral obstruction related to advanced cervical cancer Andrés Felipe Cardona1, Javier Ricardo Garzón2, Erick Burgos2, Lina María Abenoza2, Jorge Alberto Cortés3, Pedro Luis Ramos1 1Grupo de Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia 2 Grupo de Medicina Interna, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia 3 Grupo de Infectología, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Departamento de Infectología Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia. Resumen Introducción. La nefrostomía percutánea es una técnica bien establecida que permite la rápida resolución de la obstrucción ureteral y la recuperación de la función renal en pacientes con uropatía obstructiva. Sin embargo, su papel en el manejo de la falla renal secundaria a la obstrucción de la vía urinaria por neoplasias abdominales avanzadas es controvertido. Objetivo. Describir las variables demográficas, las complicaciones asociadas a la intervención, el curso de la uropatía obstructiva y varios desenlaces relacionados con la morbilidad y la mortalidad secundarios a la derivación percutánea de la vía urinaria. Materiales y métodos. Se incluyeron 106 casos con cáncer avanzado de cuello uterino y obstrucción ureteral tratada con nefrostomía percutánea. Las pacientes se dividieron en dos grupos; en el A se incluyeron 37 mujeres con cáncer localmente avanzado de cuello uterino, recientemente diagnosticado y sin tratar, y en el grupo B, 69 pacientes con tumores recurrentes en progresión. Resultados. Se incluyeron en el estudio 106 mujeres con edades entre 24 y 75 años (media=46,2, DE±13,1); 9 tenían cáncer estado IIB de cuello uterino (8,5%); 68, tumores estado IIIB (64%), y 29 (27,5%) se clasificaron en el estado IVA. Ciento dos mujeres recibieron radioterapia pélvica más braquiterapia, y 4 fueron tratadas concomitantemente con quimioterapia más radioterapia. En 90 pacientes se diagnosticó obstrucción urinaria bilateral y en 16 fue unilateral. El 90% de las pacientes tenían pruebas anormales de función renal en el momento de la realización del procedimiento. El 13,2% de las pacientes presentó sangrado después del procedimiento; 26%, alteraciones hidroelectrolíticas; 12%, abscesos intra o perirrenales, y 6%, infección en el sitio de inserción. La mediana de permanencia de las nefrostomías fue de 5,2 y 6,9 meses para los grupos A y B, respectivamente. Durante este tiempo, 53% de los sujetos requirió 1 o más cambios del catéter y se documentaron 147 episodios de infección de vías urinarias (3,12 infecciones por cada 100 días-catéter). Las infecciones recurrentes fueron más frecuentes en las pacientes del grupo B (p=0,03), en aquéllas con albúmina menor de 2,5 mg/dl (p=0,011), en las que se había diagnosticado fístula recto o vesicovaginal (p=0,02) y en las requirieron más de dos cambios de los catéteres (p=0,05). El 37% (n=39) de las pacientes murió por sepsis de origen urinario. A partir de la derivación percutánea de la vía urinaria, el promedio de estancia hospitalaria fue de 71 días y Correspondencia: Andrés Felipe Cardona, Grupo Oncologia Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Calle 1 No. 9-85, Bogotá, D.C., Colombia - Teléfono: 571-3341111 (552) Correo electrónico: acardona@cancer.gov.co Recibido: 02/03/2005; aceptado: 12/05/2005 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 73 MORTALIDAD Y COMPLICACIONES ASOCIADAS A NEFROSTOMÍAS PERCUTÁNEAS EN PACIENTES CON CÁNCER DE CERVIX AVANZADO la mediana de supervivencia fue de 14,9 y de 7,3 meses en los grupos A y B, respectivamente. Después de la realización de la nefrostomía, el promedio de días de hospitalización atribuibles a infección urinaria fue de 20,3 días. Conclusión. En pacientes con enfermedad recurrente en progresión, a pesar de tener un buen estado funcional basal, la derivación percutánea de la vía urinaria no es recomendable debido a la elevada proporción de complicaciones atribuibles, especialmente de origen infeccioso. Palabras clave: Nefrostomía percutánea, efectos adversos, derivación urinaria, neoplasmas del cuello uterino, mortalidad. Abstract Introduction: Percutaneous nephrostomy is a well-established technique leading to the rapid resolution of ureteral obstruction and recovery of renal function in patients suffering from obstructive uropathy. However, its role in managing renal failure secondary to obstruction due to advanced abdominal neoplasia remains controversial. Objective: Describing the demographic variables, the complications associated with intervention, the course of obstructive uropathy and several outcomes. Materials and methods: 106 cases suffering from advanced cancer of the cervix and ureteral obstruction treated with percutaneous nephrostomy were included in the study. The patients were divided into 2 groups; 37 women with locally advanced, recently diagnosed cancer of the cervix which had not been treated so far were included in group A and 69 patients having recurrent tumours were included in group B. Results: 106 women, aged 24 to 75 (46,2 mean, SD±13,1), were included in this study; 9 (8,5%) had cancer of the cervix stage IIB, 68 (64%) had tumours stage IIIB and 29 (27,5%) were suffering from IVA stage. 102 women received pelvic radiotherapy plus brachytherapy and 4 were treated with chemotherapy plus radiotherapy concomitantly. 90 patients were diagnosed as suffering bilateral urinary obstruction; this was unilateral in 16 of them. 90% of the patients had abnormal renal function tests when undergoing the procedure. 13,2% of the patients presented bleeding following the procedure, 26% had hydro-electrolytic alterations, 12% of the patients had intra- or peri-renal abscesses and 6% had an infection at the insertion site. The mean of how long nephrostomy was applied was 5,2 and 6,9 months for groups A and B respectively. 53% of the patients required 1 or more changes of catheter during this time and 147 episodes of infection of the urinary routes were documented (3,12 infections for each 100 days/catheter). Recurrent infection was more frequent in patients from group B (p=0,03), in those with an albumin level less than 2.5 mg/dl (p=0,011), in those who had been diagnosed as having rectal or vesicovaginal fistula (p = 0,02) and in those requiring more than 2 changes of catheter (p=0,05). 37% (n=39) of the patients died from sepsis having a urinary origin. Average stay in hospital (DPVU) was 71 days and mean survival 14,9 and 7,3 months in groups A and B, respectively. The average number of days of being hospitalised attributable to urinary infection following nephrostomy was 20,3 days. Conclusion: DPVU is not recommendable in patients suffering from recurrent disease (in spite of having a good base functional state) due to the large proportion of ascribable complications, especially of infectious origin. Key words: Nephrosotomy, percutaneous, adverse effects, urinay diversión, cervix neoplasms, mortality. 74 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 ANDRÉS FELIPE CARDONA, JAVIER GARZÓN, ERIK BURGOS, LINA MARÍA ABENOZA, JORGE CORTÉS, PEDRO RAMOS Introducción El cáncer de cuello uterino es uno de los problemas de salud pública más importantes en Latinoamérica y el Caribe. Según datos de la International Agency for Research in Cancer (IARC), en la década de 1990 representó la causa más común de cáncer para las mujeres de la región (52.000 casos nuevos cada año) y la cuarta causa de muerte entre aquéllas con 15 a 64 años de edad (25.000 muertes al año) (1). La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estimó que 60% de las neoplasias del cuello uterino se presentan en mujeres en edad fértil y que en 40% de ellas, el tumor se diagnostica en etapa avanzada (2). A nivel mundial, 80% de las muertes por cáncer de cuello utrino se presenta en países en vía de desarrollo (1). La uropatía obstructiva ocasiona cambios estructurales y funcionales en la vía urinaria que dificultan el flujo normal de la orina y que originan tardíamente insuficiencia renal. La cuarta parte de las mujeres con neoplasias ginecológicas cursa durante la enfermedad con algún grado de obstrucción en la vía urinaria, que en 70% de los casos es secundaria a infiltración tumoral o a compresión extrínseca de los uréteres (3). En 1985, se registraron 397.000 egresos hospitalarios por obstrucción urinaria en Estados Unidos, lo que permitió estimar que, aproximadamente, 166 sujetos por 100.000 habitantes presentan anualmente esta condición por diferentes causas (4,5). En mujeres con patología urológica, la obstrucción aguda o crónica de causa tumoral representó el sexto diagnóstico de egreso (94 pacientes por 100.000 salidas) y, de ellas, 2% desarrolló insuficiencia renal crónica (5). entre las que se encuentran el dolor, la hemorragia y la infección (7). Además, entre 12% y 24% de las pacientes permanece con alteración en la función renal y requieren terapia de reemplazo por termino indefinido (7). Las infecciones constituyen el inconveniente principal a largo plazo; algunos reportes han descrito pielonefritis en 12% a 33% de las pacientes con cáncer de cuello uterino en progresión, sometidas a DPVU, con una mortalidad atribuible a sepsis secundaria en 3% a 5% de los casos (8). En la actualidad, se consideran dos grupos de pacientes con cáncer de cuello uterino para la realización de nefrostomías por derivación; en primer lugar, las mujeres con neoplasias potencialmente curables que no han recibido tratamiento y, en segundo lugar, quienes fueron expuestas a radioterapia pélvica que no tienen evidencia clínica de enfermedad y presentan obstrucción por otras causas (9). Por el momento, la decisión de llevar a cabo la intervención en sujetos con neoplasias en progresión está sujeta a las condiciones generales de cada paciente, a la expectativa y a la calidad de vida que se desea proporcionar. Este estudio muestra un análisis detallado de la morbilidad y la mortalidad asociadas a la derivación percutánea de la vía urinaria en 106 pacientes con cáncer del cuello uterino en progresión, realizadas entre enero de 1999 y diciembre de 2004 en el Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. (INC) de Bogotá, D.C., Colombia. El objetivo es describir las variables demográficas, las complicaciones asociadas a la intervención, el curso de la uropatía obstructiva y varios desenlaces. Materiales y métodos A partir de 1955, cuando Goodwin describió la primera punción externa del sistema colector, múltiples series han referido diversas técnicas para la derivación percutánea de la vía urinaria (DPVU) en pacientes con cáncer (6). Existe una gran controversia acerca de la utilidad y la seguridad de este procedimiento en mujeres con cáncer recurrente de cuello uterino previamente tratadas o en aquéllas con neoplasias en estado avanzado que se encuentran en manejo con intención paliativa. En ellas, se ha encontrado una limitada supervivencia después de la derivación (mediana entre 6,5 y 26 semanas) y una alta proporción de complicaciones Se revisaron las historias clínicas de 856 pacientes del INC, que ingresaron entre los años 1999 y 2004 con el diagnóstico de cáncer localmente avanzado de cuello uterino (estados IIB a IVA de la FIGO), tratadas con radioterapia y braquiterapia o, en algunos casos, con radioterapia más quimioterapia a base de cisplatino. Los casos se identificaron en el registro institucional de cáncer, la base de datos del Grupo de Medicina Interna y el registro del Grupo de Imágenes Diagnósticas y de Radiología Intervencionista; 106 casos cumplieron los criterios de inclusión considerados en el estudio: edad mayor REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 75 MORTALIDAD Y COMPLICACIONES ASOCIADAS A NEFROSTOMÍAS PERCUTÁNEAS EN PACIENTES CON CÁNCER DE CERVIX AVANZADO de 18 años, diagnóstico confirmado de cáncer escamocelular de cuello uterino y obstrucción ureteral unilateral o bilateral establecida por ultrasonografia y tratada con nefrostomía percutánea. Las pacientes se dividieron en dos grupos; en el grupo A se incluyeron 37 mujeres con cáncer localmente avanzado de cuello uterino, recientemente diagnosticado y sin tratar que requirieron la DPVU para resolver temporalmente la obstrucción, con la finalidad de permitir la administración del tratamiento con intención curativa. El grupo B estuvo compuesto por 69 pacientes con tumores recurrentes en quienes la nefrostomía se utilizó para estabilizar la condición clínica y permitir la instauración de diversas intervenciones paliativas. de infección complicada de la vía urinaria), curso clínico y desenlace. Los resultados se obtuvieron y describieron por medio de la determinación de frecuencias absolutas, relativas, medidas de tendencia central y de dispersión. El cruce de variables se realizó con tablas de contingencia sometidas a pruebas de dependencia y asociación usando la prueba de ji al cuadrado (X2) o la prueba exacta de Fisher cuando fue necesario. Para todos los casos, el nivel de significancia fue p<0,05. Las estimaciones de supervivencia se hicieron utilizando el modelo no paramétrico del límite del producto (Método de Kaplan-Meier). Resultados La punción percutánea y la inserción de los catéteres de nefrostomia las realizó el Grupo de Radiología Intervencionista del INC. Los procedimientos se practicaron con anestesia local bajo guía ecográfica y fluoroscópica. Inicialmente, se practicó una punción de los cálices inferiores o medios por abordaje posterior y lateral a la masa lumbar. En todos los casos se empleó una aguja chiva 22G y se hizo una pielografía después de la punción, mientras, sólo en algunos se efectuó una técnica en tándem con aguja 16; en otros, según la disponibilidad de los insumos, se utilizó la técnica coaxial con micropunción en la que se avanzó una guía 0,4 a través de la chiva. Una vez se alcanzó la pelvis renal, se practicó dilatación y, sobre una guía metálica 0,35, se ubicó el catéter Pigtail 10-12F (diferentes referencias según disponibilidad del servicio) de las casas Cooke MD Tech ® y Chesilk ®. Los dispositivos se fijaron a la piel con apósitos y se dejaron en drenaje libre por un sistema cerrado mediante una bolsa estéril de recolección. Las historias clínicas de los sujetos incluidos las valoraron dos pares independientes de investigadores, quienes registraron la información en un formato diseñado para el estudio. Posteriormente, se digitaron en una base de datos y se analizaron usando el paquete estadístico SPSS 11.0. Los parámetros considerados y analizados fueron las variables demográficas, algunos datos de laboratorio (nitrógeno ureico y creatinina, tomados antes de la realización del procedimiento y en el día 10 y 30 posterior a la DPVU, más la albúmina serica), hallazgos microbiológicos (aislamientos de orina durante los periodos 76 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 Se incluyeron en el estudio 106 mujeres con edades entre 24 y 75 años (media=46,2, DE±13,1). De éstas, 37 tenían cáncer de cuello uterino recientemente diagnosticado, localmente avanzado y sin tratar (grupo A), y 69 tenían tumores recurrentes y en progresión (grupo B). Nueve pacientes tenían cáncer de cuello uterino, estado IIB (8,5%); 68, tumores estado IIIB (64%), y 29 (27,5%), tumores clasificados como estado IVA. Ciento dos mujeres recibieron radioterapia pélvica (>40 Gy) más braquiterapia intracavitaria (>60 Gy) con diversos esquemas de fraccionamiento y 4 fueron tratadas concomitantemente con quimioterapia más radioterapia. De las pacientes del grupo A, 32% (n=11) tuvo persistencia de la enfermedad después de finalizar el tratamiento con radioterapia y 44% (n=16) presentó recaídas después de practicada dicha intervención. En todas las pacientes del grupo B se documentó recaída local y regional antes de la realización de la DPVU, con una mediana para la progresión de la enfermedad de 16,3 meses. Sólo 25 pacientes presentaron resolución significativa y duradera de la obstrucción que permitió el retiro de la nefrostomía en una mediana de 92 días (rango, 42 a 194 días). En 91% (n=96) de las mujeres había un estado funcional ECOG menor de 2 en el momento en que hizo la derivación de la vía urinaria. En 90 pacientes se diagnosticó obstrucción urinaria bilateral y en 16 fue unilateral. La uropatía obstructiva se descubrió por ultrasonografia, en promedio, 35 días (DE±15,4) antes de la realización de la DPVU. El 90% de las pacientes tenía pruebas ANDRÉS FELIPE CARDONA, JAVIER GARZÓN, ERIK BURGOS, LINA MARÍA ABENOZA, JORGE CORTÉS, PEDRO RAMOS de función renal anormales en el momento de la realización del procedimiento, con una media de creatinina de 6,2 mg/dl (DE±4,5) y de nitrógeno ureico (BUN) de 52 mg/dl (DE±27). Diez días después, 60% (n=57) había normalizado la creatinina y, 29% más (n=27), al día 30; 12 mujeres estuvieron con falla renal permanente (4 del grupo A y 8 del grupo B), de las cuales sólo 5 recibieron terapia de reemplazo con hemodiálisis durante una mediana de 25,4 semanas. El retardo en la recuperación de la función renal y la permanencia del daño fue superior en el grupo de pacientes con edad mayor de 50 años (X2=8,3 p=0,03), y en las que el intervalo de tiempo entre la documentación de la obstrucción y la realización del procedimiento fue mayor a 20 días (X2=9,4 p=0,04). Catorce pacientes (13,2%) presentaron sangrado después del procedimiento que, en 4 de los casos, fue significativo y conllevó a choque hemorrágico (el promedio de unidades de glóbulos rojos empaquetados trasfundidos en este grupo de pacientes fue de 4,6). Antes de la realización de la DPVU, 9 sujetos presentaron edema pulmonar y, después de ella, 39 tuvieron alteraciones hidroelectrolíticas que prolongaron el tiempo de hospitalización en promedio en 5 días (DE±2). El 12% de los sujetos tuvo abscesos intra o perirrenales que se diagnosticaron, en promedio, 126 días (DE±32) después de la colocación del dispositivo para derivación; sólo en una paciente se encontró colección bilateral y 9 tuvieron infección en el sitio de inserción. las pacientes con más de dos infecciones del tracto urinario. En la tabla 1 se presentan los aislamientos microbiológicos en orina. Tabla 1. Aislamientos microbiológicos en orina. Número de aislamientos % E. coli 56 38,2 SAMR* 20 13,9 K. pneumoniae 13 8,8 P. aeruginosa 11 7,6 C. albicans 10 6,8 M. morganii 5 3,5 A. baumanii 5 3,5 E. faecalis 4 2,7 C. freundii 4 2,7 E. cloacae 3 2,0 K. ascorbata 3 2,0 S. haemolitycus 3 2,0 K. oxytoca 2 1,3 S. marscens 2 1,3 Alcaligenes sp. 2 1,3 P. mirabilis 1 0,6 A. wolfii 1 0,6 S. viridans 1 0,6 R. picketti 1 0,6 147 100 Germen Total *Staphylococcus aureus resistente a oxacilina La mediana de permanencia de las nefrostomías fue de 5,2 y 6,9 meses para los grupos A y B, respectivamente. Durante este tiempo, el 53% de los sujetos requirieron 1 o más cambios del catéter (en total, se practicaron 78 cambios), principalmente, por ruptura, disfunción y retiro accidental. Se documentaron 147 episodios de infección de vías urinarias después de la derivación (3,12 infecciones por cada 100 díascatéter); el 36% tuvo 2 o menos eventos y el 9,5%, más de 4. El 66% de las infecciones se adquirieron en la comunidad y el resto se consideraron hospitalarias. La mayoría de las infecciones fueron ocasionadas por gérmenes Gram negativos (76,7%), de los cuales, 39 fueron aislamientos de gérmenes inductores de betalactamasas de espectro extendido (BLEE). Todos los gérmenes multirresistentes se encontraron en Las infecciones recurrentes fueron más frecuentes en las pacientes del grupo B (X2=6,21 p=0,03), en aquéllas con albúmina menor de 2,5 mg/dl (X2=5,51 p=0,011), en las que se había diagnosticado fístula recto o vesicovaginal después de la derivación (X2=7,40 p=0,02) y en las que requirieron más de dos cambios de los catéteres (X2=4,30 p=0,05). El 37% (n=39) de las pacientes murió por sepsis de origen urinario; la mortalidad fue significativamente mayor en el grupo de pacientes con infecciones por gérmenes inductores de BLEE (X2=9,53 p=0,01), en aquéllas con creatinina mayor de 7,5 mg/dl (X2=10,32 p=0,002) y en las que tuvieron un BUN mayor de 80 mg/dl antes de la realización de la DPVU (X2=8,46 p=0,003). Diez pacientes (9,4%) REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 77 MORTALIDAD Y COMPLICACIONES ASOCIADAS A NEFROSTOMÍAS PERCUTÁNEAS EN PACIENTES CON CÁNCER DE CERVIX AVANZADO recibieron profilaxis antibiótica después de la realización de la nefrostomía. A partir de la DPVU, el promedio de estancia hospitalaria fue de 71 días (DE±20) y la mediana de supervivencia fue de 14,9 y de 7,3 meses, para los grupos A y B, respectivamente. Después de la realización de la nefrostomía, el promedio de días de hospitalización atribuibles a infección urinaria fue de 20,3 días (DE±9,3) y, la media de días de tratamiento antibiótico, de 28,2 (DE±12,1). Discusión Las neoplasias primarias de cuello uterino, ovario, colon, próstata y vejiga se relacionan frecuentemente con obstrucción parcial o completa de la vía urinaria, especialmente por extensión tumoral o compresión extrínseca (1-5). Las derivaciones de la vía urinaria se pueden realizar mediante la colocación retrógrada de dispositivos endoluminales (stents), con drenajes percútaneos o con la canalización anterógrada por cirugía (9). La derivación mediante nefrostomía representa uno de los métodos de tratamiento más empleados en el paciente con insuficiencia renal secundaria a obstrucción neoplásica. Aunque es sencillo, y aparentemente eficaz para prolongar la supervivencia y mejorar la calidad de vida, es rechazada con frecuencia debido a las complicaciones inherentes al procedimiento y por diversos factores sociales y psicológicos, a causa del requerimiento de una bolsa como dispositivo recolector que suele ser de difícil manejo domiciliario (9-15). Se han propuesto recientemente nuevas técnicas que emplean stents más resistentes o el uso de derivaciones externas con dispositivos subcutáneos que permiten la eliminación de los tubos clásicos de nefrostomía (15). Sin embargo, 10% de los pacientes tratados con dispositivos endoluminales presenta complicaciones después del procedimiento y 58% de los sujetos requiere derivación externa posterior por obstrucción recurrente debido a progresión de la enfermedad tumoral (16,17). Por este motivo, Feng et al. recomiendan la utilización rutinaria de nefrostomías en pacientes con alta probabilidad de fallo durante la derivación interna, en particular, en las mujeres con cáncer avanzado de cuello uterino 78 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 (18). En el INC, el principal centro de remisión para el tratamiento del cáncer en Colombia, no se utilizan de manera rutinaria los stents debido a su costo; en comparación, se practican anualmente, aproximadamente, 160 derivaciones externas en pacientes con neoplasias pélvicas (comunicación personal). Comúnmente, el desarrollo de obstrucción urinaria y la falla renal coexisten con un pobre estado nutricional, con la presencia de anemia secundaria a sangrado tumoral periódico y con el diagnóstico subyacente de fístula recto o vesicovaginal (3,6). En el presente estudio, la tardanza en la recuperación de la función y la permanencia del daño renal fueron superiores en el grupo de pacientes mayores de 50 años y en aquéllas con un intervalo prolongado entre la documentación de la obstrucción y la realización de la derivación. No obstante, no se encontró asociación significativa entre la presencia de insuficiencia renal y los valores de albúmina y en 90% de las pacientes, que tenían pruebas de función renal anormales en el momento de la realización del procedimiento, la creatinina se había normalizado al día 30 de seguimiento. Cerca de la cuarta parte de los pacientes con obstrucción desarrollan alteraciones renales funcionales y estructurales, principalmente, tubulo-intersticiales. Como consecuencia, se encuentra fibrosis secundaria, mediada por el desequilibrio entre la síntesis de la matriz extracelular, su depósito y degradación (10). Nagle et al., en biopsias hechas a ratones, encontraron disminución significativa del espacio intersticial e incremento de las fibras de colágeno y de fibroblastos después de 7 días de obstrucción; posteriormente, en el día 16 documentaron el incremento en la densidad del tejido colágeno por depósito de colágeno tipo I, III y IV, de fibronectina y heparán sulfato; además, se adelgazó la membrana basal de los túbulos y se encontró atrofia acentuada de los mismos, asociada a importante infiltración de células inflamatorias que inducen la apoptosis (11). Se ha descrito el uso de múltiples tratamientos coadyuvantes para disminuir la progresión del daño renal después de la derivación; entre otros, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), los antagonistas de los receptores de la angiotensina, la L-arginina, el L-NAME (inhibidor de la ANDRÉS FELIPE CARDONA, JAVIER GARZÓN, ERIK BURGOS, LINA MARÍA ABENOZA, JORGE CORTÉS, PEDRO RAMOS producción de oxido nítrico), el cobre, el zinc y la N-acetil cisteína (12). A pesar de esto, la evidencia es débil y por el momento su utilización rutinaria no es recomendable. Lutaif et al., en 27 mujeres con cáncer avanzado de cuello uterino y uropatía obstructiva, encontraron que la edad y la disminución del grosor cortical renal medido por ecografía (<13 mm) se asociaban significativamente con la presencia de daño renal permanente después de la realización de la DPVU. En las biopsias renales de los pacientes con riesgo de insuficiencia renal crónica, hallaron una mayor cantidad de fibrosis intersticial, atrofia tubular y fibrosis focal glomerular (17). Nuestro estudio confirma la presencia de daño renal permanente en el grupo de pacientes mayores de 50 años y resalta la necesidad de practicar rápidamente la DPVU ante la evidencia de compromiso irreversible dependiente del tiempo de evolución de la obstrucción. Algunos han propuesto la administración concomitante de corticoides para disminuir el proceso inflamatorio local ya que parecen preservar, en parte, la función renal y permiten disminuir el tiempo de permanencia de la derivación. Sin embargo, esta intervención no se ha probado en ningún experimento clínico y su utilización no tiene por el momento suficiente sustento (19-21). En promedio, 13% de los pacientes con uropatía obstructiva presenta complicaciones relacionadas con la derivación percutánea de la vía urinaria. Se ha descrito la presencia de hematuria intermitente en 10% de las pacientes, dolor en 70%, hemorragia en 28%, infección recurrente en 22% y obstrucción, desplazamiento o salida accidental del catéter, hasta en 65% de los casos (4,9,14,16,22). En la serie de casos del INC, se encontró una proporción menor de sangrado posterior a la realización de la derivación (13,2%), respecto de los datos publicados en la literatura. Pese a lo anterior, 4 de los pacientes presentaron choque hemorrágico que requirió, en promedio, la administración de 4,6 unidades de glóbulos rojos empaquetados. Además, se encontró que 39 sujetos presentaron alteraciones hidroelectrolíticas después del procedimiento, en especial, hipopotasemia e hipomagnesemia (85% de los casos), que prolongaron el tiempo de hospitalización en promedio en 5 días, debido a la necesidad de realizar la corrección del trastorno antes de permitir la salida. El paciente con cáncer es un huésped inmunocomprometido que tiene un alto riesgo de desarrollar infecciones, debido a la alteración en los mecanismos orgánicos básicos para la adecuada defensa. Las principales modificaciones tienen relación con la disminución del recuento leucocitario y con cambios en la inmunidad humoral. Se han identificado algunos factores exógenos que favorecen la presentación de infecciones en los pacientes con neoplasias sólidas y hematológicas no controladas; principalmente, las intervenciones quirúrgicas radicales, la radioterapia y la administración de diferentes agentes antineoplásicos, que lesionan en gran medida las barreras anatómicas. De igual forma, la multirresistencia a los antibióticos, secundaria al uso inadecuado e irracional de los de amplio espectro en el ambiente hospitalario, la neutropenia, la morbilidad asociada y la desnutrición propia de los pacientes con cáncer. Estos factores sitúan a los sujetos con cáncer en una condición de alto riesgo para adquirir infecciones, en comparación con otros pacientes críticos sin neoplasia (23). Los microorganismos encontrados en este grupo de pacientes son similares a los encontrados en otros estudios de infección urinaria hospitalaria (24). Desde los años 60, se sabe que el principal mecanismo por el cual un germen accede a la vía urinaria en un paciente hospitalizado es a través de los catéteres vesicales (25). En nuestra serie, la baja frecuencia de Escherichia coli, con respecto a lo encontrado en las infecciones urinarias de la comunidad, y la alta frecuencia de Staphylococcus aureus muestran que las bacterias y los hongos son capaces de utilizar este medio para llegar a la vía urinaria. Si, además, el catéter permite el acceso directamente al tejido renal, esto explica las complicaciones encontradas. Once pacientes tuvieron abscesos intra o perirrenales que se diagnosticaron tardíamente, en promedio, 4,2 meses después de la derivación, y 9 sujetos presentaron infección del sitio de inserción. A pesar de documentarse infección superficial de la piel y de encontrarse descrita su implicación clínica y tratamiento en las historias de los pacientes, no se obtuvieron aislamientos microbiológicos de éstas. Otra vía importante de colonización de la vía urinaria fue a través de la presencia de fístulas entre otras cavidades. Se documentaron 147 episodios de infección urinaria REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 79 MORTALIDAD Y COMPLICACIONES ASOCIADAS A NEFROSTOMÍAS PERCUTÁNEAS EN PACIENTES CON CÁNCER DE CERVIX AVANZADO después de la realización de la DPVU, de los cuales, la mayoría fueron “teóricamente” adquiridos en la comunidad (66%). Sin embargo, se encontraron bacterias multirresistentes y hongos, lo cual refleja la alta tasa de utilización de antibióticos y la gran probabilidad de colonización por este tipo de bacterias. En el INC, 54,2% de las infecciones hospitalarias se diagnostican en mujeres y el segundo lugar lo ocupa la infección del tracto urinario. Sólo en el año 2002, se documentaron 204 episodios asociados, principalmente, a la presencia de neutropenia (28% de los casos), a la colocación de catéteres urinarios (73%), a la administración de quimioterapia (20%) y a la colocación de nefrostomías (3,4%). Además, 22% los pacientes con IVU nosocomial presentaron recurrencias (23). En nuestra serie, se encontraron 39 aislamientos de gérmenes Gram negativos inductores de betalactamasas de espectro extendido y todos los gérmenes multirresistentes, inclusive los Gram positivos, se encontraron en las pacientes con más de dos infecciones. Además, se encontró cerca de 15% de infecciones ocasionadas por bacterias de difícil tratamiento que incluyeron especies de Pseudomonas, Serratia, Enterobacter y Citrobacter que, en la mayoría de las ocasiones, pueden requerir de antibióticos de amplio espectro para su tratamiento, especialmente el uso de carbapenémicos (26). La mortalidad atribuible a la sepsis de origen urinario (37% de las pacientes) es alta y es superior inclusive a aquélla encontrada en pacientes ancianos que hacen bacteriemia a partir de un foco infeccioso urinario (27,28). Esto se puede explicar por la selección de las pacientes en estudio que tenían en su gran mayoría, neoplasias avanzadas en progresión. En contraste con otras series en las que se ha reportado la utilización de agentes antibióticos profilácticos hasta en 70% de las mujeres con derivación por vía percutánea, en este estudio sólo se encontró que 9,4% la recibió. Esta conducta puede explicarse por la baja eficacia para prevenir las infecciones ante la presencia permanente de las nefrostomías y por el riesgo que representa la selección de gérmenes resistentes en sujetos con alto riesgo de recurrencia y con largos períodos de hospitalización a partir de la DPVU. En 15,8% y 32% del tiempo de vida a partir de la DPVU, para los grupos A y B, respectivamente, se requirió manejo hospitalario; de éstos, en promedio, 20,3 días fueron para el tratamiento de los procesos infecciosos. 80 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 Un estudio previamente publicado informó que 84% de las pacientes con neoplasias pélvicas avanzadas logra una adecuada calidad de vida después de la derivación, con reducción de los síntomas asociados a la uremia, con adecuado control del dolor, mejoría de la capacidad cognitiva y suficiente independencia funcional para retornar al hogar por un periodo, al menos, de 2 meses (19). Sin embargo, es importante considerar que la mediana de supervivencia para las pacientes con cáncer recurrente de cuello uterino y uropatía obstructiva no supera los 7,6 meses en las series publicadas y que, en las pacientes con enfermedad metastásica que requieren DPVU, este periodo es de apenas 2 meses (2-4,14,19,24). En conclusión, se puede afirmar que en pacientes con enfermedad recurrente, a pesar de tener un buen estado funcional basal, la DPVU no es recomendable debido a la elevada proporción de complicaciones atribuibles, especialmente de origen infeccioso. En nuestra serie, la supervivencia de este grupo de pacientes fue similar a la reportada por otros estudios y la estancia hospitalaria atribuible fue mayor a 30% del total de vida restante. La correcta selección de las pacientes con uropatía obstructiva secundaria a cáncer avanzado de cuello uterino, candidatas para la realización de la DPVU, permite optimizar la calidad de vida al mejorar la función renal. Sin embargo, es importante valorar el riesgo-beneficio de la intervención. Referencias 1. Robles S, White F, Peruga A. Trends in cervical cancer mortality in the Americas. Bull Pan Am Health Org 1996;30:290-301. 2. OPS. Health in the Americas. Bull Pan Am Health Org 1998;1:171-3. 3. Schainuck LI, Striker GE, Cutler RE, Benditt EP. Structural-functional correlations in renal disease. The correlations. Hum Pathol 1970;1:631-41. 4. National Kidney, Urologic Diseases Advisory Board. The scope and impact of kidney and urologic diseases in long-range plan. NIH Publication #90-583 Washington, D.C. National Institutes of Health; 1990. p.7-35. 5. United States Renal Data System. Annual Data Report. II. Incidence and prevalence of ESRD. Am J Kidney Dis 1998;18(Suppl.2):S34-47. 6. Pastor AM. Nefrostomía percutánea. ¿Y ahora qué...? Enfermería Integral 2001;67:8-10. ANDRÉS FELIPE CARDONA, JAVIER GARZÓN, ERIK BURGOS, LINA MARÍA ABENOZA, JORGE CORTÉS, PEDRO RAMOS 7. Chan S, Robinson AC, Johnson RJ. 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REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):73-81 81 ENTEROCOLITIS NEUTROPENICA: REVISIÓN SISTEMÁTICA DE CASOS PUBLICADOS Artículos originales Enterocolitis neutropénica: revisión sistemática de casos publicados Systematic review of case reports concerning adults suffering from neutropenic enterocolitis Andrés Felipe Cardona1, Ludovic Reveiz2, Edgar Guillermo Ospina2, Alexandra Casasbuenas3, Diego Mauricio Aponte4, Pedro Ramos1 1 Grupo Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia 2 Grupo Colombiano de la Colaboración Cochrane 3 Departamento de Ginecología y Obstetricia, Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Hospital de San José, Bogotá, D.C., Colombia 4 Departamento de Gastroenterología y Endoscopia de Vías Digestivas, Clínica Reina Sofía, Bogotá, D.C., Colombia Este artículo se reproduce con autorización de la revista Clinical and Translational Oncology, y deberá citarse como sigue: Cardona AF, Reveiz L, Casasbuenas A, Aponte DM, Ramos PL. Systematic review of case reports concerning adults suffering from neutropenic enterocolitis. Clin Transl Oncol 2006;8(1):1-8. Resumen Introducción: La enterocolitis neutropenica (ECN) es una entidad clínico patológica bien reconocida que amenaza habitualmente la vida y se asocia con diversas neoplasias sólidas y hematológicas y con la anemia aplasica. Objetivo: Evaluar la mortalidad global de la ECN, describir los hallazgos clínicos más frecuentes y las intervenciones terapéuticas reportadas en la literatura medica, con la finalidad de generar hipótesis acerca de los factores que influyen sobre la mortalidad y en la realización de intervenciones quirúrgicas. Materiales y métodos: Se realizaron búsquedas avanzadas en las bases de datos Medline, Embase, Lilacs y en el motor general Google; además, se utilizaron como estrategias adicionales, búsquedas manuales en diversas revistas. Los reportes fueron considerados según la definición del caso teniendo en cuenta criterios específicos para inclusión y exclusión. Resultados: Se seleccionaron 228 casos; 109 fueron casos individuales y 40 reportes correspondieron a series de casos. La comparación de los datos obtenidos a partir de los reportes individuales y de las series de casos no reveló diferencias significativas respecto de la mortalidad, intervenciones quirúrgicas, edad y sexo. Se encontró una mortalidad mayor en las mujeres (χ2=7,51 p=0,006) comparadas con los hombres (50% vs. 28%). No se identificaron diferencias significativas entre las combinaciones de antibióticos respecto de la mortalidad (χ2=12,85 df 13 p=0,45). La mortalidad (χ2=3,89 df 1, p=0,049), las intervenciones quirúrgicas (χ2=7,64 df 1, p=0,006) y la duración de la diarrea (χ2=4,71 df 1, p=0,043) fueron significativamente diferentes en el 26,4% de los individuos que fueron tratados con antifúngicos; el 81% de los pacientes que no recibieron estos medicamentos murieron, en comparación con el 19% de los sujetos en que se reportó la utilización de antimicóticos. Correspondencia: Andrés Felipe Cardona, Grupo Oncologia Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Calle 1 No. 9-85, Bogotá, D.C., Colombia - Teléfono: (571)-3341111 (552) Correo electrónico: acardona@cancer.gov.co Recibido: 01/07/2005; aceptado: 12/08/2005 82 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 ANDRÉS FELIPE CARDONA, LUDOVIC REVEIZ, EDGAR GUILLERMO OSPINA, ALEXANDRA CASASBUENAS, DIEGO MAURICIO APONTE, PEDRO LUIS RAMOS Conclusión: La evidencia sugiere que los agentes antifúngicos deben ser usados tempranamente en los pacientes que padecen ECN. Sin embargo, esta hipótesis debe ser evaluada en experimentos clínicos multicentricos con asignación aleatoria. Palabras clave: Enterocolitis neutropénica, revisión sistemática, colitis, enterocolitis, necrotizante. Abstract Introduction: Neutropenic enterocolitis (NEC) is a well recognised clinical-pathological and life-threatening complication in patients suffering from several conditions, including solid and haematological malignancies or aplastic anaemia. Objective: This review was aimed at evaluating overall NEC mortality rate, describing clinical diagnostic findings and therapeutical interventions reported in the literature and generating a hypothesis regarding factors influencing mortality and surgical intervention. Materials and methods: An advanced search was made in Medline, Embase, Lilacs and Google. Additional strategies included manual search of specific journals. Reports were considered if they described case definition, inclusion and exclusion criteria. Results: 275 cases were selected; 109 were from individual data and 40 from grouped data. Comparing data between case reports and case series revealed no significant differences related to mortality, surgical intervention, sex or age. Higher mortality (χ2=7.51 p=0.006) was found in women (50%) compared to men (28%). No significant difference was found between antibiotic combinations and mortality (χ2=12.85 df 13 p=0.45). Mortality (χ2=3.89 df 1, p=0.049), surgical intervention (χ2=7.64 df 1, p=0.006) and duration of diarrhoea (χ2=4.71 df 1, p=0.043) were significantly different in 26.4% of individuals using antifungal agents; death occurred in 81% of patients who did not receive such medication compared to 19% individuals reported as being treated with antifungal agents. Conclusion: The current evidence suggests that antifungal agents should be used early in patients suffering from NEC. However, this hypothesis must be evaluated in multi-centric, randomised controlled trials. Key words: Enterocolitis, neutropenic, systematic review,colitis, necrotizing enterocolitis. Introduction Clinical signs and symptoms of acute abdominal pain are seen in up to 5% of all cancer patients undergoing cytostatic treatment. Neutropenic enterocolitis (NEC) is the most common gastrointestinal infection (up to 50%) related with neutropenia (1). The association between enteropathy and haematological disturbances was described by Cooke in 1933, who found submucous haemorrhage and appendiceal perforation in children suffering from leukaemia (2) The correlation of necrotising terminal ileum and colon lesions in patients suffering from neutropenia has become more commonly recognised since then. NEC, also referred to as typhlitis in the early 1970´s (from the Greek word typhlon, meaning cecum), is a clinico-pathological and life-threatening complication in patients suffering from haematological or solid malignancies or who are neutropenic for a variety of other reasons, such as aplastic anaemia or cyclic neutropenia (3,4). Rather than being a specific disease entity, NEC probably represents a syndrome of multiple pathological changes. This may explain the abundance of other terms such as ileocecal syndrome, necrotising enteropathy and necrotising colitis (5-7). Incidence varies between series and is probably increasing, mainly due to the greater use of multiagent, aggressive chemotherapeutic regimens for treating neoplastic diseases and the neutropenia which may occur following such treatment (8-14). Clinical presentation is usually characterised by non-specific symptoms, such as fever, abdominal pain, distension, vomiting and diarrhoea which may be bloody (9,15). Optimal treatment for NEC patients therefore remains controversial. The literature advocates a conservative approach, citing currently high morbidity and mortality rates (10-16). REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 83 ENTEROCOLITIS NEUTROPENICA: REVISIÓN SISTEMÁTICA DE CASOS PUBLICADOS This review’s aim was to evaluate overall NEC mortality rate, describe bacteriological and imaging findings, symptoms and therapeutical interventions reported in the literature and generate some hypothesis concerning the factors influencing mortality and surgical intervention. Materials and methods Literature search Ovid software was used for systematically screening the literature. Medline and Embase were searched from 1966 and 1974 respectively to March 30th 2004, using an advanced strategy including the following Mesh terms and text words: neutropenic colitis, neutropenic enterocolitis, typhlitis, cecitis, necrotising enterocolitis, ileocecal syndrome and acute ileocecal enterocolitis. This model consisted of a method for identifying individual-level patient data from NEC case-series and reports as being a complication of haematological and solid neoplasms or aplastic anaemia, excluding cases involving AIDS patients, those treated with immunosuppressive therapies for rheumatologic diseases, individuals treated with antithyroidal medications, patients undergoing solid organ transplantation or patients without cancer. Additional strategies for Lilacs and Google general search engine were used with the same criteria. the review if they described patients having less than 1,000/mm3 absolute neutrophil count, fever (temperature higher than 38°C) or hypothermia (temperature lower than 36°C), abdominal pain, diarrhoea and (where described) imagenological (i.e. thickening of the bowel wall, mucosal ulceration, loop abnormalities such as distension, ascites, pseudopolypoid changes of the cecal mucosa, pericolic fluid collection or mass, infiltration of the adjacent fascia planes and mural air) or histological findings compatible with enterocolitis. Reports described as pseudomembranous colitis or toxic megacolon in neutropenic patients having haematological or solid neoplasm and aplastic anaemia were considered in the review. If reports described more than one episode of neutropenic colitis in the same patient, then the first was selected. Case series were included if it was possible to obtain all the information required for performing overall mortality and risk-factor analysis. Article assessment Two of the authors (AFC and LR) independently reviewed each article to determine report eligibility; disagreements relating to inclusion or exclusion of some cases were resolved by consensus. Statistical analysis References, lists of review articles, chapters in books related to clinical oncology, haematology and infectious diseases were evaluated; the Journal of Clinical Oncology, Cancer, the American Journal of Roentgenlogy, the American Journal of Surgery and Archives of Surgery were searched by hand. The process included volumes published between 1970 and 1990. 79 cases found in the Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. (Bogotá, D.C., Colombia) between June 1992 and December 2003 was also included. The strategy was limited to reports in English, French, Spanish and Portuguese. Criteria for article and patient selection A priori selection criteria were determined for limiting articles to reports describing NEC’s clinical course in adults (aged over 16) having haematological or solid neoplasms and aplastic anaemia. Case series and individual reports were considered for 84 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 Data was independently collected by two reviewers using a standard form and analysed by using SPSS 11.0 software. Descriptive statistics were used for characterising patients. Differences between the groups were analysed by using χ2 test, Fisher’s exact test or the Mann-Whitney U test. A 5% level was considered significant. Results 275 cases were selected from the results of an extensive literature search (see references 17 to 108) yielding 578 references, 109 were from individual data and 40 from grouped data; 38% of the references could not be found due to restricted access to biomedical information on paper or in electronic format. The reports had been published fairly evenly over the time period with 50% of them being published ANDRÉS FELIPE CARDONA, LUDOVIC REVEIZ, EDGAR GUILLERMO OSPINA, ALEXANDRA CASASBUENAS, DIEGO MAURICIO APONTE, PEDRO LUIS RAMOS between 2000 and 2004, 28.5% in the 1990´s, 13% in the 1980´s and 8.5% during the 1970´s. Mortality differed in each decade, being higher for patients treated during the last 5 years (41%) and the 1970´s (78%). Overall NEC mortality was 38%. Median age was 43.5 in the 148 (53.7%) women and 38.5 (46.3%) in the 127 men; overall median age was 40. Patients were compared from the four largest case series (n>30) and individual reports regarding differences in mortality (p=0.47), distribution of gender (p=0.22), type of treatment (surgical or medical; p=0.27) and age (p=0.9 using Mann-Whitney U test) for evaluating similarity between single data reports and grouped data reports. Individual data analysis Patient characteristics Almost 80% of patients having NEC had haematological conditions; table 1 presented distribution of neoplasm in patients with NEC. Higher mortality (χ2=7.51 p=0.006) was found in women (50%) compared to men (28%), even after excluding women suffering from breast cancer (χ2=6.51 p=0.011). NEC was presented in 29% of the 69 patients where it was reported in the first cycle and 35% in the second cycle of chemotherapy. Mean duration for diarrhoea was 7.8 days (SD +/- 5.8), median interval debut for this symptom following chemotherapy was 9 days and median duration of neutropenia was 11 days (beginning at the moment of colitis diagnosis). Median neutrophil count at diagnosis was 200 and mean fever duration before presenting gastrointestinal symptoms was 5.47 days (SD +/- 3.44). Level and duration of neutropenia when disease was diagnosed did not influence mortality rate, number of days with diarrhoea and the need for surgical intervention. Fifty percent of patients received just cytosine arabinoside or in combination with other cytotoxic medications, 40.2% anthracyclines and 10.7% taxanes (mainly docetaxel, given as a single agent or in combination with vinorelbin). Mortality and surgical intervention did not differ with the use of these medications. Table 1. Distribution of neoplasm in patients with NEC. Frequency % Acute myeloid leukemia Pathological diagnosis 119 43.6 Acute lymphoblastic leukemia 48 17.5 Breast cancer 26 9.5 Aplastic anemia 20 7.3 Lymphomas 17 6.4 Chronic myeloid leukemia 12 4.4 Non-small cell lung cancer 9 3.3 Multiple myeloma 7 2.7 Colon cancer 4 1.7 Gastric cancer 2 0.7 Small cell lung cancer 2 0.7 Tongue cancer 1 0.4 Osteogenic sarcoma 1 0.4 Thyroid cancer 1 0.4 Hairy cell leukemia 1 0.4 Pontine glioma 1 0.4 Germ cell tumor 1 0.4 Adenocarcinoma of unknown primary site 1 0.4 Ovarian cancer 1 0.4 Soft tissue sarcoma 1 0.4 275 100.0 Total Vomiting, intestinal bleeding and mucositis were reported in 47%, 25% and 16% respectively; mucositis was statistically related to mortality (χ2=4.14 df=1; p=0.042). Nutritional status before onset of NEC was given in 52% of reports; 71% of them had a poor subjective evaluation. Intervention Reports showed that 56% of patients treated surgically died compared to 34.9% of those treated medically (χ2=6.12; df 1, p=0.013). The most frequent antibiotic treatments used in the 179 individual reports were beta-lactam combined with a betalactamase inhibitor having antipseudomonal activity (25.2%), followed by betalactam combined with betalactamase inhibitor having anti-pseudomonal activity and aminoglycoside (13.2%), just carbapenem (7%) and a combination of beta-lactam with no anti-pseudomonal activity plus REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 85 ENTEROCOLITIS NEUTROPENICA: REVISIÓN SISTEMÁTICA DE CASOS PUBLICADOS an aminoglycoside (5%). 30% of the reports had insufficient information. No significant difference was found between antibiotic combination and mortality (χ2=12.85 df 13, p=0.45). Mean time for antibiotic treatment was 12.56 (SD +/- 10), directly correlated with duration of neutropenia (Pearson correlation R=0.58, p=0.000). Reported patients who used metronidazol (45%) as complementary therapy did not reveal any significant difference in mortality (χ2=1.53 df 1, p=0.21) including surgically treated individuals. No differences were found when duration of diarrhoea (more or less than 6 days) was compared with using this antibiotic in the subgroup of patients who survived (p=0.20). The same results were obtained for vancomycin used in 31% of patients. Mortality (χ2=3.89 df 1, p=0.049) and surgical intervention (χ2=7.64 df 1, p=0.006) were significantly different in 26.4% of patients using antifungal agents. Death occurred in 81% of patients who did not receive such medication, compared to 19% of individuals reported as being treated with antifungal agents. However, no statistical differences were found between amphotericin B and fluconazole or when used in combination. Moreover, mortality rate was significantly lower in surgically treated patients that received antimicotics (Fisher’s exact test p=0.05). Survival also appeared to be increased in patients having negative blood cultures (χ2=4.66 df 1, p=0.031). Additionally, antifungal agents significantly reduced the duration of diarrhoea (χ2=4.71 df 1, p=0.043) but not the frequency of bloody stools. Significance related to mortality was maintained for the group of patients treated during the last decade (χ2=6.0 df 1, p=0.05). differences were found between isolated pathogens from blood or stool cultures compared to mortality. Table 2 presents microbiological isolations from blood cultures. Table 2. Microbiological isolations from blood cultures Frequency % Negative 57 51.4 Escherichia coli 14 12.6 Klebsiella pneumoniae 9 8.1 Staphylococcus aureus 7 6.3 Clostridium septicum 4 3.6 Pseudomonas aeruginosa 4 3.6 Clostridium perfringens 2 1.8 Clostridium sp. 2 1.8 Proteus mirabilis 1 0.9 Serratia ficaria 1 0.9 Enterococcus faecium 1 0.9 Enterobacter cloacae 1 0.9 Stenotrophomona maltophilia 1 0.9 Bergellela zoohelcum 1 0.9 Alcaligenes xilosoxidans 1 0.9 Serratia marcesens 1 0.9 Streptococcus sp. 2 1.8 Pseudomonas fluorescens putida 1 0.9 Candida sp. 1 0.9 111 100.0 Total Ninety-four stool cultures were reported; 59.6% were negative, 18.8% Gram negative, 11.7% anaerobes, 7.4% several Candida species and 3.2% Gram positive. Table 3 presented microbiological isolations from stool cultures. Radiological findings Growth stimulant factors did not influence mortality or the duration of diarrhoea in patients suffering from NEC. Mortality rates did not differ in the 22% of patients treated with total parenteral nutrition. Microbiological findings 51.4% of the 111 blood cultures reported were negative, 31.5% Gram negative, 9% Gram positive, 7.2% anaerobes and 0.9% Candida sp. No statistical 86 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 Abdominal plain radiography was only done in 18% of reported cases. Ultrasound of the abdomen was done in 32% cases, 75% of them were described as abnormal and main combined findings were the presence of bowel wall thickness plus distension and ascites in 44%, followed by bowel wall thickness plus dilatation in 16% of individuals. Ultrasound revealed intestinal wall thickening in 79% of evaluated patients. ANDRÉS FELIPE CARDONA, LUDOVIC REVEIZ, EDGAR GUILLERMO OSPINA, ALEXANDRA CASASBUENAS, DIEGO MAURICIO APONTE, PEDRO LUIS RAMOS Table 3. Microbiological isolations from stool cultures Frequency % Negative 57 59,6 Clostridium difficile 8 8,5 Escherichia coli 7 7,4 Pseudomonas aeruginosa 6 6,3 Candida albicans 5 5,3 Staphylococcus aureus 2 2,1 Clostridium sp. 2 2,1 Enterobacter cloacae 2 2,1 Bacteroides clostridiform 1 1,0 Serratia marcesens 1 1,0 Candida cruzei 1 1,0 Candida glabrata 1 1,0 Proteus mirabilis 1 1,0 Enterococcus sp. 1 1,0 Klebsiella oxytoca 1 1,0 Total 94 100,0 Abdominal scan was reported as abnormal in 39% of cases and revealed unusual wall thickness of the large or small intestine in 81% of them. Mean bowel wall thickness was 11.67 mm (SD +/- 3.44; range 5 to 20). The degree of mural thickening measured by abdominal scan was related to mortality. Death occurred in 80% of patients having wall thickness of more than 10 mm, compared to 20% of patients with bowel wall thickness less than 10 mm (χ2=4.18; df 1 p=0.013). The presence of wall thickness was associated with the need for a major abdominal surgical intervention (Fisher’s exact test p=0.043) and correlated with the duration of diarrhoea (Pearson correlation R=0.45, p=0.048). However, patients with mural thickening had not used antibiotics for a significantly longer period (p=0.061) or had a higher frequency of bloody stools (p=0.21). Reported CT scans described bowel distension in 42% of patients; the mean for this imaging finding was 8.31 cm (SD +/- 2.72); this abnormal condition was not associated with surgical intervention or higher mortality rates. Computed tomography scan also showed ascites and pneumatosis intestinalis in 21% and 14% of evaluated patients, respectively. Pathological findings Reports concerning pathological specimens were available in 58 cases, 45 obtained from surgically treated cases and 13 from autopsies. Macroscopically, the affected bowel was oedematous, hemorrhagic and thickened. Histopathological analysis revealed that 69.2% of patients had diffuse ischemic colitis, 17.3% cecal inflammation with transmural pneumatosis, 3.8% leukaemic infiltration, 3.8% diffuse ileitis, 1.9% were normal and 4% related to other conditions. Greater mortality was found among reports that described diffuse ischemic colitis (χ2=12.34 df=5, p=0.03). Discussion Case reports document unusual medical occurrences and can represent early evidence in identifying diseases, adverse effects and formulating hypotheses concerning possible risk factors. They are one of the most common studies published in medical journals (109). Systematic reviews of case reports cover a large number of subjects and are sensitive for detecting novelty, but they might have lesser specificity for medical decision-making (110,111). This study’ strength lay in a clearly defined comprehensive search and case definition using clear selection and exclusion criteria. This may have led to reduced misclassification of cases. This review included cases from many countries treated in several conditions. Particular comparison was used if individual reports differed from larger case series to evaluate whether authors of those cases reported severe symptoms, surgical intervention or death more frequently without finding any differences. Main findings NEC management is controversial. Treatment approaches have ranged from small case studies and recommendations have ranged from conservative management with supportive care to immediate surgical intervention, suggested in previous reports as being potentially advantageous treatment (3,10,25). Our study did not find evidence in favour of premature laparotomy; however, clear indications for surgery have been described, including bowel perforation, generalised peritonitis, continued bleeding REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 87 ENTEROCOLITIS NEUTROPENICA: REVISIÓN SISTEMÁTICA DE CASOS PUBLICADOS (despite corrected coagulopathy) and the presence of mass (3). Higher mortality in surgical patients may be explained by more severe compromise at the time of intervention. A recently published guide has suggested that patients suffering from NEC should be treated with systematic antibiotics started immediately after cultures have been taken, considering the expected pathogens. Empirical treatment should consist of an acylureidopenicillin in combination with a betalactamase inhibitor or a third- or fourth-generation cephalosporin in combination with an aminoglycoside and metronidazol or monotherapy with a carbapenem (1). However, previous meta-analysis designed to evaluate beta-lactam or beta-lactamaminoglycoside combination therapy in cancer patients with neutropaenia suggested an advantage for broad-spectrum beta-lactam monotherapy over beta-lactam-aminoglycoside combination therapy for febrile neutropaenia (112). This review did not find any differences associated with mortality rates between antibiotic combinations or in favour of using metronidazol or vancomicyn. However, empirical use of these medications must be considered on an individual basis, according to prevailing symptoms, signs and bacteriological findings. Fungal isolates (including Candida and Aspergillus sp.) were only found in 14% of NEC cases before death, compared to 53% of post-mortem cases (14). McCullough and MacDonald recently suggested that antifungal coverage must be added to initial antibiotic coverage if an NEC patient remains febrile after 72 hours. They recommended that earlier administration of antifungal drugs should be considered if risk factors for visceral infection are present (prolonged duration of neutropenia, prior evidence of fungemia and fungal colonisation) (113). Although more evidence is needed, antifungal agents appear to be beneficial for reducing mortality in 62%, surgical intervention in 33% and diarrhoea in 28% of cases and must therefore be considered by clinicians. We propose that antifungal treatment should be started earlier, even in patients having negative blood or stool cultures, with no prior evidence of systemic fungal infection and without considering the duration of neutropenia. 88 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):82-92 Additional measures (such as bowel rest and using gastric decompression) have been uniformly used in managing NEC patients during the last few decades. Such procedures are not evidence-based but are generally recommended when considering intolerance to feeding and gastrointestinal symptoms. No randomised controlled trial has evaluated the effectiveness of growth stimulant factors in treating NEC; our review shows no difference in selected outcomes. We are not able to explain the higher mortality rates in women. After excluding breast cancer patients, this difference was still maintained. Future studies should evaluate this finding. As previously suggested, wall thickening evaluated by CT scan could predict mortality; however, this study only evaluated abnormal tomography. Study limitations Cases of NEC reported in the literature may have special characteristics that differentiate them from unpublished cases; it is difficult to ensure that published cases represent the study population. Case series represent the largest and most complete percentage of patients over a defined period of time which we believe to be similar to the study population. Our study has evaluated potential bias by comparing four large series with individual case reports, no significant differences being found. Not all the information from the cases was available for analysis, thus leading to bias being reported. Misclassification of the exposure or intervention may have occurred and some reports may have omitted publishing the use of several medications or complementary interventions. Several authors may not have reported the administration of antifungal agents leading to changing the association in the suggested effect of such medication. However, the results show that this group of medications has a potential effect on controlling mortality rate. The use of hypothesis test may be controversial in this type of studies. Furthermore, many variables were collected and several types of statistical analysis were performed which may have led to random error. Nevertheless, positive associations (such as higher mortality in surgically treated patients, individuals with wall thickening greater than 10 mm or ANDRÉS FELIPE CARDONA, LUDOVIC REVEIZ, EDGAR GUILLERMO OSPINA, ALEXANDRA CASASBUENAS, DIEGO MAURICIO APONTE, PEDRO LUIS RAMOS the usefulness of antifungal agents) are sustained by biological plausibility. Implications for practice and research Current evidence suggests the early use of antifungal agents for reducing mortality, surgical intervention rates and duration of diarrhoea; however, different classes of antifungal medications must be evaluated for effectiveness and safety in multicentric randomised controlled trials. Other medications (such as metronidazol) used empirically in such patients, growth stimulant factors and different combinations of antibiotics or complementary interventions (such as parenteral nutrition) should also be evaluated. Funding: None. Competing interests: None declared. Acknowledgements We would like to thank Lucila Herrera, Lina Abenoza, Javier Garzón, Erik Burgos, Juan Felipe Combariza, Claudia Casas and Oscar Medina for assistance with data collection. References 1. Buchheidt D, Bohme A, Cornely OA, Fatkenheuer G, Fuhr HG, Heussel G et al. Diagnosis and treatment of documented infections in neutropenic patients. Recommendations of the Infectious Diseases Working Party (AGIHO) of the German Society of Hematology and Oncology (DGHO). Ann Hematol 2003;82(Suppl.2):S127-32. 2. Cooke JV. Acute leukaemia in children. JAMA 1933;101:432-435. 3. Williams N, Scott AND. Neutropenic colitis. a continuing surgical challenge. Br J Surg 1997;84:1200-5. 4. Hunter TB, Bjelland JC. 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SANDRA DÍAZ, MARION PIÑEROS, OSWALDO SÁNCHEZ Artículo de revisión Detección temprana del cáncer de mama: aspectos críticos para un programa de tamizaje organizado en Colombia Early detection of breast cancer: critical aspects for an organized screening programme in Colombia Sandra Díaz1, Marion Piñeros2, Oswaldo Sánchez3 1 Grupo Cirugía de Seno y Tejidos Blandos, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia 2 Grupo Área Salud Pública, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia 3 Grupo Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia Resumen El cáncer de mama es una de las principales causas de morbimortalidad por cáncer a nivel mundial. En Colombia, aunque la incidencia es baja en comparación con la de países como Estados Unidos, se perfila como un problema de salud pública que va en incremento, que amerita planear e introducir estrategias de detección temprana para su control en la población. El presente artículo revisa los principales aspectos que hay que tener en cuenta para instaurar un programa de tamizaje; se revisan los conceptos generales y los aspectos clave en el desarrollo de programas, se presenta un resumen de los estudios de eficacia realizados con la mamografía, el examen clínico y el autoexamen, y se hace una breve reseña de lo que ha pasado en nuestro país en relación con la detección temprana del cáncer de mama. En Colombia se debe hacer un gran esfuerzo para generar información del comportamiento de la enfermedad y de los servicios oncológicos relacionados; es necesario revisar la evidencia sobre costo-efectividad de los programas en otros países y se deben considerar otros aspectos críticos para orientar una decisión bien informada sobre lo que debe ser la detección temprana del cáncer de mama en el país. Palabras clave: Neoplasmas de la mama, diagnóstico temprano, Colombia, mamografía, autoexamen. Abstract Breast cancer is the leading cause of cancer around the world. In Colombia, although its incidence is considered low in comparison with developed countries like the United States of America, mortality and incidence figures show increases. As a public health problem, breast cancer has to be addressed with appropriate early detection strategies for its control. The present article reviews the main aspects to consider when establishing a screening program; the basic concepts are discussed, a summary of the evidence regarding efficacy of mammography, clinical breast examination and self-exam is presented, and a brief review of what has happened in our country in relation with the early detection of breast cancer. In Colombia, it is necessary to make a great effort to gather information of the disease pattern and the related health care Correspondencia: Sandra Díaz, Grupo de Cirugía de Seno y Tejidos Blandos, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Calle 1 # 9-85, Bogotá,D.C., Colombia - Teléfono: 571-3341111 (528) Correo electrónico: sdiazcasas@yahoo.com Recibido: 02/03/2005; aceptado: 12/08/2005 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 93 DETECCIÓN TEMPRANA DEL CÁNCER DE MAMA: ASPECTOS CRÍTICOS PARA UN PROGRAMA DE TAMIZAJE ORGANIZADO EN COLOMBIA aspects; it is necessary to review the evidence on cost-effectiveness of the programs in other countries and other critical aspects must be considered to orientate a well-informed decision about early breast cancer detection in the country. Key words: Breast neoplasms, early diagnosis, Colombia, mammography, self-examination. Introducción Según los datos de la International Agency for Research in Cancer (IARC), en el 2002, en el mundo, el cáncer de mama representó 22,8% de todos los cánceres en las mujeres, estimándose más de 1 millón de casos nuevos por año. En los países desarrollados, el cáncer de mama es muy superior en incidencia a los otros tipos de cáncer, mientras que, en los países menos desarrollados, la magnitud es variable. En Colombia, la tasa de incidencia estimada es de 30 por 100.000 mujeres, muy similar a la de cáncer de cuello uterino que es de 33 por 100.000 mujeres (1,2). En relación con la mortalidad por cáncer de mama, los avances en el tratamiento y en la instauración de programas organizados de tamizaje han mostrado una tendencia al descenso en muchos países industrializados, desde la década de los 80 (3); sin embargo, en muchos países en vías de desarrollo, y específicamente en países de Latinoamérica y el Caribe, se observa un patrón contrario con un incremento paulatino en la mortalidad, acompañado de razones de mortalidad/incidencia mayores que en los países desarrollados, lo que indica problemas en el tratamiento y en la implementación de estrategias de detección temprana (4). Las cifras absolutas de casos nuevos en los países desarrollados y en los países en vías de desarrollo contrastan con las cifras de mortalidad. Los casos nuevos al año se estiman en 636.128 y 514.072, y las muertes en el mismo periodo son de 189.765 y 220.648, respectivamente (1). En Colombia, la mortalidad por cáncer de mama muestra una clara tendencia al incremento en la última década (5). Para el año 2000, el cáncer de mama ocupó el tercer lugar como causa de muerte por cáncer entre mujeres (con 1.542 muertes registradas), después del cáncer de estómago y el de cuello uterino (6). La edad media de muerte de 57 años sugiere una edad muy temprana al inicio de la enfermedad, hallazgo que se presentó también en 94 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 una cohorte de pacientes con cáncer de mama que consultaron a un centro de atención especializado en Bogotá (7). La distribución geográfica de la mortalidad por cáncer de mama muestra un mayor riesgo en las capitales de los departamentos, lo que concuerda con una mayor capacidad diagnóstica, pero también con una mayor prevalencia de algunos de los factores de riesgo conocidos, como son el sedentarismo, un incremento en el índice de masa corporal, una menor fecundidad y un mayor uso de hormonas exógenas (8,9). En el país no se dispone de información sobre los estadios en que se diagnostica la enfermedad; los datos de las pacientes atendidas en 2004, en el Instituto Nacional de Cancerología (INC), muestran que alrededor de 64% de los casos nuevos llegan en estadios avanzados (II B y más) (10). Sin embargo, dado que se trata de una institución de referencia, estos datos no pueden extrapolarse al resto del país ni a Bogotá. La cohorte mencionada, que incluyó un perfil de usuarias muy distinto de las atendidas en el INC, mostró que 40% de las pacientes consultaba en estados avanzados (7). Siendo el cáncer de mama un problema de magnitud importante en el país y con una tendencia esperada al incremento, se requiere valorar una estrategia de detección temprana que permita disminuir la mortalidad por esta enfermedad. El presente artículo busca revisar algunos de los aspectos esenciales cuando se plantea desarrollar un programa de tamizaje; presenta parte de la evidencia y de la polémica existentes en torno a las pruebas de tamizaje más utilizadas para cáncer de mama y muestra información sobre la enfermedad en Colombia y las medidas de control que se han tomado, con el fin de situar al lector en la perspectiva de lo que se requiere discutir y conocer antes de decidir sobre la mejor estrategia de tamizaje de esta enfermedad. SANDRA DÍAZ, MARION PIÑEROS, OSWALDO SÁNCHEZ Conceptos esenciales relacionados con los programas de detección temprana La evidencia contundente en relación con la mayor supervivencia y la posibilidad de curación de los cánceres de mama cuando son diagnosticados y tratados tempranamente, sumada al creciente desarrollo de tecnologías de imágenes, han promovido ampliamente distintas estrategias para su detección temprana. A pesar de que en el sector de la salud existe una generalizada utilización de las palabras “detección temprana” y “tamizaje” se hace necesario partir de un concepto unificado con el objeto de evitar imprecisiones y poder avanzar en la discusión frente a las implicaciones de uno u otro, sus ventajas y sus limitaciones. La detección temprana se considera la identificación de una enfermedad, en este caso, del cáncer de mama, en un punto de su historia natural cuando puede ser tratado con técnicas que tienen el menor impacto físico y la mayor probabilidad de producir curación. Existen tres estrategias claramente definidas para la detección temprana en cáncer de mama: la detección temprana sin tamizaje, el tamizaje de oportunidad y el tamizaje organizado (11). subgrupo de población sospechosa deber someterse a una valoración posterior, que permita descartar o confirmar efectivamente la presencia de un cáncer de mama. Las estrategias de tamizaje pueden organizarse de diferente forma. El tamizaje de oportunidad se presenta cuando una mujer asintomática obtiene una prueba de tamizaje por fuera de un programa formal, lo cual puede facilitar el diagnóstico temprano de lesiones no palpables (11). A su vez, el tamizaje organizado es el establecimiento de un programa formal de tamizaje, en el que deben cumplirse los siguientes requerimientos, además de normas técnicas y administrativas que permitan su aplicación en condiciones óptimas (3,12,13): • Contar con una política explícita, • Definir la población que incluya categorías específicas de edad, • Definir las pruebas que se utilizarán y los intervalos de aplicación, • Establecer un equipo responsable de su implementación, La detección temprana sin tamizaje ocurre por una respuesta oportuna del personal de salud a signos clínicos detectados en un examen de rutina o a los síntomas expresados por las mujeres en el momento de consultar. Se pueden establecer programas de detección temprana sin tamizaje, basados en la educación oportuna y apropiada de la población y de los profesionales de la salud, con el fin de identificar signos y síntomas de alerta que permitan un diagnóstico en etapas tempranas de la enfermedad. Este tipo de programas requieren una menor cantidad de recursos y estarían indicados en países en los que el diagnóstico se hace mayoritariamente en estados avanzados (11). • Garantizar la oferta y la accesibilidad a instituciones de salud para el diagnóstico y el tratamiento oportunos, El tamizaje es una estrategia de salud pública que implica el uso de pruebas en individuos o poblaciones sin signos o síntomas de la enfermedad de interés, con el propósito de identificar a aquéllos con mayor probabilidad de presentar la condición. El • Definir una metodología de evaluación y seguimiento. • Implementar estrategias de inducción de la demanda, • Establecer un programa de aseguramiento de la calidad, • Contar con un sistema de información adecuado, • Detectar la ocurrencia de la enfermedad en la población, y Se considera que para que una enfermedad pueda ser objeto de detección temprana mediante REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 95 DETECCIÓN TEMPRANA DEL CÁNCER DE MAMA: ASPECTOS CRÍTICOS PARA UN PROGRAMA DE TAMIZAJE ORGANIZADO EN COLOMBIA tamizaje, se requiere contar con una “enfermedad adecuada”, una prueba adecuada y un programa adecuado (14). Es así como es indispensable analizar cuidadosamente los aspectos específicos relacionados, no solamente con la enfermedad y las pruebas utilizadas, sino también, con la organización de las actividades y del programa, para proceder a seleccionar las estrategias de tamizaje e implementarla en una población determinada. La enfermedad Hay algunas premisas conocidas en relación con las enfermedades que pueden ser objeto de tamizaje: la enfermedad debe representar un problema de salud pública, debe tener una fase preclínica detectable e intervenible con éxito y debe conocerse suficientemente su historia natural de tal manera que se pueda establecer el momento óptimo para la aplicación de la prueba (13). La información presentada anteriormente indica claramente que la primera premisa se cumple en el mundo y también en Colombia, siendo innegable que el cáncer de mama constituye un problema de salud pública. En cuanto a la segunda premisa, relacionada con la fase preclínica detectable, se ha suscitado controversia en torno a la detección de lesiones precursoras de cáncer de mama ya que, en muchos casos, mediante el tamizaje, se detectan lesiones invasivas asintomáticas, más que lesiones precursoras(13); sin embargo, es claro que la supervivencia muestra importantes variaciones de acuerdo con el estadio clínico en que se diagnostica el cáncer de mama, con mayor supervivencia en estadios tempranos que en estadios localmente avanzados o metastásticos (15). En relación con la historia natural del cáncer de mama también hay controversia y, de acuerdo con algunos autores, parece que se trata de un grupo de enfermedades heterogéneas, cuyo comportamiento, además, podría ser diferente en países desarrollados y no desarrollados de acuerdo con las cifras (3,9). El incremento en el diagnóstico de carcinoma in situ ductal desde la introducción de programas 96 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 de tamizaje con mamografía ha adquirido proporciones de gran magnitud: en uno de los estudios realizados (Edimburgo) el carcinoma in situ ductal pasó de tasas de 2,4 por 100.000 en 1973, a tasas de 30,7 por 100.000 en 1998 (16); en Estados Unidos, la proporción de los carcinomas in situ pasó de 3,6% en 1983 a 18% en 1999 (17). Se desconoce el porcentaje de los carcinomas in situ que evolucionarán a carcinomas invasores; algunos autores hablan de un incremento entre 8 y 11 veces (9); otros argumentan que la evolución podría durar entre 20 y 40 años (18). Es necesario evaluar cuidadosamente la morbilidad derivada como consecuencia de los tratamientos de cirugía y radioterapia en los carcinomas in situ, la cual puede ser considerable (19). Las pruebas y su validez Dado que el tamizaje implica la aplicación de pruebas a individuos sanos, es esencial contar con pruebas que sean seguras y aceptadas por la población. Aunque no se trata estos aspectos de manera exhaustiva, comprender las implicaciones de la interpretación de las pruebas en términos de su validez, adquiere particular relevancia puesto que en aquellas mujeres en las que la prueba tamiz resulte sospechosa se requiere necesariamente, aplicar unas pruebas diagnósticas confirmatorias. Las medidas relacionadas con la validez de una prueba son la sensibilidad, es decir, la capacidad de la prueba para detectar a los verdaderamente enfermos, y la especificidad, o sea, la capacidad de detectar los verdaderamente no enfermos (20). Si la prueba es muy sensible, se captarán mejor los enfermos, condición que es muy deseable para descartar la enfermedad objeto de un programa de tamizaje, pero implica un aumento de resultados falsos positivos que deben ser sometidos a pruebas posteriores para descartar su condición y, en consecuencia, un incremento en los costos del programa y la generación de ansiedad innecesaria en las pacientes sometidas a nuevos exámenes. Por el contrario, una prueba altamente específica implicará un número mayor de falsos negativos, lo que dará una falsa tranquilidad a las mujeres objeto del tamizaje. SANDRA DÍAZ, MARION PIÑEROS, OSWALDO SÁNCHEZ Otras medidas importantes que se deben tener en cuenta en las pruebas son el valor diagnóstico positivo y negativo. En el primer caso, se trata de la probabilidad de que alguien con un resultado positivo en la prueba esté efectivamente enfermo. Esta probabilidad es directamente proporcional a la prevalencia de la enfermedad en la población en la que se aplica la prueba (20). Además, para el caso del cáncer de mama, a medida que incrementa la edad, el valor pronóstico positivo de la mamografía también aumenta. Estrechamente relacionado con el valor pronóstico de la prueba y con la reducción absoluta del riesgo, está una medida estadística desarrollada recientemente: el número que es necesario tamizar para prevenir una muerte (21). Con resultados estadísticamente significativos, a partir de los resultados de los ensayos aleatorizados en tamizaje que se han efectuado en el mundo, se estima que para prevenir una muerte por cáncer de mama deben tamizarse alrededor de 695 mujeres entre los 60 y los 69 años (IC 474 -1699) durante 9 años y 1.532 mujeres entre los 50 y los 59 años (IC 985 - 4782) durante 8 años. Los resultados para mujeres entre 40 y 49 años) no son estadísticamente significativos y se reportan como 4.587 mujeres que es necesario tamizar (IC 2001- -6584) (21). Los resultados más recientes han estimado el número de mujeres por tamizar en 1.244 mujeres entre los 50 y los 69 años (IC 665 -2564) y 1.792 mujeres entre los 40 y los 49 años (IC 764 -10540) (22). En general, los intervalos de confianza en la mayoría de los estudios son muy amplios y cabría esperar que, en escenarios de baja incidencia, las cifras de mujeres que es necesario tamizar estuvieran en los límites superiores de los intervalos de confianza presentados. Las pruebas que se han utilizado para el tamizaje en cáncer de mama son el autoexamen, el examen clínico de la mama y la mamografía. La evidencia de su beneficio en términos de la reducción de la mortalidad se ha evaluado en ensayos de gran envergadura y es innegable que los resultados de algunos de esos ensayos han generado una controversia que, en situaciones específicas, no se ha resuelto. Autoexamen Mediante el autoexamen, la mujer examina sus propias mamas una vez al mes, utilizando para ello una técnica establecida (3,11). En relación con la eficacia del autoexamen, existen dos grandes estudios prospectivos aleatorizados en el mundo, realizados en Shanghai (23) y en San Petersburgo (24), en los cuales se comparó el autoexamen de la mama versus ninguna intervención. La población total de estos dos estudios fue de 388.535 mujeres, cuyas edades oscilaron entre los 40 y los 64 años. Un metaanálisis que incluyó estos dos estudios no mostró diferencia estadísticamente significativa en la mortalidad por cáncer de mama (RR=1,05, IC95% 0,90-1,24) (25). Además, se encontró que en las mujeres participantes se realizaron prácticamente el doble de biopsias con resultados benignos que en las no expuestas (3.406 versus 1.856) (25). Los resultados han llevado a concluir que esta técnica no puede recomendarse como única prueba para el tamizaje y que su uso estaría encaminado a la detección temprana sin tamizaje, a través de la educación a las mujeres. Examen clínico de la mama El examen clínico de la mama es el examen practicado por personal entrenado del área de la salud. Este examen también cuenta con especificaciones técnicas claras para su realización (3,26,27). En relación con la validez, el examen clínico de la mama tiene una sensibilidad de 54% y una especificidad de 94% (3,28). Como no existe ningún ensayo que permita establecer su eficacia al comparar el examen clínico de la mama contra ninguna intervención, se han evaluado la sensibilidad y la especificidad de esta prueba mediante cuatro estudios aleatorizados controlados que incluyen el examen clínico de la mama como prueba de tamizaje, combinado con la mamografía o como grupo control, pero cuyo objetivo primario fue evaluar la eficacia de la mamografía sobre la mortalidad por cáncer de mama. Estos cuatro estudios son el estudio llamado Health Insurance Plan (HIP), el estudio de Edimburgo y los dos estudios de Canadá (tabla 1) (3,28).. Los estudios HIP y de Edimburgo compararon la mamografía más el examen clínico de la mama por un lado, con ninguna intervención por otro. En el estudio HIP, la mayoría de los cánceres de mama se detectaron mediante el examen clínico de la mama (45%), mientras que en el estudio de Edimburgo el REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 97 DETECCIÓN TEMPRANA DEL CÁNCER DE MAMA: ASPECTOS CRÍTICOS PARA UN PROGRAMA DE TAMIZAJE ORGANIZADO EN COLOMBIA Tabla 1. Principales características y hallazgos de los ensayos clínicos aleatorizados para tamizaje en cáncer de mama Estudio Años Edad Número de cánceres detectados Detección por mamografía + examen Mamografía Examen clínico de la mama Población Intervención Reducción de la mortalidad (IC95%) 0,77(0,62-0,97) 132 22% 33% 45% HIP 19631966 40-64 60.696 Examen clínico de la mama + mamografía versus nada Edimburgo 19791988 45-64 44.288 Examen clínico de la mama + mamografía versus nada 0,82(0,61-1,11) 88 71% 26% 3% 50.430 Examen clínico de la mama + mamografía versus examen clínico de la mama 1,36(0,84-2,21) 255 36% 40% 24% 39.405 Examen clínico de la mama + mamografía versus examen clínico de la mama 0,97(0,62-1,52) 325 35% 53% 12% Canadá I Canadá II 19741981 19801988 40-49 50-59 Adaptada de IARC. Handbooks of Cancer Prevention Volume 7. International Agency for Research on Cancer. Breast Cancer Screening 2002. Lyon: IARC Press; 2002. 71% fue con la combinación de las dos pruebas. La reducción de la mortalidad, en el estudio HIP, fue de 23% (IC95% 0,62-0,97) y, en el de Edimburgo, fue de 18% (IC95% 0,61-1,11) (16,29). Los dos estudios de Canadá compararon la mamografía y el examen clínico con el examen clínico sólo; ninguno mostró una reducción significativa de la mortalidad por cáncer de mama. El estudio Canadá II se realizó en mujeres entre 50 y 59 años, y concluyó que la adición de la mamografía como tamizaje al examen clínico no tenía impacto en la mortalidad por cáncer de mama (RR=0,98, IC95% 0,73-1,31) (30). A una fecha determinada de corte, se habían encontrado 622 cánceres invasores de mama y 71 cánceres in situ en el brazo de mamografía y examen clínico, mientras que en el grupo de examen clínico sólo se encontraron 610 y 16, respectivamente. Los autores concluyeron que los resultados sugerían un claro beneficio del examen clínico de la mama (30). En el 2002 la IARC estableció que el examen clínico de la mama podría ser de particular importancia en países en donde los recursos sean insuficientes para la mamografía y en donde la enfermedad se presente en estadios avanzados en el momento del 98 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 diagnóstico. En estos países se necesita evidencia que permita decidir sobre la introducción de la mamografía o el examen clínico de la mama. Para esto se requiere la realización de ensayos clínicos aleatorizados que comparen el examen clínico de la mama versus ninguna intervención o el examen clínico versus la mamografía, según los recursos disponibles (3,31). Mamografía La mamografía es una técnica de radiología basada en los distintos grados de absorción de los rayos X por los diferentes componentes en los tejidos blandos de la mama. A pesar de que la dosis media absorbida por la glándula mamaria en cada placa es una dosis muy baja (1,0-1,5 mGy), cuyo riesgo se considera mínimo, la exposición a radiaciones ionizantes en dosis acumulativas y potencialmente carcinógenas es una preocupación constante de diversos autores (32-34). Se ha demostrado que, mediante la introducción de programas de control de calidad y el mejoramiento de los equipos se logra reducir de manera SANDRA DÍAZ, MARION PIÑEROS, OSWALDO SÁNCHEZ significativa (35) la dosis glandular promedio de la mamografía, razón por lo cual el control de calidad se torna en un componente indispensable a la hora de instaurar los programas de tamizaje. La sensibilidad de la mamografía como prueba de detección varía entre 68% y 90%, y la especificidad entre 90% y 95%, de acuerdo con los distintos estudios; el valor diagnóstico positivo es cercano a 12% (3). Existen diversos ensayos clínicos aleatorizados que evalúan el impacto de la mamografía en la mortalidad por cáncer de mama. De éstos, como se mencionó anteriormente, hay cuatro que incluyen el examen clínico de la mama (16,29,30). Los estudios que incluyeron únicamente la mamografía como prueba de tamizaje son los de Malmo, Koppaberg y Ostergotland (dos condados), Estocolmo, Goteborg y Finlandia (3,36). Algunos de estos estudios evaluaron la eficacia de la mamografía en mujeres de distintos grupos de edad y presentaron los resultados obtenidos entre los 40 años y los 49 años, y entre los 50 años y los 59 años. La suma de la población incluida entre 40 y 49 años fue de alrededor de 100.000 mujeres, con una disminución de la mortalidad de 19%; sin embargo, la disminución no fue estadísticamente significativa (IC95% 0,65-1,01) (3). Los estudios que incluyeron mujeres entre 50 y 59 años reclutaron cerca de 300.000 personas y en un análisis conjunto la reducción de la mortalidad fue de 25% (IC95% 0,67-0,85) para este grupo de edad (3). Un metaanálisis reciente que incluyó siete de los estudios de tamizaje con mamografía anteriormente mencionados evaluó su calidad con base en la asignación aleatoria de las mujeres, las exclusiones después de la aleatorización y la calidad en el seguimiento. La clasificación resultante estableció cinco de estos estudios como de mediana calidad, tres de pobre calidad y dos como defectuosos (37). Este metaanálisis generó enormes controversias pues concluyó que no había beneficio en la supervivencia por cáncer de mama con el tamizaje organizado con mamografía, con una mortalidad global a 13 años para los estudios de calidad intermedia de 1,00 (IC95% 0,96-1,05) y de 1,01 (IC95% 0,98-1,04) para los de pobre calidad. El riesgo relativo de la mortalidad por cáncer de mama a los 13 años de seguimiento en los estudios de calidad media fue de 1,33 (IC95% 0,92-1,92), mientras que en los de calidad pobre fue de 0,68 (IC 0,58-0,78) (37). Después de revisar la polémica, en su última revisión sobre el tema la IARC concluyó que existe evidencia suficiente para recomendar el tamizaje con mamografía en mujeres entre los 50 y los 59 años, evidencia limitada entre los 40 y 49 años y evidencia inadecuada en menores de 40 y años y en mayores de 70 años (3). Organización de las actividades para un programa de tamizaje Antes de pensar en los requisitos para instaurar un programa organizado de tamizaje, conviene concebirlo como un componente de una política de salud pública, en este caso, para el control del cáncer de mama. Un programa de salud responde a prioridades previamente definidas en planes más amplios o en las políticas, y desarrolla estrategias de intervención encaminadas explícitamente al logro de unos objetivos. A diferencia de los proyectos, que tienen una duración limitada, los programas se desarrollan de una manera relativamente estable y continua en el tiempo (38-40). La primera recomendación, hecha por expertos en el tema, es que el diseño y la evaluación de un programa de tamizaje sean condiciones inseparables; de hecho, se plantea que, en el proceso de planeación previo, debería existir como primer paso una serie de estudios evaluativos que permitieran decidir sobre la efectividad potencial del programa y sobre su costo-efectividad (41). Un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud en países latinoamericanos concluyó que los programas de tamizaje que se están implementando en estos países no cuentan con evidencia científica que las respalde (4). El contar con un análisis de costo-efectividad permitiría orientar la decisión de la conveniencia de llevar a cabo un programa organizado o un programa de oportunidad y, en segundo lugar, si el tamizaje sería con base en la población o sería un tamizaje selectivo orientado a grupos de alto riesgo. Desde la perspectiva de salud pública, es innegable que un REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 99 DETECCIÓN TEMPRANA DEL CÁNCER DE MAMA: ASPECTOS CRÍTICOS PARA UN PROGRAMA DE TAMIZAJE ORGANIZADO EN COLOMBIA programa organizado con base en la población que pueda ser planeado y evaluado en detalle puede tener efectos mayores que un programa de tamizaje espontáneo, en el que, a pesar de seleccionarlo por ser una alternativa menos costosa, no se pueden instaurar mecanismos para evitar la aplicación innecesaria y frecuente de pruebas de tamizaje, lo que puede incrementar los costos marginales. sea analizada periódicamente con el objeto de obtener indicadores básicos como son el porcentaje de rechazo de películas, el porcentaje de pacientes con anomalías en mamografías de tamizaje que requieren procedimientos avanzados, el porcentaje de casos detectados en estadios tempranos y otros indicadores que permitirán también hacer el seguimiento de los programas de tamizaje (42). Las edades de las mujeres incluídas en el tamizaje y los intervalos de tamizaje son otras consideraciones de trascendencia. El rango de edad que se seleccione para aplicar las pruebas de tamizaje depende de la variación en el riesgo por edades, de los cambios en el efecto protector del tamizaje con la edad y de los años-persona de vida salvada mediante el tamizaje (41). Además, debe introducirse un análisis de costos que incluya la prueba, las pruebas subsiguientes y los costos de un eventual tratamiento exagerado, y su comparación con la reducción que se obtendría realizando menos tratamientos en estados avanzados (13). En relación con la evaluación de eficacia, la principal medida de resultado es la mortalidad, que es recabada a partir de los sistemas de estadísticas vitales. Contar con registros de cáncer con base en la población es de gran utilidad para la evaluación y el seguimiento de programas de tamizaje, aunque también pueden realizarse estudios específicos con este objetivo. Sin embargo, si la prueba utilizada detecta lesiones precursoras y la disminución de la incidencia de cánceres invasores es una de las preocupaciones centrales del programa, la información para evaluar la eficacia se podrá recolectar únicamente a partir de registros con base en la población (43). Otras dimensiones que se deben tener en cuenta y que deben estar establecidas con anterioridad son la gerencia del programa, los requisitos técnicos y las facilidades para realizar la prueba seleccionada, los mecanismos de seguimiento y evaluación, el sistema de información y el sistema de control de calidad. Si el tamizaje incorpora la mamografía, el programa de garantía de calidad contempla factores técnicos que involucran aspectos locativos y físicos de las instalaciones y de los equipos, aspectos propios del proceso de toma de mamografía, el mantenimiento preventivo, la calibración de los equipos y una evaluación continua de los aspectos físicos y de aplicación de programas de educación continuada, cuya práctica permite disminuir la existencia de errores que limiten la interpretación de las imágenes y disminuyan la exposición a las radiaciones ionizantes (42). Estrechamente relacionado con la capacitación, está el número mínimo de mamografías que debería interpretar un radiólogo, cuyo estándar oscila entre 500 y 5.000 mamografías anuales (3). Un aspecto esencial que permite controlar aspectos de la implementación de un programa de control de calidad y, además, identificar fallas antes de su implementación, es la existencia de un sistema de registro completo y actualizado cuya información 100 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 Finalmente, cualquier programa organizado debe prever cómo se hará la invitación de las mujeres para que participen y, en lo posible, contar con la diferenciación entre la población invitada efectivamente a participar, la población invitada asistente y la invitada no asistente. La aceptabilidad de un programa y de una prueba está íntimamente relacionada con el hecho de contar con un consentimiento informado, en el que la mujer conozca los propósitos, los riesgos y los beneficios de la prueba utilizada. No se conocen estudios relacionados con este aspecto en Colombia, pero datos de países desarrollados, con experiencia en programas masivos de tamizaje para cáncer de mama como Estados Unidos e Inglaterra, muestran que 70% de las mujeres considera que mediante el tamizaje se reducen las muertes por cáncer de mama (44). Colombia: ¿detección temprana, tamizaje organizado o tamizaje de oportunidad? Se puede afirmar que, en Colombia, históricamente el cáncer de mama no ha ocupado hasta ahora un renglón muy importante en los programas de prevención y las actividades desarrolladas al respecto SANDRA DÍAZ, MARION PIÑEROS, OSWALDO SÁNCHEZ son escasas. Con la reforma de la Ley 100, se incluyó como una enfermedad de interés en salud pública y, por lo tanto, se consideró su detección temprana en el desarrollo de las normas técnicas en la Resolución 412 de 2000 (45). En ese documento nunca se definió claramente si el país adoptaba un programa de tamizaje organizado, un tamizaje de oportunidad o la detección temprana sin tamizaje. A pesar de haber definido un grupo de población, no se definió un rango superior de edad y además la población objeto se limitó a la del régimen contributivo y subsidiado y dejó por fuera las mujeres de la población no afiliada. La Resolución 412 define la atención para la detección temprana como “la realización de una mamografía de cuatro proyecciones cada dos años a partir de los cincuenta años que permita identificar oportunamente, masas en el seno sugestivas de lesión maligna y que hacen pertinente la confirmación diagnóstica y el tratamiento correspondiente”. Llama la atención que, existiendo diversas estrategias para la detección temprana, no se hubieran desarrollado en esta norma componentes para la detección temprana sin tamizaje, máxime si se tiene en cuenta que 75% de los cánceres de mama en países desarrollados se diagnostican a partir de síntomas (46) y cabría pensar en un porcentaje incluso mayor en nuestro medio. Concientes de la necesidad de la educación de las mujeres y los profesionales de la salud, en 1997, el INC publicó una cartilla educativa y elaboró un video sobre el correcto examen clínico de la mama (47). Sin embargo, hay que reconocerlo, estas acciones tampoco estuvieron enmarcadas dentro de un programa. En la Resolución 3384, complementaria a la Resolución 412 y expedida varios meses después, y bajo el considerando de preservar el equilibrio financiero del sistema, se establecieron unas metas de obligatorio cumplimiento por parte de las empresas promotoras y de las aseguradoras del régimen subsidiado para las actividades contempladas en la Resolución 412. En el caso de la detección temprana del cáncer de mama, el cumplimiento se situó en 20% para el régimen contributivo y en 0% para el régimen subsidiado (48). Con una estimación promedio de afiliación al régimen contributivo de 30% (49) de la población colombiana, la cobertura mínima exigida de las actividades para la detección temprana del cáncer de mama estaría en 6% de la población; en mujeres del régimen subsidiado, su realización estaría sujeta a la voluntad de cada aseguradora y el resto de la población que quisiera acceder tendría que pagarla de forma particular o por estar cubiertas adicionalmente por una póliza privada. Con este panorama, podríamos resumir que en nuestro país se estableció una norma que pretendió un tamizaje organizado pero, al establecer metas de cumplimiento tan bajas, obligó de cierta manera a que fuera un tamizaje de oportunidad, sin enfocarse en la población de mayor riesgo sino en la población cubierta por el sistema de salud. En ninguno de los dos escenarios se establecieron los lineamientos de un programa como tal. Conclusiones Una vez revisada la complejidad que tiene instaurar un programa organizado de tamizaje, puede afirmarse que Colombia se encuentra ante una encrucijada en relación con la selección de la mejor alternativa para la detección temprana del cáncer de mama, decisión en la que deben sopesarse cuidadosamente los aspectos concernientes a un programa, a la enfermedad y a las pruebas que han sido expuestos. A pesar de la responsabilidad fraccionada en las actividades de detección temprana que tienen hoy en día los distintos niveles territoriales y los distintos actores del Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS), es imprescindible retomar por parte de cada uno de los actores el concepto de programa de salud pública, como se ha definido en párrafos anteriores. Difícilmente se obtendrán logros sin incorporar este concepto al quehacer diario de las actividades de prevención de la enfermedad; esto debe reflejarse también en la normativa correspondiente. Se debe tomar una decisión basada en datos sobre el comportamiento de la enfermedad, en información sobre los servicios oncológicos relacionados, en una priorización de los problemas de salud de las regiones y en un análisis de costo-efectividad de distintas estrategias. En este último punto no se ha avanzado, a pesar de haberse argumentado el REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 101 DETECCIÓN TEMPRANA DEL CÁNCER DE MAMA: ASPECTOS CRÍTICOS PARA UN PROGRAMA DE TAMIZAJE ORGANIZADO EN COLOMBIA equilibrio financiero del sistema como uno de los problemas para no implementar un tamizaje organizado de cobertura universal (48). La información sobre el cáncer de mama con que cuenta el país evidencia grandes diferencias en el riesgo de muerte según el lugar de residencia habitual, con un mayor incremento en las ciudades (8). No se tiene información sobre muchos aspectos cruciales para implementar un programa, como son el acceso y la disponibilidad de servicios diagnósticos y de tratamiento integral, la aceptabilidad por parte de las mujeres y el estado de las lesiones al consultar, por mencionar solamente unas pocas. Siendo un país de grandes contrastes, cabría esperarse también una importante diversidad de escenarios en relación con los aspectos mencionados, lo que conlleva a pensar que, eventualmente, deben considerarse estrategias diferenciales para la detección temprana (sin tamizaje, con tamizaje organizado o con tamizaje de oportunidad) de acuerdo con las regiones y los riesgos. Una propuesta diferencial podría implicar contradicciones en el principio de equidad del SGSSS; sin embargo, este principio ya se encuentra claramente afectado desde la misma Resolución 412 y aún más desde la Resolución 3384. En relación con las pruebas para tamizaje en cáncer de mama, la mamografía ha mostrado disminución de la mortalidad en mujeres entre los 50 y los 69 años; es necesario tener en cuenta que la efectividad es diferente en los ensayos en comparación con los programas reales y pueden encontrarse diferencias en la reducción de 25% versus 10%, respectivamente (3,50). No se pueden recomendar como pruebas únicas el autoexamen ni el examen clínico de la mama, ya que la primera no mostró ningún impacto en la mortalidad y la segunda no ha sido evaluada frente a ninguna intervención en ensayos clínicos aleatorizados (2,31,50). Lo que podría ser cierto es que la combinación de las tres ayudaría al diagnóstico precoz del cáncer de mama. Dado que no existe ningún ensayo clínico que evalúe la eficacia del examen clínico esta prueba no se puede recomendar como única intervención en programas de tamizaje. Sin embargo, sí puede 102 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 ser útil como estrategia en programas de detección temprana (3,13,31). Si el país o una región deciden utilizar la mamografía como método de tamizaje, bien sea de oportunidad u organizado, debe necesariamente contar con estrictas normas para el control de calidad, pues se trata de un examen que expone a la mujer a los riesgos de la radiación ionizante, un agente cancerígeno. En este sentido, es innegable que a Colombia le falta aún un trecho muy importante por recorrer y se requiere evaluar la factibilidad de cumplir con los criterios de control de calidad. Si la información sobre las razones de mortalidad/incidencia indica problemas en el tratamiento del cáncer de mama, éstos deben ser solucionados antes de pasar a etapas posteriores con tamizaje organizado (4). Estos hallazgos y recomendaciones están en consonancia con las del consenso de Seattle sobre detección temprana del cáncer de mama en países en vías de desarrollo, en el cual se sugieren los siguientes pasos en países con medianos recursos (51): • Establecer un programa de control del cáncer, empezando en un área de demostración con una tecnología apropiada. • Promover en las mujeres la búsqueda de atención en salud. • Desarrollar la infraestructura para diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama, dando prioridad a los tumores tempranos que son los que tienen mayor probabilidad de curación. • Realizar esfuerzos para la detección temprana sin tamizaje a través de programas de educación y estrategias de salud pública costo-efectivas. • Promover el tamizaje por mamografía en mujeres asintomáticas con factores de riesgo predefinidos para desarrollar la enfermedad y en regiones donde la incidencia lo justifique. • Cuando los recursos lo permitan, pasar de la detección temprana al tamizaje organizado con mamografía. SANDRA DÍAZ, MARION PIÑEROS, OSWALDO SÁNCHEZ El cáncer de mama es un problema de salud pública en nuestro país y por esa razón convendría acatar estas recomendaciones y encaminar inicialmente los esfuerzos hacia la detección temprana, a través de programas de educación a la población y a los profesionales de la salud, incluyendo el autoexamen, el examen clínico de la mama y el tamizaje de oportunidad con mamografía. Al superar la etapa de la detección temprana sin tamizaje y en el momento de contar con adecuados sistemas de información y un buen control de calidad, se debe pasar al tamizaje organizado con mamografía implementado por pasos, bien sea en grupos específicos de edad o por regiones con alta incidencia de cáncer de mama, de acuerdo con el comportamiento de la enfermedad. Aunque toda la discusión presentada se ha centrado en los programas de tamizaje desde la perspectiva del sector salud, si se revisan los resultados de los programas de tamizaje para cáncer de cuello uterino en Latinoamérica y en otros países, es posible afirmar que para que estos programas tengan impacto real sobre la mortalidad se requiere no sólo de un método y de un programa, sino también de condiciones y acciones desde otros sectores y espacios (52). Es así como seguramente interviene un sinnúmero de factores que van mucho más allá del sector salud para que las tendencias en la mortalidad por cáncer de estómago muestren un descenso sin que se hayan trabajado programas para su detección temprana (5) y, por el contrario, no es fácil comprender porqué tras años de esfuerzos por organizar actividades para la detección temprana del cáncer de cuello uterino, la mortalidad por este cáncer no muestra una clara tendencia a la reducción. Sin información y recopilación de evidencias, difícilmente podremos instaurar un programa de detección temprana para el cáncer de mama y mucho menos podremos afirmar en un futuro cuáles pudieron haber sido los factores que lo llevaron al éxito o al fracaso. Agradecimientos Los autores quieren expresar un agradecimiento especial a Natascha Ortiz, del Grupo de Investigación Clínica del Instituto nacional de Cancerología, y a los integrantes del Grupo de Revisión Crítica de la Literatura que participaron en el proceso de elaboración de la guía sobre tamizaje de cáncer de mama en Colombia. Referencias 1. Ferlay J, Bray F, Pisani P, Parkin DM. GLOBOCAN 2002 Cancer Incidence, Mortality and Prevalence Worldwide. IARC Cancer Base No. 5, version 2.0 IARC Press, Lyon 2004. 2. Piñeros M, Murillo R. Incidencia del cáncer en Colombia: importancia de las fuentes de información en la obtención de cifras estimativas. Rev Colomb Cancerol 2004;8:5-14. 3. IARC Handbooks of Cancer Prevention Volume 7. 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REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):93-105 105 INFILTRADOS PULMONARES EN LOS PACIENTES CON CÁNCER: ENFOQUE EN URGENCIAS Seminarios en urgencias oncológicas Infiltrados pulmonares en los pacientes con cáncer: enfoque en urgencias Pulmonary infiltrates in cancer patients: a practical focus for the emergency service Mauricio Luján1 1 Grupo Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia Resumen Los infiltrados pulmonares en los pacientes con cáncer o en aquéllos en tratamiento con trasplante de médula ósea se asocian con una importante morbimortalidad. La causa principal es infecciosa hasta en 75% de los pacientes, y el pronóstico está directamente relacionado con el tiempo en que se inicie el manejo antibiótico. Se realiza una breve revisión narrativa de los principales aspectos epidemiológicos, fisiopatológicos, clínicos, pronósticos y terapéuticos de los infiltrados pulmonares en pacientes con cáncer, haciendo un énfasis especial en el manejo empírico y en la decisión del abordaje diagnóstico en el servicio de urgencias. Palabras clave: Neutropenia, complicaciones, infecciones bacterianas, neoplasmas, neuropatías. Abstract A variety of etiologies may produce pulmonary infiltrates in a patient with cancer. Infectious etiologies, of an ever-increasing number, are always of paramount concern due to their high mortality and morbidity in this population. Patients may be rendered immunosuppressed for prolonged periods of time and therefore are highly susceptible to infection. This is an overview of the many causes of pulmonary infiltrates in the cancer patient and an approach to diagnosis and treatment in emergency department. Key words: Neutropenia, complications, bacterial infections, neoplasms, lung diseases. Correspondencia: Mauricio Luján, Grupo de Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Calle 1ª No. 9-85, piso 2, edificio de consulta Bogotá, D.C., Colombia -Teléfono: 571-3341111 (552) Correo electrónico: mlpcorreo@yahoo.com Recibido: 04/05/2005; aceptado: 12/08/2005 106 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 MAURICIO LUJÁN Introducción Los infiltrados pulmonares en los pacientes con cáncer y en aquéllos tratados con transplante de médula ósea se asocian con una importante morbimortalidad, particularmente en quienes requieren soporte ventilatorio (mortalidad superior al 90%) (1-3). Las infecciones, especialmente las del tracto respiratorio inferior, constituyen una de las primeras causas de morbimortalidad de los pacientes inmunodeprimidos y diversos estudios demuestran que son la principal causa de aparición de infiltrados pulmonares nuevos en este tipo de población (4,5). No obstante, hay que tener en cuenta que existen causas no infecciosas que producen infiltrados, clínica y radiográficamente indiferenciables de los producidos por los procesos infecciosos, y que pueden desarrollarse sobre lesiones pulmonares preexistentes de origen neoplásico o ser producidas por los antineoplásicos o la radioterapia (6-9). La existencia de un arsenal terapéutico eficaz frente a la mayoría de los organismos productores de neumonía en los pacientes inmunodeprimidos y la evolución rápidamente fatal de los casos tratados inadecuadamente, hacen necesaria la puesta a punto de procedimientos de diagnóstico etiológico rápidos, sensibles y específicos que permitan la instauración del tratamiento adecuado y eviten los riesgos derivados de un tratamiento empírico inapropiado (10). Para efectuar el diagnóstico diferencial de un infiltrado pulmonar, se debe disponer de información sobre la enfermedad de base y el tipo del infiltrado, así como sobre las características evolutivas del proceso. Sólo de este modo se podrá plantear la hipótesis etiológica más plausible e introducir los procedimientos diagnósticos más adecuados, según el catálogo de pruebas del laboratorio (11). A continuación se realiza una breve revisión narrativa de los principales aspectos asociados al diagnóstico y el tratamiento de los infiltrados pulmonares en el paciente con cáncer, haciendo especial énfasis en el enfoque de urgencias. Clasificación Los infiltrados pulmonares en los pacientes con cáncer deben clasificarse, inicialmente, como infecciosos o no infecciosos. Los procesos infecciosos dan cuenta de 50% a 75% de los casos. En la tabla 1 se muestra una clasificación básica de los infiltrados pulmonares (2,12,13). La exploración por imagenología permite, en el caso de los pacientes con sospecha clínica de neumonía, confirmar la hipótesis diagnóstica, establecer la extensión del proceso y, en algunos casos, puede sugerir una determinada causa infecciosa; también, permite efectuar el seguimiento y detectar la aparición de complicaciones. No obstante, es importante tener en cuenta que la observación de un patrón radiográfico pulmonar compatible con neumonía no siempre es indicativa de un origen infeccioso (7). Tabla 1. Clasificación de infiltrados pulmonares en pacientes con cáncer Infecciosos No infecciosos Iatrogénicos Quimioterapia Radioterapia Relacionados con el tumor Recurrencia Progresión Presentación Edema pulmonar Cardiogénico No cardiogénico Mixtos En una serie de 200 pacientes prospectivamente estudiados después del trasplante de medula ósea con neoplasias hematológicas o que recibieron esteroides o inmunosupresores, se obtuvo un diagnóstico etiológico en 81% de los casos; la etiología infecciosa correspondió a 77% y la no infecciosa a 23% (12). El espectro etiológico de los infiltrados pulmonares que se observan en los pacientes inmunodeprimidos es amplio e incluye, además de causas no infecciosas, a los patógenos respiratorios productores de procesos neumónicos en la población inmunocompetente junto con organismos de baja o nula virulencia, que se comportan como patógenos oportunistas (14). Frecuentemente, estos procesos tienen un origen hospitalario, aunque algunos casos pueden ser adquiridos en la comunidad y otros se producen como consecuencia de la reactivación de un foco latente. El espectro etiológico de los infiltrados de los pacientes neutropénicos es diferente al de aquéllos con inmunodeficiencia celular ya que en los primeros es común la infección por bacterias, mientras que los REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 107 INFILTRADOS PULMONARES EN LOS PACIENTES CON CÁNCER: ENFOQUE EN URGENCIAS segundos tienen mayor predisposición a desarrollar neumonía por Herpesviridae (por ejemplo, citomegalovirus) y por Pneumocystis (15-18). Diagnóstico diferencial Una gran variedad de agentes etiológicos puede producir infiltrados pulmonares en pacientes con cáncer. En la serie anteriormente descrita, las causas infecciosas fueron bacterianas en 24%, micóticas en 17% y virales en 10% (12). Los infiltrados secundarios a infección pueden ser focales o difusos. Los focales representan un proceso bacteriano hasta en 70% de los casos y sólo requieren procesos invasivos cuando no responden a la terapia antimicrobiana (17). Los infiltrados pulmonares que se presentan tempranamente en el paciente neutropénico deben ser considerados bacterianos (cocos Gram positivos o bacilos Gram negativos). La neumonía con bacteriemia por bacilos Gram negativos en estos pacientes tiene una alta mortalidad durante las primeras 48 horas; por eso, estos pacientes deben ser tratados agresivamente con antibióticos de amplio espectro, principalmente con cubrimiento para Pseudomonas (16). La presentación de los infiltrados puede ser variable, con derrame pleural o, incluso, normal en las fases tempranas. Otra causa que se debe tener en cuenta es la neumonía posobstructiva en pacientes con tumores sólidos, la cual puede cursar con falla respiratoria y choque (7). Es importante anotar que, en fases tempranas, las radiografías de tórax pueden ser normales, por lo que la tomografía provee una mayor utilidad y estaría recomendada en pacientes con alto riesgo de infecciones pulmonares complicadas (15). Las infecciones micóticas aparecen en pacientes con neutropenias prolongadas o en aquéllos que reciben corticosteroides. El más frecuente es el Aspergillus que representa entre 30% y 60% de los casos; estos pacientes pueden tener radiografías normales, aunque en la tomografia es posible evidenciar nódulos subpleurales con cavidades o sin ellas (13). Los pacientes con neutropenia grave con una duración mayor de 10 días, que desarrollen fiebre e infiltrados pulmonares, son de alto riesgo de falla al tratamiento y muerte por infección bajo 108 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 el tratamiento antibiótico convencional; el inicio temprano de antimicóticos activos contra Aspergillus ha demostrado mejorar el pronóstico en estos casos (9). La mortalidad en pacientes con trasplante de médula ósea puede llegar a ser hasta de 95%, a pesar del tratamiento, el cual debe instaurarse tempranamente con anfotericina B a dosis de 1 a 1,5 mg/kg al día (8). Otras micosis invasivas, como Candida, Fusarium, Criptococcus e Histoplasma, se han reportado con menor frecuencia. Todos estos agentes pueden infectar el pulmón y producir infiltrados pulmonares inespecíficos. El diagnóstico definitivo se hace en la biopsia pulmonar, al demostrar invasión tisular por el agente (10). Los pacientes con cáncer que estén recibiendo esteroides o tengan supresión de la inmunidad celular tienen un riesgo mayor de desarrollar tuberculosis pulmonar o diseminación extrapulmonar, por primoinfección o, principalmente, por reactivación de un proceso latente (14). La evaluación y la instauración del tratamiento deben ser rápidas. La observación de bacilos ácido-alcohol resistentes en el esputo se debe interpretar como tuberculosis hasta que se demuestre lo contrario y debe ser seguida por el inicio del tratamiento (16). Los infiltrados difusos representan infección en 75% de los casos y los pacientes con esta presentación tienen una mortalidad cercana a 50%(13). El diagnóstico diferencial incluye Pneumocystis girovecci (9). En vista de la alta mortalidad, se debe considerar una fibrobroncoscopia temprana, con la finalidad de orientar una mejor terapia (11). La infección por P. girovecci se ve más comúnmente en pacientes con leucemia linfoide aguda, luego del trasplante de medula ósea y con tumores sólidos que reciben esteroides a altas dosis para metástasis cerebrales o espinales (14). Inicialmente, las radiografías pueden ser normales, pero luego progresan a infiltrados intersticiales bilaterales que se extienden hacia la periferia (7). El diagnóstico se logra al demostrar el organismo por tinciones especiales en el esputo, el lavado broncoalveolar o la biopsia pulmonar; el medicamento de elección es el trimetoprim-sulfa, administrado por 21 días y asociado con esteroides en pacientes con PaO2 menores de 70 mm Hg (13). MAURICIO LUJÁN Entre las causas virales, la más frecuente en pacientes con cáncer es la infección por citomegalovirus. Ésta se encuentra, principalmente, en pacientes con transplante de medula ósea, entre el primero y el sexto mes, y se caracteriza usualmente por presentar infiltrados intersticiales difusos. El diagnóstico es difícil de establecerse y se hace por los hallazgos de la biopsia pulmonar o por estudios indirectos como el PP65; el medicamento de elección es el ganciclovir (9-15). La injuria iatrogénica es más común como resultado de la quimioterapia o de la radioterapia y, con frecuencia, es subestimada en estos pacientes. Los agentes más frecuentemente relacionados son la bleomicina, el carmustine y la mitomicina. Estos pacientes pueden presentarse con fiebre asociada a infiltrados difusos, indistinguibles de los de una infección por P. girovecci, en su fase aguda, o presentarse tardíamente, incluso años después, con procesos fibróticos pulmonares. No existen hallazgos patognomónicos asociados con la lesión por medicamentos y en todos estos casos deben llevarse a cabo procedimientos invasivos con el fin de excluir otras causas (15). La radioterapia se utiliza para tratar diversas neoplasias intratorácicas y de la pared torácica. Pueden presentarse diversos cambios después de la radioterapia en el tórax y las alteraciones radiológicas son comunes (10). La neumonitis sintomática se ve en menos de 10% de los pacientes y se presenta, clásicamente, 2 a 4 meses después de la radiación; sin embargo, se ha visto desde las 2 semanas hasta los 6 meses después de finalizar el tratamiento (8). Inicialmente, los infiltrados se presentan como parches que después coalescen para formar un patrón lineal en la zona irradiada. También se pueden detectar en zonas contralaterales no irradiadas. Los signos y síntomas incluyen tos seca, disnea de esfuerzo, febrículas, dolor pleurítico o subesternal con estertores y, ocasionalmente, frote pleural (13). El riesgo de lesión es mayor en pacientes jóvenes cuando se irradia más de 10% de la superficie pulmonar, existe colapso pulmonar de base y cuando de administran concomitante medicaciones radiosensibilizadoras (bleomicina, ciclofosfamida, vincristina, paclitaxel) (10). La fibrobroncoscopia se reserva para descartar la infección o el tumor. Los pacientes sinto- máticos se benefician del tratamiento con esteroides (prednisona, 1 mg/kg por día). La radioterapia también puede causar neumotórax espontáneo, quistes tímicos y calcificaciones ganglionares, de grandes vasos, pericardio y válvulas cardiacas (4). La recurrencia del cáncer de base varía en su forma de presentación. Usualmente, los tumores sólidos tienen un curso subagudo o insidioso y la probabilidad de enfermedad metastásica debe inferirse según el estado del tumor primario; frecuentemente, se requieren procesos invasivos para el diagnóstico. Son importantes los infiltrados pulmonares en pacientes con procesos hematológicos, principalmente linfomas, leucemia mieloide aguda y leucemia linfocitica crónica. En ellos se describen cuatro síndromes: los infiltrados pulmonares inespecíficos, los infiltrados secundarios a leucostasis, la neumopatía por lisis tumoral y la reacción por hiperleucocitosis.(13). En pacientes con tumores sólidos que presenten empeoramiento agudo de los infiltrados, hipoxemia y dificultad respiratoria, es importante revisar las radiografías y las imágenes antiguas y determinar la tasa de crecimiento y el volumen de las lesiones, ya que aquéllas cuyo su volumen se duplica en menos de 3 o 4 semanas son generalmente de origen inflamatorio (1-5,9). Al valorar al paciente con infiltrados pulmonares, otra causa que se debe tener en cuenta es la hemorragia alveolar difusa, principalmente en aquéllos que recibieron quimioterapia de altas dosis o posterior al trasplante de médula ósea. En algunas series, la hemorragia alveolar ocupa el segundo lugar dentro de las causas no infecciosas de infiltrados pulmonares en sujetos con neoplasias hematológicas (5). Estos pacientes presentan infiltrados difusos bilaterales que se inician en las regiones centrales bajas y progresan a los espacios aéreos, formando focos de consolidación (5). El sangrado puede ser secundario a procesos infecciosos micóticos o bacterianos de base. Se presenta hipoxemia, tos, disnea, fiebre y hemoptisis en menos de 25% de los casos. Usualmente, se encuentra trombocitopenia (menos de 50.000 plaquetas/ml) y el diagnóstico requiere la realización de fibrobroncoscopia y del lavado broncoalveolar que suele mostrar un retorno sanguinolento progresivo y macrófagos con hemosiderosis (8). El tratamiento incluye el soporte ventilatorio, la terapia transfusional y el tratamiento de la infección concomitante (7). REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 109 INFILTRADOS PULMONARES EN LOS PACIENTES CON CÁNCER: ENFOQUE EN URGENCIAS Otro diagnóstico diferencial incluye la bronquiolitis obliterante con neumonía organizada, que se puede presentar con nódulos o infiltrados focales o difusos y que, usualmente, se diagnóstica por biopsia al tratar de descartar el compromiso tumoral o infeccioso (6). A pesar de los esfuerzos por diagnosticar y manejar los infiltrados pulmonares, puede progresar a falla respiratoria y a síndrome dificultad respiratorio agudo. La meta es intervenir antes de que esto ocurra, cuando existe una mayor posibilidad de supervivencia; si la fibrobroncoscopia no fue de utilidad, la posibilidad de la biopsia pulmonar abierta debe ser considerada tempranamente, ya que, una vez instaurada la falla respiratoria, es poco probable que haga una diferencia en el desenlace (3-7). El término de edema pulmonar se utiliza para indicar aumento en el agua pulmonar, causado por la alteración en la presión hidrostática (cardiogénico o por sobrecarga hídrica) o por el aumento de la permeabilidad capilar alveolar por daño endotelial (no cardiogénico) (12). El edema pulmonar es la principal causa no infecciosa de infiltrados pulmonares en pacientes con cáncer y se puede asociar a infiltrados pulmonares difusos y conducir a falla respiratoria. Los pacientes con neoplasias reciben frecuentemente grandes volúmenes de líquidos, medicamentos nefrotóxicos y cardiotóxicos. Por lo tanto, en aquéllos con infiltrados difusos, el edema siempre debe ser descartado (revisar radiografías previas, peso diario, estado de volemia, diuresis) (1-6). Las causas no cardiogénicas de edema pulmonar también deben tenerse en cuenta, sobre todo si se cumplen criterios como el hallazgo de infiltrados bilaterales, hipoxemia refractaria y ausencia de evidencia de disfunción ventricular izquierda. Las condiciones como la sepsis, el choque, la aspiración, la toxicidad por medicamentos y la multitransfusión son comunes en enfermos de cáncer y representan factores de riesgo para el síndrome aguda de dificultad respiratoria. Se debe instaurar el manejo con soporte ventilatorio y dirigido a la causa de base (7,9,12-16). Además, el edema pulmonar no cardiogénico puede presentarse como una complicación de algunas medicaciones antineoplásicas. Existen en la literatura 110 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 diferentes reportes sobre la asociación de múltiples drogas utilizadas en el tratamiento del cáncer y el desarrollo de edema pulmonar y síndrome agudo de dificultad respiratoria. Se han reportado casos de edema pulmonar asociados al uso de citarabina, gemcitabina, interleucina, metotrexato, mitomicina, gammaglobulina, anticuerpos monoclonales y ácido transretinoico (ATRA). Además, se han reportado casos de síndrome de dificultad respiratoria agudo asociados con citarabina, infliximab, alcaloides de la vinca y factores estimulantes de colonias granulocitomacrófago (13-19). El síndrome ATRA merece especial mención debido a que es una complicación frecuente y tratable de la terapia de la leucemia promielocítica aguda. Los retinoides son análogos de la vitamina A que regulan el crecimiento y la diferenciación celulares, la apoptosis y la función inmunitaria. Las acciones de los retinoides son mediadas por su metabolito, el ácido transretinoico, el cual se fija a receptores nucleares específicos que activan la transcripción y la expresión genética. Debido a su efecto pro-apoptótico e inductor de diferenciación celular por inhibición del complejo RXR-RAR/ N-CoR/HDAC, el ácido transretinoico es parte fundamental del tratamiento de la leucemia promielocítica combinado con arabinósido de citosina, antracíclicos y mitoxantrona, esquema que induce remisiones completas en 92% de los casos y control de la coagulopatía (20,21). El síndrome ATRA es una complicación grave y potencialmente fatal del uso del ácido transretinoico en la leucemia promielocítica, descrita por Frankel en 1992; se presenta en 6% a 27% de los pacientes tratados, con una mortalidad de 5% a 29% (21). Las manifestaciones del síndrome ATRA son secundarias a tres mecanismos fisiopatogénicos básicos: 1) respuesta inflamatoria sistémica, 2) daño endotelial con síndrome de fuga capilar y obstrucción de la microcirculación, y 3) infiltración tisular. Estos son desencadenados por el efecto del ácido transretinoico sobre la diferenciación de promielocitos, durante la cual hay síntesis y liberación de interleucinas (IL), proteasas de serina y expresión de moléculas de adhesión endotelial. Las IL1, 6, 8 y el factor de necrosis tumoral (FNT) inducen MAURICIO LUJÁN una respuesta inflamatoria sistémica intensa, hematopoyesis y activación leucocitaria. La IL1 y la catepsina G, que es una proteasa de serina, dañan el endotelio, incrementan la permeabilidad capilar e inducen la síntesis de moléculas de adhesión, como son integrinas CD11a y CD11b, que interactúan con moléculas de adhesión intercelular y moléculas de adhesión celular vascular; esto favorece que los promielocitos en diferenciación se adhieran al endotelio y migren al intersticio tisular. Los promielocitos expuestos al ácido transretinoico forman agregados en la microcirculación y la obstruyen, por su interacción con las moléculas de adhesión LFA1-ICAM2 (20,21). El síndrome ATRA se presenta de 2 a 47 días después de iniciado el tratamiento con ATRA (media de 11 días) y habitualmente lo hace en la fase de diferenciación e incremento de los leucocitos y no necesariamente está relacionado con leucocitosis. En varios estudios no se ha encontrado concordancia entre esta variable y el riesgo de desarrollar el síndrome. La mayoría de los autores correlacionan las dosis elevadas de ATRA que se emplean para el tratamiento de la leucemia promielocítica (45 mg/ m²) con el desarrollo del síndrome. Por este motivo, se han empleado esquemas con dosis denominadas “bajas”, los cuales han demostrado tener el mismo efecto terapéutico con menor incidencia del síndrome ATRA (20). El síndrome ATRA se manifiesta clínicamente con: fiebre, fuga capilar con edema generalizado, insuficiencia respiratoria, infiltrados pulmonares, derrame pleural y pericárdico, vasodilatación, hipotensión, insuficiencia renal aguda e insuficiencia hepática. En el reporte de una serie de 44 pacientes, la frecuencia de signos y síntomas fue: disnea, 84%; fiebre, 81%; edema pulmonar, 54%; infiltrados pulmonares, 52%; derrame pleural o pericárdico, 36%; hipotensión, 18%; dolor óseo, 14%; cefalea, 14%; falla cardiaca, 11,%, y falla renal, 11% (22). La histopatología se caracteriza por la infiltración de promielocitos en diversos órganos como hígado, pulmón, riñón, etc., la cual puede llegar a ser masiva; en el pulmón, se encuentra edema, hemorragia y exudados fibrinosos intraalveolares que son característicos del síndrome agudo de dificultad respiratoria (20). Debe hacerse diagnóstico diferencial con la sepsis, debido a que la mayoría de estos pacientes se encuentran inmunodeprimidos por el efecto de la enfermedad y de la quimioterapia, y a que las manifestaciones clínicas son similares, con falla orgánica secundaria; debe descartarse minuciosamente un proceso infeccioso (20). El mejor tratamiento para el síndrome ATRA es el diagnóstico temprano y el inicio de dexametasona (10-20 mg cada 12 horas) (21). La suspensión del ATRA es recomendado por la mayoría de los reportes, aunque hay autores que afirman que el ATRA no necesariamente debe ser suspendido y que esta medida depende de la gravedad de la enfermedad y del tiempo de inicio de los esteroides. Si el síndrome ATRA se diagnostica en sus fases iniciales y la respuesta inflamatoria sistémica y el compromiso orgánico responden a los esteroides, se puede continuar el tratamiento con ATRA (20). Lógicamente, se deben instaurar todas las medidas de apoyo necesarias para soportar la respuesta inflamatoria sistémica y la disfunción orgánica (líquidos, vasopresores, inotrópicos, soporte ventilatorio, soporte renal). Cuando los leucocitos se incrementan a más de 50.000/mm³ con el tratamiento con ATRA y hay manifestaciones de leucostasis asociados a los del síndrome ATRA, está reportado el uso de leucoféresis junto con terapia alquilante a base de hidroxiurea. Sin embargo, los resultados de esta terapia no son satisfactorios y se asocian con elevada mortalidad (20). Una vez controlado el síndrome ATRA, puede reiniciarse el tratamiento con ATRA en combinación con esteroides y quimioterapia, teniendo en cuenta que, aunque es bajo, hay riesgo de recaída del síndrome (20,21). Además del síndrome ATRA, es importante también mencionar las complicaciones pulmonares asociadas con el uso de los factores estimulantes de colonias de granulocitos (G-CSF), debido a que estas sustancias hacen parte convencional de diferentes esquemas utilizados en el tratamiento de las leucemias y cada vez se vienen utilizando más ampliamente en el manejo de los pacientes neutropénicos febriles y de algunos otros pacientes con infecciones (23). El uso de G-CSF se ha asociado con daño endotelial y síndrome de escape capilar, que generan extra- REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 111 INFILTRADOS PULMONARES EN LOS PACIENTES CON CÁNCER: ENFOQUE EN URGENCIAS vasación de proteínas y líquido capilar al espacio extracelular desde los capilares (24); también, con daño tisular pulmonar por aumento de la adhesividad de los neutrófilos al endotelio pulmonar, secundario a la inducción de la expresión de glicoproteínas, CD11B y CD18, en la superficie del neutrófilo, aumento en la liberación de aniones superóxido y aumento en la producción de factor activador plaquetario (19). Existen pocos reportes en la literatura y no está claro cuándo el deterioro pulmonar es causado directamente por el uso de los factores o por el aumento de los recuentos celulares (23). Estos pacientes pueden presentar síntomas desde el día 5 al 9 de la aplicación y se ha demostrado que el desarrollo del compromiso pulmonar se puede iniciar desde el periodo de neutropenia con empeoramiento una vez se presenta aumento en el recuento de neutrófilos (25). Los pacientes cursan con disnea, infiltrados pulmonares, derrame pleural y pericárdico, hipotensión, edema periférico, ascitis, aumento de peso, fiebre y compromiso renal (24). Usualmente, se requiere manejo en la unidad de cuidado intensivo, ventilación mecánica y soporte renal. A pesar del edema generalizado, se requiere un manejo vigoroso con líquidos.El tratamiento con esteroides puede ser benéfico al interferir con la función de los neutrófilos y la liberación de citocinas (24). En pacientes con compromiso pulmonar y que reciban G-CSF, se recomienda suspender éste una vez el recuento de neutrófilos se encuentre por encima de 1.000 células (23). Enfoque diagnóstico La evaluación diagnóstica se inicia con una detallada historia clínica. Es importante definir el diagnóstico del cáncer de base, su comportamiento clínico y el estadio, el estado funcional e inmune del paciente y los esquemas de medicación antineoplásica y profilaxis antibiótica que esté recibiendo. De la misma forma, debe establecerse la historia epidemiológica del paciente, los antecedentes de infecciones y de neumopatía previa, y los viajes a zonas endémicas (3). El examen físico debe ser completo, con especial énfasis en los hallazgos pulmonares y cardiovasculares. Los exámenes paraclínicos básicos son inespecífi- 112 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):106-114 cos e incluyen: hemograma completo, perfil hepático, electrolitos y gases arteriales (1). Los estudios imaginológicos son fundamentales en la aproximación diagnóstica. La radiografía de tórax puede mostrar infiltrados focales, subsegmentarios, segmentarios o lobares, que afectan un solo pulmón; se pueden apreciar nódulos (menores de 3 cm) o masas (mayores de 3 cm) (4). En pacientes neutropénicos, los infiltrados focales se dividen en: tempranos (presentes con el primer pico febril) generalmente causados por bacterias; refractarios (sin cambios 72 horas después de tratamiento empírico) causados por microrganismos resistentes, hongos y Nocardia; y tardíos (se desarrollan después de 7 días de tratamiento) que son causados por hongos, principalmente Aspergillus, o por causas no infecciosas, como la neumonitis postirradiación, la toxicidad medicamentosa y la progresión tumoral (11-14). Los infiltrados difusos son bilaterales y afectan uno o más lóbulos e incluyen los infiltrados alveolares, los micronódulos y los nódulos o masas difusas. Los espacios aéreos pueden estar llenos de agua (edema pulmonar), pus (infección), sangre (hemorragia), células (malignas o no malignas) o proteínas (proteinosis alveolar) (12). La rapidez de la aparición del infiltrado puede ayudar en el diagnóstico diferencial. Los infiltrados difusos que aparecen en horas y se resuelven en menos de 72 horas, típicamente, son causados por agua o sangre, mientras que el infiltrado alveolar que aparece en días y tarda en resolverse es, típicamente, inflamatorio (infección, toxicidad del tratamiento). Los procesos neoplásicos se desarrollan en semanas o meses (el tiempo de duplicación es mayor de 4 semanas) (15). La tomografía axial computarizada del tórax es más sensible que la radiografía para detectar infiltrados, atelectasias, metástasis, diseminación linfangítica, compromiso pleural o mediastinal. Además, permite dirigir el lavado broncoalvelar o la biopsia hacia los sitios afectados (13). El valor del examen de esputo es limitado, poco sensible e inespecífico para los casos de neumonía, excepto cuando se aislan microorganismos no colonizadores (tuberculosis, histoplasmosis, pneumocistosis). Tampoco es útil MAURICIO LUJÁN para diagnosticar toxicidad por medicamentos ni malignidad (13-16). Rutinariamente, se deben realizar hemocultivos, aunque su valor es limitado para confirmar la etiología, a menos que el agente causal tenga alta propensión por la sangre, como es el caso del neumococo (12). La fibrobroncoscopia más el lavado broncoalveolar representan la piedra angular en el diagnóstico; además, es la forma menos invasiva de obtener un diagnóstico etiológico. El uso de procedimientos invasivos mejora de manera importante el campo diagnóstico de los infiltrados pulmonares y motiva cambios en la mayoría de los tratamientos empíricos. La mortalidad es menor en los que sufrieron un cambio terapéutico a raíz de un diagnóstico específico temprano (12). Las técnicas no invasivas conducen al diagnóstico en 41% de los pacientes, la sensibilidad de los hemocultivos es de 16%, la del cultivo de esputo, de 31%, la del lavado nasofaríngeo, de 18%, y la del aspirado traqueobronquial, de 65%. La fibrobroncoscopia tiene un rendimiento diagnóstico superior a 59% y los hallazgos etiológicos específicos conducen a un cambio en el tratamiento en 46% de los pacientes y a una menor mortalidad en quienes el cambio se instauró en los primeros 7 días de tratamiento (12). La biopsia transbronquial es superior al lavado broncoalveolar para el diagnóstico de malignidad y puede ser útil para diferenciar el compromiso por toxicidad o por bronquiolitis obliterante (14). Un estudio retrospectivo de 107 pacientes sugiere la utilidad conjunta del lavado broncoalveolar más la biopsia transbronquial para establecer el diagnóstico de compromiso tumoral o neumonitis tóxica (26). La biopsia o aspiración transtorácica se utiliza para valorar nódulos o masas focales o lesiones de base pleural, con un alto rendimiento diagnóstico en casos de neoplasia o micosis. La biopsia abierta por toracotomía o minitoracotomía, o por toracoscopia, es el medio estándar para el diagnóstico, aunque su utilidad es debatida debido a los costos y a los riesgos para el paciente. La indicación de biopsia abierta se deja a juicio del médico tratante según la evolución del paciente, los resultados de pruebas menos invasivas y la respuesta al tratamiento. Un reporte retrospectivo reciente resalta la importancia de la biopsia abierta para establecer un diagnóstico específico. Cuando este diagnóstico generó un cambio terapéutico, se observó un beneficio significativo en la mortalidad asociada (27). Tratamiento El tratamiento debe ir dirigido a la etiología específica de los infiltrados. Mientras se establece el diagnóstico, el inicio del tratamiento empírico debe ir en relación con las posibilidades clínicas y paraclinicas mencionadas anteriormente, y el estado del paciente, siempre considerando los procesos infecciosos como la principal causa y la de mayor mortalidad. Por lo anterior, se sugiere: • Administrar antibióticos en forma empírica para infiltrados focales, • Descartar edema pulmonar cuando hay infiltrados difusos, • Realizar fibrobroncoscopia con lavado broncoalveolar con o sin biopsia transbronquial, para descartar infección o malignidad, y • Considerar la biospia abierta versus el tratamiento empírico. Referencias 1. Rasmi A, Milite F, Vander Els NJ. Respiratory emergencies. Sem Oncol 2000;27:256-69. 2. Quadri TL, Brown AE. Infections complications in the critically ill patient with cancer. Sem Oncol 2000;27:335-46. 3. White P. Evaluation of pulmonary infiltrates in crically ill patients with cancer and marrow transplant. 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ZULMA ORTIZ, MARCELO GARCÍA Investigación en oncología ¿Niveles de evidencia o niveles de mundo? ¿Levels of evidence or levels of world? Zulma Ortiz1, Marcelo García2 1 Jefa de Docencia e Investigación y Coordinadora del Centro Colaborador Argentino de la Red Cochrane Iberoamericana en el Centro de Investigaciones Epidemiológicas Academia Nacional de Medicina, Buenos Aires, Argentina 2 Investigador del Centro de Investigaciones Epidemiológicas Academia Nacional de Medicina y Docente de la Universidad Nacional del Sur, Bahia Blanca, Argentina Resumen En el último tiempo como resultado de una entronización de los ensayos aleatorizados producto de una descontextualización del concepto de evidencia se ha tendido a descalificar otras fuentes de información. Esto es particularmente relevante para la región latinoamericana donde las limitaciones al acceso a la información, la escasa producción científica y sus características hacen relevante considerar en su justa medida la utilidad de otras formas de producción científica Se realizó una revisión narrativa basada en artículos claves de la literatura producto de una búsqueda no sistemática de la literatura y del archivo personal de los autores sobre el uso y limitaciones de estudios observacionales como evidencia científica. Palabras Clave: estudios epidemiológicos, investigaciones epidemiológicas, estudios de cohortes, estudios de casos y controles, apoyo a la investigación, medicina basada en la evidencia, ensayos controlados aleatorios, meta-análisis. Abstract Lately, as a result of a enthronization of randomized controlled trials, product of noncontextualyzed consideration of the concept of scientific evidence, other information source has been disqualified. This is particularly relevant in Latin-America where the limited access to information, the scarce scientific production and its characteristics, induce to consider other forms of scientific production. A narrative review has been conducted using key articles form the literature as a result of a non systematic search of the literature and the personal archive of the authors about the use of observational studies as scientific evidence. Key words: epidemiologic studies, cohort studies, case-control studies, epidemiologic research design, research support, evidence based medicine, randomized controlled trials, meta-analysis. Correspondencia: Zulma Ortiz, Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires Pacheco de Melo 3081 - C1425AUM Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) - Teléfono: 4805-3592 Correo electrónico: ortiz@epidemiologia.anm.edu.ar Recibido: 06/07/2005; aceptado: 12/08/2005 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):115-119 115 ¿NIVELES DE EVIDENCIA O NIVELES DE MUNDO? Introducción En los últimos 50 años, una fuerte corriente de pensamiento positivista se ha trasladado desde el ámbito del debate filosófico de la investigación al campo de las prácticas cotidianas. Como suele ocurrir con estas generalizaciones, los enunciados se reducen a tal punto que se pierde el verdadero sentido con el que fueron generados, para terminar en conceptos que se repiten sin analizar críticamente su procedencia y mucho menos su grado de aplicabilidad en contextos diferentes. La medicina basada en evidencia (MBE) es un ejemplo de esto. Sackett definió a la misma como el uso conciente, explicito y juicioso de la mejor evidencia científica clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de pacientes individuales (1). Más tarde surgió el concepto de salud pública basada en evidencia, no muy diferente a la anterior, pero con foco sobre la salud de la población más que en el paciente individual. En ambos casos uno esperaría que estos enunciados busquen la utilización de la mejor evidencia científica disponible en los procesos de toma de decisiones. Sin embargo, para aplicarla primero hay que tenerla. Es aquí, en Latinoamérica, donde aparecen al menos tres elementos claves para entender que la contextualización de los enunciados puede llevar a la desintegración de los mismos. El primer elemento a ser considerado es la falta de acceso a la evidencia científica determinado, en parte, por la falta inversión en suscripciones a revistas o acceso a bases de datos referenciales. Por otro lado las editoriales que no establecen políticas diferenciales para los países en situaciones económicas críticas. El segundo elemento es la escasa producción de evidencia científica local que permita mejorar las decisiones que se toman, probar la efectividad de las intervenciones, estimar la costo-efectividad de las mismas y el tercer elemento es la escasa utilización de la evidencia científica en la práctica clínica y sanitaria. Nada de esto es nuevo, tal vez lo nuevo es la superproducción de evidencia, que en gran medida es generada en países desarrollados y financiada por 116 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):115-119 la industria farmacéutica. Según el Foro Global para la Investigación en Salud, en el mundo los sectores públicos y privados invierten cada año más de 102 mil millones de dólares en investigación y desarrollo para la salud. La industria farmacéutica es un gran inversor con cifras que pueden tener un presupuesto anual de hasta US$ 6 mil millones para el desarrollo de una droga, donde la decisión para su producción responde a un fin comercial que puede no coincidir con las prioridades de la agenda de investigación sanitaria (2). De acuerdo con el Foro Global, apenas el 10% de la inversión total en investigación en salud está destinado a investigar el 90% de los problemas de salud en el mundo. Es lo que se denomina “el desequilibrio 10/90”, explicado por el criterio de rentabilidad de la inversión, orientada hacia los mercados pudientes del Primer Mundo y sus dolencias. La carga de enfermedad identificada en distintas regiones del mundo, muestran que el mismo se encuentra dividido en dos partes - los países del altoingreso desafiados por enfermedades no - comunicables - y los países de ingreso bajo y medio - que luchan contra enfermedades infecciosas y parasitarias. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, el 15% de la población vive en extrema pobreza (con menos de 1 dólar por día, según el indicador las Naciones Unidas) (3). La región presenta, además, la mayor disparidad en la distribución de la riqueza. En los años ´90, el 20% más rico tenía ingresos promedio de US$17.000 y el 20% más pobre de US$930. En el año 2000, la tasa de mortalidad infantil era de 37 por mil nacidos vivos, comparado con 9 por mil en los países desarrollados. La tasa de mortalidad materna era de 190 por 100 mil, contra 21 por 100 mil en los países más ricos (4). En América Latina, el cuestionamiento a las ideologías liberales dominantes y el rechazo a sus consecuencias económicas y sociales influyeron en el cambio de dirección de la epidemiología en los años 70 y 80, época en que se evidenciaron los errores, limitaciones y sesgos del positivismo. En ese contexto surgieron otras corrientes que incorporan elementos del psico-culturalismo, la fenomenología y la antropología social, poniendo el énfasis en los aspectos bio-psicológicos y en las expresiones inmediatas de la cultura para el análisis de la salud (5-6). El positivismo, sin embargo, no ha desaparecido. ZULMA ORTIZ, MARCELO GARCÍA Tampoco el énfasis en el estudio de las enfermedades, el modo de diagnosticarlas, tratarlas y pronosticar su evolución. Esta sigue siendo la evidencia dominante y mientras la medicina esté avasallada por un complejo tecnológico-farmacéutico y continúe la explosión de información científica será necesario que mantengamos una actitud crítica frente a la evidencia científica y no deleguemos responsabilidades éticas al momento de la decisión (7). En esa lógica de pensamiento positivista la búsqueda de la verdad es la tarea de la ciencia y su técnica es la demostración de tal verdad mediante la investigación científica y la aplicación de métodos estadísticos para asegurar que las conclusiones difícilmente sean producto del azar. A esto se agrega la aplicación de criterios de jerarquización que diferencian los diseños de estudios de acuerdo a elementos metodológicos y de aplicabilidad. Una de las primeras clasificaciones fue establecida por la Fuerza de Tareas Canadiense sobre Examen Periódico de Salud (8). Desde entonces los estudios experimentales controlados aleatorizados (ECA) y los meta-análisis de ensayos clínicos se plantean como la mejor evidencia sobre la efectividad clínica de una intervención. Esto ha llevado a una relativa desvalorización de otros diseños que son solo considerados cuando un ECA no es factible. Esta cuestión puede impactar en especialidades como la oncología donde los estudios observacionales son el tipo de diseño óptimo para establecer causalidad y a partir de sus hallazgos recomendar medidas preventivas. Las diferencias entre los estudios experimentales y los observacionales (estudios de cohortes y de casos y controles) están dadas por las posibilidades que tienen los investigadores, en los primeros, de controlar las diferentes fuentes de sesgos, factores de confusión y el efecto del azar en la generalización de los resultados. Los ensayos clínicos aleatorizados ganaron popularidad a través de la industria farmacéutica que prueba la eficacia de sus drogas con este tipo diseño. Sin embargo, cuando se trata de establecer relaciones causales sobre la etiología del cáncer son los estudios observacionales los que surgen como la mejor evidencia. Algunos autores plantean que las neoplasias son el resultado del efecto de determinantes genéticos y ambientales, aunque cada vez más se reconoce que el estilo de vida juega un papel muy importante. Estos factores, podrían explicar como la distribución geográfica de la mortalidad e incidencia de cáncer entre diferentes países o regiones de un mismo país puede variar. Si se asume que el conocimiento sobre la relación causal entre factores ambientales y estilos de vida de una población puede ayudar a prevenir la aparición de cáncer, cabe preguntarse ¿cuál es el grado de desarrollo de estudios analíticos en nuestra región? ¿Cuántas de las decisiones respecto a recomendar o no la exposición a un factor de protección o de riesgo están basadas en estudios realizados en nuestro contexto? ¿En qué medida la regulación dada por los sistemas legislativos promueven el desarrollo de evidencia científica local, o al menos utilizan la evidencia externa para basar sus leyes?. En términos generales podría decirse que los estudios observacionales se producen más que los ensayos clínicos en Latinoamérica. Esto se explica porque la mayoría de los ensayos clínicos son indizados por el país de origen, que en general no se ubica en nuestra región. Sin embargo, otra manera de ver esta realidad es con el estudio de Pocock que da cuenta de la escasa producción de estudios observacionales en los países en vías de desarrollo y también de la mala calidad de los mismos. De un total de 73 estudios publicados en enero de 2001 en revistas de alto impacto, 39 provenían de Norteamérica, 28 de Europa y 6 de países en vías de desarrollo. Los autores examinaron estudios de cohorte y casos y controles, la mayoría de cáncer y enfermedad cardiovascular (9). Los resultados mostraron que tanto el tamaño de la muestra, la pérdida de los participantes y la calidad del dato eran descriptos insuficientemente. También pudieron demostrarse inconsistencias en la terminología del análisis estadístico y sesgo de publicación. Las variables cuantitativas son agrupadas en categorías de ajustes para limitar potenciales confundidores sin señalarse la racionalidad de esas categorías. La terminología para estimar las asociaciones es usada inconsistentemente y se tiende a sobre interpretar asociaciones estadísticamente significativas, sobre todo cuando el tamaño de la muestra es muy pequeño. Estas limitaciones han llevado a diferentes grupos a señalar la necesidad de guías para las comunicaciones de estudios no aleatorizados, similar REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):115-119 117 ¿NIVELES DE EVIDENCIA O NIVELES DE MUNDO? a la experiencia de los Estándares Consolidados para la Comunicación de Estudios (Consolidated Standards of Reporting Trials (CONSORT) Statement). Algunos ejemplos son, el reporte transparente de la evaluación de los diseños no randomizados -TREND -(Transparent Reporting of Evaluations with Nonrandomized Designs) que provee detallada evaluación de la calidad de diseño con énfasis en la descripción de la intervención, incluyendo la base teórica, la descripción de la condición de la comparación, la completitud de la comunicación de resultados y la inclusión de información detallada del diseño que permita la determinación de sesgo (10). Recientemente Tooth y col publicaron una lista de cotejo un poco más sencilla que resume aspectos de la selección de la muestra, reclutamiento, criterios de elegibilidad y seguimiento. Se buscó mantener un balance entre la simplicidad y los elementos claves para evaluar la validez interna y externa de los estudios (11). Específicamente para medir la calidad de estudios de cohortes y casos y controles se puede recurrir a la escala desarrollada por Wells y col, denominada NOSl2 en la que se intenta contribuir sobre todo a la incorporación de este tipo de diseño de estudios en los meta-análisis. El Grupo MOOSE (Metaanlysis of Observational Studies in Epidemiology) ha publicado una serie de recomendaciones que buscan homogeneizar el trabajo de los revisores y facilitar el análisis de las revisiones que incluyen este tipo de estudios (13). Comentarios finales Los ensayos clínicos aleatorizados dominan la escena. Estos dejan aparentemente poco espacio para otras investigaciones. Sin embargo, el creciente número de ensayos clínicos que se ha sostenido en los últimos años, no refleja un incremento en la utilidad de los mismos, ni la producción latinoamericana. Un estudio reciente demostró que, globalmente, la mayoría de ellos publicados en las revistas médicas con mayor impacto, no abordan los problemas de salud pública más relevantes (14) y sólo el 1,05% proviene de la región iberoamericana (15). Cada vez más los estudios clínicos controlados son realizados a demanda de las empresas farma- 118 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):115-119 céuticas que financian los estudios e incentivan a los investigadores. El resultado es que se establece la probabilidad de conflictos de intereses que pueden afectar la credibilidad de las conclusiones y a veces la credibilidad de los resultados. Las conclusiones cuya significación estadística se cuantifica no tiene por ello garantizada su significación en el sentido de importancia o trascendencia social, médica o humana. Esto también aplica a los estudios analíticos observacionales cuya calidad de reporte tiene aún mucho por mejorar. La actual brecha “10/90”, define una agenda de investigación que debería estar orientada en Latinoamérica a investigar sobre enfermedades transmisibles, drogas, vacunas y diagnósticos nuevos o mejorados para tratar enfermedades infecciosas persistentes, emergentes y re-emergentes, así como también investigación de políticas y sistemas sanitarios que favorezcan mejorar la calidad de atención en los sistemas y servicios de salud. Esto no significa que patologías crónicas como el cáncer u otras deba ser desatendida, por el contrario aquí también se debería incrementar la inversión para investigación. Pero esa inversión no debería estar atada a los intereses de empresas multinacionales que utilizan a nuestros países como lugar para realizar estudios en fase I y II. Antes de abordar aspectos relacionado con los niveles de evidencia deberíamos hacer más esfuerzos para nivelar los mundos. Esto implica abogar por el desarrollo de nuestros países. Es necesario reivindicar la autonomía sin dejar de ayudarnos y recordar lo que Bernard Houssay quien fuera el primer científico latinoamericano distinguido con el Premio Nobel dijo “…No hay ciencia que no esté en perpetuo progreso y perfeccionamiento, debido a la investigación científica. No puede haber así más que dos posiciones posibles: remolcar o ser remolcado, es decir, crear el conocimiento a la par de los demás, o bien aceptar una situación subordinada y dependiente de lo que produzcan los demás…”. Al ver que los resultados de su prédica no eran los esperados – agregaba lo siguiente “…Repito una vez más, que no es un principio moral humano querer tener investigadores explotando el espíritu de sacrificio de algunas excepcionales voluntades férreas. Un país previsor no puede vivir esperando los milagros o los santos…” (16). ZULMA ORTIZ, MARCELO GARCÍA Referencias 1. Sackett DL, Strauss SE, Scott Richardson W, Rosenberg W, Haynes B. 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REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):115-119 119 MIELOMA MÚLTIPLE Imágenes en oncología Mieloma múltiple Multiple myeloma Leonardo Enciso1, María Veneranda Quintero2 1 Grupo Hematología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia 2 Grupo Hematología Especial, Instituto Nacional de Cancerología, Bogotá, D.C., Colombia Se presentan los hallazgos clínicos, morfológicos e inmunológicos de una paciente de 43 años, remitida al Instituto Nacional de Cancerología (INC) por una fractura patológica. El cuadro clínico comenzó un año antes con la aparición de una masa de crecimiento progresivo en la región occipital derecha, cuyo estudio histológico demostró una neoplasia de células plasmáticas (plasmocitoma). Los estudios de laboratorio permitieron encontrar un pico monoclonal y compromiso de la médula ósea por más de 10% de plasmocitos de aspecto tumoral, hipercalcemia y deterioro de la función renal. Se hizo el diagnóstico de mieloma múltiple, por lo cual se inició tratamiento con melfalán y prednisona. La enfermedad progresó, aparecieron masas orbitarias bilaterales y persistió la alteración metabólica. La paciente requirió hospitalización y presentó, durante este periodo y de manera espontánea, crepitación, deformidad y dolor intenso en el tercio medio del muslo izquierdo. Se practicaron estudios de imagenología que demostraron una fractura patológica en el tercio medio del fémur; entre los estudios paraclínicos para la estadificación se incluyó el extendido de sangre periférica que demostró el fenómeno de Rouleaux (figura 1); en el aspirado de médula ósea se observó 96% de plasmocitos de aspecto tumoral y mínima hematopoyesis residual (figuras 2 y 3), y la biopsia de tejido óseo femoral evidenció infiltración tumoral (figura 4). También, se practicó una citometría de flujo que documentó una población tumoral con características inmunológicas y contenido de ADN compatibles con mieloma múltiple (figura 5). 120 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):120-122 Figura 1. Extendido de sangre periférica en el que se muestra el fenómeno de Roleaux asociado a paraproteinemia. Figura 2. Aspirado de médula ósea con plasmocitos de aspecto tumoral, Wright, 40X. LEONARDO ENCISO, MARÍA VENERALDA QUINTERO Figura 3. Aspirado de médula ósea, infiltración difusa por plasmocitos de aspecto tumoral, Wright, 100X. Figura 4. Biopsia del fémur izquierdo en el sitio de la fractura en la que se observa infiltración por plasmocitos de aspecto tumoral, Giemsa, 40X. Figura 5. Citometría de flujo compatible con mieloma múltiple. REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):120-122 121 MIELOMA MÚLTIPLE El mieloma múltiple es una neoplasia de células plasmáticas que cursa con proliferación de plasmocitos tumorales en la médula ósea, hipergamaglobulinemia y daño de órgano blanco. Representa el 15% de las neoplasias hematológicas y su incidencia ha venido en aumento constante en los últimos 30 años (1). Durante el 2002, las enfermedades hematológicas representaron el 6,9% de todas las neoplasias del INC, y de éstas, sólo el 7,5% correspondió a casos nuevos de mieloma múltiple (2). Las manifestaciones clínicas más comunes están relacionadas con el daño de órgano blanco que se manifiesta en forma de anemia, dolor óseo y fracturas patológicas. Suelen encontrarse otras expresiones derivadas de la hipercalcemia o asociadas a la insuficiencia renal (3,4). El hallazgo de más de 30 g por litro de proteína monoclonal, más de 10% de plasmocitos en la médula ósea y el compromiso de dos órganos blancos en un año, manifestado por hipercalcemia, daño renal, anemia, lesiones óseas, manifestaciones derivadas de hiperviscosidad e infecciones bacterianas recurrentes, son considerados criterios para el diagnóstico de la enfermedad (1). El inmunofenotipo de las células tumorales del mieloma múltiple es complejo; en general, son CD45 negativas, y CD38 y CD138 positivas. El CD19 y el CD20 se expresan en el 15% de los casos, aproximadamente, y la expresión del CD56 es positiva hasta en 80% de los sujetos; la ausencia de este hallazgo se ha relacionado con un comportamiento clínico más agresivo. El índice de marcación permite la valoración de la tasa de crecimiento; el mieloma múltiple es un tumor con una baja fracción de proliferación. La estadificación de los pacientes con mieloma múltiple se ha realizado tradicionalmente según la clasificación propuesta por Durie y Salmon (4). El sistema de estadificación recientemente propuesto por el International Staging System(3) divide los pacientes en tres grupos de riesgo con base en los niveles de 2-microglobulina y de albúmina. La supervivencia global es de 62 meses para los pacientes en estadio temprano y de 29 meses para los pacientes en el estadio más avanzado (3). 122 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):120-122 El tratamiento del mieloma múltiple ha sufrido grandes cambios en los últimos años: a pesar de que se considera una enfermedad incurable, la utilización de la quimioterapia de altas dosis seguida del trasplante autólogo de células progenitoras es considerada, en la actualidad, el tratamiento estándar para los pacientes menores de 55 años. La utilización de medicamentos que inhiben la angiogénesis y modifican el microambiente medular, como la talidomida en combinación con los esteroides y otros medicamentos citostáticos, así como el uso de los inhibidores del proteosoma (bortezomib) han demostrado actividad en los pacientes con esta enfermedad. Agradecimientos Agradecemos a Mónica Londoño por su colaboración con las imágenes de la citometría de flujo y a Germán Barbosa por la ayuda en la toma de las fotografías. Referencias 1. International Myeloma Working Group. Criteria for the classification of monoclonal gammopathies, multiple myeloma and related disorders: a report of the International Myeloma Working Group. Br J Haematol 2003;121:749-57. 2. Pardo C, Murillo R, Piñeros M, Castro MA. Casos nuevos de cáncer en el Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Colombia, 2002. Rev Colomb Cancerol 2003;7:4-19. 3. Greipp PR, San Miguel J, Durie BG, Crowley JJ, Barlogie B, Blade J et al. 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NYDIA ELVIRA PABÓN, CONSTANZA GÓMEZ, GLORIA GARAVITO, CAMILO JIMÉNEZ Casos clínicos Carcinoma corticosuprarrenal: estado actual de nuestro conocimiento Adrenocortical carcinoma: state of the art Nydia Elvira Pabón1, Constanza Gómez2, Gloria Garavito3, Camilo Jiménez3 1 Grupo Endocrinología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia. 2 Grupo Patología Oncológica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia. 3 Grupo Endocrinología Oncológica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia Resumen Una mujer de 22 años de edad consultó por presentar una masa en el seno izquierdo asociada con un tumor suprarrenal funcional de rápida evolución que, en 9 meses, la llevó a consultar por manifestaciones compatibles con un síndrome de Cushing y virilización, y con estudios bioquímicos que confirmaron hipercortisolismo e hiperandrogenismo. La tomografía abdominal mostró una masa suprarrenal de gran tamaño sugestiva de carcinoma corticosuprarrenal con compromiso metastásico de varios órganos. En este artículo revisamos y discutimos el diagnóstico y las opciones terapéuticas de esta entidad agresiva y poco frecuente, a la luz de los conocimientos actuales. Palabras clave: Síndrome de Cushing, metástasis del neoplasma, neoplasmas de la corteza suprarrenal. Abstract A 22 year-old woman presented with a 9-month history of a left breast tumor and a left adrenal mass in the context of a Cushing´s syndrome. Her laboratory studies demonstrated high urinary cortisol excretion, abnormally elevated serum testosterone values, and suppressed ACTH. An abdominal CT scan revealed a mass in the left adrenal gland suggestive of adrenocortical cancer with distant metastasis to the liver and the lungs. Herein, we review and discuss the diagnosis and the therapeutic options for this rare and aggressive neoplasia. Key words: Cushing síndrome, neoplasm metastasis, adrenal cortex neoplasms. Correspondencia: Camilo Jiménez, Grupo de Endocrinología Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Calle 1 # 9-85, Bogotá,D.C., Colombia - Teléfono: (571) 3340820 Correo electrónico: camilojv@hotmail.com Recibido: 12/07/2005; aceptado: 16/08/2005 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 123 CARCINOMA CORTICOSUPARRENAL: ESTADO ACTUAL DE NUESTRO CONOCIMIENTO Presentación del caso Se trata de una mujer de 22 años de edad, procedente de Cúcuta, quien consultó al Instituto Nacional de Cancerología (INC) por un cuadro de 9 meses de evolución que se inició con la aparición de una masa en el seno izquierdo, de 1 centímetro, aproximadamente, de diámetro, no dolorosa, pero con aumento progresivo del tamaño. Una biopsia por trucut, extrainstitucional, establece el diagnóstico histológico de un carcinoma mal diferenciado posiblemente metastásico. A B Posteriormente, cursó con ganancia importante de 20 kg de peso, aumento del vello facial, alopecia androgénica, estrías violáceas en abdomen y piernas, acné en cara y tronco, debilidad muscular proximal, hipertensión arterial y una masa en el hipocondrio izquierdo, en un período de 9 meses (figura 1). Se le había practicado ooforectomía izquierda 4 meses antes del inicio de la enfermedad, con diagnóstico de quiste folicular; presentó menarquia a los 13 años, y tuvo ciclos menstruales irregulares; tenía amenorrea secundaria (última menstruación 9 meses antes del ingreso), y era nulípara; la madre falleció a los 39 años de edad por cáncer de mama. C Ante los hallazgos clínicos, se hizo estudio hormonal y se documentó hipercortisolismo independiente de ACTH e hiperandrogenismo (tabla 1). Se solicitó TAC toracoabdominal que evidenció una lesión de la glándula suprarrenal izquierda, de gran volumen, que comprometía el riñón izquierdo e infiltraba los tejidos blandos adyacentes, y se asociaba con enfermedad metastásica al hígado y las bases pulmonares. Además, se encontró una extensa masa del seno izquierdo con necrosis central (figura 2). La ecografía mamaria demostró una gran lesión ecogénica, lobulada, de 15 cm x 12 cm x 10 cm, en el cuadrante externo del seno izquierdo, con ecoestructura heterogénea en su interior y áreas quísticas que sugerían necrosis; se planteó la posibilidad de enfermedad metastásica. Con el diagnóstico de carcinoma de corteza suprarrenal, síndrome de Cushing y virilización secundarios, y masa de seno izquierdo (metástasis de carcinoma corticosuprarrenal vs. segundo 124 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 D Figura 1. A. Fotografía de la paciente antes del inicio de la enfermedad. B, C y D. Nueve meses después se evidenciaron las características del síndrome de Cushing y el hiperandrogenismo: fascies de luna llena, alopecia androgénica, acné en la cara y el tronco, obesidad centrípeta y estrías violáceas; además, masa en el seno izquierdo. NYDIA ELVIRA PABÓN, CONSTANZA GÓMEZ, GLORIA GARAVITO, CAMILO JIMÉNEZ Tabla 1. Resultados de los estudios prequirúrgicos Fecha Tipo de estudio V/N Cortisol VR: 6-21 ng/ml 40,2 ACTH VR: 9-52 pg/ml <10 Mayo 25/05 Agosto Agosto 12/05 23/05 33,2 11,6 Testosterona VR: 0,52-2,08 nmol/L >75 Glucemia VR: 70-100 mg/dl 118 AST VR: 11-47 UI/L 115 ALT VR: 7-53 UI/L 151 Na 135-145 mEq/L 148 K 3,5-4,5 mEq/L 3,6 A B Figura 3. Vista macroscópica del espécimen quirúrgico que muestra gran masa suprarrenal adyacente al bazo (A y B) y al riñón (B). vimentina, melan A e inhibina (que apoyan el diagnóstico histológico), y fueron negativas para receptores de estrógenos (figura 3). Figura 2. Tomografía abdominal donde se aprecia la masa suprarrenal izquierda. primario), se inició tratamiento con ketoconazol con la intención de producir bloqueo suprarrenal y se llevó a cirugía paliativa para el control de la producción hormonal. Se practicó adrenalectomía y nefrectomía izquierdas, esplenectomía y resección de la cola del páncreas; el estudio de patología reportó evidencia de carcinoma corticosuprarrenal de alto grado, con atipia nuclear grado 3 de 3, más de 20 mitosis en 10 campos de mayor aumento, presencia de mitosis atípicas, extensas áreas de necrosis e invasión linfovascular. Las pruebas de inmunohistoquímica fueron positivas para BCL-2, sinaptofisina, enolasa, EMA, queratina AE1–AE3, Se revisó la patología de la lesión del seno izquierdo en el INC, la cual informó un tumor epitelial papilar y quístico atípico que, por morfología, sugería un origen glandular mamario. Sin embargo, el fenotipo inmunohistoquímico (CK 7 negativo, CK 20 focalmente positivo, inhibina focalmente positiva, y los receptores de estrógenos y progesterona negativos) no apoyaban el origen glandular mamario. Durante el postoperatorio inmediato, cursó con choque hipovolémico y requirió apoyo ventilatorio e inotrópico. Posteriormente, se documentó sepsis de origen abdominal por colección en el sitio operatorio y se llevó nuevamente a laparotomía para drenaje del absceso. No se practicó mastectomía izquierda dado el mal estado general de la paciente. Durante REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 125 CARCINOMA CORTICOSUPARRENAL: ESTADO ACTUAL DE NUESTRO CONOCIMIENTO el seguimiento postoperatorio, no se logró controlar la producción hormonal; la paciente continuó con clínica de síndrome de Cushing y se inició mitotane, dexametasona y fludrocortisona. Dos días después, presentó hipoglucemia y falleció 4 días después. Discusión El carcinoma de la corteza suprarrenal es un tumor raro y agresivo, de difícil manejo, que representa de 0,05% a 0,2% de las neoplasias malignas y 0,2% de las muertes por cáncer en Estados Unidos (1,2). En Colombia no hay datos epidemiológicos específicos de la entidad, pero según registros del INC, los tumores malignos de la glándula suprarrenal (incluídos los originados en la corteza y en la médula) representan 0,1% de los diagnósticos nuevos de neoplasia maligna (3). En general, se considera que esta neoplasia afecta una a dos personas por millón de habitantes, aunque la incidencia es diez veces mayor en niños del sur de Brasil (3,4-4,2 por millón de niños Vs. 0,3 por millón de niños en el resto del mundo), donde se ha evidenciado, en la mayoría de los casos, una mutación germinal en el gen TP53 (R337H) que se manifiesta, exclusivamente, en esta población con carcinoma corticosuprarrenal (1,2,4-7). El tumor puede tener una presentación esporádica o ser parte de síndromes familiares de cáncer, que incluyen el síndrome de Li Fraumeni y el síndrome de Beckwith Wiedeman, entre otros. El síndrome de Li Fraumeni fue descrito en 1969 y se caracteriza por predisposición a múltiples tumores de presentación en población joven: cáncer de mama, sarcomas, tumores del sistema nervioso central, leucemia y carcinoma de la corteza suprarrenal en 1% a 3% de los casos. Es de herencia dominante y la etiología se ha asociado con mutaciones germinales inactivadoras de p53 (17p13, gen supresor tumoral involucrado en el control de la proliferación celular), alteración que se ha documentado en 70% de las familias afectadas (6-8). El síndrome de Beckwith Wiedeman se debe a alteraciones epigenéticas de genes localizados en 11p15 que codifican para IGF- II (factor de crecimiento relacionado con el desarrollo y mantenimiento de la función corticosuprarrenal), H19 126 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 (proteína que tiene una función de modulación de la expresión de IGF–II) y p57/kip2 (cinasa dependiente de ciclina, que regula la fase G1/S del ciclo celular). Estos genes normalmente tienen impronta funcional (mecanismo epigenético que permite la expresión de sólo un alelo, el paterno o el materno) y en los sujetos afectados el mecanismo epigenético descrito se altera y conduce a una expresión exagerada de IGF–II, que predispone a padecer carcinoma de la corteza suprarrenal, tumor de Wilms y hepatoblastoma, entre otras alteraciones (6-8). En los casos esporádicos de presentación en la edad adulta se han documentado, con diferente frecuencia, mutaciones somáticas en 17p13 y se han propuesto, además, otros genes candidatos como el receptor de ACTH, ras y componentes de las vías intracelulares de transducción de señal; sin embargo, hasta la fecha ninguno de los estudios ha evidenciado un papel crucial de estos genes en la etiología del carcinoma corticosuprarrenal esporádico (1,6). La edad de presentación tiene una distribución bimodal, con picos en la primera y la cuarta décadas de la vida, y una edad promedio de presentación a los 45 años, con un ligero predominio en las mujeres. Cerca de la mitad de estos tumores son funcionales y cursan con síndromes característicos que alertan sobre el diagnóstico; el otro 50% es silente y el diagnóstico a menudo se realiza en estadios avanzados. En el momento del diagnóstico, más de la mitad de los pacientes presenta metástasis a distancia, lo que se refleja en que la supervivencia es menor de un año para la mayoría de casos (1,2,4,9,10). El cuadro clínico de la entidad depende de la funcionalidad y del tamaño del tumor; la mayoría de los tumores funcionales cursan con síndrome de Cushing de rápida evolución, en 3 a 6 meses, con virilización o sin ella (30% a 40% de los tumores funcionales). Los pacientes pueden presentar debilidad muscular, piel atrófica, alteraciones características del síndrome metabólico y síntomas psiquiátricos; las mujeres con exceso de andrógenos cursan con alteraciones menstruales, alopecia, hirsutismo, acné, atrofia mamaria y engrosamiento de la voz (1,4). Los otros síndromes característicos del exceso de producción hormonal por tumor son de presentación menos frecuente e incluyen feminización o virilización exclusivas y aldosteronismo primario (4,5). NYDIA ELVIRA PABÓN, CONSTANZA GÓMEZ, GLORIA GARAVITO, CAMILO JIMÉNEZ La clínica de los tumores no funcionales se relaciona con el efecto de masa abdominal que producen o por la presencia de metástasis; los sitios más frecuentes son el hígado, el pulmón y los ganglios linfáticos; se ha reportado metástasis a seno únicamente en dos casos en la literatura (1,4,11). Una proporción de pacientes, aparentemente en incremento, se presenta como “incidentalomas” (4,12). Ante la sospecha de carcinoma de corteza suprarrenal, deben tenerse en cuenta criterios clínicos, bioquímicos y radiológicos para establecer adecuadamente el diagnóstico, el cual debe confirmarse por histología (2,4,9). Los estudios bioquímicos incluyen un perfil completo de hormonas esteroides; aunque el estado funcional del tumor no se correlaciona con el potencial de malignidad, estas medidas son útiles como marcadores tumorales durante el seguimiento e importantes para definir el mejor tratamiento para esta enfermedad (2,4). En el caso del síndrome de Cushing, es necesario complementar el estudio con los valores de ACTH para documentar que el hipercortisolismo sea independiente de la ACTH (1). patólogo cuando el tumor es invasivo; sin embargo, no hay indicadores absolutos de malignidad. El patólogo debe considerar el tamaño y el peso tumorales (las lesiones malignas son de mayor tamaño) y algoritmos histológicos con valores diagnósticos positivos y negativos altos para el carcinoma de la corteza suprarrenal; el más utilizado es el de Weiss, Hough y van Floten, con una puntuación de 0 a 9, que se determina de acuerdo con la presencia o ausencia de cada uno de los siguientes criterios (en la escala de Weiss, un puntaje mayor a 2 sugiere carcinoma de corteza suprarrenal): 1. Alta tasa mitótica (mayor de 5 por 50 campos de mayor aumento, criterio útil para establecer malignidad así como agresividad clínica del tumor), 2. Mitosis atípicas, 3. Alto grado nuclear, 4. Porcentaje bajo de células claras, 5. Necrosis, 6. Arquitectura tumoral difusa, Los criterios radiológicos se basan en hallazgos de las series de casos en los que se demostró que a mayor tamaño de la masa suprarrenal, la probabilidad de malignidad aumenta; así, se describe que 2% de los “incidentalomas” suprarrenales menores de 4 cm son carcinomas de la corteza suprarrenal y 6% de las lesiones entre 4 y 6 cm, y 25% de las masas suprarrenales incidentales de más de 6 cm son carcinomas (2,12,13). Existen otros parámetros sugestivos de malignidad que se aplican a los estudios de tomografía axial computarizada abdominal, técnica considerada de elección: valores de atenuación mayor de 10 HU (unidades Hounsfield) en imágenes sin contraste, mayor de 30 HU en imágenes posteriores al contraste y un “lavado” del contraste (washout) menor de 60% a los 15 minutos (2). La toma de muestras de tejido para estudio citopatológico (BACAF) no está indicada por el riesgo de diseminación y por el pobre rendimiento diagnóstico en la discriminación entre adenoma y carcinoma suprarrenal, renal, pancreático, etc (1,2,9). El diagnóstico histológico de carcinoma de corteza adrenal no representa gran dificultad para el 7. Invasión capsular, 8. Invasión sinusoidal, e 9. Invasión venosa (2,14). El estadio de la enfermedad se gradúa de I a IV según la clasificación de MacFarlane de 1958, modificada por Sullivan en 1978. Se considera que el pronóstico para los pacientes en estadios I y II no difiere, por lo que se ha sugerido modificar los criterios actualmente vigentes (tabla 2) (2). Tabla 2. Estadificación del carcinoma de corteza suprarrenal (MacFarlane) Tamaño Ganglios linfáticos Invasión local Metástasis I <5 cm - - - T1N0M0 II >5 cm - - - T2N0M0 III Cualquiera + + - T1,2N1M0 IV Cualquiera + + + T1,2N1M1 Estado TNM REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 127 CARCINOMA CORTICOSUPARRENAL: ESTADO ACTUAL DE NUESTRO CONOCIMIENTO Los factores de pronóstico de la entidad no se conocen claramente por el número pequeño de pacientes afectados. Se considera que el estadio tumoral y las características histológicas son los más útiles. La supervivencia para los estadios I, II y III es de 50%, aproximadamente, a los 40 meses y, para el estadío IV, de 10% para el mismo tiempo (4,9). El tipo de tratamiento debe elegirse de acuerdo con el estadio clínico en que se encuentre el paciente. Las recomendaciones para el manejo no son absolutas, pues no se dispone de grandes estudios que permitan hacer afirmaciones basadas en la evidencia sobre cuál es la mejor alternativa terapéutica. Para los estadios I/II siempre debe ofrecerse cirugía (por vía transabdominal o toracoabdominal, no laparoscópica), posterior a la cual debe evaluarse nuevamente el estadio de la enfermedad. Si hay tumor residual, debe considerarse la ablación con radiofrecuencia, irradiación o quimioterapia. Si la resección fue completa, debe evaluarse el riesgo de recurrencia (puntaje Weiss), el paciente debe continuar en seguimiento y puede considerarse la terapia adyuvante (mitotane, irradiación) (1,2,4,9,15). El manejo quirúrgico de las recaídas debe considerarse en pacientes sintomáticos (por exceso de secreción hormonal), con buen estado general y con lesiones completamente resecables (2). La cirugía rara vez es la primera elección si existe la probabilidad de una resección incompleta o ante la presencia de metástasis a distancia. Está indicada en el estadio IV, cuando se considera que se puede extirpar el tumor primario y las metástasis, con remoción de más de 90% de la masa tumoral (en uno o dos tiempos quirúrgicos) o cuando sólo hay intención paliativa para el control de síndromes de hipersecreción hormonal (2). El tratamiento médico adyuvante tiene como objetivo el control del crecimiento tumoral y de cualquier hipersecreción hormonal. El mitotane, un isómero del insecticida DDT, es un adrenolítico específico de corteza, para el que se ha reportado un grado variable de efectividad. En los estadios III y IV, permite la regresión tumoral en algunos casos. Sin embargo, es una terapia tóxica (sistema nervioso central y gastrointestinal) que requiere vigilancia de los valores séricos. El control de la secreción hormonal puede lograrse con fármacos que bloqueen enzimas esteroidogénicas, como ketoconazol, etomidato, 128 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 metirapona y aminoglutetimida que, a diferencia del mitotane, no poseen efecto sobre la progresión de la enfermedad (1,2,4,9). Para los pacientes en estadios I/II llevados a cirugía, no se ha establecido el beneficio del tratamiento adyuvante con mitotane, aunque algunos estudios lo sugieren y hasta la fecha no hay datos que sustenten la eficacia de otros tratamientos adyuvantes diferentes (2,4). Otras opciones terapéuticas incluyen radioterapia y quimioterapia. La radioterapia se ha usado con intención paliativa para metástasis óseas y para el manejo de recurrencias locales sintomáticas, pero con datos de eficacia controvertidos. La quimioterapia sistémica se ha investigado en pacientes con enfermedad metastásica inoperable, en estudios pequeños cuyos resultados no pueden generalizarse por diferencias metodológicas importantes, como tipo de esquema utilizado y criterios de respuesta; todos los esquemas (estreptozotocina, gemcitabina, taxol, doxorrubicina) se han usado en conjunto con mitotane (1,2,4). El seguimiento de los pacientes con carcinoma de corteza suprarrenal se hace con marcadores endocrinos cada 3 meses si la resección fue completa y, según el perfil prequirúrgico, para evaluar recaídas; en pacientes con resección tumoral incompleta, debe iniciarse el tratamiento para mantener las hormonas suprarrenales dentro de límites normales. Durante el primer año de seguimiento, se requiere evaluación con tomografía toracoabdominal cada 3 meses, luego cada 3 a 6 meses por 5 años y, luego, anualmente (2). Además, se sugiere mantener valores de ACTH normales ante cierta sospecha de que esta hormona pudiese estimular el crecimiento tumoral en caso de encontrarse elevada. Sin embargo, la supresión bioquímica de la ACTH no se encuentra indicada debido a su asociación con síndrome de Cushing (2). El caso ilustrado describe una mujer joven con una lesión en el seno asociada con una masa suprarrenal funcional de rápida evolución y que la llevó en 9 meses a consultar por clínica de síndrome de Cushing y virilización, el cual se comprobó bioquímicamente por hipercortisolismo independiente de ACTH y elevación de la testosterona. Los estudios imagenológicos evidenciaron una masa suprarrenal NYDIA ELVIRA PABÓN, CONSTANZA GÓMEZ, GLORIA GARAVITO, CAMILO JIMÉNEZ de gran tamaño, compromiso tumoral de hígado y pulmones, y la lesión en el seno izquierdo. Era una paciente con carcinoma de corteza suprarrenal funcional en estadio clínico IV y puntaje de Weiss 7/9, que fue llevada a cirugía paliativa para controlar la excesiva secreción hormonal y con posibilidad de mastectomía izquierda, que no se practicó por la evolución tórpida posterior al primer tiempo quirúrgico. Se inició mitotane como terapia paliativa, con posibilidad de quimioterapia sistémica como último recurso terapéutico. La paciente desarrolló hipoglucemia, aparentemente de origen tumoral, que no se pudo comprobar y falleció. En este caso particular, la presencia de una segunda lesión en seno, de la que sólo se dispuso una fracción mínima de tejido que morfológicamente sugirió origen mamario pero cuyo fenotipo inmunohistoquímico no lo confirmó (16,17), planteó dos posibilidades diagnósticas: una metástasis del carcinoma de corteza suprarrenal, que sería a la fecha el tercero reportado en la literatura (11), o como segunda opción, un tumor primario de seno concomitante con el carcinoma adrenocortical que sugirió un síndrome de susceptibilidad a múltiples tumores (Li Fraumeni, por ejemplo), dada la presencia de dos lesiones malignas agresivas sincrónicas en una edad inusual (mujer joven) y el antecedente familiar de cáncer de seno en la madre fallecida por esa causa a los 39 años de edad. Este caso muestra la dificultad que representa para el clínico el manejo de patologías oncológicas agresivas y de presentación poco frecuente, en las que no se dispone de estudios con grandes cohortes de pacientes que orienten hacia la escogencia de la mejor alternativa de tratamiento. Agradecimientos Al Grupo de Patología Oncológica del INC. Bibliografía 1. Geller JL, Mertens RB, Weiss L. Adrenocortical carcinoma many questions remain unanswered. The Endocrinologist 2005;15:3009-312. 2. Schteingart DE, Doherty GM, Gauger PG. Management of patients with adrenal cancer: recommen- dations of an international consensus conference. Endocrine Related Cancer 2005;12:667-80. 3. Pardo C, Murillo R, Piñeros M, Castro MA. Casos nuevos de cáncer en el Instituto Nacional de Cancerología, 2002. Rev Colomb Cancerol 2003; 7(3):4-19. 4. Allolio B, Hahner S, Weisman D et al. Management of adrenocortical carcinoma. Clin Endocrinol 2004;60:273-87. 5. Norton JA, LE Hop N. Adrenal Tumors. In: DeVita, VT. 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REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):123-129 129 CANON ET TUBERCULOSIS Archivo histórico Canon et tuberculosis Canon et tuberculosis Alexandra Casasbuenas1,Andrés Felipe Cardona2, Pedro Ramos2 1 Departamento de Ginecología y Obstetricia, Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Hospital de San José, Bogotá, D.C., Colombia 2 Grupo Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia Observadores: Doctores Huertas, Llinás, Forero, Flórez y Ricaurte (Instituto Nacional de Radium, 4 de diciembre de 1935 a 18 de febrero de 1936) “El cuerpo para estar sano debe tener el corazón caliente, los nervios fríos y los huesos secos” Abu alí-al-hussein ibn Siná Introducción En 1921, Gruner inició la traducción formal del Canon de Avicena en el que encontró aforismos referentes a las descripciones primarias de la tuberculosis ganglionar y pulmonar. Algunos de los recuentos históricos de Arnaldo de Vilanova describen las lujuriosas travesías del príncipe de los médicos, escritas en los papeles emborronados del Medio Oriente. En ellos, mencionó el hallazgo habitual de pacientes con tumores cervicales contagiosos que se presentaban con tos, fiebre, debilidad y sudoración, atribuidos a cambios en el clima, baños y a contactos humanos inadecuados. Parece posible que Avicena, entregado al vino y a las mujeres, pensara en la estructura biológica actual de las infecciones y, por algún motivo que desconoce la ciencia y la cordura, especulara, entonces, sobre la probabilidad de curarlas con música (1,2). Después de esta breve introducción, se presenta y analiza el caso número 126 del Instituto Nacional de Radium, correspondiente a una joven paciente con el diagnóstico de “linfademia aleucémica crónica”, compatible histológicamente con una posible tuberculosis ganglionar. Algunos de los hallazgos particulares de este caso tienen que ver con la terapéutica instaurada, consistente en irradiaciones sobre cuatro campos cervicales, y con los hallazgos patológicos y las conclusiones obtenidas a partir de la necropsia, realizada después de la muerte por un cuadro sugestivo de obstrucción pilórica y sepsis. Descripción del caso Se trató de una mujer de 38 años que ingresó al Instituto Nacional de Radium el 27 de mayo de 1935 por cuadro clínico de 7 meses de evolución, caracterizado por la aparición de algunas masas induradas en la región supraclavicular izquierda, acompañadas de dolor local. Un mes antes de la evaluación inicial por el doctor Huertas, la paciente notó el rápido incremento del volumen de las lesiones y la aparición de algunas adenopatías cervicales derechas (figura 1). La descripción inicial de los hallazgos físicos, registrada en la historia clínica, fue la siguiente: “Se encuentran algunas masas ganglionares del tamaño de una almendra, con consistencia blanda sin apreciarse cierta elasticidad de los tejidos y con Correspondencia: Andrés Felipe Cardona, Grupo Oncología Clínica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E. Calle 1 No. 9-85, Bogotá, D.C., Colombia - Teléfono: 571-3341111 (552) Correo electrónico: acardona@cancer.gov.co Recibido: 04/11/2004; aceptado: 05/04/2005 130 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):130-135 ALEXANDRA CASASBUENAS,ANDRÉS FELIPE CARDONA, PEDRO RAMOS y epitelioides. En conclusión, creemos que se trata de un proceso tuberculoso”. Después de obtener el informe descrito, la paciente fue evaluada por el doctor Flórez, quien inició tratamiento con telecuriterapia sobre cuatro campos cervicales, durante 33 días, distribuidos en 4 meses, hasta completar una dosis total de 7.750 rads, administrados durante 8 horas, 8 minutos y 30 segundos (finalizó el 15 de noviembre de 1935). Figura 1. Paciente 126 del Instituto Nacional de Radium, en quien se evidencia compromiso ganglionar cervical y supraclavicular izquierdo. áreas de infartación; estos ganglios no son adherentes a los planos profundos y en las axilas y en las regiones inguinales no hay masas netamente apreciables. La piel rueda libremente sobre las masas, que al tacto no son dolorosas” (Drs. Huertas y Ordóñez). Se realizó un estudio radiográfico del tórax que descartó la presencia de alteraciones parenquimatosas o mediastinales; además, se llevó a cabo un estudio citológico de las adenopatías, por punción con aguja. Fue informado por el doctor Llinás como fragmento correspondiente a una sección normal de la piel. El 19 de julio de 1935, le fue realizada una nueva punción con la que se obtuvo material purulento; posteriormente, se halló disminución del volumen tumoral por drenaje de uno de los ganglios necróticos que se encontraba abscedado. Se inició manejo con sofganal inyectable administrado periódicamente, hasta obtener resolución de la inflamación y disminución de la secreción (no hay evidencia disponible que permita determinar el principio activo de este medicamento). Con la impresión diagnóstica de linfademia aleucémica, se le practicó una biopsia ganglionar (6 de agosto de 1935, examen histológico # 203) que reveló un posible proceso tuberculoso. La descripción original del doctor Juan Pablo Llinás fue: “Se trata de un proceso inflamatorio crónico, cuyos elementos se disponen en algunos sitios de manera regular. Encontramos células gigantes polinucleadas, a cuyo rededor se agrupan células linfoides Fue valorada nuevamente el 22 de diciembre del mismo año (Dr. Flórez), cuando se encontró mejoría marginal de los síntomas constitucionales y digestión deficiente. Al examen físico, se notó pigmentación en los campos irradiados y cuatro cicatrices correspondientes al sitio de la biopsia y a los sitios de drenaje de las tumoraciones infectadas. “A la izquierda se observan cuatro cicatrices y una a la derecha, de un color violáceo y como recogidas; estas cicatrices corresponden a los sitios en los que se abrieron los ganglios infartados y al lugar de la toma de muestra” (Dr. Flórez). De la misma forma, describió la respuesta a la radioterapia y refirió en la historia una disminución significativa del tamaño de las adenopatías. “Actualmente no parece existir incremento del tamaño en los ganglios, ni tampoco supuración en ninguno de ellos. Persisten todavía pequeñas adenopatías ligeramente dolorosas a la presión en el cuello izquierdo, que se mueven libremente tanto bajo la piel como sobre los planos profundos; los mencionados ganglios, están situados inmediatamente bajo el lóbulo de la oreja, en la parte media de la región lateral del cuello y en la parte más inferior de este”. De manera adicional, la paciente refirió que, durante los últimos 20 días, observó que la piel del dorso de las manos en la región correspondiente a la eminencia tenar se enrojeció, al mismo tiempo que se acentuaron los pliegues naturales. Luego, encontró hipertermia local y extensión del eritema hacia arriba hasta el puño y hacia abajo hasta la primera falange de los dedos, con excepción del pulgar y del índice que se cubrieron en casi toda su extensión. Una semana después de la aparición de las placas, empezaron a formarse REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):130-135 131 CANON ET TUBERCULOSIS pequeñas ampollas sobre el borde interno de la primera falange de los dedos índices. El Dr. Flórez anotó en la descripción clínica la presencia de hinchazón con dolor a la palpación y escasa descamación. Se realizó biopsia de la lesión descrita, bajo la impresión diagnóstica de posible infección superficial. El informe patológico del Dr. Márquez fue el siguiente: Resultado del examen histológico # 663: “Ligera hiperplasia del tejido epitelial sin elementos atípicos, con proceso inflamatorio no muy acentuado; correspondiente en conclusión con un estado inflamatorio subagudo”. Seis días después de la valoración descrita (30 de diciembre de 1935), asistió a control con el Dr. Ordóñez, quien encontró resolución casi total de las lesiones cutáneas con hiperpigmentación y descamación local. Existe la probabilidad de que dicha alteración haya correspondido a un proceso inflamatorio autolimitado, quizás por dermatitis asociada a contacto, sin poder descartar la presencia de un componente infeccioso secundario. Durante la misma consulta, la paciente comentó la presencia de glositis, hiporexia, pirosis, vómitos y gastralgia de aparición más o menos caprichosa. Al examen físico, se encontró dolor abdominal con signos de digestión lenta. El Dr. Ordóñez decidió solicitar una nueva radiografía del tórax, estudio de vías digestivas altas, análisis de orina, numeración de glóbulos rojos y blancos con resistencia globular. Entre el 2 y 8 de enero de 1936, se obtuvieron los resultados de los exámenes mencionados, que informaron de manera positiva la presencia de leucocitosis (20.800 blancos), con neutrofilia y grandes mononucleares; el estudio radioscópico del tórax mostró ganglios calcificados en las regiones hiliares. En el de vías digestivas altas, el medio de contraste descendió fácilmente por el conducto esofágico, el estómago contenía líquido de secreción, estaba dilatado y el fondo llegaba casi a la altura de la sínfisis púbica; la contractilidad de las paredes pareció ser dificultosa y sólo mediante maniobras repetidas de presión se logró pasar el bario al duodeno. La evaluación del estómago se verificó a las 24 horas y se encontró que la mitad de la sustancia ingerida permanecía en la cámara gástrica. 132 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):130-135 Aparece comentado en el registro de radiología que, con el objeto de aclarar la naturaleza del obstáculo que impidió el paso del bario del estómago al intestino, se sometió a la enferma durante algunos días a un tratamiento antiespasmódico. Después del mismo, se verificó la permeabilidad con un nuevo examen que encontró abundante residuo en el estómago después de 24 horas de ingestión del medio opaco. Como conclusión se informó la existencia de estenosis orgánica pilórica, con hipotonía y dilatación gástrica, sin signos francos de alteración anatómica gástrica o duodenal. El 23 de enero de 1936, tras ingresar en repetidas ocasiones al servicio de Radium, donde se le administraron reconstituyentes, enemas alimenticios, Campolon, medicaciones antiheméticas y Helpin, fue enviada a la clínica del Dr. Corpas por obstrucción pilórica. Al momento de la remisión, la paciente se encontraba en malas condiciones generales, con intenso dolor abdominal, intolerancia a los alimentos, extrema debilidad y fiebre. El 7 de febrero, el Dr. Latorre comentó en la historia clínica que la cirugía fue practicada por el profesor Corpas; consistió en una piloroplastia más lavado de la cavidad abdominal, con evolución desfavorable por delirio, hipertermia, algunos movimientos en los brazos que hicieron pensar en compromiso meníngeo mirada vaga y un estado semicomatoso. La enferma murió el 6 de febrero con el diagnóstico de acidosis posoperatoria e infección peritoneal. En el Instituto, los doctores Llinás y Espinosa practicaron la autopsia (protocolo # 11) en la que se encontró una sutura pilórica en la cavidad abdominal correspondiente a la piloroplastia casi totalmente cicatrizada y sin aparente reacción de la serosa peritoneal. Además, el hígado presentaba una coloración rosada pálida, con puntos del tamaño de una cabeza de alfiler de coloración blanco grisácea, que hizo pensar en una degeneración grasa consecutiva a alguna intoxicación o por infección. En el tórax no se encontró nada especial y en la cavidad craneana no se encontraron signos que permitieran siquiera sospechar meningitis. La conclusión fue que la paciente murió a consecuencia de una acidosis posoperatoria. Se tomó una biopsia hepática que fue informada 12 días después, de la siguiente manera. ALEXANDRA CASASBUENAS,ANDRÉS FELIPE CARDONA, PEDRO RAMOS Resultado del examen histológico # 812: “Entre las traviesas de Remack se observan grandes bandas de células adiposas que dan la impresión de un recargo graso del órgano. Sin embargo, entre las mismas células hepáticas hay algunas cuyo protoplasma aparece con granulaciones grasas, lo que corresponde a un estado de degeneración grasa” (Dr. Llinás). Figura 2. Informe del protocolo de autopsia realizada por los doctores Llinás y Espinoza (7 de febrero de 1936). entidades como carbunco, sífilis, erisipela, ántrax, difteria, mastoiditis, neumonía, ulcera péptica, tiroiditis, pancreatitis, neuritis y, sorprendentemente, en quemaduras (3). El principio biológico expuesto por Rousseau, en 1918, tras evaluar la respuesta de nueve pacientes con artritis gonococcica a los rayos X, apoyó las creencias de los primeros radiólogos sobre la capacidad antiinflamatoria de la radiación a bajas dosis (4). Estudios posteriores confirmaron que la utilidad de la radioterapia en el manejo de ciertas enfermedades infecciosas era atribuible a modulación de la respuesta inmune y no a acción directa sobre los gérmenes, debido a la necesidad de administrar dosis superiores a 10.000 rads (mayores a las requeridas en el tratamiento del cáncer) para lograr un efecto bacteriostático marginal (5,6). La idea de tratar la tuberculosis con radioterapia surgió en 1907, cuando se llevaron a cabo los primeros ensayos experimentales en sujetos con compromiso cutáneo y se obtuvo buen resultado. Años después, con el auge europeo, se trataron pacientes con peritonitis tuberculosa, salpingitis y linfadenitis crónica. Hasta 1959, la teleterapia asociada al tratamiento antimicrobiano dirigido contra el bacilo fue de primera elección para el manejo de la adenitis tuberculosa cervical y axilar (3). Ante la sospecha histológica de dicho diagnóstico, el caso de la paciente descrita en el archivo histórico recibió el tratamiento más eficaz conocido en la época. Sin embargo, la presentación rápida de los síntomas, el crecimiento acelerado de las tumoraciones ganglionares en el cuello y el importante compromiso constitucional, hicieron sospechar a los observadores la presencia de un proceso “linfoblastoide” de origen neoplásico. Discusión En 1965, Stephen Dewing publicó el libro “Utilidad de la radioterapia en las enfermedades benignas”; en él, hizo un recuento formal de la bibliografía escrita al respecto entre 1918 y 1960, haciendo interesantes declaraciones que crearon interrogantes acerca de la real efectividad de las arcanas costumbres de principios del siglo XX, cuando se consideró a la telecuriterapia como pilar terapéutico primario de múltiples enfermedades agudas y crónicas. Algunos de los capítulos describen la respuesta a diversos modelos de intervención en tuberculosis ganglionar cervical, del tracto urinario y pulmonar, y en otras Llama la atención que la patología no haya sido concluyente, debido a la ausencia en la historia clínica de mención a los hallazgos clásicos de la tuberculosis en el tejido comprometido (granulomas de caseificación), pero cabe mencionar que algunos estudios complementarios que podrían haber aclarado el diagnostico (cultivo de tejido, PCR, inmunohistoquímica y fenotipificación) no se encontraban disponibles en aquella época. Lo anterior no permite descartar la presunción inicial de cáncer y genera dudas sobre la etiología de la enfermedad, que incluso podría corresponder a la combinación de dos entidades, la tuberculosis y el linfoma. REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):130-135 133 CANON ET TUBERCULOSIS La dificultad para diferenciar el diagnóstico entre tuberculosis y linfoma, en pacientes con tumoraciones cervicales, fue ilustrada formalmente por Fox, en 1926, al publicar una breve reseña de seis casos con compromiso simultáneo por las dos enfermedades; no obstante, varios de los súbditos académicos de Thomas Hodgkin habían remembrado, en dos de los casos descritos originalmente, la posibilidad primaria de afección granulomatosa (7). En 1974, Kaplan identificó 201 casos de tuberculosis posprimaria en pacientes con cáncer tratados en el Sloan Kettering Cancer Center. A partir de esta serie, estimó que la probabilidad de reactivación era significativamente mayor en sujetos con linfoma de Hodgkin (96/10.000 pacientes) (8). Posteriormente, Melero informó que el riesgo de infección era doce veces mayor en este grupo, con respecto a la población general (9). El mecanismo de susceptibilidad al complejo M. tuberculosis en pacientes con linfoma de Hodgkin puede ser explicado parcialmente por las variaciones en la inmunidad celular y humoral debido al compromiso de la respuesta Th2, que condiciona la producción sostenida de IL-5 e IL-10, un incremento en la producción de anticuerpos ineficaces, altos niveles de inmunocomplejos circulantes y disminución en el recuento medio y de la capacidad funcional de los polimorfonucleares y de las células NK (10,11). Para 1905, la población bogotana era cercana a los 100.000 habitantes. Buena parte de ella se encontraba en el hacinamiento y, según los cronistas de la época, las condiciones sanitarias eran lamentables debido a la inexistencia de adecuados servicios públicos, la nutrición era deficiente y se basaba en alimentos con alto aporte calórico y baja cantidad de proteínas, lo que promovió rápidamente la desnutrición y la diseminación de las enfermedades infecciosas. Con base en los registros del Hospital San Juan de Dios, que para la época atendía a cerca de 50% de los casos de tuberculosis de la ciudad, se pudo conocer que entre 1875 y 1914 se inició una epidemia de tuberculosis (12). El compromiso ganglionar cervical fue el tercero en frecuencia y, el pulmonar, la primera causa de enfermedad. Para 1932, la infección granulomatosa se convirtió en la mayor causa de muerte con proporciones cercanas 134 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):130-135 al 30% (13). Esta situación propició que se crearan, en cumplimiento de la Ley 66 de 1916, pabellones especiales para tuberculosos, posteriormente, la sección de lucha contra la tuberculosis y que, en 1937, se organizara la campaña antituberculosa nacional y los comités voluntarios contra la tuberculosis (14). La historia favorece la probabilidad de que el caso evaluado por los Drs. Huertas y Flórez correspondiera a un linfoma de Hodgkin con compromiso ganglionar en el cuello, asociado con tuberculosis y tratado con radioterapia con lo cual se logró una buena respuesta. El 23 de enero de 1936, se documentaron signos compatibles con obstrucción intestinal no asociada a compromiso tumoral visceral o ganglionar en el abdomen. Durante el seguimiento posterior a la realización de la piloroplastia, se encontró un cuadro clínico sugestivo de sepsis, no confirmado por los hallazgos macroscópicos encontrados durante la necropsia. Referencias 1. García A. “De morbis qui in superficie corporis videntur” (st. Isidoro of Seville, 621ª.D.) the first dermatology text in Europe. An R Acad Nac Med (Madr) 2001;118(1):219-28. 2. Justel B. Los manuscritos árabes de la Biblioteca de Palacio. Al-qantara 1990;11(1):193-225. 3. Dewing SB. Radiotherapy of benign disease. Library of Congress, Catalog Number 65-11686. (Charles C. Thomas, publisher, Springfield Illinois USA 62794). 1965. 4. Rousseau G. On the Roentgen therapy. Strahlentherapie 1918;30:613-8. 5. Desjardins AU. The action of Roentgen rays or radium in inflammatory processes. Radiology 1937;29:436-45. 6. Desjardins AU. Dosage and method for Roentgen therapy for inflammatory conditions. Radiology 1938; 32(6):699-707. 7. Fox X. Remarks on microscopical preparations made from some of the original tissue described by Thomas Hodgkin. Ann Med History 1926;8:370-4. 8. Kaplan MH, Armstrong D, Rosen P. Tuberculosis complicating neoplastic disease – a review of 201 cases. Cancer 1974;33:850-8. 9. Melero M, Gennaro O, Domínguez C et al. Tuberculosis en pacientes con linfomas. Medicina (Buenos Aires) 1992;52:291-5. ALEXANDRA CASASBUENAS,ANDRÉS FELIPE CARDONA, PEDRO RAMOS 10. Harakati MSE. Tuberculosis in patients with lymphoproliferative disorders: Is it as common as historically stated? Kuwait Medical Journal 2001;33(4):32528. 11. Pitlik SD, Fainstein V, Bodey GP. Tuberculosis mimicking cancer –a reminder. Am J Med 1984; 76:822-5. 12. Hidrovo AJ. Raíces históricas, sociales y epidemiológicas de la tuberculosis en Bogotá, Colombia. Biomédica 2004;24:356-65. 13. Rueda G. Apuntaciones sobre la historia de la tuberculosis. Rev Colomb Neumol 1991;3:15-9. 14. Ospina S. La tuberculosis, una perspectiva históricoepidemiológica. Infectio 2001;5:241-50. REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):130-135 135 RAFAEL GUTIÉRREZ MARTÍNEZ Página de los ex alumnos Tulio Ernesto Ávila Nació en Garagoa, Boyacá, el 29 de diciembre de 1941. Contrajo matrimonio con Marina Barraza, con quien tuvo tres hijos. Estudió en el Colegio San Bartolomé de La Merced, en donde culminó sus estudios en 1960. Cursó estudios de Medicina y Cirugía en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Se recibió como Médico Cirujano en 1966. Realizó estudios de especialización en Cirugía Plástica y reconstructiva maxilofacial y de la mano en el Hospital Militar Central de Bogotá. Se graduó en 1975, título otorgado por la Facultad de Medicina del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, refrendado por Ascofame. Se subespecializó en Cirugía Plástica Oncológica en el Instituto Nacional de Cancerología en Bogotá, titulo otorgado por la Pontificia Universidad Javeriana en 1998. Su espíritu de investigación y su mente inquieta lo motivaron a visitar a algunos de los más importantes servicios de Cirugía Plástica de otros países, como el Hospital General de México, en donde adelantó varios cursos de actualización con el doctor Fernando Ortiz Monasterio, en 1975. En 1980 llevó a cabo un entrenamiento especial con el doctor Ralph Millar en el Jackson Memorial Hospital de Miami en técnicas quirúrgicas para corrección de labio y paladar hendidos y otras malformaciones congénitas en los infantes, y su manejo interdisciplinario. En 1980, motivado por la apertura a la era reconstructiva para el tratamiento del cáncer de seno en el Instituto Nacional de Cancerología, viajó al Hospital de la Santa Casa de Río de Janeiro, Brasil, para visitar el servicio del profesor Ivo Pitangüy. En 1997 visitó al doctor Eduardo Krulig en el Hospital de Clínicas en Caracas para actualizarse en las más recientes técnicas de cirugía estética. Se desempeñó como instructor del Servicio Integrado de Cirugía Plástica del Hospital de San José y de la Universidad del Rosario, una vez se graduó como especialista y hasta octubre de 1976. Fue especialista asociado del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Militar Central de 1976 a 1981. Se ha desempeñado como profesor de Cirugía Plástica 136 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):136-136 de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana desde 1975 y trabaja en la Unidad de Cirugía Plástica del Hospital de San Ignacio, en donde fue jefe del Servicio por ocho años, tiempo durante el cual diseñó y puso en marcha el programa académico de especialización en Cirugía Plástica y Reconstructiva de la Universidad, con sede en el Hospital de San Ignacio. Su trabajo en la Pontificia Universidad Javeriana y en el Hospital de San Ignacio con el profesor Miguel Orticochea, motivó su interés por la cirugía reconstructiva en el paciente con cáncer; sus innumerables cualidades humanas y su gran habilidad como cirujano motivaron al profesor Orticochea a invitarlo a trabajar con él en el Grupo de Cirugía Plástica del Instituto Nacional de Cancerología, donde laboró desde el 1 de febrero de 1983 hasta el 31 de julio de 2002, cuando se le otorgó su pensión de jubilación. Su paso por el Instituto Nacional de Cancerología dejó una huella imborrable en sus compañeros de trabajo por su espíritu afable y su ayuda desinteresada a los demás. Participó en la creación del programa de subespecialización en Cirugía Plástica Oncológica, del que fue profesor, y es pionero de la reconstrucción mamaria en Colombia, con el colgajo TRAM. El profesor Ávila es miembro de número de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética, Maxilofacial y de la Mano. Es miembro activo de la Asociación de Médicos Javerianos, miembro titular de la Federación Ibero-Latinoamericana de Cirugía Plástica y Reconstructiva, miembro de la asociación de ex alumnos del Instituto Nacional de Cancerología y miembro activo de la Asociación Sociedad Colombiana de Mastología. Recibió la condecoración Honor al mérito boyacense, otorgada por la integración boyacense en Santa Fé de Bogotá, el 30 de noviembre de 1995. Gloria Ordóñez Grupo Reconstructivo, Instituto Nacional de Cancerología, E.S.E., Bogotá, D. C., Colombia. CARTAS AL EDITOR Cartas al editor Al editor: El sentido de la búsqueda Investiga, investigador. El futuro está hecho de investigación. Ortega y Gasset Atrapados entre dos eternidades, el pasado desvanecido y el futuro incierto, jamás dejamos de determinar nuestra posición y nuestro rumbo. Heredamos el legado de las ciencias y de las artes: las hazañas de los grandes descubridores y creadores. Nos solazamos con sus descubrimientos y creaciones. Pero todos somos buscadores. Todos queremos saber por qué. El hombre es el animal que hace preguntas. Y, aunque el descubrimiento, la creencia de haber dado con la respuesta puede alinearnos y hacernos olvidar nuestra condición humana, es la búsqueda la que nos mantiene unidos, la que nos hace humanos y preserva nuestra humanidad (1). La cultura occidental ha conocido tres grandes épocas de investigación. En la primera, el ser humano buscó respuestas a sus interrogantes más vitales en un Dios que le hablaba desde arriba o en el pensamiento filosófico que nacía de su reflexión interior; fue la época de los profetas y los filósofos que buscaban la salvación o la verdad en el Dios de los cielos o en la capacidad de raciocinio que nos es innata. Vino luego una segunda época de búsqueda colectiva, de emulación de la civilización en el sentido democrático, una búsqueda basada en la experiencia y en el liberalismo. Finalmente, la tercera, asentada en los pilares de las ciencias sociales, donde orientado hacia el futuro, el hombre parece gobernado por las fuerzas de la historia. Esta época alumbró hombres tan excepcionales como Spengler y Tynbee, Kierkegaard, William James, Acton, Carlyle y Emerson, Malraux, Bergson y Einstein (2). no ya en nombre del dogma y la ortodoxia, sino para dar continuidad a la búsqueda y renovarla en cada generación. La sociedad liberal moderna permitiría organizar la búsqueda ininterrumpida. Los descubridores en las ciencias, Galileo, Vesalio, Harvey, Newton, Malpighi y otros, revelaban lo ilimitadas que eran las zonas naturales aún no cartografiadas, mientras que Colón, Magallanes y Balboa hicieron comprender a los europeos la limitación de su experiencia de las tierras y de los mares. Cuando la ciencia se hizo pública, las sociedades mancomunaron la experiencia en agrupaciones donde parlamentaban científicos. Constantemente, la abertura de la experiencia revelaba posibilidades inimaginadas, a disposición de quien supiera explotarlas. Y siguió instigando a los buscadores a tratar de descubrir el sentido del universo y el cometido del hombre (3). Hoy hemos pasado de buscar el sentido del hombre y del universo a descubrir que el sentido está en la búsqueda. Hoy hemos pasado de investigar la finalidad o el propósito a preguntarnos por las causas; hemos pasado del por qué al cómo. ¿Puede eso vaciar de contenido nuestra experiencia humana? Si es así, ¿Cómo recuperar y enriquecer nuestro sentido ante la historia? Diana Esperanza Rivera Rodríguez Grupo Políticas, Legislación y Movilización Social Instituto Nacional de Cancerología, E.S.E, Bogotá, D.C., Colombia Referencias El gran cambio en la dirección de la búsqueda, el que marcó la apertura del espíritu moderno, fue la vuelta a la experiencia. El regreso desde el anhelo ascendente de los profetas hebreos y la búsqueda interior de los filósofos griegos a un impulso que llevaba fuera de sí, a la inmensidad del mundo exterior. Este nuevo modelo de indagación volvería a congregar a los espíritus inquisitivos en comunidades, 1. Boorstin DJ. The Discoverers. New York: Random House; 2000. p.11-2. 2. Boorstin DJ. Los pensadores. Barcelona: Editorial Critica, S.L.; 1999. p.9. 3. Boorstin D. The Seekers. The story of man’s continuing quest to understand this world. New York: Random House; 1999. p.23. REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 137 CARTAS AL EDITOR Al editor: Las enfermedades raras en Colombia: abandono del sistema de salud El ser humano puede padecer de enfermedades comunes, como la enfermedad coronaria, el cáncer de seno, el cáncer de próstata y la diabetes mellitus. Sin embargo, la misma naturaleza del ser humano también predispone a padecer enfermedades no tan comunes y con consecuencias también catastróficas sobre la salud de los individuos que las padecen. Tales enfermedades, a diferencia de las que denominamos comunes, parecen encontrar un campo fabuloso para su desarrollo en Colombia, en parte, debido a la ignorancia sobre las mismas y, en parte, debido a la falta de recursos para luchar contra ellas. La consecuencia final es que, en un país como el nuestro, padecer enfermedades raras seguramente resultará en tasas de mortalidad mayores que las observables en países más desarrollados, con la consecuente pérdida de invaluable capital humano. El caso de la paciente presentada por la doctora Pabón ejemplariza las dificultades de enfrentar una enfermedad tan rara -como un carcinoma adrenocortical- en nuestro país. Hubo un retraso de 9 meses, aproximadamente, antes de que tan agreste y obvia enfermedad fuese correctamente diagnosticada. Durante ese tiempo, el cáncer adrenocortical creció y se diseminó rápidamente, se tornó incontrolable y presentó colonias metastásicas en las glándulas mamarias, el hígado y los pulmones; como único tratamiento posible quedó la resección mutilante de diferentes porciones de esos órganos que, obviamente, no permitiría la curación de una enfermedad sistémica por naturaleza. Desde este punto de vista, una medicina paliativa y piadosa sería valiosa para tratar tan difícil enfermedad. La debilidad muscular ocasionada por la secreción hormonal autónoma y exagerada de esteroides por el tumor y la inherente predisposición a infecciones constituyeron terribles problemas que dificultaron el curso de esta enfermedad y que ocasionaron sufrimiento a la paciente, a su familia y a todos los miembros del personal de salud que de una u otra forma tuvieron que ver con su cuidado. La paliación no sólo implicaba la búsqueda de una mejor calidad de vida por alivio del dolor o la 138 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 depresión, sino también por un mayor control de la secreción hormonal excesiva que esta paciente presentaba. Tal paliación fue imposible de alcanzar ya que, pese a dosis máximas de ketoconazol, éste fue incapaz de controlar la secreción hormonal de un tumor que se reproducía rápidamente día tras día. Aunque en Colombia la Ley 100 ha permitido, sin lugar a dudas, un mayor acceso de la población al sistema de salud, se ha quedado corta y quienes están detrás de ella posiblemente no se han dado cuenta de que la medicina evoluciona día tras día y que lo que en un principio parecía ser un avance se está convirtiendo en un terrible obstáculo para el desarrollo de Colombia. Por consiguiente, la ley 100 está limitando el acceso de la población a tratamientos más avanzados y, peor aún, impidiendo que en Colombia se pueda desarrollar investigación de primer orden que contribuya y compita con la de países más avanzados, lo que hace cada vez más y más amplia la brecha entre ellos y nosotros. El sistema de salud no puede continuar siendo estático, porque la medicina cambia y la evolución del ser humano seguirá. Parte de la culpa de este problema recae en los mismos médicos quienes, conformistas, vemos que las cosas pasan sin que adoptemos una posición. Comentarios como “para qué hacer tal examen” o “conseguir tal medicación cuando muy pocas veces las vamos a utilizar” son aterradores para la salud de la persona que padece una enfermedad rara y minan el desarrollo intelectual de una sociedad. Dios quiera que nunca tan terribles enfermedades afecten gente que piensa de esa manera. Camilo Jiménez Grupo de Endocrinología Oncológica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D. C., Colombia CARTAS AL EDITOR Al editor: Respecto de las omisiones del volumen 9 número 2 Bogotá, D.C., 4 de enero de 2006 Señor MAURICIO REYES Coordinador Producción Editorial Medilegis Ciudad segundo machote previa autorización de la impresión. Consideramos necesario corregir las principales faltas en una fe de errata, y que la casa editorial envíe una carta aclarando que la omisión fue involuntaria ya que el inconveniente se presentó en el proceso de preimpresión. La carta de aclaración será publicada en la sección de cartas al editor del número de septiembre. Apreciado Mauricio: Agradezco su colaboración. Hemos tenido oportunidad de revisar formalmente la publicación del volumen 9 número 2 de 2005 que corresponde a la primera edición que se realizó con Medilegis. Para nuestro asombro y para el de buena parte de los autores de los artículos, encontramos algunos errores que se habían corregido en la evaluación del Atentamente, CARLOS VICENTE RADA ESCOBAR, M.D. Editor Jefe Revista Colombiana de Cancerología Respuesta Bogotá, D.C., 4 de enero de 2006 Doctor CARLOS VICENTE RADA ESCOBAR, MD Editor Jefe Revista Colombiana de Cancerología Ciudad Estimado doctor Rada: Lamento profundamente los errores que aparecieron en el volumen 9 número 2 de 2005 de la Revista Colombiana de Cancerología, razón por la cual consideramos pertinente la inclusión de la fe de erratas en el siguiente número para enmendar la falla presentada en el proceso, ante el comité editorial, los autores de la publicación y los lectores. Es importante dejar claridad sobre el carácter involuntario de la omisión en la incorporación de las correcciones; ésta se debió a ajustes en el proceso de producción, y acudimos a su entera comprensión para entender los riesgos que implica el proceso de acople entre las personas involucradas durante todas las etapas de desarrollo de la publicación, de parte y parte. Dada la experiencia, quiero dejar sentado que hemos revisado minuciosamente el proceso para garantizarles la no ocurrencia de este tipo de errores en el futuro. Reitero nuestras disculpas por los inconvenientes causados y agradezco su deferencia. Cordialmente, MAURICIO REYES ARIZA Jefe de producción Medilegis REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 139 ERRATUM Erratum Volumen 9, número 2 • Los doctores Enrique Ardila y María Mercedes Bravo fueron omitidos del Comité Editorial de la Revista Colombiana de Cancerología. • El doctor Luis Arturo Lizcano fue incluido por error en el listado de miembros del Comité Editorial. • En el artículo “Análisis de la Revista Colombiana de Cancerología (1941-2003)” (Rev Colomb Cancerol 2005;9(2):5-12) se omitió la filiación de la doctora Lina Abenoza, quien pertenece al Grupo de Medicina Interna del Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia. 140 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 • En el artículo “Hipercalcemia humoral maligna” (Rev Colomb Cancerol 2005;9(2):38-43) la forma correcta del titulo en español es como se mencionó. • En el artículo “Hipercalcemia humoral maligna” (Rev Colomb Cancerol 2005;9(2):38-43), la plicamicina y los esteroides descritos en la página 42 son subtítulos de la sección de terapia antirresortiva. • En el artículo “Micobacteriemia en pacientes con neoplasias de origen hematológico” se omitió la filiación institucional como docentes de la Universidad Nacional de Colombia de los doctores Sonia Isabel Cuervo y Jorge Alberto Cortés. INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES Información para los autores Esta guía está basada en los “Uniform Requirements for Manuscripts Submitted to Biomedical Journals”, publicados en Ann Intern Med 1997, 126 (1): 36-47, según las normas del Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas (CIDRM), en su 5a. edición. Publicación original del grupo de Vancouver (1978). Manuscritos Se aceptarán para consideración manuscritos que contengan material original, entendiéndose que ni el artículo ni alguna parte de su contenido esencial, cuadros estadísticos o gráficas, hayan sido publicados o remitidos para publicación en otra parte diferente de la REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA. Esta restricción no se aplica a los informes preliminares (resúmenes o posters) presentados en reuniones científicas, ni a las informaciones periodísticas de reuniones programadas. Las copias de cualquier manuscrito estarán en consideración del Comité Editorial de la revista. Excepcionalmente podrán aceptarse publicaciones secundarias en el mismo idioma o en otro distinto, siempre y cuando cumplan ciertas condiciones que así lo justifiquen. Podrán publicarse artículos en ingles o español. Envíe un original y una copia del manuscrito completo incluyendo la página del título, leyendas, referencias e impresos brillantes de gráficas. Envíe el original y la copia en papel blanco tamaño carta a doble espacio con márgenes de por lo menos 2.5 cms. Guarde copias de todo lo que envíe. Empiece en hojas separadas cada una de las siguientes secciones: página título, resumen y palabras claves, texto, agradecimientos, referencias, cuadros estadísticosindividuales y leyendas. Numere las páginas consecutivamente empezando por la página del título. Coloque el número de la página en la esquina superior o inferior derecha de la hoja. teléfono) responsable para los aspectos concernientes al manuscrito; la carta debe hacer claridad que el manuscrito final ha sido visto y aprobado por todos los autores, y que no ha sido sometido o publicado en otra revista. Como ha sido establecido, los créditos de autoría requierenque se hayan hecho contribuciones esenciales a la concepción y el diseño, o al análisis y la interpretación de los datos o también a la modelación y revisión crítica del artículo con adición importante de contenido intelectual o simplemente con la aprobación de la versión final que será publicada. Cada autor debe haber participado en el trabajo en grado suficiente para asumir la responsabilidad pública por su contenido. Título y nombres de los autores En la primera página se presentará el título, que debe ser conciso y descriptivo, no declarativo. Además incluya brevemente, en menos de 40 palabras los nombres y apellidos de los autores, el nombre del departamento e institución en la que el trabajo fue hecho, la afiliación institucional de cada autor y el nombre y dirección del autor a quien debe solicitársele las separatas. Cualquier ayuda financiera que requiera agradecimiento debe ser mencionada en esta página además de las personas e instituciones que requieren agradecimientos. Resumen En una hoja aparte escriba el resumen en español y en inglés, de máximo 250 palabras cada uno. Este resumen debe constar de cuatro (4) elementos: introducción, métodos, resultados y conclusiones los cuales describen en forma breve, el problema que está siendo examinado en el estudio, cómo fue realizado, los resultados y qué concluyen los autores a partir de estos resultados. Palabras clave Dirija la correspondencia al editor jefe de la Revista Colombiana de Cancerología, Calle 1a. No. 9-85, Instituto Nacional de Cancerología, Santafé de Bogotá, Colombia. Envíe una carta firmada por todos los autores identificando la persona (con dirección y De tres (3) a diez (10) palabras clave o frases cortas las cuales deben ser adicionadas al final de la página resumen; esto ayudará al editor en la elaboración de índices que serán publicadas junto con el resumen. REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):141-143 141 INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES Use términos publicados del Medical Subject Headings (MeSH), provenientes del Index Medicus. medición o variabilidad (como intervalos de confianza). Evite mencionar sólo los valores “P” cuando está examinando prueba de hipótesis. Escritura y Texto El texto de artículos observacionales o experimentales es dividido en secciones con los subtítulos: introducción, materiales y métodos, resultados y discusión. Cuando el artículo lo amerite pueden necesitarse subtítulos de algunas secciones. Otro tipo de artículos como reporte de casos, revisiones y editoriales pueden necesitar otros formatos. Todo el texto debe estar escrito a doble espacio. Discuta la elegibilidad de los sujetos de experimentación. Aporte detalles sobre la aleatorización y el cegamiento de las observaciones. Reporte las complicaciones del tratamiento. Dé el número de observaciones. Reporte las pérdidas de observaciones (deserciones en ensayos clínicos). Las referencias para el diseño del estudio y métodos estadísticos deben ser de trabajos conocidos. Especifique los programas de computador que usó. Materiales y métodos Resultados Establezca el propósito del artículo. Resuma la base racional para el estudio o la observación. Cite las referencias estrictamente. No incluya datos o conclusiones del trabajo que está siendo reportado. Presente los resultados en secuencia lógica en el texto, cuadros estadísticos e ilustraciones. No repita en el texto los datos de los cuadros estadísticos o ilustraciones, enfatice o resuma sólo las observaciones importantes. Métodos Describa la selección de sujetos de experimentación u observación (pacientes o animales de laboratorio incluyendo controles). Identifique las características de los sujetos. Identifique los métodos, aparatos (nombre del fabricante y dirección en paréntesis) y procedimientos con suficiente detalle que lleve a otros investigadores a reproducir sus resultados. Mencione las referencias de métodos estándares incluyendo los métodos estadísticos; incluya referencias y otras descripciones para métodos que han sido publicados y no son bien conocidos; describa métodos nuevos o que han sido substancialmente modificados, presente razones para usarlos y evalúe sus limitaciones. Identifique con precisión todas las drogas y químicos usados, incluyendo nombres genéricos, dosis y rutas de administración. Describa los métodos estadísticos con suficiente detalle como para que un lector con conocimiento y acceso a los datos originales verifique los resultados que se reportan. Cuando sea posible, cuantifique los hallazgos y preséntelos con indicadores apropiados de errores de 142 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):141-143 Restrinja los cuadros estadísticos y gráficas a aquellas necesarias para explicar y sustentar los argumentos del trabajo. Use gráficas como alternativa de cuadros estadísticos con muchas entradas, no duplique datos en gráficos y cuadros estadísticos. Discusión Resalte los aspectos nuevos e importantes del estudio y las conclusiones derivadas de éste. No repita en detalle los datos u otro material dado en la introducción o los resultados. Incluya en la discusión las implicaciones de sus hallazgos así como las limitaciones, incluya los aportes para futuras investigaciones. Relate las observaciones relevantes de otros estudios similares. Relacione las conclusiones con los objetivos del estudio, pero evite criterios no calificados y conclusiones no completamente respaldadas por sus datos. Establezca nuevas hipótesis, cuando se requieran, pero menciónelas claramente como tales. Referencias Las referencias deben ser escritas a doble espacio y numeradas consecutivamente como hayan sido citadas. Las referencias citadas en las leyendas de gráficas o figuras deben ser numeradas de modo que ellas estén en secuencia con las referencias citadas INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES en el texto. El estilo de las referencias es el mismo del Index Medicus. Escriba todos los autores cuando son seis (6) o menos; cuando haya siete (7) o más, escriba los seis (6) primeros y luego “y cols.”. Las referencias numeradas como comunicaciones personales, datos no publicados y manuscritos como “en preparación” o “remitido para publicación” no son aceptados. Si es esencial, tal material debe ser incorporado en el lugar apropiado del texto. Abreviaciones Excepto para las unidades de medida, se discuten las abreviaciones. La primera vez que una abreviación aparece debe ser precedida de las palabras que significa. Nombre de medicamentos Deben ser usados nombre genéricos. Los autores que deseen hacerlo, pueden insertar nombres comerciales entre paréntesis. Agradecimientos En un lugar apropiado del artículo (página del título o como apéndice del texto) uno o más hechos deben especifi carse: a) contribuciones que requieren agradecimiento pero no ameritan autoría, como por ejemplo el apoyo general dado por un jefe de departamento; b) agradecimientos por ayuda técnica; c) agradecimientos de apoyo; d) relaciones financieras que puedan tener conflicto de interés. Las personas que han contribuido intelectualmente al trabajo, pero cuya contribución no justifica la autoría pueden ser nombradas y descrita su función o contribución, por ejemplo: “asesor científico”, “revista crítica del protocolo”, “colección de datos” o “participación en el ensayo clínico”. Ellos en lo posible deben dar su permiso por escrito para ser nombrados. Revisión Los manuscritos serán revisados inicialmente por el comité editorial; posteriormente serán enviados a revisores externos. Agradecemos a los autores sugerir nombres de posibles revisores, pero nos reservamos el derecho de la selección final. Los manuscritos rechazados serán devueltos a los autores en un plazo de seis (6) semanas. Decisiones acerca de manuscritos potencialmente aceptables pueden tomar un tiempo más largo. REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):141-143 143 INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES 144 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):141-143