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Melilla eltelegrama, lunes 18 de junio de 2012 Un reciente estudio alerta del aumento de yihadíes y takfiríes en Ceuta y Melilla El pasado 12 de junio, Ignacio Cembrero alertaba, en un reportaje publicado en el diario El País, del aumento de jóvenes ceutíes que en estos últimos años están viajando a países como Siria para luchar por "sus hermanos musulmanes" sin que les moviera otra razón que el islam más rigorista y el odio a los que desde fuera luchan contra él. Pero, ayer el diario El Mundo sacaba a la luz un artículo de Ángeles Escrivá en el que advertía de que -basándose en investigaciones y documentos policiales llevadas a cabo desde el año 2009-, Ceuta y Melilla se están convirtiendo en caldos de cultivo para jóvenes combatientes de las sectas más radicales del islam. Hace unos días, se conocía la muerte de Rachid Wahbi, un joven ceutí que se convertía en el primer español que muere combatiendo en Siria contra el régimen. Junto a él, al menos otros tres españoles -que frecuentaban la mezquita de Las Caracolas, en Ceuta- se fueron a luchar en las filas de los Hermanos Musulmanes. No es la primera vez que jóvenes ceutíes viajan a países en conflicto para empuñar allí las armas. El más célebre de todos fue, Ahmed Abderrahaman, apodado el talibán ceutí, apresado en Pakistán por fuerzas especiales de EE.UU., encarcelado dos años en Guantánamo, condenado a seis años por la Audiencia Nacional por pertenecer a Al Qaeda y finalmente absuelto en 2006 por el Tribunal Supremo. Las sospechas sobre el crecimiento de los tentáculos del islamismo radical en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y la confirmación de que hay ciertos vínculos con Al Qaeda internacional y Al Qaeda en el Magreb Islámico son fenómenos que los expertos policiales vienen recogiendo en sus informes cada vez con mayor frecuencia. Uno de estos documentos, fechado a principios de este año, advierte del aumento progresivo en ambas ciudades de los grupos islamistas radicales que profesan la ideología claramente yihadí -quienes tienen la convicción de que hay que extender la guerra santa contra todo enemigo del islam- y takfirí, quienes consideran que es enemigo todo el que no profese las creencias que contienen la visión más radical del islam. Según se argumenta, estas organizaciones se dedican a captar, adoctrinar, proveer económicamente y canalizar a voluntarios que, como los ciudadanos españoles que se han desplazado a Siria en las dos últimas semanas, están dispuestos a trasladarse a zonas de conflicto o de interés para los yihadíes y takfiríes. Pero también, y cada vez más, se ha detectado que estos grupos están utilizando a las dos ciudades españolas en África para ofrecer respaldo logístico y financiero a estructuras radicales que se encuentran en el Sahel, el Magreb, en Europa -en países como Suecia, Alemania o Francia- y también en Oriente Medio. Los grupos de radicales, según las investigaciones abiertas y los reportajes periodísticos que las difunden, están compuestos principalmente por españoles pertenecientes a las comunidades islámicas de Ceuta y Melilla, a los que han ido sumándose ciudadanos marroquíes y otro tipo de individuos dispersos por otros países y comprometidos fuertemente con la yihad internacional. El desarrollo de determinadas tendencias de islamismo radical no está centrado únicamente en Ceuta y Melilla, pero sí es cierto que estas ciudades encierran características que dificultan el control de los fenómenos radicales. Son ciudades de frontera extremadamente permeable, donde su situación geoestratégica, su composición social, la existencia de barrios gueto de musulmanes -en donde no hay control social, policial ni urbanístico, como es el caso de el Príncipe en Ceuta y la Cañada en Melilla- y el que estén consideradas como un objetivo psicológico entre los islamistas radicales, hacen que las dos plazas españolas en África sean consideradas, en los informes policiales, lugares de riesgo y posibles caldos de cultivo del islamismo más radical.