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“No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en Mi” La Liturgia de hoy nos hace meditar estas preciosas Palabras de Jesús: “No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en Mi (…)” ¡Fácilmente perdemos la calma, Señor! El ajetreo de la vida nos hace tener razones para perder la paz, para desesperar, para dejarnos llevar por las circunstancias de la vida, por el miedo, el dolor, las heridas pasadas, los sufrimientos del presente. La paciencia se nos agota rápido. Sentimos que ya no podemos más, sobre todo cuando nos damos a los demás y tocamos el límite, queremos amar y nos salen las quejas. Sí, Señor tenemos que reconocer que el límite nos hace perder la calma en nuestras familias, en el trabajo, en los estudios, en el acompañamiento de fe. Señor, fácilmente perdemos la calma, sí, la perdemos. Sin embargo, en nuestro interior hay una fuerza que nos hace continuar y creer, una fuerza que en el momento de más cansancio nos lleva a intuir que hay algo más, que no luchamos y vivimos para lo perecedero. Una fuerza que hace resonar en nuestro corazón estas Palabras Tuyas: “En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio”. Esa fuerza interior es la promesa de la Resurrección, Tú nos lo aseguras y para que no dudemos dices: “si no, os lo habría dicho” tú no mientes, Tú cumples las promesas y la más importante y decisiva para nuestro vida es esta: voy a prepararos un lugar. Señor, ante esta realidad solo podemos decir: ¡Auméntanos la fe! Que en las actividades cotidianas, vivamos con la confianza de la resurrección. Que recordemos a dónde vamos y a Quién pertenecemos. Que esa consciencia nos haga optar por el amor y vivir en la realidad de que un día te veremos cara a cara. Como lo fue para los discípulos, ellos no olvidaron esto y por eso ya no tenían miedo ni a la muerte física, creían en Ti ¡Auméntanos la fe! La carta a los Hebreos se nos da una definición de fe: “Es la prueba de las realidades que no se ven” Señor, que vivamos la vida y las realidades que vemos desde las realidades que no se ven. No hemos sido creados para lo pasajero, de ahí nuestro inconformismo con la finitud de las cosas. No hemos sido creados para la muerte, de ahí ese deseo de vida, de salud, de alegría. Hemos sido creados para vivir en amistad Contigo. Señor, quieres vivir siempre con nosotros y nosotros deseamos vivir Contigo y contemplar tu rostro. Pero el que desea más nuestra presencia Eres Tú, si por un momento llegáramos a intuir el deseo que tienes de nuestra amistad, de nuestra presencia, de nuestro amor, no podríamos vivir de cualquier manera. Hay Alguien que nos desea y el mayor deseo que tienes es darnos la vida, ese don gratuito. Pero Tu amor va más allá de lo que podemos pensar porque anhelas vivir para siempre con nosotros. Tú no puedes darnos la vida si no la recibimos y esto es justamente lo que le pides a los discípulos y hoy a nosotros: “Creed en Dios y creed también en Mi” Cree en Mi y recibe la vida. Necesitas de nuestro consentimiento para esto. Este don gratuito de la Vida Eterna solo se recibe si abrimos el corazón a Ti y nos dejamos salvar, Señor, necesitas nuestro sí. San Agustín decía: “El que te creo sin ti no te puede salvar sin ti” Señor, nos amas tanto que no haces nada sin contar con nosotros. Tú Eres la vida y puedes todo, pero respetas nuestra libertad. No manipulas nuestra vida, no nos obligas. Sólo esperas nuestra respuesta generosa y que en nuestro corazón nazca ese deseo de vivir Contigo para siempre. Tú en la historia esperaste el sí de cada persona, como también esperaste el Sí más importante para la humanidad, la respuesta que nos trajo esta capacidad de participar en tu resurrección, el Sí de María. María, que podamos aprender lo que significa recibir el don de Dios. María, queremos creer que tenemos preparado un lugar. Tú que acompañaste la espera de los apóstoles, que estuviste con ellos cuando aun no creían en la fuerza de la resurrección. Tú, María, que estás hoy en la Iglesia que peregrina, que lucha, que da la vida, que expande la fe, que vive la persecución, prestamos tu Sí, para hacer de nuestro cotidianos vivir, un hágase constante y que prime la confianza en la promesa que Jesús nos ha hecho. Somos débiles y no sabemos caminar con esta consciencia de Vida Eterna, dudamos, tenemos miedo, cuando sentimos las pequeñas muertes, María, Madre de la vida, que podamos vivir como Tú diciendo Sí a Jesús en todas las situaciones de la vida. Lunes (Jn 14,21-25) “el que me ama guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él (…) el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que he dicho” Señor, enséñanos a guardar tu Palabra. Leemos en el Evangelio que María meditaba tus Palabras en el corazón. María, ayúdanos a ser esa morada donde Él pueda habitar, que como Tú seamos ese templo de la Trinidad. Te pedimos hoy por todos los hermanos del mundo entero que no saben que son Morada de Dios. Te pedimos por todos los que sufren la violencia, los que sufren el desprecio, los que son olvidados, por los que viven la enfermedad solos, por los ancianos que no tienen compañía y que son despreciados. Si todos somos Templo de Dios, cada persona de esta tierra merece un trato digno. Te pedimos también Señor perdón, por las personas destruyen esa morada, te pedimos perdón por los momentos en que nosotros no descubrimos lo sagrado que es la vida de cada persona que nos rodea. María, Madre de todos los pueblos, que este día sea un día vivido con la consciencia de que Dios habita en nosotros y entre nosotros. Martes (Jn14, 27-31a) “La paz os dejo, mi paz os doy os doy; no os la doy como la da el mundo. Que no tiemble ni se acobarde” Señor, hoy te pedimos que nos des esa confianza infinita en Ti, para no dejar que nuestro corazón pierda la paz. Ayúdanos a recibir la paz de Ti y a transmitirla. Que las contrariedades de la vida no nos amarguen interiormente, que podamos creer que Tú estás en nosotros y ese es el fundamento de nuestro corazón tranquilo. Te pedimos por la paz en nuestras familias, derriba las barreras que nos separan. Te pedimos por las situaciones de guerra que vive nuestro mundo. María, Madre de la Paz, que seamos personas que vivamos la paz que viene del Él. Miércoles “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en Mi y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin Mi no podéis hacer nada” Hoy Señor, nos invitas a permanecer unidos a Ti, Señor, queremos permanecer despiertos a Tu presencia, queremos abrir nuestro corazón todos los días y dejarnos invadir por ti. Danos un corazón como el de tu Madre, que como Ella aprendamos a PERMANECER de pie en todas las situaciones, sabiendo que Eres Tú mismo la Vid y que Contigo podemos vivir todo. Ayúdanos a decir Si, sobre todo, en las situaciones que más nos suponen. María danos ese corazón humilde como el tuyo, para vivir con la certeza de que solo permaneciendo unidos a Él podemos hacer y vivir todo lo que por nuestras fuerzas no podemos. Jueves “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor” Jesús deseas que podamos vivir descubriendo hasta dónde llega tu amor. Nos dices que como el Padre te amó, así nos amas. ¿Cómo permanecer en tu amor? Porque solo permaneciendo es que el corazón vive lleno de gozo, de paz, de serenidad. Enséñanos a permanecer en tu mirada, esa mirada que rescata y que nos hace levantarnos una y otra vez. Jesús, te pedimos por todos los hermanos del mundo que viven permaneciendo en otra mirada que no la tuya. Te pedimos por aquellos que no han oído lo amados que son por ti y por eso permanecen en el odio, en la culpabilidad, en la tristeza. Danos a nosotros el permanecer en esa certeza de tu amor que no falla, que seamos testigos de tu amor en nuestro ambiente. Viernes “Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como Yo os he amado. Nadie tiene amos más grande que el que da la vida por sus amigos” Hoy Jesús nos hablas de amar como Tú, nos llamas a vivir dando la vida, como Tú la has dado. Ese es tu mandamiento. No quieres que hagamos cosas por ti, no quieres sacrificios, deseas que vivamos nuestra verdadera identidad, esa que Tú nos has dado: que vivamos amando. Jesús, hoy te pedimos por todas las personas que amamos, enséñanos a amarlas como Tú las amas; que no las amemos como nosotros pensamos que es mejor. Ayúdanos a darles ese amor que viene de Ti, que está dispuesto a dar la vida, a amar gratuitamente, a no pedir nada, que podamos vivir haciendo tu voluntad y ésta esta manifiesta en este mandamiento. Sábado “No es el siervo más que su amo. Si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” Hoy esta lectura nos evoca la Iglesia que vive persecución. Jesús, hay tantos hermanos en el mundo que te aman, que dan la vida por Ti, que viven como viviste Tú, dando la vida. Te pedimos por los que sufren cualquier tipo de persecución: física, psicológica, para que ellos se puedan identificar Contigo. Te pedimos por los que son perseguidos para que ellos puedan recibir tu consuelo. hay tantos hermanos Señor que viven esto por ser fieles a su consciencia, que ellos sientan que tu agradeces su vida.