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Transformación de la subjetividad en una víctima del conflicto armado a partir de los trabajos de memoria. Un estudio de caso* Diana Maritza Pulgarín Osorio1 Katherin Marín Loaiza2 Asesora: Jenny Cristina Perdomo Patiño** RESUMEN: El presente artículo aborda las transformaciones subjetivas de una víctima del conflicto armado en Risaralda, generadas a partir de su participación en diferentes trabajos de memoria. Mediante la metodología de estudio de caso, la investigación abordó la experiencia de “Amanda”, una mujer víctima, madre de un joven asesinado por el ejército colombiano en el marco de lo que se conoció en el país como “falsos positivos”. Para tal fin, se presenta una caracterización de las experiencias de memoria desde un enfoque histórico-hermenéutico identificando los sentidos y configuraciones subjetivas por medio del análisis discursivo de entrevistas, informes y material audiovisual. El análisis de estas experiencias posibilitó comprender cómo los trabajos de memoria le permiten al sujeto tomar posiciones críticas respecto al hecho victimizante impulsando la búsqueda de la justicia, la lucha contra la impunidad y el anhelo por la paz. PALABRAS CLAVE: Subjetividad, memoria, conflicto armado, falsos positivos, testimonio, Risaralda. *Árticulo resultado de proyecto de investigación para optar a título de pregrado de Psicología, realizado en el año 2015. ** Asesora de la presente investigación. Trabajadora Social de la Universidad del Valle, candidata a Magister en Historia y Memoria de la Universidad Nacional de La Plata-Argentina. DocenteInvestigadora de la Universidad Católica de Pereira, adscrita a la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación. 1 Estudiante X Semestre de Psicología Universidad Católica de Pereira, correo de contacto 0209quetzal@gmail.com 2 Estudiante X Semestre de Psicología Universidad Católica de Pereira, correo de contacto katherinmarinloaiza@gmail.com ABSTRACT: The present article approaches the subjective transformations of a victim of the conflict armed in Risaralda, generated from her participation in different works of memory. For it, one presents a characterization of these experiences from a historical - hermeneutic approach identifying the senses and subjective configurations by means of the discursive analysis of interviews, reports and audio-visual material, which they made possible to demonstrate how the works of memory allow her the subject to take critical positions with regard to the fact victimizante stimulating the search of the justice, the fight against the impunity and the longing of peace. KEY WORDS: subjectivity, memory, armed conflict, false positives, testimony, Risaralda INTRODUCCIÓN El conflicto armado en Colombia y sus diferentes manifestaciones de violencia han ocasionado por más de 50 años grandes impactos y consecuencias en la población civil, los cuales han implicado graves violaciones a los derechos humanos. Los efectos de este conflicto para las víctimas resultan incuantificables e intangibles en términos emocionales, morales, políticos, socioculturales y psicológicos; llegando a alterar sus proyectos y dinámicas de vida. Según cifras de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas3, han sido registradas 7.712.0144 personas en todo el país hasta el mes de octubre del 2015, de las cuales 104.187 han sido reportados en Risaralda. Sin embargo, pese a la magnitud de las cifras, sólo partir del 2011 es aprobada una Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en la que se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno entre otras disposiciones. Específicamente en el departamento de Risaralda municipios como Quinchía, Mistrató y Pueblo Rico, han presentado hechos victimizantes que generan una gran cantidad de 3 La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas lidera acciones del Estado y la sociedad para atender y reparar integralmente a las víctimas, para contribuir a la inclusión social y la paz, pretende acercar el Estado a las víctimas mediante coordinación eficiente y acciones transformadoras que promuevan la participación efectiva de las víctimas en su proceso de reparación. 4 Dicho registro es realizado por la Unidad para las Víctimas a partir del Registro Único de Víctimas R.U.V desplazamientos forzados hacia diferentes cabeceras municipales. Pereira en particular, se ha caracterizado por ser una ciudad tradicionalmente receptora de dicha población, tal como se evidencia en el informe realizado por la Alcaldía de Pereira en el que se registra la recepción de 35.780 desplazados entre 1998 y agosto de 2012. Así, en este artículo se presenta una caracterización y análisis de los trabajos de memoria en los que participó “Amanda”, una mujer víctima del conflicto armado, madre5 de un joven asesinado por el ejército colombiano quien fue acusado falsamente de pertenecer a un grupo guerrillero. Aquella mujer hace parte de quienes sobreviven y dan cuenta de las injusticias cometidas contra la población civil a manos de agentes estatales en el año 2005. De acuerdo con la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos6 y el Movimiento de Reconciliación (FOR)7 los denominados falsos positivos han sido considerados uno de los hechos victimizantes con mayor incremento en la primera década del siglo XXI en Colombia, pues durante la mayor parte del tiempo que lleva el conflicto armado interno en Colombia, el país ha vivido una fase de violencia donde miembros de la fuerza pública a través de grupos paramilitares conformados y controlados por militares, se vieron directamente involucrados en hechos de violencia contra la población civil y en una violación sistemática de los derechos humanos. El incremento de las cifras ocurrido en el periodo de gobierno de Uribe Vélez (2002-2009) por la implementación de la política de seguridad democrática en la que el éxito del ejército en las labores de contrainsurgencia era medido a partir del número de guerrilleros muertos en combate a cambio de retribuciones y recompensas. Asimismo, de acuerdo con el informe de las Naciones Unidas (2015) sobre la situación de los Derechos Humanos en Colombia, se afirma que la Fiscalía General de la Nación ha acumulado alrededor de 5.0008 casos que corresponden al 5 Cuyo nombre fue cambiado por cuestiones de seguridad. CCEEU es una coalición de 210 organizaciones colombianas que trabajan en la promoción, divulgación y defensa de los derechos humanos. 7 The Fellowship of Reconciliation (FOR) ha llevado a cabo programas y proyectos educativos relacionados con la paz nacional e internacional y la justicia, las alternativas no violentas a los conflictos y los derechos de conciencia. 8 “A fecha de septiembre de 2014, había abierto 2.234 investigaciones por homicidio agravado por homicidio de persona protegida contra 5.014 miembros de las fuerzas armadas, en relación con 4.382 víctimas (3.989 hombres, 231 mujeres, 162 no identificado). Algunos de los casos abiertos pueden no tener mérito o pruebas suficientes para seguir adelante” (Naciones Unidas, 2015, p.14) 6 tipo de ejecuciones extrajudiciales conocidas como falsos positivos de los cuales fue víctima Amanda. En la actualidad, se llevan a cabo diversas iniciativas de memoria9 por parte de las víctimas, organizaciones de víctimas y de derechos humanos, mediante las cuales, se posicionan frente a lo sucedido de una manera crítica y reflexiva. Con el fin de aportar nuevos elementos al diálogo sobre reparación de víctimas y la capacidad de agencia de las mismas, la investigación desarrollada se trazó como apuesta la reivindicación del sujeto/víctima, en su singularidad, desde su propia voz y experiencia. De esta manera, se abordaron en “Amanda”, madre de una víctima de falsos positivos, las transformaciones producidas en su subjetividad al participar en diversos trabajos de memoria. los cuales, como medios de expresión y elaboración del dolor posibilitaran pensar y significar desde una perspectiva diferente los acontecimientos de violencia vivenciados por la misma. Ahora bien, algunos avances sobre el tema se encuentran registrados en el informe ¡Basta Ya! realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (2012) el cual, ha estimado el impacto causado por más de 50 años de conflicto armado en Colombia y la violación continua de los derechos humanos y los daños e impactos sobre las poblaciones. A partir de este informe, se ha dinamizado la investigación desde diferentes ámbitos con el fin de caracterizar, comprender y/o explicar las causas y consecuencias de la guerra. En consonancia con lo anterior, Narváez (2014) centra su indagación sobre la construcción de memoria y su papel en la constitución de las víctimas como sujetos sociales y políticos emergentes en el contexto colombiano. Esta investigación plantea que las construcciones de memoria juegan un rol determinante en la constitución de este nuevo sujeto social al que se denomina “víctima”, en su comprensión y en la búsqueda de su transformación, pues vincula dichas construcciones en medio de procesos de búsqueda de verdad, justicia y reparación. En relación a las producciones discursivas Sánchez (2008) realiza un estudio en el que analiza la pluralidad de subjetividades presentes en las experiencias de memoria que utilizan la escritura como lugar de narración. En su investigación, el autor concluye que el proceso de 9 Entre las que están la creación de museos, jardines, testimonios, poemas, canciones, fotografías, esculturas, entre otras. reparación debe incluir un reconocimiento de la diversidad de sus experiencias, y los modos de procesar la pérdida o el trauma, así como la forma de asumir la experiencia vivida, y de hacer uso de la memoria, puesto que los ejercicios de memoria son constituidos por el sujeto víctima, pero a su vez, estos le constituyen al permitirle encontrar vías de empoderamiento y reconocimiento. Por su parte, Verón (2011) desarrolla una discusión sobre el testimonio como forma de construcción de memoria que parte del reconocimiento presente en cada daño causado y las formas en que dicho reconocimiento se da. El testimonio es entonces, un artefacto que evoca lo sucedido con el propósito de comprender el presente y tener la posibilidad de transformarlo. En este mismo sentido, Tabares (2011) plantea la necesidad de hacer visible la noción de "víctima" y las maneras en que su subjetividad se va configurando en el tránsito de un sujeto doliente - víctima a un agente de cambio, no desde una perspectiva de desvalimiento, sino desde su potencia y posibilidad de acción y creación, lo cual guarda coherencia con los resultados de la investigación que se presenta a continuación, reivindicando al sujeto/víctima en su propia singularidad, resaltado su propia voz y experiencia. Finalmente, la reflexión sobre la capacidad de agencia de las víctimas como sujetos activos, las posibilidades que permiten los trabajos de memoria en la expresión y la transformación, e incluso en la importancia de los métodos cualitativos y hermenéuticos –en las que hay un interés singular por el reconocimiento del sujeto en contexto pero en su individualidad- se dimensiona el tema de las víctimas del conflicto armado en Colombia como un asunto coyuntural y de actual validez e importancia sobre el cual trabajar aún con mayor profundidad en el contexto local, que pare el caso particular implica pensar las formas en que la subjetividad puede expresarse y transformarse –o no- tras los trabajos de memoria, tema del cual aún no hay registro. METODOLOGÍA La presente investigación corresponde a un estudio de caso de tipo cualitativo, con un enfoque de análisis histórico-hermenéutico, con el que fue posible una lectura más holística de las transformaciones en la subjetividad de una víctima del conflicto armado, residente en la ciudad de Pereira y sobre la cual fue posible acceder a los trabajos de memoria elaboradas previamente por ésta, sin otra condición etaria, racial o de género. Ahora bien, a nivel procedimental la investigación tuvo tres momentos: En el primero se realizó una revisión documental (testimonios, documentales, material de entrevistas), para la recolección de la información con lo cual fue posible un acercamiento con la persona y los trabajos de memoria que desarrolló previamente. En el segundo momento se construyó un instrumento de entrevista semiestructurada con las categorías de análisis presentes en la investigación, que tras su aplicación sirvió “fundamentalmente para construir los marcos de referencia de los actores a partir de la verbalización” (Guber, 2001, p. 34), y en congruencia con un enfoque etnográfico, dar lugar a que el sujeto de cuenta fluidamente de la forma en que concibe, vive y asigna significado a una situación. Finalmente, a partir de un análisis del discurso, se buscó traducir e interpretar en lo narrado por la participante aquellos elementos que comprenden su subjetividad en espacios que no están explícitos dentro del discurso, con los cuales es posible dar cuenta de variaciones entre las elaboraciones de memoria pasadas y un momento más actual. Vale mencionar, que para el logro de los objetivos las unidades de análisis fueron los trabajos de memoria -previos- y la entrevista semiestructurada realizada; y para llegar a la construcción del análisis, un sustento teórico en las categorías de memoria, testimonio y subjetividad. PRESENTACIÓN Y ANÁLISIS DE RESULTADOS “Amanda”, una emprendedora de la memoria El análisis que se realizó al caso de “Amanda” corresponde a lo que Ricoeur (citado por Jelin 2002) propone como “memoria narrativa”, ya que en ella, se seleccionan elementos particulares con los que se “pueden encontrar o construir los sentidos del pasado” (p.p 28-29). En este sentido, se abordaron cuatro ejercicios de memoria en los que Amanda tuvo participación en los últimos cinco, donde el hecho victimizante ocupaba el lugar central de las reflexiones al ser documentado de manera detallada y explícita. Es así que en concordancia con la propuesta metodológica y la posición ética de la investigación, se decide retomar estas narrativas como fuente primaria con la cual contrastar nuevos elementos de la entrevista semiestructurada e incluso entre cada uno de los trabajos sin tener que volver a solicitar a la participante en el lugar del dolor de la elaboración del testimonio. El primero “La verdad de las mujeres del Conflicto Armado en Colombia” (2013) como parte del proyecto de Comisión de Verdad y Memoria llevado a cabo en 2011 por la Ruta Pacífica de las Mujeres10; el cual se basó en experiencias narradas en primera persona por más de 1.000 mujeres del país, víctimas de graves violaciones de derechos humanos en el marco del conflicto armado. En el desarrollo de estos testimonios “Amanda” narró los hechos victimizantes y los impactos que estos ocasionaron en su vida. Su relato realiza un valioso aporte al develamiento de la violencia ocasionada en razón del conflicto armado en Colombia, tal como lo expresa en su relato: “Como a cualquier madre que le pase lo mismo que a mí, se le parte la vida en dos, porque es muy difícil usted acostarse sabiendo que tiene un hijo así... que se lo desaparecieron y ya… es bien difícil eso”. (3-03) El segundo ejercicio de memoria consistió en la participación en el documental “Ceniza de Fénix” desarrollado por estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Católica de Pereira en el año (2013), en el que se toman testimonios de tres mujeres víctimas de diferentes violencias ocasionados en razón del conflicto armado en Colombia. En particular su testimonio se sitúa desde los hechos de violencia que le ocurrieron, pero a partir de éstos demuestra el poder y la capacidad transformadora que el dolor permite en las diversas formas de tramitarlo, pues de acuerdo con Jelin (2002) el acontecimiento -o momento fuente de dolorcobra vigencia asociada a afectos que impulsan una búsqueda de sentido, así el suceso que es rememorado es expresado en una forma narrativa convirtiéndose en la manera en que el sujeto construye un sentido de su pasado. “Pues lo que buscamos es que se haga justicia y que por fin se aclare que él no era un guerrillero, y que fue un crimen de lesa humanidad”. (1-03) “Para hacer justicia hay que romper el silencio…ese silencio nos está matando, ese silencio lo tenemos que romper, lo tenemos que romper todas las 10 La Ruta Pacífica de las Mujeres es un movimiento de carácter feminista que trabaja por la tramitación negociada del conflicto armado en Colombia, la exigibilidad de los derechos a la Verdad, la Justicia, la Reparación así como la reconstrucción de la memoria histórica individual y colectiva. madres que hemos sido víctimas. Entonces pues, yo invito, a las mujeres, a las familias, todas, que hayan sufrido algún tipo de violencia por el Estado por los paramilitares, a que se animen a denunciar”. (1-02) La tercera experiencia de memoria consistió en una entrevista elaborada por la Revista Equinoccio denominada “Una lucha por la verdad” (2014), en la cual se evidencia un relato más detallado sobre el hecho victimizante y las acciones que “Amanda” ha llevado a cabo en búsqueda de la verdad y la justicia. Muestra de ello puede leerse en la comprensión que hace de los hechos violentos de su historia personal frente a otros del contexto nacional: “Cuando se destapa lo de los casos de Soacha y que tienen el mismo modus operandi, pues como verán ustedes ellos están matando muchachos sistemáticamente, porque además de asesinos son brutos, entonces es ahí donde yo empiezo solo a voltear: haciendo derechos de petición a la fiscalía de Cartago, en la defensoría del pueblo en Pereira. Es más, hubo un funcionario (...) de la procuraduría que me dijo: “Señora, usted está desgastando cinco entidades del Estado por un solo caso, por un mismo caso, por ese caso”. Entonces yo le digo: “Pues gasto al Estado completo, pero a mi responden por lo de mi hijo, atrevidos” (201) Finalmente, “Amanda” participó en un ejercicio de “devolución” llamado “Tejedoras de la verdad, dejando huellas, reinventando la vida: Relato de las mujeres participantes de la comisión de la verdad de las mujeres” (2014) realizado también por la Ruta Pacífica de las Mujeres, cuya intención fue visibilizar cambios en las percepciones de las participantes del trabajo de memoria antes, durante y después de esta experiencia. La entrevistada expresó sus apreciaciones acerca de su participación en la construcción y difusión de la verdad, lo cual hizo su voz más visible y le permitió posicionarse y leerse como un sujeto que puede narrar y romper el silencio sobre lo sucedido al escuchar y sentirse escuchada por el valor de su verdad: “... ver que no estamos solas. Que podemos libremente contar nuestra verdad. De gran orgullo saber que la comisión de nuestra verdad sirvió para elaborar este informe y que tenga un impacto en la sociedad” (5-03)” “Lo que más nos queda es la superación de las mujeres, capaces de adaptarnos a los cambios y en medio del dolor salir adelante” (5-04) Es preciso señalar, que en estos “trabajos de memoria” como los denomina Jelin (2002) fue posible evidenciar su carácter testimonial, lo que permitió a “Amanda” elaborar su dolor y posicionarse en un lugar activo -constituyéndose en un agente de memoria- en tanto que trasciende la simple enunciación del recuerdo y emerge de la privacidad de su dolor para instalarlo en la esfera pública: sólo cuando el sujeto hace uso de la memoria de una manera ejemplar las lecciones que dejan las injusticias pasadas permiten luchar contra las más recientes, es posible separase del yo para ir hacia el otro, hacer público el recuerdo con el propósito de realizar una movilización conjunta que les permita denunciar, exigir justicia, garantías de no repetición y medidas de satisfacción en aras de la transformación; puesto que como indica Jelin (2002) “El trabajo como rasgo distintivo de la condición humana pone a la persona y a la sociedad en un lugar activo y productivo. Uno es agente de transformación, y en el proceso se transforma a sí mismo y al mundo” (p.14) Memoria: “Si nos quedamos callados o si no hablamos estos temas nos siguen pasando…” A partir de las experiencias testimoniales caracterizadas anteriormente, es posible evidenciar el papel que tiene la memoria como lugar de enunciación, por medio del que se llevan a cabo procesos de elaboración y reelaboración. Ahora bien, de acuerdo con Jelin (2002) el acontecimiento o hecho violento se traduce en emociones y afectos que impulsan una búsqueda de sentido; por ello, el suceso rememorado se expresa en forma narrativa convirtiéndose en la manera en que el sujeto construye sentidos de su pasado o en torno a su pasado: esta mirada hacia lo sucedido mediante un proceso subjetivo siempre activo y construido socialmente con la intención de comunicar. Se trata de una experiencia pasada que se activa en el presente por un deseo o una intencionalidad, y que da lugar a los usos que se le da a los trabajos de memoria. Respecto a dichos “usos” de la memoria, Todorov (2000) afirma que el acontecimiento que vivencia el sujeto es recuperado bien sea de manera literal o ejemplar. En el primero de ellos el suceso que es preservado fielmente y no conduce más allá de sí mismo, extendiendo las consecuencias y el dolor del trauma inicial a todos los instantes de la existencia: “se condena así mismo a la angustia sin remedio, cuando no a la locura” (Todorov, 2000, p. 33). Por el contrario en el uso ejemplar, el sujeto piensa el pasado con vistas al presente, tomando las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen actualmente; y más importante aún, puede separarse del yo para ir hacia el otro, haciendo público el recuerdo y compartiéndolo, tramitando su dolor poniendo el pasado en función del presente, derivando en explicaciones y comprensiones que se convertirán en lecciones y aprendizajes. “Tiene que ver con eso, y es que si yo me muero hoy, por lo menos queda escrito [...] “quién olvida su pasado está condenado a repetirlo”...como que si nos quedamos callados o que si no hablamos estos temas nos siguen pasando” (4-02/4-01) En este orden de ideas, la recuperación del pasado es indispensable si se busca un fin liberador como propone Todorov (2002) “La memoria literal, sobre todo si es llevada al extremo, es portadora de riesgos, mientras que la memoria ejemplar es potencialmente liberadora” (p.p 3132). Por ello, a partir del uso ejemplar de la memoria, al hacer público el recuerdo en el encuentro con otros sujetos, es posible crear una distancia entre el hecho e iniciar un proceso de reparación. Es importante señalar que si bien el sujeto que rememora lo hace de manera individual, estos recuerdos siempre se enmarcan socialmente tal como lo plantea Jelin (2002), ya que sólo es posible recordar si se recupera la posición de los acontecimientos pasados en un marco colectivo de memoria. 11 La memoria es pues, ante todo, subjetiva, razón por la cual el interés se centra en cómo las personas vuelven al pasado, cuáles son sus énfasis o acentos y/o de qué manera son interpretadas ciertas situaciones y es justamente allí donde reside su importancia ya que brinda una lectura más adecuada de los hechos al poner en juego múltiples elementos de la vida psicológica de los sujetos que afrontan dichas experiencias y de los contextos socioculturales donde se produjeron. La memoria, por naturaleza, es afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones, inconsciente de sus sucesivas transformaciones, vulnerable a toda manipulación, susceptible de permanecer latente durante largos períodos y de bruscos despertares. La memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida como individual (...) El asunto del marco colectivo para el caso de “Amanda” se anuda al reconocimiento público de los falsos positivos desde que suceden los hechos en Soacha, pues es en ese momento donde ella puede reconocer que lo sucedido con su hijo también se enmarca en esta cadena de crímenes. 11 La historia permanece; la memoria va demasiado rápido. La historia reúne; la memoria divide. (Nora, 2006) En el relato de “Amanda” se evidencia que es fundamental trabajar en la memoria desde la colectividad ya que en ella, la memoria deja de ser un recuerdo privado para instalarse en la esfera pública, con una intencionalidad. De ahí la importancia de comprender la memoria como un acto subjetivo que se constituye a la vez en experiencia social y de recuperar el relato testimonial como un lugar de enunciación: Latorre (2010) afirma en este sentido, que el poder del recuerdo se constituye en una forma de contrapoder para las víctimas de violencia al permitir resignificar y comprender los hechos, por lo cual, hacer memoria se va convirtiendo en una herramienta contra los discursos hegemónicos de dominación y de invisibilización. Por tanto, es preciso señalar, que los trabajos de memoria permiten que los sujetos recuperen su sentimiento de participación y compartan con otros “la vocación de la memoria”: “Sí tiene que ver con eso, y es que si yo me muero hoy, por lo menos queda escrito, eso es una forma de hacer memoria ¿sí?, y de darle a conocer a otras personas. Vea, hay mucha gente que no habla del tema y son víctimas, y de pronto esto ayuda para que esas personas se animen. Y vamos hacerlo, y vamos hacerlo de la mano de ella o de la organización, o de cualquier otra, pero hagámoslo” (4-03). Cabe mencionar, que existe una relación entre olvido y memoria pues el primero cumple una función específica a partir de su uso y sentido. Jelin (2002) propone varios tipos de olvidos entre los que destaca los “profundos” o “definitivos” por los que se borran hechos y procesos producto del propio devenir histórico; “olvidos o borraduras producto de una voluntad o política de olvido y silencio” (p.29) como estrategias de ocultamiento y destrucción de pruebas; olvidos “evasivos” como intentos “de no recordar lo que puede herir” (p.31); y los olvidos “liberadores”, que “quitan” la carga del pasado para mirar hacia el futuro. Tal claridad es fundamental, ya que los trabajos de memoria de “Amanda” -en tanto “memoria narrativa”- le implicaron una selección “necesaria” de los hechos y situaciones, por tanto, un olvido que le ha permitido sobrevivir y funcionar en lo individual y en lo colectivo. “De hecho es tan difícil que no hacen nada, y hasta ellos mismo se olvidan, ellos mismos se olvidan de lo que les ha pasado. Porque en medio del dolor uno lo que de pronto quiere inicialmente es como olvidar, ¿cierto?, y eso terminan haciendo los que no están organizados, porque no tienen un propósito; y es: no olvidemos esto que nos dolió tanto. Lo que uno estando organizando tiene un propósito, tiene unas metas y es hacer justicia” (4-01) Se resalta de esta manera el valor que se le otorga a ser parte de las organizaciones de víctimas, en donde la memoria es el vehículo de lo propio e íntimo, hacia lo público y lo reivindicativo; lo cual es muestra de su naturaleza política. Tránsitos: De víctima a sujeto de memoria Para el caso de “Amanda” fue fundamental retomar de manera breve las condiciones y el contexto en el que ocurrieron los hechos victimizantes, ya que si bien su historia tiene retazos de varios tipos de violencias, “Amanda” se asume ante todo como una víctima por “falsos positivos”. Aquellas violencias vividas, generaron cambios en la posición que tomó como sujeto en su identidad, como puede entenderse en el enunciado-“Yo soy la mamá de Juan David Vargas Bedoya, un joven que fue asesinado como falso positivo” (1-01); e incluso en la forma en que por sí misma analiza su contexto y su realidad: “Entonces, ya entran a premiar a esos comandantes, en el afán de coger la platica, empiezan a recoger jóvenes de todas partes y de los barrios humildes sobre todo, como quien dice: “los muertos siempre los pone el pobre”. Entonces vienen y le recogen a uno sus hijos, los llevan y los matan. Los uniforman, les ponen armas y los pasan como guerrilleros para ellos ganarse las prebendas con eso. Eso ya está clarísimo para mí, está muy claro”. (3-02) En la historia de vida de “Amanda” los hechos victimizantes marcaron un antes y un después “Antes era una mujer muy feliz, muy contenta, tenía chispa yo… vivía contenta, alegre… y después de eso, eso lo marca a uno terriblemente. El antes de mi vida era en función de mis hijos”. (2-03) Sin embargo, a partir de los trabajos de memoria que realizó en diferentes momentos pueden plantearse también otras rupturas que permiten acercarse a la lectura de su vida en una línea de tiempo representada no sólo por el pasado en el que se inscriben los sucesos dolorosos; sino también, por el presente y el futuro donde se encuentra la acción de denuncia: “Con lo de mis dos hijos, ahí estamos en eso dando la lucha, de pronto algún día…” (2-03) Los trabajos de memoria han permitido visibilizar a la víctima, pero más que eso, al sujeto que siendo atravesado por la misma naturaleza dolorosa de los acontecimientos, se transforma para hacer frente a su realidad. En un juego de palabras, puede entreverse a “Amanda” en alguno de sus discursos, representada en una obra literaria de Máximo Gorki, paradójicamente en uno de los únicos fragmentos que dice recordar y recitar en voz alta pese a sus “fallas de memoria”: “Sólo recuerdo, al final del libro, cuando la madre decide tomar la posición de su hijo muerto, que dice: “Llevaré la palabra de mi hijo, la palabra de mi sangre ¡Es como llevar mi propia alma!” Esa mujer luchadora, ahí al pie de su hijo, ayudando a su hijo en todo, lo que es para mí un ejemplo admirable.” (2-02) Ahora bien, siendo la elaboración de sentidos sobre la experiencia, aquella que se expresa a partir de un discurso como se entrevé en la anterior cita de Gorki, ¿cómo puede decirse entonces que habla la víctima? Bárcena y Mélich (2003) señalan que el lenguaje de la víctima es “Un grito que es, a menudo, un grito silencioso. La víctima grita en su silencio, en su dolor, en su injusticia...Pero el silencio del grito al que estamos haciendo referencia, es palabra” (p.198). Por ello, en el momento en el que escuchamos su silencio y cuando según éstos autores, captamos la suma fragilidad del grito, hurtado e imposibilitado a pronunciarse y denunciar, y le escuchamos tanto en lo que dice como en lo que no, en lo que le es imposible de decir y que sin embargo expresa y muestra; es que se le da lugar a la expresión de su singularidad. La mayoría de las veces frente a los hechos de violencia se le impone a los sujetos que devengan en figuras de malestar y de dolor, con lo cual por añadidura obtienen una condición de víctima como una identidad construida, forzada y no elegida. De acuerdo a Bárcena y Mélich (2003) lo que ocurre frente a dicha condición forzada es que no puede decirse nada, no puede definirse. Por ello resulta fundamental “exponerse”, es decir, dejar abierto un espacio y un tiempo para que la víctima hable por sí misma, narre su historia e indague por el sentido particular de su experiencia. Valga decir aquí que en el discurso de “Amanda” puede distinguirse un sujeto político por ejemplo a partir de su participación en lo colectivo; pues si bien, como se ha dicho hasta ahora el trabajo de memoria es un medio o un vehículo para encaminar el dolor y darle forma y voz; es además la posibilidad de situarse y leerse a sí mismo y en comunidad con otro, esto hace que desde su condición de víctima se constituya en un sujeto que puede agenciar una lucha contra el olvido y la impunidad. En palabras de “Amanda”: “¿Organizarme? Es importantísimo. Mire, con la organización que tenemos de víctimas de ejecuciones extrajudiciales, si yo salgo sola a la plaza de Bolívar hacer un plantón, seguramente la gente dirá que esta está loca. Organizarse es muy importante (…) es la única forma de nosotros podernos hacer ver del Estado por ejemplo, que no ve otra cosa si no las organizaciones (4-06) Así pues, los trabajos de memoria de acuerdo con Jimeno (2007) no suelen plantear únicamente la parte individual y traumática de la experiencia, sino también los procesos y mecanismos sociales por los cuales los sujetos individuales conectan su experiencia subjetiva con otros y la convierten en intersubjetiva al ser vivida en colectivo. ¿Cuál es pues la importancia de los trabajos de memoria? ¿Cuándo, para qué y cómo hacer memoria? son cuestiones que pueden responderse a partir de lo que por sí mismos posibilitan a cada sujeto, no sólo en la construcción de una postura política frente a la realidad, sino en la generación de espacios socializadores de las experiencias, donde la voz pueda retumbar y modificar aquellos discursos totalizadores -de los que se ha hablado antes- que justifican las violencias y las mantienen. Tal como “Amanda” señala en su testimonio: “¿Cuándo? yo pienso que cada vez que se dé la oportunidad de estar ante los organismos de control que tocan esos temas, que tienen que ver con esos temas, es ahí sobre todo (…) Y bueno, en las organizaciones siempre uno trata de hacerlo en los espacios en las marchas, en los encuentros, siempre se toca todos esos temas de violencia, de violencia que nos tocó a cada uno” (4-01) Así pues, la comprensión de los hechos de una manera contextual implicó para “Amanda”, un ejercicio reflexivo en el que como González (2002) plantea, el sujeto “interviene como momento constituyente de sí mismo” (p.207). En éste sentido, puede decirse que aquí las experiencias testimoniales y de memoria desarrolladas por “Amanda”, contribuyeron a la construcción de dichos sentidos y significaciones por ejemplo en la incertidumbre vivida frente a la presunta culpabilidad de su hijo, lo cual genera diseños mentales de lo que representa ser la madre de un guerrillero -sobre todo en un contexto discriminante como lo es el colombiano- que le implican “re-asumir” constantemente posiciones frente a ello: “Cuando me lo entrega el ejército como guerrillero y uno en medio de la ignorancia de no saber muchas cosas, a uno le queda la duda, pues como el ejército es el que nos cuida supuestamente (en ese momento yo todavía creía tener un poquito de fe en el ejército), yo decía: bueno, pues si ellos dicen que él era un guerrillero ¿será que ese muchacho se volvió guerrillero? Eh, no. Quedé yo ahí en la incertidumbre (2-01) Cuando salió, reventó eso de Soacha, ahí mismo caí en cuenta, que el hijo mío también era falso positivo, y ahí fue cuando me destapé a joder. (4-08) Es así que para quienes han vivido la guerra y sus estragos los trabajos de memoria permiten ver los hechos desde otra perspectiva y así narrar y trascender el dolor para actuar. Subjetividad: Universo intrínseco del sujeto Vistos los trabajos de la memoria como “herramientas que pueden y deben ser ofrecidas a los actores sociales, especialmente a los más débiles y excluidos, ya que constituyen insumos para su proceso de reflexión y su empoderamiento” (Jelin, 2002:3, p.179), debe entenderse que es el lenguaje con el cual se expresan las experiencias dolorosas, el que permite llegar hasta el punto en el que se anudan procesos y configuraciones culturales con las particularidades de la experiencia subjetiva, haciendo posible que emerjan claves de sentido y significados en torno a las experiencias. Así, un cambio o transformación de los sentidos implica que elementos como la emocionalidad, la personalidad, la identidad, el lenguaje, entre otros, se hacen presentes en diferentes espacios sociales en donde las relaciones y acciones generan nuevas formas de significación y comprensión de su experiencia. En este caso por ejemplo en lo concerniente a la emocionalidad, si bien el tiempo y el posicionamiento activo de la víctima frente a lo acontecido pueden plantearse como cambios que le permitieron ver con distancia lo sucedido sin eternizar un pasado doloroso; la impunidad frente al crimen opera como un condicionante para que las emociones se contengan y no sean tramitadas, lo que genera una nueva vulneración de su derechos a la justicia, la verdad y la reparación; tal como lo enuncia “Amanda”: “No, mira que no. Si de pronto algún sentimiento aflora en mí, en algún momento de estos, a veces es como impotencia, como rabia, porque uno ve que no se hace justicia, que por más que lucha y briega nada, todo es como igual, no adelantan las investigaciones, no pasa nada (4-03). Que sí es muy gratificante el hecho de ver el trabajo terminado, la devolución del libro, todo fue hermoso y lo llena a uno de muchas emociones bonitas, pero que haya cambiado en mí como tal, no (...) Y es muy lindo y me sentí muy bien con lo del libro, pero no me ha cambiado. (4-04) El sentido subjetivo se expresa por la relación de una emoción con otras dentro de un contexto social y cultural concreto, en el cual, trasciende diferentes significados y es atravesado por ellos en el curso de las acciones de un sujeto con los otros. Es por ello que frente a la impunidad de los hechos -entendida como la ausencia de justicia- lo emocional es direccionado y direcciona su posición y su actuar: Entonces es de pronto como eso. De… llorar y darme golpes de pecho yo no lo he hecho, y de hecho no lo hago, porque no sé si estoy muy equivocada, pero siempre he pensado que eso me hace más débil ante los demás, y de pronto que nos vean débiles, eso a ellos, en este caso el Estado, abusa de nosotros los pobres y los que supuestamente somos débiles para ellos (…) eso pienso (4-03) Así, la subjetividad se configura cuando se rememora, ya que este proceso permite a los sujetos definirse, es decir, configurar su identidad; dotar de sentido a lo acontecido y a la manera de ser y de obrar; ya que como mencionan Herrera, Valencia, Olaya et al (2012) “en la línea de los aprendizajes sociales, la memoria actúa como sustrato para la elaboración de referentes simbólicos, de significados y trayectorias de las prácticas de los sujetos desde donde se consolidan, fracturan y transforman referentes identitarios y procesos de subjetivación”(p.158). Por tanto, el trabajo entorno a la memoria puede ser considerado un sentido subjetivo producido en una relación que se teje entre las formas de constitución subjetivas tanto individuales como sociales. En la subjetividad, cualquier momento de la historia del sujeto puede aparecer como un elemento de sentido de la configuración subjetiva actual de su experiencia, y esa presencia va a ser directa o indirecta en dependencia de la forma en que una experiencia se va integrando a nuevas configuraciones de sentido a lo largo del desarrollo humano, así como del curso de cada configuración dentro del sistema de la personalidad como un todo (González, 2002, p.194) De igual manera, afirma que si el sujeto no está subjetivamente constituido como resultado de la subjetivación de su propia historia, en este caso la memoria queda sin duda, a merced de un discurso que no es el propio; pues de acuerdo con el autor, el sujeto es la expresión de la reflexibilidad, de la conciencia crítica y es partir de la confrontación que genera nuevos sentidos que contribuyen a producir modificaciones en los espacios de la subjetividad social dentro de los cuales actúan. “Porque es que sí… por ahí hay algo, pero es que se me olvida exactamente en este momento cómo es que dice, como “quien olvida su pasado está condenado a repetirlo” Como que si nos quedamos callados o que si no hablamos estos temas nos siguen pasando, y se olvidan, realmente se olvidan, por eso hay que tallar por toda parte, pues eso pienso yo”. (4-01) De este modo, algunos de los componentes que conforman la subjetividad como las emociones, le permiten al sujeto movilizarse subjetivamente para el desarrollo de una actividad. Al respecto González (2002) afirma, es la emoción la que define la disponibilidad de los recursos subjetivos del sujeto para actuar. Así mismo, el autor afirma que debe entenderse al sujeto como un sujeto de pensamiento que es guiado por procesos psicológicos, no sólo por su carácter cognitivo sino también, de una parte, por los sentidos subjetivos que le permiten actuar sólo en determinadas situaciones y los contenidos que implican su emocionalidad; y de otra, por las significaciones que se van tejiendo y evidenciando en su discurso; todo ello construido a través de complejos diseños intencionales conscientes que sólo son posibles en su encuentro con el otro. “Yo estaba sola, sola, hasta que encontré a esas personas que ya les habían hablado de eso, y me llevan a conocer a otras más, y me dio mucha alegría, y me solidaricé mucho con ellas porque sé que ya ellas están sintiendo lo que yo, y estoy compartiendo con ellas ese dolor, yo sé qué sentía esa mamá y ella sabía qué sentía yo, y eso me alegró porque ya no estoy sola (…). Y qué bueno, que la voz de una llegue a otra y que sean muchas; porque si no, van a seguir abusando de nosotras” (3-01) Finalmente, no sólo en ésta sino en las demás categorías de análisis, el testimonio se presenta como un vehículo entre la experiencia y la búsqueda de la verdad; como un proceso que posibilita conocer las verdades históricas, pero más importante aún, las verdades singulares -y por tanto subjetivas-; y, además, como un proceso que posibilita reelaborar las experiencias dolorosas abriendo caminos por medio de la palabra; como expresa Cohen (Citada en Blair, 2008) “Dar testimonio es recuperar el habla […] toda palabra arrancada a la sofocación es una victoria sobre la barbarie” (p.95) DISCUSIÓN A partir de las reflexiones construidas en la presente investigación puede decirse que la memoria no solo posibilita narrar lo acontecido y expresar el dolor causado; sino que además dan lugar a cambios o transformaciones en la subjetividad en tanto que permite tomar distancia de los hechos y aprender a “hacer” con el recuerdo, tanto en lo individual como en lo colectivo. Al respecto, señala Jelin (2001) que la memoria como categoría resulta esencial a la hora de entender dichas transformaciones subjetivas ya que por medio de ésta, se le da sentido a las experiencias y se asumen posiciones frente a las experiencias de dolor, en lo individual, lo social e incluso en lo político: La subjetividad se configura en la medida en que al recordar y olvidar se le da sentido a lo acontecido, pero, en esa medida, se le da una recepción a la manera de ser y de obrar de cada sujeto e incluso, le permite definirse, es decir, configurar su identidad, pues en la línea de los aprendizajes sociales, la memoria actúa como sustrato para la elaboración de referentes simbólicos, de significados y trayectorias de las prácticas de los sujetos desde donde se consolidan, fracturan, transforman referentes identitarios y procesos de subjetivación (p. 158). Sin embargo, en el estudio de caso de “Amanda”, se evidencia que la transformación de la subjetividad a partir de los trabajos de memoria tiene lugar en la medida en que se logra un “uso ejemplar” de la misma, ya que ello implica posicionarse desde un lugar crítico de denuncia y resistencia, a partir de sus propias creaciones simbólicas. De esta manera, se trasciende a la condición de víctima y se plantea un agenciamiento político en torno a estas y otras “realidades”. Por medio de la memoria, algunas personas en contextos de violencia hacen rupturas para volver a constituirse como sujetos, resisten, le niegan un lugar al olvido, y a través de su propia voz señalan la pérdida, reclamando con coraje la anhelada justicia. “Amanda”, señala que su vida se parte en dos: antes de los hechos de violencia donde su vida giraba en función de sus hijos, y un presente en el que resiste y persiste en su acción de denuncia. De esta manera, desde su condición de víctima se constituye como sujeto político al instalar su relato en la esfera pública: “Cualquier momento de la historia del sujeto puede aparecer como un elemento de sentido de la configuración subjetiva actual de su experiencia, y esa presencia va a ser directa o indirecta en dependencia de la forma en que una experiencia se va integrando a nuevas configuraciones de sentido a lo largo del desarrollo humano, así como del curso de cada configuración dentro del sistema de la personalidad como un todo” (González, 2002, p.194) Ahora bien, ¿es posible que dichas transformaciones ocurran en un contexto en el que aún persiste la guerra, en el que impera la impunidad y además pensar en justicia y reparación efectiva cuando apenas se le empieza a “permitir” a las víctimas romper el silencio públicamente? Según el análisis, los trabajos de memoria se presentan como formas de resistencia frente a un contexto violento que continúa; y además, como la posibilidad de alzar la voz haciendo pública la verdad. Por ahora “Amanda” resiste hasta que el crimen de su hijo salga de la impunidad, aunque las fuerzas a veces parecieran agotarse; porque así como “La Madre” en la obra literaria de Máximo Gorki, su hijo habita en sus palabras y su lucha tiene por emblema la justicia: “Llevaré la palabra de mi hijo, la palabra de mi sangre ¡Es como llevar mi propia alma!”. Esa mujer luchadora, ahí al pié de su hijo, ayudando a su hijo en todo, lo que es para mí un ejemplo admirable.” (2-02) Cabe resaltar que resistir es sin duda un acto de lealtad como lo menciona Lira (2010) que busca trascender la represión y la muerte luchando contra el olvido: “se requiere recordar para asegurar que nunca más vuelvan a ocurrir tanta muerte, tanto dolor y miedo, tantas pérdidas” (p.25). Pero ¿actualmente la memoria como medida de satisfacción determinada por la ley colombiana es sólo una forma de "cumplirle" a las víctimas? Para Amanda la memoria en un contexto de impunidad no consigue reparar ya que sin verdad no hay justicia. Es preciso anotar, que frente al tema de la reparación los argumentos de “Amanda” pueden reconocer lo expuesto por Sánchez (2008) en tanto que dicho proceso debe incluir un reconocimiento de la diversidad de las experiencias, expectativas y modos de procesar la pérdida o el trauma, así como los diferentes modos de asumir la experiencia vivida, y de hacer uso de la memoria, es decir, la reparación es una cuestión de lo singular que en consecuencia requiere de medidas diferenciadas para cada caso en particular. Así pues, si bien la memoria permite una reparación simbólica y transformaciones en la subjetividad, no puede volverse un discurso hegemónico, estandarizado, que no deja lugar a lo singular ya que en este sentido podría hablarse de lo que Jelin (2002) propone como una “Política de conservación de memoria” que selecciona huellas para preservar, conservar o conmemorar, cuyo verdadero objetivo corresponde al olvido que silencia y oculta. Así lo expone González (2002): “Si el sujeto no está subjetivamente constituido como resultado de la subjetivación de su propia historia, sin duda queda completamente a merced de un discurso socialmente organizado en que se expresa la historia de la sociedad” (p.205) Otra cuestión importante es que si bien “Amanda” manifiesta no haber logrado transformaciones mediante las experiencias de memoria de memoria quizás al no sentirse reparada -como pudiera ser el caso de muchas otras víctimas-, su discurso sí expone de qué manera su identidad se ve afectada: ésta madre que vivía para y por sus hijos, ha logrado tomar distancia de los hechos y posicionarse como una mujer que se empodera de la situación con la verdad que habita en su palabra. Finalmente, en el actual panorama nacional en el que se avizora una época postconflicto12 ¿qué contribuciones pueden brindar los trabajos de memoria al “logro de la paz”? ¿Podría contribuir no sólo como medida de satisfacción como lo establece la ley, sino también como posibilidad de reconciliación? Sólo en la medida en que la memoria que se construya sea una memoria ejemplar es posible, porque esta forma de memoria permite mirar el pasado con vistas al presente y con proyección de futuro pues su sentido radica en que los hechos de horror y barbarie que han ocurrido en medio del conflicto nunca más se vuelvan a repetir y que la sociedad colombiana realmente transite hacia una vida digna y en paz. 12 Siendo quizás más adecuado usar el término “post-acuerdo” REFERENCIAS Alcaldía de Pereira (s.f.) Plan de acción municipal para la prevención, atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado. Bárcena, F. y Mélich, J. (2003). La mirada excéntrica. 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